Una mirada al este. Principales factores que explican el deterioro de las relaciones entre la Federación Rusa y la Unión Europea durante la última década

July 3, 2017 | Autor: S. Castillo Jara | Categoría: International Relations, Russian Foreign Policy, European Union
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Descripción




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Traducción realizada por BBC Mundo 2014
Traducción propia. Fuente original en inglés
Se hace referencia al discurso que pronunció en la inauguración de una exposición permanente sobre el muro de Berlín.
Sucesos importantes para la comprensión de esta investigación son la segunda presidencia de Vladimir Putin (2004-2008), su periodo como primer ministro (2008-2012), su tercera presidencia (a partir del 2012), el cambio de canciller en Alemania (de Gerhard Schröder a Angela Merkel el 2005), el ingreso de Letonia, Estonia y Lituania a la UE y la OTAN (2004), la Revolución Naranja (2004-2005) y la crisis en Ucrania (desde noviembre del 2013 hasta la fecha).


Adoptar el modelo europeo significa aceptar principios y normas de la legislación de la UE en los aspectos económico y político. El criterio económico es el libre mercado y el criterio político, la concepción occidental de democracia. Más adelante se verá que el conflicto con Rusia se desarrolla a partir de desacuerdos en el segundo criterio.

Se puede encontrar pruebas de ello en la visita de Vladimir Putin a Alemania entre el 25 y el 27 de setiembre del 2001 así como en conversaciones bilaterales entre el presidente ruso y el primer ministro británico de ese momento, Tony Blair.
Lukyanov identifica una "luna de miel" entre el otoño de 2001 y la primavera de 2002, un punto de inflexión alrededor de la mitad del 2003 y una etapa posterior menos declarativa, más práctica y más conflictiva. Gower, por su parte, ofrece una división en tres periodos: cautious years, optimistic years y frustrating years
La Italia de Silvio Berlusconi, la Alemania de Gerhard Schröder y el Reino Unido de Tony Blair son ejemplos famosos de acción en este nivel

Estos espacios comunes forman parte de un marco normativo creado en la cumbre de San Petersburgo (mayo de 2003) con el fin de reforzar el ACC.
Traducción propia. Fuente original en inglés
De acuerdo a un artículo de la BBC del 7 de febrero de 2008, Christian Strohal, monitoring chief de la OSCE, declaró: "Ellos [el gobierno en Moscú] han impuesto restricciones y limitaciones que no nos permiten realizar el trabajo profesional que nos corresponde." Traducción propia. Fuente original en inglés.

Fuente original en francés

Yury Shchekochikhin investigaba un caso de corrupción conocido como The Three Whales Scandal, el cual involucraba compañías vendedoras de muebles e instituciones del gobierno federal. Falleció el 2003 con síntomas de envenenamiento por materiales radiactivos. Ivan Safronov escribía en el periódico Kommersant e investigaba la conexión militar entre el gobierno ruso y estados árabes. Falleció el 2007 después de caer del quinto piso de un edificio de apartamentos en Moscú. Ambas muertes ocurrieron en circunstancias poco claras. Para una explicación más detallada acerca de casos de violencia contra periodistas en Rusia, ver The Struggle for Press Freedom in Russia: Reflections of a Russian Journalist de Nadezhda Azhgikhina.

Cámara baja del parlamento de Rusia
Traducción propia. Fuente original en inglés
Traducción propia. Fuente original en inglés
Traducción propia. Fuente original en inglés
Traducción propia. Fuente original en inglés
Traducción propia. Fuente original en inglés
Fuente original en alemán
Traducción propia. Fuente original en inglés
En el siglo XIX contribuyeron a este debate notables escritores. Un documento histórico importante al respecto es la carta de Aleksandr Pushkin a Pyotr Chaadaev del 19 de octubre de 1836.
En las postales, por ejemplo, se puede ver trajes tradicionales de diferentes regiones
Traducción propia. Fuente original en inglés
Traducción propia. Fuente original en inglés
Traducción propia. Fuente original en inglés
Febrero 2014
30% y 29% respectivamente
Se entiende aquí el término "excluyente" de un modo relativo, no en el sentido más rígido de la Guerra Fría. Significa que a la aproximación a uno le sigue por lo general el distanciamiento frente al otro.
Una vez superada la crisis asiática de finales de los años 90, el crecimiento anual del PBI fue significativo entre los años 2000 y 2004. El incremento porcentual ocurrió como sigue: 10% el 2000, 5.1% el 2001, 4.7% el 2002, 7.3% el 2003 y 7.2% el 2004 (Banco Mundial 2014).

Maidan Nezalezhnosti significa Plaza de la Independencia

Las listas de sanciones europeas aparecieron en las siguientes fechas: 17de marzo, 23 de marzo, 29 de abril, 12 de mayo, 25 de julio, 30 de julio y 12 de septiembre (BBC News Europe 2014)

Según declaraciones del primer ministro Dmitry Medvedev, la prohibición incluye frutas, verduras, carne, pescado y productos lácteos (BBC News Europe 2014).

Se hace referencia aquí al Partido de las Regiones
Traducción propia. Fuente original en inglés
Una mirada al este. Principales factores que explican el deterioro de las relaciones entre la Federación Rusa y la Unión Europea durante la última década
Presentada como parte del curso Investigación Académica, EEGGLL, PUCP
Soledad Castillo Jara
20131080
Horario 0679. Comisión de prácticas 027
[email protected]
Resumen
La Federación Rusa y la Unión Europea aparecieron bajo su forma actual durante los años siguientes al final de la Guerra Fría, en medio de un orden internacional cuya estructura exacta está aún en discusión. El presente trabajo se ocupa de los principales factores que han influido en el deterioro de las relaciones entre ambas partes durante los últimos diez años; es decir, a partir de la segunda presidencia de Vladimir Putin. Se aborda en primer lugar el papel del cuestionamiento mutuo en relación al status democrático del gobierno ruso y a las acusaciones de unilateralidad que recaen sobre la UE como parte del bloque occidental. La segunda parte explora la importancia de los países del Near Abroad para la política exterior rusa y el conflicto que se ha generado con la UE debido a las estrategias de acercamiento hacia este grupo de estados. Se presenta asimismo un análisis de tres casos recientes, el más representativo de los cuales es la crisis en Ucrania. Finalmente, se concluye que ambos elementos interactúan entre sí y con factores económicos -tales como el comercio y los precios de bienes energéticos- para explicar el distanciamiento entre las partes.






