Una radiografía a #conmishijosnotemetas

May 25, 2017 | Autor: Damian Gonzales | Categoría: Gender, Peruvian History, Gender Discrimination, Igualdad de genero, LIMA PERU
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Una radiografía a #conmishijosnotemetas
Damian Gonzales
En las últimas semanas hemos visto que ante la integración de una perspectiva de género en la currícula educativa nacional han aparecido, una vez más, los grupos religiosos a dar la contra. Esta vez con una agresiva campaña que llaman #conmishijosnotemetas ¿Cuál es el razonamiento que está detrás? Haciendo un escrutinio amplio de toda la información que está disponible en diversos medios como internet y grabaciones donde aparecen representantes de este movimiento he podido ubicar los lineamientos básicos de este razonamiento.
Según ellos, hay dos formas de observarlo, o desde el punto de vista religioso o desde el punto de vista científico-biológico. Por el lado religioso su tesis es que Dios creó sólo dos sexos. Cuando intentan entrar en el terreno científico afirman que en la naturaleza sólo hay dos sexos, estos son varón y fémina, hombre y mujer, macho y hembra. Aparentemente no hay términos medios, todo lo demás resulta una trasgresión a la creación o al orden natural (evidentemente, lo que Dios creó es lo natural).
Para sustentar aquella tesis se recurren a diversos tipos de argumento que podemos agruparlos en 5: argumentos científico-biológicos que nos dicen que ese orden natural, instaurado por Dios o por la naturaleza en abstracto, no puede ser contravenido porque se caería en la extinción de la humanidad. Este argumento tiene como presupuesto que los seres humanos poseemos un destino inexorable de reproducción, de tal forma que la finalidad de la unión de personas es esa. ¿Cómo se podría explicar que los hombres tienen pene y las mujeres vagina si no es para reproducirse? Entonces dos hombre no pueden estar juntos porque no se podrían reproducir (pene con pene no pueden reproducirse).
El segundo tipo de argumento es el "sociológico". Este apunta hacia la perpetuidad de la humanidad. Para que se desarrolle la sociedad, se necesita del núcleo varón-mujer como célula mínima de la sociedad para que el orden se prolongue y se asegure la continuidad de lo natural. El tercer tipo de argumento es el "psicológico" donde se explica que una sociedad donde los homosexuales puedan estar unidos no es una sociedad saludable ya que se van a tergiversar las mentes y el orden natural de las cosas va a ser alterado. El punto más álgido de este argumento es que las mentes de los niños van a ser trastornadas o distorsionadas, porque podrían tomar como normal algo que, en efecto, no lo es, porque es contrario a la naturaleza.
El cuarto argumento es el religioso, donde fue algo más grande que la voluntad o interpretación humana, la voluntad de Dios, la que quiso que los sexos fueran dos, varón y mujer. Nosotros como seres infinitamente limitados ante su poder, no podemos oponernos a sus designios. Finalmente, el argumento más perezoso es el quinto, el jurídico, según el cual nuestro país no acepta la unión entre personas del mismo sexo en la legislación, si no que especifica que sean hombre y mujer quienes van a contraer la unión (sea matrimonial o de hecho).
Atendiendo a toda esta argumentación, sostienen que el Estado no debe permitir que "ideas" contrarias a lo natural se divulguen y menos se conviertan en políticas públicas ya que hacerlo sería perjudicial para nuestra sociedad. Ojo con el énfasis puesto en el término "ideas" (o lo que llaman "ideología"), porque en su percepción las ideas son alterables, variables, pero lo natural no, de modo que su uso de los términos "idea" o "ideología" van en sentido despectivo. En su escala de valores algo se degrada cuando pasa de ser natural a ser relativo como una idea. A consecuencia de todo esto, las discusiones sobre matrimonio homosexual, la inclusión de perspectivas de estudios de género o la sentencia que validó un matrimonio homosexual colisionan directamente con su escala de valores y por eso hacen campañas defendiendo lo que ellos consideran correcto.
