Tríptico de la expulsión de los moriscos. El triunfo de la razón de estado, Montpellier, PULM- Collection Voix des Suds, 2012, 316 pp. (ISBN : 978-2-84269-959-8).

July 25, 2017 | Autor: Rafael Benitez | Categoría: Expulsion Moriscos
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Descripción

« Voix des Suds »

Collection « Voix des Suds » f' Directeur de collection Raphael CARRASCO Comité scientifique Constantin ANCELOPOULOS (Grece), Karim BENMILOUD (Amérique latine), Michel BOURRET (Catalogue), Myriam CARMINATI (Italie), Raphael CARRASCO (Espagne), Marie-Noel C1ccIA (Portugal, Amérique, Afrique etAsie lusophones).

A la fois invitation au voyage et interrogation plurielle sur taus les aspects des cultures de l'Europe du sud, de la Méditerranée et de l'Amérique latine, la collection « Voix des Suds » se propase d' explorer de l'intérieur des réalités complexes saisies dans des durées et des espaces divers. Universitaire, savante, littéraire et artistique, cette collection tire son originalité et sa raison d'etre de la volonté qui anime ses fondateurs de croiser les voies et les regards, de multiplier les liens tout en laissant parler les différences. « Voix des Suds >> est une collection riche d'informations obtenues grace au concours de la nouvelle équipe de recherche issue du regroupement des différentes collections précédentes. La collection « Voix des Suds » nourrit une double ambition. D'une part, il s'agit de diffuser les résultats d'investigations de premiere main dans des domaines tres variés : art, littérature, histoire, société ou anthropologie. D'autre part, « Voix des Suds » souhaite faire connattre, atravers des éditions critiques et des traductions, des textes et des documents dont l'acces était jusqu'ici réservé aux seuls spécialistes.

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Tríptico de la expulsión de los moriscos El triunfo de la razón de estado

Rafael BENÍTEZ SÁNCHEZ-BLANCO

PRESSES UNIVERSITAIRES DE LA MÉDITERRANÉE

Introducción

De aquella nación, 1nás desdichada que prudente, sobre quien ha llovido estos días un inar de desgracias, nací yo, de moriscos padres engendrada... Miguel de CEnVANTBS, Don Quijote de la Mancha, 11 parte, cap. LXIII.

Con ocasión del cuarto centenario de la expulsión de los moriscos se presenta una recopilación de trabajos centrados sobre la terrible decisión tomada por Felipe III bajo el impulso del duque de Lerma'. El conjunto ofrece una reflexión global sobre el drama de los moriscos, enfocado desde los diversos puntos de vista de los hombres de letras que dieron sus opiniones sobre el problema, de los políticos que dieron respaldo legal a la decisión del Rey, de la Inquisición que se vio marginada inicialmente del proceso para volver por sus fueros más tarde, de los propios moriscos desterrados de su patria y que, de una forma u otra, volvieron a ella. La tesis que se defiende es que la expulsión no respondía a una exigencia ineludible sino que fue tomada para hacer frente a unos problemas políticos muy concretos del valido Lerma, lo que le llevó a manipular sin escrúpulo -aparente- los argumentos utilizados. Como telón de fondo se alza la imposibilidad de continuar la guerra de Flandes y, por tanto, la necesidad de un acuerdo con los rebeldes calvinistas, cu(1609-1614)

Illustration de couverture: Jordi TEIXIDOR, Composición, 1987, 35 x 49 cm.

Mots~clés:

Espagne, Histoire, XVIe-xvne siBcles, minorités, Marisques, Inquisition.

Taus droits réservés, PULM, 2012. ISBN 978-2-84269-959-8

l. Este trabajo se ha realizado en el marco de un proyecto financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, titulado: «El gobierno, la guerra y sus protagonistas en los reinos mediterráneos de la Monarquía Hispánica)) (HAR2008-00512). Agradezco a Juan Francisco Pardo su ayuda y comentarios en la revisión del texto.

