Un conjunto cerámico del siglo XVII procedente del Reial Monestir de la Assumpció, convento de las clarisas de Xàtiva, La Costera (País Valencià)

September 24, 2017 | Autor: Fernando Cotino | Categoría: Post medieval pottery
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Descripción

Un conjunto cerámico del siglo XVII procedente del Reial Monestir de la Assumpció, convento de las clarisas de Xàtiva, La Costera (País Valencià) Fernando Cotino Villa*; Carles Miret Estruch**; Miquel Rosselló Mesquida*** Los sondeos previos realizados en el Convento de las Clarisas de Xàtiva aportaron un importante lote cerámico conventual del siglo XVII compuesto por diferentes producciones de vajilla de mesa (reflejo metálico y azul y reflejo valencianos, loza azul catalana y mayólicas italianas), cerámica común y de cocina. Dada la escasez de publicaciones sobre cerámicas post-medievales, este artículo supone un avance en el conocimiento del panorama cerámico, principalmente en la cerámica de cocina. Palabras clave: Cerámica. Siglo XVII. Convento. Clarisas. Xàtiva. Els sondeigs previs realitzats en el Convent de les Clarisses de Xàtiva aportaren un important lot ceràmic conventual del segle XVII compost per diferents produccions de vaixella de taula (reflex metàl·lic i blau i reflex valencians, pisa blava catalana i majòliques italianes), ceràmica comuna i de cuina. Donada l’escassesa de publicacions sobre ceràmiques postmedievals, aquest article suposa un significatiu avanç en el coneixement del panorama ceràmic, principalment de la terrissa de cuina. Paraules clau: Ceràmica. Segle xvii. Convent. Clarises. Xàtiva XVIIth century pottery set from the Convent of Nuns of St. Clare of Xàtiva, la Costera (Valencian Country) The previous explorations held in the Convent of Nuns of St. Clare of Xàtiva brought an important ceramic ensemble of the 17th century composed of dinner sets (lustre and lustre and blue Valencian wares, Catalan monochrome blue decorated tin-glazed wares and Italian majolica wares), and coarse and kitchen wares. Given the lack of studies and publications of post-medieval pottery, this study enhances the knowledge of this epoch, regarding principally the kitchen ware. Key words: Pottery. XVIIth century. Convent. St. Clare Nuns. Xàtiva.

INTRODUCCIÓN Recientemente la empresa ORDISA adquirió el edificio del Convento de Santa Clara de Xàtiva. Dentro del ámbito de los estudios previos que la empresa propietaria del edificio ha encargado a diversos profesionales de cara a su rehabilitación se consideró, en su día, incluir entre aquellos los de ámbito arqueológico, ejecutados por la empresa Global Alacant S. L., bajo la dirección de quienes suscriben. Es en calidad de estudios previos que hay que entender la intervención que aquí presentamos. Se concibió con los objetivos específicos de conocer la estratigrafía del subsuelo en áreas abiertas, la evaluación de la posibilidad de existencia de estructuras en dichas áreas y de la conservación de restos del antiguo claustro, del conjunto de fuentes citadas * Arqueólogo col. 14.398 [email protected] C/ Sarcet, 4, 14. 46020 - València ** Arqueólogo col. 16.344. [email protected] Plaça Parc de l’Estació, 24,5º, 2. 46701- Gandia *** Arqueólogo col. 13.508. [email protected] C/ Vicente Sancho Tello, 22, 2º, 3ª. 46021-València Recibido: 18-10-2011. Aceptado: 02-05-2012. RECERQUES DEL MUSEU D’ALCOI, 21 (2012), 79-94 ISSN: 1135-2663

