Turismo en los espacios naturales y rurales de Navarra

June 9, 2017 | Autor: I. López | Categoría: Turismo, Turismo Rural, Espacios naturales protegidos
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Turismo en los espacios naturales y rurales de Navarra

D. Ignacio Sariego López D. Juan José Pons Izquierdo Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio Universidad de Navarra

Quinto Congreso de Economía de Navarra

Turismo en los espacios naturales y rurales de Navarra

RESUMEN En las últimas décadas las actividades turísticas han adquirido una importancia social cada vez mayor. Esto ha provocado un notable crecimiento en la oferta de alojamientos turísticos ubicados por todo el territorio y no sólo en las grandes ciudades como era habitual. A partir de los diferentes estudios que se realizan en esta investigación se intenta demostrar que el sector turístico de Navarra manifiesta un rápido crecimiento cuyo límite aún se desconoce. Esta tendencia ascendente ha permitido la diversificación de la actividad, originando nuevos destinos ligados a los espacios rurales y naturales, cuya consecuencia ha derivado en numerosas oportunidades de desarrollo, así como una nueva fuente de contaminación para las áreas rurales que, hasta hace unas décadas, estaban prácticamente inexploradas. I. EL TURISMO: UNA ACTIVIDAD EN AUGE El incremento de la actividad turística y –sobre todo– su extensión a amplias capas de la sociedad ha venido propiciada por una serie de factores: aumento del periodo vacacional, incremento de rentas y desarrollo de una cultura del ocio y la recreación. Esta actividad se centró tempranamente en los espacios costeros, dando lugar a lo que conocemos como turismo de sol y playa. Poco a poco, la mejora del nivel de vida permitió la incorporación de nuevas clases sociales y la intensificación de la actividad turística de quienes ya venían practicándola. De esta manera, a comienzos de la década de los setenta (García, 1973), resultaba ya anacrónico hablar de un turismo de minoría selecta, cuando se había convertido en un fenómeno accesible al conjunto de la sociedad. A partir de los años ochenta, el turismo alcanzó su etapa de madurez y fue entonces cuando se produjo un intenso cambio que transformó las raíces del sector. Se definieron nuevos destinos turísticos, se diversificaron las opciones de recreación, los clientes comenzaron a exigir nuevas prestaciones –lo que implicaba una mayor competencia entre los destinos– y, por último, se incorporaron las nuevas tecnologías para el desarrollo de esta actividad (Valls, 2003). Desde entonces la actividad turística ha evolucionado de manera muy rápida y, de acuerdo con las previsiones elaboradas por la Organización Mundial de Turismo, las próximas décadas estarán marcadas por un enorme crecimiento del sector (Gráfico 1). Al mismo tiempo, este organismo prevé cambios notables en la tipología de las actividades turísticas. La modalidad de sol y playa –hasta ahora predominante– reducirá su importancia; el turismo de interior crecerá al ritmo actual; el turismo de atracciones específicas experimentará una gran expansión; y el turismo urbano será el que tenga un mayor crecimiento. La tendencia general también señala que las empresas consolidarán una tipología muy variada de ocio, se profesionalizarán todas las fases del proceso turístico, se mejorarán las nor129

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mas relativas a la higiene, seguridad y calidad ambiental y, por último, la tecnología y la innovación jugarán un papel clave en los destinos turísticos. GRÁFICO 1 DESPLAZAMIENTOS TURÍSTICOS MUNDIALES SEGÚN PAÍSES RECEPTORES (1950-2010)

Fuente: Organización Mundial de Turismo. Elaboración propia.

