Una casa señorial en el Jerez bajomedieval. Las moradas de Alfonso Fernández de Valdespino y los alarifes Fernán García y Diego Fernández

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Descripción

Nuevas aportaciones a la Historia del Arte en Jerez de la Frontera y su entorno/ Fernando Pérez Mulet (ed.). - Cádiz : Universidad de Cádiz, Editorial UCA ; Jerez de la Frontera : Asociación Jerezana Amigos del Archivo, 2016. 232 p. ; 24 cm. – Actas. Historia y Arte D.L. CA 369-2016. - ISBN 978-84-9828-575-8 1. Arte-Historia-Jerez de la Frontera (Cádiz)-S. XVIII I. Pérez Mulet, Federico, ed. lit. II. Universidad de Cádiz, Editorial UCA. III. Asociación Jerezana Amigos del Archivo 7

Primera edición: 2016 Edita: Editorial UCA Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz C/ Doctor Marañón, 3 - 11002 Cádiz (España) www.servicio.uca.es/publicaciones [email protected]

Asociación Jerezana de Amigos del Archivo Alameda Cristina, 7-3.º A 11403 Jerez de la Frontera (Cádiz, España)

© Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 2016 © de los textos, los autores, 2016 ISBN: 978-84-9828-575-8 Depósito Legal: CA 369-2016 Maquetación e impresión: Jiménez-Mena, S. L. - Cádiz

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Índice

PRÓLOGO Fernando Pérez Mulet................................................................................................................. 9 PONENCIAS Fernando López Vargas-Machuca La irradiación del gótico-mudéjar jerezano: el Divino Salvador de Vejer de La Frontera................................................................................................................... 17 Raúl Romero Medina La nobleza y los gustos del tardogótico castellano al sur de Despeñaperros........... 49 Pablo J. Pomar Rodil Los feligreses y el tempo. Espacio arquitectónico, liturgia y cura de almas................ 79 José Manuel Moreno Arana La transformación barroca de la iglesia de San Lucas de Jerez en el siglo xviii.......... 105 COMUNICACIONES Javier E. Jiménez López de Eguileta Una casa señorial en el Jerez bajomedieval. Las moradas de Alfonso Fernández de Valdespino y los alarifes Fernán García y Diego Fernández........................................ 139 Manuel Romero Bejarano Notas sobre la construcción del palacio de Ponce de León.............................................. 157 Juan A. Moreno Arana La capilla de los Conte y Terán de la antigua iglesia colegial de Jerez de la Frontera.......................................................................................................................... 175

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Fernando Aroca Vicenti Licencias y obras particulares en la arquitectura y urbanismo del siglo xviii jerezano...................................................................................................................... 187 Patricia Caldas Sanduvete De casa solariega a bodega intramuros................................................................................... 205 Jesús Caballero Ragel La arquitectura ecléctica de José de la Coba y Mellado..................................................... 219

comunicaciones

Una casa señorial en el Jerez bajomedieval. Las moradas de Alfonso Fernández de Valdespino y los alarifes Fernán García y Diego Fernández* Javier E. Jiménez López de Eguileta Licenciado en Historia

1. Introducción

La nobleza jerezana medieval se ha encontrado, de una forma u otra, permanentemente presente en la historiografía local de todos los tiempos, como expresión ineludible de una realidad consustancial al fenómeno de la Frontera en nuestro territorio. Naturalmente, los grandes cronicones de los siglos xv y xvi se basaron en buena medida en las hazañas de los más destacados miembros de los linajes que habían quedado asentados en la ciudad a raíz de su incorporación definitiva a la Corona de Castilla. Por su parte, los historiadores modernos, aunque lejos ya de los acontecimientos fundacionales del Jerez cristiano, prosiguieron escribiendo sobre las familias nobiliarias de aquellos momentos, con la aportación de algunos datos positivos que los más aventajados pudieron entresacar de los principales archivos de la ciudad. Hoy la comunidad historiográfica de Jerez, bebiendo de sus antecesores y de una documentación más accesible, continúa los estudios prosopográficos de las élites urbanas con exitoso resultado, como lo demuestra la producción de historiadores de la talla de Rafael Sánchez Saus, Juan Abellán Pérez o, más recientemente, Enrique Ruiz Pilares. No obstante, la inagotable fuente que suponen las relaciones nobiliarias durante la Edad Media en Jerez, que la hacen –acaso junto con Sevilla– perfecto paradigma de las investigaciones de historia de la nobleza castellana en la Andalucía occidental, ha relegado el estudio de otros aspectos concernientes a este escenario a mejores ocasiones, que no pocas veces han tardado en llegar. Nos referimos a trabajos sobre el hogar, costumbres cotidianas, religiosidad, ceremonial y otros enfoques de la vida de la nobleza de Jerez en sus más específicas acepciones. Pre* Agradecemos a Fernando López Vargas-Machuca y a Manuel Romero Bejarano el valioso acompañamiento y las oportunas consideraciones que nos han prestado a la hora de preparar el presente trabajo.

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cisamente, estas páginas quieren contribuir a la profundización en una de estas perspectivas de análisis, con la que ofrecer un panorama aún más certero acerca de los linajes medievales jerezanos. Así, la presentación de la reconstrucción de una casa señorial del Jerez de los siglos xiv y xv podrá ayudar a cubrir la laguna que este tipo de vivienda presenta en el caso de la documentación medieval xericiense1 y a la concreción de algunos nombres propios dentro del entorno artístico de la ciudad y el desarrollo del denominado gótico-mudéjar, que de forma tan genuina prosperó en nuestra región2. 2. Las moradas de Alfonso Fernández de Valdespino

La localización de una serie de escrituras de partición de bienes entre las hijas herederas de Alfonso Fernández de Valdespino y Magdalena Martínez Dávila, su mujer, en los fondos medievales del Archivo Catedral de Cádiz ha constituido el inicio de este trabajo3. En ellas, que se encuentran datadas a partir de 1421, las hermanas Juana Gutiérrez y Catalina Gutiérrez, esposas respectivamente de Álvaro Ruiz de Gines y Nuño Fernández de Villavicencio, dividen las casas, tierras y otras propiedades de sus padres –ya difuntos para entonces–, echando a suerte las partes que se habían originado. Las más destacadas de todas eran las correspondientes a «las casas que fueron morada de los dichos Alfonso Ferrández e Magdalena Martínez, que son en la dicha collaçión de San Saluador»4. La ejecución de su partición nos ofrece un extraordinario testimonio del trazado de la casa señorial de los Valdespino jerezanos, que, apoyándonos en documentos más antiguos, podemos reconstruir desde época aun anterior. En efecto, sin que hasta ahora podamos dilucidar sus orígenes ciertos, al alférez del Salado lo vemos asentado en Jerez a poco de la victoria crucial contra los musulmanes5. Por un documento de 1362 sabemos que tenía establecida su 1

Abellán Pérez, Juan. El ajuar de las viviendas jerezanas en época de Isabel I de Castilla (1474-1504), Cádiz: Universidad de Cádiz, 2011, p. 25, nota 50.

