Tesis de licenciatura “LOS OFICIOS EN SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, A TRAVÉS DE LA LENTE DE VICENTE KRAMSKY (1960-1970).”

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Descripción

INSTITUTO DR.

DE

JOSÉ

INVESTIGACIONES

MARÍA

LUIS

MORA

“LOS OFICIOS EN SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS, A TRAVÉS DE LA LENTE DE VICENTE KRAMSKY (1960-1970).”

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QUE PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE LICENCIADA EN HISTORIA CON LÍNEA DE FORMACIÓN EN GESTIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL P

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A :

GABRIELA LEONOR TORRES FREYERMUTH Director: Ariel Arnal

México, D.F.

Enero de 2013

A la memoria de Vicente Kramsky, “el mago de la lente”.

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“Emprendo una tarea que comprende la difusión del estado de Chiapas. Una actividad como una expresión del compromiso contraído con mi pueblo y estado natal, tiende a la difusión de los valores y atractivos turísticos, tanto de paisajes naturales como la creación del hombre y habitantes (antiguos) y sus descendientes, para trasmitirle a los demás nativos y extranjeros que están ávidos de conocer”. Vicente Kramsky

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AGRADECIMIENTOS Agradezco profundamente a mi asesor Ariel Arnal, quien con su conocimiento del campo, y siempre con una sonrisa me apoyó y entusiasmó a lo largo de esta investigación logrando que la realización de la tesis se convirtiera también en algo placentero. A mis lectores, Dra. Graciela de Garay y Dr. Alberto del Castillo, por haber revisado

este

texto

en

incontables

ocasiones y por sus acertadas

observaciones. A la Mtra. Alicia Salmerón por ser una guía en estos cuatro años y medio, y quien además de acompañarnos a lo largo de la licenciatura siempre tuvo el entusiasmo para ayudarme en la investigación. También a la Dra. Lourdes Roca, por asesorarme durante mi proyecto de tesis. Expreso mi profundo agradecimiento a Francisca Espinosa, Emilia Kramsky y Marina, quienes tuvieron la confianza para abrirme las puertas del “Archivo Vicente Kramsky”, permitiéndome consultar ese rico acervo y utilizar algunas de las fotografías para este documento. Gracias por su disposición y amistad. Agradezco la generosidad de Justus Fenner, Jorge Paniagua, Víctor Esponda, Francisca Espinosa, Carlos Martínez Zea y Jorge Molina, quienes a partir de su memoria lograron la reconstrucción de la vida del fotógrafo y de la historia de un oficio. Asimismo, el apoyo del personal de la Biblioteca del Instituto de Estudios Indígenas de la Universidad Autónoma de Chiapas, en especial a María Elena Fernández-Galán. Agradezco a la coordinadora de la Licenciatura en Historia del Instituto Mora, Dra. Cecilia Noriega Elío, por su apoyo en este último año. De igual forma mi agradecimiento para el personal de servicios escolares: Aurea Castellanos, Lorena Navarro, Martha Rodríguez y Lucy Tirso por su disposición y ayuda para realizar todos los trámites de titulación. Un profundo agradecimiento al personal de la biblioteca Ernesto de la Torre Villar del Instituto Mora:, Miguel Ángel Jurado, Pedro Esquivel, Irma Osorio, Germán iv

Mejía y Fernando Alvarado por su extraordinaria disposición y amabilidad al facilitarme la búsqueda de materiales y libros necesarios para la elaboración de la tesis. A mi amiga Alexandra Rodríguez Medina, compañera de estudios, por apoyarme con su amistad, cariño y buen humor a lo largo de la licenciatura y durante la elaboración de esta tesis. A mis amigas y amigos: Mariana, Verónica, Priscila, Agustín, Rubén, Mauricio, Rigoberto, Juan y Manuel, que tuvieron que escuchar el nombre de Vicente Kramsky y los oficios en incontables ocasiones durante el último año y medio, y a mis amigas de la infancia, quienes aún en la distancia están siempre conmigo: Itzel, Viviana, Miriam y Ámbar. Agradezco a mi familia, a mi hermana y mejor amiga Úrsula, quien además de sugerirme el tema de estudio me apoyó a lo largo de la realización de esta tesis, alentándome y asesorándome cuando me surgía alguna duda. A mi hermano Alec por haber sido un referente positivo en mi vida, y a mi prima Julieta, con quien compartí siempre mis inquietudes respecto a la tesis, escuchándome y apoyándome con su sonrisa y afecto. Agradezco enormemente a mi madre y a mi padre, por haberme apoyado a lo largo de toda mi vida, tanto profesional como emocionalmente, y por leer con entusiasmo cada línea de esta investigación, realizando comentarios para su mejora. A mi novio Thomas, por formar parte de mi vida demostrándome su amor incondicional durante este período. Por último, quiero expresar mi agradecimiento al Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora por la formación académica que me ha brindado a lo largo de los últimos cuatro años y medio.

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Las dos partes de la tesis para optar por el título, de acuerdo con el programa de Licenciatura en Historia del Instituto Mora son las siguientes:

I. Una disertación escrita inédita con la calidad de un artículo publicable en una revista de investigación básica. Esta disertación deberá tener una extensión mínima de 50 cuartillas a doble espacio, sin contar la bibliografía ni, en su caso, los anexos (por otra parte, tampoco se espera que exceda las 80 cuartillas) II. La “traducción” o “conversión” de los conocimientos alcanzados a algún lenguaje apropiado para la docencia, la divulgación o la gestión del patrimonio, según la línea de formación cursada por el alumno.

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ÍNDICE Lista de ilustraciones........................................................................................ viii Presentación ...................................................................................................... 1 Introducción........................................................................................................ 5 1.- Introducción a la fotografía.......................................................................... 14 1.1.- Un vistazo a la fotografía nacional y regional ..................................................... 17 2.- Vicente Kramsky: Un fotógrafo local ........................................................... 23 3.- Una ciudad con olor a tierra ........................................................................ 32 3.1.- Los oficios, los barrios y la lente de Kramsky..................................................... 37 3.2.- Fotografiando los oficios ............................................................................................... 42 4.- La serie de los artesanos locales ................................................................ 45 5.- Un caso específico: La pirotecnia en el San Cristóbal de los años sesenta 52 5.1.- “Yo nací con el oficio de los pirotécnicos” La pirotecnia: una tradición heredada ......................................................................................................................................... 53 5.2.- La “galera” ........................................................................................................................... 55 5.3 “Jugando con fuego” Elaboración ............................................................................... 58 “Todavía conservo las piedras donde se molía la pólvora” .............................. 60 5.4 ¡Tiempo de lanzar cohetes! ............................................................................................ 63 Conclusiones.................................................................................................... 65 Referencias y bibliografía ................................................................................. 68

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Lista de ilustraciones Imagen 1. Familia Kramsky en “El Tívoli”………………………………….…......23 Imagen 2. Vicente Kramsky posando con su cámara…………………………...25 Imagen 3. Kramsky, V., Día de feria en el parque central……………………....28 Imagen 4. Vicente Kramsky sobre la iglesia de Santa Lucía…………………...31 Imagen 5. Kramsky, V., Calle Real de Guadalupe…………………………........32 Imagen 6. Kramsky, V., Hombre alfarero………………………………...…….....37 Imagen 7. Kramsky, V., Niña decorando cajas de madera…………………......39 Imagen 8. Kramsky, V., Hombre tallando cajitas de madera……………......….43 Imagen 9. Kramsky, V., Iglesia de mexicanos……………………………….......45 Imagen 10. Kramsky, V., Mujer decorando cajas de madera…………………..46 Imagen 11. Kramsky, V., Mujer Martínez envarillando cohetes……………..…47 Imagen 12. Kramsky, V., Mujer decorando cajas de madera…………………..48 Imagen 13. Kramsky, V., Pirotécnicos……………………..……………………...49 Imagen 14. Kramsky, V., Niño alfarero………………………………..…………..50 Imagen 15. Kramsky, V., Carlos Martínez Zea recogiendo carrizos…………...55 Imagen 16. Kramsky, V., Francisco Martínez López “haciendo ixtle”………....58 Imagen 17. Kramsky, V., Niño desconocido y Carlos Martínez Zea liando…...59 Imagen 18. Kramsky, V., Francisco Martínez López cargando el carrizo……..60 Imagen 19. Kramsky, V., José Martínez López cebando la bomba………..….61 Imagen 20. Kramsky, V., Familia Martínez Zea envarillando…….……..……...62 Imagen 21. Kramsky, V., Cohetes listos para su venta……………………........63

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Presentación

El presente trabajo surge como respuesta al primer acercamiento que tuve con el Archivo Kramsky en el año 2011. Cuando conocí este acervo fotográfico me encontré con una infinidad de negativos que me asombraron a primera vista: desvelaban la arquitectura de la ciudad en los años sesenta, la sociedad, los pueblos indígenas, las fiestas y los paisajes de Chiapas; fotografías que recreaban un espacio y tiempo determinado. Entre toda esa gama de imágenes descubrí material fotográfico que daba cuenta de actividades sobre las que personalmente nunca había reflexionado: eran las fotografías de hombres y mujeres que hace cinco décadas realizaban oficios en cada barrio de la ciudad. ¿Quiénes eran aquellas personas? ¿Qué hacían? ¿Dónde aprendieron el oficio? ¿A qué barrio pertenecían? Ante tales interrogantes y la sorpresa que aquellas fotografías provocaron en mí, decidí tomar como tema de estudio a Vicente Kramsky y a la serie fotográfica de los oficios en San Cristóbal de Las Casas durante los años sesenta, específicamente el de la pirotecnia. La finalidad era recuperar, a través de la historia visual, una tradición prácticamente extinguida en esta ciudad, haciendo de esta manera una representación del pasado de uno de los oficios practicados durante la segunda mitad del siglo XX, y a la par, revisar la historia del fotógrafo detrás de la lente. De igual manera me interesé en conocer cuál era el significado del ser cohetero en ese periodo, y entender cómo una fotografía puede ser detonante de la memoria y a partir de ello reconstruir una historia, la historia de este oficio. ¿Por qué Vicente Kramsky, y por qué específicamente esta serie fotográfica? Vicente Kramsky (1928-2010), originario de San Cristóbal de Las Casas fue, durante la segunda mitad del siglo XX uno de los fotógrafos más importantes de la ciudad. Desde muy joven se dedicó al arte de la fotografía, capturando a lo largo de su vida alrededor de 50 mil imágenes en color y blanco y negro. Su obra comprende desde fotografías de su ciudad natal, que logran recrear la 1

vida social y religiosa de San Cristóbal, hasta imágenes de las zonas naturales y sitios arqueológicos del estado de Chiapas. Siendo un fotógrafo autodidacta, las fotografías de Vicente Kramsky no sólo lograron plasmar las bellezas naturales, la diversidad étnica, las costumbres, las fiestas religiosas, los fenómenos sociales del estado, y los desastres naturales que afectaron a la ciudad como las inundaciones y la caída de las cenizas de la erupción del volcán Chichonal. La obra de este fotógrafo nos permite también entender de qué forma él mismo observaba los lugares y a la gente que retrataba, los momentos vividos. De esta forma, a través de su trabajo fotográfico podemos obtener la visión del mundo del artista. Las imágenes de Kramsky constituyen un testimonio invaluable de cómo un hombre de su época veía la riqueza histórica y social de Chiapas. Sin embargo, entre todas las fotografías, la serie de los oficios sobresale y adquiere importancia debido a que la práctica de la mayoría de estas actividades ha desaparecido, y actualmente se sabe de ellas a través de pocos testimonios de aquellos que las llevaban a cabo y desde luego, a partir de la serie fotográfica que Kramsky realizó. Los oficios conformaron el quehacer diario de una parte de la población y caracterizaban a cada barrio; es por ello que a través de la historia oral y la historia visual se intentó rescatar este pasado en gran parte desconocido hoy para la población local, especialmente la historia del oficio de los coheteros del barrio de San Antonio. Para el desarrollo del presente estudio, el trabajo ha sido dividido en cinco apartados y una breve introducción. La introducción tiene como objetivo dar a conocer al lector qué se ha escrito sobre este tema, quiénes lo han abordado y de qué manera. Para ello se hace un balance historiográfico de la historia de la fotografía en México y particularmente en Chiapas; así como de San Cristóbal, los oficios y la pirotecnia, igualmente se realizó una revisión documental sobre Vicente Kramsky, así como las obras que dotan a este trabajo metodológicamente.

