Tres instancias en la literatura uruguaya

Share Embed


Descripción

Tres instancias en la literatura uruguaya Quiroga, Onetti y Benedetti Esta charla está dedicada a tres escritores que aprecio y que marcan tres períodos de creatividad artística en el ámbito Uruguayo-Argentino. Hablaremos de Horacio Quiroga, Juan Carlos Onetti y Mario Benedetti; no necesariamente son los autores más representativos de la literatura uruguaya y tampoco es la intención, en esta charla, de hacer una revisión de la misma a través del tiempo. Los tres, si bien oriundos del Uruguay, o como solemos llamarlos “orientales” (por haber nacido en la República Oriental del Uruguay), reflejan en su obra, la cultura de un ámbito que va más allá de sus lugares de origen. Sus textos reflejan temáticas que exceden los límites del Río de la Plata, y bien podría decirse que pertenecen no sólo a a la cultura Uruguayo-Argentina sino que son parte del patrimonio cultural hispanoamericano.

Horacio Quiroga

Quiroga, nació en el departamento uruguayo de Salto en 1878, zona considerada como el “interior” campestre del país, a diferencia de la única urbe, la capital del país: Montevideo. El mismo se inicia escribiendo versos: Los arrecifes de coral en 1901 pero también publica algunas novelas y críticas literarias. En 1904 se traslada a Argentina y más adelante se radica en un pueblo solitario en la selva de Misiones. La experiencia de la vida agreste trasciende a su obra y se revela a través de la descripción de las complejidades del alma humana en ese entorno salvaje y desgarrador. Por

1

ello, bien puede categorizarse su obra como parte de la literatura psicológica, pero también costumbrista y naturalista donde el enfrentamiento entre el hombre y la naturaleza está predestinado al fracaso (del primero, por supuesto), por ejemplo el cuento “La deriva” ya comienza con una premonición: “El hombre pisó algo blancuzco, y en seguida sintió la mordedura en el pie. Saltó adelante, y al volverse con un juramento vio una yaracacusú que, arrollada sobre sí misma, esperaba otro ataque.”1 El drama atrapa al lector desde la primera frase, y a pesar de intuir el trágico final, se aferra al texto, hasta agotar la última esperanza de vida del trágico protagonista, dejando al lector ansioso y angustiado. Quiroga cursó estudios secundarios en Montevideo, que incluyeron educación técnica y general. Desde muy joven demostró interés tanto por la literatura como por los aspectos tecnológicos como la química, la fotografía y la mecánica. Sin embargo nunca dejó de interesarse por la vida de campo. Quiroga es un profundo observador del alma humana y de la naturaleza que lo rodea, los Cuentos de amor de locura y de muerte (1917) revelan esa capacidad del texto de mostrar, en forma realista, la siniestra interioridad del ser humano. “La gallina degollada” (1917) y “El almohadón de plumas” (1907), son dos de los cuentos más representativos y que, probablemente, la gran mayoría de los alumnos uruguayos de una época, nunca podrán olvidar. Todo lo que escribe Quiroga, refleja la experiencia obsesiva de la muerte, quizás porque ella lo rodeó durante toda su vida: su padre, murió trágicamente cuando él tenía apenas dos meses, su padrastro murió en un accidente, su primera esposa se suicidó y él mismo mató accidentalmente a su mejor amigo.

La gallina degollada, 1917 Berta y Mazzini, dos padres que se culpan uno al otro por el desgraciado retraso mental de sus cuatro hijos bobos, dieron finalmente a luz a una niña y cito: “Vivieron dos años con la angustia a flor de alma, esperando siempre otro desastre”, pero por suerte ella se desarrolló normalmente y fue el regocijo del otrora frustrado matrimonio, pero como es de esperar en los textos de Quiroga, la desgracia, no tardará en llegar. En una oportunidad que Bertita quedó sola

1

“A la deriva” en Cuentos de amor locura y muerte.

