TRABAJO FINAL EL MOVIMIENTO SIN TIERRAS ANTE LOS DESAFÍOS DE LA CRISIS CIVILIZATORIA (Autoguardado) (Autoguardado)

September 12, 2017 | Autor: Antonio Delgado | Categoría: Historia, Enseñanza y Didáctica de la Historia, Enseñanza de la Geografía
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Descripción







Universidad Central de Venezuela
Facultad de Humanidades y Educación
Centro de Estudios de Postgrado
Maestría en Historia de América Contemporánea
Asignatura: La crisis actual del capitalismo y su impacto en América Latina











EL MST ANTE LOS DESAFÍOS DE LA CRISIS AGROALIMENTARIA Y AMBIENTAL EN BRASIL












Profesor: Participante:
Dr. Richard Dick Parcker Antonio J. Delgado G.




Caracas, enero de 2014
Introducción.
La crisis actual del capitalismo, es un proceso que viene incubando desde la implementación de las propuestas neoliberales entre las décadas de los 60' y 70' y que se extendieron hasta las primeras décadas del siglo XXI. En América Latina el impacto de esta crisis se refleja dado el carácter dependiente de los modelos económicos desarrollados en cada país. Latinoamérica sigue siendo una región proveedora de materias primas, con fuerte énfasis en la economía minero-extractiva y agroexportadora. Brasil, aunque está considerada la sexta economía mundial y ha dado grandes avances en materia de desarrollo económico, científico y tecnológico, no escapa al impacto que la gran crisis, definida por algunos autores como civilizatoria, pueda causar a su economía y por ende a la sociedad carioca. El problema histórico brasileño ha sido el de la tierra y por ende agrario, con las secuelas que este problema conlleva a los campesinos en el ámbito de la seguridad agroalimentaria. Durante los siglos XIX y XX, se constituyeron movimientos de resistencia campesina que luchaban por la democratización por la tierra tales como la Liga Campesina y el Master. En el calor de esas luchas, a finales de la década del 70' hasta el presente, surgió y se consolidó el MST, un movimiento de amplia trayectoria y experiencia en la organización del movimiento campesino y de los trabajadores rurales. Su principal objetivo era luchar contra el latifundio.
A esta lucha se le suma en el presente las acciones de las empresas transnacionales de los agronegocios y transgénicos, apoyados por las políticas económicas neoliberales profundizadas en la actualidad por los gobiernos de Lula y Dilma e iniciadas por los antecesores de la República Nova. De tal manera, que el MST se enfrenta a un enemigo que es mucho más poderoso con intereses a escala global y que obligó al movimiento a redefinir sus estrategias de resistencia ante los principales elementos de la crisis civilizatoria que afectan al Brasil.
En el presente trabajo, el propósito del autor es caracterizar la lucha de resistencia del MST ante los desafíos de la crisis agroalimentaria y ambiental en Brasil, íntimamente relacionada con el modelo agro-empresarial definido desde la dictadura militar de 1964, hasta el período reciente, y en el cual se insertan nuevos intereses asociados al gran capital y que han contribuido a la agudización de la crisis mundial. Siguiendo estas ideas, el trabajo está estructurado en tres partes: el primer capítulo tratará sobre la realidad del campo brasileños y el problema tierra-agro como preámbulo de la lucha del MST. En el segundo capítulo se abordará al MST como heredero de las luchas de los movimientos campesinos latinoamericanos. Su surgimiento y consolidación como movimiento de resistencia. Y el tercer capítulo, discurrirá en el accionar del MST ante los desafíos que representa la crisis agroalimentaria y ambiental y la resistencia contra las transnacionales, los transgénicos y agro-combustibles, retos y desafíos. Finalmente, se presentarán las conclusiones.

