‘Un Don Quijote protestante: Poesía panfletaria en la República Holandesa del siglo XVIII’. In: Carlos Mata Induráin (ed.) Recreaciones quijotescas y cervantinas en la poesía y el ensayo, Eunsa, Pamplona, 2015, p. 197-208

June 8, 2017 | Autor: Y. Rodríguez Pérez | Categoría: Cervantes, Imitation, 18th Century Dutch Republic
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Descripción

Publicaciones de Literatura Departamento de Filología Este volumen se enmarca en el amplio proyecto «Recreaciones quijotescas y cervantinas» (RQC) desarrollado por el Grupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO) de la Universidad de Navarra. Se recogen aquí veintiún trabajos que abordan diversos aspectos relacionados con las recreaciones quijotescas y cervantinas en la poesía y el ensayo. Se analizan –desde distintas perspectivas metodológicas– ecos, huellas, temas y personajes de sabor quijotesco o cervantino, en muy variados ámbitos de la literatura hispánica y universal. Así, se comentan reminiscencias o influencias cervantinas en los novelistas españoles del siglo XIX, en Azorín, en Unamuno, en León Felipe y en Juan Ramón Jiménez, o en diferentes autores y ámbitos de la poesía contemporánea. En otros territorios y otros idiomas, tenemos contribuciones sobre la relación de Cervantes con escritores, pensadores y artistas como Andrew Marvell, Heinrich Heine, Thomas Mann, Carlos Drummond de Andrade, Paul Celan, François Maréchal o Walter Benjamin, y sobre las recreaciones cervantinas en otros espacios geográficos y culturales: Italia, los Países Bajos, Grecia, Rusia o Chile. Este libro profundiza en el estudio del rico, complejo y sugerente territorio de las recreaciones quijotescas y cervantinas, en esta ocasión en el terreno de la poesía y el ensayo. Carlos Mata Induráin es Secretario e investigador del Grupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO) de la Universidad de Navarra y Secretario del Instituto de Estudios Auriseculares (IDEA, Madrid / Nueva York). Sus principales líneas de investigación se centran en la literatura española del Siglo de Oro: comedia burlesca, autos sacramentales de Calderón, Cervantes y las recreaciones quijotescas, etc. También se ha interesado por la literatura colonial (en especial la de ámbito chileno), la literatura española moderna y contemporánea (drama histórico y novela histórica del Romanticismo español, novela de la guerra civil, cuento español del siglo XX…) y la historia literaria de Navarra. En todas estas áreas ha publicado diversas monografías y artículos en prestigiosas revistas científicas de la especialidad, y ha sido asimismo editor de numerosas obras literarias. Miembro de la Asociación de Cervantistas, ha participado en muchos de sus congresos y ha publicado abundantes trabajos cervantinos, de los que cabe destacar una Guía de lectura del «Quijote» (2006), escrita en colaboración con Mariela Insúa, su edición de La gitanilla. Rinconete y Cortadillo (2010) o los volúmenes colectivos por él coordinados Recreaciones teatrales y alegorías cervantinas (Pamplona, Eunsa, 2012) y Recreaciones quijotescas y cervantinas en la narrativa (Pamplona, Eunsa, 2013).

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Recreaciones quijotescas y cervantinas en la poesía y el ensayo

C. Mata Induráin (ed.)

Carlos Mata Induráin (ed.)

