VALORACIÓN Y REPRESENTACIONES DEL PAISAJE: UN ACERCAMIENTO A LA DIMENSIÓN CULTURAL DE LA SUSTENTABILIDAD

July 3, 2017 | Autor: Luz Ortega | Categoría: Representaciones Sociales, Sustentabilidad
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VALORACIÓN Y REPRESENTACIONES DEL PAISAJE: UN ACERCAMIENTO A LA DIMENSIÓN CULTURAL DE LA SUSTENTABILIDAD1

Luz María Ortega Villa2 Judith Ley García3 Vanessa Verdugo González4 Denisse Zamudio Navidad5

RESUMEN Ante las propuestas que identifican tres dimensiones de la sustentabilidad (económica, ambiental y social), aportes recientes reconocen una cuarta, que corresponde a la dimensión cultural, y se ha llegado a establecer que la cultura es el cuarto pilar del desarrollo sustentable. Desde tal posicionamiento, se entiende que todo esfuerzo orientado hacia la sustentabilidad requiere tomar en cuenta a la cultura, en tanto sistema simbólico en el cual y por el cual se manifiestan valores, tradiciones, costumbres y, en el caso de esta ponencia, representaciones sobre el medio ambiente que orientan las acciones de los sujetos. Tomando como caso particular el paisaje del valle de Mexicali, Baja California, y como parte de una investigación más amplia que busca integrar tres perspectivas de estudio –evolutiva, visual y simbólica–, en esta ponencia se presentan resultados de dos de las técnicas aplicadas en la fase de aproximación simbólica. Una primera técnica, que consistió en aplicar una encuesta entre habitantes del valle de Mexicali, permitió el análisis textual de respuestas abiertas, por las cuales se hicieron manifiestas algunas representaciones sobre el paisaje y se identificaron casos-tipo para la segunda técnica, que consistió en recabar la 1

Ponencia presentada en el XVI Encuentro CONEICC, 6-8 de marzo de 2013, Monterrey, N.L. México. Profesora de tiempo completo de la Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Autónoma de Baja California (UABC), campus Mexicali. 3 Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales UABC. 4 Profesora de asignatura de la Facultad de Ciencias Administrativas y Sociales UABC, campus Ensenada. 5 Profesora de asignatura de la Facultad de Arquitectura y Diseño UABC, campus Mexicali. 2

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opinión de los habitantes del valle de Mexicali respecto de una serie de fotografías tomadas por un profesional a partir de los criterios provistos por el análisis visual de la segunda etapa de investigación, a fin de contrastar la selección que hicieron de ellas los habitantes del valle de Mexicali como escenas características del lugar en que viven. Los resultados de ambas técnicas se refuerzan entre sí, al permitir afirmar que la valoración que se hace del paisaje y de sus atributos está fuertemente vinculada con las vivencias y experiencias que las personas han tenido, con los lazos afectivos y familiares que establecen con otras personas que habitan la región, y con las actividades económicas que han permitido su subsistencia. Indagar sobre la dimensión cultural e integrar ese conocimiento adquirido en la iniciativas de mejoramiento, transformación, conservación o preservación del medio ambiente, y aquellas orientadas a la sustentabilidad en general, permite fortalecer la viabilidad de los proyectos, al tomar en cuenta no sólo aspectos económicos o de equidad social (que en muchos casos no logran explicar por qué algunas iniciativas han fallado) sino los significados que se otorgan por parte de un grupo social al medio ambiente, y que son la base de toda acción sobre el mismo. Palabras clave: paisaje, representaciones sociales, sustentabilidad, Mexicali. ____________________

Los paisajes locales jóvenes ¿en problemas? En México gran cantidad de paisajes han sido reconocidos como patrimonio de la humanidad por su valor excepcional; sin embargo, basta revisar el listado de la UNESCO para observar el predominio de los sitios y/o monumentos arquitectónicos y arqueológicos, sobre el resto.6 Esta situación hace evidente, como menciona Rojas (2007), en que el concepto de paisaje cultural aún es débil y frecuentemente se utiliza para hacer referencia al patrimonio

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Para mayor información sobre la lista del patrimonio mundial y mexicano, consúltese en línea: http://whc.unesco.org/en/list 2

arquitectónico, circunstancia que pone en desventaja especialmente a los paisajes evolutivos locales –como lo son los paisajes rurales–, cuya moderada “monumentalidad” y antigüedad, si acaso, resultan interesantes a escala local o regional. Por su parte, Aceves-Calderón y Riemann (2007) encuentran que las políticas públicas mexicanas en materia de conservación de los recursos ecológicos y culturales se encuentran desarticuladas, esto es porque los instrumentos de política ambiental y de ordenamiento territorial no incorporan de manera explícita la protección de los recursos culturales, como tampoco los instrumentos de protección del patrimonio cultural7 prestan atención al entorno donde éstos se edifican. Aunado a lo anterior, la protección del patrimonio cultural ha mostrado un comportamiento desigual en el territorio nacional, donde se privilegian los paisajes que se acompañan de edificaciones monumentales como aquellas producidas por las sociedades mesoamericanas del centro y sur del país, y se resta importancia al patrimonio producido por las sociedades de cazadoresrecolectores de zonas áridas, los cuales carecen de carácter monumental (Aceves-Calderón y Riemann, 2007). Esta inclinación hacia lo monumental se refleja también en el ámbito académico, con la extensa bibliografía disponible sobre las culturas mesoamericanas frente a escasos ejemplares acerca de las zonas áridas y el noroeste de México. Algunos de los trabajos sobre paisajes culturales en ésta última zona, fueron realizados por Sauer y Meigs (1927) y Meigs (2005) sobre los paisajes misionales en Baja California; por Aceves-Calderón y Riemann (2007 y 2008), sobre del paisaje cultural de Bahía de los Ángeles; y el trabajo de Giménez y Héau (2007), sobre el desierto de Sonora. En este escenario de políticas públicas desarticuladas y modestos esfuerzos académicos en materia de paisajes culturales, así como de desinterés tanto hacia los “pequeños paisajes” como al “patrimonio reciente”, se puede entender que los paisajes culturales rurales, al construirse en la escala local y formar 7

Como la Ley Federal de Zonas y Monumentos Arqueológicos, Artísticos e Históricos tanto federales como estatales y municipales. 3

parte de la vida cotidiana y de la identidad de comunidades jóvenes, sean susceptibles de una transformación intensa o agresiva, al encontrarse desprotegidos, estar subvalorados y ser escasamente aprovechados por la propia comunidad. Tal es el caso del paisaje del valle de Mexicali, Baja California, que es relativamente joven, pues si bien en él se encuentra la tenue huella de la comunidad indígena cucapá en el desierto, es hasta el siglo XX que se lleva a cabo la más profunda transformación del paisaje “natural” para convertirlo en un extenso (aproximadamente 3,709 km2, ver figura 1), productivo y altamente tecnificado valle algodonero, con rastros legibles del capital estadounidense invertido en el algodón y de las inversiones gubernamentales para la organización productiva del territorio. La acción humana en esta porción noroeste del desierto de Sonora, si bien es reciente, es amplia y diversa, y abarca a todos los objetos geográficos visibles que componen el territorio, como también a las formas que tienen las comunidades del valle, de vivir y moldear cotidianamente el paisaje heredado.