2 López Vargas-Machuca, Fernando. «Entre la tradición castellana y la herencia andalusí. La arquitectura religiosa en Jerez de la Frontera desde la conquista cristiana hasta la irrupción del tardogótico (1264‑1464)». En Jiménez López de Eguileta, Javier E. y Pomar Rodil, Pablo J. (coords.). Limes Fidei. 750 años de Cristianismo en Jerez, Jerez de la Frontera: Diócesis de Asidonia-Jerez, 2014, pp. 65-99. 3

Una de las escrituras ya fue regestada en Antón Solé, Pablo y Ravina Martín, Manuel. Catálogo de Documentos Medievales del Archivo Catedralicio de Cádiz. 1263-1500, Cádiz: Ayuntamiento de Cádiz, 1975, doc. n.º 41. En el Apéndice documental del presente estudio se transcriben completamente por vez primera.

4 Vid. Apéndice documental n.º 1. 5

Sánchez Saus, Rafael. Linajes medievales de Jerez de la Frontera. Estudios Históricos, Tomo I, Sevilla: Ediciones Guadalquivir, 1996, p. 184, 1). Los documentos que manejamos nos hacen sospechar que los personajes reseñados en los puntos 1) y 3) se traten, en realidad, de la misma persona.

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residencia en la collación de San Salvador, por entonces la más principal de la ciudad, donde mantenía una estrecha relación con los canónigos de la Iglesia Colegial6. No en balde, la suya –situada en la nave de la Epístola y la segunda por los pies7– fue una de las primeras capillas que se entregaron al patrocinio de particulares en el interior de la mezquita aljama cristianizada, probablemente en los años inmediatamente posteriores a su llegada, pues al final de sus días Alfonso Fernández encargaba por su testamento –otorgado en 21 de abril de 1413– que su mujer la hiciera reparar8. La prodigalidad con que la dotó –ornamentos, luz del Santísimo, fiestas de Santa María de Agosto y de Santa Catalina…– le valió incluso que dicha capilla estuviera equipada de sacristía propia, como recoge la Tabla de Aniversarios de finales del siglo xv9. Pero su patrimonio secular no era menor que el espiritual y sus moradas son un buen ejemplo de ello. En el mismo año de 1362, el 8 de febrero, adquiere junto a su mujer de los canónigos de San Salvador unas casas con un corral, que eran linderos a las que ya tenían, a cambio de un pedazo de olivar en Solete, término de Jerez, «en que ay treynta e nueue o quarenta pies de azeytunos»10. Es la única ampliación de sus casas que documentalmente ha llegado hasta nosotros. Además, el pergamino que contiene tal permuta especifica que el nuevo inmueble que habían recibido fue propiedad «de Iohan Ferrández, auogado, e de Toda Sánchez, que fue su muger»11. Se hacían así con un solar de dimensiones muy considerables, a tenor de los deslindes que señala el propio documento, que lo hacen aledaño de un solo vecino: «de la vna parte, casas que fueron de Gonçalo Pérez, pastor, e, de las dos partes, casas de vos, los dichos Alfonso Ferrández e Madalena Martínez, e, de la otra parte, la calle»12. 6

Archivo Histórico Diocesano de Jerez de la Frontera (en adelante AHDJF), Fondo Colegial, sec. II, caja 20, doc. n.º 9.

7

Mesa Ginete, Francisco de. Historia sagrada y política de Jerez de la Frontera, II Parte, Jerez de la Frontera: Melchor García Ruiz, 1888, pp. 107-108.

8

Archivo Histórico Provincial de Cádiz, Hacienda, Desamortización, Libro 15, fol. 5r. Libro de Capellanía de Alfonso Fernández de Valdespino. Contiene un extracto de su testamento y otro del de su mujer (ff. 1r-6v).

9

«Ferrand Sánchez (…) está enterrado en el primero archo junto a la sacristanía en la capilla de Valdespino». AHDJF, Fondo Colegial, sec. II, caja 21, doc. n.º 49, fol. 6v.

10 AHDJF, Fondo Colegial, sec. II, caja 20, doc. n.º 9. 11 Ibidem. Considerando la posibilidad de que este matrimonio hubiera estado presente en el repartimiento urbano de la ciudad en el siglo xiii, hemos rastreado sus nombres en la edición del mismo publicada por González Jiménez, Manuel y González Gómez, Antonio. El Libro del Repartimiento de Jerez de la Frontera. Estudio y edición, Cádiz: Instituto de Estudios Gaditanos - Diputación Provincial de Cádiz, 1990. El resultado ha sido negativo. 12 Casi treinta años después, el 23 de abril de 1390, por una sentencia del vicario de Jerez Pedro Martínez, se anulaba dicha permuta, pues «de derecho non pudo ser fecho, nin los canónigos que lo fizieron non houieron nin tenían tal poder para lo fazer, nin liçençio [sic] alguna de quien de derecho la deuiesen auer para lo fazer». Vid. Jiménez López de Eguileta, Javier E. «La vicaría eclesiástica en la Corona de Castilla durante los siglos xiii y xiv: la ciudad de Jerez en la Archidiócesis Hispalense», Revista de Historia de Jerez, 19 (2016), Apéndice