Recreaciones quijotescas y cervantinas en la poesía y el ensayo

UN DON QUIJOTE ANABAPTISTA: POESÍA PANFLETARIA EN LA REPÚBLICA HOLANDESA DEL SIGLO XVIII

Yolanda Rodríguez Pérez Universiteit van Amsterdam Múltiples fueron las andanzas de nuestro ingenioso don Quijote, múltiples los parajes que visitó y múltiples las figuras que cruzaron su camino, pero ¿quién podría imaginarse hallarse al hidalgo manchego en medio de los verdes campos de la República Holandesa a finales del siglo xviii, vestido de negra toga anabaptista y defendiendo ideas que bajo su rey Felipe III, de feliz memoria, le habrían costado la vida? El porqué de la aparición de don Quijote en esas tierras lejanas y por esas fechas, no es solo atribuible a la popularidad de su imagen en los Países Bajos del siglo xviii, sino también al hecho de que la interpretación de su figura en clave prerromántica resultó muy útil en el contexto de la lucha política que escindía a la República a finales de siglo. Como en otros países europeos, en la República Holandesa la sociedad tradicional había entrado en crisis a finales del xviii, y cada vez se oían más voces disonantes que criticaban la falta de igualdad a nivel político, la supremacía de los calvinistas dentro de la Iglesia protestante, el fuerte papel de la casa de Orange y la estructura federalista del país. Dos grupos políticos se encontraban enconadamente enfrentados: mientras que los patriotas, influidos por la Ilustración y la revolución norteamericana, deseaban reducir el papel del estatúder Guillermo V de Orange, los orangistas defendían justamente su poder. La política bélica del de Orange tampoco había contribuido a calmar las aguas políticas: la cuarta guerra angloneerlandesa (1780-1784) había acabado desastrosamente para la República y la publicación en 1781 de uno de los panfletos neerlandeses más controvertidos, Al pueblo de los Países Bajos, no había hecho más que caldear los ánimos. El contenido de este panfleto anónimo era combativo: tildaba a Guillermo V de débil e irresoluto por no preparar una potente flota para luchar contra Inglaterra y le culpaba de arruinar el verdadero carácter neerlandés. Además de ello, el panfleto instigaba

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al pueblo a pedir un régimen democrático y a armarse en su propia defensa1. Los patriotas, desde sus ideas liberales, consideraban como derecho inalienable de los ciudadanos el armarse por el bienestar de la patria y crearon para ello las llamadas exercitiegenootschappen (sociedades de ejercicio o milicias), organizaciones de corte militar en las que los ciudadanos practicaban el uso de las armas. En medio de esta turbulenta lucha política entre ambas facciones se desencadenó una guerra de papel que se libró especialmente a través de panfletos y hojas volanderas. Los autores de estos textos eran principalmente predicadores, vendedores de libros, impresores y publicistas que intentaban influenciar a la opinión pública y convencerles de sus puntos de vista2. Justo en este agitado contexto vemos aparecer sorprendentemente a don Quijote como arma arrojadiza de la facción orangista, que compara a sus oponentes patrióticos con el Caballero de la Triste Figura. Para ilustrar esta recreación quijotesca en este inesperado contexto espacial y político nos detendremos en un panfleto poético anónimo de 1785: El piadoso caballero don Quijote a caballo3.

Anónimo, «El piadoso caballero don Quijote a caballo» (1785) 1 El título original es Aan het volk van Nederland. El autor, se descubrió después de su muerte, fue el influyente político Joan Derk Van der Capellen tot den Pol (1741-1784). Ver Rosendaal, 2005, pp. 17-19, 27. 2 Van Vliet 2006, p. 290. 3 De vroome Don Quichot te paard, s. l., s. n. El ejemplar consultado se encuentra en la Biblioteca de la Universidad de Utrecht, Catalogus Kloosterboer 2750, Panfleto 1785-14.

