“Toledo y sus árboles. Una historia de desgracias y malas elecciones”, (Revista La Nueva Cultura del Árbol, Nº73)

June 8, 2017 | Autor: E. Sánchez Butrag... | Categoría: Botany, Photography, Botanica, Fotografia
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Descripción

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La vida útil del árbol urbano

Toledo y sus árboles Una historia de desgracias

La arquitectura de las plantas. Parte II El Gran Capital Gestionando las yemas lantentes Quick Urban Forestation Motosierras: ¿se utilizan correctamente? Monumentales: El roble de Orkin Ficha del árbol: Olmo de Siberia

Número 73 · Diciembre 2015 www.aearboricultura.org

Dirección Enrique García Gómez

Consejo de Redacción Laura Mendiburu-Eliçabe y Ure David Pedreño Duro Fanny Collado López Carlos Alba Huertas Jacobo Llorens Forcada

Sumario

Publicada por

2 Editorial

4 ENTREVISTA Josep Almenar i Navarro María Gómez Ibáñez

www.aearboricultura.org [email protected] C/. Quart, 80 46008 Valencia T 963 156 820

8 LA VIDA ÚTIL del árbol urbano

18 TOLEDO Y SUS ÁRBOLES Una historia de desgracias

Colabora

José Manuel Góngora Maldonado

Eduardo Sánchez Butragueño

36 EL GRAN CAPITAL

Foto de portada

26 BASES MORFOLÓGICAS y criterio para el análisis y descripción de la arquitectura de las plantas. Parte II

40 GESTIONANDO LAS YEMAS LATENTES COMO RECURSOS Los brotes epicórmicos

46 QUICK URBAN FORESTATION Un nuevo concepto de plantación de árboles en zonas urbanas

G. M. Moore

Susana Domínguez Lerena, Rodrigo Gómez, Rafael Rivera, Adrián Pascual

52 MOTOSIERRAS ¿Se utilizan correctamente?

55 CERTIFICACIÓN EUROPEAN TREE TECHNICIAN

Jesús Puerta Domingo

Jacobo Llorens Forcada

56 JORNADA TÉCNICA (IBERFLORA) Planteamientos complejos. Propuestas concretas

58 MONUMENTALES El roble de Orkin

“Artikutza 01” Jesús María Rubio López-Alén

Jordi Bigues Balcells

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Depósito Legal V-5435-1999

ISSN 1576-2777

La Dirección de la Revista no se hace responsable de las opiniones expresadas por los autores de los artículos.

Supervisión Diseño .YmÄJV

Néstor Iglesias Olmedo

Maquetación e impresión 073NYnÄJHÇ;   ^^^PWSNYHÄJHJVT PWS'PWSNYHÄJHJVT

62 FICHA DEL ÁRBOL Ulmus pumila. Olmo de Siberia

EU Ecolabel: FR/011/003 Al imprimir Cocoon Silk en vez de hacerlo con papel no reciclado, se ahorró lo siguiente:

327 kg de residuos

44 kg CO

11.788 litros de agua

723 kWh de energía

2

439 km de viaje en un coche europeo estándar

531 kg de madera

Fuentes: Compania Labelia Conseil para la huella de Carbono. +H[VZL\YVWLVZ)9,-WHYHÄIYH]PYNLU

