UN AÑO DE GUERRA EN IRAK: paz contra terrorismo

August 14, 2017 | Autor: F. Álvarez Simán | Categoría: Terrorismo
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Descripción

UN AÑO DE GUERRA EN IRAK: paz contra terrorismo

Fernando Álvarez Simán*
[email protected]

Recientemente se cumplió el aniversario de la segunda guerra contra el
terrorismo lanzada por las administraciones de Inglaterra y Estados Unidos.
¿Cuál es el balance de ello? Al cabo de un año los atacantes pueden
mostrar haber logrado su objetivo de haber depuesto a Saddam Hussein y de
controlar el país con la segunda mayor reserva petrolera del medio oriente.
Sin embargo, el precio que vienen pagando es muy caro. Cuando apenas se
cumplía el primer aniversario de la guerra contra Irak caía uno de los
gobiernos que se unió a Bush y Blair en la aventura de la invasión. El
conservador Partido Popular español fue el principal aliado anglo-americano
en la OTAN. Una elección que la tenía ganada se revirtió apenas se recordó
a los españoles que Aznar no decía la verdad frente a la matanza de Madrid
y que ésta se habría producido por haber conducido a una intervención que
el 90% de la población rechazaba. Dado el éxito obtenido con su cruel
ataque en España, Al Qaeda estará seguramente pensando en inclinar la
balanza política en países que han apoyado la invasión de Irak,
especialmente Reino Unido e Italia, pero sin descartar otras naciones menos
visibles como Australia, Polonia y Japón. En los próximos 15 meses se sabrá
si los dos grandes responsables del ataque sobrevivirán las elecciones
generales que les ratifiquen o no en sus puestos.
Los mismos norteamericanos, a pesar de sus inmensos recursos, también están
expuestos al chantaje terrorista, de planearse y ejecutarse exitosamente
otro ataque de grandes proporciones, que cause muchas bajas. Obviamente
Bush estará más vulnerable que su rival el senador Kerry, en las próximas
elecciones, al tener la responsabilidad de gobierno y por ende, más
expuesto a cometer errores, especialmente si la lucha antiterrorista no da
muestras de progreso firme y no se nota una clara reactivación económica.

