Un gobierno de hombres....

August 4, 2017 | Autor: M. Barcelò-Miller | Categoría: Gender Studies
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Descripción

“Un gobierno de hombres”1: género y populismo en los discursos de Muñoz, 1940-1960* María de F. Barceló Miller Universidad del Sagrado Corazón

A Miguel Alejandro, mi pequeño maestro. Introducción En este ensayo me propongo explicar la utilización que Muñoz hizo del género en sus discursos y mensajes. A través del género como categoría analítica intento decodificar la interpretación cultural que el Vate desarrolló sobre la diferenciación de los sexos y cómo ésta se convirtió en un medio para representar las ideas que sobre el orden y la jerarquía social tenía el máximo líder populista. De esta forma abrimos una ventana para entender la forma profundamente genérica en la cual se articuló la discursividad muñocista. Discursividad que pone de relieve el despliegue de una variedad de nociones de género como definitorios del proyecto populista que Muñoz y su "Brain Trust" impulsaban. Un análisis de esta naturaleza es necesario ya que la perspectiva de género está prácticamente ausente en los estudios sobre los discursos de Muñoz y de la propia discursividad populista en Puerto Rico.2 El enfoque de mi investigación va dirigido a entender el porqué de la identificación del Pueblo con lo masculino y la autoridad en la retórica populista,3 en el caso concreto que estudiamos, la de Muñoz Marín. El género apoya que las relaciones entre los sexos son sociales, pone de relieve

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Deseo agradecer a la estudiante del Programa Graduado de Historia de la Universidad de Puerto Rico, Nitza Méndez Lorenzo que me facilitara su monografía inédita titulada “La construcción del sujeto femenino en el discurso muñocista en el periódico El Batey, 1939-1947.” Agradezco, además, sus sugerencias cuando escuchó la charla que sobre la discursividad muñocista ofrecí en la Universidad de Puerto Rico en marzo de 2005. También estoy en deuda con la Dra. Maritza Maymí, la Dra. Mayra Rosario, la Dra. María del C. Baerga, la Dra. Margarita Flores, la Dra. Luz del Alba Acevedo y la Dra. María Dolores Luque por sus acertados comentarios en aquella actividad. El resultado final de este ensayo es de mi entera responsabilidad.

un sistema complejo y completo de relaciones que puede incluir el sexo, pero no está directamente determinado por éste o es directamente determinante de la sexualidad. El uso del género se convierte, entonces, en una manera o forma de aludir a construcciones culturales. En otras palabras, a la creación social de ideas en torno a los roles apropiados para hombres y mujeres. Es una manera de referirse, de abordar los orígenes sociales de las identidades femeninas y masculinas.4 Desde esta perspectiva, el género constituye una categoría social que se impone sobre un cuerpo al que se le adjudica un sexo. En este sentido, es una categoría normativa que establece los límites de lo aceptable en lo relacionado con conductas, tareas, actividades, desempeños... en fin, roles.5 De otra parte, si en la historia política la oposición entre varón y mujer se trata no como algo dado, sino como algo problemático y repetidamente construido, vale preguntarse qué es lo que está en juego en los debates, proclamas, discursos y legislaciones que invocan el género.6 Todo lo anterior me lleva a invitar a otra lectura del populismo muñocista; una lectura en la que, por un lado ‘lo femenino’ aparece como elemento importante para adelantar la agenda populista pero, por otro, aparece como marginal al destacar su ‘otredad’ en la sociedad más amplia. Por supuesto, no pretendo agotar el tema y mucho menos decir la última palabra. Al contrario, si este ensayo provoca discusión y debate, habrá cumplido su encomienda.

Las identidades femeninas y masculinas desde la radio y El Batey ¡Crean en su propia hombría! ¡Sean hombres y mujeres como Dios quiso que ustedes fueran! ... ¡Que Dios los ilumine y que -2-

su hombría no los abandone en este trance decisivo de sus vidas!7 La cita que inicia este apartado forma parte del febril final de uno de los discursos radiales que Muñoz Marín realizó dos días antes de las elecciones de 1940. El discurso en su totalidad es una vehemente exhortación a que todos/as los/as puertorriqueños/as participaran en el evento electoral que se efectuaría dentro de 48 horas y, sobre todo, a que no vendieran su voto. En el fragmento que citamos encontramos la conexión entre las dos proposiciones sobre la que descansa la definición que Scott hace del género. Por un lado, como elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos: “Sean hombres y mujeres como Dios quiso que ustedes fueran.” y, por otro, como la forma primaria de relaciones significantes de poder: “¡Crean en su propia hombría”, “que su hombría no los abandone…”. Esta segunda proposición es la que emerge como predominante. Y, como sugiere Scott, es importante tener conocimiento del momento y las circunstancias en que emerge como tal.8 Nitza Méndez Lorenzo en su monografía “La construcción del sujeto femenino en el discurso muñocista en el periódico El Batey, 1939-1947” apunta que el discurso de Muñoz era uno modernizante puesto que proponía unos cambios socioeconómicos importantes aunque sin “quebrantar de forma tajante el orden social tradicional conocido.”9 Veamos más detenidamente los momentos y las circunstancias en el que la identidad femenina se va construyendo en el discurso muñocista. Tan temprano como en abril de 1939, es decir, recién fundado el P.P.D., en El Batey se publica el primer llamado a las mujeres en un escrito titulado "Lean esto las mujeres de nuestros campos". En la euforia inicial se pasa por alto el rampante

