Tinajas, Ollas y Yuros: Producción de Alfarería durante el Período Tardío (ca. AD 900 - AD 1200) en Watungasta (Depto. Tinogasta, Catamarca, Argentina)

October 4, 2017 | Autor: G. De La Fuente | Categoría: Ceramic Technology, Ceramics (Archaeology), Ceramic Petrography
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Descripción

Tinajas, Ollas y Yuros: Producción de Alfarería durante el Período Tardío (ca. AD 900 – AD 1200) en Watungasta (Dpto. Tinogasta, Catamarca, Argentina)

Guillermo A. De La Fuente

“Lo que resalta en los momentos de ver los objetos de arcilla cocidos es que los indios, especialmente en Watungasta, El Puesto y Fiambalá, eran excelentes alfareros, los de los primeros lugares más hábiles y los de Fiambalá con más fantasía. Corresponde la belleza de la cerámica al pueblo que sabía construir fortalezas como la Troya, y una vez que se hagan grandes colecciones de Tinogasta, para poder comparar unos objetos con los otros, así como los grabados y signos entre sí, entonces recién ha de darse el valor verdadero que la cerámica tenía entre los indios, porque hay un simbolismo en todos los dibujos de las tinajas, y no parece sino probarlo la repetición del mismo dibujo en objetos de su clase, como en yuros, ollas ó tinajas” (Adán Quiroga 1896: 514).

1984, 1993; Vandiver 1988; Costin 1991; Arnold 2000). El registro arqueológico de la producción cerámica generalmente posee aspectos multidimensionales que pueden ser explorados a diferentes escalas de resolución informativa y de este modo las interpretaciones sobre la conducta humana en el pasado basadas sobre datos composicionales (sean éstos mineralógicos o químicos) están lejos de ser interpretaciones simples sobre las pastas cerámicas y no pueden descansar solamente sobre comparaciones directas entre los datos químicos o mineralógicos obtenidos de las pastas cerámicas y aquellos procedentes del análisis de las materias primas o sus contextos geológicos (Arnold 2000, 2005).

Introducción Hacia fines del siglo XIX, Adán Quiroga estaba fascinado por la alfarería encontrada en el sector medio del valle de Abaucán (Dpto. Tinogasta, Catamarca), como lo demuestra la cita textual que abre este trabajo. Esta fascinación con las “tejas” de Batungasta –o Watungasta- ha sido reflejada en casi la mayoría de los trabajos arqueológicos que desde fines del siglo XIX se llevaron a cabo en diferentes sectores del valle de Abaucán (Lafone Quevedo 1892; Lange 1892; Quiroga 1896; Gómez 1953; González y Sempé 1975; Dreidemie 1951, 1953; Sempé 1973, 1976, 1977, 1980; Weisser 1925). El estudio de la organización de la producción cerámica en contextos arqueológicos ha sido abordado por un número importante de investigadores a través del tiempo en donde se han materializado diferentes aproximaciones (van der Leeuw 1977, 1984; Arnold 1971, 1975, 1985, 1991, 1993, 1994, 2000, 2005; Rice 1981, 1984, 1987, 1989, 1991; Peacock 1982; Hagstrum 1985; Vandiver 1988; Bishop y Neff 1989; Costil 1991; Gosselain 1992, 1999, 2000; Blackman et al. 1995; Costin y Hagstrum 1995; Gosselain y Livingstone-Smith 2005). Aunque estas aproximaciones no han sido siempre excluyentes en sus enfoques teóricos y metodológicos han permitido explorar y evaluar aspectos o temáticas diferentes de la organización y escala de la producción cerámica en diferentes contextos geográficos y culturales, etnoarqueológicos y arqueológicos (Rice 1981, 1991; van der Leeuw

Como ha sido señalado por Arnold (2005), el vínculo entre los análisis composicionales de alfarería (mineralógicos y químicos) y las materias primas (arcillas y antiplásticos) constituyentes es conductualmente complejo y es el resultado de numerosas variables tanto naturales como culturales. En primer lugar, la composición de la alfarería es afectada por las elecciones de las materias primas realizadas por los alfareros que involucran, en un sentido general, las nociones o conceptos cognitivos sobre su apropiabilidad (Arnold 1971, 1975), disponibilidad natural (Gosselain 1992, 1999, 2000), factores religiosos, creencias culturales sobre los lugares más adecuados para extraerlas (Arnold 1971, 1993; Sillar 1988, 1999, 2000) y los factores tecnológicos que afectan o intervienen en las características de performance en el mezclado de

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como Pierre Lemmonier en su “antropología de la tecnología” (Lemmonier 1986, 1992). Dentro de esta línea de trabajo, un segundo y más ambicioso objetivo de este trabajo es aproximarnos a la definición de los comportamientos técnicos empleados por los alfareros en el pasado con la idea de poder desarrollar algunas ideas sobre lo que se ha denominado “identidad técnica” (Gosselain 1992, 1999; ver también LeroiGourhan (1964, 1965) y Lemmonier (1992), concepto derivado de la corriente de la “tecnología cultural” o la “etnología de las técnicas” (LeroiGourhan 1964, 1965).

