USA Cervantes. 39 Cervantistas en Estados Unidos. Eds. Georgina Dopico-Black y Francisco Layna Ranz. (Review)

Share Embed


Descripción

25/10/2012 | Crítica Bibliográphica Georgina DOPICO - BLACK y Francisco LAYNA RANZ (ed s), USA Cervantes. 39 Cervantistas en Estados Unidos, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2009, 1220 pp. ISBN 978 - 84 - 968 - 132 - 2 - 9 Reseña de Ana M. Laguna The State University of New Jersey Con el ambicioso propósito de tomar el pulso del actual cervantismo norteamericano, Georgina Dopico-Black y Francisco Layna Ranz reúnen las contribuciones de 39 significativos críticos afincados en Estados Unidos. El monumental volumen resultante continúa la labor cohesionadora de proyectos como el de la influyente Suma Cervantina de Avalle Arce y E. C. Riley (Londres: Támesis, 1973), al proporcionar una renovada multiplicidad de perspectivas que demuestra la vivacidad y transcendencia del cervantismo anglosajón, así como sus inevitables —aunque no siempre desarrollados— lazos con el peninsular. Desde su apuesta por el diálogo entre las academias europea y americana, USA Cervantes proporciona una revitalizante exposición de posibilidades críticas que hace de este volumen una forzada referencia para cervantistas de ambos lados del Atlántico. Varios autores se refieren en sus artículos al hecho de cómo fue básicamente coincidiendo con la diáspora de la posguerra española el que un grupo de críticos americanos y exiliados españoles abrían el estudio neocrítico, histórico, materialista y formalista a una literatura —la española— y a un período —el moderno temprano— históricamente marginados en la academia americana. Aquella primera generación, marcada por Juan Bautista-Avalle Arce, Américo Castro, Stephen Gilman, Ciriaco Morón, Alan Trueblood, Manuel Durán, Leo Spitzer, Bruce Wardropper, Javier Herrero, Carrol B. Johnson, Andrés Murillo, o John J. Allen (entre otros), forjaba, a través de su énfasis en Cervantes, el campo del cervantismo americano, marcado por una seria y “constante eficacia” (13) que se convertiría en piedra angular para posteriores cervantistas de cualquier sesgo. Del trabajo de esa primigenia generación quedan como forzada consulta (se esté de acuerdo o no) no sólo sus apuntes críticos, o sólidas ediciones de los textos, sino una forma de entender el análisis crítico y la peculiar coherencia textual de la escritura cervantina. Incluido en su fundacional legado literario quedó también el molde institucional y editorial de la Cervantes Societyof America (fundada en 1978), una sociedad que precedió a su homónima española, la Asociaciónde Cervantistas (creada en 1988). Es curioso que, en cuestiones de apreciación crítica del legado español, la voz autóctona parezca un tanto rezagada respecto al interés foráneo; al fin y al cabo, la primera historia de la literatura española fue escrita por un inglés,

