Una mirada sectorial sobre las inserciones laborales precarias de los jóvenes en Argentina

July 7, 2017 | Autor: M. Fernández Massi | Categoría: Labor Economics, Precarious Employment, Jóvenes, Precariedad Laboral
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Descripción

2 / Una mirada sectorial sobre las inserciones laborales precarias de los jóvenes óvenes en Argentina ó MARIANA FERNÁNDEZ MASSI

Introducción Las actividades laborales cumplen un rol esencial en la entrada a la vida adulta, ya que la participación de los jóvenes en el mercado de trabajo comienza a delinear sus trayectorias laborales. Habitualmente, los estudios sobre los jóvenes en el mercado laboral se concentran en el análisis de la desocupación y la alta rotación de este grupo etario (Maurizio, 2011; Weller, 2003). En efecto, no resulta adecuado hablar de un momento sino más bien de un proceso de inserción, en el cual el joven transita por situaciones de empleo, desempleo e inactividad. En la literatura se han esgrimido múltiples explicaciones para dar cuenta de tal inestabilidad. Mauricio (2011) distingue entre aquellas explicaciones vinculadas con cierta inestabilidad inherente a las personas jóvenes –intermitencias por la reinserción en el sistema educativo, búsqueda de un puesto acorde a sus expectativas- y otras referidas a un efecto composición por el cual los jóvenes se insertan en puestos más inestables. Este segundo conjunto de explicaciones remite al problema tratado en este capítulo. La calidad de los empleos obtenidos por los jóvenes ha sido abordada desde distintas perspectivas: por ejemplo, las percepciones de los jóvenes a partir de abordajes cualitativos. Jacinto et. al. (2005) encuentran que el empleo en blanco es un elemento que valoran positivamente los jóvenes. Asimismo, el ingreso es otro que la mayoría de los jóvenes perciben como esencial cuando valoran un trabajo. Sin embargo, la duración del contrato –forma habitual de captar la

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estabilidad/inestabilidad del empleo- no aparece como un elemento relevante. En su lugar, se mencionan otros aspectos, como la posibilidad de compatibilizar el empleo con otras actividades, espacio de intercambio generado en el trabajo y las oportunidades de aprendizaje que allí surgen. Santamaría (2010) sugiere distinguir, por un lado, aquellos empleos relacionados con la formación y/o el itinerario laboral que quisieran seguir y por otro, aquellos empleos que son ajenos al proyecto laboral inicial y que suelen verse como empleos transitorios. En el primer caso, el empleo es considerado una oportunidad o una puerta de acceso a mejores puestos, por lo cual las condiciones que ofrece pasan a un segundo plano. Parecería entonces que en esos casos sería “tolerado” cierto grado de precariedad. Aun así, resta respondernos por qué asumir que esas primeras experiencias deben darse en condiciones de contratación precarias –que en algunos casos incluso vulneran la legislación laboral-. Además, nada garantiza que los primeros empleos precarios sean un paso de una trayectoria ascendente. Cabe también la posibilidad de trazar un itinerario de empleos precarios, es decir, de estabilización precaria. La posibilidad de salida de un empleo precario hacia otro no precario no se presenta para todos los jóvenes por igual, ya que aquellos provenientes de hogares de mayores ingresos tienen mayores probabilidades de transitar ese camino virtuoso (Pérez et. al, 2012). En este capítulo no analizaremos la voluntad de los jóvenes para aceptar condiciones precarias. Por el contrario, nos interesa comprender por qué los puestos ofrecidos no garantizan ciertas condiciones mínimas. Existe cierto acuerdo respecto de que la inserción de los jóvenes es más precaria que la de los adultos, aunque no hay consenso respecto de sus causas ni de sus implicancias. El presente estudio se inscribe en la discusión acerca de las causas de tal segregación, a partir de un análisis de la inserción sectorial de ambos grupos (jóvenes y adultos). La pregunta que guía este análisis consiste en identificar si el problema es la rama de actividad en la cual los jóvenes se insertan o bien si dentro de un mismo sector unos jóvenes experimentan condiciones más precarias que otros, es decir, si la segregación opera inter-rama o intrarama. La relevancia de esta pregunta no radica en determinar una única forma de segregación, sino en distinguir una de otra. El capítulo se estructura en cinco secciones. En la segunda sección se presenta una revisión breve de la literatura que permite esbozar las principales hipótesis. En la tercera sección se analiza la inserción sectorial de los jóvenes, identificando en qué sectores se concentra el empleo de este grupo y en cuáles están sub y sobrerrepresentados respecto de los adultos. En la cuarta sección se evaluará en qué medida la precariedad afecta a los jóvenes insertos en distintas ramas de actividad. Finalmente se presentan las principales consideraciones que surgen de este análisis.