la pasta, el modelado de las vasijas, el posterior secado al sol y finalmente la cocción (Arnold 2005). En segundo lugar, los alfareros pueden –y de hecho lo hacen- mezclar arcillas procedentes de diferentes depósitos para manufacturar cerámica (Gosselain 1999; Gosselain y Livingstone-Smith 2005) y en algunos casos la arcilla puede ser mezclada con antiplásticos que alteren las propiedades físicas durante los procesos de modelado, secado y posterior cocción de las pastas cerámicas (Arnold 2005). Por último, en situaciones de desarrollo tecnológico más complejas, los alfareros pueden modificar las arcillas originales en una etapa previa a la de modelado de la forma base de la vasija cerámica, utilizando técnicas como la levigación, la molienda y el tamizado del material arcilloso con el cual se conformará el cuerpo arcilloso (Arnold 2005; ver también Gosselain y Livingstone-Smith 2005 para ejemplos en donde se utilizan diferentes tipos de antiplástico para el modelado de una sola vasija). El reconocimiento de la existencia de estas situaciones en el pasado implica comprender que el proceso de manufactura cerámica en una sociedad específica es muy complejo e inequívocamente estará intersectado por un número de variables naturales y culturales que afectarán tanto al producto final, la vasija cerámica, como a las características propias de la organización de la producción cerámica (Arnold 2000, 2005; Gosselain 1992, 1999; Sillar 1999). Las investigaciones etnoarqueológicas realizadas en sociedades alfareras no occidentales permiten abordar el estudio de estas variables naturales y culturales con el objetivo de entender cual es el rol que juegan cada una de estas variables en el proceso organizativo de la producción cerámica, y en última instancia generar modelos explicativos que sean pasibles de aplicarse, aunque sea parcialmente, a contextos arqueológicos (Arnold 1971, 1975, 1985, 1991, 1992, 2000, 2005; Arnold, P. 1991; Gosselain 1992, 1999; Costin y Hagstrum 1995; Gosselain y Livingstone-Smith 2005).

Figura 1. Primer plano del sitio arqueológico Watungasta, realizado a fines del siglo XIX por el Ing. Gunardo Lange (tomado de Lange 1891). En la primer parte de este trabajo se presenta en detalle las principales características de la organización de la producción de alfarería durante el Período Tardío en Batungasta (Figura 1), haciendo énfasis en los aspectos materiales, básicamente tecnológicos, producto del proceso de elaboración de alfarería, conformando lo que denominamos el registro arqueológico de la producción de alfarería. En la segunda sección de este trabajo se discuten las ideas acerca de la identidad y tradición técnica en la producción de alfarería en Batungasta y de cómo se pueden entender estos conceptos en perspectiva arqueológica. Finalmente, nos proponemos generar y discutir un acercamiento arqueológico a la definición de una “tradición alfarera” que nos permita entender uno de los aspectos más importantes del desarrollo artesanal prehispánico para el Período Tardío en el valle de Abaucán (Dpto. Tinogasta, Catamarca) a través de la resignificación de las prácticas alfareras como

En el presente trabajo nos proponemos abordar el estudio de las “prácticas alfareras” desarrolladas por los alfareros del Período Tardío (ca. AD 900 – AD 1200) en el sector medio del valle de Abaucán (Dpto. Tinogasta, Catamarca), más específicamente en el sitio arqueológico de Batungasta, a partir de la identificación de las “elecciones tecnológicas” involucradas en la manufactura de cerámica. Un concepto teórico que creemos clave para entender estas elecciones tecnológicas es aquel de chaîne opératoire (o cadena operativa) desarrollado originalmente por André Leroi-Gourhan (Leroi-Gourhan 1943, 1945, 1964, 1965) y reelaborado por autores franceses

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parte integrante y activa de las prácticas sociales dentro de una sociedad, por la cual ésta construye su identidad social.

arqueológicas (N=93) permitieron visualizar la presencia de las formas cerámicas más conspicuas (Pucos, Ollas Globulares y Urnas Funerarias) (Figuras 2, 3 y 4) presentes en el sector medio del valle de Abaucán para el Período Tardío (De La Fuente 2007).

Características Organizativas de la Producción Cerámica en Batungasta

5) la identificación de estas formas cerámicas ha posibilitado la construcción de una tipología cerámica tentativa y preliminar para el Período Tardío en el sector medio del valle de Abaucán, caracterizada por la presencia de las formas Pucos, Ollas Globulares y Urnas Funerarias: (a) dentro de la forma puco, los pucos Sanagasta y Abaucán son los más típicos, aunque se registraron también pucos asignados a la cultura Belén, (b) las ollas globulares más recurrentes son aquellas asignadas a lo Sanagasta (decoradas y no decoradas), y (c) las urnas funerarias presentan la mayor variabilidad a nivel de formas, tamaños y de decoración, siendo las Urnas Sanagasta las más comunes (ver Boman 1927-1932), seguidas por las Urnas Sanagasta no decoradas con bases cónicas y las Urnas Abaucán de grandes dimensiones (De La Fuente 2007) (Figura 2).

