Un caso de archivo fotográfico: economía visual de la circulación de mercancías, cuerpos y memorias

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Descripción

Un caso de archivo fotográfico: economía visual de la circulación de mercancías, cuerpos y memorias Liliana Gómez (Nueva York/Berlín)

(1) Así comenzó la fotografía a constituir y a demarcar el terreno del otro y a definir tanto la apariencia generalizada –la tiopología– como el caso individual contingente de la divergencia y de lo socialmente patológico. (Sekula 2003: 273, trad. de LG)

Mientras los dispositivos de saber que organizan espacios, territorios y circulación definen el uso de las imágenes, la fotografía como tecnología de la imagen nos habla de los modos de percepción y representación y participa en los procesos modernos de la regulación social. Desde el espacio privilegiado, o sea lo nacional, la fotografía ya desde la mitad del siglo XIX participó en la determinación de estos procesos de espacialización y circulación que caracterizan la configuración geocultural del Caribe a principios del siglo XX. En estos tiempos emerge lo que intento llamar un nuevo tipo de espacio, el enclave, que desde entonces marcará el territorio de lo transnacional. Desde una perspectiva más bien socio-económica la figura espacial del enclave ha sido discutida en relación con el régimen colonial que suele caracterizar el Caribe como sistema de plantación. Pero yo propongo pensar el enclave más bien como figura epistémica, aunque basada en una organización territorial, ya que no solo define la regulación moderna social, sino que describe la percepción y los dispositivos de saber. La fotografía y, en particular, el archivo fotográfico de la empresa United Fruit Company, o sea lo que yo llamo corporate photography, nos habla de la emergencia de este nuevo espacio, el enclave, que como figura epistémica permite describir los procesos modernos de la regulación social. La United Fruit Company se formó como empresa transnacional en 1899 con sede en Boston, Estados Unidos, y como entidad transnacional permite, gracias a su largo entrelazamiento con el Caribe y Centro América y gracias a su documentación fotográfica sistemática de sus operaciones, al menos hasta 1962, describir esta regulación social moderna y transformación ecológica violenta. La emergencia de este nuevo tipo de espacio transnacional no solo se adscribe a un proceso constitutivo que podría caracterizar el Caribe como laboratorio de la modernidad que nos habla de las formaciones culturales y sociales en Europa, a través del régimen colonial, y en Estados Unidos, a través de sus lazos imperiales, sino que también es parte de lo que se ha denominado “‘sistema mundial moderno/colonial’ que es acompañado por una producción constante de 109

ciclos de marginalidades” (Herlinghaus 2009: 13). Según la lectura de Jacques Rancière “el terreno de las luchas sociales y políticas” se ha interrelacionado con lo que él llama “la organización y ‘distribución de lo sensible’” (Herlinghaus 2009: 9). Se ha observado que los “modes of subjectivation are highly dependent on ‘aesthetico-political fields’ that delimit the horizons of a given order or hierarchy of the sayable, desirable, and performable and that which remains secret or excluded” (Herlinghaus 2009: 9). El Caribe como laboratorio de la modernidad hace visible que “la globalización, según Arjun Appadurai, puede ser percibida en términos de ‘disyunción’ entre diferentes flujos – de imágenes, ideologías, mercancías, gente y riqueza’” (Herlinghaus 2009: 9). El enclave, en tanto fenómeno espacial transnacional y figura epistémica, refleja esta nueva calidad de circulación de mercancías, cuerpos y memorias. Tanto la transferencia de saber, como lo indica la transplantación de cultivos tropicales, como el azúcar, el banano, el sisal, el tabaco, el cacao o el café, como la búsqueda de materias primas determinaron el inicio de una globalización acelerada alrededor de 1880 hasta mas allá de la mitad del siglo XX. La botánica económica, la medicina tropical, la antropología, la ingeniería y la geodesia formaron parte de la apropiación científica del mundo entero y fundamentaron una expansión económica eficaz. En este contexto las corporaciones globales, que aseguraban el alimento y recursos naturales de energía en el global South, determinaron más y más los entrecruzamientos transnacionales como transferencia de cultura y saber, circulación de mercancías y cuerpos. En particular el Caribe y su experiencia de disolución de diferentes sistemas coloniales, el español, el francés, el inglés y otros, se destaca por una densificación de entrecruzamientos transnacionales definidos por una geopolítica en cuyo centro la producción de alimentos y la búsqueda de materias primas, o sea de territorios, cuerpos y mercancías, determinan una constelación Europa-Caribe-Estados Unidos. Desde esta perspectiva el Caribe refleja características de un laboratorio de modernidad al ser definido por una transición eterna a la modernidad, una transición marcada por los procesos de independencia y la experiencia de (des)colonización. Empresas transnacionales ya no solo actuaban en interés de la nación, lo que caracterizaba todavía el siglo XIX y el régimen colonial, sino que se volvían más y más autónomas al configurar el espacio moderno político. Después de la guerra de 1898 los Estados Unidos integraron el Caribe y América Latina en su área de influencia política, económica y cultural a través de empresas transnacionales y los incluyeron en un orbit of knowledge (ver Gilbert 1998). La United Fruit Company y su creación, desarrollo y explotación de los medios de comunicación y transporte, así como la infraestructura relacionada con éstos (mediale Erschließung) del Caribe y de Centro América participaron claramente en la formación de esta nueva relación geopolítica y configuración geocultural.

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Este artículo tiene, por lo tanto, tres objetivos: primero, identificar una economía visual, o sea producción, circulación y sistema cultural y discursivo de las imágenes fotográficas que participan en la formación de la configuración geocultural del Caribe; segundo, reflexionar sobre la importancia de la fotografía de la empresa transnacional para los procesos modernos de la regulación social, o sea entender el rol del archivo fotográfico y de las imágenes fotográficas de la United Fruit Company para su expansión económica y territorial; y tercero, especular sobre el enclave como figura epistémica del espacio político moderno emergente. Quiero enfocarme entonces en algunas fotografías de la United Fruit Company que nos hablan de estos procesos de espacialización y de la circulación de mercancías, cuerpos y memorias. Siguiendo la tesis de que la fotografía representa un nuevo instrumento de saber quiero explorar estas tres preguntas. Para eso el marco de “territorios-mercancías-conocimientos”, o sea una propuesta analítica que toma en cuenta algunas características de la historia ambiental de América Latina (ver Brannstrom 2004), puede servir como entrada conceptual. Es decir, propongo seguir esta perspectiva al preguntar sobre la percepción ambiemental y sus cambios, los imaginarios culturales y geográficos de la creación, desarrollo y explotación de los medios de comunicación, infraestructura y transporte (mediale Erschließung) en los cuales la fotografía y, en particular, el caso del archivo fotográfico de la United Fruit Company parecen tener un papel revelador y que hasta ahora no ha sido analizado.