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INTRODUCCIÓN

yas exigencias provocaban el rechazo de buena parte del Consejo de Estado, e incluso del propio Rey. Para desdicha de los moriscos, su expulsión podía ser considerada una empresa gloriosa y católica que compensaba las cesiones y fracasos en el norte de Europa. Por ello, en los momentos decisivos de la negociación, el Valido saca del archivo el problema morisco y lo coloca sobre la mesa de discusión del Consejo de Estado. Las denuncias de su apostasía y el temor a sus conspiraciones habían pasado a ser lugar común desde la rebelión y guerra de Granada (1568-1570). Apostasía y traición eran crímenes suficientemente graves como para justificar legalmente las penas más duras, pero la primera quedaba fuera de la jurisdicción real y la segunda debía demostrarse. La falta de prudencia a que se refiere Miguel de Cervantes, por boca de la bella morisca Ana Félix, muy bien pudiera ser la continuidad de las conspiraciones moriscas con los enemigos de la Monarquía Católica. Si bien mantenían, muy posiblemente, la llama de la resistencia de las comunidades perseguidas, carecían de perspectivas de éxito, más allá de unas rebeliones condenadas a un fracaso cierto y doloroso, como la de Granada había mostrado. En el momento decisivo -para Lerma- en que debía firmarse el compromiso de una tregua con las Provincias Unidas al Valido le llegan noticias de contactos entre los moriscos y el por entonces victorioso Muley Zidán; el peligro marroquí podía ser alegado para justificar la traición. Y lo fue inicialmente. La razón de estado que exigía llegar a un acuerdo con los rebeldes holandeses se había llevado por delante a la nación morisca. No obstante, llegado el momento de redactar las justificaciones que debían incorporarse a los sucesivos decretos de expulsión, la apostasía y la traición aparecen enrevesadamente mezcladas como para confundir a propios y extraños. Estas contradicciones resaltarán de forma dramática al descender al detalle de las vidas de algunos moriscos afectados por ellas: expulsados por ser moros, a su regreso a España serán condenados de nuevo por la Inquisición por haber islamizado en el destierro.

Los trabajos recogidos han sido elaborados en la última década, aunque la mayoría corresponden a las conmemoraciones de los últimos años; hay algunos publicados y otros -hoy por hoy- inéditos. Cubren

lNrRODUCCIÓN

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cronológicamente el medio siglo que va desde 1580 hasta 1630, y están, como el título indica, organizados en tres partes. En la primera se analizan las diversas posturas adoptadas en el debate que sobre la conveniencia de expulsar a los moriscos se desarrolló a partir de 1580. Un primer capítulo aborda de forma general el problema, estudiando, a partir de los numerosos memoriales que se redactaron en esos años, las postnras enfrentadas de optimistas -que todavía opinan que la conversión es posible y se oponen a la deportación- y pesimistas, que desesperados de conseguir que los moriscos sean bnenos cristianos abogan por la expulsión. El segundo capítulo se dedica al análisis de una de las figuras capitales de esta última postura, Fr. Jaime Bleda, a través del estudio de su obra Corónica de los moros de España (1618). El tercero presenta, en cambio, los esfuerzos realizados hasta el último momento por uno de los principales exponentes de la corriente optimista, Feliciano de Figueroa, obispo de Segorbe, para conseguir un cambio de actitud de los moriscos y evitar así la adopción de medidas radicales. La extensa relación de la visita al vizcondado de Chelva en Valencia nos permite aproximarnos a cómo era la predicación dirigida a los moriscos en este momento dramático. En la segunda parte se estudian en detalle algunos de los hitos principales de la toma de decisión, centrándose especialmente en desentrañar la manipulación ideológica utilizada en la búsqueda de justificaciones de la expulsión. El primer capítulo expone la utilización de materiales de archivo y de la memoria personal en diversas juntas que trataron el problema morisco, estudiando sobre todo el contenido del gran memorándum preparado en 1607 para las trascendentales discusiones del Consejo de Estado de enero de i6o8, en que los consejeros se inclinaron mayoritariamente por la expulsión, aunque no se llevara a cabo de momento. En el siguiente se ponen de manifiesto las manipulaciones a que fue sometido el «tercer papel» enviado a la Corte por el Patriarca Ribera (1602) y se exponen las posibles motivaciones de las mismas. En el tercer capítulo de esta parte se analiza cómo el Rey y el duque de Lerma recnrrieron, en marzo de 1609, a la amenaza del peligro inminente de invasión marroquí con ayuda holandesa como justificación para una condena global de los moriscos por razón de estado. Se demuestra la manipulación efectuada y cómo el argumento fue desapareciendo de inmediato de las exposiciones de motivos. Por último, en el cuarto capítulo, el análisis recae sobre los diferentes y sucesivos decretos de

