Un texto para dos filologías: Unamuno y Menéndez Pidal ante el Cantar de Mio Cid

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Descripción

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Rafael Gutiérrez Girardot Alberto Montaner Frutos Adolfo Sotelo Vázquez Ramón Trujillo José Jesús de Bustos Tovar Juan Rodríguez Salvador Gutiérrez Ordóñez Leonardo Romero Tobar Antonio Salvador Plans

UN TEXTO PARA DOS FILOLOGÍAS

Unamuno y Menéndez Pidal ante el Cantar de Mio Cid ALBERTO MoNTANER FRUTOS

Universidad de Zaragoza

l. El concurso de 1893 El viernes 24 de junio de 1892 la Real Academia Española hizo pública la convocatoria de un concurso sobre «Gramática y Vocabulario del Poema del Cid», dotado con una medalla de oro y un premio en metálico de 2.500 pesetas 1, a lo que se sumaba la publicación de la obra premiada, en una tirada de quinientos ej emplares. El trabajo debía presentarse con lema y plica, y el plazo abierto con el anuncio público del concurso finalizaba el 30 de junio de 1893 . Al mismo se presentaron cuatro trabajos, por este orden: el de Miguel de Unamuno (entregado el 28 de mayo de 1893), el de José Ramón Lomba y Pedraja2, el de un autor sin identificar y el de Ramón Menéndez Pidal3. 1 A título de comparación, adviértase que los premios de bibliografía establecidos anualmente por la Biblioteca Nacional desde 1857 estaban dotados con 2.000 pesetas para las biobibliograffas y con 1.500 pesetas para las bibliografías; véase J. Femández Sánchez, Hisloria de La bibliografía e11 Espaiia, El Museo Universal, Madrid, 1989, págs. 190-191. 2 Amigo y discípulo de Menéndez Pida!, fue catedrático de Lengua y Literatura Española en las universidades de Murcia y Oviedo y destacó como estudioso del movimiento romántico español. 3 La autoría de Menéndez Pida! fue desvelada al otorgársele el premio y la de Lomba por haber retirado su trabajo tras el concurso, de lo que quedó constancia. La de Unamuno fue demostrada por Barbara Huntley y Pil ar Liria y condujo a la edición de su trabajo: Miguel de Unam un o,

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Pasaron casi dos años hasta que la Real Academia abordó la resolución del concurso. Para ello, delegó una primera valoración en una comisión presidida por su director, Marcelino Menéndez Pelayo. Dicha comisión, reunida e l 31 de enero de 1895, propuso para el premio el trabajo entregado en cuarto lugar, pero decidió presentar a la votación del cuerpo de la Academia todos los textos presentados, salvo el tercero, con la siguiente valoración: «[ ...] siempre que constara ser preferible en el concepto de la Comisión la 4~ [memoria] a las otras dos, y la 2~ a la 1 ~» 4 • La votación definitiva se realizó en la sesión del 7 de febrero de dicho año, recibiendo diecinueve votos la memoria cuarta, uno la segunda y ninguno la primera. Abierta la plica, el ganador resultó ser Ramón Menéndez Pida!, a la sazón un novel investigador de 26 años. Aunque la edición que era la base de su importante trabajo vio la luz en 18985 , éste sólo fue publicado íntegro a partir de 1908 6 , con diversas modificaciones sobre las que después volveré. Los demás quedaron inéditos, hasta que en 1977 el estudio de Unamuno fue publicado con una interesante introducción por Barbara Huntley y Pilar Liria7 •

2. La filología románica al filo de 1900 Antes de abordar las posibles diferencias de planteamiento entre el trabajo de Unamuno y el de Menéndez Pida! , es preciso establecer en qué marco teórico se desarrolla su labor. Para ello se hace necesario describir, aunque sea someramente, el estado en que se encontraba la filología románica a finales del siglo XIX y, particularmente, el nivel de su cultivo en España8 • De este modo se podrá Gramática y glosario del Poema del Cid: Contribución al estudio de los orígenes de la lengua espaíiola (ed . de B. D. Huntley y P. Liria), Espasa-Calpe, Madrid, 1977. La del tercer trabajo sigue siendo ignorada, al no conservarse la plica correspondiente. 4 RAE, Actas, 31 de enero de 1985 (citadas por B. D. Huntley y P . Liri a, loe. cit., pág. 23) . 5 Poema del Cid (nueva edición de R. Menéndez Pida!), Hijos de José Ducazal, Madrid, 1898; fue reimpresa sin pie de imprenta en 1900. 6 R. Menéndez Pida!, Cantar de Mio Cid: Texto, gramática y vocabulario, Bailly-Bailliere e Hijos, Madrid, 1908-19 11, 3 vols. Esta edición fue reimpresa con un apéndice de actualización por Espasa-Calpe, Madrid, 1944-1946, a cuya paginación remito. 7 Refieren las gestiones para la localización e identificación del texto B. D. Huntley y P. Liria, op. cit., págs. 14-18, mientras que los detalles del concurso se dan en las págs. 20-21 y 23. Del mismo habla también Menéndez Pida!, Cantar, págs. 1x-x. Véase además F. López Estrada, Panorama crítico sobre el «Poema del Cid», Castalia, Madrid, 1982, págs. 280-281. 8 Para lo cual me baso en l. lardan, Lingüística románica: Evolución, corrientes, métodos (reelaboración parcial y notas de M. Alvar), Ediciones Alcalá, Madrid, 1967; J. M. Blecua, «Introducción histórica y teórica», en J. Alcina Franch y J. M. Blecua, Gramática espmiola, Ariel, Barcelona, 1975, págs. 33-194; y J. Portolés, Medio siglo de.filología espmiola (1896-1952): Positivismo e idealismo, Cátedra, Madrid, 1986. Completo algunos datos a partir de Y . N. Jartseva (dir.), Lingvisticheskij entsik/opedicheskij slovar', Sovetskaja Entsiklopedija, Moscú, 1990.

