Trabajo de europea dos

September 18, 2017 | Autor: Alina Scarlatta | Categoría: Literatura
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Descripción

Tres personajes situados en lugares completamente diferentes. Una con
despecho, la otra con capricho y la tercera con culpa. Una vive en la gran
urbe parisiense, entre el mundillo del teatro y tras bambalinas. La otra,
en el campo, alejada, aislada del mundo, aburrida, la tercera en un
convento. A las tres las une el deseo de libertad y una muerte final. Una
muere por decisión propia, la otra por una enfermedad, y la tercera... ya
hablaremos de eso. ¿Quiénes son? Madame Bovary, María ; perdón sor María y
Nana, mujeres desesperadas porque la vida no les dio lo que querían. Los
personajes que giran en torno a ellas no se dan cuenta de lo que realmente
sienten o piensan, creen lo que ellas quieren que crean. Pero empecemos de
una vez a desentrañar un poco este análisis, que por cierto nos va a
conducir a otra cosa.
Madame Bovary se puede resumir en la pregunta que circula
permanentemente por su cabeza, a lo largo de toda la historia ¿Quién la
empujó a ser tan infeliz? Esta es la idea fundamental que atraviesa la
obra, ya que la señora solo tiene pequeños momentos de "felicidad" seguidos
de grandes tormentos. Aunque la alegría también es tortuosa. En cierta
forma me hace acordar al Quijote que de tanto leer novelas de caballería se
creyó caballero. Ésta de tanto leer novelas que hablaban de amores locos y
apasionados se terminó convenciendo que a ella le tenía que ocurrir lo
mismo. La vida de campo la aburre y añora otros tiempos en los que fue
feliz. Desea la vida de la gran urbe y la imagina excitante. No conforme
con la modesta felicidad que Carlos le ofrece busca animosamente
enamorarse de un caballero que la llene de lujos y la lleve a bailes de
alta sociedad. Así los amantes se suceden: León y Rodolfo Boulanger son
los candidatos. Al principio es una histérica que rechaza lo que desea pero
luego se relaja cometiendo el adulterio. La mentalidad de Emma a partir del
engaño se vuelve algo retorcida. Es sumamente caprichosa y manipuladora.
Ella se entrega a sus amores de manera alocada y perturbada. Nada la frena,
ni la escandaliza. No tiene escrúpulos a la hora de alcanzar lo que desea.
Ella trama todo una serie de engaños y artilugios, para encontrarse con su
amado, igual que en la novela "rosa". Estos engaños la divierten al
extremo. Se la muestra así como una gran estratega. Es una convencida de
que los amantes sienten lo mismo por ella. Carlos la consiente en todo
hasta el final, confiando ciegamente. Ella lo cree de mentalidad inferior,
un descerebrado que no la merecía, que la obligaba a buscar la felicidad en
otro cuerpo que no fuera el suyo. Manipuladora por excelencia no logra
manipular a sus amantes quienes a la larga escapan de la madame al verse
asfixiados por ella. Dejada y abandonada por estos se sumerge en un sopor
enfermizo hasta que encuentra otro con el cual entretenerse. Es la
historia de una persona con un alter ego desmesurado que con el verso de
"pobrecita yo", justifica todos sus actos. Al no poder adquirir todas las
ampulosidades que sueña se endeuda hasta la médula con el señor Lheureux,
quien la convence de que adquiera artículos que no están a su alcance. Éste
es el que la provoca al suicidio. Madame Bovary prefiere la muerte a vivir
en la suma pobreza. En esto también se muestra egoísta ya que no piensa más
que en ella, no le importa su hija y mucho menos su marido. Ya que
nombramos a la hija quiero decir que así como su vida es un vaivén de la
felicidad a la amargura, con Berta pasa del cariño más noble a la total
ignorancia y a veces, desprecio. Para ella no hay grises ni medias tintas,
ella ama u odia, tiene lo mejor o no tiene nada. En fin, caprichosa,
altanera, manipuladora, egocéntrica y hasta ególatra, la señora Bovary
representa la mujer que nunca se conforma con nada, que siempre quiere más,
las cuáles abundan en nuestros días.
En el polo opuesto aparece Sor María. No hay historia más triste que
la vida de esta pobre monjita a quien el mundo le fue negado. Ella vive
llena de culpa y de pecado. Llena de ansias de libertad, de amar a quien
tiene al lado, la someten a la muerte sin siquiera preguntarle lo que desea
o anhela. Es la sometida más sometida de todas. Le han hecho creer que
vivir feliz es un pecado y ella creída de ello se culpa de los más puros
sentimientos que alberga el alma humana: el amor, el deseo y la libertad.