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1. Las teorías de la segmentación como marco analítico Algunos autores proponen como factores explicativos de la precariedad laboral características de la oferta de mano de obra, asociadas a la escasa experiencia de los jóvenes, su nivel educativo, la calidad percibida de educación o cuestiones vinculadas al capital social acumulado (Marchionni et. al., 2007) o su origen social (Pérez et. al., 2012). Otros, en cambio, dirigen la atención a aspectos de la demanda de trabajo vinculados a las políticas de selección y contratación de las empresas, la desaparición de sectores de iniciación laboral, la volatilidad del ciclo económico y los marcos normativos (Benigni y Schteingart, 2011; Pérez, 2008). Este segundo grupo de explicaciones reconoce cierta especificidad en las condiciones del mercado de trabajo para los jóvenes, y de allí que sea pertinente enmarcarlas en los enfoques segmentacionistas, que dan cuenta de la existencia de segmentos diferenciados. La idea de segmentación atraviesa un cuerpo teórico heterogéneo que tiene en común la identificación de diferentes segmentos en los mercados laborales, cuestionando la homogeneidad del mercado de trabajo y su asimilación a un mercado de bienes. Estas teorías consideran que el mecanismo de determinación de salarios no consiste en la equiparación con la productividad del trabajador sino que aquellos son atributos del puesto de trabajo. Así, el salario percibido y las características de la contratación no están directamente relacionados con atributos individuales del trabajador, sino con el puesto y su antigüedad en el mismo. Los principales enfoques segmentacionistas identificaron un segmento primario, o central, y otro secundario, o periférico. El sector primario está constituido por empleos con salarios elevados, buenas condiciones de trabajo, contratación estable, etc.; mientras que el sector secundario, por bajos salarios, malas condiciones laborales, intermitencias en la contratación, etc. En el primer sector funcionan los mercados internos de trabajo: unidades institucionales cuyos salarios y condiciones de contratación son fijados por procedimientos administrativos (Doeringer y Piore, 1971). Estos autores encuentran que el sector secundario se relaciona con ciertos grupos demográficos particulares: las mujeres, los jóvenes y los grupos étnicos y raciales minoritarios. Para este enfoque, las explicaciones basadas en la demanda son las adecuadas para comprender la generación de puestos precarios y las basadas en la oferta responden a la pregunta sobre cómo se ocupan luego esos puestos. Así, resulta apropiado el modelo por competencia por puestos de trabajo propuesto por Thurow (1972), según el cual la distribución de las oportunidades de empleo existentes depende de la posición relativa del individuo en la “cola laboral”. En el proceso de selección de trabajadores los candidatos se ordenan en una fila según los costos esperados de formación para el puesto. Cada grupo, definido a partir de cierta característica –como el nivel educativo, el género y la edad-,

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tiene posiciones esperadas en la cola laboral; los individuos de un mismo grupo se distribuyen aleatoriamente alrededor de ellas. La posición en la fila depende de características de base objetivas, así también como de elementos subjetivos; de allí que la percepción sobre los jóvenes resulte relevante. Nos concentraremos en explicaciones que den cuenta del lugar que ocupan los jóvenes, como grupo, en la cola laboral, diferenciando dos conjuntos: las vinculadas a los modelos de gestión empresarial y las referidas a la situación macroeconómica y la dinámica sectorial1. 1.1. Factores internos de la empresa En la literatura especializada se han esbozado un conjunto de argumentos que intentan explicar la rotación involuntaria de los jóvenes, es decir, el carácter inestable de los empleos que obtienen. Aquellos parten de reconocer que ante la necesidad de reducir los planteles, en los modelos de gestión empresarial vigentes, los primeros en ser despedidos son jóvenes. Heckman y Pagés (2000) señalan que las políticas de protección de la estabilidad laboral generan una brecha en el costo de despido que favorece a aquellos trabajadores con mayor antigüedad en desmedro de los nuevos ingresantes, entre quienes están los jóvenes. Pérez Isla y Urteaga (2001) esgrimen otros motivos: los jóvenes tienen poca experiencia en el puesto y la inversión en su formación ha sido baja con relación a otros trabajadores más experimentados; y además, en el momento de seleccionar a quiénes retener, se prioriza el estatus de jefe de hogar de los adultos. Los jóvenes no solo serían los primeros en ser despedidos, sino que también existen barreras a su contratación en la fase expansiva del ciclo. El modelo de insider-outsider (Lindenbeck y Snower, 1988), formulado para explicar la rigidez salarial y la persistencia del desempleo, ofrece una explicación para la mayor rotación de los jóvenes. Aquellos trabajadores experimentados que poseen un puesto en la empresa pueden bloquear la entrada de nuevos trabajadores, rehusándose a colaborar con ellos. De este modo, se suma un costo de rotación adicional que desincentiva a los empresarios a contratar nuevos trabajadores. La rotación involuntaria de los jóvenes ha sido explicada también en consonancia con las miradas centradas en la inestabilidad intrínseca de la edad. La percepción por parte del futuro empleador de que los jóvenes son potencialmente inestables es un argumento para no contratarlos en puestos del segmento primario del mercado de trabajo, cuyo mercado interno estructura la 1

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En otros contextos es relevante distinguir un tercer factor, vinculado a las políticas de empleo y protección social (López Pérez y Zubiri Rey, 2012). Estas explicaciones cobran sentido en países en los cuales los sistemas públicos de empleo han adquirido mayor difusión. En nuestro país los mismos tienen bajo alcance –en relación con países como Francia o España-.

