Valmayor XI y Trocs: dos modelos de Neolitización en el valle del Ebro

May 25, 2017 | Autor: C. Tejedor-Rodríguez | Categoría: Early Neolithic pottery technology, Early Neolithic, Trashumancia, Iberian Neolithic
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Descripción

ACTAS 24 y 25 NOVIEMBRE

2015

Con la colaboración de:

Edita Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón Año de publicación: 2016 ISBN: 978-84-608-8580-1 Depósito Legal: Z-757-2016 Impreso por SNOWFALL4POD Diseño y maquetación Ana Durán Boldova

© Autores de los textos Recoge los contenidos presentados a I Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés (CAPA)

ACTAS

24 y 25 de noviembre de 2015

Organizadores

Colaboradores

EDITORES

Dr. José Ignacio Lorenzo Lizalde Dr. José María Rodanés Vicente

PRÓLOGO

I-CAPA Hace tiempo que la comunidad de profesionales dedicados a la arqueología demandaba una reunión en la que se pudieran intercambiar opiniones, presentar los últimos proyectos e investigaciones, debatir sobre nuevas tecnologías aplicadas a la investigación del pasado o sobre el futuro de una profesión cada vez más difícil de ejercer y a la que la crisis ha afectado con enorme dureza. La brevedad de este encuentro, celebrado entre los días 24 y 25 de noviembre en el marco del CaixaForum Zaragoza, no ha podido tratar en profundidad gran parte de los temas planteados. Tampoco era nuestra intención cuando lanzamos la propuesta y organizamos las jornadas. No queríamos, ni podíamos, ser tan ambiciosos. Después de décadas sin una reunión de estas características no sabíamos cual sería la respuesta. La gran acogida por parte de profesionales y estudiantes, cuyos resultados se pueden ver en las actas que acompañan estas breves palabras, nos hacen ser optimistas de cara al futuro. La amplitud de los contenidos y el formato generalista del I-CAPA hace que se convierta en el heredero natural del Congreso sobre el Estado actual de la Arqueología en Aragón, celebrado en Zaragoza entre el 12 y 14 de noviembre de 1987, organizado por la Cátedra Galiay de la Institución Fernando el Católico y publicado tres años más tarde. A su vez, como se dice en la introducción de M. Beltrán, deudora en cierto modo del espíritu que auspició la Reunión de arqueólogos excavadores del distrito universitario de Zaragoza, en 1960. Supuso un hito y es quizás el momento que podríamos elegir como punto de partida de las que se sucederán a lo largo de más de medio siglo. Esto no significa, en modo alguno, que no se hayan celebrado citas periódicas y reuniones. En todo este tiempo transcurrido han tenido lugar numerosas jornadas, encuentros, simposios o congresos dedicados a problemas y aspectos parciales, temáticos o cronológicos, que no citaremos de manera exhaustiva pero que han supuesto, cada una en su momento y lugar, una puesta al día y una referencia imprescindible sobre el tema abordado. No podemos dejar de mencionar en el marco de la Prehistoria la Primera reunión de Prehistoria Aragonesa auspiciada desde el Museo de Huesca en 1981 y que ha sido durante décadas obra indispensable para el conocimiento del pasado mas remoto y, todavía en la actualidad, cita obligada para determinados periodos. A ella le siguieron, con temática más restringida y diversa los Congresos organizados en Caspe bajo la dirección de A. Álvarez: Primeros encuentros de Prehistoria Aragonesa: Las industrias líticas del Bajo Aragón y sus relaciones con el Valle del Ebro; I Congreso Internacional de Arte Rupestre o los Segundos encuentros de Prehistoria Aragonesa. La desaparición de la revista Bajo Aragón prehistoria unida al devenir de estas reuniones supuso una gran perdida para la investigación prehistórica no solo el Bajo Aragón si no del Valle del Ebro en general. La culminación de estos trabajos de los años ochenta y noventa del siglo pasado vendría de la mano del Congreso: Aragón/Litoral Mediterráneo: intercambios en la prehistoria, coordinado por P. Utrilla y editado por la Institución Fernando el Católico, acontecimiento único y sin continuidad hasta 2008. En este año P. Utrilla y L. Montes coordinan y editan el coloquio celebrado en Jaca sobre el Mesolítico Geométrico en la Península Ibérica que, como su nombre indica, trasciende ampliamente el marco que estamos tratando, si bien reivindica con varias ponencias la relevancia de las industrias mesolíticas aragonesas y la intensidad de las investigaciones. Excepcionales son los casos de los Coloquios de Arqueología Espacial celebrados en Teruel y los Simposios sobre celtíberos de Daroca. Gracias al tesón, constancia y dedicación de su director F. Burillo se han mantenido hasta

