Un ensayo de interpretación sobre marxismo latinoamericano

June 8, 2017 | Autor: Martin De Mauro | Categoría: Latin American Studies, Gramsci, José Carlos Mariátegui
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Descripción

Un ensayo de interpretación sobre marxismo latinoamericano José Gabriel Rovelli - Martín De Mauro (Estudiantes de Filosofía - F. F. y H. – U.N.C.) Allá en Europa descubrió América: Mariátegui encontró el marxismo y encontró a Mariátegui y así supo ver, de lejos, a la distancia, al Perú que de cerca no veía. Eduardo Galeano: Memoria del fuego III. El siglo del viento. Siglo Veintiuno Editores, México, 1987. Pag.67

¿En qué radica la originalidad del pensamiento de José Carlos Mariátegui? ¿Dónde hallar su más inmediato desarrollo creativo? ¿Qué lugar ocupa la cuestión del sujeto y de la cultura popular en los diversos recorridos de un pensador creativamente heterodoxo en relación a su misma tradición? La conjunción de conceptos constituida al referirnos a la cultura o el sujeto popular es, desde el comienzo, una reticencia en Mariátegui, por lo que debemos conceder hasta al lector más desatento una ausencia, no del todo impune. Porque bien podríamos dudar de algo así como la “cultura popular” en el pensamiento del Amauta peruano, aunque podemos efectivamente rastrear sus ideas en relación al acercamiento entre sujetos provenientes del campo de lo políticoreivindicativo y del campo artístico-cultural. En este sentido, el sujeto social al que se trata de interpelar en aras de revolucionar el orden social oligárquico dominante en el Perú, no está definido previamente por su adscripción de clase –lo que nos remitiría a un supuesto ontológico anterior a la praxis misma–, sino que más bien se trata de construirlo como tal mediante la lucha política y cultural. Dicho sujeto, no puede más que ser pensado como plural/colectivo, dada la diversidad de actores sociales –indígenas, comunidades campesinas, sectores medios urbanos, estudiantes, maestros, empleados, intelectuales, artistas– pasibles de ser incorporados al proyecto socialista en virtud de sus diversas formas de lucha contra la burguesía oligárquica-terrateniente. Articulando estos elementos Mariátegui parte de un realismo político como modo de abordaje y aproximación a la realidad deliberadamente intencionado. Como sostiene María Pía López, “El realismo no es culto positivista de lo dado, ni renuncia posibilista, sino conocimiento de

las potencialidades –tanto de conservación como de cambio- existentes en cada momento” 1. En este sentido, el realismo se concibe como análisis de las fuerzas vivas de la realidad peruana, como auscultación –término sobre el cual tendremos ocasión de volver–. Sin anticiparse a definir previamente al sujeto que lleva adelante la tarea emancipadora, Mariátegui abandona la pretensión de intentar encontrar una clase obrera-industrial en un país con un prematuro desarrollo capitalista, como mandaba el reduccionismo clasista imperante en los análisis propiciados por la Tercera Internacional y los partidos comunistas latinoamericanos. Así, “Lejos estaba Mariátegui de asumir un sujeto social abstracto y tratar de encontrarlo, a toda costa, en su realidad inmediata”2. En rigor, según el Amauta, coexistían simultáneamente en el Perú un modo de producción feudal, bajo la forma de la propiedad agraria de la tierra en infames latifundios, el ayllu en tanto propiedad comunal indígena –la forma comunitaria de vida que subsiste en la sierra– y una economía precapitalista3. En resumidas cuentas, como sostiene María Fernanda Beigel, “José Carlos Mariátegui no produjo una teoría sistemática acerca del sujeto político ni pretendió esbozar una fórmula de acción revolucionaria idéntica para el resto de los países latinoamericanos (…) tenía pretensiones de coordinación continental efectiva pero (…) sobre la base de un firme respeto por (los sujetos sociales y) la realidad particular de cada país”4. Estos elementos constituyen una suerte de aporte creativo e innovador que busca pensar las condiciones de posibilidad de un marxismo

1

María Pía López: “Mariátegui: apología de la aventura”, estudio preliminar a los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Edit. Gorla. Buenos Aires, 2005. Pág. 15. 2