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analfabetismo que arropaba a la población en general, pero sobre todo a la ruralía. Las mujeres de nuestros campos son las que ven más de cerca el hambre y el sufrimiento de Puerto Rico. Son las mujeres las que ven llorar a los muchachitos durante el día cuando sólo hay un puñado de comida que darles o cuando no hay ni siquiera ese puñado de comida. Son las mujeres las que día tras día, rodeadas de los hijos, tratan de curar sus enfermedades sin médico y sin medicina, tratando de sostener la vida de la familia en una casita a base de un jornal miserable o a base de ningún jornal.10 Esta cita ejemplifica la división de tareas y responsabilidades para cada género que se establece bajo el esquema de la esfera pública para el hombre y la doméstica, para la mujer. Es la mujer la que está todo el día en la "casita" tratando de sostener la vida familiar: cuidando a los "muchachitos"; todo en diminutivo, infantilizado. Pero, de repente, en el texto las mujeres se presentan como elementos indispensables para la transformación que rescatará a la Isla de la miseria y la explotación. El PPD puede ganar su lucha si cuenta con las mujeres. El Partido Popular Democrático está peleando abiertamente contra los grandes intereses corporacionistas que mantienen el hambre en los hogares de Puerto Rico. Se puede ganar a estos intereses si las mujeres les dicen a sus hombres todos los días que tienen que tener vergüenza y no venderse a los políticos que les cogen dinero a los que sacan millones de la miseria de sus hogares.11 Al Partido Popular Democrático no le importa tener en contra a todos los grandes intereses si tiene a su favor a las mujeres sufridas. Si la mujer hace que el hombre se avergüence de venderse, vendrá la salvación en justicia económica y social para todas las mujeres y todos los hombres y todos los niños que son víctimas de la explotación en Puerto Rico.12 En estas citas se coloca a la mujer como el elemento clave para el triunfo; sobre ella recae "la salvación en justicia económica y social... para todos y todas las víctimas de explotación en Puerto Rico." No obstante, esto involucra un doble juego: por un lado

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la mujer participa activamente en el proceso de "salvación", de transformación. Sobre ella recae la responsabilidad de que no se continúe con la práctica de la venta del voto. Pero, por otro lado, esta participación está subordinada al proyecto mayor masculino. Que en un principio, según Mayra Rosario Urrutia consistía en : renovar los aspectos indeseables del orden tradicional de la cultura puertorriqueña. Uno de esos aspectos, imprescindible para consolidar sus metas, fue la regeneración de la maltrecha imagen y comportamiento que habían impreso los partidos políticos tradicionales, Alianza y Coalición, durante los últimos 25 años. Tras ese fin... Muñoz articuló un nuevo repertorio que prescribía comportamientos dirigidos a erradicar las condiciones que consideraba responsables de la injusticia social y a legitimar el poder necesario para garantizar la supervivencia del recién creado PPD.13 La mujer está subordinada al proyecto mayor masculino puesto que se destaca su otredad dentro de la sociedad más amplia. Es a la mujer en su papel de madre o novia (futura esposa y madre) a quien el mensaje se dirige: Son las madres las que les tienen que decir a sus hijos que no le vendan su voto a nadie, porque el que tiene dinero para comprar votos es porque lo ha recibido de los grandes intereses. Son las novias las que les tienen que decir a sus novios que no pueden querer a hombres que van a vender el porvenir de sus futuros hijos por unos miserables pesos un día cada cuatro años, para después pasar hambre durante el resto de esos cuatro años.14 En otras palabras, el llamado que se les hace a las mujeres está condicionado a que el mismo no ponga en riesgo los esquemas prevalecientes del privilegio masculino. Como subraya Méndez Lorenzo, a la mujer se le asigna la responsabilidad de que los hombres no vendan sus votos y con esta encomienda se le otorga cierto poder. Sin embargo, la esfera en el que ejercerá el mismo se limita al hogar y a la casa.15 En su discurso Muñoz va más allá, y alienta a la mujeres para que le insistan a los hombres que se comporten como hombres: "les toca a las mujeres ser la voz que todos -5-

los días les esté diciendo a sus hombres que tienen que acabar con esta situación ordenadamente y pacíficamente, pero con dignidad de hombres."16

En esta cita se

observa cómo en la retórica muñocista se recurre a las mujeres de una forma muy particular. Como señala Hilbourne A. Watson, para el caso de Barbados, se recurre a la mujer para que “... push men forward and follow their leadership and direction from the private sphere of the home, to the public arena of party politics.”17 El alentarlas a que le reiteraran “a sus hombres” que fueran a votar y que no vendieran su voto era una táctica efectiva para que las mujeres se percibieran como participantes activas que apoyaban el movimiento que él lideraba. De ahí que muchas mujeres continuaran endosando la ideología política masculina.18 “Solamente hace falta un hombre”: la política es asunto de hombres Para abrirle camino a la Justicia del pueblo en la Cámara de Representantes, solamente hace falta un hombre –un voto más-.19 Tras la “victoria grande y precaria”20, como el propio Muñoz adjetivó los resultados de los comicios de 1940 en la que los Populares obtuvieron el control del Senado, el Vate fue electo Presidente de ese cuerpo. En la Cámara de Representantes la situación fue diferente. Hubo un empate de 18 a 18 entre el P.P.D. y la Coalición, mientras que la Unificación Tripartita obtuvo tres escaños. Aunque los tres votos de los representantes del tripartidismo fueron decisivos en la elección de Samuel R. Quiñones para presidir la cámara baja, no sucedió lo mismo cuando tocó la hora de aprobar el presupuesto del próximo año fiscal. Cuando los representantes tripartitas le informaron a Muñoz que no votarían a favor del presupuesto sometido, éste decidió “apelar directamente al pueblo”.21 Por tres días consecutivos, utilizando la radio, el Presidente -6-

