Valle de Conchos, Nuevo León. Estructuración del Paisaje Cazador-Recolector Mediante la Gráfica Rupestre

August 22, 2017 | Autor: A. Rivera Estrada | Categoría: Arte Rupestre
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Descripción

Valle de Conchos, Nuevo León. Estructuración del Paisaje Cazador-Recolector Mediante la Gráfica Rupestre The objective of the present study deals with the rock art in the Nuevo León Conchos Valley region from the perspective of archaeology of landscape. The aim is to contextualize the petroglyphs and the painting in the context of their surrounding area as they relate to processes of appropriation and perception of the environment. As tangible evidence of the symbolic expression of past societies, the rock graphic can be a resource to deal with technological, social and ideological aspects. Beyond the graphic analysis as an artistic performance, this paper seeks to determine the relationship with territorial delimiters or specific resources, as well as to deal with the art as signals, and as specific codes, for those that used them and perceived them in the landscape. Finally, a brief registration and deconstruction of the iconography of some of the rock core elements of the Sub areas- El Muerto and Barbechos, are included. El objetivo del presente estudio aborda la gráfica rupestre en la región del Valle de Conchos N.L., desde la perspectiva de la Arqueología del Paisaje, esto es, pretende contextualizar los petrograbados y la pintura en el marco de su espacio circundante, relacionándolos con procesos de apropiación y percepción del entorno. Como evidencia tangible de la expresión simbólica de las sociedades pretéritas, la gráfica rupestre puede ser un recurso para abordar aspectos tanto tecnológicos como sociales e ideológicos. Más allá de su análisis como representación artística, se busca determinar su relación con delimitadores territoriales o recursos específicos, y así abordarlo como señales, como códigos concretos, para quienes los utilizaron y percibieron en el paisaje. Finalmente se incluye un breve registro y deconstrucción de la iconografía de algunos de los elementos rupestres centrales de las Sub- zonas El Muerto y Barbechos.

ANTECEDENTES n el centro del estado de Nuevo León quedan incluidos los municipios de China, Cadereyta, Linares y General Terán entre los 25º 12´ - 25º 51´ latitud norte y los 99º 24 ´- 100º 00´ longitud oeste. El Objetivo General planteado para el Proyecto Arqueológico “Valle de Conchos, Nuevo León”, se propuso “investigar sitios arqueológicos relacionados a grupos recolectores-cazadores (1), como lugares abiertos en superficie (2), abrigos y frentes rocosos habitacionales o ceremoniales con manifestaciones rupestres (3), e inferir una secuencia cultural para el área, siendo preciso para ello, realizar excavaciones arqueológicas sistemáticas en aquellos sitios seleccionados a partir de la previa prospección metódica del área. El área que ha sido explorada abarca aproxima2 damente 100 km . La Unidad de muestreo diferenciada ha sido el río Conchos

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Dra. Araceli Rivera Estrada Instituto Nacional de Antropología e Historia, Nuevo León

IFRAO 2013 Proceedings, American Indian Rock Art, Volume 40. American Rock Art Research Association, 2013, pp 871-904 Carlos Viramontes Anzures Session Editor, Peggy Whitehead Volume Editor.

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Figura 1.- Ubicación geográfica.

(entre San Juan de Vaquerías y Linares) y el arroyo San Lorenzo (entre Tierritas Blancas y El Chielán), con algunas unidades y sub-unidades de muestreo que han sido denominadas El Muerto, Barbechos y Burgos (Figura 1). En el estado actual de la investigación arqueológica, en el que se cuenta ya con un vasto corpus de información de la “cultura material”, es necesario integrar un marco teórico metodológico particular. En principio, mediante dicho marco teórico se planteó llegar a “comprender” (4) el “espacio sagrado” (5) (de especial significación simbólica) que fuera apropiado, ocupado y dominado (simbólica y culturalmente) durante la época prehistórica en la región central de Nuevo León, por grupos cazadores-recolectores (“avanzados”

o “complejos”) en forma cíclica, durante un largo período de tiempo, en vista de asegurar su reproducción y satisfacer sus necesidades vitales, que eran a la vez materiales y también simbólicas (correspondientes a su realidad material e imaginaria), mediante el análisis del conjunto de elementos arqueológicos que lo componen (análisis de la cultura material indígena: vestigios de carácter material –habitacional, asentamientos; arquitectura; lítica- / y de carácter ritual -representaciones rupestres). Concretamente, se ha propuesto llegar a interpretar la construcción de identidad a través del paisaje arqueológico por grupos cazadores recolectores prehistóricos de la llanura central, abordando paradigmas de teorías aplicadas recientemente en Arqueología: 872

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“Paisaje” en tanto espacio concreto cargado de símbolos y de connotaciones valorativas, que funciona frecuentemente como referente privilegiado de la identidad socio- territorial. “Identidad” en cuanto “la capacidad de distinguirse y ser distinguido de otros grupos, de definir los propios límites, de generar símbolos y representaciones sociales específicos y distintivos, de configurar y reconfigurar el pasado del grupo como una memoria colectiva compartida por sus miembros e incluso de reconocer ciertos atributos como propios y característicos”. “Agencia” conforme a la que bajo ciertas condiciones de existencia, fueron producidos habitus diferentes, sistemas de esquemas generadores de prácticas, en los que agentes con ciertos esquemas de percepción y de apreciación podían descubrir, interpretar y evaluar las características pertinentes de estilos de vida. Un primer argumento en torno a cómo los grupos sociales pudieron apropiarse material y “simbólicamente” (confiriendo sentido a su entorno y construyendo su identidad) de tal región semi- desértica en el Valle de Conchos, lo proporciona Giménez (2005) quien propone que fue posible

rias según nuestras concepciones materialistas, pero, al utilizar la misma definición para los eventos del pasado, estamos trasladando nuestro presente a este pasado. Por otro lado, las categorías del pensamiento humano tales como: entidad anímica, dios, oriente, casa, habitación, mujer, cuerpo humano, peyote, etc. también son artefactos. Considerando, que en base a la estructura de las condiciones de existencia en que se estructuraron prácticas y su percepción, se pretende abordar el análisis de estos elementos de la cultura material; es decir, “como parte de su inserción en un contexto de ejecución y participación de las personas que los produjeron y experimentaron” (Fournier 2007). La roca, el paisaje, el arroyo, la lluvia, el viento, la salida del sol, que son utilizables por los grupos humanos en el pasado también constituyen su cultura material. Se ven, se perciben, se sienten, son tocables, etc. Como aclara Fournier, “el contexto no se refiere tanto a la asociación espacial de los elementos –o contexto arqueológico- sino al contexto histórico social y finalmente ontológico en el que se producen determinadas prácticas sociales, simbólicas y cognitivas. Es por eso que dentro de un contexto de producción podemos hablar de “lugar” como aquella dimensión espacio- temporal cuyo sentido viene dado por las relaciones sociales que allí se tejen, su historia y su estructura. Esto nos lleva a considerar necesariamente al paisaje […], como marco de análisis apropiado para intentar comprender el “registro” que hoy observamos no sólo como resultado de un habitar sino también como un medio por el cual se fue constituyendo el paisaje y el hombre (o la sociedad humana). Pues sin el espacio ninguna sociedad humana puede reproducirse. Por eso la espacialidad es el

“Objetivando y plasmando en los paisajes su cosmovisión, sus creencias y sus mitos a través de iconografías, geoglifos, pinturas rupestres, petrograbados, cuevas mortuorias, itinerarios y, sobre todo, a través de la sacralización de determinados lugares como sitios ceremoniales. Con otras palabras, marcando y tatuando literalmente el paisaje desértico con geosímbolos” (espacio con dimensión simbólica -lugar de inscripción de una historia o de una tradición, la tierra de los antepasados- que fortalece una identidad). Su contraparte indisociable: la apropiación del espacio por un grupo social en vista de asegurar su reproducción y satisfacer sus necesidades vitales, que son a la vez materiales y simbólicas. Así, hoy podemos definir las categorías utilita873

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elemento constituyente de la sociedad”. (Fournier 2007:26).

del entorno (Bradley 1990; Tilley 1996, en Soler 2007). Más allá de su análisis como representación artística, se busca determinar su relación con delimitadores territoriales o recursos específicos, y así abordarlo como señales, como códigos concretos, para quienes los utilizaron y percibieron el paisaje. No es preciso por tanto, comprender el significado original de las representaciones (manifestaciones rupestres). Su estudio acentúa vincular p.ej. los petroglifos con su entorno, tomando en cuenta tanto la propia organización interna del panel como el emplazamiento de los grabados (Santos Estévez y Criado Boado 1998, en Soler 2007). Asimismo, reconociendo el tipo de motivos presentes (tanto de pinturas como grabados), las relaciones que mantienen entre sí -en el panel y con la estación (6) -; con patrones de tránsito, cuevas, estructuras, visibilidad; y con el resto de evidencias del registro arqueológico -patrón de asentamiento-, estos estudios procurarán aproximarse al arte rupestre como parte de un sistema mayor de representación que, en última instancia, está estructurando al paisaje (Soler 2007). Para Seglie (2000) el arte rupestre

En el presente estudio se exponen las propuestas metodológicas en torno al análisis de las manifestaciones gráfico- rupestres. Asimismo, se incluye el registro y la deconstrucción de la iconografía de algunos de los elementos rupestres centrales de las Sub- zonas El Muerto. Finalmente se anotan las conclusiones generales del análisis, en vista a explicar los marcos de percepción y de interpretación de la realidad por los grupos cazadores- recolectores complejos de la llanura central de Nuevo León, representaciones que fueron pautas de sus comportamientos y prácticas, y que definieron su identidad y especificidad. PROPUESTAS METODOLÓGICAS EN TORNO AL ANÁLISIS DE LAS MANIFESTACIONES GRÁFICO RUPESTRES Como apuntan Fournier y Vigliani, “la gráfica rupestre puede considerarse como una evidencia tangible de la expresión simbólica de las sociedades pretéritas y por tanto, servir como ventana hacia distintos dominios tanto tecnológicos como sociales e ideológicos, lo que incide en que el estudio de esta clase de imaginería se aborde desde muy diversas perspectivas” (Fournier y Vigliani 2007:9).

“es un signo antrópico (acción humana en el medio ambiente), uno de los más antiguos, el primer síntoma perceptible, el vestigio de la espiritualidad humana y el desarrollo de la capacidad cognitiva, el ensamblaje limitado de actividades no directamente relacionadas a la supervivencia diaria” (Seglie 2000).

