Tratamientos de conservación de metales procedentes de los pecios del Proyecto Finisterre

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Descripción

Tratamientos de conservación de metales procedentes de los pecios del Proyecto Finisterre Victoria Folgueira Fariña

Conservadora-restauradora, Proyecto Finisterre [email protected]

Resumen: En esta comunicación se describen, de forma general, los materiales metálicos procedentes de varios pecios del Proyecto Finisterre: Punta Restelos, Bayonnaise, Ribadeo y SS Great Liverpool; así como los criterios que rigen las actuaciones de conservación-restauración dentro del proyecto. La evolución en los tratamientos aplicados, desde los baños químicos hasta la polarización catódica, se expondrá a través del tratamiento de varias piezas significativas. Palabras clave: Finisterre, Metales, Limpieza electroquímica, Reducción electrolítica, Polarización catódica. Abstract: This paper describes, in a general way, the metallic materials from several shipwrecks of the Finisterre Project: Punta Restelos, Bayonnaise, Ribadeo and SS Great Liverpool; as well as the criteria ruling the conservation-restoration activities within the project. The evolution of the applied treatments, from chemical baths to cathodic polarization, is shown through the treatment of several significant pieces. Key words: Finisterre, Metals, Electrochemical cleaning, Electrolytic reduction, Cathodic polarization.

INTRODUCCIÓN Aunque el objetivo principal del Proyecto Finisterre no es la extracción de materiales, durante los trabajos de prospección, registro y diagnosis se han ido recuperando gran cantidad de objetos metálicos de pequeño tamaño que corrían peligro de desapare-

cer; ya fuese por las condiciones del entorno o por el riesgo de expolio. Ya desde antes de contar con un conservador-restaurador asociado al proyecto, el director, Miguel San Claudio, era consciente de la importancia de la conservación-restauración en todo proyecto de arqueología subacuática y la necesidad de proporcionar a los materiales los tratamientos necesarios para garantizar su conservación para el futuro. Así, los materiales recuperados eran almacenados a la espera de tratamiento en condiciones adecuadas de conservación preventiva. Los primeros tratamientos de conservación curativa y restauración se realizaron en 2010 y desde entonces cada año se han tratado varios conjuntos de piezas antes de su depósito en el Museo do Mar de Galicia. La conservación en el proyecto Finisterre se caracteriza por disponer de medios limitados, que no impiden que nos guiemos por criterios estrictos: mínima intervención, uso de materiales compatibles con el original pero suficientemente probados, reversibilidad y documentación de todo el proceso.

LOS PECIOS DEL PROYECTO FINISTERRE Los materiales metálicos tratados provienen de cinco pecios con cronologías que van del siglo XVI al XIX. Cuatro de ellos se encuentran en el entorno del cabo Finisterre y el quinto en la ría de Ribadeo. En Finisterre encontramos dos pecios de la flota de Padilla de 1596: el San Jerónimo o Capitana de Ivella y otro sin identificar, conocido como pecio de Punta Restelos; también la corbeta francesa Bayonnaise, hundida en 1803 por el H.M.S. Ardent y el vapor de pasajeros y correo SS Great Liverpool, hundido en 1846. En la ría de Ribadeo se encuentra el pecio, aún sin identificar, de un posible galeón del siglo XVI.