del Senado denunció la politiquería que había detrás de la negativa de aprobar el presupuesto y la urgencia de que el mismo se aprobara. ¡Dios mío, danos un hombre en la Cámara de Representantes; un hombre que merezca el título de ‘hombre’ y que tenga la valentía de respetar más a su pueblo que a la acción y amenaza de los enemigos de su pueblo!22 Un hombre que sea conciencia, un hombre que le de paso a la posibilidad de que se derogue el impuesto del dos por ciento, que le de paso a la legislación necesaria para que haya dispensarios médicos en los barrios de los campos de Puerto Rico.23 Estas citas son un buen ejemplo de la interconexión entre política y diferencia sexual. Muñoz redefine el orden patriarcal existente en términos de una diferencia sexual biológica que mantiene la ficción de una individualidad masculina universal. Dentro de este esquema, los otros, cuyo reconocimiento se confirma por la individualidad masculina, no son los hombres puesto que éstos son considerados individuos, si no las mujeres. Es en este punto donde la ficción y la fantasía, como apunta Joan Scott, entran en el juego. El poder de la auto representación y la posesión de derechos se visualizan como funciones fálicas de aquellos que biológicamente tienen un pene. Las reformas y el programa de gobierno que se quieren impulsar demuestra el potencial de fecundar del falo; la política es, entonces, un trabajo enteramente de hombres.24 Cuando Muñoz apela a “un hombre que merezca el ‘título’ de hombre” cuestiona, además, la identidad e individualidad masculina de los representantes de la oposición coalicionista y tripartita.

Las madres deben elegir a Muñoz como Gobernador: las elecciones de 1948 Por eso digo y repito, y lo digo con todas las fuerzas de mi corazón, que vayan a votar todos, hombres y mujeres; que no falte uno solo. Pero si alguno -7-

faltara en su deber de ir a votar, y de votar, que ese uno no sea ninguna madre de Puerto Rico.25

En las elecciones de 1948 se estrenó la Ley del Gobernador Electivo aprobada un año antes. Los mensajes que Muñoz, como candidato a la Gobernación por el P.P.D., les dirige a las mujeres están centrados en la figura de la mujer-madre. Es interesante observar cómo Muñoz instruye a las mujeres para que voten por la Pava y así conserven los derechos que bajo la administración Popular han alcanzado: Les hablo en vísperas de las elecciones para que recuerden que se trata de estos derechos en el 1948. Es el derecho a tener hijos saludables, es el derecho a amparar la infancia, es el derecho a que el gobierno no tenga una política de descuido y de olvido en la obligación de velar por el ser humano humilde y pobre mientras crece en la soledad del amparo único de su madre. Ese derecho lo conquistaron las mujeres del Barrio Salto, del Barrio Coquí, Gandul, de todos los barrios y pueblos de Puerto Rico en el año 1940 y ese derecho no lo van a perder.26

Como se observa todos los derechos se remiten a la maternidad. Se recurre a la figura de la madre para recanalizar los derechos de las mujeres. La imagen de la mujer en el discurso muñocista se (re)significa en la soledad. Es una mujer sola en todos los asuntos concernientes a su rol como madre: Sola en las dificultades de la maternidad. Sola en la alimentación de sus hijos. Sola en la enfermedad de sus hijos. Sola en el momento del almuerzo en que regresaba el niño de la escuela. Sola para ayudar en el desempleo del hombre y desafiar el tiempo muerto. Sola en resolver los problemas sociales de sus hijos. Sola en su deseo de una casa y en una seguridad en un pedacito de tierra. Sola en la preocupación de los hijos sueltos, sin recreo, sin sitio para jugar, sin entretenimiento en los años de la infancia y de la adolescencia. Sola resolviendo ella misma su problema de agua, su problema de luz, el fuego de su fogón, con sus manos y su corazón como únicos instrumentos.27

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El advenimiento del Partido Popular se convierte en el agente liberador de la mujer-madre. Advenimiento marcado por una recia masculinidad en la esfera de la sociedad y la política: el hombro y brazo fuerte del gobierno popular. El Partido Popular ha puesto el brazo fuerte del gobierno para ayudar a la mujer de Puerto Rico, a las madres pobres de Puerto Rico, a llevar esta carga. El brazo fuerte la alivia del sufrimiento de ver regresar al hijo de la escuela sin haber almorzado porque hay los miles de comedores escolares donde se alimenta a tantos de sus hijos. El brazo fuerte del gobierno del pueblo, bajo el Partido Popular Democrático ha entrado en cientos de miles de hogares pobres de Puerto Rico y está ayudando a las madres de Puerto Rico a llevar la dura carga y la gran responsabilidad que tienen con sus hijos. El brazo fuerte del gobierno del pueblo bajo, el Partido Popular Democrático está despejando la zozobra del porvenir de los hijos de estas madres.28 Pero necesito recordarles a las mujeres de Puerto Rico que lo que se ha logrado en esto, ellas tienen que guardar y cuidar para que sea una tradición y una costumbre en la democracia de este pueblo que ellas mantienen con sus votos, ya que es un sagrado derecho de todos los niños de un pueblo que crezcan sanos.29 Estas citas ilustran el interés que el gobierno popular tiene en utilizar la capacidad de las mujeres como agentes sociales para el desarrollo de la comunidad.30 De ahí que el gobierno de hombres (el hombro y el brazo fuerte) encamine a las mujeres para que cumplan con las funciones que tradicionalmente se asocian a su sexo: la crianza de la prole. El gobierno PPDeísta transita, entonces, por el estrecho borde entre la tradición y la modernidad. Por un lado presenta programas innovadores para rescatar al ‘pueblo’ del atraso y subdesarrollo pero, de otro, su proyecto modernizante

mantiene un orden

jerárquico que se asume como natural.31 La ciudadanía de las mujeres, es decir, su derecho al sufragio, está delimitada por su condición de madre: “Pero si alguno faltara en su deber de ir a votar, y de votar, que ese uno no sea ninguna madre de Puerto Rico.”32 -9-