Diciembre 2014
Introducción
"El mundo está a punto de entrar a una nueva Guerra Fría.
Algunos incluso están diciendo que ya comenzó"
Mikhail Gorbachov (2014)
Miles de globos blancos iluminados volaron por el cielo la noche del domingo nueve de noviembre y el cuarto movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven sonó frente a la Puerta de Brandeburgo. Así se celebró este año el aniversario número veinticinco del hecho histórico que se convirtió en símbolo del fin de la Guerra Fría. Hace un cuarto de siglo cayó el muro de Berlín. Dos años más tarde el mundo se despidió oficialmente del orden bipolar. Pero el fin trajo consigo un comienzo. La última década del siglo XX le dio la bienvenida a un nuevo orden caracterizado por mayor apertura económica, contacto entre culturas e innovación, pero también por guerras y amenazas a la seguridad. En el siglo XXI, este nuevo orden confronta a los líderes mundiales con retos y "un sinnúmero de decisiones, muchas de las cuales se toman con información imperfecta e imperativos en conflicto" (Clinton 2014: x). Del mismo modo, en los estudios teóricos sobre política no es fácil dar sentido a procesos y actores inmersos en un mundo donde la distinción entre asuntos internos y externos de los estados no es más que una línea delgada y donde los conflictos se alimentan de motivos múltiples, desde resentimientos históricos y malentendidos culturales hasta reclamos por el espionaje que las nuevas tecnologías hacen posible o la competencia que se desencadena cuando viejos reclamos territoriales se unen a nuevos intereses económicos.
El presente trabajo nace de la reflexión acerca de un conflicto complejo que se manifiesta dentro del nuevo orden y, a la vez, genera sospechas de que se esté gestando un orden parecido al anterior. El deterioro de las relaciones entre la Federación Rusa y la Unión Europea es un tema actual cuyas consecuencias no solo afectan a gobiernos y misiones diplomáticas, sino también a empresas, bancos, inversionistas y consumidores. En el último año, este distanciamiento ha adquirido una dimensión mayor a través de la crisis en Ucrania y, a partir de ello, ha captado la atención pública. Los medios de comunicación han informado de varios actos violentos como los enfrentamientos entre grupos separatistas y fuerzas oficiales del gobierno ucraniano en regiones del este, algunos sorprendentes como el canto colectivo del himno nacional que en la noche de Año Nuevo casi alcanza un récord mundial y otros conmovedores como la sesión de oración por la paz en los Montes Cárpatos. Pero, sobre todo, han llamado la atención acerca del posible retorno a un orden que, aún con características propias, traería al presente el esquema general de la Guerra Fría con Rusia por un lado y el bloque occidental conformado por Estados Unidos y la Unión Europea por el otro.
En los medios europeos, la expresión east-west divide in a new form ha ido dando paso al término new cold war desde que la anexión de Crimea por parte de Rusia llevó a estados occidentales a imponer sanciones económicas contra este país y suspender su participación en el G8. Los actos conmemorativos del aniversario de la caída del muro de Berlín este año han reflejado también preocupación por el estado presente del orden internacional. Angela Merkel se refirió a la tensa situación de Ucrania en parte de su discurso y la frase de Gorbachov con la que comienza esta introducción fue pronunciada en un simposio
dedicado especialmente a discutir si conflictos o "muros" como los de la Guerra Fría se están presentando de un nuevo modo veinticinco años después. Los recientes escándalos en Rusia, Alemania y Polonia por la expulsión de diplomáticos acusados de espionaje traen recuerdos de la época del mundo bipolar. Aparecen entonces ciertas preguntas acerca del nuevo orden. ¿Está el mundo realmente entrando en una segunda Guerra Fría o se está sobreestimando el conflicto actual? ¿Está siendo trazada una línea divisoria entre el oeste y el este de Ucrania a modo de nuevo muro?
La presente investigación no pretende responder directamente estas cuestiones, pero sí brindar herramientas básicas para su comprensión. En este sentido, explora la última década y se pregunta cuáles son los principales factores que han influido en el deterioro de las relaciones entre la Federación Rusa y la Unión Europea durante este tiempo. La elección de dicho marco temporal responde a que las hostilidades entre Rusia y la Unión Europea comienzan a evidenciarse en su forma contemporánea ente los años 2003 y 2005. Se plantea como hipótesis que el cuestionamiento mutuo y las políticas rusas de acercamiento al Near Abroad son factores centrales que explican el distanciamiento entre las partes en los últimos diez años. Los capítulos serán organizados en función de estos dos elementos. En primer lugar, se explicará cómo el cuestionamiento europeo sobre el status democrático del gobierno ruso y las acusaciones de unilateralidad que Rusia plantea contra la UE como parte del bloque occidental han afectado las relaciones. En segundo lugar, se abordará el efecto de las políticas rusas de acercamiento al Near Abroad en las relaciones entre ambos actores. Se partirá de la definición de Near Abroad y la importancia de este grupo de países en la política exterior de la Rusia post soviética para luego presentar mediante un esquema triangular las relaciones entre Rusia, la UE y los estados del Near Abroad. Dicho esquema, a su vez, será útil para analizar tres casos en los que se observa el deterioro de las relaciones entre Rusia y la UE, el más reciente y complejo de los cuales es la crisis en Ucrania. Se concluirá que los dos factores mencionados en la hipótesis interactúan entre sí y con factores económicos para explicar el distanciamiento entre las partes.
El presente trabajo ha sido realizado enteramente a partir de revisión bibliográfica. Las fuentes empleadas incluyen libros, artículos de revistas especializadas en relaciones internacionales, informes de la OSCE sobre elecciones en Rusia, documentos oficiales de la Comisión Europea, el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo, un informe del Banco Mundial, el testimonio de una periodista rusa escrito a modo de artículo, discursos y un artículo de Vladimir Putin, dos mapas de Ucrania elaborados por la BBC, artículos periodísticos, una línea del tiempo sobre la crisis en Ucrania de elaboración estadounidense y dos videos. Antes de continuar es necesario advertir al lector que este trabajo pretende llenar un vacío de información en español sobre el tema, de modo que las fuentes han sido traducidas del inglés, el alemán y el francés. En los pies de página del texto se indica siempre el idioma original. Los discursos de Vladimir Putin han sido objeto de una doble traducción. Las citas en español que aparecen en las páginas siguientes tienen su origen en una traducción del ruso al inglés que no es de elaboración propia y se encuentra disponible en la página web oficial del Kremlin.

Capítulo 1
La mirada acusadora del otro. El papel del cuestionamiento mutuo en las relaciones entre Rusia y la Unión Europea a partir de la segunda presidencia de Vladimir Putin

La Federación Rusa y la Unión Europea, una historia compartida
Los dos actores de los que estas páginas se ocupan, la Federación Rusa y la Unión Europea, aparecieron en la escena internacional en los años siguientes al final de la Guerra Fría. En diciembre de 1991, los Acuerdos de Belavezha y el Protocolo de Alma-Ata marcaron la disolución oficial de la Unión Soviética (Saunders y Strukov 2010:75). La República Socialista Federativa Soviética de Rusia dejó de existir y el territorio que ocupaba pasó a denominarse Federación Rusa. Boris Yeltsin, el primer presidente de la Rusia post-soviética, escribió entonces una carta al Secretario General de las Naciones Unidas y la Federación Rusa pasó a ocupar el lugar de la ex URSS en el Consejo de Seguridad y en los demás órganos de la ONU (ONU 2014). En febrero de 1992, se firmó en Maastricht el Tratado de la Unión Europea. Con la entrada en vigencia de este documento al año siguiente, los países miembros trascendieron el objetivo inicial de la Comunidad Económica Europea y comenzaron a priorizar la integración política. La recién creada Unión Europea incluyó a Alemania reunificada; se inició el camino hacia la adopción del euro y aparecieron con más fuerza las preocupaciones por establecer una política exterior conjunta, las cuales años más tarde resultarían en la creación del cargo de Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad (Unión Europea 2014).
Las relaciones entre estos actores no fueron particularmente conflictivas durante los primeros años. Si bien no era probable que Rusia presentara su candidatura a la membresía de la Unión Europea, ambas partes estaban convencidas al momento de la firma del Acuerdo de Colaboración y Cooperación (ACC) en 1994 de que Rusia encontraría su lugar en el mundo occidental a través de una adopción progresiva del "modelo europeo" que había servido como instrumento de integración para otros estados excomunistas del centro y el este del continente (Lukyanov 2008:1109). El acuerdo se firmó durante el gobierno de Yeltsin en medio de un periodo de proximidad entre las partes que se explica principalmente por el ofrecimiento europeo de brindar asistencia a Rusia en su transición hacia la economía de mercado.
El punto más alto de acercamiento ocurrió entre 2001 y principios de 2002 alrededor de la cooperación contra el terrorismo internacional (Lukyanov 2008:1110 y O'Loughlin et al. 2004: 4). Sin embargo, el distanciamiento se fue evidenciando a medida que el acuerdo de cooperación debió pasar de un estado declarativo a uno práctico (Lukyanov 2008:1110). El momento de inflexión entre la cercanía y el alejamiento no es un punto exacto en el tiempo, sino un periodo que se sitúa entre los años 2003 y 2005. El alza del precio internacional del petróleo en el 2003 mejoró la situación económica de Rusia (Lukyanov 2008:1108-1110). Este país, ahora con mayor poder, se propuso participar de la toma de decisiones en iguales condiciones que los miembros de la UE y ser aceptado con sus propios principios en lugar de imitar el modelo europeo planteado en el ACC. Al mismo tiempo, desde el punto de vista de la UE, las normas del modelo europeo fueron la base para cuestionar el status democrático del gobierno ruso. En el campo más práctico, uno de los primeros casos remarcables de tensión se generó alrededor del pedido ruso de una movilidad más libre de personas en las fronteras de Kaliningrado mientras se negociaba la entrada de Polonia y Lituania a la Unión Europea. El distanciamiento se sitúa, entonces, alrededor del inicio de la segunda presidencia de Vladimir Putin. A continuación se explicará el mutuo cuestionamiento entre Rusia y la Unión Europea a partir de dicho momento hasta el presente, teniendo en cuenta que las acciones del presidente Putin son un factor importante en el distanciamiento.

1.1.: El cuestionamiento al gobierno ruso desde el punto de vista de la Unión Europea
Antes de explicar el cuestionamiento europeo, es necesaria una aclaración acerca de la complejidad que se presenta al estudiar la política exterior de la Unión Europea. A pesar de los esfuerzos encaminados a formar una política exterior común, la UE enfrenta aún dificultades para unificar las posturas de sus países miembros. La manera en que se procede, entonces, es lo que Graham Timmins denomina two-level game (2009: 169-171). Existe un nivel "pragmático bilateral" en el cual los estados miembros priorizan el aspecto económico de la cooperación con Rusia y elaboran estrategias individualmente. El nivel "normativo multilateral", en cambio, corresponde al aspecto político y busca incrementar la posibilidad de consenso; por ende, las decisiones en este segundo nivel se basan en principios comunes a todos los miembros de la Unión Europea. Ambos niveles interactúan y, dependiendo del caso, uno puede colocarse en el primer plano y desplazar momentáneamente al otro. Sin desconocer la importancia del nivel "pragmático bilateral", este capítulo se concentrará en el nivel "normativo multilateral", pues el objetivo es analizar un cuestionamiento que se fundamenta en principios e involucra a los países de la Unión Europea en conjunto.
La acción exterior de la UE, dentro de la cual se inscriben las relaciones con Rusia, está regida por intereses y objetivos comunes que el Consejo Europeo determina, haciendo uso del nivel "normativo multilateral", en base a los principios del artículo 21 del Tratado de la Unión Europea. A continuación se cita el primer apartado de dicho artículo para luego relacionar los principios contenidos en él con el cuestionamiento al gobierno ruso.