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INTRODUCCIÓN

expulsión de los moriscos escalonados entre septiembre de 1609 y finales de 1613; además de estudiarse diversos aspectos de su contenido y promulgación, interesa destacar la intrincada forma en que se entremezclan las justificaciones de tipo religioso con las políticas, únicas sobre las que el Rey tenía jurisdicción. En definitiva, esta parte del tríptico resalta el triunfo de la razón de estado como argumento fundamental en el que se basan los decretos de expulsión. La tercera parte -Otros ricotes- se centra en las vicisitudes de los moriscos expulsados que regresaron, por diferentes vías y formas, a España, estudiadas a través de ejemplos particulares conocidos por medio de procesos inquisitoriales y relaciones de causas. En sucesivos capítulos se contemplan los casos del que vuelve por voluntad propia y acaba fundiéndose en la sociedad española de la época de Felipe N; de los que son capturados viniendo en corso y pretenden hacerse pasar por moros berberiscos, y hasta el del que, cautivado en Argel por un corsario mallorquín, obliga al Santo Oficio y a la Monarquía a enfrentarse a la contradicción de haberle expulsado oficialmente por moro y condenarle, de nuevo, por reconocer serlo. Las tres hojas del tríptico se completan con una introducción en que se ofrece una panorámica general de cómo se llegó a tomar la decisión de expulsarles.

En esta última década, y primera del siglo XXI, el horizonte de la historiografía sobre los moriscos se ha ampliado enormemente. La dificultad de efectuar un estado de la cuestión resulta evidente en un momento en que se está publicando mucho y se espera la aparición de otros muchos trabajos presentados a los numerosos congresos y reuniones de estos últimos meses, si la crisis económica lo permite. No es mi intención intentarlo, pero creo que no debo cerrar esta introducción sin señalar algunos de los rasgos que lo caracterizan. Diré como Cervantes, citarido a Ariosto: «Forse altro cantera con miglior plectro.» Lo primero que debe destacarse es la irrupción de nuevas generaciones al estudio de los moriscos, algo que debería garantizar la necesaria renovación si se ofrecierari las perspectivas suficientes de consolidación profesional. Esta salida a la arena de nuevos historiadores no debe hacernos olvidar la pérdida, en los últimos años, de tres grandes maestros: Don Antonio Domínguez Ortiz nos dejó, sin llegar a los cien años

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que le deseábamos, el 21 de enero de 2003, Soledad Carrasco Urgoiti, el 5 de octubre de 2007 y Míkel de Epalza, el 6 de diciembre de 2008. Tres campos claves de estudio perdían a maestros reconocidos. Buena parte de esta renovación ha estado impulsada por las conmemoraciones del cuarto centenario, que comenzadas con dudas yun cierto escepticismo, han ido cobrando auge al constatarse que no se trataba de celebrar nada sino de reflexionar históricamente sobre un drama que afectó a España, a cientos de miles de españoles, y a los países del Magreb. Impulsadas por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, por La Fundación El Legado Andalusí, por la Agencia Española de Cooperación Internacional, por el Instituto Cervantes, por las Universidades, Comunidades Autónomas, Ayuntamientos y por otras muchas instituciones, se han realizado exposiciones, celebrado desde grandes congresos a reducidos seminarios de estudio, y patrocinado conferencias y charlas por una amplia geografía no solo española. En efecto, las actividades se han extendido desde Francia hasta Túnez y Marruecos. Esperemos que la mencionada crisis no impida la publicación de los resultados, sin la cual buena parte del esfuerzo se perdería. Junto con ello hay que mencionar la aparición en revistas científicas de dossiers o números monográficos. Si bien este tipo de realizaciones puede considerarse habitual, lo que resalta además es la proyección de la conmemoración en los medios con artículos en la prensa, entrevistas radiofónicas, reportajes televisivos e incluso un documental de ficción. Las importantes realizaciones de este decenio apuntan, en mi visión, y hasta donde llega mi información, en las siguientes direcciones de avance: l.

