TÓPICOS TRISTES. Informe de las actividades realizadas en barrios realizadas en barrios marginalizados del partido de izados del partido de La Matanza, su contexto y proceso.

May 22, 2017 | Autor: Andres A. Mecha | Categoría: Drugs And Addiction, Humanitarian Intervention, Buenos Aires, Pobreza e desigualdades sociais
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Descripción

TÓPICOS TRISTES Informe de las actividades realizadas en barrios marginalizados del partido de La Matanza, su contexto y su proceso. Presentación interna ante el Instituto de Investigación sobre Jóvenes, Violencia y Adicciones. Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires.

Andrés A. Mecha

Año 2015 Tel (5411) 15 6512 5413

e-mail: [email protected]

“Una historia de fantasmas que los criminales le cuentan a sus hijos en las noches.” Los sospechosos de siempre.

En una reunión con un puñado de vecinos, empiezan a contarme una historia que sintetiza y bosqueja algunos aspectos de la vida en estos barrios, es una historia que se repite acá y allá con pequeñas variaciones. Alguien nombra a Javier y una mujer se persigna. Mi curiosidad casi instintiva por ese acto, habilitó a que ese pequeño grupo de mujeres comience a narrar lo que sucedió. Parecía que no me lo contaban a mí, se lo contaban a ellas mismas, parecía que ya se lo habían contado muchas veces, parecía que lo contaban porque necesitaban contarlo. El Gordo Luis cayó en cana, ese tipo era el más verdugo, verdugueaba a todos, a los pibes, a los chicos chiquitos, a todos. Por esa época, muchos tipos pesados se habían estado yendo del barrio, algunos se fueron para los monoblocks, otros cayeron presos… Ese vacío posibilitó que aparezca un muchacho al que algunos llamaban "El Tuerto", era Javier, tenía veinticinco años y una cicatriz en el ojo derecho como rastro de una pelea que tuvo lugar cuando estuvo preso en Batán, un espeso penal de máxima seguridad en la provincia de Buenos Aires. Él hacia cualquier cosa, andaba por el barrio de cualquier manera, consumía drogas permanentemente, mataba gente, cuando se corría la bola “anda Javier” todos nos encerrábamos en nuestras casas. Estaba rota la convivencia, a los vecinos nos habían robado el barrio. Era lo que se llama “un pibe con prontuario”, con mucha calle, con institutos de menores en su historia y con oficio tumbero, pero ahora se había convertido en un abusador descontrolado. Un muchacho así, acá en los barrios, a los veinticinco años ya vivió muchas cosas. También había otros, la banda de Los Masitas, El Lagarto, Rodrigo y varios grupos más. Entraban a una casa y disparaban con ametralladoras para todos lados, de milagro no murió más gente. Cuentan que a un pibe lo secuestraron, lo torturaron, le amputaron varias partes de su cuerpo y después le volaron la cabeza de un certero disparo de escopeta a corta distancia. En esa época

pasaba el colectivo noventa y seis por Rucci, estos salían y lo ametrallaban, hasta que un día dejó de pasar. Pero a Javier lo tenían amenazado, había pasado demasiadas fronteras, había ejercido un poder descontrolado, sin percatarse que existen límites para ese ejercicio y que sobrepasarlos implica romper ciertos equilibrios. Había robado a familiares de gente “poderosa” y había matado al Lagarto, no es bueno tener de enemigos a esos amigos de tu antiguo enemigo. Todos del barrio, todos de la zona, todos conocidos, muchos familiares, todo muy cerca. Un día el Gordo salió en libertad, dicen que El Cabezón juntó a algunos otros y pusieron plata en la (Dirección Departamental de Investigación de la Policía) DDI para liberar la zona. Es una historia llena de historias y sin ningún testigo. Y claro Andrés, quien se va a animar a hablar. Habrá sido cerca de una semana que estuvimos todos escondidos en nuestras casas, nadie salía. Se escuchaban tiros por todos lados. De pronto oías que entraban en una casa cercana, lo estaban buscando rancho por rancho. Gritos, tiros, patadas, cosas que se rompían, chicos que lloraban y se te ponía la piel de gallina. Cuando los tiros sonaban cerca, metíamos a los pibes debajo de las mesas, las balas perdidas matan igual que las otras. El 18 de marzo, era el cumpleaños de Javier, cuentan que cuando saludó a su mamá le dijo “hoy mato o muero.” Ella estaba haciéndose una diálisis en el hospital, cuando atendió el teléfono por segunda vez, con su mano llena de tatuajes, la voz de una de sus hijas le avisa que no vuelva al barrio, que su vida corría peligro. La hermana de Javier sabía que también a ella querían matarla y que la vida de su hermano ya no valía nada. Estaba en su casa, fueron hasta el rancho donde creían que se ocultaba Javier y a plena luz del día gritaban “Salí tuerto hijo de puta, mataste al Lagarto, por eso vamos a violar a tu hermana”. Javier no estaba en ese lugar. Su hermana, escondida, lloraba en un silencio aterrado mientras abrazaba a su hija de cuatro años. Logró ver a Fran, que estaba con cinco personas atiborradas de armas. Rezaba para que no la encuentren, cuando vio que se robaban la moto de otro familiar y se iban, llamó a su mamá.