En el presente apartado, se examinan los principales preceptos teóricos y metodológicos sobre “arte rupestre”, aplicados desde la perspectiva de Paisaje e Identidad, resultado de investigaciones arqueológicas particulares. Y que proporcionan diversas y magníficas posibilidades de aproximarse a muy distintos componentes del arte rupestre, que por lo general, no son parte del discurso tradicional. La Arqueología del Paisaje ha destacado la importancia de contextualizar el arte rupestre en el marco de su espacio circundante, relacionándolo con procesos de apropiación y percepción

Asimismo, es “la clara expresión de la complejidad tecnológica, cultural y espiritual de las comunidades prehistóricas que lo han creado”. Su propuesta se aboca a vincular el arte rupestre con el paisaje, con lo cual “es posible ir un poco más allá hacia la comprensión de las sociedades que lo produjeron”. Un aspecto importante a resaltar se refiere a las razones que condujeron al artista (agente…) a 874

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escoger un área: estas fueron motivaciones más simbólicas que técnicas, como serían la posición dominante sobre el territorio circundante, la orientación astronómica o tal vez “efectos especiales”, como el resplandor del color o la acústica de la roca y el sitio, que pueden estar relacionados con manantiales particulares, aguas, abrigos o senderos. “Estos elementos constituyen una geografía real del espíritu (y de los espíritus)”. Para el autor,

importante de la espiritualidad humana” (Seglie 2000:28). Codificación de imágenes rupestres.Se considera que las representaciones rupestres son “una manifestación particular dentro de las evidencias del pasado, pues apelan a un tipo de experiencia específica por parte del artista (o grupo social) quien ejecuta la obra” (Sepúlveda 2004). Comentando sobre el trabajo de Berger (1975), la autora precisa que: “toda imagen encarna un modo de ver”. Es por ello que como experiencia visual, “es referida al modo en que un determinado sujeto se enfrenta y representa la realidad que lo rodea”. De tal forma, que las imágenes rupestres “no son una reproducción de la realidad, pues sólo recogen ciertos atributos del referente representado. Como Esquema Visual, la imagen se compone entonces de la elección de ciertos atributos y la relación expresada entre ellos. Cada figura grafica un esquema de la realidad, el cual se adecua a lo que se quiere mostrar (Gombrich 1993, en Sepúlveda 2004), codificándolo de tal manera que pueda ser reconocible o legible, y rescatando las características consideradas más importantes tanto para el artista como para el observador” (Gombrich 1993, en Sepúlveda 2004). Agrega, que

“la complejidad de las comunidades humanas que produjeron arte rupestre se caracterizaron también por la estratificación cultural y social que crea jerarquías, las subdivisiones de poder y conocimiento. Es probable que el crear arte rupestre y rituales asociados era una prerrogativa de ciertos miembros del grupo (jefes e iniciados, o especialistas sagrados, tales como sacerdotes, shamanes y gurus)” (agentes). Estos individuos, “pudieron interpretar la geografía del paisaje, recreando en él signos claros, rutas étnicas del grupo, núcleos de conceptos como padres de la tierra, territorio de la madre, y fijando un centro que organizara el territorio y ordenara el universo del caos” (Seglie 2000: 27). Con el paso del tiempo, la persistencia de signos sagrados se reafirmó cuando los sitios con arte rupestre se asociaron con otros elementos (como en El Muerto y Barbechos cuando se integraron con estructuras habitacionales, p. ej.). De esta manera, los “lugares de poder” señalados por la presencia de arte rupestre (“genius loci”) permiten organizar la información de este fenómeno fundamental de la cultura humana. Por tanto, para Seglie,

“dicha elección (“codificación”) y su legibilidad son, consecuentemente, no sólo el producto de un proceso de creación individual, sino que deben necesariamente responder a posibles normas determinadas por cierto contexto sociocultural y sociohistórico”. Así su propuesta se desliza entre lo individual y lo social, pues

“el paisaje no es simplemente parte de un territorio o un concepto geográfico, asume la analogía de la construcción más

“la imagen, además de una expresión individual, es también la manifestación de ciertos principios o posibles convenciones sociales”. 875

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Desde la perspectiva de Bourdieu, Sepúlveda interpreta el arte rupestre

do a la experiencia personal de las personas involucradas en el acto de cortar diseños específicos a través de roca dura, esculpiendo o pintando las superficies de piedra natural”. Así postula la idea de una experiencia directa y compromiso con la materialidad de las rocas (de parte de agentes), y “cuya implicación emocional con los restos impresos” permitió el grabar en sitios rupestres. Respecto a la cuestión artística de lo rupestre, la autora señala que hay diversos “puntos de vista sobre la relación entre el trabajo en las rocas y las formas a través de las cuales se les añadió un significado simbólico”. Ello “corre en paralelo con el debate acerca de si el actuar sobre la roca también puede ser -o de hecho fue-, considerado de alguna manera, como la creación de un “objeto de arte” o una “obra de arte”, puesto que el significado y el contenido se funden en los gestos del artista”. Según Salazar “el arte emana de la materialización de una “emoción” que adquiere una “forma”, que a su vez es capaz de generar otras emociones; esto puede abrir nuevos caminos de pensamiento sobre las experiencias psicológicas, visuales y sensoriales del arte rupestre tanto para los observadores del pasado y el presente”. (Salazar 2003, en Bacelar 2010) La “materialidad” “se refiere a la naturaleza de los diseños manipulados y aplicados de una manera cuidadosa y selectiva en cada sitio”. Esto implica “repensar los orígenes de los particulares “lenguajes de los signos” y los procesos relacionados con la adopción, transmisión, modificación, eventual disolución e incluso rechazo, por las comunidades prehistóricas”. Es importante de acuerdo a la autora,

“como representación visual [que] se convierte en un elemento activo dentro de la sociedad en que se reproduce, pues manifiesta y comunica cierta forma de percibir y ordenar el mundo” (Bourdieu 1977, en Sepúlveda 2004). Agrega en este mismo sentido, que “las manifestaciones rupestres poseen además la potencialidad para permanecer, y por lo tanto “hacer visible” la apropiación simbólica de determinado espacio. El emplazamiento escogido para graficar dichas representaciones puede, por ello, también considerarse como un elemento primordial en la organización social y cultural del espacio” Finalmente considera que el arte rupestre “como parte de los sistemas simbólicos podría, por ende, perfectamente ser analizado como una estrategia, o medio tecnológico y simbólico para la construcción, mantención y difusión de un determinado orden e ideología (Bourdieu 1977, en Sepúlveda 2004)”. Por otra parta para Bacelar, “el arte rupestre es un medio singular para rastrear identidad”(Bacelar 2010). La autora parte del supuesto según el cual, los roles sociales del arte rupestre pueden ser determinados mediante el análisis de las propiedades materiales e inmateriales de las rocas. La búsqueda de la relación entre estos dos aspectos, conduce a tratar de inferir cuestiones de identidad, es decir, como “al acto de creación de estos lugares (o) al momento en que una roca en particular se ha seleccionado para la aplicación del llamado arte”. Pero también, añade, “revela cuestiones muy pragmáticas acerca de la identidad de la gente que concibió, planeó y organizó la creación de tales sitios”. El tema de Identidad, para la autora, “está liga-

“rastrear el origen social e ideológico de los creadores de arte rupestre y el público”, lo cual “significa investigar el contexto” (Bradley 2002, en Bacelar 2010). En este sentido el “confrontar la evidencia del

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arte rupestre en formaciones naturales con monumentos construidos de piedra, abre una ventana en el tiempo a través de la cual los temas importantes relativos a la identidad, pueden ser analizados”. En tanto para algunos autores la ubicación cronológica del arte rupestre es una moda, para otros sigue siendo un objetivo primordial, en tanto que el arte rupestre lleva a “descubrir percepciones cruciales para el estudio exhaustivo del modus vivendi de comunidades prehistóricas y sus personificaciones intelectuales en el mundo”. El “contexto”, por otra parte, tiene que ver con temas relacionados con la permanencia y visibilidad de sitios con arte rupestre en el paisaje, con la forma en que algunos de ellos fueron recordados y re interpretados hasta el presente, y cómo puede afectar nuestras actitudes como arqueólogos comprometidos con un conjunto particular de evidencia en un territorio particular (Salazar 2003, en Bacelar 2010:170). En definitiva, para ella, las comunidades prehistóricas “materializaron su propia historia y creencias cosmológicas […] a través del arte rupestre” (Salazar 2003, en Bacelar 2010:178). Su propuesta más holística y contextualizante, puede resumirse en los siguientes términos:

(Salazar 2003, en Bacelar 2010:172). Es importante definir una secuencia diacrónica en términos de la forma en que se incorporaron nuevos diseños y cómo fueron re interpretados en periodos subsecuentes (Salazar 2003, en Bacelar 2010:173). El despliegue de diseños obedeció a una planeación previa. El remover capas […] antes de grabar motivos […] es una tarea que requiere habilidades técnicas y el conocimiento de códigos simbólicos. Cortar círculos en una roca dura es tiempo consumido (Salazar 2003, en Bacelar 2010:176). Las pinturas se produjeron por pocas personas, ocasionalmente en ceremonias íntimas (“espacios privados”). En abrigos más accesibles, los paneles decorados sólo pudieron ser observados a corta distancia por un pequeño número de personas al mismo tiempo (Salazar 2003, en Bacelar 2010:177). La naturaleza ecléctica de las composiciones abstractas solo es igual a la diversidad de formas y formaciones naturales ofrecidas por el ritmo de la creatividad natural en dar forma al paisaje. El arte rupestre implica planeación y selección del sitio, conocimiento del diseño de gramáticas y técnicas de ejecución. La aplicación de arquetipos visuales era determinada por los bocetos previstos por el colorante natural, formas, fisuras, y texturas emanadas de la roca. La huella humana es algo estandarizado y repetitivo. La creatividad del arte esquemático, su originalidad y ritmo es en su mayoría proporcionado por la naturaleza. Aunque sus creadores necesitan adquirir conocimiento del repertorio gráfico no había necesidad de poseer habilidades técnicas para representar diseños clásicos. Además de ser silenciosa, la pintura debe haber sido también una actividad rápida y solitaria. La mayoría de estos sitios no estaban destinados a ser visitados a diario y pueden haber

·comparaciones formales de diferentes clases de motivos ·distribución geográfica ·análisis estilístico de composiciones ·estudio de técnicas de ejecución (Salazar 2003, en Bacelar 2010:171). En los párrafos siguientes, se han concentrado algunos de los presupuestos que la autora aplica para su trabajo en el noroeste de España, pero que se consideran de suma importancia para su abordaje en el presente caso de manifestaciones rupestres del Valle de Conchos. Sugiere que al existir un origen ideológico compartido, las diferencias entre rasgos son escasas 877

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tenido un uso especializado.