La realidad del campo brasileño.
El problema tierra – agro como preámbulo de la lucha del MST.
El problema agrario y de la tierra en Brasil, tiene su origen desde el mismo momento en que el gran país suramericano se constituyó en una joven provincia colonial portuguesa, que instituyó un sistema de leyes denominadas Capitanías Hereditarias y Sesmarias para usufructo de la nobleza territorial portuguesa. Este sistema permaneció intacto hasta mediados del siglo XIX, cuando se dictó la Ley de Tierras de 1850, que terminó de consolidar el Latifundio a través de la creación de una nueva categoría de tierras (terras devolutas). Esto le permitió al sector terrateniente brasileño, comúnmente conocido como los "coroneles", no solo apropiarse, sino concentrar grandes cantidades de tierras. De esta manera, los campesinos fueron arrojados de esas tierras, entonces sí apropiadas por los latifundistas. El problema tierra devino en problema estructural con la incorporación del problema mano de obra. Este se resolvió con el sistema de tenencia de la tierra.
La consecuencia directa del entrecruzamiento del problema tierra-mano de obra en Brasil, se puede observar en el surgimiento de los primeros movimientos de resistencia campesina. A fines del siglo XIX, y durante todo el siglo XX, las luchas por la tierra y por liberarse de la explotación latifundistas, se acentuaban y fueron corporizadas en los movimientos mesiánicos. Estos movimientos, sustraían tierras y mano de obra a los coroneles y terratenientes, a la vez que, organizaban la producción de subsistencia con el trabajo colectivo. Finalmente, fueron acusados de intenciones monárquicas y arrasados por el ejército y tropas irregulares en 1897. En la primera década del siglo XX, estos conflictos mermaron su intensidad, con la llegada de trabajadores agrícolas familiares de origen europeo, que ocupaban de forma precaria la tierra e incluso muchos se hicieron pequeños propietarios.
Luego, en 1954, se constituyeron las Ligas Campesinas en el Estado de Pernambuco y se extendieron hasta Paraíba, Rio de Janeiro, Goiás, Ceará y Alagoas. Las LC organizaron en Pernambuco la ocupación del Ingenio Galilea, el conflicto más conocido, protagonizado por estas organizaciones. Pero después de la segunda mitad del siglo XX, los conflictos por la tierra arreciaron nuevamente, esta vez, motivados por el excedente de mano de obra como consecuencia de la modernización agrícola tecnificada que experimentó la agricultura y por la política agraria empresarial definida durante el período militar (1964-1985).
Con el gobierno militar (1964-1985), se produjo en el campo una integración entre los diferentes tipos de capital: industrial, financiero, comercial y agrario, que conllevó a una concentración de la propiedad agraria y a una acumulación de capital, que estaba en consonancia con la política agraria de la clase dominante brasileña y sus gobiernos. El objetivo de la política económica se pudo apreciar en cuatro objetivos básicos: a) producir para exportar; b) producir para el mercado interno a precios bajos, con la finalidad de hacer descender el coste de reproducción de la fuerza de trabajo, a fin de pagar salarios de hambre a los obreros urbanos y garantizar una elevada tasa de ganancias; c) liberar la mano de obra del campo hacia las ciudades como forma de presión para bajar los salarios; d) producir materias primas baratas para la industria. Esta política compleja de instauración capitalista en la agricultura brasileña, estaba acompañada de tres elementos fundamentales: a) un desarrollo desigual según los diferentes productos agrícolas y las diferentes regiones; b) un proceso excluyente en el que apenas se beneficiaba una minoría; c) reproducción y coexistencia de formas de organización de la producción y relaciones sociales de producción atrasadas y avanzadas.

La reforma agraria y la política pro-empresarial definida.
En Brasil, la reforma agraria no tuvo el alcance de otras experiencias agrarias clásicas capitalistas, tal como ocurrió en Estados Unidos y Japón, sólo por poner un ejemplo mundial. En el caso de América Latina, las reformas agrarias fueron emprendidas mediante revoluciones radicales: México (1910), Bolivia (1952), Cuba (1959) y Nicaragua (1979) o por la iniciativa de gobiernos civiles bajo los auspicios de Estados Unidos en la década del 60; pero fue la revolución cubana la que granjeó mayor impacto en Latinoamérica por el carácter socialista de su gobierno. Temeroso de la influencia cubana en otros países de la región, el gobierno de Estados Unidos lanzó la Alianza para el Progreso, que animó a los gobiernos civiles y militares a emprender políticas de reforma agraria con el aporte económico estadounidense.
La llegada de la "Revolución Militar del 64", contó con el apoyo de los sectores tradicionales de la alta burguesía, la clase media, los agro-latifundistas y el "gran capital", desde entonces, se puso en marcha una nueva política agraria, cuya base legal era el Estatuto de la Tierra, convertido en Ley N° 4504 de 30 de noviembre de 1964, creándose dos organismos: el Instituto Brasilero de Reforma Agraria (IBRA) para cuidar la reforma de los latifundios y el Instituto Nacional de Desarrollo Agrícola (INDA), que se centró en el proceso de colonización. De acuerdo con la Ley N° 4504 en su artículo 1°, la reforma agraria es el "…conjunto de medidas destinadas a promover una mejor distribución de la tierra, mediante modificaciones en el régimen de propiedad y uso con el fin de cumplir con los principios de justicia social y el aumento de la productividad". No obstante, y a pesar de los postulados teóricos de la Ley, los institutos de tierras brasileños fueron presionados fuertemente por el sector latifundista, que tenía un dominio completo de los latifundios improductivos, que impedía a millones de trabajadores el acceso a la tierra y a la producción.
El programa del Estatuto de la Tierra terminó desarrollándose sobre la base de dos premisas básicas: el estímulo y subvenciones a la modernización para los terratenientes y propietarios de tierras; para los "sin tierras" y minifundistas, la promesa de la reforma agraria. El resultado de la política agraria del gobierno militar terminó fortaleciendo al sector latifundista y a las grandes empresas nacionales y multinacionales. A partir de este corolario, es interesante observar los datos que aporta Osvaldo Coggiola acerca del aumento que experimentó la propiedad latifundista en Brasil durante y después de la dictadura militar:
En Brasil, en 1978, las grandes explotaciones superiores a 1.000 hectáreas, representando 1,8% del total, ocupaban 57% del área total, con 3.200 propiedades gigantes que reunían 102 millones de hectáreas, tres veces más que el área de 2 millones de minifundios. En 1989, 6.700 latifundios tenían el mismo número de hectáreas (más de 127 millones) que 4.166.000 pequeños productores. En cuanto a la participación en la renta agrícola, el 1% más rico tenía 10% en 1970, y 30% en 1980, mientras el 50% más pobre tenía 22% en 1970 y sólo 15% diez años después.

