UNA NECRÓPOLIS DE INCINERACIÓN DE LAS ETAPAS INICIALES DE LA EDAD DEL HIERRO EN LA COMARCA DE ANTEQUERA. RESULTADOS DE LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA DE URGENCIA EN LA PARCELA UR-6, FUENTE DE PIEDRA, MÁLAGA

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID. VARIA 9. Ier Congreso Internacional de Arqueología Ibérica Bastetana. Comunicaciones Madrid 2008, pp. 359-378

UNA NECRÓPOLIS DE INCINERACIÓN DE LAS ETAPAS INICIALES DE LA EDAD DEL HIERRO EN LA COMARCA DE ANTEQUERA. RESULTADOS DE LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA DE URGENCIA EN LA PARCELA UR-6, FUENTE DE PIEDRA, MÁLAGA MAYA ANDRINO REVILLAS ARQUEÓLOGA

PEDRO J. SÁNCHEZ BANDERA ARQUEÓLOGO

ALBERTO CUMPIÁN RODRÍGUEZ ARQUEÓLOGO

SONIA LÓPEZ CHAMIZO ARQUEÓLOGA

RESUMEN Las obras de urbanización de una parcela al sur del casco urbano de Fuente de Piedra (Málaga) permitieron el descubrimiento de una necrópolis de incineración hasta entonces desconocida, dando lugar a una intervención arqueológica de urgencia. Los datos obtenidos inciden sobre cuestiones cronológicas y rituales, a la vez que han permitido documentar aspectos inéditos de la estructura de estos complejos funerarios. Palabras clave: necrópolis de incineración, rituales, Edad del Hierro, destrucción indiscriminada, fosas, ajuar, banquete funerario, estructura funeraria, foso en círculo, jerarquía social, prestigio.

ABSTRACT The works of urbanization of a plot south of the town of Fuente de Piedra (Malaga) allowed the discovery of a necropolis incineration unprecedented and led to an archaeological excavation of urgency. Data obtained on issues affecting time and rituals, while documenting have enabled aspects of the original structure of these complex funeral. Keywords: necropolis of incineration, rituals, Iron Age, wanton destruction, mass graves, regalia, funeral banquet, funerary structure, in a circle pit, social hierarchy, prestige.

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INTRODUCCIÓN La intervención arqueológica realizada en la parcela de referencia, ha estado marcada en todo momento por las destrucciones indiscriminadas llevadas a cabo durante las obras de urbanización. La acción de las máquinas excavadoras, puntualmente intensa, ha limitado las posibilidades de investigación, sobre todo en relación con la dinámica de ocupación del sitio, desdibujando aspectos concretos de la morfología de determinados complejos funerarios. No obstante, aunque limitados por el estado de conservación de los restos y acotados por la naturaleza de la propia intervención, los trabajos llevados a cabo han sido suficientes para efectuar una primera caracterización del sitio, poniendo de relieve su importancia y para salvaguardar las zonas no afectadas. En este sentido hay que valorar positivamente el hecho de que varios de estos complejos se hayan mantenido intactos, integrando una reserva arqueológica de indudable interés científico. Los estudios se han prolongado de manera intermitente durante algo más de un año, de manera que la memoria preliminar correspondiente se ha ultimado a comienzos del mes de junio de 2008. Por esta razón, los datos que se aportan se enmarcan en los resultados de la intervención y revisten un marcado carácter preliminar, sin que se haya efectuado un estudio pormenorizado de la totalidad de la información y a la espera de los resultados de algunas analíticas en curso.

DEFINICIÓN DE LA PARCELA. LOCALIZACIÓN Y ACCESO La parcela objeto de estudio se localiza al sur del casco urbano de Fuente de Piedra, Málaga. Su perímetro define una planta de tendencia bitroncocónica que reúne una superficie de 48.700 metros cuadrados. Su localización se enmarca en las siguientes coordenadas UTM: Referencia Noroeste. Nordeste. Suroeste. Sureste.

Coordenada X 346353.7040 346510.4613 346224.0720 346415.3247

Coordenada Y 411145.7729 411160.9226 411084.5875 411089.1824

Coordenada Z

Esta posición está recogida en el Mapa Topográfico Nacional de España escala 1:25.000, Hoja 1023 (Antequera). Los terrenos limitan al norte con una urbanización de nueva construcción, al oeste con inmuebles particulares y al este y al sur con un camino sin asfaltar que da acceso a las fincas circundantes. Al suroeste, a poco más de un kilómetro, se encuentra la laguna de Fuente de Piedra, una balsa estacional de aguas salinas, explotada al menos desde época romana. Se trata de un recurso excepcional que confiere al entorno un gran potencial desde un punto de vista arqueológico.