Como en la “historia oral” […] “el arte rupestre cambia esas normas”. Y como en el lenguaje, la morfología del arte rupestre es fluido en el tiempo y el espacio (Nash, 2000a:3). Su propuesta de “análisis de la subjetividad “, incorpora la cuestión de la “deconstrucción del arte rupestre”, que es posible con el paisaje. Posterior a la deconstrucción “puede comenzar el relato y puede darse sentido al pasado”. El paisaje, incluyendo la topografía natural, actúa como “una serie de historias que se construyen a través del tiempo y espacio y formulan una serie de historias, no una única historia”. Señala que a nivel micro, el espacio se despliega alrededor del arte rupestre; pero a nivel macro se refiere al paisaje circundante. El arte rupestre visualmente no representa el mundo conocido (paisaje); solo algunos componentes del mundo real están representados y fueron considerados por el artista como importantes. Los rasgos en el paisaje (topográficos u otros) actúan como signos, que otorgan un sentido de pertenencia. La construcción de paisaje se entiende como una serie de capítulos que van siendo ordenados cronológica y geográficamente. Y son los individuos que al ir agregando, crean este el sentido de espacio significante (Nash 2000a:4). El paisaje socialmente construido, “representa un significado semiótico para todo el que usa el lugar ritualmente” (Nash 2000b:170). Refiriéndose a los lugares de arte rupestre cazadores, el autor comenta que por generaciones han actuado como focos (foci), quizá estableciendo y perpetuando un culto a los ancestros, el cual “ha contribuido a forjar y mantener un sentido de lugar e identidad territorial”. “Prácticas, costumbres, formas tradicionales de hacer las cosas llegan a ser ritualizadas y a través de la actuación repetitiva, ayudan a constituir la identidad y sentido de lugar para la gente que las practica” (espacio-àlugar) (Nash 2000b). El fundamento principal de esta propuesta se

El arte rupestre como lugar.De acuerdo con Nash, “el arte rupestre constituye un lugar [espacio]” (Nash 2000a). Un lugar “requiere de respuestas humanas básicas, las de la experiencia”. El acto de elegir un lugar, su uso y su visita (frecuente o periódicamente) requiere de un alto grado de organización. El arte rupestre se percibe en base a los propios significados y experiencias del mundo. Las formas de arte rupestre emergen de un mecanismo complejo de “ser social” y de “lugar”. Esto significa, que escoger un lugar y cazar en él, o emplazar ciertas figuras en determinadas superficies rocosas, o incluso usar un lugar por varias generaciones “requiere de mecanismos complejos y una afinidad con el paisaje”. El autor sugiere que “esos mecanismos son las fuerzas subyacentes que controlan y manipulan dispositivos simbólicos y religiosos (cosmológicos), en este caso la ubicación del arte y del lugar (Nash 2000a:1). La elección de un lugar fue entonces, más bien un acto deliberado que fortuito. Por su parte, las figuras en cada panel parecen haberse dispuesto en una forma que expresan un relato visual –basado en normas-; por ello es que puede contemplarse un aparente continuum espacial mediante la réplica de ciertos diseños (como los geométricos en El Muerto, p.ej.). “Al moverse a través del espacio se construye una especie de narrativa visual y mental, invocando memoria y experiencia” (Nash 2000b:163). “Estos escenarios, topográficamente hablando, se ubican generalmente en un medio ambiente de bajío, generalmente cerca del agua [o en]”. Es probable que en estos lugares construyeran su propio espacio sagrado distintivo, para que fuera visitado. La ubicación es una elección intencional más que al azar; así cada panel impone un reconocimiento estratégico y simbólico al paisaje. 878

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sustenta en considerar que el arte rupestre en este proceso de fijar identidad comunal,

una ideología que suprime evidencias de cambio y oculta conflicto social”. Menciona también en este sentido, la existencia de lugares con paneles altamente visibles, pero que a la distancia parecen ocultarse en el paisaje; de aquí que

“haya incorporado creencias precedentes asociadas con prácticas tradicionales de subsistencia cazadora- recolectora y conocimiento del paisaje con valor simbólico atribuido a ciertos rasgos prominentes del paisaje” (Tilley 1994, en Nash 2000b).

“su posición sugiere un conocimiento ritual secreto, posiblemente controlado por individuos o grupos de alto status” (Nash 2000a:5).

Rasgos significantes del paisaje (recursos alimenticios esenciales para la supervivencia de comunidades, montañas que pueden haber actuado como tabú simbólico), pueden también haber servido como señales, guiando a los cazadores y forrajeadores en recorridos estacionales alrededor de territorios vagamente delimitados y que ellos explotaban. Citando a Bradley (1993, en Nash 2000b), se sugiere que

Estos grupos, agrega, “pueden haber controlado el conocimiento especializado y los rituales asociados con los grabados, así como el acceso mismo a los paneles, y el monopolio de los lazos de la comunidad con sus ancestros”. Esta apreciación nos remite a repasar acerca del acceso visual restringido de algunos paneles en contraste con otros colocados para ser vistos (“Piedra de la serpiente” en la Loma de El Muerto). Simbolizando una comunidad de ancestros, el arte rupestre puede haber actuado como un símbolo de poder así como un marcador territorial para el grupo como un todo. “Grabando en las superficies de la roca natural, las comunidades estaban tratando de crear una historia y una identidad en el paisaje y en el caso de subjetividad, usando imágenes ancestrales para establecer un vínculo común entre el grupo social y la naturaleza”. Señala asimismo para los “artistas cazadoresrecolectores avanzados”, que tenían profunda conciencia del paisaje, por lo que “la ejecución de ciertas figuras zoomorfas pueden haber resaltado y sustentado estrategias cazadoras a largo plazo”. Estas a su vez podrían haberse basado en la necesidad de organizar y controlar recursos alimentarios muy necesarios en un territorio de caza limitado (o definido). Por tanto, “estas prácticas pueden haber formado parte de un amplio espectro de actividad integrada en un patrón estacional de movimiento […] antes de la introducción de la agricultura”.

“los senderos fueron importantes para los cazadores- recolectores, quienes identificaban sus territorios a través de dichos rasgos lineales conectando lugares particulares. Estos lugares pueden más tarde haber sido utilizados ritual y simbólicamente para los grabados rupestres más tempranos”(Bradley 1993, en Nash 2000b). En estos territorios forrajeros los rasgos del paisaje simbólicamente importantes pueden haber generados mitos relacionados con tiempos de abundancia y con los orígenes de los grupos; y que permitieron a las comunidades constituir un sentido de pertenencia en el paisaje. El arte rupestre pudo haber sido manipulado para legitimizar el poder de una élite emergente en el momento del cambio social y económico, es decir, de la práctica de una cacería y recolección de amplio alcance a la intensificación de esas estrategias en territorios definidos, y finalmente a la agricultura. La propuesta respecto a la noción de cambio, advierte que “la ubicación en lugares comunes de reunión, en este caso, lugares de petroglifos y sus rituales asociados, pueden haber servido a 879

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El cambio de patrones de caza- recolección a la agricultura, es asociado a la “emergencia de la monumentalidad”, es decir, monumentos permanentes como el arte rupestre (y/o las estructuras en El Muerto) (lo llama “período de desorientación). Y “aunque la caza y recolección móviles continuaron siendo el estilo de vida básico […] se hicieron esfuerzos por controlar el medio ambiente, en lugar de depender por completo de lo que la naturaleza proporcionaba”. Menciona que a diferencia de las tierras altas, en los valles se experimenta más seguridad, conocimiento y familiaridad. Si en especial la actividad de grabar supone una territorialidad, con ello se impone una identidad permanente (marcador) en el paisaje. Respecto a ciertos aspectos técnicos del arte rupestre, Nash revela que “el paisaje viene a ser un mapa socialmente construido”. Así, la forma en que un tema es visualmente construido está relacionado con el escenariopaisaje; por lo que existe una la relación entre las figuras / motivos grabados y el paisaje mismo. Los caracteres fueron organizados para delinear el paisaje o una escena del paisaje. El panel y su posición pueden crear una copia socio- simbólica del paisaje en miniatura con las figuras posiblemente señalando hacia algún lugar (en El Muerto hay proyecciones hacia la sierra). Además, es importante considerar que la proporción de cada figura parece constituir una forma del paisaje. El arte rupestre parece mostrar un número de actos que constituyen una historia y una división socio- ritual del espacio; no solo expresa una historia sino que divide culturalmente el paisaje como un mapa cognitivo, en el que el exterior está representado por las analogías naturales, y las culturales están representadas por el artista –que pueden ser animales, p.ej-. Ciertos animales fueron venerados como símbolos totémicos (“símbolos del paisaje”) y se representaron con el fin de organizar social y sim-

bólicamente el paisaje circundante, así como crear la identidad de grupo (a pesar de qué es representado y dónde) (Nash 2000a:10). Para Tilley (1991), los animales actúan como una metáfora hacia lo humano, y esto, forma parte de la identidad humana Tilley 1991:11). En suma, “el arte rupestre proporciona un vinculo entre el medio, el paisaje y la gente. Probablemente ninguna otra estructura arqueológica puede hacer esto”. En este apartado expondremos las evidencias reconocidas en dos sectores de la subárea “Loma El Muerto”, lugares en que se concentra la mayor cantidad y variedad de motivos pictóricos y de grabados en roca. Probablemente en estos “lugares” se realizaron actividades simbólicas de apropiación, entendimiento y comprensión simbólica del paisaje, quedando plasmadas en las manifestaciones de arte rupestre. LOMA EL MUERTO 1 Pictografía Hasta ahora los relativamente escasos motivos pictográficos localizados en la “Loma El Muerto” corresponden a diseños geométricos angulares: constan de líneas verticales u horizontales (paralelas o entrecruzadas), en zigzag, onduladas, triángulos y cuadros (ya sea “rellenos” o concéntricos). También tenemos “puntos” y un “sol”. En cuanto a las técnicas empleadas para ejecutar la pintura, se incluyen el delineado y la tinta plana, lo que proporciona menor o mayor énfasis a las representaciones. El color rojo, con trazos de líneas gruesas y densas, es el más abundante; aunque también se presentan los colores guinda y negro, de trazos más finos. Generalmente se dejan espacios vacíos que visualmente dominan la composición. Sin duda son indicadores cronológicos y culturales. Los lugares más frecuentes en los que se localiza la pictografía son paredes, techos y grietas 880

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Figura 2.- Loma El Muerto 1: panel 2.