El aparente triunfo en Irak viene adquiriendo elementos de fracaso ya que
en todo conflicto es mucho mayor el número de bajas durante la guerra que
durante la ocupación posguerra. Ningún soldado norteamericano murió en
combate en Alemania tras la derrota de los nazis en 1945. Actualmente ya
han muerto más de 550 soldados estadounidenses, 150 murieron durante los
sucesos de guerra y más de 400 de ellos han caído después de la anunciada
victoria. Más de 30,000 uniformados norteamericanos ya han sido dados de
baja sea por muerte, heridas o enfermedad. El porcentaje de depresión y
suicidios en las tropas estadounidenses es más alto en Irak que en
cualquier otra parte. Por lo menos uno de cada cinco de ellos podría estar
sufriendo traumas originados por la guerra.
Al día siguiente de haber ocupado Bagdad Blair mandó un mensaje radial a
los iraquíes donde dijo: "No queremos esta guerra. Pero al negarse a
renunciar a sus armas de destrucción masiva, Sadam no nos ha dejado otra
opción que actuar". Los jefes de los inspectores de armas de destrucción
masivas enviados tanto por la ONU como por EEUU han concluido que estas ya
habían sido eliminadas muchos años antes del ataque. Saddam había cumplido
con deshacerse de ellas. También se ha demostrado que Bagdad no tenía
ningún lazo con Al Qaeda y, mas bien, esta festeja dicha invasión pues le
permite eliminar a un rival secular panarabista y capitalizar el
resentimiento antioccidental.
Una intervención supuestamente hecha para traer derechos humanos a Irak
muestra que a los vencidos no se les aplica los tratados internacionales
para los prisioneros de guerra. Se priva de dicha condición a más de 700
detenidos en Guantánamo y aún Saddam no tiene derecho a hablar ante la
prensa o a saberse donde está.
Ahora la fuerza que más crece es el fundamentalismo chiíta pro Irán, el
mismo que ha organizado manifestaciones de más de 100,000 personas pidiendo
prontas elecciones. Lo más probable es que un futuro gobierno en Bagdad
pase a manos de ellos. Lo paradójico es que Saddam adquirió sus armas de
destrucción masiva y gran apoyo financiero y logístico por parte de
Occidente pues en 1979-80 él fue visto como la mejor carta para invadir
Irán y derrocar a los ayatolas chiítas.
Mientras tanto a los ciudadanos estadounidenses esta aventura militar les
viene costando más de $100 mil millones de dólares, una cifra con la cual
podrían resolverse muchos problemas de salud y educación para sus
habitantes más pobres. Es mas, para poder costear la guerra se han
disminuido fondos sociales necesarios aun en ese país. Por ejemplo, pese al
crudo invierno se han recortado $300 millones al programa federal que
subsidia a las familias que carecen de calefacción en sus hogares. Desde el
2001 ha crecido en un 6% la cantidad de familias pobres en EEUU. La guerra
no sólo dejó víctimas humanas y grandes daños materiales. También fueron
robadas cantidades de tesoros culturales y la Biblioteca Nacional de Bagdad
fue incendiada. Hoy con ayuda de la Organización de Naciones Unidas para la
Ciencia la Cultura y la Educación se trabaja activamente para recuperar y
reconstruir estas grandes pérdidas. El Museo Nacional de Irak fue saqueado
casi por completo. Según los primeros informes desaparecieron unos 170.000
objetos y piezas de la colección. El incendio de la Biblioteca Nacional de
Bagdad destruyó cerca de 1, 5 millones de libros. El Archivo Nacional
iraquí, donde se guardaba gran parte de los datos de la población, fue
destruido en un cincuenta por ciento.
En Irak ahora un 80% de su mano de obra está desocupada y el 40% de sus
casas carecen de agua potable. Hay más de 16,000 irakíes muertos, de los
cuales dos tercios son civiles. Sus recursos naturales han sido ya
repartidos a diversos consorcios con capital extranjero, muchos de ellos
asociados a los republicanos. Nueve miembros del comité político de defensa
de Bush son miembros o consejeros de juntas de corporaciones con contratos
en gastos de defensa. El promedio de riqueza que tiene cada uno de los 16
miembros originales del gabinete Bush se acerca a los $11 millones de
dólares. Una guerra que ha generado pobreza en el medio oriente y también
en EEUU, pero paradójicamente ha incrementado ya las riquezas de diversas
corporaciones con intereses en energía y gastos militares.

Mas bien, la aventura Irakí paradójicamente ha generado el crecimiento del
fundamentalismo que se buscaba atacar. Washington debe aliarse
políticamente con el clero chiíta contra quien inicialmente apuntaló a
Saddam para contenerlos. También, en vez de haber logrado frenar a Osama
Bin Laden, le ha dado más legitimidad a un movimiento religioso que cada
vez crece más.

Pero por otra parte, esta prisa por entregar el poder a los irakíes puede
causar errores y estimularía luego más sabotajes y ataques terroristas, que
dañarían al gobierno autónomo, e incluso permitiría el acceso de los
chiítas al poder quizás con una orientación fundamentalista y una
alineación hacía el vecino Irán, todavía enemistado con EE.UU. y con un
incipiente potencial nuclear. La moderación y paciencia que han mostrado
los grupos chiítas hasta ahora no significa que no tratarán de inclinar el
poder hacia su lado después de décadas de estar relegados a un segundo
plano por el largo predominio de los grupos sunnitas y los miembros del
partido Baat, dirigido por Saddam.


Esa inestabilidad interna de manifestarse a tiempo, daría al traste con los
planes de Bush de lograr una reelección en la Casa Blanca, pues demostraría
que la ocupación, que ya ha costado más de $100 mil millones de dólares ha
sido un pésimo negocio para el pueblo norteamericano, y un sonado éxito
solo para unas cuantas corporaciones relacionadas con la familia Bush.

