Una novela que hace historia Galdos y un

June 7, 2017 | Autor: Germán Gullon | Categoría: Novel
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Recuentos del asedio de Cádiz (1810–1812): Una novela que hace historia (Galdós), y una ficción que entretiene con un trasfondo histórico (Pérez-Reverte) Germán Gullón a

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University of Amsterdam

Available online: 29 Mar 2012

To cite this article: Germán Gullón (2012): Recuentos del asedio de Cádiz (1810–1812): Una novela que hace historia (Galdós), y una ficción que entretiene con un trasfondo histórico (Pérez-Reverte), Romance Quarterly, 59:2, 78-88 To link to this article: http://dx.doi.org/10.1080/08831157.2012.655137

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Romance Quarterly, Vol. 59, No. 2, 78–88, 2012 C Taylor & Francis Group, LLC Copyright  ISSN: 0883-1157 print / 1940-3216 online DOI: 10.1080/08831157.2012.655137

´ GULLON ´ GERMAN University of Amsterdam

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Recuentos del asedio de C´adiz (1810–1812): Una novela que hace historia (Gald´os), y una ficci´on que entretiene con un trasfondo hist´orico (P´erez-Reverte)

El modernismo cre´o una brecha entre la lectura como goce lectorial y como experiencia art´ıstica autoreflexiva. Por medio de la novela hist´orica en torno al asedio y el proceso constitucional en C´adiz entre 1810 y 1812, Benito P´erez Gald´os y Arturo P´erez-Reverte contactan con el lector por medio de tramas atractivas y al entablar contacto con hechos hist´oricos importantes. Pero mientras Gald´os profundiza en la conquista de la libertad personal y pol´ıtica con su an´alisis de la historia y del car´acter nacionales, P´erez-Reverte retrata los m´oviles del ser humano de todos los lugares y tiempos, desmitificando la leyenda democr´atica del C´adiz en cuesti´on. Keywords: El asedio, el episodio nacional C´adiz, Benito P´erez Gald´os, goce lectorial, Arturo P´erez-Reverte

Las obras aludidas en el t´ıtulo son C´adiz (1874) de Benito P´erez Gald´os y El asedio de Arturo P´erez-Reverte (2010). Cuando le´ı la segunda nombrada, reci´en salida de la imprenta, experiment´e una sensaci´on de aut´entico goce lectorial. Volv´ıa a releer un trozo esencial de la historia de Espa˜na, llevado a la ficci´on de una manera muy af´ın a nuestro gusto presente, cuando la novela hist´orica contagiada de la negra se ha convertido en uno de los veh´ıculos narrativos preferidos. Este encuentro con un tema recontextualizado produce, y presto la expresi´on, una especie de “reanimaci´on est´etica”,1 que beneficia a ambas obras. Un libro insufla vida al siguiente, y viceversa. El conocedor de la obra de Gald´os descubre en la de P´erez-Reverte algo que a˜nade valor a sus recuerdos lectoriales; el escritor canario todo lo pone en la balanza de la e´ tica, del bien y del mal, mientras que nuestro contempor´aneo tiende a dotar a sus personajes de emociones m´as del d´ıa. Harold Bloom (The Anxiety of Influence) calificar´ıa el fen´omeno como un caso de influencia, yo prefiero hablar de obras que tratan de temas semejantes con un prop´osito distinto. M´as que influencia cabe hablar de contaminaci´on de unas obras con otras, porque las fronteras textuales se han hecho permeables. Hace tan s´olo unos a˜nos la figura de Gald´os presid´ıa el gran cap´ıtulo de la novela realista decimon´onica espa˜nola, con todo merecimiento, mientras que los narradores actuales se agolpaban en un u´ ltimo cap´ıtulo del libro. El Internet, sin embargo, iguala las fortunas, e incluso las inclina a favor del escritor joven, porque su presencia encuentra mayor eco en la red digital. As´ı esta reanimaci´on est´etica, arranca una novela rom´antica, la de Gald´os, y

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la lleva de nuevo a ese r´ıo revuelto en que hoy existen las bellas letras. Casi es posible so˜nar con una pel´ıcula que sumara ambos textos, dot´andolos a´un de otro y diferente prop´osito est´etico.