Figura 3.- Representaciones geométricas. Panel 1. Dstrech.

profundizadas artificialmente. Cabe mencionar también, que en contexto arqueológico de excavación, hemos encontrado algunos nódulos de pigmento rojizo con los que seguramente se aplicó el color (óxido de fierro). En la “Loma el Muerto 1”, fueron localizados varios paneles de los que exponemos aquí la deconstrucción de su iconografía (8): El panel identificado con el número 2, se localiza en el techo del abrigo 1; aprovechando la concavidad se dibujaron en color rojo motivos muy diversos, como zigzags, líneas ondulantes paralelas y líneas formando ángulos; dos motivos más destacan del conjunto (Figura 2):

2. en la parte inferior una figura fantástica muy bien delineada y superpuesta, en la que destaca un rectángulo similar al tercero del panel 1. Mide aproximadamente 1.30 m de largo y 0.50 m de ancho. Como base se aplicó un baño color rojo que las hace aparecer un tanto borrosas. Posiblemente sea la representación de las dos lomas y del arroyo El Muerto (Figura 3). El registrado como panel 1 se ubica en una grieta cóncava en la pared oeste del abrigo; consiste de tres motivos geométricos rectangulares empaquetados por gruesos contornos de color rojo. Dos de ellos con relleno y el tercero solo delineado. Como fondo, sobre la pared se aplicó un baño de pintura clara. Mide aproximadamente 1.20 m de largo y 0.30 m de alto (Figura 4). Al interior del mismo abrigo, en una gran roca

1. en la porción media, una línea curva con otra recta al interior, que quisiera mantenerse unida al grupo mediante una línea inclinada.

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derrumbe del techo se observa una pequeña retícula en color negro, aislada. En el techo del abrigo 2 se registró superposición de líneas delgadas y manchones rojos, y los únicos motivos identificables son dos rectángulos concéntricos delineados con trazos gruesos. Es uno de los casos que implican un significado cronológico (Figura 5). La representación formatizada de un sol, en color rojo es el rasgo característico en el abrigo 3. Consiste de un círculo con líneas radiantes y se localiza en un rincón de la pared sur (Figura 6) (9). Figura 4.- Abrigo 2. Dstrech.

Figura 6.- Abrigo 4. Dstrech.

En el abrigo 4, solo se aprecia una mancha roja, posiblemente representación de algún icono afectado por intemperismo (Figura 7). Grabados Los múltiples petroglifos (10), muestran, en cambio, variaciones significativas en cuanto a técnicas, ubicación, motivos o representaciones: los encontramos en rincones y grietas, paredes y techos de los abrigos; aunque también en bloques dispersos y “losas”, en laderas y en el piedemonte; por todo el contorno de las lomas de arenisca (hacia los cuatro puntos cardinales).

Figura 5.- Abrigo 3. Dstrech.

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Las representaciones abstractas comprenden formas que se constituyen de líneas rectas, formando figuras geométricas (rombos, cuadros, rectángulos, triángulos), líneas cruzadas, quebradas, onduladas, en zigzag, horizontales o verticales (simples o concéntricas). También aparecen formas integradas por líneas curvas como círculos (14), semicírculos, óvalos, espirales y puntos. En algunas rocas se presentan formas geométricas combinadas, que contienen líneas rectas y curvas (“piedra de la serpiente”) (Figura 8).

Figura 7.- Distintos motivos alrededor de la “piedra de la serpiente”.

Para el caso de los petrograbados su elaboración se basó en desgaste y en punteado o picoteado. Este rasgo nos sugiere que hubo por lo menos dos estilos: gráfica y temporalmente distintos, ya que el primero es más consistente en las lomas de “El Muerto”, mientras que el segundo es característico en “Los Barbechos”; sin que signifique por ello que tanto en uno como en otro sector no se identifiquen rocas con estas prácticas. En depósito de excavación, encontramos asimismo un pequeño raspador de cuarzo cristalino y un buril de lutita, que seguramente se aplicaron para su labrado. Morfológicamente las representaciones se muestran a dos niveles: unas que son de carácter naturalista y otras abstractas (o figurativas). Dentro de las primeras, se incluyen figuras antropomorfas, como el caso del “shamán” de “Los Barbechos” (cuerpo completo con ornamentos)”; figuras zoomorfas, tales como venados completos, sus astas y pesuñas, y reptiles -seguramente víboras de cascabel (11)-; fitomorfas, como representaciones de peyote (12); o artefactos como, “átlatls (13)” y “puntas de proyectil”. 883

Figura 8.- “Cuenta” numérica norte del abrigo 3.

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círculo Combinaciones de círculos Laberintos Espirales

Dentro de estas, se encontrarían los “formatizados”: Sol (Muerto / Barbechos), Lluvia (Muerto / Barbechos), Río / arroyo (Muerto), Relámpago (Muerto, Barbechos), Montaña / lomas (Muerto). Vigliani ofrece una propuesta alternativa con que el

Figura 9.- “Cuenta” numérica sur del abrigo 3.

“arte chamánico”, el cual “se asocia a sistemas de creencias que involucran la interacción individual con el mundo sobrenatural a través del trance o estados alterados de conciencia, por lo que las representaciones gráficas serían el resultado de experiencias alucinatorias” (Vigliani 2009:42). Por tanto, algunas de tales representaciones llamadas entrópicas, se han registrado en la práctica rupestre de sociedades tradicionales o cazadores recolectores: Figura 10.- Cara poniente. “Piedra filosofal”.

Formas entrópicas: Redes Líneas paralelas Puntos Zigzag angulares Zigzag ondulantes Círculos concéntricos

Replicadas Fragmentadas Integradas Superpuestas Yuxtapuestas Reduplicadas Rotadas

de puntos grabados también en grietas (15), en paredes exteriores de los abrigos y en rocas aisladas localizadas en la ladera poniente (“cuentas numéricas”); algunos se encuentran encajonados en óvalos previamente desbastados (Figura 910).

Por otra parte, en la Loma 1 es recurrente la representación de puntos y series de conjuntos

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Los petroglifos geométricos han sido labrados en grandes rocas areniscas que se extienden por las lomas bajas de “El Muerto” y “Los Barbechos”. En “El Muerto” las representaciones de círculos, sencillos o concéntricos, uno solo o múltiples, punteados o raspados, de entre cinco y 60 cm de diámetro, son el patrón gráfico básico. El círculo ha sido considerado por todos los pueblos antiguos como la figura geométrica perfecta y que por tanto simbolizaba el ‘todo’, lo ‘absoluto’, aquello que es infinito porque no tiene ni principio, ni final. Por tanto, es una representación del eterno ciclo de la vida universal que se renueva y transforma sin cesar. El círculo también está relacionado con el disco solar, en cuanto centro del universo y creador de vida y de luz (Figura 11).

En opinión del Dr. Breen Murray, “el significado es ambiguo, y las alternativas posibles son diversas: lo más probable es que representa al Sol o la Luna llena, pero es imposible distinguir entre los dos por su forma iconográfica” (1987:44). Reconociendo ahora el contexto arqueológico en que se localizan estas representaciones abstractas, coincidimos en considerar su vinculación al registro de sucesos astronómicos. Otro de los elementos importantes de la Loma es el abrigo 5, que contiene círculos grabados en una de sus paredes, con una posible relación astronómica, no solo por su forma tan significativa, sino justamente por la ubicación general en relación al paisaje, pues desde este punto es visible el horizonte hacia el SE, lo cual inicialmente puede relacionarse con la salida del sol durante el solsticio de invierno, cuando el sol mismo aparece en la parte más sureña del año. Algunos petrograbados relevantes del sitio lo constituyen el frente rocoso de los “átlatls”, el “asiento” y la “grieta”. El primero de ellos es alargado y estrecho (aproximadamente 2.5 x 0.8 metros), constituido por dos grandes rocas de paredes muy rectas. Su particular morfología en relación al resto de los abrigos de la loma, así como su ubicación, es visible a corta distancia en el arroyo El Muerto. En la pared norte de éste, se localiza un panel con diversos motivos grabados, de los cuales podemos proponer que representan dos átlatls, uno de considerablemente mayores dimensiones que el otro (de ahí el nombre), al menos 7 pares de huellas de cérvido -en planta similar a dos signos de admiración (!!)-, así como una línea zigzagueante y un círculo concéntrico. Ha sido señalado con anterioridad (Rivera, Solís 2008) y acorde con los planteamientos de Murray (2001:264), que este espacio fue el ideal para la representación de átlatl, pues permite al cazador una vista clara de la presa, la cual aprovecha el cauce del arroyo para abastecerse de agua, con lo que permite un espacio idóneo para dicha actividad. Aunque también suponemos,

Figura 11.- Representaciones de átlatls.