En un ámbito concreto como es la Unión Europea, el turismo está a punto de convertirse en la mayor actividad terciaria: genera cerca del 12% del PIB, el 6% del empleo y el 30% del mercado externo (Anegón, 2002). Además, algunas estimaciones consideran que el sector turístico seguirá creciendo hasta el año 2010 a un ritmo aproximado del 3% anual. Esta situación general tiene un claro reflejo en España, dada la importancia crucial de este sector para la economía nacional. El mercado español, aunque es muy dependiente del comportamiento de los factores de consumo exterior (fundamentalmente en lo que se refiere a Europa), ha conseguido consolidarse como el segundo destino turístico más importante del mundo, situándose por detrás de Francia y por delante de Estados Unidos. En el año 2001 recibió 48 millones de visitantes, lo que significó un 3% más que el año anterior, incremento que ha logrado mantener en los últimos años. No en vano, España se encuentra situada en la confluencia de las dos regiones turísticas más importantes del mundo: la Unión Europea y la cuenca del Mediterráneo. Esta situación privilegiada –junto a otros factores– explican que entre 1993 y 1998 la llegada de turistas creciera alrededor de un 20% (Organización Mundial de Turismo, 2002a). Este incremento ha resistido el estancamiento generalizado del sector y el desarrollo de nuevos destinos en Europa Central y en el Mediterráneo Oriental. Desde el punto de vista interno, las empresas turísticas españolas representan la cuarta parte de todas las que componen el sector servicios (Instituto de Estudios Turísticos, 2001b). Este hecho se ve reflejado en el número de empleados del sector afiliados a la Seguridad Social, que –según esta misma fuente– creció cerca de un 5% entre el año 2000 y el año 2001. 130

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II. LA ATRACCIÓN TURÍSTICA DE LAS ÁREAS NATURALES La utilización de las áreas naturales como espacios de ocio es una de las constantes de nuestra sociedad. Esta función recreativa no es ni mucho menos reciente, pero sí es cierto que se ha venido incrementando notablemente en las últimas décadas, de tal manera que cada vez son más las personas que disfrutan de sus ratos de esparcimiento y ocio en contacto con la naturaleza. A medida que los paisajes urbanos se convierten en medios más hostiles para el hombre, crece la necesidad de buscar refugio en entornos más amables, fuera del bullicio y de la congestión de las ciudades. La generalización del uso del vehículo privado ha jugado un papel fundamental en este proceso. No sólo acceden más personas a los espacios naturales, sino que lo hacen de manera más difusa y adentrándose en áreas que hasta hace escaso tiempo resultaban poco accesibles. Las excursiones pedestres, ciclistas y a caballo, se han convertido en propuestas de ocio ampliamente extendidas. Esta nueva corriente de turismo demanda productos originales y específicos bajo un prisma de calidad y autenticidad, huyendo de las masificaciones y buscando espacios en contacto con la naturaleza. La consolidación del turismo en áreas naturales viene ocasionada, entre otros motivos, por la mejora en la calidad de los servicios, el incremento en la oferta de actividades de ocio y la buena relación existente entre el precio y la calidad del alojamiento. Por otro lado, es evidente que este concepto ha evolucionado desde una idea de turismo residual destinado a la población con bajas rentas económicas, hasta un significado más sofisticado y con muchas variantes (Troitiño, 1995).

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GRÁFICO 2 NÚMERO DE VISITAS A LOS PARQUES NACIONALES DE ESPAÑA (1989-1999)

Fuente: Ministerio de Medio Ambiente. Elaboración propia.