(2) Como ha observado y operacionalizado Deborah Poole de una manera excepcional en relación con las imágenes del mundo andino, una economía visual se refiere a diferentes niveles de organización, o sea, se relaciona con una organización de la producción de imágenes que incluye tanto los individuos como las tecnologías, a un nivel de circulación de las imágenes y a sistemas culturales y discursivos “through which graphic images are appraised, interpreted, and assigned historical, scientific, and aesthetic worth” (Poole 1997: 10). Una economía visual –como la ha desarrollado Poole– ayuda, en el caso del archivo fotografíco de la United Fruit Company, a identificar diferentes niveles de circulación, producción y significación de la imagen y los imaginarios culturales y geográficos que nos hablan de la configuración geocultural del Caribe. O sea, las imágenes no pueden ser subsumidas simplemente a una producción de ideología imperial, colonial o racial, porque sus estéticas y códigos abiertos (o exceso semiótico, en las palabras de Roland Barthes) las subvierten ocasionalmente. Las imágenes del archivo fotográfico de la United Fruit Company representan un desafío a la interpretación, puesto que son imágenes que circulaban no 111

necesariamente en un contexto público amplio –a diferencia de la circulación de las cartas postales, por ejemplo–, sino que circulaban en discursos específicos, como antropológicos o de medicina tropical y solo parcialmente en las llamadas “lantern lectures” para un público más amplio (ver Thompson 2006). Ellas, sin embargo, están permeadas por la diferencia racial y participan en construcciones de raza al informar sobre la expansión económica y territorial de la empresa. A pesar de eso, reflejan unas narrativas que subvierten estas construcciones y reflejan una dimensión íntima, poco controlada, de placer y curiosidad, que permiten descifrar, quizás, regímenes alternativos de la visión, diferentes al de un régimen imperial y colonial. Como observa Poole: “For Barthes himself, the fluid or open nature of the semiotic code allows images – in particular photographic images – to operate as spaces of fantasy and desire” (Poole 1997: 19). Son, justamente, estos dos polos los que definen la lectura de las imágenes del archivo fotográfico de la United Fruit Company para dilucidar las tres preguntas principales de este artículo. Se ha observado que cuando el colonialismo pasó de moda el debate expansionista se resolvió a través de otros medios de control, como el tutelaje de protectorados independientes (como las colonias de España después de la guerra de 1898), o el estímulo gubernamental de conexiones privadas y, en particular, económicas, pues se entendió rápido que se podría difundir el know-how americano y expandir el comercio y la inversión mejor sin un colonialismo formal (Rosenberg 1982: 47). Se ha observado además, en este contexto, que las teorías raciales del siglo XIX en Europa, América del Norte, América Latina y el Caribe prevalecieron hasta la primera mitad del siglo XX y tuvieron impacto tanto en la producción intelectual como en las políticas visuales: Initiated in Europe, the classification and ranking of humankind into inferior and superior races profoundly influenced the development, indeed, the very creation of the sciences. Biology, medicine, psychology, anthropology, ethnology, and sociology were all to some degree shaped by an evolutionary paradigm. (…) The idea of race as it was formulated in the nineteenth century seems to have served that function both within particular countries and in maintaining or at least in justifying the economic and political power exercised by some nations over others. (Graham 1990: 1)

Estos cambios en la configuración geopolítica del Caribe, ligados a una persistencia de imaginarios de una diferencia racial que prevaleciron como racismo científico hasta la primera mitad del siglo XX, definen el contexto mismo para preguntarnos sobre del rol de la fotografía y de las funciones, los efectos y el estatus de las imágenes fotográficas tanto para la regulación social como para descifrar los espacios de “fantasy and desire” (Poole 1997: 19). La economía visual de las imágenes del archivo fotográfico de la United Fruit Company habla de la circulación de mercancías, cuerpos y memorias en el Caribe. Como Deborah 112

Poole advierte, los discursos visuales y raciales se intersectan aunque debemos comprender visión y raza como autónomas pero interelacionadas dentro de un campo epistémico en el cual el saber fue organizado de acuerdo con los principios de “typification, comparability, and equivalency” (Poole 1997: 15). Veamos entonces unas de las fotografías del archivo de la United Fruit Company. La imagen que encontré en uno de los albumes del archivo de la United Fruit Company titulada por la empresa Group of Haitian Cane Cutters, Preston Division, y muestra a un grupo de trabajadores del corte de caña parados en un cañaveral.

Fig. 1: “Group of Haitian Cane Cutters, Preston Division”

El título de la imagen –según la empresa– indica que son de origen haitiano, o sea trabajadores haitianos que trabajaban en el corte y la recogida de caña en Cuba. Preston –el nombre se refiere a Andrew Preston, fundador de la empresa Boston Fruit Company (1884) que en 1899 fue incluida en la United Fruit Company, fundada por Minor Keith y Andrew Preston– era una plantación importante de la United Fruit Company y fue parte de la Cuba Division. ¿Cómo leer entonces la imagen fotográfica? Ella habla de la circulación de trabajadores en el Caribe cuyo espacio ha sido definido por la circulación. A otro nivel, habla 113