CIRCUNSTANCIAS DEL HALLAZGO La parcela en cuestión fue adquirida por la sociedad GRUPO MIRADOR, S.L. para la construcción de una urbanización de 146 viviendas, equipamiento escolar, centro social y zonas verdes.

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Figura 1.- Aspecto general de la parcela, previa al inicio de los trabajos

El proyecto de obras implicaba la realización de desmontes y explanaciones del terreno, con medios mecánicos de gran potencia. En el curso de estos trabajos se constató la existencia de restos arqueológicos, extremadamente vulnerables dada la escasa potencia de los depósitos superficiales (menos de 1 metro hasta la base geológica) por lo que la acción de las máquinas resultó especialmente lesiva y puntualmente devastadora. Denunciada esta situación, tuvo lugar una visita de inspección por parte de la Delegación Provincial de Cultura de la Junta de Andalucía en Málaga, a raíz de la que se pudo constatar esta circunstancia, procediéndose a la suspensión cautelar de las obras. Esta situación dio paso a la realización de una intervención arqueológica urgente, según el procedimiento previsto en el vigente Reglamento de Actividades Arqueológicas, Decreto 168/2003 de 17 de junio.

DEFINICIÓN DE LA INTERVENCIÓN. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA

FORMULACIÓN DE OBJETIVOS Los trabajos realizados se han dirigido fundamentalmente a obtener información desde la que proteger el yacimiento, conforme al supuesto previsto en la definición de actividad arqueológica urgente. Para ello, los esfuerzos se han dirigido a obtener respuestas sobre una serie de cuestiones específicas: • Evaluar el alcance de los daños infligidos al yacimiento. • Determinar la naturaleza y adscripción crono-cultural de los restos en una secuencia diacrónica de ocupación completa.

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A

B

Figura 2.- A. Vista de la zanja 1 desde el sur. B. detalle de plato cerámico.

• Delimitar el yacimiento con el fin de conciliar una eventual continuidad de las obras con la protección de los restos. La constatación de la existencia de una necrópolis de incineración de época protohistórica, inédita, parte de cuyos restos habían quedado un tanto al margen de la destrucción generalizada, impuso la necesidad de improvisar nuevos objetivos centrados en: • Acotar los enterramientos en el ámbito de la parcela y obtener datos relativos a la distribución de los mismos dentro de la necrópolis. En este sentido se entreveía cierta organización del espacio funerario, junto con la posibilidad de avistar tras este hecho aspectos concretos de la sociedad en cuestión. • Determinar el encuadre crono-cultural de la necrópolis, a partir de las consideraciones formales de las tumbas y del estudio de los indicadores asociados. • Efectuar una aproximación a las cuestiones rituales.

DESARROLLO METODOLÓGICO Desde un punto de vista metodológico se han desarrollado diferentes sistemas, adaptados a la necesidad de dar respuestas concretas a cada una de las propuestas enunciadas en el epígrafe anterior. Cada uno de ellos implica diferentes fases dentro de la investigación, por lo que han de entenderse como necesariamente complementarios.

Identificación Las labores de identificación permitieron una primera aproximación al yacimiento, a partir de la localización de restos y la evaluación de su estado de conservación, premisas esenciales desde la que acometer con suficientes garantías las sucesivas actuaciones.

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Figura 3.- Alineaciones paralelas de fosas tipo 7.

Para ello se ha realizado una prospección de la superficie de los sectores donde la acción de las máquinas excavadoras ha sido más intensa. Estos trabajos pueden ser calificados de intensivos, con una potencia media entre prospectores ≤2 metros En primera instancia se marcaron in situ cuantas evidencias se pudieron reconocer, para en una segunda fase proceder a su limpieza y documentación preliminar. A partir de entonces se llevó a cabo una limpieza general de las zonas afectadas, retirándose el material resultante de la remoción. Como resultado se obtuvo un mapa de distribución de restos, muy útil a la hora de planificar los trabajos de excavación y desde el que se podía vislumbrar una primera panorámica del yacimiento, así como de los efectos de las obras. Las labores de identificación se centraron igualmente en las terreras de la obra y en los taludes del desmonte, con idea de obtener detalles precisos sobre la estratigrafía general de la parcela.

Excavación Los trabajos de excavación han tenido como objeto algunos de los vestigios detectados durante la fase de identificación. Se trataba fundamentalmente de tumbas de incineración y otras estructuras excavadas en el sustrato geológico. Cada uno de estos elementos fue objeto de una exhaustiva delimitación y considerados en sí mismo una unidad mínima de excavación, descartándose a priori eventuales relaciones estructurales o de sincronía, para no vincular restos descontextualizados por las profundas alteraciones y remociones del terreno.