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Como ya hemos señalado anteriormente, el turismo ligado a los espacios naturales creció a partir de los últimos años ochenta del siglo XX, registrándose el mayor aumento a lo largo de la siguiente década. En la actualidad sigue experimentando un gran auge. De acuerdo con los informes de la Organización Mundial del Turismo (2002b) el llamado “turismo tradicional” registra un crecimiento del 7,5% al año, mientras que el ecoturismo o turismo rural presenta un incremento del 20% y supone ya el 5% del turismo mundial. En la próxima década se espera que incluso llegue a representar un 10% de la actividad turística total. El importante crecimiento del sector se ve reflejado numéricamente en el aumento constante de visitantes en los espacios naturales. Los Parques Nacionales españoles, por ejemplo, pasaron de 3,5 millones en 1989 a casi 10 millones de visitantes en 1999 (Gráfico 2), (Ministerios de Economía y Hacienda y de Medio Ambiente, 1999). III. DESARROLLO TURÍSTICO DE NAVARRA El nacimiento de las actividades turísticas en Navarra se remonta a las prácticas relacionadas con el termalismo, que tuvo su apogeo a comienzos del siglo XX. Sin embargo, no es hasta 1954, con la celebración del Primer Consejo Económico-Sindical, cuando se ponen las bases para la mejora de la oferta turística, mediante la implementación de medidas relacionadas con la infraestructura hotelera y las comunicaciones (Del Burgo, 1962). En las décadas siguientes se suceden iniciativas en la misma línea, destacando entre todas ellas el establecimiento del Programa de Promoción Hotelera de 1964, impulsado por la Diputación Foral. Pese a todo, a comienzos de la década de los setenta Navarra presentaba todavía una gran carencia de equipamientos turísticos. En 1973 sólo disponía de 2.232 plazas, menos de la mitad de las que tenía una provincia como Lérida, con características físicas y socioeconómicas semejantes (Del Burgo, 1978). Por tanto, el desarrollo y la madurez de esta actividad en Navarra son fenómenos mucho más recientes que en el conjunto de España. Algunos estudios que han analizado en detalle la situación reciente del turismo en Navarra (Echamendi, 1999) constatan el indudable desarrollo que ha experimentado esta actividad en los últimos años. La tendencia al alza en la oferta de alojamientos turísticos que se produjo durante la década de los noventa se mantiene hoy en día en niveles similares. En el año 2000, Navarra contaba con una capacidad turística de 13.129 plazas (sin incluir los camping) distribuidas en 222 asentamientos de la región (Sariego et al., 2002a), mientras que a fecha de 1 de septiembre de 2003 (Departamento de Cultura y Turismo, 2003) se ha llegado a las 14.884 plazas. Por su parte, el sector de la acampada tiene una importancia muy notable en todo el territorio. Si en 1991 su peso respecto al total de las plazas de alojamiento no llegaba a superar el 32%, en el año 1996 ya alcanzaba el 40%, cifra en la que se mantuvo hasta 2000. A pesar de este crecimiento, Navarra –en comparación con otras regiones– ejerce un papel poco significativo en materia turística. Los datos generales de turismo en España dejan claro la modesta representación que supone la Comunidad Foral en comparación con el resto del país, ya que la proporción de viajes que recibe respecto al total, no alcanza ni siquiera el 3% (Instituto de Estudios Turísticos, 2001a). 132

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La distribución espacial de la oferta de alojamientos turísticos ha crecido de forma diferente en el territorio de la Comunidad Foral. En 1991 sólo 100 municipios tenían algún tipo de alojamiento, mientras que en el año 2000 ese número ya se elevaba hasta los 156 (Mapa 1). Es decir, no sólo hay más plazas de alojamiento disponibles, sino que su distribución espacial es también más amplia. MAPA 1 EXTENSIÓN TERRITORIAL DE LA OFERTA DE ALOMIENTOS (1991-2000)

Con Oferta Turística Sin Oferta Turística Fuente: Gobierno de Navarra. Elaboración propia.

Analizando la distribución por comarcas1, se observa que la situación que presentan es muy diferente. La Navarra Húmeda del NO y las Cuencas Prepirenaicas agrupan más de la mitad de la oferta de plazas de alojamiento de la región, mientras que otras comarcas no llegan ni siquiera al 10% (Gráfico 3). A lo largo de la década de los noventa, podemos concluir que –en concordancia con el desarrollo general de la región– el turismo ha crecido en todas las comarcas. Sin embargo, algunas han perdido peso porcentualmente, como es el caso de las Cuencas Prepirenaicas, que han pasado a un segundo puesto. La Navarra Húmeda del Noroeste, que en algo menos de una década ha triplicado su oferta de alojamiento (sobre todo en función de la oferta de camping y de casas rurales), es ahora la primera comarca turística de la Comunidad Foral. Otras áreas de

1 Se ha optado por utilizar la denominada comarcalización geográfica, establecida por Floristán y Mensua, que dividen la región en siete unidades geográficas: Navarra Húmeda del NO, Valles Pirenaicos Transversales, Cuencas Prepirenaicas, Navarra Media Occidental, Navarra Media Oriental, Ribera Occidental y Ribera Oriental.