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Además, el elemento se complementa con la visual que desde él se obtiene: un espacio abierto frente a sí, desde donde es visible el puerto Juan Pérez (una abertura en medio de una loma alargada, de baja altura), en dirección a la puesta del sol una gran temporada del año. La “Grieta” (16), es una fractura natural en la roca de aproximadamente 3 m. de largo por 1 de ancho. En ambas paredes, también muy rectas, se encuentra una serie de líneas verticales (aunque también las hay horizontales, pero en mucho menor cantidad) y puntos, que Murray (1996:16) llama cuentas y las relaciona con el conteo del tiempo y diversos ciclos de la naturaleza, que están vinculados con los periodos de caza -fases sinódicas de la luna y los períodos de gestación del venado-,y por ende, de migración entre estas sociedades, al cual ha llamado “Sistema de conteo del Noreste” (Murray 1996:17) o “Tradición petroglífica de conteo de Noreste mexicano”. Posteriormente, en otro contexto, Murray indica que “el punto grabado es una forma elemental que puede tener múltiples significados” (2007). Y señala además que ya Jon Olson había identificado puntos grabados en el sitio de Boca de Potrerillos como símbolos de lluvia (rain rocks), tal vez por su semejanza formal con las gotas del agua que cae del cielo”. Él debate esta idea pues “aunque algunos de los puntos son dispersados al azar como la lluvia, muchos más son configuraciones muy ordenadas, tanto en columnas verticales como hileras horizontales. Demuestran patrones que sugieren más bien una forma de numeración. Este sistema mono simbólico de conteo es parecido al uso del punto en la numeración mesoamericana (Murray 1998). Incluso considera que las espirales y los círculos concéntricos, son posibles representaciones del remolino de agua. En la pared este (a la que despojaron la parte izquierda), destaca una cuenta de 7 líneas verticales paralelas y aproximadamente 24 puntos (¿); en la pared oeste identificamos 5 puntos y

Figura 12.- “Lugar” de observación.

como en otras áreas del sitio (por ejemplo, La Grieta) que, aunque pudo haber servido como un puesto de vigilancia para la caza en algunos momentos, no es exclusivo de tal actividad, sino también como un espacio de reproducción social de tal actividad, pues el trabajo de caza debió haber sido un trabajo especializado entre ellos, lo cual requiere de organización, preparación y transferencia de tecnología e información, por lo que sugerimos que también sirvió como un espacio ritualizado (Figura 12). Por su parte, el “asiento” es un espacio situado de igual manera que los anteriores elementos descritos. Ubicado en la ladera oeste, constituido por tres oquedades sobre una roca arenisca del afloramiento. Las tres tienen cierta postura ergonómica para ser usada como un asiento, ya que en la más grande una persona adulta de complexión media puede sentarse en ese espacio bien y poner sus pies en las otras dos oquedades, de menor tamaño. Posiblemente fueron labradas desde alguna oquedad de formación natural, ya que este tipo de fracturas regularmente no se encuentran en este tipo de rocas areniscas. 886

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28 líneas también verticales, más una línea larga que las cruza horizontalmente como cerrando un ciclo (Murray 1998:45). Los signos en forma de puntos y líneas que se utilizaron como un sistema de numeración estuvieron relacionado particularmente con el periodo de gestación del venado, correspondiente a 207 días = 7 meses sinódicos (periodo de visualización de la luna (17)) (Murray 2007:81,82,97). A este segundo método de cálculo de tiempo, Murray lo llama sideral / sinódico (moon time), y consiste en dividir una secuencia natural de periodos cortos, menores de un año (estaciones y meses), que si son contados generan series de números únicos y distintivos (Murray 1994:122). Figura 14.- Sistema de líneas y puntos. Pared oeste.

Cuenta numérica pared este El panel tiene 1.0 m de largo y 0.43 m de altura. Consta de 7 líneas grabadas paralelas verticales de 0.13 m de largo, y entre 24 y 26 “puntos” de 2.5 de diámetro. Se observan algunas otras líneas, 3 verticales cruzadas por una más en posición horizontal. Hacia el extremo izquierdo -que fue extraído por vandalismo- sólo se aprecian 5 líneas paralelas verticales y un punto (Figura 13).

Cuenta numérica pared oeste El panel mide 1.84 m de largo por 0.40 m de altura. Consta de 5 “puntos” de 0.03 m de diámetro y cerca de 0.01 de profundidad; 28 líneas verticales paralelas de 0.23 m de largo; se observa otra serie de líneas inclinadas paralelas cruzadas por al menos dos líneas horizontales (Figura 14). Rivera, Solís (2008), que llevaron a cabo un nuevo registro en este recinto, apuntan lo siguiente: ”bajo el supuesto que en la “Grieta” hay cuentas de líneas y puntos, efectivamente, los puntos sí corresponden a un mes sinódico, pues existen 27 puntos, mientras que las líneas, aunque la pared Este se encuentra dañada, aún nos permitió contar parcialmente el número de líneas, obteniendo 37 horizontales (pared donde también se localizan los puntos) y dos verticales y en la Oeste, con 50 líneas verticales y 8 horizontales, es decir, que en total, la pared Este contiene 39 líneas (más 27 puntos) y la pared Oeste 58, para alcanzar un total de 97 líneas y 27 puntos (124 entre ambas paredes).

Figura 13.- Sistema de líneas y puntos. Pared este.

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Estos números se pueden interpretar de varias maneras: por ejemplo, se puede sumar sólo líneas o puntos, con una pared o ambas o simplemente manejarlo como un todo, sin importar su forma y ubicación. No obstante la cantidad total de puntos y líneas, que son 124, podría relacionarse a 4½ meses sinódicos (121/122 días) y con esto, nos confirmaría el contenido astronómico de estas representaciones” (Rivera, Solís 2008.:3,4).

lugar “ritos de paso”, que se refieren a “ritmos ambientales, ciclos temporales y movimientos recurrentes de los cuerpos celestes” (ciclos de la luna, solsticios, equinoccios…). Con el rito de paso “cumplido se reconoce la pertenencia (del sujeto, objeto, evento, proceso) a una nueva categoría, a un lugar nuevo, a una estación del año, o se revalida su estatus actual y posición social o lugar en la secuencia temporal” (Iwaniszeski 2009:208). Por tanto, “se convierten en los marcadores simbólicos de identidades, validando la membrecía de los sujetos, objetos, eventos o procesos”, tales como:

Asociación: Elementos asociados a los alineamientos, son las configuraciones de “puntos y líneas” que según Murray (1999:52) “forman parte de una tradición norestense de numeración petroglífica”. En El Muerto, sólo se encuentran en la ladera este (3 cuentas) y en la “grieta” (“Tabla calendárica”) de la Loma 1. No obstante que el examen de los petroglifos nos ha permitido realizar interpretaciones de orientación pueden ofrecer también información numérica y calendárica. De acuerdo a las mediciones realizadas es posible indicar que “la migración del sol a lo largo de horizonte es más pronunciada” por la latitud en que se encuentra el sitio. Cabe anotar asimismo, que el conjunto rocoso que adopta una forma de “T”, es resultado de fracturas tipo ac, ya que los bloques de arenisca presentan desplazamiento lateral horizontal y vertical (por ello inicialmente se le nombró “grieta”); sin embargo en la “galería” 1 (dirección este/ oeste) hay unas lajas a manera de cerramiento en el techo (están acuñadas por debajo), por lo que se sugiere que el lugar debió tener una función ritual. Considerando la construcción de este espacio, más las referencias del cronista Alonso de León respecto a ciertas prácticas rituales, se ha formulado la hipótesis de la posible ejecución de algunas de ellas, en la “grieta” (incluso en la “bóveda”), por su contexto privado. Es posible, entonces que ahí hayan tenido

·cambios de la edad y del estatus social de los sujetos durante toda su vida biológica y social ·cambios en el transcurrir del tiempo (cambio de las estaciones, inicios del ciclo anual, mensual, inicio del día, comienzo del ciclo lunar”) ·eventos físicos: recolección de nopales, mezquites, caza de venado, salida equinoccial del sol ·los cambios en la colocación en el espacio (atravesar el río, el paso entre montañas... (nomadismo - sedentarismo)) (Iwaniszeski 2009:209) ·fenómeno social: mitotes. Con “la manifestación de los ritos de paso, se activan los esquemas de percepción y evaluación que revalidan los sistemas categoriales y taxonómicos existentes” (percepciones y representaciones comunes de sus mundos sociales) (Iwaniszeski 2009:210). LOMA EL MUERTO 2 Pictografía Hacia el poniente de la Loma I se ubica la Loma II que consta de un abrigo con cuatro pequeños paneles. 888

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Grabados Por su elevación el lomerío de la zona arqueológica El Muerto, es un lugar idóneo en el entorno de la llanura aluvial, para efectuar observaciones astronómicas tanto al este como al oeste, ya que de aquí se advierte el movimiento anual del Sol y la bóveda celeste, ya que sin duda, fue la observación del sol y la luna lo que permitió la primera forma de medir y cuantificar el tiempo. Considerando la propuesta de Aveni, el lugar “parece haberse escogido por su ventaja para las observaciones sin obstrucción a larga distancia, sea de cuerpos celestes próximos al horizonte del sitio, sea de otras marcas, otros signos o quizás centros ceremoniales localizados en el paisaje adyacente” (Aveni 2005:448). Estos grupos cazadores- recolectores seminómadas “…utilizaron al Sol como instrumento de medición temporal, en su desplazamiento anual a lo largo del horizonte, con sus paradas solsticiales y equinocciales” (Wallrath 2001:45). Cabe señalar que hacia el oeste aparecen dos de las geoformas más representativas del paisaje en la región: en primer plano el lomerío Juan Pérez en donde se localizan algunos abrigos rocosos

Figura 15.- Panel 2. Representaciones geométricas. Dstrech.

El panel 1 consta de 12 líneas inclinadas paralelas, de color guinda; el grosor de la línea es de 5 mm. Mide 13 cm de largo por 9 cm de alto. El segundo consta de cuatro figuras geométricas delineadas con trazos gruesos, en rojo también, a manera de escudos, y algunas líneas en trama (31 cm de largo y 7 cm de alto). Además tres triángulos unidos e invertidos, y otro más en el extremo derecho. El grosor de las líneas es de 1.5 cm aproximadamente (45 cm de largo y 9 cm de alto) (Figura 15). El panel 3 mide aproximadamente 70 cm de largo y 50 cm de alto, y fue casi completamente destruido. Solo se observan siete manchones y un posible triángulo concéntrico. Los motivos son de color rojo y el grosor de la línea es de 1.5 cm. El cuarto panel, de 28 cm de largo por 8 cm de altura, consiste de 4 líneas quebradas de color guinda y 6 más rectas, de color rojo (sobrepuestas); todas de aproximadamente dos mm de grosor (Figura 16). En la pared del pequeño abrigo 6 se observa un manchón rojo muy deteriorado, de 8 cm de ancho por 12 cm de alto; así como 2 líneas negras paralelas de 10 cm de largo y grosor de 1 cm.

Figura 16.- Panel 4. Dstrech.