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comprender mejor el alcance de las semejanzas y disparidades de planteamiento entre ambos autores. Como di sciplina, la filología románica había surgido al calor del romanticismo alemán, sobre todo en las formulaciones del poeta Brentano y del filósofo Herder, fraguándose en el molde del comparatismo de plena orientación historicista establecido por Franz Bopp (1791 -1 867) en su Über das Conjugationssystem der Sanskritsprache y su Vergleichende Grammatik des Sanskrit, Zend, Armenischen, Griechischen, Lateinischen, Altslawischen, Litauischen, Gotischen und Deutschen9, y por Jakob Ludwig Grimm (1785- 1863) en los cuatro volúmenes de su Deutsche Grammatik y en los dos de su Geschichte der deutschen Sprache, así como en su monumental e incompleto Deutsches Worterbuch, realizado en colaboración con su hennano Wilhelm, y que marcó las pautas de los modernos diccionarios etimológicos e históricos 'º· El primer investigador en aplicar de modo sistemático este modelo a las lenguas románicas fue Friedrich Christian Diez (1794-1876), considerado por ello como fundador del romanismo o filología románica' 1 • En sus planteamientos funde el comparatismo de Bopp con el historicismo de Grimm, lo que le permite, por ejemplo, desligar los sonidos de las letras que los representan (confusión habitual hasta él en todas las aproximaciones a las lenguas neolatinas), formular las bases científicas del Lautwandel o mutación de sonidos (base de la fonética histórica) y deslindar distintos grupos dentro de las lenguas románicas, en virtud de criterios evolutivos comunes, tanto en la fonética, como en la morfología o en el léxico . Sus obras fundamentales en este te1rnno fueron la Grammatik der romanischen Sprachen, en tres volúmenes; el Etymologisches Worterbuch der romanischen Sprachen y los Altromanisch.e Glossare 12 , textos que eran aún de uso corriente a finales de la centuria. 9 F. Bopp, Sobre el sistema de conjugación de la lengua sánscrita, 18 16; y Gramática comparada del sánscrito, zendo, armenio, griego, latín, eslavo antiguo, lituano, gótico y alemán, 1833-1852. 10 Gramática gennánica (1819-1837), Historia de la lengua alemana (1848) y Diccionario alemán. Adviértase que en la primera obra el adjetivo deutsche se toma en el sentido etimológico de «Común», pues se trata de una gramática comparada de las lenguas germánicas , con el o bjetivo último de reconstruir su origen común, mientras que en las otras dos se atiene a la acepción vigente de «alemán». En cuanto al Diccionario, fu e iniciado en 1838 y ocupó a ambos hermanos el resto de sus vidas. Wilhelm falleció cuando iba por la letra D ( 1859) y Jacob prosiguió hasta la F. La publicación comenzó en Leipzig en 1852, alcanzando cuatro volúmenes, y fue completada por las aportaciones de sucesivas generaciones de germanistas, hasta ser concluida en 19 60. 11 Bien es verdad que a sus trabaj os habían precedido los de Fran~ois R aynouard, Grammaire de la langue romane (1816), Grammaire comparée des langues de l'Europe latine ( 182 1) y Lexique roman ou dictionnaire de la langue des troubadours comparée avec les autres langues de l'Europe latine, en seis volúmenes ( 1838-1844). Sin embargo , Raynouard adolece todavía en buena parte de su obra de los defectos de planteamiento y método de la lingüística dieciochesca, por lo que puede considerárselo más bien un importante antecedente de la filología románica que uno de sus fundadores (l. lardan, op. cit., págs. 12-1 5). 12 Gramática de las lenguas románicas (1836-1844, 5 1882), Diccionario etimológico de las lenguas románicas (1853, 5 1887) y Glosarios románicos antiguos ( 1865).

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Esto no significa, sin embargo, que la evolución de la recién nacida disciplina se estancase durante la segunda mitad del siglo x1x; antes al contrario, experimentará la misma renovación que el conjunto del comparatismo. Sin embargo, antes de abordarla es necesario recordar el papel del indoeuropeísta y romanista italiano Graziadio Isaia Ascoli (1829-1907), que, aplicando los planteamientos de Bopp y Diez a las hablas vivas, fundó la dialectología románica y creo su primer órgano de expresión, el Archivio glottologico italiano, en 1873. Coetáneamente a Ascoli, el paradigma o modelo epistemológico del comparatismo historicista fue transformado por los estudios del indoeuropeísta alemán August Schleicher ( 1821-1 868). Influido por planteamientos marcadamente positivistas y por la recepción del darvinismo, Schleicher introduce el concepto de «ley fonética», para expresar que el Lautwandel no sólo no era arbitrario (como había demostrado Grimm), sino que respondía a fórmul as fijas e inmutables, como las demás leyes de Ja naturaleza. Sujeta a ellas, una lengua es para Schleicher un organismo que, además de tener una entidad objetiva (es decir, independiente de la voluntad e incluso de la conciencia de los hablantes), presenta una evolución de tipo biológico, con sus fases de desarrollo, plenitud y decadencia 13 • Expuso estas doctrinas básicamente en dos obras, Die darwinische Theorie und die Sprachwisssenschaft y Über die Bedeutung der Sprache für die Naturgeschichte des Menschen. 14 • Aunque bastante bien acogidas en general, en un momento en el que el paradigma de las cienc ias naturales se erigía, gracias a su prestigio, en el modelo de imitación de las disciplinas humanísticas, las teorías de Schleicher no dejaron de suscitar controversia. En particular, se opus ieron al mecanicismo de tales postulados los que defendían una visión psicologista del lenguaje. En esta línea destaca Wilhelm Scherer, que aportará desde tal visión un concepto más riguroso de la acción de la analogía, explicado en su Zur Geschichte der deutschen Sprache 15 • Ya en el último cuarto del siglo, las aportaciones tanto de Schleicher como 13 Esta idea procedía del zoólogo y destacado evolucionista Emest Haeckel (1834- 1919), colega de Schleicher en la Universidad de Jena. Haeckel veía la evolución como la base de una explicación unificada de toda la naturaleza y como el fundamento racional de una aproximación fil osófica que rechazaba las causas finales y las explicaciones teleo lógicas. Dichos pl anteamientos se plasmaron en su Genere/le Mo1p/10/ogie der Organismen (Mo1fología general de los organis111os, 1866). El trasfondo de los mismos lo constituye la equiparación de los procesos culturales a organismos vivos, según la visión de Comte de la hi stori a de la humanidad en términos de las edades de la vid a; cf. E. Frutos, Antropología filosófica (ed. de A. Montaner), Universidad de Zaragoza, 199 1, págs. 389-392. De todos modos, téngase en cuenta que el darvinismo de Schleicher ha sido matizado por J. P. Maher, «More on the History of the Comparative Method: the Tradition o f Darwinism in August Schleicher's Work», Anthropological Li11g11istics, v m, 1966, págs. 1-12. 14 La teoría darvinista y la lingiiística (1863) y Sobre el significado del lenguaje para la historia

natural del ser l111111m10 (1865). 15 Para 1111a historia de la lengua a/e111a11a ( 1868).

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de Scherer sirven de base a un grupo de filólogos alemanes conocidos como Junggrammatiker o neogramáticos. Se trata de los indoeuropeístas August Leskien (1840-1 916), Berthold Delbrück (1842- 1922), Hermann Paul (1846-1921 ), Hermano Osthoff (1847-1 909) y Karl Brugmann (1849-191 9), los cuales pretenden conciliar las posturas opuestas de los dos autores citados, armonizando el factor físico del lenguaje (responsable de las leyes fonéticas) y su factor psíquico (causante de la analogía), y si bien en principio dan más importancia a éste último como modo de explicación de la vida del lenguaje, en la práctica sus estudios gravitan sobre todo en torno a la estricta aplicación de las leyes fonéticas 16. En efecto, sus importantes novedades teóricas están muy vinculadas a la hegemonía del positivismo científico de l momento, a partir del cual postulan la regularidad inexorable de las leyes fonéticas y la explicación por el principio de analogía tan sólo de las excepciones. A estos principios se ha de añadir la diferencia entre lo estático y lo histórico de la lengua (preludio de la dicotomía entre e l plano sincrónico y el diacrónico establecida por Saussure), que, no obstante, se conjuga con el estudio de las lenguas vivas como modo de conocer los procesos evolutivos de las muertas. A estas aportaciones teóricas se suma el rigor del que hicieron gala en sus investigaciones, que estableció definitivamente el sustento metodológico de los trabajos filológicos. La aplicación de las teorías de los neogramáticos a la filología románica, donde fueron en general bien acogidas, se debe sobre todo a Wilhelm MeyerLübke ( 1861- 1936), cuyas obras capitales, la Grammatik der romanischen Sprachen., en cuatro volúmenes; la Einfiihrun.g in das Studium der romanischen Sprachwissen.schaft y el Romanisches etymologisches Worterbuch, habitualmente c itado por sus siglas, REW11, vinieron a sustituir como obras de referencia básicas a los anticuados textos de Diez. Como puede apreciarse, la divulgación de Ja nueva doctrina en la romanística se da ya al filo del cambio de siglo, algo que habrá que tener en cuenta para determinar la adscripción teórica de Unamuno y de Menéndez Pida) en 1893 . No obstante la usual aceptación de los postulados neogramáticos, ésto~ conocieron cierta oposición, en parte entre los propios indoeuropeístas, pero también en e l campo de la filología románica. Entre los primeros destaca Georg Curtius 16