Mariano Sánchez García

José Plumed, Bernabé Moya, José Moya

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Toledo y sus árboles Una historia de desgracias y malas elecciones Eduardo Sánchez Butragueño / Ingeniero Técnico Agrícola y Licenciado en Ciencias Ambientales. Si bien es innegable a la vista de las comparativas fotográficas que la ciudad de Toledo está hoy notablemente más poblada de árboles en sus calles y plazas que en las décadas precedentes, es también cierto que no se ha aprovechado correctamente la corriente cultural plantadora iniciada a mediados del siglo XX, y ello se debe básicamente a una mala elección de especies y a una ausencia de plan municipal en este sentido. A ello han contribuido también no solo una sucesión de decisiones erróneas, sino epidemias como la grafiosis del olmo o la escasez en los viveros de las especies mejor adaptadas a nuestro clima. El presente artículo pretende analizar someramente la evolución del arbolado urbano en la ciudad de Toledo desde el inicio de la era fotográfica (que en Toledo comienza en 1852, año en que están datadas las primeras fotografías de la ciudad) hasta nuestros días, abordando –siempre desde una perspectiva con carga subjetiva– los problemas y las razones que han llevado a que la ciudad no posea el nivel y grado de arbolado urbano del que disfrutan ciudades de nuestro entorno inmediato o cercano con clima prácticamente idéntico como Aranjuez, Talavera de la Reina o Ciudad Real.

El arbolado urbano en Toledo a mediados y finales del siglo XIX a la vista de las primeras fotografías Las primeras fotografías de la ciudad nos ofrecen una ciudad realmente carente de vegetación, salvo en contados lugares. A la enorme aridez de los contornos y riberas (por causas históricas y etnográficas que exceden a los límites de este artículo, centrado únicamente en el arbolado urbano) se suma una ciudad que, en buena medida por su trazado medieval, deja pocos espacios al arbolado salvo en los escasos parques y en los paseos de las vegas extramuros que conectaban con el cementerio, la estación de ferrocarril –Paseo de la Rosa– o con la Fábrica de Armas (actual campus universitario de la UCLM). Algunas fotografías de Alfonso Begué en 1864 o de Ernest Lamy en 1863 nos muestran indicios de las primeras plantaciones datadas fotográficamente, en el recién creado Paseo de Merchán y los contornos de la Puerta de Bisagra. En el paseo de Merchán fueron plantados los primeros ejemplares de plátanos de sombra (Platanus orientalis L. var. acerifolia Dryand.) de los que se tiene constancia en Toledo, muchos de los cuales han llegado vivos a nuestros días y merecerían un mayor seguimiento, cuidado y divulgación de su valor por parte de las autoridades municipales. Otras imágenes algo posteriores –hacia 1875– nos dejan ver intentos de plantaciones lineales en el Arrabal y la Puerta del Sol así como en la denominada entonces “Ronda Nueva”, hoy conocido como Paseo de Recaredo. 18

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(Foto de Ernest Lamy en 1863)

No hay que olvidar que en una ciudad en la que incluso el agua para el consumo humano escaseaba, era difícil destinar grandes cantidades de agua para riego, máxime cuando aún no se habían desarrollado los sistemas de riego, ni los grupos de bombeo, ni las redes urbanas de aguas. Todo ello, además, en una ciudad en la que la cota a la que se situaba el agua de más fácil acceso –el Tajo– estaba bastantes metros por debajo de la mayoría de calles y plazas.

Existían no obstante notables excepciones como son las mencionadas alineaciones que se dirigían desde las murallas en dirección a las vegas. Así, se comprueba fotográficamente la presencia de frondosas hileras de especies autóctonas con predominancia de olmos negrillos en dirección a la Fábrica de Armas y todos sus contornos. Se trataba sin duda de plantaciones realizadas en las épocas de Carlos III y el Cardenal Lorenzana, en las que junto a los olmos también podían encontrarse algunos ejemplares de morera o de almez. Las plazas más significativas de la ciudad, como Zocodover, el Ayuntamiento, Santo Tomé, San Justo o Santa 19

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Plantación en el Arrabal. Foto Colección Roger Viollet © Léon et Lévy / Cordon Press - Roger-Viollet

