Toda la tierra que ves será tuya. Mirada, espacio e imperio en la Geografía de América de Oscar Schmieder

June 22, 2017 | Autor: C. Ekman Ortega | Categoría: Geografía Histórica, Geografía Humana, Historia Cultural, Geografia Cultural
Share Embed


Descripción

TODA LA TIERRA QUE VES SERÁ TUYA. MIRADA, ESPACIO E IMPERIO EN LA GEOGRAFÍA DE AMÉRICA DE OSCAR SCHMIEDER

Chjalmar J. Ekman*

Resumen

En el presente artículo exploraremos en qué medida cierta producción geográfica de carácter científico pudo expresar inquietudes, deseos y esperanzas propios de imaginarios culturales correspondientes a determinados contextos geohistóricos proyectados sobre el Nuevo Mundo. Tal es el caso de una obra importante para el estudio de la geografía regional de América desde una perspectiva de amplio alcance, excepcional en su enfoque teórico-metodológico, y de gran magnitud dado el proyecto científico que le dio origen: la Geografía de América (1936) de Oscar Schmieder. Esta obra, sometida a una lectura geohistórica densa, revela importantes nexos teóricos e ideológicos con líneas de reflexión enraizadas en el proceso de construcción y proyección de una nueva mirada imperial sobre América, ya no a partir de las potencias coloniales que extendieron su dominio sobre el continente desde el s. XV, sino teniendo como punto de partida las ideas de superioridad racial, migracionismo colonialista y expansión del lebensraum (espacio vital) que fundamentarían la perspectiva regional de Schmieder sobre el continente americano, y la posibilidad de comprensión de su obra como una cartografía de opciones geográficas para un naciente imperio europeo cuyos alcances estaban aún por desplegarse. Palabras clave: Mirada, espacio, imperio, Geografía de América, Oscar Schmieder. *

Prof. U.L.A. E-mail: [email protected]

Recibido: 12-03-2012

Aceptado: 15-06-2012

137

Toda la tierra que ves será tuya. Mirada, espacio e imperio en la Geografía de América de Oscar Schmieder Chjalmar J. Ekman PP 137-167

WHOLE EARTH WILL YOU SEE YOURS. LOOK, SPACE AND EMPIRE IN AMERICAN GEOGRAPHY OF OSCAR SCHMIEDER

Chjalmar J. Ekman

Abstract

In this article we will explore to what extent certain geographical production of a scientific nature was able to express concerns, desires and hopes of own cultural imagery relating to certain contexts geohistoricos projected on the New World. Such is the case of a significant work for the study of the regional geography of Latin America from a perspective of broad scope, unique in its approach theoretical-methodological, and of great magnitude because the scientific project that gave origin: the Geography of America (1936) of Oscar Schmieder. This work, subject to a reading geo-historical dense, reveals some important theoretical and ideological links with lines of reflection rooted in the process of construction and projection of a new imperial gaze on America no longer from the colonial powers that extended its dominion over the continent since the s. XV, but taking as a starting point the ideas of superiority racial, migracionismo colonialist and expansion of the lebensraum (living space) it would on its own have given rise to the regional perspective of Schmieder on the american continent, and the possibility of understanding of his work as a mapping of geographic options for a european empire whose scope was yet to be deployed. Key words: Look, space, empire, Geography of America, Oscar Schmieder.

138

REVISTA MAÑONGO Nº 39, Vol. XX, JULIO-DICIEMBRE 2012 PP 137-167

A modo de Introducción Mirar es, en cierto modo, una forma de poseer. Miramos, y percibimos aquellas ondas de luz que nuestros ojos son capaces de captar; los colores, la iluminación y la profundidad que nos es dado apreciar. Miramos lo conocido e inmediatamente encontramos en nuestro interior el nombre que lo identifica. Miramos lo desconocido y, apenas después de un breve intersticio de asombro, damos con una palabra o un conjunto de ellas, una torpe comparación o un esfuerzo taxonómico vago que nos permite integrar ese vacío en una totalidad de sentido más o menos eficiente pero, en todo caso, nuestra; trátese de una totalidad personal, egocéntrica, o de una colectiva, etnocéntrica: cultural (Tuan, 2007:49-50). Mirar, en todo caso, es ejercer un poder. En el epígrafe que da inicio a este texto, Moisés mira desde una altura considerable, pondera los paisajes deseados a los que no podrá entrar, y recibe la orden de preparar a quien vendrá tras él a gobernar sobre lo visto: difícilmente podríamos cuestionar que, con su mirada, el profeta toma posesión para su pueblo de la tierra prometida. América también ha sido y es todavía hoy, para muchos y en diversos sentidos, una tierra de promisión, tal como hemos investigado anteriormente con respecto a sus imaginarios míticos (Ekman, 2009). En el presente artículo exploraremos en qué medida cierta producción textual ya no de carácter mítico, sino científico, pudiese expresar similares inquietudes, deseos y esperanzas recontextualizadas: voluntad de poder constituida en saber en una obra fundamental para el estudio de la geografía regional de América, excepcional en su enfoque teóricometodológico, y de gran magnitud dado el proyecto científico que le dio origen: la Geografía de América (1936) de Oscar Schmieder. 1. La imaginación geográfica: curiosidad y experiencia individual de dominio Según John K. Wright (1947), el papel fundamental de la imaginación geográfica radica en la curiosidad o el asombro ante lo descono139

Toda la tierra que ves será tuya. Mirada, espacio e imperio en la Geografía de América de Oscar Schmieder Chjalmar J. Ekman PP 137-167

cido del mundo, sentimiento que constituiría el móvil fundamental de toda búsqueda de saber geográfico, entendido en tanto que investigación científica y en cuanto satisfacción de impulsos personales en torno a ese saber. De este modo, en una mente imaginativa, el asombro ante la contemplación de lo desconocido daría paso a la construcción de nuevas imágenes geográficas. Más adelante (1947:5-6), Wright afirma que existen tres tipos de imaginación relacionados con la geografía: la imaginación promotora que puede verse guiada por una subjetividad ilusoria, o por una “subjetividad objetiva”; la “imaginación intuitiva”, y la “imaginación estética”. Resulta interesante la estrecha relación establecida por el autor entre los términos curiosidad y asombro, y el posterior deslinde realizado entre ambos a partir de cierta noción, según la cual habría que diferenciar los desordenados impulsos de la infancia (curiosidad) de las maduras inquietudes en torno al saber (asombro). Con respecto a esto, cabría interrogarse qué tan distintas son realmente nuestras respuestas, en tanto que humanos, ante lo desconocido; dado que, si bien son notables las diferencias de magnitud y de alcance sociocultural de nuestros asombros entre la infancia y la adultez, bien podría tratarse de una misma tentación, un sentimiento común a nuestra especie. Luego, si bien resulta evidente que cualquier respuesta de nuestra curiosidad o asombro ante lo desconocido implica en sí misma un acto de voluntad, ¿podemos plantearnos esa voluntad como un hecho de dominio, un problema de poder? Otro norteamericano, el geógrafo Yi-Fu Tuan, investiga la importancia de las relaciones de dominación en la interacción del ser humano con su entorno, y lleva a cabo una descripción y análisis detallado del modo en que la casi totalidad de las relaciones espaciales del ser humano tendientes a la satisfacción de alguna necesidad o deseo pasan, inmediata y muchas veces inadvertidamente, por actos de poder y de dominación sobre los objetos o seres involucrados (Tuan, 1984:7-17). Tuan hace referencia al acto destructivo como uno de los primeros actos creativos de los niños, capaz de proporcionar placeres que sobreviven a nuestra infancia, aunque paulatinamente aprenden 140