Esta postu ra se vio favorecida por el descubrimiento de la ley de Verner, que permitía explicar las aparentes contravenciones a la ley de Grimm, relativa al comportamiento evolutivo d e las aspiradas indoeuropeas, en virtud de la posición del acento. Este importante princi pio de fonética histórica debe su nombre al lingüista danés Karl Verner, q ue lo formuló en su artícu lo «Ei ne Ausnahme der ersten Lautverschiebung» («Una excepción a la primera mutación consonántica»), Zeitschriftfiir vergleichende Spracliforsc/11111g, 23, 1876, págs. 97-130. 17 Gramática de las lenguas románicas (1890- 1902; trad. fran cesa, 1890- 1906), Introducción al

estudio de la li11giiística románica (190 1, 2 1909, 3 1920) y Diccionario etimológico románico (1911 - 1920, J 1930- 1932).

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quien realizó en Zur Kritik der neuesten Sprachforschung 18 una severa censura del concepto de analogía heredado de Scherer por los neogramáticos (lo que, en cierto modo, lo devuelve a planteamientos de Schleicher) y de su restricción a la evolución fonética en detrimento de los aspectos morfológicos, sintácticos y léxicos. También planteó varias objeciones al papel de la analogía y al funcionamiento de las excepciones el ya citado Ascoli, pero el más encarnizado adversario de Ja nueva corriente fue e l romanista Hugo Schuchardt ( 1842-1927), quien reaccionó ante Ja difusión de sus teorías en su tratado Über die Lautgesetze: gegen die Junggrammatiker19 • Frente al mecanicismo de éstos, a cuya doctrina tacha de materialismo metafísico (por el alcance universal atribuido a sus pretendidas leyes de tipo naturalista), se sitúa en una suerte de subjetivismo nominalista, que impide hacer cualquier tipo de abstracción sobre Ja evolución de una lengua, en la medida en Ja que concibe la transformación de cada palabra como un caso individual, marcado por circunstancias especiales. Si bien el rechazo de la neogramática fue bastante limitado, algunas de las objeciones hicieron mella en sus defensores, que realizaron diversas modificaciones en sus planteamientos, tendentes sobre todo a matizar Ja inexorabilidad de las leyes fonéticas y a adaptar algunos de sus presupu~stos más rígidos a los datos realmente ofrecidos por la observación lingüística. Estos procedieron especialmente de dos disciplinas inicialmente muy unidas, la fonética experimental y Ja dialectología, gracias a los trabajos pioneros del abate Rousselot (1846-1924), entre los cuales marcaron un hito sus Príncipes de phonétique expérimentale (1897-1908, 2 1923). Por último, conviene recordar que en el último decenio del siglo x1x se va dejando notar en el ambiente filológico un planteamiento que cristalizará ya en el vértice del cambio de siglo. Se trata de la corriente conocida por método de «las palabras y las cosas», que postula la necesidad de estudiar la historia de la lengua en paralelo a la historia de la cultura, como única aproximación capaz de explicar las transformaciones del léxico, más allá de las modificaciones del significante debidas a la acción de las «leyes» fonéticas. Además del citado Schuchardt, cultivaron este planteamiento autores como el romanista Gottfried Baist (1853-1920) y, sobre todo, Rudolf Meringer (1859-1931), cofundador, con el también mencionado Meyer-Lübke, de Ja revista Worter und Sachen20 , y que había comenzado sus principales publicaciones en 1898. Los planteamientos de estos autores están en Ja base de lo que será la semántica y suponen una de las principales innovaciones frente al mecanicismo e inmanentismo de Jos neogramáticos. Toda esta actividad filológica se había dejado sentir en Ja España de Ja Restauración de forma muy débil. Bien es verdad que en 1856 se había creado en (1820-1885),

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Para una crítica de la lingiiística más reciente (1 885). Sobre las leyes fon éticas: contra Los 11eogra111áticos (1885). 2º Palabras y cosas ( 1909). 19

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la Universidad Central de Madrid la primera cátedra de sánscrito, desempeñada por don Manuel de Assas 21, con lo que se inició de una manera académica el conocimiento de las investigaciones comparatistas. Pero esta circunstancia apenas tendría trascendencia, pues el resto de las disciplinas filológicas siguieron ajenas a tales planteamientos. Cierto es que los trabajos de los romanistas se iban conociendo en España y que en tomo a 1890 se llegaron a traducir algunas obras importantes de teoría lingüística realizadas por eminentes comparatistas, como La vida del lenguaje de Whitney, La ciencia del lenguaje de Max Müller o el Ensayo de semántica de Bréal2 2• Pero todo ello sólo significa que, como mucho, se podía ser autodidacto, en el bien entendido de que para profundizar en los estudios filológicos era imprescindible leer al menos alemán y francés. Como Je escribía Unamuno a Múgica por esos años: «De fil ología aquí no hay más que algún aficionado, ni saben qué es eso [... ]»23 , y el mismo se confesaba uno de ellos: «[... ] como le he repetido, no soy más que un aficionado en filología» 24 • En ese sentido, Ja situación de Unamuno y de Menéndez Pidal era básicamente idéntica. Ambos se formaron como filólogos a título personal y el mismo don Ramón le confesaba (con gran modestia) a Alfred Morel-Fatio en carta des de junio de 1898: «He hecho yo solo mi educación fil ológica y desconfío de e lla» 25 . Si existe alguna disparidad entre sus posturas en este ámbito, ésta no se deberá a una diferencia sustancial de fo1mación, sino a distintos planteamientos de fondo. 21

Manuel de Assas y de Ereño (1813- 1880) fue historiador, arqueólogo y filólogo. Se ocupó sobre todo d e temas de arqueología e historia del arte, pero se interesó también por la toponimia (en particular la cántabra, pues era santanderino) y ll egó a aprender el bretón en Francia con el fin de detectar posibles elementos célticos en la misma. 22 Traducen las siguientes obras: The Lije and Growth of la11g11age (1875), del eminente indoeuropeísta y comparatista estadounidense William Dwight Whitney (1827-1894); lectures 011 the Science of la11g11age (1860. 6 t866, 15 1891) del indoeuropeísta alemán y profesor oxoniense de fil ología comparada Friedrich Max Müller (1823-1 900), obra por cierto reseñada por Whitney en su opúsculo Ma.x Mii//er and the Science of Li11g11istics: A Criticism (1892), y el Essai de sémantique del también indoeuropeísta francés Michel Bréal (1832-19 15), que desarrolló el concepto de las leyes que rigen el cambio del significado (en paralelo a las leyes fonéticas, que alteran el significante). Müller y Breal destacaron además por su papel en el desarrollo de la mitología comparada, considerada como una rama de la fil ología. Del primero se habían traducido al castellano su Ensayo sobre historia de las religiones (trad. de A. García Moreno, Jorro y Minuesa, Madrid, 1878) y otros textos afines (véase A. Palau y Dulcet, Manual del librero hispa110-america110, Palau , Barcelona, 2 1948-1977, 28 vols., núms. 184488-184495). 23

