Un inusual suceso: el choque de avionetas en la ciudad de Barinas

May 24, 2017 | Autor: C. "Dr. Virgilio ... | Categoría: Historia de Barinas, Ciudad de Barinas (Venezuela)--Cotidianidad, Semana de la Patria--Barinas
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Un inusual suceso El choque de avionetas en la ciudad de Barinas

Autor Baudilio Mendoza Sánchez [email protected]

Doctor en Ciencias Agrícolas (UCV). Magister en Desarrollo Rural (UCV). Ingeniero Agrónomo. (UCV). Profesor Titular de la Unellez, y profesor de postgrado invitado de la UCV.

HACIENDO MEMORIA. Nº 7. BARINAS, ENE-FEB. 2013. ISSN: 2343-6026

L Mapa de la antigua Provincia de Barinas en Venezuela (1840) de Agustín Codazzi (1793-1859). Colección: David Rumsey Historical Map Collection. Fuente: Fhenavril.

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En la Barinas de la mitad del siglo XX, paradójicamente, sería la ruralidad la que induciría a hacer más frecuente el vuelo de aeronaves en el firmamento local, cuando todavía el viejo aeropuerto –el mismo que aún está en servicio- ni siquiera tenía en funcionamiento su torre de control. La novedad de las avionetas acontecía desde 1951 debido a la implementación del Plan Arrocero, basado en una alta mecanización de las labores agrícolas, lo que haría común la aplicación de agroquímicos mediante la fumigación aérea de las sabanas barinesas, preñadas de promisorios arrozales.

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Pilotos de otros “mundos”

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Así arribaron a nuestra capital un grupo de pilotos, en su mayoría extranjeros, para aplicar sus destrezas en los sembradíos, quienes además del citado campo de aterrizaje empleaban improvisadas pistas aledañas a las siembras. Entre estos pioneros del aire llegó Renato Norbierto, un joven italiano nacido circunstancialmente en París en 1922, quien antes de cumplir la mayoría de edad ya había aprobado el curso de aviador civil en el Aeroclub de Génova, por lo que al prestar servicio militar se convertiría en piloto en la segunda guerra mundial. Al final de esta contienda, en una Italia derrotada, torna su mirada hacia Venezuela “porque en los libros aparecía como un país petrolero en pleno desarrollo”, arribando a Caracas en 1945, a partir de lo cual ejercería como topógrafo al servicio del Ministerio de Obras Públicas (MOP) y luego, al revalidar su licencia en el país se dedica a la instrucción de vuelo en varias ciudades importantes, donde además compartiría su adrenalina con las competencias en autos de carrera. Su amistad con un piloto de la misión americana en Maracay le anima a venirse a Barinas, a aplicar su experiencia en el riego de agroquímicos en aquellos arrozales que estaban en pleno apogeo en la geografía local, y consecuentemente a insertarse en un grupo de cierto prestigio social, dada la significación para la rutina pueblerina de esta novedosa actividad modernizante.

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Renato Norbierto. s.d. Autor: desconocido. Colección: Álbum Familia Norbierto. Reproducción: ©Baudilio Mendoza.

Plaza Bolívar de la ciudad de Barinas a finales de la década de los años cincuenta, en cuyos alrededores tuvo lugar el primer accidente áereo acaecido en esta importante tierra llanera. Autor: desconocido. Colección: ©Fototeca Virtual Henrique Avril. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.

De esta manera, por circunstancias de la vida, el 5 de julio de 1955 se encuentra participando como invitado a una demostración aérea, que formaba parte de las pomposas celebraciones de la Semana de la Patria, icono festivo del régimen perejimenista. Allí aconteció lo que sería el primer percance aeronáutico con saldo fatal del que se tenga conocimiento en la historia de la ciudad.