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MATERIALES Si algo caracteriza a los materiales metálicos del Proyecto Galicia es su variedad, tanto en función, como en técnicas de fabricación, como en los materiales empleados. Se aprecia un lógico contraste entre los materiales del SS Great Liverpool (barco de pasajeros) y todos los demás (navíos militares). En cuanto a su función encontramos piezas militares (balas de mosquete, recámaras de falconete), instrumentos de navegación (compás de proporción, visor de sextante), instrumental médico (jeringa uretral, lavativa) y objetos personales y de la vida diaria. Es en este último grupo en el que encontramos más variedad, desde los humildes corchetes del pecio de Punta Restelos a los ornamentados botones del Great Liverpool, de los cubiertos y vajilla de peltre a la cubertería de plata. En cuanto a su composición, tenemos piezas de plomo (balas de mosquete, pesas y lingotes), plata (cucharas, monedas, objetos de tocador, un tintero y un salero) y cobre y sus aleaciones (los más abundantes, incluyendo las jeringas, recámaras de alcuza, monedas y objetos personales variados). Mención aparte merecen varios objetos chapados procedentes del Great Liverpool, ejemplo de dos técnicas diferentes: «Sheffield plate» que consiste en la fusión de una lámina de plata sobre un lingote de cobre que luego se trabaja hasta formar una plancha de cobre plateado y «electroplated nickel silver» o epns, objetos de alpaca (nickel silver en inglés, de ahí el nombre) galvanizados con plata.

TRATAMIENTOS Antes de iniciar la intervención directa sobre los metales se procede a la eliminación de las sales solubles presentes en el agua marina mediante la adición de agua del grifo en incrementos progresivos del 5%. Cuando el agua del grifo sustituye completamente al agua de mar se continúa la desalación añadiendo agua desionizada en incrementos del 10% hasta obtener una concentración del 100% de agua desionizada. El agua desionizada se sustituye a continuación por una solución alcalina (hidróxido sódico al 2% para metales ferrosos y sesquicarbonato sódico al 5% para los cuprosos) en la que las piezas se conservan hasta su tratamiento. A continuación se procede a documentar, mediante fotografías y descripción detallada, el estado de conservación de todas las piezas; que serán clasificadas según su composición y estado de conserva-

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ción, con el objetivo de determinar el tratamiento más adecuado para cada una. La principal característica a tener en cuenta en este punto es la presencia o no de núcleo metálico y el estado de la superficie original. Los objetos con núcleo metálico y una superficie original bien definida y estable son capaces de soportar tratamientos químicos, electroquímicos o electrolíticos sin riesgo de fracturas o pérdida de material. Los objetos muy mineralizados, si bien demasiado frágiles para soportar tratamientos como la reducción electrolítica, suelen resultar estables y no presentar procesos de corrosión activa; ya sea por la ausencia total de núcleo metálico o por la formación de una capa estable de productos de corrosión que actúa como barrera protectora, por lo que en muchos casos es suficiente con una limpieza mecánica y protección. Los tratamientos aplicados en un primer momento no se diferenciaban de los comúnmente empleados en conservación arqueológica y consistieron principalmente en limpiezas mecánicas y eliminación de cloruros mediante baños químicos. En los sucesivos conjuntos de piezas se fueron aplicando tratamientos más específicamente desarrollados para la conservación de materiales subacuáticos, principalmente los que se basan en las reacciones redox; como las limpiezas electroquímicas, la reducción electrolítica y la polarización catódica.

PRIMEROS TRATAMIENTOS En el primer conjunto de piezas se aplicaron limpiezas mecánicas y baños químicos para eliminar cloruros. Las piezas estables y sin corrosión activa se limpiaron mecánicamente y a continuación se les aplicó una capa de protección. Es el caso de una cuchara de peltre procedente de la Bayonnaise, a la que se le aplicó una limpieza mecánica en húmedo mediante pinceles de distintas durezas empapados en una solución al 50% de agua desionizada y etanol. Un conjunto de pesas de plomo del mismo pecio se limpiaron combinando el cepillado en húmedo para eliminar los carbonatos pulverulentos y el bisturí bajo binocular para eliminar las arenas incrustadas en las ranuras. La limpieza mecánica de una pieza de plata procedente del SS Great Liverpool permitió identificar los contrastes grabados en su parte interior, que nos indican su ciudad de origen (Londres) y año de fabricación (1835), pero debido a la delicadeza de la superficie y la fuerte adherencia de la concreción que la cubría el tratamiento fue muy prolongado. Una vez finalizada la limpieza, las

