Tratamiento y expresión poética del tiempo en Silio Itálico

September 18, 2017 | Autor: Miguel Ángel Quesada | Categoría: Tiempo, Literatura Latina, Poesia Épica Latina, Silio Itálico
Share Embed


Descripción

MÁSTER INTERUNIVERSITARIO EN FILOLOGÍA CLÁSICA.

Tratamiento y expresión poética del tiempo en las Púnicas de Silio Itálico.

Trabajo de Fin de Máster. Curso 2013-2014. Autor: Miguel Ángel Quesada López. DNI: 46882254C. Convocatoria: septiembre. Director: Vicente Cristóbal López. Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Filología, Departamento de Filología Latina. VºBº del tutor:

1

1.- Resumen. Estudio de los procedimientos o técnicas literarias que Silio Itálico emplea en las Púnicas para adaptar el tiempo de los acontecimientos históricos a las exigencias del género épico; y de los recursos con los que expresa poéticamente, de modo diferente a la historiografía, las circunstancias temporales, en especial la aurora y el atardecer. 1.- Abstract. Study on the methods and the literary techniques used by Silis Italicus in his Punica, in order to adapt the time of historical events to the requirements of the epic genre; as well as the means employed to express poetically, in a different way from historiography, the temporary circumstances, primarily dawn and dusk.

2.- Palabras clave. Literatura latina, poesía épica latina, Silio Itálico, Púnicas, tiempo, historia, expresión poética, aurora, crepúsculo. 2.- Key words. Latin literature, epic latin poetry, Silius Italicus, Punica, time, history, poetic expression, dawn, twilight.

2

3.- Introducción. 3.1- Mitología, historia, ficción. Φανερὸν δὲ ἐκ τῶν εἰρημένων καὶ ὅτι οὐ τὸ τὰ γενόμενα λέγειν, τοῦτο ποιητοῦ ἔργον ἐστίν, ἀλλ᾽ οἷα ἂν γένοιτο καὶ τὰ δυνατὰ κατὰ τὸ εἰκὸς ἢ τὸ ἀναγκαῖον. Ὁ γὰρ ἱστορικὸς καὶ ὁ ποιητὴς οὐ τῷ ἢ ἔμμετρα λέγειν ἢ ἄμετρα διαφέρουσιν (εἴη γὰρ ἂν τὰ Ἡροδότου εἰς μέτρα τεθῆναι καὶ οὐδὲν ἧττον ἂν εἴη ἱστορία τις μετὰ μέτρου ἢ ἄνευ μέτρων): ἀλλὰ τούτῳ διαφέρει, τῷ τὸν μὲν τὰ γενόμενα λέγειν, τὸν δὲ οἷα ἂν γένοιτο. Διὸ καὶ φιλοσοφώτερον καὶ σπουδαιότερον ποίησις ἱστορίας ἐστίν: ἡ μὲν γὰρ ποίησις μᾶλλον τὰ καθόλου, ἡ δ᾽ ἱστορία τὰ καθ᾽ ἕκαστον λέγει. (Aristóteles, Poética, 1451a-1451b). “A partir de lo que se ha dicho, se ve que no es tarea del poeta relatar los hechos sucedidos, sino los que podrían ocurrir y los posibles según su verosimilitud o necesidad. Pues el historiador y el poeta no se diferencian en escribir en verso o en prosa (ya que podrían ponerse las obras de Heródoto en verso y no dejaría el resultado de ser historia con o sin métrica), sino que se distinguen en esto: uno relata los hechos sucedidos, el otro los que podrían ocurrir. Por ello la poesía es más filosófica y elevada que la historia, ya que la poesía trata sobre todo de lo general y la historia de lo particular”1. Estas palabras de Aristóteles han sido terreno fértil a lo largo de la historia de la filología, gracias a la distinción que se establece entre τὰ γενόμενα, 'lo que ha ocurrido', y οἷα ἂν γένοιτο, 'lo que podría ocurrir', así como el reparto de deberes entre el historiador y el poeta. De los numerosos trabajos y estudios que han nacido de las reflexiones a propósito de tal diferenciación, aquí nos interesan aquellos que realizó D. Antonio Ruiz de Elvira, consistentes en una clasificación de los diferentes tipos de materiales de los que se puede nutrir el autor de literatura 2. En esta primera sección de la Introducción, nos limitaremos a recordar en qué consistía tal división.

1 Todas las traducciones incluidas son obra del autor del trabajo. 2 Muchos son los trabajos de A. RUIZ DE ELVIRA al respecto. Baste destacar aquí alguno de los más importantes: “Mito y novella” CFC 5 (1973) 15-52; “De Paris y Enone a Tristán e Iseo” CFC 4 (1972) 99-136; o la introducción a Mitología Clásica, Madrid, 1975. Para más información al respecto, véase el apartado 7.- Bibliografía (p. 59).

3

En primer lugar, según el profesor zamorano, el primer tipo, cantera o fuente de materiales se corresponde plenamente con el primer término del binomio aristotélico: τὰ γενόμενα, 'lo ocurrido', 'lo sucedido', es decir, la historia. Se caracteriza ésta por ser comprobable, y “por la certeza moral que ella nos ofrece por lo menos para sus hechos básicos”. La certidumbre de éstos puede reducirse gradualmente, hasta tocarse con los otros tipos de materiales en las delgadas fronteras que los separan. Por otra parte, οἷα ἂν γένοιτο, 'lo que podría ocurrir' se subdivide a su vez en dos categorías diferentes, ficción y mitología, que si bien comparten la pertenencia a la posibilidad, están separadas por la línea que diferencia lo que tiene pretensión de veridicidad de lo que no. La ficción se define como “la invención imaginativa, deliberada y sin pretensión de veridicidad”. La mitología se caracteriza en cambio por su “tradicionalidad, pretensión de veridicidad e incomprobabilidad de los elementos verosímiles”. Ésta contiene además varios subtipos, la mitología divina o mitología sensu stricto, la leyenda heroica y el cuento popular3. A cada uno de estos tres tipos de materiales, historia, ficción y mitología, se corresponden en mayor o menor medida unos géneros literarios. Así, por ejemplo, a la historia se corresponde la historiografía, como son los libros de Ab urbe condita de Tito Livio; a la ficción la novela y la comedia, como las Metamorfosis de Apuleyo o la Aulularia de Plauto; y a la mitología la tragedia o las poesías épica y lírica, como son la Antígona de Sófocles, la Ilíada de Homero o las Odas de Horacio. Ahora bien, es necesario hacer dos precisiones a esta clasificación. En primer lugar, el hecho de que es más común la contaminación de materiales que su aparición sin adulterar. En la historia encontramos mezcla con la mitología en pasajes en los que los hechos históricos son adornados o se confunden con la leyenda, como por ejemplo en la écfrasis del templo de Agrigento del Bellum Poenicum de Nevio. La unión de la historia y la ficción se puede apreciar en pasajes como los discursos de personajes históricos, como por ejemplo el discurso fúnebre de Pericles en la Guerra del Peloponeso de Tucídides, o el de Mario en el Bellum Iugurthinum de Salustio. Es en estos casos donde la ficción puede teñirse de verosimilitud, por parecido y proximidad a los contenidos 3 Las fronteras entre estos tres subtipos son difíciles de trazar. Una de ellas es la sacralidad propia de la mitología divina, que no aparece en el cuento. Otra es el protagonismo divino de los mitos y sagas frente al humano o animal de los cuentos. Una más es el carácter trágico y aristocrático de mito y leyenda frente a la esencia popular y humorística del cuento. Sobre estos aspectos, cf. V. CRISTÓBAL LÓPEZ, “Mitología clásica y cuentos populares. Comentario al cuento de Periquillo” en Mitología clásica. Teoría y práctica docente, Madrid, 1990, 37-61.

4

históricos. En segundo lugar, se debe precisar que ante nosotros, historia y mitología se presentan bajo la apariencia de literatura, lo que supone, especialmente en el caso de la segunda, que no han pervivido en su estado primigenio y original. Por este motivo la última de las mezclas, mitología y ficción, es la más común, ya que cualquier intento de recrear una leyenda supone ya cierta dosis de invención e intervención por parte del autor. Como ejemplo se puede recordar el pasaje de Camila en la Eneida de Virgilio, donde el mantuano reelabora antiguos mitos griegos con su propio genio4. Por último, a estas tres canteras de material que definió D. Antonio Ruiz de Elvira5 es posible añadir una cuarta, difícilmente enmarcable dentro de τὰ γενόμενα o de οἷα ἂν γένοιτο. Es aquella en la que se agrupan los conocimientos, ideas, artes o técnicas. Con esta última clase de materiales se corresponden los restantes géneros literarios que se conocen, como la poesía didáctica, los tratados de retórica, las poéticas, la prosa técnica, los diálogos filosóficos, el ensayo o la literatura científica en general. De igual forma que los otros tres tipos, puede y suele aparecer mezclado con algún otro. De este modo encontramos la mezcla con mitología en las Geórgicas de Virgilio, al encontrarse en la obra el episodio de Orfeo y Eurídice; con la historia en la Institutio oratoria de Quintiliano, porque en el libro décimo se repasan los principales autores; o con la ficción en Las bodas de Mercurio y Filología de Marciano Capela, pues el autor inventa un argumento que da paso a las enseñanzas que aporta posteriormente. Lo más común, sin embargo, es encontrar una mezcla de más de dos materiales, como ocurre por ejemplo en el De amicitia de Cicerón, donde el famoso orador mezcla historia, ficción y filosofía como ingredientes de su obra. Para encontrar obras que se correspondan con este cuarto y último tipo de materiales de manera casi exclusiva, hay que dirigirse a los tratados más puramente técnicos, aquellos que en la concepción moderna de la literatura se encuentran prácticamente en su límite, como los tratados de arquitectura, gramática o medicina. Más tarde, en apartados posteriores del trabajo, se mostrará la utilidad de haber recordado y realizado aquí estas reflexiones y distinciones sobre los diferentes tipos de materiales que el autor de una obra literaria tiene a su disposición, pues Silio Itálico los emplea de una manera especial. 4 Al respecto debe leerse el trabajo de V. CRISTÓBAL LÓPEZ, “Camila: génesis, función y tradición de un personaje virgiliano” EECC 94 (1988) 43-61, donde se recogen tanto los mitos originales como la función del pasaje dentro de la Eneida, así como su amplia pervivencia. 5 En su artículo “Mito y novella” CFC 5 (1973) 15-52, A. RUIZ DE ELVIRA añade otro tipo más, la superchería, que como la ficción, es producto de la imaginación del autor, pero sí pretende veracidad. Esta distinción está empero ausente en otras partes de su legado, y aquí se ha decidido obviarla por ser de utilidad menor para el propósito del trabajo.

5

3.2- La poesía épica hasta Silio Itálico. El género literario de la épica latina se entiende como el conjunto de convenciones que compartieron un gran número de obras poéticas, desde la Odyssia de Livio Andronico, en el siglo III a.C., hasta los poemas panegíricos de Claudiano y los cristianos de Prudencio, en el s. IV d.C. Tales convenciones, que concernían bien al contenido bien a la forma de los poemas, fueron aceptadas o rechazadas por parte de cada autor que se inscribía dentro de esta larga cadena, formándose así la larga evolución de este género literario. Habitual y convencionalmente, se distinguen una serie de

etapas en la historia de la épica latina, establecidas en torno a su

culminación. Así, el primer período es el que abarca las obras que se crearon antes de la llegada de Virgilio. El segundo lo constituye la Eneida. El tercero, las alternativas que se ofrecieron a esta obra, las Metamorfosis y la Farsalia. El cuarto es la síntesis entre éstas y aquella en los poemas de quienes continuaron su legado durante el gobierno de los Flavios. La primera etapa, correspondiente con el período republicano, se caracteriza, en primer lugar, por establecer y mantener a los poetas griegos como modelos, así como por ser cuando surgen y se consolidan los diferentes subtipos de poesía épica que se cultivarán durante la existencia de este género. Éstos son: la épica mitológica, que se inicia con la Odyssia de Livio Andronico directamente en la estela de Homero, y la épica histórica, que nace gracias al Bellum Poenicum de Gneo Nevio y es definitivamente consolidada por los Annales de Quinto Ennio. Además, surgen variantes de estos dos grandes tipos, como son la épica panegírica, bien representada en títulos como el De consulatu suo de Cicerón, y el epilio, representado por los carmina 63 y 64 de Catulo. Como partes de esta primera fase, se diferencian a su vez otras secciones. Comienza la épica arcaica, representada por Livio Andronico, Nevio y Ennio, con obras de larga extensión que los autores crean para exaltar la grandeza de Roma, en ocasiones al servicio de la nobleza -como los Livios, o Fulvio Nobilior. Continúa la etapa de los poetae novi, que nace como una reacción estética al buscar sus modelos en la literatura helenística, oponiéndose a la moda anterior y buscando poemas de gran perfección formal, corta extensión, pendiente del análisis de sentimientos y con una función social menos evidente, o incluso nula. El segundo gran estadio dentro de la evolución de la épica latina es la culminación del género con la aparición de la Eneida de Virgilio. Así lo explica el profesor Antonio Alvar Ezquerra: “La sorprendente originalidad del poema virgiliano consistió en haber sabido su autor integrar en su 6

creación todos y cada uno de los subgéneros épicos desarrollados en lengua griega y aclimatados ya, con mejor o peor fortuna en la lengua latina (…)” 6. Es decir, Virgilio, sobre la base de un gran relato mitológico -los viajes de Eneas y la guerra contra Turno- a la manera de Homero y tomando Odisea e Ilíada como modelos de cada una de las mitades de su poema épico, inserta los relatos históricos -habitualmente en profecías, pero principalmente en la catábasis del libro VI y la écfrasis del escudo del libro VIII-, los elementos panegíricos (presentes a lo largo de toda la obra, y dedicados a Roma, a la gens Julia, y especialmente a Augusto), los epilios y episodios independientes (Dido, Hércules y Caco, Niso y Euríalo, Camila), y la temática amorosa (recogida de Apolonio de Rodas y presente en la historia de Dido, principalmente en el libro IV). En resumidas cuentas, la grandeza de la Eneida reside en parte en la capacidad de Virgilio para tomar todas las manifestaciones anteriores de épica y aprovecharlas para fundirlas en un nuevo tipo de épica total, por así decir7. Tras Virgilio, las dos siguientes grandes obras en la línea sucesoria de la épica latina son las Metamorfosis de Ovidio y la Farsalia de Lucano. Una y otra fueron una respuesta a la obra del mantuano, pero cada una a su manera. La obra ovidiana, en su afán por apartarse del que era el gran poema épico del momento, propone una serie de alternativas en su planteamiento. Así, frente al relato centrado en Eneas, al poema dedicado al destino glorioso de Roma y la épica nacional al servicio de Augusto, las Metamorfosis nos ofrecen una serie de unos 250 epilios más o menos independientes, cuyo tema principal es la mutabilidad de la fortuna, y su principal protagonista el amor (sello de casi toda la producción ovidiana), y que ostenta una falta de compromiso con el poder, al buscar ante todo el entretenimiento del lector. La obra magna de Ovidio toma como principal modelo la estructura del poema-catálogo, basado en la obra de Hesíodo, en los Heteroiumena de Nicandro de Colofón y ya antes presente en la literatura romana gracias a la perdida Ornitogonia de Emilio Macro8. Al contrario que estos predecesores, Ovidio amplió los episodios que componían su catálogo hasta convertirlos en epilios y alargar el conjunto de los mismos hasta alcanzar la extensión de las grandes epopeyas. Las Metamorfosis, como excelente 6 A. ALVAR EZQUERRA, “La épica latina” en Géneros literarios poéticos grecolatinos (D. ESTEFANÍA ÁLVAREZ. et al. Eds.), Madrid-Santiago de Compostela, 1998, pp. 39-61. La cita está tomada de la página 47. 7 En la obra citada, el profesor A. ALVAR EZQUERRA añade dos características más que a su juicio elevaron la Eneida a la cúspide del género. Primero, el estilo literario, basando en el empleo de las callidae iuncturae, en el uso de palabras comunes con un empleo diferente que les daba nuevos significados y connotaciones. En segundo lugar, “la capacidad para funcionar como elemento cohesionador y definidor de la sociedad para la que se compone”. 8 El propio Ovidio reconoce su deuda con este autor, al que dice haber oído en recitaciones públicas. Cf. Trist. IV, 10, 43-52.

7

manual narrativo, pero ante todo como gran repertorio mitológico, se convirtió en fuente inagotable no ya para escritores posteriores, sino para todo tipo de artistas9. Frente a esta opción, que busca un camino alternativo, la Farsalia supone un enfrentamiento directo al optimismo melancólico de la Eneida. Al contrario que la obra de Virgilio, el poema de Lucano surge en una época tiránica y temible (desde el punto de vista del autor). Su tema no es el futuro prometedor que reside en manos de un héroe, sino el terrible pasado de las guerras civiles que han dado lugar a un presente oscuro, sombrío y terrible por el mandato tiránico de Nerón. Su distanciamiento y oposición respecto a Virgilio se ven incrementados por la eliminación del aparato divino, por la elección de un tema histórico que narra de manera fiel, así como por el nuevo estilo barroco que era habitual, frente al equilibrio clásico de la Eneida. Es también una característica propia del poema de Lucano su tendencia a incluir digresiones científicas que reemplazan las explicaciones míticas, y su adscripción a la corriente estoica10. Finalmente, la cuarta etapa que suele diferenciarse dentro de la evolución de la épica latina es la que se da en su mayor parte durante el gobierno de los emperadores Flavios. El poema de Valerio Flaco, titulado Argonáuticas, relata el viaje de la nave Argo hasta la Cólquide y está elaborado en parte según el procedimiento de la Eneida (cuyo modelo funde con el contenido de la epopeya de Apolonio de Rodas), al viajar entre mito e historia para construir un poema cuyo objetivo es afianzar la legitimidad de la nueva dinastía gobernante. Ello lo logra el autor estableciendo una serie de paralelismos y simbolismos (Hércules-Augusto, Jasón-Vespasiano, Argo-nave del estado) que hacen de las Argonáuticas una auténtica laus principis11. También es posible interpretar el viaje de la Argo como el de la nave de la creación poética, un símbolo común en la literatura latina 12. También son de esta época las obras épicas de Publio Papinio Estacio, tituladas Tebaida y Aquileida. Tanto una como otra comparten con las Argonáuticas de Valerio Flaco el optar por una base mitológica. En el caso de la Aquileida se trata de la estancia de Aquiles en la isla de Esciros, en el de la Tebaida, de la lucha entre los hijos de Edipo, Eteocles y Polinices, por conseguir el poder en 9 Para un panorama general de las Metamorfosis, véase el artículo de A. RUIZ DE ELVIRA, “Valoración ideológica y estética de las Metamorfosis de Ovidio”, en Cuadernos de la Fundación Pastor 15 (1969), 109-177. 10 Sobre Lucano y su obra, cf. la “Introducción” de A. HOLGADO REDONDO (2008) Farsalia, Madrid, Gredos. 11 Sobre esta lectura e interpretación de las Argonáuticas, EHLERS “Valerius Flaccus 1940 bis 1971”, Lustrum 16 (1971-1972) , p.115, aunque este autor se retractó posteriormente de su opinión en KORN y TSCHIEDEL (1991), Ratis omnia vincet. Ello no impidió que otros autores continuaran con esa idea, como por ejemplo ocurre en TAYLOR, P. R., “Valerius’ Flavian Argonautica”, CQ 44 (1994), 212-35. 12 Cf. M. A. DAVIS (1980), Flight beyond Time and Change. A New Reading of the Argonautica of Valerius Flaccus.