Javier estaba “guardado”, se ocultaba en la casa de una vecina, disfrazado de mujer, en la zona del barrio más cercana al cementerio de Villegas, pero en un descuido fue descubierto. Rápidamente volvió a la casa donde estaba escondiéndose, su vecina lo abrazo intentando evitar que lo maten, pero Javier recibió un tiro en la pierna que le destrozó la rodilla. Después lo obligaron a salir a un pasillo, con la pierna arruinada no se podía parar, lo rodearon más de diez personas, entre las que estaban El Paraguayo, Rodi, Jonatan, el de los Monoblocks, y Lalo. Alguno comenzó a apuñalarlo, dicen que El Gordo le rajó el abdomen con un cuchillo Tramontina, después le dispararon 108 tiros, en el cuerpo le entraron 27. La metáfora “lo dejaron como un colador”, se repite obligada una y otra vez. La autopsia forense, que los peritos entregaron asépticos al juez, da cuenta de lo atroz del linchamiento. De todo esto no hay testigos en sede judicial, nadie se arriesga a morir por contar lo que vio. Dicen que, a pesar de esa saña, Javier llegó vivo al hospital. Dicen que la policía bonaerense cobró diez mil pesos por liberar la zona. Dicen que el grupo quiso dar un ejemplo arrastrando el cuerpo aún vivo de Javier envuelto en mantas y tirado por una moto. Dicen que mientras esto ocurría, El Gordo y su banda prohibieron que se usaran teléfonos celulares en toda la barriada. Dicen que el terror que esto provocó en la villa, hizo que los familiares de Javier no osaran asistir a su velorio. Dicen que Javier no fue inhumado en el cementerio de la zona para que los que lo lincharon no pudieran cumplir su juramento de venganza contra otros familiares. Dicen que la hermana de Javier no volvió nunca más al barrio en el que se crió. Dicen que más de cincuenta personas se vieron obligadas a emigrar del barrio para salvarse. Dicen que los asesinos juraron que la venganza no terminaba con la vida de Javier y que sus conocidos o amigos pagarían lo mismo. Dicen que se trató de una venganza amplificada por la histórica disputa entre los de adelante y los del fondo de Sanpete.

En este lugar maldito, donde reina la tristeza, no se condena al delito. Se condena a la pobreza. Escrito en la pared de una cárcel de Méjico. "las cárceles están llenas de delincuentes fracasados..." Elias Neuman

INTRODUCCION. La historia de Javier nos muestra en el clima que se vive en estos barrios algunos días, pero también nos introduce en ciertas temáticas que sirven como ejes para analizar la vida diaria en la zona, entender lógicas cotidianas y conocer algunas prácticas. Estos razonamientos también nos ayudan a comprender por qué decidimos comenzar con el Centro Comunitario Virgen Peregrina y trabajar en prevención de los usos de drogas desde él. La policía de la Provincia de Buenos Aires sigue regulando la violencia, a pesar de su desprestigio, su aparente inacción, las sospechas con las que cargan y las acusaciones de las que son objeto. Todo esto no impide que preserven y acrecienten su poder mediante un macabro ajedrez del que la displicencia planificada, la represión espasmódica y la convivencia organizada con el delito son sólo jugadas estratégicas. La policía parece ser así un instrumento en la regulación política de la pobreza. Esto sucede gracias a mecanismos cada vez más sofisticados, con un fuerte incremento en su complejidad y un estilo de accionar subterráneo. Las armas se vuelven más accesibles, ya no es necesario que la policía mate un menor; con dejar hacer, es suficiente. Los detalles del accionar son estremecedores, es imposible no ligar la manera de buscar a Javier casa por casa, con el modus operandi de un grupo paramilitar. Los “villeros” siguen portando su estigma, que no es independiente del odio que sienten hacia la policía. Transcurridos 30 años de democracia y a pesar de que muchos grupos buscaron transformar al “gatillo fácil” en una bandera por la dignidad y en un emblema de lucha colectiva, la brutalidad policial sigue existiendo y la calle sigue siendo de la policía.

Hay villas de “transas”, como Puerta de Hierro y villas de ladrones como San Petersburgo. Pero mezclados con esa “especialización delictiva”, que parece ser la que le da identidad al barrio, existen viejos vecinos con trabajo y jóvenes que estudian. Ellos no participan en esos flujos de ilegalidad, que atraviesan las villas y las conectan con instituciones e intereses mayores. Frecuentemente, en la vida cotidiana de la policía, la acción e inacción está justificada por la construcción discursiva que la muestra como “una fuerza débil”. Los dichos que se repiten sistemáticamente en medios oficiales e informales, aseguran que los policías no entran a ciertas villas porque tienen miedo. Que la bonaerense usa chalecos viejos y pistolas 9 milímetros, mientras los delincuentes cuentan con FAL (Fusil Automático Liviano) y con granadas. Situaciones como las de los desplazamientos de familias por la violencia barrial y los robos de vecinos a vecinos, hacen que más allá del desprecio que las familias tengan por las fuerzas de seguridad que las reprimen, preferirían que intervinieran. En los barrios en los que trabajamos, el pedido de presencia de gendarmes por arte de algunos habitantes, va vinculado a su imagen apartada de los negocios ilegales y más efectiva militarmente, lo que diferencia esta fuerza de la Policía Bonaerense. Esperan esa intervención para impedir que les roben, los secuestren y los extorsionen. Navidad tras navidad, las mesas familiares se van vaciando debido a los muertos y a los presos. Esa anormalidad se va convirtiendo en el único destino esperable. Simultáneamente, estas ausencias van creando una profunda disonancia entre la escala de valores con la que los adultos rigen sus vidas y aquella con la que los niños evalúan a sus padres. Lo que para unos es llevar una vida honesta, para otros es “ser un gil”; lo que para unos es violencia; para otros son códigos de convivencia; lo que para unos es no valorar la vida, para otros es sinónimo de valentía; lo que para unos es respeto a la autoridad; para otros es incomprensible. La brecha generacional se va ampliando con cada muerte, con cada detención, con cada enfrentamiento armado. En los barrios es cada vez más obvio y más frecuente que algunos vecinos hagan inteligencia, marquen a los pibes, recluten a los nenes para el delito, amenacen con su sola presencia, ejecuten sentencias de muerte o exilien del

barrio a personas y familias. El consumo y el comercio minorista de drogas, su venta y distribución, están imbricados en esta lógica de manera destructiva para los chicos y para los jóvenes. Son ellos los que pagan el alto precio de no llegar a adultos o de hacerlo viviendo detenidos en penales, con breves intermitencias de libertad.