la actualidad. En el caso de los primeros La Revista de Arqueología Espacial alcanzó en 2009 su número 27, mientras que los segundos han celebrado su séptima edición en 2008, en ambos casos con una gran participación e impacto a nivel nacional. El Arte Rupestre, con una gran tradición en la investigación a partir de la obra de A. Beltrán, ha sido objeto de varias reuniones en las que no solo se trataban aspectos exclusivamente científicos si no que se abordaban problemas como la conservación y restauración, divulgación y gestión, o su integración en Parques Culturales. Des tacaremos las primeras Jornadas sobre Parques con Arte Rupestre celebradas en Zaragoza en 1989 y publicadas un año después; el II Encuentro Internacional de Doctorandos y Postdoctorandos: El arte de las sociedades prehistóricas, organizado en Zaragoza en 2011; las Jornadas técnicas para la gestión del arte rupestre, Patrimonio Mundial, celebradas en Alquezar (2011) o los diferentes cursos en Ariño durante 2004, 2008, 2012 y 2016, que junto al ciclo de conferencias organizado con motivo del centenario del descubrimiento de Val del Charco del Agua Amarga (Alcañiz 2013) son un reflejo de la importancia y relevancia que han adquirido las manifestaciones rupestres aragonesas desde que el Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica fuera incluido en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1998. Zaragoza ha sido sede de numerosas acontecimientos, nacionales e internacionales, relacionados con el mundo clásico. Un buen ejemplo para glosar sus inicios es la celebración del Bimilenario de Zaragoza. Simposio de ciudades augusteas en 1976. Desde entonces y durante los años ochenta se suceden los relacionados con las intervenciones urbanas, en las que Zaragoza se mostrará pionera en la gestión patrimonial. Así en 1983 tuvieron lugar las Primeras Jornadas de Arqueología en las ciudades actuales o la dedicada a la Arqueología de las ciudades modernas superpuestas a las antiguas. Cerrará la década el Coloquio: La casa urbana hispanorromana (1988). En 1992 se organizó el primer congreso dedicado a epigrafía: Roma y las primeras culturas epigráficas del Occidente mediterráneo (s.II a.C.-I d.C.) y años después (1997) el VII Coloquio sobre Lenguas y Culturas Palaeohispánicas, ambas con la colaboración de la Institución Fernando el Católico que es la institución de referencia, que acogió y sigue acogiendo este tipo de iniciativas. La preocupación por los problemas del patrimonio, su gestión y musealización toman protagonismo en los inicios del siglo XXI. Así queda reflejado en las Jornadas de Arqueología en suelo urbano, celebradas en Huesca en 2003 o el que tuvo lugar al año siguiente en Zaragoza: III Congreso Internacional sobre la musealización de yacimientos arqueológicos, y el IX Congreso Internacional de la Association Internationale pour la Peinture Murale Antique (UNED-Calatayud), finalizando el ciclo con El patrimonio arqueológico a debate: su valor cultural y económico, Jornadas también celebradas en Huesca (2007). A nivel nacional debemos destacar, por la consolidada tradición que tuvo la Universidad de Zaragoza y A. Beltrán en la organización de los Congresos Nacionales de Arqueología, los celebrados sucesivamente en TeruelAlbarracín en 1991, Zaragoza 2001 y Huesca 2003, a los que se sumarían en 1997 el II Congreso Nacional de Arqueometría, también organizado por la Universidad de Zaragoza. Como iniciativas singulares debemos tratar Los caminos en la Historia de las Cinco Villas (Ejea de los Caballeros) de 1985; las I Jornadas sobre Íberos

en el Bajo Aragón (2004) o las Primeras jornadas de arqueología medieval en Aragón (Teruel 2006). Buenos ejemplos todos ellos de la importancia que adquieren los Centros de Estudios Locales, dependientes de las Diputaciones, o los propios Institutos de Estudios sin cuyo apoyo no hubiera sido posible la celebración de numerosos acontecimientos culturales. No podemos acabar sin aludir, como ya hiciera M. Beltrán en 1987, a uno de los empeños más duraderos: las reuniones periódicas que desde 1978 organiza el ICE y coordina Agustín Ubieto sobre el Estado actual de los estudios sobre Aragón, que junto a las dedicadas a la Metodología de la investigación científica sobre fuentes aragonesas han contado con interesantes contribuciones en el área de la prehistoria y arqueología redactadas por diferentes autores y que se pueden consultar en las sucesivas publicaciones de las actas. Este breve e incompleto resumen de congresos, jornadas o reuniones de cualquier tipo relacionadas con la arqueología y el patrimonio nos sirve, como anunciábamos al inicio, para reflexionar sobre el sentido e intención de un congreso como el propuesto. La oportunidad, idoneidad y evaluación de los resultados han de estar necesariamente ligados a los objetivos. Por ello, al hilo de lo expuesto, queríamos que este I-CAPA fuera “generalista”, que tuviera cabida la investigación, divulgación y conservación del patrimonio, con un carácter marcadamente local. La falta de publicaciones periódicas que informaran de las actuaciones desarrolladas en el territorio aragonés desde el 2005 y que cubrieron en un primer momento la revista Arqueología Aragonesa con una vigencia desde 1984 a 1994, completada con el resumen de las intervenciones autorizadas en Aragón desde 1995 a 2005 publicadas en un libro con CD, se veía truncada desde éste último año hasta nuestros días. El profesional necesita saber al menos donde y quien esta trabajando en Aragón para orientar su trabajo. Pretendíamos reivindicar con ello la importancia de este tipo de investigación y de estudios. Frente a la moda y casi obligación – la mayoría de las veces nominal - de la aparición del término “internacional” para asegurar un impacto más que dudoso en este tipo de acontecimientos, consideramos más importante la puesta en valor del trabajo cotidiano de una serie de profesionales, cuya labor es necesaria para la integración del conocimiento en la sociedad. Esto en modo alguno supone renunciar al impacto y relevancia de estas investigaciones que estos mismos profesionales pueden presentar – y de hecho se presentan - a nivel nacional o internacional en los foros correspondientes. Deseábamos, igualmente, que fuera abierto: que pudieran participar todos aquellos que tuviesen algo que decir o aportar en estos campos, evidentemente con un criterio selectivo que debería marcar el Comité Científico. Por ello no se establecieron ponencias en las que “nuevamente” se volviesen a realizar “nuevos” estados de la cuestión con “nuevos” investigadores”, que dado la escasa inversión en investigación durante los últimos años no podrían, salvo excepcionales casos, aportar grandes novedades. Por otra parte, esta labor ya había sido acometida, con buenos resultados, en otros formatos como las Crónicas del Aragón Antiguo, I y II (1997 y 2002) coordinadas por M. Beltrán. Que sea periódico y tenga continuidad es un deseo de la organización y de gran parte de los participantes que así nos lo han transmitido. Nace con vocación de celebrarse cada dos años, de manera que las novedades más destacadas puedan ser conocidas y debatidas por la comunidad científica y trasladadas a la sociedad de forma rápida y directa. Esperamos que el éxito de esta primera convocatoria ayude a su consolidación. Zaragoza 5 de mayo de 2016 José Ignacio Lorenzo Lizalde y José María Rodanés Vicente

