UN PROYECTO DOS NACIONES

August 15, 2017 | Autor: F. Álvarez Simán | Categoría: GERENCIA DE PROYECTOS
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Descripción

UN PROYECTO DOS NACIONES
"La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida"
José Martí

Fernando Álvarez Simán*
http://mx.geocities.com/feralvarezsiman/
El espectáculo brutal que emerge del desalojo forzado de una parte de los
8000 judíos asentados en Gaza, incita a pensar se trata de otra exageración
de la avidez por la desgracia humana que se ha estacionado en la
rentabilidad del media show noticioso. Pero no es completamente así. Por el
contrario, hay que percibir que los desalojados (voluntariamente o
forzadamente), constituyen literalmente los conejillos de indias de una
compleja negociación y de la cual aún no se sabe ni su resultado inmediato,
ni menos la expectativa de consolidación futura. Los '8000 de Gaza' apenas
forman una puntada inicial en la negociación para ese largo camino hacia la
paz y la constitución del estado palestino, a los que se deberían sumar, si
todo corre como negociado, un número 50 veces mayor de asentados (cerca de
400.000) en territorios todavía por desocupar en la Cisjordania, y
particularmente en Jerusalén. En ambas partes -palestinos e israelíes-
surgen diversas hipótesis. Por un lado que el Primer Ministro Ariel Sharon
habría hecho su jugada táctica para amortiguar el problema futuro con el
desalojo de 400.0000. Por el otro, que de prolongarse la incertidumbre de
desocupar Cisjordania y Jerusalén, se estaría próximo a una tercera
Intifada. (Al-aqsa-levantamiento; la primera en 1987 y la segunda en 2000).
Sin embargo, a pesar de la fragilidad política histórica en estas
negociaciones, lo que ya ha sucedido en Gaza y está sucediendo, tiene la
fuerza de un simbolismo que otros acontecimientos en la zona no habían
tenido. Impensado 10 o 20 años atrás, ni menos hace 5 años cuando se
degradó toda posibilidad de acuerdo con el comienzo de la segunda Intifada,
en septiembre de 2000, un año muy violento en las postrimerías de la
administración Clinton. Con el desmantelamiento y desarraigo de 8000
judíos, Gaza se desprende de la 'tutela' de Israel, pero se inicia el otro
proceso mayor que es hacer que ocurra lo mismo con Cisjordania y Jerusalén.

