Una cadena de acontecimientos

Una cadena de acontecimientos Estela Falicov De una nube pasajera se desprendió una gota que aterrizó en el pétalo cóncavo de una dalia donde reposaba otra gota de origen desconocido; unidas ya en una única gota más grande, se deslizaron hacia una hoja de la misma planta, donde se encontraba un grano de arena arrastrado, casi con certeza, por el viento de la tarde anterior y que, empujado por la gota que acababa de llegar, se depositó en el ocelo de una mariposa que, en consecuencia, quedó medio ciega y del todo desorientada, estado que la llevó a entrar por una ventana frente a la cual el estudiante estaba terminando su preparación para rendir al día siguiente la última materia de su carrera y que quedó impresionado por el lugar donde la mariposa se había posado: sobre el punto 3.1 de la página 445 del manual que ya debía saber de memoria, con lo que – supersticioso y cabalero- decidió acertadamente que su examen se centraría sobre el punto señalado por la mariposa y sobre el cual se extendió con todo detalle ante la escucha atenta y hasta admirada de sus profesores que, al decidir ponerle la nota máxima, le aseguraban al ahora exestudiante la beca para participar en un seminario de una semana organizado por una universidad de una ciudad del centro de los Estados Unidos a la que iba a llegar en un vuelo para el que le habían entregado un pasaje de primera clase, experiencia nueva para el recién graduado, quien deseó compartir sus impresiones con su compañera de fila, una muchacha hermosa que viajaba con el mismo destino y de la que se enamoró, en un flechazo mutuo, desde el intercambio de la primera mirada y las primeras palabras que continuaron hasta la llegada al aeropuerto del que nunca habían oído hablar y que fue testigo del compromiso que fue profundizándose durante el desarrollo del seminario sobre la teoría del caos al que llegaban cada mañana tomados de la mano y cada vez más enamorados, deslumbramiento que no impidió al joven dar el crédito debido a la mariposa que, según él, se encontraba en el origen de la cadena de acontecimientos que culminaba hasta ese momento y en aquel lugar en haber

conocido al amor de su vida, desconociendo el papel jugado por el grano de arena, la gota doble y la nube pasajera que continuó su camino sin tener idea de la que había sucedido hasta ese momento ni de lo que sucedería después porque, como es bien sabido, las nubes no tienen idea de nada, hasta que se descubra lo contrario. Enero de 2015, en Buenos Aires.