Carta de 29 de abril de 1890 (ed. de B. D. Huntley y P. Liria, op. cit., 1, pág. 36). Carta d e 1 de febrero de 1894 (ed. de B. D. Huntley y P. Liria, loe. cit., 24, pág. 52). Sobre la formación lingüística de Unamuno, cf. M. García Blanco, «El mundo clásico de Miguel de Unamuno», en EL mundo clásico en el pe11sa111ie11to espmioL co11te111poráneo, Sociedad Española de Estudios Clásicos, Madrid, 1960, 49-89, págs. 48-60. 25 Citada por F. López Estrada, op. cit. , pág. 28 1. 24

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3. ¿Dos filologías o dos actitudes? Para situar correctamente la posible dicotomia planteada en el título de la presente contribución es preciso preguntarse ahora por los fundamentos teóricos en los que Unamuno y Menéndez Pida! basan su aproximación filológica al Cantar de Mio Cid. No deja de ser sintomático, por lo que luego se verá, que sea el primero quien haya dejado expresiones más claras de Jos mismos, debiéndose inferir los de don Ramón de su manera de resolver determinadas cuestiones, más que de una exposición explícita de los mismos. Como se ha visto, uno de los temas fundamentales de Ja discusión lingüística fini secular era el de la concepción misma del lenguaje, dado que de ella dependía Ja importancia dada a factores como las leyes fonéticas, la analogía, la adopción de cultismos y otros procesos de Ja historia de una lengua. A este respecto, Unamuno deja su postura totalmente clara en el apartado 1v de la introducción a su Gramática: Una lengua es un organismo que nace de otra anterior, por lo menos en los límites de nuestros conocimientos históricos, y que en su desarrollo y vida está sujeto a la necesidad uni versal, de que no por brotar de la espontaneidad humana se exime. El carácter social de la lengua le da su carácter de estricta regularidad y de impersonal necesidad. Como hablamos para que nos entiendan tenemos que hablar de modo que nos entiendan; es decir, como hablan los demás, lo cual limita, y casi excluye, la acción individual voluntariosa y reflexiva, y le da su carácter de necesidad 26 .

La visión orgánica de la lengua se complementa con otras afirmaciones, de entre las que destaca la siguiente: «Pero la lengua es viva. ¿Qué quiere decir esto de que la lengua es viva? [... ] El alma del lenguaje es el valor ideal o significativo y esta alma es el principio de su vida»27 . Esta afirmación enlaza con otros textos suyos de los mismos años en los que presenta una visión biologicista del lenguaje, que perdurará hasta los primeros años de nuestro siglo, sin que reaparezcan con posterioridad a 190328 • Según su planteamiento de esta época, «una lengua vive y se nutre y se acrecienta y decae, y acaba por morir como cualquier otro organismo»29, si bien Unamuno emplea a menudo este término con un valor marcadamente metafórico, «sin llegar a entregarse del todo a la 2

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M. de Unamuno, Gramática, págs. 66-67. M. de Unamuno, Gramática, pág. 71. 28 Véase F. Huarte Morton, «El ideario lingüístico de Miguel de Unamuno», Cuadernos de la Cátedra Miguel de U11am11110, v, 1954, 5-183, págs. 90-92 29 M. de Unamuno, «La cuestión del vascuence» (1902), en Ensayos (ed. de B. G. de Candamo), Aguilar, Madrid, 1958, I, 379-406, pág. 401. 27

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concepción de las entidades espirituales como organismos vivos portadores de su propia ley de evolución y como independientes del hombre -al modo de la concepción, típica en Lingüística, de Schleicher-»3º. Este planteamiento acerca a don Miguel más bien a las teorías de los neogramáticos. La noción de necesidad planteada en el primer párrafo transcrito enlaza con la inexorabilidad que atribuyen a las leyes fonéticas dichos filólogos, pero también corresponde a sus planteamientos la idea de la adscripción social del lenguaje y del papel de lo que Unamuno ha llamado su «alma», que se traduce en la aplicación de la analogía. En efecto, Ja frase antes citada concluye del sigu iente modo: «[ ... ] esta alma es el principio de su vida mediante la ley de la analogía, ley que reobra contra la decadenc ia fonética y engendra el cambio con el medio que es lo que constituye la vida» 31 • Esta última frase tiene un sabor darvinista que puede enlazarse con el de otros pasajes del mismo Unamuno. La lengua, «como cualquier otro organismo vive en un ambiente y del ambiente»32 , y en ese proceso vital, «todas las divergencias que de aquí surjan entrarán en lucha, serán eliminadas o seleccionadas éstas o las otras, se adaptarán al organismo total del idioma, a la vez que lo modifiquen aquéllas, e irá así haciéndose la lengua por dinámica vital y no por mecánica literaria, por evolución orgánica, con sus obligadas revoluciones y crisis y no por fabricación mecánica»33 . Como ha subrayado Huarte, «es frecuentísima en [Unamuno] la consideración de principios darwinistas como la persistencia del más apto, o la lucha de fuerzas equilibradas: herencia (etimología) y adaptación (analogía) entre las que se mueve la vida de Ja Jengua»34 . Esta visión remite s in duda a los planteamientos de Schleicher, aunque, como se ha señalado en la nota 13, formaba parte de las concepciones usuales en la época, por lo que tampoco implica una adscripción estricta a los postulados del indoeuropeísta alemán. En cambio, el importante papel concedido a la analogía se debe indudablemente a Ja recepción de la neogramática. Obsérvese lo que dice a propósito de aquélla: Cuando en la conciencia del pueblo que se sirve de un idioma se asocia una forma dada de flexión o de derivación a una dada relación ideológica esa forma se aplica a fo rmaciones nuevas [... ] Esta ley [i.e. la de analogía] tiene una importancia capital en el estudio de la morfología, sin ella los meros procesos fonéticos no explican satisfactoriamente la flexión ni la derivación [ ... ] Es imposible explicar ciertas formas del romance a partir

°F. Huarte Morton, op. cit., pág. 90.

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M. de Unamuno, Gramática, pág. 71. M. de Unamuno, «La cuestión del vascuence», págs. 401-402 . 33 M. de Unamuno, «La reforma del castellano (prólogo de un libro en prensa)» ( 1901 ), en Ensayos, 1, 3 10-319, pág. 317. 34 F. Huarte Morton, op. cit., págs. 90-91. JI

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de la flexión del latín c lásico. Es preciso acudir a formas analógicas que se desarrollaron en el latín vulgar3s.

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de quien recibió la visión, tomada de Schleicher, de los procesos de evolución fonética como un desgaste casi fisiológico de las lenguas y causa de su decadencia39, que Unamuno expresa en los apartados v y v1 de su introducción:

Esta noción de la ley de analogía es la que los neogramáticos adaptan de Scherer a su visión naturalista del lenguaje . El modo en que ésta se relaciona con el principio de necesidad que rige el cambio fonético es también característico de esta corriente, frente a los planteamientos de sus críticos y, sobre todo, de Schuchardt. Sin embargo, en la doctrina lingüística de Unamuno hay algunos aspectos que se acercan a las posturas de estos autores, alejándose de la ortodoxia neogramática. Esto se manifiesta sobre todo en su atención al léxico y en la manera en la que se plantea su estudio: Como en todo vocablo hay cuerpo y alma, o sea forma y significado (por aquélla vive en el mundo físico, por éste en el espiritua l) la etimología debe estudiar la evolución de la forma y la del significado. Al estudio de las leyes que rigen la evolución del significado llamamos semiótica o semiología [ ...] El significado de los vocablos está, lo mismo que su fonna, sujeto a transformaciones, cuyas leyes son leyes psicológicas porque su proceso depende del proceso evolutivo de los conceptos 36 .