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Sin embargo, es el documento de partición de 1421 el que más datos nos ofrece acerca del esquema doméstico de la residencia de los Valdespino, debido a que, con la intención de dividir las casas en partes semejantes para cada hermana, se recorren todos sus espacios para delimitar el trazado del reparto de los lotes, una operación que se realiza bajo el dictamen de «Ferrant Garçía e Diego Ferrández, albaçeas e alarifes desta çibdat, que presentes están»13, de los que hablaremos más adelante, por cuanto suponen para la historia del arte medieval de Jerez. En primer lugar, llama la atención que el inmueble contaba con una entrada «de ayuso» y otra «de arriba», lo que, considerando la topografía de la collación de San Salvador14, podría significar que el conjunto edilicio familiar estuviera situado –es nuestra conjetura– en la caída de la meseta del Alcázar hacia el arroyo de Curtidores, cuya acusada pendiente y la propia extensión de la finca hubiera ocasionado la necesidad de contar con doble acceso, aspecto que finalmente condicionaría su reparto, ya que éste parece determinarse por razón de las dependencias que se encontraban más cercanas a cada puerta. El lote pertinente a la de abajo, que cupo en suerte a Catalina Gutiérrez, hubo de corresponderse, atendiendo la descripción del documento, con las zonas de vida cotidiana del recinto doméstico, pues en su interior, distribuidos por un patio o corral que se decía «del resçibimiento», quedaron una mazmorra, el horno, la cocina, el establo con su soberado –probablemente para guardar el grano– y una casa con un palacio o habitación espaciosa, que es denominado como «mayor» en la escritura, a la que debemos de concederle notable potencia constructiva puesto que había de sostener «la torre que es arriba de la casa del dicho palaçio». A sus espaldas, se abría otro patio más «en que cabe el naranjo mayor que ý está» y donde se situaba una casa almacén. El tenor del pergamino hace entender que esta zona podría ser un jardín interior plantado de naranjos, pues en él había de practicarse la división de las partes por medio de «vna pared de vn ladrillo», de manera que también en la otra continuase habiendo «otro naranjo más pequenno». La grandiosidad de los espacios de este lote, en contraste con los que se entregaron a Juana Gutiérrez, que –como se verá– parecieran más funcionales, nos inclina a pensar que fueron los usados en vida de Alfonso Fernández de Valdespino y su mujer Magdalena Martínez. De hecho, al respecto de la referida mazmorra, que en un contexto doméstico como el presente pudiera presentar una acepción distinta a la habitual, acaso como sinónimo de bodega bajo tierra, hemos de reconocerle todo documental, doc. n.º 3 (en prensa). Con todo, parece que dichas casas continuaron perteneciendo a Alfonso Fernández de Valdespino, quizás bajo una nueva fórmula de posesión, como un arrendamiento. 13 Vid. Apéndice documental n.º 1. 14 González Rodríguez, Rosalía y Aguilar Moya, Laureano. El sistema defensivo islámico de Jerez de la Frontera. Fuentes para su reconstrucción virtual, Almería: Fundación Ibn Tufayl de estudios árabes, 2011, pp. 11-14.

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rigor de significado, pues hay constancia de que en 1366, prendido en tierras de Medina Sidonia Juan Pérez Rebolledo, que había dado muerte a la reina doña Blanca, «truxeronlo preso a Xeres a casa de Alfonso Fernández de Valdespino, alguacil mayor de Xeres»15. Además, la torre que queda expresada en el desarrollo de la partición merece por nuestra parte un particular detenimiento. Aunque es lógico pensar que estas casas fueran de origen andalusí y entregadas a los primeros pobladores en tiempos de Alfonso X, no es posible identificarlas con algunas de las que se consignan en el Libro del repartimiento a la hora de distribuir la collación de San Salvador, especialmente por lo sucinto de su descripción y porque el linaje de los Valdespino aparece en Jerez con la figura del propio Alfonso Fernández a mediados del siglo xiv, no pudiéndonos remontar en su genealogía hasta aquellos ascendientes primigenios que hubieran recibido el solar que ahora analizamos. En cualquier caso, no poseemos muchos indicios acerca de torres en la arquitectura doméstica hispanomusulmana, por lo que la que nos ocupa debió de haberse levantado en época cristiana por el mismo Alfonso Fernández. La mayoría de estas torres bajomedievales edificadas intramuros suelen derivarse no de la necesidad de defender las murallas, sino de las pugnas nobiliarias que acaecían con frecuencia en el seno de la sociedad urbana, de las que Jerez no constituyó una excepción. Si bien las más célebres fueron las surgidas en el siglo xv, las banderías de linajes por el poder de la ciudad estuvieron presentes desde la centuria anterior –fundamentalmente durante los reinados de Alfonso XI, Pedro I y Enrique III–, con inclusión de episodios extremadamente cruentos16. Este tipo de fortificaciones privadas fueron habituales en el Jerez de la Edad Media y aún hoy quedan en pie algunos ejemplos procedentes de aquellos momentos, como las torres del palacio de Ponce de León o el torreón de Riquelme17, 15 Román de Cuenca, Juan. El Libro del Alcázar. De la toma de Jerez a la conquista de Gibraltar. Siglos xiii-xv, edición a cargo de Juan Abellán Pérez, Jerez de la Frontera: EH Editores, 2012, p. 61. En 1427 los herederos del linaje aún continuaban ofreciendo su morada para ciertas necesidades de la ciudad en cuanto a prisión de algunos moros procedentes de Ronda, para que «lo tuviese en su casa con una tova de hierro y una cadena». Rallón, Fray Esteban. Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera y de los reyes que la dominaron desde su primera fundación, vol. II, edición a cargo de Ángel Marín y Emilio Martínez, Cádiz: Universidad de Cádiz - Ayuntamiento de Jerez de la Frontera, 1998, pp. 192-193. El heredero en cuestión era el homónimo Alonso Fernández de Valdespino, hijo de la referida Catalina Gutiérrez con su primer marido Lope González de Vargas. Vid. Sánchez Saus, Rafael. Linajes medievales de Jerez de la Frontera, op. cit., p. 193, III. 16 Sancho de Sopranis, Hipólito. Historia de Jerez de la Frontera desde su incorporación a los dominios cristianos. Tomo I. 1255-1492, Jerez de la Frontera: Jerez Industrial, 1964, pp. 143-144; Ruiz Pilares, Enrique José. «Lealtad, traición, matrimonios y juegos de cañas. Los enfrentamientos «banderizos» de la élite jerezana bajomedieval». En Santiago Pérez, Antonio (coord.), Siguiendo el hilo de la historia. Nuevas líneas de investigación archivística y arqueológica, Jerez de la Frontera: La Presea de papel, 2013, pp. 107-109. En estos aspectos resulta siempre imprescindible consultar la obra clásica de Moreno De Guerra y Alonso, Juan. Bandos en Jerez; los del puesto de Abajo. Estudio social y genealógico, de la Edad Media, en las fronteras del reino moro de Granada, Madrid: Talleres Poligráficos, 1932. 17 Romero Bejarano, Manuel. «Santas cosas son llamadas los muros». La arquitectura militar en Jerez durante el siglo xvi, Jerez de la Frontera: Ayuntamiento de Jerez de la Frontera, 2008, pp. 132-134.