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Por otra parte, se exponen las fuentes que se utilizaron para la elaboración de la investigación: relato e imagen, así como el marco metodológico que se empleó para abordarlas (historia oral e historia visual). El primer apartado, titulado “Introducción a la fotografía” tiene como finalidad mostrar la forma en la que el uso de la fotografía se ha modificado a través del tiempo hasta convertirse en documento histórico. Dentro de este apartado también se intenta introducir al lector al contexto de la fotografía nacional y regional durante el siglo XX. Para ello se revisa someramente la labor de los fotógrafos más representativos en México durante este periodo, así como de las mujeres fotógrafas que se desempeñaron en San Cristóbal, a la par que Kramsky, durante los años sesenta. El segundo apartado: “Vicente Kramsky: un fotógrafo local”, pretende ser un esbozo biógrafo del fotógrafo así como un análisis de su obra a partir de los testimonios de su esposa Francisca Espinosa y de uno de sus mejores amigos, el historiador Justus Fenner. Posteriormente, “Una ciudad con olor a tierra” muestra el contexto general en el que se elaboró la serie fotográfica de los artesanos locales que Kramsky retrató, así como el espacio en donde se practicaban los oficios: el San Cristóbal de los años sesenta. Al mismo tiempo se pretende mostrar por qué Kramsky se interesó en fotografiar los oficios y cuál era su opinión de los artesanos locales. El cuarto y quinto apartado se centran en el análisis de las fotografías. Primero se presenta una perspectiva general en base a

tres oficios (pirotecnia,

elaboración de cajas de maderas y alfarería), para posteriormente elaborar un análisis más profundo del oficio de la pirotecnia, enriqueciendo la historia visual con la historia oral. Es necesario aclarar que el objetivo de esta investigación no consistió solamente en rescatar la historia de los oficios –especialmente el de la pirotecnia- sino que trató de desarrollar una doble historia: por un lado, la de un sector marginado de la población en aquella época, y por el otro, la del fotógrafo que los retrató, para de esta forma recuperar del pasado a los 3

artesanos en San Cristóbal de Las Casas, y la figura de uno de los personajes más reconocidos en el ámbito cultural de la ciudad, permitiéndoles entrar al mundo de lo escrito de la historia.1

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Burke, Historia, 2006, p. V. Debroise, Olivier, Fuga mexicana un recorrido por la fotografía en México, Barcelona, Gustavo Gili,

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Introducción La fotografía en México ha sido abordada desde diferentes perspectivas. Algunos autores abarcan la historia fotográfica a través de textos que analizan la trayectoria de un conjunto de fotógrafos, y no de uno solo. Por ejemplo, Fuga mexicana, un recorrido por la fotografía en México de Olivier Debroise, tiene como objetivo presentar un estudio sobre la fotografía en nuestro país, desde 1840 hasta la última década del siglo XX.2 A través de este libro podemos conocer quiénes son algunos de los fotógrafos mexicanos reconocidos nacionalmente, sin embargo Vicente Kramsky no figura entre ellos. Es necesario mencionar que Debroise fue el último autor que hizo el intento de mostrar de manera panorámica el desarrollo de la práctica fotográfica en nuestro país. Otros investigadores han dedicado múltiples estudios de historia visual al análisis y obra de un fotógrafo o un tema en particular. Tal es el caso de John Mraz, quien realizó una investigación sobre uno de los fotógrafos más representativos del siglo XX: Nacho López.3 De igual forma, Alberto del Castillo Troncoso publicó un trabajo sobre el fotoperiodista Rodrigo Moya,4 quien a través de su lente testimonió las protestas y rebeliones de maestros y ferrocarrileros en el siglo XX, “construyendo una visión personal de su entorno que permitió a los lectores de la época visualizar distintos aspectos de la realidad nacional […] que clamaba un México moderno y monolítico”.5 Ariel Arnal, por su parte, nos muestra el “tipo fotográfico zapatista” que la prensa capitalina publicó entre los años 1910-1915 en su libro “Atila de tinta y plata”.6 De manera más específica, el estudio de la fotografía en Chiapas se desarrolla a través de trabajos en los que se exponen imágenes que giran en torno a un tema, ejemplo de ello es el libro Vidas Ceremoniales, editado por Casa de las Imágenes.7 Esta obra tiene como objetivo mostrar las fotografías de José Ángel 2

Debroise, Olivier, Fuga mexicana un recorrido por la fotografía en México, Barcelona, Gustavo Gili, 2005. 3 Mraz, John, Nacho López y el fotoperiodismo mexicano en los años cincuenta, México, Océano,1999. 4 Del Castillo, Alberto, Rodrigo Moya, México, Círculo de Arte, 2006. 5 Del Castillo, Rodrigo, 2006, p. 10 6 Arnal, Ariel, Atila de tinta y plata, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2010. 7 José Ángel Rodríguez Vidas ceremoniales, México, Casa de las Imágenes, 1991.

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Rodríguez relacionadas con lo ceremonial: se hizo entonces una selección de tomas de este fotógrafo y se presentó un libro puramente iconográfico, donde la vida del artista, así como el análisis de las fotografías no figuran. De igual forma, el libro de Gertrude Duby titulado Imágenes Lacandonas es uno de los libros importantes sobre fotografía chiapaneca.8 En esta obra se menciona la biografía de esta fotógrafa suiza y se exponen algunas de sus fotografías más relevantes, mostrándonos los rostros de la población que habita la selva lacandona. En cuanto a San Cristóbal de Las Casas, la historia misma de la ciudad se ha abordado desde siempre de la manera tradicional, dejando de lado fuentes de gran utilidad como la fotografía. La mayoría de los libros de historia sobre esta ciudad utilizan la imagen como mera ilustración o un auxiliar visual, rara vez como objeto de estudio. Se puede afirmar que la historia fotográfica, tanto de Chiapas como de San Cristóbal, continúa siendo prácticamente inexplorada. Justus Fenner afirma en su artículo “Bosquejo de la historia de la fotografía en San Cristóbal de las Casas, Chiapas”,9 que “la historia fotográfica en este estado [Chiapas] sigue estando virgen y a la espera de un investigador”.10 Bajo esta premisa, Fenner elabora un artículo que pretende mostrar quiénes fueron los primeros fotógrafos en llegar a la ciudad y de qué manera cada uno de ellos fue contribuyendo a crear la historia fotográfica de San Cristóbal, Vicente Kramsky es uno de los fotógrafos mencionados. Por otra parte, los estudios historiográficos sobre San Cristóbal han sido escasos. La mayoría de las obras históricas acerca de la ciudad corresponden a la época colonial, y se puede afirmar que para el periodo a estudiar existen pocos trabajos que realmente contribuyan a recuperar la memoria histórica; entre ellos es necesario mencionar el libro de Andrés Aubry: San Cristóbal de las Casas, su historia urbana, demográfica y monumental 1528-1990,11 el cual 8

Duby, Gertrude, Imágenes lacandonas, México, Chiapas, Consejo Estatal para la Cultura y las Artes, 1999. 9 Fenner, Justus, “Bosquejo de la historia de la fotografía en San Cristóbal de las Casas, Chiapas” en La ciudad de San Cristóbal de las Casas: a sus 476 años, Tuxtla Gutiérrez, CONECULTA, 2007. 10 Fenner, “Bosquejo” , 2007, p. 95. 11 Aubry, Andrés, San Cristóbal de las Casas, su historia urbana, demográfica y monumental 1528-1990, Chiapas, Fray Bartolomé de las Casas, 2008,

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logra reconstruir la historia urbana de la ciudad a través de

tres grandes

temas: la ciudad misma, su gente y el arte de sus monumentos. De igual forma, el libro La ciudad de San Cristóbal de las Casas: a sus 476 años, reúne una serie de artículos de varios especialistas que pretenden analizar la ciudad desde las ciencias sociales a través de distintos enfoques.12 En cuanto a la historia de los oficios en San Cristóbal, ésta ha sido recreada a partir de la historia de los barrios. Entre las publicaciones que se ocupan del tema, se encuentran las de Juan Pedro Viqueira, Jan de Vos13 y alguna información sustraída de guías de viajeros. Esta historia se remite a la creación de cada barrio, la mayoría fundados por indígenas de Guatemala y del centro del país que arribaron con los conquistadores desde el siglo XVI. Algunos de estos barrios fueron adoptando el nombre de los grupos indígenas que los habitaron y desde tiempos coloniales comenzaron a crear entre ellos una división del trabajo a partir de la práctica de diferentes oficios. Puede decirse que todos los textos que se han escrito sobre los barrios de San Cristóbal vinculan a éstos con el desarrollo de los oficios y sus artesanías: desde su creación y su apogeo hasta su paulatina desaparición. Teniendo en cuenta que esta investigación se centró específicamente en el oficio de la pirotecnia, cabe mencionar que solamente se puede identificar un trabajo que se ha realizado sobre el tema y que forma parte de la labor que desarrolló la Universidad de Harvard en Chiapas durante los años setenta. El artículo, titulado “The coheteros of San Cristobal” del autor Goldberg Harvey se refiere a este oficio y menciona su origen en la familia Martínez. 14 Se tuvo acceso a esta información a partir de un resumen que presenta el trabajo de campo de la universidad, ya que el artículo no se encuentra en la ciudad de San Cristóbal ni en las bibliotecas del país. Por último, centrándonos en el fotógrafo a estudiar, podemos afirmar que no existen libros que hagan referencia a Vicente Kramsky, sin embargo el artículo que Justus Fenner elabora dedica un apartado a la importancia que Kramsky 12

Camacho, Dolores y Arturo Lomelí, La ciudad de San Cristóbal de las Casas: a sus 476 años, Tuxtla Gutiérrez, CONECULTA, 2007. 13 De Vos, Jan, San Cristóbal ciudad colonial, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1986. 14 Apud. . Vogt, Evon Z, Fieldwork among the maya, Reflections on the Harvard Chiapas Project, University of New Mexico press, Albuquerque 1994.