El concepto de «ley semiótica» (semántica, en la terminología actual) responde a la misma concepción de fondo que el resto de los postulados comparatistas. Es el que, como se ha visto, adoptaba Bréal en su pionero Essai de sémantique, lo que no es casual, pues tanto él como Müller concebían Ja lingüística como una ciencia física más que histórica, comparable en cuanto a su método con la geología y no con la historiografía37 . Sin embargo, el carácter marcadamente psicológico de los planteamientos de Unamuno se relaciona más bien con los adversarios de la neogramática y apunta hacia soluciones más idealistas que positivistas, aunque aquéllas no alcanzasen en la Gramática el rango de una formulación explícita. En este punto cabe preguntarse cuál es la fuente concreta del pensamiento lingüístico unamuniano a la altura de 1893. Los datos aportados por Huarte permiten dar respuesta a este interrogante: «Unamuno se acercó, sobre todo, a la obra de Hermano Paul, Principios de historia lingüística, de 1880, a la posterior Psicología del lenguaje, de Wundt, y a las caprichosas pero geniales lecciones sobre la Ciencia del lenguaje, de Max Müller»38. Seguramente fue de este último 35

M. de Unamuno, Gramática, pág. 166. M. de Unamuno, Gramática, págs. 289 y 295. 37 Esta comparación, presente ya en Scherer, ha tenido bastante fortuna en la imaginería conceptual de las discusiones epistemológicas sobre la lingüística diacrónica, véase J. M. Blecua, op. cit., págs. 94-95. 3& F. Huarte Morton, op. cit., pág. 13. 36

51

La causa primordial de la transformación de las lenguas es la decadencia o desgaste a que están sujetos en e l trascurso del tiempo los sonidos, merced a la tendencia natural en el hombre de producirlos con e l menor esfuerzo posible [ ... ] La decadencia fonética es la acción sobre la lengua del medio fisiológico en que se produce, el efecto de leyes fisiológicas y aun mecánicas, como la ley de W inteler [ ... ] lo comprueba. Entregada la lengua a esta sola fuerza destructiva, el desgaste acabaría con los vocablos, y muy pronto empobrecido un idioma y dañada la individualidad de aquéllos sería imperfectísimo instrumento para expresar el hombre sus sentimientos e ideas 40 .

La alusión a J. Winteler no deja de ser significativa, dado que este dialectólogo suizo, insatisfecho por los estudios fonéticos de los neogramáticos, interesados sólo por la constitución física de los sonidos , sintió la necesidad, a raíz de sus investigaciones de campo, de distinguir dos clases de oposiciones fónicas: las que se usan en la lengua con un valor semántico o gramatical y las que carecen de él, planteamiento que lo convierte en uno de los precursores de Ja fonología4 1• Vemos así cómo Unamuno conjuga la influencia de un comparatista de la línea de Schleicher con los planteamientos de un autor que se aleja de la neogramática. En la misma línea se sitúa el empleo de las obras de Wilhelm Wundt (1832-1920), el fundador de la psicología experimental , a quien podría deberse la apelación a la conciencia colectiva o a las leyes psicológicas que rigen los cambios semánticos. Sin embargo, las publicaciones en que este 39

Cf. l. Iordan, op. cit., págs. 25-26. A Müller lo cita Unamuno expresamente en la Gramática, pág. 321 (sin remitir a un texto exacto), pero cabe la duda de si pudo conocer su obra en versión española, pues ésta apareció en la colección de La España Modern a sin fecha, y mientras Blecua, op. cit., pág. 167, la relaciona con otras publicaciones afines hacia 1890, como se ha visto arriba, Palau, op. cit., 184489, la data en 1902. De todos modos, Unamuno se refiere también expresamente a Schleicher, como introductor en la lingüística de «el principio de la ley de evolución» (Gramática, pág. 96). 40 M. de Unamuno, Gramática, págs. 69 y 7 1. El mismo autor explica en el§ 18 la citada ley: «Los sonidos en sus graduales transformaciones siguen la línea de la menor resistencia y en sus encuentros y ligazones se producen según la ley, formulada primeramente por Winteler (D ie Kerenzer Mundart in ihren Grundziigen dargestellt) de que en el encuentro de dos sonidos los movi mientos de articulación que los engendran se funden en lo posible, ley que es a la fonética lo que a la mecánica general la del paralelogramo de fuerzas» (loe. cit., págs. t 14-1 15) . Esta concreta explicación obliga a matizar la apreciación de Huarte sobre «la imprecisa noción del menor esfuerzo» (op. cit., pág. 91 ). 41 Véase J. lardan, op. cit., pág. 530.

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influyente fis iólogo, psicólogo y filósofo se ocupa de la lengua son posteriores a la Gramática, pues Die Sprache, que abarca los volúmenes 1 y 11 de su monumental Volkerpsychologie, es de 1900 y su Sprachgeschichte und Sprachpsychologie de 190 142 . En cambio, la influencia de los Prinzipien der Sprachgeschichte43 del germanista alemán ya citado Hermann Paul se revela fundamental en este período. Como se ha visto, Paul forma parte de los neogramáticos , pero se le puede considerar el miembro más heterodoxo del grnpo, el más receptivo a las críticas y el más decidido defensor de la acción social sobre el lenguaje, entendida como la influencia recíproca de unos hablantes sobre otros, lo que le valió los elogios del misnúsimo Schuchardt44 • Por ello, para Paul la lingüística no es una rama de las ciencias naturales, como defendían Schleicher, Müller o Bréal, sino una Kulturwisse11schaft, una ciencia de la cultura45 • Sus planteamientos justifican bien la actitud del propio Unamuno, quien, sobre un fondo de neogramática, se muestra receptivo a las aportaciones de la nueva fonética, de la dialectología y de las corrientes que apuntan hacia una vis ión del lenguaje de tipo más psicológico, que acabarán desembocando en el ideal ismo lingüístico de principios del siglo xx. En definitiva, Unamuno se muestra perfectamente al d ía en I893, al menos en lo concerniente a su base filológica, independientemente de la ignorancia ocasional de determinadas aportaciones de la romanística, algo bastante comprensible si tenemos en cuenta la ausencia de bibliotecas especializadas en los medios académicos españoles de la época. Frente a los comentarios explicativos en que abunda la Gramática de Unamuno, el Cantar de Menéndez Pida! es estrictamente fil ológico. Dirigido claramente a un público especializado, procede s in rodeos al estudio de los fenómenos lingüísticos del poema c idiano, ateniéndose a las pautas marcadas por las gramáticas románicas de Diez y Meyer-Lübke, si bien sigu iendo su propio orden expositivo. Por ejemplo, en la fonética Unamuno se halla más cerca que Menéndez Pida! del esquema presentado por Meyer-Lübke46 , aunque en el grado de detalle es don Ramón el que se aproxima más al estudio del romanista alemán. De aquí se deduce una clara afili ación a los postulados generales de la neogramática, pero la ausencia de cualquier atisbo de abstracción teórica impide 42 El lenguaje ( 1900, 2 1904, l l 91 l- 1912), vols. 1 y 11 de la Psicología de los pueblos, e Historia de la lengua y psicología del lenguaje (1901). 43 Principios de historia de la lengua (1880, 5 1920). 44 Véase l. Iordan, op. cit., págs. 34-35 y 52. 45 Véase J. Portolés, op. cit., pág. 49. 46 Cf. W. Meyer-Lübke, Grammatik der romanischen Sprachen. Erster Band. Ro111anisc/1e Lautlehre, Fues's Verlag, Lepizig, 1890 (reimp., Georg Olms, Hildesheim, 1972); versión francesa: Grammaire des Lang11es Romanes. l. Phonétiq11e (trad. de E. Rabiet), París, 1890 (reimp. Slatkine, Ginebra;

Laffite, Marsella,

1974) .