George Ticknor, en 1849, como las primeras biografías de reyes como Felipe II — véase, por ejemplo, la influencia del trabajo de historiadores como William H. Prescott. Sin embargo, está claro que el desarrollo del campo no puede concebirse sin una alianza transnacional. El hecho de que una recopilación tan marcadamente americana haya sido publicada en español, y por un organismo como el CSIC, canaliza y responde a esta necesidad con una patente generosidad. De hecho, aunque publicado en español, el volumen es fiel a patrones americanos, al acoger democráticamente la gran multiplicidad de perspectivas críticas. Como colección, resulta innovadora en su enfoque, al pedirle a cada contribuyente que primero presente su trayectoria crítica en un miniensayo bio y bibliográfico, que proporciona una interesante génesis intelectual de su perspectiva. Para el lector europeo, resulta un tanto fácil desdeñar el orden alfabético en el que tales contribuciones están incluidas en el libro, de la misma forma que uno puede desestimar el criterio por el que el Museo Metropolitano de Nueva York organiza sus colecciones no por período cronológico o artístico, sino por benefactores. El orden meramente alfábetico es especialmente sorprendente, dado que en la introducción los editores sí agrupan a sus autores de manera temática. En el breve resumen de contenidos aquí referido se hará uso de este otro criterio. En un primer bloque, destacan el enfoque genealógico y espíritu comparatista de estudios como el de David Boruchoff, Marina Brownlee, Bruce Burningham, Carroll B. Johnson, Francisco Márquez de Villanueva, Frederick De Armas, Henry Sullivan y Dale Shuger. Boruchoff rescata el aspecto ético del Persiles que enfatizara el propio Cervantes en su dedicatoria al Conde de Lemos. Allí asegura que su libro quiere competir con Helidoro y que llega al “estremo de bondad posible”. Para ayudarnos a entender semejante declaración, Boruchoff reconstruye la influencia y significación de Heliodoro en el siglo XVII; Brownlee proporciona una genealogía de la relación de la naturaleza/materialidad del Persiles a través de la lectura de El jardín de las flores curiosas de Antonio Torquemada, una necesaria referencia para reconocer las dinámicas epistemológicas de esta obra. Brownlee se fija especialmente en lo que ella denomina “fronteras epistemológicas” que separan “el saber científico de la credulidad” (217). Burningham actualiza la lectura del Quijote con una divertida interpretación de una escena de Los caballeros de la mesa cuadrada de los Monty Python, con la que contextualiza la parodia que a su vez hace Cervantes de El Palmerín de Inglaterra; Johnson, por su parte, conecta los libros de caballerías escritos por autores musulmanes como Lepoleno, el caballero de la Cruz (1521) o Felix Magno (1531), con don Quijote. Como obra magna cervantina, estas novelas parecen haberle servido de tanta referencia como las de caballerías, ya que también se basan en un esquema metaficticio; Francisco Máquez de Villanueava identifica la estética literaria de Palomeque —en lo que refiere al deleite sicosomático asociado con los libros de caballería “que nos quita mil canas” (I.32)— con la fenomenología natural de doña Oliva Sabuco de Nantes. Frederick de Armas recupera para el lector actual el híbrido imaginario cultural cervantino compuesto por imagen y palabra, utilizando como referencia básica a un pintor y teórico como Vasari. De Armas rescata así fascinantes y veladas

referencias textuales y ekphrásticas en el Quijote; Henry Sullivan explora el ámbito norteuropeo, notablemente olvidado por el cervantismo —a pesar de la estrecha relación que ambos territorios mantuvieron en el siglo XVI— al estudiar la recepción e imitación de la popular novela de Rinconete y Cortadillo en Praga; Dale Shuger estudia de manera rigurosa los documentados casos de locura coetáneos al Quijote, subrayando las asociaciones sociales y jurídicas de esta condición, y estableciendo bases firmes para considerar esta novela como una exploración de sí misma. Un segundo bloque se agrupa en torno a la cuestión del género literario, como una categoría maleable y ahistórica que multiplica las posibilidades del texto en lugar de limitarlas. John J. Allen explora la relación entre género, lenguaje, percepción y deseo con una siempre cuidadosa lectura de varios capítulos del Quijote en los que concluye que las diferencias entre personajes y perspectivas se ven en último término neutralizadas en pos de la amistad entre caballero y escudero. Alison Caplan contrapone el opus magnus cervantino con el icónico Tirant Lo Blanc para analizar las reapropiaciones cervantinas de elementos temáticos constituitivos de Tirant, tales como su concepto de heroicidad, la noción de orden social de su entorno, y el esquema itinerante en la formación del héroe. Isabel Lozano-Renieblas cree que la novela de Rinconete y Cortadillo ilustra emblemáticamente el proceso de formación de la novella como estructura abierta, de encuentro entre lo alto y lo bajo, fórmulas narrativas de la Antigüedad y las innovadoras sensibilidades de la modernidad. El suyo no es un análisis meramente bajtiniano, aunque lo parezca, puesto que se dedica principalmente a entroncar la novella con dos géneros clásicos menores: el “carácter” (o “karacterismo”, en una mímesis del mundo bajo), y el “mimo” (un marco teatral que reproduce escenas de la vida cotidiana). James Parr, con su conocido acercamiento formalista, demuestra una vez más la complejidad irreverente de los componentes del Quijote. Parr ilustra cómo la aproximación deconstructiva nos permite ver cómo esta novela se autocancela y constituye simultáneamente un juego magistral de sus elementos narrativos. Stanislav Zimic recupera la novela bizantina como fuente y referencia principal del corpus cervantino. Zimic establece, por ejemplo, la evolución (o complicación) de elementos como el de la anagnórisis en El trato de Argel, El amante liberal y El gallardo español, demostrando como este recurso en Cervantes no implica sólo el reconocimiento de la identidad sino el desarrollo de la personalidad interior. El género sexual se enfoca desde críticas que han abierto enormemente sus parámetros, diluyendo las diferencias entre los estudios “queer” y los feministas, al más puro estilo butleriano. Así, Mercedes Carrión invita al lector a prestar atención a esos momentos en el Quijote donde el caballero, en Sierra Morena, actúa de observador a la espera de la acción/actuación de otros (en este caso Cardenio). Para Carrión, Cardenio constituye un ejemplo de “la intersección del queerness con lo dispórico” (313) que produce personajes alienados, invisibles y relegados a un espacio marginal alejado de las directrices hegemónicas del siglo XVII. Anne Cruz estudia las curiosas “fuentes” de la Duquesa, leyendo de manera metafórica en esta corrupción física la no menos