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´ ESCRITORES CON EXITO LECTORIAL El escritor Arturo P´erez-Reverte es un novelista que se ha ganada la fama a la manera antigua, a base de vender libros, lo que le asemeja a Benito P´erez Gald´os. Esta afirmaci´on que a primera vista parece una perogrullada tiene su miga, pues desde el modernismo para ac´a, o si se desea desde comienzos del siglo XX, el valor de los literatos espa˜noles parece depender de la ingenier´ıa editorial que ha intentado consagrar libros de un determinado valor literario, pero que el p´ublico lector apenas puede digerir. La alta m´usica se independiz´o en el siglo XIX de todo prop´osito utilitario, dejando de lado la parte oral, de canto eclesi´astico, que conten´ıa, porque as´ı resultaba m´as aut´onoma, el sonido brillaba por s´ı mismo, sin tener que supeditarse a la palabra. Los pintores hicieron algo parecido, separar el color del contenido de lo representado. Los editores literarios y los autores llevan doscientos a˜nos intentando que la literatura sea aut´onoma, que se desvincule totalmente de la realidad, con un resultado triste: el lector com´un ha huido de la literatura y se ha refugiado en la literatura de entretenimiento. Los editores intentaron hacer algo imposible como meter un elefante por el ojo de una aguja, imponer el gusto educado por el estudio y la lectura de una minor´ıa a la mayor´ıa. Mi denominaci´on para estos doscientos a˜nos es la de edad de la literatura, que abarca desde 1800 hasta 1989, cuando la ca´ıda del muro de Berl´ın y la llegada del Internet cambiaron el panorama literario, pues el elemento mercantil hizo que la literatura perdiera el centro del podio cultural (Gull´on). El cine en la segunda mitad del siglo XX, ya lo comparti´o con ella (Benet), la consolidaci´on de los grandes grupos editoriales, como Planeta y Alfaguara, que absorbieron a editoriales peque˜nas, las convirti´o en empresas donde el beneficio econ´omico primaba sobre cualquier otra actividad, por ello se encomendaron al rendimiento que ofrecen los superventas y rehuyendo de los libros considerados de un alto valor literario, pero cuyas cifras de ventas eran muy peque˜nas. Las peque˜nas editoriales independientes han recogido el testigo, y son ahora ellas las que publican muchos libros que las grandes jam´as considerar´ıan editar. En cierta manera, la imposici´on de la literatura ensimismada, ajena al p´ublico lector ha perdido la batalla, que no la guerra, pues cada a˜no salen al mercado libros literarios que venden muchos ejemplares, pero el libro que nace de un yo, en una sensibilidad que se considera especial, u´ nica, ha perdido la batalla, porque nos hallamos en una e´ poca en que el nosotros ha ganado la batalla al yo. Los grandes autores de superventas, como Stieg Larsson o P´erez-Reverte, no reflejan simplemente la sensibilidad de una persona, sino que intentan recoger un sentimiento, una sensibilidad, compartida con sus lectores. No pretenden sorprenderles con una mirada m´agica de la realidad, buscan en cambio ofrecer una mirada amplia, que recoja la sensibilidad de su e´ poca, de sus lectores. La pluralidad de la oferta literaria actual ha sustituido a la dieta u´ nica. Juan Benet, uno de nuestros m´as agudos escritores de la segunda mitad del siglo XX, es un ejemplo claro de literatura escrita por la literatura misma. Los lectores acostumbrados a sus textos disfrutamos enormemente de su juego de ajedrez verbal, si bien echamos de menos su trascendencia social. Es literatura como dije ensimismada, apta para el goce de los iniciados, aquellos que por nuestro trabajo, estudios, hemos tenido la suerte de poder dedicarnos a tales lecturas (Bourdieu). Sin embargo, esta literatura como la m´usica sinf´onica exige que estemos callados, concentrados para apreciarla, con lo que se pierde la mundanidad de las letras, de la m´usica. Gald´os y P´erez-Reverte, cada uno en su e´ poca, escribieron sus episodios nacionales con

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prop´ositos did´actico y de entretenimiento, que son metas muy dignas. No toda la cr´ıtica est´a de acuerdo. Lo ideal ser´ıa volver a los inicios de la venta de libros de ficci´on, all´a por el Siglo de Oro, cuando los libreros eran los impresores, y por lo tanto publicaban lo que se iba a vender. Como esto no puede ser, cuando nos asomamos con v´ertigo a la era digital, quiz´as lleg´o el momento de reivindicar un tipo de obras, como C´adiz de Gald´os o El asedio de P´erez-Reverte, que devuelven al lector el gusto por la lectura, y al tiempo le ofrecen un marco hist´orico que enriquece sus conocimientos, en este caso del sitio de las tropas napole´onicas a la ciudad gaditana. Gald´os se quej´o en su momento de la novela de follet´ın, cuando el mismo recurri´o en La sombra (1870), su peor novela, a recursos propios de la novela por entregas, porque se trataba en muchos casos de obras burdas. Lo que sucede con las obras de entretenimiento de que hablamos aqu´ı es que los lectores entran en contacto con una presentaci´on de los hechos hist´oricos a trav´es de una trama atractiva. Los Episodios nacionales de Gald´os no son sus mejores obras, desde luego no los de las dos primeras series. Su mejor producci´on es bien sabido lo constituyen las llamadas novelas contempor´aneas, de La desheredada (1881) a Misericordia (1897), sin embargo son las m´as populares y las m´as vendidas de su producci´on. Lo mismo podr´ıa decirse de las obras de P´erezReverte, sus ficciones m´as literarias resultan menos populares, El maestro de esgrima (1988), que cualquiera de los siete vol´umenes de Las aventuras del capit´an Alatriste (1996–2011). ´ ´ CONTEXTO HISTORICO-CULTURAL (GALDOS) El mural provisto por la obra de Benito P´erez Gald´os (1843–1920), en este caso los Episodios nacionales, permite examinar una compleja representaci´on de la historia nacional del siglo XIX desde una perspectiva cultural, poniendo de relieve la convergencia de fuerzas y debilidades de los protagonistas de una vida social altamente conflictiva, que a´un condiciona nuestro presente. Los partidos pol´ıticos dominantes en el pa´ıs desde la muerte del dictador Francisco Franco (1975) siguen apoy´andose en dos figuras se˜neras del XIX, Pablo Iglesias (PSOE) y Antonio C´anovas del Castillo (Partido Popular), cuyas alargadas sombras indican lo profundas y resistentes que resultan las trincheras socio-pol´ıticas. Cabe decir que Gald´os ofrece un mapa geol´ogico de un siglo cuando las ideolog´ıas chocaron a modo de placas tect´onicas provocando las fallas del entramado social espa˜nol. A la vez, por ser los Episodios obras de ficci´on, podremos calibrar junto al aspecto hist´orico-social a los personajes como hombres de su tiempo, al sujeto personal, en un momento cuando la psicolog´ıa, las ciencias de la mente, comenzaron a desarrollarse con enorme fuerza. El dinero, la herencia, la pertenencia a una determinada clase social, ced´ıan su primac´ıa en la escala de valores a los poderes del intelecto. Los Episodios, en fin, no son textos para fomentar la complacencia ni admirar su perfecci´on est´etica.2 Auscultamos en ellos el esp´ıritu de una naci´on acosada por la incompetencia pol´ıtica de sus clases dirigentes. Espa˜na aparece invadida por los franceses y traicionada por una monarqu´ıa que neg´o los derechos y la soberan´ıa a sus ciudadanos, precisamente cuando el hombre intentaba reinventarse, redefiniendo los par´ametros del individuo. Su negativa a aceptar la potencialidad del hombre por la monarqu´ıa se sumaba al rechazo hist´orico ocasionado por la Contrarreforma (1560–1648), durante la e´ poca de Felipe II (1527–98), en lo referente a la libertad de conciencia. La inflexibilidad religiosa, cat´olica, de los siglos aureos, fue reforzada por la mon´arquica, y los logros alcanzados por las ciencias del yo, la psicolog´ıa, la incipiente psiquiatr´ıa, entraron