Relaciones bibliográficas y obras de reflexión historiográfica. No han faltado trabajos de reflexión sobre la historiografía de los moriscos, unidos algunos a relaciones bibliográficas de carácter más bien regional, pero sin que contemos con una recapitulación global como las que en periodos anteriores nos ofrecieron Miguel Ángel de Bunes y García Candau1•

i. Vicent Cu:MENT 1 FERRANDO, I.:expulsió dels moriscos: segregació, íntegració i expulsió 400 anys després. Guia Bibliogrii.fica, Llombai, Ajuntarnent de Llombai, 2009, ofre-

ce una relación bibliográfica muy extensa, sobre todo en lo referente a la Comunidad Valenciana. También sobre esta: Juan Francisco PARDO MOLERO, 1>.

7 El peligro marroquí Y entonces, el 4 de abril de 1609, el Consejo de Estado en pleno se inclina por la expulsión de los valencianos y deja entrever que seguirá la de los castellanos3. La propuesta que, por orden del Rey, se presenta para la discusión del decisivo Consejo de 4 de abril de 1609 se hace eco del temor a una invasión procedente de Muley Zidán de Marruecos con ayuda holandesa, emulando la hazaña de Miramamolín contra l. BoRONAT, Moriscos, 11, p. 500-503. De ella se deduce que las cartas fechadas el 7 de diciembre no debieron de despacharse hasta el 13. Ribera contesta, pues, de forma inmediata. 2. La profecía de Fr. Francisco Ximénez es expuesta, en detalle, por Gaspar EscoLANo, Segunda parte de la década [... ],X, columnas 1822-1823, 3. AGS, Estado, 218 (publicado por DANVILA, Moriscos, doc. XLVI, p. 328~339),

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D. Rodrigo'. Según informes cuyo origen no se menciona, una embajada morisca ofreció a Muley Zidán apoyo armado en el caso de que se decidiera a invadir la Península; trataban de convencerle de que le bastaría un ejército de veinte mil hombres para conseguir su objetivo sobre todo si contaba con ayuda holandesa. Se decía que unos holandeses habían alardeado de que «le harían una puente con sus navíos por donde pudiese pasar muy a su salvo». El terrible panorama se complP.ta con una mención al malestar en Italia y a la futura amenaza del Turco cuando se libere de las guerras de Persia. Daba por hecho, además, el escrito real que el esfuerzo por convertirles había fracasado, como el arzobispo de Valencia había anunciado y que no se podía esperar más. Con estos antecedentes, Felipe III demanda una resolución inmediata y orienta cuál debe ser. Lo que pide al Consejo es «el modo y tiempo de librarse de esta gente», incluso sin poner reparos «al rigor de degollarlos». A ello se dirige un cuestionario preciso que los consejeros deben responder relativo a aspectos prácticos de la ejecución de la medida. Concluye la propuesta declarando que con ello se logrará «mucha reputación a Su Magestad» e incluso será conveniente «para las cosas de Flandes». Corno se ve, el Monarca da por adoptada la decisión y lo que solicita del Consejo es que la ratifique y proponga los medios más adecuados para ponerla en ejecución. Después de revisar, una vez más, las consultas anteriores y los memoriales de Ribera y de otros religiosos, asumió la iniciativa de la discusión D. Juan de Idiáquez. Comenzó declarando que había llegado el momento de dejar a un lado el miedo y «lomar la última resolución» para atajar las graves ofensas que se venían haciendo a Dios y evitar con ello el cumplimiento de «las prophecías que ha havido amenazando un riguroso castigo a estos Reynos». Los argumentos de Ribera sirven de justificación para la medida que se propone. Y no sólo las razones generales, sino los propios ejemplos: hace referencia a la revelación divina a Fr. Luis Bertrán, transmitida por D. Luis Boil, o la propia manifestación del Patriarca de que temía ver la pérdida de España. Y junto a la culpa por consentir los pecados públicos de los moriscos, el otro gran motivo alegado por Ribera: la amenaza de las conspiraciones. Acepta Idiáquez, que contaba con una larga experiencia corno diplomático y consejero, sin ningún aspaviento, el peligro marroquí anunciado por la declaraReal Academia de la Historia, 9/6436-10. Fue publicada, sin referencia de archivo ni fecha, por Florencia JANER, Condición social de los moriscos [... ], p. 274-2n Véase, más abajo, el capítulo 7, donde se transcribe la propuesta real. l.