colores de la bandera nacional. Para los presentes aquello era un verdadero espectáculo acrobático sin percibir ningún riesgo en el asunto, pues además de las graciosas piruetas se podía distinguir claramente las cabezas y hasta algunos gestos de los aviadores, que arrojaban flores y pequeños volantes sobre el público. Luego la fatalidad quiso que dos de las aeronaves colisionaran en pleno vuelo, muy cerca de la multitud que los aplaudía, bordeando la Arzobispo Méndez frente a la plaza. Un suceso inesperado La gracia de Dios quiso que la pericia de los En esa oportunidad, los escolares nos encon- pilotos y las fuerzas resultantes del impacto, trábamos concentrados en la Plaza Bolívar afortunadamente guiaran las golpeadas naves lejos para honrar la memoria del Libertador, y del gentío, cayendo una en un patio cercano al sorpresivamente observamos los intrépidos pases fondo de la librería Bellas Artes, y la otra en un rasantes sobre la multitud de varias avionetas, que inmueble de los Méndez Figueredo, frente a la con pericia se entrecruzaban casi al alcance de Casa Pulideña, hoy sede del Museo Alberto Arvelo nuestras manos infantiles. Al parecer se trataba de Torrealba. Luego todo fue confusión, gritos y dejar caer una lluvia de flores desde esos aviones dificultad para rescatar a aquellos tripulantes sobre la estatua pedestre de Bolívar, con los lesionados.

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Restos de uno de los aviones siniestrados en el desfile aéreo de 1955, aún sobre el techo de la casa de los Méndez Figueredo, frente a la Casa Pulideña, actual sede del Museo Alberto Arvelo Torrealba. Fotografía: autor desconocido. Colección: Álbum Familia Norbierto. Reproducción: ©Baudilio Mendoza.

Recientemente, indagando sobre este inusual suceso -del cual entonces pocos querían hablarpero que se había quedado grabado en la memoria de los que lo presenciamos, logramos precisar algunos referentes sobre el asunto. Así, nos dimos la mano con el ya referido señor Norbierto, uno de los protagonistas, quien conducía una de las avionetas siniestradas, quien de manera amable accedió a narrar su versión del suceso: “Yo trabajaba aquí en Barinas fumigando en el Plan Arrocero cuando vino el 5 de julio del año 1955 y nos llamó el gobernador del estado Jesús Alberto García Monsant, y nos pidió que por favor le hiciéramos un desfile aéreo y le tiráramos volantines y flores sobre la plaza Bolívar. El acto se hizo con seis avioncitos, cinco de fumigación y uno de pasajeros. Recuerdo que además de mi persona, entre los pilotos amigos estaban: un colombiano de apellido Garzón; el alemán Gunther Blankenhorn; Abelardo Hernández, venezolano; creo que Valentín Villanueva, y el italiano Vazzichelli que andaba en un avión de una pequeña compañía de aerotaxis llamada ABARCA que hacía vuelos y tenía sede en el aeropuerto. En el desfile

él iba de primero y yo andaba de último, el plan era pasar sobre la plaza, dar todos la vuelta y entrar otra vez. Vazzichelli ,que iba en la punta ,entró porque pensó que yo había pasado y entonces chocamos, pues yo venía en la dirección del llano hacia el cerro, es decir como de la iglesia al Palacio del Marqués, y él venía como del aeropuerto hacia el rio, al encontrarnos mi avión impactó al de él por la mitad, incluso me dejó parte de su avión incrustada en una ala del mío. Yo caí sobre el techo de la casa del doctor Figueredo, Vazzichelli cargaba a dos amigos de él, uno de ellos se mató, creo que era fotógrafo. Yo quedé inconsciente y me desperté una hora después en el hospital con un cura que me estaba dando el Oleo Santo, pero yo solo tenía golpes sin fracturas, pero si heridas que necesitaron puntos. Creo que me rescataron los bomberos. Eso me lo contaron después, yo no tuve ni tiempo de asustarme. El avión que yo cargaba era un Stearman, militar, que era el básico que tenían los gringos para entrenar. Después del accidente hubo problemas políticos, pero luego pusieron todo a callar y no pasó mas nada, pues el gobernador no quería reconocer que había dado la orden.”