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Un don Quijote anabaptista en poesía: François Adriaan van der Kemp En el panfleto El piadoso caballero don Quijote a caballo se critica, desde perspectiva orangista, al predicador anabaptista François Adrian van der Kemp (17581829), apasionado defensor de la causa patriótica, y uno de los motores tras la divulgación del anteriormente mencionado Al pueblo de los Países Bajos4. Van der Kemp es una figura histórica extremadamente interesante, con una existencia nada monótona. Aunque a su padre le habría gustado que se hubiera decantado por una carrera militar, el joven estaba más interesado en las letras y ya desde temprana edad eran patentes sus preocupaciones políticas. En 1773 ingresó en el Seminario Anabaptista de Ámsterdam, convirtiéndose en predicador. No hay que olvidar que los anabaptistas, o mennonitas, constituían una minoría tolerada dentro de la República, donde el calvinismo era la religión favorecida. Los anabaptistas no podían ocupar cargos políticos en la República, ni ser miembros de un gremio. Durante su vida fue un activo autor de textos políticos y tradujo múltiples obras de carácter político y jurídico para propagar la causa a favor de los patriotas norteamericanos, lo que le llevó a mantener contactos con John Adams, uno de los motores pensantes tras la declaración de independencia norteamericana y primer vicepresidente de los Estados Unidos bajo George Washington. Van der Kemp acabaría emigrando en 1788 a los Estados Unidos, donde permanecería hasta su muerte5. En el marco de la lucha panfletaria de la que se sirvieron las facciones patriota y orangista, el activo predicador había sido criticado más de una vez, siendo también objeto de mofa en diversos panfletos de carácter satírico. Su decisión de colaborar en la fundación de la milicia de Leiden «Por la libertad y la Patria» le había acarreado conflictos no solo con sus adversarios políticos sino también dentro de su propia congregación anabaptista, que miraba con malos ojos su costumbre de, después de dar sus sermones, embutirse sin problemas de conciencia en su uniforme de patriota militante6. En más de un panfleto satírico ilustrado se hacía burla de Van der Kemp, presentándolo subido al púlpito enfundado por una parte con su toga negra de predicador y por la otra con uniforme militar de miembro de una milicia7, como puede verse en la ilustración de la página siguiente.

4 Durante mucho tiempo se pensó que Van der Kemp era el autor del panfleto. Van der Kemp y Van der Capellen tot den Pol eran amigos y colaboraban juntos. El primer escrito en colaboración data de 1778. Ver Klein, 1995, p. 87. 5 De Bie y Loosjes, 1931, pp. 706-718. 6 De Bie y Loosjes, 1931, p. 713. 7 Verheus, 1981, p. 174. Ver también Van Vliet, 2006, p. 293.

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Van der Kemp en el púlpito

La incomprensión por parte de sus feligreses encontraba su origen en los principios de tolerancia y pacifismo religioso del anabaptista Menno Simons, padre espiritual de su corriente religiosa. Los oponentes orangistas de Van der Kemp se escudarían incluso tras la figura de Menno Simons para criticar su indigna actitud. Pensemos en un panfleto de 1785, publicado el mismo año que El piadoso caballero don Quijote a caballo, en el que el autor orangista saca de su tumba al propio Menno para que su sombra de ultratumba tilde a van der Kemp de «hijo desnaturalizado» y de «lobo disfrazado de oveja» que no sigue su doctrina de temperanza, falta de venganza, amabilidad, humildad y tolerancia. El predicador de Leiden habría también infringido su deber de «rezar por todos aquellos que gobiernan, tanto por el Príncipe [de Orange] como por los demás miembros del gobierno»8. En el panfleto anónimo de 1785 sobre don Quijote no se menciona explícitamente el nombre de van der Kemp, pero todo buen entendedor sabría inmediatamente de quién se trataba al hacer referencia implícita en él a un predicador. Particularmente interesante en el marco quijotesco que nos ocupa es el hecho de que el autor orangista anónimo articula su panfleto en torno a una comparación entre Van der Kemp y don Quijote, presentándolo como un loco. Esta comparación con don Quijote no es obviamente gratuita, y si analizamos este panfleto en su contexto podremos constatar lo imbuida que estaba la novela de Cervantes y su protagonista principal en el contexto neerlandés, más de lo que muchas veces se

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De Schim van Menno Simons, pp. 2, 5 y 6.