del interés de la compañía de “documentar” la actividad empresarial y los procesos de la producción de las diferentes frutas. Habla, sin duda alguna, del interés de organizar y ordenar este espacio de trabajo a través de una visión, o sea de acuerdo con una lógica de producción de esas imágenes y un registro visual que ordenaba los espacios y la circulación de mercancías y cuerpos. Es bastante característico que en este tiempo la fotografía conquistó el territorio del trabajo y fue introducida eficazmente en el contexto de la producción y la industria al (re)producir una estética del mundo del trabajo y de los trabajadores y al formar diferentes tropos de un discurso visual. Uno de estos tropos es la estetización del mundo del trabajo, lo que ha sido denominado “the picturesque” (Thompson 2006). Los trabajadores haitianos del corte de caña están parados siguiendo una lógica visual, la de suspender el corte y mirar hacia un observador, el fotográfo anónimo de la empresa. Parece que todos tienen sus herramientas de corte, los machetes, parados y que uno de ellos mastica un trozo de caña formando un contrapunteo con el grupo a través de ese momento casual. Queda claro que la imagen expresa una cierta visión general de la compañía, una visión que se adscribe a una mirada o curiosidad etnográfica, imaginación geográfica y control de la actividad empresarial. Esta visión casi científica de los procesos de producción agrícola que definirá la organización de la expansión económica hace visible que la imagen fotográfica, como la imagen de los haitianos cortadores de caña, se adscribe a una narrativa que definirá también el autorreconocimiento y la autorrepresentación de los diferentes pueblos del Caribe (Díaz Quiñones 2005: 181), ya que genera categorías que forman parte de los modos de subjectivación definidos por un campo estético-político. Esta imagen no solo representa a los trabajadores, sino que representa a los trabajadores en función del cultivo de la caña, un cultivo de mucho interés económico y comercial. Su significado resulta de un registro de producción-consumo y de una lógica estéticopolítica que caracterizan los discursos de la agronomía y botánica económica en particular. Obviamente, los cuerpos de los trabajadores forman parte de un régimen laboral supervisado por la compañía. La imagen refleja un lenguaje estético que define la representación del mundo industrial y laboral y, en particular, de la producción de las frutas y paisajes tropicales (ver Stott 1986). Es el contexto donde los efectos de la fotografía han tenido más y más importancia en la regulación social moderna. Pues, así parece que “the work of imperialism metamorphoses into the dreamwork of tourism, and, in at least the poorer countries, it remains an unequal form of exchange, a form of possession, the possession of other people’s labor and resources and the possession of other people’s appearances – their visibility.... The land and the people who work in it must still submit themselves to be looked upon” (Osborne en Thompson 2006: 77). Como ha observado Krista 114

Thompson en su estudio sobre lo picturesque como tropo para representar la New Jamaica a comienzos del siglo XX, la vinculación de las compañías fruteras, como la United Fruit Company, a la producción y circulación de las nuevas imágenes fue significativa para el ordenamiento del paisaje a través de una grámatica visual. En esta gramática lo pintoresco fue un tropo importante para marcar el trópico como paisaje ordenado, civilizado y manejable, una promesa misma de las compañías fruteras para realizar una extensión económica eficaz que determinaría la circulación de cuerpos y mercancías. Mientras que las imágenes de las compañías fruteras se componían de acuerdo con esta grámatica visual justamente para divulgar y legimitimar los procesos violentos de la transformación ambiental, a través de visual markers, como las palmeras o los bananos, las imágenes participaban en la naturalización de las plantaciones y armonización del paisaje físico y económico de las islas (Thompson 2006: 86). Las companías fruteras tenían interés en divulgar un tipo de imágenes a través de las “lantern lectures”, al dirigirse a un público turístico y a las élites, y participaron en la (autor)representación de la New Jamaica para servir a los intereses imperiales y al interés de Jamaica de arrancar un nuevo proyecto económico y de modernización del país después del fracaso del régimen colonial inglés (Thompson 2006: 32-34). Así, no sorprende la observación que hiciera el primer biógrafo de la United Fruit Company mientras miraba las plantaciones bananeras en los Blue Montains de Jamaica (ver Thompson 2006): […] below these dizzy altitudes tumbles a sea of hills, a tumult of smaller mountains without plan or order, and twisting about them sprawls a bewildering labyrinth of valleys lacking seeming end or purpose, but all of this anarchy of nature is subdued and mellowed by the glittery fronds of the palm and banana […]. (Adams 1914: 130)

Aunque estas imágenes que formaban parte del archivo fotográfico de la United Fruit Company circularon solo parcialmente en este contexto, podemos, sin embargo, sustentar la tesis de que la estética de las imágenes del archivo se adscribe a esta gramática visual que define la tropicalización del Caribe y la naturalización del paisaje físico-económico de las plantaciones, y en particular de las frutas y árboles tropicales como el banano o la palma de coco, productos mismos de una bótanica económica. Esta estética y gramática visual sirven para ordenar el paisaje como paisaje tropical e incluir al Caribe y Centro América en el “orbit of knowledge” hemisférico de América del Norte, justamente, en la fase de transformación del régimen colonial de finales del siglo XIX. Podemos entonces preguntar si estos parámetros visuales de las imágenes del archivo fotográfico de la United Fruit Company, que principalmente sirvían para formar un registro, inventario y documentación internos de la operación de los procesos de producción, circulación y consumo de las frutas, definían también la percepción y el autorreconocimiento de la United Fruit Company. 115

Otra imagen (Shipping Coconuts, Jamaica 1926) del archivo fotográfico de la United Fruit Company muestra a cuatro trabajadoras y, al parecer, a un niño o una niña.

Fig. 2: “Shipping Coconuts, Jamaica 1926”

Esta vez, un régimen de control, aquel de supervisar, define la narrativa de la imagen. Se trata de mujeres sentadas en un almacén seleccionando los cocos. Esta vez, la imagen sugiere más bien un momento instantáneo del trabajo porque las mujeres no interrumpen su actividad laboral; muestra un momento más íntimo y menos distanciado. Esto, sino duda alguna, porque la supervisora, la única persona que está de pié, domina la composición visual de la imagen. Las dos imágenes, Shipping Coconuts, Jamaica 1926 y Group of Haitian Cane Cutters, Preston Division, que con sus títulos indican un imaginario étnico y geográfico, indican también una conversión entre un discurso visual y racial. Es relevante que el mundo laboral en las plantaciones está determinado por el interés de la compañía de “documentar” a manera de inventario y de crear un archivo fotográfico. Eso indica que dicho archivo habla de los espacios de “fantasía y deseo”. Justamente el archivo mismo nos habla de las lógicas de coleccionar, organizar visualmente los espacios de la actividad de la compañía, clasificar las imágenes según las diferentes actividades del procesamiento de la fruta, de las 116

