Trabajo de Fin de Grado. Emblemas de familia. La heráldica en el arte valenciano

June 13, 2017 | Autor: J. Soler Fernandez | Categoría: History, Art History, Heraldry, Heraldic
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Descripción

EMBLEMAS DE FAMILIA. LA HERÁLDICA EN EL ARTE VALENCIANO

JOSEP SOLER FERNÁNDEZ GRADO EN HISTORIA DEL ARTE TRABAJO DE FIN DE GRADO TUTORIZADO POR: JUAN VICENTE GARCÍA MARSILLA

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Índice

1. Introducción…………………...…………………………………………………....p. 5 2. Estado de la cuestión…………………………………………………………….…..p. 7 3. Nacimiento y evolución de la heráldica y del escudo de armas……………………p. 22 4. La difusión del uso de las armas y su adopción por el conjunto de la sociedad…...p. 30 5. Partes del escudo…………………………………………………………………..p. 35 6. Algunos ejemplos de escudos de armas …………………………………………...p. 40 6.1. Retablo de la Santa Creu o dels Pujades………………………………….p. 42 6.2. Escudo de los Júdici de Acharte………………………………………….p. 48 6.3. Masía de “La Fallereta”…………………………………………………p. 52 7. Conclusiones………………………………………………………………………p. 55 8. Bibliografía y webgrafia…………………………………………………………...p. 58 9. Anexo……………………………………………………………………………...p. 64 9.1. Glosario………………………………………………………………….p. 64 3

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1. Introducción En el presente trabajo voy a intentar hacer un profundo estudio sobre la heráldica valenciana, la cual aparece tanto en objetos como en edificios. En esta introducción voy a hablar de los objetivos de este trabajo y que metodologías utilizaré en la creación de este estudio. También señalare qué motivos me hicieron escoger este trabajo de investigación y cómo fue el proceso de redacción de este trabajo de final de grado. Primero hablare sobre los objetivos de este trabajo, que principalmente son dos. En primer lugar hay que señalar que mi objetivo principal es crear un trabajo donde se estudiarán emblemas heráldicos de la comarca valenciana de la Ribera Alta. Otro de los objetivos de este trabajo es el de conocer cómo y porqué surgió la heráldica, ya que es curioso ver que en, relativamente, poco tiempo se extendió por gran parte de Europa occidental. Estas preguntas me han llevado a realizar en el siguiente trabajo un profundo estudio sobre el nacimiento y la evolución de la heráldica, así como un breve estudio de su difusión, ya que es llamativo ver cómo en un breve período de tiempo gran parte de la sociedad adquiere su escudo de armas propio. Antes de entrar a explicar brevemente el proceso de creación y de redacción de este trabajo, debo decir que debido a las características de este tema no estamos ante un trabajo bibliográfico al uso, sino más bien ante un trabajo de investigación. Este trabajo en un principio estaba concebido como un estudio de los principales escudos de la comarca de la Ribera Alta, pero debido a la falta de información y de tiempo no he podido hacerlo. De manera que a mediados de curso reconduje el trabajo hacía un estudio de la heráldica valenciana en general, evidentemente con el consentimiento del tutor. Pero el tutor me aconsejó que en vez de focalizar el trabajo en las obras que lo hiciera en la historia de la heráldica y su difusión, y que a partir de ahí pusiera ejemplos de obras. Finalmente el trabajo ha quedado dividido en dos partes muy claras, por un lado un estudio de la historia de la heráldica y del escudo de armas, y en segundo lugar un estudio de algunos ejemplos de escudos encontrados en la provincia de Valencia. Debido a límite de caracteres impuesto por la facultad solo se han podido estudiar tres obras -el retablo de la Santa Creu o dels Pujades, el escudo de los Júdici de Acharte y dos escudos situados en una masía del municipio de Turís, de las cuales volveré a hablar más adelante. Para

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una mejor comprensión del trabajo realizaré un glosario, el cual estará en el anexo del trabajo, donde se podrán encontrar los términos heráldicos más técnicos. A continuación voy a señalar de una manera rápida y esquemática cuales van a ser las metodologías que voy a utilizar para este estudio sobre la heráldica. A lo largo de la realización de este trabajo he acudido a tres metodologías. Por un lado, y como se ve sobre todo en el apartado del estado de la cuestión, recurriré a la metodología históricoarqueológica. Esta metodología tiene como objetivo principal el estudio de una materia desde los restos u objetos que se nos ha legado. De manera que, como se ha dicho antes, en el estado de la cuestión hago un repaso desde los autores más antiguos que han hablado de la heráldica, como Sassoferrato, hasta los más modernos, ya que todos ellos nos han legado sus obras. También vemos que en la primera parte del estado de la cuestión se nos habla de las fuentes de estudios de la heráldica. Estas fuentes también son estudiadas desde la misma metodología. En los dos apartados siguientes -historia de la heráldica y su difusión- haré uso de la metodología creada por Burckhardt, la historia de la cultura. Esta metodología intenta estudiar el arte desde una perspectiva social, es decir, cómo afecta el contexto a la creación de la heráldica. Por último, en los dos últimos capítulos de mi trabajo he utilizado la metodología formalista, ya que explicaré las partes de los escudos de armas, y describiré y analizaré los distintos ejemplos de escudos de armas que he encontrado. Por último, y para acabar con esta breve introducción, voy a explicar que me llevó a escoger este trabajo. La heráldica siempre ha sido vista por mi como una ciencia marginada dentro de la historia, a la cual se debería dar más importancia, ya que puede ser utilizada para muchas cosas, como por ejemplo conocer los propietarios de un objeto o de un inmueble, saber la datación del elemento donde aparece el blasón, etc. Esta es una de las razones por las que yo cogí este trabajo, para poder dignificar con mis limitados medios, esta ciencia auxiliar de la historia. Otra cosa que me ha empujado a coger este trabajo es el hecho de poder estudiar profundamente el origen de algunos de los blasones que aparecen en algunos objetos o edificios de la provincia de Valencia, y de esa forma poder conocer más a fondo la historia de los propietarios y del propio escudo en sí.

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2. Estado de la cuestión Este apartado lo estructuraré en dos partes muy claras. En primer lugar hablaré sobre las fuentes que nos permiten estudiar y conocer la heráldica medieval y los problemas que plantea su estudio. Y tras esto, continuaré con el desarrollo de los principales autores que han tratado esta disciplina. Esta parte la organizaré geográficamente, es decir, en primer lugar trataré los principales autores europeos, a continuación los españoles, y acabaré hablando de los valencianos; y en caso el discurso seguirá un orden cronológico. Como señala Michel Pastoureau, todavía no se ha podido estudiar la gran riqueza documental que poseen las armerías medievales, ya que es algo desconocido para la mayor parte de los historiadores y arqueólogos1. Este problema lo podemos achacar a la incapacidad de los heraldistas, ya que no han sabido crear una ciencia con unos márgenes claros y definidos, y han preferido hacer de la heráldica una disciplina donde gobierna el esoterismo y el conocimiento hermético. El desconocimiento de la heráldica también es producto de la falta de publicaciones sobre este tema, y de no tener métodos científicos claros para su estudio2.

Fig. 1. Guillaume Revel, Folio del Armorial de Auvernia, c. 1450, Biblioteca Nacional de Francia, París

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Citado por: FLUVIÀ I ESCORSA, Armand, 2011, p. 167 FLUVIÀ I ESCORSA, Armand, 2011, p. 167

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La heráldica medieval la podemos conocer a través de los armoriales y de los sellos. De manera general podemos decir que los armoriales, también conocidos como libros de armería, son obras que tienen como objetivo describir de manera sistemática los emblemas heráldicos o los escudos de armas, y generalmente estos libros son realizados por los heraldos o por los cronistas de armas. Según Armand Fluvià los armoriales compuestos hasta 1500 se pueden clasificar como armoriales medievales3. De estos armoriales medievales hasta nuestros días solo han llegado unos pocos centenares -unos 350-, y los más antiguos son del siglo XIII. Estos armoriales pueden tener diversas denominaciones: son conocidos por el nombre del autor, el de uno de sus poseedores, el del editor moderno o el del copista, etc. Hay que destacar que los armoriales medievales que mejor se conocen son franceses, italianos, castellanos, catalanes, navarros y portugueses. Pastoureau clasificará los armoriales por su contenido, de la siguiente manera: armoriales ocasionales -aquellos que se crean para algún acto, sobre todo militar, donde se reúnen diversos nobles-, armoriales institucionales en los que se recogen las armas de las personas que forman parte de un colectivo -orden de caballería, gremio, etc., los armoriales generales en los que se hace una recensión de todas las armas de los principales personajes de una zona geográfica, los armoriales ordenados son aquellos que son creados por los profesionales del blasón y se clasifican por figuras, y por último tenemos los armoriales marginales, las cuales son obras literarias que no tienen por objetivo recoger las armerías, pero al incluir un gran número se ordenan a manera de armorial4. El estudio de los armoriales plantea toda una serie de cuestiones de difícil resolución. Primero tenemos el problema de la autoría, ya que desconocemos los nombres de aquellas personas que los crearon. Como indica Pastoureau, se piensa que desde el siglo XIII los autores de la gran parte de los armoriales son los heraldos. Sí que es verdad que debido a los recientes descubrimientos se ha puesto en duda la autoría de alguno de estos armoriales. Otro problema a tener en cuenta es el de la filiación, ya que muchos de los armoriales, salvo los institucionales y los ocasionales, como señala Pastoureau, han reproducido los errores de las fuentes en las que se inspiraron y añadiendo nuevas. Este problema se ve reforzado por el hecho de que no conocemos los manuscritos originales

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FLUVIÀ I ESCORSA, Armand,2011, p. 167 Ver: PASTOUREAU, Michel, 1976

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de los armoriales. También es reseñable el problema de la datación, ya que el único elemento que nos proporciona la datación son los años de nacimiento y de defunción o del reinado de los personajes nombrados en el armorial. En los únicos armoriales donde la datación aparece más o menos clara es en los ocasionales. Por último hay que señalar el problema de la edición, ya que no se puede editar un armorial así como así, el editor debe conocer paleografía y codigología. Estos conocimientos son necesarios si no se quiere incurrir en un error5. En lo referente a los sellos cabe decir que estos objetos son una fuente de información muy rica y variada. “El sello es la señal o signo de tipo personal y representativo utilizado desde tiempos remotos y con fines diversos por las distintas autoridades -rey, emperador, Papa, etc.-, organismos -universidades, concejos, órdenes militares, etc.- y personas individuales. En cualquier caso el uso del sello es un símbolo visible del poder y autonomía de las personas o autoridades, resaltando su propia autoridad y, al mismo tiempo, de garantizar el escrito u objeto sellado, así como la vida y derechos del portador. En sentido estricto se denomina y entiende por sello: el instrumento o utensilio del que se servirá después para estamparlo y reproducirlo en los distintos documentos”6. Como indica Pastoureau, los primeros sellos con caracteres plenamente heráldicos aparecen antes del 1160. Este autor piensa que la mayor parte de las figuras animales y vegetales provienen de los sellos, además de que estas figuras serán las primeras que se podrán clasificar como “parlantes”, ya que intentarán transmitir el ideal de su propietario7. Es importante señalar que sin la sigilografía no existiría la heráldica, ya que los sellos fueron el origen de la heráldica8. Existen diversos tipos de sellos con armerías: en primer lugar tenemos los sellos ecuestres de guerra. En ellos aparecían los milites¸ es decir los nobles sobre sus caballos -caballeros-, en un primer momento, armados y con el escudo situado de frente al espectador. Tal y como avanza la tecnología vemos que aparece heráldica en cualquier parte del sello. En segundo lugar tenemos los sellos armados, que son los más útiles para los heraldistas, ya que en ellos solo aparecen armas. Este tipo de sellos hizo entrar en desuso los sellos ecuestres de guerra entre los años 1310 y 1320. En estos sellos primero

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Citado por: FLUVIÀ I ESCORSA, Armand, 2011. p. 168-169 < http://www.heraldaria.com/sellos.php> (24/06/2015) 7 PASTOUREAU, Michel, 2009, pp. 19-28 8 Ver: RIESCO TERRERO, Ángel. Introducción a la sigilografía. Madrid: Hidalguía, 1978 6

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solo aparecía el escudo de armas, pero durante la segunda mitad del siglo XIII veremos que las armas empezarán a llenarse de ornamentos. Un tercer tipo de sellos son los “fantásticos”, grupo en el que se encuadran todos aquellos que no pertenecen a uno de los tipos anteriormente descritos. En ellos suelen aparecer alegorías, animales o plantas, siendo figuras con un gran carácter naturalista. Estos sellos solían ser usados por los campesinos, y también eran utilizados como “contrasellos”, o caras traseras de los sellos, por los clérigos, las mujeres, las instituciones y las comunidades. Para acabar, hay que señalar la existencia de otros tipos de sellos, como podrían ser el sello de majestad, el sacerdotal o hagiográfico, o los navales9.