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carrera laboral en el interior de la empresa, ofreciendo estabilidad y posibilidades de ascenso (García Blanco y Gutierrez, 1996). A partir de encuestas y entrevistas a empresarios de diferentes países latinoamericanos –entre los cuales no se encuentra la Argentina-, Campusano (2006) y Chacaltana (2004) señalan que los motivos para contratar jóvenes son dos: por un lado, su fácil adaptación a las nuevas tecnologías y su capacidad de aprendizaje; y por otro, su flexibilidad para aceptar bajos salarios. Es decir, la contratación implica que se acepten condiciones precarias. De estos análisis surge un conjunto de argumentos por los cuales los empresarios no contratan jóvenes, que están vinculados fundamentalmente a su percepción acerca de la falta de “cultura de trabajo” y otras formas de estigmatización que recaen en este grupo. Gautié (2002) valiéndose del concepto de mercado interno de trabajo, ofrece una explicación que identifica un quiebre en la década de 1980 en el mercado de trabajo francés. Según este autor, el funcionamiento de los mercados internos de trabajo permitía un sistema de pagos diferido que desligaba el salario de la productividad media. De este modo, los trabajadores jóvenes, que tenían menor productividad por su menor experiencia en el puesto, percibían salarios que la superaban, con el propósito de incentivar la adquisición de capital humano específico de la empresa. Esto era posible estableciendo un sistema de subvenciones implícitas desde los trabajadores de edad mediana hacia los jóvenes y hacia los mayores. En esa década, los mercados internos de trabajo se desarticularon como consecuencia de la baja tasa de crecimiento de la actividad, los factores financieros y la implementación de nuevas estrategias de gestión del trabajo. Tal desarticulación desmanteló el sistema de subvenciones entre trabajadores de mediana edad y los jóvenes, y las estrategias empresariales desplegadas a partir de entonces han consistido en ofrecer menores salarios y peores condiciones a quienes no cuentan con experiencia en el puesto (Gautié, 2002). En síntesis, el principal factor que según estos enfoques explica la mayor precariedad relativa de los jóvenes son las pautas de contratación y los modelos de gestión empresarial. Sin embargo, las primeras explicaciones dan cuenta de la inestabilidad en el empleo, pero no necesariamente de otras expresiones de precariedad (bajos salarios o no registro en la seguridad social); y la explicación de Gautié (2002) exige conectar estos aspectos micro con ciertas condiciones generales de la dinámica productiva. 1.2. Situación macroeconómica y repercusiones sobre la producción Existe acuerdo en torno a la estrecha relación entre condiciones macroeconómicas y el nivel y la calidad del empleo. Sin embargo, debemos preguntarnos si estas condiciones afectan de forma diferencial a los jóvenes respecto de los adultos.