Figura 1. Distribución de localidades urbanas en el Valle de Mexicali. La línea amarilla corresponde a la frontera México-EUA. Fuente: Elaboración propia a partir de imagen de Landsat. 4

Este paisaje evolutivo activo experimenta actualmente una serie de problemas que amenazan su subsistencia como espacio productivo, entre ellos, la contracción del capital agrícola, la sobreexplotación del recurso hídrico y el agotamiento del recurso suelo, lo cual se refleja en la disminución de la superficie cultivada, el despoblamiento del valle8 y la existencia de “ejidos dormitorios” (Toudert, 1997). En este proceso también participa la expansión urbana con fuerte presión sobre las parcelas agrícolas próximas y la proliferación de actividades erosivas del ecosistema que sustenta el paisaje (por ej. extracción de material pétreo, carreras off-road, instalación de rellenos sanitarios, entre otras). De ahí el interés del proyecto de investigación titulado “Caracterización del paisaje cultural evolutivo del valle de Mexicali desde tres perspectivas convergente”, pues

permite contar con conocimiento que fundamente

iniciativas para la protección de ese paisaje joven y en constante transformación. El objetivo general del proyecto es explorar el paisaje cultural del valle de Mexicali desde tres perspectivas convergentes: 1) la evolutiva, dirigida a rastrear los procesos que configuraron el paisaje actual y sostienen su evolución; 2) la visual, que toma del paisaje su calidad escénica y; 3) la simbólica, que rescata de los habitantes la «lectura» del paisaje. Dichas perspectivas corresponden a diferentes maneras de conceptualizar al paisaje que, por una parte, puede advertirse como un medio de producción y un producto; es decir, el paisaje se considera tanto una entidad donde los organismos y las especies viven y se reproducen (ecosistema), como el resultado del trabajo del hombre en el ecosistema. En este sentido, Santos (1995) señala que el paisaje es resultado de sumas y restas sucesivas, es objeto de cambio, una especie de marca de la historia del trabajo. Con base en esta conceptualización, el paisaje se explora a partir de su proceso de producción, esto es, desde su aspecto evolutivo, donde los procesos sociales inciden en la transformación físico-visual e incluso simbólica del paisaje. 8

De acuerdo con Toudert (1997) el porcentaje de población rural en el municipio de Mexicali pasó de un 21% en los ochenta al 13% en los noventa y, según INEGI, a menos del 10% en el año 2000. 5

Por otra parte, la segunda perspectiva parte de una de las definiciones más antiguas, y por tanto quizá la más difundida: la que se refiere al aspecto visual del paisaje (González, 1981); esto es, el paisaje como el modo en que los objetos geográficos –distribuidos en un territorio– se muestran ante nuestros ojos en su continuidad física visible (Santos, 1986). Por lo que respecta a la tercera perspectiva, motivo de este trabajo, se considera al paisaje más que como una realidad física, como un signo, una representación, y como tal puede ser estudiado desde una perspectiva simbólica, vale decir, cultural. Estas tres conceptualizaciones se encuentran implicadas en la definición de paisaje que da Toledo (2006), quien lo concibe como “una entidad creada por el trabajo mutuo de la organización viviente (incluidos los seres humanos) y no viviente (procesos físico-químicos) de la naturaleza sobre una parte reconocible de la superficie terrestre” (p. 9). En este sentido, en el paisaje se integran la geosfera, biosfera y noosfera, pues es aquél no sólo es el resultado de los procesos geológicos o de las especies que lo habitan, sino también de los conocimientos, mitos, leyendas e ideas que se tienen sobre el paisaje mismo; es decir, el paisaje es resultado y a la vez componente de la cultura, ya que Como espacios físicos e imaginarios, los paisajes son complejos multidimensionales en los cuales ocurren procesos naturales y sociales y pueden ser valorados y representados por signos, significaciones, códigos y conocimientos, mapas, planes, estrategias y políticas. (Toledo, 2006, p. 161) En correspondencia con cada una de las tres perspectivas involucradas, se plantearon para el proyecto los correspondientes objetivos: 1. Identificar y describir los procesos (físicos, socioeconómicos, políticos) que intervienen en la evolución y sostenimiento del paisaje cultural fronterizo del valle de Mexicali. 2. Describir las características del paisaje del valle de Mexicali a partir de sus elementos constitutivos y su calidad escénica. 6

3. Identificar la(s) representación(es) social(es) asociadas al paisaje del valle de Mexicali por parte de sus habitantes. En este trabajo nos centraremos en algunas técnicas aplicadas como parte del método utilizado para lograr el tercer objetivo. Cultura y sustentabilidad Desde el punto de vista de la economía Daly (2008) define a la sustentabilidad como la permanencia de la cantidad de utilidad per cápita de los miembros de una generación y el flujo físico continuo de los recursos naturales; con lo anterior se refiere a que todas las generaciones tienen el mismo derecho de contar con la misma cantidad de recursos naturales y con ellos construir su felicidad. Sin embargo, Guimarães (1998) afirma que para lograr la sustentabilidad es necesario que se amplíe el antropocentrismo del sistema de desarrollo económico vigente hacia el biopluralismo, donde todas las especies tienen el mismo derecho a la vida; lo que lograría así, la conservación de la dotación de recursos naturales incorporada a las actividades productivas y la manutención del potencial de la naturaleza para absorber y recomponerse de las agresiones antrópicas. Según comentan Foladori (2002) y Morse (2010), las tres grandes dimensiones que se ven involucradas en la sustentabilidad son: la económica, la social y la medioambiental, siendo la menos estudiada la social (Soriano, 2005), a pesar de que la sociedad es la base para los sistemas de producción y de cuidado del medio ambiente. Además de la búsqueda de la sustentabilidad ecológica por preservación de la biodiversidad, dice Foladori (2002) que la sustentabilidad social aboga por preservación de la sociodiversidad; con el mantenimiento del sistema de valores, prácticas y símbolos de identidad que permiten la reproducción del tejido social. De las tres dimensiones de la sustentabilidad la de mayor controversia es la sustentabilidad social, ya que ha sido definida con base en conceptos no siempre claros; a pesar de ello, en los últimos años el concepto de sustentabilidad social evolucionó para resaltar la importancia de la participación