en la documentación, con su consiguiente sistema hidráulico, y el estudio de los paramentos verticales. EL EDIFICIO: FUNDACIÓN E HISTORIA CONSTRUCTIVA La fundación del convento procede de la voluntad, plasmada en testamento (1326), de la noble doña Saurina d’Entença, viuda del almirante Roger de Llúria (Sendra, 1925). Previas las autorizaciones papales y del monarca, se adquirieron terrenos a extramuros y al norte de la ciudad de Xàtiva. En un proceso equiparable al de otros conventos setabenses, particularmente el de Sant Francesc, por causa de la Guerra de la Unión el edificio quedó casi arruinado en 1348 y, tras ser recompuesto por la ciudad, fue definitivamente derribado con motivo de la Guerra de los Dos Pedros en 1359, alojándose la comunidad por algún tiempo en una casa particular hasta que en 1364 se autorizó el traslado a un nuevo monasterio intramuros, junto a la Porta Nova, llamada más tarde del Lleó, quedando reinstaladas las monjas en 1369. 79

Fernando Cotino Villa; Carles Miret Estruch; Miquel Rosselló Mesquida

La fábrica de la nueva iglesia y del convento se lleva a cabo a partir de los primeros años del siglo XV. De la documentación recopilada cabe hacer especial mención del documento titulado: “Gastos antiguos sobre obras de Santa Clara, de 1403 a 1420” (Ventura, 2008). En éste se refieren con detalle los gastos edilicios y se proporcionan pormenores tales como que los trabajos de la cimentación de la iglesia se comienzan el 27 de julio de 1403. Del mismo documento se colige que los trabajos del claustro comenzaron en 1413. Ya en el siglo XVI era considerado como el convento más rico de la ciudad (Piqueras, 1990: 245). Importantes trabajos se llevaron a cabo en 1695, centrados en la ampliación de la iglesia a costa de la plaça de Santa Llúcia, y la construcción del coro alto y del bajo y nuevas bóvedas, pero aún manteniendo los arcos diafragma originales (Bérchez y Gómez-Ferrer, 2005-2006: 201). A principios del siglo XVIII también se renueva el claustro, incorporando un cuerpo superior de edificación. Posteriormente se ejecutarán nuevos trabajos, a cargo de Fray Pina, quien legó la más valiosa descripción del convento y cuya principal actuación consistió en la ejecución de la nueva cubierta de la iglesia (Bérchez y Gómez-Ferrer, 2005-2006). De todos modos, la expulsión de los moriscos (1609), la extinción de los señoríos jurisdiccionales, y con ello la pérdida de las rentas y la desamortización de Mendizábal, sucesivamente, supusieron la ruina de la comunidad, que tuvo que vivir de limosnas. Con el advenimiento de la II República la comunidad estaba ya completamente arruinada. El Ayuntamiento, cumpliendo órdenes del Gobierno, formalizó el acta de incautación de los conventos de Xàtiva, previo inventario de sus bienes, y se pusieron en la fachada sendos letreros que decían: “Adquirido este local por el Ayuntamiento para mercado”. El Comité Revolucionario Unificado ordenó el derribo de este edificio, efectuándolo sólo en parte. Pasada la contienda civil de 1936-1939 las monjas fueron reintegradas a su antiguo cenobio, hasta que en el año 2001 se trasladaron a la cercana población de Canals, restando el inmueble abandonado (Sarthou, 1922; Sendra, 1926; Cortés y Pons, 1991; Delicado Martínez, 2004). CONTEXTO ARQUEOLÓGICO Con los objetivos señalados se llevaron a cabo setenta catas murales, diversos sondeos y dos catas en extensión, particularmente la que denominamos Cata 3, en la zona NO del huerto actual del claustro, en forma de “ele” versal (fig. 1). Ésta cubre una superficie aproximada de 130 m2 y en ella se localizaron tres de las más importantes pulsaciones de ocupación y de relleno arqueológico de la ciudad de Xàtiva y del propio solar que ocupa el convento. Tomamos pues esta cata como directriz en la descripción de la secuencia general y de los materiales cerámicos modernos que estudiamos con mayor detalle. 80

Figura 1: Planta del Monasterio de Santa Clara de Xàtiva (estudios previos).