El estudio integral de una muestra cerámica extensa procedente de contextos de recolección superficial en Batungasta y sus alrededores (N=15.937) complementada con una muestra de piezas cerámicas procedentes de diferentes colecciones arqueológicas (N=93) y material cerámico fragmentado procedente de sondeos en el ejido urbano de Batungasta, ha permitido abordar desde diferentes enfoques analíticos el estudio de la organización y la escala de la producción cerámica desarrollada en el sector medio del valle de Abaucán para el lapso temporal comprendido por el Período Agroalfarero Tardío (ca. AD 900 – AD 1200). Los resultados obtenidos en esta investigación permiten aproximarse a la definición de las principales características de la producción cerámica en Batungasta:

6) la presencia de un alto grado de estandarización dimensional en la producción de algunas formas cerámicas (Urnas Funerarias no decoradas, Urnas de enterratorios de párvulos y Pucos), pertenecientes al Período Tardío, identificado en la muestra de vasijas completas analizada nos hace pensar en la existencia de “categorías culturales” muy cohesionadas y profundamente enraizadas de cómo hacer las cosas y en este sentido nos permiten hablar de la presencia de percepciones locales ´representaciones sociales´ bien establecidas en el ámbito de la producción de alfarería (De La Fuente 2007; Lemmonier 1992; Sillar 1999: 2), quizás fuertemente vinculadas a aspectos identitarios, cosmogónicos y de reproducción social para este Período (De La Fuente 2007; Gosselain 1999).

1) la existencia de 47 estructuras de combustión – hornos de cerámica- registradas tanto al norte como al sur de la instalación de Batungasta hacen que sea defendible la idea propuesta por Ratto (Ratto et al. 2002) de que Batungasta funcionó en el pasado como un “centro manufacturero y emisor de bienes cerámicos” (Caletti 2005; Feely 2003). 2) la identificación y registro de altas tasas de material cerámico fragmentado de descarte (sobrecocido) y su correlación espacial con las estructuras de combustión refuerzan la idea de una producción cerámica intensiva a través del tiempo (De La Fuente 2007; ver también Feely 2003). 3) el estudio de las características morfológicas y estilísticas de la muestra cerámica permite afirmar que la producción cerámica estuvo intensificada para momentos del Período Tardío (especialmente para que lo que se ha definido tradicionalmente en la literatura arqueológica como culturas Sanagasta, Abaucán y Belén) (De La Fuente 2007), aunque los resultados de los análisis distribucionales obtenidos por Feely (Feely 2003) hacen pensar que esta producción habría comenzado en etapas formativas más tempranas (Período Temprano).

7) los estudios de tecnología cerámica por microscopia binocular a bajos aumentos -20X40X- (N=959) y petrología cerámica en altos aumentos -40X-100X- (N=125), permiten observar la existencia de variabilidad tecnológica a través del tiempo, fuertemente marcada por una utilización de materias primas locales (materiales félsicos -diferentes variedades de inclusiones de cuarzos y feldespatos-, micas, biotitas, fragmentos de rocas ígneas plutónicas y volcánicas – vulcanitas y andesitas- y minerales accesorios – anfíboles y piroxenos) asociada a una homogeneidad y uniformidad en la elaboración de las pastas cerámicas que nos permite defender la idea de un alto grado de “estandarización” en la elaboración de las pastas cerámicas; las

4) el análisis morfológico de la muestra superficial (N=15.937), los estudios de remontaje de piezas cerámicas identificadas en el material fragmentado (N=148) y su comparación con las piezas cerámicas procedentes de diferentes colecciones

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Figura 2. Formas cerámicas más conspícuas en Batungasta: pucos Sanagasta, urnas Sanagasta de entierro de párvulos, urnas Sanagasta no decoradas con base cónica.

diferencias tecnológicas observadas se vuelven significativas hacia momentos del Período Tardío en donde se ha registrado la presencia casi exclusiva de la incorporación de antiplástico de origen cultural -“tiestos molidos”- en la elaboración de las pastas cerámicas para todas las formas cerámicas analizadas (De La Fuente 1999, 2007), y los porcentajes más altos registrados para la utilización de “vidrio volcánico” (ver también De La Fuente (2004) para resultados similares observados en cerámicas incaicas procedentes del sitio inca San Francisco, región de Chaschuil)

funerarias, etc.) los alfareros antiguos de Batungasta utilizaron un repertorio reducido y muy claro de técnicas, siendo aquella del “chorizeado” o “rodeteado” la técnica de manufactura primaría más común para el levantado de las piezas (Figura 5), seguida por el “estiramiento de pasta” para formatizar los sectores superiores de las bases y la utilización de algún tipo de molde no convencional para lograr las bases cóncavas de las piezas de mayor tamaño como por ej. las urnas y ollas globulares; sorprendentemente, en algunas piezas cerámicas del Período Temprano se identificó microscópicamente la utilización de la técnica primaria de manufactura por “planchas”, no mencionada anteriormente para ningún tipo de alfarería de este Período del Noroeste Argentino (De La Fuente 2007). En relación a las técnicas de manufactura secundarias la única que pudo ser fehacientemente identificada fue el “alisado” tanto

8) los estudios de las principales técnicas de manufactura cerámica primarias y secundarias abordadas a través de diferentes niveles de resolución (macroscópicos y microscópicos – radiografías industriales y petrología cerámica-), permiten afirmar que en la manufactura de las vasijas cerámicas (pucos, ollas globulares, urnas

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nucleados”) reflejada en el registro arqueológico en una “alta estandarización” de las pastas cerámicas para épocas Formativas e Incaicas (Arnold 2000).

en las superficies externas como internas de los diferentes tipos de vasijas cerámicas. Para la forma Puco, se pudo identificar en algunas vasijas la existencia de atributos físicos compatibles con la aplicación de la técnica de “paleteado”, una técnica de manufactura secundaria en la que generalmente es difícil de identificar en las vasijas terminadas, dado que recurrentemente sus rasgos y atributos físicos se encuentran obliterados por el “alisado” y “pulido” final que se aplica en el acabado de este tipo de piezas (De La Fuente 2007).