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Figura 1. Lavativa del pecio de punta Restelos antes y después del tratamiento

piezas recibieron una capa de protección de paraloid B44 al 5% en acetona. En el caso de las piezas de aleación de cobre que presentaban corrosión activa era necesario eliminar los cloruros mediante baños químicos. Entre las piezas tratadas en este momento se encuentran un visor de sextante procedente del Great Liverpool y una jeringa uretral de bronce procedente del pecio de Punta Restelos. Tras una limpieza mecánica para eliminar arenas adheridas y una serie de lavados con agua desionizada para retirar la arena acumulada en el interior de ambos objetos, se procedió a la decloruración mediante baños sucesivos de sesquicarbonato sódico al 5% hasta que se comprobó la disminución de los cloruros en disolución. A pesar del pequeño tamaño de las piezas, el tratamiento se prolongó durante meses y fue imposible conseguir una completa eliminación de los cloruros, lo que fue una de las razones que nos impulsó a buscar tratamientos más adecuados a los materiales procedentes del medio marino. Tras el secado se inhibieron las piezas mediante un baño en benzotriazol y se protegieron con una capa de incral 44.

Mención aparte merece la lavativa procedente del pecio de punta Restelos (Fig. 1) por tratarse de un objeto compuesto, con partes metálicas y partes de madera. Esta jeringa de grandes dimensiones, identificada como una lavativa1, está formada por un cuerpo de aleación de cobre de unos cuarenta centímetros de largo, con un émbolo de madera en su interior. La pieza presentaba los problemas de combinar el tratamiento de los distintos materiales (Selwyn, 1993: 180). Después de considerar las distintas posibilidades se decidió aplicar el método de la acetona-colofonia, que consiste en la sustitución del agua presente en la madera por una resina natural de pino (colofonia) y que no afecta negativamente a la conservación del metal. Este tratamiento tiene la ventaja añadida de requerir menor tiempo para conseguir un buen grado de impregnación de la madera, sin embargo el coste y el posible peligro de mantener grandes cantidades de acetona caliente lo hacen poco adecuado para piezas de mayor tamaño. En primer lugar se realizó una limpieza de la madera para eliminar las arenas adheridas a la su1 Un ejemplar similar se puede ver en el cuadro de Eugenio Lucas Velázquez «La lavativa».

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perficie que podrían afectar a la impregnación del consolidante escogido. Tras la limpieza preliminar se procedió a deshidratar completamente la madera mediante tres baños sucesivos en acetona, de dos días de duración cada uno; de esta manera se asegura la completa eliminación del agua, que es imprescindible ya que la colofonia es incompatible con la humedad. A continuación se introdujo la pieza en un contenedor sellado herméticamente con una solución saturada de colofonia en acetona mantenida a una temperatura constante de 50 grados centígrados. Para asegurar la saturación de la solución se añadió una cantidad adicional de colofonia que se depositó en el fondo del contenedor. Para asegurar una impregnación total de la madera, incluso en la parte oculta en el interior del cuerpo de bronce, se mantuvo la pieza en la solución durante ocho semanas; durante ese tiempo se abrió periódicamente el contenedor para remover la solución y comprobar que no se depositaba colofonia sólida sobre la superficie impidiendo la penetración. Una vez completado el periodo de impregnación se extrajo la pieza y se realizó una primera limpieza del exceso de colofonia mediante papel absorbente empapado en acetona. A continuación se dejó secar al aire. El resultado de la consolidación fue satisfactorio, alcanzándose una buena resistencia mecánica de la madera, con una mínima contracción casi inapreciable. El único cambio apreciable en la madera es un ligero oscurecimiento, habitual en todos los tratamientos de consolidación de madera empapada. Una vez consolidada la madera se procedió al tratamiento del metal. En primer lugar se realizó una limpieza mecánica en húmedo mediante pinceles y palillos de madera para eliminar la concreción depositada sobre la superficie. A continuación se eliminaron los restos de colofonia con hisopos de algodón en acetona. El tratamiento de decloruración mediante sesquicarbonato sódico se aplicó sobre la superficie del metal mediante papetas de celulosa. A continuación se inhibió el metal con una solución de benzotriazol al 3% en etanol aplicado a pincel y se procedió a secarlo con acetona mediante hisopos de algodón para evitar disolver la colofonia de la madera. Por último se le aplicó una capa de protección de incral 44, matizando los brillos con cera microcristalina cosmolloid 80 al 10% en xileno.