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vestigios de una arquitectura militar doméstica a los que podríamos acudir para hacernos composición de cuanto supuso la torre de la casa de Alfonso Fernández de Valdespino, de la que apenas el documento estudiado nos proporciona descripciones relevantes, salvo la indicación de que contaba al menos con dos «fanestras» o ventanas, inexcusables, por otra parte, para iluminar el interior del habitáculo. Lógicamente, a esta edificación tenemos que asignarle un carácter simbólico, con el que se manifestaba la fuerza del linaje en medio del entramado urbano, y otro funcional, pues también actuaría como refugio de la familia y sus protegidos en caso de un potencial enfrentamiento de las élites de la ciudad, que las fuentes con que contamos hacen tan usuales. Con razón se ha definido este modelo de vivienda como casas-fuertes torreadas18. En contrapartida a lo que llevamos comentado, el lote que recibió Juana Gutiérrez estaba formado por las dependencias que, de un modo u otro, se encontraban organizadas a partir de la entrada «de arriba». En este caso, la estructura doméstica parece estar articulada a través de dos patios consecutivos y un tercero en la zona más interior, que era por el que habían de dividirse los lotes de las hermanas Valdespino, lo que da buena idea de la profundidad que alcanzaban los edificios residenciales en estos momentos. En el primero de los patios o corrales, asimismo llamado del «resçebimiento», se encontraban unas casas y el acceso a un molino, que, aunque habiendo pertenecido también a las propiedades de Alfonso Fernández y Magdalena Martínez, pareciera tenerse por un inmueble independiente que en esta ocasión no fue susceptible de entrar en las suertes, dado que, como sabemos gracias a otro documento de división de bienes, pasaba a pertenecer al año siguiente, esta vez bajo la denominación de «lagar con su viga», a la dicha Juana Gutiérrez, mientras que a su hermana Catalina le eran entregadas «tres tablas de carneçerías que se tienen en vno en las carneçerías de Sant Saluador desta çibdat»19. Este segundo lote de casas contaba con un pozo en el siguiente patio, de cuyas aguas podían disponer las dos partes. Igualmente, situada allí mismo existía una alcoba, desde donde se tenía acceso al molino, y sobre ella una azotea. Cerca de esta zona se levantaban un almacén y otro palacio con sus soberados, «que es frentero al palaçio mayor» que cupo a Catalina Gutiérrez, en los cuales por acuerdo durante la partición se debían cerrar dos ventanas y en otra, que daba a la parte del jardín interior, colocar una reja o, como se lee en el tenor documental, «vna red de fierro». 18 [Contreras, Juan], Marqués De Lozoya, «La casa segoviana. Las casas-fuertes torreadas», Boletín de la Sociedad Española de Excursiones. Arte. Arqueología. Historia, año XXVII (1919, tercer trimestre), pp. 153-163. 19 Vid. Apéndice documental n.º 2. Recuérdese que Alfonso Fernández de Valdespino tenía numerosas tierras destinadas al cultivo del olivo, como las situadas en Solete, Las Paridas, El Cuadrejón, El Lapachar y El Palmar, y al de la vid, como en La Canaleja, por lo que no es de extrañar que el noble jerezano fuera regente de un molino-lagar de estas características.

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Con respecto a la localización exacta de las moradas de Alfonso Fernández de Valdespino, gracias a algunos datos de los que hemos expuesto, podemos plantear la hipótesis de la situación de una manera más o menos aproximada del emplazamiento de las mismas en la collación de San Salvador e, incluso, su identificación en el famoso dibujo de la ciudad de Anton van der Wyngaerde de 1567. Efectivamente, como se ha dicho, la indicación de las dos entradas, de arriba y de abajo, nos podría situar en los alrededores de la zona de bajada desde el Alcázar hasta el Arroyo, en un segmento rectangular delimitado en la actualidad por la calle Manuel María González, las bodegas de González Byass, el propio Arroyo y la calle Santa Isabel. Por su parte, la referencia a la torre de la casa es un detalle lo suficientemente ilustrativo para aventurarnos en su señalización dentro de la obra de Wyngaerde, teniendo presente además que existen documentos del siglo xvi en los que se confirma la presencia en el mismo solar de sucesivos herederos del linaje20. Así, aunque muy discreta en el horizonte urbano, podemos advertir en la expresada sección espacial una torre enclavada en el centro de unas viviendas muy cercanas a San Salvador, acaso en los terrenos que hoy ocupa la Iglesia Catedral, y que podrían identificarse con las casas de que venimos hablando (Fig. 1). No en balde, para la construcción del nuevo templo mayor de la ciudad a partir de finales del siglo xvii se llegaron a expropiar numerosas casas colindantes a la calle Aire21, con lo que las moradas de Alfonso Fernández de Valdespino pudieron desaparecer durante el desarrollo de las obras y con ellas el rastro de una de aquellas casas-fuertes torreadas que se levantaron en nuestra ciudad a lo largo de los siglos medievales.

Fig. 1. Vista de Jerez de la Fra. Grabado de Wyngaerde, 1567. 20 Archivo Municipal de Jerez de la Frontera (en adelante AMJF), Protocolos Notariales, Luis de Llanos, 1518, n.º 44, ff. 193r-193v, e Idem, 1519, n.º 46, ff. 344r-346r. Las escrituras se corresponden con la entrega que Catalina de Vera hizo de las sobredichas casas a su hijo Alonso Fernández de Valdespino, tercer nieto de nuestro Alfonso Fernández de Valdespino, y al testamento de la propia Catalina, donde al referirse al inmueble objeto de este estudio lo llama «casas grandes». Agradezco a Enrique Ruiz Pilares la cesión de estos datos. 21 Aroca Vicenti, Fernando. Arquitectura y urbanismo en el Jerez del siglo xviii, Jerez de la Frontera: Centro Universitario de Estudios Sociales, 2002, p. 105.

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3. Los alarifes Fernán García y Diego Fernández

El proceso de partición de las casas de Alfonso Fernández de Valdespino fue llevado a cabo por los alarifes Fernán García y Diego Fernández, como explícitamente se señala en el contenido del documento que analizamos. El alarifazgo era una institución municipal para dictaminar que las obras de albañilería que se llevaban a cabo en el espacio urbano y término de la ciudad fuesen en beneficio de la misma y, por tanto, los alarifes se convertían en una suerte de jueces locales que, al servicio de la administración concejil, actuaban en aquellos casos en que, por razón de obras de cierta envergadura o de manifiesta dificultad legal para su ejecución –una partición hereditaria, por ejemplo–, eran requeridos por el Concejo o por ciertos particulares de posición destacada. De ahí que esta privilegiada posición, además de otorgarles beneficios económicos añadidos por el cobro de los aranceles estipulados, les permitiera granjearse una red clientelar bastante ventajosa para la prestación de sus servicios desde el ámbito privado, en el taller que, presumiblemente, regentaban22. Al cargo, pues, de Fernán García y Diego Fernández, «alarifes desta çibdat», estuvo la ejecución de la división del recinto, de modo que cada heredera recibiera un lote semejante y tuvieran «por buena e bien fecha la dicha partiçión». Ya hemos visto que, una vez valorados los distintos espacios con que contaba el edificio, pudo ser entregada a cada hermana una porción de semejantes dimensiones y valor, fraccionadas en un punto concreto del jardín interior del mismo. Los propios alarifes llevarían a cabo las tareas derivadas del concierto familiar –como el cierre de ventanas y puertas o apertura de otras tantas–, actuando en última instancia, junto a otros miembros de la familia –en concreto Juan Álvarez de Valdespino, hijo de Juana Gutiérrez, y Alfonso Fernández de Valdespino y Diego de Vargas, hijos de Catalina Gutiérrez y su primer marido Lope González de Vargas–, como testigos del cumplimiento de lo convenido en la escritura, que fue otorgada ante Juan Román, escribano público. A estas alturas del desarrollo historiográfico, Fernán García y Diego Fernández no resultan unos desconocidos en la historia del arte medieval en Jerez. En 2007 José Jácome González y Jesús Antón Portillo dieron a la luz el testamento del jurado jerezano Andrés Martínez Tocino, que, fechado en 11 de noviembre de 1404, permitió conocer la relación familiar entre ambos –tío y sobrino– y 22 Romero Medina, Raúl y Romero Bejarano, Manuel. ««Un lugar llamado Jerez». El maestro Alonso Rodríguez y sus vínculos familiares y profesionales en el contexto de la arquitectura del tardogótico en Jerez de la Frontera». En Jiménez Martín, Alfonso (ed.), La Catedral después de Carlín. Aula Hernán Ruiz. xvii Edición, Sevilla: Catedral de Sevilla, 2010, pp. 179-182. Véase además todo lo dedicado al mundo de alarifazgo en Cómez Ramos, Rafael. Los constructores de la España Medieval, 3ª ed., Sevilla: Universidad de Sevilla, 2009.