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tuvo para la sociedad de San Cristóbal, “por haber contribuido, a través de su profesión de fotógrafo social, a documentar la vida cotidiana de la ciudad”.15 Más información sobre Kramsky puede localizarse sobre todo a través de fuentes hemerográficas, especialmente en periódicos del estado de Chiapas como El Planeta y Cuarto poder, así como de la misma ciudad, como El sol de San Cristóbal, La foja coleta y Real Jovel. En cuanto a los libros que dotan de marco teórico a esta investigación, no hay que olvidar que la fotografía es una de las fuentes que en los últimos años ha ganado espacio en el estudio histórico. En cuanto a metodología, existen diferentes autores que tratan de mostrar de qué manera la fotografía puede utilizarse como documento, ejemplo de ello es el libro Imágenes e investigación social, coordinado por Fernando Aguayo y Lourdes Roca.16 En esta obra se muestra una serie de trabajos sobre la utilización de la imagen como fuente de investigación desde diferentes disciplinas, así como la metodología. Visto y no Visto,17 de Peter Burke resulta una herramienta necesaria para elaborar este tipo de investigaciones ya que, a través de un análisis elaborado de grabados, pinturas, dibujos y fotografías de todas las épocas, el autor demuestra que las imágenes no fungen directamente como testimonios objetivos de su tiempo, sino del contexto social que las produjo, por ello es necesario contextualizar las imágenes y tratar de comprender lo que el fotógrafo trataba de reflejar en cada una de ellas. En cuanto a la metodología de la Historia Oral, es necesario mencionar el libro coordinado por Graciela de Garay La historia con micrófono,18 en el que, a través de pequeños textos de investigadores familiarizados con el tema, se introduce al lector a esta disciplina y se le explica desde su origen hasta los métodos y problemas que pueden presentarse al llevarla a cabo. Haciendo un balance historiográfico, podemos percatarnos de que existen pocos trabajos, para el caso de Chiapas y específicamente de San Cristóbal de Las Casas, que logren mostrar la visión específica de un fotógrafo hacia un 15

Fenner, “Bosquejo” 2007, p. 45. Aguayo, Fernando y Lourdes Roca (coords.) Imágenes e investigación social, México, Instituto Mora, 2005. 17 Burke, Peter, Visto y no visto: el uso de la imagen como documento histórico, Barcelona, Crítica, 2001. 18 De Garay, Graciela (coord.), La historia con micrófono, México, Instituto Dr. José María Luis Mora, 1994 16

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tema en particular, y prácticamente ninguno dedicado a Vicente Kramsky; de igual manera, notamos que hay escasos trabajos que aborden la historia de los oficios -específicamente la pirotecnia-. Se requiere de una mayor cantidad de investigaciones que recuperen el quehacer de fotógrafos locales, no solamente por su carácter estético sino por el valor histórico que brindan al contribuir con la historia fotográfica local o regional. Fuentes Las fuentes utilizadas para la elaboración de este estudio fueron principalmente el relato y la imagen. Empleando la metodología de la Historia Oral, en principio se realizaron seis entrevistas durante el periodo enero-julio del año 2012. Para recuperar la historia de vida de Vicente Kramsky se entrevistó a Francisca Espinosa, su esposa y compañera de toda la vida; Justus Fenner, entrañable amigo; Jorge Paniagua, cronista de la ciudad; así mismo se obtuvo información valiosa a partir de largas pláticas sostenidas con Emilia Kramsky, hija del fotógrafo y actual responsable del archivo Kramsky. Para la historia de los oficios en la ciudad y el contexto de San Cristóbal en los años sesenta, conté con la valiosa ayuda de Víctor Esponda y Jorge Paniagua quienes me retrataron a partir de sus recuerdos cómo era la ciudad en los años sesenta: las calles, el transporte, cómo empleaba la gente el tiempo libre, así como una minuciosa descripción de los oficios que en ese entonces se practicaban en la ciudad. En el caso específico de la pirotecnia, se recuperaron los testimonios de Jorge Molina, cohetero tradicional de la ciudad, y de Carlos Martínez Zea, quien siendo niño aparece en la serie fotográfica de los pirotécnicos. En cuanto a la imagen, esta investigación se apoyó principalmente en las 120 fotografías que conforman la serie de los oficios (en positivos y negativos con formato de 6x7). Pese a que no todas las imágenes mostraban un panorama general del oficio realizado se hizo una primera selección de tres de ellos (alfarería, pirotecnia y fabricación de cajas de madera) con un conjunto de 46

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fotografías. Estas imágenes fueron utilizadas para realizar un análisis general de los oficios y la manera en la que Kramsky retrató a los artesanos locales. En segundo término, para realizar un estudio más profundo fue conveniente analizar por separado la serie sobre pirotecnia, compuesta por 17 fotografías. Se eligió éste oficio por ser el que cuenta con mayor número de imágenes y el que muestra de una manera más completa el proceso de trabajo y el lugar donde se llevaba a cabo el oficio. Todas las fotografías utilizadas forman parte del archivo particular de la familia Kramsky, ubicado en la ciudad de San Cristóbal de las Casas, Chiapas. El Archivo Kramsky contiene alrededor de 50 000 fotografías, sin contar las que pertenecen al álbum familiar. El material está constituido por placas de 4x5 pulgadas, negativos en blanco y negro de 6x7 y 6x9, transparencias y muy poco material impreso. Actualmente solamente 10% de estas imágenes ha sido digitalizado, y muchas imágenes presentan un estado delicado ya que las condiciones ambientales y las de su actual resguardo han contribuido a su deterioro. Igualmente, se revisaron cuatro de los ocho diarios de Vicente Kramsky, que forman parte del archivo, lo que permitió rescatar a partir de sus escritos la opinión que tenía sobre los artesanos locales. Metodología Marc Bloch definió a la historia como “conocimiento mediante huellas”, en este sentido el relato así como la imagen funcionan como testimonios que dan cuenta de una información sobre el pasado. Inserta en la historia cultural, esta investigación tomó como herramientas de análisis la historia visual y la historia oral para conseguir lo que finalmente se presenta. Pese a que durante un largo periodo lo que hoy conocemos como historia cultural estuvo a cargo de antropólogos y follkloristas, se puede afirmar que es

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hasta la década de los sesenta que el estudio de la “cultura popular”19 entró en el ámbito de la Historia. La historia cultural surge entonces, como bien afirma Peter Burke, en respuesta a la exclusión que se había hecho de la gente corriente.20 La historia que previamente se había centrado en los aspectos políticos y económicos, la historia de los grandes acontecimientos y los grandes hombres, decidió voltear su mirada hacia la “cultura”, hacia los de abajo. Se sumaron entonces los estudios de las mentalidades, el imaginario, la familia, el cuerpo, las mujeres.21 Esta situación obligó a los historiadores a ampliar el universo de sus fuentes; y de esta forma es que nace, como señala Ivett García, el concepto de “vestigio” que correspondía al uso del relato y a las representaciones visuales, que no solamente contenían valiosa información sino que a veces eran las únicas fuentes existente.22 Surge entonces una historia conocida como la de las “representaciones”, con pretensión de leer entre líneas lo que previamente se había ignorado. Es importante definir el término “representación” ya que con éste no nos referimos a

una

descripción

específica

del

objeto

representado.

Un

mismo

acontecimiento puede ser visto desde distintas perspectivas y es a partir de esas representaciones que se genera la construcción social de la realidad.23 Es entonces, a través de las representaciones, que los historiadores culturales han pretendido, a partir de temas de la sociedad, más incluyentes que excluyentes, volver la historia más accesible para el gran público. Esto no implica que sea la única y más importante forma de hacer historia sino que la historia cultural, junto con la social, económica y política, forman entre todas la apodada por los franceses historia total.24

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Concepto que surge con el Folklorismo creado por la burguesía para rescatar tradiciones que comienzan a perderse con la Revolución Industrial. Se reinventan símbolos a través de los cuales la mayoría de la población se puede identificar. Es necesario tener en cuenta que la cultura popular es tradicional y estática, cambiante y adaptable. 20 El inicio de esta corriente historiográfica se da con la “Nouvelle Histoire” en Francia, a través de la cual, estudiosos como Jacques Le Goff pretendían realizar una “historia total”. La historia cultural puede estudiar todos los aspectos de la vida cotidiana, es decir, todo lo historiable fuera de los ámbitos económicos y políticos. 21 Novelo, Estudiando, 2011, p. 69. 22 Novelo, Estudiando, 2011, p. 69. 23 Burke, Historia, 2006, p. 100. 24 Burke, Historia, 2006, p. 153.

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Teniendo como marco metodológico la historia cultural, para realizar esta investigación me apoyé en la historia oral y la historia visual. Abordándolas en un inicio de forma separada y al final conjuntamente. Si bien la fuente oral no se ha caracterizado por ser la fuente preferida para hacer historia, podemos decir que es durante los años sesenta y setenta que comenzó un acercamiento a este tipo de fuente de parte de un grupo de historiadores, interesados en aproximarse a partir del relato a los sectores marginales. Es entonces que se pretendió recuperar, a partir de las palabras de aquellos que hacen memoria de su vida, una recreación de la realidad pasada. Se trata de dotar de esta forma de palabra a los desposeídos y marginados, como lo son los artesanos locales de los años sesenta en San Cristóbal de Las Casas, quienes tienen como única posibilidad de marcar su pasado su propia voz. La historia oral “cita testigos de las clases bajas y propicia una reconstrucción del pasado más realista y más justa, una alternativa a la interpretación establecida”.25 Sin embargo, esta reconstrucción del pasado no pudo haber sido lograda solamente a partir de la voz de los actores (o de las personas cercanas a ellos), sino que se recurrió también al uso de la fotografía como fuente principal para la investigación y como detonante de la memoria. Por ello, para la realización de esta investigación se realizó la búsqueda de informantes a través de la imagen fotográfica. La fotografía no solamente fue un medio para encontrar a aquellos personajes retratados en la imagen sino un vehículo para despertar en ellos, a través de su memoria, recuerdos que nos dieran una representación de su realidad pasada. Es en ese momento que “la fotografía cumple su función como símbolo de un acontecimiento ya pasado que permite al individuo actuar, rememorando, más allá de la imagen fotográfica”.26 Aunque los antropólogos fueron los primeros en utilizar la imagen como documento, lo cierto es que actualmente los historiadores usan la fotografía 25 26

Thompson, La voz, 1988. p. 14. Arnal, Ariel, “Apología”, 1998, p. 4.