supurante corrupción política de la nobleza aúrea, que empieza a ser ampliamente denunciada por la literatura arbitrista. Adrianne Martín rescata uno de los temas más presentes y denostados del corpus cervantino: la prostitución femenina. Para Martín, el retrato de este submundo es por un lado esencial para la reformulación de los valores normativos que lleva a cabo Cervantes, constituyendo por ello una pieza clave para entender el mundo que rodea e inspira dicha reformulación. Los estudios transnacionales ocupan otro privilegiado lugar en la colección. Mercedes Alcalá Galán recupera el carácter subversivo del manuscrito árabe en el que se haya escrito el Quijote, proporcionando al lector actual referencia histórico-literaria del alegato anti-hegemónico que implica esta maniobra textual. Diana De Armas rescata, con su perspectiva transatlántica, uno de los referentes literarios que menos ha estudiado la crítica, el americano. De todos es sabida la frustración del autor por no haberse podido embarcar en la aventura americana, pero sólo un selecto grupo, liderado por Diana De Armas, ha sabido leer estos trazos americanos en la obra cervantina, especialmente en el Persiles. Este artículo estudia en la obra póstuma cervantina las veladas referencias a los Comentarios reales del Inca Garcilaso; Georgina Dopico-Black usa la imagen de las “lágrimas” para establecer una diferencia entre el recurrente motivo poético y su significación política en el caso de personajes cervantinos como Ricote. Enfocándose no sólo en una recuperación histórica del referente de este protagonista (como representante de los moriscos del valle Ricote), DopicoBlack se fija en el peso teológico-moral de las lágrimas de Sancho (el sujeto compasivo y empático al otro lado de la frontera hegémonica) expresado en obras como Las lágrimas de Job, Lágrimas de Moisés o Lágrimas de Jeremías. Bárbara Fuchs recompone la visión de Italia contenida en las Novelas ejemplares, en especial en La señora Cornelia. A través del quiasmo entre dos naciones que intercambian la conquista militar por la cultural, Fuchs perfila la imagen idealizada de Italia tal y como circulara en el capital cultural de los siglos XVI y XVII. Maria Antonia Garcés explora la hibridez étnica de este contexto a través de la maleabilidad de sus fronteras y de la fascinación por el “otro”. Para Garcés, ambas perspectivas están contenidas en la figura de los renegados, “aquellos individuos que se convierten en la misma imagen de la frontera humana” (546). Para estudiar esta porosa figura, y la subversión que con ella hace Cervantes, Garcés hace uso de la noción de tercer espacio cultural de Homi Bhabha, y sus teorías de identidad y diferencia cultural. Stephen Hutchinson continúa esta exploración de la hibridez amparándola en el mediterráneo, un nuevo nexo de unión en el que confluyen “dos mundos teóricamente opuestos, el cristiano y el musulmán [...] que en los Siglos de Oro se contemplan mutuamente desde la extrañeza y la fascinación recíproca” (643). Hutchinson explora este universo complejo y divergente a través de la historia del cautivo, El amante liberal, La gran Sultana y Los baños de Argel. Su sugestiva lectura demuestra cómo Cervantes acerca y humaniza lo exótico. En un plano más político y metacrítico, William Childers analiza las tendencias más influyentes del cervantismo en los últimos años, considerando

