UN VIRAJE EN NUESTRA POLÍTICA EXTERIOR

August 16, 2017 | Autor: F. Álvarez Simán | Categoría: Psychology
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Descripción

UN VIRAJE EN NUESTRA POLÍTICA EXTERIOR
Fernando Álvarez Simán*
Ojala que algún día la cooperación sustituya a la competencia
En los últimos años, el orden internacional ha experimentado profundos
cambios, determinados en gran medida por la disolución de la situación
bipolar que ha impactado en el equilibrio del poder universal y por el
acelerado proceso de globalización económica mundial.
Frente a estas circunstancias, la política exterior mexicana adquiere otro
alcance y significado, convirtiéndose en un elemento fundamental, no sólo
para la preservación de la soberanía y seguridad nacionales, sino también
para promover y apuntalar el desarrollo socioeconómico de México.
De ahí la importancia del nuevo impulso a la labor diplomática del gobierno
de Felipe Calderón para ampliar, profundizar e institucionalizar las
relaciones con otras naciones y promover y defender con éxito los intereses
del país en el extranjero.
Para el proyecto de nación que los mexicanos estamos construyendo, la
política exterior tiene como principales objetivos garantizar nuestra
seguridad e integridad territorial; defender la naturaleza soberana de
nuestras decisiones; asegurar que el Estado determine las modalidades del
uso y conservación de nuestros recursos naturales en beneficio de la
Nación; promover la cooperación para el desarrollo e impulsar un sistema
mundial seguro y estable basado en los principios del derecho
internacional.
El próximo 9 de noviembre, dos días después de las elecciones
estadounidenses y menos de tres semanas antes de asumir la primera
magistratura, Felipe Calderón se entrevistará con George W. Bush. Desde
luego, los temas a abordar estarán determinados por una agenda múltiple,
compleja y diversificada como es la de la relación bilateral entre México y
Estados Unidos, vecinos, socios y países crecientemente interdependientes.
Pero, sobre todo, el encuentro en la Casa Blanca tendrá lugar en una
situación que debiera entenderse como crítica para la relación bilateral
por parte de México y del ahora presidente electo. Recientemente Arturo
Sarukhán, coordinador de asuntos internacionales del equipo de transición
de Felipe Calderón, criticó la actual política exterior de México al decir
que la nación ha perdido su liderazgo en América Latina y ha desarticulado
estos últimos años su red de cabildeo y de presencia mediática y política
ante sectores importantes de la sociedad estadounidense.
Sin embargo, hizo una autocrítica y asumió parte de la responsabilidad del
estado de la actual política exterior al recordar que él colaboró los dos
primeros años en la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) a lado del
canciller Jorge Castañeda. En el seminario sobre "Perspectivas Políticas
2006" llevado a cabo en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM),
consideró importante deshacerse del pesado bagaje de la época de oro de la
diplomacia mexicana, y retomar los principios de política exterior como
guía y no a rajatabla o como camisa de fuerza que limiten la actuación
diplomática de México en su interacción en el ámbito bilateral y
multilateral dentro de la nueva realidad. También consideró que si México
no toma un papel activo en el sistema internacional como en la
participación de Operaciones de Mantenimiento de la Paz (OMP), otros
actores, como Brasil, ocuparán su lugar.

En ese evento delineó las cinco tareas fundamentales de la política
exterior del próximo gobierno: 1) hacer el diagnóstico de la situación en
la que se encuentra México en el contexto internacional; 2) diseñar la
estrategia adecuada que responda al diagnóstico; 3) movilizar a las
burocracias (incluido el Servicio Exterior Mexicano) y de otras
dependencias del Ejecutivo que tienen un impacto en la política exterior o
proyección de México al extranjero; 4) convencer a la sociedad y a los
legisladores del porqué la política exterior mexicana deberá cambiar, y 5)
ejecutar dichos lineamientos.

La política exterior es precisamente uno de los temas que pueden crear
consensos y diálogo, particularmente cuando sabemos que no hay país más
importante para el futuro bienestar comercial de México que Estados Unidos.
Por ello el reto ante EU actualmente será hacer caminar de la mano la
prosperidad y seguridad compartida. Nosotros los mexicanos debemos hoy
insistir en una reforma migratoria integral en Estados Unidos, en un manejo
racional e inteligente de las fronteras, en asegurarnos de que las medidas
de seguridad que se están instrumentando en la frontera con México no
tienen un impacto para el libre tránsito del flujo bienes y personas,
porque la realidad es que si no entendemos que el paradigma central de EU
frente a México y Canadá es la seguridad, no vamos a llegar a ningún lado.
En lo que respecta a Asia-Pacífico, no basta hablar de diversificación
comercial con esa región, sino de concretar las estrategias para la
cooperación real, porque hoy, a la hora que uno le rasca a la agenda
bilateral o regional con esos países, no hay absolutamente nada".