2

con sus hermanos y mientras trepaba a un cerco en el jardín, los cuatro idiotas aparentemente, recordaron la mañana que la sirvienta degollaba a una gallina en la cocina2: Pero la mirada de los idiotas se había animado; una misma luz insistente estaba fija en sus pupilas. No apartaban los ojos de su hermana, mientras creciente sensación de gula bestial iba cambiando cada línea de sus rostros. Lentamente avanzaron hacia el cerco. La pequeña, que habiendo logrado calzar el pie, iba ya a montar a horcajadas y a caerse del otro lado, seguramente, sintióse cogida de la pierna. Debajo de ella, los ocho ojos clavados en los suyos le dieron miedo. — ¡Soltáme! ¡Déjame! —gritó sacudiendo la pierna. Pero fue atraída. — ¡Mamá! ¡Ay, mamá! ¡Mamá, papá! —lloró imperiosamente. Trató aún de sujetarse del borde, pero sintióse arrancada y cayó. —Mamá, ¡ay! Ma. . . —No pudo gritar más. Uno de ellos le apretó el cuello, apartando los bucles como si fueran plumas, y los otros la arrastraron de una sola pierna hasta la cocina, donde esa mañana se había desangrado a la gallina, bien sujeta, arrancándole la vida segundo por segundo.

Menos conocidos son los cuentos infantiles inspirados en la vida agreste de la naturaleza: Cuentos de la selva para niños (1918). Entre ellos se destaca: “La abeja haragana”. Usando el mismo lenguaje directo, pero en este caso con un cierto sentido del humor, Quiroga impregna las páginas con elementos didácticos, reflejando la forma como el mismo educó a sus propios hijos, dándole voz tanto a los animales como a los hombres:

La abeja haragana Había una vez en una colmena una abeja que no quería trabajar, es decir, recorría los árboles uno por uno para tomar el jugo de las flores; pero en vez de conservarlo para convertirlo en miel, se lo tomaba del todo.

Las abejas, protagonistas de este cuento infantil, le advirtieron a su hermana que si continuaba su vida holgazana, no la dejarían retornar a la colmena durante la noche, así lo cumplieron y terminaron echándola. La abejita, pues, pasó la noche a la intemperie, donde se 2

De modo que mientras la sirvienta degollaba en la cocina al animal, desangrándolo con parsimonia (Berta había aprendido de su madre este buen modo de conservar frescura a la carne), creyó sentir algo como respiración tras ella. Volvióse, y vio a los cuatro idiotas, con los hombros pegados uno a otro, mirando estupefactos la operación... Rojo... rojo...

3

salvó de una culebra mentirosa y de una planta carnívora. Finalmente la abeja holgazana volvió a la colmena, después de aprender la lección: Cuando llegó el día, y salió el sol, porque el tiempo se había compuesto, la abejita voló y lloró otra vez en silencio ante la puerta de la colmena hecha por el esfuerzo de la familia. Las abejas de guardia la dejaron pasar sin decirle nada, porque comprendieron que la que volvía no era la paseandera haragana, sino una abeja que había hecho en sólo una noche un duro aprendizaje de la vida. Así fue, en efecto. En adelante, ninguna como ella recogió tanto polen ni fabricó tanta miel. Y cuando el otoño llegó, y llegó también el término de sus días, tuvo aún tiempo de dar una última lección antes de morir a las jóvenes abejas que la rodeaban:

“Las medias de los flamencos”, “La guerra de los yacarés” y “La gama ciega”, son otros textos importantes de esta colección de cuentos infantiles, cuyos títulos sugieren su pertenencia al mundo de la fábula y muestran un aspecto inusitado de la obra de este autor. Quiroga muere en 1937, acosado por un cáncer sin cura, y como no podría ser de otra forma, se suicida en un hospital bonaerense bebiendo un vaso de cianuro.