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arguye al limitarse tan solo a registros más cuantitativos de número de traducciones y recreaciones. El piadoso caballero don Quijote a caballo, probablemente publicado en la ciudad de Leiden en 1785, ha de ser interpretado en el contexto de la guerra de papel en esta ciudad con la universidad más antigua de los Países Bajos, fundada en 1575 formalmente por Felipe II, en la práctica por Guillermo de Orange. Es obvio que en el marco del carácter persuasivo del género panfletario era esencial hacer uso de imágenes y comparaciones que funcionaran de manera inequívoca e impactante entre el público pretendido. Al hacer uso de la figura de don Quijote podemos concluir que el Caballero de la Triste Figura poseía unas claras connotaciones para sus lectores. El panfleto sobre Van der Kemp está compuesto en verso y se dirige a los burgueses de Leiden, a quienes se hace referencia directa ya desde el primer verso: «Ríase, búrlese lo que desee de la burguesía de Leiden, / ¿quién honrará el canto de este clérigo glotón?»9, y posteriormente al final del poema, al invocar esta vez de manera directa a este colectivo: «¡Honesta comunidad de ciudadanos de Leiden!»10. No obstante, el autor del texto alterna sus invocaciones a los habitantes de Leiden con cañonazos dialécticos dirigidos desde el inicio a un «Usted» que debe ser Van der Kemp. Como corresponde al carácter persuasivo de estos textos, el autor intenta manipular e influir retóricamente a su público con distintas técnicas como la exclamatio, la interrogatio, la repetitio y el uso de una argumentación que defienda su punto de vista11. El poema comienza con el verso anteriormente mencionado en el que el autor echa en cara a su pasivo interlocutor que se ría cuanto quiera de la burguesía de Leiden y que alabe a aquellos que ejercitan el arte de las armas en las milicias. No obstante, puntualiza que no hay que olvidar (al imaginarse a su interlocutor montado a caballo, valiente y erguido, con una biblia en la mano y mirando a lo alto) lo fugazmente que pasan las palabras locas. Tras mencionar estas «palabras locas» surge en su mente la asociación con don Quijote: Puesto que a mí, lo digo con absoluta calma, se me vino así a la cabeza, ¿no sería este hombre, si estuviera montado a caballo,

9 De vroome Don Quichot, p. 1: «Smaal vrij op Leydens burgerij / wie zal des Smulpaaps zang vereeren?». Utilizo el término burgueses o eventualmente burguesía para traducir el término neerlandés burgerij, que hace referencia a la ‘clase media’ de la época. La sociedad en la República estaba compuesta por distintos estratos: la clase patricia dirigente, la clase media y el pueblo llano. 10 De vroome Don Quichot, p. 3: «Braave Leydsche Burgerschaar!». 11 Meijer Drees, 2006, pp. 11-15.

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el caballero don Quijote, blandiendo sombrero y biblia hacia el cielo?12

Esta primera referencia inicial es relativamente neutral, puesto que el empuñar enérgicamente ya sea una prenda de vestir o una biblia no ha de ser algo negativo, pero a medida que avanza el poema se hace innegable que la interpretación de don Quijote ha de situarse en línea con las «palabras locas» que desencadenan la asociación quijotesca del autor. Siguiendo interpretaciones prerrománticas acordes a la época de composición de este texto, la actitud del predicador se iguala a la de un loco («gelijk een gek») o se le denomina «dolle ridder», es decir, ‘caballero loco’13. Los mensajes de su boca, que se desvanecen con rapidez, son «zotte taal», ‘palabras futiles o locas’. Otra referencia implícita a la obra cervantina está presente al afirmar que son muchos los casos que se conocen de librarse de locos a palos14. Y más adelante el autor le aconseja no escribir panfletos sobre el ejercicio de las armas, porque si le dieran muchos palos no sería capaz de galopar a buen trote, como tampoco puede Rocinante15. El rocín de don Quijote era, pues, también elemento conocido en el contexto neerlandés. La figura de Alonso Quijano implicaba inextricablemente imaginarlo a caballo, en acción, sobre su Rocinante. Aunque Rivero Iglesias ha argumentado recientemente que la interpretación romántica del Quijote se encuentra presente en Alemania ya desde el segundo tercio del siglo xviii, anulando la línea divisoria entre la interpretación de la Ilustración tardía y la romántica, no se ha estudiado todavía si un proceso similar se dio en el contexto neerlandés16. En todo caso, la imagen que se funcionaliza y activa en estos textos políticos corresponde con la visión satírica y ridícula del héroe cervantino no en su sano juicio. El panfleto concluye con una llamada a la burguesía de Leiden a no seguir nunca a un falso profeta: … porque arriesgará su vida siempre, burgués, y nada puede aprender de él. Sea valiente como un hombre y no se deje intimidar por esta figura 12 De vroome Don Quichot, p. 2: «Want mij is, ‘k zeg het heel bedaard, / het denkbeeld in den zin gereezen, /zou soms die man, zat hij te paerd, / de Ridder DON QUICHOT wel wezen? / steek hoed en bijbel naar omhoog?». La tipografía en capital del nombre de don Quijote es fiel al original. 13 De vroome Don Quichot, p. 3. 14 De vroome Don Quichot, p. 2: «Daar ’s meer een voorbeeld van geweest, / Dat men een gek verjoeg met slagen». 15 De vroome Don Quichot, p. 3: «Want als ge eens zo veel slagen kreegt […] Zoudt gij als Rosinant niet draaven». 16 Rivero Iglesias, 2011, p. 23.