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social y del aumento de las potencialidades y cualidades de las personas en la construcción de un futuro más justo (Foladori, 2002). No obstante que las tres dimensiones de la sustentabilidad mencionadas son ampliamente reconocidas, el aspecto cultural había quedado incluido en la dimensión social –la menos estudiada de las tres– (Foladori, 2002; Soriano, 2005; Morse, 2010), donde frecuentemente era pasado por alto en favor de elementos más tangibles y medibles (equidad o marginación, por ejemplo). En décadas recientes se ha revalorado la relación sociedad-ambiente, pues ha quedado claro que la forma de intervenir en la realidad depende del modo en que se ella se entiende, percibe e interpreta, lo que equivale a decir que depende de la forma en que culturalmente se construye esa realidad, y de ahí se desprende la importancia de la cultura como punto esencial del análisis del binomio sociedad-ambiente (Durand, 2002). Por ello: es importante considerar cómo los distintos grupos culturales definen y entienden su relación con el entorno natural, los problemas ambientales derivados de tal relación y la forma en que se los interpreta. (Durand, 2002, p. 182) Al adquirir la cultura una centralidad que no tenía, se ha reconocido ya a ésta como una dimensión adicional del desarrollo, pues a decir de Hawkes (2001), si bien se puede definir de manera muy general a la sustentabilidad como la aspiración a que las generaciones futuras hereden un mundo de abundancia como el que actualmente disfrutamos, el tema de cómo lograrlo está fuertemente vinculado con los valores que se tengan y es, por tanto, un debate cultural. En tal sentido, Hawkes (2001) identifica dos temas estrechamente vinculados: por una parte, el hecho de que una sociedad sustentable depende de una cultura sustentable, porque si la cultura de un grupo social se desintegra, también lo hará todo lo demás, y de ahí que considere a la vitalidad como característica más importante de una cultura; y, por otra parte, el hecho de que requiere de una acción cultural para sentar las bases de un futuro sustentable.

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En materia de planeación territorial, este autor señala que la identidad cultural se manifiesta en el paisaje distintivo de una comunidad y es importante que la normatividad del uso del suelo tome en cuenta las características físicas únicas (tanto naturales como construidas) de un sitio cuando se determinen los parámetros de un futuro desarrollo; y al reconocer que la identidad no es sólo la apariencia externa, afirma que la planeación pública debe facilitar “la celebración de todas esas identidades [regional, local, familiar, individual], respetar su existencias, y usarlas para estimular la vitalidad del todo” (Hawkes, 2001, p. 20), ya que Sin una base que expresamente incluya a la cultura, los nuevos marcos [de análisis del desarrollo ecológicamente sustentables] están despojados de los medios para comprender –ya no se diga implementar– los cambios que promueven. La cultura ha de ser un punto de referencia separado y diferenciado. (Hawkes, 2001, p. 25) Así, se ha propuesto que los cuatro pilares de la sustentabilidad son: la vitalidad cultural, la equidad social, la responsabilidad ambiental y la viabilidad económica (Hawkes, 2001).

Algo sobre las representaciones sociales El término «representación», dice Nöth (1995), está lejos de haber sido definido claramente; sin embargo, parece estar más de acuerdo con la explicación de que, mientras que la referencia relaciona un constructo con una cosa como un todo, la representación empata al constructo con un aspecto o propiedad de la cosa. En esta afirmación nos encontramos con que ese aspecto o propiedad, antes de entrar en relación con el constructo, tuvo que haber sido abstraído como parte o propiedad del mismo. Por su parte, Moscovici dice que “toda representación está en la interfase entre dos realidades: la realidad psíquica, en la conexión que tiene con el ámbito de la imaginación y los sentimientos, y la realidad externa, que tiene su lugar en la colectividad y está sujeta a las reglas de grupo” (Moscovici, 1988, p. 220). Es 9

esa interfase la que le da a la representación su carácter de mediadora entre lo subjetivo y lo objetivo, entre la realidad de la vida interna del individuo y su realidad externa, social. A decir de este autor, “una representación siempre vincula una forma cognitiva con un contenido ampliamente aceptado por el grupo” (Moscovici, 1988, p. 221). Parte fundamental de la teoría de las representaciones sociales es el abandono de la división sujeto-objeto, pues se considera que “no existe a priori una realidad objetiva, debido a que toda realidad es representada y apropiada por el individuo o por el grupo y reconstruida en su sistema cognitivo, además de estar integrada en su sistema de valores que depende de su historia y del contexto social e ideológico circundante” (Abric, 2005, p. 407). Entre las varias definiciones que da sobre lo que son las representaciones sociales, Moscovici cita a Markova al expresar que “Al hablar de representaciones sociales, tenemos en mente una red de conceptos y de imágenes enlazadas en varias formas de acuerdo con las interconexiones entre las personas y los medios que sirven para establecer comunicación” (Markova 1987, en Moscovici, 1988, p. 222). Para aquel autor, la representación es un medio de construir la realidad, pues considera que no existe una realidad «como tal», ya que el individuo que se la representa simultáneamente se representa a sí mismo en ella; y no se trata, entonces, solamente de pensamientos «acerca de» el mundo, sino de pensarse «en el mundo»: la representación social presupone procesos de interacción e intercambio que le dan forma en el continuo contacto entre el individuo y el grupo social, sus normas y reglas (Moscovici, 1988). Moscovici (1988) explica cómo las representaciones sociales compartidas se objetivan, adquieren poder y la intensidad de una creencia con la cual se actúa en el mundo; están estrechamente vinculadas con las actitudes, ya que son la condición previa para la existencia de estas últimas –una representación social involucra una actitud hacia lo representado–; además, las representaciones sociales se ubican en el núcleo de la memoria colectiva y de los vínculos que los seres humanos establecen en conjunto, y son el prerrequisito para la acción en general. 10

Al igual que en el caso de las formas simbólicas para Thompson (1990), para Moscovici