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Los factores señalados en la sección anterior están profundamente vinculados con las condiciones macroeconómicas, pues permiten explicar por qué los jóvenes son más vulnerables al ciclo económico. El mercado de trabajo de jóvenes tiene un carácter marcadamente pro-cíclico (Diez de Medina, 2001; Pérez, 2008; Pérez Isla y Arteaga, 2001). Estas políticas de gestión de la fuerza de trabajo implican que en la fase contractiva del ciclo se produzcan más despidos y esto afecte con mayor intensidad a los jóvenes. Aun así, se pueden esgrimir otras explicaciones no centradas en los factores internos de la empresa. Pérez (2006) señala que los jóvenes se ven mayoritariamente afectados por el ciclo económico porque en los momentos de retracción de la actividad, no solo son quienes más probabilidades tienen de perder sus empleos, sino también, quienes más los buscan. Por un lado, los “nuevos buscadores de empleo” (Weller, 2003) que se suman a la oferta laboral existente, son, en su mayoría jóvenes, ya que es a esta edad cuando las personas comienzan a participar del mercado de trabajo. Por otro lado, en contextos de crisis, una estrategia en pos de incrementar o no ver disminuidos los ingresos familiares consiste en aumentar la oferta laboral de la familia -denominada en la literatura “efecto trabajador adicional”-. Justamente, estos trabajadores adicionales suelen ser los jóvenes o las mujeres, presionando aún más el sobre segmento del mercado laboral en el cual se insertan. Otra explicación se refiere a las ramas de actividad en las que se ocupan los jóvenes. Osterman (1980) señala que los jóvenes son contratados en ramas que evidencian elevada rotación y baja productividad, que pagan bajos salarios y ofrecen pocas oportunidades de aprendizaje. En efecto, Pérez (2008) señala que hay un “efecto composición” que explica la mayor precariedad relativa, pues los jóvenes están sobrerrepresentados en sectores particularmente precarios. Los principales factores que explican por qué ciertas ramas de actividad ofrecen empleo en condiciones más precarias son su bajo nivel de productividad y las condiciones de mercado adversas que enfrentan –es decir, la relación desigual con sus proveedores o clientes-. Santos Preciado (1997) señala que estos sectores requieren bajo nivel de cualificación y un período muy breve de aprendizaje, por lo cual, suelen ser los primeros empleos para jóvenes que no han alcanzado un nivel alto de instrucción. Tal como señalamos en el apartado anterior, los jóvenes son contratados fundamentalmente en puestos del segmento secundario del mercado de trabajo. Estos puestos están vinculados a ciertas ramas de actividad y tipo de establecimiento: grandes empresas vinculadas a servicios como el comercio y a determinadas ramas industriales y negocios pequeños (Osterman, 1983). En este sentido, ambos conjuntos de explicaciones se articulan, pues la existencia de mercados internos de trabajo está condicionada por el modo en el cual el establecimiento se inserta en la estructura productiva. En síntesis, podríamos identificar dos efectos que explican la mayor precariedad relativa: por un lado, los factores internos sugieren que en el interior

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de cada empresa/sector se brindan condiciones distintas a jóvenes y adultos; por otro lado, los factores externos, asociados al modo en que las condiciones externas afectan cada actividad productiva muestran que las distintas ramas de actividad ofrecen condiciones de empleo diferentes, y los jóvenes estarían sobrerepresentados en aquellas con peores condiciones.

2. Inserción sectorial: ¿en qué trabajan los jóvenes que trabajan? Nuestro abordaje es de carácter cuantitativo y presenta algunas limitaciones propias de la naturaleza de los datos utilizados, provenientes de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH-INDEC). La definición de jóvenes a partir de la edad y la selección del rango etario responden a un criterio práctico: facilitar la comparación con otros trabajos sobre el tema. De allí que se definirán dos grupos: aquellas personas entre 18 y 24 años constituirán el grupo de jóvenes, y aquellas personas que tienen entre 25 y 59 años, el grupo de adultos que servirán de referencia para identificar las particularidades de nuestro grupo de interés2. Las ramas de actividad presentadas en las bases de EPH-INDEC (correspondiente al CAES-MERCOSUR) se han reagrupado en diez ramas. El período estudiado corresponde a 2003-2012, y es para este último año que se evalúa la situación de precariedad relativa de los jóvenes3. El recorte del grupo bajo estudio se realiza no sólo a partir de la edad, sino también de la condición de actividad: el objeto de análisis son los jóvenes que trabajan, es decir, que están ocupados. En el gráfico 2.1 puede observarse cómo ha variado este grupo dentro del total de jóvenes en el período4.

2

3

4

Si bien el Convenio sobre la edad mínima de la OIT de 1973 fija como límite inferior los 15 años, la legislación argentina elevó la edad mínima de admisión al empleo a 16 años (Ley sobre Prohibición del Trabajo Infantil y Protección del Trabajo Adolescente N° 26.390/08). Aquí se estableció el límite en los 18 años para analizar un grupo más homogéneo en su interior. Se analizaron primero tres grupos etarios 18-24, 25 y 29, y 30-59, encontrando que el grupo de personas entre 25-29 tienen un comportamiento intermedio entre los otros dos grupos. En una versión preliminar de este trabajo, presentada en el Congreso Nacional de Estudiantes de Posgrado en mayo de 2013 en Bahía Blanca, se analizan estas mismas variables en 2004 y 2008, y defiendo el grupo de jóvenes a partir de los 15 años. Se ha optado por desagregar la condición de desocupación distinguiendo entre quienes están buscando su primer empleo y quienes ya han tenido un empleo previo; y la condición de inactividad identificando quienes están insertos en el sistema educativo de aquellos que no lo están. Esta decisión se fundamenta en que las categorías de desocupado nuevo ingresante y de inactivo en el sistema educativo resultan particularmente relevantes en el estudio de jóvenes.

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Gráfico 2.1. Condición de actividad de jóvenes (18-24). Total aglomerados urbanos 2003-2012.