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gran desarrollo turístico han sido la Navarra Media y los Valles Pirenaicos, mostrando las comarcas meridionales una mayor atonía en este sector. Las transformaciones acaecidas en este período no se han limitado al número y distribución de la oferta de plazas de alojamiento. Bien al contrario, atendiendo a los diferentes tipos de alojamiento existentes en Navarra (Gráfico 4), se observan importantes cambios producidos a lo largo de la última década en el sector. GRÁFICO 3 EVOLUCIÓN DE LAS PLAZAS DE ALOJAMIENTO POR COMARCAS (1991-2000)

Fuente: Gobierno de Navarra. Elaboración propia.

GRÁFICO 4 EVOLUCIÓN DE LAS PLAZAS POR TIPO DE ALOJAMIENTO (1991-2000)

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Como es evidente, el crecimiento de la oferta se centra en varios tipos de alojamiento, que han registrado en este período un fuerte desarrollo. Por su importancia cuantitativa destacan los camping, las casas rurales y los hoteles, aunque atendiendo a su crecimiento porcentual son los albergues y los apartamentos los que se sitúan a la cabeza. Como siempre, la situación por comarcas geográficas es muy variada. Algunas han mantenido bastante estable su estructura turística (como es el caso de la Navarra Media Occidental y de la Ribera) mientras que, por el contrario, otras han modificado su estructura turística para adaptarse a las nuevas tendencias del mercado. Entre todas destacan la Navarra Media Oriental que pasó de tener una oferta plenamente hotelera a otra más diversificada, donde las plazas hoteleras suponen sólo la mitad de los alojamientos disponibles, o la Navarra Húmeda del Noroeste que ha mostrado también grandes cambios (Mapa 2). MAPA 2 CAMBIO EN LA TIPOLOGÍA DE LAS PLAZAS DE ALOJAMIENTO TURÍSTICO (1991-2000)

1991

2000 Valles Pirenaicos Transversales

Valles Pirenaicos Transversales Navarra húmeda del NO Navarra húmeda del NO

Cuencas Prepirenaicas

Cuencas Prepirenaicas

Navarra Media Occidental Navarra Media Occidental Navarra Media Oriental Ribera Occidental

Navarra Media Oriental Ribera Occidental

Ribera Oriental

Ribera Oriental

Fuente: Gobierno de Navarra. Elaboración propia.

La apuesta turística de los hoteles y apartamentos en las Cuencas Prepirenaicas está fuertemente influencia por la presencia del Área Metropolitana de Pamplona. Tanto en la capital como en algunos otros asentamientos de las Cuencas se ha producido un incremento de las plazas turísticas desde 1991. No obstante, Pamplona carece de oferta en casas rurales y camping, por razones obvias. Durante la década de los noventa, las Cuencas tienen en conjunto un crecimiento del 29% en el número de plazas turísticas en casas rurales y un 35% en las plazas de acampada, lo que consolida la pérdida del valor relativo de la capital sobre el total de la oferta de alojamiento en la comarca. Como se ha podido apreciar, la evolución de los alojamientos turísticos adquiere tipologías diferentes en función de los visitantes esperados. El perfil turístico de la Navarra Húmeda de 135