REVISTA MAÑONGO Nº 39, Vol. XX, JULIO-DICIEMBRE 2012 PP 137-167

a ser reprimidos (1984:8). De este modo, el orgullo y placer inherentes al acto de destruir van unidos a la manifestación, por medio de este acto, de una relación de dominio sobre lo externo a nosotros: “La vida es poder – poder que se mantiene a sí mismo y crece por medio de la incorporación del otro” (1984:9). De manera que, según podemos observar, tanto la curiosidad o el asombro como la necesidad de expresar nuestro poder por medio del dominio del entorno próximo pueden ser entendidos, en buena medida, como manifestaciones afines en tanto que acompañan a nuestra voluntad, incluso desde la infancia. Más aún, la epistemología geográfica se ha planteado la necesidad de estudiar nuestras relaciones con el espacio a partir de la epistemología genética y el estudio del desarrollo evolutivo de las capacidades perceptivas de los niños – espacios perceptivo-sensoriomotriz y representativo que, si bien se encuentran separados por un “abismo” de acuerdo con la complejidad de sus construcciones, resulta elocuente que, según Obadia, “…la curiosidad atribuida a los geógrafos como motivación histórica del desarrollo de la geografía desde la antigüedad, podría muy bien ser un intento de reducir ese abismo” (1991:96). Curiosidad y dominio, entonces, vinculadas en tanto que móviles fundamentales de la voluntad humana, aparecen nuevamente una vez que intentamos redefinir el problema de la imaginación geográfica más allá de su interpretación como mero acto psicológico: “La inscripción geográfica es, al mismo tiempo, material e imaginaria, moldeando los paisajes físicos de la tierra de acuerdo con las intenciones humanas”, según afirma Denis Cosgrove; “La visión es más que óptica y percepción (…) también implica rehacer – y pre-hacer – la experiencia del mundo a través de la imaginación, y la expresión de la imaginación por medio de la creación de imágenes” (2008:15). Ahora bien, hasta este punto hemos dirigido claramente la cuestión del poder a través de una arista que refiere a su carácter intrínseco en el marco conceptual de experiencias espaciales empíricas: el poder entendido como dominio a escala individual. A este respecto, 141

Toda la tierra que ves será tuya. Mirada, espacio e imperio en la Geografía de América de Oscar Schmieder Chjalmar J. Ekman PP 137-167

y vinculada estrechamente con la idea de espacio perceptivo y secundariamente con el de tipo representativo, aparece la noción de paisaje como concepto clave dentro de cierta tendencia geográfica bastante difundida, definido a partir de su vinculación con la visión, con la apariencia visible de determinadas áreas o regiones comprendidas a escala humana y, por lo tanto, con la mirada (y por ende el sujeto) como factor organizador de la experiencia geográfica. Pasaremos a continuación a revisar las implicaciones de la mirada y el poder entendidos como relación de fuerza en ámbitos colectivos, tomando en este punto un matiz político que nos será de utilidad para interpretaciones posteriores.

2. Geografía, mirada y poder a escala mundial Partimos, entonces, de la experiencia geográfica del paisaje entendido como “dominio de lo visible”, concepto que rivaliza, en tanto que objeto de la ciencia geográfica, con el espacio definido como “Lo invisible (el «espacio no percibido») [que] se volvería visible por vía de mediaciones instrumentales…” (Díaz Piña, 2001:29-30) como el dispositivo cartográfico, el cálculo, o el ejercicio inductivo, deductivo (o abductivo) propios del discurso geográfico argumentativo. De tal manera, y siguiendo con la cuestión referente a la geografía como discurso de poder o saber-poder (Foucault, 1992:111-124), habría que revisar la trascendencia de este discurso en su paso de la esfera de lo individual a la esfera de lo público, de lo social y, por ende, de lo político. Con respecto a esto la historia de la geografía proporciona importantes elementos de juicio, particularmente referidos a la escolarización e inserción del saber geográfico en el ámbito de las ciencias, como afirma Pierre George: …la geografía ha desempeñado su cometido en la formación de las conciencias en el siglo XIX y a principios del XX. A partir del siglo XVIII la geografía se presenta como una

142

REVISTA MAÑONGO Nº 39, Vol. XX, JULIO-DICIEMBRE 2012 PP 137-167

emanación de la «Estadística» (…) Esta estadística tiene un doble objetivo: informar a la Administración de las virtualidades de sus circunscripciones, y a los «empresarios» sobre las oportunidades de las especulaciones productivas, mientras que la cartografía topográfica y corográfica es una de las bases del arte militar… (1973:14-15)

Esta descripción de George, en la que podemos observar la articulación del saber geográfico con una perspectiva utilitaria enmarcada en diversos procesos históricos que parten de la llamada época de los descubrimientos y se extienden durante los siglos siguientes de expansión colonial europea, puede ser mejor comprendida en el marco de ciertas reflexiones teóricas que se interrogan acerca de la voluntad de poder, ambición de poder implícita en la pretensión científica de determinados saberes (Foucault, 1996:19-20). Al fundar la geografía en tanto que ciencia se trataría, entonces, de dar continuidad a una práctica extensiva a todos los saberes modernos; la cientifización de los saberes con la intención de dotarlos con “…aquellos efectos de poder que Occidente (…) ha asignado a la ciencia y ha reservado a los que hacen un discurso científico” (Foucault, 1996:20), apareciendo entonces el método científico, desde el siglo XVIII, como espacio-poder de veridicción, “…campo general y policía disciplinaria de los saberes” (Foucault, 1996:150). La postura de George sería, a su vez, radicalizada por planteamientos como el de Lacoste, según quien la geografía es un arma para la guerra: instrumento de poder que sirve a los gobiernos de los Estados nacionales para fundar “comunidades imaginadas” (Anderson, 2007:17-25) con cierta proyección geopolítica y territorial, para manejar adecuadamente inventarios de recursos y prospectivas de desarrollo, estrategias militares de defensa u ofensivas territoriales; pero, igualmente, saber-poder que serviría a las sociedades para conocer y responder activamente a las estrategias con las cuales se les pretende sujetar desde posiciones hegemónicas (Lacoste, 1977). 143

Toda la tierra que ves será tuya. Mirada, espacio e imperio en la Geografía de América de Oscar Schmieder Chjalmar J. Ekman PP 137-167

Hasta este punto nos es posible observar un conjunto de relaciones a múltiples niveles entre el poder y el saber geográfico: poder intrínseco del acto de mirar; poder disciplinario sobre el saber convertido en ciencia, y sobre la geografía como cuerpo de saber específico y delimitado; e instrumentalización de la geografía como saber-poder científico, cuerpo disciplinario de conocimientos sobre el mundo en el marco de variados y dinámicos procesos de expansión hegemónica de carácter imperial cuyo punto de partida se localizará en Europa occidental, y cuyo proyecto se extenderá durante prácticamente toda la época Moderna y, como veremos, hasta tiempos muy recientes.