Hay una idea que es el presupuesto más importante de todo lo dicho anteriormente, que es la idea de "lo natural". Ya sea basándose en fundamentos religiosos o científicos, esta no puede ser cuestionada, porque las verdades objetivas no admiten cuestionamiento. ¿De dónde viene esta idea de naturaleza incuestionable? En nuestra tradición occidental viene de dos fuentes muy antiguas, pero fundadoras de nuestra cultura: Roma y la biblia. En el Digesto romano, una recopilación de Derecho hecha en el siglo VI d.c. por el emperador Justiniano, aparece una idea de "lo natural": "la ley natural es la que han aprendido todos los animales de la naturaleza, no es particular del ser humano […] De allí proviene la unión del hombre y la mujer que llamamos matrimonio, lo cual conlleva procreación y la educación de los hijos […] hasta las bestias más salvajes manifiestan el conocimiento de esa ley".
Por otro lado, la biblia tiene diversos pasajes donde se habla de la ley de Dios, como en el célebre pasaje donde es la misma divinidad quien tiene la autoría de las leyes que Moisés enseñará al pueblo judío. Irónicamente por más que estás visiones sean milenarias, aún son enseñadas en los colegios. Así nos damos cuenta de que la existencia de un "orden natural" está presente en nuestra cultura desde sus inicios.
Siglos más tarde, en la edad media, esta concepción de orden natural llegó más lejos. Pues el mundo pasó a ser un orden natural inalterable que había sido instaurado por Dios. Al ser humano le correspondía sólo descubrir aquel orden, toda contradicción a este constituía una aberración. Por ejemplo el antropólogo jurídico Alain Supiot cita un juicio de mediados del siglo XVI donde se condenó a un gallo por "un crimen atroz y contra natura", pues había puesto un huevo.
Con la llegada de la modernidad filosófica, la idea del orden puesto por Dios fue perdiendo espacio, pero ese lugar comenzó a ocuparlo la razón. Encontrarle una racionalidad matemática al mundo fue la nueva preocupación de los filósofos y científicos, sin embargo la idea de una ley natural que había que descubrir no fue dejada de lado. La persistencia de lo natural tuvo una fuerza tal que inclusive sobrevivió a la revolución francesa, que fue eminentemente laica.
Esos siglos fueron la época del Derecho natural, donde los derechos ya no emanaban de Dios, sino que nacían de hombre mismo por su sola condición de serlo (derechos subjetivos naturales). Al Estado, ya no a Dios, le correspondía ser el garante de que los derechos se cumplan. Ese es el presupuesto esencial detrás de la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano (y en buena cuenta de la dogmática actual detrás de los derechos humanos). El trasfondo seguía siendo la herencia de tantos siglos pensando que existía un orden natural y leyes naturales, si bien antes bajo inspiración divina, ahora era por la razón.
Esa razón no fue cuestionada sólo hasta finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, cuando Freud descubrió el inconsciente. Más adelante tuvo su estocada final cuando Heidegger y Gadamer nos mostraron que aquella razón no es absoluta ni totalmente independiente, sino que interpreta de acuerdo a un primer hecho irracional que la determina: el lugar de nacimiento. Somos arrojados al mundo, no elegimos donde nacimos, pero ese hecho marca nuestra formación, nuestros prejuicios y nuestras tradiciones.
A estas alturas de la historia, pensar que un orden es inalterablemente inherente, natural, es caer en un despropósito. Nuestra época no es la de los absolutos o de las verdades incuestionables, por eso es que el modelo de estado actual no es uno donde exista una confesionalidad oficial de ningún tipo, en democracia se dan espacio a todos los tipos de interpretaciones de la vida, sea científico, religioso, político, económico o filosófico.