LIMPIEZA ELECTROQUÍMICA Al observar que la mayoría de objetos a tratar presentaban no solo núcleo metálico sino también una

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superficie original en buen estado, con una fina capa de productos de corrosión no deformantes que podrían reducirse de nuevo al estado metálico, se decidió probar la limpieza electroquímica. Este tratamiento consiste en la creación de una pila galvánica en la que el objeto metálico a tratar actúa como cátodo y una capa de polvo de zinc como ánodo, con un electrolito de hidróxido sódico. Al producirse la reacción galvánica, el metal menos noble, en este caso el zinc, pierde electrones en favor del más noble (plata o cobre en la mayoría de los casos) produciéndose una reducción de algunos productos de corrosión de vuelta al estado metálico. Al mismo tiempo la reacción produce hidrógeno, que al desprenderse en forma de burbujas retira mecánicamente algunos productos de corrosión de la superficie del metal. Este tratamiento se aplicó sobre varias piezas del vapor Great Liverpool: dos monedas de plata de una rupia y media rupia con la efigie de la reina Victoria acuñadas por la British East India Company; una tapa de objeto de tocador en plata y una huevera de cobre chapado en plata mediante la técnica del Sheffield plate, con el interior dorado (Fig. 2). Los resultados fueron muy satisfactorios, consiguiéndose en una fracción del tiempo empleado habitualmente en una limpieza de metales un grado de limpieza que permitió apreciar todos los detalles de la superficie. En el caso de la tapa de plata salieron a la luz los contrastes, cuya información es la misma que en la tapa descrita en el punto anterior: Londres, 1835. En el caso de la huevera se descubrió que el interior estaba sobredorado. Sin embargo estos buenos resultados pueden atribuirse en gran medida al estado de conservación de las piezas y no a las bondades del tratamiento, ahora en desuso, que presenta varios problemas. El principal inconveniente es la falta de control sobre la reacción electroquímica, no hay forma de controlar las variables que entran en juego y realmente no se sabe qué reacciones concretas se están produciendo. Esto obliga a retirar la pieza del baño electroquímico muy a menudo para controlar el avance de la reacción y sus efectos sobre la superficie del metal; pero aun así puede haber sorpresas, porque mientras se produce la reacción solo se ven sus efectos secundarios (como la aparición de burbujas de hidrógeno). Además puede haber diferencias en la intensidad de la reacción en distintos puntos del objeto dependiendo de la superficie de la pieza o de la cantidad de polvo de zinc acumulado.

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Figura 2. Huevera del SS Great Liverpool de cobre chapado en plata y con el interior sobredorado

REDUCCIÓN ELECTROLÍTICA El siguiente paso en la evolución de los tratamientos fue la reducción electrolítica. El principio es básicamente el mismo que en la limpieza electroquímica (el ánodo pierde electrones en favor del cátodo, que se reduce), sin embargo en este caso la reacción es provocada por la aplicación de una corriente eléctrica. Para ello se crea una celda electrolítica con el objeto a tratar como cátodo y malla de acero inoxidable como ánodo en un electrolito que suele ser hidróxido sódico o sesquicarbonato sódico en función del metal a tratar. A la celda electrolítica se le aplica una corriente continua con una intensidad que se calcula en función de la superficie del objeto a tratar y que se suele expresar en A/cm². La reacción es más uniforme que en la limpieza electroquímica. Se ha afirmado (Hamilton, 1996: 69) que se pueden obtener distintos resultados en función de la intensidad de la corriente aplicada: extracción de cloruros, reducción de los productos de corrosión al estado metálico y limpieza mecánica por la acción de las burbujas de hidrógeno en la superficie; sin embargo este punto aún es objeto de debate y generalmente se considera que tanto la reducción de los productos de corrosión como la limpieza mecánica son efectos