La acción de la Unión en la escena internacional se basará en los principios que han inspirado su creación, desarrollo y ampliación y que pretende fomentar en el resto del mundo: la democracia, el Estado de Derecho, la universalidad e indivisibilidad de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, el respeto de la dignidad humana, los principios de igualdad y solidaridad y el respeto de los principios de la Carta de las Naciones Unidas y del Derecho internacional.
La Unión procurará desarrollar relaciones y crear asociaciones con los terceros países y con las organizaciones internacionales, regionales o mundiales que compartan los principios mencionados en el párrafo primero. Propiciará soluciones multilaterales a los problemas comunes, en particular en el marco de las Naciones Unidas. (Unión Europea 1992: 28)

Los principios escritos en esta cita son, a la vez, condiciones que todo estado miembro debe cumplir e instrumentos de poder blando para influir en las acciones de terceros países. Como se puede observar, la democracia es un principio de gran importancia para la Unión Europea. Los derechos humanos, el Estado de Derecho y el respeto por las libertades fundamentales aparecen fuertemente vinculados a ella en este y otros documentos de la UE. Varios motivos subyacen a este afán por promoverla. Por un lado está la herencia cultural occidental que asocia gobiernos democráticos con estabilidad y desarrollo; por otro lado, las relaciones comerciales y la cooperación en general se tornan más fáciles cuando las partes actúan sobre la base de valores compartidos (White et al. 2005: 318).
En el caso particular de Rusia, el compromiso con la democracia y los demás principios fundamentales de la UE aparece en el ACC, en el Espacio Común de Libertad, Seguridad y Justicia y en el área de cultura del Espacio Común de Investigación, Educación y Cultura. Asimismo, la Carta de París -una de las bases normativas de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE)- regula la acción de Rusia en tanto que estado sucesor de la URSS e indica que este país debe aplicar los principios europeos tanto a nivel externo como interno (Haukkala 2009:134). De ello se puede concluir que la Unión Europea elabora estrategias referidas a Rusia asumiendo que el gobierno de este país será consecuente con los acuerdos establecidos y, por lo tanto, conducirá sus relaciones exteriores y su política doméstica según los principios del artículo 21.
Sin embargo, dichas expectativas no se han cumplido. Según el punto de vista dominante en la Unión Europea, las acciones del gobierno ruso en la última década no han demostrado adhesión a estos principios. Debido a ello, ha aparecido un fuerte cuestionamiento acerca de en qué medida el régimen ruso puede ser considerado democrático. Mientras que en el año 2000 la OSCE mostraba un balance positivo acerca de la evolución de la democracia rusa (OSCE/ ODIHR 2000:2), los informes de este organismo en los años siguientes han venido señalando lo opuesto.
La falta de una competencia justa en elecciones es motivo constante de cuestionamiento. El reporte de la OSCE acerca de las elecciones presidenciales del 2004, en las cuales Vladimir Putin fue reelegido, indica que dicho proceso electoral "no reflejó adecuadamente los principios necesarios para una elección democrática saludable" (OSCE/ODIHR 2004:1). No se otorgó iguales oportunidades a todos los candidatos para presentar sus campañas en televisión (OSCE/ODIHR 2004:1). En los años previos, dos canales independientes de televisión fueron cerrados y los canales controlados por el estado –First Channel, Russia TV y TV Centre- mostraron favoritismo hacia la campaña del presidente Putin (OSCE/ODIHR 2004: 14-22). Las elecciones presidenciales del 2008, en las que resultó elegido Dmitry Medvedev, no fueron observadas por la OSCE debido a restricciones impuestas por el gobierno ruso. El único equipo relacionado con la UE que supervisó este proceso fue una delegación de veintidós parlamentarios del Consejo Europeo. Andreas Gross, jefe de este grupo, declaró que hubo parcialidad de los canales de televisión rusos a favor de Medvedev, el candidato que contaba con apoyo del gobierno (Harding 2008). La acusación por falta de equidad en la cobertura mediática de las campañas volvió a aparecer en los reportes acerca de las elecciones legislativas del año 2011 y las presidenciales del 2012. En el caso de las últimas elecciones presidenciales, se reportó el uso de páginas web y periódicos oficiales de autoridades locales en favor de la campaña de Vladimir Putin (OSCE/ODIHR 2012:1).
La Unión Europea critica también la poca libertad de expresión y la falta de respeto por los derechos humanos en Rusia. En este sentido, el Documento Estratégico sobre la Federación Rusa del año 2007 muestra preocupación acerca del asesinato de Anna Politkovskaya, una periodista de la Novaya Gazeta conocida por sus escritos opositores a las políticas del presidente Putin en el Cáucaso septentrional durante el conflicto en Chechenia (Comisión Europea 2007: 7-8). Casos similares a este -como las muertes de Yury Shchekochikhin e Ivan Safronov- han ocurrido durante las dos primeras presidencias de Vladimir Putin y la represión se ha intensificado en momentos cercanos a los procesos electorales. El 2007, por ejemplo, la periodista rusa Nadezhda Azhgikhina escribe un testimonio acerca del declive que experimenta la libertad de expresión en el país y sostiene que la percepción mayoritaria entre sus colegas es que está ocurriendo una suerte de limpieza ideológica de los medios previa a las presidenciales del 2008 (Azhgikhina 2007: 1245). Al final del segundo periodo presidencial de Putin, Rusia se convirtió en el segundo país –después de Irak- con mayor número de asesinatos y actos violentos contra periodistas (Azhgikhina 2007: 1247). Durante la presidencia de Dmitry Medvedev, la muerte en prisión del abogado Sergei Magnitsky, quien investigaba casos de corrupción del gobierno, causó que el Parlamento Europeo prohibiera la entrada e inmovilizara los activos de oficiales rusos involucrados en el caso (Parlamento Europeo 2010).
El mismo año 2007 se celebró en Munich una conferencia sobre seguridad. En ella, el presidente Putin debió afrontar el cuestionamiento de líderes europeos acerca de la falta de pluralidad de opciones políticas en su país. El punto principal de desacuerdo en este sentido fue el problema de la Duma Estatal, pues dicho organismo está copado por miembros del partido Rusia Unida, del cual provienen Vladimir Putin y Dmitry Medvedev. La alternancia en el poder entre estos dos personajes es también objeto de cuestionamiento. La imagen de Medvedev es la de un sucesor que ocupó la presidencia el año 2008 porque la constitución no le permitía a Putin continuar en el cargo por más de dos periodos sucesivos. El apoyo que recibió del gobierno en tiempo de campaña sirvió para agravar esta sospecha. Durante su gobierno, Medvedev nombró a Putin primer ministro y firmó una enmienda constitucional que extendía el periodo presidencial a 6 años; debido a ello, el actual gobierno de Putin –con Medvedev como Primer Ministro- debe extenderse hasta el 2018. En la actualidad este cuestionamiento ha trasladado su foco de atención del gobierno ruso en sí a los medios de comunicación que este controla. Así, por ejemplo, en el contexto de la crisis en Ucrania, una declaración oficial de la Comisión Europea se muestra en contra de la "fuerte propaganda nacionalista promovida por el Estado ruso que continúa apoyando las acciones ilegales de los separatistas armados [en el este de Ucrania]."(2014:1)
El control creciente del Estado sobre la sociedad civil aparece en el Documento Estratégico del 2007 (Comisión Europea 2007:8) y continúa siendo un motivo de discrepancia. Las organizaciones no gubernamentales, especialmente aquellas que trabajan por los derechos de grupos LGBT, son objeto de mayores controles en Rusia durante la tercera presidencia de Vladimir Putin, pues se las acusa de actuar en favor de intereses extranjeros. La UE, por su parte, sostiene que dichos controles son incompatibles con los principios democráticos. La aplicación de restricciones a la actividad de la organización Coming Out de San Petersburgo motivó un pronunciamiento escrito en el cual seis miembros del Parlamento Europeo preguntaban a la Comisión cómo se debería presionar a Rusia para que respete los derechos de la comunidad LGBT y otras minorías (Intergrupo del Parlamento Europeo sobre los derechos LGTB 2014). Dada la notoriedad internacional de Rusia como anfitrión de los Juegos Olímpicos de Invierno de este año, este cuestionamiento encontró allí el momento propicio para expresarse. Un día antes del inicio del evento en Sochi, el Parlamento Europeo adoptó una resolución criticando estos controles y mostrando su oposición a una ley rusa considerada discriminatoria contra la comunidad LGBT (Parlamento Europeo 2014b: artículo 15). El pronunciamiento más reciente relacionado con el control de la sociedad civil es una resolución del Parlamento Europeo del 23 de octubre que condena el cierre de la ONG Memorial, una organización que trabajó en favor de los derechos humanos y ganó el Premio Sakharov a la Libertad de Conciencia el año 2009 (Parlamento Europeo 2014a: artículo 1).