De techo a muro y después del primer estrato de tierra vegetal, hallamos una serie de unidades estratigráficas que proporcionan materiales modernos (siglos XVII y XVI) y bajomedievales (siglos XV y segunda mitad del XIV). De las unidades de cronología moderna cabe destacar la aparición de una estructura (cisterna o pozo) amortizada por un conjunto cerámico cerrado del siglo XVII. Las unidades bajomedievales se encuentran directamente por encima de las estructuras almohades sin mediar una fase de ocupación feudal durante la segunda mitad del siglo XIII y la primera mitad del XIV. Las estructuras de cronología islámica almohade (último tercio del siglo XII y primero del XIII) son de cierta entidad, pero no podemos forzar una hipótesis más allá de la constatación de su presencia en un momento de expansión urbanística claramente atestiguado por la documentación histórica (Rubiera y Epalza, 1987). De este momento cronológico es la documentación de canjilones de noria y barras de horno o llongos, que apuntan a la proximidad de una noria y a actividades alfareras que ya se pudieron sugerir en la excavación del contiguo convento de la Trinitat. Por debajo de los niveles tardo-andalusíes, en ausencia de ocupaciones emirales y califales, encontramos estructuras romanas de opus signinum apenas esbozadas, acompañadas de sigillata hispánica, de un conjunto de teselas líticas y de pasta vítrea, así como fragmentos de pintura mural monocroma.

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Con las evidencias disponibles, la cronología propuesta se remontaría al período Flavio (69-96 d.C.), interpretado también a nivel regional como una fase dinámica del poblamiento y de pujanza económica de Saetabi y su territorio como atestiguarían, por ejemplo, la fundación de la villa romana dels Alters, en l’Énova (Albiach y de Madaria, 2006). El encostrado basal, sin matriz arcillosa y completamente estéril, se halla en la Cata 3 más o menos a dos metros de profundidad. Por encima de este sustrato encontramos otro mucho más arcilloso que arroja materiales cerámicos muy roturados que laxamente podríamos atribuir a una cronología antigua (ibero-romana). Por lo que respecta a las unidades estratigráficas de interés específico para la contextualización del lote cerámico que aquí se presenta, nos centramos en aquellas que ofrecen materiales del siglo XVII. El conjunto de materiales más abundante y homogéneo procede de los rellenos (UE 330, 342, 346) que anulan el pozo o cisterna (UE 308) en piedra y excavada en el terreno, con acceso escalonado y acodado. Se trata tan sólo de una parte de los materiales que colmaban dicha estructura pues no se completó, en esta fase de estudios previos, su excavación íntegra. En esta misma Cata 3 dos rellenos (UE 317 y 343) también aportaron materiales cronológicamente similares, si bien en menor cantidad. Otras cerámicas, claramente del siglo XVII, aparecieron como materiales residuales de rellenos de cronología posterior (UE 339 y 701), las cuales aquí también presentamos por tratarse de piezas singulares o importadas, caso de la cerámica “ingobbiata” pisana. LA CERÁMICA Hemos dividido el estudio de la cerámica en tres grandes categorías: vajilla de mesa, cerámica de cocina (destinada al fuego) y cerámica común. Vajilla de mesa –Loza Valenciana (fig. 2-5)* Escudillas (330-3, 16, 20, 32, 37, 342-8) El tipo de escudilla mayoritario responde al modelo de perfil troncocónico, robusto y pesado, con base plana o ligeramente cóncava de paredes altas y gruesas y borde engrosado. Están provistas de dos anchas asas de orejetas polilobuladas, pegadas al borde de la pieza (Algarra, 1995: fig. 1, B-4; Coll, 1998a: fig. 8,8). Cuenco (330-21) Cuenco de paredes convexas con labio redondeado y base con pie discoidal. Dibujo cerámico de Pilar Mas Hortuna.