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UN TEXTO PARA DOS FILOLOGÍAS

precisar el grado de adhesión de Menéndez Pida! a esta escue la, en la med ida en Ja que aqué lla habría podido revelar un mayor o menor psicologismo, matizaciones al tipo de acción de las leyes fonéticas u otras discrepancias de fondo que la escueta enunciación de los fenómenos impide expresar. No cabe duda de que este planteamiento encierra en sí una determinada opción teórica, ya que expresa la aquiescencia a un modo específico de entender la filología, pero también es verdad que el lo podía deberse al deseo de atenerse a los moldes científicos de mayor prestig io, más que a una convicción personal del autor. A fin de cuentas, don Ramón contaba sólo con 24 años cuando redactó la versión original de su trabajo y lo destinaba nada menos que al juicio de la Real Academia Española. Corrobora esta impresión la temprana y decisiva influencia de Gaston París sobre el pensamiento de Menéndez Pidal47 • A través de sus trabajos se inicia en el comparatismo y el tradicionalismo literarios, pero también en la lingüística románica. Paris, que se había formado con Diez en Bonn, mantiene una concepción del lenguaje menos naturalista que la aceptada por los neogramáticos, rechaza que la lengua pueda considerarse propiamente un organismo y subraya que sólo puede producirse y desarrollarse en un medio histórico determinado y en unas condiciones sociales dadas, en lo que se acerca más a las posturas finales de Paul o a las de Schuchardt. Pues bien, Menéndez Pidal defenderá años más tarde una postura semejante cuando señale, a propósito de la asimilación de los grnpos consonánticos y el posible influjo suditálico: Todos los cambios fo néticos pueden llamarse espontáneos y naturales, pues se fundan en la fisiología y psicología de los sonidos, que son muy semejantes para Lodos los hombres; semejantes son los órganos fónicos, semejantes las asimilaciones, disimilaciones, equivale ncias y demás principios inductores, pero cada cambio tiene en cada país una causa particular y una historia propia que es deber de la lingüística indagar, no sal iendo del paso con decir que se trata de un fenómeno natural4 R.

B ien es verdad que este pasaje corresponde a un momento posterior a l giro teórico que, entre 1911 y 1917, llevó a don Ramón a posturas de carácter más idealista49 . No obstante, la coincidencia con los planteamientos de Gaston París permite aceptar sin mucho riesgo que estas ideas en concreto proceden ya de la etapa en la que preparaba el Cantar5°. Por otra parte, sus tempranos contactos 47 Para todo Jo relativo a este influjo, véase J. Portolés, op. cit., págs. 26-32. Resume los planteamientos del propio filólogo francés lordan, op. cit., págs. 23 -24 . 48 R. Mcnéndez Pida!, Orígenes del espa1iol: Esrado lin-giiístico de la Península Ibérica hasta el siglo x1, Madrid, 1926. El pasaje transcrito pertenece al 55bis, añad ido en la tercera edición (1950); cito por Ja novena (en realidad una reimpresión), Espasa-Calpe, Madrid, 1980, pág. 302. 49 Véase J. M. Blecua, op. cit., pág. 172. 50 Véase J. Portolés, op. cit., págs. 3 1-32.

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con Giner de los Ríos inducen a pensar que su recepción del positivismo y del evolucionismo se hizo a través de la concepción difundida por los krausistas españoles, que mantenía una postura de fondo de idealismo hegeliano51 . En defi nitiva, si sus planteamientos responden a los patrones comunes en su momento de predominio del positivismo y de asimilación a la neogramática52 , es casi seguro que por esas fec has don Ramón aceptaba ya componentes ideológicos y epistemológicos de otra procedencia. En definitiva, se advierte que Unamuno y Menéndez Pidal comparten posturas básicamente idénticas, que se nutren de similares corrientes fil ológicas y que las diferencias entre sus trabaj os no responden realmente a la oposición entre un aficionado diletante, no bien informado, y un profesional riguroso, muy puesto al día. Esas diferencias, que existen, deben achacarse más bien a dos actitudes personales distintas, que les llevan a asumir enfoques y técnicas parcialmente divergentes. En ese sentido, quizá la desigualdad más obvia es la elaboración por parte de Menéndez Pida! de una nueva edición como base de todo su trabaj o analítico, frente a lo cual Unamuno se limita a señalar al inicio de su trabaj o: El presente trabajo está hecho sobre la edición del Poema del Cid de Voll moller: Poema del Cid. Nach der ei11zige11 Madrider Handschrift nzit Einleitung, A11111erkwzgen und Glossar, neu herausgegeben von Karl Vollmoller, I Theil : Text. Halle, 1879, del c ua l no se ha publicado más q ue e l tex to. Hemos tenido también a la vista e l texto que en 1779 publicó e n Madrid don Tomás Antonio Sánchez, bibliotecario de Su Majestad, en e l tomo 1 de su Colección de poesías castellanas anteriores al siglo xv y la que don Flore ncia Janer trabajó en el tomo [57] de la Biblioteca de Autores Españoles de Rivadeneyra. Nos ha sido imposible consultar e l códice origina153 .

No resulta extraño que don M iguel no pudiese consultar el manuscrito único, cosa que don Ramón pudo hacer porque era entonces propiedad de su tío, el marqués de Pidal; pero sí que se fiase de la edición de Vollmoller, cuando él mismo le refiere a Múgica en qué condiciones se había realizado: «Conozco la edición del P[oema] del Cid de Vol[l]moller y sé cómo la hizo. Un periodista que vino acá con Federico el Emperador, el padre del actual Guillermo [... ], un periodista, repito, copió todo _aquí en un códice»54 • No he podido confirmar este dato, pero basta aquí con que don Miguel lo tuviese por verdadero para que resulte hasta cierto punto incomprensible que se plantee, en e l apartado x1v de la 51

Véase J. M. Blecua, op. cir., pág. 17 1 y J. Portolés, loe. cir., págs. 34-41. J. Portolés, loe. cir., pág. 48. 53 M. de Unamuno, Gra111á1ica, pág. 100. 54 Carta a Múgica, sin fecha [1890] (ed. de B. D. Hun tley y P. Li ria, op. cit., 4, pág. 39). 52