1 METODOLOGÍA Para confeccionar este informe se utilizó la herramienta metodológica denominada observación participante, encuadrada dentro una perspectiva cuantitativa de la investigación social. El proceso de investigación social es en sí mismo un proceso social y por lo tanto nos sitúa, como investigadores, en situaciones sociales que ponen en juego normas sociales. De esta manera vivenciar los contextos, nos favorece en la articulación entre las normas prácticas de los grupos con los que trabajamos y las normas sociales dominantes en un nivel macro-social. Consideramos que la observación participante es adecuada para el estudio de lo que “sale de la norma”, es decir de lo que aún cuesta entender, lo que se está gestando en poblaciones ocultas y en la clandestinidad. Nuestro objetivo es que lo que es normal en esos espacios sea visibilizado, aunque esté lejos de la norma dominante para la sociedad. Por lo tanto, su uso es especialmente interesante para el estudio en profundidad de la vida cotidiana de las organizaciones, instituciones y grupos sociales que ocupan un lugar periférico en la sociedad; en los que las cosas parecen funcionar, o funcionan, de manera extrañas. Como parte de un programa que estamos desarrollando en barrios marginalizados del partido de la Matanza, nos reunimos con informantes clave a lo largo de seis meses, en los territorios donde se desarrollan las acciones. Entre ellos se encontraron vecinos del barrio, empleados y voluntarios del proyecto que se está desarrollando y que se describe más adelante en este informe.

Estas observaciones se realizaron junto a una activa participación en las acciones del proyecto, que tiene como una de sus características la planificación constante, la evaluación permanente y la re-planificación. Durante ese periodo, también se observaron reuniones de los trabajadores de distintas organizaciones con presencia en el barrio, conversaciones entre vecinos, reuniones familiares y distintos aspectos de la vida cotidiana de la comunidad.

1.2. UBICACIÓN DE LOS BARRIOS Y DESCRIPCIÖN GENERAL

1.2.1. EL PARTIDO DE LA MATANZA El partido de La Matanza, que según el Censo 2010 realizado por el INDEC posee una población de 1.775.816 habitantes, está ubicado en la provincia de Buenos Aires, dentro del área metropolitana Buenos Aires (AMBA). Es el municipio con mayor cantidad de habitantes de la Argentina y con mayor superficie del conurbano 325,71 kilómetros cuadrados. Limita al noroeste con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, al sudoeste con Cañuelas y Marcos Paz, al sudeste con los partidos de Lomas de Zamora y Esteban Echeverría y al noroeste con Marcos Paz, Merlo, Morón y Tres de Febrero.

Elaboración propia sobre fuente: conurbanos.blogspot.com.ar

1.2.2. LOS BARRIOS EN LOS QUE SE DESARROLLA NUESTRO PROYECTO

Adentrarse en La Matanza por la avenida Crovara desde la autopista General Paz, implica atravesar barrios de clase media y distintas zonas comerciales, en medio de un tráfico variado en cuanto al nivel y estado de los vehículos públicos y privados. Cuanto más nos acercamos al Camino de Cintura, los comercios y las viviendas que bordean esa arteria se ven más precarias, los vehículos aparecen más deteriorados, especialmente los camiones y medios de trasporte públicos que avanzan destartalados, en medio de un tráfico que va perdiendo orden. Casi imperceptiblemente el tamaño y la actitud de los conductores van reemplazando a las normas de tránsito. Cuando nos acercamos al Ferrocarril General Belgrano, empiezan a aparecer monoblocks y barrios de viviendas precarias, con grandes carencias de infraestructura.

Hasta la “Rotonda de Tablada” todo es conocido para un

habitante del AMBA. Aparecen autos lujosos mezclados con otros más

humildes, los negocios, los carteles, las marcas que auspician los comercios, los baches y los nombres de los políticos en las pintadas. Si bien las cosas tienen menos mantenimiento, menos brillo, son las mismas y son reconocibles. Más allá de la Rotonda, todo se deteriora rápidamente, nos sentimos en otro lugar, con esa sensación conocida para el antropólogo de estar frente algo extraño pero que simultáneamente forma parte de nuestro mundo cotidiano. Cuando cruzamos la vía del ferrocarril, una de las zonas perimetrales del barrio Puerta de Hierro se asoma sobre la Avenida Crovara. Es sólo una muestra de la villa en la que internarse no es aconsejado por los vecinos de barrios circundantes. Los pasillos que se ven son estrechos, las casillas están compuestas por chapas desorganizadas, los charcos se alternan con la ropa colgada y los cables cruzan desprolijamente el espacio a alturas variadas.

Elaboración propia sobre fuente: google.com.ar/maps

Los barrios denominados San Petersburgo (también aparece escrito y pronunciado como San Petesburgo), Puerta de Hierro y 17 de marzo, están ubicados dentro del imaginario triángulo que tiene como perímetro la Avenida Crovara, la calle José Ignacio Rucci y las vías del Ferrocarril General Manuel Belgrano Sur, la línea "M", es decir el ramal que conecta la terminal de Buenos Aires con Marinos del Crucero General Belgrano, en la localidad de Merlo. La

estación Justo Villegas es la que corresponde a esta zona. Los vecinos hablan de su peligrosidad y a causa de esta muchos no suelen usar el tren como medio de transporte.

Elaboración propia sobre fuente: google.com.ar/maps

Una posibilidad para acercarse a San Petersburgo es desde la avenida Rucci, pero los pobladores no lo recomiendan por cuestiones de seguridad. La mejor forma de llegar es desde la avenida Crovara. La opción que los pobladores más recomiendan es adentrarse al barrio 17 de Marzo por Colonia, un bulevar a medio asfaltar que en muchos mapas figura con el nombre de Pompeya. Al llegar al bulevar Colonia y adentrarse en el barrio 17 de Marzo uno se encuentra con una de las tantas barriadas humildes del conurbano, que termina en un caserío muy precario, al que los vecinos llaman “El Pantano”. La mayor parte de las casas tienen techo de loza, o son construcciones sin terminar, hay muchos frentes de cemento, las veredas no están asfaltadas, muchos de los adultos y los niños transitan por la calle. Sobre el final de ese recorrido se encuentra San Petersburgo, las calles y las viviendas se modifican cualitativamente. El barrio consta de una calle estrecha, sin veredas, mal asfaltada y de la que salen pasillos estrechos, de no más de un metro y medio de ancho. Ellos están constituidos por los precarios frentes

de las viviendas, construidas con materiales de lo más variados. A estos corredores se los llama “tiras” y están numeradas en orden correlativo.