secundarios difíciles de controlar y no el objetivo del tratamiento (Carlin, 2001: 68-69). Este tratamiento se aplicó a dos platos de peltre procedentes del pecio de punta Restelos con muy buenos resultados. La reducción devolvió el aspecto metálico a la superficie y conservó todos sus detalles, permitiendo apreciar características como las lineas que cubren el fondo en forma de círculos concéntricos, que probablemente estén relacionadas con el proceso de fabricación. Se utilizó carbonato sódico al 2% en agua desionizada como electrolito, ya que el estaño puede ser atacado por el hidróxido sódico. También del mismo pecio se trató en poco tiempo un conjunto de corchetes de aleación de cobre, que habrían requerido de muchas horas de limpieza mecánica. En este caso el electrolito empleado fue una solución de sesquicarbonato sódico al 5% en agua desionizada. Un buen ejemplo de los beneficios de esta técnica a la hora de tratar conjuntos de piezas en un tiempo razonable es el tratamiento de la cubertería del SS Great Liverpool. La cubertería del barco está compuesta por cubiertos de alpaca galvanizada en plata, lo que se conoce en el mundo del coleccionismo como epns (Electro Plated Nickel Silver). Los cubiertos, cuya forma sigue el diseño old english

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Figura 3. Tintero de viaje del SS Great Liverpool, con detalle de los contrastes grabados en la moldura decorativa

fiddle2, llevan en el extremo del mango el sol naciente símbolo de la compañía P&O y en el mango la leyenda: Transatlantic Steam Ship Comp. En su mayoría estaban cubiertos por una gruesa concreción compuesta por productos de corrosión del cobre procedentes de la alpaca, arena y fragmentos de conchas, con deposiciones calcáreas de origen animal en algunos casos. El tratamiento electrolítico retiró la concreción sin dañar la superficie y permitió descubrir detalles como el sol naciente que aún se puede ver en algunas de las piezas y que había pasado desapercibido en un principio. Otra pieza muy interesante tratada por electrólisis fue un tintero de viaje procedente del SS Great Liverpool (Fig. 3). Esta pieza, formada por un recipiente de cristal con tapa de plata fue identificada provisionalmente como un objeto de tocador. Una de las razones que apoyaban esta identificación era que la serie de contrastes visibles en un lado de la tapa era exactamente la misma que en las otras dos 2 Diseño muy sencillo, sin molduras ni adornos, caracterizado por un engrosamiento de forma rectangular en el extremo del mango y dos aletas en la unión de este con la cabeza.

tapas decoradas mencionadas anteriormente y se pensó que los tres objetos pertenecerían a un mismo juego3. El recipiente de cristal estaba fracturado y se había perdido un fragmento, a través del agujero se distinguía en el interior una sustancia rojiza bastante homogénea y de textura pastosa; que en un principio se creyó que podría ser un resto del contenido original del recipiente, por lo que se tomó una muestra que fue analizada en la Unidade de Análise Estrutural de los Servizos de Apoio á Investigación de la Universidade da Coruña por difracción y fluorescencia de rayos X. Los análisis detectaron la presencia de cuarzo y carbonatos cálcicos como fases mineralógicas más abundantes y de calcio y silicio como elementos predominantes. La presencia de carbonatos cálcicos en un principio hizo pensar que pudiese tratarse de algún tipo de polvo cosmético, sin embargo la limpieza de la tapa fue lo que permitió identificar la tipología del objeto como un tintero. 3 En este caso el buen estado de las marcas permitió identificar también al fabricante como Thomas Dicks, registrado en la ciudad de Londres en 1811.