Como se puede apreciar, el Estado brasileño fue el principal garante del avance del latifundio y de los beneficios que usufructuó.
A través del crédito rural, que llegó a alcanzar un monto semejante al valor total de la producción agraria, y del que fue sistemáticamente excluido el 80% de los propietarios rurales (4 millones). En el millón restante, persistió la desigualdad: los "menores" (50%) recibían 7,4% del crédito (1969) y 5,2% (1979), mientras que los "mayores" (apenas 1%) recibieron 25,7% en 1969 y 38,5% en 1979: los 5% "más ricos" aumentaron, en ese período, su participación en el ingreso rural de 27,7% a 42,2%, una orgía latifundista. El desarrollo desigual llegó al máximo (…) Lo mismo ocurrió con el uso de fertilizantes químicos y agrotóxicos, que se concentra en el Sur: 73,6 kilos por hectárea para el Brasil, en promedio, pero 180 kilos para el estado de San Pablo".

Pero ¿hubo en Brasil un proyecto de reforma agraria, definida y apoyada por el Estado Nacional, dirigido a resolver el problema agrario y la distribución desigual de la tierra? La respuesta a esta pregunta está en el balance histórico que se puede hacer desde el período militar hasta el presente. Este se puede resumir en saldos negativos y en la expresión del fracaso en la lucha por la eliminación del latifundio y en la promoción del acceso democrático a la tierra. En una entrevista divulgada en un medio impreso, Joao Pedro Stedile, explicaba que este fracaso es el resultado de la naturaleza de la política agraria aplicada a Brasil, cuya particularidad y diferencia con respecto a otras experiencias agrarias del continente y del mundo, radicó en la definición pro-empresarial de la política agraria implementada desde el gobierno militar (1964). Las reformas agrarias clásicas capitalistas contemplaban: a) afectar las grandes propiedades del país; b) imponer límites al tamaño máximo de la propiedad y c) fueron rápidas y se realizaron en unos dos años. Esta fue la típica propuesta que los norteamericanos presentaron en la famosa reunión de Punta del Este (Uruguay) durante la Alianza para el Progreso. En Brasil este tipo de reforma agraria no se llevó a cabo. Además de heredar una estructura agraria colonial y dependiente, los intereses empresariales nacionales y multinacionales se impusieron por encima de los campesinos y trabajadores sin tierras.
Luego, se llevó a cabo un Plan Nacional de Reforma Agraria (PNRA), durante el primer gobierno de la República Nova, que en cierta forma trató de reproducir la visión clásica de la reforma agraria, pero que se quedó sólo en el papel, ya que de acuerdo a Joao Pedro Stedile el gobierno llevó a cabo una política de asentamientos de familias sin tierras. "…Ahora bien, asentar algunas familias, incluso algunos millares, no significa que se está afectando toda la estructura de la propiedad de la tierra, si no se hace de forma masiva y rápida…". En Brasil se desarrolló una política de asentamientos sociales, por la que el gobierno federal y los gobiernos estaduales empujados por los movimientos sociales, decidieron ubicar tierras públicas o confiscadas para asentar algunas familias. Esta fue la política de tierras adoptada por los gobiernos federales en el Brasil, con mayor o menor intensidad, desde los gobiernos militares hasta el presente.

El MST. Heredero de las luchas del movimiento campesino latinoamericano.
Surgimiento y consolidación popular del MST
El MST nació en 1979, cuando un grupo de familias campesinas ocuparon la hacienda Mecali, en Ronda Alta (Rio Grande do Sul). Aunque surgió en la década de los 80', durante la etapa marcada por el declive del gobierno militar, tuvo su origen en las Comunidades Eclesiales de Base (CEB) organizadas bajo los auspicios de la Iglesia Católica ligada a la Confederación Nacional de Obispos y el ala radical de ésta, vinculada a la Teología de la Liberación, preconizada por algunos miembros del prelado latinoamericano. Estas ideas, que buscaban un acercamiento entre las comunidades pastorales y los movimientos sociales, se expresaron mediante el II Concilio Vaticano (1965), la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano (Medellín, Colombia, 1968) y la Conferencia de Puebla (México, 1979). A partir de entonces, las CEB se organizaron en torno a la Comisión Pastoral por la Tierra. Este organismo fue decisivo en la conformación del MST. El objetivo de estos núcleos sociales, fue la creación de las bases de un poderoso movimiento de resistencia campesina y de los trabajadores rurales del Brasil para la lucha por la tierra.
Sin embargo, la organización y consolidación del MST en Brasil no fue uniforme desde su fundación. En algunos estados el saldo organizativo fue más rápido que en otros, pero siempre bajo las banderas de la lucha por la tierra y bajo el signo de las ocupaciones. La organización del MST se viene dando desde la década del 50' pero su fuerza organizativa salió a relucir a partir de la década de los 80' cuando declinaba el gobierno militar y surgían los primeros gobiernos de la República Nova y durante la etapa neoliberal. Osvaldo Coggiola resume esta diferenciación regional de los Sin Tierra de esta manera:
En el Estado de Paraná, los campesinos del oeste, que ya se habían organizado con un cierto éxito en la década del 50, al ser expropiados para construir la gran presa de Itaipú, articularon el Movimiento de los Sin Tierra del Oeste del Paraná (Mastro). Siguiendo este ejemplo, y apoyados en él, irán surgiendo otros Movimientos de los Sin-Tierra en otras regiones y estados del país. En Sao Paulo, el movimiento se organizará en torno a la resistencia y a la conquista de los arrendatarios de la Hacienda Primavera en Andradina. De forma similar, en Mato Grosso do Sul la lucha fue conducida por los arrendatarios que comenzaron a reivindicar tierras. Expulsados, acamparon en Itaqueraí. La tierra conquistada, después de duros y sacrificados esfuerzos, cerca de Cassilandia, era mala y sin condiciones de cultivo. Sin embargo, seria esa dura y fracasada experiencia la que llevaría a organizarse a los sin-tierra en el estado.

