Tras las rejas, una soledad corriéndose

Share Embed


Descripción

TRAS LAS REJAS, UNA SOLEDAD CORRIÉNDOSE


Pulcinella
DisparaMag
14/07/2015

un chant d'amour, 1950, película de Jean Genet

en blanco y negro una cárcel sin espacios colectivos donde la sexualidad se construye entre, sobre, alrededor de, a través de, encima de las paredes

un preso baila en su celda con una mujer que tiene tatuada en el brazo; agarra su brazo, clava sus uñas en la piel tintada y se mueve al compás de un baile de salón. en la celda contigua, otro preso besa a la pared mientras la cámara se fija en la oscilación de su pene erecto, que asoma por un agujero del pantalón; llora, se revuelve entre las sábanas sucias de la cama mientras se acaricia el pecho, se masturba mientras sigue llorando

el carcelero, voyeur envidioso, lleva su ojo de mirilla en mirilla espiando a los presos; a través de su ojo vamos conociendo la cárcel, preso tras preso, todos ellos dedicados a la explosión carnal de sus soledades

un tercer preso baila frenéticamente con el pene fuera, entre tocándolo y no, de cara a la mirilla donde sabe que habita el ojo de un poder impotente; el contraste de su piel negra con la pared iluminada y con el pantalón blanco por donde asoma su pene deja la soledad de su cuerpo recortada sobre la nada circundante. en el baile solitario vemos la cadencia del sexo construyéndose sobre el ritmo de un paso aprendido. se termina el baile y empieza el sexo con el colchón de paja

de vuelta a la primera celda, el preso recorre sus labios con la lengua mientras mira fijamente a la mirilla. empieza a besarse los hombros, las manos, acaricia su propia piel, besa su rodilla

paramos un segundo

la caricia de sí anda perdida. las prácticas carnales sobre uno mismo aparecen bajo la forma de una tecnología del fin del deseo. en la masturbación, la mano del hombre se dirige sin rodeos al falo, donde encuentra la satisfacción más rápida de su deseo sexual. el puño cerrado sube y baja alrededor del obelisco, olvidando el resto del cuerpo, olvidando el cuello, la boca, los dedos, los pies, el ano, los pezones, las orejas, la nuca; olvidando el pellizco, la caricia, la penetración, la textura, el azote. la masturbación, tal y como se practica, controla y pospone el deseo para el momento de su juego colectivo, haciendo de la eyaculación privada un trámite, un mecanismo de equilibrio del deseo más cercano a la burocracia que a los huracanes

el preso acaricia su propio cuerpo pero no se acaricia a sí mismo. antes de besar su piel como si fuera el relieve de un cuerpo ajeno ha tenido que descomponer su cuerpo en partes desconectadas y dotar a cada una del papel de Otro, su rodilla convertida en otra identidad sobre la que poder construir el deseo. en esta cárcel de soledades, todo el afecto se construye en la imaginación y en la distancia

dos presos se besan intercambiando humo por un pequeño agujero que han hecho en la pared. el beso labial palidece ante la entidad del humo, que si bien carece de la fuerza del tacto, viene a convertir la distancia en una forma de contacto

en su imaginación, el carcelero muerde la flor que un preso sujeta en la boca, en un escenario oscuro donde las rejas de la cárcel no están presentes. en la imaginación de uno de los presos, él y su compañero ya no intercambian humo; corren por el bosque, jugando entre los árboles, se tumban, se besan, descansan juntos. la cárcel es, fundamentalmente, su afuera. la soledad es todo menos ella misma, vive fuera de sus fronteras, construyendo interiormente las compañías, los diálogos. cuando estamos en soledad somos sociales, nunca abandonamos la distancia

el cuerpo, sin embargo, jamás vestirá soledad porque es una piel que puede tocarse a sí misma. por ello, mientras la cárcel permanece, el cuerpo investiga tecnologías sexuales del sí mismo, tecnologías que mezclan la textura de la piel con el universo entero de sus distancias

podríamos decir, entonces, que

el carcelero no tiene más poder que el de la violencia. la luz que sus ojos arrojan sobre los presos corriéndose no es más que un panóptico que desearía poder ser algo más que un gran ojo vigilante. la polla de un preso tiene más poder que la pistola, que solo aparece como farsa, y el deseo se reparte horizontalmente, de celda a celda, mientras el guarda las recorre con la vista, sin poder de intervención. la vida siempre está más allá del mecanismo

que

el verdadero poder está en la arquitectura. se construye la cárcel y sobre su relieve se construye la vida. el uso del dildo es, en este caso, el uso de las paredes, de los cigarros, de las manos, de las rejas. el espacio dividido, los cuerpos repartidos en el espacio, el arquitecto pintando las soledades en un lienzo, el sexo nace entre las paredes como el bebé nace entre el idioma que habla su madre

que

nosotrxs también tenemos la mano entre las piernas

y

hay que averiguar qué arquitectura nos separa y cómo hacer agujeros en las paredes







Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.