Fig. 2. Sello de Lope Díaz de Haro, señor de Vizcaya, s. XIII, AHN-Sigilografía, Imp. 861

Existen otras fuentes menos importantes, como por ejemplo las fuentes arqueológicas o fuentes escritas. De las fuentes arqueológicas hay que decir que la mayor parte de las veces han llegado hasta nosotros transformadas o incompletas, si es que han llegado. Dentro de este grupo podemos incluir las laudas sepulcrales, las claves de los arcos donde aparecían las armas, retablos, u objetos artísticos y de la vida cuotidiana. En lo que se refiere a las fuentes escritas hay que destacar los documentos diplomáticos, los tratados del blasón -obras que aparecen durante la segunda mitad del siglo XIII en Inglaterra, y en el continente en el siglo XV-, y algunas obras literarias donde se describen algunos escudos de armas. Cabe decir que en un primer momento este tipo de fuentes no fueron aceptadas por los heraldistas tradicionales, pero “actualmente [se ha asumido] la existencia de una multiplicidad de testimonios útiles para el estudio del sistema heráldico como una muestra de riqueza en continuo crecimiento”10

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FLUVIÀ I ESCORSA, Armand, 2011, p. 171 VALVERDE OGALLAR, Pedro Blas, 2002, p. 24

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Según Pastoureau las fuentes anteriormente explicadas presentan dos grandes problemas a los medievalistas tradicionales a la hora de estudiarlas. Por un lado tenemos el problema del lenguaje heráldico y de las reglas del blasón, problema que en verdad es falso, ya que con la obra de Gerard J. Brault, Early Blazon, se puede blasonar gran parte de las armerías medievales, y se puede decir, que la única norma que se cumplía en la heráldica medieval era la de los esmaltes. El verdadero problema es que la gran mayoría de los medievalistas no sabe blasonar. El otro gran problema de estas fuentes se debe al carácter cambiante e inestable de las armerías. Esto se plasma en la realidad de dos maneras distintas: primero porque los miembros de una misma familia cambiaban varias veces de escudo a lo largo de su vida, y segundo porque desde el siglo XII hasta el XV las mismas armas se representaban de maneras distintas11. Tras haber descrito de una manera breve las distintas fuentes que han permitido, y permiten el estudio de la heráldica medieval, ahora pasaré a explicar de manera sintética los principales autores que se han encargado de estudiar este tema a lo largo de la historia. De hecho, la heráldica ha sido una ciencia que debido a su longevidad, ocho siglos, ha llamado la atención a muchos estudiosos. En un primer momento, en la etapa más antigua de la heráldica -hacia el siglo XII- se redactaron una serie de obras de autor desconocido en las que se enumeraban los blasones, los forros, las figuras, etc.; y su objetivo era identificar a los usuarios de las distintas armerías. Actualmente estas obras, gracias a su parquedad, nos ayudan a identificar rápidamente las distintas figuras, piezas y colores de los escudos. Esta última afirmación aflora cuando se aborda el estudio de la heráldica desde la metodología histórico-arqueológica12. Hasta el siglo XIV no encontraremos obras que de verdad se planteen reflexionar sobre la heráldica. Estas nuevas actitudes desembocarán en una reglamentación clara de las armerías, ya que éstas estaban en auge en estos momentos. Cabe señalar que estos primitivos estudios no tratarán de explicar la conexión de las armerías con la mentalidad de esta época. Bartolo de Sassoferrato, por ejemplo, fue el autor del tratado titulado De insigniis et armis, en el cual se evaluaban los distintos tipos de armas que existían en ese momento, además de explicar la capacidad de una persona para adoptar las armas. A finales de este siglo con la figura de Iohannes de Bado Aureo y su obra Tractatus de

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Citado por: FLUVIÀ I ESCORSA, Armand, 2011, pp. 172-173 PI APARICI, Juan Francisco, 2002, p. 23

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armis, ya vemos la aparición de una tendencia más idealista que se aleja de la línea más científica de Sassoferrato13. Estos primeros autores “pretendían exponer como debía ser el sistema según su particular criterio, no como realmente fue ni mucho menos por qué fue así”14. A partir del siglo XV, y hasta la primera mitad del XVI en Europa occidental veremos que aflorará el ideal caballeresco, cosa que hará que la tratadística heráldica coja tintes míticos y simbólicos. En estos momentos la heráldica se relacionará socialmente con el mundo caballeresco, mientras que formalmente asistiremos a una paulatina rigidez de la reglamentación heráldica15. Hay que decir que muchos de los autores de esta época utilizaron como fuente de inspiración la obra pionera de Bartolo de Sassoferrato, pero se apartaron de él en algunas cuestiones fundamentales como por ejemplo los criterios de adopción de armas o su capacidad para portarlas. Los autores más destacados de este momento son el llamado heraldo de Sicilia, identificado con Jean Courtois16, Clement Prinsault17 y Honoré de Bouvet18. En la época moderna -fines del siglo XVI y durante el XVII-, en Francia surgió una tendencia formalista, la cual se centrará en explicar los aspectos formales y descriptivos dejando de lado la interpretación histórica del fenómeno heráldico. Este método de estudió producirá catálogos y clasificaciones convencionales19. El mejor y mayor representante de dicha corriente fue el padre Ménestrier20, el cual se encargó de crear la división teórica de la tipología de las armas que todavía hoy se utiliza. En estos momentos en Francia, junto a Ménestrier florecieron autores como Charles Du Fresne, señor Du Cange o Chiffet. Cabe decir que en Francia de forma paralela a la heráldica didáctica creada por Ménestrier, apareció una heráldica erudita, el baluarte de la cual fue Du Cange. Esta heráldica erudita fue cultivada por investigadores que encontraban en la heráldica una ciencia auxiliar21. Mientras esto ocurría en territorio francés, en la península

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VALVERDE OGALLAR, Pedro Blas, 2002, p. 26 MENÉNDEZ PIDAL DE NAVASCUÉS, Faustino, 1993, p. 22 15 Ver: FLUVIÀ I ESCORSA, Armand,2011, p. 24 16 Ver: COURTOIS, Jean. Les blason des Couleurs en armes, livrees et devises (1414) 17 Ver: PRINSAULT, Clement. Le Traitié du Blazon d'Arrnes (1475) 18 Ver: DE BOUVET, Honoré. Arbre des batailles (1389) 19 PI APARICI, Juan Francisco, 2002, p. 24 20 Ver: Le veritable art du blason (Lyon, 1671), L’art du blason justifié (Lyon, 1662), Origins des armories et du blason (Lyon, 1669) y Le méthode du blasón (París, 1688) 21 FLUVIÀ I ESCORSA, Armand,2011, p. 37 14

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italiana tenemos la figura de Silvestre Pietrasanta22, quien ideó un código en el año 1638 basado en puntos y rayas mediante el cual se podían representar en blanco y negro, y por tanto adaptado a las necesidades de la imprenta y el grabado, todos los metales y colores. Este código todavía hoy, cuatro siglos más tarde, continúa vigente. Llegando a la época contemporánea fue el enfoque histórico-arqueológico, el cual ve la heráldica como un elemento de conocimiento fiable cuando se relaciona con individuos, monumentos y objetos en los que aparecen elementos heráldicos, el más utilizado por los principales autores. Con el inicio de esta metodología de estudio podemos decir que empezó la heráldica como disciplina científica. Esta corriente surgió en el siglo XIX, y perdura hasta nuestros días23. Los primeros investigadores que utilizaron este estudio de la heráldica con fines arqueológicos, además, con estos estudios, se empezó a crear la idea de la heráldica como ciencia auxiliar de la historia o la historia del arte, entre otras disciplinas humanísticas. Pero no fue el siglo XIX, sino el XX, la época dorada de esta metodología. Fue a partir de los años treinta del siglo pasado cuando surgieron los investigadores más relevantes, como por ejemplo: Max Prinet, A.R. Wagner, Donald L. Galbreath24 y Paul Adam-Even25. La heráldica vista como ciencia auxiliar es de mucha utilidad a disciplinas como la historia, el arte y la sociología, ya que ayuda a datar y a localizar geográficamente objetos en los que los emblemas heráldicos eran una marca de propiedad y una muestra del linaje que los había costeado, y también nos permite identificar a algunos personajes que aparecen en las representaciones gráficas. En los años cincuenta aflorará otra corriente de estudio que se centrará más en estudiar la relación que había entre la heráldica y la sociedad del momento. Veinte años más tarde, en los setenta, empezarán a aparecer en los manuales de heráldica las corrientes anteriormente señaladas -el enfoque histórico-arqueológico y el enfoque histórico-social. Entre estos manuales hay que destacar el de John Seller, Gestchichte der Heraldik, o la reedición del Manuel du blason de Galbreath; no hay que olvidar la obra de Thomas Woodcock y John Martin Robinson titulada The Bedford Guido to heraldry, en la cual se

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Ver: VILÁ PALÁ, Claudio. P, 1977 El enfoque histórico-arqueológico es el que guía los estudios realizados por Juan Francisco Pi Aparici en su tesis doctoral La heráldica gentilicia valenciana hasta Martín de Viciana. 24 Ver: GALBREATH, Donald Lindsay, 1977 25 Ver: ADAM-EVEN, Paul, 1955; ADAM EVEN, Paul, 1961-1962; ADAM EVEN, Paul , 1975 23

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trata la heráldica inglesa. Pero sin lugar a dudas, las obras que son la mejor muestra de esta amalgama de metodologías son los manuales de Michel Pastoureau 26, y de Ottfried Neubecker27, Le grand libre de l’héraldique. Estas obras son los pilares fundamentales del estudio de la heráldica, ya que en ellas se hace un estudio total -fuentes, posibilidades, profundización y apertura de nuevas perspectivas que amplifican el campo de investigación de la heráldica- de la ciencia del blasón. Como señala Luís Valero de Bernabé Martín de Eugenio: “Los estudios de Michel Pastoureau constituyen un punto de referencia, pudiéndose calibrar a través de ellos el sentido y el alcance de la renovación de las investigaciones heráldicas. Ensaya por primera vez el tratamiento estadístico de los testimonios heráldicos, considerando los índices de frecuencia de determinadas formas en distintos territorios históricos, así como una exposición diacrónica del fenómeno heráldico, con la elaboración de los índices de frecuencia de figuras y colores de las armerías de una concreta zona geográfica”28. Partiendo de estas figuras los autores siguientes, hasta nuestros días, se dedicarán a estudiar la heráldica desde lo que se conoce como historia social, metodología a partir de la cual el estudio de esta ciencia puede desembocar en grandes aportaciones. En este enfoque existen dos grandes líneas de estudio: la heráldica en el estudio de las familias y los grupos sociales de cada época; y la relación de la heráldica con la historia de las mentalidades, a partir de la cual se extiende una amplia casuística29. En la Península Ibérica también observamos una evolución similar a la que se aprecia en el resto de Europa. El primer tratadista español que escribió sobre los emblemas heráldicos fue el infante don Juan Manuel (1282-1348), el cual escribió sobre las armas que se le otorgaron a su padre. Para la creación de esta obra se inspiró en el tratado citado de Bartolo de Sassoferrato. En el siguiente siglo, en el XV, veremos una proliferación de tratadistas españoles que escribirán sobre la heráldica. Pero de entre todos, el más destacado es mosén Diego de Valera, uno de los cronistas de los Reyes Católicos, el cual escribió un gran número de obras que trataban el tema heráldico y paraheráldico30. Contemporáneos a él había otros autores que trataron el tema de los

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Ver: PASTOUREAU, Michel, 1976; PASTOUREAU, Michel, 1979; PASTOUREAU, Michel, 1984; PASTOUREAU, Michel, 1986; PASTOUREAU, Michel,1990 27 Ver: NEUBECKER, Ottfried, 1976; NEUBECKER, Ottfried, 1979 28 DE BERNABÉ MARTÍN DE EUGENIO, Luís Valero, 2008, p. 152 29 VALVERDE OGALLAR, Pedro Blas, 2002, pp. 33-34 30 PARDO DE GUEVARA Y VALDÉS, Eduardo, 1990, p. 1004

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emblemas heráldicos, como Fernán Mexía31, Juan Rodríguez de la Cámara o del Padrón, Pedro de Gratia Dei, Garci Alonso de Torres32 o Antonio de Barahona entre otros. Pero la gran mayoría de las obras de todos estos autores, como mucho nos pueden servir para saber cómo se entendían y cómo se utilizaban los emblemas heráldicos en su momento, ya que sus obras carecen de toda sistematización. Cabe decir que en gran medida, muchos de los tratados de estos autores, al igual que ocurrió en el continente europeo, seguirán la pauta de la heráldica caballeresca, y se alejaron, en algunos aspectos, de la obra de Sassoferrato33. Durante la época moderna y contemporánea, en la Península Ibérica coexistirán dos enfoques de estudio. Por un lado tendremos una metodología que se centrará en la forma, cosa que relegará a un segundo plano el análisis de la heráldica como una fuente histórica. Esto dio como resultado un gran número de recopilaciones de piezas, muebles, etc., que carecían de criterio histórico alguno. Esto se veía agravado por la falta de un vocabulario específico. Por todo ello, esta metodología de estudio generó mucha literatura alejada de la realidad. Por otro lado está la metodología más racionalista, la cual comulgaba más con los conceptos renovadores que llegaban de Europa. Este enfoque tuvo sus primeros representantes en España en el siglo XVI, entre los que podemos destacar a Jerónimo Zurita34, Jerónimo Alponte o Ambrosio Morales35. En la siguiente centuria aparecieron diversos continuadores de esta tendencia, como por ejemplo Esteban de Garibay36, Nicolás Antonio37 y Luís Salazar y Castro38. Cabe decir que esta tendencia más racionalista acabó por quedarse en un segundo plano, y fue el enfoque más formalista el que se hizo un hueco en la literatura especializada. En el siglo XVIII, y en pleno auge de la metodología formalista surgieron sus mejores representantes, estamos hablando del marqués José de Avilés39, Francisco Xavier de Garma40 y José de Aldazábal41. Acerca de estos autores Menéndez Pidal hace la siguiente reflexión: “Todos mantienen la orientación general didáctica y normativa, como sus antecesores del XV y principios del

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Ver: MEXÍA, Fernán, 1492 Ver bibliografía general 33 VALVERDE OGALLAR, Pedro Blas, 2002, p. 27 34 Ver: ZURITA, Jerónimo, 1998 35 Ver: MORALES, Ambrosio, 1574; MORALES, Ambrosio, 1586 36 Ver: GARIBAY ZAMALLOA, Esteban de, 1993 37 Ver: ANTONIO, Nicolás, 1788a; ANTONIO, Nicolás, 1788b 38 Ver bibliografía general 39 Ver: AVILÉS, José de, 1992 40 Ver: GARMA Y DURÁN, Francisco Xavier, 1967 41 Ver: ALDAZÁBAL Y MURGUÍA, Joseph de, 1992 32

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XVI; están dirigidos más a enseñar un uso correcto del sistema heráldico que a exponer cómo se había formado y desarrollado”42. En lo que se refiere a la tendencia más racionalista, hay que decir que los autores que se incluían en ella pensaban que la heráldica se había generado de manera heroica. Todo esto contribuyó al descreditó que ha sufrido la disciplina de la heráldica, el cual ha llegado hasta nuestros días. Hay que señalar que el enfoque formalista en un primer momento tuvo cierto auge, pero fue la metodología histórico-arqueológica la que de verdad abrió la puerta de la renovación en el estudio de la heráldica. Este nuevo enfoque ha permitido avanzar en el estudio y el conocimiento del fenómeno heráldico. Esta metodología se ha visto impulsada por el avance que han sufrido otras disciplinas, es muy probable que sin ellas esta renovación no se hubiera producido. Además de esto existen otros diversos factores que también han propiciado esta renovación en los estudios heráldicos como se ha señalado anteriormente. Pese al aparente triunfo del enfoque formalista, fue el método históricoarqueológico el que de verdad marcó un antes y un después en el estudio de la heráldica española. Este enfoque llega hasta nuestros días, y se alterna con otras perspectivas más renovadoras; hasta incluso encontramos obras actuales en las que se amalgaman el enfoque histórico arqueológico y la metodología formalista. Un ejemplo de esto son las obras de Vicente de Cadenas y Vicent43 o de Luís Messía de la Cerda y Pita44. Aunque cabe señalar que dichos autores en sus obras no tienen en cuenta las nuevas perspectivas de estudio, pero pese a eso sus obras son una herramienta fundamental si se quiere identificar y describir armerías. El primer autor que en sus obras utilizó las nuevas perspectivas de estudio fue Ignacio Vicente Cascante en la década de los cincuenta. Su obra más destacada es Heráldica general y fuentes de las armas de España45, en la cual señala “las posibles aportaciones de esta disciplina para el estudio de los sistemas emblemáticos occidentales y en la que se realizó una primer a enumeración de las principales fuentes de la literatura heráldica de nuestro país”46.