COMITÉS

Comité Organizador Presidentes Dr. José Ignacio Lorenzo Lizalde Dr. José María Rodanés Vicente

Secretariado Dr. Carlos Sáenz Preciado D. Hugo Chautón Pérez D. Luis Fatás Fernández.

Comité Científico Dra. María Ángeles Magallón Botaya, Dr. Manuel A. Martín-Bueno Dra. Pilar Utrilla Miranda y Dr. Juan Ramón Castillo Suárez

Colaboradores Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón, Grupo URBS, Grupo de investigación Primeros Pobladores del Valle del Ebro, Instituto Universitario de Aragón de Ciencias Medioambientales de la Universidad de Zaragoza, Obra Social “La Caixa”, Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón.

Trilobulado. Fuente del Trucho. Asque-Colungo (Huesca).

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PREHISTORIA Y ARTE RUPESTRE

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Sesión 1. Prehistoria y Arte Rupestre

6. VALMAYOR XI Y TROCS: DOS MODELOS DE NEOLITIZACIÓN EN EL VALLE DEL EBRO Manuel A. Rojo Guerra1, Héctor Arcusa Magallón2, José Ignacio Royo Guillén3, Cristina Tejedor Rodriguez4, Iñigo García Martínez de Lagrán5, Rafael Garrido Pena6 Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Valladolid 2 Profesional Autónomo 3 Gobierno de Aragón. Dirección General de Cultura y Patrimonio 4 Arcadia-FUNGE (Fundación General de la Universidad de Valladolid) 5 Investigador Postdoctoral DEUI Gobierno Vasco, UPV/EHU Grupo IT622-13 6 Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad Autónoma de Madrid 1

José Ignacio Royo Guillén, [email protected] RESUMEN El objeto de este trabajo es aportar nuevos datos a la actual discusión sobre el proceso de Neolitización del interior peninsular. En dicho sentido, los resultados obtenidos tras la excavación de la Cova de Els Trocs en el Alto Pirineo y del Cingle de Valmayor XI en el Bajo Aragón nos permite participar en el debate sobre los distintos modelos de Neolitización que se vienen proponiendo para el valle del Ebro. En el primer caso, estaríamos ante una comunidad plenamente neolitizada que ocupa ex novo un nuevo asentamiento durante el Neolítico antiguo (a partir del 5400/5300 cal BC), cuya elección estaría claramente determinada por la economía de producción, en este caso por la ganadería. Por otro lado, Valmayor XI, especialmente su Fase II, podría ser interpretado como un yacimiento especializado, con ocupaciones mesolíticas anteriores (Fase I), en el que se observa la incorporación progresiva de elementos neolíticos en el seno de una comunidad cazadora-recolectora durante el proceso de Neolitización (5700/5600-5400/5300 cal. BC) y el cual, ya en pleno Neolítico antiguo, volvería a ocuparse (Fase III). PALABRAS CLAVE: Neolitización; Trashumancia; Valle del Ebro; Pirineos, Bajo Aragón.

ABSTRACT The aim of this work is to provide new data to the current discussion about the Neolithization in the inner Iberian Peninsula. In this sense, the outcome obtained after the excavation in Cova de Els Trocs, in the high Pyrenees Mountains, and in Valmayor XI, in the Bajo Aragon region,allows us to take part in the debate about the different models of Neolithization proposed for the Ebro Basin. In the first case, we would be really speaking about a proper Neolithic community which occupied “ex novo” a new settlement during the Early Neolithic (from 5400/5300 cal BC) whose choice would be learnt determined by the production economy, in this case by stock breeding. On the other hand, Valmayor XI, especially its phase II, could be interpreted as an specialised site, with previous Mesolithic occupations (phase I), in which we can observe the progressive incorporation of Neolithic elements in a hunter-gathering community during the process of Neolithization (5700/5600-5400 cal BC) and which, already in the Early Neolithic, will be occupied again (phase III). KEYWORDS: Neolithization; Trashumance; Ebro Basin; Pyrenees; Bajo Aragon.