8

la ciudad de Tebas. Como en las demás obras de este tiempo, pesa sobre las de Estacio el influjo de Virgilio, pero mezclado con las alternativas que se ofrecieron a la Eneida. Así, son importantes en Estacio las intrigas psicológicas, la introspección, los combates sangrientos. Con todo, es consciente Estacio de quién es su principal modelo, como él mismo reconoce al final de su epopeya13. 3.3- Silio Itálico. Su propuesta. La vida del autor que llamamos Silio Itálico nos es conocida por las noticias que de él dan otros autores más o menos contemporáneos. En el caso concreto de Titus Catius Asconius Silius Italicus14, su biografía es reconstruida principalmente a partir de los datos que nos proporcionan Plinio el menor, en su carta III 7, y Marcial, en una serie de ocho epigramas15. La mayor parte de los estudiosos creen que Silio nació en la Galia Cisalpina, probablemente en Padua16, aunque hay quien prefiere situar como lugar de nacimiento del poeta Campania, concretamente Capua17. El año de su nacimiento se sitúa entre el 25 y el 30 d.C., siendo el año más probable el 28 d.C. Su muerte aconteció setenta y cinco años más tarde según el testimonio de Plinio, es decir, en torno al 103 d.C18. Originario de una familia de clase alta, ejerció el oficio de abogado durante los últimos años del gobierno de Claudio, y posteriormente medró en la corte de Nerón al desempeñar el papel de delator. Éste le nombró cónsul en el año 68 d.C. antes del estallido de la guerra civil. Este cargo y su amistad con Vitelio le llevaron a participar en el 69 en las conversaciones de paz entre el efímero emperador y el hermano de Vespasiano, Flavio Sabino19. Precisamente fue este emperador, el primero de la dinastía Flavia el que le concedió el honor del proconsulado en la provincia de Asia, donde logró una gran gloria y estima política. Tras ello, se retiró silenciosamente de la escena pública, a fin de dedicarse a disfrutar de las amplias riquezas que había acumulado y contemplar el 13 Cf. Teb., XII, vv. 810-819.

14 De estos cinco nombres, cuatro proceden de los acta fratrum Arvalium (cf. DESSAU ILS 5025, línea 9). Una inscripción en el templo de Afrodita de Afrodisias en Caria, que se colocó tras el proconsulado de Silio, añade Asconius. 15 Tales epigramas son el IV 14, el VI 64, el VII 63, el VIII 66, el IX 86, el XI 98, el XI 99 y el XII 67. 16 Debido, principalmente, a que Catius y Asconius eran propios de la zona, como atestiguan las inscripciones. Así lo argumenta CAMPBELL (“The birthplace of Silius Italicus” Classical Review 50 (1936), pp. 56-58), quien además prefiere como praenomen Tiberius. 17 Por ejemplo, Rostagni, (1964) Storia della letteratura latina, 3 vols. Turín. 18 Estas fechas se aceptan por la datación de la carta III, 7 de Plinio, que A. N. SHERWIN-WHITE, (1966) The letters of Pliny: A historical and social commentary, establece en 103 d.C. 19 Cf. Tácito, Historias, III, 65.

9

progreso de su hijo Lucio Silio Deciano, quien llegó a ser cónsul en el 94 d.C. Durante este retiro, o tal vez como causa del mismo, perdió a su hijo menor Silio Severo. Hasta tal punto se apartó de la vida pública, que ni siquiera la entrada triunfal en Roma de Trajano en el 99 d.C. le hizo regresar. Fue en este retiro cuando, según el testimonio de Plinio, se dedicó casi por entero a su gusto por la cultura. Aparte de la composición de las Púnicas, consumían su tiempo las recitaciones públicas, los diálogos y conversaciones filosóficas, así como la adquisición de libros, estatuas y otro tipo de obras de arte con las que colmaba las numerosas villas que poseía en la Campania. De esta forma pasaron sus días hasta que una enfermedad, que Plinio denomina clavus, le postró de tal manera que decidió dejarse morir, como seguidor de la corriente estoica que era. Así pues, un aspecto que tanto Plinio como Marcial destacan es la pasión que Silio sentía por las obras de arte y la cultura en general y por la literatura y la poesía en particular. De los diferentes autores que el poeta de las Púnicas veneraba y guardaba en su recuerdo con el mayor afecto sobresalen dos: Cicerón y Virgilio. Con el primero le vinculaba su actividad como abogado y político, como destaca Marcial en su epigrama VII, 63, y como analiza el único traductor de Silio en castellano, J. Villalba Álvarez20: “(...) Pero, antes de eso, nos dice Marcial, el autor de Punica fue abogado y llegó al consulado, justamente en el año en que “Roma adquirió la libertad”, esto es, cuando cayó Nerón. Resultaba fácil, en consecuencia, establecer un paralelismo con Cicerón, el mejor de todos los oradores que también salvó a Roma tras la conjuración de Catilina, convirtiéndose así en defensor de la libertad (...) Marcial identifica a Silio al mismo tiempo como el Nuevo Cicerón y como el Nuevo Virgilio: una persona que aúna las virtudes literarias de ambos y, además, encarna las cualidades políticas del primero”. Aunque por desgracia carecemos de los discursos que Silio realizara, y por tanto no podemos examinar cómo podría reflejarse en su obra la devoción por Cicerón, sí que contamos con las Púnicas para examinar lo mismo respecto a Virgilio. Siempre se ha dicho que Silio fue seguidor e imitador de Virgilio, lo cual es evidentemente cierto, y ello se ha argumentado de diversas formas. En primer lugar, la conexión temática que establece con la Eneida en varios pasajes, siendo el más destacable el parlamento de Juno: 'Intulerit Latio, spreta me, Troius' inquit 'exul Dardaniam et bis numina capta penates 20 J. VILLALBA ÁLVAREZ, La guerra púnica, Madrid, 2005, p. 46.

10

sceptraque fundarit uictor Lauinia Teucris, dum Romana tuae, Ticine, cadauera ripae

45

non capiant, famulusque mihi per Celtica rura sanguine Pergameo Trebia et stipantibus armis corporibusque uirum retro fluat, ac sua largo stagna reformidet Trasimennus turbida tabo, dum Cannas tumulum Hesperiae campumque cruore

50

Ausonio mersum sublimis Iapyga cernam teque uadi dubium coeuntibus, Aufide, ripis per clipeos galeasque uirum caesosque per artus uix iter Hadriaci rumpentem ad litora ponti.' haec ait ac iuuenem facta ad Mauortia flammat. (I 42-55) “¡Sea! -dice-, que un troyano exiliado haya introducido en el Lacio, tras desdeñarme, a Dardania y sus penates, dioses dos veces capturados, y que, vencedor, haya fundado el cetro de Lavinia para los teucros, con tal de que tus riberas, Tesino, no den cabida a los cadáveres romanos, y el Trebia, sirviente mío, fluya hacia atrás por los célticos campos con la sangre de Pérgamo por culpa de las armas amontonadas y los cuerpos de los hombres, y Trasimeno tiemble ante sus aguas turbias por la sangre corrompida; con tal de que yo, desde lo alto, contemple Cannas, tumba de Hesperia, el campo Yapigio anegado por la sangre ausonia, y a ti, Áufido, dudando de tu cauce con tus riberas unidas, intentando, a través de los escudos y yelmos de los hombres y los miembros cortados, romper a duras penas un camino hacia las costas del mar Adriático” Así dice, e inflama al joven para las hazañas de Marte”.

Aparte de este tipo de pasajes, que enlazan las Púnicas con la Eneida como si de una continuación se tratase, existen también otras conexiones. Por ejemplo, la gran cantidad de pasajes en que se deja notar el influjo virgiliano de una manera más concreta, como puede ser la figura de Asbita (libro II, 56-269), modelada sobre la de la amazona Camila21, o bien el estilo de la obra en general, o la posible estructura en héxadas22. 21 Véase la nota 4, p. 5. 22 Sobre la estructura de las Púnicas coexisten dos hipótesis: a) eran 17 libros, como los 17 años de guerra que hubo, compuestos como un díptico en cuyo centro está la batalla de Cannas, y b) eran 18 libros, de los cuales el último ha sido perdido en su mayor parte, divididos en 3 héxadas. Sobre este tema, cf.

11

Ahora bien, un tipo de emulación como la que Silio debió sentir por Virgilio debería afectar más profundamente a las Púnicas, todavía más. Por ello es posible pensar que Silio, el Nuevo Virgilio, el dueño de la finca en que reposaban sus restos y que veneraba como si se trataran de reliquias sagradas23, intentara imitar no ya el resultado del esfuerzo de Virgilio, sino su forma de composición. Así, de igual manera que el autor de la Eneida trató de aunar todos los tipos anteriores de épica desde su modelo Homero24, el autor de las Púnicas intentó hacer lo mismo con todos los autores latinos desde Virgilio. Sobre la base de un tema que era continuación de la Eneida, que ejerce un influjo global sobre las Púnicas, Silio inserta materiales que se corresponden con las creaciones de Ovidio, Lucano o Valerio Flaco 25. Con Ovidio se corresponderían los epilios que Silio inserta de cuando en cuando en la narración como leyendas etiológicas, como es la leyenda de Pirene (libro III, 415-476), el relato de Falerno (VII, 162-211) o la intervención de Anna Perenna (VIII, 44-225). Con Lucano conecta todo el pensamiento estoico que llena las Púnicas en toda su extensión (al respecto, resultan destacables los episodios de Heracles, como es la caída de Sagunto en II, 475-707, o aquellos en los que intervienen abstracciones personificadas como la Lealtad, la Virtud, etc.), así como el gusto por las descripciones geográficas o científicas (pero no el optar por un tema histórico, ya que cada uno lo afronta de una manera completamente diferente el tema historiográfico). Con Valerio Flaco le unen a Silio Itálico no sólo la época y la dinastía para la que componían, sino también una tendencia a incluir contenido metaliterario en sus poemas. Así como la Argo de las Argonáuticas podía interpretarse como la imagen de la creación poética 26, en las Púnicas encontramos también materiales metaliterarios (los pasajes en que habla de Homero, Hesíodo, Ennio, Virgilio, Cicerón, el mítico Dafnis27). Aparte de estos argumentos, hay otros para plantear la pregunta de si las Púnicas deberían WALLACE, M. V. T. “The architecture of the Punica. A hypothesis”, Classical Philology 53 (1958), 99103. 23 Plinio, III, 7, 8: Multum ubique librorum, multum statuarum, multum imaginum, quas non habebat modo, verum etiam venerabatur, Vergili ante omnes, cuius natalem religiosius quam suum celebrabat, Neapoli maxime, ubi monimentum eius adire ut templum solebat. “Por todas partes tenía gran cantidad de libros, estatuas e imágenes, que no sólo poseía, sino que incluso veneraba, y la de Virgilio ante todo, cuyo cumpleaños celebraba más religiosamente que el suyo propio, especialmente en Nápoles, donde solía acudir a su tumba como a un templo”. 24 Véase el apartado anterior, pp. 6-7. 25 Hay también motivos para considerar que las Púnicas estarían conectadas con Livio Andronico, Nevio y especialmente Ennio, pero por el lamentable estado de las obras de éstos no es posible asegurar nada. Con todo, puede consultarse al respecto L. BAYNE WOODRUFF, (1910) Reminiscences of Ennius in Silius Italicus, o K. O. MATIER, “The influence of Ennius on Silius Italicus”, Akroterion 36 (1991), pp.153-158. 26 Véase las notas 11 y 12 para la bibliografía correspondiente. 27 Homero: XIII, 777; Hesíodo: XII, 413; Ennio: XII, 393; Cicerón: VIII, 402; Virgilio: VIII, 592; Dafnis: XIV, 462. También podría considerarse rasgo común a Valerio y Silio el ser una recreación virgiliana de obras diferentes. En el caso de Valerio, de la obra de Apolonio, en el de Silio, de una parte de Livio, los libros XXI-XXX.

12

adscribirse a ese subtipo de épica total que creó Virgilio. Aunque es bien cierto que la materia histórica es importante en las Púnicas, como andamio sobre el que se elaboran e insertan los demás materiales, no se debería decir que las Púnicas son sólo épica histórica, de igual manera que nadie diría que la Eneida es sólo épica mitológica, por muy importante que esta sea para su base, dada la importancia que adquieren los restantes elementos. Partiendo de estas reflexiones, el objetivo se este trabajo consiste en examinar cómo se emplea en el poema de Silio Itálico un elemento a priori esencial para una narración histórica: el tiempo. De esta manera, se pretende intentar entender de mejor manera qué importancia y papel tiene este tipo de contenido en las Púnicas de Silio Itálico.

13

4.- El tiempo en Silio Itálico. De las múltiples diferencias que distancian las Púnicas de Silio Itálico de las epopeyas de sus coetáneos Valerio Flaco y Papinio Estacio, es evidente que la más destacable es la decantación por un tema histórico antes que por uno mitológico. De estilo más clasicista, se aparta también del barroquismo de Lucano, pese a que ambos optan por la materia histórica. Mientras que el cordobés eligió un tema más o menos reciente para su época (la conocida guerra entre César y Pompeyo), y cuyas consecuencias aun eran palpables y levantaban partidismos, Silio prefirió la Segunda Guerra Púnica, un acontecimiento que era más de dos siglos anterior en el tiempo. Por otra parte, es evidente su cercanía espiritual a Virgilio, cuya Eneida trata de continuar en el espacio histórico y que las Púnicas están concebidas como la tardía venganza de Juno y Dido sobre el pueblo de los enéadas28. Frente a Virgilio, Silio tenía ante sí una serie de problemas que el mantuano no tuvo que afrontar, como por ejemplo el tratamiento del tiempo, problema que está subordinado al hecho de haber optado por un argumento perteneciente al ámbito de la historia. Mientras que Virgilio relataba unos acontecimientos pertenecientes al ámbito de la mitología, y por tanto en un contexto temporal más o menos indefinido (lo cual no ha evitado que algunos estudiosos trataran de contar los días que dura)29, Silio narró una guerra histórica, bien documentada y arraigada en la memoria de sus lectores, cuyas peripecias y hechos concretos eran bien conocidos, así como las fechas en que sucedieron. Al contrario que Livio, cuyos Ab urbe condita libri emplea como principal fuente de contenidos, Silio no era un historiador. Por tanto, no sólo se aparta de la expresión prosaica del tiempo recurriendo al ornato poético, sino que incluso llega a desdibujar el transcurso del tiempo y los límites temporales de su argumento30, a diferencia de Lucano31. A la hora de tratar el tiempo, o de diluirlo, Silio emplea varios procedimientos. En primer lugar, comprime el tiempo en diferentes secciones del poema. En segundo lugar, omite o elimina acontecimientos históricos que carecen de interés para el desarrollo del poema y que Livio sí relata. 28 Cf. I 38-55. 29 CRUMP, M. M. The growth of the Aeneid, Oxford, 1920. Realiza una cronología de los libros VII-XII en las páginas 98-99. 30 Siguiendo así a Aristóteles. Cf. Poet. 1449b, 13-14: ἔτι δὲ τῷ μήκει, ἡ μὲν ὅτι μάλιστα πειρᾶται ὑπὸ μίαν περίοδον ἡλίου εἶναι ἢ μικρὸν ἐξαλλάττειν, ἡ δὲ ἐποποιία ἀόριστος τῷ χρόνῳ καὶ τούτῳ διαφέρει. “En cuanto a la duración, una (la tragedia) intenta estar dentro de una sola vuelta del sol o trasparsarla en poco, la epopeya en cambio es ilimitada en cuanto al tiempo”. 31 Quien por seguir de cerca las fechas de los acontecimientos, entre otras características, fue considerado más historiador que poeta posteriormente.

14

En tercer lugar, a la hora de hacer notificación de circunstancias temporales, recurre a una expresión retóricamente elaborada. Tales son algunos de los procedimientos más importantes que emplea Silio Itálico para adaptar su argumento, la Segunda Guerra Púnica, a las exigencias del género épico y sus convenciones. 4.1- Compresión del tiempo. El primero de los procedimientos que Silio Itálico emplea en las Púnicas para diluir la faceta histórica de su obra es la compresión del tiempo. Esta contracción tiene diversas consecuencias y se realiza a diferentes niveles. Las consecuencias que se pueden apreciar son una sensación de desequilibrio (entre aquellas partes que están más condensadas y aquellas que lo están menos) y de velocidad, entre otras. Los niveles en los que se puede apreciar este proceso van desde el más general, en el que se aprecia el conjunto de la obra y su estructura, hasta el más concreto, donde se percibe la compresión en pasajes concretos. En el nivel más general, aquel que se ocupa de las Púnicas como un todo, se puede apreciar un esfuerzo consciente por parte de Silio Itálico para evitar el tono histórico a través del proceso que aquí describimos. Ante todo, es preciso recordar que la Segunda Guerra Púnica fue desarrollada entre los años 218 y 201 a.C., tras el asedio de Sagunto en el 219, es decir, 17 años. Como bien es sabido, el relato de las Púnicas se extiende a lo largo de 17 o 18 libros, dependiendo de la hipótesis que se acepte32. Es preferible, en general, decantarse por la segunda opción de 18 libros. En primer lugar, por los argumentos que se han esgrimido en favor de que haya una laguna al final del libro XVII, ya que entre el regreso de Aníbal a África y la batalla de Zama debieron narrarse una serie de acontecimientos que difícilmente tendrían cabida en los 200 versos que podrían faltar, cuya suma a los 654 hexámetros conservados resultaría en un número bastante elevado en comparación al resto de libros33. En segundo lugar, porque 18 libros cuadrarían en dos divisiones posibles: una en tres partes (tres héxadas) y otra en dos (dos partes de nueves libros), de igual manera que la Eneida admite esas dos posibilidades. En tercer y último lugar porque en el hipotético caso de que las 32 La propuesta de 17 libros la atribuye M. von Albrecht a E. Zinn, en ALBRECHT, M. VON (1964), p. 133., n.35 y p. 171 n. 11 La de 18, a BICKEL “De Silii Punicorum libris VII ss post Domitianum abolitum editis”, Rheinisches Museum 66 (1911), pp. 500-512. 33 Téngase en cuenta que el libro de mayor extensión es el XIII, con 895 versos. La media desde el I hasta el XVI son 725,75 versos.