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Figura 4.- Foto aérea. Vista general de la necrópolis desde el noroeste.

Al margen de estas acciones se replantearon y excavaron dos transects, en un intento de delimitar el yacimiento hacia el sur y el este1: • Zanja 1: Situada en la zona sureste de la parcela, sus dimensiones han sido de 2 metros de ancho y 42 metros de largo, orientada longitudinalmente en sentido noreste-suroeste. La potencia máxima de la excavación hasta la base geológica ha sido de –0,50 metros. • Zanja 2: Situada en la zona sur de la parcela, sus dimensiones fueron de 2 metros de ancho y 46,40 metros de largo, orientación este-oeste y una potencia máxima hasta el nivel geológico de 0,15-0,20 metros. En cuanto al desarrollo de los trabajos, toda la intervención se enmarcó en un sistema cartesiano con cuadrículas de dos metros de lado. Se trataba de un planteamiento de partida propuesto para facilitar la realización de estudios micro-espaciales, aunque en la práctica ha resultado poco o nada operativo, sustituyéndose por un permanente apoyo topográfico. Los trabajos de excavación se han llevado a cabo mediante levantamientos por capas naturales, en ocasiones combinado con un sistema de alzadas artificiales cuya potencia se ha ido adaptando a cada circunstancia. Es el caso de las fosas de ceniza y carbón, en las que esta técnica ha aportado minuciosidad y precisión al trabajo, evitándose daños a los objetos del ajuar. La documentación gráfica se ha basado en una combinación de técnicas como la fotografía y los dibujos de campo a una escala no superior a 1:20. La planimetría del yacimiento cuenta con referen-

1 Con este objetivo, la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía en Málaga ha encargado un estudio geofísico.

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Figura 5.- Foto aérea. Vista de los Círculos y las estructuras funerarias desde el noroeste.

cias espaciales expresadas en coordenadas UTM y las profundidades se expresan a partir de una cota relativa a la que se ha concedido el valor de +100 metros. Especialmente clarificadoras han sido las fotografías del yacimiento obtenidas en un vuelo con parapente, realizado ex profeso por D. José Luis Echevarría Ruiz2. Durante la excavación, la recogida de restos muebles de cultura material ha sido sistemática, especialmente en las fosas de incineración, cuyo contenido ha sido objeto de una minuciosa inspección para recuperar nódulos de carbón, esquirlas de hueso calcinado y cualquier otro dato clarificador o elemento anómalo. Se ha preservado el contenido de las urnas y otros recipientes con el fin de ponerlos en manos de personal especializado. Asimismo, se han iniciado gestiones para la realización de dataciones por radiocarbono. Por el contrario, la recogida de material ha sido selectiva durante la realización de las tareas de limpieza y en la prospección de las terreras resultantes del desmonte; en ambos casos se han atendido fundamentalmente criterios de orden cronológico. Los objetos de metal se hallaban en un estado de conservación más que delicado que se ha agravado durante el proceso de excavación y la exposición de los mismos a condiciones aeróbicas. Por esta razón se ha recurrido a personal especializado que se ha encargado de estabilizar estos objetos, con vistas a su consolidación. Finalizada la intervención, como medida de conservación preventiva, las zonas de actuación se han cubierto con material geotextil y tierra procedente de la propia parcela.

2 Se trata de una colaboración desinteresada que nos ha aportado un magnífico material, lo cual queremos reconocer y agradecer.

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Figura 6.- Estructura funeraria 137.

Figura 7.- Estructura funeraria 178.

Figura 8.- Estructura funeraria 131.

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RESULTADOS PRELIMINARES Los resultados obtenidos han permitido constatar la destrucción de restos arqueológicos dentro de una banda cronológica extensa, desde el siglo VI a.C. hasta los siglos I-II d.C. y posterior. Por contra han evidenciado la existencia de una interesante necrópolis de incineración, adscrita a las etapas iniciales de la Edad del Hierro (siglo VI a.C) que viene a completar una laguna importante en los estudios arqueológicos de la zona. En la exposición de los resultados se diferencian los obtenidos durante los trabajos previos y los correspondientes a la excavación, ya que el alcance del estudio es diferente en cada caso.