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adjudicarles la construcción de la denominada capilla de la Jura en la iglesia de San Juan de los Caballeros23, por lo que, no conociendo hasta entonces ningún nombre propio del gótico-mudéjar jerezano, se convirtió en un notable hallazgo, que ha permitido que otros autores puedan avanzar aún más en distintos aspectos del panorama edilicio de la ciudad, como la atribución a ellos de ciertas obras de su arquitectura religiosa o la relación de los mismos con una saga familiar de maestros albañiles. De esta forma, Raúl Romero Medina identificó –sin pruebas pero con certera intuición– a este Fernán García con el personaje homónimo que ocupó la alcaldía del alarifazgo hasta 1433, año en que es sustituido por otro sobrino, Alfonso Benítez, que permanecerá en el cargo hasta 146424. Por su parte, Fernando López Vargas-Machuca, advirtiendo la identidad de los capiteles de la capilla de la Jura con los del pórtico meridional de San Dionisio, ha atribuido dicho espacio a estos maestros, incluyendo serias sospechas acerca de una decisiva participación de ambos en todo el San Dionisio medieval. Al mismo tiempo, conviniendo con Raúl Romero en la responsabilidad que tenía Fernán García en las obras municipales, plantea la posibilidad de que el gótico-mudéjar jerezano sea el resultado de un taller familiar liderado primero por este maestro y luego por su otro sobrino Alfonso Benítez, a semejanza de lo que iba a ocurrir, según ha demostrado Raúl Romero, con la saga de los Rodríguez y su monopolio en la arquitectura jerezana del tardogótico25. Pues bien, el documento que hoy presentamos contribuye sobremanera al esclarecimiento de la actividad constructiva de Fernán García y Diego Fernández, ya que una vez más, en esta ocasión en 1421, los vemos formando pareja artística en un trabajo no menor como fue la partición de las casas de uno de los linajes más sobresalientes del estamento nobiliario de la ciudad. Por tanto, que el maestro Fernán García esté ayudado por este sobrino en la construcción de la capilla de la Jura no supone una participación puntual del mismo junto a su tío, sino el ejercicio habitual del modo de trabajo del taller que previsiblemente dirigían, cuyo reflejo, según se ha podido comprobar, se proyectaba a la esfera de lo público en el alarifazgo concejil. Además, la adjudicación a Fernán García de dicha alcaldía ha de tenerse por correcta, no solo porque las circunstancias que concurren en el testamento de Andrés Martínez Tocino y, de forma especial, en el documento de partición de las moradas de los Valdespino apunten claramente a que no era un oficial cualquiera, antes bien un maestro muy considerado en 23 Jácome González, José y Antón Portillo, Jesús. «La capilla de «la Jura», de San Juan de los Caballeros, de Jerez de la Frontera: entre la épica y la realidad histórica», Revista de Historia de Jerez, 13 (2007), pp. 183-212. 24 Romero Medina, Raúl y Romero Bejarano, Manuel. «Un lugar llamado Jerez», op. cit., pp. 181 y 185. 25 López Vargas-Machuca, Fernando. El edificio medieval de San Dionisio de Jerez de la Frontera, Jerez de la Frontera: Peripecias Libros, 2014, pp. 91-93.

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su momento, que se había convertido al menos desde 1421 en titular de tan destacado cargo26, sino por un valioso hallazgo que hemos realizado en las Actas Capitulares jerezanas. Allí queda consignada la indicación expresa –inédita hasta estos momentos– de que en 1430 Fernán García era «maestro mayor albanní» de la ciudad (Fig. 2), cuando se le encomendó la reparación de un pequeño puente en el vado de Medina –donde hoy se emplaza el de Cartuja– y el arreglo del camino de la Alcubilla –en los Albarizones–27, ocupación que, por lo demás, perfectamente podría coincidir –hay muchos motivos para creerlo– con la alcaldía del alarifazgo, ambas de nombramiento municipal.

Fig. 2. AMJF, AC, 1430, fol. 17r.

Al corroborar la identificación de Fernán García con el maestro mayor y alcalde del alarifazgo de Jerez hasta 1433 –resulta imposible precisar la fecha de inicio– y al aparecer el testimonio del prestigio de que gozaba entre la aristocracia jerezana, se nos permite conceder mayor solidez a la teoría –ya apuntada por Fernando López28– de que fuera miembro de una dinastía familiar que acaparó los encargos tanto de la nobleza como del Concejo de Jerez a lo largo de la primera mitad del siglo xv. Así, Fernán y Diego no serían dos miembros más de la saga, sino los directores artísticos de la misma al menos entre 1404 y 1433. Anteriormente a ellos el taller pudo haber estado conducido por el propio padre de Fernán García, de homónimo nombre, que es señalado también como albañil en el testamento de Andrés Martínez Tocino29, probablemente uno de los primeros maestros de la saga, a tenor de las fórmulas arquitectónicas características del gótico-mudéjar jerezano, donde se mezclan las tradiciones andalusí y castellana,

26 Pareciera que junto a Diego Fernández, a no ser que las funciones de éste se limitasen a la mera asistencia técnica a su tío. 27 «E que fue dicho en el dicho cabillo quel vado de Medina e la pasada del Salado al alcantarilla está dannado, que non pueden pasarlos, que menester han de yr e venir. E esymesmo al Alcobilla está dannado el camino. Mandaron a Diego Rodríguez Pauón, jurado, que dé parte de partes e lleue consygo a Ferrand Garçía, maestro mayor albanní, e vea todo lo sobredicho e, visto, hagan dello relaçión a partes, por que lo manden adobar e los vezinos se puedan aprouechar del dicho vado e camino». AMJF, Actas Capitulares, 1430, fol. 17r. Cabildo de 1 de marzo. 28 López Vargas-Machuca, Fernando. El edificio medieval de San Dionisio…, op. cit., pp. 92-93. 29 Jácome González, José y Antón Portillo, Jesús. «La capilla de «la Jura», de San Juan de los Caballeros», op. cit., p. 187.