3. Miradas imperiales sobre América en los siglos XIX y XX Según hemos podido observar en la anterior referencia a Pierre George, es posible ubicar la aparición de la ciencia geográfica en el marco funcional de una serie de políticas de “reparto del mundo” impulsadas desde Occidente. Este hecho, de acuerdo con Pratt comportó un extenso y complejo proceso de escritura y difusión de textos bajo la forma de relatos de viajes, cuya circulación implicó la creación de un sentido de orden, y también de pertenencia, para los europeos, con respecto a los territorios que se esperaba someter al dominio de las potencias imperiales. Ahora bien, este amplio corpus textual de relatos de viajes se vería enriquecido por la aplicación de métodos y técnicas propios de saberes disciplinarios de carácter científico, y particularmente con dispositivos de saber geográfico como, por un lado, la circunnavegación y la cartografía, útiles para establecer un cuerpo de conocimientos relacionados con los contornos y los límites de los continentes, y por el otro de la historia natural, conjunto de representaciones que aspiran a presentar inventarios sistemáticos de los vastos contenidos (Pratt, 2010:68-69). El trabajo de Pratt, sin embargo, presenta ciertos vacíos cronológicos entre finales del siglo XIX y la segunda mitad del siglo XX, periodo que habría de presentar evidentes e interesantes perspectivas tomando 144

REVISTA MAÑONGO Nº 39, Vol. XX, JULIO-DICIEMBRE 2012 PP 137-167

en cuenta la aparición de aquellos que podríamos considerar como los últimos esfuerzos de nación europea occidental alguna por violar los equilibrios de la Balanza de Europa (Foucault, 2008:285-287) y erigirse como potencia imperial global, esto es: las dos Guerras Mundiales y el auge y caída de la fuerza territorialmente expansiva del Reich alemán. Sería posible prever, en este sentido, que las tensiones previas y las subsecuentes guerras mundiales del siglo XX propiciarían nuevas avanzadas de ciencia, saber-poder al servicio de fuerzas lanzadas en un proceso de expansión que trascendería, en muchos y complejos sentidos, los estrictos límites territoriales de Europa1. Algunas obras que estudian el tema hacen referencia a ciertos factores del discurso político nacionalsocialista alemán que abiertamente propugnaban la necesidad de incorporar a la llamada “quinta columna” a los esfuerzos de reivindicación de la “raza” alemana con respecto a las desventajosas condiciones a que había sido sometida tras el fin de la Primera Guerra Mundial. El punto de partida de estas reivindicaciones estaría, de hecho, planteado en textos y programas partidistas de conocimiento público, como por ejemplo el libro Mi Lucha (1925) de Adolf Hitler, y el programa del Partido Obrero Nacional Socialista Alemán. Resulta evidente, de acuerdo con estos textos, que se hacía indispensable para el nacionalsocialismo alemán el recurso a la unión nacional, por una parte, y el expansionismo territorial con el fin de dotar de espacio vital a una creciente población alemana (Hitler, 1925:67-70). Es interesante observar que, si bien la reflexión de Hitler tendía a dar prioridad al expansionismo dentro del espacio europeo, la referencia al concepto de espacio vital (Lebensraum), cuyo origen se encontraba en la propuesta teórica de Friedrich Ratzel, permitiría una apertura de miras en cuanto a los límites de las posibilidades 1

Vid. En la bibliografía las obras de José Bernal de León, Vicente Lombardo Toledano y Hugo Fernández Artucio, en las cuales se plasma una preocupación, que ya aparecía en medios hemerográficos con cierta frecuencia y desde hacía algún tiempo para los respectivos contextos mexicano y latinoamericano en general, sobre las diversas formas en que la mencionada “quinta columna” de alemanes emigrados pero fieles al Reich actuarían en sus países de residencia, con el fin de propiciar algún tipo de intervencionismo alemán futuro.

145

Toda la tierra que ves será tuya. Mirada, espacio e imperio en la Geografía de América de Oscar Schmieder Chjalmar J. Ekman PP 137-167

de expansión: de hecho, de acuerdo con la teoría del espacio vital se considera que las aspiraciones de los individuos y grupos sociales son cambiantes, razón por la cual la distribución de los pueblos en el espacio, objeto de estudio de la geografía, también lo será; de manera que un problema fundamental para la ciencia sería el de la lucha por el espacio por medio de la expansión territorial y las migraciones. Esta lucha, además, implica la adquisición o expansión de grupos humanos hacia nuevos espacios (Raum) que pueden ser centrales, o también periféricos (Obadia, 1991:111). La teoría del Lebensraum desarrollada por Ratzel sería, posteriormente, incorporada al proceso de construcción de una ideología nacionalsocialista alemana del espacio gracias a políticos con formación geográfica, como es el caso de Karl Haushofer, director de la escuela de geopolítica de Munich (Castro, 2006:189), y quien habría de hecho introducido, a través de Rudolph Hess, las teorías de la geopolítica y de la vinculación indisociable entre territorio y raza en el discurso político del propio Hitler (Nogué y Rufí, 2006:63). Visto lo anterior, resulta factible considerar cuando menos la circulación dinámica de ideas nacionalistas alemanas relacionadas con la posibilidad de una expansión poblacional hacia nuevos espacios vitales de carácter periférico, no reducidos exclusivamente al continente europeo. Ahora bien, esta reducida perspectiva ha sido ampliada por estudios como Nazis en el sur (2005) del investigador Carlos de Nápoli, quien basado en numerosos testimonios escritos y orales y publicaciones oficiales, hace un inventario de las intervenciones del Reich Alemán en Suramérica por medio de la participación en conflictos bélicos de carácter interno, y la adquisición masiva de propiedades territoriales en diversos países del subcontinente, con el fin de planificar migraciones masivas a tales espacios u organizar, cuando menos, plataformas de explotación de recursos naturales estratégicos. Igualmente, Los nazis en Chile (2000) del filósofo e historiador Dr. Víctor Farías, realiza un estudio minuciosamente documentado de las diversas intervenciones realizadas por el Estado alemán y su influencia desde Chile hacia todo el cono sur, 146

REVISTA MAÑONGO Nº 39, Vol. XX, JULIO-DICIEMBRE 2012 PP 137-167

lo cual le permite afirmar que “Pese a que el Tercer Reich nunca se planteó la invasión y dominación inmediata de América latina (…) una política general y a largo plazo no era absolutamente excluida” (2000:84). Este interés, por su parte, se habría visto representado paulatinamente y desde mucho tiempo atrás por la multiplicación y sistematización de la investigación científica con respecto a la América Latina (2000:84), en el marco de un redimensionamiento y discusión sobre las políticas coloniales alemanas que, vistas en perspectiva, seguían aún entonces los lineamientos de aquellas que habían venido desarrollándose desde el siglo XIX: “…nunca se propusieron ejercer dominio para iniciar una nueva nación en la que se integraran los dominados, sino siempre una presencia en el territorio invadido en tanto que minoría aislada y fiel a la pureza racial y cultural que domina el pueblo-entorno” (2000:83). Es posible, entonces, referenciar una prolífica producción que, o bien establece las relaciones entre el Estado nacionalsocialista alemán y la ciencia alemana sobre América, o bien evidencia la circulación de imaginarios colonialistas entre poblaciones germánicas que podrían haber mantenido alguna relación, sea con el nacionalsocialismo en tiempos más recientes, o incluso con políticas de “reparto del mundo”, sentimientos imperiales remontándose a los tiempos de la conformación y fortalecimiento del II Reich (Farías, 2000:83)��. 4. La Geografía de América de Oscar Schmieder. Síntesis geográfica en la encrucijada de saber-poder Dicho todo lo anterior, consideramos sentadas las bases para exponer algunos elementos de interpretación con respecto a la Geografía de América de Oscar Schmieder. En principio es importante aclarar que la obra a la que hacemos referencia con este título es, de hecho, una edición en compendio de tres trabajos realizados por el autor 147