RESULTADOS DE LA PROSPECCIÓN En este caso los resultados inciden inevitablemente en el nivel de destrucción provocado por las obras de urbanización. El desmonte realizado afectaba a buena parte de la superficie de la parcela y supuso la retirada de la cobertera de tierra hasta alcanzar las areniscas calcáreas de la roca base, donde resultan bastante obvias las marcas dejadas por las máquinas excavadoras. Las excepciones en este sentido son prácticamente anecdóticas y se limitan a sectores puntuales en las zonas sur y suroeste. Por lo que respecta al alcance de estos desmontes, los taludes resultantes presentaban una potencia que oscilaba entre 1 metro ó 1,20 metros al norte y apenas 0,50 metros hacia el sur. En las zonas donde la afectación ha sido mayor, se pudo constatar una serie de socavones que afectaban directamente a algunos de los contextos funerarios existentes. La dispersión de carbones y restos de cerámica protohistórica en superficie, evidencian la total destrucción de algunos de ellos. De los ítems documentados en superficie cabe resaltar la presencia de material romano de construcción y fragmentos de terra sigillata anterior al siglo III d.C., así como elementos que remiten a prototipos orientalizantes. Asimismo hay que destacar el hallazgo de algunos vástagos de hierro y una pulsera de bronce. Especial interés reviste el hallazgo de un fragmento del borde de un kotiloi, una posible imitación itálica de un vaso corintio que se fecharía en la primera mitad del siglo VI a.C. Por lo que respecta a la distribución de estos hallazgos, se pudo constatar una mayor acumulación en la zona sur de la parcela, circunstancia que podría deberse a los arrastres efectuados por las máquinas durante los trabajos de explanación. Al margen de los elementos muebles se pudieron localizar algunas de las estructuras pertenecientes a la necrópolis de incineración, a partir de la presencia de depósitos excavados en la base geológica que albergaban material de combustión. En teoría, parte del material disperso podía ponerse en relación con estos depósitos. Se documentaron igualmente una serie de pequeñas fosas, muy regulares, escrupulosamente alineadas en sentido este-oeste, rellenas de tierra mineral de color anaranjada que solo ocasionalmente albergaba pequeños fragmentos de cerámica.

RESULTADOS DE LA EXCAVACIÓN Los trabajos de excavación se iniciaron con una minuciosa limpieza de las estructuras detectadas previamente, lo que permitió en primera instancia definir y diferenciar los elementos pertenecientes a la

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Figura 9.- Urna procedente de la Estructura funeraria 131.

Figura 10.- Jarrita con decoración de bandas, ajuar Estructura funeraria 178.

Figura 11.- Urna procedente de la Estructura funeraria 138.

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necrópolis protohistórica. Como balance general, la excavación de estos restos ha aportado abundante información relativa a su naturaleza y datación, así como aspectos concretos del ritual funerario. Se trata, como venimos reiterando, de una necrópolis de incineración adscrita a las fases iniciales de la Edad del Hierro, pudiéndose establecer matices en la comparación de las diferentes estructuras a partir de los que se pueden diferenciar tipos que atienden a las siguientes variables: • La posibilidad de vincular distintas estructuras en un mismo complejo funerario. • Las diferencias en el tamaño y la mayor o menor complejidad en la morfología de cada tumba. • La mayor o menor presencia de elementos de ajuar y la calidad de los mismos. El resultado arroja los siguientes tipos. Tipo 1. Se trata de fosas rectangulares de gran tamaño que, en algún caso, presentan un resalte o escalonamiento interior que reduce sus dimensiones hacia el fondo. Los trabajos realizados han permitido detectar cinco. Todas ellas se hallaban excavadas en el sustrato geológico y sus dimensiones se arrojan 2,5 metros de largo, 1,5 metros de ancho y más de 1 metro de profundidad. Todas ellas se orientan longitudinalmente en sentido este-oeste. Solamente tres se hallaban intactas, estructuras funerarias (en adelante e.f.) 131, 137 y 178, evidenciando el resto, ee.ff. 139 y 147, alteraciones más o menos importantes. En todos los casos se han documentado ajuares que comprenden tanto objetos de cerámica como de metal y que se detallan en el siguiente cuadro sinóptico. Denominación

Contenido

E.F. 131

Vaso con decoración de bandas rojas, tres cuencos de pasta gris de diferentes tamaños, un brasero de bronce y fragmentos de vástagos de hierro.

E.F. 178

Dos cuencos relativamente pequeños –uno de ellos de barniz negro– dos cuencos de mayor tamaño y una jarrita con decoración de bandas rojas y negras y trazos transversales en rojo. En esta sepultura no se ha documentado ningún elemento metálico.

E.F. 137

Jarra con decoración de bandas rojas, similares a algunas de las obtenidas en el yacimiento de Cruz del Negro, un plato de pasta gris, un brasero y un jarro de bronce.

E.F. 139

Recipiente cerámico, un braserillo de bronce y un enmangue de hierro y bronce. Esta sepultura se hallaba alterada, resultando difícil su identificación.

E.F. 147

Base de un recipiente cerámico muy fragmentado, probablemente una urna que contenía algunos fragmentos de hueso quemado y tres canicas de cerámica. Al igual que la anterior, se hallaba muy afectada por los trabajos de desmonte.