En Mariana encuentra un poco de desahogo, una persona a quien contarle sus
pesares, su culpa, su amargura. Me hace acordar a una canción de Los
Olimareños que se llama "La niña de Guatemala" que dice: "Ella dio al
desmemoriado una almohadilla de olor, el volvió, volvió casado, ella se
murió de amor. (...) ella por volverlo a ver, salió a verlo al mirador, él
volvió con su mujer ella se murió de amor". Esta es la historia de sor
María. Resigna su amor entregándoselo a su hermana y después, cuando cae en
la cuenta de todo lo que hizo se enferma, "enloquece" y se muere. Porque
muere de amor, esa es la verdad. Se muere de tanto sufrir y llorar. De
tanta tristeza viendo la felicidad ajena que debió haber sido la suya.
Nunca confesó lo que sentía por miedo a que la gente no le perdonara
jamás "semejante pecadazo". Sin embargo aunque ella trata de disimular lo
que siente alguien lo adivina: Su madrastra. Como toda madrastra es huraña
y no soporta la idea de que María sea feliz a costa de la felicidad de su
propia hija Judith, que también ama a Nino pero que no es correspondida.
Entonces, lejos de ayudarla la entierra en vida, usando para ello su
dominio sobre el padre de María.
Sor María no creyéndose merecedora de la felicidad se esclaviza a la
voluntad de los demás, confiando en que ese era el camino que Dios había
elegido para ella.
Es desesperante para el lector, al menos el del siglo XXI, leer esta
historia de sumisión. La condena al claustro eterno, que implica que no va
a recibir nunca más una muestra de cariño, el llamarse a sí misma "muerta",
entre otros, son indicios que muestran lo alejada que estaba de ese mundo
severo del claustro, lo poco que lo desea. Es triste, todo es triste, la
historia, ella, Nino, el padre (un dominado), todo gris y triste. Nino, su
niño Nino, es el único que le advierte que sus padres la someten a algo
horrible. Ella no estaba preparada todavía para descubrirlo y le dice que
sus padres no la obligan a nada, que ella decidió esa vida. Pobre Nino, que
tampoco se anima a romper reglas morales, y se resigna a casarse con la
hermana de María renunciando también su amor. Esto recuerda a la canción
"Penas y alegrías del amor" cuando dice "que yo sé bien que me quieres y tú
sabes que te quiero y lo sabemos los dos y nadie puede saberlo." Él también
es un sometido, está tan condenado como ella a la infelicidad.
Por otra parte la loca se aparece como el anticipo de lo que va a
suceder con Sor María. Al principio ésta le teme, después la comprende, por
último se da cuenta de la "loca" no es tal y se termina mimetizando con
ella.
El final se antoja liberador. Y la muerte, lo más horrible de esta
vida, se muestra como lo más benéfico de todo llevándose a esa criatura
atormentada por el infierno de su propia culpa. Y lo más triste es que aún
hoy aunque no se relaten ni se escriban libros hay muchas historias de
Carpineras.
Nana es una mujer de las que se definían como "querida". Se la puede
situar en las tres realidades de París: el mundo de la aristocracia, en la
primera y cuarta parte cuando ella es un éxito teatral ; el campo, en una
segunda parte en donde tiene a su hijo de tres años llamado Louiset; y en
los suburbios, en una tercera parte cuando convive con Fontán. En cada uno
de estos lugares aparece una Nana diferente, con pensamientos diferentes y
a veces encontrados. Es una buscadora de la felicidad y para alcanzarla
prueba todo. El éxito, la fortuna, la vida de campo con su hijo, y el
enamoramiento en una vida miserable.
La Nana del Variétés es una mujer exitosa, ambiciosa y lujuriosa.
Disfruta de las pequeñas felicidades de la vida y los pequeños placeres. Es
bondadosa, impulsiva, ansiosa y caritativa, dando lo que no tiene para
ayudar a los que lo necesitan e intentando ayudar a sus amigas. Pasa del
enojo a la alegría con mucha facilidad. Ella cree que la felicidad sería
ser una señora de la alta sociedad con todos los lujos que eso significa.
Esta Nana, que parece bendecida por la providencia con su cuerpo
escultural, se disfraza de Dama, pero su esencia de mujer "liviana" que se
emborracha en una sobremesa no se lo permite. A pesar de todo ella muestra
la hipocresía de las mujeres honradas, por despecho, tal vez, por no ser
parte de ese grupo. Acepta los hombres maduros y adinerados pero con cierto
asco. Sus amantes la exasperan, porque no quieren compartirla. Pero a la
vez es compasiva con ellos. Es en cierta forma una mujer auténtica, no
muestra algo que no es, a no ser que la situación la obligue a ello. Esto
queda evidente cuando alguno de sus amantes la descubre con otro, y ella lo
admite, disfrazándolo, haciendo creer que no es nada, que sólo es un juego.
Siempre dice la verdad cuando tiene la oportunidad. En la cuarta parte se
prostituye como nunca, y no por el dinero precisamente.