1.2.: El cuestionamiento a la unilateralidad occidental desde el punto de vista del gobierno ruso
En el apartado anterior se ha visto que la Unión Europea cuestiona el status democrático del gobierno ruso debido a que este no actúa según criterios que para la UE son fundamentales. Asimismo, la imagen del gobierno de Vladimir Putin está relacionada al incumplimiento de los acuerdos adoptados por Rusia durante sus primeros años como país independiente. Detrás de las acciones de este presidente, sin embargo, está una conceptualización distinta acerca de la democracia y el rol de Rusia en la escena internacional. En este subcapítulo se presentará dicho punto de vista y se verá su relación con el cuestionamiento que plantea el gobierno ruso contra los poderes occidentales (principalmente la UE, Estados Unidos y la OTAN).
La identidad propia de la Rusia de Putin comienza por un concepto diferente de democracia. Traducir la palabra demokratiya por democracia en el discurso del milenio de Vladimir Putin fue el primer paso para generar una serie de malentendidos que perduran hasta la fecha. En los países de la Unión Europea, se entiende la democracia en el sentido occidental y se relaciona este concepto con los principios presentados en el artículo 21. Sin embargo, el gobierno ruso asocia demokratiya con un gobierno que aspira a ser, sobre todo, efectivo para resolver los problemas y fuerte para ser tomado en serio por los demás actores de la escena internacional. Asimismo, el patriotismo y el estado fuerte, que en la UE tienen connotaciones negativas porque se asocian con el totalitarismo, no son para el gobierno ruso una anomalía de la que haya que liberarse, sino elementos que posibilitan el orden y el logro de objetivos nacionales (Putin 1999: 9). La idea de democracia que mantiene el gobierno ruso es, entonces, más pragmática que basada en principios. Sería, entonces, más exacto traducir demokratiya como sovereign democracy, un concepto "promovido por algunas élites como una suerte de nueva ideología nacional" (Averre 2007:1) que pone énfasis en los resultados del gobierno antes que en los procedimientos empleados para alcanzarlos.
Así como el concepto de sovereign democracy ilustra la idea de democracia propia del gobierno ruso, la normalización de la política exterior corresponde al rol de Rusia en la escena internacional. Acerca de dicho rol existen en Rusia diversas actitudes. Estas se ubican en un espectro que va desde las más pro-occidentales -que buscan garantizar una cooperación estrecha con la UE y Estados Unidos a través de la imitación de los valores de estos actores- hasta las más nacionalistas que sostienen que Rusia debe seguir su propio camino y establecerse como contrapeso frente a Occidente (Sakwa 2008:244 y White et al. 2005:315). El gobierno de Putin se ha inclinado hacia lo segundo, pero de manera moderada (Sakwa 2008:244). Es cierto que el presidente otorga gran importancia a la identidad nacional y los valores culturales rusos, pero no busca que su país se establezca como un contrapeso opuesto a Occidente. Su política está orientada, más bien, a que Rusia sea incluida en las instituciones internacionales de las que los países occidentales forman parte. Pero el gobierno espera que esta inclusión ocurra bajo las dos condiciones de la normalización de la política exterior: la primera es que Rusia sea aceptada con sus propios principios. Para el caso de la UE, esto significaría eliminar la exigencia de imitar el modelo europeo acordado en el ACC. La segunda es la igualdad de condiciones en la toma de decisiones. Tal como señala el embajador ruso en la UE, "[Rusia debe ser] un aliado al mismo nivel y no un consumidor de bendiciones de la UE" (Chizhov, citado por Averre 2007:2). La normalización de la política exterior comenzó a aplicarse cuando Vladimir Putin llegó al poder por primera vez el 2000 y se incrementó a partir de su segunda presidencia cuando la crisis económica de 1998 fue finalmente superada después del alza de los precios del petróleo del año 2003. Existe una relación directamente proporcional entre el poder económico de Rusia y la fuerza con que el gobierno pone en práctica este concepto.
Ambos conceptos son la base para el cuestionamiento ruso a la unilateralidad occidental. Este, en el plano del discurso, consiste en señalar que mientras los países occidentales firman documentos en favor de los principios democráticos y pretenden enseñarle a Rusia acerca de ellos, no actúan consecuentemente en su política exterior porque no consideran la pluralidad de puntos de vista al momento de tomar decisiones. Rusia, al ser blanco de los cuestionamientos presentados en el subcapítulo anterior, ha visto excluido su propio punto de vista en varias ocasiones al negociar con países occidentales. Esto ha ocurrido, por ejemplo, en tiempos de expansión de la UE y la OTAN hacia el este y durante los primeros años de su participación en el G7+1; en este último caso, no fue un miembro del grupo con plenos derechos por no pertenecer a la Organización Mundial de Comercio, a la cual finalmente se unió el año 2012. Retrocediendo un poco más en el tiempo, se puede encontrar que las expectativas que Rusia tenía al firmar el ACC no se cumplieron. Las reformas económicas no brindaron los resultados esperados y, tal como señala Alcalde, Rusia se sintió maltratada de manera similar a Alemania en el periodo de entreguerras (2014:56).
Para mostrar de manera más concreta el cuestionamiento ruso a la unilateralidad occidental, se presenta a continuación algunos extractos de discursos pronunciados por el presidente Putin:
Ellos [los poderes occidentales] han llegado a creer en su exclusividad y excepcionalismo, creen que pueden decidir los destinos del mundo, que solo ellos tienen razón (…) nos han mentido muchas veces, han tomado decisiones a nuestras espaldas y se han presentado ante nosotros con las cosas ya hechas. Esto pasó tanto con la expansión de la OTAN hacia el este como con la colocación de infraestructura militar en nuestras fronteras. Nos decían siempre lo mismo: 'Bueno, eso no os concierne' (Putin 2014b:8)

Sin embargo, ¿qué es un mundo unipolar? No importa cómo se trate de embellecer ese término, al final termina refiriéndose a una situación con un centro de autoridad, un centro de fuerza, un centro de toma de decisiones. Es un mundo en el que hay un maestro, un soberano (…) Y eso definitivamente no tiene nada en común con la democracia. Porque, como sabéis, la democracia es el poder de la mayoría a la luz de los intereses y opiniones de la minoría. Incidentalmente, a Rusia –a nosotros- se nos enseña constantemente sobre democracia. Pero por alguna razón, aquellos que nos la enseñan no quieren aprenderla ellos mismos. (Putin 2007: 1)

El bloque occidental en el que está incluida la UE aparece en estas líneas como un poder impositivo y las relaciones con Rusia son percibidas como asimétricas. Se compara a Occidente con un soberano que cree que siempre tiene la razón y, por lo tanto, busca imponer a otros su punto de vista a modo de enseñanzas. Espera que los demás estados aprendan la lección y, si no lo hacen, los convierte en blanco de cuestionamientos. Esta descripción recuerda, por ejemplo, la actitud de las potencias imperialistas frente a sus colonias. El centro de autoridad, sin embargo, no aprende de sus propios discursos democráticos y excluye. Rusia se presenta como la minoría que ha sufrido exclusión y engaño por parte de Occidente; pero esto no quiere decir que piense en sí misma como una víctima. Por el contrario, el mensaje del gobierno es que Rusia es un estado fuerte en busca del lugar que merece en la mesa de negociaciones –un lugar que, además, estaría en mayores condiciones de defender dado su poder económico y la dependencia de ciertos miembros de la Unión Europea frente a los bienes energéticos (petróleo y gas natural) que este país exporta.
Dicha búsqueda de un lugar en la mesa lleva finalmente a explicar cómo este cuestionamiento se presenta en el plano práctico. Es claro que la estructura del sistema internacional es percibida por Rusia como unipolar, dado que existe "un soberano". Es lógico, entonces, que los discursos cuestionadores de Rusia se traduzcan en acciones encaminadas a reemplazar dicha unipolaridad por multipolaridad. En este sentido, desde Moscú se intenta lograr que el punto de vista occidental no sea el único que genere efectos reales en la escena mundial. Una oportunidad que ha usado Rusia para ello es su poder de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En alianza con China, este método funcionó favorablemente para Rusia durante la crisis en Siria cuando ambos países impidieron que se apruebe una resolución que contaba con el apoyo de países occidentales y habría llevado el caso a la Corte Penal Internacional (REUTERS 2014). Ello podría ser interpretado como una búsqueda de apertura y pluralidad, pero lo cierto es que en momentos de tensión, los conflictos suelen agravarse a causa de los intentos rusos por lograr que una causa no occidental prospere.