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en nuestra cultura de manera azarosa, retrasando (o alej´andonos, si se prefiere) con respecto a Europa. La conciencia segu´ıa enganchada a la religi´on y no al individuo, a la persona individual, un desarrollo de la civilizaci´on que lo liberaba de las amarras del anticuarismo ideol´ogico. Por eso, la modernizaci´on espa˜nola ha sido hist´oricamente tan asim´etrica, basada en las ense˜nanzas de los pensadores progresistas minoritarios, desde Erasmo de R´oterdam (1466–1536) a Francisco Giner de los R´ıos (1839–1915), si bien carente de continuidad y coherencia. Ese laberinto espa˜nol, expresi´on de Gerald Brenan (El laberinto espa˜nol) para designar la vida social espa˜nola, tiene muchas puertas, no s´olo la del amiguismo cr´onico como explic´o el incisivo ensayista ingl´es. Gald´os novel´o en la primera serie de estos diez episodios, que inaugura Trafalgar (enero–febrero 1873) y cierra La batalla de Arapiles (febrero–marzo 1875), siendo C´adiz (septiembre-octubre1874) el s´eptimo t´ıtulo, una historia de la lucha por la independencia de la naci´on y por el poder dentro de e´ sta. Los gobernantes no supieron estar a la altura de la circunstancias, el pueblo llano, en cambio, rescatar´ıa el honor patrio. El lector debe entender que asiste a la narraci´on de un giro copernicano en el pensamiento espa˜nol, uno que desquiciaba el predominio ideol´ogico de los poderes tradicionales, la iglesia, el ej´ercito y las clases privilegiadas, un proceso denominado por Miguel Artola la “quiebra del Antiguo R´egimen” (La guerra de la independencia 9), recibido por los escritores espa˜noles, como el asturiano-leon´es Leopoldo Alas o catalanes como Josep Yxart,3 con el regocijo propio de quienes disfrutan finalmente de libertad. Una libertad conquistada con mucho esfuerzo. La nobleza, el clero y la milicia, hab´ıan mantenido durante siglos un orden social injusto, basado en sistemas de valores antidemocr´aticos. El privilegio de los primeros lo justific´o la iglesia cat´olica demasiado tiempo y lo defendi´o el ej´ercito con las armas. Nac´ıa, pues, una nueva Espa˜na. La prensa, el correo, el mundo de la fotograf´ıa, la circulaci´on de ideas por los medios de comunicaci´on y de personas mediante unos transportes r´apidos, el tranv´ıa, la locomotora y el barco a vapor, facilitaron el contacto entre las gentes, que permit´ıa comparar circunstancias y aprovecharse de los avances sociales. Precisamente Gald´os vivir´a al m´aximo estas circunstancias, ya que su afici´on al periodismo y a los viajes -pocos escritores espa˜noles de su tiempo viajaron al extranjero con tanta frecuencia- le ofrec´ıan perspectivas desconocidas. El autor canario mostrar´a en esta novela la emergencia de un orden inspirado en las ideas de la revoluci´on francesa, donde la soberan´ıa y el poder quedaban en manos del pueblo. Naturalmente, los que ostentaban el poder no ten´ıan intenci´on de permitir semejante mudanza, pero la exigencia de un cambio pol´ıtico-social result´o tan urgente que al final los progresistas acabaron triunfando. Si bien fue una victoria a medias, pues monarcas como Fernando VII (1774–1833) o su hija la reina Isabel II (1830–1904) (Burdiel) hicieron cuanto estuvo en su mano para descarrilar el proceso renovador, fomentando un esp´ıritu de confrontaci´on ego´ısta y miserable. Por fortuna, Gald´os redactaba este libro en 1873, la fecha cuando se produc´ıa otra de las mayores transformaciones “de la fisionom´ıa nacional” (Cimorra 62), la llegada de la rep´ublica, la Primera Rep´ublica espa˜nola. El pueblo, coment´o Clemente Cimorra, la “recibe con entusiasmo” (62), pues supon´ıa un momento en que otra vez se pod´ıan liberar de las infames “caenas” (cadenas) del reaccionarismo. Por entonces, Gald´os dirig´ıa la Revista de Espa˜na (Ballantyne 332–44), publicaci´on donde el escritor canario desarrollar´ıa una campa˜na civil progresista en su calidad de periodista (Garc´ıa Pinacho), semejante a la desarrollada antes que e´ l por Mariano Jos´e Larra (1809–37) (Paloma V´azquez) o a˜nos despu´es por Miguel de Unamuno (1864–1936), diagnosticando el problema de Espa˜na con sinceridad. Los tres pagaron su atrevimiento con la exclusi´on de los c´ırculos de intereses que hist´oricamente han frenado cualquier programa renovador. La Rep´ublica fracasar´ıa, a pesar de los esfuerzos de pol´ıticos de la talla de Pi y Margall, de Salmer´on y de Castelar, pero el