La decisión de construir una valla de mil 125 kilómetros a lo largo de la
frontera con México -que se agrega a otras medidas de control como el envío
de la Guardia Nacional, otras vallas, más presupuesto y efectivos de la
Patrulla Fronteriza, alta tecnología- no es una cuestión menor, ni se trata
sólo de una decisión unilateral más por parte de EU para controlar la
frontera, garantizar la seguridad, combatir el tráfico de drogas o impedir
un supuesto terrorismo proveniente de países latinoamericanos, según
diversos énfasis e interpretaciones que se dan a la agresiva y unilateral
política migratoria.

Lo acordado por el Congreso y avalado por Bush lesiona la relación
bilateral, en primer lugar, porque la valla y las extensas medidas de
control que la acompañan no acabarán con la migración indocumentada, pero
sí tendrán como efecto más indocumentados muertos, mexicanos y
latinoamericanos, así como mayor actividad de los polleros vinculados con
el crimen organizado. Es inaceptable que políticas migratorias de EU causen
más muertos.

La miope política de control migratorio no aborda las realidades sociales y
económicas de la migración, ni la regularización migratoria de casi 12
millones de indocumentados -de los que 56% son mexicanos-; tampoco
establece nuevas reglas para otorgar visas de trabajo suficientes para
ordenar los flujos migratorios en nuestras fronteras.

El proyecto del Senado quedó congelado, los conservadores estadounidenses
no escucharon a los millones de manifestantes en situación irregular,
Calderón y la nueva política exterior de México debe colocarlos en primer
plano. Las políticas de control y seguridad afectarán a la región
fronteriza donde la relación mexicano-estadounidense es más intensa; son
ominosas para la relación entre México y EU, apoyadas por los conservadores
republicanos que azuzaron una estampida electoral que fue seguida por
algunos demócratas temerosos de que se les dijera que son blandos frente a
la migración indocumentada -incluso algunos comprometidos con la reforma
del Senado como Hillary Clinton o John McCain- y que fue avalada por el
presidente Bush.

En síntesis el saldo negativo de la política exterior del presidente Fox es
muy grande. Frente a todo ello, el gobierno del presidente electo Calderón 
tiene que redefinir políticas, desde principio de la década de los 90, la
diversificación y la complejidad de la relación llevó a considerar que los
desacuerdos en algún tema no deberían afectar, contaminar al conjunto de la
relación. Durante tres lustros esa ha sido la práctica. Pero las cosas han
cambiado, las leyes aprobadas por la Cámara de Representantes, el Senado y
avaladas por la misma Casa Blanca afectan el centro, el núcleo mismo la
relación México-EU, afectan la vida de millones de mexicanos que viven y
trabajan allá, afectan la frontera como espacio binacional en el que se
concentra toda la relación compleja, multidimensional, dinámica, intensa,
asimétrica.

Las políticas de control fronterizo sí afectan el conjunto de la relación
con EU. México, como nunca, requiere contar con una presencia
internacional significativa y dinámica. Actualmente, mantiene relaciones
diplomáticas con 177 países y forma parte de más de cien organismos
internacionales. Asimismo, cuenta con 136 representaciones en el mundo,
distribuidas entre 70 embajadas, seis representaciones permanentes ante
organismos internacionales, 31 consulados generales, 26 de carrera y tres
agencias consulares.

En América Latina y el Caribe debemos proponernos retomar el liderazgo que
México había tenido en el pasado creando ejes de diálogo político
privilegiado con Venezuela, Colombia, Chile, Brasil y Argentina. Con la
Unión Europea, se deberá verdaderamente iniciar el proceso crucial de
instrumentación del Tratado de Libre Comercio, la instalación del Consejo
Conjunto México-Unión Europea, y la presencia de México en el Parlamento
Europeo.

México debe (re)construir y apuntalar su política relativa a la migración,
tiene que definir el lugar preponderante que ocupa en la agenda bilateral.
Los mexicanos allá y acá lo exigen, el presidente entrante, Felipe Calderón
debe comenzar a abrir camino para un entendimiento bilateral en materia
migratoria, requerimos un viraje en nuestra política exterior.
*PROFESOR INVESTIGADOR DE LA UNIVERSIDAD AUTONOMA DE CHIAPAS
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