En líneas generales, el relleno interior de las ee.ff. de Tipo 1 consta de un nivel deposicional de tierra de coloración pardusca, en la base de un depósito de carbón de bastante potencia sobre el que se deposita el ajuar. Las paredes de las fosas presenten evidencias claras de rubefacción, lo que nos lleva a pensar que estamos ante incineraciones de carácter primario, en las que la cremación se realizó in situ (bustum).

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Figura 12.- Plato procedente de la Estructura funeraria 131.

Tipo 2. Fosas rectangulares de un tamaño menor, con presencia de carbones y marcas de combustión. Todas ellas presentan una orientación este-oeste y unas medidas aproximadas de 1,50-1,70 metros de longitud, 0,50-0,70 metros de ancho y una profundidad que oscila entre 0,5 metros y 1 metro. Se han documentado cuatro sepulturas de estas características: ee.ff. 106, 124, 138 y 150. El contenido de estas tumbas es más modesto. La e.f. 138 albergaba una urna y un cuenco de pasta gris. En las otras tres sepulturas se documentaron fragmentos cerámicos y vástagos de hierro. Todas ellas albergaban un relleno terrígeno de coloración pardusca, con presencia de carbones en la base. En todas ellas se evidenciaban signos claros de rubefacción que indican que nos encontramos ante incineraciones primarias. Tipo 3. Fosas de tamaños variados con rellenos de coloración pardusca y presencia de carbones. Las dimensiones oscilan entre 1-1,20 metros de longitud, 0,3-0,6 metros de ancho y profundidades inferiores a 0,2 metros. Presentan un único relleno, con presencia de pequeños nódulos de carbón, muy dispersos, y fragmentos cerámicos. Se documentan siete contextos de este tipo, las ee.ff. 37, 69, 125, 127, 140, 182 y 183. Sólo las tres últimas alojaban material cerámico, un cuenco de pasta gris en la tumba 69 y fragmentos postdeposicionales de cerámica romana en las tumbas 182 y 183. No se aprecian indicios que evidencien la presencia de la pira, lo que constituye una diferencia significativa que hay que resaltar. Tipo 4. Fosas irregulares de tamaños diversos. Se han documentado seis fosas que responden a estas características, las ee.ff. números 86, 87, 93, 172, 189 y 196. No presentan homogeneidad en su morfología ni en su orientación. Sólo la número 93, una fosa circular de 50 centímetros de diámetro, contenía material cerámico, concretamente una urna muy fragmentada con restos de hueso quemado y pequeños carbones. Al margen de las fosas, se han detectado concentraciones de tierra de coloración pardusca, con abundante presencia de carbones. Se sitúan directamente sobre la base geológica que ha quedado impregnada de una pátina grisácea. Aunque se trabajó sobre la hipótesis de que fuesen fosas arrasadas de las que sólo se habría conservado el fondo, la falta de indicios suficientes como marcas o improntas residuales en la roca parecen descartar esta posibilidad y nos induce a pensar que se trata de hogueras fósiles que, considerando la información que se desprende de otros yacimientos, podrían haber servido para quemar ofrendas en las proximidades de las sepulturas (silicernium). Con independencia de los vestigios protohistóricos, se han detectado evidencias de un uso funerario posterior, al que corresponden dos tipos de enterramientos:

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Figura 13.- Fragmento de cerámica protocorintia, recogido en superficie.

Tipo 5. Sepultura de incineración dotada de una estructura de ladrillo y cubierta de tegulae. Solo se ha documentado una, la e.f. 175, con unas dimensiones de 1,65 metros de largo por 0,7 metros de ancho. Durante el proceso de excavación se evidenció la implosión de la estructura, albergando el interior de la tumba los restos de la cubierta y algunos ladrillos. No albergaba objeto alguno, tan solo un depósito de color parduzco en la base. Tipo 6. Inhumación en fosa. Sólo se ha documentado una sepultura de este tipo, la tumba 143. Se trata de una inhumación primaria en la que el cadáver aparece decubito supino. Sólo se conserva el esqueleto postcraneal, apreciándose un muy deficiente estado de conservación de los restos. La fosa se inserta en la roca base, con una orientación noroeste-sureste y unas dimensiones de 1,50 metros de longitud y 0,35 metros de anchura. Estaba prácticamente arrasada en su parte superior, pudiéndose localizar restos óseos dispersos en el entorno inmediato. Contenía una fusayola de arcilla de sección elíptica y fragmentos de una pequeña lucerna junto al extremo distal de la tibia izquierda. Finalmente, han sido agrupadas bajo la denominación de Estructuras de Tipo 7 una serie de fosas rectangulares excavadas en la roca. Mantienen unas dimensiones más o menos constantes, generalmente 1 metro por 0,3 metros y una profundidad que ronda los 0,15-0,30 metros. Presentan un patrón de dispersión constante, formando alineaciones paralelas en sentido noroeste-sureste. Es el tipo más representado en el yacimiento, habiéndose excavado un total de 106. Como norma general aparecen colmatadas por un único relleno de tierra de color marrón-anaranjada, con intrusiones de nódulos calcáreos y, puntualmente, escasos fragmentos de cerámica. No se aprecian restos de combustión en dicho relleno. Este dato, junto a su elevado número y su distribución ajustada a un trazado ortogonal bastante preciso, permiten barajar la idea de que se trata de elementos ajenos al mundo funerario. En este sentido sería posible pensar que sean el resultado de un uso agrícola del terreno, según se desprende del estudio de elementos similares. En otro orden de cosas, el espacio interno de la necrópolis parece articularse a partir de una serie de fosos de sección en “V” excavados en la roca base, los cuales acotan un espacio circular en cuyo centro se sitúa una estructura funeraria de tipo 1 o de tipo 2. Se aprecian diferentes tamaños, siendo el más grande de unos 15 metros de diámetro.