regiones y divisions en las cuales la compañía operaba y desde las cuales la sede en Boston recibía de sus empleados “blancos” los diferentes memos y cartas acompañados de estas imágenes. Estas últimas representan un nuevo tipo de fotografía, la corporate photography, que forma parte de un archivo impresarial. Siguiendo la lectura de una economía visual, o sea la producción, la circulación de las imágenes y el sistema cultural y discursivo que definen los efectos, la significación y el estatus de las imágenes, quiero recordar lo que advirtió Ann Stoler. Ella observó que el importante cambio en las formas de poder y saber tuvo lugar a través de una transformación del discurso de identidad europeo que se había constituido por la emergencia del concepto de “raza”. La autopercepción europea depende de la formación de la percepción y de la determinación del “otro” y, por lo tanto, habla de cómo lo propio europeo se constituyó en el espejo del colonialismo. De acuerdo con eso, “raza” es parte de una economía discursiva más amplia y, por lo tanto, en este sentido refleja un epistème. Si partimos de esta observación, dos preguntas adquieren relevancia para entender la función y naturaleza del archivo fotográfico de la United Fruit Company: ¿En qué medida “raza” como epistème define el régimen de saber según el cual el archivo fue creado y organizado? ¿Cuál es el discurso visual de este epistème y cuáles son posibles régimenes alternativos de la visión? Esta visión o posibles regímenes alternativos de la visión hablan de los entrecruzamientos entre el Caribe y Europa/Norte América, o sea de la formación geocultural del Caribe. Respecto a las relaciones (post)coloniales –y desde luego en relación con la modernidad visual– Ann Stoler ha observado que la formación de las identidades burguesas europeas tuvo lugar en el contexto de los debates sobre “raza”, género y sexualidad en las colonias. De esta manera tanto las ambivalencias como los miedos de la experiencia colonial fueron constitutivos para el proyecto moderno y para las formaciones culturales y sociales en Europa y, luego, en Estados Unidos. “Raza” se presenta así como parte de un régimen administrativo y como tecnología visual, como ha observado Deborah Poole, y se inscribe en las prácticas de normalización del Estado moderno. “Raza”, como economía discursiva, constituye así espacios transnacionales que reescriben esa diferencia racial y definen tanto la comprensión filosófica y cultural (europea) de alteridad como el autorreconocimiento europeo y norteamericano. La imagen es así un dispositivo en el cual percepción y representación coinciden con los modos de percepción y representación.

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(3) Projection, rather than a distinctly individual mechanism, has serious anthropologicalpolitical implications. The modern Self has historically over time begun to project out-side of “itself” those emotions that are deemed to be unwanted affects such as fear, anxiety, and depression to be rewritten as narrations of barbarism, but which, [...], must be controlled and thus reappropiated once they are turned into features of alterity. (Herlinghaus 2009: 13)

El archivo fotográfico de la United Fruit Company nos habla ciertamente de estos mecanismos de reapropriación de discursos y construcciones y de las narrativas de alteridad. Refleja esta estructura epistémica que define el “modern Self” y la percepción y representación de una corporate culture, o sea de la empresa transnacional. Para entender entonces los diferentes modos de percepción y representación que definen las imágenes del archivo fotográfico, como economía visual, es importante analizar las lógicas y prácticas de representación, producción y circulación. Pero estas imágenes nos hablan también de aquellas narrativas que no pueden ser subsumidas a un único régimen imperial o colonial, aunque tampoco pueden deshacerse de su naturaleza ambivalente siendo dispositivos de este saber-poder. Las imágenes de la United Fruit Company, y en particular el archivo, documentan minuciosamente los procesos de transformación ambiemental y modernización económica del Caribe, o sea de los países donde la compañía operaba, en su mayoría los países hispanos de Centro América y del Caribe incluyendo Jamaica, Granada y Honduras Británica. Una de las tesis principales de este artículo es que la fotografía participa eficazmente en la explotación de nuevos territorios para acceder a nuevas materias primas y terrenos para las plantaciones fruteras en la medida en que funciona como instrumento de saber y espacio de “fantasía y deseo” –¿narrativas de la alteridad reapropidadas?– y de imaginarios raciales y geográficos. Desde su invención, la fotografía es cómplice de la antropología y la nación moderna. El archivo fotográfico de la United Fruit Company muestra en particular que el “mundo y sus objetos se presentaban al objetivo de la cámara fotográfica y prometían un registro visual enciclopédico, un inventario que debería servir a las ciencias, al comercio, a la fisionomía [...] y a la nación” (Wolf 2003: 57). Así, el archivo fotográfico nos habla de los modos de percepción y representación, de los imaginarios culturales como orden y taxonomía social al definir la espacialización y circulación, procesos mismos que caracterizan la modernización del Caribe. Acerca de la fotografía Pierre Bourdieu observó: ‘Mientras le atestigua a la fotografía su realismo, la sociedad se reafirma a sí misma en la certeza tautológica de que una imagen de la realidad, que se corresponde con la imaginación que uno tiene de la objetividad, es realmente objetiva.’ Debido a ello la fotografía

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sirve para ratificar y acreditar la estructura ideológica que es percibida en cada instante histórico como realidad tout court. (Bourdieu en Wolf 2003: 59, trad. de LG)

Entonces, como cómplice de la antropolgía y de la nación moderna y como espacio de “fantasía y deseo”, la fotografía del archivo de la United Fruit Company propicia la pregunta fundamental sobre el estatus de la imagen misma, o sea la problemática de la fotografía documental. ¿Es la función del archivo fotográfico y las imágenes documentar las operaciones de la United Fruit Company en el Caribe y Centro América? ¿Para qué son estos “documentos”? ¿Y qué documentan? Como se ha observado, la circunstancia de que una fotografía hable por sí misma refleja aquellas operaciones ideológicas que participan en que lo cultural parezca lo más natural (Solomon-Godeau 2003: 72). Así que debemos desconfiar de la naturaleza aparente del archivo fotográfico como documentación. Esto sugiere que el archivo es espacio mismo de la fantasía y del deseo de imaginar y conquistar el Caribe para las operaciones económico-ecológicas de la United Fruit Company. Veamos por último otra fotografía realizada por la United Fruit Company.