1. INTRODUCCIÓN En esta comunicación pretendemos reflexionar sobre la trascendencia y significación que han supuesto las cinco campañas llevadas a cabo, en los años 2009-2012 y 2014, en la Cova de Els Trocs y la única campaña desarrollada en el Cingle de Valmayor XI, en 2011. El primer aspecto interesante a comentar es la contraposición existente entre los dos ambientes ecológicos en los que se insertan ambos yacimientos: Els Trocs en la cabecera de los ríos Ésera e Isábena, casi en pleno Pirineo Axial, y Valmayor

XI en un barranco junto al río Ebro. El primer caso se trata de un punto de referencia ubicado entre pastos a 1500 y 2000 msnm y el segundo, un paso natural entre el río Ebro y el Matarraña, donde se localiza el riquísimo conjunto arqueológico del Bajo Aragón. Los resultados obtenidos en nuestros trabajos son interesantes per se, pero adquieren una mayor significación al ser interpretados dentro del contexto general del conocimiento de otros yacimientos del valle del Ebro y, a su vez, del proceso general del Neolítico y la Neolitización.

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Durante la intervención, se identificaron tres momentos de ocupación bien definidos que abarcan un importante lapso cronológico, el cual finaliza con el abandono definitivo del enclave a finales del VI milenio cal. BC (Rojo et al.: 2015a: 44 y figura 2):

• Valmayor XI-I (Fig. 7): es la fase de ocupación más

Figura 1. Localización de la cueva de Els Trocs y Valmayor XI

Figura 1. Localización de la Cova de Els Trocs y del Cingle de Valmayor XI

2. CONTEXTO CRONOLÓGICO Y ESTRATIGRÁFICO Para comprender mejor el marco teórico-interpretativo sobre la Neolitización en el que pretendemos encajar ambos yacimientos debemos primero exponer el propio desarrollo interno de los mismos, dado que sus secuencias cronoestratigráfica son fundamentales de cara a comprender el papel que pudo tener cada uno de ellos en este proceso.

2.1. El Cingle de Valmayor XI. El Cingle de Valmayor XI se localiza en un corredor natural entre los ríos Matarraña y Ebro, en un barranco situado en la margen derecha de este último (Fig. 1), a unos 18 km de la localidad zaragozana de Mequinenza en la región del Bajo Aragón (Rojo et al., 2015a: 42-44 y figura 1). La ubicación en una zona de paso entre dos ríos, la especial orografía de este área que permite el uso de los barrancos como auténticos caminos y las favorables condiciones de habitabilidad del enclave (buena insolación y orientación, control visual del entorno, proximidad de fuentes de agua y de tierras cultivables, presencia de abundantes especies cinegéticas…) son factores que propiciaron el asentamiento humano desde época prehistórica en toda la región, como demuestra la presencia de numerosos yacimientos neolíticos en las cercanías (Riols I y Barranco de la Mina Vallfera) y de puntos de aprovisionamiento de materias primas, especialmente de naturaleza lítica (Barranco de Alcañiz, Sierra de los Rincones o La Plana -Royo y Gómez, 1996: 772 y 2004; 71; Rojo et al., 2015a: 44-). En la actualidad, el Cingle de Valmayor XI se encuentra sumergido en las aguas del embalse de Mequinenza, pudiendo acceder a él solamente en épocas de fuerte estiaje. Hasta la fecha sólo se ha podido realizar una excavación de urgencia en el año 2011, durante la que se intervino en un espacio de unos 26 m2 y se excavó toda su potencia estratigráfica solamente en la cata más occidental (Fig. 2).

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antigua. Se corresponde con los niveles documentados directamente sobre el sustrato natural. No contamos con dataciones absolutas para este momento, ya que no se ha recuperado ningún tipo de evento de vida corta para su análisis. No obstante, tanto la completa ausencia de hallazgos cerámicos como el conjunto de restos de fauna e industria lítica identificado podrían estar apuntando hacia una posible cronología mesolítica para este horizonte (Rojo et al., 2015a: 45 y figura 8).

• Valmayor XI-II (Fig. 7): se trata de la segunda fase

de ocupación del abrigo, fechada a mediados del VI milenio cal. BC. Se caracteriza por la presencia masiva de carbones, huellas de fuego y varios hogares formados por una cubeta de tendencia circular y amortizados por un relleno de piedras. Adscritas a este momento se han podido identificar diversas estructuras negativas (hoyos de poste y cubetas) alineadas, que podrían formar parte de una posible cabaña apoyada contra la pared de la balma, así como ciertas acumulaciones pétreas, que podrían conformar un posible cerramiento. Los materiales arqueológicos recuperados son abundantes, con una representación mayoritaria de industria lítica y, en menor medida, de fauna y cerámica (algunas piezas están decoradas). Se completa esta colección con el hallazgo de diversos elementos de adorno (colgantes, cuentas de collar…) y algunas piezas de industria ósea (Rojo et al., 2015: 45-46 y figuras 3, 7, 8, 11 y 12).