15

Púnicas hubieran sido escritas en 17 libros por los 17 años de guerra, Silio no habría estructurado de forma satisfactoria su obra. El libro central de las Púnicas es el IX, en el que se relata la primera parte de la batalla de Cannas en el 216 a.C.34 Los libros I y II se dedican a los orígenes de la guerra, hasta la toma de Sagunto (219 a.C.). El libro III trata sobre los preparativos y la marcha hasta Italia, incluyendo el paso de los Alpes (otoño de 218 a.C.). El libro IV narra las batallas de Tesino (noviembre de 218 a.C.), Trebia (diciembre de 218 a.C.), y los preámbulos de Trasimeno. El libro V relata la derrota en Trasimeno (junio de 217 a.C.). El libro VI abre un paréntesis, en el que se nos cuenta la historia de Régulo y se introduce a Fabio Máximo. El VII trata sobre este general, su táctica y su victoria frente a Aníbal en la batalla que siguió a la equiparación de poderes con Minucio (217 a.C.). El libro VIII trata el preámbulo a la batalla de Cannas, y aparecen Emilio Paulo y Terencio Varrón como nuevos cónsules (216 a.C.). En el libro IX se desarrolla la batalla de Cannas (216 a.C.), como ya se ha indicado. Todos estos datos son significativos porque muestran que durante la primera mitad de su obra Silio Itálico narra tan sólo los tres primeros años de guerra (219-216 a.C.), dejando los quince restantes para la segunda mitad, de igual extensión que la primera parte del poema. De ahí se desprenden dos consecuencias: a) no hay motivo para pensar que las Púnicas ocupaban 17 libros en el plan original, si el argumento para ello eran los 17 años de guerra, ya que ni se corresponden, ni tendría sentido alguno incluir ese planteamiento analístico para luego ignorarlo 35, y b) hay un desequilibrio buscado y pretendido por parte de Silio, que ha condensado el tiempo en la segunda parte de la obra, en comparación con la primera. No es aceptable la tesis de que el final de la obra sea precipitado por culpa de la enfermedad de Silio. Como sabemos, esta le afectó cuando ya se había retirado de la vida pública y su hijo mayor, Silio Deciano había sido cónsul. Por tanto, el terminus post quem es el 94 a.C. para la aparición de su enfermedad. Suponiendo que ésta le afectó tan pronto (y es mucho suponer dadas las palabras de 34 Para lo que se describe a continuación puede resultar de utilidad consultar el Anexo (Índice de contenidos de las Púnicas). 35 Tampoco es aceptable el precedente de los 17 Epodos de Horacio, la edición de Píndaro de Aristófanes de Bizancio, el Atis de Filocoro, Geographica de Estrabón o las Historiae de Asinio Polión, ya que no forman parte de los modelos buscados por parte de Silio Itálico. Sí se podría aceptar como válida la idea de que 17 son el total de libros compuestos por Virgilio (12 de la Eneida, 4 de las Geórgicas y 1 de las Bucólicas), como indica M. VON ALBRECHT en Roman epic: an interpretative introduction, Leiden, 1999, p.316, n.1.

16

Plinio al respecto), hasta su muerte fueron 9 años. Es más, se sabe que la fecha de publicación del libro IV de Marcial es el 88 a.C. 36, terminus ante quem para que hubiera comenzado la composición de las Púnicas, lo cual nos da una suma de al menos 15 años de trabajo. En resumidas cuentas, no parece que a Silio le faltara tiempo para componer las Púnicas. Puede ser que no pudiera pulir su epopeya, mejorarla o revisarla, como le sucediera a Virgilio u Ovidio antes de él, pero no parece probable que el final sea apresurado por culpa de una enfermedad, primero, porque tuvo tiempo, segundo, porque toda la segunda mitad de la obra es apresurada. Los cambios que necesitaría para tener el compás lento de la primera mitad deberían de afectar a su estructura profunda, no a una capa superficial. Parece más probable, por tanto, que fueran diseñados así. A un nivel menos general y más concreto, es posible percibir el esfuerzo de Silio por narrar velozmente determinados pasajes. En ellos se percibe un mayor esfuerzo de concentración y síntesis por parte del poeta al relatar las acciones de los personajes que al desarrollar las descripciones. Así ocurre, por ejemplo, cuando Silio nos cuenta cómo fueron las marchas, los movimientos de tropas o las maniobras que no forman parte de las batallas, sino de los momentos previos o posteriores a éstas. Esto mismo mostró M. V. T. Wallace 37 usando como ejemplo la marcha de Aníbal hasta Italia (que en las Púnicas encontramos en el libro III), y comparando el relato de Silio con el de Livio en Ab urbe condita, libro XXI. Mientras que Livio dedica a esta marcha 18 capítulos (del 21 al 39), Silio la relata tan sólo en 540 hexámetros. Pero, citando a Wallace: “If the purely decorative (Hannibal at Gades; the farewell of Hannibal and Imilce) and the traditionally epic elements (The deceitful dream; the invocation to the Muse and the Catalogue; the 36 Cf. Marcial, Epigr. IV, 14, vv. 1-5: Sili, Castalidum decus sororum, qui periuria barbari furoris ingenti premis ore perfidosque astus Hannibalis leuisque Poenos magnis cedere cogis Africanis (...) “Silio, honor de las hermanas castálides, que los perjurios del bárbaro furor oprimes con ingente voz, y a los pérfidos y astutos púnicos del ligero Aníbal obligas a ceder ante los nobles Africanos”. Para las fechas de publicación de los libros de Marcial, cf. L. F. FRIEDLÄNDER, M. Valerii Martialis epigrammaton libri, Leipzig, 1886. 37 WALLACE, M.V.T. “Some aspects of time in the Punica of Silius Italicus”, Classical World 62 (1968), 8393.

17

conversation between Venus and Jupiter) be substracted from the above account of the poet, it can be observed that Hannibal's entire march from Spain to northern Italy was described in 157 verses. This is rapid narration indeed”. El viaje completo, desde Cádiz hasta Italia, duró cinco meses, relatados en sólo 157 versos 38. Pero la compresión va más allá. Los versos que mejor representan son aquellos que van del 415 al 476. En tan sólo 61 hexámetros Silio relata el paso de los Pirineos, el Ródano y el Druencia, y de ellos es preciso substraer los que están dedicados a relatar la leyenda de Pirene, desde el 420 (nomen Bebrycia duxere a uirgine colles) hasta el 441 (defletumque tenent montes per saecula nomen). De esta manera, son sólo 40 hexámetros los que tratan la marcha de Aníbal desde los Pirineos hasta los Alpes pasando por el sur de la Galia, frente a los seis capítulos de Livio (23, 24, 26, 27, 28 y 29, que además incluyen una serie de dificultades que Aníbal tuvo que superar por estas tierras y que Silio omite, como los combates en el Ródano contra los volcas, el paso de los elefantes por el mismo río, o el primer enfrentamiento entre cartagineses y romanos). Es posible realizar la misma aproximación metodológica en otros pasajes. Por ejemplo, en los acontecimientos que sucedieron entre la batalla de Trebia (otoño-invierno de 218 a.C.) y la de Trasimeno (primavera-verano de 217 a.C.). En las Púnicas, este período de tiempo se relata a finales del libro IV (vv 704-829) e inicios del libro V (vv. 1-185), en un total de 310 hexámetros. Ahora bien, de la primera de esas dos secciones hay que restar los versos 722-762, en los que la diosa Juno se aparece a Aníbal en sueños, instándole a marchar hacia Trasimeno. De igual forma los vv. 763-829 son producto de la ficción, ya que son aquellos que relatan cómo unos emisarios cartagineses piden a Aníbal que sacrifique al hijo que había tenido con Himilce, hijo que nunca existió. Sólo los versos 704-721 se ocupan de materia histórica: el nombramiento de Flaminio como cónsul y un breve retrato del mismo 39. La segunda parte, la que se encuentra en el libro V también debe sufrir sustracciones. Los versos 1-23 tratan la leyenda de Trasimeno. Del 24 al 129 se relatan los funestos presagios que precedieron a la batalla, ignorados por el osado general romano. Finalmente, los versos 130-185 consisten en una breve écfrasis de las armas de Flaminio y las 38 Livio, Ab urbe condita, XXI, 38, 1: Hoc maxime modo in Italiam peruentum est quinto mense a Carthagine Noua, ut quidam auctores sunt, quinto decimo die Alpibus superatis. “Así llegó, a grandes rasgos, hasta italia en el quinto mes desde Cartagena, según dicen algunos escritores, tras haber superado los Alpes en 15 días”. 39 El nombramiento de Flaminio como cónsul es significativo. Silio Itálico trata de evitar el nombramiento de magistrados en la medida de lo posible, ya que, como es bien sabido, este acontecimiento anual y periódico era una de las bases para organizar el tiempo en la analística y la historiografía, especialmente en el caso de los cónsules. Para más información, véase el siguiente apartado, 4.2- Omisión de acontecimientos históricos.

18

arengas que dirige a sus soldados. En total, unos 122 hexámetros (704-721 del libro IV y 24-129 del libro V). En Livio, todos los sucesos que acontecen entre Trebia y Trasimeno, en el escenario bélico de Italia, se relatan entre el final del libro XXI e inicios del libro XXII. En el libro XXI Livio da cuenta de un mayor número de acontecimientos, como la defensa de Placencia y la toma Victúmulas, seguida de la marcha de Aníbal a Etruria (capítulos 57 y 58), la batalla entre éste y Sempronio en Placencia (cap. 59), así como la extraña toma de posesión del cónsul Flaminio y su marcha a Etruria (62 y 63). En el libro XXII los primeros capítulos (cap.s 1-3) están dedicados a la llegada de Aníbal a las cercanías de Arezzo y posteriormente de Flaminio (ya entrada la primavera, pues antes dice Livio del otro cónsul que Per idem tempus Cn. Seruilius consul Romae idibus Martiis magistratum iniit “Por aquel tiempo el cónsul Cneo Servilio tomó su cargo en Roma el 15 de Marzo”, y pasó algún tiempo hasta la batalla), así como la táctica de Aníbal para provocar al cónsul romano, devastando la tierra de los aliados. Por tanto, tenemos un proceso que dura más de tres meses (si tomamos como referencia el nombramiento de Flaminio el 1 de Enero y su toma de posesión el 15 de Marzo, pero hay más tiempo antes y después), que Silio se esfuerza en condensar y acelerar. Destacan así las acciones de Aníbal y Flaminio, protagonista y antagonista de esta parte de las Púnicas. Por ejemplo, Silio describe a Flaminio impaciente por marchar a Etruria (Ergo agitur raptis praeceps exercitus armis / Lydorum in populos... “Entonces, tomadas las armas, rápidamente es conducido el ejército hacia los pueblos lidios...” IV 718-719; hay que recordar que con “lidios” Silio quiere referirse a los etruscos, un modo épico, usado voluntariamente por el poeta, para recordar el origen de los etruscos y en definitiva una muestra de voluntad etiológica, paralela al hecho de nombrar a los romanos como troyanos y enéadas, y a los cartagineses como agenóridas), dado su carácter temerario e imprudente. De igual manera, Aníbal también se mueve rápido, guiado por las visiones de Juno ( His agitur monitis et laetam numine pubem / protinus aerii praeceps rapit aggere montis. “Con estas advertencias se conduce y rápidamente conduce adelante a sus hombres alegres por el numen celeste”, IV 739-740). Nótese que la velocidad de la acción es descrita con las mismas palabras en ambas secciones: rapio como verbo, praeceps refiriéndose al general, ago en lugar de duco, casi como si los generales empujaran a sus ejércitos con impaciencia hacia el inevitable choque al que los empujan los hados. El siguiente gran episodio de la Segunda Guerra Púnica es el prolongado duelo que sostuvieron en tierra italiana el temido Aníbal y el dictator Quinto Fabio Máximo, quien llevó a cabo su famosa táctica contemporizadora o de desgaste. Ésta no fue comprendida por sus conciudadanos, quienes le 19

arrebataron el poder que previamente le habían concedido en el 217 a.C., al equipararlo en funciones con su magister equitum M. Minucio Rufo. Con su prudente estrategia consiguió agotar el ejército de Aníbal, quien llegó a verse acorralado en alguna ocasión. Al final de su dictadura, fueron elegidos cónsules Lucio Emilio Paulo y Gayo Terencio Varrón, quienes lideraron a los romanos en la desastrosa derrota de Cannas. Entre la batalla de Trasimeno y el nombramiento de estos dos cónsules en el 218 a.C. transcurrieron los meses que restaban al año anterior y los primeros del siguiente: la mayor parte del verano, otoño e invierno, hasta la toma de posesión habitual en Marzo. En las Púnicas, todo este período ocupa, a priori, los libros VI y VII (y en teoría parte del VIII, ya que Varrón y Emilio Paulo no aparecen hasta el v. 242 de este libro, pero que hay que descartar, ya que los primeros 241 hexámetros tratan la leyenda de Anna Perenna). Pero una vez más, si se restan los episodios mitológicos, los relatos que se insertan entre medias y demás tipos de ornato, el total es mucho menor. En primer lugar, al examinar el libro VI, es evidente que éste forma un gran paréntesis en el desarrollo de los acontecimientos. Los versos 1-61 tratan de las consecuencias de la batalla de Trasimeno, de cómo huidos y heridos tratan de regresar a Roma. Los vv. 62-589 son los relatos de Maro, un anciano, a Serrano, herido en Trasimeno, en los que el veterano cuenta al joven las hazañas de su padre Régulo en la Primera Guerra Púnica, y que Silio emplea para exponer parte de sus ideales estoicos40. Los versos 590-640 consisten en la profecía que Júpiter realiza sobre la futura victoria romana y en un retrato de Fabio. Por último, los versos 641652 relatan el viaje de Aníbal a Campania pasando por Umbría y Piceno, para después, en los vv. 653-716 incluir la écfrasis de las pinturas del templo de Literno y su destrucción por parte de Aníbal. Como se puede comprobar, tan sólo los primeros 61 versos, junto con los 11 que narran el viaje de Aníbal a Campania tratan la materia histórica en cuanto al libro VI se refiere, apenas la décima parte del total. En cuanto al libro VII hay más material histórico en comparación con el anterior, pero de nuevo hay que restar algunos pasajes. Del v. 1 al 73 Silio introduce un elogio de Fabio, junto con el relato por parte de un prisionero romano en el campamento cartaginés de los 300 Fabios que se enfrentaron a Veyes tiempo atrás. De igual forma, en los versos 162-211 Silio realiza otro paréntesis, en esta ocasión para incluir la hermosa leyenda sobre los orígenes de los viñedos de Falerno. En los vv. 409-493 se interrumpe una vez más el relato para insertar otro epilio: las ninfas 40 A este respecto resulta interesante el segundo relato en particular. En éste Maro cuenta a Serrano cómo su padre Régulo fue capturado por los cartagineses tras la batalla de los campos de Bragadas en el 255 a.C., derrotado por el espartano Jantipo. Su cautiverio duró cinco años, hasta que en el 250, los cartagineses, tras una severa derrota, enviaron una embajada de paz en la que incluyeron a Régulo. Éste, pese a las promesas de libertad que le habían dado si la paz era acordada, prefirió la tortura y la muerte, tras aconsejar vehementemente a los romanos que no aceptaran la paz ni le liberasen. Conforme a la palabra que había dado, regresó a Cartago, donde murió por sus actos. Naturalmente, este relato de suicidio por lealtad está en consonancia con los ideales estoicos de Silio, que aparecen de manera más o menos semejante en la caída de Sagunto (libro II), de Capua (XIII) y otros lugares.

20

de Cayeta viajan hasta la morada de Proteo, quien les informa sobre el futuro de la guerra. En suma, tras descontar estos paréntesis, la acción se desarrolla a lo largo de unos 540 hexámetros. Todos los acontecimientos que Silio relata en ese espacio ocupan en Ab urbe condita 26 capítulos del libro XXII (7-32). Si bien en comparación la cantidad de texto es mucho mayor en Livio, es cierto que Silio se permite más texto que en el resto de ejemplos que aquí se dan. Lo que interesa es que en este caso la distorsión es provocada por la interrupción constante de la narración con la inserción de relatos , episodios mitológicos, o historias con una alta carga de tipo ético o filosófico. Otro pasaje de las Púnicas que refleja esta compresión del tiempo es la campaña de Escipión contra Cartagena en el 209 a.C, tras haber llegado a la península ibérica y reorganizado los maltrechos ejércitos romanos el año anterior. Silio Itálico empieza el relato del viaje desde Roma en el v. 152 del libro XV, y poco más de 130 versos después, en el 285, concluye la toma de Cartagena por parte del general romano. Tras narrar la travesía por mar hasta Tarragona con una hermosa descripción de los parajes cuyas costas bordea Escipión (vv. 152-179, aunque dentro de éstos hay una plegaria a Neptuno), la acción se detiene. La escena que sigue es una aparición del espectro de Escipión padre, a la noche siguiente (Nox similes morti dederat placidissima somnos, “Una noche semejante a la muy placentera muerte había traído los sueños”, v.180), quien aconseja a su hijo que centre su atención en la toma de la gran ciudad cartaginesa. Éste reacciona inmediatamente (Talia monstrabat genitor propiusque monebat, / cum iuvenem sopor et dilapsa reliquit imago, / surgit et... “Su padre le mostraba tales cosas y más insistentemente le aconsejaba, cuando el sopor y la visión disuelta abandonaron al joven, y él se levantó...”, vv. 200-203) y se coloca al frente de sus tropas para iniciar acto seguido la marcha (praegreditur celeratque vias et corripit agmen / pernici rapidum cursu camposque fatigat. “Se pone al frente, acelera el paso, hace volar a su veloz ejército con una ágil carrera y cansa las llanuras”, vv. 208-209). Este viaje dura, en las Púnicas, tan sólo siete días (Iamque Hyperionia lux septima lampade surgens / sensim attollebat propius subeuntibus arces / urbis, et admoto crescebant culmina gressu. “Ya la luz surgiendo con la séptima lámpara de Hiperión agrandaba claramente las ciudadelas de la urbe a los que se acercaban más y más, y crecían los tejados con el avance que se acercaba”, vv. 214-216), con lo que en total, Silio reduce a poco más de unos nueve días todo el proceso, desde el momento en que Escipión embarca en Roma, hasta la toma de Cartagena, cuando sabemos que entre un hecho y otro hubo más de varios meses. Livio nos describe todo este proceso en dos partes diferentes del libro XXVI de su obra. El viaje por mar nos lo cuentan los capítulos 19 y 20. La conquista de Cartagena ocupa diez capítulos: 41-51.

21

Por último, la marcha de Nerón hasta Lucania es también un buen ejemplo de cómo Silio Itálico comprime el tiempo. Este pasaje está insertado tras la victoria de los cónsules Marco Livio Salinator y Gayo Claudio Nerón sobre Asdrúbal en Metauro, combate que es narrado en el último tercio del libro XV. Vencidos los cartagineses, el cónsul Nerón corta la cabeza al hermano de Aníbal, e inicia una marcha hacia los campamentos de éste, para a continuación arrojar dentro la cabeza de Asdrúbal (XV 809-81241). De este pasaje destaca la forma en que Silio cambia el escenario de forma instantánea, de Metauro a Apulia, en apenas unos versos. Descrito como si sólo hubiera durado una noche (Iamque diem solisque uices nox abstulit atra / cum... “Ya la negra noche se llevó el día y el transcurso del sol, cuando...”), esta travesía de Nerón sin su ejército duró seis días en realidad, según dice Livio en su obra (Nero ea nocte quae secuta est pugnam profectus in Apuliam citatiore quam inde uenerat agmine, die sexto ad statiua sua atque ad hostem peruenit. (XXVII, 50, 1.) “La noche que siguió a la batalla, Nerón marchó a Apulia más rápido que cuando había venido con el ejército, y llegó al día sexto a sus cuarteles cerca del enemigo”). En suma, todos estos ejemplos, junto con el primer análisis a un nivel más general, muestran claramente cómo Silio Itálico recurre a la compresión del tiempo de manera habitual y constante. Esto produce varias consecuencias, como que en ocasiones la narración parezca acelerada, pero principalmente una sensación de distorsión en el relato. Al reducir viajes de varios días en uno, y conquistas de varios meses en una semana, Silio Itálico está realizando un esfuerzo consciente. Este tour de force busca hacer de la materia histórica una materia épica y construir un poema épico a medio camino entre el modelo virgiliano y el modelo de Nevio, Ennio y Lucano. La misma sensación se produce cuando interrumpe la acción con epilios y relatos secundarios.