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Figura 4. Una de las recámaras de alcuza durante el tratamiento de polarización catódica

Debido a la existencia de suficiente núcleo metálico se decidió aplicar una limpieza electrolítica. Se creó una celda electrolítica con la tapa como cátodo, colocándola sobre una malla de acero inoxidable como contacto con la fuente de alimentación. Como electrolito se utilizó una solución de hidróxido sódico al 2% en agua desionizada y como ánodo se empleó también malla de acero inoxidable. Se aplicó una corriente rectificada con una intensidad de entre 0,02 y 0,03 A/cm². A medida que iba avanzando el tratamiento y las burbujas de hidrógeno desprendidas de la superficie del metal iban desprendiendo los productos de corrosión, se fueron identificando y separando las distintas piezas que formaban la tapa. Se descubrió que la tapa estaba formada por dos piezas, unidas mediante una bisagra. La parte superior de la tapa se cierra herméticamente sobre la inferior mediante un tornillo y tiene en su interior una almohadilla de cuero para garantizar la estanqueidad. La identificación del objeto como un tintero nos hizo replantearnos la función de las otras piezas de plata pertenecientes al mismo conjunto, es posible que en lugar de un juego de tocador se trate de un juego de escritorio.

Los tratamientos de reducción electrolítica suponen un avance con respecto a las limpiezas electroquímicas ya que la reacción es mucho más uniforme y la variación de la intensidad de la corriente aplicada permite una cierta influencia sobre la misma; aún así también presentan problemas, porque tampoco se puede saber exactamente lo que pasa y nos guiamos por variables como la producción uniforme de burbujas sobre la superficie. Son tratamientos bastante agresivos que solo se pueden aplicar a determinadas piezas. Hay que tener en cuenta que la reacción se produce en la superficie del metal, por lo que si se aplican a una pieza con una superficie totalmente mineralizada lo que haremos será desprender los productos de corrosión que conservan la superficie original y quedarnos con el núcleo metálico.

POLARIZACIÓN CATÓDICA En la búsqueda de un mayor control de las reacciones redox y sus aplicaciones se ha llegado a la conclusión de que el único objetivo que se debe perseguir con las mismas es la eliminación de cloruros,

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Figura 5. Recámara de alcuza del Pecio de Ribadeo tras el tratamiento, con detalle de los números grabados en cada una de las piezas

siendo la reducción de productos de corrosión y la limpieza mecánica efectos secundarios a evitar por su difícil control. El tratamiento de polarización catódica tiene como objetivo la extracción de cloruros por difusión en el electrolito. El objeto es situado como cátodo en una celda electrolítica dentro de una malla de acero inoxidable que actúa como ánodo (Fig. 4) y se le aplica una corriente eléctrica de muy baja intensidad, ya que se ha demostrado que intensidades del orden de los 50 µA/cm² tienen como resultado una mayor y más rápida extracción de cloruros (Carlin, 2001). La principal diferencia con respecto a los tratamientos anteriores es la capacidad de controlar la reacción influyendo en dos variables: Eh (potencial de voltaje medido con respecto al electrodo estándar de hidrógeno) y pH. Midiendo estas dos variables y trasladándolas a un diagrama de Pourbaix del metal a tratar podemos saber si el metal está en fase de corrosión, pasivación o inmunidad. El objetivo es que permanezca durante todo el tratamiento en el área de inmunidad. En el Proyecto Finisterre se ha aplicado este tratamiento por primera vez en el año 2012 sobre un