(1988)

las

representaciones

sociales

están

estrechamente

vinculadas a los contextos en los que son puestas en circulación. En palabras de Abric (2005, p. 409): “Hemos afirmado que uno de los componentes fundamentales de la representación era su significación. Y esta significación está doblemente determinada por efectos de contexto”. La doble determinación implica, por una parte, considerar al contexto discursivo, a las condiciones de producción del discurso con base en el cual se detecta o se formula una representación; por otra parte, involucra al contexto social en tanto que los individuos o grupos están ubicados en un lugar específico en el sistema social, lo que establece que la significación de una representación social está vinculada con significaciones más generales propias de dicho sistema social (Abric, 2005). De acuerdo con Giménez (2005) las representaciones sociales forman parte de la cultura y las define como “sistemas cognitivos contextualizados que responden a una doble lógica: la cognitiva y la social…y su sistema central está ligado a las condiciones históricas, sociales e ideológicas más profundas y define los valores más fundamentales del grupo” (p.83). Para Abric (2005, pp. 410-413) las representaciones sociales tienen un papel relevante en las prácticas y la dinámica social debido a que cumplen cuatro funciones esenciales: permiten entender y explicar la realidad; definen la identidad y permiten salvaguardar la especificidad de los grupos; guían los comportamientos y las prácticas; y permiten justificar a posteriori las tomas de posición y los comportamientos.9

Método de abordaje Dado que las representaciones sociales se caracterizan por tener a la vez un aspecto icónico y uno intelectual, que se manifiestan en mayor o menor medida (Moscovici, 1988), es que en este proyecto se propuso abordarlas, por una 9

Como se observa, estas funciones son muy parecidas a las que Bourdieu (1984, 1990, 2002) describe para el habitus. 11

parte, como imagen, con base en su objetivación fotográfica; y, mediante la expresión lingüística en la entrevista, penetrar en el aspecto intelectual. Sin embargo, en palabras de Moscovici (1988, p. 219), “Parece una aberración, en todo caso considerar las representaciones como homogéneas y compartidas como tales por una sociedad en su conjunto. En lo que hemos querido hacer énfasis al abandonar el término ‘colectivas’ fue esta pluralidad de representaciones y su diversidad dentro de un grupo”. De modo similar, Doise, Clémence y Lorenzi-Cioldi (2005, p. 25) establecen que los estudios sobre representaciones sociales “no pueden consistir solamente en la localización de saberes comunes, es preciso también estudiar sus modulaciones en función de su imbricación específica en un sistema de regulaciones simbólicas”, y de ahí que proponen la reconstrucción de los principios organizadores comunes a conjuntos de individuos, pero también de aquellos que organizan las variaciones entre las posturas de diferentes individuos. Por ello, también, para estudiar las representaciones sociales proponen recurrir a métodos que incluyan tanto los procesos de objetivación como los de anclaje, y junto con ellos

los

principios

organizadores.

En

tal

sentido,

los

análisis

multidimensionales de datos, el análisis factorial y el de correspondencias de datos textuales son propuestos por los autores como técnicas de utilidad para acercarse al estudio de un objeto tan dinámico como son las representaciones sociales, sin caer en su reificación. Para Bourdieu (1988), la aplicación de las técnicas mencionadas permite borrar la frontera entre teoría y metodología, y superar la oposición entre consenso y conflicto, toda vez que la

adopción

de posiciones diferentes, incluso antagonistas,

se

constituyen cono tales únicamente con respecto a posturas comunes, ellas mismas resultantes del espacio de juego en el que actúan, es decir, del espacio de posiciones sociales que el análisis de correspondencias pone al día, proporcionando al mismo tiempo el principio real de la explicación y de la comprensión del espacio de las tomas de posiciones (p. 19).

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Así, de las tres aproximaciones metodológicas que corresponden a cada uno de los objetivos del proyecto, la aproximación simbólica se llevó a cabo a partir de explorar algunas representaciones sociales asociadas al paisaje del valle de Mexicali por parte de los habitantes permanentes del lugar. Para ello, se utilizaron dos técnicas: una cuantitativa y una cualitativa. La primera consistió en una encuesta aplicada entre habitantes de 512 viviendas de localidades del valle de Mexicali con base en un muestreo aleatorio estratificado polietápico, donde el tamaño de la muestra por cada estrato se definió por afijación proporcional. El cuestionario para la encuesta, además de inquirir sobre información sociodemográfica, preguntaba sobre especies vegetales y animales que existen o han desaparecido, narración de mitos y leyendas sobre el valle, mención de lugares y personajes importantes para la región, y opinión sobre la contaminación y sus fuentes. Asimismo, se incluyeron preguntas acerca de cómo es el valle de Mexicali según la descripción del encuestado, cuáles lugares del valle le gustan al encuestado y por qué, y con cuál lugar del valle se identifica y por qué. Los resultados de la encuesta fueron procesados en SPSS para la obtención de la estadística básica, y posteriormente se trasladaron a Système Portable pour Analyse de Donées (SPAD) a fin de hacer análisis de correspondencias múltiples y de datos textuales. Con base en el primero se obtuvo una tipología de habitantes del valle de Mexicali que sirvió para la obtención de un subconjunto de residentes representativos de cada tipo (casos-tipo) y a la vez para el análisis textual. De interés para este documento es el tercer objetivo; sin embargo, es pertinente señalar que el análisis de la calidad escénica (parte del segundo objetivo) se llevó a cabo con base en la técnica sugerida por el Bureau of Land Management (s/f) para la evaluación de recursos visuales, donde se le califica a partir de los atributos visuales (forma, color, textura, escala y espacio) y físicos (patrones o formas del agua, suelo, rocas, cobertura vegetal) del paisaje “natural”, en este caso, con imágenes fotográficas captadas desde carreteras y caminos, como lo llevan a cabo Otero et al. (2006), incluyendo en los atributos 13

físicos los elementos construidos por el hombre (edificios, obra civil, infraestructura física, asentamientos humanos, entre otros). El resultado de esta fase fue una serie de fotografías que muestran escenas características del paisaje del valle de Mexicali, y que también fueron utilizadas en la fase de aproximación simbólica, como se explica a continuación. La técnica cualitativa consistió en entrevistar a los casos-tipo a fin de mostrarles la serie de fotografías tomadas como parte de la fase de aproximación visual, a fin de que valoraran si en su opinión dichas imágenes representaban a la región y explicaran sus razones. Con base en el tipo de respuestas se construyeron las categorías de análisis que permitieron encontrar las razones a las que más recurrieron los entrevistados, así como identificar las fotografías que, de acuerdo con esas respuestas, fueron las más representativas del valle de Mexicali. Para los fines de este trabajo, además de la tipología se muestran sólo las figuras y cuadros resultantes del análisis textual de las respuestas sobre la descripción del paisaje del valle y las razones por las cuales se identifican con un lugar específico, así como los resultados de las cinco fotografías más representativas.