Identidad y Tradición Técnica Alfarera en Watungasta: entendiendo el comportamiento técnico En sus trabajos etnoarqueológicos realizados durante casi cuatro décadas, Arnold (1971, 1975, 1985, 1991, 1993, 2000, 2005) ha propuesto y desarrollado varios conceptos para tratar de identificar y explicar las causas de la variabilidad en la composición de las pastas cerámicas, la forma en que esta variabilidad se relaciona con el comportamiento de los alfareros y su rol dentro de la organización de la producción cerámica en las diferentes comunidades estudiadas. Uno de los conceptos más apropiados desarrollado y aplicado en diferentes situaciones por él observadas es el de “comunidad de alfareros” (Arnold 2000, 2005). La noción de “comunidad de alfareros” se refiere a la unidad social de producción en la cual sus miembros interactúan entre ellos más frecuentemente que lo que lo hacen con miembros de otras comunidades, y de este modo cada comunidad se aprovisiona de las materias primas cerámicas dentro de lo que Arnold ha denominado el modelo de las “distancias umbrales” (Arnold 1985, 1991, 1993) –ver los trabajos de Gosselain (1999, 2000) y Gosselain y Livingstone-Smith 2005) para una interpretación diferente- y tiende a categorizar, definir y utilizar las materias primas cerámicas en una forma unívoca (Arnold 2005).

9) los resultados de los análisis de procedencia (A.A.N.I.) realizados sobre una muestra de material cerámico fragmentado (N=127) perteneciente básicamente al Período Tardío e Inca indican claramente que para momentos del Período Tardío e Inca los artefactos cerámicos están siendo manufacturados localmente en los alrededores del sitio arqueológico de Batungasta, utilizando materias primas locales (depósitos arcillosos) cuya “fuente” está localizada en el área –o cuenca- media del río La Troya (De La Fuente 2007; Arnold 2005), con un fuerte énfasis en la reutilización del alfar de La Troya a través del tiempo desde épocas Formativas tempranas hasta momentos Incaicos (Ratto et al. 2002a, 2002b, 2004, 2006). Los resultados obtenidos en esta investigación nos permiten avanzar en algunas ideas relativas a la organización de la producción cerámica en Batungasta. El análisis del registro arqueológico de la producción cerámica en Batungasta para momentos del Período Tardío (ca. AD 900 – AD 1200) e Inca (ca. AD 1480 – AD 1532) indica que la producción cerámica en el valle de Abaucán estuvo altamente concentrada (Costin 1991) a través del tiempo en su sector medio (Batungasta y alrededores) con características propias que implican una producción intensiva de vasijas cerámicas (ver también Feely 2003) y un patrón distribucional o de intercambio que refleja un alto grado de movilidad espacial de los artefactos, que no se limitó solamente al valle de Abaucán, sino que alcanzó la región puneña de Chaschuil (Plá y Ratto 2003, 2007; Ratto et al. 2002a, 2002b, 2004, 2006; Orgaz et al. 2006) y probablemente hasta la región de Antofagasta de la Sierra (Ratto et al. 2006).

Esta noción de “comunidad de alfareros” no solo está restringida al aprovisionamiento y utilización de las materias primas cerámicas, sino que los alfareros a causa de la interacción social en una comunidad también comparten una “estructura de toma de decisión” común con respecto a las demás etapas del proceso tecnológico en la manufactura de las vasijas cerámicas (estructuras de diseños, formas, funcionalidad de las vasijas, etc.) (Arnold 1975, 1985, 1993), generando de este modo una mayor cohesión y un bajo nivel de variabilidad en la producción de alfarería dentro de la misma comunidad (Arnold 1993: 140-187, 2000, 2005). Sin embargo, reconsiderando los datos etnográficos recolectados por él desde 1965, Arnold ha observado que los comportamiento pertenecientes a las etapas de la selección de materias primas y la preparación de las pastas cerámicas son altamente variables, más bien inestables, y ampliamente gobernados por un número de factores tales como la geología del ambiente circundante a las comunidades, las

Por otro lado, se puede defender la idea de que en el sitio de Batungasta existió una alta especialización funcional relacionada con la producción cerámica a una escala supra-doméstica de diferentes formas de vasijas y la utilización de recursos (materias primas cerámicas) a través del tiempo (Rice 1991; ver también Peacock (1982) para una discusión sobre la categoría de “talleres

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Figura 3. Bordes de pucos, urnas y ollas Abaucán, Período Tardío.