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que no permiten adelantarlo en nuestro suelo más allá de la mitad del siglo xiv30. ¿Sería acaso Fernán García, el Viejo, uno de aquellos maestros procedentes de Córdoba, que de forma tan novedosa comenzaron a remozar el panorama edilicio de Jerez de la Frontera? Aunque es difícil contestar –por ahora– la cuestión, sí podemos observar su perfecta instalación en la ciudad en 1392, cuando se tiene constancia de su actuación como testigo en algunas escrituras notariales, mientras poseía tierras de viñas en el pago de Santa Olalla31. Incluso podríamos tener una línea más de la saga, si no fuera por lo inseguro de un asiento del registro notarial del escribano público Lope Martínez, en el que el 8 de abril de 1392 unos tales García Alfonso –también llamado Alfonso García–, carpintero, Ferrand García y Ruy García, hijos de García Alfonso, carpintero, marido de Lucía Martínez, «querían fazer yn[uentario en form]a pública de los bienes que fyncaron del dicho Garçía Alfonso al tienpo de su fin[amiento»32. Si pudiéramos identificar a este Ferrand García con nuestro Fernán García, el Viejo –nada más razonable, por otra parte, que de una familia procedente del oficio de la construcción y en concreto de la carpintería surgiera un albañil–, tendríamos una ascendencia contrastada de la saga de los García, promotores del gótico-mudéjar jerezano. Por lo demás, sabemos que, en contra de lo que podría pensarse, en 1433 Fernán García, el Mozo, «por ser viejo e flaco e enfermo»33, es sustituido en la alcaldía de alarifazgo por su sobrino Alfonso Benítez y no por Diego Fernández. Su permanencia en el cargo durará hasta 1464, concluyendo así la saga familiar de que venimos tratando y con ella el gótico-mudéjar en Jerez. No obstante, una hija suya, Isabel García –repárese en la recuperación del apellido–, aún pagaba los aniversarios por su padre a finales del siglo xv en la Iglesia Colegial de San Salvador, tal como hemos podido extraer de la Tabla de Aniversarios de su archivo34. Sobre Diego Fernández quedan algunas noticias posteriores a la actuación en el oficio junto a su tío que datan de 1437, cuando junto con otros maestros albañiles repararon el pozo de las Salinas, término de Jerez35.

30 López Vargas-Machuca, Fernando. «Reflexiones sobre la llegada del gótico a Jerez y sus vínculos con Córdoba», Revista de Historia de Jerez, 18 (2015), pp. 41-82. 31 Rojas Vaca, María Dolores. Un registro notarial de Jerez de la Frontera (Lope Martínez, 1392), Madrid: Fundación Matritense del Notariado, 1998, asientos 44 y 110. 32 Ibidem, asiento 22. 33 Archivo de la Real Chancillería de Granada (en adelante ARChGr), Actas Capitulares de Jerez de la Frontera, 1433, fol. 492-493. Cabildo de 30 de julio, apud Romero Medina, Raúl y Romero Bejarano, Manuel. «Un lugar llamado Jerez», op. cit., p. 181. 34 AHDJF, Fondo Colegial, sec. II, caja 21, doc. n.º 49, fol. 8v. 35 Romero Medina, Raúl y Romero Bejarano, Manuel. ««Un lugar llamado Jerez»», op. cit., p. 185. En esta ocasión, se le asigna un segundo apellido, apareciendo como Diego Fernández de Cuenca.

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En el período de tiempo que va desde la mitad del siglo xiv hasta 1464 también han surgido –a partir de documentos muchos de ellos hasta ahora inéditos– los que podríamos reconocer como nombres menores de esta dinastía artística, protagonizada especialmente por los García, pero donde estuvieron asimismo presentes los apellidos Fernández y Benítez, todos ellos emparentados de alguno u otro modo. Todavía en el siglo xiv aparece Alfonso Fernández, albañil36 –¿padre del referido Diego Fernández, sobrino de Fernán García, el Mozo?–. Por su parte, en 1412 encontramos a un tal Martín Fernández, cantero, actuando como testigo en una escritura de concordia entre la Orden de la Merced y Jaime Guillén de Barad, bachiller en leyes, por causa de unas tierras en Santa Olalla37. Del mismo modo, sabemos que para 1430 García Alfonso, carpintero –el presunto hermano de Fernán García, el Viejo, que veíamos antes– era ya difunto, pues sus herederos poseían unas casatiendas suyas en la calle Carpintería, collación de San Lucas38. ¿Se encontrarían entre ellos Gonzalo García, albañil, que vemos con tierras en el pago del Rosal en 145339, y Alfonso García, albañil, con olivares en el pago de la Serrana en 145940, o serían, más bien, hijos del propio Fernán García, el Viejo, y, por tanto, hermanos del Mozo, de los que nada sabíamos? Por último, tenemos constancia de un carpintero más denominado Juan Fernández, el Viejo, que poseía unas casas en la collación de San Dionisio en este último año41. Si a ellos les sumamos los albañiles Gómez García, Antón Benítez y Nicolás García, activos en 1437, que recoge Raúl Romero en su estudio42, nos encontramos con un frondoso –aunque ambiguo e, irremediablemente, inconexo– árbol de profesionales de la construcción, que, presumiblemente miembros todos de un mismo clan familiar, vertebraron el desarrollo y la ejecución del estilo gótico-mudéjar en Jerez, hasta que por influjo de la construcción de la nueva Catedral de Sevilla triunfó el tardogótico en nuestra zona y con él una nueva saga familiar de maestros constructores, protagonizada por los Rodríguez.