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Platos Platos con ala diferenciada (330-22, 23, 33, 342-9) De paredes convexas acabadas en una inflexión exvasante que constituye el ala, terminada en un borde normalmente redondeado o ligeramente biselado. Aparecen bases planas, habitualmente provistas de un anillo rehundido (Algarra, 1995: fig. 1, B-1; Coll, 1998a: fig. 8,4). Platos sin ala (330-15, 342-10, 346-2) Con paredes recto convexas divergentes, acabadas en un borde exvasado, labio redondeado y engrosado, en ocasiones algo pendiente. Base plana o ligeramente cóncava (Algarra, 1995: fig. 1, B-2). Jícara La base 330-18 parece corresponder a una taza o jícara, más que a un mielero, piezas ambas mucho más habituales en la vajilla del siglo XVIII. En cuanto a las decoraciones se utiliza el reflejo dorado, el azul y la combinación de ambos. Tampoco faltan ejemplares sin decoración, o ésta se ha perdido, únicamente con cubierta blanca estannífera. La decoración en reflejo metálico de arcos múltiples, típicos de finales del siglo XVI y primera mitad del XVII (Algarra, 1995) o a partir de la segunda o tercera decena del siglo XVII (Coll, 1998a: 213, motivo nº 91) es, con mucho, el motivo más habitual (33023, 330-15). El plato 342-9, en azul y reflejo, lleva un motivo central en azul, incompleto, donde se intuye un ramillete o florón macizo con tres ramas dispuestas radialmente (flor de lis), combinado con decoración en reflejo de imbricaciones o escamas de semicírculos concéntricos que cubren todo el interior del plato. El motivo de “ramos macizos en azul” se data a partir de la primera mitad del siglo XVII (Coll, 1998a: motivo nº 39B). Los semicírculos concéntricos o arcos múltiples dispuestos en imbricaciones o escamas se datan ya en la segunda mitad del siglo XVII. Un plato con similar decoración proveniente de la colección Ferrà (Valldemossa, Mallorca) se ha datado alrededor de 1680 (Coll, 1998b: 125, nº 98). El cuenco 330-21, únicamente en reflejo, trae también una decoración con motivo radial central envuelto por imbricaciones o escamas de semicírculos concéntricos que cubren todo el interior de la pieza. El motivo radial se asemeja a otro de la loza catalana de reflejo metálico, allí denominado “margarida” (Cerdà, 2001: lám. 9, 4). Pueden hallarse paralelos en la lámina 22 de Mesquida (1996). Las escudillas 330-37 y 330-16, repiten el mismo tema de escamas rellenadas. En el primer caso, con motivo central indeterminado en reflejo metálico delimitado por un círculo azul, y motivos de imbricaciones o escamas rellenadas de rayados múltiples que cubren toda la pared de la pieza hasta el borde provisto de una franja en azul. Un paralelo muy similar, exceptuando que el motivo central está delimitado en reflejo, en (Mesquida, 2002: nº 176). El plato 342-10, por el contrario, lleva un motivo en reflejo dorado con hojas desflecadas en reserva dispuestas 81

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Figura 2: Vajilla de mesa. Loza valenciana.

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Figura 3: Vajilla de mesa. Loza valenciana.

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Figura 4: Vajilla de mesa. Loza valenciana.

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Figura 5: Vajilla de mesa. Loza valenciana.

Figura 6: Vajilla de mesa. Loza catalana.

radialmente, que se viene datando entre 1650 e inicios del siglo XVIII (Coll, 1998a: 213, motivo nº 62), y orla en azul en el borde. Por último, el plato 330-33 trae como solitario motivo un lazo central en azul. Por otra parte, no son raras las espirales achatadas, a veces esquemáticas, en los soleros y reversos de las piezas, así como decoración de simples trazos en dorado en las orejetas de las escudillas, siguiendo la disposición triangular del agarre.

Policroma de Montelupo 330-25/26. Plato. Mayólica policroma de Montelupo Fiorentino (Berti, 1997). Fragmento de plato de grandes dimensiones, labio redondeado con acanaladura interna. Ornamentación “a nastri spezzati” (Berti, 1986: 30) con elemento estrellado central o flor polipétala. Restos de graffiti inciso post-cocción en el exterior del solero. Finales del siglo XV y primera mitad s. XVI, continuando hasta las primeras décadas del siglo XVII (Carta, 2003: 39). Hallamos policromas de Montelupo en lugares próximos como Dénia (Gisbert y Bolufer, 1994) y en el castillo de Cullera (Carrasco et alii., 2006).