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ción real, y añade el recuerdo de la guerra de Granada, retornando lo dicho por Ribera en su primer memorial. Después de desechar algunas de las soluciones apuntadas y rechazadas por el Patriarca, «Se resuelve en que se hechen todos destos Reynos» sin siquiera «hacer un proceso general» que no parece necesario, dada la notoriedad del delito, y que dificultaría la condición básica para el éxito: el más estricto secreto en la preparación. Corno se observa, no aporta en este momento trascendente ninguna argumentación nueva ni de gran peso. El resto de su intervención se refiere a la ejecución, sin tampoco grandes novedades. Debe comenzarse por los valencianos, corno estaba acordado, «porque son los que muestran mayor obstinación y desvergüern;a». La cuestión principal es cómo evitar que los de Castilla se alteren pensando, con buen sentido, que luego les tocará el turno. Propone, de forma original, que se decrete la expulsión «de los que están [a] tantas leguas de la marina» de modo que abarque a todos los del Reino de Valencia y tranquilice a los de Castilla y Aragón «que están la tierra adentro». La medida deberá efectuarse entre los meses de agosto y octubre próximos, y para asegurar el éxito hay que realizar una importante movilización de las flotas y traer tropas de Italia que refuercen las milicias peninsulares. Un problema que plantea, de difícil solución y que dará lugar a tensas discusiones, es qué hacer con los niños moriscos. Idiáquez apunta la brutal posibilidad de retener a los niños menores de 15 años para poderlos usar de galeotes en el futuro, «pues el Patriarca afirma que justamente se pueden dar por esclavos1». La otra opinión de peso fue la del duque de Lerma. Comienza confesando su arrepentimiento por no haberse manifestado con la resolución necesaria en otras ocasiones. Corno muestra de su propósito de enmendarse, rechaza tajantemente cualquier dilación para intentar convertir a los moriscos. Ha llegado el momento de «echar esta gente destos Reynos» sin ningún escrúpulo de conciencia, y cabe suponer que sin necesidad de ninguna formalidad jurídica, ausente totalmente en su exposición. La única razón es, también, el peligro marroquí. Poco aporta Lerma a lo dicho por Idiáquez en cuanto a la ejecución, si no es la insistencia en el secreto hasta el punto de que deben continuarse «las l. Se refiere a un pasaje del tercer memorial en el que defiende la legalidad y los beneficios espirituales y materiales de vender como esclavos a todos los moriscos, incluyendo a los nifios menores de 7 afios. Véase el capítulo 6: El escamoteo del tercer papel del patriarca Ribera ...

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juntas q~e tratan de la conversión en Valencia y en esta Corle» para que los monscos no desconfíen. Y junto con ello su anterior propuesta de que los bienes de los moriscos se den a los señores para «consuelo del daño que recivieran de quedar sus lugares desiertos». Ni e.! ~arqués de Velada, que reconoce no estar al tanto por no haber as1stldo a anteriores consejos sobre el asunto, ni el cardenal de Toledo, Inquisidor General, ni el mismo Condestable de Castilla aportan nada sustancial a la discusión. Sólo el duque del Infantado discrepa de comenzar por los valencianos y defiende que se haga por Jos castellanos para así evitar daño a los señores. Por último, el conde de Alba de Liste, conformándose con lo expuesto por Idiáquez y Lerma, hace un canto a la necesidad de expulsarles como causantes de todos Jos males de la Monarquía: «Los daños de todos los males nacen de Jos moriscos pues los permite Nuestro Señor porque se a disimulado con su heregía Y apostasía, porque siendo balizados hazen pública proffesión de moros.>1

La pobreza de la discusión del 4 de abril de 1609 se explica porque los consejeros se limitan, en gran medida, a volver sobre Jo decidido en enero de 1608. Y a que, para no dejar cabos sueltos, el cuestionario elaborado para la reunión la orientaba hacia los aspectos prácticos. ¡,Creía el Consejo de Estado en el peligro de una invasión marroquí? Me cuesta creerlo, pero veamos los antecedentes inmediatos. En Marruecos se produjo un viraje, uno más, de la fortuna bélica el 27 de enero de 1609, cuando Zidán derrotó a Abdalá y tomó Fez, mientras el Xeque Ysu hijo se refugiaron en Alarache. El cambio en Marruecos se estudia en el .Consejo de Estado del 4 de marzo y se vuelven a analizar Jos preparaüvos para la toma de Alarache; se oyen voces partidarias de disponer tropas en Andalucía. Mientras, Muley Xeque, temiendo Ja reacción que se produciría en Marruecos si su marcha coincide con la entrega, opta por atravesar el Estrecho por su cuenta. A mediados de marzo el Consejo de Estado recibe noticias de la llegada a la Península de Muley Xeque. La empresa de Alarache quedaba, una vez más, pospuesta ante su ocupación por Zidán1• Es entonces cuando se aprueba Ja expulsión de los moriscos.

