Una muerte estableSida

Share Embed


Descripción

Una muerte estableSida
Verónica Fragoso Irineo
El siglo XX fue uno de los más prolíficos en la historia mundial. El humano avanzó en tecnología, ciencia, medicina, entre otros tópicos más. Sin embargo, también la humanidad vivió guerras, crisis, muertes, y enfermedades, como el sida. Este padecimiento tuvo un gran impacto durante los años ochenta, y era relacionado con la comunidad homosexual. ¿Cómo sobrellevó este grupo desprestigiado tal señalamiento? Uno de los afectados que dio voz al duelo que viven los infectados por el sida, fue el sonorense Abigael Bohórquez, con su obra Poesida, publicada en 1996, un año después de su muerte. El escrito ha sido un testamento dejado por el poeta norteño, no sólo suyo, sino para todos los que compartieron su enfermedad.
Los decesos por sida ya son comunes para los presentes días, pero no dejan de lamentarse. Durante los ochenta fueron no sólo causa de revolución dentro del ambiente médico, también modificaron el ámbito cultural. Quienes eran diagnosticados con el virus eran despreciados, confinados a lugares solitarios, en espera de su final. Bohórquez falleció en estas condiciones aisladas, dentro de un pequeño departamento en Hermosillo, Sonora, el 28 de noviembre de 1995, después de pocos años de haber regresado a su estado natal. Nació en Caborca, (perteneciente al mismo estado) el 12 de marzo de 1936, "pueblo lleno de saliva", diría más tarde el poeta, puesto que él y su madre eran mal vistos al haber nacido él fuera de un matrimonio. Por ello, vivió en un exilio autoimpuesto la mayor parte de su vida. Su voz desobediente regresa al norte para plasmar sus últimas obras, y esperar la conclusión del virus.
La discriminación y las burlas llegan por cualquier razón, o tontería. Bohórquez vivió a distancia de muchos, de su ciudad, de los círculos de escritores de la época. No por la condición del sida, sino por su abierta condición como homosexual, gran cliché ligado a este virus. Si esta inclinación no es aceptada completamente en la actualidad, era más despreciada durante los últimos años del poeta. Por la falta de estudios sobre la enfermedad, la gente repudiaba a los infectados, y culpaba a los gays de ser quienes propagaron el padecimiento. La situación duele a Bohórquez, lo plasma como ningún otro. Poesida recopila el sentir de alguien tan vivo a su manera, en la desembocadura de un mal sin salida.
Esta recopilación de poemas fue galardonada en 1992, por el Premio Internacional CONASIDA de la Organización Panamericana de la Salud, organizado por la UNAM, mas no fueron publicados, se dice que Bohórquez ni recibió el premio. El corto tiraje publicado al año siguiente de su muerte fue gracias a familiares y amigos del poeta. Se trata de un largo epitafio dividido en poemas, que podrían señalarse como las elegías del autor dedicadas a su deceso implantado y al resto de las víctimas con quienes compartió la misma semblanza. En vida, se miraba como una calavera que ya cargaba en sus manos, quien con su último aliento intenta plasmar su legado. Se aleja de todas sus condiciones, como la homosexualidad, y se desviste en un ser lamentoso por el sida.
Pero hubo días en los que Bohórquez "fue"; ser humano, poeta, hijo bastardo. El gran amor de su vida y quien aún late en sus versos es su madre, Sofía Bojórquez, mujer de una época equivocada, donde con dificultad encontraba dónde encajar junto a su pequeño. Bohórquez, en su lamento mortuorio, le canta a la madre, a la falta que le hace su presencia. Y a la vez, da las gracias de que ella no presencie el proceso de su muerte, y le reconoce su labor como madre, en una de las estrofas más cargadas de emotividad que podría dirigir un hijo a su progenitora.
El poeta escribe para soltar sus miedos, el temor que sólo los enfermos terminales conocen, porque describe la caída, y el posterior desmoronamiento, como la planta "verdeSida" que, de la noche a la mañana, se queda sin hojas. Y quienes, todavía mostrándose así, débiles, marginados, al mostrar una mirada de auxilio sólo reciben desprestigio. Enfermos que, en su tiempo, a pesar del ruego, obtenían desaprobación o una espalda que los ignoraba, y a quienes aún sin estar enfermos de sida, les cedían la misma bofetada.
Retrata a los perfiles de ese tiempo, los "fracasados". Los describe llenos de vida y de deseos, presenta su historia y el final de esta, cuando dan con "Ella". Gente que uno puede encontrar desde los "barrios de mala muerte", hasta dentro de escuelas primarias. El deseo de continuar con vida, sobresaliente en ellos, y como estos sueños acaban bajo tierra, con un agregado de humor negro por parte de la pluma de Bohórquez, su anexión de palabras inventadas y otras propias del vocabulario sonorense.
El extremo norte de nuestro país no sólo es aridez. Miles de norteños han demostrado lo contrario en los ámbitos donde han logrado desenvolverse, y en la literatura no se han quedado atrás. Los literatos oriundos de este borde no sólo escriben de narcotráfico y drogas. Tienen una visión distinta de ciertas cosas al encontrarse alejados del centro del país, donde malamente se consolida la mayor parte del arte. Bohórquez demuestra que el norte tiene más que dar a México, como este testamento comentado, lleno de una total emoción humana, una concentración de reflexiones que sólo "el poeta del desierto" puedo haber presentado, y que cayó en el abandono.
Bohórquez estaba consciente de poder tropezar en un probable olvido, porque en vida ya se encontraba en él. Prefería ser anónimo en ese lapso y consagrarse después de la muerte, pensando en ser aceptado por lectores del futuro. El poeta esperaba que el tema plasmado en Poesida y en otras de sus obras sería más aceptado unos años después. También añoraba que el sida ya no fuera la causa de desdicha de los homosexuales, sino su sentido de progreso, una visión que poco a poco ha sido aceptada dentro de la sociedad mexicana.
Abigael Bohórquez mostró un estado de luto en esta situación tan fuerte que es el sida, porque como "poeta de mi hora y de mi tiempo", pudo hacerlo, antes de sentir culpabilidad por mantenerse callado ante esta crueldad. Además, muestra duelo por un mundo que dice estar bien. Describe la brutalidad, el hambre, la vergüenza, y la desdicha de vivir en ese tiempo, no sólo como enfermo, como escritor, o como homosexual; incluye a todos los habitantes de ese momento, y a los que siguieron.
Referencia:
Bohórquez, A. [Abigael]. (2009). Poesida. Tercera Edición. México: Fondo Regional para la Cultura y las Artes del Noroeste. pp.88