• Valmayor XI-III (Fig. 7): se corresponde con la última

fase de ocupación, datada a finales del VI milenio cal. BC. Los niveles adscritos a este momento se concentran en el interior del abrigo, puesto que es muy probable que hayan desaparecido por la erosión del agua en la parte externa a la visera del cingle. También se caracteriza por la presencia abundante de carbones, de algunas estructuras de combustión y por el hallazgo de un gran hoyo muy rico en términos arqueológicos. Los materiales recuperados se conforman fundamentalmente por restos de industria lítica, aunque se ha documentado una mayor concentración de hallazgos cerámicos, tanto lisos como decorados. A esta colección deben sumarse gran parte de las piezas recuperadas en el nivel superficial (UE 0), sobre todo cerámicas, industria lítica y algunos destacados elementos de adorno (Rojo et al, 2012: 47 y figura 4), resultante de la erosión de los niveles más superficiales del yacimiento (Rojo et al., 2015a: 46-47 y figuras 3, 7, 8, 11 y 12).

Sesión 1. Prehistoria y Arte Rupestre • Trocs I (Fig. 7): es la primera fase de ocupación, fechada

en el último tercio del VI milenio cal. BC. Destaca por el hallazgo de auténticos pavimentos de cerámica, fosas de diverso tamaño y dos hoyos de grandes dimensiones. En uno de ellos se documentó el frontal de un cráneo infantil, bajo el cual se hallaron los restos de un feto de ovicáprido. Este depósito apunta hacia un uso ritual de dichos hoyos y, en general, de toda la cueva en este primer horizonte, hipótesis que viene refrendada por el descubrimiento de numerosos restos humanos dispersos y la identificación de diversas evidencias de su manipulación (Rojo et al., 2013: 17-19 y figura 3).

• Trocs II (Fig. 7): la segunda fase de ocupación ha sido Figura 2. Proceso de excavación del de Cingle de Valmayor XI Figura 2. Excavación del cingle Valmayor XI.

2.2. La Cueva de Els Trocs. La Cova de Els Trocs se localiza a más de 1500 msnm, en un entorno privilegiado de alta montaña del Pirineo perteneciente a la comarca de la Alta Ribagorza aragonesa. Próximo a la localidad de San Feliu de Veri (Bisaurri, Huesca), este yacimiento se sitúa en una altiplanicie denominada “Partida de la Selvaplana”, al norte del macizo del Turbón y muy cerca del Pirineo Axial, equidistante de los ríos Ésera e Isábena (Fig. 1). Esta ubicación es un punto estratégico para el paso de las cabañas ganaderas (Fig. 3) durante la trashumancia (pre)histórica (Rojo et al., 2013: 10-1 y figura 1; 2014: 128-129). Gracias a las 5 campañas de excavación llevadas a cabo hasta la actualidad, se ha podido documentar una potencia de sedimento de apenas un 1’5 m que abarca un lapso cronológico de más de dos milenios (Rojo et al., 2012: 46 y figura 3; 2013: 13 y figura 2; 2014, 131 y figura 8; 2015b: 190-191 y fig. 2). El análisis de la secuencia estratigráfica y de las estructuras documentadas, junto a la serie de dataciones radiocarbónicas obtenidas (Rojo et al., 2013: 17-20 y tabla I), han permitido establecer cuatro momentos de ocupación diferenciados de la cueva:

Figura 3. Vista de la cueva de Els Trocs desde el paso del Puerto de las Aras

datada a mediados del V milenio cal. BC. Se caracteriza por la presencia de un pavimento pétreo y de un nivel arcilloso, muy poco fértil en términos arqueológicos, utilizado para regularizar los desniveles de la cueva y permitir la construcción del pavimento pétreo. Además, se han documentado varias estructuras de combustión, entre las que destaca una muy bien conservada, de grandes dimensiones y ubicada en el centro de la cavidad (Rojo et al., 2013; 19 y figura 3; 2015a: 192 y figura 3). También se adscriben a este momento dos depósitos o “acumulaciones de restos de combustión” identificados en dos sectores distintos del yacimiento que, morfológicamente, podrían asociarse con los tradicionales eventos de estabulación o fumiers, pero cuyos análisis micromorfológicos (Lancelotti et al., 2014) apuntan más bien a un uso vinculado a eventos de limpieza del suelo y, quizás, a la presencia de acumulaciones de restos vegetales a modo de “lechos de descanso”, o bien como una capa aislante para hacer más cómodo el tránsito por la cueva. La limpieza y quema periódicas de dichas hierbas darían lugar a los depósitos de capas de carbón y cenizas documentados (Rojo et al., 2014: 132).

• Trocs III (Fig. 7): las dataciones correspondientes a esta

fase la sitúan en un lapso cronológico de casi un milenio, entre el primer tercio del IV e inicios del III milenio cal. BC. Se corresponde con el paquete sedimentario de mayor potencia, aproximadamente medio metro, en el que se han identificado diversas estructuras, entre las que destacan los fondos de hogar, algunos de ellos de gran entidad. Asociadas a este periodo también se han documentado dos grandes fosas fechadas en el primer tercio del IV milenio cal. BC, en cuyo interior se han hallado restos humanos y faunísticos, que podrían estar señalando un uso rito-funerario puntual de la cueva (Rojo et al., 2013: 20 y figura 2). Los momentos finales de la ocupación prehistórica de este yacimiento están determinados por varios episodios de desprendimientos o derrumbes parciales del techo de la cavidad, como demuestran los grandes bloques pétreos documentados en las cotas más elevadas de este horizonte.