La Nana del campo es mucho más maternal y segura. La alegría y la paz
la invaden por completo. En esto me hace acordar a la Dama de las Camelias,
de Dumas, cuando Armand y Margarita se van al campo.[1] Abnegada madre, se
muestra cariñosa y servicial con los que lo rodean, excepto con el señor
Steiner, que graciosamente es quien corre con los gastos. Se la nota mucho
más libre y sentimental. Alejada de los lujos de la ciudad se parece a un
pajarito que lo sacan de una jaula. Se muestra amorosa con su hijo,
sumamente tierna. Deseosa de esa vida de campo se transforma en soñadora de
cosas imposibles. Sueña con quedarse con George, con abandonarse en ese
lugar que ella cree soñado. Pero los sueños, sueños son y Nana debe volver
a su vida del teatro y el Varietes. Se dio cuenta que esa felicidad, esa
forma de felicidad no le correspondía.
En los suburbios tenemos a una Nana enamorada y sumisa. Junto con
Fontan parece resignarse a una vida pobre pero feliz. Sumamente enamorada
cree que por fin la alegría toca su puerta. Se abandona a ese amor loco,
desesperado. Lo deja todo y en esto se demuestra que es desinteresada.
Cuando creía que su vida estaba organizada, descubre que Fontan no era el
príncipe azul. La explotaba y le pegaba. Así aparece una Nana con una
Psiquis confundida. Es una mujer golpeada, y siente la culpa de hacer
enojar a su marido, y no quiere dejarlo porque lo "ama". Esto es común en
la mujer golpeada. Pero hablamos de Nana, una mujer sumamente
temperamental. Poco a poco se convence de que esa vida enmarañada y
monótona no le era adecuada y la echa atrás sin más.
En fin, la muerte es el final de esta mujer que no logra encontrar esa
felicidad añorada, soñada. De lo que ella tal vez no se da cuenta es que su
felicidad estaba en la libertad que poseía. Nada la sometía y esto queda
demostrado cuando le promete fidelidad al conde Muffat y termina
engañándolo al final con su yerno. Pero como dije antes nunca toma
conciencia de su real libertad, de que en ese mundo de apariencias ella es
la única que no debe guardar las formas y por ende es la más libre de
todas. Esto es lo auténtico en Nana. Es capaz de mostrarnos la hipocresía
de Paris y que el conde bueno, la señora de ese conde, el periodista de
renombre, el dueño del teatro todos absolutamente todos simulan lo que no
son. Y todos los hombres pasan de una manera u otra por el cuerpo de Nana.
Sin embargo, todos los que la rodearon y alguna vez sacaron provecho de
ella terminan bien, en buena posición. Esto parece extraño, pero desde mi
humilde interpretación, (que seguramente está equivocada), los que actúan
bajo la careta de las apariencias triunfan, los auténticos fracasan o
mueren.
Podemos entonces establecer que Madame Bovary quisiera ser Nana y que
Nana en el fondo quisiera ser Madame Bovary pero que ninguna de estas dos
quisieran ser Sor María.
Pero más allá (o más acá) de todo lo dicho lo que en realidad dejan
traslucir estas tres mujeres es lo absurdo de la vida ya que vivimos sin
tener conciencia de la muerte. Y que si tenemos conciencia de ello nuestra
existencia es tortuosa (ejemplo de esto Sor María). Es decir, que no
importa cómo actuemos, lo que seamos, lo que queramos, el final siempre es
el mismo, la funesta negra dama. Unas veces liberadora, otras inoportuna
pero ella siempre nos acompaña y nos espera al final de todas las cosas.
Y cito a Hamlet en el final, (porque se me antoja ejemplificador y
porque Shakespeare lo dice mejor que yo) : ¡Ah, pobre Yorick! Yo le conocí
Horacio; era un hombre de una gracia infinita y de una fantasía novedosa.
(...) ¿Qué se hicieron de tus chanzas, tus piruetas, tus rasgos de buen
humor, que hacían prorrumpir en carcajadas a toda la mesa? ¿Nada, ni un
solo chiste para burlarte de tu propia mueca? (...) Vete ahora al tocador
de mi dama, y dile que, aunque se ponga el grueso de un dedo de afeite, ha
de venir forzosamente a esta linda figura. Prueba hacerla reír con eso."[2]
Es decir, que la muerte no distingue la riqueza de la pobreza, la soledad
a la que nos somete siempre es la misma condenándonos a un individualismo
inconsciente.


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[1] Valga aclara que no se puede comparar una obra con otra más que en
esto. Son dos obras que en lo demás difieren tanto en el tema como en la
forma de relatarlo.
[2] Shakespeare, William. En Hamlet. Acto 5º Escena 1º. Obras completas.
Edit. Club Internacional del Libro. Madrid. 1997.
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