Fig. 3: “Native People - Family group. Birth control is unkown here. Santa Marta, April 24, 1925”

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Esta imagen subvierte la fotografía como documentación. Muestra un retrato de “native people” en Santa Marta de 1925, en el Caribe colombiano: una familia de trabajadores delante de su casa en un momento de postura organizada (la(s) familia(s), dos mujeres jóvenes y las demás personas, la mayoría de ellas son (sus) hijos, grandes y pequeños, son cuidadosamente posicionadas para componer la imagen). La foto tiene casi una expresión heroica: las dos mujeres cargan los bebés en sus brazos con cierta firmeza y miran fijament a la persona de la compañía que toma la fotografía. Un rasgo común de la mayoría de las fotografías del archivo es el anonimato de los fotográfos, que por lo general eran white employees de la compañía. ¿Refleja esta imagen, sin embargo, un interés de recordar algo, o sea como retrato podría tratarse de una fotografía de familia? ¿No parece ser significativo que la mujer (madre) se encuentra en el centro de la imagen? ¿No podría ser que nos hable de una cierta política de (re)producción (de la fuerza de trabajo) de la compañía, o sea de una política de género? ¿Por qué realizó la compañía un número importante de fotografías que no “documentan” las operaciones y los procesamientos de la fruta, sino que en realidad se incluyen en otras narrativas? Este tipo de imagen, sin duda alguna, manifiesta una mirada o curiosidad etnográfica de aquellos fotográfos anóminos y quizás de la compañía misma. Como ha observado Didi-Huberman, las imágenes fotográficas representan la relación estética del ser humano con la historia, y por lo tanto, son una fuente histórica importante con una narrativa propia. Parece que capturan en su interior oscuro un lugar de memoria y, desde luego, una contramemoria que subvierte el dispositivo de una visión hegemónica. Parece entonces que las fotografías “documentan” no solo la historia de la industrialización y urbanización del Caribe, en las cuales la United Fruit Company tuvo un impacto importante, sino que narran algo que no está comprendido por un cierto régimen colonial o imperial. Quedan ambivalentes y abiertas y las imágenes son ellas mismas narrativas. A pesar de eso, estas fotografías hablan también de las técnicas de cómo fue organizado el trabajo en los diferentes enclaves y plantaciones de la compañía. Y así hablan de ciertas condiciones de vida y trabajo –muestran una jerarquía social inherente–, o sea una narrativa moderna de la maximización económica de la producción de la fruta. En relación con este tipo de imagen, se ha observado que: El deseo del fotógrafo de plasmar patetismo y compasión en la imagen, de dotar al sujeto de un significado emblemático y arquetípico, de dotar visualmente de dignidad al trabajo y a la pobreza, resulta problemático en la medida que este tipo de estrategias ignoran y encubren lo político, cuyas determinantes, acciones e instrumentalizaciones mismas no son de naturaleza visual. (Solomon-Godeau 2003: 68, trad. de LG)

Ciertamente, las imágenes enmascaran lo político que las determina como dispositivo, o sea, la estética permite que la imagen fotográfica resulte ambivalente. A la manera de ciertas representaciones etnográficas, las fotografías 120

“documentan” las diferentes formas de trabajo y los diferentes trabajadores y hablan de la distribución espacial del trabajo de la fruta. Mientras que algunas imágenes del archivo fotográfico de la United Fruit Company muestran el campo de trabajo y la vida en el campo –o sea los enclaves agrario-urbanos– y su mejoramiento higiénico –o sea la urbanización de muchas de las costas del Caribe y de Centro América a través de la implementación de una infraestructura, ocupación de territorio y reserva de terrenos grandes para las futuras plantaciones fruteras– la fotografía Native People - Family group. Birth control is unkown here. Santa Marta, April 24, 1925 nos habla en cierto sentido también de la vida de las familias. Las imágenes parecen entonces ser documentos culturales que testimonian la expansión económica, la circulación de mercancías, de cuerpos y, por ende, de memorias. Se inscriben, en cuanto dispositivo y narrativa, en un espacio entre la ficción e la historia. Las imágenes fotográficas del archivo se inscriben en el imaginario de la abundancia. Representan la abundancia de los bananos, plantaciones interminables, y, finalmente, la interminable fuerza de trabajo, los cuerpos siempre disponibles que hacen posible la expansión económica de la empresa al mostrar los barcos cargando bananos y otras frutas, la radio-telegrafía, camiones y redes de ferrocarril, que forman parte de una infraestructura moderna y eficaz del imperio transnacional de la United Fruit Company. Las fotografías revelan una mirada de la compañía hacia la vida de las familias de los trabajadores que refleja el imaginario cultural de escasez. Es importante leer estas fotografías desde el contexto discursivo de la expansión económica para entender sus procesos específicos de producción de diferencia, jerarquía, exclusión e inclusión. Los imaginarios culturales a través de los cuales se realiza esta expansión son recordados por las figuras de abundancia y potencial que interrelacionan desde siglos los continentes europeo y americano en sus dinámicas de intercambio (Ortega 1992: Ortega 2006). Estas figuras en particular aclaran aspectos del contexto discursivo del Caribe al tener efecto no solo a nivel de la expansión económica sino también a nivel de la dimensión de cómo esta expansión es percibida, narrada y ficcionalizada. Las imágenes y el archivo fotográfico de la United Fruit Company reflejan estos imaginarios culturales y su percepción ambiemental de un modo particularmente interesante.

(4) The cultivated lands of the company are yearly encroaching on the untamed jungle; the variety of products is ever increasing. A highly organized company, applying modern inventions, is today making tropic jungles contribute to the world’s food supply. (Cutter 1926: 507)