• Trocs IV: se trata del nivel más superficial de ocupación

de la cueva, en el que se han localizado materiales de

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época romana imperial (cerámicas, vidrios, algún objeto de hierro y dos monedas de la época del Bajo imperio, en torno al s. IV AD) y de su uso más reciente como refugio y escondrijo durante la Guerra Civil (Rojo et al., 2013: 20).

3. INTERPRETACIÓN En nuestra opinión, el Neolítico fue un proceso caracterizado principalmente por el desarrollo de la agricultura y la ganadería, cuya aparición tuvo un claro origen foráneo. Partiendo de esta concepción, se pueden establecer distintos contextos arqueológicos definidos por unas características determinadas y que se desenvolvieron en un marco cronológico concreto. En este sentido, por un lado nos encontramos con grupos plenamente neolitizados, que ocuparon asentamientos ex novo pero que, a su vez, fueron coetáneos de comunidades mesolíticas locales. Por otro lado, se documenta la presencia de elementos neolíticos en hábitats propios de cazadores-recolectores, como resultado del desarrollo de las redes de intercambio. Esta variedad de situaciones es causa y efecto del proceso de Neolitización. Posteriormente, ya en el periodo denominado como Neolítico antiguo, aparecen yacimientos con una economía y modo de vida plenamente neolítico, cuyos rasgos arqueológicos presentan aún ciertas similitudes y reminiscencias de los contextos propios del proceso de Neolitización. Las investigaciones de los últimos años se han centrado fundamentalmente en establecer, de un modo relativamente claro, los límites cronológicos de este marco teóricointerpretativo general, los cuales varían ligeramente en función de los autores (Fig. 4). Para la aparición de las primeras comunidades neolíticas en la Península Ibérica, se ha propuesto una cronología en torno al 5700/5600 cal. BC, marcando así el inicio de la Neolitización. Por su parte, el inicio del Neolítico antiguo se ha establecido hacia el 5400/5300 cal. BC aproximadamente, contando en este caso con un mayor número de dataciones (Alday, 2006 y 2009; Alday et al., 2012a y b; Bernabeu et al., 2009; Blasco et al., 2005; Fernández Eraso, 2011; Fernández Eraso et al., 2015; García Borja et al., 2011; García Martínez de Lagrán, 2014 y 2015; Gibaja y Clop, 2012; Martins et al., 2015; Oms, 2008; Rojo et al., 2008 y 2012; entre otros). En el valle medio del Ebro esta periodización ya fue apuntada hace algunos años por Rodanés y Picazo (2005).

3.1. El proceso de Neolitización (5700/56005400/5300 cal. BC) En el valle del Ebro se han definido distintos tipos de yacimientos o contextos arqueológicos que podrían ser adscritos al proceso de Neolitización: a) Yacimientos neolíticos ex novo (Fig. 4). Por el momento se han identificado dos núcleos de este tipo en el valle del Ebro: Peña Larga IV, con una datación entre el 5715-5561

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Figura 4. La neolitización del valle del Ebro y su relación con las dataciones de Elsdel Trocs y Valmayor XI y su relación Figura 4. La Neolitización valle del Ebro con las dataciones de Els Trocs y Valmayor XI

cal. BC (Fernández Eraso, 2011), Chaves Ib, con fechas tales como 5614-5478 cal. BC y 5482-5375 cal. BC, y, tal vez, Chaves Ia, datado entre el 5471-5304 cal. BC (Baldellou, 2011). Todos son contextos neolitizados, con evidencias de agricultura y ganadería y hallazgos de cerámica, industria pulimentada. Serían el testimonio dejado por las denominadas “comunidades de 1ª generación” (Rojo et al., 2015a: 65-68), aquéllas plenamente neolíticas que llegan por primera vez a una zona ocupada por poblaciones mesolíticas. Fruto de la interacción entre ambas clases de grupos, surgen las “comunidades neolíticas de 2ª, 3ª, 4ª… generación”, hasta alcanzar la neolitización completa de todo el territorio (Fig. 5).

Sesión 1. Prehistoria y Arte Rupestre b) Yacimientos mesolíticos con elementos neolíticos (Fig. 4). Suelen aparecer en abrigos con secuencias mesolíticas anteriores. En estos asentamientos, los elementos neolíticos normalmente se limitan a la cerámica (con colecciones generalmente muy modestas) y, a veces, a ciertas piezas líticas características como los segmentos a doble bisel. En ningún caso se han encontrado evidencias de especies domésticas aunque sí de la práctica, como es el caso de las hoces de Mendandia II (Alday et al., 2012: 131–136) que se han interpretado como elementos de intercambio que podrían haber sido usadas para incipientes actividades de siega. Los yacimientos adscritos a esta categoría son Mendandia III-sup (6235-6019, 6239-5916, 6207-5983 cal. BC), Mendandia II (5621-5371 cal. BC), Mendandia I (5479-5331 cal. BC -Alday, 2006; Alday et al., 2012a-), Forcas II V (5726-5575 cal. BC), Forcas II VI (5721-5569 cal. BC -Utrilla y Mazo, 2014-) y, ya en el límite con el inicio del Neolítico antiguo, Aizpea III (5476-5221 cal. BC -Barandiarán y Cava, 2001-). Dentro de este marco interpretativo y de este conjunto de yacimientos encajaría la fase de Valmayor XI-II (Fig. 7), dado que es un abrigo con una ocupación inicial adscrita al periodo denominado como Mesolítico Geométrico, que habría estado destinado a actividades especializadas (principalmente la caza) y en el que, en un momento determinado (5609-5478 cal. BC), habrían irrumpido algunos elementos neolíticos como la cerámica y, quizás, la técnica del doble bisel, incorporándose a un contexto aún claramente depredador y mesolítico.