4

Juan Carlos Onetti

El pozo Onetti nació en Montevideo en 1909, apenas cursó estudios secundarios y su tiempo libre lo dedicaba a leer, dice Roberto Ferro: “desde su niñez manifestó una gran pasión por la lectura. Se encerraba en un armario, acompañado de un gato y un libro, para ocultarse de sus padres y poder leer con tranquilidad. Visitaba a un pariente lejano que tenía la colección completa de las aventuras de Fantomas, un folletín por entregas de la época, hacía 5 km a pie para conseguir que le prestara un tomo por visita”3 Y agrega Onetti, en una entrevista: "A este vicio mío por la lectura le debo varias cosas, entre ellas mi miopía. Yo me hacía la rabona4... y me encerraba en el museo Pedagógico que tenía una iluminación pésima. Y me tragué todas las obras de Julio Verne... Claro, mi familia creía que yo estaba en la escuela o en el Liceo. Después largué el Liceo, sí, porque nunca pude aprobar dibujo..." (Por culpa de Fantomas; 1973). Onetti alterna su residencia entre Buenos Aires y Montevideo, donde se dedica al periodismo, en 1939 fue nombrado secretario de redacción del importante semanario uruguayo Marcha, semanario donde también publica varios artículos bajo los seudónimos de “Periquito el aguador” y “Grucho Marx”.

3 4

Roberto Ferro, La vida breve Uruguayismo, no ir o escaparse de clase

5

En el 1939 Onetti publica El pozo, una novela relativamente corta: “nouvelle”. Este texto irrumpe en el medio literario, esgrimiendo una forma distinta de narrar. El pozo inaugura en la década del ’30 un nuevo período en la literatura rioplatense donde el espacio natural de Quiroga es reemplazado por la escenografía urbana y sus ambientes interiores, como: las pensiones, los bares, los clubes nocturnos y los prostíbulos, que se convierten en escenarios de la trama. Mientras que estos espacios son también testigos del drama humano, el énfasis está puesto en la subjetividad de los personajes y sus preocupaciones existenciales5, cito de El pozo: Me paseaba con medio cuerpo desnudo, aburrido de estar tirado, desde mediodía, soplando el maldito calor que junta el techo y que ahora, siempre en las tardes, derrama adentro de la pieza. Caminaba con las manos atrás, oyendo golpear las zapatillas en las baldosas, oliéndome alternativamente cada una de las axilas. Movía la cabeza de un lado a otro, aspirando, y esto me hacía crecer, yo lo sentía, una mueca de asco en la cara. La barbilla, sin afeitar, me rozaba los hombros. (El pozo)

Dice Ángel Rama, un importante crítico de Onetti, con respecto al texto: “La tirada, de quinientos ejemplares, se vendió muy mal; prácticamente no tuvo prensa ni nadie que destacara las raras cualidades del volumen, y la edición casi entera quedó apilada en los depósitos de Barreiro y Ramos, su distribuidor.”6 La novela fue escrita en Buenos Aires en un período de crisis política y económica: “La década infame”7. Uno de las medidas económicas adoptadas por el gobierno fue la restricción del uso del tabaco lo que influyó en Onetti, empedernido fumador (cito a Onetti de una de sus entrevistas): “La verdad es que el tabaco fue la causa de todo. O mejor dicho su ausencia. Habían prohibido la venta de cigarrillos los sábados y domingos. Todo el mundo hacía su acopio de cigarrillos los viernes, yo entre todo el mundo. Un viernes me olvidé. Entonces la desesperación de no tener tabaco se tradujo en un cuento de 32 páginas, que escribí una tarde sentado ante la máquina y de un tirón. Era una forma de desahogarme. Fue la primera 5

También Roberto Arlt, en Buenos Aires, es representante de esta corriente. “Los siete locos” publicada en 1929, desarrolla algunos de los problemas planteados por el existencialismo filosófico: las cuestiones morales, la soledad, la angustia ante el sin sentido de la vida y la desolación de la muerte. 6 Ángel Rama, “Origen de un novelista y de una generación literaria” 7 El día 6 de septiembre de 1930, día previo a las elecciones para la renovación de las Cámaras en el Senado, se produce en Argentina un golpe de Estado encabezado por el general José Félix Uriburu, el cual dio comienzo a la llamada Década Infame (1930-1943). Con el mismo, es derrocado el presidente democrático Hipólito Yrigoyen, quien era el dirigente del partido político UCR (Unión Cívica Radical).

