Tres fragmentos sobre \"La vulnerabilidad\". Osvaldo Salerno y la imagen asediada

July 10, 2017 | Autor: Charles Quevedo | Categoría: Critical and Cultural Theory
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Descripción

Tres fragmentos sobre La vulnerabilidad. Osvaldo Salerno y la imagen asediada Charles Quevedo

Se ha dicho que toda la obra de Osvaldo Salerno se estructura sobre el conflicto de la representación de la palabra, sobre la necesidad de nombrar aquello ausente1. Justo Pastor Mellado llega a señalar que en su obra estrictamente gráfica, los objetos impresos estarían anticipando su representación y postergando la enunciación de la palabra. Salerno trabaja la iterabilidad del signo – la repetibilidad que altera –, es decir, aquello que separa la intención significante de sí misma y hace que la significación difiera. Todo signo, lingüístico o no lingüístico, hablado o escrito, está estructuralmente caracterizado por ser repetible; puede ser citado, romper con todo contexto dado, y engendrar nuevos contextos ad infinitum. La iterabilidad, como pone de manifiesto Derrida, implica que en todo signo siempre hay una dimensión que excede la singularidad de la situación y de la intención significante, y las abre a un funcionamiento en contextos diferentes que no pueden ser anticipados. La significación sucede difiriendo de sí, sin ser otra cosa que este desvío. La intención significante en la obra de Salerno, no cesa de proliferar y de multiplicarse tantas veces como contexto posibles haya. Nos gustaría sugerir que en el pensamiento visual de Salerno, hecho de imágenes asediadas por escrituras, estas últimas oscilan sobre ese momento de ausencia, desvío, diferencia, de imposibilidad de predominio de plena presencia. Incluso cuando el deseo de la plena presencia parece concluir en un elogio del silencio, en un heideggeriano Wage die Stille (“Atrévete al silencio”), la escritura vuelve a decir lo que querría decir y dejar que se inscriba lo que intenta borrar: que nunca hay un origen que pueda servir de referencia para distinguir el original del suplemento, ni para dominar su proliferación. La escritura se multiplica y prolifera. La puesta en espacio de la escritura en la obra de Salerno apunta hacia el desvío y el retraso que sobreviene desde el origen y difiere de toda inmediatez. La idea de seriación, que

ciertamente implica “la referencia a un original ausente”2, intensifica la estructura de iterabilidad de la escritura. Un signo escrito no se agota en el presente de su inscripción y puede dar lugar a una iteración en ausencia, por la fuerza de ruptura respecto de su contexto. Los fragmentos que siguen – centrados en la instalación La Vulnerabilidad* –, fueron urdidos desde del mencionado rasgo de la obra de Salerno. Como la constelación – retomando la metáfora de Adorno – rodean su objeto sin pretensión de dominarlo, sin someterlo a la abstracción absoluta, de modo que la diferencia no queda anulada. 1 Salerno interroga el frágil presente a partir de huellas de las certezas de una modernidad precaria y periférica. La Estación Central del “Ferrocarril Carlos Antonio López” en Asunción, y el Hall central de la Pinacoteca de la Universidad de Concepción, Chile, – deslugares intervenidos por el artista – son piezas claves en el metarrelato de nuestras modernidades, y están indisociablemente ligados a un imaginario decimonónico edificado sobre la idea de progreso, como aquel proceso universal que lleva a todas las culturas y a los pueblos desde lo primitivo, lo tradicional, a lo moderno. Roberto Amigo hace notar que: “El servicio de trenes y las colecciones artísticas son, sin duda, parte del imaginario burgués decimonónico (ferrocarriles y museos) puesto en crisis en nuestra realidad social actual” 3. El Ferrocarril – junto con la Flota mercante, Arsenales, Telégrafos y Fundiciones – fueron creados en los años 50 del Siglo XIX como parte de la infraestructura necesaria para el desarrollo del capitalismo en el Paraguay y la consolidación del modelo agro-exportador. Las ruinas de la Estación del Ferrocarril – uno de los símbolos del proyecto de modernización del Paraguay decimonónico, hoy obsoleta, fuera de uso – son obligadas por Salerno a comparecer ante un presente sombrío de degradación socioeconómica, frágil y amenazado. La tensión entre una *

Las obras de Osvaldo Salerno que son comentadas en este trabajo son: 1) La Vulnerabilidad. Intervención (inscripción). Tipografía en ploter troquelado. Andén Central de la Estación Central del Ferrocarril “Carlos Antonio López”, Asunción, Paraguay. Año 2000, y, 2) La Vulnerabilidad. Intervención, Ploteo en vinilo, luces fluorescentes. Hall Central de la Pinacoteca de la Universidad de Concepción, Chile. Año 2002.