41 Estos versos están reproducidos en 4.3- La expresión poética del tiempo: noche y día., p.40.

22

4.2- Omisión de acontecimientos históricos. Una consecuencia directa de la compresión temporal estudiada es la inevitable omisión de acontecimientos históricos que conlleva una narración como la que Silio Itálico realiza en Púnicas. De igual manera que en el apartado anterior, es posible estudiar este procedimiento a diferentes niveles, desde uno más general hasta otros más concretos. A un nivel más general se puede apreciar cómo Silio, a la hora de componer su obra, tomó la decisión de descartar determinados materiales en pro de la unidad de su poema, de la focalización que deseaba realizar y de los temas que le interesaban como especialmente oportunos para la atmósfera épica. De esta manera pudo prescindir de todo aquello que le distraía de su narración y del objetivo que para ella se había propuesto. A grandes rasgos, el tema de las Púnicas de Silio Itálico es el proceso mediante el cual Roma alcanzó sus mayores cotas de grandeza precisamente gracias a la superación de dificultades y al sufrimiento o labor que ello conllevaba. El siguiente pasaje es bastante elocuente al respecto: Speramusne, deae, quarum mihi sacra coluntur, mortali totum hunc aperire in saecula uoce posse diem? tantumne datis confidere linguae, ut Cannas uno ore sonem? si gloria uobis nostra placet neque uos magnis auertitis ausis, huc omnis cantus Phoebumque uocate parentem. Verum utinam posthac animo, Romane, secunda, quanto nunc aduersa, feras, sintque hactenus, oro, nec libeat temptare deis an Troia proles par bellum tolerare queat. Tuque anxia fati pone, precor, lacrimas et adora uulnera laudes perpetuas paritura tibi. Nam tempore, Roma, nullo maior eris. Mox sic labere secundis ut sola cladum tuearis nomina fama. (IX 340-353) “¿Acaso, diosas, cuyos rituales cultivo, esperamos poder revelar a la posteridad todo ese día con una voz mortal? ¿Acaso consentís en confiar tanto a mi lengua, que 23

Cannas resuene en una sola boca? Si os complace nuestra gloria y vosotras no os apartáis de este mi gran atrevimiento, convocad aquí a todos los cantos y al padre Febo. Pero ojalá que después de esto, romano, soportes los momentos favorables con tanto ánimo como ahora los adversos, que ojalá sean sólo hasta ese punto, lo imploro, y no agrade a los dioses comprobar si la prole troyana es capaz de otra guerra igual. Tú, angustiada por el hado, depón, te lo ruego, tus lágrimas, y adora estas heridas que han de engendrarte alabanzas eternas, Roma, pues en ningún otro tiempo serás más grande. Después, de tal forma serás arrastrada por los momentos favorables que protejas tu nombre únicamente con la fama de tus derrotas”42. Para este tema de la superación de la adversidad43, Silio tomó al mayor antagonista de la historia de la República, el cartaginés Aníbal, como encarnación de las penurias que hubo de sufrir Roma, y le opuso las virtudes romanas, personificadas en varios héroes romanos (Fabio Máximo, Emilio Paulo, Régulo, Marcelo y especialmente Escipión44). La narración se articula siguiendo de cerca los pasos de aquél, mientras derrota a los romanos, y siguiendo los pasos de los romanos cuando consiguen sobreponerse. Todo aquel material que obstaculiza esta idea es, por tanto, susceptible de ser descartado. Ahora bien, la Segunda Guerra Púnica fue un conflicto complejo, a veces con varios frentes bélicos abiertos al unísono, como se puede apreciar en la lectura de la tercera década de Livio, y fue una guerra en la que además se produjeron también acontecimientos en la historia interna de Roma 45. Silio elimina deliberadamente los frentes secundarios que no colaboran al logro de su meta artística. Así ocurre por ejemplo con el conflicto que Roma sostuvo con Filipo V de Macedonia entre los 42 Este proemio al mezzo no es la única invocación a las musas que Silio Itálico realiza. Como típica convención épica, aparece en más de una ocasión, siempre abriendo pasajes que el autor estima de una importancia o dificultad sobresaliente. Dichos pasajes son, aparte del arriba reproducido y del proemio en I 1, las invocaciones de IV 525, V 420, VII 212, XI 1 y XIV 1. También hay dos invocaciones a Calíope únicamente, III 222 y XII 387. 43 Otro pasaje muy relevante al respecto es III 163-165, en el que Júpiter, como dios paterno, decide encumbrar a la nación romana haciéndola pasar por penalidades: Tum pater omnipotens, gentem exercere periclis / Dardaniam et fama saeuorum tollere ad astra / bellorum meditans priscosque referre labores, “Entonces el padre omnipotente, queriendo ejercitar al pueblo dardanio con peligros, elevarla con la fama de sus crueles guerras hasta las estrellas y recordar las antiguas penalidades...” 44 Y reflejando así en esta variedad el ideal de que la República está sana cuando compiten los nobles que la lideran. Tal vez pudo ser esa la intención de Silio al no erigir únicamente a Escipión como héroe y repartir por igual la gloria entre todos esos personajes. 45 Para la Segunda Guerra Púnica pueden consultar los capítulos habituales de los manuales generales de historia de Roma, como ROLDÁN, J. M., Historia de Roma, Salamanca, 1995, o KOVALIOV, S.I., Historia de Roma, Madrid, 2007; y las obras monográficas, como BAGNALL, N. The Punic Wars, Londres, 1990.

24

años 214-205 a.C., consecuencia del tratado que este monarca estableció con Anibal 46. Dicho conflicto es conocido como la Primera Guerra Macedónica, germen de las dos que siguieron y que fueron de mayor escala. En verano del 214 a.C. Filipo trató de tomar Iliria mediante una invasión por mar, consiguiendo parcialmente sus objetivos, pero tras la contraofensiva romana tuvo que retirarse. Los dos años siguientes, 213-212 a.C., la conquista de Iliria prosiguió por tierra. En un intento por prevenir la hipotética invasión de Italia por parte de Filipo (y que se estipulaba en el tratado que había firmado con Aníbal), Roma estableció una alianza en el 211 a.C. con los antiguos enemigos de Macedonia, la Liga Etolia y el rey Átalo I de Pérgamo. A partir de entonces la guerra se convirtió en un continuo intercambio de escaramuzas entre los amigos y enemigos de Filipo en territorio griego, sin un claro vencedor, hasta que finalmente en el 206 a.C. la Liga Etolia firmó de forma unilateral una paz con Filipo. Sin aliados en el escenario bélico de Grecia, pero habiendo logrado mantener a este enemigo fuera de Italia, Roma firmó la Paz de Fénice en el 205 a.C., con la que finalizaba oficialmente la Primera Guerra Macedónica. Todos estos sucesos son relatados en Ab urbe condita en diferentes pasajes. En el libro XXIII (caps. 33-34 y 38-39) se relatan cómo fueron las embajadas púnica y macedonia, y la reacción romana ante la nueva guerra. En el libro XXIV (cap. 40) se refieren los inicios del conflicto. En el libro XXVI (caps. 24-26) se narra el tratado con la Liga Etolia y algunos enfrentamientos. En el libro XXVII (caps. 30-33), la intervención de Filipo en Grecia y su posterior retirada, y en el libro XVIII (caps. 5-8) los combates en territorio heleno ocurridos en el 207 a.C. Por último, en el libro XIX (caps. 11-12) se recoge la Paz de Fénice. Por el contrario, en las Púnicas de Silio Itálico, todo este conflicto, que duró 9 años y supuso una costosa guerra de desgaste para Roma, se reduce a los siguientes 33 versos: Emathio interea tellus Aetola tumultu feruebat Macetum subitis perculsa carinis. Proximus hinc hosti dextras iungebat Acarnan. Causa noui motus Poenis regique Philippo in bellum Ausonium sociatae foedere uires. Hic gente egregius ueterisque ab origine regni Aeacidum sceptris proauoque tumebat Achille. Ille et nocturnis conterruit Oricon armis quaque per Illyricum Taulantius incola litus 46 Y que Polibio reproduce en VII, 9.

25

exiguos habitat non ullo nomine muros, turbidus incessit telis, ille aequore uectus nunc et Phaeacum Thesprotiaque arua lacessens Epirum cassis lustrabat futilis ausis, nunc et Anactoria signa ostentauit in ora Ambraciosque sinus Olpaeaque litora bello perfudit rapido. Pepulit uada feruida remis Leucatae et Phoebi uidit citus Actia templa. Nec portus Ithacae, Laertia regna, Samenque liquit inaccessam fluctuque sonantia cano saxa Cephallenum et scopulosis Neriton aruis. Ille etiam Pelopis sedes et Achaica adire moenia praegaudens tristem Calydona Dianae Oeneasque domos, Curetica tecta, subibat promittens contra Hesperiam sua proelia Grais. Tum lustrata Ephyre Patraeque et regia Pleuron Parnasusque biceps Phoeboque loquentia saxa. Ac saepe ad patrios bello reuocante penates, cum modo Sarmaticus regna infestaret Orestis, aspera nunc Dolopum uis exundasset in agros, incepto tamen haud facilis desistere uano belli per Graias umbram circumtulit oras, donec nunc pelago, nunc terra exutus omisit spem positam in Tyriis et supplex foedera sanxit Dardana nec legem regno accepisse refugit. (XV 286-319). “Entretanto hervía la tierra etolia por el tumulto ematio, sacudida por los repentinos navíos de los macedonios. Luego el vecino acarnanio estrechaba las diestras del enemigo. La causa de la nueva turbación eran las fuerzas aliadas por un pacto del cartaginés y del rey Filipo con vistas a la guerra contra Ausonia. Éste, sobresaliente por su linaje y por el origen de su antiguo reino, presumía de los cetros de los Eácidas y de su antepasado Aquiles. Él incluso con ataques nocturnos aterrorizó Órico, y por todo el lugar que el morador Taulante habita sus exiguos muros sin 26

nombre a lo largo de la costa iliria, atacó furioso con sus armas. Tras ser llevado por el mar, ya hiriendo los campos feacios y de los tesprotios recorría el Épiro con intentos vanos e inútiles, ya también mostró sus enseñas dirigiéndose hacia la costa anactoria y con un impetuoso ataque inundó las bahías ambracias y el litoral de Olpe. Sacudió los vados de Léucate, hirvientes bajo los remos, y velozmente vio los templos actíacos de Febo. Y no ignoró los puertos de Ítaca, reinos de Laertes, la inaccesible Same ni las rocas de Cefalonia, resonantes por el cano oleaje o Nérito con sus rocosos llanos. Él, también anhelante de ir a los hogares de Pélope y las murallas aqueas, a Calidón, triste para Diana, a la casa de Eneo, morada de los curetes, llegaba prometiendo a los griegos su guerra contra Hesperia. Atravesó entonces Éfira, Patras y la regia Pleurón, el bicéfalo Parnaso y las parlantes rocas de Febo. Y a menudo llamándole la guerra de vuelta a sus patrios penates, cuando no sólo el sármata oreste infestaba sus reinos, sino también la ruda fuerza de los dólopes se había desbordado en los campos, con todo, resistiéndose a desistir de su vano intento, llevó alrededor la sombra de la guerra por las costas griegas, hasta que ya del mar, ya de la tierra expulsado, perdió la esperanza puesta en los tirios, y suplicante sancionó los pactos dardanios y no rehusó que en su reino se aceptase la ley”. Nótese que este pasaje está incluido tras la toma de Cartagena por Escipión, en el 209 a.C., por lo que Silio está relatando por un lado acontecimientos que han sucedido a lo largo de los cinco años anteriores, y por otro hechos que no sucederán hasta cuatro más tarde. Tenemos por tanto un curioso caso no sólo de condensación temporal, ya que limita a 33 hexámetros un conflicto de 9 años, sino también de eliminación u omisión, ya que el relato de esta guerra ha sido descartado de aquella ubicación que le habría correspondido en el poema de haberse mantenido el orden cronológico. Todo ello lo hace Silio con el fin de no distraer de la narración principal (lo concerniente a Aníbal y a sus adversarios) al lector y de perseguir los objetivos artísticos que se había fijado como meta de su epopeya47. Otro tanto sucede con el frente bélico de la península ibérica, desde que Aníbal parte hacia Italia en el año 218 a.C. y hasta que Escipión el Africano viaja hasta allí en el 210 a.C. En esos ocho años la 47 Filipo V y sus macedonios desaparecen en este punto de las Púnicas hasta que en el libro XVII reaparecen de manera fugaz. Durante la batalla de Zama, el númida Masinisa se enfrenta a un grupo de guerreros macedonios. De los que se dice que immemor has pacti post foedus in arma Philippus / miserat et quassam refouebat Agenoris urbem. “Filipo, olvidando el pacto tras el acuerdo había enviado a las armas a éstas (tropas, cateruas) y reavivaba la sacudida ciudad de Agenor ” (XVII, 420-421).

27

guerra prosiguió en el escenario hispano, con alternativas tanto para el bando romano como para el cartaginés. Estos conflictos se iniciaron en el 217 a.C., cuando Publio Cornelio Escipión, el general derrotado en Tesino, marchó como procónsul a Hispania junto con su hermano Gneo al mando de un ejército. Establecieron su cuartel general en Cisis 48, lugar desde el cual comenzaron a expandir su área de influencia sobre los nativos, que soportaban duramente el dominio cartaginés. Ello llevó a uno de los comandantes púnicos, Hanón (sobrino de Aníbal) a lanzar un temerario ataque y sin esperar los refuerzos de Asdrúbal. La batalla se saldó con la victoria romana de Cisis, en el año 218 a.C. El siguiente enfrentamiento de importancia fue la batalla naval del Ebro, también favorable a los Escipiones en el 217 a.C. Tras estas victorias los cartagineses no pudieron enviar refuerzos a Italia desde la península ibérica, su principal fuente de recursos y soldados hasta el momento. Asdrúbal trató de romper este cerco virtual en una ofensiva que culminó en la Batalla de Dertosa (actual Tortosa) en el 215 a.C., batalla en la que fue derrotado a duras penas y que conllevó el envío de otros dos comandantes cartagineses, con sendos ejércitos, a la península ibérica: Magón Barca y Asdrúbal Giscón. Las fuerzas púnica y romanas sostuvieron un conflicto intermitente. Los Escipiones trataron de hacerse con la alianza del rey Sífax, pero Asdrúbal fue capaz de sofocar esta rebelión en 213-212 sin mayores problemas. Entonces los comandantes romanos decidieron separar sus ejércitos: Publio atacó a Magón en Cástulo y Gneo a Asdrúbal en Ilorca. El resultado fueron dos derrotas romanas en las que murieron ambos hermanos en el año 212 a.C. Roma decidió entonces enviar a la península ibérica a Claudio Nerón en el 211 a.C., y la situación se mantuvo tranquila hasta la llegada de Publio Cornelio Escipión, futuro Africano, en el 210 a.C. para iniciar la campaña que culminaría con la toma de Cartagena y la expulsión de las fuerzas púnicas de territorio hispano. Esta sucesión de acontecimientos en la península ibérica, que duró 8 años, fue de capital importancia para el desarrollo de la Segunda Guerra Púnica. Así parece entenderlo Livio, quien en Ab urbe condita relata todos estos acontecimientos a lo largo de la primera mitad de su tercera década. En el libro XXI (caps. 60-61) se describe la llegada de Gneo y los sucesos hasta la batalla de Cisis en 218 a.C. y la sumisión de otros pueblos durante el invierno de ese año. En el libro XXII (caps. 19-22) Livio relata la llegada a la península ibérica de Publio, así como el conflicto con algunos pueblos iberos. En el XXIII (caps. 26-29; 48-49) narra los preámbulos y el desenlace de la victoria romana del Ebro y posteriormente de la de Dertosa. En el libro XXIV (caps. 41-41) se trata de los avances de los Escipiones y la liberación de Sagunto. En el XXV (caps. 32-39) se narra la derrota de ambos hermanos y la reorganización de los romanos. Por 48 No está clara la ubicación actual, aunque es posible que se trate de un nombre alternativo de Tarragona, o de alguna aldea que acabase siendo absorbida posteriormente por la cercanía. Cf. Livio, Ab urbe condita, XXI, 60-61.

28

el contrario, Silio Itálico presta muy poca atención a este escenario bélico. Los sucesos que en tal escenario sucedieron, sólo son relatados en el libro XIII de Púnicas, en el contexto de la catábasis de Escipión, que este personaje se decide a realizar precisamente para poder conversar con el alma de su padre y su tío. Tras haber practicado el ritual (400-487) y después de que el alma de la Sibila ha revelado el futuro y descrito el inframundo (488-614), se aparece a Escipión su madre Pomponia (615-649), y finalmente, su padre y su tío. Éstos, a lo largo de unos cincuenta hexámetros describen su suerte en Hispania. Los versos más significativos son los siguientes, que comienzan a mitad del discurso de Escipión padre: Sat tibi sint documenta domus. Octaua terebat arentem culmis messem crepitantibus aestas, ex quo cuncta mihi calcata meoque subibat germano deuicta iugum Tartessia tellus. Nos miserae muros et tecta renata Sagunto, nos dedimus Baetem nullo potare sub hoste, nobis indomitus conuertit terque quaterque germanus terga Hannibalis. Pro barbara numquam impolluta fides! peterem cum uictor adesum cladibus Hasdrubalem, subito uenale, cohortes Hispanae, uulgus, Libyci quas fecerat auri Hasdrubal, abrupto liquerunt agmine signa.. Tunc hostis socio desertos milite multum ditior ipse uiris spisso circumdedit orbe. Non segnis nobis nec inultis, nate, peracta est illa suprema dies, et laude inclusimus aeuum.' Excipit inde suos frater coniungere casus: 'Excelsae turris post ultima rebus in artis subsidium optaram supremaque bella ciebam. Fumantis taedas ac lata incendia passim et mille iniecere faces. Nil nomine leti de superis queror: haud paruo data membra sepulcro nostra cremauerunt in morte haerentibus armis. Sed me luctus habet, geminae ne clade ruinae cesserit adfusis oppressa Hispania Poenis.' 29

(XIII, 671-695) “'¡Que te basten los testimonios de tu casa! Ya el octavo estío trillaba la seca mies de las crujientes pajas, desde que la tierra tartesia pasaba bajo el yugo, recorrida por mí y sometida por mi hermano. Nosotros entregamos a la desdichada Sagunto sus muros y renacidos techos, nosotros hicimos posible beber del Betis sin amenaza de enemigo alguno, y ante nosotros dio la espalda tres y cuatro veces el indómito hermano de Aníbal. ¡Ah lealtad de los bárbaros, nunca libre de mancha! Perseguía yo vencedor a un Asdrúbal consumido por las derrotas, cuando las cohortes hispanas, que Asdrúbal había convertido con oro libio en muchedumbre repentinamente sobornable, abandonaron las enseñas tras romper la línea. Entonces el enemigo a nosotros, abandonados por los soldados aliados, y más numeroso él mismo en hombres, nos rodeó con un compacto círculo. No fue estéril aquel día final y no sin ser vengados transcurrió para nosotros, hijo mío, y de forma laudable terminamos nuestra vida'. Entonces añadió el hermano sus propias aventuras: 'Tras el fin y en situación complicada, había buscado el refugio de una alta torre y convocaba mis combates finales. Arrojaron humeantes teas y amplias llamas por todas partes y mil antorchas. En nada me quejo a los dioses por el tipo de muerte: mis miembros, entregados a un nada pequeño sepulcro, ardieron, con las armas conservadas aún en la muerte. Pero la pena me posee, de que Hispania, oprimida por la desgracia de nuestra doble ruina, haya cedido a los invasores cartagineses'”49. Tales son dos de los grandes bloques de acontecimientos que Silio Itálico decidió eliminar de su poema épico, a fin de no distraer de lo que él consideró como realmente importante y esencial. Pero hay también otro tipo de noticias de las que el autor de las Púnicas prescinde y que son relevantes a un nivel general. Tales precisiones son aquellas que en determinados géneros historiográficos se empleaban de manera sistemática para reflejar el paso del tiempo, algo que Silio trata de evitar a toda costa en su obra. Se trata, por ejemplo, de los nombramientos de magistrados, en especial de los cónsules, la asignación de mandos, o el recuento de prodigios y rituales religiosos. Todos estos acontecimientos aparecen siempre en las obras historiográficas como elementos que ayudan a ordenar cronológicamente el relato. El caso de los cónsules es especialmente significativo, por tratarse de la magistratura epónima de los años, y por tanto es habitual encontrar la consabida 49 Nótese, en primer lugar, la bella expresión poética empleada por el poeta para referirse al octavo año (Octaua terebat / arentem culmis messem crepitantibus aestas); asimismo, cómo Silio carga la culpa de la defección de los soldados hispanos sobre la perfidia de Asdrúbal, más que en ellos mismos.