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habitacionales; y la Sierra Madre oriental en segundo plano. Estos lugares sin duda “evidencian elecciones conforme a prácticas sociales destinadas a marcar lugares particulares con representaciones gráficas como parte de un proceso conducente a investir el espacio con significados” (Fournier 2007:12).

nal estaba disponible por cierto periodo de tiempo […] su explotación exitosa implicaba cierto grado de precisión temporal” (Murray 1994:211). En la Loma de El Muerto 2, enormes losas de arenisca, asociadas a lo largo del horizonte y localizadas en la porción oeste de la loma 2, fueron grabadas con la finalidad de determinar períodos precisos en el calendario, es decir para fijar fechas en el calendario estacional; se trata de cuatro enormes losas ubicadas una al centro de la cima de la loma (“piedra astronómica”) desde la que se han hecho mediciones solares en la aurora y el ocaso en solsticios y equinoccios); y las restantes hacia la ladera poniente (“piedra filosofal”, “piedra del sol” y “piedra del marcador”). En las ilustraciones siguientes (Figura 1719), se anotan las orientaciones producto de las observaciones desde la “piedra astronómica”; así como las coordenadas UTM, rumbo y buzamiento de los cuatro marcadores. La observación en el horizonte es uno de los dos métodos del cálculo del tiempo señalados por Murray (SUN TIME) (1994:122). En la cosmogonía indígena, el sol del amanecer-luna creciente durante el equinoccio de primavera, está relacionado a la época de crecimiento de la naturaleza; en el solsticio de verano, el sol del mediodía-luna llena-, se asocian a la época de plenitud de la naturaleza; para el equinoccio de otoño, el sol del atardecer-luna menguante, están interconectados a la naturaleza que mengua; y durante el solsticio de invierno, la noche -luna nueva, representa la naturaleza que se duerme para volver a renacer en primavera. En la cima, al centro del espacio llano dispuesto como “plaza” (19), se ubica una enorme roca arenisca, amorfa, que llamó la atención por no contener ningún tipo de grabado. Sin embargo, se encuentra apuntalada con pequeñas lajas en la parte inferior (“cuñas”), para darle estabilidad, además de que hicieron algunos cortes en la parte superior conformando una superficie plana (Figura 20).

Marcadores (18) Como señala Murray “los calendarios anuales se desarrollaron por simples observaciones a ojo del cielo, y se referían a ritmos básicos de la naturaleza” (Murray 1994:207). Por ello, si “la abundancia alimenticia estacio-

Figura 17.- Localización de “marcadores” astronómicos.

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Figura 18.- Orientaciones de marcadores astronómicos.

Por ello se decidió iniciar un trabajo de observaciones del movimiento solar con esta roca. Así, entre 2005 y 2010 se han llevado a cabo registros durante solsticios y equinoccios, por lo que es posible afirmar que desde la “piedra astronómica” es posible observar el desplazamiento del sol durante las distintas estaciones del año (como debió ser también la función de la “Bóveda”) (Figura 21). En tanto que el movimiento del sol “se percibe comúnmente y no depende del punto de vista de cada individuo”, es posible usar el movimiento solar en calidad de “referente de común acuerdo para orientar y dividir el espacio” (dispo- Figura 19.- Marcador de horizonte poniente, durante equinoccios y solsticios. sición de elementos arquitectónicos y grabados). “Aunque las posiciones del sol al amanecer y atardecer proporcionan universalmente dos de los ejes que conforman la cuatripartición (nota: dos solsticios—salidas- puestas)

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círculo incluyendo otros más pequeños; hacia la derecha, otro círculo concéntrico con una cruz al centro (“grabado punteado de cruz o marcador solar”) (Figura 22). En la cara oeste, se observa la asociación de múltiples círculos concéntricos (más de 14), que se perciben después del mediodía; estos grabados probablemente representen modelos complejos de constelaciones y/o de alineamientos solsticiales. Al respecto, cabe recordar que los círculos concéntricos parecen definir al cosmos como compuesto por tres regiones principales: el cielo, la tierra y el mundo subterráneo. Estas tres regiones han sido tradicionalmente representadas con el simbolismo del ‘Árbol de

Figura 20.- “Piedra astronómica”: rumbos durante equinoccio y solsticio.

del espacio y pueden trazarse en cualquier lugar de la superficie terrestre, la conjunción de la posición del sol con un rasgo específico del horizonte, convierte este principio en la construcción estática ligada con un lugar de observación particular” (Iwaniszewski 2001:223) (relación espacio (orientación en el espacio)- tiempo (cuenta del tiempo) / sol- horizonte). Hacia el flanco poniente de la misma Loma, se localizaron tres elementos muy significativos, por sus mismas representaciones, por el contexto en que se ubican y por su probable significado astronómico. En el piedemonte, se encuentra una losa grabada (“piedra filosofal”), en dos caras: la que observa hacia el oriente, cuenta con la representación en la parte izquierda, de un enorme

Figura 21.- Marcadores de horizonte oriente / poniente, durante equinoccios y solsticios.

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Figura 22.- “Piedra Filosofal”. Cara este.

la Vida’, ya que las raíces pertenecen al inframundo, el tronco al mundo medio y las ramas al mundo celeste. Dicho árbol era considerado por los pueblos antiguos como el ‘eje cósmico’ o ‘centro del mundo’ a través del cual se ponían en relación el cielo y la tierra. Pero además de en vertical, este ‘centro’ se expandía en horizontal hacia los cuatro puntos cardinales. Es así como es posible comprender por qué según la tradición de muchas culturas indígenas, los cuatro extremos de la cruz representan “las cuatro esquinas del mundo”, a las que corresponde un determinado punto cardinal (Norte, Sur, Este y Oeste) y un determinado elemento (aire, tierra, agua y fuego). Según esta visión, el círculo central representaría el “centro del mundo” o “eje cósmico” que para las culturas indígenas está situado en el territorio concreto que habitan y que, como semilla primordial, si le añadimos agua (lluvia), aire, tierra y fuego (sol) brota creando vida.

Continuando con el registro de elementos, frente a esta losa, se erige un potente estrato del afloramiento de arenisca que contiene como principal motivo (cara vertical este) un posible marcador o átlatl, pues consta de un círculo central dividido a la mitad. El círculo mide 21 cm de diámetro, y es cruzado por una línea recta vertical de 56 cm. Cabe la posibilidad también que fuera un ‘marcador’, pero con una forma mucho más compleja, que estaría señalando norte y sur. Además, por la ladera, hacia el NW, se emplaza otra enorme losa de arenisca, que contiene la representación formatizada de un sol, con 11 rayos (66 cm de diámetro); y tres círculos concéntricos (37 cm de diámetro); uno con una línea al centro (“marcador solar”) (35 cm de diámetro); y otro más en la parte superior izquierda, elaborado por punteado fino (posiblemente posterior al resto de motivos, hechos también por punteado más grueso y raspado). 893

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Los petrograbados en forma de un círculo rayado, probablemente representan al sol (“padre sol”). El sol impregna la “madre tierra” en el primer día de verano, guiando en temporada de calor y de retoño. Por ello, es que los rayos penetran en la bóveda e iluminan esta “piedra del sol”, preferentemente durante el solsticio de verano (Hays 2007:164).

huacán se ha señalado otro ejemplo más de un tubo de observación cenital” (Aveni 2005:65). En el Cañón del Chaco, en Fajada Butte, se encuentra una construcción (deliberada) de tres losas con una hendidura por la que se filtran los rayos del Sol, marcando el mediodía solar en los equinoccios y los solsticios. “Supuestamente intervienen también, los extremos lunares” (Aveni 2005:413).

“La bóveda” u Observatorio subterráneo. Para la población el observatorio desempeñaba una función adivinatoria y ritualística más que astronómica, ya que éste vinculaba directamente a las estrellas con la vida de los pobladores mediante el presagio y la profecía. Es probable que funcionaran como lugares de reunión y adoración tanto como lugares en donde los sacerdotes observaban las estrellas (Aveni 2005:60). Han sido identificados en Teotihuacán, Monte Albán y Xochicalco:

Estas conclusiones han sido puestas en duda y se señala que el sitio fue resultado de un desprendimiento rocoso natural que puede haber funcionado como oratorio o como observatorio (Aveni 2005:413). Según Morante (2001:46), los observatorios o cámaras astronómicas subterráneas fueron construidos bajo tierra o entre los cuerpos de un edificio. Los define como gnomón o antiguo instrumento de astronomía

“En Xochicalco […] encontramos diversas galerías subterráneas excavadas parcialmente por manos humanas. En dos de ellas, tiros verticales se extienden desde la cavidad hasta la superficie. Cualquier observador situado bajo una de aquellas aberturas, a 12 metros por debajo de la superficie, puede ver en lo alto un pedacito circular de cielo azul. Las veces en que pasa sobre e punto superior el Sol proyecta un fuerte rayo de luz en el espacio oscuro. Aunque algunos investigadores hayan llamado a aquellos tiros, chimeneas o o ventiladores, estos bien pueden haber servido como observatorios del Sol en el cénit. Otro ejemplo similar de un tubo de observación cenital, en este caso de hechura totalmente humana, se encuentra en el edifico P, una de las principales construcciones que miran hacia el este en la plaza abierta de Monte Albán […]. La posición de ese edifico está vinculada astronómicamente con otras construcciones del sitio (…). En una cueva de Teoti-

“a cuya cámara oscura penetran los rayos solares a través de una chimenea o tragaluz. La proyección luminosa llega al piso de la cámara o a marcadores en forma de altares y estelas, en donde se señalan fechas que, además de tener importancia ritual, fueron clave para efectuar cálculos calendáricos” (Morante 2001:46). Postula como principal función de estos instrumentos la observación solar (Morante 2001:46). Agrega que pueden auxiliar en la determinación de 2 fechas clave en el campo de la astronomía y en un cálculo muy importante para el calendario. Las fechas son el día de tránsito cenital y el solsticio de verano (Morante 2001:48). “Sabemos que la observación astronómica subterránea estuvo restringida a un pequeño grupo de la élite y que se vinculó estrechamente con creencias religiosas que mezclaban la ciencia, el arte y el mito. Los observatorios subterráneos son un

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instrumento tanto para adquirir conocimientos exactos acerca del mundo, como el reflejo de una muy peculiar manera de entender el cosmos. El momento en que la luz solar irrumpía en la oscuridad de la cámara subterránea debió ser parte del ritual de un pueblo, pero seguramente al mismo tiempo, ello también estuvo acompañado de estudios que empleaban los cálculos matemáticos para aprovechar los datos provenientes del más preciso instrumento astronómico que el hombre antiguo construyó” (Morante 2001:51).

tes de un pequeño abrigo cuadrangular, emplazado sobre la media de la pendiente. Es un espacio subterráneo a manera de cámara rectangular a la cual se accede desde la parte superior de la loma a través de una depresión producto de un derrumbe, que forma un boquete irregular de 0.6 m. de ancho por 1.14 m. de largo. Este acceso se ubica 1.3 m. más abajo de la cima, y forma un pequeño tiro de 1.9 m. de profundidad que desciende sobre la porción suroeste de la cámara. Al interior se presentó un acumulamiento de un sedimento muy fino, producto de la descomposición y erosión de los bloques de arenisca que conforman la loma, además de la acción eólica. Cabe mencionar que cuando se iniciaron trabajos de excavación en “La Bóveda”, se tenía la posibilidad de localizar un contexto de enterramiento, ya que se suponía un espacio idóneo para ello. Sin embargo lo que se encontró fue algo completamente diferente. La planta de este espacio presentó un eje longitudinal de 98 grados respecto al norte magnético, donde jugando una posición casi central se localizó un enorme roca

Para el presente trabajo, es importante destacar que en la Loma 2 de El Muerto, fue localizado un observatorio subterráneo en el que se descubrió un fenómeno solar proyectado al interior (Figura 23a y 23b). El registro detallado reveló que la roca ubicada hacia la parte media del abrigo, con una inclinación determinada, sirvió como marcador en el cual se proyectan rayos solares. La construcción de este espacio y su acceso, es resultado del reacomodamiento de enormes bloques de arenisca producto de un derrumbe antiguo, el cual selló a partir de bloques salien-

Figura 23.- Acceso a la “bóveda”, espacio por donde accede el rayo solar y loza soporte.