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Entonces, retomemos uno de los enfoques conceptuales, el de especular sobre el enclave como figura epistémica del espacio político moderno emergente. Me refiero al enclave como figura epistémica no solo en el sentido que caracteriza el espacio socio-económico de las plantaciones desarrolladas en el Caribe a través de la esclavitud, particularmente del siglo XIX, o sea, lo que Avi Chomsky observó refierendóse a la plantación como institución (ver Chomsky 1996), sino que quiero intentar describir aquellos procesos de formación del espacio político moderno a través del enclave como figura epistémica. Este espacio puede ser caracterizado por una reconfiguración geocultural del Caribe y por un orden de saber que organiza las jerarquías sociales a través de una espacialización determinada por un nuevo entrecruzamiento institucional en el cual la United Fruit Company tuvo un impacto importante. Emerge entonces un nuevo tipo de espacio, el enclave funcional-tecnológico, que es un espacio caracterizado por sus relaciones transnacionales que definen la eficacia de la expansión económica. El enclave como figura epistémica parece entonces describir este nuevo orden de saber que puede ser descifrado, en ese caso, como discurso imperial. Otra tesis de este artículo es entonces que el archivo fotográfico y sus series de imágenes podrían ayudarnos en descifrar este espacio político moderno e identificar el enclave como figura epistémica que nos remite a este orden de saber. Parece entonces que una de las categorías claves –que definen este orden de saber– es “raza”, que describe tanto los imaginarios del proyecto de la nación moderna de los países del Caribe como la eficacia de la expansión económica emprendida por la United Fruit Company. Como ha observado Deborah Poole, aquí “raza” es tecnología visual. Como tecnología visual participa en el orden espacial de la United Fruit Company y en la elaboración de un mercado mundial (de bananos). El enclave como figura epistémica ayuda así a comprender la espacialización y las taxonomías del espacio político emergente, o sea a nivel de la “distribución de lo sensible” y a nivel de la subjetivación estético-política. Son estas relaciones las que hacen imprescindible un análisis de imagen y una lectura detallada del archivo fotográfico. Son las empresas globales, particularmente las del siglo XX, las que desempeñan un papel fundamental en la nueva configuración de las relaciones del saber-poder a través de mercados y de la “distribución de lo sensible”. Y parece ser que los enclaves y las construcciones de “raza” forman parte del régimen de la “producción constante de ciclos de marginalidades” (Herlinghaus 2009: 13), o sea que apartenecen a la “herencia del colonialismo” que, como se ha observado, “es en realidad una combinación variable de una exclusión externa continua y una marginalización interna” (Balibar 1990: 55). Como muestran la mayoría de las imágenes del archivo fotográfico de la United Fruit Company, las imaginaciones o el registro de lo sensible se adscriben a un proyecto de modernidad. Algunas imágenes documentan el acceso a nuevos 122

territorios “tropicales”, imaginan una modernización del paisaje y un nuevo orden de los espacios que quedan por explotar. Algunas de las fotografías muestran la organización material de los enclaves agrario-urbanos de las plantaciones y de los Company Towns y “documentan” la transformación ambiemental. Son lugar de memoria del paisaje y hablan de un régimen administrativo que está consagrado en las imaginaciones de la nación moderna. A través de ese tipo de registro del paisaje con la ayuda de la fotografía se creó un archivo que permitió la incorporación del Caribe y Centro América a la expansión económica. Como se ha observado “‘el imperialismo produce una sensibilidad imperial a cada nivel de la vida cultural’” a través del cual el Caribe está incorporado (Martha Rosler en Solomon-Godeau 2003: 69). Acerca de la organización interna de las plantaciones de la United Fruit Company se ha observado que también los mapas fueron instrumentos cruciales para el ordenamiento de los terrenos, o sea del enclave, como muestra el Map of Colombia Division de la United Fruit Company, del 28 de marzo de 1928 (Jagdmann 2006: 288): Aparecen “District Lines” (límites de distritos), “Farm Boundaries” (límites de fincas), “Farm Lot Lines” (límites de parcelas de fincas) y “Fences” (cercas). El mapa muestra, entonces, las unidades administrativas de la United Fruit Company –distritos y fincas–, que eran organizadas en una jerarquía muy elaborada. Los límites mencionados estructuran el espacio representado y lo muestran como territorio de múltiples divisiones finas y regulares. En su lugar correspondiente de la jerarquía, los distritos, las fincas y las parcelas son todos del mismo tamaño. Esa jerarquía es interrumpida únicamente por los ríos, y aun estos, en muchos casos, coinciden con los límites de fincas y distritos. Para cualquier usuario del mapa debe ser claro que estos distritos no hacen referencia a unidades de la administración territorial colombiana, sino a la administración interna de la compañía estadounidense. La jerarquía de los distritos y fincas forma un retículo administrativo privado superpuesto al terreno tanto en su sentido físico como en sus divisiones administrativas estatales. Ambos aspectos quedan suprimidos en el mapa a favor de una estructura jerárquica excluyente concebida e implementada por la United Fruit Company exclusivamente. (Jagdmann 2006: 288-289)

Podemos entonces observar que la emergencia del espacio político moderno parece ser acompañada por una política del enclave que caracteriza tanto el siglo XIX como la primera mitad del siglo XX. El enclave es definido como principio de soberanía y como área cerrada y acorralada por territorios que pertenecen a un régimen u orden diferentes. El caso del desarrollo económico del siglo XIX en Colombia y la formación de una economía nacional que es parte del proyecto de la nación moderna, deja claro que unos “polos de desarrollo” fueron implementados en el paisaje de regiones que debían ser “civilizadas”: éstos fueron sistemas de una producción intensiva y extensiva tal como las plantaciones agroindustriales y la instalación de una infraestructura necesaria para la expansión y 123

estabilidad de un sistema urbano-comercial a través de puertos, canales, bases militares y sistemas carcelarios (Serje 2005: 212). El enclave se configuró como un campo cerrado. El campo de trabajo –o la plantación– se convirtió en la forma preferida de tal enclave: Tras una valla de cerramiento con torres de vigilancia, se organizan los espacios y se guardan, de manera cuidadosa, las distancias de las jerarquías del campo. Se transcribe en ellos el sistema de secesiones de la sociedad que los genera: de clase, de raza, de género. El campamento se organiza espacialmente a partir del viejo sistema mítico de oposiciones: blancos y nativos, extranjeros – según el país de origen de la corporación involucrada – y nacionales, administradores y peones. Este sistema de diferencias se refleja en la organización zonal del campamento donde aparecen áreas cuidadosamente delimitadas para trabajadores, capataces, administradores, empleados de alto nivel, invitados especiales; cada una con sus sitios de recreación, de comisariatos, oficinas, etc. dotadas con los acabados y las comodidades (o la carencia de estos) que corresponden a cada rango. Su viabilidad depende del mantenimiento de un sistema disciplinario, en el que se reproduce y a veces se exacerba este sistema de segregaciones. Estos sistemas disciplinarios han llegado, en algunos casos, a extremos inconfesables. De esta manera, el enclave se pone en marcha a través de lo que ha sido caracterizado por algunos como el montaje de verdaderas ‘repúblicas independientes’ donde impera el orden de quienes explotan un determinado territorio y sus habitantes. Esta caracterización no resulta exagerada si se tiene en cuenta el tipo de funcionamiento de estas empresas con las que en general se han puesto en marcha las explotaciones petroleras, minerales y agroindustriales, con las que paradójicamente se pretende lograr el desarrollo y la integración nacional. (Serje 2005: 213)