–Loza Catalana (fig. 6) Loza azul catalana del siglo XVII. Mayoritariamente platos con ala, pero también se documentan fragmentos de escudillas sin orejetas, con motivos de “arcs dobles” y “arc i mig punt” (Telese, 1991) y escudilla de orejetas. 330-a. Fragmentos decorados en azul con cenefas con motivo de “arc i mig punt”, “arc doble”, “cuc”, “espiga tancada”, “ditada” (Telese, 1991). Platos con ala (330-35, 36) Se corresponden al tipo 3 dentro de la tipología de loza azul y policroma catalana (Cerdà, 2001: lám. 13). –Mayólica Italiana (fig. 7-8) Toscana

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“Ingobbiata” de Pisa 701-1. Fragmento de base con pie anillado bajo, quizás perteneciente a un cuenco. Pasta roja, dura y depurada. Cerámica “ingobbiata” con decoración jaspeada o marmorizada (Berti, 1994). Finales del siglo XVI, pero su exportación a la península Ibérica será principalmente en el siglo XVII. 339-1. Fragmento de cuerpo. Pasta roja, dura y depurada. Decoración similar a la pieza anterior. Este tipo de cerámica se elaboró tanto en Pisa como en Liguria. Las pastas rojas de los ejemplares documentados 85

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Figura 7: Vajilla de mesa. Mayólica italiana.

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Figura 8: Vajilla de mesa. Mayólica italiana.

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parece que remiten más a un origen pisano. Hay paralelos cercanos en Dénia (Gisbert y Bolufer, 1994) y en Catalunya e Illes Balears (Telese y Cerdà, 1996; Coll, 1998b; Gual, 1999). –Liguria “Berettina” (azul sobre azul) 330-b. Fragmentos. Estilo “Calligrafico a volute tipo C”, con motivos “a foglie e raggere”. También se documenta el motivo de “fiore centrale” y “fiori sparsi”. Al exterior decorado con arcos entrecruzados, motivo conocido como “cespo o cestino”. 330-29. Plato. “Calligrafico a volute tipo C”, con motivos “a foglie e raggere”. 343-10. Cuenco. Decoración “a paesi”. Paisaje con arquitectura. Azul sobre blanco 330-28. Plato, pequeño fragmento con decoración indeterminada, quizás “a ju-i”. 342-12. Cuenco. Estilo caligráfico naturalístico. Todos estos ejemplares de azul “berettino” y azul sobre blanco, pueden datarse entre 1575-1625.

Figura 9: Cerámica de cocina.

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Policroma 342-13. Plato. Pequeño fragmento de ala. Decoración policroma sobre fondo blanco, de azul, manganeso y amarillo. Estilo caligráfico naturalístico. Temática oriental de tipo vegetal dispuesta “a quartiere”. Primera mitad del siglo XVII. 330-27. Dentro de la misma categoría habría que incluir este pequeño fragmento de plato, con vistosos colores en azul, amarillo y anaranjado, dentro del estilo caligráfico naturalístico, propio de mitad del siglo XVII. Mayólicas ligures son muy frecuentes en el litoral costero mediterráneo peninsular e islas: Catalunya (Telese, Cerdà, 1996), Granada (Carta, 2003), Dénia (Gisbert y Bolufer, 1994), Cullera (Carrasco et alii., 2006), Mallorca (Coll, 2006), Menorca (Camps, 2000). Cerámica de cocina (fig. 9-10) Cerámica destinada al fuego. Todas presentan pastas rojas, superficies marrón o gris oscuros, a veces totalmente negras. Vidriados plumbíferos, mayoritariamente de color verdoso o melado oscuro, en el interior de las piezas. Cazuela Recipientes cuya boca tiene un diámetro igual o mayor

Figura 10: Cerámica de cocina.