6

versión de "El pozo" que nunca se publicó. Porque la perdí en uno de mis numerosos viajes de Montevideo a Buenos Aires y de Buenos Aires a Montevideo" (Por culpa de Fantomas; 1973) Debemos recordar que estamos en las vísperas de la Segunda Guerra Mundial y del auge de la ideología comunista, el Río de la Plata no es indiferente a estos procesos. Ello se refleja sin duda en el texto de Onetti, donde su protagonista: Eladio Linacero, producto de una generación sin fe, se siente impotente ante la avalancha de los conflictos mundiales, cito una vez más un fragmento de El pozo: Si uno fuera una bestia rubia, acaso comprendiera a Hitler. Hay posibilidades para una fe en Alemania; existe un antiguo pasado y un futuro, cualquiera que sea. Si uno fuera un voluntarioso imbécil se dejaría ganar sin esfuerzos por la nueva mística germana. (El pozo).

Onetti nunca tuvo una posición política definida, más bien eludía cualquier identificación ideológica, sin embargo los textos permiten a veces traslucir los pensamientos del autor. A pesar de que, académicamente hablando, habría que desconectar a la obra de su creador y juzgarla por sí misma, es difícil pasar por alto las descripciones y roles que estereotipan a los personajes de origen judío, los cuales aparecen a lo largo de toda su obra, pero ello merece una charla aparte. Pero sí es importante mencionar, al compañero de cuarto según es visto por Linacero: Lázaro, militante político, vástago de inmigrantes europeos que representa todo lo opuesto al protagonista: o sea la fe en el futuro y cito: —Mirá viejo. Me da lástima porque sos un tipo de buena fe. Son siempre los millones de otarios como vos los que van al matadero. Pensá un poquito en todos los judíos que forman la burocracia staliniana. (El pozo).

La vida breve En 1950 se publica quizás su obra más importante: La vida breve, una novela existencial cuyas raíces se remontan a su primera publicación: El pozo que vimos anteriormente. La vida breve es una de las obras que más impacto tuvo en la literatura latinoamericana, sin embargo, Onetti un escritor casi desconocido hasta ese entonces, será reconocido mucho más adelante

7

por el mundo hispanoamericano y en 1981 se le adjudica el premio Cervantes, la mención literaria más importante en el ámbito hispanoamericano. Dice Vargas Llosa al respecto: “La vida breve es la novela más trabajada de Onetti y una de las más ambiciosas de la literatura latinoamericana, de una audacia y originalidad comparables a las de los mejores narradores del siglo XX [ ] la fuga de los seres humanos a un mundo de ficción para escapar a una realidad detestable.” (El viaje a la ficción). Brausen, el protagonista de La vida breve, no logra superar la separación de su mujer: Gertrudis, recientemente operada de un cáncer de mamas, y para peor, es despedido de la agencia de publicidad donde trabaja, poniendo en juego su sustento económico. Su compañero de trabajo Stein, personaje de origen judío e inspirado en su amigo el periodista: Julio Adín 8, le recomienda escribir un libreto cinematográfico para sustentar su vida. El proceso de la escritura conduce a Brausen a crear un mundo, cuya trama ocurre en la ciudad de Santa María, que es producto de su imaginación. He aquí uno de las estrategias más innovadoras del texto: Brausen creador de este nuevo mundo, se escapa junto con Ernesto, quien mató a su vecina la prostituta: la Queca, y se introduce en ese mundo ficticio por él mismo creado en la novela: la ciudad de Santa María, la cual imagina de esta forma: Hay un viejo, un médico, que vende morfina. [ ] Veo una mujer que aparece de golpe en el consultorio médico. El médico vive en Santa María, junto al río. Sólo una vez estuve allí, un día apenas, en verano; pero recuerdo el aire, los árboles frente al hotel, la placidez con que llegaba la balsa por el río. Sé que hay junto a la ciudad una colonia suiza. El médico vive allí, y de golpe entra una mujer en el consultorio. Como entraste tú y fuiste detrás de un biombo para quitarte la blusa y mostrar la cruz de oro que oscilaba colgando de la cadena, la mancha azul, el bulto en el pecho. Trece mil pesos, por lo menos, por el primer argumento. Dejo la agencia, nos vamos a vivir afuera, donde quieras, tal vez se pueda tener un hijo. No llores, no estés triste. (La vida breve)