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y no siga su doctrina ni en la fortuna ni en la adversidad17.

Las últimas palabras del panfleto cierran con un círculo perfecto la invocación inicial a la burguesía de Leiden: «Paciencia, templanza y buen juicio / pueden invertir acciones locas. / De locos está lleno el país, / háganselo ver a este don Quijote»18. Don Quijote en traducción y «el modelo iconográfico holandés» El panfletista orangista anónimo de Leiden decide articular su ataque político en torno a la figura de don Quijote, lo que presupone un conocimiento inequívoco entre su público, los burgueses de Leiden. La cuestión es en qué medida era conocido don Quijote en la República a finales del siglo xviii. ¿De qué manera era tangible su figura?, ¿podía tener la clase media una imagen visual del héroe cervantino que pudieran activar los panfletistas con rapidez? En todo caso, la primera edición completa del Quijote en neerlandés se publicó en 1657 en Dordrecht, de la mano de Lambert van den Bosch (1620-1698), poeta e historiador, y se reeditó siete veces hasta 173219. Apareció por primera vez en duodécimo e ilustrada, como comentaremos más adelante. Una traducción legible hasta hoy en día que refleja claramente la metaironía en el texto de Cervantes20. El traductor Van den Bosch, el editor Salomon Savry y los dedicatarios eran también anabaptistas, lo cual podría explicar la posible interpretación pacifista del uso de algunas de las imágenes que acompañan la traducción21. En la dedicatoria del editor vemos claramente que la imagen que se recrea en este paratexto del héroe cervantino en los Países Bajos es la que conocemos en toda su ambivalencia, afirmando de él: «conocido por su cuerda locura y su loca sabiduría, pero no tan cuerdo como para no mostrar su locura ni tan loco como para no enseñarnos su gran sabiduría»22. En 1746 apareció la traducción libre o recreación cervantina de Jacob Campo Weyerman (1677-1747), uno de los autores más emblemáticos de la Ilustración en 17

De vroome Don Quichot, p. 3. «Nooit moet ge een valsch profeet waarderen, / Hij brengt U altijd in gevaar, / Gij kunt er waarlijl niets van leeren; sta, als een man, vast op uw stuk, / en laat U door hem niet verschrikken. / Wilt, in geluk of ongeluk, / U nooit naar zijne leering schikken». 18 De vroome Don Quichot, p. 4: «Geduld, bedaardheid en verstand / kan zotten arbeid ’t beste keeren, / het krielt van gekken in het land / laat u deeze DON QUICHOT dit leren». 19 Arend, 1962, pp. 1-14. El título original es Den Verstandigen Vroomen Ridder Don Quichot de la Mancha. Hay que notar que este título define a don Quijote como vroome (‘piadoso’) como en el panfleto de 1785. 20 Van Vliet y De Niet, 1995, p. 16. 21 Luttikhuizen, 2008, pp. 308, 312. 22 Luttikhuizen, 2008, p. 313.