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Noroeste o los Valles Pirenaicos Transversales es muy distinto a la Ribera Oriental o la Navarra Media Occidental. Mientras las primeras comarcas centran sus esfuerzos en atraer un público heterogéneo, equilibrando la oferta hotelera, casas rurales y camping, otros territorios se especializan en un sector concreto de la oferta turística como es el hotel o la acampada, respectivamente. IV. ESPACIOS NATURALES Y TURISMO EN NAVARRA Durante la década de los noventa, Navarra se posicionó como una de las regiones españolas pioneras a la hora de facilitar servicios y equipamientos turísticos en las áreas rurales. Hoy en día, la Comunidad Foral ofrece gran cantidad y excelente calidad en sus alojamientos rurales, siendo reconocida como una de las comunidades autónomas líderes en este sector. El producto turístico asociado a las áreas naturales y rurales adquiere una notable distinción como consecuencia de las mejoras producidas tanto en las infraestructuras, como en los equipamientos recreativos. La oferta de este producto turístico comenzó a aumentar hace aproximadamente quince años y ha mantenido un ritmo de crecimiento más o menos constante hasta la actualidad. Entre 1991 y 2000 el número de plazas ofertadas en casas rurales se ha quintuplicado (Sariego et al., 2002b). La pauta locacional de la oferta de alojamientos turísticos está en buena medida marcada por la búsqueda de los valores naturales que representan los paisajes con una alta calidad ecológica. Sin embargo, como ya pudimos comprobar en investigaciones anteriores (Sariego et al., 2002a), los Lugares de Importancia Comunitaria (LICs) pertenecientes a la Red Natura 20002 apenas cuentan con plazas en su interior. Atendiendo a la condición de espacio natural es lógico que los territorios protegidos no dispongan casi de oferta de alojamiento. Sin embargo, la baja presencia de infraestructuras de este tipo dentro de los LICs de Navarra no implica que los espacios carezcan de utilización turística. A este respecto, los resultados obtenidos en este estudio3 son muy explícitos (Mapa 3). La capacidad de alojamiento interno de estas áreas es bastante reducida (322 plazas), en contraposición a la primera franja de 5 Km. en la que se localizan 7.629. Sin embargo, al pasar a la siguiente banda (entre 5 y 10 Km.), el número de plazas desciende hasta las 7.142 (Gráfico 3). Esto quiere decir que en la primera zona de influencia existen más plazas que en la segunda, pese a que la superficie que abarca esta última es superior. Además, la situación de la oferta turística en la Red Natura 2000 de Navarra no es uniforme en todo su territorio. En tres de los LICs situados en la zona meridional, la suma de plazas internas y de sus áreas de proximidad no alcanza las 100. Por el contrario, en la zona de la

2 A efectos de esta investigación, se considera que la Red Natura 2000 de Navarra está compuesta por 41 Lugares de Importancia Comunitaria (Acuerdo de 15 de mayo de 2000). No obstante, debe tenerse en cuenta que a partir del Acuerdo de 4 de marzo de 2002, el Gobierno de Navarra aprobó la inclusión de la Finca de Artikutza, configurándose así una lista de 42 espacios. 3 La metodología empleada para desarrollar este estudio se basa en delimitar tres zonas críticas: el interior de los espacios naturales, el área de influencia hasta 5 Km. y el área circundante entre 5 y 10 Km. A partir de esta delimitación, se seleccionó la oferta de alojamientos turísticos en sus distintas categorías, excluyendo las plazas de acampada debido a que su volumen dista mucho de su ocupación real.

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Montaña nueve espacios naturales superan las 1.000 plazas turísticas y en un caso –Belate– incluso las 2.000 (Sariego et al., 2002a). MAPA 3 RELACIÓN DE LAS PLAZAS TURÍSTICAS (2000) CON LOS ESPACIOS DE LA RED NATURA 2000

Fuente: Sariego, I., Pons, J. J. (2002a) según BCN 1:200.000 y Gobierno de Navarra.