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introducción, que «dejando a un lado las disquisiciones a que se presta la exigencia crítica del texto del Poema del Cid nos proponemos hacer en este libro una labor lingüística y no filológica»55 . En efecto, otros autores como Bello o, más tarde, Comu y Lidforss se enfrentaron a los problemas textuales del Cantar de Mio Cid sin necesidad de tener delante el manuscrito56 • En ese sentido, puede advertirse aquí una diferencia de actitud entre don M iguel y don Ramón respecto de una determinada minuc iosidad en la investigación, capaz de sustentar el rigor de todo el análisis construido a partir de ella. Sin duda, esto se debe a una disparidad temperamental. Así se deduce de las palabras que sobre su trabajo infieri le escribe Unamuno a Múgica: «Toda esta monserga biológicoevolucionista va en la Introducción, se me hacía tan cuesta an·iba, dado mi modo de ser y carácter, limitarme a una labor técnica para uso de especialistas y a dilucidar etimologías»57 • En consecuencia, Unamuno se resiste a centrarse en la parte más puramente positivista del trabajo filológico, la estricta y paciente búsqueda y clasificación de datos. No quiere decir esto que no las haga, pero no apura los materiales ni quiere limitarse a ellos. Sin embargo, es necesario matizar la crítica de Huntley y Liria al respecto: «Aplicó los principios de la gramática histórico-comparativa, pero usando como principales elementos de consulta de formas primitivas, colecciones de fueros y otros documentos peninsulares mal copiados»58 Cotejando esta actitud con el rechazo de Menéndez Pidal a dicho procedimiento en los Orígenes del español59 , deducen que el de Unamuno «es hoy un trabajo anticuado, 55

M. de Unamuno, Gramática, pág. 93. A. Bello (ed.), Poema del Cid (ed. hecha bajo la Dirección del Consejo de Instrucc ión Pública), Pedro G. Ramírez (Obras Completas de don Andrés Bello, 11), Santiago de Chile, 1881. J. Cornu, «Études sur le Poeme du Cid», Roman ia, x, 188 1, págs. 75-99, y «Révision des études sur le Poeme du Cid», Romanía, XXII, 1893, págs. 75-99; E. Lidforss (ed.), Can/ares de Myo Cid, E. Malmstrom (Lunds Universi tets Ársskrift, xxx1-xxx11), Lund, 1895, 2 vols. 57 Carta de 28 de abril de 1893 (ed. de B. D. Huntley y P. Liria, op. cit., 18, pág. 48); el subrayado es mío. Según determinó Eugenio Frutos, Unamuno corresponde al psicotipo caracterológico del nervioso paracolérico, lo que justifica temperamentalmente su espíritu contradictorio y su pesimismo agónico (Pesimismo y optimismo en los escrirores espwioles co11temporá11eos, Universidad Internacional «Menéndez Pelayo», Santander, 1963, págs. 21-22; recogido también en La ple11i111d del verbo: A11tología de esllldios literarios (ed. de A. Montaner y E. Serrano), Institución «Femando el Católico», Zaragoza, 1995, 145-160, págs. 154-155). Para lo que aquí interesa, se ha de destacar que a las personas de dicho psicoti po «no les agrada trabajar en lo obligatorio, si no en lo que les gusta; y demoran sus trabajos. Hacen grandes planes, que no suelen realizar», mientras que en su actividad profesional tienden a la «v11lgarizació11 científica, pues no tienen tendencia a profundizar y sí a abarcar mucho. Como el colérico tiende a la dispersión, tarda a veces mucho en orientarse; quisiera serlo todo» (E. Frutos, Cómo conocer el propio carácter, Librería General, Zaragoza, 1959, págs. 92 y 138). 58 B. D. Huntley y P. Liria, op. cit., pág. 25. 59 «El estudio del español como lengua documentada por escrito empezaba hasta hace no mucho con los tardíos manuscritos de obras literarias de hacia 1200. Se cilaban documentos notariales 56

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hecho sin intención crítica ni filológica»60 • Sin embargo, don Ramón hizo lo mismo en su Cantar, e incluso en la edición de 1908-1911 sigue remitiendo a las obras cuyo uso censurará en los Orígenes, ya de 1923-192661 . Así pues, más que en ese aspecto, en lo que se evidencia el diferente planteamiento de don Miguel y de don Ramón es en algo que ya señalaba al principio de este apartado: mientras el segundo se atiene a un análisis escuetamente filológico, el primero hace una serie de excursos explicativos más propios de un manual que de un estudio especializado. Unamuno era perfectamente consciente de ello y así se lo declara a Múgica en la carta citada, cuyo pasaje antes transcrito continúa: «Bueno o malo mi trabajo, si llega a publicarse, espero que aquí en España, para la cual la escribo, y no para esos doctísimos y eruditísimos romanistas ultrapirenaicos[,] que aquí en España, repito, sugiera ideas , suscite investigaciones, anime a nuestra gente a entrar en un campo casi nada explorado aquí, en el que quisiera ver a muchos y animosos trabajadores, pero en el que ¡como ha de ser! no me decido a enterrarme»62. Aquí se advierten dos aspectos. Por un lado, esa renuencia de Unamuno a entregarse a la parte más mecánica y pacienzuda del trabajo filológico; la segunda, su aspiración a ejercer una labor «didáctico-misionera»63 . Lo segundo lo expone el propio don Miguel en el párrafo final de su introducción a Ja Gramática: Antes de d ar fin a esta introducción debemos expresar nuestros votos porque se establezca oficialmente en España el estudio histórico-comparativo, es dec ir, rigurosamente científico de nuestra propia lengua [ ... ] El autor del presente trabajo se daría por muy pagado de é l s i consiguiera coadyuvar en algo a que se despierte en España la afición a los estudios lingüísticos con aplicación especial a las lenguas románicas y dentro de éstas al castellano [,] que es lo que nos interesa, aun cuando no aporte un dato nuevo ni una nueva explicación a la c ienciaM

En cuanto al primer aspecto, ya se lo había dejado claro al propio Múgica en un pasaje de singular importancia para comprender la actitud de Unamuno anteriores al siglo XIII, tomándolos de la Espwla Sagrada, de la Colección de Fueros de Muñoz o de otras publicaciones así, donde se dan a luz copias de copias, hechas sin el menor propósito filológico, "corrigiendo la bárbara latinidad", como a veces decían los editores antiguos» (R. Menéndez Pida!, Orígenes del espa11ol, pág. 1). 60 B. D. Huntley y P. Liria, loe. cit. 61 «La primera edición de este trabajo se comenzó a imprimir en abril de 1923 y se terminó en julio de 1926. En tan largo transcurso de tiempo el plan y hasta el título de la obra se mudaron» (R. Menéndez Pida!, Orígenes del espaíiol, pág. 11). 62 Carta de 28 de abril de 1893 (ed. de B. D. Huntley y P. Liria, op. cit., 18, pág. 48). 63 Por retomar la expresión de Huntley y Liria, op. cit., pág. 25. 64 M. de Unamuno, Gramática, pág. 100.

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ante la filología, y que permite verificar buena parte de lo señalado al respecto más arriba: L a ciencia es labor de muchos, lenta, pausada, persistente, colectiva, obscura, pero ... la verdad ... no es para mí eso. Me ahoga [... ] La mayor, la grande, la positiva importanc ia de la filología es ser un medio auxili ar para e l progreso de la psicología, llevarnos por e l estudio de la evolución del lenguaje al conocim iento más perfecto de la evolución del pensamiento y la ps icología es grande en cuanto nos acerca al conocimiento de nuestro propio espíritu. Pero ¡es tan enorme el trabajo oscuro para tal fin!, ¡se tienen que consumir tantas generaciones de canteros antes de que se alce esplendente, a l sol del mediodía, adm iración de todos, el hermoso ed ificio !65

Con estas ideas, Unamuno, buen lector de Humboldt66 , se anticipa a las posturas de Wundt y, sobre todo, a las del idealismo lingüístico que surgió con las aportaciones de Croce y de Vossler67 , el cual, de haberse originado en la etapa de mayor interés unamuniano por la filología, quizá le hubiera hecho consagrarse defi niti vamente a esta disciplina.