Entre 2003 y 2012 la proporción de jóvenes desocupados –nuevos ingresantes o no- se redujo en 9.2 puntos porcentuales (pp), sin embargo solo 0.4 pp se explican por un incremento en la ocupación. Tal caída en la desocupación se debe fundamentalmente al incremento de los jóvenes inactivos insertos en el sistema educativo. También hubo un incremento en los jóvenes que no trabajan ni buscan empleo y tampoco están insertos en el sistema educativo formal5. Cabe preguntarse en qué sectores se inserta ese conjunto de jóvenes ocupados. El cuadro 2.1 responde a esta pregunta. Se destaca la participación del sector Comercio y esparcimiento, que ha cobrado peso a lo largo de la década del 90 en todos los países latinoamericanos como consecuencia de la apertura comercial y el desarrollo del turismo (Diez de Medina, 2001). Vale hacer notar algunas cuestiones: i. este sector no ha aumentado su participación en el período 20032012; ii. explica también un importante porcentaje del empleo de los adultos. En este período tres sectores ganaron peso en el empleo de jóvenes: Construcción, Industria liviana y Servicios financieros, inmobiliarios, informáticos y 5

40

La reducción en la proporción de adultos desocupados fue menor (4.9 pp) y la principal explicación radica en el incremento en la ocupación (4.7 pp) (datos calculados a partir de EPH-INDEC).

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empresariales (ServFIIE)6; mientras que el sector que más peso perdió (medido en pp) fue Servicios sociales. Cuadro 2.1. Inserción ocupacional por rama de actividad. Total Aglomerados Urbanos 2003-2012.

Rama de actividad

Participación de la rama en el total de adultos ocupados asalariados 18-24 2003

Actividades primarias Industrias livianas Industrias pesadas Electricidad, gas, agua y residuos Construcción Comercio y esparcimiento Transporte y telecomunicaciones Servicios financieros, inmobiliarios, informáticos á áticos y empresariales Servicios sociales Otros servicios TOTALES

25-59 2012

2003

Contribución del sector a la variación del empleo total punta-a-punta 2003-2012 18-24 25-59

2012

2,1%

0,9%

1,9%

1,2%

-0,8%

0,4%

10,3%

10,8%

7,9%

8,3%

11,6%

8,8%

4,9%

4,7%

4,6%

5,3%

4,3%

6,0%

0,2%

0,6%

0,9%

0,7%

1,1%

0,5%

7,4%

13,0%

5,0%

6,0%

20,6%

7,2%

34,3%

34,1%

17,0%

18,8%

33,9%

20,5%

5,1%

5,2%

7,6%

8,1%

5,4%

8,6%

9,4%

10,0%

10,8%

11,9%

10,7%

13,0%

16,8%

12,1%

33,2%

29,2%

5,6%

25,1%

9,5%

8,7%

11,3%

10,6%

7,5%

9,9%

100,0%

100,0%

100,0%

100,0%

100,0%

100,0%

Nota de lectura: Las primeras cuatro columnas indican la participación del sector en el total de ocupados asalariados de cada grupo etario. Las últimas dos columnas, muestran participación del sector en la variación del empleo total del grupo etario punta-a-punta. Fuente: Elaboración propia en base a EPH-INDEC

En las últimas dos columnas del cuadro 2.1 se observa que, excepto en las actividades primarias, en todos los sectores creció el número de ocupados tanto para jóvenes como para adultos. En el grupo de jóvenes se destaca el dinamismo de los sectores de Comercio y esparcimiento, Construcción, Industria liviana y 6

También incrementó su peso el sector Electricidad, gas, agua y telecomunicaciones, triplicando la participación que tenía en 2003. Sin embargo, al contar con pocas observaciones el error asociado a las participaciones calculadas resulta demasiado alto para formular cualquier conclusión. Esta última consideración vale también para la Industria pesada y las Actividades primarias –sector además subrepresentado, pues la encuesta se aplica solo sobre aglomerados urbanos excluyendo a quienes viven en ámbitos rurales-.

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ServFIIE. Los primeros tres sectores resultaron más relevantes para explicar el crecimiento de jóvenes que de adultos7. Pérez (2008) señala que para el período 1995-2003 los jóvenes se encontraban sobrerrepresentados en comercio, construcción, servicios personales y servicios domésticos; mientras que estaban subrepresentados en actividades vinculadas al sector público y actividades financieras, inmobiliarias y empresariales. En el cuadro 2.2 se presentan los datos de sobre/subrepresentación para el período 2003-2012. Se puede apreciar que Comercio y Construcción continúan siendo sectores en los cuales los jóvenes están sobrerrepresentados. El servicio doméstico aquí ha sido incorporado al sector Otros servicios. Si bien esta ocupación es relevante para el grupo de jóvenes, su participación en el total de asalariados en el período es levemente mayor para los adultos: en 2003 representan el 7.4% del total de jóvenes asalariados y el 9.2% del total de adultos asalariados; en 2012 la participación es 6.7% y 9.1% respectivamente. Cuadro 2.2. Sobre/subrepresentación de los jóvenes en el sector. Total de ocupados asalariados. Total aglomerados urbanos 2003-2012. Rama de actividad