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entusiasmo suscitado entre la gente llana y entre los intelectuales fue impresionante. Los escasos once meses de su duraci´on mostraron la dificultad de poner orden en los asuntos internos, como en las finanzas nacionales, a pesar de los esfuerzos atinados del ministro de Hacienda, Jos´e Echegaray (1832–1916), el futuro premio Nobel, o externos, del que la independencia Cuba ser´ıa un buen ejemplo. El experimento de gobierno republicano termin´o con un vergonzoso golpe de estado: la toma del congreso de los diputados por el general Pav´ıa (1874). El teniente coronel de la guardia civil Antonio Tejero intent´o en 1981 un golpe de estado similar, apoder´andose tambi´en del congreso. Espa˜na nunca ha sabido romper limpiamente con las ideolog´ıas del pasado; esta constante hist´orica explica el que la Rep´ublica supusiese una imperfecta quiebra pol´ıtica con el ayer, lo que permiti´o la restauraci´on mon´arquica. Cincuenta a˜nos despu´es los borbones ser´ıan expulsados de nuevo, con la llegada en 1931 de la Segunda Rep´ublica. Este forcejeo por el poder lo acabar´ıan pagando un mill´on de muertos durante la guerra civil y se prolongar´ıa durante cuarenta a˜nos de dictadura. Durante la democracia el golpe fallido de Tejero fue el u´ ltimo coletazo. ´ LITERARIA LA INVENCION La ciudad de C´adiz evocaba en los recuerdos de Gald´os un enlace entre lo personal y la historia. La imagen de una ciudad del sur de Espa˜na de caracter´ısticas geogr´aficas u´ nicas, formada por una bah´ıa de dos senos y un istmo que une la ciudad a la tierra firme, bien conocidos por e´ l. Era el puerto de entrada cuando viajaba desde su ciudad natal Las Palmas de Gran Canaria a la Pen´ınsula y el lugar hist´oricamente marcado por la promulgaci´on dentro de sus murallas de la Constituci´on de 1812, la carta magna de la Espa˜na moderna. Cuando pon´ıa pie a tierra seguro que se despertaba en su a´ nimo un sentido de libertad, ausente del hogar familiar regido con mano severa por su madre, do˜na Dolores Gald´os.4 Se deletree como se quiera, hablamos de lo mismo: Gald´os experimentaba en C´adiz la conquista de la libertad. Y ese es el tema central de esta obra, donde ficci´on e historia se enlazan. La parte de la ficci´on viene dada por medio de la historia de amor entre In´es y Gabriel, los protagonistas de los episodios de la primera serie (1873–75), que viven los acontecimientos patrios, la Guerra de la Independencia, desde sus comienzos en la batalla de Trafalgar (1805), cuando una armada hispano-francesa fue derrotada por la marina inglesa comandada por el almirante Nelson, hasta el final, la decisiva batalla de Arapiles (1812), cuando ingleses, espa˜noles y portugueses consiguieron iniciar la expulsi´on del invasor franc´es de la Pen´ınsula. Gald´os enlaza en este texto un hilo de ficci´on, el argumento novelesco, la historia de dos j´ovenes amantes distanciados por una barrera social, y un hilo hist´orico, el recuento de la vida en la ciudad de C´adiz durante el asedio de las tropas francesas, cuando all´ı se reunieron las Cortes para redactar la primera constituci´on nacional. Esta mezcla de ficci´on e historia permite un maridaje de hechos e invenciones enormemente exitoso, pues difumina las fronteras entre ambas. Hay estudiosos que buscan en el texto un reflejo exacto de la historia del momento, e incluso alguno llega a criticar al autor por tratar determinados episodios hist´oricos en el primer borrador sin la extensi´on debida.5 Se confunden doblemente, porque la historia en aquella e´ poca no era la ciencia con aspiraciones cient´ıficas del presente. Buena parte de sus textos recog´ıan las aportaciones de la leyenda, y la literatura de corte hist´orico tampoco est´a condenada a llevar perpetuamente a rastras la bola de lo verificable. Gald´os mezclaba la historia, tal y como e´ l la conoc´ıa, y un argumento inventado para narrar los acontecimientos hist´oricos de una manera entretenida.