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de forma romboidal cuya cara superior es plana, y la cual se encontró acuñada sobre su base por lajas y rocas angulares de menor tamaño cuyo incidencia logró la estabilidad y una posición premeditada de tal forma que la cara superior presentara una inclinación horizontal de 18 grados. La forma romboide de esta última fue casi perfecta, cuyo eje central de 69 cm. de longitud correspondió con el Norte–Sur magnético, y el eje transversal de 86 cm. fue casi paralelo al Este-Oeste. Los lados no son totalmente simétricos teniendo 58 cm. el NW, 53.5 cm. el NE, 45 cm. el SW y 53 cm. el SE, los dos últimos determinados por una fractura concoidal que modificó la punta Sur donde coincidían ambos lados. Las caras laterales presentaron un grosor variable de entre 30 y 43 cm. que convergieron sobre una base convexa. La posición de esta roca tuvo como finalidad la de servir como panel ante el cual se proyectaba un rayo solar a determinada hora de la tarde. El fenómeno ocular se presentó diariamente en los días que se tuvo un cielo despejado, entre las 12:20 y 2:20 de la tarde (horario de invierno), donde el rayo solar penetraba por el lado sur, a través de uno de los pequeños huecos ubicado por encima del nivel del espacio interno y se proyectaba principalmente sobre la cara superior de la roca. El curso del rayo dio una trayectoria de Oeste a Este, iniciando desde un punto cercano pero fuera de la roca. Entre 19 y 23 minutos después, el rayo tocó 20 cm. por encima de la punta Oeste de la roca y es aquí donde se observa un recorrido sobre la misma. Un primer registro determinó una trayectoria de extremo a extremo, aunque con una ligera desviación que finalmente colocó al rayo 24 centímetros por encima de la punta Este, convergiendo casi en la media entre las puntas Norte y Este. Y en el momento en que el punto solar llega al centro de la roca, dibuja un semi-triángulo que apunta hacia el norte. En este primer registro se tuvo que el recorrido sobre la roca fue de

1:01 hrs. 16 minutos después de esta proyección, el rayo dejó de introducirse al interior de “La Bóveda”. La estancia diaria durante las excavaciones y otros registros posteriores, nos mostraron que el curso del rayo se modificaba ligeramente con el paso de los días. De tal forma, la trayectoria que comenzaba desde el extremo Oeste tenía una trayectoria cada vez más hacia el Noreste, llegando a desplazarse hacia la punta Norte de la piedra. De tal efecto, el último de estos registros nos mostró un recorrido que duró 41 minutos sobre la roca. Por lo que se pudo observar, se puede suponer que el rayo solar presenta diferentes desplazamientos sobre la cara romboidal de la roca, que tienen un origen común a partir de la punta Oeste. Aunque durante esta temporada no se pudo observar, suponemos que existe un trayecto lineal perfecto de la punta Oeste a la punta Este. Como dato adicional, cabe mencionar que durante las excavaciones realizadas en este espacio en el 2006 y 2007, se localizaron alrededor de 20 piezas dentarias de al menos 5 especies animales, algunas de la cuales parecen presentar un desbaste sobre su base coronaria, y en una se tuvo la huella de una incisión que evidencia un uso ornamental. La rareza física de los elementos de mayor tamaño, nos llevo a pensar que pertenecieron a Fauna Pleistocénica. El resultado preliminar de análisis de laboratorio indica que se trata de las siguientes especies (Arroyo 2011) (Figura 24) Hemiauchenia, Odocoileus, Canidae, Artiodactyla, Equus y Antilocapridae. Una vez descrito el contexto arqueológico de este elemento, es preciso abrir un paréntesis y considerar la función de este elemento, como “marcador social de la variabilidad en el mundo social”. Como ha sido ya discutido anteriormente, para Bourdieu, el espacio social está estructurado (ordenado) según el sistema de oposiciones signifi896

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reconocen y/o atribuyen propiedades físicas a los dominantes. Para dar cuenta de la participación de los cuerpos celestes hay que convertirlos en los agentes o actores, quienes mediante su actuación exhiben, producen, negocian o transforman su estatus, rango, clase, edad, género, etc. Es así que se les personifica. No obstante, las acciones adscritas a los agentes celestes obedecen a las leyes cosmológicas universales, al mismo tiempo que descansan sobre los mismos esquemas generadores de prácticas (habitus de Bourdieu), que se aplican a todos los demás actores y por tanto son culturalmente específicos. De este modo, los agentes celestes son quienes inician y ejecutan la acción, y los significados de sus acciones no pueden reducirse a las explicaciones astronómicas racionales porque se explican según el orden significativo determinado por una sociedad particular. La idea de que los cuerpos celestes pueden verse como agentes o actores sociales implica que hay que considerar la bóveda celeste como una especie del campo / espacio social. Los agentes celestes establecen las relaciones que los humanos consideran significantes. También pueden relacionarse con los demás actores sociales, y ello puede o no ser significante para los humanos. El cielo es el campo de acción de esos agentes celestes dotado de sentido, y al mismo tiempo el reconocimiento de que el cielo tiene el carácter social, permite otorgar a los astros el estatus de agentes dotados de un habitus específico (Iwaniszeski 2009:220). Particularmente, en la “Bóveda”, el sol se convierte en “un agente capaz de inducir los cambios en la realidad social: la relación causal entre diferentes formas categoriales se produce en el momento temporal focal, de modo que la salida del sol […], está conceptualmente unida al resto del complejo” (Iwaniszeski 2009:220). Aunque la sincronización de diferentes acontecimientos se basa en las secuencias recurrentes,

Figura 24 a y b.- Piezas dentarias de megafauna.

cativas (caliente / frio, día / noche), generando de este modo, las bases para crear las divisiones sociales y construir las estructuras materiales para orientar y guiar a los agentes (en este caso la “Bóveda”). Por tanto, los agentes que actúan en el campo social se diferencian entre sí por la posesión o la acumulación del capital simbólico; es decir, en el caso de los cuerpos celestes éstos no solo tienen una identidad social propia que les permite vivir socialmente, sino que también están acumulando capital simbólico que les permite ejercer el dominio sobre otros agentes sociales, quienes 897

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Figura 25.- Marcadores de horizonte desde la Loma El Muerto 2.

la ocurrencia de diferentes eventos que tienen que sincronizarse depende de la intervención de ciertos agentes sociales (Iwaniszeski 2009:219). Definidos como “calendarios solares del horizonte” u “observatorios de horizonte”, estos elementos reflejan la práctica de la “Astronomía de observación del horizonte” por grupos seminómadas en esta área de la llanura central de Nuevo León. Una línea de horizonte se convierte en llamativa y significativa por su apariencia física material pero también porque sus rasgos materiales proporcionan identificaciones particulares dentro del marco común de referencia de la totalidad del paisaje (pueden convertirse en símbolos de identidad y marcadores temporales) (Figura 25). “Los calendarios se convierten en rasgos culturales que diferencian a los grupos sociales y al mismo tiempo los representan simbólicamente” (Iwaniszeski 2010b:252). Y agrega que “cuando la secuencia de eventos habituales se vuelve invariable, fija, estática y cíclica, ésta tiende a proyectarse sobre las formas

estáticas y fijas del paisaje, y es entonces cuando las relaciones temporales pueden comprenderse mediante las relaciones espaciales. A esto se refiere el concepto del calendario del horizonte. Las relaciones fijas que hay entre acontecimientos habituales y las posiciones del sol en el horizonte, permiten ver en los rasgos de este último la representación material y simbólica de la secuencia anual de actividades que tipifican la vida cotidiana de la población entera. La línea del horizonte que rodea el espacio físico habitado por el hombre es un rasgo natural, fijo e inmóvil, sin embargo, sólo la combinación de estos rasgos con el discurso social es lo que los hace fenoménicamente importantes (Iwaniszeski 2009:247). Algunos de los rasgos del horizonte (Sierra Madre Oriental, Loma de Juan Pérez, sierra de San Carlos), pudieron haber servido como marcadores de las posiciones solares en las fechas consideradas significativas (pléyades, solsticios- equinoccios, fases lunares). Como elemento del paisaje, el horizonte “constituye un acontecimiento importante en la 898

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percepción del ambiente separando el cielo de la tierra, y por lo tanto juega un papel importante en conformar las relaciones sociales” (Iwaniszeski 2001:222). Después de un tiempo determinado cada agente social es capaz de fijarse en las posiciones del sol en el horizonte y usarlas como marcadores temporales creando de este modo un sinnúmero de calendarios de horizonte (caso de patrón de asentamiento disperso à cazadores- recolectores). Resumiendo, el calendario de horizonte en la Loma 2 de El Muerto (que aquí hemos nombrado “marcadores”), les permitió abarcar todos los tiempos para ejecutar sus acciones (actividades humanas, actividades sociales estacionales): caza- recolección- pesca / usar el tiempo para regular y sincronizar la práctica social (Iwaniszeski 2001:224). Petroglifos punteados de cruz. Siguiendo a Aveni (2005:311), simbolizan números calendáricos y sirvieron como dispositivos de orientación (Figura 26). En la Loma 1 se localizaron 3: uno se encuentra en la grieta asociado al átlatl; el segundo se localiza en el frente rocoso al norte del abrigo 3; y el tercero consiste de un petroglifo aislado en la ladera sur. Se encontraron 2 más en la Loma 2: Uno en la “Piedra filosofal” asociado a otros elementos; y el segundo en la “Piedra del marcador”. Consisten de un doble círculo con un par de ejes ortogonales, grabados en una enorme losa de arenisca (“piedra filosofal”); o de un solo círculo con una línea vertical al centro, en bloques aislados, en grietas y paredes de frentes rocosos. Están hechos en base a percusión. Como señala Aveni los ejes de las cruces “muestran cierta tendencia a señalar la dirección general de los puntos de salida y ocaso del sol en los solsticios” (Aveni 2005.:446), sin dejar de 899