que una de las tendencias más “marcada y fructífera es la historicista, y aún la biográfica” (393). Otra dirección avivada tras el cuarto centenario es la “presentista,” una enfocada en celebrar la modernidad del texto, que para Childers conlleva una proyección inherente de nuestra modernidad, no la de Cervantes. El crítico propone una tercera vía que explore lo que denomina una “modernidad barroca”, todavía marcada por lacras del absolutismo como la desigualdad, la violencia, el secreto y el disimulo. Estudiando estas últimas variables en detalle, Childers muestra cómo la incipiente modernidad del Siglo de Oro difiere radicalmente de la de corte burgués que inspirara luego la revolución francesa, el estado napoleónico y las Cortes de Cádiz (395). Francisco Sánchez continúa estudiando el contrapunto ideológico en el Quijote, esta vez en referencia al subtexto económico-social de la obra. Su lectura interpreta los episodios de los Duques y sus extremos entretenimientos como representantes del desgarro del estamento nobiliario ante la emergencia de un nuevo orden social. Nicholas Spadaccini rescata la figura del autor, pero no desde el resbaladizo punto de vista de la intencionalidad, sino de la autoreferencialidad en el texto. El artículo explora las marcas de autoconsciencia de un texto (y autor) sabedor de su profundo cuestionamiento de patrones oficiales. Aún más implicado en la cuestión autorial está la contribución de Julio Baena. Baena explora la íntima conexión entre escritura y muerte que apuntara Derrida (especialmente en La pharmacie de Platon) y ejemplificaran mucho antes los “errores” y discontinuidades de los textos cervantinos. Para Baena, esas discontinuidades son especialmente relevantes en los prólogos por constituir éstos espacios semiautoriales donde se articula más claramente la reflexión cervantina que “vive, habla, y combate a la muerte” (157). Salvador Farjardo explora la conexión entre el ethos pre-discursivo (la imagen que ya tiene el hablante) y el ethos manifestado por la expresión verbal implícita y las nociones de identidad de los capítulos 30-32 de la primera parte del Quijote. Para Fajardo, dichos capítulos constituyen “el marco conceptual” del resto del libro, proporcionando al lector al mismo tiempo la posibilidad de crear una interpretación/percepción de eventos y personajes que no siempre coincide con la del narrador. Michael Gerli coincide implícitamente con Baena al considerar que los errores cervantinos no constituyen despistes sino “artificios narrativos”, destinados a crear una apariencia de texto fragmentado. Para él, estas discontinuidades textuales crean un “sabotaje hermenéutico” (28) con el que se subvierten los intentos filológicos para “corregirlos”, en pos de una lógica y coherencia interna que muchas veces se denomina orgánica. Charles Presberg estudia la simbiótica relación entre la verdad histórica y la poética en las no menos simbióticas novelas de El casamiento engañoso y El coloquio de los perros. Presberg analiza las permutaciones retóricas de las gradaciones de verdad que, sobretodo en el Casamiento, a menudo incluyen varias dimensiones de la mentira. A nivel inter/extra textual, William Clamuro explora recursos asociados con la idea de espacio y movimiento (en la recurrente imagen del viaje, por ejemplo, pero en otras significativas variantes como el camino, la huida o la