V. LAS CONSECUENCIAS DEL TURISMO SOBRE EL MEDIO RURAL El incremento de visitantes en las áreas naturales ha sido hasta la fecha relativamente poco explotado. Los beneficios económicos y sociales que el turismo puede traer a las zonas rurales está todavía muy por debajo de su nivel potencial, debido a que la mayor parte de los municipios no han desarrollado actividades de animación, ni equipamientos recreativos importantes para aprovechar convenientemente el flujo de visitantes (Cals et al., 1988). Inicialmente, las actividades turísticas pueden repercutir de forma muy positiva en los espacios rurales, ya que permite que éstos se beneficien de un recurso propio: su entorno ambiental y cultural. De esta manera se consigue diversificar su actividad económica, evitando el despoblamiento, creando empleo, o complementando las rentas de las familias que se dedican parcialmente a esta actividad. Además, el turismo actúa como fuente dinamizadora de otros aspectos –no directamente ligados al sector– que también benefician a las sociedades rurales: mejoras en la accesibilidad, desarrollo de la oferta comercial y de otros servicios, promoción del artesanado y de oficios tradicionales, etc. Para que esto repercuta en beneficio de la población local se considera necesario establecer programas de formación que capaciten a los pequeños empresarios con el fin de que ofrezcan servicios de calidad, evitando así que sean agentes externos quienes se beneficien de esta nueva actividad económica (García, 2003). Asimismo, las expectativas de empleo que genere el turismo determinarán el grado de optimismo y de aceptación de la actividad (Troitiño, 2001). En algunos espacios naturales destacados como las Hoces del Río Riaza (Segovia), el incremento del número de visitantes y la instalación de nuevas infraestructuras turísticas han posibi137

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litado que el turismo se haya convertido en la actividad económica que más empleo ha generado en los últimos años (Suárez, 2002). Según previsiones del gobierno regional de Castilla y León, el turismo y las actividades recreativas relacionadas con el medio natural provocarán un crecimiento en el PIB próximo al 7%, así como cerca de 10.000 nuevos empleos. En la Comunidad Foral de Navarra no existen estudios concretos que apoyen estadísticamente que el turismo en áreas naturales facilita un impulso para el desarrollo rural. No obstante, a partir de algunos datos facilitados por el Instituto de Estudios Turísticos (2001), se puede apreciar que el número de afiliados a la Seguridad Social en Navarra, que trabajan dentro del sector de la hostelería (alojamientos), no ocupa todavía una importancia relevante. Los distintos establecimientos turísticos ofrecieron en Navarra puestos de trabajo para 1.931 empleados (Gráfico 5). Esta cifra, unida al resto de la hostelería (bares, restaurantes y otros establecimientos similares), tan sólo supone un 8% de los empleados de la Comunidad Foral, quedando muy lejos de otras regiones como Baleares o Canarias donde superan la quinta parte de los puestos de trabajo. GRÁFICO 5 DISTRIBUCIÓN DEL EMPLEO EN EL SECTOR DE ALOJAMIENTOS TURÍSTICOS (2001)

Fuente: Gobierno de Navarra. Elaboración propia.

Además, debe tenerse en cuenta que la fuerte estacionalidad de este sector económico provoca un intenso crecimiento en la ocupación laboral durante la época estival y un notable descenso durante los meses de invierno. Los puestos de trabajo generados por las actividades turísticas, son consecuencia directa de un mayor número y volumen de gasto por parte de los visitantes de un destino. Con el fin de comprobar las repercusiones positivas del turismo, traducida en la cantidad de desembolso económico del visitante, el Departamento de Industria, Comercio, Turismo y Trabajo del Gobierno de Navarra (2000a) elaboró una encuesta (desagregada por consorcios turísticos) durante los meses de mayo y junio del año 2000. Simultáneamente, la encuesta fue complementada con otros estudios similares realizados en las diez Oficinas de Información Turística del Gobierno 138

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de Navarra (Departamento de Industria y Tecnología, Comercio, Turismo y Trabajo, 2000b), en los que se entrevistaron 216 visitantes. Los resultados derivados de ambos estudios revelan que, durante el año 2000, los gastos directos ocasionados por las actividades turísticas no repercuten significativamente en la economía de Navarra (Mapa 4). Asimismo este consumo no se reparte homogéneamente en todo el territorio. MAPA 4 GASTO POR TURISTA Y DISTRIBUCIÓN SEGÚN PRINCIPALES CAPÍTULOS (2000)

Fuente: Gobierno de Navarra. Elaboración propia.