Figura 26.- Petroglifo punteado de cruz. “Piedra Filosofal”.

ser evidente la marcación del norte astronómico (un punto cardinal fijo, inamovible: el polo norte, alrededor del cual giraba la bóveda celeste). CONCLUSIONES Una vez revisados los paradigmas que consideramos podían ser significativos en la labor interpretativa de datos, advertimos que a diferencia de la clásica caracterización de los cazadores- recolectores “primitivos”, era posible re- significar estos grupos sociales, desde una perspectiva de complejidad sociocultural (Pintos 1998). En la determinación de la construcción del paisaje social por grupos cazadores recolectores “avanzados” o “complejos”, han sido reconocidas categorías de tiempo y espacio como lineamientos básicos sobre los que dicha sociedad percibía y ordenaba su experiencia en el mundo de la vida (rasgos diferenciales en su cultura material o paisaje-patrimonio que los identificaba como grupo). Tratamos de constatar que la complejidad se presentaba en relación al aprovechamiento óptimo de los recursos de supervivencia, cuya disponibilidad, variaba constantemente, y cambiaba de ubicación espacial según los ciclos

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estacionales – temporalmente-. En cuanto a la duración de las ocupaciones, cabe suponer que el lugar habría sido ocupado durante los meses de primavera y verano, comienzos del otoño; aunque cabe la posibilidad de ocupación durante el invierno debido a la permanente disponibilidad de recursos como los que hasta hoy día existen en el arroyo El Muerto; por tanto, pudo haber sido habitado temporariamente en distintos momentos del año, siendo las ocupaciones más prolongadas durante los meses más cálidos. Asimismo a nivel de la estructura social, la complejidad se infiere en el modo de apropiación del espacio por los cazadores recolectores, mediante una variedad de prácticas de carácter material e imaginario. Y a nivel simbólico, a través de la sacralización de determinados lugares como sitios ceremoniales (“sagrados” como hemos considerado a El Muerto). Cabe aclarar que para acceder a la forma del paisaje cultural en que se construían e integraban los monumentos en la Loma El Muerto, fue necesario explicar un modelo teórico- metodológico que permitiera describir, analizar y explicar el paisaje construido socialmente (20). Justamente, los grupos cazadores- recolectores que comenzaron a realizar tales prácticas (construir monumentos / dimensión material) tras cientos o quizá miles de años de inmersión natural (forma de relacionarse con la naturaleza, acorde a su habitus), comenzaron un “proceso de negociación cultural” (como propone Pintos) esencialmente distinto al que habían venido realizando, el cual involucró concepciones del espacio y tiempo distintos. Uno de los componentes de la cultura material (producto social de “carácter ritual”) a deconstruir en relación al paisaje (“social”), en un espacio sagrado como El Muerto -de especial significación simbólica-, han sido en este estudio, las manifestaciones gráfico- rupestres; como elemento arqueológico de tipo ritual, enmarcado en un contexto temporal y espacial (como representación del espacio social, como representación

social del territorio). A decir de Santos, la gráfica rupestre como “sistema de representación del espacio”, ha tratado de ser visto en su relación al patrón de racionalidad de la formación social, que no es más que la forma en la que los grupos conceptualizaron su posición en el mundo y su relación con la naturaleza (Santos 1998). Así pues, podemos mostrar ahora, que con dicha gráfica los grupos cazadores- recolectores en el Valle de Conchos representaron su entorno, convirtiéndolo en consecuencia, en un espacio social; y que la roca en sí misma, fue “una representación analógica del entorno, una reproducción a escala reducida del espacio físico”, una especie de microtopografía que pudo haber sido ser utilizada como soporte de referencias metafóricas, o incluso metonímicas, a la topografía natural (Ibid). Así, en términos generales cabe indicar que en las representaciones gráficas además de los motivos geométricos simples (Arcaico temprano- medio) (6000- 2500aC), fueron registrados signos con figuras humanas y zoomorfas (Arcaico Tardío) (1000 aC- 300 dC), aunque en menor proporción. Sin duda en El Muerto, la gráfica rupestre estuvo asociada a espacios domésticos y a espacios vinculados con recursos de caza y recolección, por lo que una posible función de las representaciones se relacionaría con la denotación de espacios de retorno previsto. Asimismo, al coincidir con fuentes de agua, sería factible suponer que dicha gráfica haya funcionando como una marca territorial, al implicar posiblemente una relación con los ancestros, y por tanto, la legitimación de los derechos territoriales. En suma, respecto a este campo social y simbólico, cabe plantear que - como código de referencias prácticas algunos grabados se identifican con la distribución cíclica de recursos en la zona (estaciones seca fría y caliente). En el caso de La Bóveda, fue posible hacer un registro anual de equinoccios y solsticios. 900

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- algunas representaciones simbólicas del paisaje son modelo a escala del mismo (ej. mapa de la Loma El Muerto 1 en pintura; calendario de horizonte hacia la sierra Madre Oriental en la Loma 2 de El Muerto). - se presentan esquemáticamente aspectos del paisaje social y organización del espacio, pero también del cosmos (como observación del cielo) (registro de elementos en la Loma 2 de El Muerto).

recoge elementos tan distintos como un acceso privilegiado al objeto de la investigación, analogías entre lo externo y lo interno, acceso a los motivos e intenciones del agente, capacidad para situarse en el lugar de otro, conocimiento implícito, empatía, etc. Por lo general, esta operación intelectual es muy estimada, ya que refuerza y añade valor a la información adquirida por el sujeto. Es además una metodología de tipo cualitativo que asocia la inteligibilidad del objeto investigado a las experiencias subjetivas. La capacidad para identificarse con el objeto, el contexto de la investigación, las experiencias e incluso las actitudes del observador forman parte de este procedimiento de investigación. Por idéntico motivo, la “comprensión” suele estar relacionada con otros conceptos que se refieren a aspectos internos de la acción, como “intencionalidad”, “propósito”, y no sigue las reglas de la explicación causal (THEORIA. Proyecto Crítico de Ciencias Sociales - Universidad Complutense de Madrid).

NOTAS No obstante que, por lo general, se ha considerado que esta gran área fue ocupada por grupos nómadas- cazadores- recolectores, una de cuyas características es que son acerámicos. Padilla (s/f), reporta la presencia de cerámica Prisco Negro, Baño rojizo pulido, Tipo Negativo, Gris Fino Quiahuistlán y Blanco y Negro, localizados en sitios al norte del municipio de China, N.L. 1

Concentraciones de material lítico y “fogones”, que posiblemente den cuenta de ocupaciones por períodos de tiempo relativamente cortos. 2

Los lugares sagrados constituían “una red de comunicación, mediante la cual los dioses en el pasado se (…) comunicaban con los humanos” (Iwaniszewski 2007). 5

Que a diferencia de los sitios abiertos, pueden contener depósitos arqueológicos estratificados con restos culturales de tradiciones depositadas en un espacio de tiempo amplio y que pueden proporcionar cronologías. 3

*ESTACION: grupo de petroglifos cercanos integrando una significación grupal (Santos 2000:114). 6

FORMA: elemento más visible y perdurable en la comunicación visual y proporciona el uso a largo plazo de los signos particulares. 7

“Comprensión” (Verstehen) es un término amplio que se refiere tanto a una actividad intelectual como a un método, utilizado en Ciencias Sociales, en Historia y en Filosofía. Sirve para conocer el significado de las acciones, para establecer analogías entre experiencias propias y sucesos externos. “Comprender”, “interpretar”, “comprehender”, “alcanzar”, “inteligir”, “aprehender”, “entender”, “percibir el significado”, etc., se refieren, por tanto, a una operación intelectual compleja. El término alemán Verstehen, traducido de varias formas, 4

Santos Estévez y Criado Boado le llaman “deconstrucción de la gramática espacial del arte rupestre” (2000). 8

La relación de los ritmos de la luna y el sol con los ciclos de la naturaleza terrestre, ha sido representada en el arte rupestre –simbólico-, a través de símbolos cuaternarios (cuatro partes) 9

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que pueden representar diversas significaciones complementarias.

“…..es necesario privilegiar un lugar particular, crear un lugar legítimo para hacer válidas las observaciones” (agencia)- à Loma El Muerto 2. 19

Los grabados en tanto objetivación del espacio son “(…) instrumento de acumulación del conocimiento (…)” (Bourdieu 2007). 10

El paisaje es construido, es decir, es “resultado de una práctica ejercida sobre el mundo físico, que va desde el simple retoque hasta la configuración integral” (Knapp 1999). 20

Las víboras y las lagartijas eran criaturas que viajaban entre la superficie de la tierra y el inframundo (Hays- Gilpin 2007:159). 11

Los esbozo de los seres eran “privados” lo que significa que no eran visibles a todos los miembros de la comunidad. No podían ser vistos por gente que no se había iniciado en una u otra sociedad religiosa (Hays 2007:160). 12

El átlatl es considerado como icono ritual (Hays 2007:160). 13

El círculo es una figura abstracta, pura; en ocasiones se le atribuyen poderes estéticos o simbólicos (o ambos) inherentes. Es simple de dibujar, es una forma (universal) visible cotidianamente en la naturaleza, visto en el cielo como los discos del sol y la luna, en las formas de animales y plantas y en las estructuras geológicas. 14

Estos refugios ofrecen espacios privados y son conocidos etnográficamente por haber sido utilizados como lugares para la realización de rituales restringidos y actividades artísticas. 15

Según Swartz, son llamados “locators” (marcadores identificativos). 16

En la concepción cíclica del mundo indígena, la imagen de las distintas fases de la luna, al igual que la naturaleza, crece, mengua y vuelve a renacer (Serie lunar numérica). 17

Papel de las posiciones del sol para crear referencias espaciales. 18

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