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La joven pareja inventada quiere liberarse de los condicionamientos sociales, especialmente la opresi´on individual ejercida por unos valores sociales y familiares reaccionarios. In´es es la hija ileg´ıtima de la condesa Amaranta, Gabriel, en cambio, tiene unos antecedentes familiares carentes de pedigr´ı. Ni la ilegitimidad ni el amor justifican, seg´un los criterios de la e´ poca, un matrimonio tan desigual. La joven desea romper las ataduras con una herencia familiar no pedida, mientras Gabriel exige que el m´erito de las personas se conquiste por medio del esfuerzo personal en lugar de ser hereditario. Recordemos que la primera novela galdosiana de incontestable calidad, La desheredada, aborda precisamente ese tema. Una joven, Isidora Rufete, asegura ser descendiente de una marquesa, lo cual parece poco probable, y su insistencia la lleva a la c´arcel. Ella ha sido denominada en diversas ocasiones una mujer quijotesca, porque intentaba hacer realidad algo imaginado, luchando al modo de don Quijote contra unos gigantes que eran molinos de viento. Curiosamente, aunque Isidora Rufete carezca de raz´on, la joven termina por conquistar el coraz´on del lector, y no la marquesa, que en todo momento mantiene las distancias, protegida de la joven por medio de su abogado. En cualquier caso, Gald´os en La desheredada abordaba el tema del privilegio. El propio padre de Isidora, encerrado en Legan´es, incapaz de afrontar el pago de los cuidados m´edicos tendr´a que pasar a la secci´on de beneficencia, donde el trato y la comida rozan lo inhumano.6 El escritor canario expresar´a a la largo de toda su carrera un profundo desafecto hacia los c´odigos sociales f´erreos e inamovibles, porque su esp´ıritu le llevaba a mitigar el sufrimiento humano. In´es, a diferencia de Isidora Rufete, sufre por ser de ascendencia noble, hija de una condesa, por v´ıa ileg´ıtima. Ella es la heredera y una mujer contagiada por el adulterio materno. Naturalmente, Gabriel no presta valor alguno a ambas condiciones, la de noble y la de ileg´ıtima, porque e´ l mira a la persona, a In´es, por quien es, por la manera de comportarse. Lo veremos luego con mayor detenci´on. Seg´un dec´ıa al principio, se trata de una liberaci´on del yugo de las tradiciones periclitadas, de los condicionamientos sociales. Al mismo tiempo, la naci´on espa˜nola, regida por gobernantes como el rey Fernando VII, camina de ignominia en ignominia, sometida por una fuerte represi´on. Fueron los buenos espa˜noles, los paisanos y los ciudadanos los que se levantaron en armas contra Napole´on para recuperar la dignidad que los monarcas y los nobles mancillaron con sus miserias. All´ı, en la ciudad de C´adiz, aqu´ellos les har´an pagar cara a e´ stos su indignidad redactando una constituci´on que les otorgaba carta de libertad y la soberan´ıa de la naci´on. Los reyes perd´ıan as´ı el poder sobre las vidas de las gentes y las propiedades p´ublicas,7 sobre las ciudades. C´adiz fue la plaza, el lugar donde ocurri´o ese casi milagro: los ciudadanos espa˜noles ser´an los due˜nos y gobernantes del pa´ıs. Luego, el artero Fernando VII romper´ıa promesas y juramentos, y recobrar´ıa mediante un fel´on decreto los poderes absolutos, de los que a˜nos despu´es ser´ıan despojados sus descendientes. C´adiz, sin embargo, es el libro de la celebraci´on de la libertad. Los derechos de In´es, de Gabriel, de los espa˜noles, ser´an adquiridos, y por ello Gald´os redact´o este libro para celebrar esa ocasi´on, la del nacimiento de una naci´on moderna, libre y soberana. ´ ´ CONTEXTO HISTORICO-CULTURAL (PEREZ-REVERTE) La vasta obra de P´erez-Reverte, veintid´os novelas, de las cuales siete pertenecen a la serie Las aventuras del capit´an Alatriste, tiene un inter´es extraordinario por la variedad de los temas y por la limpieza y riqueza de su estilo. Como ocurre con Gald´os, su aprendizaje period´ıstico se halla en el trasfondo de su actividad literaria, lo cual explica el gusto por contar las cosas directamente, de ir al grano.