AÑO 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012

Actividades primarias

1,10

1,04 1,08 0,88 0,75 1,00 0,89 1,00

0,75 0,74

Industrias livianas

1,31

1,42 1,14

1,36 1,31

1,18 1,31

Industrias pesadas

1,08

0,83 1,26 1,16 1,04 0,89 0,97 0,87

1,04 0,89

Electricidad, gas, agua y residuos

0,27

0,58 0,58 0,41 0,60 0,88 1,07 0,68

0,60 0,88

Construcción

1,49

1,75 1,48 1,68 1,90 2,15 1,62 1,74

1,90 2,15

Comercio y esparcimiento

2,02

1,86 1,80 1,80 1,83 1,82 1,81 1,81

1,83 1,82

Transporte y telecomunicaciones

0,67

0,76 0,77 0,78 0,65 0,65 0,78 0,75 0,65 0,65

Servicios financieros, inmobiliarios, informáticos ááticos y empresariales

0,87

1,01 1,08 1,03 1,02 0,84 0,93 1,02 1,02 0,84

Servicios sociales

0,51

0,43 0,39 0,35 0,38 0,41 0,40 0,41 0,38 0,41

Otros servicios

0,84

0,82 0,87 0,81 0,83 0,81 0,87 0,78 0,83 0,81

1,30 1,18 1,31

Nota de lectura: Los datos de cada celda surgen de efectuar el cociente entre la participación de la rama en el empleo de jóvenes óvenes y la participación de la rama en ó el empleo de adultos. Si el cociente es mayor (menor) a 1 indica que los jóvenes ó óvenes están áán sobrerepresentados (subrepresentados) en el sector. Fuente: Elaboración propia en base a EPH-INDEC

Previamente a la década de 1990 los jóvenes latinoamericanos que ingresaban 7

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En el grupo de adultos es destacable el crecimiento del empleo explicado por el sector servicios sociales, vinculados a actividades como enseñanza, administración pública, ú ública, servicios de salud. En efecto, este es un sector con predominio de trabajadores adultos.

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al mercado de trabajos a temprana edad lo hacían en la industria manufacturera y allí tenían la posibilidad de sostener un “empleo de por vida” (Diez de Medina, 2001). Sin embargo, esta posibilidad se ha desdibujado en las últimas décadas y este sector ha perdido participación en el empleo de jóvenes. Aun así, se observa que en un contexto de recuperación de la industria manufacturera argentina el empleo de jóvenes está sobrerrepresentado en el sector de Industrias livianas. Finalmente, al igual que en la década de 1990, los jóvenes están subrrepresentados en Servicios sociales. A partir de estas consideraciones se avanzará en el análisis de la precariedad en tres sectores que resultan relevantes tanto por su participación en el total de empleo de jóvenes como por ser sectores en los cuales el empleo de jóvenes está sobrerrepresentado: Comercio, Industrias livianas y Construcción. Se prestará particular atención también al sector de ServFIIE, porque en él el empleo de jóvenes creció considerablemente. Resulta relevante analizar qué ocurre en aquellos sectores en los cuales los jóvenes están subrrepresentados, pero su análisis conlleva una alta probabilidad de error. Justamente, al haber pocos jóvenes, la muestra a partir de la cual se estiman los indicadores es demasiado chica y por eso solo se profundizará en el Sector Servicios sociales, donde a pesar de estar subrrepresentados, hay un número importante de jóvenes ocupados.

3. ¿Empleos precarios o empleo en sectores precarizadores? Tal como fue señalado en la introducción, el concepto de precariedad remite a múltiples dimensiones del empleo. Un abordaje cuantitativo del problema de la precariedad del empleo basado en fuentes secundarias tiene ciertas limitaciones, vinculadas por un lado a la posibilidad de cuantificación de sus dimensiones, y por otro a aquellas que son efectivamente relevadas. Aun así, aquí se utilizan los datos provenientes de EPH-INDEC a partir de aquellos aspectos que son captados por esta encuesta. Nos valemos de la noción de empleo precario y empleo no precario o de calidad, y a tal fin consideraremos tres variables: la condición de registro en la seguridad social8, la relación del salario con el salario mínimo vital y móvil (SMVM)9, y la duración del contrato. Cada una de estas variables puede asumir dos valores: no registrado/registrado; contrato de duración determinada (CDD)/ contrato de duración tiempo indeterminado (CDI); salario por debajo del SMVM/salario por encima del SMVM. La primera categoría se asocia a una inserción precaria y la segunda a una inserción no precaria. Se analizarán solo los ocupados en condición de asalariados, y para el análisis sobre la duración 8

9

La condición de registro se operacionaliza a partir de la existencia de aportes jubilatorios con el propósito de captar el empleo informal, y estas expresiones –no registro e informalidad- serán utilizados indistintamente para referirse a la misma situación. Esta expresa la relación entre el salario horario de la ocupación principal del individuo y el SMVM horario vigente para ese trimestre.