Figura 4. Vistas de vasijas reconstruidas a partir de los trabajos de remontaje (Urnas). .

percepciones individuales de las materias primas, los patrones de asentamiento y la tenencia de la tierra, los preceptos religiosos, el uso esperado de las vasijas y las técnicas utilizadas e involucradas en las restantes etapas del proceso de manufactura (Arnold 2005).

diferentes animales (cabra, oveja y llama) como combustible para la etapa de cocción de la alfarería, visualizando no solo las propiedades físicas del estiércol como combustible, sino las “elecciones técnicas” involucradas en la selección del mismo por parte de los alfareros andinos – chaîne opératoire- y su relación e interdependencia con prácticas sociales (su significancia social y ritual), económicas y técnicas más amplias dentro de la sociedad, dilucidando de esta forma como la tecnología es socialmente definida y reproducida en una situación de espacio-tiempo específica (Sillar 1999: 3-5). De este modo, las “elecciones técnicas” realizadas por los alfareros durante las diferentes etapas del proceso de producción de alfarería son visualizadas como “elecciones culturales”, en donde una tradición tecnológica es reproducida cotidianamente a través de la repetición de un rango amplio de “actos técnicos” y parcialmente mantenida a través del tiempo y espacio a causa de la forma en que las tecnologías específicas están embebidas dentro de prácticas sociales y técnicas mucho más abarcativas dentro

A través de un enfoque similar, Sillar (1999, 2000) ha observado formas bien definidas en el proceso de producción de alfarería en diferentes comunidades de los Andes Centro-Sur (Perú y Bolivia), en donde la producción de alfarería en esta área es sorprendentemente consistente tanto en términos de las técnicas utilizadas como en la organización de la producción (tradiciones locales). Su aproximación es relativamente diferente a la de Arnold, y él ha enfatizado su estudio en el entendimiento de las “elecciones técnicas” (Lemmonier 1992, 1993; van der Leeuw 1993) realizadas por los alfareros en las diferentes etapas del proceso de producción de alfarería y su importancia vital en la reproducción social de las comunidades alfareras (Sillar 1988, 1999, 2000). Una de las áreas investigadas por Sillar (1999) en los Andes ha sido la utilización del estiércol de

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Figura 5. Técnicas de manufactura primaria: (a) y (b) puco Sanagasta, rodeteado, (c) urna Abaucán, rodeteado en la sección media de la urna, (d) urna Abaucán levantada en tres secciones diferentes por la técnica de rodeteado, (e) estiramiento de pasta en sector superior de base, urna Sanagasta, y (d) grandes rodetes visibles en urna Sanagasta no decorada.

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de la vida social de estas comunidades (Sillar 1999; Lemmonier 1993).

concepciones locales de los limitantes técnicos y funcionales, en las relaciones con otras actividades diferentes a la producción de alfarería y en el significado simbólico de los materiales y comportamientos particulares. De esta forma, Gosselain y Livingstone-Smith (2005: 67-68) plantean: …”que los alfareros no actúan aleatoriamente, sino que navegan a través de un canal estrecho de prácticas definidas y compartidas culturalmente.”;…”y que lo que constituyen tradiciones puede se considerado como definiciones locales de «lo que es posible» y lo «que no es posible» dentro de un contexto específico, en donde tales definiciones (o «reglas») están embebidas en los individuos a través de la práctica, tácitamente compartida y, más frecuentemente, no explícita.”

Gosselain (1999) y Gosselain y Livingstone-Smith (2005) han ido aún más allá en su exploración de los mecanismos –estrategias técnicas- de selección y procesamiento de materias primas cerámicas en su estudio intercultural llevado a cabo en el Africa sub-sahariana con más de 1000 alfareros en diferentes países. Su enfoque ha radicado en entender el “comportamiento técnico” de los alfareros en una forma más dinámica y realista, a través del estudio de los aspectos sociales más amplios que gobiernan esta actividad artesanal. Una de las conclusiones más importantes a las que Gosselain y Livingstone-Smith (2005) han arribado es que los patrones actuales de selección y procesamiento de las materias primas cerámicas no dependen ni están determinados por la distancia geográfica a las fuentes, los derechos de propiedad de la tierra, ni por cuestiones relacionadas a la funcionalidad esperada de las vasijas a modelar, sino que la forma en que las prácticas alfareras se configuran una y otra vez en el tiempo y el espacio responde a otras consideraciones: (1) la percepción individual de los lugares adecuados para extraer la arcilla, (2) los criterios que permiten al alfarero localizar los bancos de arcilla, (3) los tipos de actividad durante la cual un nuevo depósito de arcilla puede ser descubierto (trabajo agrícola, tareas domésticas, reparación de casas, etc.), (4) las concepciones personales de lo que es una arcilla “apropiada” para modelar vasijas cerámicas (y su comparación por ej. con las prácticas de procesamiento de alimentos), (5) el estatus socio-económico de la actividad artesanal (alfarero/a) y (6) las creencias y prácticas religiosas (rituales, prohibiciones, sacrificios). En otras palabras, las estrategias de selección y procesamiento de las arcillas para la manufactura de cerámica involucran una serie de “habilidades” y “representaciones” que caen dentro de los campos económicos y técnicos, así como también dentro de aquellos sociales y simbólicos (Gosselain y Livingstone-Smith 2005).