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Tres son las obras en las que P´erez-Reverte utiliza el mismo suceso hist´orico que Gald´os: Cabo Trafalgar (2004), Un d´ıa de c´olera (2007) y El asedio (2010). La primera relata la batalla de Trafalgar, la derrota de la escuadra hispano-francesa ante la brit´anica, al mando del almirante Nelson, como adelantamos, en aguas cercanas a la bah´ıa de C´adiz. Este mismo choque naval ocupa el primer episodio nacional redactado por don Benito, Trafalgar. La segunda obra mencionada, Un d´ıa de c´olera, cuenta los sucesos del levantamiento de los madrile˜nos el dos de mayo de 1808, que ya fueron novelados por el escritor canario en el episodio nacional El 19 de marzo y el dos de mayo (1873). La tercera, El asedio, a la que prestaremos m´as atenci´on, se centra en los sucesos ocurridos en la ciudad de C´adiz, mientras las cortes constituyentes se reun´ıan para redactar la primera constituci´on espa˜nola, a la vez que eran sitiados por los franceses. Gald´os, ya lo dijimos, puso el e´ nfasis en la cuesti´on de la libertad y de la autonom´ıa de los poderes pol´ıticos frente a la corona, mientras que P´erez-Reverte prefiere organizar su representaci´on de la historia de aquel momento en otro crucial elemento del sitio de C´adiz, el bombardeo a que se ven sometidos los sitiados. Afortunadamente, los franceses tuvieron escasa punter´ıa, aunque hicieron enormes esfuerzos por afinarla. Cabr´ıa decir que P´erez-Reverte, buen conocedor de todo lo referente a las artes del mar, como demostr´o en Cabo Trafalgar, opta por ofrecer una variante a la versi´on galdosiana, y tratar de la vida dentro de la ciudad, teniendo en cuenta el peligro que viene de fuera, mientras que el canario ve´ıa principalmente el peligro viniendo de dentro, de las esferas sociales y pol´ıticas tradicionalistas, que se opon´ıan a cualquier concesi´on con respecto a la libertad y a la posible transferencia de la soberan´ıa del rey a los ciudadanos. A P´erez-Reverte le interesa presentar aspectos de la vida gaditana que Gald´os apenas aborda, como el comercio, y la importancia del comercio mar´ıtimo, la llegada de barcos propiedad de habitantes de la ciudad a puerto con cargamento imprescindible para el abastecimiento de vituallas. Sin ellas, la ciudad hubiera padecido hambre. En este sentido, el contexto en que debemos situar a estos personajes es uno m´as de nuestro presente. El escritor del siglo XIX mira la vida de la ciudad como una res extensa, su perspectiva viene dominada por valores abstractos, la religi´on, el honor, o de la pol´ıtica, todos ellos asuntos dif´ıciles de resumir en la pr´actica. Mientras que P´erez-Reverte se aproxima a la vida gaditana desde un contexto m´as pragm´atico. Ficcionaliza a pie de calle, donde al peligro del bombardeo franc´es se suma el de unas calles inseguras, pues est´an llenas de aventureros, maleantes y traidores. ´ LITERARIA LA INVENCION Nuestro autor lleva veinte a˜nos largos escribiendo novelas, desde que dejara su trabajo como periodista de prensa y televisi´on. Hay una palabra que condensa muy bien su trabajo literario que es la de coherencia. Sus libros conforman un Territorio Reverte (L´opez de Abiada y L´opez Bernasocchi), es decir que todos ellos forman parte de un mismo universo, donde el honor y la desilusi´on, la lucha, el amor y el desenga˜no, son partes esenciales del mismo. La invenci´on de P´erez-Reverte no dudo de calificarla de auto reflexiva. Siempre le gusta definir, explicar, dar cuanta de su situaci´on narrativa, explicitar el punto desde donde narra. El comienzo de Cabo Trafalgar (2004) ofrece un buen ejemplo, una reflexi´on sobre el mismo acto de narrar. Dice as´ı: “El teniente de nav´ıo Louis Quelennec, de la Marina Imperial francesa, est´a a punto de figurar en los libros de Historia y en este relato, pero no lo sabe” (17). Este comentario que solemos los estudiosos de calificar de metanarrativo ofrece una afirmaci´on del control ejercido por el narrador sobre sus personajes, indica que e´ l los ha colocado ah´ı en la historia para que la cuenten en su