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MENÉNDEZ PIDAL DE NAVASCUÉS, Faustino, 1993, p. 23 Ver: CADENAS Y VICENT, Vicente de, 1994; CADENAS Y VICENT, Vicente de, 1996 44 Ver: MESSÍA DE LA CERDA Y PITA, Luís, 1987; MESSÍA DE LA CERDA Y PITA, Luís, 1990 45 Ver: VICENTE CASCANTE, Ignacio, 1956 46 VALVERDE OGALLAR, Pedro Blas, 2002, p. 36 43

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Pero sin lugar a dudas, los autores que llevaron a cabo la revolución de los estudios heráldicos españoles fueron Faustino Menéndez Pidal de Navascués47 y Martí de Riquer48. Faustino Menéndez Pidal de Navascués centró sus investigaciones en conocer las armas castellanas, de ahí su obra Heráldica medieval española de la cual solo se ha publicado el primer volumen La casa real de León y Castilla. Además de este extenso trabajo ha realizado otros muchos estudios, entre los que destacan unos estudios sobre las representaciones simbólicas de los capiteles de la Colegiata de Tudela y sobre la sigilografía heráldica. Otra obra suya importante, tanto por su valor historiográfico como por su valor personal, es el discurso de ingreso a la Real Academia de la Historia, el cual se titula Los emblemas heráldicos: Una interpretación histórica. En dicho discurso se explica sintéticamente el desarrollo histórico, además de describirnos brevemente los nuevos campos de investigación. Por último hay que destacar un trabajo suyo dedicado a los emblemas heráldicos reales españoles. Este trabajo forma parte de una obra colectiva titulada Símbolos en España, en la cual se analizan las diversas fuentes de investigación, tomando como objetivo principal la heráldica real y territorial 49. Por otro lado, hay que destacar la figura de Martí de Riquer, el cual es el máximo valedor de la idea del acercamiento a la heráldica desde las fuentes literarias y el lenguaje medieval. Pese a esto, hay que decir que en sus primeras obras vemos que sigue el clasicismo más puro, ejemplo de esto es su obra Manual de heráldica española. Posteriormente ha realizado interesantes estudios sobre la heráldica caballeresca y las fuentes.50 Siguiendo las figuras de estos autores trabajó Eduardo Pardo de Guevara, el cual en su obra Manual de heráldica española51 recopila las principales ideas de Michel Pastoureau y de Ottfried Neubecker, pero introduciendo las particularidades de la heráldica peninsular. Producto de su esfuerzo es el artículo titulado El estudio de los emblemas heráldicos del medievo peninsular. Estado de la cuestión52, en el cual trata los autores españoles que han tratado el tema de la heráldica. Por último hay que nombrar las figuras de Riquer y Muntaner, el cual en sus obras intentará estudiar la heráldica desde la

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Ver en la bibliografía general Ver: RIQUER, Martín, 1942; RIQUER, Martí de, 1967 49 VALVERDE OGALLAR, Pedro Blas, 2002, p. 36 50 VALVERDE OGALLAR, Pedro Blas, 2002, p. 37 51 Ver: PARDO DE GUEVARA Y VADÉS, Eduardo, 1987 52 Ver en la bibliografía general 48

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perspectiva de la geografía medieval, y de Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila53, quien basa sus estudios en la profundización del personaje del oficial de armas54. Tras haber explicado brevemente cómo se ha estudiado la heráldica desde la modernidad en gran parte de Europa, ahora me centraré en comentar los principales estudios que se han llevado a cabo sobre la heráldica de la Corona de Aragón. En el ámbito catalán hay que destacar el tratado de heráldica y caballería escrito en el año 1471 por Gabriel Turell. En esta obra Turell intentó recoger todas las cuestiones referentes a la heráldica y al ejercicio de la caballería, ya que su intención era crear un manual que permitiera conocer los principios básicos de la vida del caballero y de la heráldica. En los siglos XIV y XV la práctica de la caballería incluía desde actitudes nostálgicas vinculadas al ideal caballeresco hasta luchas personales o entre grupos enemigos por motivos económicos o de afán de poder55. Esta obra se compone de tres partes. La primera es una disertación de carácter filosófico-moral sobre la nobleza, sus orígenes y sus distintos grados. En ella se recalca que la virtud es el fundamento primigenio de la nobleza, y por tanto de la caballería. La segunda parte, titulada Principi de la armería es un tratado de heráldica al uso, que empieza con una breve historia de la heráldica, para a continuación indicar en qué sitios podían aparecer los escudos, quién los podía ostentar y cómo se conseguían; y por último Turell acaba describiendo las figuras heráldicas. El libro se concluye con un apartado en el que se describen los escudos fabulosos de los nouprous, es decir, personajes mitológicos, bíblicos, históricos y legendarios. Este grupo está formado por los siguientes personajes: Josué, David, Judas Macabeo, Héctor, Alejandro, Julio César, Carlomagno, Arturo y Godofredo de Bouillon56. Los primeros estudios sobre heráldica valenciana son los de Martín de Viciana, incluidos dentro de su obra Crónica de la Ínclita y Coronada ciudad y Reino de Valencia (1564). En esta obra el autor intenta mostrarnos de manera razonada la teoría de los emblemas heráldicos y nos los describe. Del siglo XVII destacan las obras del deán Vicente Bendicho o las de Onofre Esquerdo; pero sin lugar a dudas la más destacada es

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Ver: CEBALLOS-ESCALERA Y GILA, Alfonso de, 1993; CEBALLOS-ESCALERA Y GILA, Alfonso de, 1998 54 VALVERDE OGALLAR, Pedro Blas, 2002, p. 38 55 TURELL, Gabriel, 1992, p. 18 56 TURELL, Gabriel, 1992, pp. 19-20

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el Tratado de la nobleza y hidalguía de Pedro Valda, el cual se data en 1663. Otro caso destacable, pero ya en el siglo XVIII, es el de Mossén Jaume Febrer debido a su longevidad productora de escudos, por la problemática de su autoría y cronología. Esta obra, datada en 1796, se comienza con una somera explicación de qué es la nobleza, y a continuación se realiza un estudio de los distintos tratamientos y títulos, siguiendo unas nociones de heráldica con la explicación gráfica del significado de cada uno de los elementos componentes de cada escudo. A continuación hay un índice alfabético de nombres de los linajes que participaron en la Conquista del Reino de Valencia y una introducción a las trobes. Las trobes están compuestas siguiendo las sugerencias del Infante don Pedro57. Cabe señalar que con el paso del tiempo esta obra ha pasado a ser un repertorio de heráldica valenciana, ya que la sociedad valenciana lo creyó correcto pese a que su texto no fuera antiguo. Los principales críticos de la obra de Mossén Jaume Febrer fueron el Barón de San Petrillo y el padre Ribelles. Estas críticas son acertadas ya que esta obra de Mossén Jaume Febrer es pura fantasía. En ella el autor indica que todas las grandes familias valencianas tienen su origen en los caballeros que acompañaban a Jaime I en la conquista de Valencia, cosa que es completamente falsa. En 1764, la compañía de Jesús de Valencia publicó una obra titulada Breve compendio de la heráldica o arte del blasón, para el uso de los Cavalleros Seminaristas del Seminario de Nobles de la Compañía de Jesús de Valencia, la cual solo buscará esclarecer el origen de los blasones de un grupo reducido de familias valencianas. Al final del siglo XIX, será la numismática la que se ocupará del estudio de la heráldica. En el año 1881 D. José Martínez Aloy58 -una de las principales autoridades en el estudio de la heráldica valenciana durante el primer tercio del siglo XX- publicarán un par de artículos sobre la heráldica. En uno de ellos hablará sobre los blasones que aparecen en la Catedral de Valencia. Pero este artículo será meramente referencial, ya que muchos de los escudos que se nombran ya no existían en ese momento, o estaban muy deteriorados. Durante las primeras décadas del siglo XX veremos una renovación en los estudios heráldicos valencianos, al igual que en el resto de Europa. La punta de lanza de

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(26-05-2015) Ver: MARTÍNEZ ALOY, José, 1909-1910; MARTÍNEZ ALOY, José, 1991

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esta renovación serán las obras de Tramoyeres Blasco59 y Almarche Vázquez60, las cuales, aunque no serán específicamente de heráldica, sí que hablarán de obras artísticas donde aparecerán motivos heráldicos. También de esta época es Antonio de la Torre y del Cerro61, el cual sí que tratará, plenamente, la heráldica en sus artículos. Sus artículos se publicarán en la revista Archivo de Arte Valenciano de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. Este autor veía la heráldica como “un conocimiento auxiliar de la sigilografía, la genealogía […] o la cerámica, y que tan solo servía para dar a conocer los objetos y las figuras”62. También es importante destacar el legado documental heráldico de Manuel González-Martí63. En su libro Cerámica del Levante Español describe algunos escudos y nos descubre la heráldica de 126 linajes. Para esta obra se basará en los escritos de Viciana, Febrer o Garma. Su objetivo no era estudiar heráldica, sino cerámica, y a su vez estudiar todo aquello que tenga que ver o que aparezca en la cerámica. Pero en este campo hay un problema, y es que la cerámica heráldica es monocroma, lo que hace que este trabajo solo nos sirva para estudiar piezas y figuras. Esta renovación en los estudios heráldicos valencianos fue continuada por José Caruana Reig, Barón de San Petrillo64. Destacamos su artículo Las piedras blasonadas del Museo y Academia de San Carlos en el que estudia y describe algunos de los blasones que aparecen en el actual Museo de Bellas Artes de Valencia. También es importante nombrar su obra Los Cruílles y sus Alianzas, nobiliario valenciano, en la cual antes de narrar una alianza nos remite al escudo de su linaje que aparece en el margen. Según él, confeccionó un diccionario junto a Tramoyeres, pero todavía no se ha encontrado. Se piensa que debe estar en los fondos del Barón de San Petrillo. En lo que se refiere al ámbito religioso cabe decir que existen una serie de documentos relacionados con la heráldica, los cuales, sobre todo, estarán dedicados a estudiarla aplicada a la orfebrería y a los códices. En 1943 Don Elías Olmos Canalda65, canónigo archivero de la Catedral de Valencia, publicó Blasones en Códices de la

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Ver: TRAMOYERES BLASCO, Luís, 1910; TRAMOYERES BLASCO, Luís, 1917 Ver: ALMARCHE VÁZQUEZ, Francisco, 1926 61 Ver: TORRE Y DEL CERRO, Antonio de la, 1960 62 PI APARICI, Juan Francisco,2002, p. 38 63 Ver: GONZÁLEZ-MARTÍ, Manuel, 1944-1952 64 Ver: CARUANA REIG, José, 1911; CARUANA REIG, José, 194-1952 65 Ver: OLMOS Y CANALDA, Elías, 1928 60

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Catedral de Valencia, obra en la que describe diversos escudos. Posteriormente, en 1964, Pere Llorens Raga publicó su trabajo Relicarios de la Catedral de Valencia, en el cual, solo describe siete relicarios de la catedral e indica los propietarios de diversos emblemas que aparecen en ellos. Más recientemente, finales del siglo XX, tenemos los trabajos de D. Pere María Orts i Bosch66, el cual incluyó las voces y gentilicios heráldicos a la Enciclopedia de la Región Valenciana. También hay que destacar la figura de José Luís de la Guardia67, el Barón de Finestrat, el cual en su obra Nobiliario Alicantino estudia un gran repertorio de la nobleza alicantina y sus entronques con la del resto del territorio valenciano. También se debe citar brevemente la obra El claustro gótico de Santo Domingo (1991) de Enrique Llobregat, en la cual aparecen fotografías de todos los escudos que aparecen en las dependencias del convento de Santo Domingo.

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Ver: ORTS I OSCH, Pere María, 1971 Ver: GUARDIA, José Luís de la, 1983

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3. Nacimiento y evolución de la heráldica y del escudo de armas En primer lugar definiremos el término “heráldica”. La heráldica es una ciencia autónoma, y auxiliar de la historia y de la arqueología, y su objetivo es el estudio de los escudos de armas y exponer sus métodos y sus reglas de crítica. El especialista en heráldica es el heraldista. En sus orígenes el vocablo “heráldica” era un adjetivo, pero en el siglo XIX pasó a ser un sustantivo, el cual es una derivación de la palabra herald que procede del germánico heriwald -mensajero-. Los heraldos tenían la obligación de conocer las armas, sobre todo, en los enfrentamientos bélicos y en los torneos. Con el paso del tiempo los heraldos se convirtieron en verdaderos eruditos en temas de genealogía, pruebas de nobleza, derecho nobiliario, etc. Blasón es un término del cual no se conoce muy bien su origen, aunque se cree que proviene de alguna lengua francófona, o, más probablemente, del latín. El blasón es el estudio de los elementos que componen el escudo de armas y de las reglas y los términos que se han usado en su composición. Podemos señalar que la heráldica es el estudio teórico, mientras que el blasón es el estudio técnico. Cabe decir que debido a un mal uso del vocabulario se identifica blasón con escudo de armas68. Existen diversas hipótesis sobre la aparición de la heráldica. Desde el siglo XVI hasta al XX, las principales hipótesis han sido situar el origen en el mundo grecorromano, en las marcas familiares, en las runas germánicas, o en un origen oriental debido a las dos cruzadas. Esta idea viene reforzada por las figuras que solían aparecer en estos primeros escudos de armas, entre los cuales destacan el dragón, el león -animales de origen oriental- y el águila. Lo que sí que está claro es que en las cruzadas los escudos de armas se utilizaron para distinguir a los combatientes. Pero durante el siglo XX ha quedado demostrada la inexactitud de todas estas hipótesis. El origen de los escudos de armas está en la evolución que sufrió el equipo militar desde finales del siglo XI hasta los inicios del XII. Los soldados debido a las pesadas armaduras eran irreconocibles, y comenzaron a pintar sobre su escudo figuras que les permitieran reconocerse. Como indica Armand Fluvià en su obra, esta hipótesis es del

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FLUVIÀ I ESCORSA, Armand, 2011, p. 10

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todo inexacta69. El problema reside en conocer el origen y por qué se escogieron unas figuras y no otras, además de conocer en qué momento dichas figuras pasaron a ser verdaderas figuras heráldicas.

