Trump, el último anglo 4 de marzo de 2016

June 7, 2017 | Autor: H. Calleros-Rodrí... | Categoría: Fascism, Mexico, United States, Donald Trump
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Trump, el último anglo

4 de marzo de 2016

Por Héctor Calleros1 Millones de estadounidenses se muestran dispuestos a participar en un movimiento anti-mexicano. El racismo y la xenofobia son las banderas del movimiento que encabeza un hombre que quiere presidir los Estados Unidos (EE.UU.). Donald Trump es el líder de un movimiento que está capitalizando la frustración de la población estadounidense con la falta de empleo y la caída de los ingresos. El sueño americano, se difumina rápidamente. La expansión de la cultura hispanoparlante, marcadamente mexicana, también ha sido un factor a considerar en el surgimiento de un movimiento que culpa a México y a los mexicanos de sus males. De no ser por las continuas y abultadas victorias electorales y por los mítines multitudinarios, Trump sería un pobre billonario gritando al viento, solo y enloquecido. Este hombre tiene 69 años. Inició su campaña presidencial el 16 de junio de 2015, en la isla de Manhattan, en Nueva York. Una de sus primeras promesas fue la construcción de un muro a lo largo de la frontera con México para detener el flujo migratorio de quienes “traen drogas, traen criminalidad. Son violadores”. La cruda claridad de sus palabras catapultó su popularidad. Desde hace ocho meses, millones de estadounidenses han sido seducidos por su mensaje y liderazgo. Sin embargo, solamente ha sido tomado en serio después de las elecciones provinciales del 1 de marzo (el Súper Martes electoral). Ese día marca el inicio de las críticas -y descalificaciones- abiertas a Trump: “este partido no capitaliza los prejuicios de la gente. Apelamos a sus más altos ideales. Este es el partido de Lincoln”, diría un líder congresual. Los estadounidenses parecen haber perdido el sentido del bien y del mal. El miedo al cambio los está haciendo sucumbir a la política antidemocrática. Estigmatizar a México y odiar a los mexicanos acarrea popularidad: en enero de 2016, en la provincia de Iowa, el candidato principal del Partido Republicano dijo que los mexicanos eran robacoches. En febrero, las provincias de Carolina del Sur y Alabama, la muchedumbre gritó jubilosa cuando el líder les dijo que él haría que México pagara por el muro fronterizo. La estigmatización de México y los mexicanos no es reciente. Tampoco es Trump el primer demagogo que quiere ser presidente de los EE.UU. Pat Buchanan hizo llamados, en 1992, contra la inmigración masiva y contra el comercio libre. La migración, el comercio y la frontera han sido temas recurrentes para estos candidatos. Entonces, la experiencia histórica y la evidencia actual muestran algunos “elementos oscuros” -como eufemísticamente los llama el periódico The New York Times- dentro del Partido Republicano. Lo que queda en duda es sí ese “viejo gen de la política estadounidense”, que mezcla raza y paranoia (ver Richard Hofstadter. The Paranoid Style in 1

El autor es Doctor en Ciencia Política. Este texto es un borrador. Dirigir comentarios a: [email protected]

American Politics. 1964), se activa en ciclos históricos específicos, o si se trata de un gen permanentemente activo. Es conveniente revisar nuestro conocimiento sobre la cultura política de los EE.UU. Desde su fundación como república, la sociedad estadounidense ha sido un sólido referente cívico y democrático del mundo occidental. Desde Alexis de Tocqueville hasta Samuel Huntington, la sociedad estadounidense se ha considerado así misma como el ejemplo más claro de virtud cívica y democrática en la historia de la humanidad. Freedom House, una organización que anualmente monitorea la libertad en el mundo, en su reporte 2016, señala que los EE.UU. mantienen las calificaciones más altas en materia de derechos políticos y libertades civiles. El reporte marca una tendencia negativa en sus niveles de libertad. Sin embargo, no hace ninguna referencia al movimiento fascista que Trump ha creado y que ha dominado la vida política desde el verano de 2015. El reporte tampoco hace referencia a la epidemia de asesinatos impunes que cuerpos policiales cometen contras personas de grupos poblacionales llamados “minorías”. Entonces, la lección que hemos ido aprendiendo en ocho meses de campaña presidencial de Trump es que millones de personas, en los EE.UU., toleran y aprueban el sentimiento anti-mexicano. Sin embargo, a pesar de que las palabras de este hombre están llenas de connotaciones negativas sobre raza, lugar de origen, religión de grupos humanos, la sociedad lo asume como un hombre controversial y descarado (brash), pero que dice lo que piensa [he says it how it is]. La dificultad que algunos medios de comunicación tienen para utilizar adjetivos calificativos con Trump, es la objetividad. Muchos medios estadounidenses, dice Jill Abramson, ex editora del periódico The New York Times, no quieren omitir la objetividad. Contradictoriamente, este elevado estándar parece no aplicar cuando los medios estadounidenses se refieren a México. ¿Ejemplos? El primero: Anderson Cooper, de CNN, pregunta al expresidente Vicente Fox: “cuando él [Trump] sostiene que el gobierno de México está detrás del flujo de trabajadores indocumentados viniendo a este país [EE.UU.]. Él no ha presentado evidencia de esto, pero dice que él cree eso y que gente lista lo sabe”. El segundo: Maria Bartiromo, de Fox Business Network, entrevistando también a Vicente Fox: “Él [Trump] dice que sabe quiénes cruzan la frontera: los narcotraficantes, los asesinos. Déjeme preguntarle, ¿Qué hará entonces y que debería hacer México entonces, para tener nuestra frontera segura?” Los supuestos que dan sustento a esas preguntas, es estridentemente prejuiciosa. El pobre vicepresidente Joseph Biden, no puede vivir disculpándose por todos y por todo. Sus palabras, pueden ser las de muchos estadounidenses, sin duda alguna. Pero hay un segmento considerable de la sociedad estadounidense que es cómplice entusiasta de Trump. Como sucedió cuando Hitler ascendió al poder, él no lo hizo sólo: tuvo como cómplice a millones de personas. En ocho meses, hemos estado viendo el virulento ascenso del fascismo en los Estados Unidos de América.

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