30

fórmula en analística (Druso Caesare C. Norbano consulibus, “Siendo cónsules Druso César y G. Norbano” Tácito, Anales, I 55.), biografía (M. Claudio L. Furio consulibus, “Siendo cónsules M. Claudio y L. Furio” Cornelio Nepote, Aníbal, 7, 6), o monografía (Igitur circiter Kalendas Iunias L. Caesare et C. Figulo consulibus “Así pues cerca de las calendas de Junio durante el consulado de L. César y G. Fígulo” Salustio, Conjuración de Catilina, 17, 1). Precisamente por esta cualidad de hito cronológico, Silio intenta evitar en sus Púnicas la referencia al nombramiento de los cónsules, que sólo refiere cuando no le es posible o no le interesa omitirlo. Así ocurre por ejemplo en los libros IV, en el que se nombra a Flaminio cónsul, VI, cuando Fabio Máximo es dictator, VIII, en el que alcanzan la silla curul Varrón y Paulo y XV, donde hace lo propio Escipión. Se debe notar que todos estos personajes representan bien un conjunto de defectos (Flaminio y Varrón), bien de virtudes (Fabio, Paulo, Escipión), y además, su elección como líderes abre nuevas etapas del relato (Flaminio antecede a Trasimeno, Fabio al paréntesis bélico, Paulo y Varrón a Cannas, Escipión a toda la etapa final de la guerra). El resto de personajes que alcanzaron la máxima magistratura, cuando aparecen en el relato, nunca lo hacen en el momento de asumir el cargo o de ganar las elecciones. Y nunca, bajo ningún concepto, se reduce la expresión a la fórmula habitual de la historiografía50. En un nivel menos general, es posible también identificar pasajes en los que Silio descarta o suprime hechos de los que hay constancia de que ocurrieron, tal vez por considerarlos secundarios o de poco interés o que no colaboran al logro de su meta artística, pero que sucedieron en los escenarios que él relata en sus Púnicas. No se trata por tanto de un procedimiento exactamente igual a aquél en el que eliminaba sistemáticamente grandes bloques de acontecimientos, ya que éstos de los que ahora se trata, no habrían implicado cambiar la focalización de los pasajes en los que podrían haberse incluido, porque Silio habría podido mantener su hilo narrativo, consistente en seguir los pasos de Aníbal o de sus enemigos. Se trata, por tanto, de aquellos hechos históricos que 50 Véase por ejemplo cómo se menciona a Marco Claudio Marcelo, el conquistador de Siracusa: Tali Trinacriae motu rebusque Sicanis exitio regis trepidis, sublimis honore (tertia nam Latios renouarat purpura fasces) Marcellus classem Zanclaeis appulit oris (XIV 110-114). “Con tal agitación en Trinacria y el estado siciliano inestable por la muerte de rey, Marcelo, en lo más alto por su cargo (pues había renovado las fasces latinas con su tercera púrpura), condujo la flota a las costas de Zancle”.

31

tuvieron lugar en las acciones bélicas en las que estuvo implicado Aníbal, sus adversarios romanos, o los personajes que toman el protagonismo en los diferentes pasajes de Púnica. Eso mismo ocurre en los orígenes de la guerra, en los preparativos para el ataque, y posteriormente durante el asedio y toma de Sagunto. Como sabemos, tras la muerte de Asdrúbal Barca el que fue elegido por el ejército como comandante en jefe fue Aníbal. Transcurría por aquel entonces el año 221 a.C. Pasó el tiempo consolidando la presencia púnica en el sur de la península ibérica, hasta que en el 220 a.C. dirigió una ofensiva más allá del río Ebro, hacia el territorio de olcades y vacceos, quienes intentaron tenderle una emboscada en el río Tajo, pero fueron derrotados por el general cartaginés. Al año siguiente dirigió su atención a Sagunto, que asediaría y tomaría durante el mismo, el 219 a.C. tras haber provocado mediante el conflicto con el pueblo de los turdetanos. Estos acontecimientos son relatados con gran detalle por Tito Livio en el capítulo 5 del libro XXI. Silio no hace mención de ellos. Por el contrario, en el espacio que hay entre las muertes de Amílcar y Asdrúbal (I 140-181) y el inicio del ataque a Sagunto (I 239) el autor de las Púnicas introduce un elemento típico de la poesía épica, un catálogo. En este caso, el que consigna las tierras que hay bajo el mando de Aníbal51. Este mismo tipo de omisión de acontecimientos (aquellos que coinciden en escenario y tiempo con los que Silio emplea en algún momento de su narración) es el que se produce con las embajadas que se enviaron al inicio de la guerra, entre saguntinos, romanos y cartagineses. Según narra Livio (XXI 6-10 y 18-20) hubo en total 3 embajadas. La primera de ellas fue la enviada por Sagunto a Roma para pedir auxilio ante el más que probable ataque a su ciudad. La segunda fue la que decidieron enviar los romanos, cuando ya sabían que Sagunto estaba bajo ataque; la integraban P. Valerio Flaco y Q. Bebio Tánfilo; no fue recibida por Aníbal, y tras dirigirse a Cartago, no obtuvo respuesta satisfactoria. La tercera, también enviada desde Roma a Cartago, la componían senadores de mayor 51 En total, encontramos tres catálogos en las Púnicas. El primero de ellos, el que arriba se menciona (I 182238) describe las tierras que Aníbal tenía bajo su mando, África e Hispania. El segundo (III 214-414) trata sobre las tropas que le acompañan en su travesía desde la península ibérica hasta los Alpes. El tercer catálogo (VIII 349-621) enumera las tropas romanas que se han reunido para enfrentarse a Aníbal en Cannas; su interés reside en cómo Silio sitúa descendientes o antepasados de personajes famosos de la historia de Roma (por ejemplo Escévola, Escauro o Galba son guerreros que forman parte de estos contingentes. Por último, hay un cuarto catálogo (XIV), en el que se consignan los efectivos de tres bandos: Siracusa (192-247), Roma (248-257) y Cartago (258-271). Se puede apreciar por tanto el esfuerzo de Silio en incluir innovaciones en esta convención habitual de la épica (ya había habido catálogos en Homero, Ilíada II, o Virgilio Eneida VII, e incluso había habido poemas que eran enteramente un catálogo, como el Catálogo de las mujeres de Hesíodo, o , en cierta manera, las Metamorfosis o los Fastos de Ovidio). En el primer catálogo, trata de incluir descripciones geográficas; en el segundo y tercero, establece vínculos con otras partes de la historia; en el cuarto introduce una nueva estructura, tripartita, en la que tienen cabida bandos diferentes.

32

edad y rango: M. Fabio Buteón, M. Livio Salinátor, L. Emilio Paulo, G. Licinio Varo y Q. Bebio; ésta fue la que realizó la declaración oficial de guerra, y después pasó a la península ibérica y a territorio galo, con intención de ganar aliados y sin éxito. Estos procesos diplomáticos aparecen en las Púnicas de Silio Itálico a finales del libro I (556-694) e inicios del II (1-55 y 375-390). Ahora bien, Silio sólo narra dos embajadas, la de Sagunto a Roma para pedir auxilio, y otra de Roma a Aníbal, que al no ser recibida se dirige a Cartago; ésta la componen Q. Fabio Máximo (el futuro dictator) y P. Valerio. De esta forma el autor funde las dos misiones en una sola, con el objetivo de no repetir hechos que no le interesaban para hacer progresar la narración, puesto que, si bien las misiones diplomáticas le proporcionaban material interesante (la patética petición de ayuda de Sagunto, la nobleza de los emisarios, la perfidia de Aníbal al no recibirlos, la tensión en el senado cartaginés), éste podía incluirlo incluso eliminando una de las embajadas. La omisión de acontecimientos históricos a un nivel más concreto, como ocurre en el caso de la invasión a olcades y vacceos y en el de las embajadas romanas, sucede también en otros episodios. Así, por ejemplo, en todos los momentos previos a las batallas importantes que hay en Púnicas. Los combates de Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannas fueron todos precedidos por las habituales maniobras, escaramuzas y hostilidades que anteceden de forma inmediata a los despliegues de tropas. Silio, en cambio, acostumbra a eliminarlos y sustituirlos por otro tipo de contenidos más tópicamente épicos. En el caso de Tesino, los preámbulos a la batalla que Livio narra (XXI 39) son el conflicto entre taurinos e ínsubres, la disposición de los ejércitos, su despliegue y el carácter de sus generales. Tras las arengas de los dos generales (40-44), Livio escribe también sobre la construcción de un puente y ciertas fortificaciones, así como de una misión de reconocimiento (45). Silio prescinde de todo ello, salvo de la arenga de Escipión, y lo substituye por un prodigio (IV 88142) en el que un halcón (que representa a Aníbal) destroza dieciséis palomas (es decir, los dieciséis años de guerra en Italia) hasta que un águila lo expulsa (Escipión); los adivinos de uno y otro bando, Líger y Bogo, interpretan el prodigio de forma favorable a sus respectivos generales, tras lo cual se inicia la batalla. Lo mismo sucede en los momentos previos a la narración de la Batalla de Cannas. Livio dedica a los preámbulos siete capítulos (XII 40-47). En ellos relata la división de las fuerzas romanas en dos campamentos, además de una escaramuza favorable a los romanos el día anterior, cuando Emilio Paulo ostentaba el mando. Asimismo cuenta cómo Aníbal abandonó un campamento para tender una trampa, de la que los romanos se salvan a duras penas, y cómo tras dirigirse éste a Apulia en busca de alimento, le siguieron las legiones hasta Cannas, donde establecieron dos campamentos. El 33

combate se desencadenó al día siguiente de una escaramuza con algunos soldados que recogían agua en el río Áufido, cuando tenía el mando Varrón. Una vez más, Silio prescinde de todo ello, y lo elimina para incluir en su lugar un relato ficticio, el episodio de Sátrico y Sólimo. En éste (IX 66177) nos cuenta Silio la historia de Sátrico, un veterano de la Primera Guerra Púnica que ejercía de traductor en las filas cartaginesas: había dejado en su tierra dos hijos, Mancino y Sólimo; aprovechando la oscuridad, escapa del campamento cartaginés, y en medio de la noche, toma las armas de un cadáver, casualmente el de Mancino. Sólimo, que al estar de guardia, salió con intención de dar sepultura a su hermano, no reconoció a su padre y le dio muerte pensando que era un saqueador cartaginés; al descubrir el equívoco, se da muerte, y en su agonía escribe un mensaje a los cónsules para que eviten a toda costa el enfrentamiento con el ejército cartaginés; cuando los ejércitos romanos se despliegan posteriormente en orden de batalla, el temerario cónsul Varrón decide ignorar el portento y lo desprecia52, precipitándose así hacia el desastre; así concluye el nocturno de las Púnicas53. Este caso comparte con el anterior varios rasgos. En primer lugar, los sucesos históricos son substituidos por portentos, que nos hablan sobre el carácter virtuoso o malvado de quienes los interpretan, según lo hagan correcta o incorrectamente y que están más en consonancia con la atmósfera épica exigida por el poema y por el topicismo del género. En segundo lugar, como prodigios, ambos anticipan futuros desenlaces54. En suma, este procedimiento continuo y constante de omitir acontecimientos históricos tiene varias causas y consecuencias. El principal motivo que llevó a Silio Itálico a prescindir de determinados hechos o escenarios fue eliminar todo lo que pudiera distraer del objetivo de su narración y restar 52 La temeridad de Varrón se refleja bien en sus palabras al encontrar los cadáveres: Ferte haec 'ait 'omnia Paulo. Namque illum, cui femineo stant corde timores, mouerit ista manus, quae caede imbuta nefanda, cum Furiae expeterent poenas, fortasse paterno signauit moriens sceleratum sanguine carmen' (IX 262-266). “'Llevad todo eso' dice 'a Paulo. Pues a él, en cuyo femenino corazón hay temores, le conmoverá esta mano, que teñida por una muerte nefanda, cuando las furias reclamaban sus castigos, tal vez escribió moribunda con la sangre paterna esta criminal profecía”. 53 El nocturno es una convención habitual en la épica. Los más famosos son los de la Ilíada (canto X, protagonizado por Odiseo y Diomedes) y el de la Eneida (IX, el famoso episodio de Niso y Euríalo). 54 Este procedimiento de anticipar acontecimientos es habitual en Silio. Sueños, prodigios y profecías avisan al lector y a los personajes de lo que ha de venir. En ocasiones se adelantan otras partes posteriores de las Púnicas (como el parlamento de Juno, en I 38-55; los sueños de Aníbal en III 158-213 y IV 722-762, o los prodigios arriba descritos) y en ocasiones se refiere Silio a la historia de Roma después de la Segunda Guerra Púnica (así el parlamento de Júpiter en III 570-629, donde habla de los Flavios, o la parte de la catábasis en que se habla de las almas del porvenir en XIII 851-867), hecho que le conecta con Virgilio, una vez más.

34

carácter épico al relato, el auge y caída de Aníbal como personificación de las dificultades que llevaron a su grandeza a la República romana, reduciendo la historia de la Segunda Guerra Púnica a una serie de hitos fundamentales que constituyen el hilo del relato. A continuación, se incluyó como sustituto del material histórico la ficción, mitología y cosmovisión filosófica, que rellenan el vaciado armazón histórico. Esta sustitución y eliminación de los acontecimientos, deliberada por parte de Silio Itálico, debió resultar, en primer lugar, en un efecto sorprendente para los lectores, que al ya conocer la Segunda Guerra Púnica, prestarían atención más al cómo se narraba esta parte de su historia que el qué se narraba. En segundo lugar, el saber que determinados hechos eran eliminados, sabiendo cuáles eran, debió suponer una sensación de distorsión de la historia (¿tal vez de manipulación?) y de desorden temporal, ya que el lector que se acercase por primera vez a las Púnicas no podría prever qué sería relatado a continuación, al ser cortadas partes de la sucesión de hechos históricos. Todo ello se vería reforzado por la ausencia de los elementos que tradicionalmente habían servido para estructurar temporalmente la historia, como por ejemplo los nombramientos de cónsules.

35

4.3- La expresión poética del tiempo: noche y día. Una de las referencias más habituales para constatar el devenir del tiempo en la narración épica es la indicación del paso de los días mediante las imágenes de la aurora y del artardecer. Esta imagen fue muy querida por la literatura clásica en general y por la poesía épica en particular, hasta tal punto que se convirtió en una de las muchas convenciones que le otorgaban su identidad al género. Así lo parece, por ejemplo, en la parodia que realiza de este recurso épico Séneca en su obra satírica Apocolocyntosis55: Iam Phoebus breviore via contraxerat ortum lucis et obscuri crescebant tempora somni, iamque suum victrix augebat Cynthia regnum et deformis hiemps gratos carpebat honores divitis autumni visoque senescere Baccho carpebat raras serus vindemitor uvas. Puto magis intellegi, si dixero: mensis erat October, dies III Idus Octobris. Horam non possum certam tibi dicere, facilius inter philosophos quam inter horologia conveniet, tamen inter sextam et septimam erat.`Nimis rustice!' inquies:`sunt omnes poetae non contenti ortus et occasus describere, ut etiam medium diem inquietent; tu sic transibis horam tam bonam?' Iam medium curru Phoebus diviserat orbem et propior nocti fessas quatiebat habenas obliquo flexam deducens tramite lucem. “Ya Febo, por un camino más corto había retrasado el nacimiento de la luz, y crecían las horas del oscuro sueño, y ya Cintia, vencedora, aumentaba su reinado y el feo invierno cosechaba los agradables honores del rico otoño, y, tras ver envejecer a Baco, el vendimiador tardío cosechaba uvas escasas . Pienso que se entenderá mejor si digo: era el mes de Octubre, día 13. No puedo decirte la hora concreta, ya que es más fácil el consenso entre filósofos que entre 55 Sen. Apocol. 2.

36

relojes, pero era entre la sexta y la séptima. “¡Qué vulgar!” dirás, “No se contentan todos los poetas con describir el amanecer y el ocaso que incluso acosan el mediodía. ¿Y tú dejarás pasar así una hora tan buena?” Ya Febo había dividido en dos el firmamento con su carro, y más cerca de la noche sacudía las cansadas riendas, conduciendo la inclinada luz por una senda oblicua”. Por el mensaje del pasaje es evidente que la descripción de la aurora de forma poética era un lugar común de la poesía épica, ya que, si no, no tendría sentido su parodia, e incluso lo constata explícitamente (sunt omnes poetae non contenti ortus et ocassus describere...). Además, al ser tan empleado por los diferentes poetas, la descripción del amanecer, junto al atardecer, tuvo una evolución marcada por las innovaciones que habían ido añadiendo para revitalizar esta práctica. El origen de esta imagen se remonta a la Ilíada y la Odisea, donde Homero describe varios momentos del día, pero ninguno es tan importante como el amanecer. Mientras que éste es mitificado, su opuesto, el atardecer, es descrito con fórmulas realistas. En sus obras ya aparece la imaginería que posteriormente será habitual: el carro del sol y la Aurora, caracterizada por ser esposa de Titono, de cuyo lecho se levanta, y su epíteto ῥοδοδάκτυλος; la paleta de colores cálidos (rosa, azafrán, dorado); el Océano como lugar de partida. Es importante recordar en este punto lo que María Rosa Lida de Malkiel destacaba como diferencia entre el griego y sus sucesores latinos: “Como poesía popular, la Ilíada y la Odisea compartieron con todo su auditorio, por lo menos al principio, la concepción mítica de la naturaleza. En cambio, tal concepción no puede postularse para Virgilio, cuya meditación sobre el mundo se muestra impregnada de los dos sistemas más importantes de la filosofía helenística. En la epopeya virgiliana, el amanecer mitológico va camino de reducirse a una personificación artística, impuesta por la imitación de Homero”56. Pero entre Homero y Virgilio esta imagen fue empleada por otros poetas. Dentro de la poesía épica la empleó Ennio, quien se caracteriza por preferir los procesos naturales antes que la mitología para describir la aurora57, así como posteriormente Catulo (quien equilibra descripción naturalista y mito 56 Mª.R. LIDA DE MALKIEL , La tradición clásica en España, Barcelona, 1975. 57 Se puede afirmar tal cosa siempre con la habitual cautela que requiere una obra en tan mal estado de conservación como los Annales. Con todo, es significativa la ausencia de aparato mitológico, y la bella descripción de este amanecer, que recurre a la naturaleza: Interea sol albus recessit in infera noctis.