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los Países Bajos, con una vida tan variopinta como la del propio Cervantes y que llevó a cabo su traducción quijotesca durante su encarcelamiento en la prisión de La Haya: De Voornaamste Gevallen van den Wonderlyken Don Quichot (Las principales o notables aventuras del sorprendente don Quijote)23. La traducción, en edición de lujo ilustrada y en cuarto mayor y folio, apareció en La Haya en 1746, en neerlandés y en francés24. Las imágenes de Antoine Coypel revelan, en comparación con otras selecciones iconográficas anteriores, un mayor interés por los episodios más elegantes de la historia, con escenas galantes y grupos de figuras cortesanas, prestando menos atención a las escenas de acción y lucha25. Aunque las reseñas de la edición fueron positivas, la traducción no se volvió a reimprimir, y hay críticos contemporáneos que lo achacan a las libertades tomadas por Campo Weyerman en su deseo de ser jocoso y a la mala calidad de los poemas que acompañan las ilustraciones26. Quizá podemos atenuar la dureza de estas críticas si consideramos que el mismo Campo Weyerman se había dirigido al procurador general de la provincia de Holanda para quejarse de las intervenciones en el texto llevadas a cabo por el editor Pieter de Hondt, quien habría cambiado y mutilado su traducción en distintos sitios27. Desafortunadamente no podemos reconstruir en qué medida las intervenciones del editor pueden estar relacionadas con imputaciones de críticos posteriores. Comentarios críticos aparte, la traducción del Quijote de Campo Weyerman tiene una gran valía, no solo por introducir información en sus adiciones textuales sobre las costumbres y cuestiones sociales de la época, sino por incluir la primera biografía neerlandesa de Cervantes. Aunque los estudiosos de los Países Bajos no habían establecido el vínculo entre esta biografía de Cervantes y la Vida de Cervantes de Mayans de 1738 hasta ahora, pensando que la biografía era del propio Weyerman, Lucía Megías lo ha constatado recientemente28. Lo notable en este contexto neerlandés es que la cultura visual en torno a la figura de don Quijote se desarrolló muy tempranamente en esas latitudes. En 1657 apareció, como acabamos de mencionar, la primera edición completa del Quijote en neerlandés, no particularmente pronto si comparamos con otras ediciones europeas, pero excepcional al tratarse de la primera edición ilustrada de Don Quijote, con 24 es23

Lechner, 1995, p. 44. Para un análisis de este texto en castellano ver Lucía Megías, 2013. Ver De Kruif, 1995, p. 36; Lucía Megías, 2013, p. 134. La edición contenía 31 grabados de Antoine Coypel, acompañados por un largo poema. 25 Daniel Horst, 1995, p. 24. 26 Lechner, 1995, p. 47. 27 De Kruijf, 1995, p. 38. 28 Ver Lechner, 1995, p. 46 y De Kruijf, 1995, p. 35. Confróntese con Lucía Megías, 2013, p. 137. Un somero cotejo de la biografía de Weyerman indica que su traducción es reducida; sería interesante comparar en qué medida su traducción coincide con la biografía que acompaña a la versión francesa y especialmente qué elementos han sido seleccionados de la biografía cervantina. Ver Mayans y Siscar, Vida de Miguel de Cervantes Saavedra. 24

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tampas finas y dos frontispicios. Esta edición presenta el primer programa iconográfico del Quijote. Este «modelo iconográfico holandés», para utilizar el término de Lucía Megías, adaptado en la edición española de Amberes de 1672-1673, es el que se va a extender por toda Europa, tanto en francés, alemán, inglés, etc.29 El público lector de los Países Bajos estaba, pues, ya desde un periodo muy temprano, familiarizado visualmente con don Quijote, Sancho, Rocinante y su universo. Al hacer referencia a la figura de don Quijote, un autor estaba haciendo prácticamente referencia a un imaginario colectivo en circulación. Don Quijote en panfletos Es esencial constatar que nuestro panfleto de 1785 sobre Van der Kemp como don Quijote no es un ejemplo casual y excepcional30. En ese mismo año se publicó otro panfleto en verso, esta vez de 76 folios en octavo, con el título Don Quijotadas o actos delirantes de los nuevos patriotas de la caballería31. El lugar de impresión no aparece mencionado, pero el autor es el polémico Johannes Le Francq van Berkhey (1729-1812), homo universalis calvinista vinculado a la Universidad de Leiden, icono literario de la facción orangista. Berkhey era poeta, médico, dibujante, botánico y científico, lector en la Universidad de Leiden y autor de una Historia natural de Holanda en nueve tomos donde describe los hábitos y costumbres de los habitantes de esta provincia32. Merece la pena mencionar en el marco de las relaciones hispano-neerlandesas que una parte considerable de la colección de Berkhey de grabados y dibujos de la naturaleza se conserva en Madrid, en el Museo de Ciencias Naturales y en el Jardín Botánico33. Esencial para la interpretación del texto es el poema satírico introductorio (acompañado de retrato) dedicado al político de Leiden Rombout Hogerbeets, quien fue detenido durante la turbulenta época de la Tregua de los Doce Años con España (1609-1621) por no tomar partido por el estatúder Federico Enrique de Orange. Mofándose de Hogerbout y sus ideas políticas, Berkhey se posiciona desde el principio de su panfleto en línea con aquellos que apoyaron al estatúder desde el momento primi29