Esta ciudad ficticia será la escenografía de un ciclo de novelas y cuentos, entre ellos El astillero (1961), Juntacadáveres (1964), Dejemos hablar al viento (1979) y Cuando ya no importe (1993). Esta última escrita en Madrid donde Onetti vivió a modo de exilio desde el 8

Amistad que culminó bruscamente cuando Julio Adín, sionista, emigró a Israel en 1964.

8

1976. Los personajes de Santa María alternan de una novela a otra con variantes y modificaciones, la ciudad se transforma pero sigue siendo siempre la misma. Así como Yoknapatawpha County lo es para Faulkner, escritor admirado por Onetti, o Macondo más adelante será para García Márquez, Santa María sirve como escenario de una vasta obra del autor. Brausen, el creador de la ciudad en La vida breve, se transforma en una obra posterior: El astillero, en prócer de la misma, su estatua ecuestre emplazada frente a la iglesia es el principal hito de Santa María y él mismo termina transformándose en Dios, cito: Larsen se sentó en un banco, sobre el borde de la plaza circular de verdes oscuros y húmedos, pavimentada con gastados ladrillos envueltos en musgo, rodeada por casas viejas de frente color rosa y crema, enrejados y herméticos, con manchas que se hacen intensas a cada amenaza de lluvia. Miró la estatua y su leyenda asombrosamente lacónica, BRAUSEN-FUNDADOR, chorreada de verdín (El astillero)

Más adelante, en un texto escrito en 1979: Dejemos hablar al viento, Medina el protagonista, aspira a su destrucción y vuelve de su exilio en Lavanda, otra ciudad ficticia, para incendiarla y hacerla desaparecer del mapa. Sin embargo se verá que este intento demoníaco, no sólo que no logra poner fin a esta ciudad ficticia, sino que en su última novela escrita en su exilio en Madrid: Cuando ya no importe (1993), el lector encuentra a una Santamaría renovada, cito: —Y yo diría que para mayor humillación, aparte de arder dos o tres ranchos y que por suerte nadie murió, la consecuencia más grave se registró en la tienda del judío. Cerró las puertas y la vidriera y un día entero estuvieron los dos muchachitos empleados quemando los orillos de las telas y no sé qué más, para poner al final el gran letrero: mercadería salvada del incendio. Vendió todo lo que quiso después de subir los precios. (Cuando ya no importe).

El lenguaje del narrador de Onetti es siempre ambiguo y conjetural. Sus personajes, como ya se ha mencionado anteriormente, son individuos frustrados, sin fe, aislados dentro de su propia soledad, incomunicados, incapaces de establecer un vínculo afectivo duradero, pero

9

que intentan salvarse a través de la ficción. Los mismos, hastiados por su propia rutina y conscientes de su mediocridad, fijan sus recuerdos en un pasado que quizás fue mejor.