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al diámetro máximo del cuerpo. Más anchos que profundos. Dos tipos principales. 1) Cazuela (317-5, 342-2, 342-3) de perfil ovoide, base plana o ligeramente convexa y borde diferenciado, exvasado con el labio redondeado. Vidriado de color melado oscuro en la parte interna y al exterior en la zona del borde. Pared exterior de color marrón o gris oscuros, con acanalado suave. El ejemplar 342-2 lleva graffiti epigráfico inciso post-cocción. Hay una clara gradación de tamaño/capacidad entre los tres ejemplares, oscilando el diámetro de la boca entre 12 y 19,5 cm. 2) Cazuela (317-7, 330-7) de paredes curvas convergentes, borde exvasado diferenciado del cuerpo con un marcado quiebro, con labio triangular. Base plana. Cuerpo con acanalado muy acusado. Vidriado interior de color verdoso amarronado que también desborda al exterior cubriendo el borde. Marcas incisas post-cocción, numerales y emparrillado. Diámetro de la boca entre 29 y 31 cm. El tipo 2 tiene cierta similitud general con las cazuelas del siglo XVI de Paterna (Mesquida, 1996: lám. 44, fila sup. izqda.). También encontramos parecido con un ejemplar del siglo XVIII del monasterio de la Valldigna (Martínez García, Campos y Felis, 2007: p. 34, inf. izqda.), si bien con paredes algo más rectas; y con otro proveniente del castillo de Cullera (Carrasco et alii, e.p.: fig. 10, 3018-3). Parece que el tipo evoluciona hacia paredes más rectas y bordes más cortos. Tapadera Tapaderas (317-1, 346-3, 342-5, 330-10, 330-38) de tendencia troncocónica, de paredes rectas divergentes, con interior acanalado, acabadas en un borde ligeramente engrosado. Rematadas con un pomo plano con acanaladura más o menos marcada, a modo de anillo rehundido. Vidriado interior verdoso oscuro que se prolonga al exterior a la zona del borde. Diámetros variados, sirvieron para cubrir a las diversas cazuelas y ollas. Al contrario que en el caso de las cazuelas, no hallamos paralelos en la Paterna del XVI-XVII (Mesquida, 1996). El tipo tiene similitudes con algún ejemplar del s. XVIII del Monasterio de la Valldigna (Martínez García, Campos y Felis, 2007: p. 88, sup. izqda.). Tipo de tapadera destinada a tener un amplio éxito, perdurando hasta el siglo XIX (Marín, Martí y López, 2003: fig. 4.1). Olla 343-9. Olla de tendencia globular, borde recto exvasado. Pasta roja. Vidriado interior de color melado verdoso que cubre también la parte exterior del borde. Encontramos perfiles muy similares tanto en contextos anteriores del siglo XVI (Mesquida, 1996: lám. 41), como en contextos poste-