2. JUSTIFICACIÓN El consumo problemático de sustancias psicoactivas, las distintas formas de violencia y sus vínculos con la pobreza, fueron las causas que motivaron el acercamiento de IJÓVENES a los barrios 17 de Marzo, San Petersburgo, El Pantano y Puerta de Hierro. El consumo de sustancias psicoactivas y la violencia se ubican entre los problemas sanitarios más severos a nivel mundial. En informes sobre el estado de la salud en el mundo realizados por la Organización Mundial de la Salud se señala que del total de la carga de morbilidad, el 8,9% está relacionada con el consumo de sustancias psicoactivas y estiman que existen 185 millones de consumidores de drogas ilícitas a nivel mundial, lo cual el cual representa el 3% de la población global. Además, la Asamblea Mundial de la Salud, declaró a la violencia como un problema internacional de salud pública e instó a los estados miembros a que evalúen este problema en sus territorios. De acuerdo a informes de la Organización Panamericana de la Salud, la mayoría de las víctimas y victimarios de casos de violencia corresponden a hombres jóvenes de edades comprendidas entre 15 y 29 años. En nuestro país, el Observatorio Argentino de Drogas, perteneciente a la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico SEDRONAR, indica que los niveles de consumo de drogas ilícitas

son altamente superiores entre la población joven. Las edades donde se observan mayor cantidad de usuarios es la comprendida entre los 12 y los 24 años. Además hay una marcada tendencia, registrada entre los años 2001 y 2015, hacia el crecimiento del consumo de drogas ilícitas entre en los estudiantes secundarios de todo el país. Esos mismos estudios indican una estabilización en el consumo de pasta base y cocaína en los últimos años, además de un incremento constante en el consumo de marihuana y de alcohol. Simultáneamente, según estudios de la Corte Suprema de Justicia, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, La Plata y en el Conurbano Bonaerense, el

mayor porcentaje de víctimas y victimarios de homicidios dolosos son hombres de 18 a 25 años de edad. Javier Auyero señala que los delitos violentos que no terminan en homicidios se cuadruplicaron entre los años 1992 y 2008, en esa categoría incluye tiros, cuchilladas y golpes. El consumo de drogas constituye además, un factor de riesgo importante para un alto número de enfermedades y de diversos tipos de lesiones asociadas a accidentes y violencia. De acuerdo a datos del Observatorio Argentino de Drogas, los médicos intervinientes en casos de emergencia por situaciones de violencia, sea ésta familiar o callejera, señalan que el consumo de sustancias psicoactivas estuvo presente y fue vinculante en casi la mitad de las situaciones en la que actuaron. La Organización Panamericana de la Salud señala que entre los sectores marginados de la población, la cocaína es la droga que se constituye como un grave problema para la salud pública en varios países de América del Sur. Esto ocurre especialmente en sus formas fumables. En nuestro país la llamada pasta base/paco es un caso de este problema. Se trata de una cocaína fumable, de baja calidad, por su forma de producción o por ser rebajada para su comercialización. La Organización de Estados Americanos señaló que los riesgos asociados con el consumo de drogas ilícitas, de tabaco y alcohol son más elevados para los adolescentes, las mujeres, las personas que viven en situaciones de pobreza y marginación y entre quienes padecen una enfermedad mental. En los niveles de bajo poder adquisitivo, la violencia y la discriminación, como consecuencias del consumo de sustancias, resultan más dañinos. En concomitancia con esto, las personas que consumen sustancias psicoactivas en forma problemática y sus familias, son más vulnerables a la pérdida de bienes, al desempleo, a tener problemas con la ley y con las autoridades policiales. Según datos emanados del Observatorio Argentino de Drogas, las tasas de consumo de tabaco y alcohol registradas en la provincia de Buenos Aires son similares al promedio obtenido a nivel nacional. Sin embargo, las tasas para la provincia aumentan cuando se observan los niveles de consumo de ciertas sustancias ilícitas como la cocaína o la pasta base/paco.

En cuanto a la violencia, el Ministerio de Seguridad y Justicia de la Provincia de Buenos Aires, registra un incremento en el uso de armas de fuego en la comisión de delitos graves. Aproximadamente la mitad de los homicidios dolosos se producen debido a conflictos entre personas previamente conocidas y la mayor parte de las víctimas corresponde a personas de entre 19 y 40 años. En La Matanza se producen 13 homicidios cada 100.000 habitantes, lo que ubica al distrito entre los peor ranqueados del país. De acuerdo a los informes de la Corte Suprema de Justicia, la mayor concentración de homicidios en la zona del Conurbano se produce en barrios marginados y en lugares urbanizados, con alta densidad de población y rodeados por asentamientos precarios. Además señala que de las muertes que se producen en esas zonas un 42% de los casos no se esclarece. Acompañando a estos datos y a los múltiples informes y noticias aparecidos en medios masivos de comunicación, cuando el Instituto de Investigación sobre Jóvenes, Violencia y Adicciones realizaba un relevamiento cualitativo en el Barrio Almafuerte y un estudio del hogar

