Tras medio milenio de la Primada de Cuba: crónica de un viaje por sus senderos vernáculos

June 19, 2017 | Autor: Luis Bello Caballero | Categoría: Cultural Heritage, Cultural Landscapes, Vernacular Architecture
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Descripción

PRIMER PREMIO, Concurso de Literatura y Comunicación, Cátedra Gonzalo de Cárdenas de Arquitectura Vernácula, Oficina del Historiador de La Habana, Cuba Marzo de 2012

Arq. Luis Enrique Bello Caballero Dpto. Arquitectura y Urbanismo Universidad de Oriente Santiago de Cuba, Cuba 2012

Tras medio milenio de la Primada de Cuba: crónica de un viaje por sus senderos vernáculos […] Baracoa se acrece por la riqueza de su patrimonio vernáculo, también curiosamente impregnado de “lo Caribe”, y la del intrigante patrimonio inmaterial, revelador de la mezcla cultural de las espiritualidades de nuestros ancestros aborígenes con lo hispánico […] 1

El presente no pretende ser un discurso científico sobre los particulares vernáculos vigentes en el territorio baracoense, para ello necesitaría de un aparataje erudito del cual carece. Se acerca mucho más, y pudiera llamársele así, al cuaderno de bitácora de un viajero, donde se resumen, desde la perspectiva de un visitante primerizo, las cualidades generales de aquello que aún conserva la autenticidad en Baracoa. Cuatro aspectos se enfatizan en el recorrido: el camino hacia la ciudad, el paisaje donde se inserta, las impresiones sobre la urbe y pinceladas sobre el acontecer en las afueras de esta. I.

Ruta al óleo

En las tierras del extremo oriental de la isla resalta el contraste que produce la versatilidad de la geografía presente, cuyos accidentes no dan cabida a la monotonía. En las diferentes estampas que se obtienen es posible apreciar un anchuroso valle, que en dirección al levante va confinándose por el tapiz que dibuja un macizo montañoso y las vivaces tonalidades de las aguas caribeñas, en ocasiones turquí y en otras azul a lo Majorelle, 2 en dependencia de la profundidad y textura del lecho. Sobre este mural se emplaza la carretera que desde la urbe guantanamera da acceso a la comarca baracoense. Primeramente acorralada por el borde costero y las faldas, todavía prematuras, del imponente sistema Sagua-Baracoa. Resulta un paisaje de imagen árida, típica del valle sureño, justo hasta el poblado de Cajobabo, donde comienza rumbo norte su bregar contra el agreste relieve, odisea que alcanza la gran victoria en el viaducto La Farola, magnífico modelo de asociación con lo propuesto por la naturaleza.

El viaducto es la principal conexión por tierra de la ciudad con otras de mayor envergadura: Guantánamo y Santiago de Cuba; su recorrido serpentea las montañas, se oscurece por momentos por la tupida vegetación y parece embestir al vacío cuando se visualiza un temible tajo de un lado u otro de la vía. Es precisamente en estos instantes de sobrecogimiento cuando los lugareños relatan las nefastas historias acaecidas en las inflexiones que implican un desafío para el más avezado conductor. Solamente el deslumbramiento que estimula el panorama circundante apacigua la tensión de los principiantes por esas rutas. Es posible afirmar que solo La Farola es digna del paisaje donde se inserta. Deviene esta obra en el anuncio de los vestigios vernáculos de la zona: "si bien existe la arquitectura orgánica, de esto se trata la ingeniería orgánica", aseveró con elocuencia un experimentado profesor 3 al referirse a La Farola y su vinculación con el medio. El símil establece de manera explícita un paralelo con el organicismo arquitectónico, aquel que asume las condicionantes naturales como parte inseparable de la expresión de la obra. Con certeza la tecnología incidió de manera decisiva en la materialización del proyecto, pero no es ella por si sola lo que trasciende, sino su óptima explotación para lograr esta obra civil de remarcables cualidades. (Fotos 1 y 2)

Fotos 1 y 2: Nótese a la izquierda la pronunciada curva y las copas de los pinos al alcance de la altura del observador. A la derecha, el zigzagueante recorrido de la carretera sobre la cordillera.