conjunto de recámaras de bronce recuperadas del Pecio de Ribadeo durante la campaña de ese año. Se trata de tres recámaras de falconete de bronce, de las llamadas «de alcuza» por su similitud con dicho recipiente. Dos de ellas tienen un tamaño similar (27 cm de largo y 15 kg de peso) y una es un poco más pequeña (25 cm de largo y 12 kg de peso); las dos primeras están marcadas a cincel con los números 27 y 34 y la más pequeña con el número 26. (Fig. 5) El primer paso del tratamiento fue una limpieza mecánica para eliminar la concreción de productos de corrosión del hierro4 y deposiciones calcáreas de origen animal5. En esta fase se observó que el interior de la pieza 26 estaba lleno de una sustancia homogénea y compacta de color negro. Sospechando que pudiese tratarse de pólvora se tomaron muestras para analizar. Se entregó la muestra a la Unidade de Análise Estrutural de los Servizos de Apoio á Investigación de la Universidade da Coruña 4 Magnetita (Fe3O4) y oxihidróxidos como goethita (α-FeO(OH)) y akaganeíta(Fe+++(O,OH,CL)) 5 Serpula vermicularis, Electra pilosa, Balanus spongicola y Pomatoceros triqueter.

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para realizar una difracción de rayos X y fluorescencia de rayos X. Las pruebas parecen indicar que es posible que haya pólvora negra pero muy mezclada con restos de corrosión de la propia recámara, detritos de acumulación marina e infiltraciones de cloruros. Ante la posibilidad de que contuviese restos de pólvora se decidió no eliminar el depósito ya que una vez finalizado el tratamiento no tiene por qué afectar negativamente a la conservación de la pieza. A continuación se aplicó el mismo tratamiento a las tres piezas. Se creó una celda electrolítica con el objeto a tratar como cátodo. Como electrolito se utilizó una solución de sesquicarbonato sódico al 5% en agua desionizada y como ánodo una malla de acero inoxidable con la que se fabricó una jaula para rodear el objeto. Para conectar las piezas a la fuente de alimentación se realizaron dos perforaciones en la parte central de cada una, que se roscaron para poder insertar unos tornillos de acero inoxidable que uniesen los cables de alimentación y garantizasen una buena conexión. Se aplicó una corriente rectificada con una densidad de 50 µA/cm². La evolución de la extracción de cloruros se controló con análisis periódicos del electrolito mediante tiras reactivas, cambiando el mismo cuando la solución se saturaba y la cantidad de cloruros en la misma dejaba de aumentar. También se realizaron controles periódicos del pH y Eh, medido con respecto a un electrodo de plata-cloruro de plata, para situar los resultados en el diagrama de Pourbaix del cobre en agua y comprobar que el metal se encontraba en la fase de inmunidad. Se interrumpió el tratamiento cuando se observó la eliminación total de los cloruros. Una vez finalizado el tratamiento de decloruración se sometió las piezas a una serie de enjuagues en agua desionizada caliente hasta que el pH del último baño fue neutral. A continuación se secaron mediante baños sucesivos en acetona. Los orificios de conexión se reintegraron con araldit madera después de aplicar una capa de intervención de paraloid B44 al 10% en acetona, para evitar el contacto directo entre la resina epoxi y el metal. A continuación se pintaron con pintura acrílica para igualar visualmente el conjunto. Se inhibieron las piezas mediante inmersión en benzotriazol al 3% en etanol durante 24 horas y a continuación se les aplicó una capa de protección de incral 44 y se matizaron los brillos con cera microcristalina cosmolloid 80 al 10% en xileno.

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CONCLUSIONES Es posible proporcionar a los materiales de procedencia subacuática tratamientos adecuados de conservación-restauración a pesar de las limitaciones presupuestarias, pero es imprescindible contar con un conservador-restaurador que pueda decidir cual es el tratamiento más adecuado para cada caso. No se deben aplicar tratamientos generalizados sino estudiar cada objeto individualmente. A la hora de aplicar un tratamiento es necesario conocer sus pros y sus contras y los posibles efectos adversos que puede provocar. Es importante mantenerse informado de los avances en investigación aplicados a la conservación para no seguir utilizando tratamientos obsoletos o que se han demostrado ineficaces o incluso perjudiciales.

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