Trabajo final Historia Oral La vida en las comunidades de origen minero: Pasado y presente

July 4, 2017 | Autor: Julian Posada | Categoría: Mineralogy
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Descripción

Trabajo final Historia Oral
La vida en las comunidades de origen minero: Pasado y presente
Catedrática: Ada Marina Lara Meza
Alumno: Julián Alonso Briones Posada
Séptima Inscripción
La vida en las comunidades de origen minero: Pasado y presente
Como resultado de los datos recabados a partir de la consulta de documentos y la reconstrucción del auge y ocaso de los centros mineros (y por extensión, de sus habitantes), nos da una idea amplia de lo que fue la vida de estos lugares que, junto con la peculiar formación del centro histórico de Guanajuato, dan singularidad al lugar en el que actualmente habitamos. Como antecedente, cabe mencionar que la gran cantidad de metales preciosos que contiene el suelo de nuestra capital estatal, es el origen del asentamiento humano en la zona, y que dio vida y bonanza al sitio durante aproximadamente cuatro centurias; en la actualidad, la producción minera ha descendido, siendo las principales fuentes de ingresos en la modernidad el turismo y la burocracia.
¿Cuál es el origen de los pueblos mineros? Cuando de descubría un importante yacimiento de metales, inmediatamente comenzaba la invasión a la tierra que albergaba estas riquezas, que generaba rápidos asentamientos, pero que muy caro costaba a la naturaleza, por la depredación del suelo, el agua y sus árboles, los cuales sufrían en silencio ser combustible para las actividades mineras y estructura de los túneles artificiales en donde se adentraban los mineros para despojar a la tierra de sus riquezas. Alrededor de las minas, pronto se construían las haciendas de beneficio, y si el terreno no lo permitía, lo más cerca posible del lugar. Después, los mineros y sus familias rápidamente se hacían de una morada, y lo que genera cualquier asentamiento humano de dimensiones considerables, se exigía la necesidad de cubrir sus necesidades espirituales, con la construcción de suntuosos templos, producto de la bonanza económica de la que gozaban estos lugares. A esto se aunaba una comisión de orden, es decir, autoridades. La vida que se disfrutaba en estos lugares se antojaba pintoresca: se puede imaginar una algarabía en la vida diaria, admiración a esos hombres, que sin temor aparente penetraban en la tierra, con la amenaza silente de no volver a salir del interior de la tierra; fiestas religiosas, y ni hablar del agradable aire, los riachuelos y la maravillosa vista que aún puede apreciarse en estos asentamientos que muchas veces se ubicaban en los recodos y bajos más imposibles de la sierra central de Guanajuato.
La gran actividad minera dio nacimiento a varios minerales aledaños a la histórica ciudad de Guanajuato. De los más antiguos tenemos a la mina de Peregrina, que se cree explotada desde antes de la llegada de los españoles. Algunos de estos asentamientos son visibles y/o cercanos a Guanajuato, como la legendaria Valenciana o Mineral de Rayas, cuyo casco aún sorprende en la actualidad. La explotación minera, sostén de la ciudad, funcionó casi ininterrumpidamente durante los tres siglos que permaneció la corona española aprovechando los recursos de esta tierra. Alexander Von Humboldt, en su tratado acerca de la Nueva España, elogia la gran producción de plata de principios del siglo XIX. La producción, que aunque provocaba una muerte prematura a los mineros y el repartimiento de la riqueza era desigual, sigue siendo motivos de estudios históricos y económicos que constantemente se ven renovados, significando un interés permanente por la fascinación de los metales de este lugar. Y cuando las minas seguían produciendo y atrayendo a más aventureros, la producción se ve tajantemente cortada por el estallido de la revolución de Independencia, cuya bandera era en un primer momento la inconformidad del sector criollo, pero que gloriosamente, para actual nación mexicana, desembocó en un deseo independentista y el triunfo de la facción libertadora. Después de este hecho, la recuperación minera fue lenta, pero con resultados. Para finales del agitado siglo XIX, la bonanza minera de Guanajuato se había recuperado, y coincidiendo con el Porfiriato, florecieron varios minerales y retomaron su actividad los ya existentes. Se habla también de otros asentamientos mineros, como Mineral de Pozos, pueblo que en la actualidad fascina por sus ruinas, interesantes vestigio de una gloria pasada. Para esta época (inicios s. XX) había ya mejores técnicas de extracción, las precarias condiciones de los mineros "mejoraron", pero había una cuestión que urgía resolver; la mayoría de las minas eran administradas por extranjeros, y solamente una ínfima parte de la riqueza se quedaba en suelo nacional, mientras que los metales salían del país, despojando al mismo de una de sus mayores glorias. Pronto, con la revolución mexicana en contra del gobierno autoritario de Porfirio Díaz, la producción minera cayó en muchos pueblos. Dejando a la población sin fuente de ingresos, lo que ocasionó un primer abandono de los minerales productivos.
Posteriormente, durante el cuarto decenio del siglo pasado, los mineros deciden organizarse, e impulsados por la política cardenista, crean una cooperativa, en un intento de lograr la explotación del suelo en aras del beneficio nacional. Sin embargo, la desorganización de los líderes impedía un correcto funcionamiento, y a mediados de siglo la producción minera decae lenta pero inevitablemente, y muchos de los habitantes de los pueblos mineros se ven obligados a elegir entre vivir en las más precarias condiciones en la tierra donde nacieron, o salir de ahí, en busca de nuevas oportunidades para subsistir en un mundo con un ritmo cada vez más agreste. Es en este punto donde inició la búsqueda de información; los documentos son reflejo del abandono de estos centros, y los testimonios orales fungen también como ejemplos de cómo se vivió esta situación desde la opinión de los protagonistas de la historia que hoy se aborda.
En la actualidad, muchos pueblos mineros luchan por no perderse en la memoria del tiempo. Algunos habitantes radican ahí desde el ocaso de la producción, otros, los descendientes de aquellos mineros, que viajaron a Estados Unidos en un intento desesperado por seguir alimentando a sus familias. En la gran mayoría de estos lugares, las minas están abandonadas, siendo estas junto con los templos de cada lugar, claros vestigios de un interesante apogeo anterior. Las palabras de los protagonistas (los mineros), dejan entrever una vida que se antoja envidiable. Una sencillez de rutina, y cuyas narraciones, aún sin el barroquismo de una mente letrada, que permiten viajar y sentirse dentro de una de estas minas, que se extendían por cientos de metros bajo la tierra, donde se anhelaba tanto la luz del día. Se conoció, además las diversas labores de los mineros, su rutina y el cómo participaban en la vida social de los pueblos que desbordaban tanta riqueza y diversidad como las minas que los generaban. Se supo la idiosincrasia de los mineros, y anécdotas acerca de este difícil y emocionante trabajo, que generalmente se heredaba de padres a hijos y marcaba a linajes enteros por muchas décadas. Como balance final del trabajo de investigación, de la materia de Historia Oral, se puede enunciar que la labor de un historiador, que se vale de la oralidad, complementa eficientemente su investigación con testimonios grabados de los protagonistas, o más aventurado, estos testimonios se convierten en la base del proyecto de investigación, como es el caso del que se expone ahora. Además, genera interés por tener una mayor consideración de los testimonios orales, que pueden aplicarse a otras investigaciones.

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