De esta manera, cual lienzo de Eduardo Estrada, 4 magnificado ahora por las sensaciones que producen el resto de los sentidos en función, se desarrolla la ruta hasta la villa fundada en 1511.

II.

Alianza indisoluble

El camino hasta Baracoa no es más que un motivador aviso de aquello que será encontrado al arribo. Ardua tarea la de aquel, cuyas buenas intenciones lo conlleven a plasmar en palabras las imágenes que muestra el paisaje que abraza a la más vetusta de las ciudades cubanas. Resultan escasos los términos para ilustrar tan impresionante cuadro integrado por las aguas de exuberantes ríos, el mar del Paso de los Vientos y el prominente sistema Sagua-Baracoa, que provoca un suspiro por su inmensidad al tiempo que parece palparse por su cercanía. Sus intencionadas siluetas, siempre describiendo una forma, carecen de credibilidad en una pintura, foto o grabado; solamente el contemplarlas en vivo desecha todo tipo de vacilación. Se cuenta que el mismo Almirante quedó perplejo con el sugerente semblante del Yunque, la Bella Durmiente y el desbordante paisaje. (Foto 3)

Foto 3: Desde el Castillo del Seboruco se obtiene este cuadro de la bahía y del simbólico Yunque (izquierda).

Hablar de Santiago sin mencionar el son y la Sierra Maestra o de La Habana sin el emblemático Malecón y su bahía patrimonial es como desligar a Baracoa de su entorno, aquel que ha asimilado su crecimiento desde hace quinientos años. Se dice que Baracoa lo tiene todo: bahía, malecón, ríos, playas y montañas; todo reunido en el ámbito urbano. Estos son los ingredientes que resaltan el emplazamiento del primer asentamiento colonial en el archipiélago cubano. Parece estar bendecida la Primada con estos recursos de seducción, efectivos para todo tipo de pretendientes.

III.

La ciudad y sus contrastes

Todavía es posible recorrer de un extremo a otro la ciudad de Baracoa, y percibir en ese peregrinar la arcaica estructuración longitudinal típica de las villas españolas. 5 A lo largo del malecón, borde que determina el límite urbano al noreste o por sus calles hacia el interior del trazado se respira un aire salobre y pacificador que ennoblece el caminar, acompañado por edificaciones que difícilmente excedan los dos niveles, y que guardan en su gran mayoría el respeto hacia la tradicional conformación de las vías. Usualmente se recorre la ciudad por sus calzadas, rara vez el peatón se adueña de la acera, estas prácticamente forman parte de las edificaciones. Cuando se abordan las aceras, la intención es acceder a una edificación o esquivar un vehículo. Su dimensión es a veces tan angosta que son imperceptibles, o pueden no existir definitivamente; teniendo entonces, directo sobre la vía, aquellas fachadas desprovistas del espacio transitorio que supone el corredor o el portal. 6 Es posible que en algunos casos sea necesario subir dos, tres y hasta cuatro peldaños para estar sobre la acera o bajo el cobijo de un portal. Quizás esta estructuración enmarañada del espacio público sea la que obligue al peatón a ocupar la vía. La discontinuidad y posición de los portales, y los desniveles en las aceras resultan incómodos para el pasante; sin embargo, se logra conformar una especie de graderío a lo largo de la arteria que se desdobla y pasa a ser un generador de intercambios sociales. (Fotos 4 y 5)

Fotos 4 y 5: La caprichosa configuración del espacio público caracteriza las arterias de Baracoa.