Figura 5. Esquema de avances y contactos durante el proceso de

Figura 5. Gráfico de lospioneros. avancesEnyazul contactos entre Neolitización. En indicativo amarillo colonos cazadores los diferentes grupos durante el proceso de Neolitización. En recolectores. El resto de colores comunidades mixtas. amarillo, colonos pioneros. En azul, cazadores-recolectores. El resto de colores, comunidades mixtas.

3.2. El Neolítico antiguo (5400/5300-… cal. BC) En relación a la aparición de contextos plenamente neolitizados, se han podido establecer tres categorías distintas en todo el territorio (Fig. 6):

a) Yacimientos ex novo al aire libre. Este tipo de asentamientos presentan estructuras de hábitat y almacenamiento, sistemas de cierre o delimitación como recintos, espacios funerarios… En estos contextos ya aparecen claras evidencias de agricultura y ganadería, además de que, por su propia ubicación (proximidad a humedales, lagunas, interfluvios o a la confluencia de distintos cursos o fuentes de agua), se tratan de emplazamientos favorables de cara al desarrollo de ambas actividades productivas. El ejemplo más característico en el valle del Ebro es el yacimiento navarro de Los Cascajos, en la localidad navarra de Los Arcos (García y Sesma, 2001 y 2008). b) Yacimientos ex novo en cuevas y abrigos. En general, suelen ser interpretados como campamentos especializados, ya no sólo en la caza y la recolección (como ocurría en épocas anteriores) sino también en la ganadería y, tal vez, en la agricultura. La evidencia arqueológica más explícita son los niveles de estabulación que comienzan a aparecer, a partir de este momento, en lugares como Los Husos I y II (Fernández Eraso y Polo, 2008-2009; Fernández Eraso et al., 2015), Cueva Colomera (Oms, 2008) o Coro Trasito (Clemente et al., 2014), entre otros. Dentro de esta categoría podría hacerse también referencia a la primera ocupación de la Cova de Els Trocs (Fig. 7), puesto que se trata de un asentamiento ex novo en cueva, cuyo registro se corresponde con el de un contexto plenamente neolitizado y que tiene una clara orientación ganadera. Su emplazamiento, las evidencias de su ocupación estacional, las características de los restos faunísticos y paleobotánicos… todos son factores que parecen estar apuntando hacia una práctica ganadera bastante desarrollada y, por tanto, hacia una cierta complejidad de la producción agropecuaria desde los inicios del Neolítico en la Península Ibérica (Saña, 2013; Zapata et al., 2004). c) Yacimientos del Neolítico antiguo con ocupación mesolítica previa. Se corresponden con contextos plenamente neolitizados localizados en abrigos con asentamientos mesolíticos anteriores. Su definición como neolíticos vendría determinada tanto por su cronología como por la presencia de determinados elementos característicos como la cerámica, ciertas prácticas de la industria lítica o las evidencias de domésticos. Algunos ejemplos son el nivel IIIb de Atxoste (Alday, 2012a) donde se han documentado hoces, un molino, piezas pulimentadas y varios restos de animales domésticos; Botiquería 6 y 8 (Barandiarán, 1978) en el que no se hallaron testimonios de domésticos y la colección cerámica recuperada fue muy escasa, pero cuya cronología remite a un momento ya completamente neolítico (51944796 cal. BC y 5316-5056 cal. BC, respectivamente); y, por último, la fase II de El Esplugón (niveles 2 y 3sup) en la que tanto su datación (5209-4953 cal. BC) como sus materiales arqueológicos (hoces, segmentos, retoque a doble bisel, taladros, cantos pintados, industria ósea y cerámica) encajan perfectamente en la definición de esta categoría (Utrilla et al., 2012 y 2015).

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Dentro de este grupo podemos incluir la fase de Valmayor XI-III, datada entre el 5204-4909 cal. BC (Fig. 4), y en la que pese a que no se han hallado evidencias de domésticos, sí se han recuperado elementos líticos característicos de este momento y cerámicas (Fig. 7). Por tanto, siguiendo esta línea interpretativa, los grupos de cazadores-recolectores habrían formado parte del proceso de Neolitización, siendo perfectamente plausible que las comunidades resultantes de su interacción con las comunidades neolíticas (“de 1ª, 2ª, 3ª… generación”) continuaran ocupando el mismo territorio y comenzaran a adecuar las nuevas formas productivas a las antiguas, dando lugar, de este modo, al desarrollo de campamentos logísticos de larga tradición y efectividad. No obstante, estos contextos podrían interpretarse de manera

distinta. Es cierto que, cronológicamente, se integran perfectamente en el periodo denominado como Neolítico antiguo. Sin embargo, si obviamos las dataciones se observa que sus registros arqueológicos son muy similares a los de los contextos conjuntos que hemos denominado como “mesolíticos con elementos neolíticos” (excepto en algunos casos, como Atxoste, donde la presencia de elementos neolíticos es mayor tanto cuantitativa como cualitativamente). Por otro lado, existe un rasgo que los diferencia ligeramente de los yacimientos logísticos fundados en el Neolítico antiguo dado que, mientras éstos siguieron ocupándose tras este periodo (Cova de Els Trocs, Los Husos, Peña Larga, Coro Trasito…), los asentamientos con ocupaciones mesolíticas anteriores comenzaron a abandonarse a partir de este momento, exceptuando algunos casos puntuales que presentan niveles posteriores de escasa entidad. De ahí que se plantee la posibilidad de que estos enclaves no