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Con ocasión de la conmemoración del cuarto centenario hemos podido leer en diversas ocasiones que el 9 de abril de 1609 Felipe III firmó Ja orden de expulsión de los moriscos, coincidiendo con la firma de la Tregua de los Doce Años. Dejando al margen el error de considerar que hubo un solo decreto para expulsar a todos los moriscos, me centraré en la fecha. No tenemos constancia ninguna de que tal día se tomara ninguna dedsión sobre el destino de los moriscos. Hasta donde he podido averiguar, el error proviene de una ambigua frase de Borona!, mal interpretada por Henri Lapeyre: «Llegó a manos de Felipe III aquella consulta [del 4 de abril], y aprobó el contenido en el momento en que se bahía fijado el día para firmar solemnemente la Tregua con los holandeses, o sea el principio legal de su soberanía. Con este motivo habían cesado los ríos de dinero y los millares de hombres que formaban nuestros tercios de Flandes el día 9 de abril de 16091.» La confusa redacción, ya que lo que viene a resaltar es la coincidencia temporal entre ambos hechos, pero no que tuvieran lugar en el mismo día, llevó a Lapeyre a afirmar que «después de una reunión del Consejo, con fecha 4 de abril de 1609, el mismo día de la Tregua de los Doce Años, es decir el 9, fue tomada la decisión por el rey2 ». Sin embargo, es un error interesante porque vincula ambos hechos. Retomemos la evolución de las negociaciones de la Tregua con los holandeses. Estas se atascaron durante la segunda mitad de 1608, algo que favorecía los intereses de Felipe IlI que pretendía ganar tiempo y que no estaba dispuesto a ceder en sus condiciones expresadas en julio, pero en enero de 1609 la situación cambió. Los Estados Generales aprobaron un proyecto de tratado cuyos primeros artículos reconocían la soberanía de las Provincias Unidas y no aceptaban ninguna imposición en materia religiosa, es decir, que protegiera a los católicos holandeses. Mientras, en Madrid, Lerma debía enfrentarse en el Consejo de Estado a Idiáquez, al Condestable y al cardenal de Toledo, que defendían lo acordado en julio y eran partidarios de continuar la guerra. «Philip was crushed», escribe Afien, finalmente se iba a ver obligado a sucumbir ante los herejes rebeldes. Los negociadores en Amberes, a pesar de sus intentos desesperados de modificar las condiciones holandesas, no tuvieron más remedio que terminar aceptándolas. Había, no obstante, que acabar de l. BORONAT,

Moriscos, 11, p. 151.

2. Henri LAPEYIIB, Géographie de l'Espagne marisque, Paris, SEVPEN, 1959, p. 51. (Hay l. ~arcos de GuADALAJARA Y JAVIER, Prodicción y destierro (... ], p. Relaczones [... ],p. 365, AGS, Estado, 2638, f.106-109.

102-105. CABHERA,

edición española: Valencia, Publicacions de la Universitat de Valencia, Biblioteca de Estudios Moriscos, 2009).

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convencer al Rey y a los miembros recalcitrantes del Consejo para que ratificaran la Tregua1• En mi opinión, la propuesta de expulsar a los moriscos era una contrapartida que podía contrarrestar el malestar moral y político que la Tregua provocaba en el Monarca y los consejeros, y facilitar su aceptación del tratado. Y el peligro marroquí una excusa para justificar la decisión. De forma inmediata al acuerdo del 1 de abril, comenzaron los preparativos de la expulsión, aunque las instrucciones precisas de su puesta en ejecución no se dieron hasta el 4 de agosto. Fue entonces cuando Felipe III firmó las órdenes. Para entonces la situación en Marruecos había cambiado, una vez más, y aunque la amenaza marroquí no era ya defendible como causa justificativa del peligro morisco, ahora sí, la suerte de los moriscos estaba echada.

l.