Según el estudio elaborado para los Consorcios Turísticos, los visitantes de la Montaña de Navarra y Ribera invierten en comidas, actividades recreativas, compras y transporte menos de 30 euros por persona y día. Por el contrario, en Tierra Estella y en la Zona Media los turistas gastan mayor cantidad de dinero, aunque bien es cierto que el volumen de visitas es menor. Por lo general, las comidas suponen un importante volumen de gasto, que en los lugares próximos a Lekunberri representan más de tres cuartas partes del total. Las oficinas localizadas 139

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en los Valles Pirenaicos Transversales (Isaba, Ochagavía, Roncesvalles), junto con Tierra Estella y Zona Media, manifiestan un fenómeno de consumo similar, en el que la comida significa cerca de la mitad del gasto y el resto se lo reparten casi equitativamente las compras y el transporte. Este último es un factor de gasto importante para los visitantes de la Ribera, mientras que los turistas que recibe Bértiz desembolsan parte de su capital total en las actividades recreativas, fenómeno poco frecuente en la región. Como vemos, la utilización recreativa de los espacios rurales facilita el paso a nuevas expectativas para el desarrollo económico de un territorio, lo que a su vez posibilita la diversificación y la multifuncionalidad de numerosas áreas (Troitiño, 2001). Sin embargo, no todas las consecuencias del turismo son positivas. En muchas ocasiones, la actividad turística provoca una transformación negativa en el territorio. Mientras las actividades agrarias emplean el espacio de manera reversible, con intervenciones más o menos integradas en el entorno y que mantienen la posibilidad de cambiar sus usos, las actividades turísticas rara vez permiten la sustitución en la utilización de su suelo, como sucede con las grandes edificaciones hosteleras (Furió, 1996). A su vez, el abandono de muchas explotaciones agrarias y la pérdida de las prácticas tradicionales –a causa de la transformación del agricultor o ganadero en empresario hostelero– ponen en riesgo la conservación de los actuales paisajes. Junto con estas consecuencias, los destinos más visitados pueden sufrir problemas de saturación y contaminación, derivados de un rápido e irracional crecimiento y una alta densidad originada por la concentración temporal, todo ello con ausencia casi total de planes de ordenación y gestión del territorio. A esto debemos sumarle que la falta de regulación y el aumento de afluencia de visitantes han provocado en algunas áreas naturales de contrastada fragilidad un importante descenso de la biodiversidad (Gómez-Limón, 1996). Las actividades de ocio son poco impactantes en sí mismas, aunque hay que tener en cuenta su efecto sinérgico y que se realizan en zonas vulnerables, por lo que su impacto adquiere un valor especial. El carácter difuso y no extractivo puede llevar a ignorar estos impactos (Gómez-Limón, 1996; Barrado, 1999). En algunos lugares como la Laguna de Ruidera (Castilla-La Mancha), se reciben más de 20.000 visitantes al día en épocas de máxima afluencia, originando la proliferación de áreas recreativas no controladas que causan graves impactos en agua y paisaje (Blanco et al., 1998). Casos similares se han encontrado en la Sierra de Guadarrama, en Sierra Morena, o en las Islas Baleares, donde la presión turística es tal, que se habilitan zonas de recreo, sin estar dotadas de equipamientos adecuados para satisfacer las expectativas de esparcimiento ni las prácticas de conservación. La intensa comercialización de todo tipo de actividades recreativas y turísticas originan afecciones de gran variedad, que abarca desde los hacinamientos de recreacionistas y vehículos, hasta problemas de erosión; pasando por el abandono de basuras y otros residuos, conatos de incendio o el acoso a la fauna, entre otros inconvenientes. Esta situación es alarmante sobre todo al producirse en lugares que han sido protegidos para evitar justamente esto (Barrado, 1999). Los recursos naturales pueden llegar a degradarse por efectos de la contaminación, congestión y ruido (Gómez-Limón et al., 1996; Hammitt et al., 1998; Hall et al., 1999). En muchas ocasiones, es muy difícil separar los efectos generados por el turismo del resto de las activida140