Por todas esas razones, el presidente norteamericano tendrá que manejarse
cuidadosamente en el complejo y delicado tablero de Irak para no cometer
errores que le impidan mostrar cierto progreso político y económico. La
política agresiva de Bush en la región también ha enturbiado las relaciones
con dos antiguos aliados como Arabia Saudita y Egipto, con gobiernos
inestables que no podrán seguir siendo apoyados incondicionalmente, como se
hizo en el pasado por razones estratégicas, puesto que ese apoyo contrasta
con la promoción de la democracia en Irak. Ni que decir de los palestinos e
israelitas que día a día hacen mas difícil una reconciliación. Pakistán es
otro caso difícil con un gobierno pro norteamericano y un pueblo con los
ojos en el Islam. Regresando a Europa, seguramente este año se definirán
nuevas alineaciones, Francia y Alemania, también vulnerables al terrorismo,
posiblemente traten de cooperar más decididamente con la campaña mundial
que libra EE.UU. pero con un apoyo bastante velado por razones de política
interna, Rusia, con sus propios problemas de terrorismo islámico debido al
caso chechenio, también cooperará sutilmente en la lucha contra el
fundamentalismo, sin mostrarse entusiasta de la campaña norteamericana, en
el Reino Unido, si la situación en Irak evoluciona para lo peor, también
puede causarse un viraje de los electores y se podrá forzar elecciones
anticipadas para determinar la actual preferencia del electorado. Nadie
duda que el objetivo de Al Qaeda es, una vez causado la remoción de Aznar
del poder, hacer lo mismo con el dúo Bush-Blair, bastante vulnerables
debido a los altibajos experimentados en la ocupación de Irak y las razones
ambiguas con que justificaron la guerra, aunque ahora todos se alegren del
derrocamiento de Hussein.
En fin, todo indica que el terrorismo está dictando la pauta en estos
momentos, por más que esta realidad sea desagradable para los países
occidentales. Con esta tendencia, se estaría minando las bases de la
democracia misma. De seguir así, seguramente habrá gobiernos siempre más
temerosos de involucrarse en la lucha antiterrorista, lo cual hace predecir
un futuro muy confuso para la humanidad, al imponerse la violencia y la
barbarie por encima del debate democrático y las normas de convivencia
civilizada. Se necesitará la emergencia de gobernantes con ímpetu de
estadista para revertir esta situación, en vista de que el camino militar y
represivo no está dando los resultados esperados, a pesar del optimismo
vociferado por los líderes de las potencias anglosajonas para justificar
sus acciones.
Como advirtiera hace poco un líder musulmán moderado, el contraste material
con Occidente, muy visible gracias a la revolución en las comunicaciones
por Internet y la TV satelital, parece estar al fondo del antagonismo
cultural, y sólo grandes inversiones en servicios públicos y mayores
oportunidades de trabajo podrán revertir la situación. Conociéndose
entonces las causas de fondo, los recursos deberían enfilarse hacia la
disminución de los factores negativos que se interponen a una convivencia
armónica con Occidente. Por eso se ha insistido en repetidas ocasiones que,
de invertirse los cuantiosos recursos financieros empleados para el
esfuerzo bélico, en mejorar la calidad de vida de los pueblos islámicos y
lograr un mayor intercambio cultural de Occidente con las naciones
musulmanas, se podría obtener mayores beneficios a la larga que empleando
las demostraciones de fuerza y los planes defensivos internos.

Algo para reflexionar, cuando menos, aunque se pueda ser pesimista en el
éxito de este enfoque idealista debido al constante énfasis en las
políticas de corto plazo y medidas pretenciosas de la mayoría de los
líderes occidentales, presionados por la implacable opinión pública a que
están sometidos por el juego democrático. Recién Monseñor Samuel Ruiz
afirmo en relación a este tema que tenemos no solamente la inteligencia,
sino ahora también el apremio de que si no resolvemos el asunto a través de
caminos de diálogo no se podrá llegar a una verdadera paz en el mundo y
estaremos sometidos a la amenaza, inclusive, de una desaparición.
*Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Chiapas
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