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como una fuente de significados no solamente históricos sino también simbólicos y culturales.27 Pérez Montfort concibe a la imagen como un instrumento de estudio, capaz de generar conocimiento. Es entonces cuando el valor de la imagen y de su registro como documentos nos dan información relevante, subrayando el valor del vestigio visual.28 Aunque la imagen –en nuestro caso específico la fotografía- no puede ser considerada reflejo de una sociedad, debe ser entendida como representación. Para Roger Chartier, la representación es la muestra de una ausencia: “es el instrumento de un conocimiento mediato que hace ver un objeto ausente al sustituirlo por una “imagen” capaz de volverlo a la memoria y de pintarlo tal cual es”.29 En este sentido, las fotografías de los oficios en los años sesenta, y especialmente la serie de los pirotécnicos, pueden funcionar para crear una representación del pasado de ese oficio en la ciudad de San Cristóbal. De esta forma, testimonio e imagen van de la mano y recuperan, a partir de las entrevistas, una historia social fiable del pasado cercano.

27

Novelo, Estudiando, 2011, p. 31. Novelo, Estudiando, 2011, p. 19. 29 Chartier, Mundo, 1992, p. 57. 28

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1.- Introducción a la fotografía "Somos lo que recordamos. La memoria es nuestro hogar nómada. Como las plantas o las aves emigrantes, los recuerdos tienen la estrategia de la luz.” 30 Manuel Rivas La creación de la fotografía posibilitó el acceder a un conocimiento más preciso y amplio de otras realidades. A partir del invento del daguerrotipo31 se lograron “fijar imágenes de manera permanente sobre una placa sensible a la luz”,32 permitiendo que las leyes de la física intervinieran, y dejaran de lado la tradición occidental de la imagen “hecha por la mano del hombre”.33 Roland Barthes entiende la fotografía como “una totalidad que permite la comunicación universal, cercana al sistema del lenguaje”.34 De la cual surge, como afirma Michel Frizot, la teoría del índex de la fotografía, que plantea “una relación causal entre una realidad ausente, “lo que ha sido”, y el efecto, o la huella certificada que constituye la imagen fotográfica”.35 En consecuencia, una de las características de la fotografía radica en su capacidad testimonial: “poder de atestiguar dicha presencia”.36 Esta nueva manera de capturar la “realidad” generó una ruptura con las anteriores formas de crear imágenes, haciendo desaparecer la continuidad que se había logrado con el dibujo, la pintura y las estampas.37 “Nunca puedo negar en la fotografía que la cosa ha estado ahí…el noema de la Fotografía será entonces, esto ha sido” señala Roland Barthes.38 Lo novedoso de la fotografía radicaría en su capacidad de dar cuenta de un espacio y tiempo determinado. Boris Kossoy la define como “informaciones

30

Rivas, Manuel, “Somos lo que soñamos ser”, en “la literatura como vicio. La magia de la palabra. Cuentos, microrrelatos y fragmentos [en línea], 3 de febrero de 2010, http://buenfindesemana.wordpress.com/2011/05/13/somos-lo-que-sonamos-ser-manuel-rivas/>. [Consulta: 14 de marzo de 2012] 31 Inventado en 1839-1850 por Jacques Mande Daguerre, era una forma de registro fotográfico cuyo sensibilizador era el yoduro de plata sobre una placa de cobre plateada. Se revelaba con vapores de mercurio, agua con sal y se fijaba la imagen con hiposulfito de sodio 32 Frizot, Imaginario, 2009, p. 20. 33 Lemagny, Historia, 1986, p. 15. 34 Frizot, Imaginario, 2009, p. 9. 35 Frizot, Imaginario, 2009, p. 9. 36 Frizot, Imaginario, 2009, p. 72. 37 Frizot, Imaginario, 2009, p. 36. 38 Barthes, Chambre, 1980, p. 119.

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acerca de aquél preciso fragmento de espacio/tiempo retratado”,39 capaz no sólo de arrojar información valiosa permeada dentro de sí misma, sino mostrando el reflejo de una sociedad, extraviada en el tiempo, en que aquellas imágenes tuvieron su origen.40 La fotografía comenzó a adquirir importancia y de ser considerada un arte se convirtió en el testigo de un tiempo, capaz de conectarnos con nuestra historia. Es entonces cuando se volteó la mirada a la imagen y comenzó a ser estudiada como una fuente de información para las ciencias sociales, la historia incluida. Si bien la imagen nunca ha sido una fuente principal para el estudio de la historia, debido a la inclinación que se ha tenido por el documento escrito, Samaran afirma que “Hay que tomar la palabra “documento” en el sentido más amplio, documento escrito, ilustrado, transmitido por el sonido, la imagen o de cualquier otra manera”.41 En este sentido la fotografía es un documento capaz de difundir conocimiento y conservar la memoria. El emplear la fotografía como documento histórico, ha generado un debate en torno a si es o no una copia fiel de la realidad. Autores como Tomás Pérez Vejo señalan que la imagen es “constructora de una realidad y no reflejo de ella”.42 Por otro lado, historiadores como Boris Kossoy aseveran que el documento visual es “un fragmento determinado de la realidad registrado fotográficamente”.43 En este sentido Philippe Dubois, retomando diferentes discursos, señala que con el estudio de este tipo de imagen hay que “tener en cuenta no sólo el parecido con la realidad sino el proceso de producción” y comprender que la fotografía entendida como huella solamente marca el principio del conjunto del proceso fotográfico.44 Para Jacques Le Goff la imagen debe ser estudiada como documento y monumento, que implica comprender a la fotografía como “una marca de una materialidad pasada”, así como la

39

Koosoy, Fotografía, 2001, p. 32. Koosoy, Fotografía, 2001, p. 22. 41 Koosoy, Fotografía, 2001, p. 22. 42 Mauad, “Fotografía”, 2005, p. 50. 43 Koosoy, Fotografía, 2001, p. 40. 44 Dubois, 1986, p. 49. 40

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manera en la que una sociedad plasmó en una imagen su presente para ser conocida en un futuro.45 La fotografía, en el siglo XIX comenzó a emplearse con fines ilustrativos, sustituyendo al dibujo en las revistas y poco a poco ganando poder dentro de los medios de comunicación. A partir de la revolución tecnológica, la cámara ha fungido como un elemento principal para documentar el acontecimiento. Los fotógrafos se han trasladado a los lugares donde pueden retratar eventos de interés mundial como las guerras, hambrunas, desastres ecológicos o celebraciones, convirtiendo a la fotografía en el acontecimiento mismo.46 En este contexto, la imagen juega un papel fundamental ya que “la fotografía no solo sirvió para dar cuenta de un suceso, sino que permitió la denuncia de las atrocidades humanas que se realizaban”.47 La fotografía comienza a transformar poco a poco el papel que había tenido y al ser capaz de mostrar el acontecimiento se empieza a emplear como el documento histórico antes descrito.

45

Mauad, “Fotografía”, 2005, p. 465. Frizot, Imaginario, 2009, p. 73. 47 Frizot, Michel, Imaginario, 2009, p. 37. 46

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1.1.- Un vistazo a la fotografía nacional y regional La primera vez que se habló públicamente de la fotografía en México fue el 26 de febrero de 1840, en el periódico El cosmopolita.48 Aunque se tenía noticia de este nuevo invento, fue hasta que llegaron los fotógrafos extranjeros con un dispositivo capaz de reflejar imágenes sustraídas de la propia realidad, que la fotografía despertó el entusiasmo entre la población.49 El tema favorito a retratar fue el paisaje, que desde un inicio cautivó a los fotógrafos que se internaron en territorio mexicano. De esta forma, a través de la lente, los artistas comenzaron a capturar espacios magníficos, diferentes a los conocidos en Europa, y a partir de la placa metálica pudieron congelar el recuerdo de aquellos excepcionales lugares.50 Aunque no es el propósito de este trabajo realizar una investigación sobre los fotógrafos nacionales e internacionales que trabajaron en nuestro país durante el siglo XX, es importante saber cómo se desempeñaban los fotógrafos a la par de Kramsky; quiénes eran, qué fotografiaban y por qué, para contextualizar a nuestro personaje no sólo históricamente sino dentro de su propio ámbito. En este sentido, el presente apartado pretende abordar a los fotógrafos sociales, regionales y chiapanecos. Iniciando con los sociales, entre las mujeres fotógrafas de la época destaca Lola Álvarez Bravo, quien registró con su cámara a artistas, escritores y pintores, retratándolos en su propio contexto. De igual forma, la activista Tina Modotti se dedicó a la fotografía social, interesándose en la sociedad de la posguerra; capturando las calles, la gente, las manifestaciones políticas, transformó a la fotografía en algo más que una obra de arte. Además de ello, durante un periodo se encargó de ilustrar numerosas páginas de la revista Mexican Folkways.

48

Billeter, Erika, Canto, 1995, p. 15. Billeter, Erika, Canto, 1995, p. 15. 50 Billeter, Erika, Canto, 1995, p. 15. 49

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En cuanto a los fotógrafos, es necesario mencionar a Manuel Álvarez Bravo, quien al ser influenciado por Hugo Brehme y la italiana Tina Modotti se puso a la altura de los fotógrafos internacionales. En 1930 inicia con la fotografía documental cuando Modotti le deja su trabajo en la revista Mexican Folkways. En el cine tuvo participaciones importantes realizando fotografías fijas, tal es el caso del célebre film de Einsenstein “¡Que viva México!”. A través de sus imágenes pretendió ir más allá de lo que la simple vista revela, por tal razón grandes autores como Octavio Paz y Xavier Villaurutia entienden que su trabajo fotográfico merece la consideración de verdadera obra poética.51

Muchos otros fotógrafos decidieron salir a las calles y con la cámara en mano retratar la ciudad y a la gente que transitaba en ella. Entre ellos destaca Héctor García, “bautizado”

por Carlos Monsiváis como "el fotógrafo de la

Ciudad". García retrató durante gran parte de su vida a celebridades de la “farándula” como María Félix, Tin Tan, Agustín Lara, Libertad Lamarque, Pedro Infante, y Jorge Negrete, entre otros, aunque su vocación como fotógrafo se ve más bién reflejada en las imágenes que obtuvo en las calles. Foto-reportero de revistas como Mañana, Siempre, Time, Life, Cruceiros y Novedades, sus imágenes revelan de una manera excepcional a la población mexicana durante la segunda mitad del siglo XX.

Ignacio López Bocanegra, fue junto con Héctor García uno de los fotógrafos más reconocidos durante el siglo XX. Nacho López, como es mejor conocido, deambulaba por las calles de la ciudad retratando a su gente y los acontecimientos cotidianos. Además de habernos legado “Foto ensayos”, sus imágenes enriquecieron enormemente la historia visual urbana ya que muestran a la ciudad de México y las personas que entonces la habitaban.52

Entre los fotoperiodistas también debe mencionarse a Rodrigo Moya, quien capturó con la lente tanto las honras fúnebres

de Diego Rivera y

Francisco Goitia, grandes maestros de la pintura, como el movimiento magisterial de finales de los cincuenta en todas sus fases. Sus fotografías son 51 52

Billeter, Erika, Canto, 1995, p. 37. Billeter, Erika, Canto, 1995, p. 45.