1.3.: ¿Cómo han afectado estos cuestionamientos las relaciones entre Rusia y la UE durante la última década?
En los apartados anteriores se ha explicado el cuestionamiento que cada una de las partes plantea contra la otra. Ahora es momento de integrar el contenido de ambos subcapítulos y reflexionar acerca del papel que ha desempeñado este cuestionamiento mutuo en el distanciamiento entre Rusia y la Unión Europea a partir de la segunda presidencia de Vladimir Putin.
Es importante notar que las relaciones entre la Federación Rusa y la Unión Europea no solo implican el encuentro entre dos actores, sino entre dos miradas diferentes de la realidad, una más normativa y otra más centrada en resultados. Partiendo cada una de su lógica, ambas partes comprenden de manera distinta conceptos centrales para la cooperación tales como la democracia y el rol que se le asigna a Rusia en el orden internacional. Por ello, no sorprende que los cuestionamientos hayan producido malentendidos y que, estos, a su vez, generen desconfianza. También en el nuevo orden se cumple aquello que Sergei Prozorov denominaba mutual othering, es decir, la tendencia histórica entre Rusia y Europa Occidental, aún antes de la formación de la UE, a construir la imagen del otro como distante y extraño en relación al propio grupo (2006:10). En este contexto se entiende más claramente aquella frase que se le atribuye a la canciller Merkel en una conversación telefónica con el presidente Obama acerca de que Vladimir Putin parece vivir en otro mundo que no es el real (Robin 2014). Lo que ocurre es que la "realidad" del presidente ruso dista lo suficiente de la percepción europea –y estadounidense- como para dificultar la comunicación. Este hecho es preocupante, pues impide que las negociaciones fluyan en momentos de tensión. La crisis en Ucrania lleva aproximadamente un año y no se resuelve, en parte, porque el diálogo entre las partes avanza a paso lento mientras que las sanciones aparecen una tras otra.
Es más fácil imponer sanciones que presentarse al diálogo con la intención de comprender al otro porque la mirada de cada una de las partes de este conflicto no es solo diferente, sino acusadora. Este afán de reprender al otro se puede observar en los ejemplos y extractos de discursos citados en los subcapítulos anteriores. Otro ejemplo memorable es una comparación entre la crisis actual de Ucrania y el problema de Kosovo que generó tensión el año 2008. En ese entonces, el gobierno ruso acusó a los países occidentales que respaldaron la independencia de Kosovo –entre los que se encontraban veintitrés estados miembros de la UE- de haber actuado unilateralmente. En la actualidad, la UE acusa al gobierno ruso de la misma falta en relación a Crimea. Antes y ahora, se tiende a creer que el otro es culpable del escalamiento del conflicto.
Finalmente, el papel que se asigna a sí mismo el gobierno ruso –el de promover la transformación de un orden percibido como unipolar en uno multipolar- es un punto importante de distanciamiento, pues se confronta con los intereses de la UE y con el modo en que este organismo de integración conduce normalmente sus relaciones con terceros países. El modelo europeo ya se ha establecido como una suerte de receta a seguir para los países que deseen cooperar con la UE y, por lo tanto, es difícil aceptar que Rusia busque la cooperación sin seguir el modelo. En la actualidad, aunque la presión europea se ha centrado en el problema del este de Ucrania, se sigue presionando al gobierno de Putin para realizar cambios políticos que alineen al país con los principios del artículo 21. Lo interesante es que los cuestionamientos "occidentales" no solo vienen de fuera, sino que se han manifestado también al interior de Rusia en forma de protestas previas a las elecciones del 2012.
Capítulo 2
Dónde termina Rusia, esa es la cuestión. El efecto de las políticas rusas de acercamiento a países del Near Abroad en las relaciones con la Unión Europea durante los últimos diez años
Sebastopol, 9 de mayo de 2014. Entre el derecho internacional y la reivindicación histórica
"Este año es especialmente significativo para esta ciudad heroica que está llena de eventos históricos excepcionales. Hace 230 años, en febrero de 1784, recibió su orgulloso nombre por decreto de Catalina la Grande. En setiembre, conmemoraremos el aniversario 160 de la defensa heroica de Sebastopol durante la Guerra de Crimea. Estoy seguro de que el 2014 también formará parte de la crónica de la ciudad y de nuestro país entero como el año en el que la gente de aquí expresó su firme deseo de estar junto a Rusia. Con esta decisión han demostrado que continúan siendo leales a la verdad histórica y a la memoria de nuestros antepasados. Hay muchas dificultades frente a nosotros, pero las vamos a superar porque estamos juntos y ello nos hace más fuertes." (Putin 2014a:1)
Cada nueve de mayo se celebra en Rusia el Día de la Victoria; se recuerda que los países aliados, entre los que se encontraba la Unión Soviética, vencieron a Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial. Curiosamente, este día es también festivo en la Unión Europea, pues el aniversario de la declaración Schuman resalta la importancia de la integración para lograr la paz en el continente. El nueve de mayo de este año, sin embargo, no llegó en un ambiente de paz. Rusia había anexado la península de Crimea a su territorio a fines de marzo después de un referéndum cuestionable. Ello causó que tanto el gobierno en Kiev como los países de la Unión Europea la acusaran de no respetar la integridad territorial de Ucrania y, por lo tanto, de incumplir lo acordado en el Memorándum de Budapest. En el Día de la Victoria, el presidente Putin realizó su primera visita oficial a Crimea después de la anexión. El fragmento que se presenta al comienzo de este capítulo ha sido extraído del discurso que pronunció ese día en la ciudad de Sebastopol. Es importante notar el tono patriótico y, sobre todo, las amplias referencias históricas que están incluidas en él. La idea central es que Crimea y Rusia comparten un pasado y, ahora que están unificadas, compartirán proyectos para el futuro. Este planteamiento aparece también en el discurso que precedió a la firma del documento de anexión. En este último, el presidente Putin señala que el vínculo entre Rusia y Crimea está tanto en los valores, el idioma y la fe ortodoxa como en la flota del Mar Negro y las tumbas de soldados rusos que pelearon en la Guerra de Crimea (2014b: 1). Crimea llegó al nueve de mayo de este año siendo lo que es hasta hoy: un territorio en disputa, no solo entre Ucrania y Rusia -con los países de la UE y Estados Unidos en el medio- sino entre una lógica normativa y otra de reivindicación histórica.
Esta última lógica alcanza, aunque de modo distinto, a otros territorios que pertenecieron a la Unión Soviética. No se pretende siempre ocupar los territorios; pero el argumento del pasado compartido se usa para justificar la injerencia del gobierno ruso en asuntos internos de los estados actualmente independientes. Este capítulo se centra en el Near Abroad, un conjunto de catorce estados que, junto
a Rusia, formaron parte de la URSS. En las próximas páginas se explicará por qué el Near Abroad es importante para la política exterior rusa y cómo los intentos encaminados a formar lazos estrechos con estos países han deteriorado las relaciones entre Rusia y la Unión Europea en la última década.

2.1.: El Near Abroad y la Rusia post-soviética
La identidad nacional ha sido objeto de intensa discusión a lo largo de la historia rusa. Desde la época imperial se ha planteado la pregunta acerca de si Rusia pertenece –o debe aspirar a pertenecer- a la cultura occidental o si su lugar está en la cultura eslavo-ortodoxa. Durante la época soviética, la cuestión pudo suspenderse por un momento porque la identidad se centró en la ideología comunista (Huntington 1993: 11-12). Es cierto que se representaba las particularidades locales de los grupos étnicos que conformaban la URSS pero su imagen internacional era predominantemente ideológica, sobre todo en tiempos de Guerra Fría. Con la caída de la URSS, los países que la conformaban se independizaron y en cada uno de ellos fue necesario buscar una identidad nacional propia para establecer en función de ella el proyecto de país y la política exterior.
Al principio de su vida independiente, la Federación Rusa tuvo dificultades para elegir los símbolos patrios que serían apropiados en un contexto post soviético. Ello incluye la bandera, el himno nacional y los monumentos (O'Loughlin y Talbot 2005:26). Pero estos no fueron los únicos objetos de controversia. La relación entre identidad nacional, territorio e intereses geopolíticos también fue discutida y lo sigue siendo hasta la actualidad. En este aspecto, uno de los principales retos a los que se enfrenta la Rusia post-soviética es adecuarse al territorio más pequeño que ha tenido desde tiempos de Pedro el Grande (O' Loughlin y Talbot 2005:25). Ello implica un sentimiento de pérdida que se intenta compensar mediante el acercamiento a los países del Near Abroad con los cuales Rusia ha compartido historia desde tiempos imperiales. Pero los intentos de aproximación no se aplican a todo el conjunto por igual. La intensidad de estos depende de cuán afín a Rusia es cada estado, principalmente en términos de idioma y religión.
Según un estudio de John O'Loughlin y Paul Talbot, los países percibidos como más similares a Rusia son, en ese orden, Bielorrusia y Ucrania, mientras que los estados de religión islámica ubicados cerca del Mar Caspio -Kyrgyzstan, Tajikistan, Turkmenistan y Azerbaijan- son vistos como más lejanos (2005:36). Esta proximidad se traduce en el deseo de cooperar y, en algunos casos, se considera la reunificación como una opción posible. Los países que alcanzaron mayor porcentaje de respuestas afirmativas a la pregunta sobre "reunificación política y económica con Rusia" fueron Ucrania y Bielorrusia (2005: 35).
Un informe más reciente del Club Valdai presenta también conclusiones interesantes. Entre una lista de proposiciones que describen la identidad nacional rusa, aquella que recibió mayor aceptación fue la que incluía haber sido criado según las tradiciones propias del país. Asimismo, se indicó que "ser ruso es una nacionalidad, pero también es una mentalidad" (2014:30). Esto lleva a pensar que grupos fuera de las fronteras de la Federación Rusa pueden ser reconocidos como rusos en base a similitudes culturales. En efecto, cuando se preguntó acerca de a quiénes se podría considerar rusos en caso de que vivieran en Rusia por varios años, dos grupos del Near Abroad (los ucranianos y los bielorrusos) fueron mencionados, en conjunto, por el 44% de los encuestados. Tres grupos musulmanes y con idiomas locales que oficialmente pertenecen a la Federación Rusa (los habitantes de Chechenia, Daguestán e Ingusetia) aparecen, en conjunto, solo en el 6% de respuestas (2014:31). En relación con la identificación de las regiones, el 56% consideró a Crimea como "esencialmente rusa" a pesar de que en el momento de la consulta dicha península aún no había sido anexada a Rusia. Ciertos territorios que generaron disputa con la Unión Europea, como Abkhazia y Osetia del Sur, también son considerados rusos, aunque en menor proporción que Crimea. La total extensión de Ucrania es "esencialmente rusa" para el 29% de los encuestados (2014:22).
Además de los factores culturales, la gran cercanía entre Rusia, Ucrania y Bielorrusia responde a que dichos estados del Near Abroad han ayudado en diferentes momentos de la historia a contener invasiones contra Rusia. Durante la época imperial y comunista se buscaba repeler, respectivamente, ejércitos extranjeros y fuerzas restauradoras del régimen monárquico (PUCP 2014). Actualmente, la cercanía de la OTAN a las fronteras rusas ha vuelto a generar inseguridad. Por lo tanto, Ucrania y Bielorrusia conservan su importancia para Rusia y los intentos de aproximación siguen en pie.

