Una iconografía olvidada. La Soledad del convento agustino, su cofradía y la procesión del Retiro

July 7, 2017 | Autor: C. Rodríguez Morales | Categoría: Artes plásticas, Iconografia Cristiana, Veras efigies
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Descripción

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os hermanos Tomás y Diego Pereyra de Castro llegaron en las primeras décadas del siglo XVII a Tenerife, donde lograron acomodarse a pesar de los recelos del Santo Oficio por su ascendencia judeoconversa; fu eron regidores de la Isla y desde aquí, apoyados en la fortuna que le propiciaron empresas diversas, proyectaron sus actividades mercantiles hacia Europa y hacia las Indias. Ambos emparent aron por vía de matrimonio con familias de la oligarquía local iniciando asf un proceso de pretendido ennoblecimien to de acuerdo a las estrategias y a los valores de la época, entre los que se otorgaba verdadera importancia a las labores ele patrocinio artístico y rel igioso, pues permitían esceni ficar el éxito familiar y la solidez de la fe. Animado quizá por estas premisas, Tomás Pereyra de Castro decidió ajustar en 1621 con los frailes agustinos de La Laguna la edificación de una capilla a los pies de su iglesia conventual obteniendo a cambio su patronato, con los privilegios y obligaciones que esto suponía. El recinto, puesto bajo la titularidad ele Santo Tomás de Villanueva, acogió desde entonces una representación de la Virgen de Atocha, devoción que hacía fortuna en Madrid, lugar al que el fundador estaba muy vinculado y, como él, sus descendientes.

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N\(,1:~ \ Sl .C0:'\0>6• El propio Tomás de Castro Ayala construyó en 1671 bajo este título mariano una ermita en Santa Cruz, cedida seis atios después a la orden franciscana para que allí fundaran convenlo. Allí existió un cuadro de Nuestra Setiora de la Soledad7, muy probablemente una vera efigie de la madrileña. Por su iconografía, dimensiones y datación bien podría corresponder con el conservado en el Museo de Artes Decorativas Cayetano Gómez Felipe de La Laguna, que ahora se reproduce por vez primera. Se trata de un cuadro cuyo gran formato sugiere que fue encargado para un espacio de culto más que para la devoción doméstica, y que muestra a la Virgen de la Soledad en su camarín -con los velos recogidos- sobre su basa y rodeada de un sol, ambos de plata, que tratan de reproducir el original con la fidelidad propia de este género tan popular duranle el Barroco. En torno a esta escena central se recrea un grupo de ángeles entre cortinajes adamascados. Dos de ellos, en la zona inferior, sostienen un gran sudario en cuyo centro queda representada la Santa Faz; sobre ellos, dos de aspecto semejante y cuatro querubines portan atributos de la Pasión como tenazas, clavos, 3

Fragmento del Discurso del ilustre origen y grandes excelencias de la misteriosa imagen de Nuestra Serlora de la Soledad escrito por fray Antonio Ares (!6LIO), citado por Ellas TORMO: •Gaspar Becerra (notas varias)•, en Boletín de la Sociedad Esparlola de Excursiones, l. XXI. Madrid, 1913, p. 250. 1 Cfr. Alfonso E. PÉREZ Sk'JCHE%: •1rampantojos a lo divino>, en Lecturas de Historia del Arte, 111. VitoriaGasteiz, 1992, pp. 146-147. 5 AH!Yf: Pn 822 [escribanía de Manuel Lobo], ff. 12v-!6v, 19/2/ 1652. 6 Archivo Municipal de La Laguna: Archivo Ossuna, 0-9-2, f. l!6v. El que Juan del Corral, tesorero de las rentas reales, fundase en la iglesia conventual de los predicadores del Puerto de la Cruz un altar con las imágenes de Santo Domingo y San Juan ante portam /atinam nos lleva a sospechar que las encargadas a Madrid pudieron tener el mismo destino. 7 AJ-IPT: Pn 107 !escribanía de Mateo de Heredial, 25/4/1677.

VERA EFIGIE DE NUESTRA SEJ\IORA DE lA SOLEDAD. MUSEO DE ARTES DECORIXIWAS CAYETANO G OMEZ FEUPE. SAN Cmsr6BAL DE

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Ci\RLOS RODRÍGUEZ MORALES

lanza, corona de espinas y martillo. Finalmente, en la zona superior, sendos angelitos cierran la composición y sujetan los cortinajes. Este gran lienzo, restaurado hace pocos años, mostraba hasta entonces serios deterioros que dificultan su estudio preciso. Deudor, con toda probabilidad, de fuentes grabadas, nos parece obra de importación - quizá madrileña- de la segunda mitad del siglo XVII, más que de factura insular. En la posibilidad de que éste o un cuadro similar presidiese originariamente la ermita donde luego fundaron los franciscanos abunda el que en el remate del retablo mayor de la nueva iglesia conventual figure, acaso como recuerdo, un relieve que representa a la Virgen de acuerdo a este mismo modelo, vestida de blanco, con manto negro, las manos entrelazadas y un largo rosario que asoma bajo los brazos. Valorando la receptividad de Castro Ayala respecto a las propuestas devocionales de la Corte, pensamos que la escultura de la Virgen de la Soledad que entronizó en su capilla familiar de La Laguna se ajustaba también a este prototipo. Un documento hasta ahora inédito, catalogado por Margarita Gallardo en el archivo conventual de Santa Clara, confirma parcialmente esta impresión. Se trata de la entrega en depósito en junio de 1856 de una «santa ymagen de Nuestra Señora de la Soledad, de buen tamaño, su postura de rodillas y sus manos cruzadas» por su propietario, Ramón de Castro -cabeza de la casa de Castro Ayala- al padre José Maria Argibay, para entronizarla en el santuario del Cristo de La Laguna8 . Apenas dos años después y abanderada por Argibay concluyó la reconstrucción del Calvario de San Lázaro, donde según Moure recibió culto la Soledad «que en la capilla de Santo Tomás de Villanueva, de la iglesia de San Agustín de esta ciudad, tenía la familia Castro»9; esta información queda confirmada por otra referencia del archivo conventual de las clarisas correspondiente a 1866, en la que el propio Argibay advierte que
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