Leocadia presentaban sin embargo otras especies entre las que destaca fundamentalmente la acacia (Robinia pseudacacia). Solo en contados lugares del centro urbano se podía encontrar ejemplares autóctonos, como los olmos negrillos de la plaza de la Bellota, aún vivos hoy. No debemos olvidar el espacio de la Fábrica de Armas en su aspecto botánico, pues en él fueron plantados tanto en el XIX como en el precedente y posteriores multitud de árboles, algunos de ellos de gran rareza botánica como la Broussonetia papyrifera (L.) L’Her, o morera de papel, que han llegado vivos nuestros días junto a inmensos pinos, plátanos, moreras, cedros, tilos y olmos. Como caso distinto al resto, es destacable el paseo arbolado que conducía al nuevo cementerio municipal inaugurado en 1893. Fue, como era costumbre, jalonado de cipreses, muchos de los cuales aún perviven, tanto en el propio camino (hoy Paseo de San Eugenio) como en 20

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Olmos negrillos de Vega Baja

Camino del cementerio hacia 1900

el interior del camposanto. Recientes obras de acerado dañaron los troncos de muchos de ellos, ocasionándoles la muerte a varios, en un claro ejemplo de incultura botánica y falta de control municipal sobre un patrimonio de todos como son estos árboles centenarios. La situación a comienzos del siglo XX El comienzo del siglo XX dejó evidencias fotográficas de un cierto cambio cultural en el sentido de una mayor sensibilidad por el acercamiento de las plantaciones al centro de la ciudad, algo que ya se atisbaba a finales del XIX. Así, se pueden constatar nuevas plantaciones hacia 1905 en calles como Gerardo Lobo o parques como el del Miradero. Las especies elegidas eran a menudo foráneas, a buen seguro buscando un rápido crecimiento, como por ejemplo acacias y arces negundos, no observándose en exceso plantaciones de especies autóctonas como en la vega baja.

Plaza de Santo Tomé con acacias, por Casiano Alguacil, hacia 1880

En los primeros años del siglo XX –hacia 1904– las viejas acacias de bola de Zocodover, plantadas hacia 1870, fueron sustituidas por nuevas especies con la esperanza de generar una sombra más tupida. Se eligió a la por entonces considerada “de moda” por su exotismo catalpa (Catalpa bignonioides Walter). Lo cierto es que la fotografía histórica demuestra que su presencia en la plaza fue muy breve y su éxito muy escaso. Pronto fueron sustituidas por las consabidas acacias y sóforas y por algún ejemplar aislado de melia (Melia azedarach L.). De nuevo ninguna especie autóctona fue elegida para sombrear nuestra plaza principal. Se comprueba visualmente y en los planos de la época cómo son arboladas calles que hoy carecen por completo de vegetación, como por ejemplo la calle Cervantes (sería muy necesario retomar en el presente el arbolado, aunque fuera espaciado y al tresbolillo, de esta vía de la ciudad hoy tan inhóspita). Comienzan a realizarse plantaciones cívicas en torno a la Fiesta del Árbol, algunas de las cuales son el origen del hoy consolidado Campo Escolar. Del mismo modo, las autoridades militares van arbolando las inmediaciones de la Escuela de Gimnasia y los caminos que a ella conducían. 21

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Plantación de acacias en Gerardo Lobo en 1905. Colección Luis Alba, Archivo Municipal.

Calle Cervantes arbolada hacia 1900. Foto de Alois Beer, biblioteca nacional de Austria.

Catalpas en Zocodover. Autocromo de Auguste Léon en 1914 (Colección Museo Albert Kahn).

Nuevas avenidas, como por ejemplo la Avenida de Barber, datada en los años 20, son planteadas con modernos criterios que a menudo hoy en día no son aplicados. Esta avenida fue concebida con arbolado en ambas márgenes, bancos y anchas aceras. Se regaba con el agua de la mina de Safont, impresionante obra del siglo XIX de ingeniería hidráulica que llevaba por un túnel el agua del Tajo desde la Presa del Corregidor en la vega alta (junto al actual parque de Safont) hasta la vega baja, donde se sitúa la Avenida de Barber. Son habituales en estas plantaciones de principios de siglo especies como la sófora (Styphonolobium japonicum (L.) Schott) y la acacia (Robinia pseudacacia L.). De los años 20 data también el intento de arbolar el recién creado “camino de ronda” (preludio de la actual ronda cornisa), que junto a la eliminación de algunas infraviviendas y la reordenación de ciertos espacios, permitió unir al menos precariamente con un camino la zona de San Lucas con las Carreras de San Sebastián. De nuevo especies foráneas fueron las empleadas en esta plantación, básicamente las mencionadas sóforas y acacias, y probablemente a la vista de las fotografías, también algún ejemplar de Gleditsia triacanthos L.