ALLEN, Philip III, cap. 10. La cita en la p. 230,

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EL MORO VA, EL MORO VIENE: LA TRÁGICA VIDA DE FHANCISCO PÉREZ, ..

a todo aquel que perteneciera a la «nación morisca», independientemente de que fuera buen cristiano y súbdito fiel. Quedaba, así, patente que ni el peligro de la conspiración ni la apostasía eran las motivaciones últimas. Alí, con su sacrificio, puso de manifiesto la contradicción. El Consejo de Inquisición hizo todo lo posible para no evitar tener que reconocer, con la ejecución de Francisco Pérez, alias Alí, que estaba condenando por moro al que Felipe llI había expulsado por serlo mientras el Santo Oficio cerraba los ojos.

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a

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Índice general

1

,1

'1.1

1

Introducción

7

Capítulo 1 ¿Cómo se tomó la decisión de expulsar a los moriscos? 1 Antecedentes: la postura de Felipe II . . . . . . . . . . . . El problema de los granadinos dispersados por Castilla . 2 3 La intervención del patriarca Ribera . . . . . . 4 La «gran consulta» del 30 de enero de i6o8 . . 5 Bajo el impacto de la negociación de la Tregua de los Doce Años . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 La preparación de la última campaña para la conversión de los moriscos El peligro marroquí . . . . . . . . . . . . . . . 7

19 20 23 25 34

1

53

Optimistas frente a pesimistas

Capítulo 2 El debate religioso en el interior de España 1 Temor al morisco y propuestas de expulsión . 2 Rechazo de la expulsión y confianza en la conversión 3 Planes de evangelización y de igualación cultural 4 El rey y su real conciencia . . . . . . . . 5 Relación de los memoriales analizados Capítulo 3 La figura y la obra de Fr. Jaime Bleda 1 La difícil gestación de la Defensio Fidei . . . . . . . . . . . Las muchas facetas de la Coránica de los moros de España 2 3 La Coránica como libro de historia . . . . . . . . . . . . .

37 42 47

55 59 68 74 82 83 87 89 92 109

" -- '7

310

ÍNDICE GENERAL

Capítulo 4 Los últimos días de Feliciano de Figueroa, obispo de Segorbe: su visita misional a los moriscos de Vizcondado de Chelva La visita misional a los moriscos de Vizcondado 1 de Chelva . . . . . . . . . . . . . Valoración de la visita pastoral . . . 2 La visita como misión . . . . . . . . . 3 La visita como instrumento político 4

11

El triunfo de la razón de estado

Introducción Capítulo 5 El gran memorándum de 1607 y su influjo en la decisión de expulsar a los moriscos 1 Memoria personal y registro escrito 2 Contenido del memorándum . . . . 3 Análisis del memorándum . . . . . . El memorándum y las decisiones del Consejo de Estado 4 Capítulo 6 El escamoteo del tercer papel del Patriarca Ribera a favor de la expulsión de los moriscos 1 El escamoteo . . . . . . . . . . . . 2 Reconstrucción de lo ocultado . 3 Posibles causas de la ocultación . Apéndice . . . . . . . . . . . . . . 4 Capítulo 7 La presunta amenaza marroquí como justificación de la expulsión de los moriscos Los discursos . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 Loshechos . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 La valoración de los hechos y de los discursos 3 Apéndice . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 Capítulo 8 Análisis comparativo de los bandos de expulsión de los moriscos 1 Desarrollo del proceso de expulsión de los moriscos . 2 Circunstancias de la expulsión 3 Forma de tramitación ... 4 Argumentos justificativos . . .

ÍNDICE GENEHAL

119 120 131

111 Otros ricotes

235

Introducción

237

Capítulo 9 La odisea del manchego Diego Díaz

241

Capítulo 10 Capturados como corsarios

261

Capítulo 11 El moro va, el moro viene: la trágica vida de

133

Francisco Pérez, alias Alí (Gorafe, c. 1360- Valencia, 1621)

136

Bibliografía citada 141

143

147 149

¡

152

158 163

1 169 170

173 177

1

180

187

188 197 199 202

207 209

215 223 227

311

¡ ¡

273

299

Cet ouvrage a été mis en pages parí\!s, PRESSES UNIVERSITATRES DE LA MÉDITERRANÉE

(université Paul- Valéry, Montpellier 3) pulm©univ-montp3.fr www .PULM.fr Achevé d'imprimer pal'

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Imprimé en France

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