RESULTADOS 1. Tipología de residentes del valles de Mexicali Para la construcción de una tipología que permitiera seleccionar casos característicos a los cuales entrevistar, se utilizaron 16 variables, de las cuales resultaron características para la construcción de los tipos, según su valor test ≥2, las que se refieren a: grupo de edad, años de residir en el valle (por rangos), si es nativo del valle de Mexicali, en qué trabaja o trabajaba, por qué se identifica con el lugar que mencionó, por qué le gusta el lugar que mencionó, la ocupación y la actividad económica principal del ejido. Cabe señalar que no todas las variables fueron caracterizantes para todas las clases.

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Para cada uno de los tipos el software proporciona diez casos considerados “parangones” o más representativos, y entre ellos se seleccionó a dos para ser entrevistados. Los tipos construidos fueron descritos de la manera siguiente: Tipo 1. Adultos mediana edad, nativos, gusto por lugares urbanizados. Está integrado por 147 individuos, que corresponden a un 28.71% de la muestra, cuyas edades van de los 51 a los 65 años, y tienen de 51 a 60 años de residir en el valle de Mexicali. Son, sobre todo, nativos del valle, a quienes lo que les agrada del lugar que más les gusta, es que es más urbano, equipado y próspero. Tipo 2. Adultos mediana edad, sobre todo no nativos, gusto por lugares con comercios y servicios. Lo más característico de este grupo de 104 individuos, que representa 20.31% de la muestra, es que son nativos del valle de Mexicali, con edades que van de los 36 a los 50 años, y con igual cantidad de tiempo residiendo en el valle. Lo que les hace identificarse con el lugar que mencionaron, es la disponibilidad de servicios, el que hay comercios (tiendas), escuelas o restaurantes. Tipo 3. Adultos mayores, no nativos, más de 50 años de residencia, trabajadores del campo. Este grupo es el que mostró mayor número de variables y modalidades de variables que permiten describirlo. Representa un 19.92% de la muestra, es decir que está compuesto por 102 individuos, mayores de 66 años de edad, de sexo masculino (52.9% de la clase). Aun cuando no son nativos del valle de Mexicali, tienen entre 51 y 80 años de residir en la región, con predominio de quienes tienen entre 51 y 60 años (lo que pudiese indicar que emigraron cuando jóvenes). La actividad económica principal del ejido en que habitan es la agricultura, y ellos se dedican o se dedicaron sobre todo a trabajar en labores del campo o como regadores. En este grupo, la principal razón por la que les gusta un lugar es porque ahí viven o han vivido; que es casi la misma razón por la cual se identifican con el sitio mencionado: porque ahí vivieron. 15

Tipo 4. Adultos mediana edad, no nativos, algunos de reciente arribo. Son 83 los individuos que componen esta clase, que constituye 16.21% de la muestra. Las variables y modalidades que caracterizan se refieren que no son nativos del valle de Mexicali, tienen entre 51 y 65 años de edad, pero el tiempo de residencia en esta región es variable, aunque predominan quienes tienen entre 21 a 30 años, y en menor proporción los que tienen 11 a 20 años de vivir en el valle. Destaca que poco más de la tercera parte de este grupo tiene menos de 10 años de residir en la región. Tipo 5. Adultos jóvenes, reciente llegada, empleo urbano. En esta clase que

es

un

14.84%

de

la

muestra,

se

agrupan

76

individuos,

predominantemente jóvenes de hasta 35 años, aunque también algunos de entre 36 y 50 años de edad y la mayoría con menos de 20 años de residir en el valle de Mexicali, aunque una cuarta parte tiene entre 21 y 30 años de hacerlo. Se caracterizan además porque declararon que no ha ocurrido nada importante en su ejido, por trabajar en fábricas o industria maquiladora, y porque el lugar del valle que más les gusta es Algodones, B.C.

2. Análisis textual de respuestas abiertas Algunas variables de la encuesta sobre paisajes culturales fueron abordadas a partir de preguntas abiertas, cuyas respuestas fueron procesadas utilizando el módulo de análisis textual del SPAD, que incluye la construcción de un diccionario por frecuencias de palabras o segmentos, la elaboración de un listado de las formas gráficas más utilizadas, la identificación de los contextos en que se utilizan los términos de interés para la variable, la construcción de tablas de contingencia léxica y, finalmente, la clasificación de las formas textuales según el grupo de edad al que corresponde el encuestado. En los siguientes apartados se presentan los resultados más significativos, tanto por su frecuencia en los diccionarios como por el valor test (≥2) que presentan en la clasificación de formas textuales según grupos de edad, etapa del procesamiento que hace posible entender de qué manera hablan los

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miembros de cada grupo de edad, pero como bien explica Moscoloni (2005, p. 223): No se trata de decir que la respuesta que está en primer lugar es la respuesta característica, sino que es una forma de reordenar las respuestas del grupo y ver en las primeras respuestas cómo se expresan los individuos de ese grupo.

Cómo es el paisaje del valle de Mexicali FRECUENCIAS

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DE PALABRAS O SEGMENTOS.

Al construir el diccionario de

palabras con que se describe al valle de Mexicali, los adjetivos favorables que destacan por su frecuencia son «bonito», «bien», «verde» y «tranquilo». Como un adjetivo que solamente describe, sin connotación positiva o negativa se tiene «seco»; y en contraparte, el adjetivo desfavorable que muestra mayor frecuencia (pero muy por debajo de los favorables) es «feo». A continuación se muestran las frecuencias de cada uno de dichos adjetivos: Palabra/Segmento Bonito Bien Verde Tranquilo Seco Feo

FORMAS

TEXTUALES SEGÚN LAS CLASES.

Frecuencia 248 82 67 41 23 21

Al analizar las formas textuales por

grupos de edad, entre los habitantes de hasta 35 años las formas textuales predominantes se refieren a que el paisaje es «bonito» o «muy bonito», y lo relacionan con «campo», como se puede observar en algunas de las respuestas características:

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En los apartados de frecuencias de palabras/segmentos se muestran aquellos que se relacionan con la variable sobre la que se preguntó, pues se eliminaron aquellos términos denominados “herramientas”, como son los artículos, preposiciones y conjunciones, así como los términos con frecuencia de 20 menciones o menos.