Los estados del Sur también siguieron este ejemplo y se constituyeron en el MST de los estados del Sur. Este gran movimiento que adquirió presencia nacional en todo el territorio brasileño, surgió como heredero de las luchas de los campesinos latinoamericanos, las Ligas Campesinas y el MASTER, su antecesor inmediato, al calor de la doble crisis que invadía a la sociedad carioca: la del trabajo agrario de la Iglesia (Pastoral de la Tierra y las CEBs) y del sindicalismo conciliador de la CONTAG. En ese primer período que duró desde 1979-1983, ocurrieron ocupaciones y movilizaciones en muchas regiones, pero aisladas entre sí. En síntesis, durante la organización y desarrollo del MST, hubo y aún persisten esas diferencias interregionales. Esto lo confirma Jaime Amorin, dirigente nacional del MST: "Brasil es muy diverso y las diferencias culturales, regionales y climáticas, entre estados son grandes, y se producen matices: unos consiguen más rápido la tierra que otros, pero la forma de organizarse es similar". Un ejemplo de ello, está representado en cifras tomadas del INCRA y el MST en 1996 por Osvaldo Coggiola. Mientras en un estado del Nordeste como Piauí se realizaron entre 1986-1996, 139 asentamientos (7489 familias, en un área de 326.087 ha), en un estado del Norte como Amapá para el mismo período se realizó un asentamiento (153 familias, en un área de 7.760 ha).
A nivel financiero el MST funciona con el apoyo de tres fuentes esenciales. La primera es la vinculación de los asentados: 1% de la producción. La segunda es el trabajo de la militancia: venta de productos, libros, música. Y la tercera, la constituyen los cursos, eventos, instituciones que ofrecen la posibilidad de participar y la cooperación internacional.
Para el período 1985-1989, el MST estaba en una fase de gestación. Para esa época, los gobiernos de la República Nova trataban de demostrarle a la sociedad que querían realizar la reforma agraria, propuesta que quedó en los discursos. Contrario a la retórica de los representantes gubernamentales, el MST levantaba las banderas: "Sin reforma agraria no hay democracia", que quería decir que la democracia no consistía sólo en votar. Fue el período más fértil desde el punto de vista de las ocupaciones de sedes del INCRA y en términos de conquistas concretas en cuanto a expropiaciones y asentamientos, sobre todo en la época del presidente Sarney, cuando el gobierno no agilizaba el asentamiento, nadie sacaba a los Sin Tierra del asentamiento. Como el Estado no podía desencadenar una represión masiva, surgieron las UDR, especie de destacamentos armados (pistoleros) organizados por los latifundistas para enfrentar al MST. Pero con la derrota de Lula y la llegada de Collor de Melo al poder, además de que no hubo voluntad política para hacer la reforma agraria, el gobierno resolvió reprimir al MST, con el consecuente saldo de presos, escuchas telefónicas y allanamientos a las sedes estaduales del movimiento.
Entre 1995 y 1997, en plena coyuntura de la lucha por la reforma agraria, el gobierno de Fernando Henrique Cardoso afirmó que ya no existía en la sociedad brasileña el problema agrario. Bajo el gobierno de Cardoso el modelo económico de la nación se subordinó completamente al capitalismo internacional. Para ello, abre el mercado a los productos extranjeros y entrega la economía al dominio del capital financiero. La política agraria de Cardoso consistía en estimular el mercado de tierras, negar el carácter justo de la lucha por la tierra del MST y la reforma agraria, y otorgar poca importancia al movimiento social y al problema agrario. En ese modelo la agricultura resultó marginada y los problemas de la tierra se agudizaron. El gobierno de neoliberal de Cardoso tuvo un impacto devastador sobre sectores estratégicos de la economía nacional.
Los datos presentados por Elmar Do Nascimento en el seminario internacional de Acción Ecológica, acerca de la situación general de Brasil durante el gobierno de Cardoso, lo caracterizaban como un país con una superficie de 8.500.000 Km2, en el cual solo el 20% de la población estaba en el campo, con proyecciones de que esta cifra se redujera a menos de 10%, porque el gobierno seguía impulsando el modelo de la revolución verde y eso implicaba una reducción drástica de la población rural, en el que más de 40 millones de campesinos abandonaron o fueron obligados a abandonar sus tierras. En este mismo documento, Do Nascimento planteó el problema de la concentración de la tierra, en el que apenas el 1% (50000 propietarios) era dueña de más de 50% de las tierras agrícolas, en contraste con los 12 millones de sin tierras que deambulan en Brasil.
Problema que para los sucesivos gobiernos cariocas desde el régimen militar (1964-1985), hasta el reciente período neoliberal, se acentuó a partir de la modernización agrícola llevada a cabo por los militares y continuada en el presente, fue poco o nada valorado para emprender soluciones a la familias campesinas que carecen de tierras. Por el contrario, el modelo tradicional latifundista, monoproductor y agroexportador, no solo permaneció intacto, sino que se fortaleció a través de las empresas rurales, que son latifundios a los cuales se destina el 90% de los créditos y subsidios. Este sistema forma parte de la "revolución verde" que se empezó a implantar a partir de los años 60' y que causó muchos daños al medio ambiente y a la sociedad: deforestación, ríos envenenados por los agroquímicos, etc.… En Brasil, es muy grave ese problema.
El MST se originó y se consolidó en el contexto de ese momento histórico y en el marco de esa crisis agraria y campesina. Surgió a fines de los 70' e inicios de los 80' con tres grandes objetivos: la lucha por la tierra, una verdadera reforma agraria y los cambios estructurales en la sociedad brasileña.