36 Rojas Vaca, María Dolores. Un registro notarial de Jerez de la Frontera, op. cit., asientos 83 y 107. 37 AHDJF, Fondo Colegial, sec. II, caja 20, doc. 26. 38 AHDJF, Fondo Hispalense, sec. Capellanías, ser. Jerez de la Frontera, parroquia de San Dionisio, caja 160, doc. n.º 13, fol. 90v. Aparecen en unos deslindes dentro del testamento de Elvira Martínez Maldonado, la Astera, otorgado en 18 de enero. 39 AHDJF, Fondo Parroquial, San Dionisio, sec. Colecturía, Testamento, caja 4, doc. n.º 1, fol. 15r. Lo observamos en un deslinde en el interior del testamento de Juan Martínez de Cuenca, escribano público, otorgado en 21 de marzo. 40 ARChGr, Colección de documentos manuscritos, pergamino n.º 191. Igualmente, aparece en unos deslindes dentro del inventario de bienes raíces de Juan Martínez, escribano público. 41 Ibidem. 42 Romero Medina, Raúl y Romero Bejarano, Manuel ««Un lugar llamado Jerez»», op. cit., p. 185.

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Apéndice Documental 1 1421, julio, 7, lunes. Jerez de la Frontera. Juana Gutiérrez, mujer de Álvaro Ruiz de Gines, y Catalina Gutiérrez, mujer de Nuño Fernández de Villavicencio, hermanas, hijas de Alfonso Fernández de Valdespino y Magdalena Martínez, vecinas de la collación de San Salvador de Jerez, hacen partición ante los alarifes Fernán García y Diego Fernández de las casas de sus padres heredadas tras su muerte. A.- Archivo Catedralicio de Cádiz, sec. 12.ª, Archivo Antiguo, leg. 40, n.º 1, doc. n.º 4/1. Pergamino de 326 x 215 mm. Regular estado de conservación. Tinta ocre. Escritura gótica híbrida «precortesana». REG.– Pablo ANTÓN SOLÉ y Manuel RAVINA MARTÍN, Catálogo de Documentos Medievales, doc. n.º 41. Sepan quantos esta carta vieren cómo yo, Juana Gutiérrez, fija de Alfonso Ferrández de Valdespino e de Madalena Martínez, su muger, / que Dios perdone, muger que so de Aluar Ruyz de Gines, vezino en la noble çibdad de Xerez de la Frontera en la collaçión de Sant /3 Saluador, e yo, Catalina Gutiérrez, fijo43 de los dichos Alfonso Ferrández e Madalena Martínez, e muger que so de Nunno Ferrández / de Villaviçençi44, vezino en la dicha collaçión, con liçençia e otorgamiento e consentimiento de los dichos nuestros maridos, según / paresçe por la liçençia e poder quel dicho Aluar Ruyz dio a mí, la dicha Juana Gutiérrez, ante Diego Gómez, escriuano público desta /6 çibdad, e por la liçençia e poder quel dicho Nunno Ferrández dio a mí, la dicha Catalina Gutiérrez, ante Juan Román, escriuano / público desta çibdad, en quatro días de junio que pasó deste anno en que estamos, amas a dos de vn acuerdo otorgamos e / conosçemos que auemos fecho partiçión de las casas que fueron morada de los45 dichos Alfonso Ferrández e Magdalena /9 Martínez, que son en la dicha collaçión de Sant Saluador, la qual partiçión fezimos por Ferrant Garçía e Diego Ferrández, albaçeas / e alarifes desta çibdat, que presentes están, e la dicha partiçión fecha echamos suertes. E las partes que por las dichas suertes / de las dichas casas [copo a] la dicha Catalyna Gutiérrez es la entrada de ayuso por donde los dichos Alfonso Ferrández e /12 Madalena Martínez vsaron con el corral del resçibimiento de la dicha entrada, 43 Sic. 44 Sic. 45 Repetido: de los.

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donde está la mazmorra, e con la casa esta[blo] / e con el soberado de arriba e con la casa frontera de la dicha entrada e con el forrno e con la cozina que está çerca de la dicha / mazmorra e con el portal que es a la mano derecha de la dicha entrada con la casa de arriba del dicho portal, e ha de ser f[echo] /15 […] portal para fazer entrada a vna casa almazén e a vn trascorral que es detrás del / […] e soberado, de la otra parte, e más el palaçio mayor con el portal que es junto con él e con la torre que es arriba de l[a] / casa del dicho palaçio e con vn pedazo del corral de antel dicho palaçio en que cabe el naranjo mayor que ý está, e [ha] /18 de fazer en este corral çerramiento por desquitamiento destas partes, que ha de ser vna pared de vn ladrillo en lo hue[co del] / arco del portal frontero que es de la parte del dicho palaçio e ha de yr derecha la dicha pared e çerramiento a dar en la / dicha pared del portal primero, e la dicha pared ha de tocar en medio la dicha cruz. E la parte que copo de las dichas [casas] /21 a la dicha Juana Gutiérrez es la entrada de arriba por donde entrauan a los corrales e al molino con el corral delante e / las casas deste corral que es resçebimiento e con otro corral que es arriba con vn pozo e con vna casa que está la [entrada] / en este segundo corral e la entrada al alcoba con la dicha alcoba e haze de çerro vna puerta que es en esta alcoba [que] /24 entra al molino, e más el açotea que es sobre esta alcoba e luego la entrada por la dicha alcoba que es por [esca-]/lones que están al portal doblado con el dicho portal e con vn almazén que en él está e con otro palaçio que es frentero [al] / palaçio mayor que copo a uos, la dicha Catalina Gutiérrez, e con los soberados del dicho palaçio e portal e alma[zén] /27 e con vna parte de corral fasta el çerramiento sobredicho que se ha de fazer e con este corral cabe otro naranjo [más] / pequenno e luego vna [entrada] con vna casa pequenna en que está la subida a los dichos soberados que con esta parte […] / e en la dicha casa de la dicha subida está vna puerta redonda que sale al trascorral que cabe a uos, la dicha Ca[talina] /30 Gutiérrez, en vuestra parte e la puerta ha de ser zerrada. E, otrosý, ha de çerrar otra puerta de iesería del alma[zén] / que cabe a uos, la dicha Catalina Gutiérrez, e esta puerta sale al corral del cuerpo de la parte de mí, la dicha Juana [Gutiérrez]. / Otrosý, ha de ser çerrada vna puerta por donde se mandaua la dicha torre e açotea e que faga cada vn [anno] /33 puerta para su seruidunbre. Otrosý, que quatro fanestras que son las dos en la dicha torre e las dos en los sober[ados] / del palaçio e portal que copo a mí, la dicha Juana Gutiérrez, que sean todas çerradas e que otra fanestra que está en el di[cho] / soberado del dicho palaçio que sale sobre el trascorral que copo a uos, la dicha Catalina Gutiérrez, que sea en ella […] /36 vna red de [fierro] de dentro toda la pared en gordo e a la dicha red que sean las aberturas della [contra de vn] / […] que las aguas deste trascorral que las resçibades e echedes vos, la dicha Catalina Gutiérrez, [para] / vuestra parte.