Las tradiciones son entendidas, entonces, no como meros actos técnicos, sino como prácticas culturalmente definidas que son puestas en juego y transmitidas tanto vertical como horizontalmente dentro de comunidades con límites sociales muy marcados, dentro de “comunidades de práctica” (Gosselain y Livingstone-Smith 2005; Wenger 1998; Barley 1994). Mas aún, Barley (1984) ha planteado que partes del proceso técnico sirven como una “metáfora” para explicar aspectos de la experiencia humana y estructurar una serie de ritos sociales: …”la alfarería como proceso involucra un número de cambios. Este proceso toma la materia amorfa y la formatiza. La transforma a través de la operación de calentamiento, de lo húmedo a lo seco, de lo blando a lo duro, de lo crudo a lo cocido, de lo natural a lo cultural, de lo impuro a lo puro. Una vasija rota puede ser nuevamente molida e incorporada dentro de nuevas vasijas para mostrar la reversibilidad del tiempo. Las vasijas se prestan asimismas a la fractura abrupta para marcar aislamiento, destrucción”….. “Ellas son sobre todas las cosas vasijas y por lo tanto pueden ser usadas para referirse las cavidades del cuerpo. Ellas se prestan rápidamente a la discusión del espíritu, la concepción y la esencia” (Barley 1984: 99). La chaîne opératoire –cadena operativa- de este modo ofrece una herramienta útil para explicar los procesos naturales y para estructurar aquellos procesos culturales. Esto es lo que Barley llama el “modelo alfarero”: …”una de las numerosas formas disponibles para una cultura para pensar sobre si misma”…(Barley 1994: 138). Teniendo en cuenta todas las instancias en donde la alfarería está involucrada en una sociedad o donde se hace una referencia explítica a su chaîne opératoire, se vuelve claro que su común denominador es la transformación: transformación fisiológica (concepción, gestación, aparición del primer diente, madurez sexual,

De este modo, para Gosselain y LivingstoneSmith (2005) existen cuatro aspectos que juegan un rol muy importante para tratar de entender la lógica subyacente detrás de estas prácticas locales y representaciones: la tradición, los limitantes tecno-funcionales, las relaciones con otros ámbitos de actividad social y las concepciones simbólicas. La selección de las “recetas apropiadas”, dentro de un rango muy amplio de técnicas de procesamiento adecuadas y disponibles para el alfarero, está basada en el conocimiento específico y general perteneciente a la forma en que los individuos se sitúan asimísmos en el tiempo y en el espacio (noción de “tradición”), en las

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menstruación, menopausia, muerte), transformación cultural (ritos de nacimiento, iniciación, matrimonios, funerales, ancestralización) y transformación mítica (la creación de los humanos) (Gosselain 1999: 214). Esto muestra que los productos de arcilla (las vasijas) o partes del proceso de manufactura pueden servir como un instrumento o un modelo en el curso de las transformaciones culturales o aún como una metáfora para explicar ciertas transformaciones fisiológicas o míticas en la vida de los individuos (Gosselain 1999: 214).

en el sitio de Batungasta y alrededores. Esta producción de cerámica se intensificó hacia el Período Tardío alcanzando una escala que fue mucho más allá de la esfera doméstica abarcando no solo el valle de Abaucán sino también la región puneña de Chaschuil y probablemente algunos sectores puneños de Antofagasta de la Sierra (Ratto et al. 2002a, 2002b, 2004, 2006). La intensificación de la producción de alfarería en el Período Tardío (ca. AD 900 – AD 1200) llevó a Batungasta al nivel de un “centro de manufactura” cerámica bien establecido en talleres (Orgaz et al. 2006; Ratto et al. 2002a, 2002b, 2004, 2006; Caletti 2005) y con un alto grado de especialización funcional así como también en la utilización de los recursos –materias primas cerámicas- (Rice 1991). Como mencionamos anteriormente, esta especialización artesanal en la producción de alfarería posee su correlato directo a nivel arqueológico en la aparición de altos grados de “estandarización” tanto a nivel morfológico y dimensional en la manufactura de las vasijas como en la elaboración de las pastas cerámicas que caracterizan este período (Arnold 2000).

Es casi imposible hablar de “tradición” sin caer en el esquema normativista histórico-cultural que conlleva el término en las interpretaciones arqueológicas. Creemos, como mencionamos anteriormente, que las tradiciones pueden ser visualizadas como “prácticas culturalmente definidas” a través del tiempo dentro de comunidades con límites sociales muy marcados (Gosselain y Livingstone-Smith 2005). Esta definición puede aplicarse para entender el registro arqueológico de la producción cerámica del sitio de Batungasta y sus alrededores para momentos del Período Tardío (ca. AD 900 – AD 1200) en el valle de Abaucán (Dpto. Tinogasta, Catamarca), en donde podemos hablar de la existencia de una “tradición alfarera”, la cual implicaría un conjunto de prácticas o comportamiento técnicos conservadores repetidos a través del tiempo por los alfareros - chaîne opératoire-, que habría comenzado en épocas Formativas muy tempranas, acentuándose en el Período Tardío con las manifestaciones cerámicas de lo que se ha denominado Cultura Sanagasta o Sanagasta-Abaucán (Ratto el al. 2004; Caletti 2005) y que involucraría las diferentes “elecciones técnicas” realizadas por los alfareros durante los procesos de: (1) selección y preparación de las materias primas cerámicas –arcillas y antiplásticos-, (2) modelado de las vasijas a través de las técnicas de manufactura primarias y secundarias para lograr diferentes formas, (3) acabado y decoración de las vasijas y (4) cocción de las vasijas en estructuras de combustión y a cielo abierto (Caletti 2005).