Fig. 3. Marçal de Sas, Detalle del retablo del Centenar de la Ploma donde vemos el equipamiento de los caballeros, óleo sobre tabla, s. XV, Victoria & Albert Museum, Londres

Más recientemente el heraldista británico Donald L. Galbreath70 ha señalado que la heráldica nació gracias a una fusión de elementos prexistentes -sellos, banderas, escudos defensivos y de las insignias-. Los sellos han proporcionado los emblemas de época preheráldica de las familias, cosa que ha permitido la creación de figuras parlantes. Las banderas han aportado los colores y sus asociaciones, además de que estas eran utilizadas como armas de los feudos. Por su parte los escudos han contribuido a la formación de la heráldica dando forma a los forros y a algunas figuras geométricas, además de aportar su propia forma. Por último señalar que las insignias han sido una gran fuente de figuras. Esta fusión no fue rápida, y tampoco fue homogénea en toda Europa. Los primeros síntomas de esta amalgama aparecieron en las banderas, y por ende en los tejidos. No sabemos si esto fue debido a la naturaleza de los colores y de las figuras, o por su uso técnico y terminológico. Esta hipótesis es la que más adeptos tiene en estos momentos, ya que incluye la aparición de la heráldica en un todo, es decir, no la ve como algo autónomo71. Lo que no sabemos es en qué momento los combatientes empezaron a representar estas figuras sobre sus escudos. Sabemos que dichas figuras surgieron por toda Europa

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FLUVIÀ I ESCORSA, Armand, 2011, p. 13 Ver: GALBREATH, Donald Lindsay, 1997 71 FLUVIÀ I ESCORSA, Armand, 2011, p. 14 70

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occidental entre los años 1120 y 1150, y que antes que en el escudo se empezaron a representar en el pendón de las lanzas de los caballeros. Antes de entrar en la historia de la heráldica propiamente dicha hay que recordar la división que se ha hecho de la evolución de la heráldica, la cual se ha dividido en tres períodos. En primer lugar tenemos un período que abarca desde el siglo XII hasta el XV, el cual se conoce como heráldica guerrera, nosotros la conocemos como época primitiva. En este período, y como indican los estudiosos italianos, se practica la heráldica pero no se estudia. El segundo período va desde el siglo XVI hasta el XVII, y en estos momentos se practicaba y se estudiaba. Según Crollalanza en este período tenemos una heráldica docta, nosotros a este período lo conocemos como etapa sedentaria. Por último, el tercer período se extiende desde el siglo XVII hasta nuestros días y en él se estudia la heráldica pero no se práctica. A este período se le ha calificado como decadente, pero sí que es verdad que desde mediados del siglo XX esta disciplina está resurgiendo72. Otra división es la creada por Michel Pastoureau, la cual también se compone de tres etapas: la primera de ellas es la de la adopción de las armas por la sociedad (c. 1100-1320), en segundo lugar está la etapa central del desarrollo de la heráldica que abarca desde el 1320 hasta el 1560 aproximadamente, y la última etapa comprende desde mediados del siglo XVI en adelante.73 Tras haber definido el término heráldica y blasón; y haber descrito de manera rápida las diferentes hipótesis sobre el surgimiento de la heráldica pasaremos a explicar brevemente el nacimiento y la evolución de las armas. El escudo de armas, como lo conocemos ahora, apareció en el siglo XII, antes existían piezas y figuras que servían para distinguir los combatientes, pero no eran blasones propiamente dichos. Los primeros en utilizar estos elementos fueron los griegos, más tarde los romanos también emplearon este tipo de símbolos. Sí que es verdad que los griegos utilizaron alguno de estos símbolos con carácter hereditario pero sin ningún tipo de regla, por tanto no podemos considerarlos un escudo de armas. Los emblemas romanos no han se han estudiado con mucha atención, pero parece ser que cada gens tenía un emblema hereditario que generalmente tenía un origen totémico o mitológico. En el ejército romano también se utilizaban emblemas, las insignias y los escudos. En el imperio todas las legiones tenían como insignia principal el

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CADENAS Y VICENT, Vicente de, 1975, p. 183 PI APARICI, Juan Francisco, 2002, p. 9

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águila imperial, y también tenían insignias propias -el capricornio, el león, el jabalí, etc.Los escudos eran rectangulares y solían ir decorados con elementos de procedencia diversa -soles, rayos estrellas, escorpiones, etc.-. A lo largo de la Alta Edad Media, período contradictorio y desconocido, veremos cómo paulatinamente cambiará de los escudos defensivos. Este cambio se produce en un dilatado espacio temporal, ya que vemos que las formas empiezan a cambiar en el siglo VI y se estabilizan en el siglo XI, en estos momentos el escudo pasa a ser redondo y plano. En los últimos años del siglo XII nacerán las armerías, y con ellas aparecerá el escudo favorito de los caballeros. Este escudo tenía forma amigdaliforme curvado a lo largo de su eje vertical y acabado en punta. La parte exterior de este escudo iba decorada con figuras de todo tipo -animales, geométricas, etc.-, las cuales con el paso del tiempo pasaron a ser verdaderas figuras heráldicas74. Como se acaba de decir, durante los siglos X y XI aparecerán los primeros escudos de armas, y su función será la misma que las primitivas figuras y piezas que se utilizaron en la antigüedad, distinguir los combatientes. Esto provocará el nacimiento de los emblemas más primitivos de la heráldica militar. Como se ha indicado antes, posteriormente se pensaba que los escudos de armas tenían su origen en las Cruzadas, ya que se pensaba que fue entonces cuando se difundió el empleó de la heráldica. Estos primeros escudos de armas intentaban transmitir la fiereza o el ideal del portador, además de servir como elemento de distinción entre los combatientes. En el siglo XII veremos que la utilización del escudo de armas se extenderá a los nobles, los primeros aparecerán en Francia, Inglaterra, Alemania y España. Ahora, además de servir para distinguirse en el campo de batalla y en los torneos, serán una marca de propiedad. Por esa razón aparecerán en todo tipo de objetos -ropa, urnas funerarias, retablos, etc.-. En los primeros momentos tendremos armas personales, los escudos hereditarios surgirán a mediados de dicho siglo. Será a finales del siglo XII cuando se regularizarán -sobre todo en Francia-, en cierta manera, los sistemas de sucesión de armerías pero de todas formas podían ser modificadas al gusto del poseedor. Por ejemplo, este cambio de armas se puede apreciar

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FLUVIÀ I ESCORSA, Armand, 2011, p. 12

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entre hermanos, ya que muchos preferían cambiar de blasón a tener que añadir una brisura. También tenemos ejemplos de cambios de armas cuando se prefería adoptar el escudo materno. De manera que durante el siglo XII apreciamos un cambio, los blasones de origen militar, paulatinamente se transforman en hereditarios y familiares, y se extienden a gran parte de la nobleza. Con este cambio vemos que el escudo de armas pasa de ser un simple motivo distintivo a ser una marca del linaje. Esta nueva utilización de las armas aparece por primera vez en el siglo XIII entre los pecheros franceses75. El linaje es “un conjunto de bienes tanto materiales como inmateriales que se perpetúa mediante la transmisión de su nombre, de su fortuna y de sus títulos por vía real o imaginaria”76. Cabe decir que para pertenecer a un linaje no solo es necesaria la filiación sino que se debe sentir que pertenece a él, además debe asumir una serie de normas que la sociedad le ha impuesto y ayudar a acrecentar el patrimonio -factor básico de la fuerza del linaje-. Asimismo el linaje no solo incluía la familia directa, sino que también se incluía a los parientes lejanos y a los criados que estaban vinculados a la familia, aunque la composición de los linajes variaba según la región. El linaje como tal nace cuando se toma conciencia de la continuidad genealógica. Es en ese momento cuando la persona intenta tener algún distintivo para marcar que pertenece a un linaje. En un primer momento estas marcas se centrarán en el nombre repetición del nombre y alternancia del nombre y el patronímico-, pero con el paso del tiempo se llegará a formas mucho más elaboradas como por ejemplo: el emblema heráldico, el renombre y el apellido estable. La repetición del nombre será la forma más antigua de marcar la continuidad genealógica, tanto es así que encontramos ejemplos de cambios de nombre para marcar la ascendencia de uno de los dos progenitores. Una fórmula más elaborada será la del apellido fijo, el cual era impuesto desde el exterior, es decir, lo imponía la gente. Pero sin lugar a dudas el verdadero signo del linaje será el escudo de armas, ya que estos eran elegidos por los interesados. Con el escudo de armas se llega al culmen en lo que se refiere a las marcas de sucesión genealógica.

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CADENAS Y VICENT, Vicente de, 1975, p. 14 MENÉNDEZ-PIDAL DE NAVASCUÉS, Faustino, 2006, p. 14

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El linaje encuentra su fundamento ideológico en su propia ‘memoria histórica’, la cual es un recuerdo de los descendientes y las glorias del linaje. La ‘memoria histórica’ complementa los elementos tangibles que forman el linaje -casa suntuosa y escudo de armas en la fachada, capillas de patronato, etc.-. Esta ‘memoria histórica’ se recoge en los archivos familiares, los cuales se crean cuando se llega a cierto nivel cultural y cierta permanencia del hogar77. En el siglo XIV aparecerán las primeras normas de reglamentación de las distinciones nobiliarias, las cuales tendrán como objeto hacer del escudo un elemento de recuerdo del pasado y de las tradiciones. Finalmente a partir del siglo XV el escudo de armas pasará a un papel secundario, y empezará a cobrar importancia el apellido como marca del linaje. Aunque será durante este siglo cuando se perfilarán unas reglas heráldicas, más o menos claras. Los encargados de hacer cumplir estas reglas fueron los heraldos de armas, los cuales surgieron de entre el rango de los domésticos inferiores y del mundo de los juglares. En origen los heraldos se encargaban de identificar a los contendientes de un torneo o bien de un enfrentamiento militar. Pero con el paso del tiempo fueron ganando importancia y protagonismo, llegando a ser verdaderas personalidades. Cabe decir que los soberanos también empezaron a intervenir en la reglamentación de las armerías. Todo esto dio pasó a la creación de toda una emblemática marginal78.

Fig. 4. Jean Courtois, heraldo de Sicilia al servicio de Alfonso V el Magnánimo, Rey de Aragón, en una imagen contemporánea que nos muestra su vestimenta, ms. français 387, folio 4, Bibliothèque Nationale, París

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MENÉNDEZ-PIDAL DE NAVASCUÉS, Faustino, 2006, p. 21 FLUVIÀ I ESCORSA, Armand, 2011, pp. 24-25

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Otra cosa a destacar, es que durante este siglo se añadirán a los blasones elementos decorativos que explicarán las hazañas y proezas del linaje. En este momento se crearán muchos mitos y leyendas para explicar el origen de las armas, y de esa forma demostrar la importancia del linaje. Este cambio, en lo que se refiere a la decoración, lo podemos asociar al perfeccionamiento que sufrieron las armaduras. Dicha decoración se explicará siguiendo las bases del ideal caballaresco. El ideal caballeresco se caracterizará, en el ámbito de la genealogía, por buscar parentescos con grandes personajes históricos o míticos. Ahora desaparecerá el escudo debido a la mejora de las técnicas de combate, de manera que el escudo solo era utilizado en los torneos, donde las armerías continuaban teniendo sentido. La cimera también se convirtió en un buen soporte para la aparición de las armas heráldicas. Desde mediados del siglo XVI hasta finales del XVIII, en Europa no se ha creado una historia de las armerías, ya que los heraldistas han preferido centrarse en el estudio de la heráldica medieval. En lo referente al uso de las armerías la única restricción que existía era la de no repetirlas y algunas prohibiciones en lo que atañe al timbre -la única señal de nobleza de algunos blasones-. Pastoreau indica que hasta el siglo XV cualquier persona podía timbrar su escudo de armas, o bien con un casco o bien con una corona, ya que el timbre era un mero elemento decorativo. Esto cambiará en el siglo XVI, cuando la nobleza utilizará los timbres para distinguirse de la burguesía enriquecida. En cuestión de medio siglo, entre los años 1480 y 1530, el timbre pasó de ser un elemento decorativo a ser un elemento distintivo. Ejemplo de esto es la Real Pragmática que Felipe V instauró en el 1586, en la cual se indicaba que solo los duques, marqueses o condes podían timbrar con coronillas sus escudos. Según Armand de Fluvià i Escorsa, esta pragmática solo tenía validez en la Corona de Castilla, ya que en ella no se nombran ni a los vizcondes ni a los barones, figuras características de la Corona de Aragón79. Actualmente la heráldica se continúa empleando para aquello que se creó, ser un signo distintivo. También se continúa utilizando en la acuñación de moneda y la creación de sellos, cosa que se ha convertido en un reclamo turístico, En la arquitectura moderna también aparecerá la heráldica para indicar posesión. Esto sobre todo lo veremos en la arquitectura funeraria. Asimismo, también podemos encontrar blasones heráldicos en

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FLUVIÀ I ESCORSA, Armand, 2011, p. 30

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muchos

elementos

impresos

-impresiones

tipográficas,

ex-libris,

papel

de

correspondencia, etc.-. La heráldica es una ciencia viva, ya que todavía continúa aplicándose en un gran número de aplicaciones. “La Heráldica tiene vida y la tendrá, no solo por cuanto pueda representar la vanidad humana, que ya es mucho, sino de la aplicación práctica para distinguir, y como distinguir ha sido el motivo fundamental de su aparición, crecimiento y perfeccionamiento, no existe motivo alguno, dándole nuevas aplicaciones para que decaiga y deje de carecer de interés”80.