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lugar. “De lo contrario -contin´ua-, sus primeras palabras al amanecer el 29 de vendimiario del a˜no XIV, o sea, el 21 de octubre de 1805, habr´ıan sido otras. -Hijos de la gran puta” (17). Hubiera usado un vocabulario menos grueso si supiera de su paso a la posteridad en letra impresa. P´erez -Reverte transmite su decisi´on de contar con un arte verbal al ras de la realidad, de la verdad, sin recatos. Su estilo, muy trabajado, evidencia numerosas redacciones, y posee una textura particular. Leamos el comienzo de El asedio: Al decimosexto golpe, el hombre atado sobre la mesa se desmaya. Su piel se ha vuelto amarilla, casi trasl´ucida, y la cabeza cuelga inm´ovil en el borde del tablero. La luz del candil de aceite colgado en la pared insin´ua surcos de l´agrimas en sus mejillas sucias y un hilo de sangre que gotea de la nariz. El que lo golpeaba se queda quieto un instante, indeciso, el vergajo en una mano y la otra quit´andose de las cejas el sudor que tambi´en le empapa la camisa. Despu´es se vuelve hacia un tercero que esta de pie a su espalda, en penumbra, apoyado en la puerta. El del verdajo tiene ahora la mirada de un perro de presa que se disculpara ante su amo. Un mast´ın grande, brutal y torpe. (17) Esta escena describe el momento en que termina el brutal flagelamiento de un hombre sospechoso de haber cometido un homicidio. Le apalea un esbirro ante la mirada del comisario Rogelio Tiz´on, que permanece en la sombra. Parece una excelente ilustraci´on de la famosa frase del fil´osofo ingl´es Thomas Hobbes, de que el hombre es un lobo para el hombre. Indica, a su vez, la riqueza de recursos narrativos del autor, el relieve con que se presenta la escena. La escasa iluminaci´on, encomendada a un candil de aceite, deja entrever a un hombre desmayado en tablero, su sangre y el sudor del que le golpe´o son destacadas junto a la mirada del verdugo, cobarde que mira a su amo, como si fuera un perro jadeante. Apenas se fija en cuerpo, la atenci´on descriptiva enfoca los fluidos de los personajes. Sabemos as´ı desde el mero comienzo de la obra que las galer´ıas por las andaremos no son las machadianas del alma. Visitaremos las de los deseos ocultos, donde la claridad sobra, y donde la verdad no se consigue manteniendo un di´alogo con el sospechoso, sino que se arranca del pr´ojimo con el l´atigo, con la violencia. P´erez-Reverte deja claro que el mundo representado, C´adiz en 1811 y 1812, adem´as de ser el lugar donde se debat´ıan los derechos ciudadanos de los espa˜noles, era tambi´en una ciudad donde la mayor´ıa de sus habitantes luchaban por su propia vida. Adem´as, es un verdadero artesano en la creaci´on de las tramas novelescas. En el caso de El asedio, une seis tramas, una polic´ıaca, otra de espionaje, la aventurera, la de amor, la cient´ıfica, sobre la bal´ıstica y el alcance de los ca˜nones, la del comercio y contrabando. Sabe combinarlas con destreza, para que no nos perdamos, y al contrario, que cada una complemente a las dem´as. Sus personajes suelen ser seres de ficci´on de una sola pieza, como el capit´an franc´es Simon Desfosseux, la comercianta Lolita Palma, el capit´an de navio Pepe Lobo, o el taxidermista, afrancesado y traidor, Gregorio Fumagal. Los reconocemos enseguida por su car´acter arquet´ıpico, ya sus mismo apellidos. Lobo se llama el intr´epido capit´an de nav´ıo, o Tiz´on el implacable comisario. Tambi´en, y a diferencia de Gald´os, se trata de una novela de exteriores, las playas gaditanas, las calles, las marismas, los caf´es, lo que le permite introducir una variante importante, la del mundo de la ciudad cuya vida funciona a espaldas de toda constitucionalidad, de todo orden y soberan´ıa. Los abusos policiales para encontrar los culpables de los asesinatos de las mujeres j´ovenes, cuyos cad´averes aparecen cuando ha tenido lugar un bombardeo franc´es, el contrabando,

