Un retablo de Diego de Siloe para San Román de Burgos, en Actas del Congreso Internacional sobre Gil de Siloe y la escultura de su época. Burgos, 2001, pp. 583-585.

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Descripción

AURELIO A. BARRÓN GARCÍA

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UN RETABLO DE DIEGO DE SILOE PARA SAN ROMÁN DE BURGOS

ACTAS DEL CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE GIL SILOE Y LA ESCULTURA DE SU ÉPOCA BURGOS 2001 ISBN': 84-95874-02-4 ~·:

UN RETABLO :QE DIEGO DE SILOE PARA SAN ROMÁN DE BURGOS ~ AURELIO A. BARRÓN GARCÍA

El historiador del arte burgalés del siglo XV y primeras décadas del siglo siguiente tropieza con una grave carencia documental. Por ello, en las últimas décadas se hari incorporado pocos datos nuevos a los que publicara Martínez Sanz en 1866 y a los que añadieron diversos eruditos en la primera mitad de este siglo: Martí y Monsó, Alonso Cortés, Villacampa, Huidobro, García Rámila, López Mata, Martínez Burgos, Mansilla Reoyo, ... A diferencia de la Corona de Aragón, en Burgos no se conservan registros notariales del siglo XV y son muy escasos los protocolos anteriores a 15 30. Los primeros registros datan de 1511 y pertenecen a una única escribanía. El Archivo Municipal de Burgos guarda las Actas municipales desde finales del siglo XIV pero aportan escasos datos sobre artistas y obras de arte. Otro tanto sucede en el Archivo de la Catedral. Se conservan las Actas capitulares, una abundante documentación sobre asuntos internos del cabildo y un registro minucioso de las propiedades, censos, rentas y alquileres pertenecientes al cabildo. Sin embargo, los archiveros que ordenaron la documentación en el siglo XVIII no fueron tan celosos a la hora de conservar los libros de gastos y de fábrica. Se han localizado algunos cuadernos sueltos de gastos de fábrica intercalados en el Libro nº 1 de Mayordomía. Abarcan algunos pagos de los años 1495 a 1501. Existe otro libro -Cuentas de maravedís, pan y vino, 1400-1576- que recoge una variada documentación de deudas del cabildo y en el que se ha incorporado un cuadernillo de gastos

de fábrica que también abarca los años 14961501. Los Libros de fábrica de la catedral comienzan en 1514 y se trata de un resumen de cuentas. Frecuentemente se justifican los gastos con mucha brevedad pues se hace referencia a otros libros del mayordomo o del fabriquero, e incluso a libros de obras determinadas y de los diversos talleres que el cabildo tenía abiertos para atender las empresas de cantería, carpintería y talla. Se puede suponer que estos libros eran más minuciosos pero no se conservan o permanecen sin localizar. Salvo excepción, tampoco se conservan los libros antiguos de fábrica de las parroquias. Sin embargo, de la iglesia de San Esteban se han preservado los libros de fábrica desde 1469 y permitieron a Teófilo López Mata reconstruir la historia del templo y documentar numerosas obras 1 . De la parroquia de San Román se guardan las cuentas de fábrica desde 145 3 y nos han permitido sacar de nuevo a la luz algunas noticias que comentar~ mos a continuación. La iglesia de San Román se localizaba en los barrios altos de la ciudad en la ladera del castillo. Se encontraba en un extremo de la cal de las Armas, calle de ronda del castillo y primera calle de importancia en la ladera de la fortaleza. Entre sus parroquianos se encontraban algunos caballeros y ricos mercaderes -como los Castillo, Quintanadueñas y Curiel-, pero el grueso de la feligresía y sus miembros más significados fueron los plateros2. La cal de las Armas, que iba desde la iglesia

López Mata, T.: El Barrio e Iglesia de San Esteban. Burgos, 1946. Las relaciones, donaciones e intervenciones de los plateros en la parroquia de San Román las hemos estudiado en, Barrón García, A.A.: La época dorada de la platería burgalesa, 1400-1600. Burgos, Diputación de Burgos-Junta de Castilla y León, 1998, t. I, pp. 64-69. 1