“El Buen Samaritano”, surgieron

datos brindados por informantes claves (líderes religiosos, docentes, agentes de salud, ex-vendedores de drogas, funcionarios municipales, dirigentes barriales, etc.) que indicaban la necesidad y el apremio por realizar acciones destinadas a abordar la violencia y el consumo de drogas ilícitas en los bbarios San Petersburgo, 7 de Marzo y Puerta de hierro. En distintos momentos escuchamos la hablar de situaciones en las que había muretes y tiroteos vinculados a la venta de drogas. El párroco del lugar sintetizo esta situación diciendo que había “más sepelios que bautismos”. En muchas conversaciones que se producían de forma espontánea, en intercambios cotidianos o como parte de nuestras tareas de investigación, los vecinos de San Justo, de Tablada y de Villa Palito, señalaban a los barrios Puerta de Hierro y San Petersburgo como peligrosos y violentos. En esos barrios, eran destacados permanentemente los altos índices de delincuencia, particularmente el robo de automóviles, el desensamblaje y la venta de auto partes y el robo “al voleo” de transeúntes. También mencionaban el abandono escolar y la violencia intra-vecinal, en la que se destacaban los tiroteos callejeros, los menores armados y los homicidios entre vecinos. El barrio

Puerta de Hierro era referenciado particularmente como peligroso y cuando se lo mencionaba, se señalaba la conveniencia de no entrar allí. Las historias sobre venta de “Paco”, se vinculan al abandono humano, con jóvenes viviendo en contenedores de basura, comiendo residuos, sin bañarse durante semanas, robando y muriendo. También nos mencionaban formas de “narco turismo” en las que jóvenes de otros barrios se acercaban a “Puerta” para comprar Paco y se quedaban ahí durante periodos de tiempo muy prolongados, durmiendo en casillas provistas por los vendedores o en las calles. Los chicos de San Petersburgo suelen recorrer un camino que parece diseñado como una cruel máquina de seleccionar y descartar personas. Hasta los tres años los niños suelen estar al cuidado de sus familias. Algunos familiares los llevan consigo cuando van a vender o a pedir, otros están en su casa, al cuidado de su madre, de sus hermanos o de algún adulto cercano al núcleo familiar. A los tres años comienza la oferta educativa por parte de las instituciones y muchos chicos comienzan a ir al jardín de infantes, si bien con un grado importante de informalidad en lo que se refiere a la asistencia y a los horarios. También son muchos los chicos que no se inscriben en el jardín o que nunca concurren a la escuela primaria, están en la calle y salen a vender o a mendigar. A lo largo de tercero, cuarto y quinto grado, se incrementan las inasistencias al colegio, lo cual en muchos casos termina en un fracaso escolar y en un posterior abandono de la institución educativa. Los chicos que nunca concurrieron a la escuela, los que la abandonaron y los que faltan con frecuencia, le dan al barrio un particular paisaje en el que a distintas horas abundan chicos en todas las direcciones en las que uno posa su mirada. “Camino de Hormigas” denominó una vecina a la fila de chicos que deambulan en fila por los pasillos del barrio haciendo curvas para demorar el tiempo que siempre les sobra. En estos barrios, los que insisten con cumplir con los requisitos cada vez más laxos de la educación formal, suelen abandonar su carrera escolar a lo largo del primer año del colegio secundario. Es esa acumulación de sucesos,

historias familiares y recorridos institucionales, la que le da cuerpo a una hueste de chiquilines de entre cinco y trece años de edad que queman sus horas en el barrio o yendo a robar a las cercanas avenidas Crovara o Rucci. Es en esas excursiones delictivas, donde abordan en banda a algún transeúnte desprevenido o hurtan algo para darse inmediatamente a la fuga en una carrera que tiene en el barrio su refugio final. A veces roban muñidos con un cuchillo y otras con el sólo poder que les da el estar en grupo. El dinero que estas acciones les prodiga nutre los ingresos familiares o sus arcas personales. En este último caso, el dinero, muchas veces es destinado a la compra de marihuana o de bolsitas de pegamento. Resulta evidente que como consecuencia directa de estas experiencias, los chicos llegan a la pubertad con una “capacitación” en el “oficio” del robo. Estos recorridos tienen caras sombrías, muchos chicos pasan años encerrados en institutos para menores en conflicto con la ley, muchos mueren como consecuencia de alguna persecución policial y otros como consecuencia de la defensa de alguna de sus víctimas. La exposición a la muerte, el presenciar la muerte de amiguitos, el alternar años detenidos en institutos con meses vividos en libertad, no parece ser independiente de la gran cantidad de suicidios de niños que narran los vecinos del barrio. Alrededor de los trece años, los chicos comienzan a dedicarse al robo de autos y el riesgo se incrementa de forma exponencial. Dado que este tipo de delitos se realiza a mano armada y a que el grado de autonomía en la planificación, ejecución y comercialización es bajísimo. Los menores suelen actuar organizados por los “grandes del fondo”, es decir jovencitos de dieciocho o veinte años que se transforman en “jefes” de estas banditas. Cuando se pregunta si estos son casos marginales o excepcionales, casi invariablemente se obtiene como respuesta que no, que en San Petersburgo esa es la normalidad. En alguna ocasión alguien aclaró que también hay chicos que concurren al colegio regularmente, que terminan el secundario, que se esfuerzan y buscan en ese camino una inserción laboral futura. Esos casos son señalados como la excepción.

3.. UN PROYECTO QUE SE PLANIFICA MIENTRAS AVANZA En un comienzo, la experiencia del Centro Virgen Peregrina tuvo como integrantes a Ana, Eliana, Miriam, Yani y Cesar, coordinados por Gustavo. Con excepción de Gustavo, todos eran vecinos de los barrios en los que empezábamos a trabajar. Ellos eran parte de un equipo que formaron Ignacio O´Donnell, Director Técnico y Territorial del Instituto de Investigación sobre Jóvenes, Violencia y Adicciones y miembro de la Asociación Civil Íntegra, junto al Padre Basílico Britez. El padre es conocido como Bachi y tiene a cargo la parroquia de la zona que abarca los tres barrios vecinos. El padre Bachi cedió un salón ubicado al lado de la Capilla Virgen Peregrina para que el Centro tenga un lugar de funcionamiento. es una capilla que está en uno de los pasillos de San Petersburgo. Se trata de una casilla más del barrio, ubicada en una de las “tiras”, con techo de chapa y una construcción precaria. El Padre Bachi también puso a disposición del equipo las instalaciones de la Capilla Virgen de la Esperanza, situada en el barrio 17 de Marzo, para que haga las veces de espacio de apoyo y se realicen actividades ahí. Esta capilla es más amplia, construida con materiales, con un salón comedor y un galpón en el mismo

terreno.