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y actividades ilegales de todo tipo. P´erez-Reverte trae a su texto, la p´egre, el mundo del hampa (Aunos), la truhaner´ıa en la ciudad andaluza, algo que no aparece en la novela galdosiana. Podr´ıamos incluso decir, con otros cr´ıticos, que la actitud autorial resulta desmitificadora, pues asistimos al nacimiento de la Constituci´on del 1812 en un marco m´as realista, donde la vida cotidiana se mezcla con las altas palabras mencionadas por los pol´ıticos. Lo mismo que sucede con su saga del capit´an Alatriste, donde se presenta nuestro gran Siglo de Oro con sus grandezas y miserias. La invenci´on de Gald´os y la de P´erez-Reverte siguen caminos distintos. El autor decimon´onico jam´as us´o palabras de grueso calibre, ni las acciones ficticias en su novela traspasan la raya de la propiedad. En C´adiz hay un momento en que parece que una mujer va a ser raptada por un donju´an, pero al final todo queda en nada, y el honor queda a salvo. Podr´ıamos decir que Gald´os gustaba de poner un velo sobre los actos menos dignos del hombre. De hecho, ni en sus novelas contempor´aneas se permiti´o hablar directamente del adulterio, por ejemplo el cometido por Juanito Santa Cruz con Fortunata. Lo revela, pero sin dar detalles. ´ Y PEREZ-REVERTE ´ GALDOS Cuando se contrastan las obras de dos escritores resulta importante intentar abstraerse del aqu´ı y el ahora, porque de lo contrario el escritor cl´asico, en este caso Gald´os, siempre saldr´a ganando en la comparaci´on, porque ya forma parte de eso que llamamos el canon literario. Sin embargo, quien lea primero C´adiz y a continuaci´on El asedio, se percatar´a, que ambos tienen un mismo prop´osito, como adelant´abamos al comienzo, contar un importante cap´ıtulo de la historia espa˜nola y hacerlo mediante la invenci´on de una trama novelesca que haga revivir aquellos tiempos en la mente del lector. El lenguaje, el estilo de P´erez-Reverte, supera al galdosiano en expresividad. Posee un ritmo, una alegr´ıa verbal que el de Gald´os no tiene. Desde luego, en novelas posteriores del isle˜no s´ı encontramos verdaderas joyas estil´ısticas, a partir de La desheredada, pero C´adiz pertenece a los inicios de su producci´on, y se nota. O sea, que el texto revertiano har´a eco m´as f´acilmente en el lector actual, acostumbrado a un lenguaje vivo, r´apido, que necesita decir con premura, pues su competencia mayor es la imagen, sea del cine, la televisi´on o digital. Gald´os escrib´ıa novela, el g´enero que iba a dominar su tiempo, lo que no es el caso de P´erez-Reverte. La diferencia esencial entre el modo de narrar y de invenci´on entre ambos escritores reside en el trato de lo subjetivo. Gald´os ya desde sus comienzos vuelca en los moldes de sus personajes sus ideas, sus pensamientos e impresiones, su preocupaci´on por la historia. Gabriel Araceli resulta en cierta medida un doble de Gald´os, comparten desde luego la idea de que el e´ xito en la vida no debe venir de la posici´on que el nacimiento nos otorga a cada uno en la cuna, sino del m´erito personal. P´erez-Reverte, por su parte, se preocupa menos por verter su persona, su personalidad en los seres de ficci´on, y opta por la creaci´on de unas tramas novelescas que cruzan los destinos de los mismos una y otra vez. Prefiere ver la sociedad en movimiento, como si fuera un ser con m´ultiples cabezas, y e´ l es el que da voz a los diversos personajes, que forman un verdadero coro. Algunas voces destacan por un momento, la de Tiz´on, la de Lolita Palma, la de Simon Desfosseux, pero ninguna llega a dominar a las dem´as. Reitero que Gald´os aborda la creaci´on seg´un se hac´ıa en aquellos momentos, cuando el romanticismo segu´ıa influyendo en la narrativa. Los sistemas de valores, las ideolog´ıas, el honor, la religi´on, defin´ıan el horizonte de los personajes. Sus acciones ir´an marcadas por conceptos abstractos. Gabriel Araceli act´ua como lo hace por honor, las malvadas se˜noras que detienen

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Recuentos del asedio de C´adiz

contra su voluntad a In´es, la amada del protagonista, tienen la conciencia limpia, pues creen que la estrecha vigilancia, el arresto domiciliario, defienden a las j´ovenes inocentes de los peligros de la calle. La beater´ıa les parece el u´ nico ant´ıdoto ante los avances de un siglo en que cambian las costumbres. Por el contrario, P´erez-Reverte, gusta de especificar los detalles, de regodearse en especificar las deficiencias f´ısicas o morales. Es como si mirare a sus personajes, sus acciones, con un microscopio, y fuera enumerando a manera de forense lo que encuentra. El mundo ya no es una vasta extensi´on abstracta, sino uno limitado por las caracter´ısticas corporales, sociales, de educaci´on y de conocimientos.

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Notas 1Rodr´ıguez Fern´ andez la utiliza 2Tanto el empleo del castellano

en La musa venal (110). de Gald´os como su habilidad formal tienen todav´ıa un largo camino que recorrer, seg´un se˜nalara en su d´ıa Francisco Giner de los R´ıos en su art´ıculo “Sobre la familia de Le´on Roch”. 3Josep Yxart puede servir de ejemplo paralelo al de Gald´ os. Conservamos su testimonio directo, a trav´es de cartas y memorias, del gran entusiasmo que despert´o la revoluci´on del 1868 entre los intelectuales. V´ease Cabr´e 23–24. 4La severidad de la madre fue probablemente la causa de que Gald´ os regresara a su casa natal con menos frecuencia de la debida, seg´un entre otros su bi´ografo Ortiz de Armengol. 5Ester´ an as´ı lo hace en la introducci´on a C´adiz: “El desacierto del novelista llegaba hasta el extremo de que en la primera redacci´on (cap. XIV), despu´es del alboroto organizado por las muchachas de Rumblar, Araceli y el ingl´es tambi´en se encontraban en la calle e igualmente encaminaban sus pasos al ventorrillo de Poenco. Pero en su recorrido eran sorprendidos por el alegre y bullicioso espect´aculo de la ciudad engalanada para celebrar la sesi´on inaugural de las ´ Cortes espa˜nolas. Este es el antecedente que ofrece Alpha ciertamente paup´errimo. [ . . . ] En la versi´on desechada, un referente hist´orico de tal trascendencia era despachado en dos cuartillas y escasamente serv´ıa el contraste entre la general alegr´ıa de las gentes y la tristeza que abrumaba a ambos j´ovenes” (32–33). 6Cons´ ultese el excelente trabajo sobre Legan´es de Moro y Villasante. 7V´ ease Habermas sobre el traspaso de las propiedades de la monarqu´ıa al dominio p´ublico.

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