Ver Lucía Megías, 2006, p. 194; Luttikhuizen, 2008, p. 314. También tenemos ejemplos anteriores como en el caso de un panfleto de 1665, reeditado en todo caso en 1672. Durante la segunda guerra anglo-neerlandesa (1665-1667), el obispo de Münster, Cristoph Bernahard von Galen, apoyó a los ingleses. En el panfleto se representa a don Quijote, bien es cierto que montado encima de un cerdo y acompañado de un monje, ambos en funciones de escudero. El título del panfleto es: Soo d’Ridder Donquichot, met Sancho was verreese, / soo moest ’t den Bisschop, met sijn Brave Lijf-knecht weese, s. l., s. n. 31 Don Quichiottaden of de Ylhoofdige bedrijven van de nieuwe patriotsche cavalleristen. Es un panfleto de 76 páginas, con muchas referencias al momento histórico que dificultan su interpretación. 32 Honings, 2011, p. 78. 33 De San Pío Aladrén, 2007. 30

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genio de formación de la República, estableciendo así una línea genealógica directa con los primeros “orangistas”. Berkhey articula su panfleto siguiendo la parodia al género de las novelas de caballerías a la manera de Cervantes. El héroe de su panfleto, un tal Oerson Scroblaryn van Troya34, patriota redomado, vive increíbles aventuras y es comparado con don Quijote desde el principio: Voy a contarles la aventura / de como se puso a vagar de manera delirante por la naturaleza / justo como la triste figura de don Quijote35.

Y que es objeto de ridículo lo observamos al principio del texto al ofrecerle su amada “Belisante” el más hermoso de los yelmos en sus palabras: su orinal. Bien es cierto que cubierto de paja cual si fueran plumas. En diversas ocasiones, Berkhey se refiere a su público con un dedo didáctico en alto: «Abran los ojos, señores, y contemplen el extravío…»36. Al igual que en el caso de El piadoso caballero don Quijote a caballo, el panfleto ridiculiza la conducta del protagonista y de los demás «poetas de zambomba» como denigratoriamente define a los patriotas («Rommelpot poëten»). La esencia de la argumentación es similar a la anterior: los patriotas son un grupo de Quijotes sin visión y realismo político a los que llama «montadores/cabalgadores de cerdos y maestros de Arius»37. Curioso en el nivel iconográfico es que este panfleto está ilustrado con «ilustraciones para niños» como se menciona en el frontispicio. Puesto que Berkhey se dirige con frecuencia a sus oponentes patriotas en el texto, podemos quizá interpretar estas sencillas imágenes como una manera de ridiculizar las capacidades de este grupo, a quien trata como niños. Parece, pues, que la figura de don Quijote funcionó como un referente dentro de esta lucha panfletaria entre patriotas y orangistas en el Leiden de los años ochenta del siglo xviii. El hecho de que en los Países Bajos ya existiera desde el siglo xvii no solo una desarrollada cultura textual de su figura, sino también visual, contribuyó probablemente a su popularidad y con ello a su posible utilidad en contextos diversos. La maraña de textos panfletarios de reacción y contrarreacción entre ambas facciones es difícil de desgranar y no hemos podido reconstruir si los patriotas mismos reaccionaron de alguna manera ante esta negativa vincula34

No sabemos a quién se puede referir. Puede que el nombre Schrobalryn sea un juego de palabras. Un schrobbelaar es un trabajador textil que se encarga de cardar lana y teñir paños. 35 Don Quichiottaden, p. 8: «Ik ga u ’t Avontuur verhaalen / hoe hij ylhoofdig rond ging dwalen / juist in de droevige figuur / van Don Quichottus in natuur». 36 Don Quichiottaden, p. 72: «Mijn heren, doe de ogen open en zie de dwaling». 37 Don Quichiottaden, p. 5: «Een keurvorst van de rommelpot/ een vorstelijk patriot»; «rommelpot poëten»; y p. 55: «varkensdrijvers, leraars van Arius».