37

e incorpora pequeñas variantes a partir de poetas griegos)58, Furio Bibáculo59 o Helvio Cinna60 en tiempos de los poetae novi. Virgilio también empleó esta imagen con gran éxito. A la manera de Homero, emplea el recurso mitológico, pero lo funde con la naturaleza a base de callidae iuncturae, dando lugar a una sinestesia en la que los colores del cielo se aplican a los elementos míticos, como más tarde se verá. Lucano, por el contrario, y de forma coherente con el espíritu racionalista de su Farsalia, prefiere las descripciones naturalistas, recreándose en colores, luces y tinieblas, pero sin recurso apenas a las imágenes míticas; incorpora además ciertas variaciones importantes, como la referencia a las constelaciones a través de las que pasan sol o luna, la gran precisión, o el elemento geográfico61. Dentro de las Púnicas, encontramos al menos 58 pasajes que describen los diferentes momentos del Exin candida se radiis dedit icta foras lux. Et simul ex alto longe pulcherruma praepes laeua uolauit auis: simul aureus exoritur sol. “Entretanto, el brillante sol se escondió en las profundidades de la noche. Entonces, la blanca luz, emitida por sus rayos, salió afuera. Y a la vez, desde lo alto a lo lejos una bellísima ave voló rápida por la izquierda” (Ann. I, 93-96, según WARMINGTON, E. H., Remains of old latin, Cambridge, 1956). 58 Catulo nos ofrece en sus carmina 63 y 64 una aurora en cada epilio (63, vv. 39-41; 64, v. 271). Alguna de las variantes que ofrece son por ejemplo, la mención del umbral del hogar del sol (64, 271 Aurora exoriente uagi sub limina Solis, “tras nacer la Aurora bajo el umbral del Sol errante” que puede tomar de Odisea, XXIV, 11 y ss. πὰρ δ᾽ ἴσαν Ὠκεανοῦ τε ῥοὰς καὶ Λευκάδα πέτρην, / ἠδὲ παρ᾽ Ἠελίοιο πύλας καὶ δῆμον ὀνείρων / ἤϊσαν “Sobrepasaron las corrientes de Océano y la roca Léucade, y llegaron a las puertas del Sol y el pueblo de los sueños”) o Véspero (pero éste en 62, 1-2). 59 Macrobio recoge en Saturnales Vi, 131 un verso: Interea Oceani linquens Aurora cubile “Mientras, la Aurora, abandonando el lecho del Océano” (al cual mucho se parecen los versos de Virgilio en Eneida IX 459-460 Et iam prima novo spargebat lumine terras / Tithoni croceum linquens Aurora cubile. “Y la Aurora, abandonando el azafranado lecho de Titono, se esparcía sobre las tierras con una nueva luz”). Parece que fue característica de este autor una exagerada personificación de la naturaleza, rasgo que le valió las burlas de Horacio más de una vez ( Sat. I 10, 36-37; II 5, 40-41). 60 En el fragmento nº 6: te matutinus flentem conspexit Eous / et flentem paulo vidit post Hesperus idem, “Eos matutino te vio llorando, y también llorando te vio poco después Héspero” donde la personificación natural se asocia al dolor humano. 61 Puede tomarse como muestra los siguientes versos de la Farsalia: Sidera prima poli Phoebo labente sub undas exierant et luna suas iam fecerat umbras, cum pariter soluere rates, “Los primeros astros del cielo habían salido tras descender Febo bajo las aguas, y la luna ya había creado sus sombras, cuando de igual forma soltaron las embarcaciones...” (Phars. V, vv. 424-426) Sobre el elemento geográfico, X, 434-435: Lucifer a Casia prospexit rupe diemque / misit in Aegypton primo quoque sole calentem, “Lucifer asomó de la roca Casia y envió el día sobre Egipto, caliente también con el primer sol”.

38

día62. Éstas son las primeras innovaciones que encontramos por parte de Silio Itálico en este tema: primero, la gran abundancia de pasajes alusivos al tiempo, incluso teniendo en cuenta la longitud de su obra; segundo, la mayor atención concedida al crepúsculo en comparación con sus precedentes épicos y con los poetas contemporáneos cultivadores del mismo género, hasta el punto de casi equipararlo en importancia con el amanecer, al cual habían dedicado una mayor atención los épicos anteriores, ya desde Homero63. Este mayor equilibrio se produce tanto en número de pasajes, ya que 30 de los 58 están dedicados a la tarde y la noche, como en la extensión de los mismos. Además, es común en Silio representar día y noche juntos en el mismo pasaje, sea cuando el sol sustituye a la luna o viceversa. Podría pensarse que en esta tendencia subyace un influjo de la poesía bucólica, en la que el atardecer es un tema habitual para cerrar los poemas, pues son dos los libros que terminan en un anochecer en las Púnicas: el V y el XV64. Otro motivo para suponer esta relación con el género pastoril es la descripción similar que se produce en la obra de Silio. Los poetas bucólicos, desde Virgilio, describían el ocaso recurriendo a dos tipos de motivos, actividades humanas y fenómenos naturales, que aparecen en pareja65: Hic tamen hanc mecum poteras requiescere noctem fronde super viridi. sunt nobis mitia poma, castaneae molles et pressi copia lactis, et iam summa procul villarum culmina fumant maioresque cadunt altis de montibus umbrae. (Virgilio, Buc. I 79-83). “Pero podrías aquí conmigo descansar sobre la hierba verde. Tenemos frutas maduras, blandas castañas y abundancia de queso, y ya a lo lejos los altos tejados de las alquerías humean, y las sombras caen mayores de los elevados montes”

62 El primer verso de cada uno de ellos es: I, 210, 556, 576; II, 220; III, 499, 477, 670; IV, 87, 477, 808; V, 24, 53, 677; VI, 1, 33, 69, 98, 450; VII, 154, 200, 282; VIII, 124, 192, 336; IX 33, 90, 178; X 326, 535; XI 38, 267, 279, 369, 511; XII 507, 558, 572, 636, 680; XIII 253, 299, 417, 457; XIV 670; XV 180, 214, 220, 248, 283, 439, 591, 611, 626, 810; XVI 40, 118, 229; XVII 90. 63 Virgilio presenta 25 amaneceres, frente a 6 ocasos; Ovidio en Metamorfosis 16 frente a 6, en Fastos 13 a 4; Lucano ofrece 9 amaneceres y 6 anocheceres (números tomados de BARDON, op. cit) 64 Recuérdese que Teócrito introduce este uso en los Idilios I, V, y XVIII; que Virgilio lo generaliza en sus Bucólicas, ya que son seis las que terminan con crepúsculo: I, II, III, VI, IX, X; en Calpurnio Sículo ocurre lo mismo en las Bucólicas I, II, V, y la IV introduce la variante de terminar con el mediodía; finalmente, Nemesiano también opta por el ocaso como forma de cerrar su canto en las Bucólicas I, II, III. Los Carmina Einsidlensia, por su mal estado, no pueden aportar datos sobre el tema, ya que parecen incompletos. 65 Al respecto, cf. V. CRISTÓBAL LÓPEZ, “El tema del atardecer en posición clausular de la bucólica”, en su tesis Virgilio y la temática bucólica en la tradición clásica, 1979, pp. 525-588.

39

Aspice, aratra iugo referunt suspensa iuvenci et sol crescentis decedens duplicat umbras. (Virgilio, Buc. II 66-67). “Mira, novillos traen de vuelta los arados colgados del yugo, y el sol declinante dobla las sombras crecientes” Como puede apreciarse, los fenómenos naturales (maioresque....umbrae

y et sol...umbras)

acompañan a las actividades humanas (summa...fumant y aratra...iuvenci) para describir el ocaso. Lo mismo ocurre con el siguiente pasaje de las Púnicas: Iamque diem solisque vias nox abstulit atra, cum vires parco uictu somnoque reducunt, ac, nondum remeante die, victricia signa, qua ventum, referunt clausis formidine castris. (XV 809-812). “Ya la negra noche se llevó el día y el transcurso del sol, momento en el que los hombres retoman fuerzas con un poco de alimento escaso y con sueño, y, aún sin volver el día, las enseñas victoriosas, por donde se había venido, las llevan hasta los campamentos cerrados por el temor”. En este pasaje de Silio encontramos también un binomio entre el fenómeno natural (iamque...atra) y la actividad humana (vires...reducunt) para describir el momento al que se refiere. Si bien esto no se produce en todas las descripciones del atardecer o anochecer que Silio ofrece en su obra, sí ocurre en bastantes casos66. Cabe señalar que se introduce cierta variación respecto al uso bucólico, y es que la actividad humana pasa a ser de carácter militar, por el contenido de la obra (construir fortificaciones, refugiarse en campamentos, tender emboscadas, etc.). De hecho, la mayor parte de las veces, tal actividad humana es la continuación de la narración de los acontecimientos bélicos (pueden tomarse como ejemplo los dos siguientes pasajes que se reproducen: I 556-559 y I 576580). Se trataría de una variación si se acepta el influjo de los bucólicos; en el caso opuesto hay que atribuirlo al ingenio del poeta y a su deseo de variación y creatividad más allá de la tradición.

66 I 556-559, I, 576-580, III 447-452, IV 87-91, V 42-33, VI 33-38, por citar sólo algunos ejemplos.

40

Naturalmente, todos los segmentos de las Púnicas en que se describen aurora y crepúsculo se diferencian por su importancia, extensión, estilo o función. En principio (y dejando aparte la división entre día y noche), es posible clasificarlos en dos grandes bloques. En primer lugar, los pasajes cuya función es abrir un nuevo tema, cerrar otro anterior, o hacer de bisagra entre ellos. En segundo lugar están aquellos que únicamente son adornos poéticos, y por tanto, menos importantes en su función informativa. Dentro del primer tipo se puede clasificar, por ejemplo, el siguiente pasaje: Nox tandem optatis terras pontumque tenebris condidit et pugnas erepta luce diremit. At durae inuigilant mentes molemque reponunt, noctis opus. (I 556-559). “Pero la noche, con sus anheladas tinieblas, ocultó finalmente tierras y mar, y arrebatada la luz, interrumpió los combates. Mas las duras mentes se mantienen despiertas, y reconstruyen el edificio, tarea nocturna”. O, dentro del mismo libro: Pellebat somnos Tithoni roscida coniunx, ac rutilus primis sonipes hinnitibus altos adflarat montis roseasque mouebat habenas. iam celsa e muris extructa mole iuuentus clausam nocturnis ostentat turribus urbem. (I 576-580). “La húmeda esposa de Titono expulsaba los sueños, y su pelirrojo tiro había resoplado con sus relinchos sobre los altos montes y movía las rosadas riendas. Ya la juventud, elevada sobre los muros, muestra la ciudad bien cerrada por la obra construida y las torres levantadas de noche”. Ambos pasajes están en relación, ya que están separados por tan sólo 16 versos, y están insertados dentro del libro primero en el contexto del asedio y asalto a la ciudad de Sagunto por parte de 41

Aníbal, que ocupa la segunda mitad del libro I y todo el libro siguiente. El primero de ellos cierra el ataque a Sagunto, que Silio ha estado narrando desde el verso 239 y que ha culminado con la herida sufrida por Aníbal en el asedio, tras su enfrentamiento con Murro. Como descanso para los combatientes y los lectores, se abre entonces un breve paréntesis que culmina con el amanecer del segundo pasaje, y que Silio usa para cambiar la escena: hasta el final del libro (v. 694) se narran la embajadas de Sagunto a Roma y de Roma a Cartago. Sirven además estos versos para ejemplificar otra característica propia de Silio Itálico, la variedad a la hora de elegir entre los diferentes métodos que hasta entonces habían usado los anteriores épicos. En los vv. 556-559 Silio emplea una descripción naturalista, carente de todo aparato mitológico, en la que la llegada de la noche está vinculada no al cese de actividad humana y al sueño, sino a la reconstrucción de una torre destruida durante el ataque cartaginés. Por el contrario, el amanecer de 576-580 aparece descrito con el habitual aparato mitológico: es la esposa de Titono, la Aurora, quien amanece y disuelve la noche al modo en que lo hacía en la Eneida. Silio incorpora, además, la sinestesia virgiliana que funde naturaleza y mito, al aplicar los colores del cielo a las riendas, que por efecto de la expresión poética se vuelven rosadas, como rosado era el carro en Virgilio 67 y las ruedas en Ovidio68. Otro rasgo virgiliano más son los resoplidos de los corceles del carro69. 67 Por ejemplo, en VI, v. 535: Hac vice sermonum roseis Aurora quadrigis / iam medio aetherio cursu traiecerat axem “Con esta conversación, ya la Aurora en su rosada cuadriga había atravesado en etérea carrera el cielo por la mitad” y en VII, 25-26: Iamque rubescebat radiis mare et aethere ab alto / Aurora in roseis fulgebat lutea bigis, “Ya enrojecía el mar con sus rayos y de lo alto del éter la anaranjada Aurora refulgía en su rosada biga”. 68 En Met. III 149-152: (...) altera lucem cum croceis invecta rotis Aurora reducet, propositum repetemus opus: nunc Phoebus utraque distat idem meta finditque vaporibus arva. “Cuando la nueva Aurora nos devuelva la luz, llegada en sus azafranadas ruedas, atenderemos la tarea emprendida: mas ahora Febo dista de ambos límites por igual, y con sus calores inunda los campos” Cabe destacar en este pasaje ovidiano que el color escogido es el del azafrán, principalmente porque la propiedad más importante de esta especia es teñir aquello a lo que es aplicada, más que dar sabor. De esta manera, las ruedas “azafranadas” del carro, al avanzar por el cielo, tiñen de este color el firmamento. La sinestesia de Ovidio cobra así mayor fuerza. 69 Virg. Eneida, V, 738-739: torquet medios Nox umida cursus / et me saevus equis Oriens adflavit anhelis “La húmeda noche tuerce sus caminos mediados, y el cruel Oriente me resopla con sus caballos impacientes”. Aunque la imagen de los caballos relinchando, deseosos de comenzar su carrera, pueda pensarse que es una opción más dentro de la imaginería que acompaña el amanecer mitológico, como puede ser también el rocío o la paleta de colores cálidos, aquí se puede vincular más estrechamente con el poeta mantuano por el uso del verbo afflo.

42

Otra característica reseñable en Silio Itálico es la inclusión de un elemento geográfico, en ocasiones de tipo exótico, que permite apreciar lo mucho que habían avanzado en la época los conocimientos sobre el mundo exterior a Roma. De esta forma se amplía el recurso poético y se introduce cierta variación y una nota de realismo, muy adecuada en un argumento histórico, de ubicación concreta y precisa. Iam, Tartessiaco quos soluerat aequore Titan in noctem diffusus, equos iungebat Eois litoribus, primique nouo Phaethonte retecti Seres lanigeris repetebant uellera lucis, et foeda ante oculos strages propiusque patebat insani Mauortis opus. (VI, 1-6). “Ya Titán sus caballos, que había soltado en el mar de Tartesos dispersándose en la noche, los uncía en las costas de Eoo, y los primeros que son revelados por el nuevo Faetón, los seres, rebuscaban los vellones en los bosques portadores de hilo, y la horrible matanza aparecía más cercana ante los ojos, obra del demente Marte”. Vixdum clara dies summa lustrabat in Oeta Herculei monumenta rogi, cum consul adire accirique iubet Libyas. (VI 452-454) “Apenas el claro día iluminaba los vestigios de la hoguera de Hércules en las cimas del Eta, cuando el cónsul ordena ir y llamar a los africanos”70. Aparte de aquellos pasajes en los que la aurora y el crepúsculo abren y cierran episodios en las Púnicas, hay también una gran cantidad de lugares en los que funcionan únicamente como un adorno poético. De importancia menor en cuanto a la estructura general de la obra, sirven para realzar la belleza, elevación o importancia del pasaje en que se insertan y para introducir una nota esteticista en medio de la narración informativamente seca de los sucesos: 70 El monte Eta en Tesalia, señala el este en este escenario.