Casa de los MendeszFigueredo Librería Bellas Artes

Medio siglo después Luego, dado el silencio impuesto por el régimen poco se podía comentar del asunto. Tan solo se recuerda que varios días después, en el rinconcito inferior de una página de un tabloide de circulación nacional, se hacía una deformada reseña, en la cual se daba cuenta del choque de dos avionetas en labores de fumigación de una siembra. Mientras tanto en el pueblito abundaban los comentarios en voz baja, pues todos sabían que solo había sido un accidente fortuito, obra del infortunio, y agradecían al creador

Vista aerea de la ciudad de Barinas en la actualidad con la respectiva ubicación de los lugares donde pernotaron las aviones tras el accidente ocurrido en el año de 1955. Fuente: ©Google Maps 2013.

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Plaza Bolívar

al bajar veloces las avionetas rugientes, chocaron sus aceros. Heridas de muerte, fueron a caer dos de ellas en los solares cercanos. De los escombros sacaron a los pilotos heridos y a su alrededor, todo era un montón grotesco de aluminio, aceite hirviente, flores y sangre derramada sobre el pastizal. En el momento que operábamos a uno de los aviadores con el bazo estallado, entre su incontenible hemorragia, se abrió de pronto la puerta del pabellón de cirugía y sin preocupaciones de asepsia entró el director cara de luna, y junto a él el gobernador demudado de ira y bañado en sudor.”

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Respecto a ese incidente, un exempleado de la Línea Aeropostal Venezolana también aportó lo siguiente: “En lo alto de la torre de control, que no funcionaba todavía, estábamos un grupo de personas mirando a lo lejos el acto de los aviones. Cuando ocurrió el choque nos avisaron y nos fuimos a ayudar con dos extinguidores que teníamos, en el aeropuerto, entramos por la casa de los Cartay, por la Calle Bolívar, por ahí cayó una avioneta. Lo primero que apagamos fue una cocina que se había incendiado. En los aviones iban varios que quedaron heridos, pero el único que se mató fue un fotógrafo que andaba con ellos, tomando fotos desde el aire…” También José León Tapia en un artículo de prensa, que tituló Un raro Gobernador, comenta que un gobernante local de esa época -a quien no nombraestimuló entre los ricos de la ciudad la creación de una línea aérea que se constituyó con “…tres avionetas de las azules como garzas morenas en los cielos del llano…con gran éxito hasta que una Semana de la Patria, ordenó como ofrenda un bombardeo de flores sobre la estatua de Bolivar y, una radiante mañana

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Aeropuerto de la ciudad de Barinas a mediados de la década de los años 50. Fotografía: ©Ramón Contreras Frías. Colección: Museo Alberto Arvelo Torrealba. Reproducción: ©Fototeca Virtual Henrqiue Avril.

haber protegido a tantos inocentes que plenaban la plaza mayor, pues no solo se les había preservado la vida, sino también las esperanzas cifradas en aquellos niños que a su vez representaban la posibilidad de un futuro mejor para aquella adormecida población. En la distancia de los años y reflexionando sobre el asunto, es posible darse cuenta de algunas cosas que están más allá de la anécdota del suceso. Así, el gobernador a pesar de la gravedad del incidente seguiría su mandato hasta la caída del dictador en 1958. De igual manera resulta prodigioso como decenas de niños en franca desbandada resultasen ilesos, pues tal vez por la inocencia muchos corrían emocionados hacia donde se presumía habían caído las aeronaves, para curiosear el desenlace de tan increíble incidente. En mi caso, cuando velozmente mis diez años se acercaban a uno de los humeantes escenarios, providencialmente me sentí levantado en vilo! era mi padre que sin yo saberlo se encontraba allí y me rescataba en medio del tumulto! Medio siglo después, se dio la grata oportunidad

de compartir esos recuerdos con los del señor Renato Norbierto, quien a sus noventa años luce una memoria prodigiosa, en medio de atesorados álbumes fotográficos, añejas revistas y amarillentos recortes de prensa que le ayudan a recrear aquellos tiempos en su apacible hogar.

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FUENTES CONSULTADAS

MENDOZA, Baudilio. Tradición y Modernidad en la ciudad de Barinas.(En prensa). Barinas. Fragmento modificado por el autor, 2013. NORBIERTO, Renato. Grabación Sonorra [Digital], 65 min. Barinas, Venezuela, 2012. TAPIAS CONTRERAS, José León. “Llegó la civilización”. En: La Prensa. Barinas, Venezuela, 9 de julio de 2005, p. 4

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