2.2.: Dinámica de las relaciones entre países del Near Abroad, Rusia y la Unión Europea
Los estados del Near Abroad han estado en la mira de la política exterior rusa desde el principio de la era post- soviética. Durante el gobierno de Yeltsin, se creó la Comunidad de Estados Independientes (CEI) con el fin de cooperar en temas económicos, políticos, legales y de seguridad (Saunders y Strukov 2010:126). Originalmente estuvieron incluidos es esta organización los estados pertenecientes a la ex URSS con excepción de los países bálticos (Letonia, Estonia y Lituania). Sin embargo, el intento de integración no funcionó como se esperaba. Ucrania y Turkmenistán no ratificaron la Carta fundacional y Georgia se retiró debido al conflicto con Rusia en Osetia del Sur. La CEI no pudo establecerse entonces como un actor internacional poderoso.
Con la llegada al poder de Vladimir Putin, las relaciones con el Near Abroad se convirtieron en prioritarias para la política exterior rusa. Se buscó fortalecer la CEI y promover el uso del idioma ruso en los estados miembros (Saunders y Strukov 2010:126). El establecimiento de esta suerte de esfera de influencia no puede, sin embargo, realizarse sin afectar los intereses de otros estados. Las políticas rusas de acercamiento a países del Near Abroad han atraído la atención internacional y, en varios casos, han causado conflicto. Rusia debe competir con instituciones occidentales que ofrecen a los estados del Near Abroad alternativas para crecer económicamente después del colapso del comunismo. La Unión Europea es una opción atractiva en este sentido y los países bálticos han optado por ella en lugar de unirse a la CEI. Recordemos también que la crisis en Ucrania comenzó cuando el expresidente Viktor Yanukovych aceptó recibir de Rusia quince billones de dólares y una reducción en el precio del gas natural en lugar de firmar un Acuerdo de Asociación con la UE.
Los medios empleados por Rusia para establecer su influencia en el Near Abroad no son vistos como legítimos por la Unión Europea. Como prueba de ello tenemos la declaración del Consejo Europeo del 6 de marzo de este año que condena la presencia de fuerzas armadas rusas en el este de Ucrania y califica como ilegal la decisión de realizar un referéndum en Crimea (Consejo Europeo 21014:1). Pero un análisis más detallado de este desacuerdo lleva a concluir que el problema no es solo de forma, sino de fondo. La UE cuestiona no solo los métodos empleados por Rusia, sino los motivos que están detrás. De nuevo, el problema que subyace a las hostilidades es una diferencia conceptual, esta vez, acerca del Near Abroad y, los límites de Rusia.
Como se explicó anteriormente, la identidad nacional de la Rusia post-soviética no se restringe a las fronteras internacionalmente reconocidas de la Federación Rusa. Esta visión está presente en la población y el gobierno también la toma en cuenta al elaborar política exterior. Pero según la UE, los países del Near Abroad son estados independientes, al margen de los lazos culturales e históricos que puedan tener con Rusia. De acuerdo con la posición europea, Rusia termina donde lo señalan sus fronteras y la injerencia del gobierno ruso en asuntos de estos países es una violación a la soberanía que les corresponde.
Para complejizar más el conflicto, ocurre que esta diferencia de pareceres se ha unido en la última década a los puntos de discrepancia que se presentaron en el primer capítulo. Por lo tanto, en el estado presente de las relaciones, cuando a un país del Near Abroad se le presenta la oportunidad de escoger con quién cooperar, Rusia y la UE suelen aparecer como opciones excluyentes. Ello se aprecia particularmente en materia de defensa tomando en cuenta la relación estrecha entre la UE y la OTAN. Un esquema ayudará a comprender mejor los casos que presentaremos en el siguiente subcapítulo.











Una manera sencilla de entender el gráfico es compararlo con un juego. El Near Abroad, entendido como el espacio post-soviético descontando el territorio ruso, es el tablero donde se expresan los cuestionamientos explicados en el primer capítulo y los intentos rusos de integración con la "patria perdida". Los países que conforman el Near Abroad, Rusia y la Unión Europea son los jugadores que moverán las piezas sobre este tablero. A un país del Near Abroad se le presenta la posibilidad de mover sus fichas hacia un lado o hacia el otro; es decir, de elegir entre aproximarse a Rusia o a la UE. Como se ha señalado, el estado actual de las relaciones entre las partes es conflictivo y, por lo tanto, optar por una de ellas suele implicar distanciarse de la otra. La elección del país del Near Abroad, a su vez, suele convertirse en punto de tensión entre Rusia y la UE. En el triángulo, por lo tanto, las líneas de unión entre los lados suelen fortalecerse en un sentido y debilitarse en los otros dos. A continuación se presentará tres casos ocurridos en la última década. En ellos se verá que el conflicto puede deberse a que el país elige pertenecer a la UE pero Rusia no está de acuerdo con ello (como en el caso de los países bálticos), a que el país no se une oficialmente a la UE pero sí aparecen en él movimientos de ciudadanos para deponer regímenes que contaban con el apoyo de Rusia en favor de nuevos gobiernos más afines al concepto europeo de democracia (este es el caso de las Revoluciones de Colores) o a que una parte del país simpatiza con Rusia mientras que otra prefiere a la UE (como en el caso de Ucrania, donde los grupos separatistas del este se alinean con Rusia en contra de la voluntad del gobierno en Kiev).

2.3.: Un tablero de juego en el este de Europa. Análisis de casos ocurridos en la última década
2.3.1: El caso de los países bálticos. Explicación de las reacciones en Moscú a partir de la admisión de Letonia, Estonia y Lituania en la Unión Europea y la OTAN
Letonia, Estonia y Lituania ingresaron a la OTAN el año 2004. Este hecho no fue bien recibido en Moscú dado el peligro que significaría que fuerzas militares occidentales puedan colocarse cerca de las fronteras rusas. En respuesta, el Consejo de Seguridad ruso fue convocado a sesión. Poco tiempo después, se volvió a militarizar las fronteras y costas de estos países, a pesar de que el gobierno ruso se había comprometido a lo contrario al terminar la Guerra Fría (Hassig 2009:59). El mismo año, los países bálticos también se unieron a la Unión Europea. Así como su adhesión a la OTAN generó problemas en defensa, su recién ganada membresía en la UE los afectó económicamente. El gobierno ruso les impuso sanciones y se esforzó activamente en diversificar las rutas comerciales que pasaban por los territorios del Báltico para evitar que Letonia, Estonia y Lituania cobren los derechos de aduana correspondientes (Hassig 2009:59). Asimismo, las relaciones se tornaron más tensas desde que el gobierno de Putin comenzó a exigir que los países bálticos otorguen status oficial al ruso al mismo nivel que sus idiomas locales. Esto, según el gobierno ruso, responde a la necesidad de proteger la libertad de los grupos de habla rusa que quedaron en dichos países después del fin de la URSS y reconocerles la ciudadanía con plenos derechos (Putin 2012:14).
Los motivos que subyacen a la respuesta del gobierno ruso pueden entenderse a partir del sentimiento de pérdida y la aplicación de la normalización de la política exterior. La membresía de los estados bálticos en la OTAN y a la UE significa que Rusia ya no puede incluirlos en organismos regionales propios tal como hizo con Bielorrusia. La Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva y la Comunidad Económica Euroasiática no podrán contar con la presencia de los países bálticos mientras estos se mantengan dentro de las instituciones occidentales a las que han escogido pertenecer. Esta percepción de pérdida juega un papel importante porque lleva al gobierno ruso a esforzarse más por establecer una suerte de esfera de influencia en los países ex-soviéticos. Curiosamente, mientras más se acercan los países del Near Abroad a los poderes occidentales, más fuerte es el intento de Rusia por traerlos de vuelta hacia sí misma.
La intensidad de la respuesta también se relaciona de forma directa con la importancia que los países tenían para Rusia en la época soviética. Esto no solo se aplica al Near Abroad, sino también a otros estados que formaban el pacto de Varsovia. Así, cuando Polonia se unió a la UE y la OTAN, aparecieron también acciones hostiles por parte del gobierno ruso, pero fueron más leves que la respuesta frente a la membresía de los países bálticos. Ello responde a que estos últimos fueron efectivamente parte de la URSS, tuvieron en tiempos soviéticos más vínculos con Rusia y, sobre todo, están en sus fronteras. Por otro lado, el caso de los países bálticos ocurrió en un momento de crecimiento económico para Rusia y de alta dependencia de varios miembros de la UE frente a la venta de bienes energéticos (Hassig 2009: 61-63). Ambos factores incrementaron la confianza del gobierno ruso en su propio poder y, por lo tanto, prepararon el terreno para un momento alto de normalización de la política exterior. Ello explica la militarización de las fronteras y costas como una medida encaminada no solo a disminuir la vulnerabilidad de Rusia frente a un posible ataque, sino también a colocarse en igualdad de condiciones con respecto al poder militar occidental y restaurar el balance de fuerzas. A continuación se coloca este caso en el esquema triangular. De acuerdo al grosor de las líneas, obsérvese las conexiones fuertes y aquellas que se debilitan. Finalmente, es importante notar que la dependencia frente a los bienes energéticos continúa siendo uno de los recursos de poder más importantes a favor de Rusia en las relaciones con la UE, dado que los esfuerzos de los países miembros por desarrollar energías alternativas (como la Energiewende alemana) no han generado resultados significativos todavía.