Toda la tierra que ves será tuya. Mirada, espacio e imperio en la Geografía de América de Oscar Schmieder Chjalmar J. Ekman PP 137-167

como parte de su colaboración para la edición de la Enzyklopadie der Erdkunde (Enciclopedia de Geografía) editada por Oskar Kende (Schmieder, 1946:15; Joerg, 1936; Bähr y Dillner, 1981), cuyo proyecto abarcó una suma geográfica de perspectiva mundial. En el marco de esta obra enciclopédica los volúmenes dedicados al continente americano, escritos por Schmieder, fueron la Länderkunde Südamerikas (1932), Länderkunde Nordamerikas (1933) y Länderkunde Mittelamerikas (1934) (Bähr y Dillner, 1981:40). Luego, la edición de estos tres volúmenes como una sola gran obra titulada Geografía de América, cuya traducción al castellano estuvo a cargo de Pedro Hendrichs Pérez, fue realizada por el Fondo de Cultura Económica de México en 1946. En lo propiamente concerniente a la crítica interna del texto, podemos discernir, al menos, dos instancias de hermenéutica: en primer lugar, la construcción del aparato crítico del libro, cuya revisión revela una investigación exhaustiva acerca de la literatura geográfica con temas americanos producida hasta la actualidad de la obra, incluyendo referencias a trabajos de geógrafos alemanes con los cuales Schmieder, miembro del Partido Nacionalsocialista Alemán y participante en el frente tanto en la Primera como en la Segunda Guerras Mundiales3, podría haber tenido ciertas diferencias ideológicas. En segunda instancia, se pueden hacer algunas precisiones en referencia a la fundamentación teórico-conceptual y la interpretación de fenómenos geográficos llevada a cabo por el autor. 4.1. Una nueva Länderkunde: Lebensraum, colonización alemana y paisajes culturales historizados. Uno de los elementos que salta a la vista ante la lectura de la obra de Schmieder es su marcado interés en las experiencias de coloni3

Véase el catálogo histórico de profesores de la Universidad de Halle-Wittenberg, disponible vía web en esta dirección: http://www.catalogus-professorum-halensis.de/schmiederoskar.html (consultado el 11/04/2011).

148

REVISTA MAÑONGO Nº 39, Vol. XX, JULIO-DICIEMBRE 2012 PP 137-167

zación de origen alemán en espacios americanos. En la obra encontramos, de hecho, más de un centenar de referencias a la presencia de colonos alemanes en territorio americano, generalmente ligadas a juicios valorativos de tipos diversos que pueden ser: 1. Valoraciones de carácter cuantitativo (demográfico) de la presencia alemana en determinadas zonas de colonización, aportando cifras de residentes y migrantes alemanes a cada uno de los subcontinentes como argumentos para una ponderación sobre la importancia de tal presencia cultural; o 2. Valoraciones de carácter cualitativo, en diversos sentidos, de la actividad de colonos alemanes en su relación con el paisaje, de acuerdo con los criterios de la antropogeografía ratzeliana (1882-1891) y el proceso de reorientación y replanteamiento metodológico de la länderkunde, o ciencia regional, que tuvo lugar alrededor de 1915, marcando el paso de un regionalismo marcadamente físico-geográfico, científico y nomotético, a otro determinado por la inclusión del concepto de paisaje (landschaft) y su vinculación con una geografía humanizada, subjetivizada e intuitiva, centrada en el registro descriptivo de los mismos entendidos como áreas únicas e inconfundibles independientemente del ínfimo tamaño que pudiesen tener; procesos espaciales antropogénicos que darían origen a regiones ya no científicamente construidas, sino dadas, comprensibles por la vía de una homogeneidad perceptible incluso antes de toda explicación científica (Wardenga, 2006:142-143). La propuesta metodológica de la obra de Schimeder suscita que, luego de la regionalización antropogeográfica del continente americano, se produzca un cambio de escala del análisis que pasaría, del gran ámbito subcontinental, a la multiplicidad de paisajes culturales reducidos y característicamente únicos, en los cuales encontramos, nuevamente, el recurso a conceptos e inquietudes geográficas de origen ratzeliano. Ya hemos mencionado algunos elementos que 149

Toda la tierra que ves será tuya. Mirada, espacio e imperio en la Geografía de América de Oscar Schmieder Chjalmar J. Ekman PP 137-167

componen el concepto de lebensraum o espacio vital, que puede, además, ser definido como “…la superficie geográfica requerida para servir de soporte a una especie viva de acuerdo con su actual población y modo de vida [de modo que] la adaptación de una especie a su ambiente total conduce al éxito evolutivo, y a una tendencia expansiva” (Smith, 1980:53).

De acuerdo con esto, y en el contexto específico de la geografía humana, puede decirse que “La historia de cualquier especie, incluyendo al hombre, sería entonces el relato de sus cambiantes patrones de adaptación al lebensraum. El medio principal de adaptación del hombre es la cultura…” (Smith, 1980:53). Esta conceptualización, dirigida al establecimiento de la geografía como ciencia del espacio vital, subyace a todo el trabajo de Schmieder, que puede ser entendido, particularmente en la escala más reducida de su obra – los paisajes culturales – como descripción geohistórica de diversos procesos de adaptación a espacios vitales física y culturalmente heterogéneos. Así visto, un recorrido por el trabajo de Schmieder permite evidenciar la aparición recurrente en sus investigaciones de las dos inquietudes fundamentales de Ratzel en torno al concepto de lebensraum: la referencia al agriculturalismo, o a la idea de que toda cultura humana es, primero y fundamentalmente, agricultura o adaptación del hombre al soporte fijo del suelo; y el migracionismo colonialista, en el entendido de que todo éxito evolutivo de una especie se traduce inmediatamente en la aparición de tendencias expansivas. Es por ello que aparecen con cierta recurrencia en la obra la preocupación por la persistencia o desaparición de rasgos de cultura alemana en la población o en la humanización de paisajes: por ejemplo, para América del Norte se menciona el establecimiento de colonias agrícolas en la costa de Acadia con inmigrantes originarios de la baja Alemania (Hannover), sobre lo cual se dice que “…por ser 150

REVISTA MAÑONGO Nº 39, Vol. XX, JULIO-DICIEMBRE 2012 PP 137-167

el clima de Acadia (Dfb) más templado que el de Terranova y poder practicarse la agricultura en mayor escala, la colonización de Acadia siguió extendiéndose al interior” (Schmieder, 1946:94), demostración ésta de la tendencia expansiva que sigue al éxito adaptativo de acuerdo con Ratzel. Igualmente con respecto a los paisajes de las praderas se comenta que durante el siglo XIX los colonos alemanes del Missouri inferior fueron tan numerosos que acabaron por dar “…finalmente a toda esta región del paisaje cultural un carácter preponderantemente alemán” (Schmieder, 1946:226). En el caso de América del Sur y sobre la zona cultural hispánica se menciona, por ejemplo, la fundación, durante el siglo XIX, de las colonias alemanas de Tirol y Renania en los bosques serranos peruanos del este de los Andes centrales, cuyo largo aislamiento por causa de la caída de los principales caminos permitiría que las dos colonias quedasen abandonadas a sí mismas. Así, señala el autor, “Dispersas en los bosques se ven sus casas que se destacan de los pueblos de indígenas por su construcción sólida y su limpieza” (1946:786). La importancia dada a ciertos establecimientos permanentes de colonos nos remite, a su vez, a otra preocupación recurrente de Schmieder, a saber: el “arraigo al suelo” de los inmigrantes europeos de cualquier origen, con un importante énfasis en los colonos alemanes y las condiciones agrícolas o urbanas de los asentamientos: por ejemplo en Norteamérica, con respecto a la colonización del Medio Este, explica Schmieder que “En vivo contraste con el neo-inglés, el holandés y el colono alemán inmediatamente entraban en relaciones mucho más íntimas y perdurables con el suelo” (1946:117). Más adelante, sobre las colonias agrícolas en los mismos paisajes se afirma que: El colono alemán era indiscutiblemente el mejor agricultor y escogía con cuidado el mejor suelo, trabajándolo con el mayor esmero. Sus terrenos estaban más limpios, su ganado

151

Toda la tierra que ves será tuya. Mirada, espacio e imperio en la Geografía de América de Oscar Schmieder Chjalmar J. Ekman PP 137-167

mejor cuidado que los de su vecino inglés (…) Dondequiera que se establecía un alemán, el angloamericano que practicaba cultivos exhaustivos se veía al poco tiempo imposibilitado de competir con él. Se atrasaba en su economía, tenía que vender y quedaba socialmente degradado, siendo empujado a donde debía estar por sus primitivos métodos de trabajo, es decir, a la periferia de la cultura (1946:121) (la cursiva es nuestra).