Verónica Fragoso Irineo
Estudiante de la licenciatura en Letras Hispánicas de la Universidad de Guadalajara. Tiene 21 años, tres de estos en la capital jalisciense. Actualmente, cursa el séptimo semestre de esta carrera y realiza sus prácticas profesionales en un periódico de la localidad. Creció en la zona noroeste del estado de Sonora, donde también vivió Abigael Bohórquez. Sus áreas de mayor interés son la lingüística y la edición. También vive entre recetas de cocina, fotografías, gatos y videojuegos. Ha publicado en la web el ensayo La máscara que no cubre rostros (2013) en Sheikav.com; y el cuento/crónica sobre el incendio de la Guardería ABC, Anónimos (2014), en Dossier Político, en el suplemento cultural "La Jirafa" del Diario Regional de Zapotlán, y en NoticiasdCaborca.com.
Instagram: VFI26
Twitter @VFI26
Tumblr: vfi26.tumblr.com
http://sheikav.com/la-mascara-que-no-cubre-rostros-1/
http://sheikav.com/la-mascara-que-no-cubre-rostros-capitulo-2/
http://sheikav.com/la-mascara-que-no-cubre-rostros-capitulo-3/
http://www.dossierpolitico.com/vernoticiasanteriores.php?artid=144708&relacion=dossierpolitico&criterio=evo
http://lajirafazapotlan.blogspot.mx/2014/06/anonimos.html
www.noticiasdcaborca.com.mx/?p=12903


Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.