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Abundante, bonito por lo que produce, los cultivos de hortalizas que van a EUA, mucho trabajo, empleos, campos verdes, no hay escasez de agua. (186) Es bonito, todo está bien en el campo y en la sierra. (324) Se mira bonito en temporada de primavera, pero en verano se ve muy árido. (289) Por su parte, quienes tienen entre 36 y 50 años muestran opiniones divididas, ya que las formas «bonito», «es bonito», «mejor que» y «más» aluden a una situación favorable o más favorable que en un momento anterior; pero también se tienen las expresiones «seco» y «más o menos», que refieren una valoración menos positiva o ambivalente: Bonito, hay muchos árboles verdes, es mejor que la ciudad. (58) Más o menos regular, ahorita está bonito, está todo verde, en agosto ya está todo seco. (127) Lo miro bien, es tranquilo, vivir en el valle es más pacífico. (183) El aspecto visual del paisaje es predominante entre quienes tienen de 51 a 65 años, pues independientemente de cómo lo valoren, en su descripción del paisaje destacan las formas textuales «mira», «se mira» y «se mira muy». No obstante, en las formas características destaca el adjetivo «bonito»: Bonito, se me hace bonito, con mucho calor, pero bonito. (96) Está bien, está bonito. (196) Al igual que el grupo de jóvenes, los adultos mayores de 66 a 80 años consideran que el paisaje es «bonito» y lo valoran por lo que «tiene» en la actualidad: Es bonito, por lo verde y los árboles. (193) Es bonito, hay vegetación, hay siembra de hortalizas en el valle. (53) A diferencia de los anteriores, aquellos habitantes cuya edad es de más de 80 años describen al paisaje del valle de Mexicali a partir de formas textuales que aluden al pasado, como son «antes» y «antes era», aunque entre ellos también destaca el aspecto visual con las formas «se ve bien» y «se ve», y la valoración 18

positiva que se basa en lo que el valle contiene, al decir que «es bonito» porque «hay» algo: Se ve bien, antes era más árido, más caliente, la gente ya plantó arbolitos, está más agradable. (386) Antes era pequeño y desértico, ha cambiado mucho, ha crecido mucho. (117) Ya se ve bien, antes no. (162) REPRESENTACIÓN

GRÁFICA.

En la figura 3 se muestra la distribución de las

formas textuales y la manera en que los diferentes grupos de edad se distinguen por sus expresiones. En esa figura, los términos en itálicas negritas son aquellos que contribuyen en mayor medida a la constitución de cada uno de los ejes factoriales. En el caso de la descripción del paisaje del valle de Mexicali, la clase de individuos con 36 a 50 años (grupo de edad 2) y la clase de quienes tienen 80 años o más (grupo de edad 5) son las que más contribuyen en la constitución del eje 1, con frecuencias de 43.1% y 35.8% respectivamente. Por su parte, para el eje 2, los que mayor contribución tienen son el grupo de edad 1 (hasta 35 años) y el 2 (de 36 a 50 años), con 80.5% y 17.1% respectivamente. La figura 3 muestra que la consideración que se tiene del paisaje tiene, en un extremo del eje 1, a quienes comparan el estado actual del paisaje del valle de Mexicali (o al valle mismo) con su situación en el pasado, que corresponde a los mayores de 80 años. En oposición a ello, en el otro extremo se ubican habitantes de entre 36 y 50 años que comparan el paisaje del valle con la ciudad, aunque ambos grupos lo describen como bonito. Así, este eje podría denominarse como el eje “del pasado al presente”. Los grupos de edad 3 y 4 (de 51 a 65 años y de 65 a 80 años) se encuentran muy próximos entre sí y al centro de la gráfica, lo que evidencia que existen coincidencias en sus descripciones del paisaje, y que ellas se acercan mucho a lo que es la opinión general, de que es bonito, verde, tranquilo y con árboles, que fueron las formas textuales con mayor peso relativo para la generalidad de los encuestados. 19

El eje 2 opone, en un extremo, a los habitantes de 36 a 50 años y, en el otro, a quienes tienen de 18 a 35 años, cuyas opiniones se ubican, arriba, en el énfasis de que el paisaje es bonito y mejor que la ciudad, además de ser el lugar en que vive el encuestado; y abajo, en que es bonito por ciertos atributos, pero que además su belleza depende de la temporada del año en que se le observe. Este sería el eje de “las condiciones de la belleza del paisaje”.

Por qué se identifican con determinado lugar Las palabras más utilizadas para explicar las razones por las cuales se identifican con un determinado lugar del valle de Mexicali indican ya sea el lugar en el que se está («aquí») o algún otro al que se hace referencia y que forma parte del valle («ahí»), y se relacionan con el vivir o haber vivido en dichos lugares. Destaca en la figura 4 la incapacidad para expresar verbalmente las razones por las cuales se identifican los habitantes del valle con esa región, pues al centro se ubica la no respuesta, junto con la gente, casi en el centro. Como otras razones de menor peso se tienen la facilidad para hacer compras o ir al mandado debido a que ahí se localizan comercios y se tienen servicios, por lo cual se acude más a dicho lugar, donde se tienen amigos y familiares, que son argumentos comunes a los cuatro grupos de edad. No obstante, la distribución de estos grupos en el espacio de la gráfica da cuenta de cómo, nuevamente, los más jóvenes y los más viejos se colocan en lugares opuestos, mientras que los grupos 2 y 3 (quienes tienen de 36 a 65 años) se hayan más cercanos.

20

Figura 3. Descripción del valle de Mexicali según sus habitantes.

21

La identificación es pues, un asunto subjetivo, difícil de hacer emerger de manera consciente a la conversación, si bien a partir de lo dicho se podría afirmar que aquélla se va conformando a partir del contacto continuo con el lugar, y, sobre todo, de las interacciones que en él se tienen con las personas que lo habitan. En cuanto a formas textuales características, para el grupo de edad de hasta 35 años, se tienen varias que indican comparación entre el lugar con el que se identifican y el resto del valle de Mexicali, ya sea para destacar aspectos en que supera a otros («es más») o por su similitud «a este ejido», o bien aludiendo a una zona específica. Entre las respuestas características de los jóvenes que integran este grupo las razones por las que se identifican con algún lugar del valle hacen referencia a los servicios con que cuenta, que hacen de ese sitio uno urbanizado; pero también se alude a que se parece al lugar en el que vive el hablante, así como a la limpieza y el orden. Por lo limpio, menos delincuencia, el parque es más limpio. (222) Ahí está todo céntrico, hospital, tiendas, como abastecimiento. (471) Muy parecido a este ejido. (142) Entre los habitantes de 36 a 50 años las formas textuales características en cuanto a razones para identificarse con un lugar aluden a «los comercios» o porque es el que «visito más», y en sus respuestas características predomina como razón para identificarse el que se tiene familia en ese sitio, aunque también tienen como característico el que está cerca y tiene tiendas donde pueden hacer sus compras, a la vez que la gente es sencilla. Voy de visita y por la cercanía. (344) Por la cercanía y las tiendas. (136) Por la familia. (396) Las personas de entre 51 y 65 años muestran como característica una sola forma textual, que hace referencia al tiempo que tienen de vivir en esta región («años