Fiesta del árbol hacia 1915. Foto Rodríguez, Archivo Histórico Provincial.

En los años 30 se inaugura el Hospital Provincial junto al castillo de San 22

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Avenida de Barber, años 20.

Servando, con obras de ajardinamiento y plantaciones incluidas. En algunas fotos de su inauguración se observan los primeros ejemplares de ailanto (Ailanthus altissima (Mill.) Swingle), especie alóctona que con los años se ha manifestado como altamente invasora en la ciudad.

Plantación en el nuevo camino de Ronda, años 20. Foto Rodríguez Archivo Histórico Provincial

Azaña inaugura el Hospital Provincial en enero de 1933. A la derecha, lo que parece un ailanto. (Foto ABC)

Las plantaciones en Toledo tras la guerra civil Tras la Guerra Civil surgen en Toledo nuevas barriadas como por ejemplo la avenida de la Reconquista, que fue arbolada en un primer momento con las consabidas acacias y sóforas, para albergar plátanos ya bien avanzado el siglo XX. Algo similar sucedió en las barriadas posteriores (años 50 y 60) de “Corea” y “Palomarejos” . De nuevo total ausencia de especies autóctonas tradicionales y predominio de alóctonas como acacias, sóforas, ailantos y arces negundos.

Plantación en el Hospital Provincial. Banco de Imágenes de la Medicina Española.

Las plantaciones urbanas en Toledo desde 1970 hasta la actualidad Este periodo coincide no solo con la época en la que realmente cambió para bien en España la dinámica en lo relativo a arbolado urbano sino también con la de mayor expansión geográfica de la ciudad, con la aparición de multitud de nuevas barriadas como Buenavista, avenida de Europa, Polígono, Valparaíso o La Legua. Coincide también con la aparición de la epidemia de grafiosis que aniquiló buena parte de los olmos autóctonos de España, y también de Toledo. Únicamente se han salvado los ejemplares del Paseo de la Rosa y algunos pies aislados en la Fábrica de Armas-Vega Baja, Paseo de Recaredo, Plaza de la Bellota, Coronel Baeza y Paseo de Merchán.

Plantación junto a los nuevos bloques de la Reconquista, años 40. Archivo Municipal. 23