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43

del contrato se excluye el servicio doméstico -para este grupo no se realiza la pregunta respectiva-. El cuadro 2.3 presenta los indicadores seleccionados por rama de actividad y grupo etario. Se observa que el porcentaje de jóvenes en condiciones precarias es siempre mayor al correspondiente al grupo de adultos. Para el conjunto de los ocupados, el porcentaje de jóvenes no registrados casi duplica al del grupo de adultos y el porcentaje de no registro es particularmente alto en aquellos sectores en los cuales más ha crecido el empleo jóven: comercio, industria liviana y construcción. La diferencia es aun más notoria en lo que respecta a la duración del contrato y el SMVM. Cuadro 2.3. Calidad del empleo por rama y grupo etario. Calculado sobre el total de ocupados asalariados en el total de aglomerados urbanos en 2012 DURACIÓN DE CONTRATO

APORTES JUBILATORIOS

RELACIÓN CON EL SMVM

(C)=(A)/ (B)

(A) Jóvenes ó óvenes con salario igual o menor al smvm

(B) Adultos con salario igual o menor al smvm

(C)=(A)/ (B)

29%

1,94

37%

18%

2,04

34%

17%

1,99

46%

15%

3,13

55%

31%

1,77

39%

19%

2,06

4,10

38%

13%

2,85

26%

12%

2,18

3%

4,38

41%

7%

5,57

28%

4%

7,63

37%

31%

1,19

80%

56%

1,42

50%

32%

1,55

18%

8%

2,25

55%

32%

1,71

36%

21%

1,74

17%

7%

2,51

44%

32%

1,37

32%

23%

1,39

Servicios financieros, inmobiliarios, informáticos ááticos y empresariales

19%

6%

3,30

42%

18%

2,28

27%

12%

2,23

Servicios sociales

26%

8%

3,46

39%

10%

3,77

24%

7%

3,22

Otros servicios

23%

11%

2,11

85%

76%

1,12

54%

39%

1,38

(A) Jóvenes ó óvenes con CDD

(B) Adultos con CDD

(C)=(A)/ (B)

(A) Jóvenes ó óvenes sin aportes

(B) Adultos sin aportes

TOTAL EMPLEO ASALARIADO

22%

10%

2,21

56%

Actividades primarias Industrias livianas

34%

8%

4,36

13%

10%

1,37

Industrias pesadas

21%

5%

Electricidad, gas, agua y residuos

13%

Construcción Comercio y esparcimiento Transporte y telecomunicaciones

Nota de lectura: Las columnas (A) y (B) presentan el indicador para jóvenes óvenes y adultos ó respectivamente; y la columna (C) presenta el cociente entre ambos. En la columna (C) valores mayores (menores) a 1 indican que el porcentaje de ocupados en condición precaria es mayor (menor) entre jóvenes óvenes que en adultos. La primera fila indica los valores que ó asumen los indicadores para el conjunto de la economía, íía, por ende es la referencia con la cual comparar cada una de las ramas.

Fuente: elaboración propia en base a EPH-INDEC y Ministerio de Economía. í ía.

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P. Pérez y M. Busso (coord.) / TIEMPOS CONTINGENTES