Matías el telegrafista También se puede encontrar en la obra de Onetti, un humor cínico que le permite gozar al lector de una cierta tregua humorística. “Matías el telegrafista” (1970), narra la historia de un telegrafista de barco que parte de Santa María al puerto de Hamburgo, Alemania. Matías desesperado por su amor no retribuido a María Pupo, insiste en llamarla desde la lejana Hamburgo al pueblito localizado en la zona de Santa María: Pujato, para expresarle su amor a María en el día de su cumpleaños. Su compañero de camarote que le sirve de intérprete, más el contraste entre la tecnológica alemana y el único teléfono de almacén en el recóndito pueblito campestre, resaltan por un lado la incomunicación de los personajes de Onetti, tema recurrente en su narrativa, y la farsa de la existencia humana por el otro. Su compañero, traductor dirigiéndose a la empleada le dice: —Es el 314 de Pujato. El almacén. Usted pide que la llamen. Vimos encenderse, allí mismo, en Hamburgo, la diminuta lámpara enrojecida; vimos otra que iluminaba Colonia; vimos sucesivamente, a veces con parpadeos, otras nuevas con una segura velocidad inverosímil; París, Burdeos, Alicante, Argel, Canarias, Dakar, Pernambuco, Bahía, Río, Buenos Aires, Santa María. Un tropiezo, un vaivén, la voz de otra señorita; “No se retire, llamando a Pujato, tres uno cuatro”. Y por fin: Villanueva hermanos, Pujato. Hasta que hubo María Pupo en el teléfono y dijo: “Habla María Pupo, quién es”. ...expliqué que su novio, Atilio Matías, deseaba saludarla desde Hamburgo, Alemania. Pausa y la voz de contralto de María Pupo, atravesando el mundo y los ruidos temblorosos de sus océanos: —Por qué no te vas a joder a tu madrina, guacho de mierda. Colgó el teléfono rabiosa y las lamparitas rojas se fueron apagando velozmente, en orden inverso al anterior, hasta que la pared planisferio volvió a incrustarse en las sombras (“Matías el telegrafista”).

10

Juan Carlos Onetti murió en Madrid en 1994, donde residió durante sus últimos 18 años asistido por su última mujer Dorothea Mur (Dolly), quien se ocupó de mecanografiar y mantener el orden de sus caóticos manuscritos. Sus últimos años los pasó en la cama que se transformó en mesa de trabajo y oficina de recepción, tomando whisky y fumando empedernidamente. Nunca volvió al Uruguay. Onetti, quien siempre intentó mantenerse lejos de la vida pública, fue finalmente reconocido en el ámbito hispanoamericano por su labor y su contribución a la literatura, y es recordado como: “padrino oculto e inquietante de la literatura latinoamericana”.

11

Mario Benedetti

Benedetti nació en Paso de los Toros, departamento de Tacuarembó, Uruguay en 1920. Así como Quiroga y Onetti, tampoco cursó estudios académicos de humanidades y también como los anteriores, alternó su residencia entre Montevideo y Buenos Aires. En 1945 se integró al grupo de redacción del semanario Marcha, donde permaneció hasta el 1974 cuando fue clausurado por razones políticas, y por las mismas razones Benedetti partirá al exilio para retornar recién en el 1985, temática que se reflejará más adelante en sus obras. Benedetti es testigo de una época. El Uruguay, conocido también en el pasado como “La Suiza de América” por su legislación social y por su gobierno laico y democrático, sistemas introducidos al final del siglo XIX y también durante la presidencia de José Batlle y Ordoñez, comenzó después del final de la Segunda Guerra Mundial, una importante desaceleración económica. La significante administración pública y la falta de industrialización competitiva condujeron al Uruguay a una severa crisis económica. La inestabilidad social y económica, y el surgimiento de movimientos populares, cuyo fin era recuperar los valores del país, condujeron finalmente a un régimen militar que puso fin por varios años al sistema democrático que era orgullo de los orientales. Montevideanos, colección de cuentos de Benedetti publicados en 1959, reflejan a través de un lenguaje directo, a los personajes y las preocupaciones de la sociedad montevideana de la época.