Esta producción cerámica quizás fue nuevamente intensificada y reorientada en tiempos de la ocupación Inca en el valle (Ratto et al. 2002; Orgaz et al. 2006) adecuando las necesidades de la burocracia estatal durante la anexión de estos nuevos territorios y poblaciones (Orgaz et al. 2006). La “tradición local de alfarería” en el sector medio del valle de Abaucán, materializada en el registro arqueológico de la producción cerámica estudiado, nos habla de una producción con fuertes características locales y muy conservadora en relación a la estructuración de la chaîne opératoire –cadena operativa-: (1) la utilización de las materias primas cerámicas –arcillas y antiplásticos-, (2) la producción de formas cerámicas muy conspicuas –la mayor parte de ellas relacionada con la concepción y ritos en torno a la muerte-, (3) la utilización de un repertorio reducido de técnicas de manufactura – primarias y secundarias-, (4) la decoración de las vasijas y (5) la cocción de las mismas.

Ríos de Arcilla: Producción Cerámica en Watungasta

En relación a las formas y decoración de las vasijas si bien la mayoría pertenecen a momentos del Período Tardío, Culturas Sanagasta y Abaucán (González y Sempé 1975; Sempé 1977, 1980), Ratto y colaboradores (Ratto et al. 2007) han observado que existe un gran sincretismo con elementos decorativos asignados a la Cultura Belén en la decoración de ciertas formas cerámicas procedentes de contextos funerarios

Considerando la información presentada en este trabajo, podemos plantear para Batungasta un modelo de producción cerámica para el Periodo Tardío (ca. AD 900 – AD 1200) e Inca (ca. AD 1480 – AD 1532) basado en la noción de la “comunidad de alfareros” (Arnold 2005), en donde la producción de alfarería en el valle de Abaucán (Dpto. Tinogasta, Catamarca) estuvo concentrada

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(ver también Alanis 1947). Por otro lado, la evidencia cerámica procedentes de los valles meridionales como San Blas de Los Sauces y Pituil (Provincia de La Rioja) muestra que existe una relación muy fuerte entre la “tradición alfarera” definida para el sector medio del valle de Abaucán (Dpto. Tinogasta, Pcia. de Catamarca) y las poblaciones que vivieron durante el Período Tardío en aquellos valles riojanos (Boman 19271932).

forma del cuerpo humano y su desarrollo a través de la vida (Barley 1994). El proceso por el cual la arcilla se vuelve una vasija cerámica recrea y refleja las transformaciones biológicas, físicas y sociales por las que un individuo pasa a través de toda su vida, desde su concepción hasta su muerte (Barley 1994; Gosselain 1999; Gosselain y Livingstone-Smith 2005). Platt en los Andes meridionales muestra como el proceso de concepción, gestación y parto del ser humano es homologado metafóricamente entre los Macha al proceso de cocción de una vasija cerámica (Platt 2002).

Vasijas Sagradas, Vasijas Domésticas: entendiendo el rol de la alfarería en el Período Tardío

Adicionalmente, las vasijas nos llevan rápidamente a un lenguaje interno/externo, contenedor/contenido, poseyendo un lugar particular dentro de la gramática de los objetos de las sociedades del Período Tardío (Barley 1994). La inclusión de un antiplástico de origen cultural como el “tiesto molido” a las pastas cerámicas, básicamente en las vasijas Sanagasta (pucos y urnas) en muy bajos porcentajes no posee ninguna significancia funcional (De La Fuente 2007). Por el contrario, vemos la molienda y el agregado del tiesto molido como una elección tecnológica relacionada con una práctica reproductiva social mucho más amplia, probablemente asociada con ritos, mitos y prohibiciones que gobernaron la vida de estas sociedades (Barley 1994; Sillar 1999, 2000).

Podríamos caracterizar a las sociedades del Período Tardío en el valle de Abaucán como sociedades alfareras con un fuerte contenido agrícolo-pastoril. Definir a éstas sociedades como alfareras implica emprender una visión en la que la alfarería, en tanto una de las ergologías con mayor presencia en todos los ámbitos de la sociedad, jugó un papel estructurador en la organización económica, política, social y religiosa de las mismas. Podríamos pensar, entonces, que la elaboración de alfarería en el pasado fue parte de la experiencia cotidiana compartida por los individuos en la sociedad. De este modo, las vasijas cerámicas participaron en las diferentes visiones sociales del mundo. Cada vasija está íntimamente conectada con el medio social y cultural donde fue creada, aunque algunas veces las vasijas pueden tomar diferentes rumbos y su destino puede variar drásticamente. Aún más, las vasijas cerámicas pueden moverse desde lo sagrado a lo profano en su participación dentro de la vida social dentro de una sociedad, resignificando los nuevos contextos dentro de los cuales toman parte activa como objetos sociales.