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valiosas ya que dejaron testimonio visual de la represión que el régimen ejerció contra los maestros que se manifestaban repudiando la corrupción sindical.53 En cuanto a su participación en las revistas Sucesos y Siempre!, Moya dio cubertura a varios acontecimientos latinoamericanos, dejando entrever a partir de sus imágenes otra historia, diferente a la que se contaba.54 Centrándonos en la Revolución Mexicana, siendo este “el movimiento social más fotografiado de su tiempo”,55 es necesario mencionar a algunos de los fotógrafos aficionados y profesionales que se acercaron a la guerra en todas sus facetas y que nos dejaron miles de fotografías que recuperan la memoria visual de uno de los sucesos históricos más importante de nuestra historia nacional. Entre ellos podemos mencionar a Pedro A. Guerra, quien retrató a Francisco I. Madero durante su gira por el sureste del país en 1909; Sara Castrejón, única mexicana que fotografió la Revolución; Aurelio Escobar Castellanos y Antonio Oscañas, quienes capturaron escenas de la batalla de Ciudad Juárez; Manuel Ramos, que es recordado por las fotografías tomadas en la decena trágica, al igual que Samuel Tinoco, Abraham Lupercio, Hugo Brehme y Agustín Casasola. En cuanto a los fotógrafos regionales, durante el siglo XX podemos mencionar principalmente a Romualdo García, de Guanajuato, Constantino Jiménez Sotelo, de Oaxaca y “Los Salmerón” de Guerrero. Romualdo García (1852-1930), proveniente de Guanajuato se dedicó al trabajo de estudio, y por el cual fue considerado uno de los fotógrafos mexicanos más famosos de la época. La vida local se ve reflejada en sus imágenes, y en las que no dejaba entrever barreras sociales: ricos y pobres, indígenas o mestizos, todos entraban al estudio de Romualdo y posaban entre las mismas cuatro paredes, rodeados de los mismos elementos que creaban la ambientación del retrato.56

Llegó a participar en varios concursos

internacionales, sobre todo en las exposiciones universales de París, obteniendo de esta forma renombre internacional. Sus retratos muestran 53

Del Castillo, Rodrigo, 2006, p. 14. Del Castillo, Rodrigo, 2006, p. 26. 55 Villela, “La fotografía”, 2009, p. 81. 56 Billeter, Erika, Canto, 1995, p. 26. 54

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costumbres, tipos y clases sociales de Guanajuato, testimonio de una formación social y una época.57 Al sur del país, en Juchitán, Oaxaca, Constantino Jiménez Sotelo fue otro de los fotógrafos reconocidos en el periodo. Sus imágenes más famosas son las que muestran a las mujeres indígenas retratadas con la indumentaria de la región istmeña; al igual que con García, al estudio de Constantino acudían indios y gente de clases sociales diversas para ser fotografiadas. Conocidos

como

“Los

Salmerón”,

esta

familia

de

fotógrafos

encabezados por Protasio Salmerón, ha capturado a lo largo de cuatro generaciones fotografías que nos permiten reconocer “pautas de vida, momentos de desarrollo, costumbres, lugares, patrones morales y estéticos, personajes y acontecimientos de la sociedad”.58 Las fotografías de la familia reconstruyen la historia local de Chilapa, así como la regional del estado de Guerrero. Ahora bien, centrándonos en nuestro objeto de estudio: Chiapas y principalmente San Cristóbal de Las Casas, es necesario mencionar a dos fotógrafas que si bien no eran originarias ni del estado ni del país, se desempeñaron en el oficio a la par que Vicente Kramsky, y se dedicaron a capturar, a través de la lente, la ciudad de San Cristóbal en los años sesenta: Gertrudi Duby y Marcey Jacobson. Gertrude Duby, proveniente de Suiza, llega a San Cristóbal de Las Casas en 1943. Su arribo coincide con la primera expedición indigenista estatal del gobierno y es así que tiene su primer acercamiento con la cultura lacandona. Aunque nunca se tituló de antropóloga, permaneció en contacto con el mundo indígena durante cuarenta años. Atraída por la diversidad biológica y cultural del estado, Duby decidió viajar a pie o a caballo por los pueblos de Chiapas y fotografiar todo lo que observaba: “Mi intención era conservar estas imágenes no sólo en mi memoria, sino plasmarlas para que otros las pudieran disfrutar”.59

57

Canales, Claudia, Romualdo, 1998, p.27. Villela, Samuel, Salmerón, p. 14. 59 Duby, Gertrude, Imágenes, p. 19. 58

20

A través de la fotografía se introdujo en el mundo lacandón, llegando a conocer de esta forma sus problemas, inquietudes y las condiciones de vida de estos grupos. Muestra de ello son las 55 mil imágenes de los paisajes de Chiapas y de sus pueblos originarios. De igual forma, su marido, el arqueólogo Franz Blöm compartió con ella la inquietud por las comunidades indígenas y la biodiversidad de Chiapas. Blöm tomó de igual forma numerosas fotografías aunque las suyas eran principalmente de los sitios arqueológicos que estudiaba, pudiéndose definir como fotografía de registro. También la estadunidense Marcey Jacobson fue muy reconocida en San Cristóbal de Las Casas. Aunque visita por primera vez el estado en 1941, es hasta 1956 que se instala permanentemente en la ciudad y que comienza a documentar la vida cotidiana, las festividades y sobre todo la identidad de los pueblos indígenas del estado. Armada de una cámara Rolleiflex, Marcey capturó a través de la lente las calles de San Cristóbal, las pequeñas comunidades del estado, los desastres naturales, pero sobre todo los rostros de sus habitantes.60 Su trabajo se traduce en 14 mil negativos de las décadas de los sesenta y ochenta: Además de la belleza y colorido del lugar y su gente, sus tomas a menudo reflejan las tensiones y el dolor causado por la pobreza, la marginación y el conflicto entre los mundos rural y urbano, entre la tradición

y

la

supuesta

modernidad,

entre

la

dignidad

y

la

61

discriminación.

Su trabajo puede considerarse como una denuncia de las condiciones inhumanas en las que se encontraba la población indígena hasta antes del levantamiento zapatista de 1994; muestra de ello es el libro The burden of time, compuesto por 75 fotografías que plasman la penuria y el dolor de las personas enfermas y sin hogar.62 Durante el siglo XX, los fotógrafos nacionales se interesaron en retratar a la sociedad, capturando la vida cotidiana, los rostros y cambios sociales que se gestaban. Algunos se inclinaron por fotografiar eventos importantes como la 60

Carlos Paul, Periódico La Jornada, viernes 17 de agosto de 2009, p.3. Carlos Paul, Periódico La Jornada, viernes 17 de agosto de 2009, p.3. 62 Marcey Jacobson, The Burder of time, California, Stanford University Press, 2001 61

21

Revolución Mexicana, y otros por congelar en el celuloide a personalidades como artistas, escritores e intelectuales reconocidos de la época. Varios de estos fotógrafos proyectaron sus imágenes al público a través de publicaciones y revistas. Otros más trataban de transmitir su mensaje propiamente a través de sus fotografías. Mientras tanto, al sur del país y especialmente en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, predominaba el interés en fotografiar a los pueblos indígenas para visibilizarlos y realizar, a través de la imagen, una denuncia de las duras condiciones en las que esta población se veía obligada a subsistir. Dentro de este contexto surge la figura de Vicente Kramsky, que aunque también se interesó en fotografiar a los indígenas de Chiapas, su obra fue más allá de retratar a los pueblos originarios. Kramsky se convierte durante los años sesenta en el documentalista de San Cristóbal de Las Casas y de Chiapas, viajando por todo el estado y retratando sus paisajes, los sitios arqueológicos, sus ciudades y su gente. Es por su trascendencia, que dedicaremos el presente estudio a este fotógrafo y a su obra, especialmente a la serie de los artesanos locales. No solamente se intentará recuperar la historia de un sector de la población a partir de la fotografía, sino también el quehacer de uno de los fotógrafos más representativos de la ciudad.

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2.- Vicente Kramsky: Un fotógrafo local Vicente Kramsky nació en San Cristóbal de Las Casas en 1929, en el seno de una familia de origen alemán cuya historia en México se remonta al siglo XIX. Su abuelo, Vicente Kramsky Bittner arribó en 1870 a México en el contexto de la invitación que el gobierno extendió a países extranjeros para poblar el país.

Imagen 1 Autor desconocido, Familia Kramsky en “El Tívoli”, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1900, AVK

Con la idea de probar suerte, el abuelo Kramsky llega a la ciudad de San Cristóbal de Las Casas y conoce a Emilia Ramos Bourdois, con la que se casó y fundó la fábrica de zapatos La Sultana, la cual llegó a ser reconocida en toda la región y cuyo éxito comercial invistió a la familia de gran prestigio y

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destacada posición social. Muestra de la bonanza familiar de entonces fue la adquisición de la casa de campo conocida con el nombre de “El Tívoli”.63 La pareja Kramsky Ramos tuvo seis hijos, recibiendo cada uno desde pequeños lecciones de piano, canto y pintura, no habiendo necesidad de que asistieran a la escuela, ya que todo lo aprendieron en casa. Sin embargo, a la muerte de Emilia y posteriormente de Vicente, la fábrica no fue bien administrada por sus hijos y el negoció se vino abajo. La casa fue vendida y la fortuna que los Kramsky Ramos habían acumulado pasó a formar parte del pasado.64 La mayoría de los hijos decidieron abandonar la ciudad y trasladarse a la capital del país, el único que permaneció en San Cristóbal fue Rodolfo Kramsky, quien trabajó durante algún tiempo en el Banco Nacional y se casó con Guadalupe Coello Paniagua con quien procreó seis hijos: el fotógrafo fue uno de ellos. Vicente Kramsky vivió durante toda su infancia en San Cristóbal de Las Casas y estudió hasta la secundaria, en la que durante esa época se impartían alrededor de dieciséis materias, y de las cuales se interesó especialmente por el dibujo, la pintura y la geografía, disciplinas que poco a poco lo irían formando como artista.65 Su primer trabajo fue en el cine Las Casas donde inicialmente se encargaba de vender boletos en taquilla y proporcionar la propaganda de las películas que se exhibían. Sin embargo, su pasión por lo artístico lo llevó posteriormente a ocuparse en el diseño e ilustración de los carteles que promocionaban los filmes.

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La imagen 1 muestra el retrato familiar de la familia Kramsky Bourdois, a principios del siglo XX, en la casa de campo antes mencionada. Llama la atención que dentro de la fotografía se incluyera a personas indígenas a lado de la familia, ya que durante este periodo la población indígena representaba la clase más subordinada de la sociedad, existiendo incluso una prohibición municipal que les impedía transitar por el parque central. Es probable que la familia Kramsky decidiera que sus trabajadores fueran retratados junto a ellos ya que, como señala Emilia Kramsky, tenían otra percepción de esta población. Siendo ajenos al racismo de la cultura coleta, los trataban con respeto y los consideraban parte de la familia, de tal manera que eran invitados a aparecer en las fotografías familiares. 64 Entrevista a Francisca Espinosa realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de enero de 2012. 65 Entrevista a Francisca Espinosa realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de enero de 2012.

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A principios de los años cincuenta, la enfermedad de uno de sus hermanos obligó a que él y toda la familia se trasladaran a la capital del país. Después de residir un año en la ciudad de México, Vicente Kramsky decidió volver a San Cristóbal, donde en 1951 contrajo matrimonio con Francisca Espinosa, con la que tuvo nueve hijos. A su retorno recuperó su trabajo en el cine con la ayuda de su esposa, quien expendía los boletos en taquilla mientras él iluminaba los carteles. Unos años después, al descubrir la fotografía como su verdadera pasión, se formó como fotógrafo autodidacta e inició su oficio con una cámara Kodak Retinet 127.