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riores del XVIII (Carrasco et alii., e.p.: fig. 10, 3018-5) y XVIII-XIX (López y Martínez, 1994: lám. 243-1). 330-9. Olla de tendencia globular y cuerpo acanalado. Borde triangular. Dos pequeñas asas en los hombros. Vidriado interior de color melado verdoso. Cerámica Común (fig. 11-12) Cerámica no destinada al fuego, puede estar vidriada o simplemente bizcochada. –Vidriada Se documentan orinales (330-40, 343-7) vidriados de color melado verdoso. Forma muy común y difundida desde época medieval, cuyas características generales (recipientes vidriados de cuerpo troncocónico, base plana, borde exvasado en forma de ala y dos asas simétricas) permanecerán hasta su desaparición, con una tendencia, en los siglos XVIXVIII, hacia recipientes más estrechos y altos. Hallamos ejemplos similares datados en el siglo XVI en Paterna (Mesquida, 1996: lám. 47) y, ya del siglo XVIII, en el Hospital General de València (Berrocal et alii., 2002: 69, nº 2442) o en las excavaciones del Palau de Benicarló de València (López y Martínez, 1994: lám. 247-3). Lebrillos (317-6, 342-4, 343-8) de base pana y paredes abiertas. Vidriados melados oscuros, con diferentes formatos en cuanto a tamaño. Probable producción paternera, cuya tipología ya está presente en el siglo XVI (Mesquida, 1996: lám. 46). –Bizcochada Jarras o cántaros (343-14) de largos cuellos y dos asas. Orzas (342-7) con tapaderas (330-6). Estas orzas se caracterizan por una pasta blanquecina muy fina, sin desgrasante aparente, muy diferente al resto del material bizcochado documentado en la excavación, y suelen presentar trazos de pintura roja a la almagra, si bien no con funcionalidad decorativa, sino con finalidad de control comercial (330). COMENTARIOS La loza valenciana, de reflejo y azul y reflejo, está presente con tipos y motivos decorativos típicos del siglo XVII, y casi con toda seguridad son de producción manisera. No se han podido detectar producciones de loza azul de Càrcer (González Martí, 1967; Coll, 1998a: 211), posiblemente debido al contexto cronológico más tardío de nuestro conjunto. Será interesante comprobar si concurren en los contextos del siglo XVI documentados en el propio convento. Muchos ejemplares de loza llevan marcas incisas postcocción, que probablemente haya que interpretar como señas de propiedad, dado su uso individual, y quizás formaban parte de la dote de ingreso al convento o era ajuar propio de uso personal (Milanese, 2001: 44). La presencia de vajilla importada de Italia, de mayor calidad, debe considerarse de uso más excepcional o reser89

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Figura 11: Cerámica común.

Figura 12: Cerámica de cocina.

vada para ocasiones especiales o concretas, y así ha sido interpretada su presencia, por ejemplo, en el convento de las clarisas capuchinas de Palma de Mallorca (Llabrés, 1998: 22). También podría interpretarse como vajilla particular de uso individual restringido a ciertas personalidades de mayor rango del convento (Milanese, 2001: 44, 67), que no olvidemos, se surtía de las hijas de la nobleza. En el siglo XVII todavía se aludía a la condición ilustre de las monjas del convento “muchas de las cuales son de las nobles y antiguas familias del Reinado de Valencia” (Galiana, 1991: 106). Violant d’Aragó, hija del duque de Gandia (Galiana, 1991: 106) y Beatriu de Borja, sobrina del papa Alejandro VI (Delicado Martínez, 2004: 1131), son algunas de las personalidades que fueron abadesas de este cenobio setabense, ejemplificando perfectamente esta adscripción a la alta nobleza valenciana. Sería necesario confrontar con contextos de similar cronología en ambientes no conventuales de la propia Xàtiva para comprobar si existen diferencias en cuanto a la incidencia de estas vajillas de lujo importadas, pues los conventos son lugares privilegiados desde este punto de vista. Por su parte, la cerámica culinaria en los conjuntos cerámicos es habitual y constante en los contextos arqueoló-

gicos vinculados a la actividad doméstica de todos los períodos cronológicos. Las características técnicas de estas cerámicas van indefectiblemente ligadas a su funcionalidad. Del mismo modo, es un ajuar que presenta generalmente muchas dificultades para su datación, ya que normalmente hay muy poca variabilidad tipológica y tecnológica debido precisamente a su funcionalidad, escasamente influenciada por cambios, estilos y modas, contrariamente a lo que ocurre con la llamada vajilla fina o de mesa, mucho más afinada cronológicamente, precisamente por estar más sujeta a los cambios de estilo, primando más los aspectos decorativos. Todo ello tendrá también su incidencia en el hecho de que las formas, a la par que tipológicamente escasas, tienden a repetirse entre centros productores y a lo largo del tiempo (persistencia tipológica), lo que dificulta reconocer sus zonas concretas de producción. Por otra parte, los datos sobre las características de la cerámica común y de cocina en el siglo XVII son muy escasos para el conjunto del área valenciana y se presume, de manera general, que son similares a las del siglo XVI (Coll, 1998a: 211), mucho mejor conocidas (Mesquida, 1996). Alrededor de las grandes ciudades, o en ellas mismas, se establecieron centros productores de cerámica común y de