Sin embargo, hay personas que no piensan así. Su interpretación del mundo es bastante cercana a la medieval o la del siglo XIX, no en sentido despectivo, si no en tanto consideran que hay verdades incuestionables, de tal forma que las políticas del estado deberían basarse en aquellas, a la misma manera de un antiguo estado confesional. Buscar establecer las normas o políticas de un estado fundamentándose en absolutos como leyes divinas o científicas podría llevarnos a totalitarismos. Pero la situación existente puede ser tanto más nociva porque se confunde a las "leyes divinas" dotándolas de un pretendido cientificismo.
Hay una confusión de dos paradigmas que tienen visiones diferentes del ser humano pero irónicamente tienen un sustrato común: lo invariable o natural. En primer lugar, aun cuando las religiones se basan en "verdades objetivas" o revelaciones, el ser humano es un sujeto que va en busca de su Dios descubriendo su orden. Es decir, no se le sustrae la subjetividad o identidad individual al ser humano a pesar de que hay un plan de Dios que debe ser descubierto.
Por el otro lado, para la propuesta científica en general el ser humano es un objeto de estudio. Un objeto que opera dentro de un sistema, donde es parte de un engranaje mayor al cual le es funcional. Ejemplo de esto es la selección natural, donde la especie que sobrevive es la que se va adecuando al medio ambiente donde habita. No está de más recordar que una mala interpretación de esta llevó a pensar que la supervivencia estaba destinada para el más fuerte, una raza superior o un "superhombre" como lo sostuvieron los nazis el siglo pasado.
¿Qué sucede cuando estas dos visiones se confunden, es decir cuando se le da un rango científico a los dogmas religiosos? Pues se cae en un tipo de totalitarismo sin estado, el peor de todos, el mental. Aquí es donde llegamos a donde están los correligionarios de #conmishijosnotemetas. Vemos que tienen una predilección especial por hablar de una "naturaleza" científicamente comprobable que consta de sólo dos sexos (varón y mujer). Esta debe ser mantenida, por eso sólo se debe permitir matrimonios entre hombre y mujer. Según ellos esta determinación va más allá del Estado, es más grande que él, es "científica" y "natural".
Así, nosotros, los seres humanos, los ciudadanos de este país, somos objetos, fichas, dentro de un plan mayor a nosotros que conformamos el Estado, que es el plan divino, pensado y establecido por Dios. Por eso el Estado debe ser funcional a este plan. Vemos la confusión de la visión religiosa y la científica del ser humano en frases como "Dios creo hombre y mujer, eso es lo natural" "yo promuevo el matrimonio natural" "yo defiendo la familia natural". Si bien no perdemos nuestra subjetividad individual, nos encontramos sometidos a un engranaje exacto llamado determinación divina científicamente comprobable, en otras palabras "sólo existe hombre y mujer". Seamos claros, ESTO ES LO MENOS DEMOCRÁTICO QUE EXISTE.
No basta con decir que no hay apertura de mente o que están equivocados, su propuesta es antidemocrática. Esto revela que la democracia como valor no ha calado en nuestra sociedad. Lo imperativo, lo confesional sigue campando en nuestra sociedad, y es la idea que se viene imponiendo a los niños y jóvenes de nuestro país no solamente con campañas contra la igualdad de géneros como #conmishijosnotemetas o con "La marcha por la vida". Esto tiene un trasfondo sumamente peligroso, porque contiene tintes muy fuertes de autoritarismo, escudándose en quien ellos consideran la mayor autoridad del universo: Dios. No es casual que se sientan portadores de LA verdad y vayan condenando a cuantos se opongan a su pensar, pues se sienten respaldados por su dios, que termina siendo utilizado como herramienta para sus propósitos.
En democracia no hay espacios para la imposición de lo que un grupo considere "natural", hay espacios para convivencia. No perdamos de vista las prácticas de estos grupos, pero pongamos mayor énfasis en sus presupuestos, como la idea de que existe algo "natural" para fundamentar políticas públicas, pues tienen un trasfondo autoritario e impositivo, nada más alejado de una propuesta democrática.



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