The Ignorant Philosopher? On Jacques Rancière’s Political Ontology

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Descripción

Erich Daniel Luna Jacobs VIII Congreso Latinoamericano de Ciencia Política 2015

¿El filósofo ignorante? Sobre la ontología política de Jacques Rancière

1. La política es entendida aquí como una lucha por la redefinición de la redistribución de cierta parte por parte de ciertos grupos. Y es que cuando la sociedad cuenta sus partes, siempre ocurre una suerte de falla en la cuenta (siempre se cuenta mal). 2. Esa exclusión o mala cuenta de una parte de la sociedad (la parte de los que no tienen parte, o el pueblo -demos) es tenida como necesaria o estructural para la reproducción misma de cualquier orden social posible. 3. Este orden (que viene a llamarse policía) siempre está basado en una cuenta fallida, con lo que no existe un último fundamento metafísico para fundar, fundamentar y/o legitimar el orden social. Pero siempre es jerárquico y requiere de un cierto consenso (explícito o implícito) sobre la cuenta. Aquí, y a diferencia de Marx (justamente criticándolo), la dominación de los hombres de una configuración policial se expresa como una administración sobre cosas, donde todo ya está bien contado (la tecnocracia sería un ejemplo de esto). 4. La política emerge cuando la igualdad, en tanto presuposición básica, cuestiona el orden que se considera natural, obvio o necesario (la igualdad se expresa en su sentido eminente cuando el dominado entiende la orden y cuando entiende las razones de por qué tiene que obedecer). Es una lógica disruptiva que rompe con el consenso establecido. Por eso se expresa como disenso (por ejemplo, sobre el objeto de la disputa, sobre las partes de la disputa e incluso sobre la disputa misma) y como la manifestación de la democracia. Es un fenómeno ocasional y raro que opera siempre sobre la policía (uno manifiesta desacuerdo hacia “algo”). Pero también es un fenómeno estructural y formal (la política no tiene que ver esencialmente con un contenido o issue concreto). Lo político, entonces, es algo ontológico que instituye y redefine lo social, y no algo óntico como lo que la ciencia política intenta explicar (regímenes determinados, partidos determinados, movimientos sociales determinados, etc.). 5. Dicha lucha es por redefinir el reparto de lo sensible (esto comprende desde los bienes y los roles, hasta los lugares y las percepciones sobre uno, los otros y el mundo). En este sentido, es algo calificado como estético. Y la política quiere redefinir dicha “sensibilidad”. Este proceso disruptivo sobre la cuenta que se basa en la igualdad es la democracia (es esencialmente un proceso ontológico de construcción de lo social que un régimen óntico de reglas y procedimientos). 6. No queda claro si un proceso político fallido merece ser considerado político, por cuanto se insiste en que la política reconfigura la partición de lo sensible y no en que simplemente lo pretende (por ejemplo, Occupy). ¿Cómo debe entenderse el ejemplo de “Podemos”? ¿Antes era político y ahora es parte de la configuración policial? ¿Cuándo gobierne dejará de ser político y será jerárquico? ¿Se redefine la cuenta políticamente bajo una protesta de movilización o bajo un gobierno que emprende reformas estructurales relevantes? ¿O simplemente debemos decir que no existe nada puramente político y nada puramente policial? 7. A nivel de ontología política, lo que no queda suficientemente justificado es por qué no es posible contar bien e incluir a todos (¿por qué siempre falla la cuenta?). No queda claro por qué

Erich Daniel Luna Jacobs VIII Congreso Latinoamericano de Ciencia Política 2015

eso es una imposibilidad ontológica (recuérdese que sí existen autores críticos que intentan dar cuenta de dicho fracaso inevitable, como Laclau o Badiou). Lo mismo puede decirse de la igualdad que es presupuesta sin un desarrollo teórico que la pretenda justificar (como en el caso de Habermas). Presenta el caso extraño de ser un presupuesto racional excluido de ser justificado con razones. 8. Otro problema tiene que ver con que si la democracia no es un régimen óntico, es admisible que una política democrática genere (cuasi inevitablemente) resultados ónticos autoritarios/ jerárquicos y policiales (por ejemplo, en América Latina populismos y gobiernos militares con apoyo social que devinieron represivos). No existen criterios en la ontología política de Rancière para evaluar configuraciones policiales. Una respuesta podría consistir en decir que la política siempre es impredecible, como si fuera esencialmente ex machina o ex nihilo. Sin embargo, ello es renunciar a poder explicar ese importante aspecto de nuestras vidas. Pero ello es consistente con el rechazo que Rancière hace a las ciencias sociales (bajo la idea de que operan en el campo policial y que pretenden decir a la gente qué son y qué deben hacer). Lo que encuentro problemático de este diagnóstico para con la actividad científica es que no es consecuente con la idea de pensar a las actividades emancipatorias como las que redefinen lo sensible (siendo éstas en su ontología la política y el arte). Y es que, la historia de la ciencia muestra claramente transformaciones cruciales (por ejemplo, las cosmológicas y biológicas) en la manera de percibir el mundo y la sociedad (diríamos en su terminología, cambios profundamente estéticos), fuera de su no espontánea y esperable feliz relación (bajo este marco) con la Iglesia y el Estado. 9. Un problema adicional es que si la ontología política es puramente formal, la política se vuelve (como vimos) cuasi ex machina o ex nihilo porque olvida los aspectos materiales que posibilitan la politización de los seres humanos (por ejemplo, tiempo, recursos, capacidades organizativas, etc.). Incluso si la exclusión estructural fuese cierta, solamente sería una condición necesaria y no suficiente para la emergencia de la política democrática del disenso, dada la necesidad de los aspectos materiales (esto se ve claramente si es que se admite que si los regímenes policiales son fuertemente represivos con esto, la política será menos probable que ocurra). Incluso podría pasar el que el oprimido o excluido considere legítima su posición o cuenta en la estructura social (podrían estar equivocados sobre lo que pasa, o podrían desear ser dominados). Aquí los detalles de los casos son relevantes porque mostrarán qué tan subversivo o potencialmente subversivo es el excluido y qué tan represivo es el régimen policial que mantiene una cierta repartición de lo sensible. 10. Finalmente (y este me parece el punto más crítico filosóficamente), no hay una explicitación sobre el ser ni sobre cómo se conoce el ser, fuera de explicitar la relación del lenguaje con el mundo y con nuestro posible conocimiento de éste. En concreto, el estatuto ontológico de su ontología política no es claro (por ejemplo, si es que pretende ser trascendental). Tampoco queda claro cómo es posible acceder a dicha estructura (si por inducción empírica, fenomenología descriptiva, intuición intelectual, etc.). Sin estas aclaraciones el proyecto ontológico termina siendo dogmático, por más crítico y radical que se considere a sí mismo. 11. Por todo lo anterior es que el título de la ponencia juega con una doble ambigüedad: en tanto el filósofo abandona la pretensión vanguardista de decirle a la gente lo que tiene que hacer, Rancière es un héroe filosófico de la ignorancia (“todos somos iguales y en política nadie sabe más que nadie”). Pero si su proyecto termina siendo puramente dogmático (por más crítico que se le considere), lo que sucederá más bien es que Rancière será en realidad una víctima de la ignorancia.

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