Figura 6. Yacimientos neolíticos del valle del Ebro. Círculos rojos - Abrigos y cuevas con niveles mesolíticos anteriores: Condado de Treviño: 1) Mendandia, Álava: 2) Atxoste, 3) Kanpanoste Goikoa; Navarra: 4) La Peña; 5) Zatoya, 6) Aizpea, 7) Padre Areso; Huesca: 8) Forcas II; Zaragoza: 9) Valmayor XI, 10) Costalena, 11) El Secans, Plano del Pulido, Nivel cg; 12) Botiquería, 13) Ángel 1 y 2. Triángulos azules - Yacimientos al aire libre ex novo: Burgos: 14) Alto de Rodilla; Álava: 15) Salinas de Añana; Navarra: 16) Los Cascajos, 17) Paternanbidea; Soria: 18) La Lámpara y La Revilla. Cuadrados azules - Abrigos y cuevas ex novo: Álava: 19) Los Husos I y II, 20) Peña Larga; La Rioja: 21) Cueva Lóbrega; Soria: 22) Abrigo de la Dehesa; Huesca: 23) Chaves, 24) Coro Trasito, 25) El Forcón, 26) Puyascada, 27) Cova de Els Trocs, 28) Cueva del Moro; Teruel: 29) Plano del Pulido, 30) El Pontet, 31) Alonso Norte; Burgos: 32) El Mirador y El Portalón.

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Sesión 1. Prehistoria y Arte Rupestre

Figura 7. Secuencias crono-estratigráficas de los yacimientos de Valmayor XI y Els Trocs, con una selección de los materiales asociados a cada una de sus fases de ocupación y la inclusión de éstas en los distintos momentos cronológicos definidos para el proceso de Neolitización fueran ocupados por comunidades plenamente neolitizadas sino por los últimos grupos de cazadores-recolectores, los cuales se encontrarían ya en transición definitiva hacia el nuevo modelo de vida neolítico. Este modelo interpretativo conllevaría un desarrollo más dilatado en el tiempo del proceso de Neolitización.

5. CONCLUSIONES La primera fase de la Cova de Els Trocs y las fases II y III del Cingle de Valmayor XI representarían dos modelos o situaciones teóricas distintas durante el proceso de Neolitización. En este sentido, Valmayor XI-II podría interpretarse como el resultado del contacto de comunidades locales de cazadores-recolectores con grupos neolíticos con los que intercambiarían, entre otros objetos, cerámicas y, tal vez, algunos elementos de industria lítica. El desarrollo de estos intercambios marcaría el inicio del proceso de Neolitización y permitiría definir a estas comunidades como “mesolíticos con elementos neolíticos”, ya que su forma de vida sería aún de base depredadora como parece señalar el resto del registro arqueológico. Por otro lado, la fase III de este yacimiento y la primera ocupación de la Cova de Els Trocs se enmarcarían dentro del periodo denominado como Neolítico antiguo y, con

toda probabilidad, en ambos casos estarían habitados por comunidades plenamente neolíticas. Esta situación se trata de un hecho irrefutable en el caso de Els Trocs, mientras que en Valmayor XI-III podríamos estar bien frente a una comunidad en transición definitiva hacia el modo de vida neolítico, o bien frente a un campamento logístico de un grupo neolítico dedicado a la caza, a la recolección similar al asentamiento de Trocs I, pero con una ubicación y funcionalidad distintas.

AGRADECIMIENTOS Las excavaciones en estos dos yacimientos surgen como consecuencia de la puesta en marcha y el desarrollo, entre los años 2009 y 2015, de los proyectos denominados “Los Caminos del Neolítico” (HAR2009-09027) y “Los Caminos del Neolítico II” (HAR2013-46800-P), concedidos por la Subdirección General de Proyectos de investigación/ Dirección General de Investigación y Gestión del Plan Nacional de I+D+I/Secretaría de Estado de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación y cofinanciado por el Gobierno de Aragón a través de su Dirección General de Cultura y Patrimonio. Las diferentes analíticas y dataciones radiocarbónicas han sido realizadas dentro del proyecto “Origins and Spreads of agriculture in the western Mediterranean region” (ERC-2008-AdG230561),

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coordinado por la investigadora L. Peña Chocarro y financiado por el European Research Council. El numeroso equipo multidisciplinar que forma parte de estos proyectos, dirigido por M. Rojo (profesor titular de la Universidad de Valladolid), cuenta con investigadores de varias universidades e instituciones españolas y europeas, así como de otros organismos del Gobierno de Aragón (Rojo et al.: 2012: 43 y 2015: 42).

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