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Sorprendentemente en los años 70, cuando comenzó esta expansión geográfica de Toledo, los viveros apenas suministraban especies autóctonas. Era prácticamente imposible encontrar almeces (Celtis autralis L.) u olmos negrillos (Ulmus minor Mill.), en este ¼OWLPR caso además agravado por la citada grafiosis. De este modo, nuestras nuevas calles, que si bien contaban con una mayor planificación en lo relativo a espacios para alojar arbolado, fueron pobladas por especies foráneas buscando un rápido crecimiento o unos precios baratos. Así, proliferaron especies como el olmo pumila (Ulmus pumila L.), arce negundo (Acer negundo L.), melia (Melia azedarach L.), sófora (Styphonolobium japonicum (L.) Schott), ailanto (Ailanthus altissima (Mill.) Swingle), acacia (Robinia pseudacacia L.), acacia de tres púas (Gleditsia triacanthos L.), plátanos de sombra (Platanus orientalis L. var. acerifolia Dryand.) y en algunas ocasiones chopos diversos (Populus spp.) o también moreras (Morus spp.). El resultado fue una nefasta combinación de flagrantes fracasos en los intentos de sombreo (los arces de Buenavista que han alcanzado cierto porte se pueden contar con los dedos de las manos, presentando por norma un raquítico crecimiento con multitud de ramas secas y troncos horadados que se quiebran con facilidad, por lo que es incomprensible el empeño municipal en seguir reponiéndolos año tras año), problemas por alergias (no se contempló el potencial alergógeno de ciertas especies, como por ejemplo los plátanos de paseo o el abuso de cupresáceas) junto a una pérdida casi total de ejemplares autóctonos como olmos negrillos y almeces en nuestras calles. De las plantaciones de los años 70 y 80 solo se puede decir que fueran exitosas algunas de plátanos como la avenida de la Reconquista, olmos pumila (en barrios como Palomarejos o Santa Teresa), acacias y sóforas. Por su parte, algunas plantaciones de moreras que fueron relativamente exitosas, tuvieron el problema de la caída de su fruto al suelo que ocasiona caídas de personas por deslizamiento así como una gran suciedad en aceras y coches aparcados (aún no existían las variedades de morera sin fruto). A estos problemas se le unen otros como la escasa longevidad de las especies empleadas (ya están muriendo muchos de estos árboles menos de medio siglo después de ser plantados), las nefastas podas aplicadas (este asunto daría para otro artículo), los resquebrajamientos por viento (especies de crecimiento rápido y madera poco noble tienden a resistir mal el viento), la generación de invasiones (en especial resultó un tremendo error el empleo del ailanto en las aceras de Valparaíso, dando origen a grandes invasiones hoy en día en la zona de Río Chico, arroyo de las Zorreras, Tres Culturas y Cigarral de Buenavista) y la total inadecuación entre el hábitat urbano escogido y su potencial botánico (es inconcebible que árboles de ribera como son los chopos fuesen plantados en aceras sin riego, como en las calles Mas del Ribero o Corpus Christi, avenida de Europa, amplias zonas de los barrios de Santa María de Benquerencia o Santa Bárbara, etc.). En los años 90 comienza sin embargo a aparecer en los viveros de manera más habitual una especie clave en Toledo: el almez (o almárcigo, como es por muchos conocido en Toledo desde tiempo inmemorial). Por for-

tuna, algunas plantaciones de los años 90 lo tuvieron en cuenta y hoy constituyen el mejor ejemplo de especie adaptada, bien formada, con buena sombra, sin problemas de parásitos ni alergias, sin apenas necesidades de poda, con buena longevidad (es una especie que puede vivir hasta 600 años) y de carácter autóctono (lo que facilita su interacción con la fauna, especialmente las aves que se alimentan de sus frutos). Estas primeras plantaciones urbanas de almeces en Toledo tuvieron lugar en el puente de San Martín, avenida de Irlanda-calle Alemania y parque de Safont (alternando aquí con plátanos de sombra). Se puede decir que la llegada del almez a los viveros ha sido la mejor noticia de las últimas décadas para los árboles de Toledo, lo que debería ser considerado en más ocasiones por los responsables municipales que escogen las especies de reposición. Pese a su evidente éxito y abaratamiento de costes (no existen apenas marras ni reposiciones, no requiere tratamientos fitosanitarios ni podas) aún en muchas ocasiones se sigue insistiendo a la hora de reponer marras en las especies que se han revelado como ineficaces o inadecuadas en lugar de ir repoblando con almeces. En los últimos años no han sido demasiadas las ocasiones en las que se ha empleado: avenida General Villalba, calle Coronel Baeza junto a Caja Rural (sustitución a petición popular de las “molestas” moreras), zona de San Lázaro, zonas de la avenida de Europa, parques de Valparaíso, avda. de Portugal junto a la Policía y pocos más. Todas estas plantaciones de almeces han sido un rotundo éxito. En lo relativo a la otra especie autóctona de uso histórico en Toledo, el olmo negrillo, desde la aparición de la grafiosis ha desaparecido prácticamente de las plantaciones lineales en España. Solo en los últimos años, gracias a planes de selección genética de clones resistentes a la enfermedad, está siendo posible su paulatina reintroducción con cuentagotas (en Toledo acertadamente se plantó alguno en la última reordenación del paseo de la Rosa, junto a los ejemplares centenarios). Sería deseable un plan municipal de reintroducción del olmo autóctono para recuperar sus tupidas sombras, en especial en las zonas en las que abundaba al comienzo de la era fotográfica: “Vega Baja”, paseo de Recaredo y Cigarral de Buenavista (sería una buena excusa para paliar la inconcebible ausencia de arbolado en el recién creado carril-bici que une el barrio de Valparaíso con uno de los accesos principales a la ciudad, uno de los proyectos urbanos con menos sensibilidad ambiental de los últimos años en la historia de España). 24