«UN DON QUIJOTE ANABAPTISTA: POESÍA PANFLETARIA EN LA REPÚBLICA…»

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ción con la figura de don Quijote. Sería interesante estudiar si la figura de don Quijote solo fue utilizada y activada como arma arrojadiza por los orangistas, como hemos visto en los ejemplos mencionados, con su interpretación marcada por ecos negativos. La cuestión es si los patriotas, no pertenecientes al grupo dominante, hicieron también uso de la figura de don Quijote para su argumentación panfletística contra los orangistas. Esta opción no parece muy probable. Don Quijote, presentado como un loco sin visión política, es el icono perfecto para ridiculizar a los enemigos del orden establecido. Bibliografía Arend, Prosper, Cervantes in het Nederlands. Bibliografie, Gent, Secretarie der Academie, 1962. De Bie, Jan Pieter, y Loosjes, Jakob, Biographisch woordenboek van protestantsche godgeleerden in Nederland, 4, ’s Gravenhage, Martinus Nijhoff, 1931. De Kruif, José, «Voornaamste gevallen in folio en kwarto. De Don Quichot-uitgaven van Pieter de Hondt», Mededelingen van de Stichting Jacob Campo Weyerman, 18, 1995, pp. 34-41. De Schim van Menno Simons uit den dood verreezen aan Fr. Ad. van der Kemp, preeker in de Menniste Vermaaning te Leiden, s. l., s. a. [¿1785?], s. n. Biblioteca Real de La Haya, Panfleto 20279. De vroome Don Quichot te paard, s. l., s. n. Biblioteca de la Universidad de Utrecht, Catálogo Kloosterboer 2750, panfleto 1785-14. Honings, Rick, Geleerdheids zetel, Hollands roem! Het literaire leven in Leiden 1760-1860, Leiden, Primavera Pers, 2011. Horst, Daniel, «De prenten in de Don Quichot-bewerking van Jacob Campo Weyerman», Mededelingen van de Stichting Jacob Campo Weyerman, 18, 1995, pp. 20-33. Klein, S. R. E., Patriots Repulikanisme. Politieke cultuur in Nederland (1766-1787), Ámsterdam, Amsterdam University Press, 1995. Le Francq van Berkhey, Johannes, Don Quichiottaden of de Ylhoofdige bedrijven van de nieuwe patriotsche cavalleristen, verciert met Kinderplaten, Burgstede, 1785. Biblioteca Real de La Haya, Panfleto 21186. Lechner, Jan, «Vertaler, bewerker, bederver Jacob Campo Weyerman en Don Quijote», Mededelingen van de Stichting Jacob Campo Weyerman, 18, 1995, pp. 42-50. Lucía Megías, José Manuel, Leer el «Quijote» en imágenes. Hacia una teoría de los modelos iconográficos, Madrid, Calambur, 2006. Lucía Megías, José Manuel, «Una curiosa recreación quijotesca en el siglo xviii: Les principales avantures de ládmirable Don Quichotte (La Haya, 1746)», en Carlos Mata Induráin (ed.), Recreaciones quijotescas y cervantinas en la narrativa, Pamplona, Eunsa, 2013, pp. 131-154. Luttikhuizen, Frances, «Breve aproximación a la primera traducción neerlandesa de El Quijote», en Felipe B. Pedraza Jiménez y Rafael González Cañal (eds.), Con los pies en la tierra. Don Quijote en su marco geográfico e histórico. Homenaje a José María Casasayas. Actas

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YOLANDA RODRÍGUEZ PÉREZ

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