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de Santa María la Blanca hasta la iglesia de San Román, fue la residencia obligada de los plateros durante el siglo XV. Durante la guerra civil castellana, desatada a los inicios del reinado de Isabel, se incendió y arruinó la cal de la Armas, "una calle principal de la cibdad" como la califica Hernando del Pulgar. Los plateros ricos y otros vecinos poderosos buscaron acomodo en los barrios bajos de la ciudad y, en adelante, la cal de las Armas y otras calles circunvecinas acogieron cada vez a mayor número de pobres. Sin embargo las parroquias de los barrios altos mantuvieron y preservaron su esplendor. A diferencia de lo que era habitual en otros lugares, los habitantes de Burgos pudieron elegir libremente parroquia desde la Edad Media hasta el pasado siglo. Las parroquias eran de adscripción personal y los plateros, los nobles y mercaderes hidalgos parroquianos de San Román, aunque se trasladaron a otras residencias -los plateros a la calle Tenebregosa, junto a San Nicolás-, permanecieron fieles a su vieja parroquia. La elección y cambio de parroquia no tenía límites en un principio. Sin embargo, el sínodo de 1474 limitó la posibilidad de elegir o cambiar de parroquia a las siguientes situaciones: al avecindarse en la ciudad, al casarse, al enviudar o al cambiar de domicilio3. En los libros parroquiales se llevaba registro de los ingresos de parroquianos. El mero apunte del alta informa que ha podido ocurrir uno de los supuestos sefíalados, especialmente los dos primeros pues no se practicaba usualmente el cambio de parroquia, salvo que se acabara de llegar a la ciudad o se pasara a la vida adulta al casarse o, lo que es lo mismo, al desempeñar un oficio de modo independiente pues los artesanos y trabajadores suelen adscribirse mayoritariamente a la parroquia donde reside la cofradía del santo patrón del gremio. Este puede ser el caso de Gil de Siloe que ingresó en la parroquia de Santiago de la Fuente en 14864. Posiblemente había llegado poco antes a la ciudad. Le presentó en la parroquia el pintor Diego de la Cruz que era feligrés con anterioridad. Tal vez decidiera aveciíi~ darse en Burgos porque contaba cori dos impor-

tantes encargos: los sepulcros reales de la Cartuja y el retablo del árbol de Jesé en la capilla de Santa Ana de la catedral burgalesa, comisionada esta obra por el obispo Luis de Acuña. Si se confirmaro/que Maestre Gil se estableció en Burgos en 1486, habría que convenir que otros escultores norteños desconocidos, colaboradores o miembros del taller de Juan de Colonia, habían introducido el estilo flamenco unos treinta años antes. Hacía años que lo flamenco imperaba en la pintura burgalesa, en la escultura -sepulcro del obispo Alonso de Cartagena- y en la platería. Los magníficos relicarios de plata de San Pedro, San Pablo y Santiago, donados por el obispo Acuña a la catedral de Burgos, se modelaron conforme a tipos humanos de clara raíz flamenca. El relicario de Santiago presenta punzones de Burgos que nos permiten datar las imágenes entre 1465 y 1472. Durante la guerra civil castellana, los partidarios de la reina Juana se hicieron fuertes en el castillo de Burgos. La ciudad, del bando de la reina Isabel, asedió la fortaleza. Los hechos de armas dañaron las iglesias de Santa María la Blanca, San Esteban y San Román. Los mayordomos de la iglesia de San Román comenzaron a recoger limosnas, para "enderezar la capilla" en 15085. Aparte de una generosa donación de Pedro Martínez, cura de la iglesia, el grueso de las aportaciones vino de los plateros. Puesto que los aderezos no resultaban suficientes, se determinó rehacer la capilla mayor que se "fizo comenzar año de 15 17 a labrar y se acabo año de 1520". La fábrica sólo contaba con 14.862 maravedís y, sin embargo, los parroquianos "tubieron zelo y animo de derrocar la dicha capilla mayor, y una casa que estaba cabe ella la qual compraron, y asi hizieron la dicha capilla muy mas grande y mayor que estaba con sus venditas limosnas"6. De nuevo fueron los plateros los donantes más numerosos si bien varios clérigos y nobles hicieron donaciones más abultadas con las que consiguieron sepulturas en la nueva capilla.

3 López Martínez, N.: "Sínodos burgaleses del siglo XV", en Burgense, nº 7, 1968, pp. 211-406. Alonso de Forres, C.: Las parroquias en la ciudad de Burgos. Burgos, 1981. 4 Archivo Diocesano de Burgos, Burgos, Santiago de la Fuente, Libro de fábrica, 1476-1574. En las entradas de parroquianos del año 1486 se registró: "Gil ymaginario, fiador Diego de la Crus. C [100 maravedís}". 5 ADB, Burgos, San Román, Libro de fábrica, 1453-1537, fol. 63r. 6 Idem, fols. 78v-79v.