Indudablemente, este tipo de enclave puede ser caracterizado, siguiendo una política del enclave, por la implantación de un poder omnipresente que suspende la validez de las regulaciones legales y la soberanía nacionales. El enclave refleja, por lo tanto, una transformación radical del espacio y de la sociedad del Caribe cuando, como se ha observado, se introdujeron masivamente un nuevo tipo de trabajo que es medido en salario, la realización de proyectos importantes de infraestructura y de la agro-industria y la explotación intensiva de los recursos naturales. Esta transformación ha producido un nuevo orden espacial y demográfico particularmente en las regiones rurales (Serje 2005: 215). Unas series importantes de las imágenes del archivo de la United Fruit Company muestran cómo la compañía organizó la vida de los trabajadores y los empleados en los campos de trabajo siguiendo un uso jerarquizado del espacio. La United Fruit Company experimentó con diferentes tipos de viviendas proponiendo una diferenciación jerárquica espacial de acuerdo con una lógica higiénica. Los campos de trabajo estaban organizados siguiendo una taxonomía social inventada por la compañía para poder controlar la fuerza de trabajo y los diferentes procesos de la producción de la fruta (ver Bourgois 1989), una característica de las muchas plantaciones de Centro América, en particular, de la región del Canal de 124

Panamá, donde se experimentó con campamentos de trabajo y un cierto nuevo orden urbano a través de los múltiples Company Towns. Según Michel Foucault, el límite biológico de lo moderno de una sociedad se revela cuando el género y el individuo como simple cuerpo vivo se convierten en una estrategia política (ver Foucault 2004). Al respecto Hannah Arendt observó que el homo laborans y su vida biológica han venido a ser el centro del espacio político moderno, una característica que parece tener importancia también para el nuevo orden espacial y la emergencia del enclave en el Caribe y Centro América. El enclave funcional-moderno refleja ciertamente este valor cambiante de la fuerza de trabajo. Hace visible las prácticas de jerarquía, diferencia, inclusión y exclusión de los trabajadores y empleados y es fenómeno de un nuevo ordenamiento del territorio y del paisaje al determinar la circulación de mercancías y cuerpos. Según estas observaciones, el campo de trabajo, o sea el enclave, parece ser un paradigma del espacio político moderno. Esto nos lleva a entender el enclave, que había sido estudiado en general desde la perspectiva económica como lugar de inversión directa extranjera, más bien como un fenómeno de modernización cultural (ver también LeGrand 2006). El enclave, como fenómeno, describe los procesos de regulación social y así, en particular, los procesos modernos de la industrialización y urbanización del “trópico americano” por las compañías fruteras. Este ordenamiento espacial parte de la vida biológica de la fuerza de trabajo y de la reproducción racial del “otro”, el trabajador. Así la jerarquía espacial se organiza a través de los diferentes segmentos del campo, de los diferentes tipos de viviendas y del agrupamiento de los diferentes trabajadores siguiendo un orden social y “racial” (ver Bourgois 1989; Harpelle 2000). Podemos identificar en esta organización espacial el intento de mejoramiento de la eficacia de los procesos de trabajo, o sea una cierta racionalidad económica que se basa en los recursos y la circulación de mercancías y cuerpos siguiendo el imaginario cultural de la abundancia de fuerza de trabajo y riqueza natural en el Caribe y Centro América. Algunas series de imágenes del archivo fotográfico testimonian minuciosamente este ordenamiento espacial y no solo hablan de los procesos de la organización laboral y de la producción de la fruta sino que “documentan” esa transformación ambiemental violenta. Siguiendo nuestro enfoque principal, el de verificar el rol de la fotografía en la regulación social moderna, podemos observar que el orden espacial confluye con las construcciones raciales, o sea que “raza” como tecnología visual obviamente participa en el ordenamiento espacial. Sin duda alguna, la fotografía, o más bien el archivo fotográfico de la United Fruit Company, muestra que el enclave y “raza” deben ser pensados como entidades interrelacionadas para entender la expansión económica y territorial eficaz de la compañía transnacional: las

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dos juntas forman un régimen a través del cual será posible un ordenamiento espacial en función de una regulación social. “Raza” y enclave como fenómeno espacial habían sido objetos de análisis también en otro contexto. Quiero referirme brevemente a un estudio de Ann Stoler en relación con el discurso colonial y las relaciones entre la metrópoli y las colonias del Imperio Británico (Stoler 1990). Ella ha llamado la atención de que las mujeres “blancas”, que acompañaban a sus maridos empleados a las colonias y que en el discurso del colonialismo generalmente solo tenían un papel de actores marginales, tenían en circunstancias dadas la tarea de garantizar y mantener una vida “blanca” y “europea”. Stoler sustenta que fueron justamente ellas quienes transformaron la faz de la sociedad colonial al imponer una dominación racial. Las mujeres europeas y, luego norteamericanas en el caso de la United Fruit Company, no solo fueron las portadoras de concepciones raciales y racistas, sino que las operaron al ponerlas en práctica y al estimular distinciones de clase (entre los “blancos”) y favorecer así nuevos antagonismos raciales (Stoler 1990: 45). Según Stoler, los colonizadores –y desde luego posiblemente las autoridades de las corporaciones privadas de la United Fruit Company– posicionaron a las mujeres “blancas” como portadoras de una moralidad colonial redefinida (Stoler 1990: 45); o sea, que racionalizaciones del orden imperial y de las medidas preventivas contra la “degeneración racial” de los empleados (“blancos”) en las colonias y enclaves europeos se transformaron en temas morales que regulaban las relaciones dentro del enclave (Stoler 1990: 58). Por ejemplo, Stoler observó que los empleados nuevos de las colonias recibían cursos de cómo “manejar” a los natives mientras que sus mujeres eran educadas en propiedad colonial y administración doméstica (Stoler 1990: 58s.). Según este razonamiento, el orden colonial y racial fue determinado por una política de género y una redefinición de la división del trabajo. Las políticas excluyentes del colonialismo están demarcadas no solo como límites externos, sino también como fronteras interiores al especificar conformidad interna y orden entre las sociedades coloniales; es decir que las categorías de colonizadores y colonizados, como Stoler ha demostrado, están aseguradas por una diferencia racial que es construida en términos de género. Estas redefiniciones emergieron, en particular, durante las crisis de control colonial justamente porque cuestionaron la autoridad y el dominio dentro de las comunidades europeas (cf. Stoler 1990). No quiero sugerir que en el caso de la United Fruit Company tal política de genero existiera con el objetivo de mantener una diferencia racial y una jerarquía espacial de manera similar a cómo el colonialismo había ejercido el control social tanto en las colonias como en la metrópoli. Sin embargo, una política de genero podría ser concebible si tomamos en cuenta la existencia de esposas que acompañaban a los white employees y de mujeres “blancas” enviadas desde los 126