configuración estática y a la vez cargada de temporalidad es sorprendida en un instante, el Jetzeit, en que las semejanzas irrumpen para luego desaparecer. En la perspectiva de un presente “en estado de excepción” – con un gesto benjaminiano – Salerno arranca el espacio intervenido del continuum temporal para construirlo al servicio de la actualidad. Como en la imagen dialéctica postulada por Walter Benjamin, la relación entre el pasado y el presente es arrancada de la continuidad temporal; ambas fulguran simultáneamente en un conocimiento instantáneo. No hay recuperación de orígenes o identidades, sino apropiación estratégica de discontinuidades: inmovilización mesiánica. En el estallido del tiempo homogéneo y vacío, la construcción de sentidos se entrecruza con las urgencias del presente. Salerno propicia una visibilidad específica, aquella que permite “ver” en lo antiguo lo actual, la correspondencia figurativa entre pasado y presente; arcaico y moderno; sueño y despertar. El conocimiento inmediato, “fulgurante”, como sabía Benjamin, es el adecuado para despertar un saber todavía no consciente del pasado.

2 Instalada en el viejo edificio de la Estación Central del Ferrocarril, en Asunción, La Vulnerabilidad remite inequívocamente a la fragilidad de las instituciones del arte, y en general, de todas las instituciones en el Paraguay. Remite asimismo al incremento persistente en Paraguay, de los indicadores de “vulnerabilidad social”, esa noción utilizada en la literatura sociológica para señalar la dimensión de inseguridad, surgida del debilitamiento de las redes sociales y de cooperación, principalmente de aquellos existentes en grupos familiares y comunitarios. En tiempos tan carentes de certezas, garantías y seguridad, las ocasiones de experimentar nuestra vulnerabilidad no son escasas. Los miedos en la modernidad líquida son múltiples y variados. Personas de categorías sociales, de género y edad distintos viven obsesionadas por temores característicos de su condición respectiva, según señala Zygmunt Bauman. “La civilización es vulnerable, siempre está a una sola conmoción del infierno” 4. Por otra parte Salerno acentúa la idea de lugar de paso, invadiendo o desconstruyendo dos

oposiciones binarias: espacio público/espacio privado; no lugar/lugar mediante una intervención material y física mínima. Si el lugar es algo que alberga identidades, expresa relaciones y transmite una historia, entonces las prácticas sociales de la que es objeto un espacio hacen de él un lugar o no lugar, espacio público o privado. Quizá Salerno aluda al desplazamiento errático de las identidades

contemporáneas

frágilmente

articuladas

sobre

el

consumo,

exponiéndolas sobre las ruinas de aquello que era parte del teatro de la construcción de la sólida identidad burguesa (ferrocarriles y museos). No es casual que Salerno trajine sobre las huellas de la noción de “vulnerabilidad”, un concepto clave en el pensamiento ético contemporáneo. La subjetividad, definida por la vulnerabilidad o exposición, es uno de los vértices en los que se articula el pensamiento de Lévinas. Es un prisma para hacer ver el exceso que la ética (el Otro) significa con respecto a la ontología (lo Mismo). Dicho exceso sería la alteración absoluta de la identidad subjetiva. Judith Butler sugiere que cada uno de nosotros se constituye políticamente en virtud de la vulnerabilidad social de nuestros cuerpos, como lugar público de afirmación y de exposición5. Trabajando sobre una concepción del cuerpo como lugar de una vulnerabilidad común a todos, aunque ciertamente articulada en forma diferencial, Butler sostiene que, a pesar de no venir del mismo lugar y no compartir una misma historia, esta condición nos reúne a todos en un tenue “nosotros”. “Salerno instala La vulnerabilidad como escritura en espacios de tránsito”6, tal vez el recorrido al que nos expone Salerno, nos haga experimentar cómo nuestro cuerpo supone fragilidad, ya que nos expone a la mirada de los otros, pero también al contacto y a la violencia. Esta vez Salerno trabaja sobre nuestros cuerpos, sobre su dimensión invariablemente pública. “Vulnerabilidad” remite al vocablo latino “vulnus”, herida, y está relacionado con “vulnerare”, herir, lastimar. “Vulnerabilidad” sería capacidad de ser herido o lastimado. Su concepto estaría relacionado con la figura de un soldado herido en el campo de batalla. Un soldado no está en condición de “vulnerabilis” si cuenta con todos sus pertrechos y está en condiciones de responder ante un ataque; es vulnerable cuando ha sido herido, cuando su capacidad de respuesta ha sido disminuida. Ticio Escobar sugiere que la noción de vulnerabilidad alude al estado