4. Un ejemplo: grafía y fonética del Cantar de Mio Cid Para ejemplificar las características antedichas y las similitudes y discrepancias entre ambos trabajos resulta conveniente comparar dos pasajes concretos, para ver como Unamuno y Menéndez Pidal se enfrentan al mismo aspecto del análisis. Esto, sin embargo, plantea un problema, puesto que no poseemos la redacción original del estudio de don Ramón. Enfrascado éste en otros empeños, hubo de posponer la revisión de su obra. Para cuando pudo al fin hacerlo, habían pasado diez años, se había multiplicado la bibliografía sobre el Cantar y sus propias investigaciones le habían hecho replantearse diversos puntos del texto. Como él mismo sintetiza en su advertencia preliminar a la edición de 1908 : «Por fin ahora sale á luz mi trabajo, refundid o completamente, pero sin alteración del primitivo plan, ni siquiera en el número y contenido de los pátrnfos en que al comienzo lo dividÍ»68. En estas condiciones, la elección de un punto cualquiera amenazaba con distorsionar completamente la comparación antes propuesta. Por eso, tras diversas dudas, he optado por basar el comentario en una sección que s in duda hubo de experimentar escasas transformaciones entre una versión 65 66

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Carta de 6 de marzo de 1893 (ed. de B. D. Huntley y P. Li ria, op. cit., 16, pág. 46) . Véase F. Huarte Morton, op. cit., pág. 13. Cf. J. lardan, op. cit., págs. 14 1-247, y J. Portolés, op. cit., págs. 138-160. R. Menéndez Pida!, Cantar, pág. x.

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y otra del estudio de don Ramón, la relativa al alfabeto del Cantar de Mio Cid y a su pronunciación. En efecto, habiendo aparecido la magna edición pidaliana antes de la renovación de la investigación fonética española por Navarro Tomás y siendo muy posterior el hito de Amado Alonso sobre la historia de la pronunciación española 69, es de suponer que tales pasajes hayan pasado casi idénticos de la redacción de 1893 a la de 1908. En consecuencia, ofrezco a renglón seguido una selección de los parágrafos que ambos autores dedicaron al tema indicado.

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TEXTO DE UNAMUN0 7

3. La ortografía debió, e n su origen, de ser fonética y tan sólo la desproporción que hay entre la evolución del lenguaje hablado, rápida re lativamente a la mayor estabilidad del escrito, ha produc ido la ortografía etimológica. Formas de ésta, sin valor fo nético, las hay e n el Poema corno christiano, be11ditione, abbat. Dejando a éstas de lado debernos suponer que no es enteramente caprichosa la ortografía del Poema. Su indecisión, por una parte, acaso obedezca no poco a la indecisión de los sonid os mismos en toda lengua que aún no se ha fijado y por otra parte, aunque la misma palabra encontrarnos escri ta de más de una manera, hay una predominante para cada vocablo y aun para vocablos análogos. 4. El alfabeto del Poema en el orden corriente es e l que sigue: a, b, e, ch, d, e f, g, h, i, j, 1, 11, m, 11, 11, o, p, q, r, rr, s, ss, t, u, v, x, y, z. 5. El tono de voz, substractwn común a los son idos todos propiamente tales, tono producido por las vibraciones rítmicas de las cuerdas vocales, no acompaña a todas las articulaciones fónicas. De aq uí una primera división e n letras sonidos o sonoras y le tras ruidos o sordas, según la articulación va acompañada de tono producido por la vibración rítmica (sonido) de las cuerdas vocales, o se produce por la vibració n irregular (ruido) de alguna parte del aparato bucal. Lo mismo entre unas sonoras y otras que entre unas y otras sordas las diferencias dependen de las distintas articulaciones del aparato bucal, siendo en aquéll as, estas diversas articulac iones modificadoras tan sólo del tono de voz y, en las sordas, formadoras de la letra. Según la articulación se produzca en una zona u otra de la boca se engendran las labiales, labio-dentales, interdentales, alveolares, cerebrales y paladiales con un infin ito número de matices intermedios. Pueden verse detalles y más amplio desarroll o de estas doctrinas en las obras especiales de lo que los alemanes llaman Latt1physiologie, fisiología del sonido, de que han tratado glotólogos como Winteler, Brücke, Czernak, Sievers. 69 T. Navarro Tomás, Ma1111al de pro1111nciació11 espaiiola, Centro de Estudios Históricos (Publicaciones de la Revista de Filología Española), Madrid, 1918; A. Alonso, De la pron1111ciació11 medieval a la modema en espa1io/, Gredos, Madrid, 1955-1969, 2 vols. 70 M. de Unamuno, Gramática, §§3-5 (págs. 102-103), § 10 (pág. 107) y§ 14 (pág. 111).

UN TEXTO PARA DOS FILOLOGÍAS

Entre las sonoras hay unas e n que la articulación del aparato bucal no hace más que modificar e l tono de voz, ejerciendo la boca de caj a de resonancia, y otras en que aquel aparato conc urre a formar la letra produc ie ndo un ruido que acompaña al sonido fundamental produc ido por la vibración rítm ica laríngea. E ntre los primeros sonidos de la anterior división puede hacer de caja de resonanc ia ya la cavidad bucal, engendrando las ll amadas vocales, la l y la r, ya las fosas nasales cerrada la sali da de la corriente sonora por la boca, lo que da origen a las nasal es. Cinco son las vocales que hall arnos e n e l Poema: u o a e i , ordenadas según su valor fisiológico. Los diptongos son au eu ai ue ie. Esta representación esquemática en serie linear u o a e i de las vocales es más exacta que el llamado entre nosotros triángulo orcheli ano, expresión no tan rigurosa de su valor y fo rmació n. Véase S ievers, Grundzüge der Lautphysiologie. [ ... ] 10. Nada hay que observar respecto a las dentales t, d, sino cuando son finales. Sonidos dentales son también la z y la r. ¿Habría alguna diferencia entre

z y r? El autor del Diálogo de la lengua dice que la cedilla hace que la r valga por z, Lebrija dice lar equ ivale al rama hebraico y Cristóbal de las Casas que la e co n e i suena como en toscano z con cualqu ier vocal o como la t con i sucediéndole vocal. Pero es de notar que en el Poema no vernos usadas indistintamente la r y la z. En efecto, lar representa ya una se latina como en los verbos termin ados en -erer, ya va precediendo a e i: rerrada, rinxo, rerca, reribir, rielo, me1red, etc., ya eq uivale a t seguid a de i y otra vocal corno en graria, orarion, prerio, palario, gananria, etc., ya se halla ante a o allí donde se ha ll a verifi cada la absorción de una i: fuerra (jortia), coraron (corationem), lanra (lancea, lancia), calra (calcia). Se ha llan siempre con z las vocesfazer, plazer, cozina, yazer, dezir, aduzir; la tenemos en goza representa ndo un sonido origi nado de dy (gaudio, gawdyo), en quinze donde también ha influido la d (q uindcequindecem ) y e n plazo, escrito plaza vari as veces en los Fueros de Medinacel i. Obsérvese cómo la z de fazer y dezir está sujeta a pérdida (Fonética, 54 B, 1, 2)faré, diré. Finalmente, lar jamás es final , hallando en cambio paz, plaz, cruz.faz. Probablemente la z, más o menos análoga a nuestra z actual, tenía mucho más de dental (i nter-dental) que la r. análoga a la r francesa, más emparentado con las paladiales. [ ... ] 14. Respecto a las guturales nada hay que ad vertir. Véase ahora e l cuadro donde exponernos la clasificación del sistema fóni co de la lengua del Poema del Cid.

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