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Maestre Pedro de Villarreal y Domingo de Villarreal, vecinos de Villarreal (Guipúzcoa), se encargaron de la dirección de las obras y Juan de Salas ejerció de veedor. El 29 de agosto de 1521 fue tasada la obra por Francisco Colonia, Juan de Matienzo, Nicolás de Vergara y Diego de Siloe7. A continuación, los parroquianos quisieron renovar el retablo de la capilla mayor. En 1525 se recogieron limosnas para hacer el retablo. Se junta~ ron 136.907 maravedís y, como en las ocasiones anteriores, las aportaciones de los plateros fueron muy significativas. Lamentablemente falta un folio en el libro de fábrica pero el retablo lo hizo Diego de Siloe y se debía de haber concertado en 400 ducados. En 1525 y 1526 pagaron 300 ducados al escultor y se apuntan los primeros gastos en un pleito con Siloe, probablemente porque el retablo fue tasado en una cantidad superiors. Siloe recibió, entre 1526 y 1527, otros 82.583 maravedís mientras el pleito permanecía abierto; una parte se pagó a los criados de Siloe "por la llave del sagrario", luego era un retablo con relicario incorporado en el banco. Las cuentas se interrumpen en el último año señalado y no se vuelven a apuntar registros hasta 1536. Desconocemos los aspectos formales del retablo pues no hemos encontrado ninguna descripción. Lógicamente debía relatar la historia de San Román como sucedía en el viejo retablo. El retablo sustituido se guardó en la parroquia y en el inventario de 15 31 se relaciona entre "las cosas de madera": "el retablo viejo del altar mayor de la ystoria de señor San Roman"9. En 1519, Diego de Siloe había retornado a su ciudad natal y muy pronto alcanzó una extraordinaria reputación. En algunas de sus primeras obras colaboró con Felipe Bigarny, pero pronto acumuló encargos en solitario. El retablo de

San Román lo realizó cuando concluía su participación en los retablos de la capilla del Condestable y su genio refulgía sin igual, lo que debió de motivar los celos de Maestre Felipe que veía peligrar su hegemonía en la ciudad de Burgos. Probablemente Siloe entregó el nuevo retablo sin policromar. Pudo encargarse de esta labor un pintor desconocido de Vitoria. En enero de 1529, el mayordomo de la iglesia rindió cuentas de los años 1526 y 1527. Bajo el epígrafe "de lo del retablo" apuntó el gasto de 375 maravedís "con el pintor de Vitoria que vino y le tuvo en casa 12 dias"to. Tampoco se puede descartar que el vitoriano actuara como tasador. La iglesia se derribó a comienzos del siglo XIX. Había sufrido mucho durante el sitio del castillo y con la explosión que provocaron los franceses en su retirada. En 1831 se suprimió la parroquia y se unió a la de San Pedro y San Felices. Los libros y los objetos de plata -muy valiosos- se llevaron a la iglesia de San Pedro y San Felices. También se llevó alguna imagen, como la de Nuestra Señora de Rocamador, pero nada sabemos del retablo de Siloe, ni si se conservaba para entonces. El interior y retablos de la iglesia de San Román tampoco se describe en los tomos que el padre Flórez dedicó a la iglesia de Burgos en su España Sagrada, ni en los relatos de Antonio Ponz e Isidoro Bosarte, viajeros que habían visitado Burgos poco antes de que desapareciera la iglesia. Con anterioridad se habían escrito varias historias de Burgos y sus iglesias pero, lamentablemente, no aportan ningún dato sobre el retablo mayor de San Román por lo que no se puede aportar ni descripción ni piezas conservadasll.

7 Idem, fol. 84v. El mayordomo apuntó el gasto de 442 maravedís "que se dieron a quatro maestros que benyeron a medir y tasar la obra de la capilla, que fueron Colonia y Matiern;;o y Vergara y Syloe, para me dar parescer para sentern;;iar lo que abyamos de dar a maestre Pedro y maestre Domyngo". 8 Idem, fol. 95r. ''Yten que da por descargo que dio a Diego de Siloe, escultor, trezientos ducados para en quema e pago de los quatrocientos ducados del retablo". "Yten dozientos e quarenta e
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