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CADENAS Y VICENT, Vicente de, 1975, p. 128

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4. La difusión del uso de las armas y su adopción por el conjunto de la sociedad Después de haber hablado de la historia de la heráldica, ahora me dedicaré a explicar de manera breve y somera sobre cómo se difundió el uso de la heráldica y qué grupos sociales, además de los reyes, príncipes y caballeros, podían ostentar un escudo de armas, además de para qué lo hacían y en qué contextos. En primer momento la heráldica fue utilizada por los reyes, pero con el paso del tiempo vemos que el uso del escudo heráldico se empezó a usar por la mayoría de la sociedad. Esta expansión de la heráldica se debe en gran parte al uso del sello81, el uso del cual se extendió por los diversos grupos sociales y comunidades civiles y religiosas. Aunque el principal factor de la difusión de la heráldica son el uso de los sellos existen otras causas por las que la heráldica consiguió extenderse tanto en tan poco tiempo. Además del uso de los sellos las otras dos causas que ayudaron a difundir la heráldica son la transformación del equipo defensivo de los combatientes y los torneos. El equipo defensivo ahora estaba formado, principalmente, por un yelmo cerrado y una cota de malla, cosa que impedía reconocer a los combatientes, de ahí el uso de la heráldica. Gracias a los torneos se desarrolló el uso de las armas entre la media y pequeña nobleza. En conclusión a principios del siglo XIII, gran parte de la nobleza europea occidental ya utilizaba los escudos de armas82. En cuanto a los principales grupos sociales y comunidades, tanto civiles como religiosas, que podían hacer uso de las armas, cabría hablar aquí de la heráldica eclesiástica, la femenina, la institucional y la representativa83. La heráldica eclesiástica difundida sobre todo desde el siglo XIII, surge de manera inmediatamente posterior a la militar, comenzando por los sellos episcopales, en los cuales “representa a las armas temporales de las personas, mientras que el timbre indica el rango y la dignidad” 84. Para diferenciar las distintas dignidades eclesiásticas la heráldica se sirve además de algunos elementos litúrgicos -gonfalón, mitra, báculo, etc.-.

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PASTOUREAU, Michel, 2009, pp. 42-49 FLUVIÀ I ESCORSA, Armand, 2011 pp. 19-20 83 PASTOUREAU, Michel, 2009, pp. 56-60 84 CADENAS Y VICENT, Vicente, 1975, p. 61 82

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Fig. 5. Henry Abraham Chatelain, Carta heráldica de los escudos de armas del emperador, electores, príncipes, eclesiásticos, seculares y de todos los Estados del Imperio Romano, grabado coloreado del Atlas Histórico, 49,5x98 cm, 1705-1720, Ámsterdam

En un primer momento las armas heráldicas eran las mismas que las de la familia del prelado, pero serían puras, es decir, sin brisura, para de esa manera diferenciarse de las del resto de la casa, ya que iban a carecer de descendientes, y por tanto en ellos se acababa el uso de dichas armas. Las armas eclesiásticas también aparecerán en las monedas, pero esto se dará a partir del pontificado de Alejandro V, hasta este momento aparecían las llaves y la tiara papal. Pero será en el pontificado de Juan XXII cuando la numismática eclesiástica se enriquecerá con los escudos de los pontífices usando como timbre las llaves y la tiara. El primer pontífice que acuñará monedas con sus armas claramente diferenciadas de los atributos papales será Martín V85. Cabe decir que en muchas iglesias encontramos escudos de armas gentilicios, es decir, aquellos que están dedicados a personas individuales que no tienen nada que ver con la comunidad eclesiástica. La aparición de estos escudos en los lugares sagrados se puede deber a tres causas: por patronatos -los más difundidos y los menos reconocidos-, por sepultura86 y por donación. En lo que se refiere a la heráldica femenina hay que decir que ésta no surgirá hasta la segunda mitad del siglo XIII, momento en el que las hijas de los varones que poseen escudo sienten la necesidad de poseer ellas también de uno. En primer lugar hay que decir que no encontraremos armas femeninas brisadas porque las mujeres no podían transmitirlas. Además la boca del escudo hacía que no fuera necesaria brisura alguna, ya 85 86

CADENAS Y VICENT, Vicente, 1975, pp. 59-60 Ver: GARCÍA MARSILLA, Juan Vicente, 2011

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que los escudos de armas femeninos tenían la boca de losange. En caso de que existiera sucesión femenina en el trono estas normas no serían aplicables. Las mujeres casadas podían ostentar el escudo de su marido con sus propias armas, es decir, los cuarteles de honor se reservarían para las armas adquiridas por el matrimonio, y en los otros cuarteles se colocarían las armas de la mujer87.

Fig. 6. Sepulcro de Arnau de Valeriola, piedra caliza policromada, 120x127 cm, c. 1370-1380, Museo de Bellas Artes de Valencia

En penúltimo lugar hablaremos de la heráldica institucional, centrándonos en la heráldica nacional y en la heráldica municipal. La heráldica nacional tiene su origen en la fusión de distintos reinos en uno solo. Por tanto en el escudo se deben mostrar las distintas posesiones que han formado dicho país. En los escudos nacionales también hay que plasmar los cambios distintos cambios que ha sufrido el país -cambios de linaje, cambios territoriales, etc.-88. En los escudos de armas nacionales aparecen símbolos exteriores que verdaderamente son heráldicos, los cuales muchas veces muestran los elementos más destacables del territorio que representan -un ejemplo de esto son las Columnas de Hércules que aparecen en el escudo de la nación española sobre las que aparece una cartela que reza: “Plus Ultra”, es decir, más allá. Con estos símbolos se nos quiere indicar que el Imperio español se extendía allende las Columnas de Hércules-. Cabe decir que muchas de las naciones de creación moderna han incorporado elementos

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CADENAS Y VICENT, Vicente, 1975, pp. 83-84 CADENAS Y VICENT, Vicente, 1975, p. 87

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nuevos a sus escudos que muestran las principales costumbres del país o su flora y fauna más característica. Dentro de la heráldica institucional hay que destacar la municipal, la cual es una de las funciones más aplicadas de esta ciencia pese a no tener ningún tipo de normativa ni reglamentación, creando así una heráldica de carácter anárquico. La mayor parte de las veces las armas municipales eran otorgadas por los monarcas en el momento de la concesión de la carta de puebla, con los fueros o para recordar alguna gesta realizada. En un primer momento las armas de los ayuntamientos eran otorgadas por el rey, pero con el paso del tiempo veremos cómo muchas veces las armas municipales corresponderán a las del señor de la villa o en ocasiones son de nueva creación 89. La heráldica municipal española, al igual que la de muchos otros países europeos, tiene su origen en la Edad Media. De los primeros escudos municipales se conservan algunos sellos en distintas instituciones, como por ejemplo en el Archivo Histórico Nacional de Madrid o en el Archivo de la Corona de Aragón. Cabe decir que la heráldica municipal no utiliza la forma característica del escudo de armas, sino que suele utilizar el losange tetrágono.

Fig. 7. Anónimo, Azulejos de pavimento y en el centro el escudo del gremio de zapateros, loza, mediados del siglo XV, 31x31 cm, Museu Episcopal de Vic, Vic

Para acabar con este apartado voy a hablar de la heráldica representativa, dentro de la cual me centraré en la heráldica profesional, que incluye todos aquellos emblemas pertenecientes a gremios, colegios, etc. De la misma manera que en la heráldica

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CADENAS Y VICENT, Vicente, 1975, pp. 90-91

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municipal, o en mayor medida, en la heráldica profesional reina la total anarquía ya que no existe ningún tipo de reglamentación. Vemos que en estos escudos de armas aparecen todo tipo de símbolos y figuras sin ningún tipo de orden, cosa que conduce a una enorme confusión90.

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CADENAS Y VICENT, Vicente, 1975, p. 119

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5. Partes del escudo En este apartado haré una somera descripción de las partes de un escudo, de manera que el lector pueda entender a la perfección la terminología que se va a utilizar en este trabajo. Primero explicaré las partes y los tipos de particiones de los escudos, y después, escuetamente, hablaré un poco sobre el diseño heráldico, es decir, sobre los muebles, figuras y adornos exteriores de los blasones. El borde del escudo, es decir, la forma del escudo recibe el nombre de boca. Cabe decir que la forma cambia de unas naciones a otras. Esto se debe a los distintos usos y modelos de los escudos. Por ejemplo el escudo más utilizado en España es rectangular, cuadrilongo y redondeado en su parte inferior, con una proporción de cinco a seis. En cambio, en la heráldica alemana se utilizará más la forma del triángulo y del triángulo curvilíneo, y se caracterizarán por aparecer inclinados y apoyándose en su flanco diestro. En lo que se refiere al interior del escudo, hay que destacar los puntos, los cuales son “unos espacios ideales en el campo del escudo que sirven para definir la situación de las piezas y de las figuras del mismo”91. El centro del escudo recibe el nombre de abismo o corazón. La parte superior del escudo responde al nombre de jefe y la inferior de punta, y las franjas laterales son conocidas como flancos. Cada ángulo del escudo se llama cantón, y se debe especificar si es el cantón diestro o siniestro del jefe o de la punta. El espacio interior del escudo puede estar dividido o no. En caso de estar dividido existen diversos tipos de división. Esta la partición, cuando el escudo se divide con una sola línea, y la repartición, cuando el escudo se divide mediante diversas líneas. Las particiones las podemos clasificar de la siguiente manera: ordinarias y extraordinarias cuando la línea que divide el escudo no es recta y es difícil de blasonar-. Dentro del grupo de las ordinarias tenemos las particiones iguales o regulares, las cuales surgen al dividir el escudo simétricamente, y las particiones desiguales o irregulares que aparecen cuando la división no es simétrica. La repartición surge cuando el campo del escudo está dividido por más de una línea. Las reparticiones pueden ser regulares, cuando las partes resultantes son iguales -cuartelados en cruz, cuarteles en aspa o terciados-, o irregulares, cuando las

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CADENAS Y VICENT, Vicente de, 1975, p. 133

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partes resultantes son diferentes -embrazado y contraembrazado, vestido, flanqueado, etc.-.

Fig. 8. Partes del escudo

Los campos de los escudos -superficie interior del escudo- y las figuras heráldicas van policromadas con esmaltes, los cuales pueden ser metales o colores. Cabe decir que los forros también son considerados como esmaltes, ya que hacen la misma función que estos. Existen dos metales, un metal que a su vez es color, cuatro colores y cuatro forros o pieles. Cada metal, color y forro además de tener un color específico, tiene una representación específica que lo distingue. Este código surgirá en el siglo XVI con la obra de Pietra Santa, la cual creará un código. . Dicho código se fundamentaba en trasladar “metales y colores a puntos y rallas, los primeros dispuestos por todo el campo y las segundas con inclinaciones a derecha o izquierda [, paralelas o transversales] cruzándose entre sí [de manera que] se simbolizarán todos los esmaltes”92. Aunque los esmaltes como tal empezaron a tener representación heráldica en el siglo XVII. Los metales son el oro y la plata, y sus colores correspondientes son el amarillo y el gris, y se representan mediante puntos el oro y con el fondo liso la plata. El púrpura es

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PI APARICI, Juan Francisco,2002, p. 24

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el color que también es considerado metal, se pinta de color violeta y se representa mediante líneas diagonales de izquierda a derecha. Actualmente está considerado como color, pero antiguamente también se le consideraba metal. De manera que, siendo fieles a la realidad histórica, nosotros también debemos incluirlo en el grupo de los metales. Los colores son: el gules -rojo-, el azur -azul-, el sinople -verde- y el sable -negroEl gules es representado con líneas verticales, el azur mediante líneas horizontales, el sinople con líneas diagonales de derecha a izquierda y el sable mediante líneas horizontales y verticales, es decir, formando una cuadrícula regular. Aparte de estos colores, existen otros que se utilizan en las armerías nacionales, como por ejemplo el hierro -armería alemana-, el acero -armería italiana- o el sanguíneo y el aurora en la armería inglesa. Etimológicamente, el nombre que reciben los colores, según Menestrier93, tienen su origen en Oriente ya que los Cruzados utilizaron los nombres orientales para designar a estos colores tan vistosos. Estos nombres paulatinamente fueron adaptados a los idiomas occidentales. Los primeros en adoptar estos términos fueron los franceses, ya que estos fueron los primeros en demostrar interés por la heráldica. El nombre de azur proviene del vocablo árabe lazurd, y este a su vez del término persa lachuard. El nombre de gules tiene su origen en la palabra turca giul o ghiul, la cual se refería a una planta que poseía un color rosa intenso y que era conocida por los árabes como gules. El término sinople hace referencia a un tipo de tierra que existe en Asia Menor que al ser diluida en agua, esta adquiere un color verde. Este vocablo pasó al griego y de él al latín. Los únicos colores que su nombre no tiene un origen oriental son el sable y el púrpura. El sable tiene su origen en la zona germánica, ya que la palabra zobel hacía referencia a la marta negra o cebellina. El púrpura es de origen latino, y procede de un molusco, el purpura murex, y debido a su rareza este color fue reservado a los altos dignatarios y a las personalidades importantes. En lo que se refiere a los forros o pieles tenemos el armiño y los veros. A partir de ellos surgen toda una serie de derivaciones -contraveros, verados en punta, veros en

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Citado por: CADENAS Y VICENT, Vicente de, 1975, p. 150