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Un conjunto cerámico del siglo XVII procedente del Reial Monestir de la Assumpció, convento de las clarisas de Xàtiva, La Costera (País Valencià)

cocina que las abastecían. Para diferentes momentos históricos Valencia se surtió de Paterna, Quart, Mislata, Manises y Alaquàs. En el caso de Xàtiva debió proveerse de l’Olleria (contemporáneamente más conocida por el vidrio), Càrcer y Canals, todas ellas incluidas, en algún momento, en el término general de Xàtiva (Martín de Viciana, 1564: 426; Piqueras, 1990). En el Llibre del Repartiment (nº 1943, 3037) hay donaciones en 1248 “in alcheria de las Ollas”, probablemente haciendo alusión a la actividad alfarera del lugar. Càrcer es mencionada, junto a Paterna, por Francesc Eiximenis (1383) como productora de “obra communa de terra” (Seijó, 1977: 20). Parece que en el siglo XVI producía loza y azulejos en azul (Coll, 1998a: 207). Escolano en el siglo XVII alaba la producción de vasos de barro de Càrcer, de los que surtían a toda la comarca (GECV, 2005: voz “Càrcer”). La población de Canals también es citada en el siglo XVIII como productora de loza ordinaria (1793); ollas, cántaros y platos (1797), tal como recoge F. Seijó de autores como Ricard y Cavanilles; actividad alfarera que seguía activa a mediados del siglo siguiente (Seijó, 1977: 22). Cullera, a principios del siglo XVIII, expedía “obra d’olles” a través de su puerto (Peris, 1997: 99), seguramente manufacturadas en otro lugar (¿Alzira?). En la actualidad, con los escasos datos que poseemos, no somos capaces de determinar el lugar de producción de la cerámica de cocina encontrada en este contexto del siglo XVII del convento de las clarisas de Xàtiva, barajándose tanto la posibilidad del área próxima a la capital de la Costera, proveniente de centros con probada tradición alfarera (Càrcer o Canals) desde un punto de vista de la documentación histórica, si bien sin constatación arqueológica de sus características técnicas y posible repertorio producido; como que fuera traída de centros ceramistas más lejanos de los que también se surtían de loza fina (Manises) u otra cerámica común, caso de los lebrillos vidriados paterneros, o de otras zonas próximas a la capital (Alaquàs). Sólo publicando de forma sistemática los hallazgos de estas humildes y poco vistosas cerámicas se podrá revertir esta situación de generalizado desconocimiento y empezar a vislumbrar el origen de las mismas. Por último, es necesario hacer algún comentario sobre la naturaleza y formación del depósito que colmaba a la estructura hidráulica UE 308, pozo/cisterna situada en el jardín del claustro. Se trata de la anulación intencionada, mediante el vertido principalmente de cerámicas, un buen número de ellas completas, de un pozo/cisterna monumental. Efectivamente, nos hallamos ante una estructura, todavía por excavar en su totalidad, que, cuando menos, hay que calificar de compleja, pues no se trata de un simple pozo vertical de los comúnmente documentados en las intervenciones arqueológicas. Es una estructura con cámara excavada en el subsuelo, a la que se accede mediante escalera de obra, y construida con sillares de piedra y ladrillos bizcochados.

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Las causas de una actuación de ese tipo quizás deban buscarse, a nuestro entender, como consecuencia de algún acontecimiento de tipo infeccioso, con la consiguiente corrupción de las aguas que provocaría, por una parte el desprenderse del ajuar cerámico susceptible de estar contaminado y, por otra, aconsejaran la oclusión del pozo. En este aspecto hay que recordar la virulenta peste que afectó Xàtiva en 1647 (Boluda, Galiana y Pons, 1995; Pérez García, 2006: 313-314). Estos comportamientos han sido documentados, para época medieval, en lugares como Gela (Italia) o en la más cercana Almoina de Valencia (Pascual y Martí, 1987: 610611).

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