viviendo»),

y

muestran

menor

variedad

en

sus

respuestas

características, que son predominantemente orientadas por el hecho de que se

22

cuenta con familia en el lugar con el cual se identifican, si bien se hacen algunas referencias a la cercanía para hacer compras. Porque ahí tengo familia y voy de visita. (344) Por la familia. (113) Es más cerca para las compras. (202) De manera similar, los habitantes de entre 66 y 80 años usan formas textuales que aluden al tener «mucho tiempo» de haber vivido en el lugar con el que se identifican, o se valen del término «casi», que se utiliza para indicar lo poco que salen del lugar en que viven. Entre sus respuestas características la razón principal para identificarse con un lugar es el arraigo, el haber vivido «siempre» ahí y, en menor medida, la tranquilidad del lugar. Aquí he vivido. (16) Todo el tiempo he vivido aquí. (389) Porque aquí vivo. (503) Finalmente, los mayores de 80 años, con sólo dos formas textuales características, indican el tiempo que ha transcurrido desde que llegaron al valle, mediante las formas «años» y «llegamos». En sus respuestas características hacen referencia a la migración, ya que dicen haber llegado hace muchos años a ese lugar, además de que tienen amigos y familiares en el sitio con el cual se identifican. Porque es el lugar al que llegamos. (258) Desde los 10 años llegué aquí. (84) Ya tengo muchos años aquí. (381)

23

Figura 4. Razones por las que se identifican con algún lugar.

24

3. Valoración de fotografías como representativas del valle Por lo que se refiere a la segunda técnica, se mostró a las 10 personas que constituían los

casos-tipo

una

serie

de

fotografías

previamente

seleccionadas11

como

características del valle de Mexicali, a fin de que eligieran de entre ellas las que consideraban que representaban al valle y las que no, así como con el propósito de que explicaran sus razones para elegir y descartar imágenes. Sus declaraciones fueron registradas en video y transcritas para su procesamiento, a partir de lo cual se construyeron las categorías de análisis, según el tipo de respuestas que dieron. Para los fines de esta ponencia, se eligieron como ejemplo del procesamiento las cinco fotos más elegidas por los entrevistados como características del valle de Mexicali, para las cuales se han anotado algunas de las respuestas que dieron a las preguntas “¿Por qué la escogió?” y, en algunos casos, “¿Por qué no la escogió?”, con la clase (tipo) a que corresponden. Pacas de alfalfa. Los entrevistados identifican el cultivo de alfalfa como uno que es común en el valle, reconocen su utilidad como alimento de ganado, y señalan que se ve bonita. Hubo unanimidad al elegirla como imagen representativa, y las categorías de respuesta

predominantes

fueron

las

de

“actividad económica” y “cultivo conocido”. Al responder

por

qué

la

eligieron,

los

entrevistados comentaron: Y la alfalfa también, por el ganado se siembra mucho aquí en el valle. (Tipo 1)

11

La selección de las 25 fotografías fue realizada de entre 50 imágenes que reunían los siguientes criterios: calidad escénica según el Bureau of Land Management (s/f), que mostraran escenas de las tres regiones principales en que el valle fue zonificado, que mostraran actividades que se desarrollan en el valle, y que mostraran los principales elementos topográficos. 25

Estas, donde he mirado es allá, para la carretera que va pa’l Jiquilpan, por acá. (Tipo 1) Pues también esa ahí donde están las pacas, la alfalfa también… (Tipo 2) Esta porque la empacan y la traen para el ganado, las pacas. (Tipo 2) Aquí, esta es alfalfa empacada, estas son las melgas, mire. (Tipo 3) Sí, esto es paca de alfalfa, sí, ahí. … aquí se siembra mucha alfalfa y así la juntan en el sacapacas, que le nombran. (Tipo 3) Esta porque se ve bien verde, bien bonita. Y esto es para los animales, las pacas que hacen. Mire ¡qué bonito se ve! (Tipo 4) Este es alfalfa, donde está la alfalfa, mire, aquí está la máquina. (Tipo 4) Pues igual, es de alfalfa ¿no?, esta se parece a una que está aquí cerca. (Tipo 5) Esas son las pacas, el alimento de los animales, de las vacas, de los becerros, pos lo poquito que yo sé, que me platica mi esposo, es para eso, es el alimento para los animales de engorda, la alfalfa. (Tipo 5) Cerro Prieto. Los entrevistados identificaron el elemento topográfico que es ampliamente conocido, y fue nombrado correctamente por casi todos excepto por los más jóvenes (menores de 36 años) o por quienes tienen poco tiempo de haber llegado al valle, aunque mencionaron su ubicación. En concordancia con el carácter de la imagen, la categoría predominante para las respuestas fue la de “elemento topográfico conocido”. Hubo quien relacionó al volcán sobre todo con la planta geotérmica que se asienta en sus cercanías, aunque la mencionaron como termoeléctrica. Esta sí, también, es por ahí en donde está el Cerro Prieto. (Tipo 1) Porque trae el Cerro Prieto. Ahí lo tengo. (Tipo 2)

26

Esta sí, a la mejor [es] el Cerro Prieto, allí. ¿Si es verdad? Sí, porque se ve solito el cerro, porque no está muy larga [la silueta]. (Tipo 3) Este es el cerro gordo ¿verdad? el Cerro Prieto. Sí, el cerro que está allá donde está la termoeléctrica... Lo único que está [es] la termoeléctrica, la planta de luz, la reproducción de la luz y tienen criadero. Es parte del valle. Este es el cerro el Cerro Prieto, el que está allá, el que tiene la termoeléctrica. (Tipo 3) Pues también [muestra al valle], oiga, porque ahí están para el lado de por acá, para el lado del Cerro Prieto. Ahí está mire, donde hay pura tierra y se mira el cerro. (Tipo 4) Es para la ladrillera. Pa’ la ladrillera aquí en el valle. Aquí yendo para Algodones. Yéndose por esa calle. (Tipo 4) El Cerro Prieto porque es una parte fundamental de aquí, de Mexicali, es donde tenemos la energía, me imagino, o sea, no sé mucho. (Tipo 5) Pues es el desierto ¿no?, pos pa’ allá casi no conozco. (Tipo 5, descartó la foto) Cebollín. Fueron sobre todo los adultos de hasta 50 años quienes seleccionaron esta foto, donde identificaron al cebollín y el hecho de que se cultiva en el valle, aunque hubo quien descartó la imagen al confundir el cebollín con trigo (otro cultivo común en la región). La categoría predominante para las respuestas fue la de “cultivo conocido”. ¿Es cebollín también? puede ser cebollín. (Tipo 1) La cebolla también está para ese rumbo de acá, para ir a Mexicali. (Tipo 1) Esta es cebolla ¿verdad?, cebolla también, es lo que trabajan ahorita. Esta es cebolla, incluso aquí trabajan la cebolla, todo esto. (Tipo 2) Esta porque está donde se siembra la cebolla o el cebollín, que le llaman. (Tipo 2)