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ondas, etc.-. Los armiños -“figuras formadas por tres círculos llenos, tangentes, pestos en uno y dos, y tres rabitos saliendo del centro formado por la unión de estos últimos y que terminan en forma de punta de lanza”94, deben de ser negros sobre fondo blanco-. Para que los armiños se consideren forros deben de ser como mínimo cuatro figuras en su ancho y tres en su alto, en caso de ser menos pueden ser interpretados, o bien como una figura heráldica o bien como un forro. Los veros son “una especie de campana que, repitiéndose, se representa siempre de plata, apoyando su base en otra especie de campana invertida de azur”95. En algunas ocasiones encontraremos armiños y veros que no irán con sus colores naturales, y habrá que especificar qué color tienen. El interior del escudo puede estar ornado por piezas heráldicas o por figuras heráldicas, y ambas han de ajustarse a las leyes de la heráldica y del blasón 96. Para la heráldica moderna todas las piezas tienen el mismo valor, y se clasifican según su tamaño y sus derivaciones. Por tanto podemos decir que existen tres grandes grupos de piezas: las fundamentales, las disminuidas y las derivadas -amalgaman piezas fundamentales y disminuidas-; no hay que olvidar señalar las piezas recortadas, es decir, las que no tocan la boca del escudo. Después tenemos las figuras heráldicas, las cuales pueden ser naturales, artificiales o fantásticas. Es imposible especificar un número de figuras heráldicas, ya que hay innumerables. En el caso de las figuras artificiales, estas proceden del continuo progreso humano, por tanto cada vez hay más. Dentro de las figuras naturales tenemos diversos grupos: cuadrúpedos, aves, peces, insectos y reptiles, plantas, elementos humanos, astros y minerales; cada una de estas subdivisiones tiene términos específicos para señalar la posición de cada una de ellas, al igual que ocurre con el resto de tipos de figuras. En el caso de las figuras artificiales tenemos figuras de guerra, caza, música, navegación, arquitectura y artes y oficios. Por último tenemos las figuras fantásticas en las cuales se incluyen las figuras quiméricas, donde se refleja la imaginación humana. Para acabar con este apartado hablaré de las decoraciones y los símbolos exteriores de los escudos. Primero destacaremos los atributos nobiliarios, los cuales podrán ser ostentados por aquellas personas que posean un título nobiliario. Dentro de

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CADENAS Y VICENT, Vicente de, 1975, p. 154 CADENAS Y VICENT, Vicente de, 1975, p, 154 96 CADENAS Y VICENT, Vicente de, 1975, p. 183 95

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ellos tenemos los cascos y las coronas, existiendo diversos tipos y clases de cada uno de estos ornamentos. A continuación explicaré los principales tipos de ornamentos. En primer lugar hay que dejar clara la distinción entre atributos nobiliarios y adornos. Los adornos tienen la función de ornar y distinguir, y su aparición no tiene por qué indicar ningún signo de nobleza. Los principales adornos son: el burelete, la cimera, los lambrequines, el mantelete, las plumas y una gran cantidad de emblemas -cordón o lazo, condecoraciones, insignias o veneras, alegorías, trofeos, etc.-. Me gustaría acabar haciendo mención a las brisuras, elemento que se utilizaba para distinguir a los distintos miembros de una familia o linaje, las cuales tienen una utilización muy limitada en la heráldica hispana. En origen las brisuras eran utilizadas por los hijos no primogénitos para distinguir su escudo del utilizado por el primogénito. Únicamente en las casas reales existe una normativa para brisar.

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6. Algunos ejemplos de escudos de armas Tras haber explicado de la mejor manera posible el nacimiento, la evolución y la difusión del uso de la heráldica ahora pasaremos a explicar algunos ejemplos donde aparecen escudos de armas. En esta parte analizare tres obras valencianas en las que hay escudos heráldicos. Estas obras están organizadas cronológicamente, desde la más antigua a la más moderna, y geográficamente, en primer lugar tenemos una de las obras maestras del gótico valenciano, el retablo de los Pujades o de Santa Creu hecho para el Convento de San Doménec; después hablaré sobre un escudo localizado en la antigua casa de unos nobles de Alzira, y finalmente describiré un par de escudos encontrados en una masía de la localidad de Turís, en la comarca valenciana de la Ribera Alta. Por tanto podemos decir que se va de lo más general a lo más particular. Antes de entrar en el análisis de los diversos escudos voy a explicar de manera breve cómo se pueden distinguir las armerías medievales de las armerías modernas. Hasta finales del siglo XII la estructura de las armerías se mantuvo muy simple. Todas ellas eran bícromas, y en más de la mitad aparecían o bien un águila o bien un león. Pero a finales del siglo XII empezaron a utilizarse más figuras y aparecieron las primeras brisuras. Fue en estos momentos cuando empezó a formase el lenguaje del blasón, su sintaxis y su vocabulario, y en las dos centurias siguientes será cuando se organizará definitivamente el lenguaje del blasón. Así, mientras que durante el siglo XII son muy numerosas las infracciones en la regla de composición, en el siglo XIII serán casi inexistentes. Será a mediados del siglo XIII cuando aparecerán los primeros armoriales en los que se recogerán las armas de las principales familias. Los primeros fueron recopilados en Francia y en Inglaterra, y más tarde, a finales del siglo XIII e inicios del siglo XIV, aparecerán en el Imperio Alemán. En Cataluña el armorial más antiguo esta datado a principios del siglo XIV97. Paulatinamente, sobre todo en la heráldica moderna -desde el siglo XVI hasta el XVIII-, los escudos de armas se irán complicando. En la heráldica moderna habrá una multiplicación de las figuras, los objetos y los muebles; esta multiplicación también será patente en el bestiario. De la misma manera, aparecerán nuevas particiones, como por ejemplo la partición piñonada, gracias a la creación de nuevas líneas de partición, y 97

FLUVIÀ I ESCORSA, Armand, 2011, pp. 23-24

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nuevas construcciones geométricas -el cuartelado en escuadra, el losange, etc.-. A todo esto hay que añadir los términos que crearon los heraldistas del siglo XIX. A esta proliferación de términos hay que añadirle una multiplicación de las combinaciones y asociaciones de armerías llegando a crear emblemas imposibles de blasonar. También habrá un gran desarrollo de los elementos que acompañan el escudo -cimeras y sostenes, los cuales muchas veces serán innecesarios y su único fin será el de embellecer. Todo este recargamiento comportó la decadencia del diseño heráldico, el cual perdió toda su vitalidad y claridad, ya que se creó un estilo amanerado y naturalista. La decadencia del diseño heráldico llegó a su culmen en el siglo XVIII, y se extendió hasta el siglo XX, momento en el que muchas familias cambiaron sus armas98.

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FLUVIÀ I ESCORSA, Armand, 2011, pp. 31

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6. 1. Retablo de la Santa Creu o dels Pujades Se le atribuye al maestro Miguel Alcanyís, y se documenta entre los años 1407 y 1447, aunque esto está en discusión. De este artista se conservan contratos, pero no aparecen las obras correspondientes a dichos contratos. Activo en Valencia, de la que probablemente era originario, durante mucho tiempo, se trasladó al final de su vida a Mallorca, donde incluso tuvo un hijo de su mismo nombre y también pintor. Cabe señalar que la pintura del período mallorquín es muy diferente a la del período valenciano, cosa que genera dudas al atribuir este retablo como obra suya. Además en el retablo vemos que aparecen rasgos típicos de la pintura de “Starnina”. Esto ha hecho que en los últimos años se plantee que el autor de este retablo sea “Starnina”. Esta hipótesis se basa en dos argumentos: las formas italianizantes de la pintura y en la temática -invención de la Santa Cruz y exaltación de la Santa Cruz-, festividades que ya aparecen descritas en la Leyenda Dorada; el primero en representarlas gráficamente será Agnolo Gaddi. En la calle izquierda se explica la invención de la Santa Cruz, y en la derecha la exaltación de la Santa Cruz. Cada calle se compone de tres tablas, y en cada una de ellas se representan dos escenas. Podemos ver ciertas similitudes entre la pintura de Miguel Alcanyís y la de Marçal de Sas, ya que Alcanyís es heredero de los conocimientos de Sas. Existen hipótesis de que Alcanyís colaboró con Sas en realización del retablo del Centenar de la Ploma. Como se ha señalado más arriba, se piensa que Alcanyís fue aprendiz del artista italiano Starnina, ya que este se cree que estuvo activo hasta el año 1400. Starnina abandonó la ciudad de Valencia en 1401, por tanto el aprendizaje de Miguel Alcanyís debía retrotraerse por lo menos al 1400, considerando a Alcanyís un maestro apto poco después de esta fecha o hasta incluso antes99. El retablo de la Santa Creu o dels Pujades, realizado con la técnica del temple sobre tabla, estaba situado en la Capilla de Santa Cruz, actualmente en el Museo de Bellas Artes de Valencia, del Convento de San Doménec, la cual fue fundada por Nicolás Pujades a finales del siglo XIV. Cabe decir que no solo en los áticos del retablo encontramos la heráldica de la familia Pujades, sino que también aparece en la clave de la bóveda que cubre la capilla y en las ménsulas donde descansan los nervios de la bóveda. 99

MIQUEL JUAN, Matilde, 2011, pp. 191-213

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Pero en este convento existen otras muchas capillas que, al igual que la capilla de la Santa Cruz, fueron construidas bajo el patrocinio de una familia. De entre estas capillas hay que destacar la capilla de San Jerónimo, la cual fue levantada en 1389 por el maestro Francesc Nebot a expensas de mosén Ramón Nebot. Con el paso de los años esta capilla pasó a ser de la familia Pertusa, cuya heráldica encontramos, al igual que en la capilla de la Santa Creu, en la clave de la bóveda y en las ménsulas de arranque de los nervios de la bóveda. Otra capilla importante es la de San Pedro y San Pablo, fundada por el pavorde100 don Pedro de Espluges101. Es importante señalar que en este convento no solo encontramos emblemas heráldicos en las capillas, sino que en las pandas del claustro también aparecen algunos blasones. Ejemplo de ello son los blasones de la familia Castellví, Espluges, o Condinats102.

Fig. 9. Miquel Alcanyís, Retablo de la Santa Creu o dels Pujades, óleo sobre tabla, 1407-1447, Museo de Bellas Artes de Valencia, Valencia

En la tabla superior de la calle izquierda aparece el hijo de Adán y Eva, Set. Set fue enviado al Paraíso para que encontrara un remedio para sanar a madre. Cuando llegó

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En la iglesia metropolitana y en la Universidad de Valencia, título de honor que se daba a algunos catedráticos de teología, cánones o derecho civil, que tenían silla en el coro después de los canónigos y usaban hábito canonicales. 101 (25/6/2015) 102 Ver: GARCÍA CARRAFFA, Alberto, 1968

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a las puertas del Paraíso estas estaban cerradas. Entonces salió del Paraíso y le dio una palmera. Al llegar a su hogar ve que su padre ha muerto. Entonces Set plantó la palmera sobre la tumba de Jesucristo. En la siguiente tabla se narra la historia de Constantino siglo IV-. En un plano más alejado aparece Constantino rezando frente a su tienda mientras se le aparece una cruz. En un plano más cercano se representa la batalla entre las tropas de Constantino y de Majencio. Pero esta batalla se representa como una cruzada, cristianos contra musulmanes. En la tabla inferior se representa la invención de la santa Cruz. La Santa Cruz fue encontrada por Santa Helena -madre de Constantino-. Santa Helena aparece, más grande y con nimbo, obligando a un judío -distinguido por el gorro y la nariz- que le señale donde se encuentran las cruces. Para saber cuál es la cruz buena, esta debe resucitar un muerto. En la calle de la derecha se representa la exaltación de la Santa Cruz. En la tabla superior aparece Heráclito enfrentándose a los persas. Primero los persas vencen y conquistan Jerusalén, y además se lleva la Santa Cruz a su capital, Ctesifonte. Tras esta derrota Heráclito reagrupa sus tropas y ataca la capital persa. Para evitar una carnicería, la guerra se decidiría mediante un combate singular entre Heráclito y Cosroes II. Este enfrentamiento es representado como un torneo que tiene lugar en un puente. También aparecen espectadores. En la siguiente tabla se representa la muerte de Cosroes II. Heráclito acude a la corte persa y tras preguntarle a Cosroes si le permitía llevarse la cruz y este negarlo lo mató. Cerca de Cosroes II aparece un gallo -símbolo de la negación-. Los cortesanos aparecen representados como judíos y musulmanes. En la tabla inferior se representa la entrada de Heráclito a Jerusalén con la Santa Cruz. Heráclito organizó una fastuosa procesión, pero al llegar a la puerta de la ciudad esta se cerró. Entonces bajo Heráclito del caballo se quitó su armadura y cargo con la Santa Cruz y las puertas se abrieron. En la calle central se representa un calvario con las tres cruces. Aparece un Cristo famélico que derrama mucha sangre -típico de la devotio moderna-. Bajo las cruces se agolpa la gente, entre la cual podemos distinguir judíos y musulmanes. En la zona inferior derecha de la tabla aparecen los soldados romanos, representados como judíos, jugándose las prendas de Jesucristo. En los áticos laterales aparece una Anunciación separada -típico de la pintura italiana-, y en el ático central un Juicio Final. Jesucristo enseña sus heridas, mientras que 44

está rodeado por los serafines y los ángeles trompeteros. Bajo este grupo aparecen los muertos levantándose de sus tumbas. Sobre el Juicio Final aparece un Dios Padre con las Sagradas Escrituras flanqueado por una α y una Ω -principio y fin-. Entre las escenas de los áticos aparece el blasón de los Pujades sostenido por ángeles. Dicho blasón es “de gules, con un monte de oro, sumado de una flor de lis del mimo metal. Estas armas las acrecentaron algunas líneas de este linaje con una bordura almenada de oro de ocho piezas”103. Por la forma de su boca podemos decir que es un escudo cuadrilongo, típicamente ibérico, es decir, con la punta redondeada. Este tipo de escudo se empezó a utilizar en la corona castellana a finales del siglo XII, y rápidamente se extendió a la Corona de Aragón. Debido a su antigüedad es tan simple, ya que en estos momentos los escudos hacían referencia al apellido de una manera casi onomatopéyica. En este caso se trata de la familia Pujades por eso aparece una montaña coronada por una flor de lis, ya que con ella se hace referencia al hecho de subir, que en valenciano es pujar. Otra hipótesis del origen de este apellido es que provenga de la palabra valenciana Pujol -montaña-

Fig. 10. Anónimo, detalle del sepulcro de Tomás Pujadas y su esposa Margarita, c. 1348, Monasterio de Sant Feliu de Guixols, Sant Feliu de Guixols, Gerona