Ellas tenían que estar allí: la Ley 600 y el establecimiento del Estado Libre Asociado Consolidada la hegemonía del P.P.D. en las elecciones de 1948, el próximo gran llamado muñocista a las mujeres ocurrió en la campaña a favor de la Ley 600. ¡Yo estaba allí! ¡Mujeres de Puerto Rico! Especialmente ustedes van a poderle decir a sus hijos y a sus nietos, " ¡Yo estaba allí el 4 de junio de 1951 votando por tu seguridad, votando por tu porvenir!¡Qué orgullo poder decirle en los años futuros: ¡Yo estaba allí en la caseta de votar el 4 de junio de 1951!33 Nuevamente se promueve la participación activa de la mujer en el evento electoral. Y, de nuevo, esa participación está condicionada por el rol de la mujer-madre. No es un llamado a la participación por derecho propio, si no porque como madre le corresponde garantizar la seguridad y el porvenir de su prole; los roles que tradicionalmente se la han asignado y ahora se le refuerzan. Aunque, la participación femenina en la Asamblea Constituyente fue mínima,34 el Partido Popular, puso a todo vapor su poder de convocatoria, cuando en la Cámara de Representantes Federal se debatía la aprobación de la Constitución del E.L.A. Ante el temor a que la misma se colgara, se movilizó a las mujeres y en 48 horas se recogieron 40,000 firmas solicitándole al Congreso la aprobación de la Carta Magna criolla: Sra. Bosone: Señor Presidente, a mí me gustaría darle a usted estas noticias o este hecho: Cuando el pueblo de Puerto Rico creyó que el Gobierno de los Estados Unidos tal vez no aprobaría su Constitución o que pudiera oponerse a algunas de sus cláusulas, en el término de 48 horas, unas 40,000 mujeres de Puerto Rico firmaron una petición pidiéndole al Congreso de Estados Unidos que aprobara su Constitución, la cual estamos considerando nosotros ahora.35 La Representante Bosene formaba parte del Comité de lo Interior y Asuntos Insulares de la Cámara. Fue, además, la primera congresista en dirigirse a la Asamblea -10-

Constituyente.36 El P.P.D. aprovechó los lazos que unían a Bosone a Puerto Rico37 y su política en torno al papel que la Isla jugaría en relación a los países sudamericanos: “Estoy convencida desde que pasé a formar parte del Comité de lo Interior y Asuntos Insulares de la Cámara que nuestro eslabón con América del Sur es Puerto Rico.”38 Con estos antecedentes no es de extrañar que las mujeres populares hicieran llegar sus firmas al Congreso por conducto de ella. De esta forma cumplían con su ‘deber’ de luchar contra toda oposición al programa del P.P.D.39 En esta ocasión el programa era el establecimiento del Estado Libre Asociado. Muñoz era consciente de que muchos sectores de la sociedad asociaban su figura con los adelantos y cambios que se habían dado en la Isla desde 1940: “No hubiera sido yo justo con los cientos de miles de ustedes que habían confiado en mí si no hubiera yo agotado todo esfuerzo de pensamiento para buscarle salida a la encrucijada del ‘status’ político.”40 De igual modo sabía que el endoso de las mujeres-madres a su proyecto político era fundamental. De ahí la importancia del “Yo estaba allí ” cuando las convocó a votar a favor de la Ley 600. El movilizarlas en la recogida de firmas para el Congreso Federal fue una estrategia efectiva para que las mujeres se percibieran como irremplazables militantes del movimiento que él lideraba de forma tal que continuaran endosando la ideología política masculina. Las mujeres participaron

en los desfiles y paradas que recorrieron calles y

avenidas en diferentes pueblos de la Isla en las en las festividades de la Inauguración del E.L.A. Sin embargo, como señala Margarita Flores Collazo, “...la presencia y participación de las mujeres en el desfile estaban sujetas a una visión masculina, que designaba a la mujer funciones tradicionales dentro de la esfera familiar y del espacio

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social.”41 En los desfiles y paradas las mujeres fueron las portaestandartes de distintas agrupaciones y entidades como La Asociación de Industriales de la Plaza del Mercado de Ponce, la Asociación de Maestros, el Cuerpo de Bomberos, La Asociación Pro Defensa del Hogar y la Escuela de Enfermeras de Damas. Este tipo de participación nuevamente evidencia el doble juego en el que por un lado, lo femenino aparece como un elemento que ha logrado una ampliación en la esfera pública, pero, por otro, se destaca su otredad. Su presencia en las festividades está condicionada a que la misma no ponga en riesgo los esquemas prevalecientes del privilegio masculino: participan como madres, enfermeras, maestras, integrantes de clubes cívicos, filantrópicos y de beneficencia social; en fin, una ampliación de los roles tradicionalmente asociados a la condición femenina, al servicio de la nueva patria.42 Su participación en el orden social y económico continuará siendo la de colaboradora del hombre.43 Así lo confirman varios discursos del Vate. En 1954, en el Mensaje a la Legislatura sobre el estado del país argumentaba: El aumento en el trabajo propio para las mujeres que se observa en la industrialización debe ayudar al esfuerzo por alcanzar el mínimo familiar deseado, ya que normalmente las mujeres aportan salario y jornal al presupuesto de la familia, en adición al que aportan los hombres.44 Esta cita resulta en extremo reveladora. En primer lugar, el salario de la mujer se presenta como suplementario. Se da como un hecho de que todas las operarias de las fábricas son casadas invisivilizando, de este modo, a las miles de mujeres cabezas de familia que dependían exclusivamente del salario que devengaban cosiendo ropa interior. En segundo lugar, se reconoce el aumento de las mujeres en el mercado laboral pero, se advierte que ese incremento ocurre en lo que se considera “trabajo propio para las -12-