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Almeces de la calle Alemania

Del mismo modo, ante lo sucedido en las barriadas de más reciente creación, como por ejemplo La Legua, sin plazas de aparcamiento, ni aceras ni arbolado en la mayoría de sus calles (saltándose todas las recomendaciones urbanísticas de la Unión Europea para el diseño de nuevos núcleos poblados) sería conveniente modificar las ordenanzas municipales para establecer unos criterios de árboles por habitante, o árboles por hectárea urbanizada, así como un listado de especies prioritarias y otro de especies prohibidas, con el fin de evitar en el futuro repetir los errores cometidos en la expansión de Toledo, muchos de los cuales se siguen reproduciendo, y que han supuesto un elevado coste económico (reposición de marras, podas y tratamientos) y una merma en la calidad de vida al no alcanzar los estándares previstos de sombreo y ornato. Conclusiones La principal conclusión al estudiar la evolución del arbolado urbano de Toledo desde 1852 es la constatación de la ausencia de una línea constate, coherente y planificada en el sentido de dotar a la ciudad de la población de árboles que tanto sus habitantes como su historia y peso turístico merecen (no podemos olvidar las ventajas del arbolado para la calidad de vida y para el embellecimiento de la ciudad). Las mejoras detectadas se debieron en el pasado más a un cambio paulatino en la percepción social de la necesidad del arbolado urbano que a una política municipal ordenada, diseñada y con un objetivo claro.

Nuevo carril bici en Valparaíso (Foto La Tribuna), inconcebiblemente ejecutado sin arbolado de sombra.

La comparación visual con ciudades de nuestro entorno evidencia que no se trata de un problema de clima sino de empeño y dedicación planificada. Nuestro clima es perfectamente capaz de permitir una población arbórea urbana en Toledo muy superior y de mayor calidad que la que en la actualidad posee. Son varios los ejemplos en la ciudad que demuestran que nuestro clima es capaz de alojar espacios y especies vegetales de calidad, como puede ser el magnífico Cigarral del Ángel (un ejemplo en la elección de especies y en la conservación de sus zonas ajardinadas), el tejo del Palacio Arzobispal (plantado en 1605 y aún vivo), etc. Es innegable, no obstante, la mejora con respecto a siglos pasados, pero es una mejoría insuficiente y repleta de errores repetitivos tanto en la incorrecta elección de especies, como en la horrenda planificación urbanística. Del mismo modo se constata una grave desequilibrio en los recursos de mantenimiento, con respecto al dedicado a espacios que nadie pisa ni disfruta, como por ejemplo las rotondas con césped natural, cuyo consumo diario de agua para regar praderas a las que nadie puede acceder podría ser dedicado al riego de las nuevas plantaciones lineales en las amplias calles que aún permanecen sin sombra alguna (buena parte de la avda. de Portugal, el carril bici que une Valparaíso con el resto de la ciudad, multitud de calles y cruces de Palomarejos –como la calle Zaragoza–, la cuesta de las Armas, el recientemente remodelado sin un solo árbol entorno del Alcázar y un sinfín de calles y avenidas carentes de cualquier vegetación). También sería deseable la creación de un catálogo municipal de ejemplares protegidos (el almez de la ermita del Valle, el plátano de la plaza Juan de Mariana, el tejo del Palacio Arzobispal… y otros muchos) con el fin de concienciar a la población de su valor y de la importancia de su cuidado y conservación. 25

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