Cabe decir que el escudo de los Pujades aparece sobre los áticos de las calles laterales y bajo la figura de Cristo entronizado en la calle central, con esto se nos quiere

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GARCÍA CARRAFFA, Alberto, 1968, p. 382

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demostrar que la nobleza no se consigue, sino que la otorga Dios con su gracia. Además, también hay que destacar la situación del retablo, el cual se encontraba en una de las capillas del Convento de San Doménec, lugar donde las principales familias valencianas tenían su capilla funeraria. Por tanto el escudo es un elemento indispensable, tanto para conocer los propietarios de la capilla como para demostrar el poderío de la familia, ya que había pocos linajes valencianos que podían permitirse una capilla en dicho convento, como se ha indicado en las líneas anteriores. La familia Pujades es originaria de Cataluña, y con el paso del tiempo se expandió por los reinos colindantes, es decir, Aragón, Mallorca y Valencia. Según Mossén Jaume Febrer -como se ha dicho antes, las trobes de Mossén Febrer son una invención para demostrar que las grandes familias valencianas tienen su origen en los caballeros que acompañaron a Jaume I en la conquista de Valencia-, el caballero Guillermo Pujades acompañó a Jaime I en la conquista de Valencia, y más tarde en la de Mallorca104. Su hijo Benito Pujades durante el sitio de Polop -municipio valenciano- les tendió diversas emboscadas a los moros, gracias a las cuales la ciudad fue conquistada. Cuando murió Jaime I, Guillermo Pujades e Iñigo de Valterra -arzobispo de Tarragona- se encargaron de aconsejar a la reina doña María, ya que su marido, el rey Martín, estaba guerreando en Sicilia105. Durante las guerras de Sicilia y Cerdeña de entre todos los caballeros que acompañaban al rey se distinguió por su valía en el campo de la diplomacia Nicolás Pujadas -variante del apellido Pujades-. Tanto es así que en el año 1405 fue enviado por el rey Martín como embajador a Granada para acordar una tregua con el rey moro Muhammad VII. Esta familia continuó distinguiéndose por sus servicios a la realeza, tanto es así que el nieto de Nicolás Pujadas, Mateo Pujadas, llegó a ser gran privado y consejero del rey Alfonso V de Aragón durante las guerras de Italia y en su embajada en Roma, y más tarde, en 1445, fue nombrado tesorero real. También es importante señalar que fue virrey de Nápoles en ausencia de Ramón de Boil106. A esta familia también perteneció Guillem de Pujadas, el cual fue virrey de Sicilia en el año 1447, y más tarde

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Citado por: GARCÍA CARRAFFA, Alberto, 1968, p. 381 GARCÍA CARRAFFA, Alberto, 1968, p. 381

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GARCÍA CARRAFFA, Alberto, 1968, p. 381

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ayudó a los Reyes Católicos en la toma de Málaga y Granada. Esta rama de la familia acabó en hembra, la cual se casó con Bernabé de Borja.

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6.2. Escudo de los Júdici de Acharte Blanes En origen este escudo se encontraba en un inmueble situado en la calle Sant Roc frente a la casa del vínculo o mayorazgo de los Júdici de Acharte, tal y como aparece en el expediente de ingreso de la Orden de Carlos II de Ramón Cassasús Navia Osorio Júdici de Acharte Roig, en Alzira (Valencia). La construcción donde encontramos dicho blasón fue derruida hacia los años setenta. En ese momento se retiró el escudo y se depositó en los depósitos municipales. En 1987 se incorporó a la exposición del Museo Municipal realizó en el edificio de las antiguas Escuelas Pías. Allí permaneció hasta el año 2008, cuando se trasladó al Museo Municipal de Alzira -MUMA-, donde podemos verlo actualmente107.

Fig. 11. Escudo de los Júdici de Acharte, finales del siglo XVII, Museo Municipal de Alzira

Dicho escudo perteneció al matrimonio formado, a finales del siglo XVII, por Josep Júdici de Acharte, natural de la ciudad de Alzira y regidor noble de esta ciudad, y por Doña Magdalena Blanes Cortés, originaria de Valencia. Doña Magdalena Blanes Cortes era hija de José Blanes, oriundo de Valencia, el cual pertenecía a la orden de los

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Informe facilitado por el Museu Municipal d’Alzira -MUMA-, con fecha de 5 de noviembre de 2012.

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Caballeros de Montesa, llegando a ser procurador de esta orden, y de doña Lorenza Cortés, nacida en Teruel108. Tras hacer una breve introducción sobre dicho escudo, ahora pasaré a analizarlo. En primer lugar hay que decir que estamos ante un escudo cuadrilongo típicamente francés. Este tipo de boca surgió a finales del siglo XV, y tuvo gran éxito tanto en Francia como en Inglaterra. Esta boca fue la más empleada desde mediados del siglo XV hasta los primeros años del siglo XX109. En el cuartel diestro superior podemos observar un conjunto de siete estrellas colocadas a modo de constelación, recuerda vagamente a la constelación de la Osa Menor y a la Estrella Polar. Cabe decir que tres de estas siete estrellas son de doce puntas, mientras que las cuatro restantes son de ocho; una de estas cuatro estrellas es de mayor tamaño y está descentrada, por tanto podemos reconocerla como a la Estrella Polar. En este mismo cuartel, en su cantón diestro superior aparecen tres flores de lis, las cuales han sido añadidas a modo de concesión. Para los heraldos las estrellas son símbolo de héroes y de la constancia en los servicios realizados a la realeza. En Portugal, Alfonso VI fundó una orden conocida como orden del firmamento, la cual podemos relacionarla con la constelación que aparece en el cuartel de dicho escudo. En lo que se refiere a las flores de lis, hay que decir que son una concesión otorgada por el rey Felipe V por los servicios prestados a la corona110. En el cuartel superior siniestro podemos observar una gran cruz de malta, y en los ángulos de dicha cruz aparecen las siglas F.E.R.T. Este cuartel hace referencia a la familia Blanes, es decir, a la familia paterna de la esposa. Para conocer el porqué de este cuartel hay que remontarse al año 1310, cuando Amadeo el Grande, antepasado de los Duques de Saboya consiguió levantar a los sarracenos el sitio de Rhodas. De esa manera quedaron, a manera de divisa de los duques estas iniciales, F.E.R.T. -Fortitudo eius Rhodum tenuit, es decir, “La fuerza de este se apoderó de Rhodas”-. Y para indicar que la noble acción que se llevó a cabo adquiere la cruz blanca por armas en memoria de la plaza de los caballeros de Malta. Otra interpretación podría ser la siguiente. Las iniciales son un acrónimo de la frase en latín, Fides est regni tutela -“La fe y la tutela del reino”-.

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Solicitud inscripción en el Registro general de Bienes de Interés Cultural (24-6-013) FLUVIÀ I ESCORSA, Armand, 2011, p. 44 110 Informe facilitado por el Museu Municipal d’Alzira -MUMA-, con fecha de 5 de noviembre de 2012. 109

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Esto tendría sentido ya que haría referencia a la situación estratégica de la ciudad de Alzira como zona fronteriza del reino. Esto también se ve reflejado en el escudo municipal de dicha ciudad, en el cual figuraba la siguiente leyenda: Claudo Regnum et adapterio Abro y cierro el reino-. Esta leyenda se ve refrendada por la aparición de la llave en el escudo municipal111. En el cuartel inferior diestro aparece a modo de escudete una pieza ajedrezada hueca en su interior. Dicha pieza es de seis por trece cuadros, y el hueco ocupa un espacio de seis por nueve cuadros. Los motivos ajedrezados simbolizan el campo de batalla. Dicha pieza por sus dimensiones no es propia de la armería clásica, podemos identificarla con una condecoración ganada por algún servicio prestado. En el cuartel inferior siniestro aparece una torre almenada y coronándola aparecen doce estrellas, Las torres son piezas aportadas por los servicios agrícolas prestados a la corona. Las estrellas pueden tener un doble significado, o bien el número de asaltos que ha resistido la fortaleza, o bien el número de plazas que tiene bajo su jurisprudencia el caballero titular del blasón. Cabe decir que sobre la barra divisoria de los cuarteles diestro superior e inferior aparece una inscripción -IVLIJV- con caracteres que recuerdan a las letras mayúsculas del alfabeto griego. Tras haber estudiado dicha inscripción se ha descartado que sean caracteres griegos, también se ha descartado la hipótesis de que fueran hebreos ya que el escudo está fechado en el siglo XVIII. Debido a su pequeño tamaño, se puede pensar que el objetivo de esta inscripción era recordar a la familia algún acto o hecho secreto que no debían olvidar. Otra hipótesis que también es acertada y que refuerza el carácter secreto de esta inscripción es la siguiente. Si damos la vuelta a esta inscripción en lugar de leer IVLIJV, leeríamos ACILAI. Esta palabra es latina, y es muy similar al término “Acilia” que es nombre propio de mujer, el nombre de una ciudad italiana, y de una ley promulgada también en Italia. La Ley Acilia pertenece al derecho romano, y en ella se establecía una multa para los condenados a cohecho, y los inhabilitaba perpetuamente en lo que se refiere a ostentar magistraturas y asistir al Senado112.

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Informe facilitado por el Museu Municipal d’Alzira -MUMA-, con fecha de 5 de noviembre de 2012. Informe facilitado por el Museu Municipal d’Alzira -MUMA-, con fecha de 5 de noviembre de 2012.

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Para acabar este análisis hablaré de la corona, la cual parece de marqués a primera vista, pero no es así, ya que tiene doce puntas. Por tanto podemos decir que aquél que ostentó este blasón fue un hidalgo, un caballero o un infanzón con tierras y mayorazgos bajo su jurisdicción, ya que la corona es de oro liso, en este caso vemos que va decorada con pedrería, rematada por doce puntas.

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6.3. Escudo de la Masía de “La Fallereta” La masía de la Fallereta se encuentra en el término municipal de Turís113 (Valencia). Turís es una zona claramente agrícola, de ahí la importancia de este tipo de construcciones rurales. La masía es un tipo de construcción aislada muy típica del nordeste de España, la cual forma parte del mas o unidad de explotación agraria114. En tierras valencianas el mas es una finca rústica situada en un lugar apartado habitada por colonos, de planta rectangular y construida con piedra enlucida. Este tipo de construcciones son muy habituales en el levante español, sobre todo, en la zona de Cataluña y Castellón.

Fig. 12. Masía de “La Fallereta”, Turís

Este tipo de casas suelen clasificarse por el tipo de cultivo que en ella se practica más que por sus características constructivas. Cavanilles en su obra Observaciones del Reyno de València indica que el “cortijo responde a lo que en la huerta de València llaman alquería, en el secano Mas, en otras partes del Reyno casa de campo”115. Las masías valencianas se asemejan más a las alquerías de la huerta valenciana que a los massos del norte de Castellón, el cual tiene más similitudes con las construcciones rurales catalanas. Que este tipo de construcciones rurales reciban el nombre de masía está relacionado con su ubicación, ya que deben estar en zona de secano. 113

Para más información sobre este municipio léase las siguientes obras: VV.AA., 2013 y HERMOSILLA PLA, Jorge, 2007 114 FATAS CABEZAS, Guillermo, 1990, p. 6277-6278 115 Citado por: HERMOSILLA PLA, Jorge, 2007, p. 386

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Pero sus características constructivas son muy similares a las de las alquerías valencianas. Por tanto estamos ante una variante toponímica y no morfológica116. Tras haber explicado rápidamente la distinción entre mas y masía pasaré a explicar las características básicas de las masías del municipio de Turís. Estamos ante explotaciones de secano de buena construcción y gran capacidad, aisladas en el campo. En su interior además de albergar las estancias típicas de cualquier casa de cultivo, también encontramos las habitaciones de los campesinos y de los propietarios. De planta rectangular, el edificio era habitual que se estructurara en tres plantas. La planta baja poseía una gran puerta con arco de medio punto diseñada para permitir la entrada del carro, y en ella solían habitar los campesinos. En la planta superior residían los señores, y la segunda altura de la casa era ocupada por la andana o el granero. La cubierta de estas construcciones era a dos aguas y se solía hacer de teja moruna. Tras haber explicado brevemente en que consiste la tipología de las masías, ahora intentare describir el origen del término Fallereta, el cual aparece por primera vez en el año 1574 en la documentación parroquial, localizada en el archivo de la iglesia parroquial de Turís. Cabe decir que hasta finales del siglo XX, esta masía se conocía con el nombre de Fallareta. Tanto una denominación como otra, nos indican que estos términos son de origen islámico. En dicha masía encontramos dos escudos, uno lo encontramos sobre la puerta de entrada y el otro sobre la chimenea de lo que se piensa que era la cocina, que por su apariencia lo podemos fechar entre los siglos XVII y XVIII. Desconocemos a que apellido pertenecían estos escudos, pero a continuación los describiremos. Antes de entrar en más detalles cabe decir que ambos escudos son cuadrilongos de tipo francés. El escudo que aparece sobre la puerta es cuartelado, en los cuarteles siniestro superior y diestro inferior aparece un león rampante, mientras que en los cuarteles siniestro inferior y diestro superior aparece una cruz griega que ocupa todo el cuartel. Finalmente el escudo se culmina con un yelmo, y se decora con plumas. El escudo que hay en el interior está semipartido y truncado. En el cuartel siniestro superior aparece un león rampante, y en el diestro superior aparece una cruz griega que lo ocupa por completo.

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HERMOSILLA PLA, Jorge, 2007, p. 386

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En la región de la punta, debido a su mal estado de conservación, podemos decir que aparecen cuatro veneras. Al igual que el escudo que hay en el exterior, esta coronado por un yelmo, y decorado con plumas.

Fig. 13. Escudos del exterior (izq.) y del interior (der.) de la Masía de “La Fallereta”, Turís

Tras mis investigaciones no he conseguido averiguar a qué familia pertenecen estos escudos, cosa que me disgusta. Para intentar conocer qué linaje ostentó estos escudos acudí a un registro de propietarios muy somero117 pero me ha sido imposible llegar a una conclusión clara. Tras haber visto dicho registro y haber consultado algunos libros, podemos descartar que estos escudos pertenecieran a la familia Borja, primeros propietarios de la masía, ya que su blasón tiene como rasgo distintivo la figura de un toro. Puedo aventurar que estos escudos pertenecen a alguna unión entre alguna de las familias de los distintos propietarios con otro linaje desconocido. Esto es una incógnita que desconocemos este momento, pero a lo mejor si se dedicará un estudio más profundo a este monumento podríamos conocer los propietarios de dichos blasones.