Este texto, además de ser particularmente elocuente como muestra de la estrecha vinculación entre cultura y agricultura propias del concepto ratzeliano de lebensraum, pone también en evidencia la superior valoración en que se tiene a la cultura alemana y su capacidad adaptativa en el marco de los procesos de lucha por el paisaje y adaptación al espacio vital, en contraposición a sus competidores de origen inglés. La preocupación por el arraigo al suelo también aparece en numerosas referencias sobre el subcontinente suramericano. Los textos reseñados anteriormente resultan, entonces, elocuentes demostraciones de una preocupación constante, en la obra de Schmieder, por los dos elementos fundamentales en torno a la posibilidad de una aplicación prospectiva del concepto ratzeliano de Lebensraum: La migración colonialista como paradigma espacial del éxito evolutivo, y la adaptabilidad de la cultura, y por consiguiente de su máxima expresión en la agricultura, como demostración de tales capacidades; todo lo cual, remitido a la descripción de experiencias alemanas de colonización, acaba por transformarse en expresión continuada del éxito por parte de una voluntad de carácter imperialista en tanto que colonialista; voluntad que, en el propio Ratzel y en otros geógrafos como Friedrich Fabri y Wilhelm Hübbe-Schleiden, propugnaba el establecimiento de colonias alemanas periféricas en el exterior de Europa, en zonas templadas donde pudiese verificarse la idoneidad de condiciones para el establecimiento de granjeros, comerciantes y artesanos de origen germánico; todo esto como forma de hacer frente a una población 152

REVISTA MAÑONGO Nº 39, Vol. XX, JULIO-DICIEMBRE 2012 PP 137-167

alemana con unas condiciones asumidas de superioridad cultural tales que la hacían adaptarse, crecer y, por lo tanto, tender a la expansión (Smith, 1980:64). 3. Por último, y en estrecha vinculación con lo dicho anteriormente, encontramos que la obra de Schmieder presenta una serie de elementos retóricos de carácter comparativo entre paisajes americanos y alemanes, que se pueden producir entre paisajes naturales, paisajes culturales, magnitudes geográficas o relaciones geográficas en términos de procesos de evolución cultural. La comparación, en este último caso, parece servir para explicar diferencias en las capacidades de adaptación al lebensraum de dos distintas culturas, expresadas éstas a partir de sus técnicas de agricultura. Estas comparaciones pueden, en buena medida, explicarse a partir de ciertas determinaciones propias del espacio-tiempo de producción de la obra. En tal sentido, está claro que la Enzyklopadie der Erdkunde (Enciclopedia de Geografía) de Kende, de la cual formaría parte la obra de Schmieder, constituye un contexto preestablecido que sugestionaría, en buena medida, un esfuerzo por configurar una experiencia de apropiación de saberes en los intersticios y tensiones entre “mundo del texto” y el “mundo del lector” (Chartier, 2005:24). La producción de textos, de acuerdo con Roger Chartier, implica tanto la organización de un espacio legible o literalidad como la ejecución o recepción de los textos por medio de la lectura; cuestión que, además, se complementa en el hecho de que todo autor presupone y se crea expectativas con respecto a un lector más o menos arquetípico; proceso que Umberto Eco caracteriza como la creación de un lector modelo que es “…capaz de cooperar en la actualización textual de la manera prevista por él y de moverse interpretativamente, igual que él [el autor] se ha movido generativamente” (Eco, 1993:80). De esta manera, podemos interpretar que las referencias comparativas del espacio americano con respecto al espacio europeo 153

Toda la tierra que ves será tuya. Mirada, espacio e imperio en la Geografía de América de Oscar Schmieder Chjalmar J. Ekman PP 137-167

responden, en efecto, a la construcción de un lector modelo con determinadas competencias sobre la geografía alemana que le permitirán, dado el caso, dar contenido a una descripción de la América desconocida a partir de su comparación con la geografía conocida de Alemania. Así, la obra de Schmieder se habría proyectado para ser leída, principalmente, por lectores alemanes de la primera mitad del siglo XX, en el entendido de que buena parte del interés de este público radicaría en la importancia cuantitativa y cualitativa de la presencia germana en la Geografía de América, en un marco teórico e ideológico dominado por ideas de migracionismo colonialista y superioridad evolutiva cultural alemana para su adaptación al lebensraum. Algunos aportes para la comprensión de esta idea de superioridad serán tratados a continuación.

4.2. El discurso racial de Schmieder, en los intersticios del paisaje cultural. Ya en el desarrollo del apartado anterior se han insinuado algunas tendencias de carácter racial, por ejemplo, en la comparación señalada anteriormente entre la superioridad del colono alemán y la posición “en la periferia de la cultura” del angloamericano. En este caso, sin embargo, se trata de una superioridad tecnológica y organizativa que no remite de forma inmediata a la noción de raza. Esto, por su parte, es coherente con la posición de Ratzel según la cual el Volk (pueblo) se define, en principio, como una entidad cultural, ocupando la raza una posición secundaria al respecto (Smith, 1980:54). Sin embargo, numerosas referencias a la cuestión de la raza aparecen en la obra de Schmieder. En la parte dedicada a los rasgos generales de los habitantes y formas culturales del subcontinente norteamericano, se hace referencia a la creciente población negra como “…una minoría inasimilable” (1946:56) cuyas migraciones internas en busca de empleos en el norte industrializado a partir del primer cuarto del siglo XX no harían más que extender 154

REVISTA MAÑONGO Nº 39, Vol. XX, JULIO-DICIEMBRE 2012 PP 137-167

el “problema negro” (1946:57) desde el sur hacia el norte de los EE.UU. Al mismo tiempo, el flujo de indios y mestizos mexicanos hacia los EE.UU., aunado a las altas tasas de natalidad que estas minorías ostentan gracias a “las condiciones de vida más higiénicas” que obtienen en este nuevo contexto, son interpretadas por el autor como la apertura de “perspectivas poco halagüeñas para el norteamericano anglosajón en el futuro” (1946:58). La exposición de las composiciones poblacionales llevada a cabo por el autor incluye, por lo general, consideraciones en torno a proporciones raciales. Otra cuestión de carácter racial que aparece con cierta frecuencia en el texto es la referencia al mestizaje, algunas veces acompañada por juicios valorativos más o menos notables. Como ejemplo de ello, la descripción de las poblaciones del antiguo sur en los EE.UU. tiene en cuenta “El gran número de mulatos que hay en la actualidad y que se conceptuaban en la época colonial como abominable mixture (…) producto del cruce de mujeres de color y hombres blancos” (1946:140). Inmediatamente después de estas consideraciones, el autor afirma que “De esta manera se echaron desde los primeros decenios (…) los cimientos de la estructura social y económica que caracteriza al sur y que determina por completo el aspecto del paisaje” (1946:140); ligando argumentativamente el problema racial con la configuración de los paisajes culturales. En todo caso, encontramos que en la obra de Schmieder la comparación entre la colonización del norte y del sur de los EE.UU. se da, generalmente, en condiciones ventajosas para la primera, y la cuestión de la “raza pura” en América del Norte suele aparecer como un valor positivo, contrapuesto lógicamente al mestizaje. Por lo demás, el término “raza”, así como referencias más o menos imprecisas a terminologías diversas relacionadas con formas de mestizaje o mezcla racial, son utilizadas con la habitual ambigüedad que caracteriza al concepto: vemos, por ejemplo, que mientras en la mayoría de los casos el texto menciona la existencia de grupos 155