mujeres”, es decir, en la industria de la aguja. No obstante, en la iconografía del progreso y de la industrialización la masculinidad queda fielmente plasmada en los letreros de las fábricas de la Compañía de Fomento Industrial: el musculoso hombre, con el torso descubierto moviendo la rueda del progreso, cuando la realidad era que en la mayoría de esas industrias la empleomanía era femenina. Pero el Vate se sentía orgulloso de la rueda: “Ya casi no hay un municipio de Puerto Rico donde falte el signo del desarrollo industrial en una nueva fábrica o en varias nuevas fábricas.”45 El adelanto y la industrialización son obras del gobierno de hombres y es a éstos a los que se remiten en la simbología del progreso. En este esquema las mujeres están ‘enclaustradas’ en las fábricas del gobierno (re-significando el espacio privado-doméstico) y en los predios se re-afirma la masculinidad con el enorme letrero del viril trabajador que mueve la rueda del progreso. Nuevamente, lo masculino pertenece a la esfera pública. Una vez establecido el Estado Libre Asociado las convocatorias directas a las mujeres para que se involucraran en la actividad política fueron menguando. De hecho, en el período comprendido entre 1952 y 1960, la era de la hegemonía popular, la representación femenina en Cámara y Senado fue mínima. En las elecciones de 1952 resultaron electas una Senadora y dos Representantes; en los comicios de 1956 y 1960 dos Senadoras y dos Representantes.46 A partir de 1952, en la discursiva muñocista se resalta el progreso y la creación del E.L.A. como una obra de hombres: “Cuando los hombres que presentaron este programa fueron electos--se trataba entonces de cargos legislativos, ya que el ejecutivo era designado por Washington--dicho programa fue íntegramente convertido en legislación y puesto en acción en el término de pocas semanas.”47

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En la oratoria muñocista de estos años existe una alusión implícita a las mujeres cuando el Vate habla sobre la familia, el hogar o la comunidad. El hacerlo de esta forma era una manera de invisibilizar a las mujeres; de restarle presencia en la sociedad más amplia.48 Resulta interesante la construcción que Muñoz hace de la familia puertorriqueña. Si en la década de los ’40 la mujer se (re) significaba en la soledad del hogar,49 en los años ’50 aparece acompañada del hombre: “…que prácticamente todas las familias lleguen a tener su propio hogar y que éste sea, aunque modesto, siempre decente, cómodo, y amparador de la salud material y espiritual de la familia: la clase de hogar en que todo buen padre y toda buena madre desean criar a sus hijos.”50 Aunque el propósito que inspiraba estas palabras era más que loable, nuevamente Muñoz pasaba por alto el elevado número de mujeres abandonadas, de madres solas que llevaban toda la carga de la crianza de los/as hijos/as en el arrabal o en “…el caserío de vivienda pública”.51 En sus mensajes y discursos Muñoz no se dirigió a las mujeres para que fueran las agentes

de “la salud material y espiritual de la familia”. Para ello utilizó a dos

interlocutoras: Felisa Rincón de Gautier y la Primera Dama Inés Mendoza. Dos mujeres que se convirtieron en las portavoces de la nueva femineidad que impulsaba el liderato masculino PPDeísta;52 dos mujeres iconos de la Pava. Para Felisa Rincón la salud material y espiritual de la familia era posible si las mujeres se adiestraban en las artes y ciencias hogareñas.53 Para ello doña Fela aconsejaba a las jóvenes (futuras esposas y madres) a “…identificarse plenamente con el ambiente puramente doméstico, de modo que el hogar, más que simple punto de escala y pasaje de tránsito, sea lo que debe ser: santuario donde florezcan las más puras virtudes.”54

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Por su parte, la Primera Dama, Inés Mendoza de Muñoz Marín, hacía hincapié en la sencillez como el elemento clave para la felicidad hogareña. 55 Esa sencillez

se

alcanzaba mediante los espacios libres, sin lujos pero con el moblaje adecuado para los/as integrantes de la familia: A los hombres les encanta el espacio; los niños necesitan el espacio. Yo diría a las mujeres que empezaran a dejar quieto el mayor espacio posible, no solamente dentro de la casa, sino también alrededor de la casa. Luego la segunda regla sería ir llenándolo poco a poco, creando el mueble que mejor sirva para el hombre; la mesa que mejor reúna a la familia a la hora de la comida.56

Nuevamente la figura del hombre aparece en el escenario del hogar y la mujer debe proporcionarle el mejor ambiente para que reinen la paz y la felicidad familiar. La discursiva de doña Fela y doña Inés reproducían las ideas que sobre el orden y la jerarquía social tenía el máximo líder populista y de esta forma coadyuvaban a legitimar el proyecto político PPDeísta.57 No obstante, para principios de la década de 1960 las transformaciones en la sociedad puertorriqueña daban paso a una nueva generación de mujeres profesionales con mayor independencia económica.58 En este sector femenil, predominantemente urbano, la retórica de la casita y la familia feliz no tenía espacio. La estrategia discursiva tenía que variar aunque el objetivo de mantener la jerarquía de género dominante permaneciera inalterado. Si ya el proyecto político y económico del P.P.D. se había significado en la masculinidad,59 las mujeres profesionales se representan como

colaboradoras del

progreso y desarrollo impulsado por el liderato varonil. Las siguientes palabras pronunciadas por Muñoz ante la Federación de Mujeres Profesionales y de Negocios en 1960 hablan por si mismas: -15-