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Ver: HERMOSILLA PLA, Jorge, 2007, p. 386

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7. Conclusión Antes de entrar en las conclusiones propiamente dichas me gustaría hacer un breve resumen de este trabajo. En este estudio en primer lugar se ha hecho un profundo estado dela cuestión, donde se ha trabajado a los principales autores que han estudiado la heráldica tanto a nivel europeo como español, sin olvidar los estudios de heráldica hechos por algunos autores valencianos. Tras el estado de la cuestión entramos en una sección del trabajo en la que se ha hablado sobre el nacimiento y la evolución de la heráldica y de su difusión por todas las capas de la sociedad. A continuación en un breve apartado se han descrito las principales partes del escudo y las principales figuras y muebles que lo adornan. Tras esta extensa sección del trabajo se pasa a explicar tres ejemplos de objetos y edificios donde aparecen escudos heráldicos, como se ha podido ver. En esta parte del trabajo se ha estudiado un retablo, el retablo de la Santa Creu o dels Pujades, el escudo de los Júdici de Acharte, el cual estaba sobre la entrada del palacio propiedad de esta familia situado en la localidad valenciana de Alzira; y por último se ha hablado de un par de escudos que aparecen en una masía del término municipal de Turís (Valencia). Uno de los objetivos de este trabajo era conocer y estudiar algunos escudos de la comarca valenciana dela Ribera Alta. Pero tal y como avanzaba la redacción del trabajo he comprobado que era una tarea difícil encontrar escudos conocidos y catalogados en la Ribera Alta. Por tanto solo he podido estudiar e investigar tres escudos de la Ribera Alta, uno conocido, el escudo de los Júdici de Acharte, situado en la localidad valenciana de Alzira; y otros dos que están en una masía del término municipal de Turís de los cuales no hay ningún tipo de documento que haga referencia a ellos. El cuarto escudo que he estudiado aparece en un retablo que estaba en la capilla de la Santa Creu del Convento de Sant Doménec y pertenece a la familia Pujades (Valencia). Sí que es verdad que existen diversos escudos que no están en la Ribera Alta y que pertenecen a familias cuyo origen está en esta comarca valenciana, pero mi intención era estudiar escudos que se ubicarán en esta comarca y de esa manera además de conocer la historia de las principales familias y de los objetos o edificios donde estos se encuentran. Otro de los objetivos que me había marcado era el de conocer por qué y cómo surgió la heráldica. Este objetivo, al contrario que el anterior, sí que puedo decir que lo he cumplido ya que existen una gran cantidad de publicaciones -libros, artículos, tesis, etc.-, tanto de autores españoles como extranjeros, donde se muestran las distintas hipótesis sobre el origen de la heráldica. 55

Además este trabajo me ha servido para conocer dichas hipótesis, cosa que me ha ayudado a formar la mía propia, la cual la expondré en las siguientes líneas. Tras haber explicado si se han cumplido o no los objetivos que me marqué al iniciar el trabajo, voy a explicar las conclusiones a las que he llegado tras haber acabado de redactar este trabajo de fin de grado. En primer lugar debo decir que estoy de acuerdo con la hipótesis sobre el origen de la heráldica formulada por el heraldista D. L. Galbreath. Según él origen de la heráldica es una fusión de diferentes elementos que ya existían con anterioridad, como por ejemplo banderas, insignias, sellos, etc. Aunque a mí me gustaría indicar, siguiendo a Michel Pastoureau, la importancia de los sellos, ya que fue en estos objetos donde aparecieron por primera vez las figuras heráldicas, y a partir de ellos se extendieron al resto de objetos. Al aceptar esta hipótesis, soy consciente que descartó la hipótesis que indica que la heráldica nació de la evolución del equipo militar. Si esto fuera así, cómo se puede explicar la rápida difusión de la heráldica, o mejor dicho, cómo en tan poco tiempo el uso de la heráldica se difundió por las capas sociales que están más alejadas del ámbito bélico, como por ejemplo las mujeres o los clérigos. También queda descartada la hipótesis del origen oriental de la heráldica, la cual se basaba en las figuras que aparecían en los primeros escudos, las cuales, en su mayoría, eran de origen oriental. Estas figuras se ponían en los primeros escudos para hacer referencia a la personalidad de aquella persona que las portaba. Otra idea que me gustaría resaltar es la dificultad que tiene encontrar a qué linaje pertenece un escudo del cual no lo conocemos. Esta idea aparece reflejada en la obra de Armand Fluvià118, en primer momento yo no acabe de creer por completo esta dificultad, pero cuando tuve que investigar a qué linaje pertenecen los escudos encontrados en la Masía de “La Fallereta” me di cuenta de la complicación que entraña esto. Cabe decir que yo tengo una relación de los principales propietarios del inmueble, y pese a eso me ha sido posible dirimir a que familia pertenecen. Este hecho es una cosa que dejó pendiente en mi trabajo que debido a la falta de tiempo y espacio no he podido averiguar, pero que cuando tenga más tiempo sí que quisiera poder estudiar, ya que me parece algo interesante. También hay que señalar que conocer la propiedad de estos escudos echaría más luz sobre la historia de esta centenaria masía.

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Ver: FLUVIÀ I ESCORSA, Armand, 2011

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Después de haber dedicado gran parte de la conclusión a indicar a que resultados me ha conducido este estudio, me gustaría dedicar unas líneas para agradecer la ayuda que me ha prestado mi tutor, el doctor Juan Vicente García Marsilla, mi familia y mis amigos, los cuales me han demostrado un apoyo incondicional a lo largo de toda la realización de este trabajo.

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9. Anexo 9.1. Glosario Armiño m. [fr. hermine, cat. ermine] Figuras formadas por tres círculos llenos, tangentes, pestos en uno y dos, y tres rabitos saliendo del centro formado por la unión de estos últimos y que terminan en forma de punta de lanza. Estas figuras deben de ser negras sobre fondo de plata. Armorial m. [fr. armorial, cat. armorial] 1. Recopilación o índice de escudos de armas o armerías. 2. adj. Relativo a las armas de los escudos. Azur m. [fr. azur, cat. atzur] color azul representado gráficamente mediante unas líneas horizontales. Báculo m. [fr. crosse d’évéque, cat. bàcul] Ornamento exterior eclesiástico y figura de la cual hay que indicar la posición y situación de la empuñadura. Acoplado en palo detrás del escudo. Hay que destacar sus distintas posiciones, si el báculo mira al exterior es de obispo y si mira hacia el interior es de abad. Boca f. [cat. boca] Borde del escudo. Blasón m. [fr. blason, cat. blasó] 1. Armería, ciencia heráldica. 2. Por extensión, impropiamente: escudo de armas. Brisura f. [fr. brisure, cat. brisura] Cambio que se hace en unas armas o en un escudo para distinguirlo de las diferentes ramas de una familia o de los bastardos. El uso de brisuras, por su complicación, queda relegado a solo algunas casas reales. Camp m. [fr. champ, cat. camp o camper] Superficie del escudo sobre la cual se representan las cargas. Casco m. [fr. casque, cat. casc] Uno de los timbres del escudo, que es de uso exclusivo de las armas gentilicias masculinas. Su medida en relación al escudo no puede superar los cinco séptimos de la altura de este, y su posición ordinaria es descansar sobre el borde superior del escudo, y, si este está inclinado, sobre el ángulo superior más alto. Los cascos van todos forrados de gules. A veces, y muy a menudo en la heráldica de algunos países 64

aparecen dos cascos timbrando un escudo gentilicio, entonces han de llevar la cimera correspondiente y se someten a unas reglas determinadas. El casco adopta características especiales según la categoría nobiliaria. Corona f. [fr. couronne, cat. corona] La corona es uno de los timbres de los escudos. Las reglas definitivas sobre la forma de las coronas se establecieron en el siglo XVII. Se coloca sobre el borde superior del escudo y un poco separada, nunca tocando. Todas son de oro, pero pueden ser abiertas o cerradas, según lleven diadema o no. Existen diversos tipos de corona: imperial, real, de príncipe, de infante, de duque, de marqués, papal, a la antigua, etc. Cuartelado adj. [fr. écartelé, cat. quarterat] Dicho del campo del escudo dividido en cuatro partes o cuarteles iguales mediante las líneas del partido y del truncado. Las piezas y algunos muebles también pueden ser cuartelados. El orden para blasonar los cuarteles va siempre desde la cabeza a la punta y del lado diestro al siniestro. Los cuatro cuarteles pueden ser de dos esmaltes iguales o alternados -primero con cuarto y segundo con tercero- o de cuatro diferentes. Siempre alternando el metal con el color. Existen una gran variedad de división en cuarteles, pero las más destacadas son las siguientes: cuartelado en aspa, cuando el campo del escudo está dividido mediante las líneas de tajado y tronchado; y el cuartelado en escuadra, cuando la división está hecha de forma que el resultado sea similar a una cruz gamada y que cada cuartel recuerde a una escuadra por su forma. Esmalte m. [fr. émail, cat. esmalt] Nombre genérico de los metales, los colores y los forros, utilizados para pintar o representar gráficamente la coloración de los escudos. LA representación gráfica de los escudos fue establecida por el jesuita italiano Silvestre de Pietra Santa. Figura f. [fr. figure, cat. figura] clase de carga u objeto heráldico representado en un escudo de armas. Flanco m. [fr. flanc, cat. flanc] 1. Cada uno de los puntos, diestro o siniestro, situados al centro de los costados del escudo. 2. Cada uno de los espacios laterales contenidos a los lados del escudo. Forro m. [fr. fourrure, cat. folre] Tipo de esmalte. 65

Gonfalón m. [fr. gonfanon, cat. gonfanó] Estandarte usado principalmente por los estados de la Iglesia y que termina en puntas redondas por su parte inferior. Gules m. [fr. gueules, cat. gules] Color rojo representado gráficamente con líneas verticales. Losange f. [fr. losange, cat. losange] Mueble con forma de rombo. Las piezas pueden estar formadas con losanges yuxtapuestos. El escudo de losanges es el que tiene forma de losange apoyada sobre uno de sus ángulos agudos. Normalmente es utilizado por las religiosas y las solteras, y antiguamente por las casadas. Mitra f. [fr. mitre, cat. mitra] Timbre eclesiástico y figura ordinariamente de plata u oro, forrada de gulés con las ínfulas de oro o plata franjada. Oro m. [fr. or, cat. or] Metal representado gráficamente mediante un punteado y cromáticamente por el amarillo u oro. Parlantes, armas [fr. parlants, cat. parlants] Armas representadas por una carga que, de alguna manera, interpreta gráficamente el nombre de la familia o del municipio al que corresponde. También reciben el nombre de armas cantantes. Partición f. [fr. partition, cat. partició] División del campo que es el resultado de dividirlo con una sola línea. Está la división ordinaria, que puede ser de dos clases: partición igual o regular, que resulta de dividir el campo en dos mitades iguales, y la partición desigual o irregular, cuando la división no resulta igual. Y la partición extraordinaria, formada por una línea que no es recta y es difícil de blasonar. Piñonado adj. [fr. pignonné, cat. pinyonat] 1. Dicho de la línea de partición formada por piñones. 2. Dicho del cuartelado en aspa cuando está formado por líneas vibradas. Plata f. [fr. argent, cat. argent] Metal representado gráficamente por la ausencia de trazos y cromáticamente por el blanco o el gris. Punto m. [fr. point, cat. punt] Espacio ideal en el campo del escudo que sirve para definir la situación de las piezas y de las figuras del mismo. Hay quince, o dieciséis, según la forma del escudo.

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Púrpura m. [fr. pourpre, cat. porpra] El púrpura es un color que también es considerado metal, se pinta de color violeta y se representa mediante líneas diagonales de izquierda a derecha. Actualmente está considerado como color, pero antiguamente también se le consideraba metal. Rampante adj. [fr. rampant, cat. rampant] Dicho de un cuadrúpedo, especialmente del león o del grifo, que se representa derecho y con las patas izquierdas más bajas y las derechas y la cabeza de perfil. En el caso del león, además, la boca está abierta, la lengua fuera, las garras crispadas y las uñas saliendo hacia fuera, y la cola levantada por encima del lomo. Repartición f. [fr. répartition, cat. repartició] División del campo del escudo en la que se utiliza más de una línea. Las reparticiones pueden ser ordinarias, que por su parte, se dividen en reparticiones regulares o iguales cuando las líneas dejan el campo dividido en partes iguales o muy parecidas; y en reparticiones irregulares o desiguales cuando las divisiones son desiguales. Sable m. [fr. sable, cat. sable] Color negro representado gráficamente mediante una cuadrícula. Sinople m. [fr. sinople, cat. sinople] Color verde representado gráficamente mediante unas rallas diagonales que van desde el lado diestro al siniestro. Tajado adj. [fr. taillé, coupé, erasé cat. tallat] 1. Dicho del campo de un escudo el cual está dividido en dos partes iguales mediante un trazo diagonal que va desde el ángulo siniestro de la cabeza hasta el diestro de la punta. Las particiones y las piezas también puedes ser tajadas. 2. Dicho de los miembros o cabezas seccionados de manera completamente lisa o recta. Tronchado adj. [fr. tranché cat. trinxat] Dicho del campo del escudo que está dividido en dos partes iguales mediante un trazo diagonal que va desde el ángulo diestro de la cabeza hasta el siniestro de la punta. Las particiones y las piezas también puedes ser tronchadas. Timbre m. [fr. timbre, cat. timbre] Acompañamiento colocado sobre un escudo (corona, casco, cimera, etc.).

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Vibrado adj. [fr. vivré, cat. viperat] 1. Dicho de la pieza o mueble con cada uno de los perfiles exteriores formados por dientes de ángulos rectos. 2. Dicho de la partición creada mediante dientes de ángulos rectos. Veros m. [fr. vair, cat. vair] Forro formado por cuatro tiras horizontales de unas piezas con forma de campana. Alternativamente de plata y azur y capiculadas. Las bases de las piezas de azur de una tira corresponden con las bases de las piezas puestas del revés de plata de la fila inmediatamente inferior.

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