Es abundante en los corredores la presencia de las singulares balaustradas como un componente unificador de la imagen urbana. Todavía se pueden ver de madera en las construcciones más antiguas, con calados ornamentales. Ninguna es igual a otra, cada vivienda tiene su propia decoración. En ocasiones el desencanto aflige la vista: encontrar la fabricación seriada de prototipos hechos con cemento y arena, y en cuya factura se abandona la estética y calidad de la pieza, denota un agravio hacia la permanencia de la tradición. Ahí también está presente lo vernáculo, pudiera afirmarse. Es cierto, se fabrica con materiales y técnicas locales y su utilización data de antaño. Pero en esa afirmación se ha obviado el fundamento de lo vernáculo, que es la esencia, no la mimética reproducción de manifestaciones. Es precisamente en la reinterpretación de códigos precedentes, a partir de lenguajes contemporáneos, donde es perceptible lo vernáculo, siempre que se conserve la esencia. Con notables ejemplos presentes en la ciudad pueden ejemplificarse las buenas prácticas en el uso de las balaustradas: las edificaciones de la primera mitad del siglo XX, con sus variadas influencias estilísticas, que por cuestiones de la modernidad apartaron la madera para explotar el mampuesto y las bondades del cemento, son muestras aleccionadoras de la evolución de la tradición. (Fotos 6-8)

Fotos 6-8: Izquierda y centro: balaustradas de madera y hormigón, asimilando diferentes influencias estilísticas. A la derecha: la ridiculización de la tradición.

La imagen urbana de Baracoa se caracteriza por la inalterable secuencia de fachadas que se integran armoniosamente en un conjunto coherente, en la cual la arquitectura doméstica constituye todavía el tejido más uniforme de la ciudad, con casas de baja altura y de apariencia

sencilla. 7 El sosiego que produce este panorama discreto, pero atrayente, se interrumpe puntualmente por el estado precario de muchas construcciones, o las inserciones de privados y entidades estatales que quebrantan la continuidad del paisaje; problemática que se propaga por toda la isla y cuyo coto requiere de un trabajo donde la sinergia entre todos debe actuar. La no presencia de edificaciones de gran envergadura, como aquellas presentes en las villas donde la colonia y el siglo XX dejaron su impronta monumental, pudo estar dada por las crisis y consecuente abandono que en diferentes épocas sufrió la ciudad, dentro de ellas se destaca la ruinosa crisis bananera. La Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, el Ayuntamiento y el Castillo Seboruco de Santa Bárbara son las que resaltan en el contexto urbano, pero integrándose con atinado acierto. La intención de "modernizar" la ciudad tuvo consecuencias negativas, que de manera superlativa se revelan en el malecón, en cuyo frente de fachadas se produce un desapego total con la usanza tradicional. Es evidente la desapacible ruptura que ocasionan las carpas, en boga hoy, pero por suerte efímeras; las intervenciones en espacios públicos tan comprometidos como el Parque Independencia, justo frente a la fachada de la Iglesia Parroquial; y los edificios multifamiliares, de sistema prefabricado o convencionales, de estos últimos algunos dan su fachada ciega hacia el mar. Indiscriminadamente se ha trastornado la dinámica relación establecida por siglos entre las preexistencias y lo nuevo. (Fotos 9 y 10)

Fotos 9 y 10: Izquierda: la fachada hacia el malecón de un edificio multifamiliar. Derecha: las negativas inserciones que alteran el perfil urbano y obstaculizan las visuales al mar (Foto tomada por Mirtha García de Hombre, cortesía de Dra.C Arq. Flora Morcate Labrada).

La desavenencia con la ciudad heredada también se manifiesta en el empleo de nuevos materiales y técnicas. El estadio local es una muestra, para cualquier estudioso, de las consecuencias de construir sobre una playa con una tecnología preestablecida: el acero, solamente recubierto con suficiente hormigón y con muchas artimañas puede resistir la hostilidad del salitre (Fotos 11-13). Además de la degradación medioambiental resulta una inversión infructuosa; otro ejemplo lo demuestra: recientemente se tuvieron que sustituir las escaleras de hormigón armado de los edificios multifamiliares por otras de madera.

Fotos 11-13: Izquierda: deterioro de un edificio de sistema prefabricado "Girón" emplazado en el malecón. Centro y derecha: emplazamiento del estadio y sus consecuencias, el rótulo en rojo anuncia: "Peligro, no transitar ni estacionarse debajo de esta estructura".