La colaboración de la mujer puertorriqueña es esencial a que esta tarea difícil pero gloriosa y magnifica se lleve a cabo como Dios manda... La presencia de ustedes aquí, las labores de ustedes en esta asamblea de este año, en esta conferencia, y las labores que han llevado a cabo, cada cual en sus empeños particulares.60 La mujer es colaboradora, pero no artífice de la “tarea difícil, pero gloriosa y magnífica”. La colaboración femenina es, además, “como Dios manda.” Queda implícito el orden patriarcal existente en términos de una diferencia sexual que se asume como natural. Si continuamos profundizando un poco más en las palabras que Muñoz le dirige a la Federación de Mujeres Profesionales y de Negocios observamos que las mismas ponen de relieve las nociones de género imperantes. Veamos otro ejemplo: Yo, generalmente cuando hablo en ocasiones como ésta, escribo un discurso. Pero en esta ocasión no lo he hecho. Así es que yo pensé que en esta compañía debería no escribir sino más bien conversar un rato familiarmente con ustedes No quiero usar muchas cifras... No quiero cansarlas con estadísticas, por lo que veo muy pocas de ustedes recordarán la época a que me voy a referir, aunque es una época muy reciente.61

En primer lugar, Muñoz se dirige a ellas de manera informal, en familia; como el padre que va a conversar con sus hijas a las que no desea abrumar con datos y estadísticas que le resultarían pesadas y agobiantes. De otra parte, destaca que la mayoría de su audiencia es muy joven y que no recordaría al Puerto Rico que él y sus seguidores transformaron: “…un pueblo, un país muy predominantemente agrícola, de muy bajo ingreso; la parte industrial de su esfuerzo económico era relativamente muy pequeña, la parte comercial también era relativamente pequeña. El promedio de vida era de 46 años hace escasamente dos décadas. Las muertes de TB eran enormes.”62 Cuando habla de la colaboración que las puertorriqueñas han prestado en el

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proceso de desarrollo lo hace utilizando características tradicionalmente asociadas a las mujeres: responsabilidad, generosidad, espiritualidad: “…con la responsabilidad que la mujer puertorriqueña sabe impartirle a aquellas tareas a las cuales se dedica. La responsabilidad no solamente de llevar a cabo la tarea con eficacia, en una forma adecuada, con generosidad; de llevarla a acabo con el espíritu…”63 Con estas palabras Muñoz les recuerda que son profesionales, pero ante todo, les recuerda que son mujeres. Como mujeres su colaboración “… se debe también a su pueblo, que tanto honra a sus mujeres y tanto confía en la colaboración de las mujeres puertorriqueñas.”64 De este modo en la oratoria del Vate se incorpora a las profesionales para legitimar la obra que el P.P.D. ha realizado por el pueblo. A manera de cierre: género, poder y populismo La identificación del Pueblo con lo masculino y la autoridad es una característica propia de los discursos del poder político en occidente. Como señala Joan Scott, en muchas ocasiones, “The political empowerment of men does not rest on claims to superior experience, skills or qualifications, but rather on sexual difference.”65 Desde esta perspectiva el género como categoría de análisis permite analizar la interconexión entre política y diferencia sexual. Como señaláramos en páginas anteriores el poder se codifica en términos de una diferencia sexual biológica que mantiene la ficción de una individualidad masculina universal. El poder de la auto representación y la posesión de derechos se visualizan como funciones fálicas de aquellos que biológicamente tienen un pene. Las reformas y el programa de gobierno que quieren impulsar demuestra el potencial de fecundar del falo; el poder es, entonces, un privilegio de los hombres.66 El discurso populista, y en el caso concreto que estudiamos, el muñocista,

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reproduce el discurso de poder dominante en occidente. Para interpelar la mayor diversidad de grupos al proyecto nacional se incorpora a las mujeres como un vehículo de allegar más adeptos, que se traducen en más votos. Las convocatorias directas que Muñoz hizo a las mujeres en los años ’40 y comienzos de los ’50 iban dirigidas expresamente a que éstas participaran en eventos fundamentales del programa PPDeísta: la no venta del voto en las elecciones de 1940, la elección de Muñoz como Gobernador en los comicios de 1948 y la aprobación de la Ley 600 en junio de 1951.Ahora bien, en esas convocatorias los roles de la mujer se (re)significan a tono con las necesidades y circunstancias del momento: la mujer-madre sola en el bohío insistiéndole “a sus hombres” para que no vendieran su voto, la activa militante que estaría “allí ”en la caseta electoral votando a favor de la Ley 600, la diligente recolectora de firmas para el Congreso y la profesional en cuyo trabajo se debía “…también a su pueblo”. En cada una de estas instancias y momentos la representación que la retórica populista de Muñoz hace de la mujer no pone en riesgo el jerárquico esquema de los privilegios masculinos. Pero no nos equivoquemos. Aunque durante la era de hegemonía del P.P.D. la mujer quedó subordinada en su otredad dentro del proyecto mayor masculino, paulatinamente logró abrirse espacios desde los cuales, comenzaron a subvertir las ideas que sobre el orden y la jerarquía social tenían los artífices del proyecto populista. Los movimientos feministas de los años ’60 fueron el inicio de ese desafío.67

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Notas “Un gobierno de hombres”: género y populismo en los discursos de Muñoz, 1940-1960 1