Balance del saldo organizativo del MST.
El MST es un movimiento sin parangón en la historia de las luchas campesinas de Latinoamérica en general y de Brasil en particular. En el orden internacional, el MST está articulado con la Vía Campesina y en ese proceso fue descubriendo que el problema del campesinado en la India, en México, en Europa, es el mismo. Lo que cambia es la realidad de cada país, donde los conflictos por la tierra pueden ser más agudos que otros. De esta forma, aglutina a los pequeños agricultores para luchar contra el latifundio, enemigo histórico de los trabajadores rurales; pero también se ha constituido en una referencia contra los nuevos modelos de dominación: la globalización, las multinacionales, los transgénicos. La Vía Campesina apuesta por una propuesta agraria nueva sobre la base de producciones limpias, trabajar para los mercados locales y producir soberanía alimentaria. El MST es la versión brasileña de la Vía Campesina y se ha constituido en alianza con el Movimiento de Pequeños Agricultores, con el de afectados por las Represas, con el de Mujeres Sin Tierra, con la Juventud Rural y estudiantes de agronomía.
El MST se apoya en sus 15 mil militantes que están estudiando, las 140 mil familias acampadas a la orilla de las carreteras bajo las lonas; o sea, un millón de personas que se pueden movilizar. Además, su base social son unas 480 mil familias ya asentadas, de las cuales unas 300 mil están vinculadas al movimiento, y los cuatro millones de campesinos sin tierra. Pese a toda esa fuerza social y militante acumulada en 25 años, no son optimistas. Gilmar Mauro, de la dirección del MST, sostiene: "No hay perspectivas, a corto plazo, de ascenso de la lucha social y de masas. Entendemos que el proceso será lento y que es necesario pensar el movimiento a largo plazo".
Para el MST esto se traduce en cuatro líneas de acción: estimular un debate sobre un nuevo proyecto de país que supere el neoliberalismo, formar militantes, impulsar las luchas sociales y elevar el nivel de cultura del pueblo. El coloquio realizado en Niteroi forma parte de los convenios que mantiene el MST con 42 universidades en las que se forman 4.000 militantes, pero también es parte del esfuerzo por vincularse con los movimientos urbanos y en particular con la juventud pobre. Una buena muestra de los puentes que están forjando con los sectores urbanos, fue la asamblea popular "Trabajo solidario por un nuevo Brasil" realizada a fines de octubre de 2011 en Brasilia, en la que participaron 8 mil militantes sin tierra, sin techo, sin trabajo, hip-hop, iglesias, con el objetivo de crear "unidad de lectura de la crisis y unidad de lectura de las salidas". Esto es una muestra de la capacidad de organización, movilización y creatividad del MST para superar la crisis y replantear la lucha.