Estados Unidos a las diferentes divisiones para trabajar en las escuelas y los hospitales de la compañía. Las imágenes fotográficas hablan de la presencia de las mujeres en los enclaves de la compañía, de la vida de las familias de los empleados “blancos”. La fotografía –y el archivo fotográfico de la United Fruit Company ciertamente lo deja claro– muestra cómo “raza” se vuelve una tecnología visual a través de la cual se realiza eficazmente la regulación social moderna.

(5) El éxito de la fotografía como tecnología de la imagen –su asombrosamente rápida expansión y asunción en todos los discursos de saber y de poder– fue precisamente una consecuencia de sus aspectos afirmativos. (Solomon-Godeau 2003: 60, trad. de LG)

El archivo fotográfico de la United Fruit Company ciertamente nos da una idea sobre cómo la fotografía como tecnología de la imagen participa en los diferentes discursos de saber en los cuales las imágenes fotográficas circulaban y formaban parte de estos discursos, o sea particularmente en la medicina tropical y la botánica económica, al integrar al Caribe y Centro América a un régimen estético-político en cuya elaboración particiban, a través de una organización institucional, las compañías transnacionales fruteras. Hace poco algunas de esas imágenes han circulado hacia el Caribe y así participan, como archivo fotográfico, en la formación de una “memoria cultural” del Caribe. Cuando a finales del año 2008 la Universidad del Magdalena en el Caribe colombiano celebró un evento de conmemoración, se instaló una pequeña exhibición de 23 fotografías de la colección de la United Fruit Company: un acto de repatriación de las imágenes fotográficas (Chomsky 2009: 64). Esas imágenes circularon hacia el Caribe colombiano para recordar no solo la historia local de los trabajadores de la campañía y sus familias, sino también para participar como testimonios visuales en un evento de conmemoración. Son un lugar de memoria que es recordado en relación con la masacre de las bananeras de 1928 en Santa Marta, es recordado como intervención del ejército colombiano en la huelga de trabajadores contra la United Fruit Company, un acontecimiento histórico que es casi únicamente recordado por una serie de narrativas literarias como modernización del Caribe colombiano (García Márquez 2002): Macondo no solo es el nombre ficticio de un lugar de estos procesos de modernización, sino es aquel nombre que se refiere a un lugar real, o sea a una finca de la United Fruit Company (Jagdmann 2006). Esta circulación de imágenes hacia el Caribe nos informa sobre el proceso al cual se adscribe el archivo fotográfico de la United Fruit Company. Para leer el contexto de estas imágenes, como ha observado Arcadio Díaz Quiñones, “quizás 127

hoy habría que reflexionar sobre lo que esa mirada externa [o sea aquella mirada que determina los modos de subjetivación] significó para el posterior autorreconocimiento y autorrepresentación de las viejas y nuevas colonias” (Díaz Quiñones 2005: 181). No cabe duda alguna de que el archivo fotográfico del Caribe, del cual esas fotografías de la United Fruit Company forman parte, informa nuestra mirada y define nuestra sensibilidad estética desde un campo político. Quiero entonces concluir con una observación de Georges Didi-Huberman: [La] ‘estética no dice que […] [la imagen] salva a los que muestra’: No se trata de exculpar a los actores culpables de la historia o a los actores […] [de la imagen], sino más bien de abrir a la mirada una dinámica de conocimiento y de orientarla hacia questiones de la ética. […] Por el contrario, tenemos que aprender de dominar el dispositivo de las imágenes para entender para qué podamos usar nuestra mirada y nuestros recuerdos. (DidiHuberman 2007: 252, trad. de LG)

Según esto, la imagen, en su comprensión antropológica, es central en la cuestión de las éticas (Didi-Huberman 2007: 226). Sobre todo hay que admitir que las fotografías tienen una calidad estética que define tanto una narrativa propia como el autorreconocimiento de la United Fruit Company como “institución total” (Bourgois 2003: 103). La dimensión epistemológica de la imagen se refiere entonces a lo estético y a lo histórico y define la necesidad de un análisis de imagen desde una perspectiva de una arqueología visual (Didi-Huberman 2007: 81). Dado que estas fotografías circulaban en discursos muy específicos que tenían efecto en la regulación moderna social, no solo hablan de la transformación ambiemental y comercial del Caribe, sino que se inscriben en una economía visual que participa en la reconfiguración geocultural del Caribe. De acuerdo con Didi-Huberman podemos entonces afirmar que “la fotografía tiene una función similar que la imagen y la memoria, y por ende tiene también una enorme fuerza epidémica” (Didi-Huberman 2007: 42). Gracias a esa fuerza epidémica, en el caso del archivo fotográfico de la United Fruit Company, la fotografía no solo aseguró la transformación moderna del Caribe, sino que dentro de una economía visual posibilitó la expansión económica mundial de esta compañía transnacional.

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Imágenes Fig. 1: “Group of Haitian Cane Cutters, Preston Division” (United Fruit Co. Collection, Photograph Albums, Box 44) Photograph Collection United Fruit Company (1891-1962), Historical Collections Baker Library, Harvard Business School, Cambridge Massachusetts Fig. 2: “Shipping Coconuts, Jamaica 1926” (United Fruit Co. Collection, Photograph Albums, Box 51) Photograph Collection United Fruit Company (1891-1962), Historical Collections Baker Library, Harvard Business School, Cambridge Massachusetts Fig. 3: “Native People - Family group. Birth control is unkown here. Santa Marta, April 24, 1925” (No. 299, United Fruit Co. Collection, Photograph Albums, Box 31) Photograph Collection United Fruit Company (1891-1962), Historical Collections Baker Library, Harvard Business School, Cambridge Massachusetts Agradezco al DAAD el apoyo financiero para la realización de esta investigación.

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