En Comercio y esparcimiento, principal sector donde se insertan los jóvenes, el porcentaje de ellos que padecen condiciones precarias es levemente menor que el promedio de la economía en las tres dimensiones observadas. Aun así, más del 50% de los jóvenes ocupados en el sector son trabajadores informales. En este sector la brecha entre jóvenes y adultos es menor al promedio de la economía en lo que respecta a condición de registro y cumplimiento del SMVM. El sector de la Construcción es, junto a Otros servicios10, más precario que el total de las ramas en lo que se refiere a la duración del contrato, la condición de registro y en materia salarial. Sin embargo, la diferencia entre la precariedad de jóvenes y adultos es menor a la diferencia en el agregado. Así, la inserción en este sector aumenta la precariedad de los jóvenes pero no explica particularmente la diferencia respecto del grupo de adultos, es decir, en este caso es la sobrerrepresentación del sector en el empleo de jóvenes -no tanto la segregación intra-rama- lo que explica su mayor precariedad relativa. Un bajo porcentaje de contrataciones de jóvenes en la Industria liviana son por tiempo determinado. No obstante, los porcentajes de jóvenes ocupados no registrados y con salarios menores al SMVM son altos y similares al promedio para este grupo etario. La brecha entre jóvenes y adultos no resulta en este sector más amplia que en el agregado. En el sector de ServFIIE el empleo de jóvenes y de adultos creció a una tasa similar. Los indicadores de precariedad de la rama resultan menores a los agregados en las tres dimensiones estudiadas. Sin embargo, sí es un sector que amplía la diferencia entre jóvenes y adultos. En el sector Servicios sociales se puede apreciar que su empleo en la rama es más inestable –ya que proporción de CDD es mayor- pero con menos informalidad que en el promedio de la economía. El carácter inestable de los puestos en el sector está vinculado a la proliferación de contratos por tiempo determinado en el empleo público por medio de diversas modalidades, que afectan en forma más acuciante a los nuevos ingresantes. La brecha respecto de las condiciones de los adultos es más amplia para los tres indicadores. Este sector cumple así un rol doblemente desigualador: por ser una de las ramas que ofrece mayor formalidad y cumplimiento del SMVM, absorbe en términos relativos, pocos jóvenes; pero además, aquellos jóvenes que sí son contratados en el sector obtienen peores condiciones que sus pares adultos. Las diferencias entre jóvenes y adultos aquí presentadas pueden estar explicadas por cuestiones que si bien tienen relación con la edad, es necesario distinguir. Tal es el caso de la educación o la experiencia, pues podría argumentarse que las diferencias encontradas no remiten a condiciones desfavorables para los jóvenes en sí, sino a diferencias en los niveles educativos o en la antigüedad en 10

Esta alta incidencia de la informalidad y los salarios por debajo del smvm está explicada fundamentalmente por el servicio doméstico –que no está incluido en el análisis sobre duración de contrato-.

2 / Una mirada sectorial / M. Fernández Massi

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el puesto. Si así fuese, no tendría sentido abordar el problema a partir del grupo etario, sino del nivel educativo alcanzado. Con el propósito de controlar no solo estos dos aspectos sino también otro conjunto de variables, se recurrió a técnicas econométricas. Se realizaron tres regresiones logísticas para estimar el efecto individual de cada variable sobre la probabilidad de tener un empleo precario en cada uno de los términos analizados aquí (duración de contrato, condición de registro y percepción del SMVM) dado que la persona está ocupada en condición de asalariada. En cada regresión se incorporó un conjunto de variables de control referidas a atributos del individuo y su hogar: sexo, condición de jefe de hogar, edad, nivel educativo, asistencia a un establecimiento educativo, estrato de ingresos del hogar, región en la cual se encuentra. Se incorporaron variables referidas al empleo: si es de tiempo parcial (menos de 35 horas semanales); la antigüedad en el puesto; el tamaño del establecimiento y su carácter público o privado. Luego se incorporaron variables correspondientes a las diez ramas de actividad -nueve variables dicotómicas de modo tal que el empleo en la industria liviana sea la categoría de base- y términos de interacción entre cada una de las ramas de mayor interés (Comercio, Industria liviana, Construcción, ServFIIE y Servicios sociales) con una variable dicotómica que indique que la persona tiene entre 18 y 24 años. Mientras que las variables de rama captan la incidencia que tiene trabajar en determinada rama de actividad sobre la probabilidad tener un empleo precario para todo trabajador, las variables de interacción recogen el sentido en el cual el hecho de ser joven ocupado en el sector altera tal probabilidad. Este efecto debe evaluarse a la luz también de las variables referidas a la edad: aquí estamos evaluando si en esa rama el hecho de ser joven tiene una penalidad mayor (o menor) a la que esa edad ya tiene respecto del conjunto de la estructura productiva. De este modo, las variables de rama permitirán detectar los sectores más/menos precarizadores; las variables de edad indicarán en qué medida el conjunto de las ramas penalizan ser joven y las variables de interacción identificarán si esa penalidad varía por sector de actividad. En el cuadro 2.4. se presentan los coeficientes que indican cuál es la incidencia de cada variable sobre la probabilidad de tener un empleo por tiempo determinado, no registrado o con un salario menor al SMVM.

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P. Pérez y M. Busso (coord.) / TIEMPOS CONTINGENTES

Cuadro 2.4. Resultados regresiones logísticas. Calculado sobre el total de ocupados asalariados en el total de aglomerados urbanos en 2012 Variables explicativas Ser mujer Ser jefe de hogar Edad en años (edad en años)^2 Hasta secundario incompleto Universitario/terciario completo Asiste a un establecimiento educ 40% más áás pobre 20% más áás rico NOA11 NEA Cuyo Región Pampeana Región Patagónica Actividades primarias Industrias pesadas Electricidad, gas, agua y residuos Construcción Comercio y esparcimiento Transporte y telecomunicaciones ServFIIE Servicios sociales Otros servicios Establecimiento pequeño Establecimiento grande Establecimiento público Calificación técnico éécnico o profesional Antigüedad mayor a 1 año Empleo a tiempo parcial (
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