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Figura 14.- Planta y secciones de la Estructura funeraria 178.

Durante la intervención se contabilizaron siete círculos, denominados con las letras A, B, C, D, E, F y G. De ellos los tres primeros han sido documentados en su totalidad y tan solo ha sido parcialmente excavado uno (Foso A). Aprovechando un socavón existente se realizó un sondeo para comprobar la potencia y característica de sus rellenos, siendo el dato más destacado la inexistencia de material arqueológico. La potencia máxima documentada se sitúa en 1,20 metros. En el centro del Círculo A, se halla la e.f. 150. El foso no cierra por completo, sus extremos no llegan a conectar, quedando una especie de acceso orientado al oeste. El Círculo B, encierra dos tumbas, las ee.ff. 178 y 131. Al igual que el anterior, en este caso el foso deja una apertura orientada al oeste. El Círculo C, el de mayores dimensiones, albergaba la e.f. 137 y la 128 (arrasada). En la zona oeste del propio foso se ha documentado una posible tumba con ajuar (e.f. 139) de la que apenas se ha podido delimitar su contorno. Hasta el momento no hemos podido confirmar el sentido de estas estructuras más allá de lo que parece evidente, es decir, señalar y delimitar el espacio sacro donde se ubicarían las tumbas principales. En relación con estas estructuras, la existencia de túmulos en origen es una cuestión irresoluta, como consecuencia del arrasamiento de sus supuestos emplazamiento. En este sentido, resulta significativo el hecho de que las alineaciones de hoyos o fosas de Tipo 7 no irrumpan en el espacio acotado por el foso. Este dato, en principio interpretado como una evidencia de la sincronía entre ambos elementos, podría indicar justo lo contrario, la existencia original de túmulos sobre los que se excavaron hoyos para el cultivo, arrasados en un momento determinado.

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Figura 15.- Planta y secciones de la Estructura funeraria 137.

Otro aspecto que llama poderosamente la atención es la organización de los círculos B, D, E, F y G en torno al Círculo C, de mayor tamaño y más prominente, lo que sugiere una posible ordenación de la necrópolis atendiendo a cuestiones de jerarquía social.

RESULTADOS EN LOS TRANSECTS PARA DELIMITAR EL YACIMIENTO Una vez finalizada la excavación arqueológica de los contextos funerarios se planteó la necesidad de obtener datos para una delimitación de la necrópolis en el ámbito de la parcela. Para ello se plantearon dos transects de los que, además, se obtendrían lecturas estratigráficas en aquellas áreas menos alteradas.

Resultados de la Zanja 1 Los resultados obtenidos posibilitaron una aproximación a la estratigrafía general de la parcela. Así, el relleno más superficial (unidad estratigráfica u.e. 001) lo conforma una tierra de color marrón, grano fino-medio y nivel de compactación medio, con una potencia media de 0,30 metros. Presenta abundantes intrusiones de nódulos calcáreos y algunos fragmentos de cerámica moderna. Es la capa de tierra de labor. A continuación se encuentra un nivel de areniscas calcáreas (u.e. 002) con una potencia media de 0,10-0,20 metros, que se presenta como la corteza meteorizada de la base geológica (u.e. 003). En el nivel geológico más compacto son visibles las marcas dejadas por maquinaria agrícola, lo que nos indica el grado de alteración de que ha sido objeto la parcela (u.e. 003).

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Figura 16.- Planta y secciones de la Estructura funeraria 131.