del arte contemporáneo, que como todos los que han perdido las armas metafísicas, se encuentra expuesto a las contingencias de la historia, al ataque de lo Real. La vulnerabilidad del presente es precisamente la de un tiempo histórico normal y universal (es decir, europeo) que gira hamletianamente fuera de sus goznes, produciendo la intersección de diferentes temporalidades históricas. Escribe Ticio Escobar: “Después del tiempo de las certitudes de la razón y la solidez de los fundamentos, después de la claridad de las bóvedas y la firmeza de los pilares, nuestro presente se muestra repentinamente consciente de sus dudas, se muestra frágil, quebradizo”7. Sentido, memoria, acción, política solo pueden ser pensados como si tuvieran lugar sobre un fondo de huellas, de desaparición, de retirada. Derrida nos recuerda precisamente que el concepto de huella es el que permite pensar de manera rigurosa el ser de los vivos, es decir, pensar que su presencia está ya afectada por su ausencia. 3 La Vulnerabilidad es acaso una señal indicial, ella marca el deslugar preciso en que los signos cambian de sentido: la intimidad se convierte en secreto, los espacios familiares devienen inquietantes, y lo que protege al mismo tiempo amenaza. Los espacios cotidianos, conocidos, existen junto a su revés inevitable que la intervención del artista amenaza con desocultar. Somos compelidos a transitar por la inquietante extrañeza de lo más cercano. Los interiores protectores resultan repentinamente irrespirables, agobiantes. La pareja, la familia, la institución y el estado son espacios en donde coexisten lo familiar y lo secreto: por un lado protegen al individuo, por el otro, lo acechan y lo amenazan. La familia encargada de proteger agrede a sus hijos mediante la introyección de la autoridad y de las pulsiones parentales; la escuela encargada de educar, socializa a través de la repetición pulsional y la autoridad represiva; el estado pone en práctica los medios para recoger los beneficios secundarios8. La obra de Salerno nos permite el acceso – tomando prestadas palabras de Lacan – al “lugar de lo que no podría verse”, hace ver lo que no está, lo que no nos es dado decir por innombrable. Lo Unheimlich (“siniestro”, “ominoso”), “aquella

suerte de sensación de espanto que afecta las cosas conocidas y familiares desde tiempo atrás”, de acuerdo a la caracterización que hace Freud, aparece en este caso como reducción de lo dado a ver. La intervención rasga un espacio vacío – quizá convendría decir: lo agujerea –, y lo que se espera ver es diferido, llevado a otro lugar. Salerno apela a una poética de lo apofático, opone a la estrategia de lo excesivo (lo abyecto, lo obsceno, el trauma), una poética de lo silente, lo oculto, lo velado, como modo alternativo y complementario de acercamiento a lo Real. Como se sabe, Lacan relaciona el sentimiento de angustia que se produce en el sujeto ante la contemplación de las formas de “lo siniestro” con la dimensión de lo Real. En el arte contemporáneo, junto a la estrategia de lo obsceno, abyecto y excesivo, es posible, de acuerdo a Miguel Hernández-Navarro, otro camino hacia lo Real: Si lo Real es también el punto de ruptura del discurso y la fractura del lenguaje, el lugar de lo innombrable, donde la palabra naufraga y surge el silencio, donde uno debe callar: el arte que no muestra nada, que calla, que oculta, reduce o hace desaparecer lo visible, deberá ser, también, y en consecuencia, un arte de lo Real9

La dialéctica entre lo traumático y lo apofático, entre ver demasiado y ver apenas nada puede ser pensada, según el mencionado autor, posicionando ambas actitudes en una banda de Moebius en la que interior y exterior se confunden bordeando un centro ausente: el punto ciego de lo Real. Si en la imagenespectáculo la pantalla-tamiz se ha llenado de señuelos e hipertrofiada, Salerno trabaja lo siniestro – ya sea mediante la mostración del vacío, o lo apenas visible – como lugar de emergencia de lo Real en lo Simbólico.

1

v. Justo Pastor Mellado. La novela de inscripción de Osvaldo Salerno. CAV/Museo del Barro, Asunción, 2006. 2 v. Roberto Amigo. La inminencia. Ejercicios de interpretación sobre la obra de Osvaldo Salerno. CAV/Museo del Barro. Asunción, 2006. 3 Roberto Amigo, Op. Cit., p. 20 4 Zygmunt Bauman. Miedo líquido. La sociedad contemporánea y sus temores. Paidós, Barcelona, 2007. p.30. 5 v. Judith Butler. Vida precaria. El poder del duelo y la violencia. Paidós, Buenos Aires, 2006. 6 Roberto Amigo, Op. Cit., p. 20. 7 Ticio Escobar. El libro de los pedestales. Asunción, 2000.

8

Philippe Dufour de Conti, “Polisemia de la inquietante extrañeza”, en Jacques Lacan. Psicoanálisis y política. Yves Charles Zarka (dir.) Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 2004. 9 Miguel A. Hernández-Navarro. “El arte contemporáneo entre la experiencia, lo antivisual y lo siniestro”, en Revista de Occidente Nº 297, febrero 2006.

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