peregrinación) para describir las evoluciones narrativas y psicológicas de los protagonistas de las Novelas ejemplares. El artículo termina con un sugerente estudio del Coloquio de los perros como “diálogo metacrítico de todo movimiento y ubicación dentro de las Novelas ejemplares” (338). Roberto González Echevarría establece una cartografía de los espacios recorridos por don Quijote, estableciendo una diferencia entre los naturales —abiertos— y los arquitectónicos, urbanos y/o cerrados. Encuentra una coherente diferencia entre la primera y segunda parte de la novela, dado que la primera se caracteriza por un bagaje de espacios abiertos y construcciones arquitectónicas indefinidas, mientras que la segunda se concentra en edificios y entornos cerrados, casi crípticos; “como una serie de cajas chinas translúcidas, la Segunda Parte conduce a un vacío evanescente”, convirtiéndose en un “profuso sarcófago con un hueco en el centro” (633). En un último apartado se evalúan las desproporcionadas y poco visionarias celebraciones de la publicación de la primera parte del Quijote. James Ifland cuestiona la renovada canonización de la novela en el imaginario cultural español, dado que la saturación mediática no parece haber generado una mayor lectura de ella. Jacques Lezra explora la simbólica desproporción del “uso” y “sentido” del Quijote hasta llegar al uso que el nacionalismo falangista hizo de este texto. El artículo explica la particular intersección entre la política y la literatura que hizo del Siglo de Oro un símbolo obligado en la España fascista. La última evaluación política la realiza Rogelio Miñana en su fascinante repaso de las reapropiación actual del Quijote como símbolo nacional. Usando el concepto crítico de la comunidad imaginada (Anderson), Miñana retrata tanto las asociaciones nacionales como las nacionalistas (independentistas), descubriendo las interpretaciones divergentes formuladas en Cataluña y País Vasco. Miñana demuestra así cómo la ideología no sólo forja una obra literaria, sino que la reinventa, y esa reinvención a veces no puede ser menos contradictoria que el territorio político en que se encuadra. A modo de epílogo, los dos últimos apartados discuten la famosa cuestión de los “errores cervantinos” (el de Eisenberg y Lathrop) y el frucífero universo iconográfico cervantino, recogido, catalogado, y titánicamente digitalizado, en el fascinante “Proyecto Cervantes” realizado por Eduardo Urbina. Urbina proporciona, a través del portal virtual (gratuito) de este proyecto, acceso a más de 50.000 imágenes del Quijote encontradas en los 400 años de ediciones de la obra cervantina. El prólogo de Enrique García Santo Tomás recataba un aspecto de la crítica y obra cervantina denostados tradicionalmente; la influencia de Cervantes en sus contemporáneos. A través de la presentación del caso de Salas Barbadillo, Santo Tomás da idea de la necesidad y significación de esta dimensión. El otro prólogo que enmarcaba esta recopilación constituía un no menos monumental resumen de la historia del cervantismo apuntalado con la claridad y minuciosidad que caracteriza la escritura de Alison Weber.

A modo de conclusión, debe puntualizarse que no son todos los que están, aunque definitivamente están todos los que son. Resulta difícil justificar la ausencia de críticos como Ruth El Saffar, Howard Mancing, David Castillo o Eric Graf. Lo que sí resulta fácil de entender es la cohesión de las contribuciones de los que sí aparecen, no porque no haya desaveniencias entre ellas, sino por la forma en la que establecen un nutrido diálogo entre sí. Muchos autores hacen referencia los unos a los otros, resaltando los lazos intelectuales y humanos que unen, a modo de amistad o influencia, o como mentores, los integrantes de esta o aquella generación crítica. El tiempo dirá si el volumen consigue establecer del diálogo que anhela con el cervantismo hispanohablante, o si ambos dominios académicos continuarán produciendo monólogos afables pero paralelos. De momento, lo que queda patente es que USA Cervantes constituye una fascinante “hoja de ruta” tanto para el lector cervantino —sea ocasional o profesional— y que la significación y amplitud de miras de esta recopilación merece un obligado puesto de honor en cualquier biblioteca dedicada al campo.  

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.