43

Ac simul aerati radiauit luminis umbo, et concussa procul membris uelocibus arma letiferum intonuere, fugam perculsa repente ad muros trepido conuertunt agmina cursu: Sicut agit leuibus per sera crepuscula pennis e pastu uolucres ad nota cubilia uesper; aut, ubi Cecropius formidine nubis aquosae sparsa super flores examina tollit Hymettos, ad dulcis ceras et odori corticis antra mellis apes grauidae properant densoque uolatu raucum conexae glomerant ad limina murmur. (II 211-221). “Y tan pronto como el escudo broncínea luz refulgió, y sus armas, entrechocadas por sus veloces miembros, produjeron tronando un ruido mortífero, las tropas desconcertadas se volvieron de repente a la huida hacia los muros en temblorosa carrera. De igual manera el lucero de la tarde, durante el vespertino crepúsculo, envía las aves con sus leves alas del campo a sus familiares nidos; o cuando el cecropio Himeto, por temor de una acuosa nube, levanta los enjambres dispersos sobre las flores, y las abejas, cargadas de miel, marchan a sus dulces ceras y cuevas de fragante corcho, y con un vuelo denso se aglomeran juntas, zumbido ronco, ante su hogar”. Este primer pasaje se encuadra dentro del ataque a Sagunto, cuando Aníbal se dispone a arremeter contra las filas hispanas, que huyen despavoridas ante tal oponente hacia el refugio de la ciudad. Vemos que aquí el atardecer no está empleado con autonomía, sino que se emplea como ornamento, en este caso, un símil. A la actividad bélica (el ataque de Aníbal y la huida saguntina hacia la muralla) se comparan dos imágenes de la naturaleza (las aves que retornan a los nidos y las abejas que vuelven a su panal). Cabe destacar que Silio personifica a vesper, sujeto de la acción agit, así como la gran precisión del momento a que se refiere. No se trata del atardecer sin más, ya que este es un proceso que se puede subdividir en varias partes, sino que se especifica que son los últimos instantes de luz quienes hacen que los pájaros se recojan en sus nidos. En la segunda parte del símil ocurre con el monte Himeto lo mismo que con la tarde, que se encuentra altamente personificado, 44

atracción de la primera imagen a la segunda. En cualquier caso, es destacable el contraste entre la acción real (una huida precipitada) y el término de comparación (la paz del atardecer, las abejas recogiendo miel). Sed iam praeteritos ultra meminisse labores conspectae propius dempsere pauentibus Alpes. Cuncta gelu canaque aeternum grandine tecta aequaeuam glaciem cohibent: riget ardua montis aetherii facies surgentique obuia Phoebo duratas nescit flammis mollire pruinas. (III 477-482). “Pero ya los Alpes, vistos de cerca por los aterrorizados, borraron en adelante el recuerdo de los trabajos pasados. Todas las cosas blancas y cubiertas por frío y eterno granizo mantienen el eterno hielo: la ardua faz de la etérea montaña se eriza, y la llama que da de frente al levantarse Febo desconoce cómo ablandar las endurecidas nieves”. En este segundo ejemplo el amanecer no funciona como parte de un símil, sino de una hermosa hipérbole con la que Silio ensalza la ímproba tarea de ascender los Alpes. Éstos no están nevados sin más, sino que sus cumbres son el reino del eterno invierno: hielo, granizo y nieve son aequaeui de los Alpes, es decir, perpetuos e imperecederos. Su rigor es fortalecido y aumentado al oponérsele los fuegos del sol en su levante, que son incapaces de fundir unas nieves tales. Funereas tum deinde pyras certamine texunt, officium infelix et munus inane peremptis, donec anhelantis stagna in Tartessia Phoebus mersit equos, fugiensque polo Titania caecam orbita nigranti traxit caligine noctem. Post, ubi fulserunt primis Phaethontia frena ignibus atque sui terris rediere colores, supponunt flammam et manantia corpora tabo hostili tellure cremant. (X 535-543). 45

“Entonces a continuación cubrieron a porfía las piras fúnebres, trabajo desafortunado y presente inútil para los fallecidos, hasta que Febo sumergió sus anhelantes caballos en las lagunas de Tartesos, y la circular Titania huyendo del cielo se llevó la ciega noche en una niebla negra. Después, cuando refulgieron con los primeros fuegos los frenos de Faetón y retornaron a las tierras sus colores, aplicaron por debajo la llama e incineran en tierra extraña los cuerpos que manaban pus”. En esta última muestra de ornato, aparecen atardecer, noche y amanecer, ya que como se ha señalado, es rasgo de Silio una mayor equidad entre los diferentes momentos del día. Este pasaje se encuentra en la segunda mitad del libro X, que relata las terribles consecuencias de la batalla de Cannas. Tras explorar el campo de batalla y su desolación, Aníbal encuentra el cadáver de Lucio Emilio Paulo, cónsul muerto en la batalla. Inmediatamente ordena que se prepare su funeral, para lo cual sus soldados proceden a talar un bosque con el objetivo de levantar una pira. Una vez más vemos el elemento geográfico (stagna in Tartessia), la sinestesia del brillo aplicada a una parte del carro (fulserunt...frena), y la relación entre aurora o crepúsculo y acciones humanas (supponunt....tabo). Frente a todas estas formas de expresión poética, Silio ofrece un fuerte contraste en otros pasajes donde se inclina por una expresión prosaica. Así, por ejemplo, encontramos testimonios como nascente die (III 671), noctemque diemque (IV 811), exorta dies (VI 98, VIII 192), sub aduentum noctis (IX 90), ortu solis (XI 42) y otros similares, que por la sencillez de la expresión llevan a pensar en cierta cercanía con la prosa, incluso con lo coloquial. Estos casos son significativos por la ausencia de elaboración por parte de Silio, que prefiere no emplear una expresión poética, lo cual hace más especiales todos aquellos en que sí lo hace. De esta forma, ofreciendo la alternativa más prosaica, los pasajes de expresión más poética, que constituyen una amplia mayoría, obtienen un mayor realce. En cualquier caso, sea o no poética la expresión del amanecer o anochecer, sea ya la función de dichas referencias la de abrir o cerrar pasajes, ya servir de ornato, por norma general estos momentos del día o la noche no se corresponden con el relato histórico. O lo que es lo mismo: la expresión del tiempo que más comúnmente aparece en las Púnicas, la aurora y el ocaso, no pertenecen a la materia histórica, sino a la ambientación verosímil. En lugar de contribuir a marcar límites temporales que ayuden al desarrollo de la narración, sirven para difuminarlos, para hacer de 46

las Púnicas una obra más poética, no más histórica. Todo ello contribuye a colocar a Silio en esa posición ambigua que le caracteriza entre historia y épica, entre Livio y Virgilio (y todos los demás épicos que debía asimilar para poder imitar la épica total del mantuano, como ya hiciera Virgilio con todos los modelos que asimiló en su Eneida).

47

5.- Conclusiones. En conclusión, y recapitulando lo dicho hasta ahora, han sido examinados algunos de los posibles procedimientos relacionados con el tratamiento del tiempo que Silio Itálico empleó al componer sus Púnicas para lidiar con el complejo problema que suponía adaptar un contenido histórico a un molde épico. Al tomar la materia histórica de una fuente como los Ab urbe condita libri de Tito Livio, Silio partía de un relato organizado según las normas y convenciones de la historiografía y según las propiedades de esta cantera de material (τὰ γενόμενα), a saber, veracidad, certeza moral, orden cronológico, etc. Estas mismas propiedades tuvo que alterarlas y modificarlas para adaptarlas a las convenciones que le exigía la poesía épica, lo cual implicaba una serie de problemas de adaptación, siendo el aquí estudiado la necesidad de transformar τὰ γενόμενα en οἷα ἂν γένοιτο, lo ocurrido en lo que podría ocurrir. Para ello, para lograr su transmutación, era requisito indispensable conseguir que su epopeya fuera más indefinida en cuanto al elemento tiempo71. Este objetivo de transformar la informativa prosa en deleitable poesía lo aborda empleando al menos tres métodos: condensación del tiempo, omisión de hechos históricos (procedimientos ambos que frecuentemente se presentan asociados) y expresión poética de circunstancias temporales. La compresión temporal le permite borrar el esquema general de los acontecimientos y acercarse a la indefinición temporal a través de esa distorsión (recuérdese cómo condensa la última mitad de la obra, o la velocidad que imprime a la narración en determinados pasajes). La omisión de acontecimientos históricos supone apartarse de la veracidad y pasar a la veridicidad, así como la pérdida consciente de la certeza moral, ya que las Púnicas dejan de ser un relato fiel de la historia (piénsese en la supresión de grandes bloques de acontecimientos, o en el descarte de sucesos de relevancia menor). Por último, la expresión poética confirma el paso del género historiográfico al género épico, al conceder a la forma y el ornato una importancia de la que antes carecía (ejemplo de ello son las abundantes auroras y ocasos). Aunque estos tres métodos, condensación, omisión y expresión, puedan superponerse en ocasiones72, son tres herramientas diferentes en el laboratorio de Silio Itálico. Todo este proceso coloca las Púnicas en una posición ambigua dentro del género de la poesía épica. 71 Cf. n.30 para el texto de Aristóteles..

72 Así hemos podido apreciarlo en los textos examinados en las secciones anteriores. Por ejemplo, en el ejemplo de condensación temporal que eran los versos 809-812 del libro XV, en que se narraba el viaje del cónsul Nerón a Lucania tras la Batalla del Metauro. Ahí se empleaba una noche para describir un viaje que transcurrió seis días.

48

Por una parte, se coloca en la estela de la épica histórica, representada anteriormente por Nevio, Ennio y Lucano. Ahora bien, como se ha podido apreciar, el resultado de las Púnicas dista de sus precedentes en su tratamiento de la materia histórica. Mientras que Lucano mostraba un mayor respeto por la veracidad y el orden cronológico, Silio prescinde de todo ello según se ha podido comprobar. También se deja sentir el influjo de la Farsalia en las descripciones naturalistas y los contenidos científicos, aunque en las Púnicas no están empleados en sustitución del aparato divino a la hora de explicar las causas de los sucesos, sino como alternativa e incluso como acompañamiento (así ocurría por ejemplo en algunas descripciones de la aurora y el ocaso). Pero, por encima de todo, Silio se acerca a Lucano en su pensamiento filosófico, de corte estoico. A Ovidio le acercan los episodios mitológicos o pseudomitológicos (esto es: ficticios, pero de apariencia mitológica; nunca estaremos seguros del todo en tal deslinde) que inserta en el relato y alterna con la historia. Por ejemplo, la leyenda de los viñedos de Falerno (VII 162-211), o la de Pirene (III 415-476), o la de Anna Perenna (VIII 44-225), junto con la técnica narrativa de insertar relatos dentro del argumento principal, como ocurre con Régulo (VI 62-589), los 300 Fabios (VII 20-73 ), o la leyenda del Paladión (XIII 30-93). Finalmente, el principal de sus modelos buscados es Virgilio, con cuya obra época entronca temáticamente su obra (I 38-55) y a quien intenta seguir como modelo principal a la hora de realizar una síntesis de los demás poetas épicos (aunque cada uno con una importancia diferente). Es también posible considerar las Púnicas como un reflejo invertido de la Eneida. Mientras que en la obra de Virgilio un argumento mitológico-ficticio era esmaltado con pasajes de contenido histórico, las Púnicas también pueden ser vistas como un relato histórico que se enriquece con pasajes ficticios de apariencia mitológica (en su mayoría, aunque también pueda haber algunos realmente mitológicos)73. Por lo demás, ha sido posible apreciar, aunque haya sido rápidamente, cómo Silio se preocupa por incluir las habituales convenciones épicas en su relato. Tempestades, catálogos, écfrasis, auroras mitológicas, duelos individuales, episodios nocturnos y diálogos o duelos entre dioses tienen cabida en las Púnicas de Silio, que al alternar con las marchas militares, las arengas, batallas y maniobras suponen una inusual alianza entre historia y ficción, entre tradición e innovación, entre realidad y mito. Así es la forma en que Silio se coloca dentro de la larga cadena de la poesía épica, al componer un poema en que todas las opciones tienen cabida. Además, el hecho de que se preocupe 73 Incluso también podría entenderse que las Púnicas son la síntesis de la Eneida y la Farsalia, al modo de una trilogía. La primera parte, la Eneida, hablaría del futuro y la esperanza de grandeza, la segunda, la Farsalia, del sueño truncado, la tercera, las Púnicas, de cómo aún en los peores momentos Roma supo continuar adelante de forma que ni siquiera bajo la tiranía de Nerón cabría perder la esperanza. Así Silio respondería a la contestación de Lucano a Virgilio.

49

por intentar introducir siempre un elemento nuevo hace que sea fácil ver en Silio ese intento de aemulatio, de querer siempre dejar su propio sello pese a aceptar la tradición. En definitiva, el examen que aquí se ha realizado sobre un problema concreto en la composición de las Púnicas de Silio Itálico ha servido como medio para atisbar la complejísima labor que debió ser la composición de esta obra. Una mayor comprensión de las Púnicas ha de derivar de entender los procedimientos de Silio, de las cuestiones que pudo plantearse y las soluciones que intentó dar a sus preguntas. Este trabajo, por tanto, está concebido como una primera aproximación a un futuro examen más detallado, en el que se investigue no sólo cómo Silio aborda y trata la materia histórica, sino también la mitológica, la ficticia y la filosófica, y cómo las funde y une en su obra. Por último, y para finalizar, es preciso indicar que Silio merece un mayor aprecio del que ha recibido a lo largo de la historia, desde que su contemporáneo Plinio dejara caer su dura crítica en aquella carta. En mi humilde opinión, tanto la elección del tema, como la compleja tarea de saber fundir los diferentes tipos materiales exige no sólo una gran capacidad de cura, sino también un gran ingenium. Sólo un gran poeta podría haber logrado tomar un tema tan tratado en la literatura latina como la Segunda Guerra Púnica y ofrecer algo nuevo a sus lectores, y sólo un hombre de talento habría podido colocar en la misma escena a Juno y Aníbal y lograr coherencia. Por todo ello, las Púnicas de Silio Itálico creemos que deben ser leídas como lo que son: el fruto de un talento largamente entrenado, de un trabajo minucioso y de una verdadera pasión por la poesía, merecedora del más hondo reconocimiento por parte del lector.

50

6.- Anexo: Contenidos de las Púnicas. LIBRO I 1-20 Proemio. 21-238 Los inicios de la guerra. 21-37 Arqueología de Cartago. 38-55 Parlamento de Juno 56-80 Retrato de Aníbal. 81-103 El templo. 104-122 El juramento de Aníbal. 123-139 Profecía de la sacerdotisa sobre Aníbal. 140-181 Muerte de Amílcar. Asdrúbal y Tago. 182-238 Aníbal va a la guerra. Catálogo de tierras bajo su mando. 239-555 El ataque a Sagunto. 239-270 Segundo retrato de Aníbal. 271-295 Arqueología de Sagunto. 296-375 Inicio del ataque. 376-555 Aníbal y Murro. 556-694 La embajada a Roma. LIBRO II 1-270 Asalto a Sagunto. 1-55 Los emisarios romanos son ignorados. 56-147 Asbita y Mopso. Muerte de Mopso. 148-269 Asbita y Terón. Su muerte. 270-390 Senado cartaginés. 270-326 Discurso pacifista de Hannón. 279-374 Discurso belicista de Gestar. 375-390 La declaración de guerra ante los emisarios romanos. 391-456 Las armas de Aníbal. Écfrasis del escudo. 457-707 La caída de Sagunto. 457-474 El hambre.

51

475-525 Hércules y Lealtad. 526-579 Juno y Tisífone. 580-649 Suicidio colectivo. 650-707 Auto-inmolación de Tiburna. Desolación final en Sagunto. LIBRO III 1-13 Envío de Bostar al oráculo de Amón. 14-213 Aníbal en Hispania. 12-60 Aníbal en Gades. 61-157 Despedida de Imilde y el hijo de ambos. 158-213 Sueño de Aníbal 214-414 Catálogo de tropas. 214-324 Africanas y orientales. 325-414 Hispanas. 415-556 La marcha hacia Italia. 415-476 Los Pirineos y la leyenda de Pirene. Paso por el Ródano y el Druencia. 477-557 Los Alpes. 557-629 Júpiter y Venus. 630-714 Regreso de Bostar y respuesta del oráculo de Amón. LIBRO IV 1-38 Alarma en Roma. 39-479 Tesino. 39-87 Preámbulos. 88- 142 Presagio del halcón, las palomas y el águila. 143-215 Embestida de la caballería celta. 217-310 Escipión domina a los celtas. 311-354 Irrupción en el combate de Aníbal y las tropas cartaginesas. 355-400 Triple duelo entre trillizos romanos y cartagineses. 401-479 Escipión es acorralado ante la retirada romana. Júpiter interviene para que Marte ayude al hijo de Escipión a rescatarlo. 480-699 Trebia. 481-524 Retirada de Escipión, persecución de Aníbal y llegada de Sempronio.

52

525-569 Los romanos son empujados hasta el río. 570-621 Carga de los elefantes. 622-666 Escipión y el río Po. 667-703 Venus convence a Vulcano para que seque el río. Retirada romana y victoria cartaginesa. 704-829 Preámbulos de Trasimeno 704-721 Flaminio, cónsul. 722-762 Juno se aparece a Aníbal en sueños. Éste prosigue con su avance. 763-829 Emisarios cartagineses piden a Aníbal que sacrifique su hijo. Éste los despide y presagia su próxima victoria. LIBRO V 1-185 Antes de la batalla. 1-23 Leyenda epónima del lago. 24- 129 Los romanos se dirigen a la emboscada, pese a los numerosos presagios y la advertencia de Corvino. 130-185 Presencia de Flaminio y arenga a las legiones. 186-678 Trasimeno. 187-375 Ataque cartaginés. Magón es herido y Aníbal le sustrae de la batalla. 376- 529 Flaminio se incorpora al combate, causando estragos y matando a Siqueo. 530-644 Aníbal retorna al combate y desafía a Flaminio. Un terremoto los separa. Desbandada romana. 645-678 Muerte de Flaminio a manos del boyo Ducario. Derrota y desolación en el campo de batalla. LIBRO VI 1-61 Paisaje tras la batalla. Muestras de valor de heridos y huidos. 62-589 Régulo. 62-116 Serrano, hijo herido de Régulo, es acogido por Maro. 117-293 Maro cuenta su primer relato sobre Régulo: el dragón abatido. 294-550 Maro relata su segunda historia: el juramento de Régulo. 551-589 Maro lleva junto a su madre a Serrano. 590-640 Esperanza. 590-619 Júpiter anuncia que Roma vencerá. Dispone como agente suyo a Fabio Máximo. 620-640 Retrato de Fabio. Origen de su linaje. 641-716 Aníbal se dirige a Campania pasando por Umbría y Piceno. Écfrasis de las pinturas del templo de Literno y su

53

destrucción. LIBRO VII 1-750 Quinto Fabio Máximo. 1-19 Elogio de Fabio. 20-73 Un prisionero, Cilnio, relata a Aníbal el episodio de los 300 Fabios. 74-89 Rituales y ofrendas en Roma. 90- 161 Aníbal busca la batalla en diversas partes de Italia, pero Fabio le elude. Llegada a Campania. 162-211 Leyenda etiológica de los viñedos de Falerno. 212-376 Continúa la estrategia contemporizadora, hasta acorralar a Aníbal, quien escapa del cerco a duras penas provocando un incendio atando sarmientos a las cornamentas del rebaño. 377-408 Fabio y Minucio. Retorno y consejos del primero al segundo. 409-493 Ante la llegada de unos navíos cartagineses, las ninfas de Cayeta consultan sobre el futuro a Proteo. 494-750 Las legiones se dividen entre Minucio y Fabio. El magister equitum busca la batalla, y ante la inminente derrota, interviene Fabio, quien salva el día. LIBRO VIII 1-241 El ánimo de Aníbal. 1-24 Pesadumbre. 25-43 Juno pide a Anna Perenna que consuele a Aníbal. 44-225 La leyenda de Anna Perenna. Ánimos a Aníbal. 226-241 Discurso a las tropas. 242-676 Camino hacia el desastre. 242-283 Vicios de Varrón, su monólogo y sus acciones. 284-348 Virtudes de Paulo, diálogo con Fabio. 349-621 Catálogo de tropas. 622-676 Presagios, portentos ante la próxima derrota. LIBRO IX 1-657 Cannas. Primera parte. 1-65 Diferencias entre Varrón y Paulo. 66- 177 El portento de Sátrico y Sólimo, padre e hijo. Muerte del primero a manos del segundo y suicido posterior. 178-277 Aníbal arenga y despliega sus tropas. Los romanos se encuentran los cadáveres de Sátrico y Sólimo. Varrón desprecia el portento. Despliegue romano.