El MST y la resistencia contra la crisis agroalimentaria y ambiental en Brasil.
La lucha contra transnacionales, transgénicos y agro-combustibles.
El MST es un movimiento que no sólo está resistiendo y luchando por la democratización de la tierra en Brasil. En la actualidad, hay nuevos elementos que configuran una crisis de carácter civilizatoria, que no parece obedecer a un aprieto más a los que el sistema capitalista tiene acostumbrado al mundo a través de las denominadas "crisis cíclicas". Los estudios recientes acerca de la debacle del modo de producción capitalista, que se manifestó a partir del 2008, argumentan que esta crisis tiene nuevas dimensiones y plantea nuevos desafíos y retos que se deben enfrentar a escala planetaria. Lo nuevo de la Gran Crisis de acuerdo a Armando Bartra, radica en el carácter pluridimensional y multifactorial, y que este autor, las resume en seis nuevas emergencias civilizatorias, que ponen en vilo la supervivencia de la vida en el planeta.
La primera de esta crisis es medioambiental, que se hizo patente en el calentamiento global y cambio climático de origen antropogénico. La segunda emergencia es energética, evidenciada en el uso irracional de combustibles fósiles y en patrones de consumo insostenibles. La otra crisis es agroalimentaria, manifestada en hambrunas, escasez causada por el uso creciente de algunas cosechas, no precisamente, destinada al uso alimentario, sino en la elaboración de forrajes y biocombustibles. Al mismo tiempo, el planeta está en presencia de problemas migratorios ocasionados por el éxodo masivo de más de 200 millones de personas que viven fuera de sus países de origen. La crisis bélica también forma parte de la emergencia civilizatoria, caracterizada por las guerras de colonización y resistencia, para controlar los recursos naturales y estratégicos de los países ocupados por las potencias globales: Chechenia (1994), Afganistán (2001), Irak (2003), Libia (2009) y Siria (2010), son ejemplos recientes de la voracidad guerrerista. Finalmente, la ruina económica representada por la destrucción del sistema financiero, que no solamente se extiende a la caída de las bolsas de valores, sino que también afecta a millones de personas, aquejadas por el desempleo, las deudas y la pérdida de su patrimonio.
La crisis ambiental está íntimamente relacionada con la crisis agroalimentaria y energética. Puesto que las transformaciones climáticas están alterando de manera considerable la producción de alimentos; por otra parte, los patrones corporativos, entre los que se cuentan las grandes transnacionales, han ocasionado una devastación y sobreutilización de la biocapacidad del planeta en la producción de alimentos y en la reposición de los recursos naturales, hasta el punto de imponer controles en las cadenas alimentarias, basado en las innovaciones científico-tecnológicas, que apoyadas en un discurso de lucha contra el hambre y las crecientes dificultades para alimentar a toda la población del planeta, permitió el experimento y desarrollo de Organismos Genéticamente Modificados (OGMs) en su estructura de ADN. Al obtener el control de la cadena comercial de los alimentos, las empresas de los agronegocios tienden a aumentar los precios para garantizar el lucro.
El modelo agrícola neoliberal, trata a los alimentos como cualquier mercancía, presenta la agricultura exclusivamente como un proyecto para obtener ganancias, concentra los recursos productivos en manos de la agroindustria y coloca los alimentos en mercados de futuros. Allí, especuladores hambrientos de ganancias, inversionistas y fondos de riesgo se embolsan millones de dólares mediante frenéticas ofertas y apuestas sobre cambios de precios y predicciones de escasez. La agricultura se ha alejado de su función primaria: alimentar a seres humanos. Hoy, menos de la mitad de los granos del mundo son consumidos por humanos. Se usan en cambio para alimentar animales y, en fechas más recientes, se convierten en agrocombustibles para alimentar vehículos. Esto es escasez manufacturada por excelencia.
En Brasil, el precio de los alimentos fue el principal responsable del aumento de la inflación en marzo de 2008, por segunda vez consecutiva. De acuerdo con la FGV (Fundación Getúlio Vargas), en esa clase de gastos se registraron elevaciones de precios más fuertes en frutas (del 3,72% al 6,47%) y hortalizas y legumbres (del 4,13% al 5,27%). Con la crisis económica mundial, el precio de los alimentos debe aumentar todavía más. Del mismo modo, la expansión de la frontera agrícola por parte de las transnacionales norteamericanas como Monsanto, que persiguen el robo, destrozo y apropiación de la Amazonía. El MST también viene resistiendo y denunciando a las empresas de los agronegocios. La experiencia del MST a través de la política de los asentamientos campesinos, orienta las actividades en las áreas conquistadas. Los campesinos asentados son estimulados a practicar la agroecología, de tal manera, que no se perjudique ni a las personas ni a la naturaleza. Se han realizado esfuerzos para producir semillas, productos básicos de la agricultura, adaptadas a cada región. Son semillas orgánicas, sin venenos, sin aditivos químicos, de hortalizas y frutas, y son comercializadas por las cooperativas de BioNatur.
Para la dirección política del MST, la nueva crisis civilizatoria impuso un nuevo objetivo para seguir luchando y resistiendo. En Brasil, el principal producto transgénico que está comercializado es la soja. La soja común, la que no es transgénica, tiene poca resistencia al glifosato, cuyo componente herbicida lo vende Monsanto. El proceso transgénico consiste en transferir a la soja un gen que tenga mayor resistencia al glifosato. Con ello, la empresa Monsanto aumenta sus ganancias, ya que al vender la semilla transgénica, garantiza a la vez la venta del herbicida, sin que ello implique ninguna mejora en el producto final. Para Joao Pedro Stedile y otros dirigentes del MST, la lucha no es solo contra el enemigo histórico representado en el latifundio. Ahora el MST lucha contra los transgénicos y las transnacionales, entre otras amenazas para la seguridad alimentaria de Brasil y Latinoamérica:
Nos estamos enfrentando a una nueva fase de dominación capitalista en el campo. Fruto de las revoluciones tecnológicas ocurridas en los últimos años (informática, química, microelectrónica y biotecnológica) las grandes empresas fabricantes de insumos están modernizándose en la búsqueda de nuevos mercados de consumidores, y para garantizar la dependencia de los agricultores de sus productos. La globalización llega al campo de la manera más contundente....

El MST ha denunciado reiteradamente que las consecuencias de esta política agraria que pone en peligro la soberanía alimentaria brasileña, tiene un impacto económico, porque la estrategia de las empresas productoras de semillas transgénicas es la de que en breve tiempo todas las semillas del mercado sean las que ellas vendan e impongan el precio de las mismas. En el ámbito ambiental, se destruye la biodiversidad de insectos y el uso de agrotóxicos que afectan el agua e interfieren en el desarrollo de animales y plantas silvestres, y desde el punto de vista de la soberanía alimentaria, los alimentos transgénicos pueden alterar la calidad de los alimentos, con sus consecuencias en la salud humana a través de la aparición de alergias y virus resistentes a los antibióticos.