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Es la cebolla ¿no? En el valle se da, como se da el algodón, se da el trigo. (T. 4) ¿Sabes qué es?, es cebolla. (Tipo 5) Esta es cultivo de cebollín, si no me equivoco. … Y ese, a simple vista, lo enfocas y ya miras que son las ramitas del cebollín. (Tipo 5) Y este, oiga ¿es trigo? Está en las tierras, ahí está, mire ahí donde se ve, ahí donde está sembrado. (Tipo 4, descartó la foto) Canal. El canal como elemento central de la fotografía fue reconocido por todos, y en los comentarios se hace notar que hay muchos similares en el valle, así como su función abastecedora de agua. Hubo quien no lo eligió por no estar cerca del lugar donde vive, y alguien más dijo que faltaba incluirlo (no lo reconoció). Las categorías asociadas con esta imagen son las de “sitio conocido” y “elemento construido del presente”. Pos

canal

para

el

riego.

Es

el

encementado, el que va allá por el 43, pa’ aquel lado. (Tipo 1) Y este el canal alimentador… viene de allá, de la presa Morelos, y pasa por aquí … mantiene los canales, alimenta los canales de riego, a los más chicos. (Tipo 2) Este es el canal más grande, sí, el Pacífico. (Tipo 3) Ah, pues también [muestra al valle], fíjese, porque esta parece como canal, ahí por donde pasa el agua así, sí, también. (Tipo 4) Este es un canal, es donde nos abastecemos de agua todos. Para mí eso representa el canal, para el riego de los cultivos. (Tipo 5) No, tampoco. Esto parece el canalón, allá el canal que pasa por la 28 [lejos de su casa] y todo eso. (Tipo 1, descartó la foto)

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Pues yo lo que no miro… porque para allá está el canal ese que le digo, que da vueltas por acá. (Tipo 1, descartó la foto) Algodón. Quienes reconocieron el cultivo seleccionaron la fotografía pues es el cultivo que dio origen al valle de Mexicali, y sobre todo los más jóvenes destacaron su papel económico, pero otros la descartaron ya que no pudieron identificar la planta de algodón, que aún no tenía la mota que la hace reconocible. Para esta imagen las categorías predominantes fueron las de “cultivo conocido” y “actividad económica”. Porque es algodón. Es el que se comercializa más. (Tipo 1) [Ese lugar] Está por Los Algodones. … Ahorita para donde se siembra mucho algodón es para el lado de Tecolotes. (Tipo 2) El algodón es una planta que se siembra mucho aquí. … antes tenía más demanda el algodón y producía más trabajo para el campo y ahora no. (Tipo 3) El algodón. Porque es una de las siembras más productivas de Mexicali. (Tipo 5) Pos no, no reconozco la mata esa… (Tipo 2, descartó la foto) Estas matas, pos no, no hallo qué será. Estas matas no están plantadas. … No, no puede ser [algodón] porque no tiene surcos y se ve muy ancho. (Tipo 3, descartó la foto) Como se observa en las respuestas, los argumentos dados por los entrevistados para elegir a esas fotografías como representativas del paisaje del valle de Mexicali, están fundados en la experiencia personal que les permite no sólo reconocer lo que en ellas se muestra, sino nombrarlo y, aunado a ello, explicar su importancia económica para la región. Destaca también que cuando las imágenes no eran reconocibles porque lo que muestran no pertenece al contexto inmediato del entrevistado o no es de alguna zona del valle que hubiese visitado, fueron descartadas. 29

Conclusiones De manera general, se puede concluir que la valoración que se hace del paisaje se basa, por una parte, en los elementos presentes en el geosistema y ecosistema, de donde deriva que se le califique como «verde» o «seco» y aun como «bonito» debido a la presencia de determinadas especies vegetales en algunas épocas del año; sin embargo, parece haber también un componente emocional, que se manifiesta al describir al paisaje como «tranquilo». En este sentido, la selección de la fotografía de Cerro Prieto como representativa, confirma la importancia de este elemento que forma parte del geosistema, así como el predominio del color verde en tres de las fotografías seleccionadas corresponde con la descripción del paisaje. A partir de las respuestas dadas respecto de por qué se identifican con un determinado sitio, queda claro que la identidad de los habitantes del valle de Mexicali está anclada, sobre todo, al lugar en el que habitan o donde fueron criados, donde crecieron, y sólo entre los más jóvenes se encuentra vinculada a la modernidad, y este arraigo se hace evidente también en las respuestas que dieron al explicar por qué habían elegido las fotografías representativas, ya que en ese caso nuevamente es la cercanía de la experiencia lo que fundamenta sus elecciones, aunque también destaca el beneficio económico que representan para la región los elementos mostrados en la imagen. El paisaje del valle se manifiesta, entonces, no sólo como entorno natural (geosistema y ecosistema), sino, sobre todo, como espacio conformado por las emociones de las que el geosistema y ecosistema han sido el contexto, por las vivencias transcurridas en el campo y los poblados, y como tal, dicho paisaje se convierte en portador de un sentido de identidad que se afianza en las relaciones familiares y de amistad, en el conocimiento del territorio cercano en el que se habita o en el que transcurre la vida laboral, y en una serie de representaciones sobre el mismo: el valle es verde, el valle es productivo, el algodón es el cultivo más importante, en un valle plano destaca el Cerro Prieto como punto de referencia, en el valle se vive tranquilo. Así, cualquier intervención en el paisaje del valle de Mexicali implica no solamente incidir en las especies vegetales o animales, modificar el entorno construido o el 30

terreno cultivado, sino que es intervenir en un modo de vivir el espacio, de habitarlo y de hacerlo vivencia personal. Por ello, conocer de qué manera una comunidad se representa el medio ambiente y cómo se identifican con él, puede ser de utilidad para las iniciativas que, buscando transformar un territorio específico, aun con las buenas intenciones de hacerlo en beneficio de sus habitantes, fallan en sus intentos de mejoramiento y se enfrentan con resistencia por parte de las comunidades, ya que desconocen el sentido que tales intervenciones tienen para quienes viven el paisaje cotidianamente.

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