Beigel, María Fernanda: El itinerario y la brújula. El vanguardismo estético-político de José Carlos Mariátegui. Biblos. Buenos Aires. 2003. Pág. 192. 3

“…en el Perú actual coexisten elementos de tres economías diferentes. Bajo el régimen de economía feudal nacido de la Conquista subsisten en la sierra algunos residuos vivos todavía de la economía comunista indígena. En la costa, sobre un suelo feudal, crece una economía burguesa que, por lo menos en su desarrollo mental, da la impresión de una economía retardada (…) La clase terrateniente no ha logrado transformarse en una burguesía capitalista, patrona de la economía nacional (…) La supervivencia de la feudalidad en la costa, se traduce en la languidez y pobreza de su vida urbana”. Mariátegui, José Carlos: Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Ed. Amauta. Lima. 1972. Pág. 28, 29 y 30 4

Beigel, M.F.: Op. Cit. Pág. 190.

latinoamericano, permitiendo zanjar de esta manera el desencuentro secular entre el socialismo y América Latina5.

Peruanizando al marxismo, revolucionando al Perú …para peruanizar al Perú hay que empezar por peruanizar al marxismo, que no es catecismo ni copia ni calco sino llave para entrar en el país profundo… Galeano, Eduardo: Memoria del fuego III. El siglo del viento. Siglo Veintiuno Editores, México, 1987. Pág.67

Desde su regreso del crucial y decisivo viaje europeo en marzo de 1923 hasta su muerte, ocurrida en abril de 1930, Mariátegui se entrega a la ingente pero ineludible tarea de peruanizar el marxismo. Lo urge la necesidad de repensar la realidad propia del Perú en vistas de la construcción de un proyecto socialista, pero también lo impele la tarea de poner al día la cultura peruana en relación con las corrientes estéticas y políticas que habían despertado su interés en Europa. Entre este conjunto de influencias diversas y heteróclitas que confluyen en la formación del pensamiento mariateguiano hay que destacar, además de Marx, Lenin y Rosa Luxemburgo, el influjo que ejercen las filosofías vitalistas de finales del siglo XIX y comienzos del XX, las cuales se conforman en torno a lo que el propio Mariátegui denomina “una concepción heroica, voluntarista de la vida a la cual se inclina el mundo moderno después de la (Primera) Guerra”6. En este sentido, no resulta exagerado imaginarnos que Mariátegui habría hecho suyo aquel dictum sartreano según el cual «el marxismo es la filosofía insuperable de nuestro tiempo», pero sólo a condición de leer el marxismo desde aquel espíritu de época propio de los años 20´, en el que se conjugan Bergson y la recepción francesa de Nietzsche, el historicismo y espiritualismo italiano de Benedetto Croce, Giovanni Gentile y Gobetti, el surrealismo y, no menos importante, las estridentes paginas de Sorel y sus Reflexiones sobre la violencia. Se hace patente en estas incursiones y devenires intelectuales –pero también militantes– un paralelo con Gramsci, con el

5

Cfr. J. M. Aricó: Marx y América Latina. Edit. Catálogos. 1982. Págs. 7-31. Y J. M. Aricó: La hipótesis de Justo. Edit. Sudamericana. 1981. Págs. 149 y siguientes. 6

Mariátegui, José Carlos: “El determinismo marxista” en La imaginación subversiva. Selección de textos. Editorial Quipo. Buenos Aires. 2001. Pág. 19.