2.3.2: Rosas, naranja y tulipanes. El caso de las revoluciones de colores
El término Revoluciones de Colores agrupa a una serie de protestas no violentas en contra de regímenes autoritarios de países excomunistas. Los colores o símbolos usados en las manifestaciones dan nombre a la revolución. Los casos más dramáticos fueron la Revolución de las Rosas en Georgia, la Revolución Naranja en Ucrania y la Revolución de los Tulipanes en Kirguistán (Ó Beacháin y Polese 2010:1). Las dos últimas de esta lista ocurrieron durante la última década. Estos casos comparten como característica general el cuestionamiento a un régimen. Los ciudadanos que participan en las protestas buscan cambiar a los gobiernos de sus países por otros más alineados con la democracia en el sentido occidental. Esto, en algunos casos más que otros, es motivo de desacuerdo entre Rusia y la UE siguiendo un patrón general: el gobierno ruso es cercano a los líderes que la revolución de color pretende destituir mientras que la UE apoya las protestas como parte de su estrategia de promoción de la democracia. Un caso notable de revolución de color es la Revolución Naranja en Ucrania (2004-2005). A continuación se explicará este proceso y se lo ubicará en el gráfico. El esquema puede aplicarse también a otras Revoluciones de Colores que sigan el patrón general que se acaba de describir. Sin embargo, en adelante se hará referencia específicamente a la Revolución Naranja porque este proceso permitirá familiarizarse con personajes y hechos importantes para la comprensión de la actual crisis.
El gobierno de Viktor Yanukovych, que contaba con el apoyo del presidente Putin, se enfrentó a la oposición de ciudadanos que salieron a protestar en la Plaza de la Independencia. Se acusó a Yanukovych de fraude en las elecciones del 2004 y se mostró descontento por la corrupción que venía ocurriendo desde el gobierno de Leonid Kuchma, presidente anterior que se mantuvo en el cargo desde 1994. Los resultados originales , entonces, debieron ser anulados y la Suprema Corte ordenó una nueva fecha para la votación. En ella se enfrentaron Viktor Yanukovych y Víktor Yushchenko. El gobierno ruso intervino apoyando la campaña de Yanukovych a través de financiamiento y asesores políticos. El más conocido de estos últimos fue Gleb Pavlovsky, a quien se empleó sin contrato oficial y cuya estrategia central fue usar los medios de comunicación estatales –a los que Yanukovych tenía acceso como presidente- para restringir las apariciones del candidato opositor (Ó Beacháin y Polese 2010:36). Como se puede ver, la estrategia fue similar a la que el propio gobierno ruso utiliza en las elecciones presidenciales. Pero con los electores ucranianos, la estrategia no funcionó tan bien como con los rusos. Resultó ganador Víktor Yushchenko. El nuevo gobierno demostró alejamiento frente a Rusia y mayor cercanía con la UE y otras instituciones occidentales, sobre todo en temas de cooperación económica. El año 2008, después de la entrada de Ucrania en la Organización Mundial del Comercio, comenzaron las negociaciones con la UE para un acuerdo comercial denominado DAFTA (Deep and Comprehensive Free Trade Area), el cual sería posteriormente una de las bases para el Acuerdo de Asociación (Comisión Europea 2013:1). Esta fase de acercamiento a la UE, sin embargo, no duró mucho pues Viktor Yanukovych volvió a ser presidente después de las elecciones del 2010 y de nuevo obtuvo respaldo del gobierno ruso. El próximo caso se referirá a esta segunda presidencia. Por ahora, se ubicará en el gráfico los tres momentos de Ucrania en relación a la Revolución Naranja:




2.3.3: Análisis de la crisis actual en Ucrania

El 21 de noviembre de 2013, el gobierno de Viktor Yanukovych rechazó firmar el Acuerdo de Asociación que facilitaría la cooperación entre Ucrania y la Unión Europea para favorecer, en su lugar, el mejoramiento de las relaciones con Rusia. Este hecho generó en los próximos días "las mayores protestas ciudadanas desde la Revolución Naranja" (El País 2014), las cuales convocaron, de nuevo en la Plaza de la Independencia, a diversos sectores de la población descontentos con el gobierno y favorables a la integración con la UE. Estas manifestaciones, en conjunto, se denominaron Euromaidan debido al nombre de la plaza y al carácter pro-europeo de los participantes.
El 17 de diciembre de 2013, la crisis se agravó porque Yanukovych firmó en Moscú un acuerdo económico con el presidente Putin que permitía recibir de Rusia quince billones de dólares y una reducción en el precio del gas natural pero, a la vez, alejaba más al país de la UE. Yanukovych, destituido por el parlamento en medio de las protestas, abandonó Kiev en febrero. El gobierno ruso calificó su salida del poder como un golpe de estado ilegítimo orquestado por potencias occidentales. Más recientemente, en octubre de 2014, el presidente Putin admitió que ayudó a Yanukovych a escapar (BBC News Europe 2014b).
La posibilidad de un referéndum en la península de Crimea acerca de la adhesión de este territorio a la Federación Rusa causó gran inquietud en la UE. A pesar de ello, dicha consulta se llevó a cabo y el gobierno ruso la consideró legítima. La anexión oficial de Crimea y Sebastopol a Rusia causó varias rondas de sanciones europeas contra personajes del círculo cercano del presidente Putin, líderes separatistas, empresas y bancos. Rusia respondió a ello con la prohibición de importar alimentos de países de la UE.
Las elecciones presidenciales del 25 de mayo de 2014 resultaron en la victoria de Petro Poroshenko, un personaje más cercano a la posición europea. En julio, el ataque que derribó el vuelo MH17 de Malaysia Airlines dentro de territorio controlado por separatistas pro-rusos fue un punto alto de tensión. Se acusó al gobierno de Putin de apoyar militarmente la causa de los rebeldes en la frontera este (BBC News Europe 2014a), lo cual el gobierno niega oficialmente hasta la actualidad.
El Acuerdo de Asociación -motivo original del conflicto- fue aprobado por el Parlamento Europeo y ratificado por el Parlamento de Ucrania en setiembre de 2014. Sin embargo, la presión del gobierno ruso llevó a que la implementación del acuerdo comercial se posponga hasta el 2016 (El Mundo 2014). Los enfrentamientos en las regiones del este continúan y las fuerzas del gobierno ucraniano están particularmente dedicadas a la defensa del aeropuerto de Donetsk. La independencia autoproclamada de Donetsk y Luhansk no ha recibido la aprobación de la UE ni de otros poderes occidentales. Lo mismo es verdad para la confederación de Novorossiya formada por estos dos territorios. Las elecciones celebradas en ellos el 2 de noviembre de 2014 han sido otro punto de conflicto, pues la UE no reconoce como legítimas a las autoridades elegidas.
Los eventos más recientes (diciembre 2014) son, hasta cierto punto, favorables. En medio de los problemas económicos que enfrenta Rusia debido al declive de los precios del petróleo y la inestabilidad del rublo, el gobierno de este país levantó finalmente una sanción que había cortado por seis meses el suministro de gas a Ucrania (CSIS 2014). Sin embargo, la reunión de diálogo entre el gobierno ucraniano y las fuerzas separatistas -prevista para el miércoles 10 de diciembre- podría no tener lugar hasta el viernes 12. En parte, ello depende de que se respete la tregua programada para el día 9(CSIS 2014).



El caso de Ucrania es el más complicado entre los que se presentan en este trabajo. Aparece al final porque permite resumir los factores de distanciamiento explicados en ambos capítulos. Lo central que observamos aquí es un país dividido. El cuestionamiento mutuo que se explicó en el primer capítulo se ha manifestado en esta crisis tanto a nivel interno como externo.

A nivel interno, se expresa en la población y en el gobierno. En la población, el cuestionamiento enfrenta dos posturas: la de los manifestantes pro- europeos del Euromaidan y la de los separatistas pro- rusos del este. En el gobierno, las posturas enfrentadas de la población se han reflejado en los dos últimos presidentes. Viktor Yanukovych -el expresidente depuesto- pertenecía a una agrupación política con gran simpatía por Rusia, priorizaba la protección de los grupos de habla rusa al interior de Ucrania y era cuestionador frente a Occidente de manera similar al gobierno de Putin. Por otro lado, Petro Poroshenko, mantiene una posición cercana a Occidente, contribuyó a la Revolución Naranja y se opuso a la anexión de Crimea por parte de Rusia. Actualmente, la polarización de posturas se ha ubicado geográficamente. Se tiene una suerte de régimen "ruso" en el este y un régimen "europeo" que, desde Kiev, se esfuerza por ganar control sobre el primero. El nivel externo es el más conocido del conflicto. Aquí se encuentran Rusia y las potencias occidentales (incluida la UE) representando cada una su propia lógica, imponiéndose sanciones y acusando a la otra parte por el escalamiento del conflicto. A continuación se grafica la división del país en el esquema triangular:





El hecho de que las posturas se hayan polarizado siguiendo una división geográfica responde a las profundas diferencias culturales al interior de Ucrania. Cuando Huntington se refiere a la línea de ruptura entre las civilizaciones occidental y eslavo-ortodoxa, separa el territorio ucraniano en una parte oeste y una parte este (1993:5). La crisis actual muestra que esta división continúa vigente y es, efectivamente, un punto de conflicto. Los habitantes del oeste y el este de Ucrania se diferencian principalmente por la etnia y el idioma materno. Estas diferencias, a su vez, influyen en las simpatías políticas y en las actitudes hacia Rusia y la UE. En el oeste, encontramos mayor afinidad por los principios europeos y en el este, donde se ha centrado el enfrentamiento y el separatismo, una mayor similitud con Rusia. Si hubiese que designar una parte de Ucrania que reúna las características de la patria rusa perdida, esta sería, naturalmente, el este. Los siguientes mapas ilustran dicha división:







MAPA 1. El ruso como idioma materno










Fuente: Censo nacional del año 2001. Elaboración: BBC News Europe

Este mapa indica la proporción de la población ucraniana que habla ruso como primera lengua. El color más oscuro indica mayor porcentaje. Nótese las regiones con más del 50% (de norte a sur: Luhansk, Donetsk y Crimea). Las tres son zonas de conflicto separatista. Las dos primeras se autoproclamaron independientes y la tercera fue anexada por la Federación Rusa. Respecto al idioma, es preciso señalar que este es de gran importancia para el gobierno ruso y, durante las presidencias de Putin, ha servido como recurso de poder blando en la política exterior. En el contexto específico de la crisis en Ucrania, el hecho de que las posturas contrarias sean defendidas en su mayoría por hablantes de idiomas distintos ha llevado a cierta politización de la lengua.