54

278-339 Naturaleza terrible de la batalla. 340-353 Proemio al mezzo. 354-437 Lucha entre los hombres. Escipión salva a Varrón y se enfrenta a Aníbal, lo que provoca la intervención de Palas y Marte, quienes se enfrentan. 438-555 Lucha entre los dioses. Júpiter interviene, revelando el destino, para que desistan de enfrentarse entre ellos. 556-598 Aníbal arremete contra el ala derecha. Carga de los elefantes. 599-657 Paulo planta cara a los cartagineses. Exhorta a Varrón a hacer lo mismo, pero éste huye del combate. LIBRO X 1-325 Cannas. Segunda parte. 1-30 Valor de Paulo, quien rescata a Catón. 32-91 Juno trata de evitar el encuentro del cónsul con Aníbal. Primero fracasa al intentar que Paulo huya, después logra su propósito llevando a Aníbal hasta la orilla del río 92-169 Aníbal vence a Crista y sus seis hijos. 170-325 Paulo sigue combatiendo, hasta caer en el campo de batalla. Pide a Léntulo que aconseje el nombramiento de Fabio como dictator una vez más. 326-577 Consecuencias de la batalla. 326-386 Aníbal piensa en atacar Roma, pero Juno pide al Sueño que le duerma. Mientras descansa, sueña que Roma es inalcanzable. Magón trata de atacar la capital, pero su hermano lo impide. 387-448 Desfile de romanos derrotados. Metelo piensa en el exilio, pero Escipión lo impide. 449-502 Aníbal se asombra en medio de la desolación por la lealtad del caballo de Clelio. Cinna le relata la historia de Clelia. 503-577 Aníbal celebra el funeral de Paulo. 578-658 Reacciones en Roma. 578-604 Ante el pánico, Fabio toma el poder. 605-639 Varrón regresa a Roma. 640-658 Medidas adoptadas por el Senado ante el desastre. LIBRO XI 1-482 Capua. 1-54 Alianzas con los cartagineses y vicios de los capuanos. 55-129 Pacuvio convence a la ciudad para que exijan a Roma que un cónsul sea de Capua. Los romanos se niegan. 130-258 Capua se alía con Aníbal, pese a la heroica reticencia de Decio, ejemplo de lealtad.

55

259-302 Banquete. Teutras canta el origen de Capua. 303-368 Pacuvio convence a su hijo de que no asesine a Aníbal. 369-376 Magón marcha a Cartago. 377-439 Los amores y los placeres, por orden de Venus, someten a los cartagineses en Capua. 440-482 Segundo canto de Teutras, sobre los poetas míticos. 483-611 Cartago 484-553 Magón refiere los éxitos de Aníbal ante los senadores. 554-611 El Senado cartaginés decide apoyar a Aníbal. LIBRO XII 1-478 Alternativas en la guerra. 1-157 Aníbal ataca Nápoles, Cumas y Puzzuoli, sin éxito. Visita Campania. 158-294 Marcelo resiste en Nola. 295-341 El pueblo de Roma ofrece sus bienes para sufragar la guerra. El oráculo de Delfos es favorable. 342-419 El frente de Cerdeña. Victoria romana. 420-479 Aníbal toma diversas ciudades del Sur. 479-752 Hannibal ad portas. 479-506 Aníbal, al bloquearle los romanos la entrada a Capua, decide dirigirse a Roma. 507-573 Marcha hacia la capital. Aníbal examina la ciudad. 574-604 Arenga a las tropas. Se prepara la defensa de Roma. 605-685 Júpiter defiende Roma con tempestades. 686-728 Juno le muestra a Aníbal cómo los dioses defienden Roma, ante lo cual desiste del ataque y se retira. 729-752 Alegría en Roma. LIBRO XIII 1-113 Retirada de Aníbal. 1-29 Vacilación de Aníbal. 30-93 Dasio relata la historia del Paladión, causa de que Roma sea inexpugnable. Aníbal se retira al Brucio saqueando. 94-113 Fulvio prepara el ataque a Capua. 114-380 La caída de Capua. 114-141 La cierva blanca de Capis es inmolada a Diana. 142- 178 Duelo entre Táurea y Apio Claudio.

56

179-255 Ataque a las puertas. 256-298 Ante la inminente derrota, Virrio se suicida junto a sus partidarios. 299-347 Capua se rinde. El dios Pan insufla compasión a los romanos para que no arrasen la ciudad. 348-379 Botín obtenido. Muerte de Táurea. 380-895 Nέκυια. 381-399 Escipión recibe la noticia de la muerte de su padre y de su tío. 400-416 Preparativos para el ritual. 417-487 Ofrendas y consejos de la profetisa Autónoe. Diálogo con el fantasma de Apio Claudio. 488-614 El alma de la Sibila revela el porvenir a Escipión, y a instancias del mismo, describe con gran detalle el inframundo. 615-649 Pomponia revela a Escipión su linaje divino. 650-702 Padre y tío relatan su muerte. Escipión lamenta su suerte. 703-718 Los generales caídos: Paulo, Flaminio, Graco y Servilio. 719-735 Héroes históricos: Bruto, Camilo, Curio, Apio Claudio, Cocles, Lutacio Cátulo. 736-751 Amílcar. 752-776 Alejandro Magno. 777-797 Homero. 798-805 Héroes homéricos. 806-850 Heroínas: Lavinia, Hersilia, Carmenta, Tanaquil, Lucrecia, Verginia, Clelia. Villanas: Tulia, Tarpeya. 851-867 Almas del porvenir: Mario, Sila, Pompeyo, César. 868-895 La sibila profetiza el futuro de Aníbal. Escipión retorna. LIBRO XIV 1-668 Siracusa. 1-78 Geografía de Sicilia. 79-109 Situación política. 110-147 Llegada de Marcelo y ataque a Leontino. 148-177 Asilo y Berias. 178-191 Marcelo asedia Siracusa. 192-352 Triple catálogo de tropas. 192-247 Aliados de Siracusa.

57

248-257 Aliados de Roma. 258-271 Aliados de Cartago. 272-352 Comienza el asalto. La defensa se mantiene gracias a las invenciones de Arquímedes, a quien se elogia. 353-579 La escuadra de Himilcón, refuerzos para Siracusa, es destruida por los romanos en un enfrentamiento marítimo. 580-617 Una peste diezma tanto defensores como atacantes. 618-640 Las legiones de Marcelo toman Siracusa. 641-688 Pese a las grandes riquezas de la ciudad, Marcelo impide su saqueo y destrucción. Breve elogio del emperador. LIBRO XV 1-285 Escipión. 1-18 Ausencia de generales en Roma. Escipión siente la llamada del deber, pese a la reticencia de sus familiares. 19-128 La Virtud y el Placer ante Escipión. 129-151 Escipión asume el poder tras un augurio favorable de Júpiter. 152-250 Llegada a Tarragona. 251-285 Asalto y toma de Cartagena. 286-398 Otros frentes. 286-319 Filipo de Macedonia pide la paz. 320-333 Fabio toma Tarento. 334-398 La muerte de Marcelo. 399-823 Metauro. 399-492 Escipión vence y pone en fuga a Asdrúbal. 493-514 Asdrúbal sigue la ruta de Aníbal hasta Italia. 515-600 La diosa Italia anima a Nerón a enfrentarse a esta nueva amenaza. Éste se une al otro cónsul, pese a la reticencia de sus conciudadanos. 601-807 Batalla del Metauro. Muerte de Asdrúbal. 808-823 Nerón va al encuentro de Aníbal en Lucania. Le muestra la cabeza de Asdrúbal. LIBRO XVI 1-700 Escipión. 1-22 Pese a los reveses de la fortuna, Aníbal se mantiene en el Brucio.

58

23-77 Derrota de Hannón. 78-114 Derrota de Adrúbal74. 115-169 Masinisa acude al campamento de Escipión y se alían. 170-276 Escipión se dirige al palacio de Sífax. Allí se encuentra con Asdrúbal. Finalmente consigue la alianza de Sífax. 277-591 Los juegos fúnebres. 277-311 Preparativos y ceremonia de apertura. 312-456 Carrera de carros. 457-526 Carrera a pie. 527-556 Combates. 557-574 Lanzamiento de jabalina. 575-591 Clausura y prodigio en favor de Escipión. 592-700 Escipión, en Roma, es nombrado cónsul. Propone atacar Cartago. Fabio se pronuncia en contra. Un discurso de Escipión convence al Senado. LIBRO XVII 1-58 La llegada de Cibeles a Roma y su acogida. 59-291 Preámbulos a la victoria. 59-83 La traición de Sífax. 84-108 Escipión incencia el campamento masilio. 109-148 Captura de Sífax. 149-291 Ante la necesidad de su patria, Aníbal regresa. Neptuno le impide volver en un momento de hesitación con una tempestad, que calma a petición de Venus. -----------------------------------------------------------------292-654 Zama. 292-340 Arenga de Aníbal. 341-384 Diálogo de Júpiter y Juno. 385-521 Escenas de la batalla. 522-654 Juno engaña a Aníbal para substraerlo de la batalla. Victoria de Escipión.

74 Hijo de Giscón.

59

7.- Bibliografía. Fuentes: a) Silio Itálico. DUFF, J. D. Silius Italicus. Punica (edición bilingüe latín-inglés, 2 volúmenes), Londres, 1961. MINICONI, P. y DEVALLET, G. Silius Italicus. La Guerre Punique, t. 1 (libros I-IV, edición bilingüe latín-francés), París, 1979. VOLPILHAC, J., MINICONI, P. y DEVALLET, G. Silius Italicus. La Guerre Punique, t. 2 (libros V-VIII, edición bilingüe latín-francés), París, 1981. VOLPILHAC, J., MARTIN, M., MINICONI, P. y DEVALLET, G. Silius Italicus. La Guerre Punique, t. 3 (libros IX-XIII, edición bilingüe latín-francés), París, 1984. MARTIN, M., y DEVALLET, G. Silius Italicus. La Guerre Punique, t. 4 (libros XIV-XVII, edición bilingüe latín-francés), París, 1992. VINCHESI, Mª. A. Le guerre puniche (edición bilingüe latín-italiano, 2 volúmenes), Milán, 2004. VILLALBA ÁLVAREZ, J. La guerra Púnica, Madrid, 2005. b) Otros autores. Virgilio, Bucólicas, Geórgicas y Apéndice virgiliano, traducción de ASENSIÓN RECIO, T., Madrid, 1990, con introducción de VIDAL, J. L. CONWAY, R.S y WALTERS, C.F., Titi Livi ab urbe condita libri XXI-XXV, Oxford, 1929. CONWAY, R.S. y JOHNSON, S.K., Titi Livi ab urbe condita libri XXVI-XXX, Oxford, 1935. Virgilio, Eneida, traducción de ECHAVE-SUSAETA, J., Madrid, 2005, con introducción de CRISTÓBAL

60

LÓPEZ, V. Lucano, Farsalia, traducción de HOLGADO REDONDO, A., Madrid, 2008. Valerio Flaco, Las Argonáuticas, traducción de LOPEZ MOREDA, S., Madrid, 1996. MYNORS, R.A.B. P. Vergili Maronis opera, Oxford, 1969. Ovidio, Metamorfosis, traducción de RUIZ DE ELVIRA, A., Madrid, 2002. TARRANT, R. J. P. Ouidi Nasonis Metamorphoses, Oxford, 2004. Livio, Historia de Roma desde su fundación, traducción de VILLAR VIDAL, J. A., (8 volúmenes), Madrid, 1990-1994. Estudios: ALBRECHT, M. VON. Silius Italicus: Freiheit und Gebundenheit römischer Epik, Amsterdam, 1964. ALBRECHT, M. VON Historia de la literatura romana (2 vols.), Barcelona, 1999. ALBRECHT, M. VON. Roman epic: an interpretative introduction, Leiden, 1999. ALBRECHT, M.

VON.

Virgilio. Bucólicas, Geórgicas, Eneida. Una introducción (traducción de

MAURIZ MARTÍNEZ, A. y bibliografía española de MOYA DEL BAÑO, F.), Murcia, 2012. AHL, F., DAVIS, M. A. y Pomeroy, A. “Silius Italicus”, ANRW, II 32.4, Berlín-Nueva York, 1986, . 2492-2561. ALVAR EZQUERRA, A. “La épica latina”, en Géneros literarios poéticos grecolatinos (ESTEFANÍA ÁLVAREZ, D. et al. Eds.), Madrid-Santiago de Compostela, 1998, 39-61. ALVAR EZQUERRA, A. De Catulo a Ausonio. Lecturas y lecciones de poesía latina, Madrid, 2009.

61

ALVAR EZQUERRA, A. “Tipología de los procedimientos intertextuales en la poesía latina antigua” en Actas del IX Congreso Español de Estudios Clásicos. V: Literatura latina (VIDAL J. L. y ALVAR EZQUERRA, A. Eds.), Madrid, 1998, 1-16.

BAGNALL, N., The Punic Wars, Londres, 1990.

BARDON, H. La littérature latine inconnue, 2 volúmenes, París, 1952-1956. BARDON, H. “L'aurore et le crépuscule”, Revue d'Etudes Latines 24 (1946), 82-115. BICKEL, E. Historia de la literatura romana, Madrid, 1987. BRUÈRE, R. T. “Silius Italicus Punica” Classical Philology 47 (1952), 219-227. BRUÈRE, R. T. “Color ovidianus in Silius Punica 1-7”, en N. Herescu (ed.), Ovidiana, Paris, Les Belles Lettres, 1958, 475-499 BRUÈRE, R. T. “Color ovidianus in Silius Punica 8-17”, Classical Philology 58 (1959), 228-245. CODOÑER, C. (ed.), Historia de la literatura latina, Madrid, 1997, (el capítulo de la épica flavia corre a cargo de ESTEFANÍA ÁLVAREZ, D., pp. 440-441). CARRASCO DUG, F. “Los sentidos del tiempo en Virgilio” Actas del III Congreso Español de Estudios Clásicos, v.2, 1968, 360-367. CASTRO DE CASTRO J. D. “El motivo virgiliano del atardecer clausular en la poesía pastoril del siglo XVIII”, en La filología latina. Mil años más, 2009, 1539-1552. CRISTÓBAL LÓPEZ, V. “Virgilio y la temática bucólica en la tradición clásica, Madrid, 1979. CRISTÓBAL LÓPEZ, V. “Camila: génesis, función y tradición de un personaje virgiliano” Estudios Clásicos 94 (1988) 43-61.

62

CRISTÓBAL LÓPEZ, V. “Mitología clásica y cuentos populares. Comentario al cuento de Periquillo” en Mitología clásica. Teoría y práctica docente, Madrid, 1990, 37-61. CRISTÓBAL LÓPEZ, V. “Virgilio, Troya, Roma y Eneas” Polis 5 (1993) 59-72. CRISTÓBAL LÓPEZ, V. “Mitología clásica en la literatura española: consideraciones generales y bibliografía” Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos 18 (2000) 29-76. CRISTÓBAL LÓPEZ, V. “Introducción”, en ECHAVE-SUSAETA, J., Eneida, Madrid, 2005 CRISTÓBAL LÓPEZ, V. “La Eneida de Virgilio, un viaje entre Troya y Roma” Revista de Filología Románica 4 (2006) 85-100. CRISTÓBAL LÓPEZ, V. “Dido frente a Eneas: el origen legendario de las guerras púnicas” en Enemistades Peligrosas (GARCÍA ROMERO, F. y MORENO HERNÁNDEZ A. Eds.), Madrid, 2013, pp. 3582. CRISTÓBAL LÓPEZ, V. “Recreaciones novelescas del mito de Fedra y relatos afines” Cuadernos de Filología Clásica 24 (1990), 111-126. MCDERMOTT, W. C. y ORENTZEL, A. E. “Silius Italicus and Domitian” The Ametican Journal of Philology 98 (1977), 24-34. ESTEFANÍA ÁLVAREZ, D. “La épica: tradición e innovación”, en Géneros literarios romanos: aproximación a su estudio, Madrid, 1996, 123-146. FERNANDELLI, M. (1009), “Anna Perenna in Ovidio e in Silio Italico”, Giornale Italiano di Filologia 61, 139-171. KENNEY, E.J. Y CLAUSEN, W. V. Historia de la literatura clásica, Madrid, 1989. LIDA DE MALKIEL, Mª R. Dido en la literatura española. Su retrato y defensa, Londres, 1974. LIDA DE MALKIEL, Mª R. La tradición clásica en España, Barcelona, 1975 63

ROLDÁN, J. M., Historia de Roma, Salamanca, 1995. RUIZ DE ELVIRA, A. “Las grandes sagas heroicas y los cuentos populares” Jano 39 (1972) 49-51. RUIZ DE ELVIRA, A. “De Paris y Enone a Tristán e Iseo” Cuadernos de Filología Clásica 4 (1972) 99-136. RUIZ DE ELVIRA, A. “La renovación de los estudios mitológicos” Jano 25 (1972) 39-44. RUIZ DE ELVIRA, A. “En la frontera entre historia y mitología” Jano 79 (1973) 95-100. RUIZ DE ELVIRA, A. “Mito y novella” Cuadernos de Filología Clásica 5 (1973) 15-52. RUIZ DE ELVIRA, A. Mitología Clásica, Madrid, 1975. RUIZ DE ELVIRA, A. “Mito. Saga. Cuento. Las edades. La edad mítica” en Mitología clásica. Teoría y práctica docente, Madrid, 1990, 1-15. SPALTENSTEIN, F. Commentaire des Punica de Silius Italicus (dos volúmenes), Génova, 1986. STEELE, R. B. “The method of Silius Italicus”, Classical Philology 17 (1922), 319-333. THOMSON VESSEY, D. W. “Silius Italicus: the shield of Hannibal”, The American Journal of Philology 96 (1975), 391-405. THOMSON VESSEY, D. W. “Silius Italicus on the fall of Saguntum”, Classical Philology 69 (1974), 28-36. VIDAL, J. L. “Nec tu divinam Aeneida tempta: la sombra de la Eneida (y otras sombras) en la épica flavia”, en Perfiles de Grecia y Roma. Actas del XII Congreso Español de Estudios Clásicos, Madrid, Sociedad Española de Estudios Clásicos, 2010, II 747-787. WALLACE, M. V. T. “The architecture of the Punica. A hypothesis”, Classical Philology 53 (1958), 64

99-103. WALLACE, M. V. T. “Some aspects of time in the Punica of Silius Italicus”, Classical World 62 (1968), 83-93.

65

8.- Agradecimientos. Por último y para finalizar, es obligatorio precisar que el presente Trabajo de Fin de Máster no hubiera sido realizable en ningún caso de no contar con la tutela de Vicente Cristóbal López. Su inagotable paciencia, comprensión y guía hacen de él un verdadero maestro, capaz de entender las necesidades y defectos de sus alumnos para ayudarles a alcanzar sus metas incluso cuando ellos mismos han perdido la confianza. Es preciso también dedicar un espacio al reconocimiento que se merecen todos aquellos que a lo largo de los últimos años han hecho posible el Máster Interuniversitario en Filología Clásica, tanto a los docentes, como a los diferentes departamentos de UCM, UAM y UAH, que en su constante esfuerzo por mejorar han ofrecido un último oasis a la Filología Clásica en el desierto que vivimos hoy día, así como a los coordinadores que afanosamente reman contra las mareas burocráticas para hacer posible esta titulación.

66

9.- Índice

Pág.

1.- Resumen. Abstract.....................................................................................................2 2.- Palabras clave............................................................................................................2 3.- Introducción...............................................................................................................3 3.1- Mitología, historia, ficción................................................................3 3.2- La épica hasta Silio Itálico................................................................6 3.3- Silio Itálico. Su propuesta.................................................................9 4.- El tiempo en las Púnicas de Silio Itálico...................................................................14 4.1- Compresión del tiempo.....................................................................15 4.2- Omisión de acontecimientos históricos............................................23 4.3- La expresión poética del tiempo: noche y día...................................36 5.- Conclusiones..............................................................................................................47 6.- Anexo: Índice de contenidos de las Púnicas.............................................................50 7.- Bibliografía................................................................................................................59 8.- Agradecimientos........................................................................................................64 9.- Índice.........................................................................................................................65

67

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.