Toda la tierra que ves será tuya. Mirada, espacio e imperio en la Geografía de América de Oscar Schmieder Chjalmar J. Ekman PP 137-167

raciales indígenas “puros” (1946:530, 673, 683, 684, 690), en otros pasajes, como aquellos que versan sobre los aspectos poblacionales generales de la América Central, se describen las relaciones entre indígenas Arawakos y Caribes, las cuales darían como resultado una “raza mestiza” (1946:523). En muchas partes del texto pareciera existir cierta identificación entre los términos raza y cultura - cuando, por ejemplo, se describe a los indígenas suramericanos de acuerdo con sus prácticas culturales (1946:709 y 711) -, pero en otras se dice, por contraste, que algunas poblaciones de la América Central han conservado su “raza pura”, sin que esto obstara para la penetración de gran cantidad de modos culturales de origen europeo, con lo cual la cultura no es, en definitiva, componente conceptual de la raza; en otra parte, refiriéndose a Suramérica, se dice de su población que “…es extraordinariamente heterogénea, tanto étnica como culturalmente” (1946:713), evidenciando con ello que no es la cultura, sino probablemente la raza, lo que define para el autor el concepto de etnia. La revisión de los comentarios raciales en el contexto suramericano arroja algunos elementos que, en primera instancia, parecen contradecir lo dicho anteriormente: por ejemplo, se valora positivamente el resultado de la mezcla racial entre españoles e indígenas araucanos en Chile, producto de la cual surgirían “…los mejores soldados de Sudamérica” (1946:720), juicio que se ve reforzado posteriormente cuando se afirma que “…con Almagro había, entre los españoles, muchos vascos que se distinguían por su fuerte constitución y carácter enérgico. En lo sucesivo, estos españoles se mezclaron con la población indígena, excepcionalmente robusta y belicosa, y la raza mestiza llegó a ser la base del pueblo chileno…” (1946:791).

De este modo, parece existir una valoración positiva sobre el resultado de determinadas mezclas raciales, sobre todo en el contexto 156

REVISTA MAÑONGO Nº 39, Vol. XX, JULIO-DICIEMBRE 2012 PP 137-167

suramericano. Sin embargo, no puede soslayarse la conformación sintética de un estereotipo bastante simplista del mestizo, visto por el autor como un sujeto cuyos rasgos más elementales remiten a cuerpos enérgicos y robustos, y temperamentos proactivos y belicosos. Resulta interesante, entonces, remitir a la reflexión del geógrafo Yi-Fu Tuan, quien en relación con la formación de estereotipos físicos e intelectuales como sustento de determinadas formas de discriminación, y por lo tanto de dominación, nos dice lo siguiente: Las diferencias físicas facilitan a las sociedades justificar distintos estamentos de poder y de prestigio, pero no son en absoluto indispensables. Generalmente, a los seres humanos se les hace fácil encontrar rasgos de inferioridad innata en aquellos a quienes quieren dominar. Una característica de la esclavitud en la antigüedad clásica era la falta de distintivos raciales en los grupos esclavizados. Sin embargo, Aristóteles argumentaba que algunos humanos eran esclavos por naturaleza (…) Como los animales domésticos, los esclavos naturales eran intelectualmente deficientes; necesitaban ser controlados por otros y servir a otros con sus cuerpos. En efecto, la naturaleza los dotaba de cuerpos fuertes, en comparación con aquellos de los hombres libres, de modo que pudiesen realizar los más duros y menesterosos trabajos (Tuan, 1984:134-135).

¿Qué podemos inferir, de acuerdo con esto, acerca de aquellos pasajes en los cuales se soslaya la valoración negativa del mestizaje, sólo para ser sustituida por una valoración positiva del mestizo en cuanto grupo social con rasgos físicos y actitudinales que le predisponen al trabajo de fuerza y a la guerra? Para el corpus de la literatura de viajes, Pratt (2010) plantea la existencia de estrategias narrativas específicas en aquellos contextos 157

Toda la tierra que ves será tuya. Mirada, espacio e imperio en la Geografía de América de Oscar Schmieder Chjalmar J. Ekman PP 137-167

sobre los cuales predominaba una mirada imperial de carácter expoliativo relativa a gentes y recursos considerados valiosos: es lo que la investigadora llama la “narrativa de la anticonquista”. Con respecto a los relatos de naturalistas de los siglos XVIII y XIX encuadrados en esta perspectiva, nos dice que “…en la literatura de la frontera imperial (…) la historia natural (…) vuelve eternamente sobre un gran anhelo: encontrar una manera de tomar posesión sin dominación y sin violencia” (2010:117). La manera en que las narrativas de la anticonquista hacen esto es, precisamente, naturalizando (2010:124) el objeto de la descripción – hecho que se logra eficientemente por medio de la construcción de estereotipos que ocultan la particularidad de los sujetos y los circunscriben a colectivos más o menos indiferenciables -. La geografía, por supuesto, no es propiamente una narrativa; sin embargo, consideramos probable que en el paso de las narrativas de viajes al discurso geográfico, la formalización de las disciplinas en tramas de saber-poder no eliminaría, sino que reformularía y reacondicionaría los dispositivos científicos (o pseudo-científicos) de dominación. Dicho de otro modo, y de acuerdo con Foucault (1996:206-207), podríamos interpretar el recurso a la raza por parte de Schmieder como el uso discursivo de una categoría (saber-poder) desde el ámbito de lo biológico con el fin de integrar al otro naturalizado (bajo condiciones de dominación) en el universo discursivo de una mirada imperial occidental; contexto epistémico específico que habría pasado por un largo proceso de formación y que desembocaría, en última instancia, en el biopoder eurocentrista y, luego, nacionalsocialista. Así, según Foucault, “El nazismo no es otra cosa que el desarrollo paroxístico de los nuevos mecanismos de poder instaurados a partir del siglo XVIII” (1996:209); mecanismos de biopoder que tenían más de un siglo en proceso de formación y circulación cultural, y que encontrarían en el concepto pseudo-científico de raza una de sus estrategias más útiles de dominación. Visto desde esta perspectiva, el uso del concepto de raza por parte del autor nos remite a formas discursivas de naturalización de los sujetos americanos, construcción de estereotipos con 158

REVISTA MAÑONGO Nº 39, Vol. XX, JULIO-DICIEMBRE 2012 PP 137-167

características actitudinales bien definidas en torno a su utilidad prospectiva, inscritas en la posibilidad de su dominación. Así, las referencias cuantitativas y cualitativas a las poblaciones americanas aparecen insertas, en el discurso geográfico, en un marco más amplio de prospectivas sobre disponibilidad de recursos, cuestión que revisaremos a continuación.