IJOVENES

conduce

el

equipo

técnico

que

realiza

investigaciones y le da apoyo al equipo local, participa activamente en el diseño del proyecto y se encarga de supervisar las acciones diarias del equipo. La Asociación Civil Íntegra aporta los recursos para pagar los sueldos de los miembros del equipo y lleva adelante la coordinación del trabajo. Esta multiplicidad de actores potencia el proyecto y genera una sinergia que facilita la planificación participativa, en la que los vecinos son parte central de las decisiones. La intención inicial era generar acciones que promuevan la salud mental, mediante dispositivos de tratamiento de las adicciones junto a acciones preventivas. producir espacios amigables para los chicos, es decir espacios que les sirvan de contención, que sean factibles de ser apropiados por ellos, pero que además tengan como efecto concomitante establecer vínculos con ellos y sus familiares, para así visibilizar los aspectos terapéuticos del proyecto.

La primera acción que se hizo en el barrio fue limpiar un terreno en el que estaban ubicadas dos casas de familias que fueron expulsadas del de la villa por los mismos vecinos. El terreno había sido dado como “pago”, es decir como forma de compensar a los familiares de la víctima de un asesinato. Las familias vinculadas al homicidio estaban involucradas con el narcomenudeo y el barrio aplicó esa forma de “justicia” que nadie cuestionó ni cuestiona. Con el paso del tiempo el terreno fue utilizado como desarmadero de autos robados y uno de los familiares de la victima lo ofreció para “hacer algo para los pibes del barrio”. Gracias al trabajo del equipo y los vecinos fue convertido en una explanada de unos ciento cincuenta metros cuadrados con dos arcos de futbol, es un lugar que se utiliza y reconoce como parte del proyecto que estamos desarrollando. Los chicos que pueblan el barrio heredaron las disputas territoriales de sus padres, “los de adelante” están enfrentados a “los del fondo”, sin que la línea divisoria sea demasiado clara, logrando que para los que no pertenecen al barrio se haga imposible distinguirla. Los chicos de entre seis y trece años que viven inmersos en realidades de delitos y violencia, se sumaron al trabajo con palas y carretillas, para limpiar el lugar y conseguir hoy una canchita e futbol y un espacio para jugar. Nuestro objetivo era actuar desde una planificación estratégica. Es decir, que basándonos en un diagnostico de cuya confección los vecinos del barrio eran los actores centrales, realizábamos acciones que eran parte de la investigación para futuras acciones. Esto implica una reflexión constante sobre nosotros mismos, sobre nuestras posibilidades y sobre nuestra tarea. La propuesta fue realizar un trabajo preventivo, que generase contención a partir de la creación de espacios amigables. Esto ya implica brindar algo distinto a esos niños, que sabiendo de nuestra presencia, pueden acercarse y así darnos la oportunidad de “devolverles el espacio a los chicos para que sean chicos”. Es decir que se comenzó a generar una intervención de prevención local y con actuación en lo cotidiano. Esa prevención incide sobre los sistemas y sus interacciones, en particular, en la trama simbólica de las relaciones. Paralelamente se comenzó a trabajar terapéuticamente con consumidores de sustancias psicoactivas, con un concepto de largo alcance que tuvo como

concepción central salir al encuentro de los consumidores, visitándolos en sus hogares, yendo a las escuelas y recorriendo los pasillos del barrio. Una vez puesto en marcha el dispositivo y habiendo logrado tener visibilidad para el barrio, se planteo como siguiente paso comenzar a formar talleres. Se pensó en talleres de fútbol, de cine y teatro, que no se lograron plasmar. Paralelamente se comenzaron a incrementar las reuniones de planificación y se comenzó un taller de capacitación para los miembros del equipo, con profesionales del Instituto de Investigación sobre Jóvenes, Violencia y Adicciones que se acercaban al barrio. Gracias a esta capacitación los miembros del equipo, en su mayoría vecinos el barrio 17 de Marzo, tuvieron la oportunidad de adquirir herramientas técnicas que les son de utilidad para presentarse en las casas de los vecinos, acercarse a grupos callejeros, trabajar en las escuelas, etc. Algunos de los elementos teórico-prácticos que les resultaron de mayor utilidad, fueron la forma de crear y utilizar un “recursero”, así cómo saber qué hacer y qué no hacer en esos encuentros y cómo detectar y registrar las necesidades. La siguiente acción que se encaró fue darles el desayuno a los chicos que se acercaban al salón donde comenzaba a funcionar el Centro Virgen Peregrina. Esto se hacía con los víveres que conseguían mediante donaciones, la mayoría provenientes de la parroquia ubicada en el cercano barrio de Villa Palito. Así comenzó a consolidarse el espacio y a ser referenciado a partir de los vínculos que se iban tejiendo con los chicos y sus familias. “Eli”, así es como llaman a Eliana, comenzó con un Taller de Guitarra. Ella enseñaba las notas, los chicos cantaban canciones y “tomaban apuntes”, dibujando en hojas lo que iban aprendiendo. Al contar con una guitarra, el taller era propicio a las distracciones y al desorden, esto hizo que poco a poco la propuesta se desdibuje hasta quedar suspendida en San Petersburgo temporalmente y se está dictando en el barrio 17 de Marzo. Casi paralelamente al taller de guitarra, Miriam comenzó a dictar un Taller de Higiene Personal y otro de Primeros Auxilios. Ambos comenzaron y terminaron de acuerdo a las fechas programadas. Constantemente se busca que los conocimientos impartidos en ambos talleres pasen a formar parte de las