Todo empezó como un juego en el que los retratados fueron sus amigos: “tomaba las fotos del boxeador en pose frente al cine Zebadúa, o del “sindicato”, un grupo de cinco personas al que él pertenecía”.66 Imagen 2 Autor desconocido, Vicente Kramsky posando con su cámara, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

El trabajo de Vicente Kramsky estuvo marcado a lo largo de su vida por dos líneas: la primera fue la fotografía “de sociales”, que desarrolló al principio, para posteriormente incursionar en una línea personal -de registro- dictada por sus pasiones e intereses y que dieron continuidad al trabajo realizado por José Antonio Crocker, quien además de ser fotógrafo social fue el documentalista de la ciudad antes de Kramsky. En los años cincuenta, Kramsky comenzó a registrar los eventos más importantes de la ciudad como bodas, bautizos, o primeras comuniones, mediante fotografías instantáneas que su esposa Francisca se encargaba de 66

Entrevista a Justus Fenner, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de abril de 2012.

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vender. Así se convirtió con el paso del tiempo en el fotógrafo social de la ciudad, con lo cual acumuló el capital necesario para adquirir sustancias reveladoras y el equipo fotográfico que le permitió montar su primer estudio, localizado a pocas cuadras del centro de la ciudad.67 Poco a poco, la fotografía fue ganando espacio durante esa época en la vida cotidiana de San Cristóbal; las personas asistían entusiasmadas, inclusive con sus mascotas, al estudio de Kramsky para obtener una imagen impresa en papel. Para tomar las fotografías, Vicente utilizó diversos tipos de cámaras, y adquirió desde la capital los insumos para el revelado que él mismo realizaba. Sin embargo, ¿qué orilló a Kramsky a convertirse en fotógrafo? Aunque nadie de su familia tuvo relación con la fotografía, lo cierto es que durante gran parte de su vida estuvo en contacto con las imágenes. Justus Fenner relata que durante una temporada Kramsky vivió en casa de una tía y el recuerdo más vívido de Vicente sobre este periodo fue haber visto la casa llena de tarjetas con pequeñas fotografías. Se trataba de retratos de indígenas reclutados (“enganchados”) para el trabajo en las fincas cafetaleras del Soconusco. Las numerosas fotografías fueron reunidas y quemadas por su tía frente a él, acontecimiento que lo marcó. Posteriormente, su trabajo en el cine Las Casas le dio acceso a las fotografías que se utilizaban para elaborar carteles. Formó parte de este negocio y durante los años cincuenta tuvo relación con el que había sido durante un largo periodo el fotógrafo social de San Cristóbal: José Antonio Crocker. El contacto con imágenes fotográficas en diferentes contextos hizo que Kramsky adquiriera un interés especial que orientaría su vocación.68 En los años sesenta, ya con mayor experiencia, Kramsky se convirtió en “el fotógrafo” por excelencia de la ciudad: “tuvo un don para eso, realmente él

67

Entrevista a Francisca Espinosa, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de enero de 2012. 68 Entrevista a Justus Fenner, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de abril de 2012.

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de alguna u otra manera descubrió una capacidad que no sabía que tenía y la desarrolló magníficamente”.69 Decidió dejar el estudio en manos de su esposa y dedicarse a viajar por el estado para registrar fotográficamente las riquezas chiapanecas, lo que representaría la segunda línea que marcaría su profesión. “Kramsky era un hombre muy inquieto, le gustaba salir y captar testimonios, fotografiaba todo lo que consideraba digno de retratar.”70 Inicialmente capturó imágenes de las zonas arqueológicas de Palenque, Toniná y Bonampak, y su impulso excursionista lo llevó a lugares desconocidos, que a través de la fotografía se daban a la luz pública. Retrató paisajes característicos del estado como Agua Azul, Misolhá, Montebello y el Cañón del Sumidero, y se empeñó en fotografiar ciudades importantes del estado como Tuxtla Gutiérrez, Chiapa de Corzo, Comitán, Venustiano Carranza y Teopisca. Fue de los primeros en Chiapas en desarrollar una especie de antropología visual, al capturar imágenes de pueblos indígenas como San Juan Chamula, Huixtán, Amatenango del Valle, Chenalhó, Oxchuc y Cancuc. Esto significa que no sólo retrató a los indígenas de la cabecera urbana, sino que se trasladó a las comunidades indígenas para registrarlas, convirtiendo estas fotografías en verdaderas joyas y una de las tantas líneas en donde puso su sello.71

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Entrevista a Justus Fenner, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de abril de 2012. 70 Entrevista a Víctor Esponda, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 25 de julio de 2012. 71 Entrevista a Justus Fenner, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de abril de 2012.

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Imagen 3 Kramsky, V., Día de feria en el parque central, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

Su obra más representativa se centró en San Cristóbal de Las Casas, siendo ésta la ciudad más fotografiada. Las imágenes muestran la arquitectura, los oficios y la vida social de la población sancristobalense. Entre la gama de imágenes, resaltan las fotografías de la feria que se instalaba durante los años sesenta en el parque central, llenando de luces el corazón de la ciudad (imagen núm. 3). También retrató sucesos y siniestros importantes que repercutieron en la vida de los habitantes de San Cristóbal como las inundaciones, y la caída de las cenizas de la erupción del volcán Chichonal, en abril de 1982. La geografía cautivó su interés y por tal razón elaboró mapas turísticos de Chiapas, Palenque y de la región de los Altos. “Los únicos mapas que tu

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podías encontrar aquí eran hechos por él y estaban en venta sólo en su tienda”.72 Realizó también una guía turística para visitar el sitio arqueológico de Palenque, e inició otras más sobre la ciudad de San Cristóbal que han permanecido como indispensables borradores hasta la actualidad. Debido a las pocas redes de comunicación y a las escasas cámaras fotográficas existentes entonces en Chiapas, la fotografía de Kramsky comenzó a difundirse a través de tarjetas postales, las cuales han dado la vuelta al mundo: “Está en la primera línea de quienes han llevado las imágenes de este pueblo mágico por el mundo; no hay país que no tenga postales suyas”.73 La tarjeta ilustrada sirvió para mostrar la existencia de un lugar exótico, una especie de realismo fantástico. Durante un largo periodo Kramsky fue el único productor de tarjetas postales, mismas que se vendían en todas las ciudades del estado de Chiapas “las fotos que tú comprabas siempre eran de él”.74 La elaboración de postales favoreció al fotógrafo ya que además de su valor comercial sirvió para impulsar el turismo. De esta forma, a través de las imágenes plasmadas en ellas hacía lo que más le gustaba: tomar fotos, difundir su estado y vivir de ello. Kramsky se convirtió en una institución ya que fungía como la puerta de entrada al estado, y de esta forma fue adquiriendo la simpatía de los foráneos, informándoles “sobre a dónde ir, qué ver, cómo llegar. Él era casi como lo que hoy es la oficina de turismo”.75 Definido por su esposa como un hombre “pensante, comprensivo, aventurero y bohemio” Kramsky se caracterizó también por tener un “espíritu juguetón” al que hace referencia su amigo Justus Fenner: Él era un experimentalista: le gustaba jugar y distorsionar la realidad para descubrir otra (realidad) paralela. Experimentaba con filtros, jugaba 72

Entrevista a Justus Fenner, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de abril de 2012. 73 Manuel Burguete Estrada, “Muere Vicente Kramski, pionero en difundir la riqueza natural de Chiapas”, La Jornada, 2 de julio de 2010. 74 Entrevista a Justus Fenner, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de abril de 2012. 75 Entrevista a Justus Fenner, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de abril de 2012.

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con sombras. Si bien la fotografía le servía como medio de sobrevivencia siempre la practicaba como una diversión, era algo que realmente le fascinaba. Esto es algo muy notorio en él, en su personalidad y obra. Que aparte de lo que servía de venta siempre estaba dispuesto en hacer cualquier cosa con la fotografía que a él le divirtiera. Eso lo llevó a experimentar posteriormente con el video, abriéndose siempre al mundo, jugando siempre con la imagen sin darle la seriedad que otros le daban a su trabajo.76 Su obra es definida por Francisca Espinosa como “única, algo suyo que realizó a pulso […] por el bienestar de Chiapas, principalmente por San Cristóbal”.77 Vicente Kramsky fue conocido como el “mago de la lente” y durante la segunda mitad del siglo XX fungió como el fotógrafo local por antonomasia ya que retrató a su gente, su arquitectura y su paisaje. “Se dedicó a registrar con su lente, con esa retina del tiempo, momentos culturales; todos los usos, las costumbres, los hábitos, las tradiciones”.78 Además de ello, se le reconoce por haber explorado por primera vez -en 1947-, las grutas de Rancho Nuevo, las cuales se han convertido en uno de los principales atractivos turísticos de la región. Este lugar será considerado su lugar favorito debido a que representa “un espacio diferente, alejado de todo lo que conocía”.79 Fue amante de la novela latinoamericana y el cine de ciencia ficción, admiraba a artistas como Van Gogh y Woody Allen. Fue también un melómano capaz de apreciar tanto la música clásica como la popular de los chiapanecos Hermanos Domínguez. Un hombre apasionado, estudioso, dedicado, amante de la geografía, del cine y de la BBC de Londres y de Radio Holanda.80

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Entrevista a Justus Fenner, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de abril de 2012. 77 Entrevista a Francisca Espinosa, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de enero de 2012. 78 Entrevista a Jorge Paniagua, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 15 de julio 2012. 79 Entrevista a Francisca Espinosa, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de enero de 2012. 80 Alejandro Díaz López, “Vicente Kramsky: un hombre único, un cronista gráfico de Chiapas. Un coleto distinguido”, Aspectos, no. 6, octubre 2011.

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Imagen 4, Vicente Kramsky sobre la iglesia de Santa Lucía San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

Hombre de pocas palabras, Vicente Kramsky gozó de la naturaleza y de su pueblo a través de la fotografía. Nunca aceptó reconocimiento de nadie, aunque actualmente todos los sancristobalenses lo recuerdan como aquél que logró capturar imágenes de la ciudad a lo largo de más de 50 años, imágenes que detienen el tiempo y trasladan al espectador a otra época, distinta a la realidad actual. Ahora que conocemos un poco sobre la vida del fotógrafo es necesario preguntarnos ¿cuál es el contexto en el que se desarrolló? ¿qué caracterizaba a San Cristóbal de Las Casas en este periodo? El siguiente apartado tiene como finalidad introducirnos al contexto espacio-temporal al que dieron vida las fotografías de Kramsky.