Título tomado del capítulo 2 de Luis Muñoz Marín, Memorias. Autobiografía pública, 1940-1952. San Juan, Fundación Luis Muñoz Marín, 2003, p.57. 2 La Tesis Doctoral de José Enrique Flores Ramos, Mujer, familia y prostitución: la construcción del género bajo la hegemonía del Partido Popular Democrático, 1940-1968 hace un excelente acercamiento a la discursiva muñocista desde la perspectiva de género. Tesis sometida para optar al grado de Doctorado en Filosofía con especialidad en Historia, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, Facultad de Humanidades, Programa Graduado de Historia, mayo de 2002. Igualmente la monografía inédita de Nitza Méndez Lorenzo “La construcción del sujeto femenino en el discurso muñocista en el periódico El Batey, 1939-1947” es una importante contribución a este tema. El ensayo de Mary Frances Gallart, “Las mujeres en la discursiva de Luis Muñoz Marín: las primeras décadas”, también hace un abordaje a la retórica muñocista y a sus interlocutoras. En Fernando Picó, ed., Luis Muñoz Marín. Ensayos del Centenario. San Juan, Fundación Luis Muñoz Marín, 1999. 3 Véase Doris Sommer, One master for Another. Populism as Rethoric in Dominican Novels. Lanham, University Press of America, 1983. 4 Véase Joan Scott, “Gender: A Useful Category of Historical Analysis”, American Historical Review, diciembre de 1986, pp. 1053-1075. 5 Loc. cit. 6 Loc.cit. 7 Luis Muñoz Marín, Historia del Partido Popular Democrático. San Juan, Fundación Luis Muñoz Marín, 2003, pp.111-112. 8 Scott, op. cit. 9 Nitza Méndez Lorenzo, op.cit., p.6. 10 Luis Muñoz Marín, “Lean esto las mujeres de nuestros campos.”En Luis Muñoz Marín, Memorias. Autobiografía pública, 1898-1940. San Juan, Universidad Interamericana de Puerto Rico, 1982, p.263. 11 Ibid., p. 264 12 Loc.cit. 13 Mayra Rosario Urrutia, “Mogollas, entendidos y malas mañas: la regeneración del partido político en el discurso muñocista, 1938-1948”. En Fernando Picó, ed., Luis Muñoz Marín. Ensayos del Centenario. San Juan, Fundación Luis Muñoz Marín, 1999, p., 212. 14 “Lean esto las mujeres de nuestros campos.”, p.263. 15 Méndez Lorenzo, op. cit., p.9. 16 “Lean esto las mujeres de nuestros campos.”, p.263. 17 Hilbourne A. Watson, “Errol Barrow (1920-87)The Social Construction of Colonial and Post-colonial Charismatic Political Leadership in Barbados”. En Anton Allahar, ed., Caribbean Charisma. Reflections on Leadership, Legitimacy and Populist Politics. Kingston, Ian Randle Publisher, 2001, p.59. 18 En otro de sus ensayos Scott añade “Masculine/feminine serves to define abstract qualities and characteristics through an opposition perceived as natural: strong/weak, public/private, rational/expressive, material/spiritual are some examples of gender coding in Western culture since the Enlightenment. There is nothing in such usage to prevent individuals of either sex from accepting these definitions, nor from reinterpreting them to explain their own situations. That women supported a "masculine" movement was not a contradiction.” Véase Joan W. Scott, “On Language, Gender, and Working-Class History”. En Joan W. Scott, Gender and the Politics of History. Revised Edition. New York, Columbia University Press, -19-