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des (Mathieson et al., 1982; Furió, 1996), pero lo que sí está claro es que los impactos que reciben los paisajes rurales están significativamente influidos por sus componentes territoriales y ambientales (Vera et al., 1997). Asimismo, al contrario de lo que ocurría hace algunas décadas cuando la mayor preocupación se centraba en la conservación de las áreas naturales dentro de sus propios límites, en nuestros días se considera necesario evaluar la situación existente fuera de sus límites ya que puede influir notablemente en su comportamiento (García, 2003). Con el objeto de tratar de forma efectiva los problemas provocados en la naturaleza, es necesario comprender qué clase de cambio se produce y si es aceptable o no. Es importante considerar que los impactos no suceden solos, cada actividad origina múltiples cambios en el medio y éstos a su vez originan otras transformaciones ambientales. VI. CONCLUSIONES El turismo ha dejado de ser una actividad minoritaria para convertirse en un fenómeno común de nuestra sociedad. Además, las nuevas tendencias del sector evolucionan hacia modelos turísticos más dispersos en el territorio, entre los que destaca el fuerte crecimiento de las actividades recreativas ligadas a los espacios naturales y rurales. Este diagnóstico general se puede aplicar también a Navarra, que en las últimas décadas ha visto crecer y diversificar su oferta de alojamiento de forma muy importante. El mayor aumento en el sector turístico se ha producido precisamente en tipos de alojamientos y zonas que tradicionalmente no ofertaban estos servicios, de lo que se desprende su mayor extensión territorial. Este hecho, junto con la localización preferente de los alojamientos en la cercanía de los espacios de la Red Natura 2000, permite señalar la relación existente entre las áreas naturales protegidas y la nueva oferta turística de la Comunidad Foral. Este desarrollo disperso del turismo en las zonas rurales tiene innumerables consecuencias territoriales tanto de tipo socioeconómico como medioambiental. El turismo contribuye a la creación de nuevos puestos de trabajo y complementa las economías familiares en sectores directamente ligados a la propia actividad: alojamiento, restaurantes, empresas de actividades, etc. Además de todo esto, los visitantes de cualquier destino turístico requieren servicios y equipamientos muy variados y que no son contabilizados como resultado de la actividad turística: comercio, facilidades de transporte (infraestructura y servicios), suministro de luz y agua y otros servicios complementarios que deben ser dispensados. Sin embargo no todas las consecuencias del turismo en las áreas rurales son beneficiosas. En ocasiones esta actividad origina afecciones negativas en los ecosistemas. Muchas áreas naturales de interés carecen de una ordenación e infraestructura suficientes que garanticen el uso correcto del territorio. Por esta razón, se insiste en evitar el turismo masificado, manteniendo esta actividad en límites razonables que permitan la supervivencia y renovación de los recursos naturales. La variedad paisajística del entorno, junto con los atractivos servicios que se ofertan, permite a Navarra tener excelentes perspectivas de desarrollo turístico. Sin embargo, no debe olvidarse que estas nuevas funciones de los espacios rurales deben ser compatibles, mediante una correcta ordenación, con la conservación de sus valores. 141

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Quinto Congreso de Economía de Navarra

Turismo en los espacios naturales y rurales de Navarra

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Quinto Congreso de Economía de Navarra

Ignacio Sariego López y Juan José Pons Izquierdo

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