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[Otrosý, los] çerramientos sobredichos que se han de fazer que los fagamos todos a costa de amas /39 tanto la vna commo la otra. E asý en la manera sobredicha ouimos e auemos por buena e bien fecha la [dicha] / partiçión e prometemos e otorgamos de la auer por firme e de la nunca contradezir nin reclamar nos nin otrie [por] / nos en algúnd tienpo nin por alguna razón que sea, avnque alguna de nos diga o adlegue que en esta partiçión [ovo] /42 yerro o arte o enganno e, sy lo adlegáremos, que nos non vala, antes quitemos e consentimos que cada vna / aya la parte soberana que a cada vna de nos copo libremente por juro de heredad, para que cada vna de nos faga [en] / su parte lo que quisiere commo de cosa que ouimos de nuestro derecho herençia e verdaderamente entre nos es [partida], /45 e demás que nos pechemos e paguemos quinientas doblas de oro moriscas por pena e por postura e por //[1v] pura conuenençia asosegada que en vno ponemos, la qual pena prometemos e nos obligamos de pagar espresamente / la parte que de nos en ella cayere a la otra parte que lo ouiere por firme. E la dicha pena pagada o non que esta partiçión e todo /48 lo contenido en esta carta que vala e sea firme para sienpre. E, para todo esto tener, e guardar, e conplir, e auer por firme / obligamos a nos e a nuestros bienes e a nuestros herederos e a sus bienes. E renunçiamos las leyes e derechos que fizieron e ordena-/ron el enperador Justiniano e el jurisconsultuo Veliano en fauor de las mugeres, porquel dicho Juan Román, ante quien /51 esta carta otorgamos, nos requirió e aperçibió dellas. E mandamos fazer dos cartas amas fechas de vn tenor, para que cada / vna de nos las partes tenga la suya. Fecha la carta en la noble çibdat de Xerez de la Frontera, lunes, syete días del mes / de jullio, anno del nasçimiento del nuestro Saluador Iesu Christo de mille e quatroçientos e veynte e vno annos. Testigos: /54 Iohan Áluarez e Alfonso Ferrández de Valdespino e Diego de Vargas e Diego Ferrández, bachiller, e los dichos ala-/rifes e Christóual Martínez e Gonçalo Rodríguez, escriuano. Gonçalo Rodríguez, escriuan, so testigo. / E yo, Iohan Román, escriuan público de Xerez de la Frontera, la fiz escreuir e fiz aquí este mío sig-(signo)-no e so testigo.

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2 [1422]. Jerez46. Catalina Gutiérrez, mujer de Nuño Fernández de Villavicencio, vecina de la collación de San Salvador de Jerez, y Juan Álvarez de Valdespino, en nombre de su madre, Juana Gutiérrez, mujer de Álvaro Ruiz de Gines, ambas hermanas, hijas de Alfonso Fernández de Valdespino y Magdalena Martínez, hacen partición de un lagar con su viga, situado en la referida collación, de una aranzada de viña en la Canaleja, de cuatro pedazos de olivar en las Paridas, el Cuadrejón, el Lapachar y el Palmar, términos de Jerez, y de tres tablas de carnicerías en las carnicerías de San Salvador, bienes heredados de sus padres tras su muerte. A.- Archivo Catedralicio de Cádiz, sec. 12.ª, Archivo Antiguo, leg. 40, nº. 1, doc. nº. 4/2. Pergamino en forma de cuaderno de 326 x 215 mm. Buen estado de conservación. Tinta ocre. Escritura gótica híbrida «precortesana». //[1v] Sepan quantos esta carta vieren cómo yo, Catalina Gutiérrez, fija de Alfonso Ferrández de Valdespino e de Madalena / Martínez, su muger, que Dios perdone, e muger que so de Nunno Ferrández de Villaviçençio, vezino de la noble çibdat de Xerez / de la Frontera en la collaçión de Sant Saluador, con lyçençia e consentimiento del dicho mi marido por el poder que me / [oto]rgó ante Juan Román, escriuano público desta çibdat en quatro días de junio del anno que pasó de mille e quatroçientos e veynte e / [vn]o annos, por mí, de la vna parte, e yo, Juan Áluarez de Valdespino, en nonbre de Juana Gutiérrez, mi madre, fija de los / [dic]hos Alfonso Ferrández e Madalena Martínez e muger de Aluar Ruyz de Gynes, mi padre, por el poder que me otorgó antel / [dic]ho Juan Román, escriuano público, en47 del anno que agora pasó del Sennor de mille e quatroçi-/[ent]os e veynte e vno annos, de la otra parte, otorgamos e conosçemos que auemos fecho e fazemos partiçión del lagar / [con] su viga que es en la dicha collaçión de Sant Saluador, en linde de casas de herederos de Sancho Garçía de Vargas, e / [de] vna arançada de vinna a la Canaleja, término desta çibdat, en linde de vinna de Antón Román, e de tres pedaços de / [oli]uar, que dizen al vno el pedaço de las Paridas, e al otro el pedaço del Quadrejón, e al otro pedaço del Lapachar, / por vna parte, e de tres tablas de carneçerías que se tienen en vno en las carneçerías de 46 El cuaderno de pergamino en el que se consigna esta escritura parece haber perdido algunos de los bifolios que originalmente lo formaban, privándonos de conocer el tenor completo del documento. Los datos que de él se pueden inferir nos permiten asignarle la fecha de 1422. A tenor de la rúbrica notarial de cierre de página, debió de haberse otorgado ante Juan Román, escribano público de Jerez. 47 Espacio en blanco.

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Sant Saluador desta çibdat, / [e] del pedaço de oliuar que dizen del Palmar, por otra parte, que son de los bienes que yo, la dicha Catalina Gutiérrez, e la dicha / [Ju]ana Gutiérrez, mi hermana, ouimos por herençia de los48 dichos Alfonso Ferrández e Madalena Martínez, nuestro padre e / [nuestr]a madre, e lo que de las dichas partes de los dichos bienes copo por suerte49 a mí, la dicha Catalina Gutiérrez es / [la] parte en que cupieron las dichas tablas de carneçerías e el dicho pedaço de oliuar que dizen del Palmar, e lo que copo / [en] parte a mí, el dicho Juan Áluarez, para la dicha Juana Gutiérrez, mi madre, es el dicho lagar con su viga e la dicha / [ar]ançada de vinna e los otros dichos tres pedaços de oliuar que dizen de las Paridas e del Quadrejón e del Lapachar, / [la] qual partiçión en la manera sobredicha auemos por buena e bien fecha e prometemos de la nunca contradezir / [nin] reclamar nin venir contra ella por la desfazer nin remouer en algúnd tienpo, antes quitemos e consentimos que yo, la / [dich]a Catalina Gutiérrez, aya para mí la parte sobredicha que de los dichos bienes de suso declarados me cupieron, e la dicha // […]

48 Repetido: de los. 49 Repetido: e por suerte.

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