En los Andes meridionales, el proceso de hacer alfarería como un todo, puede ser visto como un escenario que provee una experiencia concreta que pudo servir como un modelo para organizar otras actividades de la vida en el pasado. En las sociedades alfareras, como aquellas del Período Tardío en Batungasta, el hacer alfarería fue una forma válida para explicar el mundo en el pasado, y más ampliamente fue un modelo utilizado para entender las diferentes etapas en el ciclo de la vida humana. La alfarería no solo participó en todas las etapas de la vida humana sino que fue un ítem de la cultura material asociado a todas las prácticas sociales en diferentes formas. Un ejemplo interesante en Andes meridionales es aquel descripto por Platt para los Macha del altiplano boliviano, en el que la alfarería, en este caso los tiestos, asociados a los chullpa ancestrales, participan en las prácticas etno-obstétricas resignificando el contexto particular del parto durante la separación del recién nacido de su madre (Platt 2002):…”Solo entonces se corta el cordón (kururu) con un tiesto (k´analla), a veces recogido del suelo fuera de la casa en ese instante. Los tiestos también se asocian con los restos arqueológicos del tiempo de los chullpa.”…”Se dice que el uso del tiesto

La visión estática del arqueólogo en la definición de las categorías formales para estudiar los objetos cerámicos presenta una barrera teórica más bien que metodológica para avanzar en la interpretación de los aspectos sociales e identitarios en el pasado. Las urnas, los pucos y las ollas se transmutan en el Período Tardío en el valle de Abaucán; mientras que las urnas funerarias nos hablan directamente del ritual de la muerte, los pucos, que usualmente refieren a aspectos domésticos de la vida (e.g. servir comida) aparecen también mezclados con las urnas funerarias en diversos contextos. Los pucos y las ollas son contenedores de líquidos y sólidos, pero también de esencias espirituales a través de la transformación física de los alimentos. Las vasijas cerámicas poseen labios, bocas, cuellos, hombros, pies, extremidades y fondos o bases, lo cual nos lleva directamente a pensar en la

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garantizará que el niño siempre tenga buena ropa; el uso de las tijeras o de una chuchilla (gilette), que ahora se ha adoptado en algunas familias, se critica por los tradicionalistas, quienes dicen que esto va a suponer ropa escasa y andrajosa. Detrás de estas creencias yace un cuento sobre el origen del tejido, que nos proporciona una clave importante para interpretar la conceptualización del parto en Macha. Dios, se dice, dijo al zorro que ordenase a las mujeres sacar sus tejidos de las ollas, pero el zorro les dijo que fuesen a poner cuatro palos en el suelo para tejer. El zorro es una figura embaucadora, asociada con los orígenes de la cultura. La idea de que los tejidos debieran sacarse cocidos de las ollas ofrece una analogía con la emergencia del feto hilado del vientre caliente y húmedo de la madre.”…..”El uso del tiesto, metonímicamente relacionado con las ollas de los chullpa, para cortar el cordón constituye, por lo tanto, una delimitación simbólica de la frontera convergente entre los tejidos internos (naturales) y externos (culturales) del cuerpo humano. De ahí que propicie una abundancia de buena ropa para el recién nacido.” (Platt 2002: 141).

agradece el apoyo del CONICET a través de una Beca Doctoral Interna (2001-2005), a la Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de Catamarca, y a la Comisión Fulbright a través de una Beca de Investigación (2008) por brindar los medios adecuados para la realización de este trabajo. Finalmente, el autor agradece a los organizadores del IV TAAS por ofrecernos el espacio para poder coordinar el simposio que dio origen a este trabajo. Las opiniones aquí vertidas así como también las omisiones son de exclusiva responsabilidad del autor.

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De este modo, no debería sorprendernos que la alfarería adopte configuraciones y patrones diferentes en el registro arqueológico de acuerdo a su rol como producto social. El estudio de la chaîne opératoire –cadena operativa- en las sociedades alfareras es una herramienta poderosa a nivel teórico y metodológico para aproximarse, en diferentes formas, al estudio de aspectos tales como la identidad y el comportamiento técnico y entender mucho mejor el rol de la alfarería en el pasado.

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Agradecimientos Este trabajo fue presentado por primera vez en el Simposio “La Cerámica Arqueológica en la Materialización de la Sociedad. Transformaciones, metáforas y reproducción social”, realizado durante la IV Reunión Internacional de Teoría Arqueológica Sudamericana, 3 al 7 de julio de 2007, Catamarca. Diferentes versiones del mismo fueron presentadas en otros ámbitos académicos durante el año 2008. Una versión ampliada fue presentada en una conferencia realizada durante el mes de noviembre de 2008 en el Departamento de Antropología de la Universidad de MissouriColumbia, la cual fue beneficiada por numerosas críticas. El autor agradece las diferentes críticas y opiniones vertidas por los asistentes a las presentaciones del mismo y los comentarios ofrecidos por los evaluadores del trabajo. El autor

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