La historia demuestra que cada concesión territorial hecha por un Primer
Ministro israelí termina, más tarde que temprano, siendo el precedente para
otra próxima. En este sentido la retirada de Gaza es, un pequeño paso, pero
a la vez, un gran salto para la solución del conflicto palestino-israelí,
parafraseando con exageración a Neil Armstrong al pisar el suelo lunar.
En 1947 el líder sionista David Ben Gurion convenció a la mayoría de los
judíos de la Palestina Británica a aceptar con pragmatismo y dolor el Plan
de Partición de la ONU que proponía el establecimiento de un Estado Judío y
uno Árabe, sacrificando lugares de importancia religiosa e histórica para
el pueblo judío, como Jerusalén y Hebrón , entre otros. El primer jefe de
Estado israelí comprendió que era mejor establecer un país, luego de 20
siglos de exilio, en parte del territorio anhelado que no hacerlo por
empecinarse a pedir todo.
Si Menahem Begin, fundador del Partido Nacionalista Likud, el de Ariel
Sharon, no hubiese aceptado entregar el 100% del desierto del Sinai y
debatir la creación de una autonomía Palestina en Gaza, a cambio de la paz
con Egipto en los acuerdos de Campo David de 1978, Isaac Rabin no hubiese
podido romper el tabú de negociar con Arafat para la creación de la
Autoridad Palestina en Gaza y en las zonas más pobladas de Cisjordania. Los
Acuerdos de Oslo de 1993 y 1995 generaron una realidad que forzó a Sharon a
culminar la retirada de Gaza, con 1,5 millones de palestinos, desalojando
los asentamientos que él mismo, como ministro de gobiernos anteriores,
estimuló a construir.
Por lo observado en Gaza, se trata más bien de la declinación de una
ocupación por parte de Israel, que la reconquista de un territorio ocupado
por parte de la autoridad Palestina. En el escaso margen de la línea
divisoria que distingue las dos situaciones, estaría el complejo entramado
del problema donde la autonomía o el auto gobierno de Gaza, no
necesariamente representaría una clara soberanía. Si se revisa la
cronología del conflicto, lo que está llevando a cabo Ariel Sharon en Gaza,
aunque sea a pequeña escala, tiene una significación simbólica de una
magnitud para no desdeñar. De hecho, constituye la decisión política de más
envergadura hasta el momento. Sin embargo el retiro de Gaza deja
condicionada la autonomía palestina a una serie de medidas como las
restricciones en el uso de vías libres para fluir con Cisjordania y una
permanente vigilancia en el acceso marítimo. Informes preliminares del
Banco Mundial, señalan que estas restricciones que podrían visualizarse
como un bloqueo, y harían casi inviable la sustentación económica del
proyecto de una Gaza autónoma y plenamente soberana.
El desmantelamiento del arsenal en las facciones más radicales en el sector
palestino sería una condición sinequanon para que Israel modifique estas
medidas. Aún así, es un hito político y quizás decisivo, para las futuras
negociaciones en ambas partes, donde se ha constatado una mayor diversidad
de posiciones, o al menos el centro gravitacional de las decisiones,
comienza a distanciarse de las posiciones más polarizadas. Fuentes
contactadas señalan que 'las posiciones más radicales tanto en el sionismo,
que se caricaturiza a veces de extrema derecha, como en el sector palestino
que por omisión de otras, queda reducido a Hamas, han entrado en un carril
político'. La decisión política ha sobrepasado una inmensa cantidad de
negociaciones abortadas pasando por dos Campo David, y las Conferencias de
Madrid y Oslo.
Muchos adscribirán la visión de que la diplomacia internacional contribuyó
a mantener un clima de negociación. Sin embargo al final la decisión ha
respondido a un clima político interno y reducida a las claves políticas en
el ámbito de la nación que tiene la sartén por el mango que es Israel, y el
apoyo de su principal sostenedor político y económico, los EEUU. Por su
parte la Autoridad Palestina también ha logrado una consolidación en el
camino de las negociaciones, y por mucho que prevalezca el desdén en la
visión Occidental respecto a una fragmentación incontrolable en el sector
palestino, desde aquí también han habido contribuciones no menores. Hamas
comienza a tener un peso propio en la dinámica propiamente de la
negociación política, sin recurrir a situaciones extremas. Hay una lección
principal no obstante.
Aún considerando que el mentor económico de la operación es los EEUU, el
fenómeno que está sucediendo proviene de un conjunto de decisiones que sólo
podía funcionar tomando en cuenta la dinámica interna de la política en
ambas partes tanto israelí como Palestina. Siempre se supo que era así,
que la aspiración del estado palestino de regreso a su tierra original y no
repartido, se materializaría fragmentariamente, con acoso y con la tensión
que ha sido el sello de su existencia desde el desalojo en 1947.
A pesar las banderas desplegadas por los palestinos como un primer triunfo
y una explicación de que 'ahora Gaza, después Cisjordania y la 'reconquista
mayor: Jerusalén', la batalla principal a veces es la primera y comenzaba a
partir de la desocupación de Gaza. Todavía no se encuentra una explicación
coherente - si alguna vez hubo alguna- de porqué la resolución de las
Naciones Unidas 242 del 22 de noviembre de 1967, a meses de la toma de los
territorios ocupados, que solicita en forma enérgica el retiro inmediato de
Israel, nunca se llevó a cabo. Algún fundamento se podrá encontrar en las
célebres palabras del Secretario de Defensa Donald Rumfeld, antes de la
invasión a Irak en 2003, expresando su decepción 'de que las Naciones
Unidas no servían'. Claramente, en la desocupación de Gaza, EEUU tiene la
mayor responsabilidad de que esto haya ocurrido 38 años después, de la
forma en que está ocurriendo y de todo lo que ha ocurrido hasta ahora.
EEUU y particularmente esta administración, no pueden como se dice en
inglés 'carry away with murder', o sea salir con el muerto sin que nadie se
dé cuenta.
Esas desgarradoras protestas de los desalojados a la fuerza de los
territorios ocupados que creen por cultura en la obediencia o fidelidad a
la tierra y no al Estado de Israel, deben apuntar también al responsable
mayor. Como lo señaló David Borizón un ingeniero civil de origen judío
residente en México y agudo analista: 'el problema mayor es que nadie les
dijo a muchos de estos 'colonos', en lo que se iba a transformar el Estado
de Israel, y su función en el plan de control estratégico de la zona; o sea
un estado centinela de los intereses de otros; tampoco les dijeron que
ellos mismos se transformarían en centinelas'
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