Cuando se ignora la sabiduría acumulada por generaciones, que aunque "limitadas" de una erudición basada en argumentos científicos, nos enseña cómo es posible asimilar las condicionantes del medio; cuando se aparta el legado vernáculo, entonces la naturaleza se encarga de pasar factura. En la arquitectura tradicional baracoense permanecen elementos característicos como los ventiladores, que con sus decoradas celosías favorecen el confort térmico en los espacios interiores por medio de la ventilación cruzada y la evacuación del aire caliente; las buhardillas en los áticos que evidencian la influencia francesa; las edificaciones de madera y la cromática postal que describen los techos de tejamaní, ya exiguos, y los de tejas criollas y francesas, más frecuentes, en perfecta mixtura con la gama de verdes y azules que plantean las montañas y el mar. (Fotos 14 y 15)

Fotos 14 y 15: Ejemplos de la arquitectura de madera, nótese a la izquierda los ventiladores sobre la carpintería.

La Baracoa que hoy nos llega, se debate, como gran parte de las ciudades de Cuba, entre el rescate del patrimonio construido y las transformaciones que se producen por el lógico proceso evolutivo de la ciudad, que gran peso posee en las alteraciones sobre la imagen de la villa tradicional. Todo ello condicionado por los factores socio-económicos actuales. Pese a las circunstancias contradictorias de cada época siempre quedan quienes abogan con persistencia por la conservación de nuestro legado arquitectónico y urbano, pleno de valías.

IV.

Sapiencia enraizada más allá de lo urbano

No es necesario alejarse considerablemente de la ciudad para encontrarse dentro de una tupida algaba propia del trópico, donde el fustigante sol del Oriente escasamente se hace notar. Las vegas pobladas de ácanas, cuyás, varias, azulejos, cedros, ocujes, y las especies endémicas de la región conforman recintos que atesoran la mayor reserva forestal del país. 8 En estos ambientes sobresalen los caudalosos ríos, impresionan por sus aguas traslúcidas y la plétora de virtudes del paisaje que configuran. Miel, Duaba, Toa o Yumurí, cualquiera de estos panoramas conmueve; el aire purificador o el melodioso ruido del agua pegando las rocas son sucesos imposibles de captar por fotografías. Se entrelazan montañas, torrentes de aguas claras y el mar para no dar espacio a reiteraciones en las rutas que se extienden por el territorio. (Foto 16)

Foto 16: Imagen panorámica del río Duaba, al fondo se visualiza el Yunque, desde una perspectiva diferente a la obtenida en la ciudad.

Allá, en los ambientes donde escasean las facilidades del pueblo y el acceso se dificulta, también está la mano del hombre. En constante diálogo con el entorno se integran los asentamientos que dependen de los beneficios de la tierra y el mar. Las soluciones al hábitat demuestran la continuidad histórica de tradiciones en el buen hacer. En sitios como Yara-Majayara, justo en la fusión entre el mar y el Miel es posible atestiguar la permanencia de vetustas prácticas, que explotan los recursos locales para solventar las problemáticas diversas que acarrea la desembocadura de un río. El estuario forma parte de los espacios de intercambio de la comunidad, contenedor de rudimentarios pasos de madera y peculiares atarazanas a palo y guano para el resguardo de los botes. El escenario sorprende por la simpleza de las soluciones dadas, ya inherentes al cuadro que ilustra la excelsitud de aquellas costumbres que son autóctonas y sobreviven, no sucumben ante el tiempo ni quedan atrapadas en páginas o museos. (Fotos 17 y 18)

Fotos 17 y 18: Realidad que es posible corroborar a corta distancia de la ciudad, en la desembocadura del río Miel.

Adentrándose en los montes de Baracoa emerge el ejemplo paradigmático de la arquitectura vernácula cubana, el bohío, mostrándose con los necesarios ajustes para su adecuación a diversos emplazamientos y posibilidades económicas. En Baracoa la arquitectura de los bohíos asimila cuanto material esté al alcance inmediato para dar respuesta a la necesidad de cobijo. Es posible encontrar aquellos más rudimentarios cuyo techo de guano se sustenta con madera rolliza, bejucos funcionando como alfarjías, y alfardas donde se apoyan las pacas de pencas de palmas o cocoteros por medio de una tira de yagua, que puede tener hasta dos pulgadas de ancho y los pobladores reconocen como "tise". 9 (Fotos 19 y 20)

Fotos 19 y 20: El típico bohío cubano como pieza inseparable de la campiña; en Majayara (izquierda) y Maguana (derecha), ambos dentro del término municipal de Baracoa.