MAPA 2. Resultados de las elecciones [presidenciales] del año 2010.



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Elaboración: BBC News Europe
Este mapa muestra el mayor apoyo por el candidato pro-ruso Viktor Yanukovych en el este y la preferencia por la candidata pro-europea Yulia Tymoshenko en el oeste. Al comparar este mapa con el anterior, se observa una correlación entre la división cultural y las simpatías políticas.
De nuevo Crimea, Donetsk y Luhansk aparecen en el lado pro-ruso.



Además de visibilizar la división interna de Ucrania, esta crisis ha generado inquietud acerca de un posible peligro para la seguridad nacional de Rusia. Una preocupación del gobierno de Putin es que Occidente está cada vez acercándose más a las fronteras de Rusia. Si Ucrania se vuelve completamente un aliado de los poderes occidentales, entonces ya no estaría cumpliendo su función histórica de proteger las fronteras rusas, sino que incluso podría amenazarlas. En las últimas semanas, esta cuestión se ha planteado con más seriedad y el gobierno ruso, a través del portavoz del presidente Putin, ha pedido a Occidente garantías totales de que Ucrania no será miembro de la OTAN (BBC News Europe 2014c).

Finalmente, es importante notar que la complejidad de esta crisis presenta más preguntas que respuestas. Aún después del fin de la Guerra Fría, se ve una división entre este y oeste dentro del territorio de Ucrania y, a un nivel más amplio, en Europa. Si bien la tensión entre las partes no alcanza los niveles de la Guerra Fría, lo que sí tiene en común con dicho momento de la historia es precisamente la analogía que motivó el nombre de este último subcapítulo: ambos casos se parecen a un juego de estrategia. Tanto Rusia como la Unión Europea disponen de recursos de poder significativos. Rusia puede presionar aumentando el precio de los bienes energéticos y actualmente se está esforzando en conseguir alianzas para el comercio de alimentos con otros países fuera del continente, por ejemplo en América Latina. La Unión Europea continúa desarrollando programas para conseguir energías alternativas, se vale de la cooperación con Estados Unidos en materia de defensa y, como parte del bloque occidental, tiene a su favor un gran poder blando que se observa en la amplitud con que se han expandido sus valores culturales por el mundo. El desarrollo futuro de esta crisis dependerá de las estrategias con que los actores pongan en juego sus recursos. Para lograr negociaciones efectivas será necesario también entender con mayor profundidad los motivos que subyacen a las estrategias del otro antes que verlo solamente como una parte contraria o culpable del escalamiento. Tal vez, en este sentido, sea necesario para Occidente recordar aquellos tiempos de Guerra Fría en los que, como señala Lord Robertson, "observar al Kremlin era una profesión en sí misma" (Gower y Timmins 2009: xvii).









Conclusiones

La Federación Rusa y la Unión Europea aparecieron bajo su forma actual en la última década del siglo XX, es decir, durante los años posteriores al final de la Guerra Fría. Ambas partes nacieron en medio de un orden internacional bastante complejo y cambiante. Una primera afirmación que se puede extraer de lo explicado en las páginas anteriores es que las relaciones entre ellas no han tomado una única dirección en el esquema entre conflicto y cooperación. Por el contrario, se han caracterizado alternadamente por períodos de acercamiento y períodos de alejamiento. El gobierno de Boris Yeltsin y la primera presidencia de Vladimir Putin estuvieron marcados mayormente por la cooperación. En contraste, la segunda presidencia de Putin, el gobierno de Dmitry Medvedev y la tercera presidencia de Putin son momentos que se asocian principalmente al conflicto.

A lo largo del presente trabajo se ha propuesto una explicación para este distanciamiento ocurrido en la última década, la cual se recapitula brevemente a continuación. En primer lugar, tanto la democracia como el papel de Rusia en el sistema internacional son conceptualizados de manera divergente por ambas partes. Ello ha dado origen al cuestionamiento mutuo visto en el primer capítulo. Los países miembros de la UE, al margen de sus particularidades en el nivel pragmático bilateral, coinciden en otorgar una alta valoración al estilo occidental de democracia basado en los derechos y libertades del individuo. Rusia, por su parte, se basa en resultados antes que en principios y guía su acción por los conceptos de sovereign democracy y normalización de la política exterior. La aplicación de este último se desplaza siguiendo la línea de la situación económica rusa. Dicha situación ha sido próspera hasta hace poco y ello ha resultado en una Rusia dispuesta a ejercer mayor poder en esta década que en sus primeros años de vida independiente. En segundo lugar, la manera de entender al Near Abroad es también distinta entre las partes. Para la Unión Europea estos estados son soberanos a partir de su independencia y, por lo tanto, son libres para elegir a qué actores aproximarse. Pero Rusia busca formar con ellos una especie de esfera de influencia. Ello responde a la importancia que estos países tienen para la identidad nacional rusa y a que mantenerlos como aliados es útil para la defensa de las fronteras rusas.

En base a lo explicado anteriormente, se concluye que la hipótesis se confirma parcialmente. En efecto, el cuestionamiento mutuo y las políticas rusas de acercamiento al Near Abroad son dos factores principales que explican el deterioro de las relaciones entre Rusia y la Unión Europea durante la última década. Sin embargo, son necesarias algunas aclaraciones. Por un lado, a partir de los casos estudiados se ha encontrado que factores del primer capítulo y del segundo se alimentan mutuamente para provocar el escalamiento de la tensión. La interacción entre los factores es, entonces, especialmente estrecha, al punto que podría incluirse a ambos bajo la categoría de diferencias de conceptualización entre las partes. Por otro lado, no sería suficiente explicar el distanciamiento atendiendo solo a factores políticos y culturales. El elemento económico juega también un papel importante. Se ha señalado, por ejemplo, que los principios fundacionales de la UE facilitan las relaciones comerciales entre los países miembros. Asimismo, en el caso de las relaciones con Rusia, el factor económico explica por qué las sanciones que la UE coloca para presionar a este país incluyen el congelamiento de activos en los bancos. Esto ocurrió, por ejemplo, después de la muerte de Sergei Magnitsky y más recientemente en medio de la crisis en Ucrania. En este último caso, Rusia también se vale del factor económico para afectar a la UE a través de la prohibición de importar alimentos producidos en este bloque de países.

Los eventos más recientes acerca de la crisis de Ucrania parecen indicar que el elemento económico será de gran importancia para el desarrollo futuro de las relaciones entre Rusia y la UE. El valor del rublo está declinando desde hace diez meses y el precio del petróleo también ha disminuido. Ambos factores, unidos a las sanciones europeas y estadounidenses, han costado 140 mil millones de dólares a la economía rusa (BBC News Business 2014). Todo ello indica que se está viviendo un momento distinto a la prosperidad de los primeros años de la segunda presidencia de Putin. Pero la dependencia de varios países de la UE (entre ellos Alemania) frente al petróleo y gas provenientes de Rusia se mantiene. Por otro lado, el gobierno ruso continúa dando prioridad a la cooperación con China, otro país que no se alinea necesariamente con los principios occidentales, y ha fijado la mirada en América Latina para estabilizar su mercado interno de alimentos. Existen en este momento varios esfuerzos del gobierno ruso para evitar la caída. Pese a ellos la situación está empeorando. Considerando que el afán de normalizar la política exterior rusa es directamente proporcional al poder económico de este país, entonces se esperaría que este afán decrezca también y las hostilidades se reduzcan. Por el momento, el levantamiento de la sanción contra Ucrania en relación a la venta de gas es una señal en este sentido. Pero será necesario esperar algunos meses más para ver si la tendencia se mantiene.

En caso de que le declive económico se mantenga, ello podría representar un peligro para la estabilidad del gobierno del presidente Putin. En Rusia existen ya movimientos ciudadanos contrarios al gobierno, los cuales piden menor control estatal a la sociedad civil, independencia de los medios y, en general, democracia en el sentido occidental del término. Estos grupos se han manifestado antes de las elecciones presidenciales del 2012 y han conseguido la simpatía de los poderes occidentales. Si a sus reclamos por el cambio de régimen se une, por ejemplo, el alza de los precios o la depreciación del rublo, entonces estaría preparado el camino para una posible Revolución de Color en Rusia. En caso de que ello ocurriera antes de que el presidente Putin termine su periodo de gobierno, se dañaría notablemente la imagen internacional de Rusia en un momento en que este país se prepara para ser anfitrión de la Copa Mundial de Fútbol. Por ahora, el juego continúa, el tablero sigue girando y el resultado dependerá de cómo los jugadores muevan sus fichas.














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