Desde un punto de vista arqueológico, se constató la presencia de fosas de Tipo 7. Son la u.e. 004, la u.e. 005 y la u.e. 006, todas ellas con una orientación noroeste-sureste e insertas en la u.e. 002. Asimismo se documentó una concentración de piedras de mediano tamaño que parecen acotar alguna estructura vinculada a la necrópolis –u.e. 007 y 009–. Concretamente en esta última se encontró un plato de cerámica gris. En el entorno de la u.e. 007 se documentó una pequeña mancha de ceniza, es la u.e. 008 que se inserta en la u.e. 002.

Resultados de la Zanja 2 En esta zona de la parcela la cobertura vegetal tiene una escasa potencia, 0,05 metros en algún caso, dando paso a una capa de areniscas calcáreas compactadas (u.e. 010 = u.e. 002) que presenta inclusiones de guijarros, fragmentos de tejas y de cerámica común. En el nivel geológico, al igual que en la Zanja 1, resultan visibles las marcas dejadas probablemente por maquinaria agrícola. Cabe destacar la existencia de una zona de combustión en el extremo E de la zanja, a la que se asocia un fragmento de tégula con marcas de fuego. Sin embargo, dada la heterogeneidad de los materiales documentados es evidente que esta zona de la parcela se ha visto muy afectada por labores agrícolas, por lo que si bien no existen datos para plantear una continuidad del yacimiento más allá, tampoco hay garantías para considerar de manera inequívoca esta cuestión. Durante la excavación pudo constatar este hecho, a partir de la presencia de materiales contemporáneos (plásticos, cerámica, vidrios…) junto a material romano.

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Figura 17.- Plantas y secciones de las Estructuras funerarias 138, 175, 139 y 143.

CONSIDERACIONES FINALES Aunque los datos que se ofrecen están aún pendientes de un estudio más detallado y alejado de los presupuestos teóricos y metodológicos que definen las actividades arqueológicas de urgencia, aportan una primera aproximación a la naturaleza de muchos de los restos afectados. La primera conclusión tiene que ver con la constatación del avanzado estado de destrucción del yacimiento, al menos dentro de los límites de la parcela. Esta circunstancia ha limitado cualquier posibilidad de obtener una visión diacrónica completa del lugar, así como datos concluyentes en relación con la evolución en los usos. No obstante, en este sentido se reconocen al menos dos prácticas incompatibles. En primer lugar un uso funerario que, como mínimo, comprendería tres momentos dentro de una banda cronológica amplia. • Tumbas de incineración pertenecientes a las fases iniciales de la Edad del Hierro. Se trata de las estructuras funerarias de los tipos 1, 2, 3 y 4. En relación con estos contextos, los restos de posibles banquetes funerarios. • Tumbas de incineración, posiblemente pertenecientes al periodo romano, aunque sin concretar. Es el caso de la estructura funeraria Tipo 5 (e.f. 175). • Tumbas de inhumación, posiblemente adscritas a la etapa romano-imperial, que hemos definido como Tipo 6 (e.f. 148). En segundo lugar un uso agrícola de los terrenos, con el que se relacionarían las alineaciones de decenas de fosas para el cultivo de la vid, a las que hemos agrupado bajo la denominación de estructuras de Tipo 7.