prácticas cotidianas de los chicos y los adultos a cargo, lo que le da continuidad a esos talleres. Estos talleres tenían una doble finalidad, por un lado la trasmisión de saberes que pueden mejorar la calidad de vida de los chicos al estar directamente vinculados con aspectos de la salud; por otro lado, este tipo de cuidados tiene implícito una serie de valores que incluyen el respeto por el propio cuerpo, la importancia del bienestar físico y la actitud de precaverse de daños antes de que estos aparezcan en su formas más severas. Unas semanas más tarde, se comenzó con un Taller de Plástica, con materiales de librería recibidos en forma de donación. Se generó un momento en el que los chicos sabían que iban a permanecer sentados por un periodo de tiempo y que trabajarían con esos materiales para generar producciones sobre papeles, cartulinas o cartones. La actividad era dirigida y coordinada por los miembros del equipo. Este taller continúa en la actualidad. Un voluntario comenzó a dictar un Taller de Ajedrez, las serias dificultades que el desarrollo de las clases presentaba, hizo que el taller peligre y que tenga una serie de idas y vueltas. Si bien es un espacio que por momentos se vuelve caótico, la decisión y compromiso del docente hizo que se continúe ejecutando. El taller, al igual que el de guitarra, demanda por parte de los participantes una serie de capacidades que los chicos que concurren al centro no están habituados a ejercitar. Probablemente por su forma de socialización, a estos chicos les representa un desafío enorme estar sentados por lapsos de tiempo más o menos breves, centrar la atención en un discurso que contiene muchos elementos abstractos, tolerar la frustración de enfrentarse a elementos que desconocen y confiar en la autoridad de un adulto la organización de una actividad. Los miembros del equipo también llevan adelante espacios de recreación y juegos con pelotas. Estos se desarrollan en el terreno que se limpió cuando comenzaban nuestras acciones en la zona. Una psicóloga proveniente del Instituto de Investigación sobre Jóvenes, Violencia y Adicciones, fijó un día y un horario en el que les cuenta cuentos a

los chicos. El vínculo que se comienza a forjar en esos encuentros tiene como objetivo ir accediendo a los chicos que empiezan a experimentar con sustancias psicoactivas para poder, a partir de ese vínculo, problematizar sus consumos. También se realizaron algunos encuentros en los que los chicos aprendían a realizar artesanías con vidrios. Reciclando envases descartados, se los transformaba en vasos, jarrones o contenedores de otros elementos artesanales. Dadas las características más corporales, concretas y con beneficios a corto plazo, la propuesta tuvo mucha aceptación en los chicos. A medida que estas acciones se fueron desarrollando, el dispositivo comenzó a ser más visualizado por los vecinos. Los contactos informales se fueron multiplicando y los miembros del equipo comenzaron a ser identificados y reconocidos. De esa manera, los vínculos comenzaron a afianzarse. Muchas veces los vecinos se acercaban a pedir ayuda o a conversar acerca de algún familiar que estaba atravesando un problema de consumo. Lo que caracterizaba a muchos de esos encuentros era lo “momentáneo y pasajero”. Se cruzaban en un pasillo y planteaban una problemática que parecía ser la más grave que habían atravesado en sus vidas, pedían una entrevista con desesperación y al día siguiente muchas veces no concurrían al encuentro. Si se cruzaban casualmente en algún pasillo, parecía como si nunca hubieran pedido ayuda. Llegado a este punto, el equipo hizo una evaluación de lo actuado y se replantearon estrategias, cambios y continuidades. En pocos meses se había avanzado mucho, pero la realidad de los barrios nos instaba a continuar. Se reforzaron las visitas a casas donde hay personas que consumen, generalmente se trataba de adolescentes cuyas madres se habían acercado a pedir ayuda. En esas visitas se conversa con la persona que consume drogas en forma problemática, si esto no es posible se entrevistan con el padre o la madre. El objetivo de las visitas es conectar al consumidor con el Padre Bachi, para que este haga de intermediario con el hogar de recuperación del “Buen Samaritano” o que comience un tratamiento con el equipo. También existe la

posibilidad de acompañarlo para que comience un proceso terapéutico en otro espacio institucional o que se acerque a Narcóticos Anónimos. Se comenzaron a hacer lo que se denominaron “Recorridas Callejeras”, estas consisten simplemente en salir a caminar por los barrios de 17 de marzo, Puerta de Hierro y San Petersburgo buscando entrar en contacto con gente que está consumiendo en alguna esquina o en lugares públicos, o con personas que se encuentran en situación de calle. El objetivo es comenzar a establecer un vínculo para acercarlos a los circuitos de influencia del Centro Virgen Peregrina y comenzar así una ligazón que los aleje de la situación de desafiliación social y afectiva en la que se encuentran. Al poco tiempo de comenzar esta nueva etapa, el párroco de la zona acercó una propuesta para abrir un comedor en el Centro. Se evaluó que esto podría contribuir a acentuar algunas de las líneas de acción que se estaban realizando e incrementaría su poder de influencia. Con la donación de una cocina y una heladera del Hogar del Buen Samaritano y una garrafa que compraron con dinero que juntó la comunidad, se pudo instalar la infraestructura mínima para comenzar. Una cocinera y dos voluntarias se encargan de la actividad, llevándose comida y algo de mercadería a cambio de su colaboración. Además les donaron dos ollas, un cucharón y siete platos. La mercadería es provista por el Ministerio de Desarrollo Social, muchos chicos se acercan con recipientes plásticos en los que transportan su ración de comida. La decisión fue dar la cena, dado que algunos chicos comen en el colegio al mediodía y muchas veces esa es su única comida. La principal consecuencia de comenzar con esta acción fue un notorio aumento en la cantidad de personas que se acercan al Centro. Este aumento fue acompañado por una actitud de “apropiarse” del lugar. Muchos chicos pasan las tardes ahí, y de esa manera parece ir transformandose en un espacio comunitario, con una informalidad que le da un aspecto familiar. Es cotidiano que nenes de distintas edades entren y salgan, que sus madres o hermanos mayores pasen y conversen un rato, casi como un refugio que con su hospitalidad brinda albergue a los que están deambulando por “las tiras”, escondiéndose de las horas vacías que solo los conducen por caminos que ya muchos transitaron.