4.3. Paisajes y recursos disponibles en América: nuevo inventario de la disponibilidad hispanoamericana. Como hemos mencionado anteriormente, según Pratt la historia natural y su sistematización de la naturaleza cumple con un proyecto imperial de apropiación de la realidad, instaurándose como un dispositivo general de representación del “…planeta apropiado y reorganizado desde una perspectiva europea y unificada” (2010:81). La narración de viajes de corte naturalista y descriptivo, entonces, “…se organiza en función de la empresa acumulativa y de observación de documentar la geografía, la flora y la fauna” (2010:105). El discurso geográfico también incorpora nuevas sistematizaciones y taxonomías, clasificaciones y descripciones en las cuales se da continuación a esa inserción del mundo en un esquema de saberpoder: de acuerdo con el principio geográfico de la causalidad, por ejemplo, articulado a partir de los trabajos de Humboldt, éste se plantea enfáticamente como objetivo científico la elucidación de las relaciones de interconexión entre las “fuerzas ocultas” de la naturaleza (Pratt, 2010:235); énfasis que, según Pratt, articula ideológicamente el discurso de Humboldt con el industrialismo y la era de la máquina. De este modo, las descripciones y análisis humboldtianos de la naturaleza americana se insertarían entre los saberes europeos como un proceso de reinvención vinculado, en última instancia, con 159

Toda la tierra que ves será tuya. Mirada, espacio e imperio en la Geografía de América de Oscar Schmieder Chjalmar J. Ekman PP 137-167

una apertura de los paisajes americanos en torno al “…proyecto de intervención transformadora de Europa” (Ibídem, 235-241). Podemos observar que esta problemática, presente en las fundaciones mismas de la ciencia geográfica por medio de sus principios disciplinarios, no estaría ausente de las obras sintéticas de investigación producidas apenas medio siglo después: la obra de Schmieder reproduce, en varios sentidos, estrategias discursivas que tendrían su origen en las narraciones de la anticonquista de la segunda mitad del siglo XVIII, y también, transversalmente, del naturalismo humboldtiano; todo esto a través de la sucesiva formulación de inventarios de disponibilidad de recursos, trátese, como vimos en la parte anterior, de recursos humanos, recursos naturales presentes en estado bruto en la naturaleza, o de aquellos que no son más que productos de la propia industria local. Naturalmente, los elementos mencionados anteriormente suelen estar presentes en la mayoría de los trabajos geográficos de la actualidad: toda geografía moderna es, en buena medida, exposición de disponibilidades, recursos y perspectivas futuras. Sin embargo, lo interesante es que mientras en la mayoría de las geografías nacionales o regionales la posición de la mirada que realiza inventarios y proyecta desarrollos es local y circunscrita a una territorialidad determinada, en el caso de la Geografía de América se trata de una mirada foránea y totalizante con respecto al continente entero (Ibídem,68): documentar la geografía pasa, como hemos dicho, por un proceso de apropiación de la disponibilidad desde un locus enunciativo de carácter imperial. Así, según afirma “…el ojo que explora perspectivas en el sentido espacial sabe que está mirando también perspectivas en el sentido temporal: posibilidades de un futuro eurocolonial codificado como recursos por desarrollar, excedentes por comercializar (…) Son tales posibilidades las que otorgan importancia a la información en una descripción (…)” (Ibídem, 124).

160

REVISTA MAÑONGO Nº 39, Vol. XX, JULIO-DICIEMBRE 2012 PP 137-167

Conclusiones En su libro sobre epistemología de la geografía, Obadia elabora, a manera de conclusiones sobre una axiomatización de la geografía, una serie de proposiciones entre las cuales encontramos ésta: “El científico (como el geógrafo) no puede pretender más que a una objetividad subjetiva. El científico (como el geógrafo) debería explicar con anterioridad las motivaciones de sus elecciones ideológicas” (Obadia, 1991:214). Esta proposición, si nos remitimos a la reflexión teórica previa de este trabajo, guarda cierta relación con las consideraciones propuestas por Wright acerca del papel de la “imaginación geográfica”, relación desde la cual partimos para proponer una primera conclusión: en el proceso de construcción y re-construcción cognitiva de nuestra experiencia del mundo a través de la imaginación geográfica, entendida como expresión del espacio por medio de la creación de imágenes, el geógrafo puede buscar satisfacer impulsos personales o ideológicos; al hacerlo, puede dejarse guiar por una subjetividad ilusoria, o puede, en contraste, imaginar a partir de una posición epistemológica de objetividad subjetiva. En el entendido de que toda obra geográfica es una representación o imagen del espacio, y a su vez es el producto de un determinado proceso de imaginación con una carga variable de subjetividad, podemos, dados los elementos de juicio desarrollados a lo largo de este trabajo, considerar que la Geografía de América de Oscar Schmieder es una imagen geográfica producto de una objetividad subjetiva equilibrada, sobre el continente americano y las relaciones espaciales allí existentes para la época de elaboración de la obra. Sin embargo, la ponderación analítica e interpretativa de los elementos de objetividad y subjetividad de la obra conduce a consideraciones más precavidas. En principio, una revisión del aparato crítico de la obra reveló exhaustividad con una tendencia creciente al trabajo con obras, monografías y artículos alemanes; tendencia más notable en lo específicamente referido a obras generales sobre cada subconti161

Toda la tierra que ves será tuya. Mirada, espacio e imperio en la Geografía de América de Oscar Schmieder Chjalmar J. Ekman PP 137-167

nente. También pudimos observar cierta independencia ideológica en la selección de las referencias, al menos en lo tocante a los autores citados; sin embargo, se encontró una notable prefiguración del interés por problemáticas ideológicas, por ejemplo, de raza y de procesos de colonización pasados y recientes de alemanes en territorios americanos, además de cuestiones relativas a la realización de inventarios de recursos americanos. Todo esto, finalmente, reveló la existencia de ciertas tendencias temáticas en el arqueo de fuentes que se harían manifiestas explícitamente en la revisión del cuerpo de la obra. El desarrollo del texto, entonces, acentuó las tendencias que se prefiguraban en el aparato crítico del texto, y permitió observar otras tendencias más sutiles en el mismo sentido. De este modo, pudimos observar que la Geografía de América de Oscar Schmieder está compuesta como un texto dirigido a lectores alemanes de la primera mitad del siglo XX, en el entendido de que el interés de este público estaría orientado a conocer la importancia cuantitativa y cualitativa de la pasada y reciente experiencia espacial germana del Nuevo Mundo. Todo esto estaría enmarcado, a su vez, en un contexto teórico e ideológico dominado por el migracionismo colonialista, y por la creencia en una superioridad evolutiva cultural alemana para su adaptación al lebensraum americano que se apoyaría, de manera complementaria, en prejuicios raciales. Así, la combinación de los mencionados elementos, junto con una rica prospectiva de recursos y riquezas del nuevo continente, nos permite inferir la clara vocación imperial de la mirada geográfica de Schmieder sobre América; vocación ésta que se inserta en complejas tramas de saber-poder que tuvieron su concreción histórica paroxística en los totalitarismos del siglo XX. Visto de este modo, la Geografía de América de Schmieder se inserta en un corpus espacio-temporal más amplio de miradas imperiales sobre el continente americano que se remonta a las primeras cartas de Colón, dando, como ya planteaba el propio O’Gorman (2003:153-159), continuidad al denso y complejo proceso de invención del Nuevo Mundo, pero esta vez por la vía de 162