1999, pp.53-67. Luis Muñoz Marín, Memorias. Autobiografía pública, 1940-1952, p.61. 20 Ibid., p. 23. 21 Ibid., p.60. 22 Loc.cit. 23 Loc. cit. 24 Véase Joan Scott, “Some More Reflections on Gender and Politics”. En Joan W. Scott, Gender and the Politics of History. Revised Edition. New York, Columbia University Press, 1999, pp.199-222. 25 Luis Muñoz Marín, “En el día de las elecciones (II) (A la mujer puertorriqueña) Mensaje, 2 de noviembre de 1948”. En Palabras de Luis Muñoz Marín, 1945-1948. San Juan, Fundación Luis Muñoz Marín, 2005, Tomo IV, p.674. 26 Luis Muñoz Marín, “A las mujeres de Puerto Rico. Notas para un discurso, 4 de octubre de 1948.” En Palabras de Luis Muñoz Marín, 1945-1948. San Juan, Fundación Luis Muñoz Marín, 2005, Tomo IV, pp.611-612. 27 Ibid., pp.607-608. 28 Luis Muñoz Marín, “En el día de las elecciones (II) (A la mujer puertorriqueña) Mensaje, 2 de noviembre de 1948”, op.cit., pp.673-674. 29 Luis Muñoz Marín, “A las mujeres de Puerto Rico. Notas para un discurso, 4 de octubre de 1948.”, op.cit., p.611. 30 Véase Lola G. Luna y Norma Villareal, Historia, género y política. Movimientos de mujeres y participación política en Colombia, 1930-1991. Barcelona, Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología, 1994. 31 Véase José Enrique Flores Ramos, Mujer, familia y prostitución: la construcción del género bajo la hegemonía del Partido Popular Democrático, 1940-1968. Tesis sometida para optar al grado de Doctorado en Filosofía con especialidad en Historia, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, Facultad de Humanidades, Programa Graduado de Historia, mayo de 2002, pp. 22-28. 32 Luis Muñoz Marín, “En el día de las elecciones (II) (A la mujer puertorriqueña) Mensaje, 2 de noviembre de 1948”, op.cit., p. 674. 33 Luis Muñoz Marín, “Exhortando a votar por la Ley 600”, 3 de junio de 1951. En Los Gobernadores electos de Puerto Rico. Luis Muñoz Marín, vol. I, 1949-1952. San Juan, Corporación de Servicios Bibliotecarios, 1973, p.273. 34 María Libertad Gómez fungió como Primera Vicepresidenta y Vicepresidenta de la Comisión de Redacción, Estilo y Enrolado. Luis Muñoz Marín, Memorias. Autobiografía pública, 1940-1952, op.cit., pp.326-331. 35 Véase “Debate en torno a la aprobación de la Constitución del ELA en la Cámara de representantes de los Estos Unidos”. El Mundo, 30 de mayo de 1952. 36 Loc. cit. 37 Su hija había estudiado un verano en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Loc. cit. 38 Loc. cit. 39 Ya en las elecciones de 1948, el Vate en uno de sus mensajes a las mujeres de Puerto Rico les había dicho, entre otras cosas, “que no puedan soportar la idea siquiera de que haya una oposición a este programa, que se llama oposición al gobierno de Puerto Rico y a su programa.”Luis Muñoz Marín, “A las mujeres de Puerto Rico. Notas para un discurso, 4 de octubre de 1948.”, op.cit., p.611. 40 Luis Muñoz Marín, “Exhortando a votar por la Ley 600”, 3 de junio de 195, op.cit., p.268. 41 María Margarita Flores Collazo, 25/4 de Julio. Conmemorar. Festejar. Consumir. San Juan, Academia Puertorriqueña de la Historia y Centro de Investigaciones Históricas, 2004, pp.56-57. 42 Loc. cit., p.58 43 Véase María de Fátima Barceló Miller, “Nociones de género en el discurso modernizador de Puerto Rico, 1870-1930”. Revista de Ciencias Sociales, número 9, junio de 2000. 44 Luis Muñoz Marín, “Mensaje VI, miércoles 17 de febrero de 1954”. En Luis Muñoz Marín, Mensajes al pueblo puertorriqueño pronunciados ante las cámaras legislativas, 1949-1964. San Juan, Universidad Interamericana de Puerto Rico, 1980, p.102. 45 Luis Muñoz Marín, “Del tiempo de Muñoz Rivera a nuestro Tiempo”, 17 de julio de 1956. Fundación Luis Muñoz Marín, Discursos de Luis Muñoz Marín. En CD de discursos y mensajes digitalizados. 46 En 1952 Juana Rodríguez Mundo fue electa Senadora por acumulación, Milagros González Chapel 19

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Representante por el Distrito de Aguadilla y María Libertad Gómez Representante por acumulación. En los comicios de 1956 y 1960 Palmira Cabrera de Ibarra resultó electa como Senadora por el Distrito de Arecibo y Juana Rodríguez Mundo Senadora por acumulación; Milagros González Chapel Representante por el Distrito de Aguadilla y Carmen Solá Pereira Representante por el Distrito de Ponce. Fernando Bayrón Toro, Elecciones y partidos políticos de Puerto Rico (1809-1976). Mayagüez, Editorial Isla, Inc., 1977, pp.218-235. 47 Luis Muñoz Marín, “Discurso Pronunciado en la Universidad de Estrasburgo ”, 3 de agosto de 1955. Fundación Luis Muñoz Marín, Discursos de Luis Muñoz Marín. En CD de discursos y mensajes digitalizados. 48 Méndez Lorenzo, op. cit., p.13. 49 Supra, nota 27. 50 Luis Muñoz Marín, “Discurso de campaña política”, 4 de noviembre de 1956. Fundación Luis Muñoz Marín, Discursos de Luis Muñoz Marín. En CD de discursos y mensajes digitalizados. 51 Loc. cit. 52 Sobre este particular véase el excelente análisis de José Enrique Ramos Flores, Mujer, familia y prostitución: la construcción del género bajo la hegemonía del Partido Popular Democrático, 1940-1968, pp. 157-175. 53 Ibid., p. 161. 54 “Mensaje de la Administradora de la Capital, Hon. Felisa Rincón de Gautier a la estudiantes de la Casita de práctica de la Universidad de Puerto Rico, 9 de agosto de 1954.” Tomado de Flores Ramos, op. cit., p. 161. 55 Ibid., p. 171. 56 Inés M. de Muñoz Marín, “Sobre la casa: la mujer es la que hace el hogar.”El Mundo, 20 de marzo de 1954. Tomado de Flores Ramos, op. cit., p.171. 57 Ibid., p. 176. 58 Fernando Picó, Historia general de Puerto Rico. Río Piedras, Ediciones Huracán, 1986, p. 274. Para la primera generación de mujeres profesionales en Puerto Rico véase María de F. Barceló Miller “Estrenando togas: la profesionalización de la mujer en Puerto Rico, 1900-1930”. Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, 99, 1992. 59 Supra, nota 47. 60 Luis Muñoz Marín, “Discurso ante el Club Federación de Mujeres Profesionales y de Negocios”, 1 de mayo de 1960. Fundación Luis Muñoz Marín, Discursos de Luis Muñoz Marín. En CD de discursos y mensajes digitalizados. 61 Loc.cit. 62 Loc. cit. 63 Loc. cit. 64 Loc. cit. 65 Joan Scott, “Some More Reflections on Gender and Politics”, op. cit., p.210. 66 Supra, nota 24. 67 Véase Alice Colón y Rhoda Reddock, “Cambios en la situación de las mujeres en el Caribe a través del siglo XX”. Op. Cit. Revista del Centro de Investigaciones Históricas, número 14, 2002.

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