4. LA ACTUALIDAD DE NUESTRO CENTRO Visitar hoy el Centro Virgen Peregrina genera una sensación ambivalente. La pobreza que está plasmada en la arquitectura, la decoración y los usuarios, convive con la abundante generosidad de los adultos que trabajan y colaboran con el proyecto, con la alegría de los chicos, con el apego y el cariño que muestran frente a los operadores, con una sensación de prosperidad en la dimensión humana que resulta gratificante. Si algo caracteriza al Centro es la escasez de recursos, la falta de materiales para llevar adelante los talleres, de enseres para el comedor y de personal especializado para dictar cursos, talleres y capacitaciones. Quizás el mayor desafío que el equipo enfrenta es poder continuar a pesar de esas necesidades y de dos dificultades que se presentan continuamente en las tareas que se enfrentan y en las dinámicas internas. Una de esas dificultades consiste en la reproducción hacia el interior de la institución de las divisiones históricas que se dan en la zona. La otra es que las fragilidades del barrio no son ajenas a los miembros del equipo, lo que genera tensiones y una sensación de amenaza sobre el proyecto. A causa de estas dificultades, el equipo sufrió varias transformaciones y hoy tres de las seis personas que comenzaron con el proyecto han sido reemplazadas. Actualmente, además del desayuno y la cena, se están haciendo talleres de plástica y ajedrez, espacios de recreación y juegos con pelota, se sostiene el encuentro de juego con la psicóloga, se hacen las “Recorridas Callejeras” y se visita a las familias. Además se continúa yendo todas las semanas a las escuelas de la zona, desarrollando vínculos con ellas y realizando un seguimiento terapéutico con chicos que presentan un consumo problemático de drogas. Este seguimiento también se está realizando con chicos del barrio cuyas madres se acercan a solicitarlo. Se está comenzando a ampliar el taller de plástica incorporándole actividades de artesanías con plastilina y de costura. Se está instalando una juegoteca y un taller de lectura, este último para los chicos que esperan su merienda en la Capilla del barrio 17 de Marzo. 5. UNA SALIDA EJEMPLAR

En agosto del año 2016 se organizó, una visita a Tecnópolis. Ese evento aislado nos muestra el clima que se vive en el Centro, el estilo de organización, el vínculo con las familias de los chicos y el manejo de los escasos recursos con los que se cuenta. La actividad se decidió a partir del ofrecimiento de un micro, conseguido a través de la Capilla Virgen de la Esperanza. Se anotaron chicos durante la semana previa a la excursión, la lista debía contar con los nombres y apellidos, además de los números de documento. Se anotaron treinta y dos chicos de San Petersburgo y diecisiete de 17 de Marzo. Uno de los miembros del equipo no estuvo presente por una desinteligencia en la comunicación, por lo que el equipo de “cuidadores” estaba conformado por dos personas del equipo, las dos cocineras voluntarias y dos mamás que se ofrecieron a colaborar. El micro debía llegar a las 9.30 horas, pero debido a la lluvia el horario de la convocatoria se traslado a las 12.30. Ese cambio de horario se comunicó de manera informal, lo que provoco la desinteligencia antes mencionada hacia el interior del equipo y que algunos chicos que no estaban anotados comenzaran a presionar para ir. Esos inconvenientes demoraron aún más la partida, sumado a que el chofer del micro se resistía a ir con el vehículo hasta donde comienza la villa por miedo a que los chicos que no iban a poder ser trasladados lo “apedreasen”. Una vez en marcha, se apresuraron porque debían encontrar al guía que, además de tener a cargo la visita, se encargaría de que les den un almuerzo, según estaba concertado. Cuando lo encontraron, la lluvia caía de manera torrencial. La buena predisposición de hizo que puedan almorzar un refrigerio y que visiten una exposición de dinosaurios. Esta parte de la muestra consta de unos muñecos animados de tamaño gigantesco y dejó a los chicos sorprendidos y entusiasmados. Para esto se habían dividido por edades en cuatro grupos, cada uno con un responsable adulto y el grupo de los mayores de diez años con dos adultos. La lluvia continuaba cayendo y eso hizo que los chicos, totalmente mojados, tengan que volver al micro. Una vez en él compartieron unas gaseosas, unas galletitas y algunas pastafloras que habían llevado especialmente las

voluntarias. Dado que los chicos más grandes estaban muy inquietos, decidieron que el grupo de los mayores de diez años, a pesar de la lluvia visite un galpón donde había una actividad de Hip Hop. Cuando la actividad terminó, todos estaban muy contentos y excitados. La lluvia no se detenía y eso hizo que decidan volver al micro y emprender el regreso. De las catorce naves que componían la muestra, solo pudieron ver una. El regreso hasta el micro fue caótico: los chicos se tiraban a “nadar” en los charcos que se formaban en el asfalto, el grupo se dividió en medio de la corrida hacia el punto de encuentro y se escapó un nene al que encontraron veinte minutos más tarde junto a los encargados de la organización de Tecnópolis. Volvían a las 15.30, con los chicos empapados, prácticamente sin haber recorrido la muestra, con las encargadas agotadas por el estrés de haber perdido a uno de los chicos y de haber tenido que lidiar con el caos que algunos intentaban provocar, con el conductor del micro preocupado por el ingreso al barrio que no disimulaba sus prejuicios. Pero los miembros del equipo, los chicos y las madres llegaron con una felicidad extrema por haber podido realizar una excursión que les permitió hacer algo francamente diferente a lo monótono de sus vidas cotidianas. En esta salida se visibilizan aspectos que también ocurren en el desarrollo de nuestro proyecto. La voluntad y el compromiso del equipo, la realidad que se infiltra con una capilaridad ineludible. El futuro que estas experiencias dejan abierto, nos hablan de los riesgos y las esperanzas que estos barrios enfrentan. Las carencias son enormes, las instituciones adolecen de una gran debilidad, pero la presencia del estado ha crecido. Este crecimiento, del que la existencia de nuestro proyecto es un ejemplo, genera mayores demandas y es insuficiente, pero es claramente una mejora y habilita un futuro posible.

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