El presupuesto (1949) En nuestra oficina regía el mismo presupuesto desde el año mil novecientos veintitantos o sea desde una época en que la mayoría de nosotros estábamos luchando con la geografía y con los quebrados.

12

Como sabíamos que nada ni nadie en el mundo mejoraría nuestros gajes, limitábamos nuestra esperanza a una progresiva reducción de las salidas, y, en base a un cooperativismo harto elemental lo habíamos logrado en buena parte. Yo por ejemplo pagaba la yerba; el Auxiliar Primero, el té de la tarde; el Auxiliar Segundo el azúcar; las tostadas el Oficial Primero, y el Oficial Segundo la manteca. Las dos dactilógrafas y el portero estaban exoneradas, pero el Jefe, como ganaba un poco más, pagaba el diario que leíamos todos.

El texto, redactado en forma sencilla y clara, refleja en forma humorística una realidad que afectaba la administración pública uruguaya, realidad que el lector avezado fácilmente puede reconocer e incluso haber sido testigo de la misma. El estancamiento de la gestión pública es sugerido en el cuento a través de un final que fácilmente es adivinado por el lector: Cuando el Jefe colgó el tubo, todos sabíamos la respuesta. Sólo para confirmarla pusimos atención: "Parece que hoy no tuvieron tiempo. Pero dice el Ministro que el presupuesto será tratado sin falta en la sesión del próximo viernes".

13

Con una sensibilidad similar por las preocupaciones cotidianas del habitante montevideano, Benedetti publica en 1960, La tregua, su novela más difundida. Usando el mismo lenguaje, ya madurado anteriormente en Montevideanos, el texto refleja las preocupaciones de un protagonista que reúne la esencia de la clase media uruguaya, en resumen: “Martín Santomé, viudo con tres hijos, en las vísperas de su jubilación comienza a registrar en un diario íntimo su vida gris y falta de relevancia. La vida cotidiana de la rutina oficinesca y la de un hogar desunido y crispado, se verán alteradas cierto día, cuando irrumpe en su opaca existencia la joven Laura Avellaneda, nueva empleada a sus órdenes. Y ese cincuentón, hombre mediano pero no mediocre, consciente de sus límites y de su desgana, decide abrir, casi sin proponérselo, un paréntesis luminoso.”9 La obra, escrita en forma de diario da cuenta de un período de doce meses, que comienzan cuando el protagonista se acerca a su jubilación y acercarse al sueño tanto tiempo esperado, no sólo por el protagonista, sino por toda una clase de personal administrativo, reflejando de esta forma la idiosincrasia montevideana, cito: Lunes 11 de febrero Sólo me faltan seis meses y veintiocho días para estar en condiciones de jubilarme. Debe hacer por lo menos cinco años que llevo este cómputo diario de mi saldo de trabajo. Verdaderamente, ¿preciso tanto el ocio? Yo me digo que no, que no es el ocio lo que preciso sino el derecho a trabajar en aquello que quiero. (La tregua)

El texto lleva al lector a través de los hitos más conocidos del centro de la capital uruguaya: la calle 18 de julio, o mejor conocida por el montevideano como “dieciocho”, la ciudad vieja y la plaza Zabala, el emblemático Palacio Salvo, etcétera. Hasta podría decirse que la urbe uruguaya es tan protagonista de la novela como lo son sus personajes, dice Santomé, el narrador del texto:

9

Resumen del texto publicado por Alfaguara

14

Yo conozco el Montevideo de los hombres de horario, los que entran a las ocho y media y salen a las doce, los que regresan a las dos y media y se van definitivamente a las siete. Con esos rostros crispados y sudorosos, con esos pasos urgentes y tropezados; con ésos somos viejos conocidos. Pero está la otra ciudad, la de las frescas pitucas que salen a media tarde recién bañaditas, perfumadas, despreciativas, optimistas, chistosas; la de los hijos de mamá que se despiertan al mediodía y a la seis de la tarde llevan aún impecable el blanco cuello de tricolina importada, la de los viejos que toman el ómnibus hasta la Aduana y regresan luego sin bajarse, reduciendo su módica farra a la sola mirada reconfortante con que recorren la Ciudad Vieja de sus nostalgias; la de las madres jóvenes que nunca salen de noche y entran al cine, con cara de culpables en la vuelta de las 15,30; la de las niñeras que denigran a sus patronas mientras las moscas se comen a los niños; la de los jubilados y pelmas varios, en fin, que creen ganarse el cielo dándoles migas a las palomas de la plaza. (La tregua, martes 19 de febrero, p. 17)

Este fragmento, como otros más, dan la pauta no sólo de la geografía urbana, sino que pinta con un lenguaje sencillo a las distintas clases que la integran, reflejando la estructura social y humana de la capital uruguaya.

15

Andamios Otro texto importante que no debe faltar en esta disertación es Andamios, publicado en 1996. La temática del exilio, frecuente en la narrativa latinoamericana y resultado de los trastornos políticos de la segunda mitad del siglo veinte, es también parte de la obra de Benedetti. El mismo, que abandonó el Uruguay en 1974 por razones políticas, vuelve en 1985 al restablecerse la democracia. Texto fragmentario que relata los encuentros y desencuentros del protagonista que al volver de su exilio, rescata anécdotas y personajes de su juventud. Cada capítulo de la novela, agrega otro bloque a una reconstrucción casi biográfica de la vida del protagonista y de sus compañeros que han retornado del exilio para reconstruir su vida, reconstrucción a la cual el lector será capaz de treparse por medio de los “andamios” ofrecidos por el narrador, cito a modo de ejemplo una de las conversaciones entre los personajes: —Ahora estamos bien. Pero te confieso que también en ese aspecto la reinserción no fue fácil. Diez años son diez años. Dejaron huellas. En ella y en mí. Aunque te parezca mentira, creo que tuvimos que reenamorarnos, empezando ahí también desde cero. O desde menos cinco. Porque Rosario es otra y yo soy otro. Por suerte, desde ambas otredades volvimos a gustarnos. Con los chicos fue más difícil 10. (Andamios, p. 30)

En 1987 su texto Primavera con una esquina rota, recibió el Premio Llama de Oro de Amnistía Internacional y en 1997 es investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alicante. Mario Benedetti muere en Montevideo en el año 2009 a la edad de 88 años.

A modo de resumen Nos hemos referido, apenas, a tres de los muchos autores uruguayos que han aportado significativamente a la narrativa latinoamericana. Los tres han alternado su residencia en varias geografías, aspecto que probablemente haya contribuido a la riqueza de sus obras. No por ello se ha de desmerecer el aporte de escritores y poetas como Rodó, Zorrilla de San Martín, Carlos Reyles, Juana de Ibarburú, Felizberto Hernández, Florencio Sánchez y el contemporáneo Hugo Burel, entre otros, sin embargo, cabe mencionar que los textos de estos tres autores a los que nos hemos referido anteriormente han trascendido el ámbito rioplatense y fueron traducidos a otros idiomas. 1010

Charla entre Fermín en su encuentro con Javier. El primero se liberó de la cárcel después de diez años, el segundo volvió de su exilio en España.

16

Espero que esta charla les haya resultado amena y si ella, les ha despertado la curiosidad de visitar los textos de los autores antes mencionados, me sentiré plenamente satisfecho por haber contribuido con un pequeño granito de arena a la literatura latinoamericana.

Muy agradecido, Aarón Lubelski, 2017

[email protected]

17

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.