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3.- Una ciudad con olor a tierra San Cristóbal de Las Casas, conocida como “capital cultural de Chiapas” y reconocida a nivel nacional como “pueblo mágico” se encuentra ubicada en la parte central de Chiapas, en la región conocida como los Altos, rodeada de municipios cuya población indígena es mayor del 90%.81 Su clima templado propicia la existencia de una variada flora y fauna que durante un largo periodo contribuyó al desarrollo de los diferentes oficios que se realizaban en la ciudad. Se caracteriza por su multiculturalidad y plurilingüismo, ya que es un polo de atracción en el que habitan indígenas migrantes expulsados desde los años sesenta de los municipios de la región, profesionistas de otras partes del país, extranjeros que han arribado desde la década de los cincuenta, y la población originaria.

Imagen 5 Kramsky, V., Calle Real de Guadalupe, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

81

Fábregas, “Mendicidad”, 1960, p. 438.

32

Al voltear la mirada al pasado vemos que San Cristóbal se caracterizó durante la primera mitad del siglo XX por ser una ciudad tranquila y austera; como se muestra en la fotografía superior, las viviendas estaban construidas de tejamanil y adobe, la mayoría de las calles aún conservaban el olor a tierra, y transitaban sobre ellas arrieros y animales de carga.82 El poco desarrollo de esta localidad obedecía principalmente a las escasas vías de comunicación: los precarios caminos que solamente comunicaban a la provincia con poblados cercanos, convirtieron a San Cristóbal en una ciudad prácticamente aislada. Los establecimientos industriales con los que la ciudad contaba durante este periodo estaban dedicados a la producción de

alimentos, la industria

textil, corte y manufactura de trabajos en madera, curtiduría y acabado de pieles y cueros.83 En cuanto a la explotación agrícola y las manufacturas, ejemplo de ellos son el trigo, pan, azúcar, ron, fruta y frutas en conserva, café, cacao, maíz, frijol, añil, algodón, lana y textiles.84 San Cristóbal se desempeñó en este periodo como una ciudad autosuficiente; donde la especialización de cada uno de los barrios adquirirá un papel relevante en el desarrollo de la localidad. Además de ello, el lugar geográfico que ocupa le permitió el acceso a las materias primas necesarias para la práctica de

cada oficio, ya fuera en la misma provincia o en los

poblados cercanos. Con el paso del tiempo la ciudad comenzó a transformarse y a partir de la construcción de la carretera panamericana, en 1957, San Cristóbal abrió sus puertas a las vías de comunicación y se convirtió en otra ciudad: “tenía carretera (terracería), ‘guayines’ para el transporte público, calles urbanizadas a la moda del XIX, y con el café del Soconusco, la llegada de una nueva

82

Ballinas Cruz, “Patrimonio”, 2007, p. 53. Jiménez, José, Cristóbal, 1970, p. 17. 84 Rus, Diana, Mujeres, 1997, p. 21. 83

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riqueza” poco a poco la localidad comenzó a contar con servicios como drenaje, correos, telefonía y energía eléctrica.85 Pese a ello, antropólogos como Fábregas Puig definen al San Cristóbal de este periodo como una ciudad pre-industrial, donde la electricidad se utilizaba solamente para la operación de algunos aparatos e iluminación, y la infraestructura estaba compuesta por calles estrechas y edificios bajos; la escasez de instituciones de asistencia social también fue una constante en este periodo.86 La ciudad distaba mucho de lo que es hoy en día, por sus calles transitaban escasos automóviles. El sitio de Taxis de los hermanos Ramos era el más famoso, y generalmente se reclamaban sus servicios cuando se tenía que viajar fuera de la ciudad, sustituyendo de esta forma al transporte aéreo en avioneta, que antes de las carreteras era el medio de transporte por excelencia.87 Para el transporte colectivo existían camiones

conocidos como

“veinteros”, que eran los autobuses que la población utilizaba para desplazarse hacia los barrios alejados como La Quinta y La Garita, sin embargo la gente prefería caminar, “todo lo encontrabas a unas cuantas cuadras o en el mercado”.88 Las calles de entonces son evocadas por las vías peatonales de la actualidad, donde los pobladores caminaban y encontraban en su andar pequeños puestos donde los indígenas comerciaban frutas y verduras. Durante los años sesenta, los indígenas llegaban desde sus pueblos a vender sus productos a la ciudad, en ocasiones iban de casa en casa ofreciendo

sus

hortalizas,

legumbres

o

inclusive

leña

y

tejamanil.

Posteriormente se ubicaron en el mercado municipal ubicado en el barrio de

85

Aubry, Andrés, Cristóbal, 1991, p. 88. Puig, Fábregas, “Mendicidad”, 2000 p. 143. 87 Entrevista a Víctor Esponda, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 25 de julio de 2012 88 Entrevista a Víctor Esponda, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 25 de julio de 2012 86

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La Merced, donde diariamente se daban cita pobladores de comunidades circunvecinas que traían productos específicos, como la sal de Ixtapa.89 La apertura de las vías de comunicación unieron a San Cristóbal con los centros más importantes del estado así como con la capital, para finales de los sesenta las materias primas comenzaron a adquirirse en el exterior, y la ciudad poco a poco dejó a un lado su precaria autosuficiencia.90 Estas transformaciones afectaron a los oficios de cada barrio debido a que la adquisición de materias primas del exterior, como el plástico y diferentes textiles, cambiaron la manufactura de los productos, volviéndolos más accesibles y baratos. Esto hizo que muchos oficios se transformaran y otros desaparecieran por completo. En el caso de la alfarería, las vasijas de barro pasaron a considerarse artesanías en lugar de objetos prácticos para la vida cotidiana. Además de la apertura de vías de comunicación, este periodo también se caracterizó por el crecimiento poblacional que tuvo la ciudad, duplicando la cantidad de habitantes de 1940, llegando a 23 843 en 1960.91 Los años sesenta se pueden definir como un periodo de cambios, tanto por la apertura de las vías de comunicación como por los desarrollos tecnológicos que irrumpieron en la ciudad como la radio y la televisión, que paulatinamente comenzaron a formar parte de la vida cotidiana de la población sancristobalense.92 Esta fue también una década en la que se desarrollaron varios escritores mexicanos que tuvieron como tema de estudio la población indígena. Entre ellos podemos mencionar a Ricardo Pozas, quien centró la mayoría de sus obras en los indígenas de México. Por otra parte, Guillermo Bonfil Batalla y Gonzalo Aguirre Beltrán escribieron sobre la política indigenista en México, y abarcaron temas como las culturas populares.

89

Jiménez, José, Cristóbal, p. 25. Jiménez, José, Guía, 1994, p. 19. 91 Aubry, Andrés, Cristóbal, 1991, p. 84 92 Ballinas Cruz, “Patrimonio”, 2007, p. 60. 90

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Sin embargo, entre todos los literatos de la época es necesario hacer referencia a una de las escritoras más reconocidas en la literatura latinoamericana: Rosario Castellanos. Aunque nació en la Ciudad de México, Rosario siempre se consideró chiapaneca; es de esta forma que el interés que tuvo por los indígenas proviene sin duda alguna del contacto que tuvo con ellos desde niña: “por las calles empedradas miraba a los indios de Chactajal con sus cargamentos de maíz, frijol, cecina y marquetas de panal”.93 Además del contacto diario que tenía con las comunidades originarias, Rosario contó desde pequeña con una compañera de juegos indígena llamada María Escandón, su cargadora. Su deuda con los indígenas se refleja cuando ingresa al Instituto Indigenista y crea el “Teatro Petul”,

en donde los profesores bilingües

tradujeron las obras a sus respectivos dialectos, y Rosario iba con ellos a las comunidades para representarlas. Sus obras literarias más reconocidas son Balún Canán, Ciudad Real, Los convidados de agosto, Oficio de tinieblas, Álbum de familias, Juicios sumarios, El mar y sus pescaditos, entre otros. En la mayoría de los cuentos y en sus poemas, Rosario dialoga con los oficios aldeanos, las lavanderas del Girjalva, las escogedoras de café en el Soconusco, las tejedoras de Zinacantán. Interesada en su estado, sus indígenas, su gente, Rosario Castellanos es hoy en día una de las escritoras latinoamericanas más reconocidas y es por tal razón que no puede dejar de ser mencionada. Con esta mirada panorámica a “una ciudad con olor a tierra”, podemos percatarnos de que es poco lo que se sabe de San Cristóbal durante los años sesenta, sin embargo algunos relatos de extranjeros, la literatura del periodo, las pláticas con los pobladores y las fotografías que aún se conservan nos dejan entrever cómo fue esta ciudad en el pasado.

93

Poniatowska, “Rostro”, 1990, p.4.

36

3.1.- Los oficios, los barrios y la lente de Kramsky Los oficios en San Cristóbal forman parte de una tradición casi tan antigua como la creación de los barrios de la ciudad; resulta casi imposible comprender los oficios separados de la historia de sus barrios, que trazados desde la Colonia pretendieron establecer una separación espacial entre españoles, localizados en el centro de la ciudad, y los indios, instalados en la periferia.94 Los barrios comenzaron a fundarse con la llegada de los conquistadores al Valle de Jovel. Los primeros fueron los de Mexicanos y Tlaxcala que se poblaron, como sus nombres lo indican, de indios mexicas y tlaxcaltecas de la región central, en 1528. Posteriormente se fundaron el barrio de El Cerrillo, al norte de la traza española, y San Felipe Ecatepec. En 1577 se crearon los de San Antonio y San Diego, al sur de la ciudad, y el barrio de Cuxtitali, “asentado en las faldas de los cerros, al noreste de la traza española, un poco más retirada de ésta que los demás barrios”.95 Entre el siglo XVIII y XIX se fundaron los barrios de La Merced, El Calvario y Guadalupe. Trayendo

los

españoles

consigo la tradición de la creación de oficios por barrios establecida en la Edad Media, cada barrio de San Cristóbal, desde su inicio, comenzó a adquirir una especialización propia y sus integrantes se distinguieron por el oficio que realizaban.96 Es de esta manera que los indios de Cuxtitali

Imagen 6 Kramsky, V., Hombre alfarero, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

eran conocidos por ser matanceros 94

Camacho, Dolores, Cristóbal, 2007, p. 44. Camacho, Dolores, Cristóbal, 2007, p. 40. 96 Entrevista a Jorge Paniagua, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 15 de julio 2012. 95

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y comerciantes, en particular de carne de cerdo y sus derivados,97 el barrio de San Felipe se caracterizó por proporcionar mulas, arrieros y tamemes a los viajeros y a los mercaderes, y el

de San Ramón por la habilidad de sus

pobladores para la alfarería, el curtido de pieles y la cerámica.98 Estos oficios, que se comenzaron a desarrollar en cada barrio dependían de la procedencia de sus pobladores, era parte de su cultura y una vez asentados comenzaron a practicarlos por la necesidad de trabajo.99 De esta forma, cada actividad caracterizó a cada espacio y permeó a cada barrio, generando una identidad cultural en cada uno de los pobladores.100 Además de formar parte de la vida diaria, la realización de los oficios trajo consigo la disponibilidad de productos que ayudaban a resolver asuntos prácticos en la vida social, y que con el paso del tiempo -en los años setentase convirtieron en artesanías, definidas por Darío Echeverri como: El arte creativo y estético que se aprende y se reproduce de generación en generación, se constituye en un ámbito privilegiado e importante para el reencuentro familiar y sociocultural de hombres y mujeres que comparten escenarios de trabajo, según roles y funciones que requieren saberes específicos, y experiencias que van acuñando conciencia y mentalidad, según las épocas y los contextos.101 De acuerdo a las fotografías de Kramsky, para los años sesenta se pueden identificar al menos dieciséis oficios en la ciudad, entre los cuales podemos mencionar a los hilanderos, alfareros, herreros, santeros, hojalateros, matanceros, carpinteros, decoradores de cajas de madera, tinteros, panaderos, tintoreros, veleras, confiteros y coheteros. Los oficios forman parte de una tradición que sobrevivió por siglos y que se practicaron hasta la segunda mitad del siglo XX; sin embargo, los cambios que trajo consigo la apertura de las vías de comunicación en los años sesenta 97