La respuesta del MST ante los nuevos desafíos. Expectativas y desilusiones.
El MST como movimiento de amplia trayectoria y experiencia de lucha en la resistencia contra los latifundistas, a sabiendas que están enfrentando a un enemigo internacional, no tradicional y con grandes ventajas tecnológicas y económicas, organizó un conjunto de ocupaciones contra las transnacionales y los transgénicos. En el año 2001, en ocasión del primer Foro Social Mundial, la Vía Campesina protagonizó la ocupación de una hacienda de la multinacional Monsanto. En esta acción más de un millón de campesinos de todo el mundo arrancaron soja transgénica. José Bové, representante de los campesinos franceses y el MST fueron acusados por la represión brasileña. Esta protesta incentivó el debate mundial sobre los efectos negativos de los transgénicos sobre la soberanía alimentaria y la salud. 20 días después del foro otra hacienda fue ocupada con el único objetivo de denunciar en el área los cultivos de la soja transgénica. El MST al demostrar el cultivo de transgénicos y apoyados por la Vía Campesina, exigen la expropiación de la hacienda y traspasarla a las familias asentadas o sin tierras. Estas demandas también van acompañadas de denuncias hacia las mafias de comercialización de semillas transgénicas.
La lucha por la democratización de la tierra, llevó al MST a apoyar la candidatura presidencial de Lula frente a la propuesta de Collor de Mello durante los comicios de 1990. Para el MST un posible gobierno de Lula, podía hacer realidad una reforma agraria rápida. La derrota de la candidatura de Lula fue una derrota política después de diez años de ascenso del movimiento de masas en el Brasil. En la campaña presidencial de 2002, nuevamente se creó una expectativa grande en la sociedad sobre la necesidad y posibilidad de un cambio. La candidatura de Lula representaba la esperanza para construir un espacio de conquistas para el pueblo. Este apoyo estaba basado en algunas premisas fundamentales: que Lula se desprendiera del FMI y declarara una moratoria de la deuda, que emprendiera un nuevo modelo agrícola y si estatizaba las principales empresas. Jaime Amorin era enfático con respecto al apoyo que le brindaba el MST a Lula: "…si Lula no deserta, el pueblo lo apoyará. Y si se alía con la burguesía, habrá una gran frustración…".
Al parecer, y por los resultados obtenidos en materia de política económica y en especial la reforma agraria, existe una frustración en el seno del MST y de la sociedad en general. La victoria presidencial de Lula y del autodenominado Partido de los Trabajadores profundizó y expandió el gran retroceso económico promovido por los gobiernos neoliberales. A pesar de la retórica política a favor de la familia agricultora, los gobiernos de Lula y ahora el de Dilma, son considerados entre los mayores promotores del agronegocio. De acuerdo a un estudio realizado entre 2008/2009, pequeños propietarios recibieron 6,35 mil millones de $, mientras que los grandes propietarios recibieron 31,9 mil millones de $. Otro ejemplo de la frustración de los movimientos sociales brasileños, lo constituyó el hecho de que bajo las administraciones de Cardoso, Lula y Dilma, el capital extranjero capitalizó para el sector de los agro-combustibles el 22% de las compañías brasileñas de caña de azúcar y etanol, y rápidamente invadió y redujo la floresta amazónica.
La política económica adoptada por el gobierno de Lula, obligó al MST a desechar las ilusiones. La crisis que removió los cimientos del régimen de Lula, motivada a escándalos de corrupción en los que estaban involucrados dirigentes del PT, conllevó a Joao Pedro Stedile, coordinador del MST a definir la crisis que conmueve a la sociedad brasileña como una "crisis societal", que debe trascender a la propia izquierda y dirigir los esfuerzos hacia la toma del poder político. Pero esta no es una mera declaración dogmática acerca de la cuestión del poder. Durante el último Foro Social Mundial en Porto Alegre, Stedile afirmaba que "La cuestión del poder no se resuelve tomando el Palacio, que es lo más fácil y se ha hecho muchas veces, sino creando nuevas relaciones sociales".

Conclusiones.
El MST es un movimiento con amplia experiencia y trayectoria de lucha que no solo ha resistido, sino que ha enfrentado en diversos campos a los grandes latifundistas apoyados por el Estado y cuyos gobernantes no han tenido la voluntad de resolver el problema de la tierra y del agro. Precisamente, el problema tierra-agro, es de carácter histórico en Brasil al igual que en muchos países de la región, pero que se diferencia por el hecho de que el Estado adoptó una política agraria pro-empresarial definida a favor de los sectores agroindustriales, los cuales han resultado beneficiados de los créditos rurales, en desmedro de las grandes mayorías de campesinos, trabajadores rurales y familias agricultoras. El MST tiene más de 20 años como motor de la lucha por la Reforma Agraria en Brasil, ha evitado caer en la confrontación y la violencia a pesar de la represión sufrida desde el régimen militar y durante el período neoliberal, no obstante, mantiene una política de ocupación de tierras y asentamiento de familias campesinas, gracias a la capacidad política, organizativa y de movilización del movimiento. En la actualidad, el saldo de esas luchas se traduce en la conquista de más de 1200 latifundios.
El problema agrario se agravó con la implementación de las políticas económicas neoliberales, que ha devenido en una crisis civilizatoria, porque este modelo representó el abandono de las políticas de desarrollo nacional y la sumisión completa de las élites nacionales al gran capital. Toda la política económica se basa en la apertura de los mercados para los productos industriales, agrícolas y agroindustriales de los países centrales y controlados por las empresas transnacionales, especialmente aquellas dedicadas al agro-negocio con transgénicos y bio-combustibles que no sólo han devastado ciento de miles de hectáreas de tierras e invadido el Amazonas con la consecuente destrucción de su floresta, sino que también ha puesto en peligro la seguridad alimentaria y el ambiente. Cuestión que pone en la mesa como alternativa ante la destrucción neoliberal la propuesta de la Reforma Agraria promovida desde el MST. Sus propuestas básicas son: a) la democratización de la tierra; b) reorganización de la producción agrícola sobre la base de cultivos limpios, no transgénicos; c) desarrollo de la industria y agroindustria nacional; d) nuevo modelo tecnológico y; e) promover el desarrollo social.
De cara al siglo XXI, el MST emprendió una lucha contra el ALCA, contra las multinacionales y las políticas neoliberales, que lo llevaron a deslindarse de los gobiernos de Lula y Dilma, pues representaron el continuismo neoliberal en materia de política de tierras, agronegocios y apertura de mercados, representaron de acuerdo a los líderes del MST, expectativa y frustración de los movimientos sociales y populares de Brasil. Empero, vale la pena destacar un breve balance:
…el MST actúa en 23 estados de Brasil, organizando a casi 2.000.000 de personas, con 350.000 familias que han conseguido tierras, y otras 100.000 en campamentos, que lo lograrán también a medio plazo… ya funcionan 400 asociaciones de producción, comercialización y servicios, 50 cooperativas de producción agropecuaria, 33 de prestación de servicios, y otras de comercialización y crédito (…) En el sector educación, el MST cuenta con 1600 escuelas públicas en los asentamientos (…) Aproximadamente 25000 jóvenes y adultos están siendo alfabetizados en los asentamientos (…) Cuatro universidades brasileñas desarrollan cursos de pedagogía y magisterio para formar profesores para los asentamientos….