REVISTA MAÑONGO Nº 39, Vol. XX, JULIO-DICIEMBRE 2012 PP 137-167

una imaginación geográfica cargada de ciencia; de esa objetividad subjetiva del geógrafo que lo deja siempre a mitad de camino entre el sujeto y la ciencia, entre verdad y poder. La relación entre la subjetividad del geógrafo y su exterioridad, entonces, construye delicadas tramas susceptibles de interpretación. Las más objetivas descripciones van, por lo general, acompañadas de valoraciones que evidencian prejuicios ideológicos de una notable subjetividad. Los conceptos y categorías teóricas que sustentan la estructuración del texto a partir de un proceso de regionalización se insertan en sistemas complejos de saber-poder que remiten, en última instancia, a proyectos de dominio, delgadas líneas de voluntad que van desde el poder manifiesto en la escala microfísica del individuo que mira, percibe, posee y representa, hasta la concreción histórica de proyectos hegemónicos de carácter colonialista, imperial e incluso totalitario. No podemos saber con exactitud cuál es el recorrido que todo ese complejo entramado de fuerzas realiza en el fondo del sujeto, porque para nosotros un autor bien podría no ser más que una figura susceptible de disolución identitaria en una red infinita de referencias; una funciónautor que “…es el resultado de operaciones específicas y complejas que refieren la inscripción histórica, la unidad y la coherencia de una obra (o de un conjunto de obras) a la identidad de un sujeto construido” (Chartier, 2005:44). Lo claro es, en todo caso, que el objeto directo de esta gramática de espacio y de poder es el continente americano, entidad históricamente cargada de imaginarios y prodigios, que continúa moviéndose en torno al deseo y la invención: espacio de alegorías y de ensueño pleno de potencias sugestivas capaces de cruzar océanos, tocar a las puertas del imperio e, incluso, despertar indeseados leviatanes.

163

Toda la tierra que ves será tuya. Mirada, espacio e imperio en la Geografía de América de Oscar Schmieder Chjalmar J. Ekman PP 137-167

Referencias biliohemerográficas Anderson, Benedict (2007). Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo. México: Fondo de Cultura Económica. Bähr, Jürgen y Dillner, Elisabeth (1981). “Oskar Schmieder. Un geógrafo hispanista y americanista”. En: Revista de Geografía, No. 15, Barcelona (España), pp. 35-44. Bieber, León E. (Coord) (2001). Las relaciones germano-mexicanas. Desde el aporte de los hermanos Humboldt hasta el presente. México: El Colegio de México; Universidad Nacional Autónoma de México; Servicio Alemán de Intercambio Académico. Broek, Jan O.M. (1952). “Leo Heinrich Waibel: An Appreciation”. En: Geographical Review, Vol. 42, No. 2, pp. 287-292. Butzer, Karl W. (1976). “Obituary: Carl Troll (1899-1975)”. En: Geographical Review, Vol. 66, No. 2, pp. 234-236. Camarasa, Jorge (1992). Los nazis en la Argentina. Buenos Aires: Legasa S.R.L. Castro, Pedro (2006). “Geografía y geopolítica”. En: Tratado de Geografía Humana. Barcelona (España): Anthropos, pp. 187-201. Chartier, Roger (2005). El orden de los libros (3ra ed.) Barcelona (España): Gedisa. Cosgrove, Denis (2008). Geography & Vision. Seeing, imagining and representing the World. New York: I.B. Tauris. De Nápoli, Carlos (2005). Nazis en el Sur. Buenos Aires: Norma. 164

REVISTA MAÑONGO Nº 39, Vol. XX, JULIO-DICIEMBRE 2012 PP 137-167

Díaz Piña, Jorge E (2001). El poder y la Mirada geográfica. Maracay: Centro de Investigaciones Contemporáneas, Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Eco, Umberto (1993). Lector In Fabula (3ra ed.) Barcelona (España): Lumen. Ekman, Chjalmar (2009). El mito de El Dorado: invención despliegue y recepción de un imaginario geocultural. Mérida (Venezuela): En proceso de edición. Farías, Víctor (2000). Los nazis en Chile. Barcelona (España): Seix Barral. Fernández Artucio, Hugo (1943). La organización secreta nazi en Sudamérica. México: Minerva. Foucault, Michel (1992). Microfísica del poder (3ra ed.) Madrid: La Piqueta. Foucault, Michel (1996). Genealogía del racismo. La Plata: Altamira. Foucault, Michel (2008). Seguridad, territorio, población. Madrid: Akal. Fratzel, John F. y Trout, Leslie B. (1985). “FDR and the Secret Map”. En: The Wilson Quarterly, Vol. 9, No. 1, pp. 167-173. Friedman, Max P. (2003). Nazis and good neighbors: the United States campaign against the Germans of Latin America in World War II. Cambridge: Cambridge University Press. George, Pierre (1973). Los métodos de la geografía. Barcelona (España): Oikos-Tau. Hell, Jurgen (comp) (1968). Hitler sobre América Latina: el fascismo alemán en Latinoamérica (1933-1943). México: Fondo de Cultura Popular. 165

Toda la tierra que ves será tuya. Mirada, espacio e imperio en la Geografía de América de Oscar Schmieder Chjalmar J. Ekman PP 137-167

Hernández García de León, Héctor (2004). Historia política del sinarquismo, 1934-1944. México: Universidad Iberoamericana. Hitler, Adolf (1935). Mi Lucha. [sin información editorial]. Horst Grill, Johnpeter y Jenkins, Robert L. (1992). “The Nazis and the American South in the 1930s: A Mirror Image?” En: The Journal of Southern History, Vol. 58, No. 4, pp. 667-694. Joerg, W.L.G. (1936) “The Geography of North América: a history of its exposition”. En: Geographical Review, Vol. 6, No. 4, Louisiana, pp. 640-663. Lacoste, Yves (1977). La geografía: un arma para la guerra. Barcelona (España): Anagrama. McKale, Donald (1977). The Swastika outside Germany. Ohio: The Kent State University Press. Newton, Ronald C. (1992). The “Nazi Menace” in Argentina, 1931-1947. California: Stanford University Press. Nogué, Joan y Rufí, Joan Vicente (2006). Geopolítica, identidade e globalização. Sao Paulo: Annablume. Obadia, George Nicolas (1991). El espacio de los geógrafos. Epistemología de la geografía. Caracas: Universidad Central de Venezuela. O’Gorman, Edmundo (2003). La invención de América (3ra ed.) México: Fondo de Cultura Económica. Pratt, Mary Louise (2010). Ojos imperiales. Literatura de viajes y transculturación. México: Fondo de Cultura Económica. Ratzel, Friedrich (1909). Anthropogeographie I. Stuttgart: Engelhorn. Ratzel, Friedrich (1912). Anthropogeographie II. Stuttgart: Engelhorn. 166

REVISTA MAÑONGO Nº 39, Vol. XX, JULIO-DICIEMBRE 2012 PP 137-167

Schmieder, Oscar (1946). Geografía de América. México: Fondo de Cultura Económica. Smith, Woodruff (1980). “Friedrich Ratzel and the Origins of Lebensraum”. En: German Studies Review, Vol. 3, No. 1, Kalamazoo, pp. 51-68. Tuan, Yi-Fu (1984). Dominance and Affection: The Making of Pets. New York: Yale University Press. Tuan, Yi-Fu (2007). Topofilia. Barcelona (España): Melusina. Wardenga, Ute (2006). “German geographical Thought and the Development of Länderkunde”. En: Inforgeo, Ed. 18-19, Lisboa, pp. 127-147. Wright, John K (1947). “Terrae Incognitae: The Place of Imagination in Geography”. En: Annals of the Association of American Geographers, Vol. XXXVII, No. 1, pp. 1-15.

167

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.