que, aparentemente sin haber sabido ninguno del otro, compartieron algún que otro escenario italiano. Podríamos cifrar la tarea emprendida por Mariátegui en términos de auscultación, es decir, de una actividad en la que se indagan los sentidos de una realidad socio-histórica pero con un sentido más bien exploratorio, ensayístico. Un ensayo es, por definición, lo contrario de un tratado científico, forma discursiva articulada en relación a la sistematicidad y el rigor conceptual. El ensayo, género por excelencia de la sensibilidad vitalista, se construye antagonizando, componiendo un juego de opuestos: “…como escritos de combate o de fundación, (los escritos vitalistas) remarcan la contraposición nítida antes que la exposición de los grises. Se oponen espacio y tiempo; inmovilidad y movilidad; formas y flujos; lo estático y la mutación; viejo y nuevo; concepto y experiencia. Es la segunda serie de términos la que reclama las valoraciones positivas”7. Este modo de aproximarse a la comprensión de su tiempo, marcará infranqueables diferencias que cifrarán el conflictivo vínculo del Amauta con la Internacional Comunista. Algunos autores se han encargado de señalar el explicito desdén con que se referirá Victorio Codovilla, dirigente del Partido Comunista argentino y baluarte de la ortodoxia comunista en Latinoamérica, a los siete ensayos mariateguianos. Estos resultan intolerables, tanto por el entusiasmo y titubeo implicados en la actividad ensayística, efusiva e inquieta, como por la afirmación de una realidad nacional, peruana, irreductible a las formulas abstractas y digna de merecer un análisis8. «El entusiasmo es enemigo de la ciencia», podría haber dicho Codovilla, la cual exige abstenerse de los «pistoletazos», de las ocurrencias e iluminaciones, y escindir, por lo tanto, el conocimiento y la expresión, la comprensión y el lenguaje9. El ensayo, como modalidad por excelencia de la auscultación, de la exploración de una realidad socio-histórica, se vale en el caso de Mariátegui del recurso a un instrumento: la parafernalia categorial y teórica propia del marxismo, pero de uno amalgamado con influencias vitalistas e intuicionistas, que apelan a la fuerza de la voluntad como medio para romper las situaciones cristalizadas. El marxismo, en tanto estetoscopio, provee aquel instrumental teórico que permite amplificar, acrecentar la sonoridad 7

María Pía López: “Rastros de carmín” en ¿Existe la filosofía argentina? Revista La Biblioteca. Nº 2 y 3. Buenos Aires. 2005. Pág. 124. 8

María Pía López: Op. cit. Pág. 6.

9

Cf. González, Horacio: Restos pampeanos. Colihue. Buenos Aires. 1999. Prólogo, págs. 7 a 18.

de aquellas materialidades propias de la realidad socio-histórico peruana, las que escapan a un análisis superficial, a una auscultación sin estetoscopio, a una ensayística desprovista de las categorías marxistas. ¿Cuál es la situacionalidad a partir de la cual se construye la ensayística mariateguiana? ¿Cuál es el cuerpo –social– al que se aplica el instrumental pergeñado por el Amauta? Así como Martínez Estrada hunde los ojos en aquel eclipsado horizonte de la metafísica pampeana buscando elaborar una radiografía de la misma, el Amauta hará lo suyo aludiendo a las simbologías andinas e indígenas en busca del impulso vital en su geografía peruana. Mariátegui sostiene que el proyecto de los Siete Ensayos… no es sino el de “…una crítica socialista de los problemas (de la realidad) y la historia del Perú”10. Y aun a riego de ser considerado un intelectual europeizante, reconoce que ha sido en Europa en donde ha podido encontrar las categorías que mejor le permiten pensar la realidad latinoamericana y peruana, llegando a afirmar que “…no hay salvación para Indoamérica sin la ciencia y el pensamiento europeos u occidentales”, frase que resultará en el mote de europeizante con el que van a referirse a él los integrantes del APRA luego de su ruptura con el grupo dirigido por Haya de la Torre hacia 1928. De esta manera, el método marxista o «dogma», como lo denomina Mariátegui, permite comprender que el problema medular de la sociedad peruana es El problema del indio, pero dicho problema no puede ser pensado en términos morales, religiosos o educativos, sino que se descubre y esclarece atendiendo a la realidad económica-social en aras de una transformación política y social que atienda al peso específico de dichas materialidades. Este indigenismo “…no sueña con utópicas restauraciones y no se resuelve y agota en una inocua apología del imperio de los Inkas y de sus faustos. Los indígenas revolucionarios, en lugar de un platónico amor por el pasado incaico, manifiestan una activa y concreta solidaridad con el indio de hoy”, sintiendo al pasado como “una raíz, pero no como un programa”11.

10

Mariátegui, José Carlos: Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Ed. Amauta. Lima. 1972. Pág. 12. 11

Mariátegui, José Carlos: Nacionalismo y vanguardismo. El andariego. Buenos Aires. Pág. 89.

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