Una amplia experiencia organizativa y de saldos constructivos que no tiene comparación en América Latina y el mundo. El tema del MST en Brasil, por su dinamismo, su versatilidad, su impacto en la sociedad brasileña y en la región latinoamericana, su lucha, conquistas, expectativas y frustraciones, es amplio, se puede estudiar desde múltiples dimensiones, que no es suficiente explicar en estas breves líneas.

Fuentes consultadas:
Aznárez C, y Arjona J, Rebeldes sin tierra. La historia del MST de Brasil. Tafalla, Editorial Txalaparta, 2002.
Bartra, A, La gran crisis. Rev. Venez. de Econ. y Ciencias Sociales, 2009, vol. 15, nº 2 (may-ago.), pp. 191-202. [abril 11-14, 2009] [fecha de consulta 31-10-13]
Bravagente, La lucha de los sin tierras en Brasil. Entrevista a Joao Pedro Stedile. Colombia, Ediciones Desde Abajo, 2003.
Coggiola, O, Brasil y el problema agrario. Disponible en: http://www.rebelion.org/docs/39143.pdf [fecha de consulta 15-01-13]
Desmarais, A, y Handy, J, La Vía Campesina y la crisis mundial de alimentos, disponible en: http://www.jornada.unam.mx/2008/05/08/index.php?section=politica&article=024a1pol. [fecha de consulta 14-12-13]
Do Nascimento, E, La lucha del movimiento de los sin tierra. http://www.jstor.org/discover/10.2307/20743084?uid=3739296&uid=2129&uid=2134&uid=2475695727&uid=2&uid=70&uid=3&uid=2475695717&uid=60&sid=21102918467177. [fecha de consulta 18-11-13]
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Piñeiro, D, En busca de la identidad. La acción colectiva de los conflictos agrarios en América Latina
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1



Diego Piñeiro, En busca de la identidad. La acción colectiva de los conflictos agrarios en América Latina, p. 2.
Ibíd., p. 4. El agrupamiento cooperario liderado por Antonio Conselheiro en la ocupación de la hacienda de Canudos, fue una de las primeras demostraciones de resistencia.
Carlos Aznárez y Javier Arjona, Rebeldes sin tierra. Historia del MST de Brasil, pp. 41-42.
Lúcia Gaspar, Reforma Agraria de Brasil, disponible en: http://basilio.fundaj.gov.br/pesquisaescolar_es/index.php?option=com_content&view=article&id=1238%3Areforma-agraria-de-brasil-&catid=52%3Aletra-r&Itemid=1
Osvaldo Coggiola, Brasil y el problema agrario, p. 5.
Osvaldo Coggiola, ob. cit., p. 6.
Osvaldo Coggiola, ob. cit., p. 8.
Entrevista a Joao Pedro Stedile, La lucha de los sin tierra en Brasil, pp. 159-160.
La política de asentamientos sociales se llevó a cabo por la presión de los movimientos sociales para evitar que el conflicto por la tierra desembocara en un conflicto político.
Diego Piñeiro, ob. cit., p. 12.
Osvaldo Coggiola, ob. cit., p. 12.
Carlos Aznárez y Javier Arjona, ob. cit., p. 120.
Ver cuadro de asentamientos de la Reforma Agraria en Brasil (1986-1996), tomado por Osvaldo Coggiola del INCRA y el MST, p. 13.
Bravagente, La lucha de los Sin Tierra en Brasil. Entrevista a Joao Pedro Stedile, pp. 140-143.
Elmar Do Nascimento, La lucha del movimiento de los sin tierra, p. 1.
Raúl Zibechi, Brasil. La hora de plantar árboles. Los sin tierra ante la crisis, disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=22636.
Armando Bartra, La gran crisis, pp. 1-2.
Annette Aurélie Desmarais y Jim Handy, La Vía Campesina y la crisis mundial de alimentos, disponible en: http://www.jornada.unam.mx/2008/05/08/index.php?section=politica&article=024a1pol.
MST, Por un proyecto de reforma agraria popular, disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=84019.
Carlos Aznárez y Javier Arjona, ob. cit., p. 144.
Carlos Aznárez y Javier Arjona, ob. cit., p. 146.
Carlos Aznárez y Javier Arjona, ob. cit., p. 121. Entrevista a Jaime Amorin.
James Petras, O capitalismo extractivo e o grande salto para tras, disponible en: http://www.globalresearch.ca/brasil-o-capitalismo-extractivo-e-o-grande-salto-para-tras/5344275.
Raúl Zibechi, ob. cit.
Carlos Aznárez y Javier Arjona, ob. cit., p. 69.

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