Las tejas acanaladas de fibrocemento y las de zinc son frecuentes también, principalmente en las viviendas de familias con mayores recursos. En estos casos la estructura de sustento tiene variaciones por los propios requerimientos técnicos de los elementos de cierre de la cubierta. Los muros no varían, la madera es la protagonista. La técnica del tingladillo es la óptima para el cierre de la cara exterior de las paredes. Su aplicación, aunque ausente de muescas en las piezas horizontales, permite mayor nivel de impermeabilidad en el entablado expuesto. El muro nunca llega al suelo, la humedad induciría su deterioro en corto tiempo. Para ello se construyen basamentos de rocas en el perímetro de la vivienda, que actúan como contención de la tierra rojiza apisonada que conforma el piso. En los mejores casos el piso se recubre con cemento

pulido o se resuelve con tablas cuando se trata de una edificación sobre pilotes, a causa del ascenso del manto freático o el paso de aguas que descorren. (Fotos 21-23)

Fotos 21-23: Izquierda y centro: detalles del cierre exterior de los muros con la técnica del tingladillo y del aislamiento de la humedad de la tierra a partir de un basamento de rocas locales. Derecha: vivienda sobre pilotes, nótese los surcos que deja el agua sobre el suelo.

La carpintería y el mobiliario, al igual que la cubierta denuncia el status de la familia. Las persianas de tipo miami son las de mayor recurrencia, pero asoman también las de tabla de una o dos hojas, incluso las que solo cuentan con una escueta cortina que cubre el vano. Los muebles apartan en su generalidad todo tipo de lujos, el hierro y la madera son los materiales de mayor accesibilidad. La simpleza de los ornamentos es incuestionable, de factura artesanal, posiblemente elaborados por la mano de la señora de la casa o alguna del barrio. (Fotos 24-27)

Fotos 24-27: Derecha y centro: variantes para los cierres de los vanos. Izquierda: la rudimentaria pero auténtica conformación del corredor de un bohío, nótese la humildad del mobiliario.

El bohío típico cubano resume las condiciones para el excelente confort climático: la madera en sus muros, y el techo de guano, permiten el intercambio de aire entre el interior y el exterior,

hacen que la vivienda respire. El aire caliente asciende y escapa por las rendijas, como cuando sale sobre la techumbre el humo del café por las mañanas. 10 Para un citadino, escuchar hablar del bohío, significa en estos tiempos, un exotismo de la cultura cubana. El poder constatar su existencia con las diversas pericias acudidas para su mejor desempeño, en ambientes cercanos al mar, ríos o manigua adentro, demuestra la persistencia de tradiciones vernáculas y la vigencia de sabidurías atávicas. Los andurriales de Baracoa constituyen el refugio de panoramas que realzan la legitimidad del patrimonio vernáculo, material e intangible; aquel que enorgullece la idiosincrasia local y cubana, y trasciende los confines de su territorio para perpetuarse en la memoria de los naturales y visitantes.

V.

Fin del viaje

Un extendido aparte se necesita para referir los rasgos que completan el mosaico de conspicuos valores presentes en Baracoa, en los que se encuentra aquello que no descubren los ojos, el espíritu de su pueblo, donde aún se dejan ver indicios de la fisionomía aborigen. Es obligatorio resaltar la hospitalidad y llaneza desbordante de los habitantes de la ciudad, cualidades que se enaltecen en los campesinos, o guajiros para los orientales, casi resulta un patrimonio intangible del campesinado nacional esta actitud. La permanencia de platos tradicionales como las variantes del chocolate, el tetí, el bacán o el cucurucho de coco y la toponimia de los sitios, con marcada influencia del lenguaje precolombino denotan el fuerte arraigo de los habitantes con sus costumbres. La fauna y la floresta descollantes permiten tener lujosas experiencias como la de distinguir, en el ambiente antropizado que supone la bahía, el dorso de un delfín cuando sale a respirar, un suceso irrepetible quizás para el foráneo, pero la habitual visita del día para el oriundo; o de apreciar las polimitas y pájaros carpinteros custodiando las riberas del Yumurí (Foto 28), las primeras lamentablemente extraídas de su hábitat para el comercio ilícito.