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Excavadas en el sustrato geológico y colmatadas por el estrato más superficial, los desmontes efectuados han supuesto la eliminación de indicadores desde los que situarlas en el tiempo. No obstante, al tratarse de un uso discordante con las necrópolis habría que datar esta práctica con posterioridad a los enterramientos más recientes; es decir, no antes de los siglos I-II d.C. De todos estos elementos, revisten especial interés los restos pertenecientes a la necrópolis protohistórica. Las conclusiones en este sentido se orientan hacia los siguientes aspectos: Datación. Para la datación de las diferentes fosas, se ha tenido en cuenta principalmente las características (formas y decoraciones) de las cerámicas, por tratarse elementos más dinámicos frente a los objetos de metal que, enraizados en ambientes tartesios, remitirían a prototipos más arcaizantes3. A falta de un estudio más definitivo, consideramos viable proponer una datación para el conjunto centrada en el siglo VI a.C4. Este dato remite a un momento en el que las poblaciones autóctonas, profundamente transformadas por el influjo orientalizante, habrían iniciado la transición hacia lo ibérico en el sureste peninsular, pese a lo que se mantendrían fuertes pervivencias en relación con el ritual funerario. La ausencia de armas en los ajuares abunda en esta idea, ya que apunta a que aún no se han consolidado las aristocracias guerreras propias del mundo ibérico. Estaríamos por tanto ante una necrópolis perteneciente a las etapas iniciales de la Edad del Hierro, cuya fase más antigua podría rondar el siglo VI a.C.5 La continuidad de los enterramientos durante la ocupación romana, no haría sino abundar en la especial significación funeraria del sitio. Organización. Los datos obtenidos evidencian una estructura orgánica de la necrópolis protohistórica a partir de diferencias sustantivas en las estructuras funerarias, posiblemente reflejo de un orden social jerarquizado. Parece oportuno considerar la hipótesis de que la mayor o menor complejidad de dichas estructuras es un indicador de la preeminencia social de la persona incinerada, lo que confiere interés a aspectos como el tamaño y la morfología de la fosa, su emplazamiento en un lugar preeminente acotado por un foso, la presencia de ajuares y la calidad de los mismos. Estas variables marcan diferencias importantes entre las estructuras funerarias de tipo 1 y 2, con respecto a las de tipo 3 y 4. Una diferencia sustancial en este sentido podría venir dada por la evidencia de que las primeras son deposiciones primarias (bustum) mientras que en las segundas esta consideración no está tan clara. Asimismo podría interpretarse en clave de jerarquía social, el hecho de que varios círculos se sitúen en torno a uno concreto, el que hemos denominado Círculo C. Ritual. Considerando lo anterior, la muerte de una persona principal implica un ritual consistente en su incineración en el lugar donde están destinados a permanecer sus restos, el cual es extensamente acotado y protegido mediante un foso y –posiblemente– un túmulo6. Consumida la pira, los restos incinerados acaban en el fondo de una profunda fosa y se acompañan de ajuares suntuosos que denotan la posición social del difunto, a partir de la presencia de elementos de metal que se vienen vinculando a la celebración de libaciones propiciatorias. Puntualmente, la 3 Por lo que respecta a las cerámicas hay que dirigir la atención a los platos de pasta gris, el recipiente globular con decoración de bandas rojas y la urna tipo Cruz del Negro evolucionada, obtenida de las ee.ff. 131, 137 y 139. En concreto, el citado recipiente puede considerarse una forma desarrollada de los vasos achardonados que se producen durante la transición a sociedades orientalizantes. Por el contrario, la morfometría de los objetos de metal no podrá ser considerada de forma objetiva en tanto no concluyan los trabajos de restauración que se están llevando a cabo. 4 Aunque fuera de contexto, resulta especialmente interesante el fragmento de kothiloi pseudo-corintio, dado que encaja con bastante precisión entre el 550 y el 500 a.C. 5 Se van a realizar dataciones por radiocarbono, con lo que se obtendrán dataciones absolutas para estos contextos. 6 Al menos para las estructuras funerarias que hemos denominado de tipo 1 y 2.

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Una necrópolis de incineración de las etapas iniciales de la Edad del Hierro en la comarca de Antequera…

preeminencia del difunto quedaría patente a partir de la presencia en el ajuar de objetos de importación mediterránea. Finalmente, se ha podido evidenciar la celebración de banquetes funerarios. Aspectos estructurales y morfológicos. Una de las cuestiones que más poderosamente han llamado la atención, tiene que ver con la asociación foso en círculo/ee.ff. de tipo 1 y 2. Esta asociación conforma una unidad estructural para la que no conocemos referentes exactos y que plantea el problema de su interpretación. Por definición, el foso podría servir para acotar y proteger un espacio reservado. Este sentido protector parece evidente, incluso desde un punto de vista mágico o simbólico, ya que se deja sin excavar ex profeso un acceso orientado a poniente, a pesar de que el foso por sí mismo no supone un obstáculo real. Otra cuestión sin resolver tiene que ver con la posible existencia de túmulos en origen, como ocurre en otras necrópolis similares. No existe la más mínima evidencia en este sentido, lo que tal vez se pueda achacar a destrucciones desde antiguo. La hipotética existencia del túmulo plantea inevitablemente su relación con el foso. Desde un punto de vista estructural no se concibe una interdependencia necesaria entre ambos elementos. Por otro lado, en última instancia, la función de uno y otro sería redundante y remite a conceptos como delimitar, proteger o señalar. Finalmente, consideraremos algunas cuestiones en relación con la destrucción parcial del yacimiento. En este sentido, los desmontes han arrasado cualquier vestigio entre la superficie y la roca base, resultando imposible hacer un balance siquiera aproximado de los daños causados al yacimiento. Como consecuencia hay que lamentar la imposibilidad de reconstruir la evolución diacrónica del sitio y la destrucción puntual de elementos pertenecientes a la necrópolis protohistórica. No obstante, los trabajos realizados han puesto de manifiesto la existencia de un buen número de estructuras funerarias intactas que, a modo de reserva arqueológica, en un futuro podrán arrojar información desde la que entender muchos de los aspectos que aquí se apuntan.

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