Los gusanos mil pies, las especies de palmas endémicas y las plantaciones de cacao y de variadas frutas tropicales en las faldas del Yunque, destacándose el guineo 11 entre ellas, son aspectos que enriquecen sobremanera la identidad local y devienen en ilustraciones, atrapadas además por las sensaciones que estimulan. (Fotos 29-31)

Fotos 28-31: Izquierda: un pájaro carpintero en las inmediaciones del Yumurí (foto tomada por Leonardo Pérez Vilorio, compañero de viaje). Centro y derecha: gusano mil pies, plantación de cacao y guineo, y las frutas en la subida hacia el Yunque.

El atardecer llega a Baracoa con una imagen que evoca nostalgia y muestra finalmente en la ausencia de luz un aspecto diferente al colorido y vívido día, donde el paisaje parece cerrar sus cortinas en las noches sin lunas, para dar paso solamente a las luces de esta villa que acaba de cumplir sus primeros quinientos años, desde que fuera fundada por el Adelantado Diego Velázquez en agosto de 1511. En estas centurias Baracoa ha sabido sobreponerse a las llagas obradas por el tiempo y las insensatas actitudes. Su encanto no cede, conserva aún la escala humana y salvaguarda las cautivadoras cualidades vernáculas presentes en toda la extensión de su territorio.

Referencias 1

Fragmento extraído de la presentación del libro Baracoa a través de su historia urbana y arquitectónica, elaborada por Alicia García Santana.

2

Jacques Majorelle, pintor francés, creó el Jardín Majorelle, en el que utilizó un tono especial de azul, a este tono se ha denominado en su honor "Azul Majorelle ".

3

Profesor Mague Pérez Socarrás, Departamento de Ingeniería Civil, Facultad de Construcciones de la Universidad de Oriente; en su conferencia Los Paradigmas de la Ingeniería Cubana, dictada en el Taller IDEARQ, Las Tunas, octubre de 2009.

4

Eduardo Estrada Roque: pintor cubano, se destaca por sus obras de temas paisajísticos, dentro de ellas se encuentra Río Toa, del año 2008.

5

García Santana, Alicia y Julio Larramendi: Las primeras villas de Cuba. Ediciones Polymita. Ciudad de Guatemala, Guatemala, 2008, pg. 45

6

En la zona oriental de Cuba es común denominar portal al espacio que pertenece a la edificación pero que tiene acceso público (el caso típico de los portales habaneros) y corredor a aquel espacio privado perteneciente a la edificación que sirve de transición entre el espacio público y el interior, a él solo llegan los que van a ingresar en la edificación.

7

Floirián Floirián, José Enrique y Fabián Quintero Machado: Baracoa a través de su historia urbana y arquitectónica. Colección Nuevos Mundos y Editorial El mar y la montaña. Guantánamo, Cuba, 2011, pg. 39.

8

Ibidem, pg. 49.

9

Floirián Floirián, José Enrique y Fabián Quintero Machado: Baracoa a través de su historia urbana y arquitectónica. Colección Nuevos Mundos y Editorial El mar y la montaña. Guantánamo, Cuba, 2011, pg. 66.

10

Bohío: artículo revisado en la Enciclopedia Colaborativa Cubana ECURED. Consultado el 12 de diciembre de 2011, en: http://www.ecured.cu/index.php/Boh%C3%ADo

11

Guineo es el nombre dado en la zona oriental de Cuba a la banana o platanito fruta.

Material bibliográfico consultado Colectivo de autores: Oriente de Cuba, guía de arquitectura. Junta de Andalucía, Dirección General de Arquitectura y Vivienda, Andalucía, España, 2002. Floirián Floirián, José Enrique y Fabián Quintero Machado: Baracoa a través de su historia urbana y arquitectónica. Colección Nuevos Mundos y Editorial El mar y la montaña. Guantánamo, Cuba, 2011. García Santana, Alicia y Julio Larramendi: Las primeras villas de Cuba. Ediciones Polymita. Ciudad de Guatemala, Guatemala, 2008.

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