Camacho, Dolores, Cristóbal, 2007, p. 41. Camacho, Dolores, Cristóbal, 2007, p. 42 99 Entrevista a Víctor Esponda, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 25 de julio de 2012 100 Ballinas Cruz, “Patrimonio”, 2007, p. 68. 101 Echeverri, Darío, “Memoria individual, memoria colectiva y memoria histórica. Lo secreto y lo escondido en la narración y el recuerdo, 15 de enero de 2004, . [Consulta: 4 de abril de 2012]. 98

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hizo que cada uno de los oficios fuera modificándose. Algunos se mantuvieron, otros sufrieron innovaciones, y otros más se extinguieron por completo. En la actualidad, muchos de los practicados desde la colonia han desaparecido y queda de ellos solamente el recuerdo en los descendientes de quienes los realizaban. En este contexto surge la mirada de Vicente Kramsky, fotógrafo no sólo interesado en capturar la riqueza arquitectónica e histórica del estado de Chiapas, sino también en conservar, a través de la fotografía, a la ciudad de San Cristóbal y a los artesanos locales. Cuando Kramsky se interesó en retratar los oficios de la ciudad ya era un fotógrafo reconocido y establecido. La fotografía de estudio y la venta de postales le permitían adquirir ingresos para vivir cómodamente, y por ello comenzó a fotografiar lo que le interesaba por el solo gusto de hacerlo, no necesariamente por adquirir ganancias económicas, sino satisfacción personal. Las

fotografías

de

los

artesanos formaron parte de una serie que realizó en una etapa de su vida en la que dejó a un lado la fotografía comercial y se fue por lo que le dictaba su propio interés.102 En

ese

tiempo,

todo

antropólogo o estudioso que quisiera revelar su material fotográfico debía acudir a Vicente Kramsky, ya que era el único que contaba con el equipo necesario para esta tarea. Así, su profesión

creció

junto

con

las

actividades del entonces Instituto Imagen 7 Kramsky, V., Niña decorando cajas de madera, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

Nacional Indigenista103 (INI) que llegó a San Cristóbal de Las Casas en

102

Entrevista a Justus Fenner, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de abril de 2012.

39

1956. El INI tenía como objetivo diseñar e instrumentar la política gubernamental con y hacia los pueblos indígenas de México. Dentro de las líneas de trabajo se encontraba la investigación y promoción cultural de los pueblos, y es por ello que la institución se encargó de documentar a través de la fotografía, la vida en las comunidades indígenas. Es de esta manera que se crea el Archivo Fotográfico del Centro Coordinador Tzeltal-Tzotzil como parte del trabajo antropológico del INI, siendo el primero en su tipo a nivel nacional. Los fotógrafos fueron principalmente antropólogos reconocidos como Gonzalo Aguirre Beltrán, Julio de la Fuente, Agustín Romano Delgado y Ricardo Posas.104 El único fotógrafo profesional contratado fue Don Vicente Resino, quien se encargó de registrar los testimonios de la vida y costumbres de las comunidades indígenas de Chiapas. Este hombre, junto con el pintor Carlos Jurado que también colaboró con el INI, fueron grandes amigos de Vicente Kramsky. El trabajo de campo realizado durante los años cincuenta y sesenta, arrojó a la luz alrededor de 4 970 fotografías en blanco y negro; 4 mil negativos y 4 mil contactos.105 Las imágenes muestran los avances de los primeros proyectos del INI como educación, salud, caminos y agricultura. Se retrató principalmente la región de los altos de Chiapas, especialmente las cabeceras municipales indígenas como Zinacantán, Tenejapa, Chanal y Chamula, dejando descartada la ciudad de San Cristóbal de Las Casas. Si bien el trabajo que el INI realizó en Chiapas probablemente influyó y estimuló el trabajo fotográfico de Vicente Kramsky, en el caso de los oficios, Kramsky tuvo en la mira a un sector de la población chiapaneca que no era de interés para los antropólogos, puesto que no era población indígena. 103

Actualmente Comisión nacional para el desarrollo de los pueblos indígenas (CDI) La mayoría de estas fotografías se encuentran resguardadas en la Fototeca “Nacho López”, que forma parte de los acervos de la CDI. 105 Entrevista a Armando Ruiz Rosales, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 22 de septiembre 2012. 104

40

Esto nos da una visión diferente de Kramsky como fotógrafo, no sólo interesado en registrar a los pueblos originarios, sino como un hombre con sensibilidad social, capaz de capturar a los marginados urbanos, más mestizos que indígenas. Kramsky, definido como un hombre ávido de conocimiento, se interesó no solamente en las cosas que ocurrían en la calle, sino en las que estaban “tras bambalinas”. Logró, gracias a su curiosidad, buscar, rascar, preguntar y meter su nariz en todos lados.106 En este sentido, los artesanos formaban parte de lo invisible y de un quehacer con posibilidad de perderse. Aunque no estuviera consciente de hacerlo, fotografió a los artesanos y se volvió documentalista de algo que años después se desvanecería casi por completo. Él decía que algún día se iban a acabar, que tenía que tomar fotografías de los herreros del Cerrillo, de los que hacían juguetes de madera en Guadalupe,

de

los alfareros

de

San Ramón,

y de

los que

confeccionaban enaguas para las indígenas en Mexicanos. Kramsky decía: tomaremos fotografías hasta del

relampagueo de los fuegos

artificiales, es decir, de los pirotécnicos en cada fiesta.107 La opinión que tenía este fotógrafo acerca de los artesanos puede ser rescatada a partir de uno de sus diarios, donde escribe: El arte es, por sobre todas las cosas, la expresión más real y auténtica del ser humano. La artesanía, en consecuencia, no puede ser sino la expresión más profunda de un pueblo. Y el artesano cada vez que une su habilidad manual, las tradiciones de sus antepasados y su innata creatividad, está mostrando el alma de su propia cultura.108 Los artesanos fueron para Kramsky personas a las que respetó durante toda su vida. Es posible que tal admiración se debiera a que él mismo se consideraba un artesano: alguien que experimentaba y creaba arte a partir de la fotografía.

106

Entrevista a Justus Fenner, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 10 de abril de 2012. 107 Entrevista a Jorge Paniagua, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, julio 2012. 108 Kramsky, Vicente, Apuntes, ca 1960.

41

Durante el periodo en que Kramsky capturó la serie de los artesanos locales, la fotografía servía como medio de subsistencia para él y su familia. Las imágenes que vendía eran aquellas plasmadas en postales que mostraban las riquezas naturales, artísticas e históricas del estado de Chiapas: los paisajes, los pueblos indígenas, las ciudades o las ruinas arqueológicas. La serie de los oficios jamás fue considerada para su comercialización ya que no formaban parte del referente estético de la población sancristobalense o foránea. Aunado a ello, existía entonces una fuerte discriminación hacía algunos de estos artesanos, como los pirotécnicos. Aunque no haya sido con una intencionalidad racional, como bien afirma Justus Fenner, lo cierto es que la serie fotográfica de Kramsky sobre los oficios; así como miles de fotografías que se encuentran en el Archivo Kramsky forman parte del patrimonio cultural de San Cristóbal y representan una fuente invaluable de conocimiento histórico que vale la pena rescatar. 3.2.- Fotografiando los oficios Respecto a cómo consiguió capturar la serie fotográfica de los artesanos, no hay que olvidar que Vicente Kramsky se distinguió por ser un hombre con facilidad para convencer a la gente y

ganarse su confianza. Un fotógrafo

interesado en conocer a los artesanos, y que para lograrlo decidió introducirse en la vida de estos hombres y mujeres. Además de ello, Vicente era un hombre respetuoso, con amistades en cada barrio y conocido como “el fotógrafo”, un hombre digno de respeto por parte de la población de San Cristóbal.109

109

Entrevista a Jorge Paniagua, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, julio, 2012.

42

Jorge

Molina

aún

recuerda a Kramsky como “un hombre muy famoso”, que fotografió a la familia Martínez porque su casa se encontraba a “ras de la calle”: “La casa no estaba bardeada, por lo que desde afuera se podía mirar qué

estaba

ocurriendo

adentro”.110 Kramsky

llegaba

al

taller preguntando si podía Imagen 8 Kramsky, V., Hombre tallando cajitas de madera, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

observar cómo se elaboraban las artesanías y comenzaba a

fotografiar. Una vez con la cámara en mano los artesanos continuaban su trabajo, como si Kramksy fuera una extensión del espacio donde se encontraban. El intercambio con el fotógrafo consistía en darle a los artesanos copias de las fotografías

que tomaba y en ocasiones una retribución económica.

Carlos Hernández, que siendo niño aparece en las fotografías de los pirotécnicos de San Antonio, recuerda que Vicente Kramsky se sentaba con ellos a tomar pozol y convivía con la familia: “Cuando tomó una de esas fotografías en donde estoy liando, nos dijo que qué simpáticos y qué trabajadores, que éramos unos grandes artistas”.111 La serie dedicada a los artesanos en los años sesenta está conformada por 120 fotografías, negativos y positivos que retratan el quehacer artesanal de al menos dieciséis oficios. El análisis de estas fotografías, que compete a este estudio se encuentra dividido en dos partes: una general en la que se tomaron tres oficios (pirotecnia, elaboración de cajas de madera y alfarería) para así explicar la constitución de tal serie haciendo uso de la historia visual. En la 110

Entrevista a Jorge Molina, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 13 de abril de 2012. 111 Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de abril de 2012.

43

segunda parte se elabora un análisis más profundo solamente del oficio de la pirotecnia, complementando la historia visual con la historia oral, cual testimonio laboral.

44

4.- La serie de los artesanos locales El estilo que Kramsky utilizó para documentar los oficios va de lo general a lo particular. Por ello, el elemento inicial y que enmarcaba la serie fotográfica era la iglesia del barrio.



La

iglesia

funciona

como “portada” de su ensayo fotográfico. De esta manera Kramsky nos remite a un punto identitario, capaz de indicar la pertenencia de la serie fotográfica.

Imagen 9 Kramsky, V., Iglesia de mexicanos, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

La fotografía núm. 9 fue tomada en plano general, siendo ésta una toma de la plaza del barrio. Al centro de la imagen aparece la iglesia, y el kiosco, a la izquierda. Vicente Kramksy tenía toda la intención de que a partir de estos dos elementos se ubicara el espacio en el que fue realizada la fotografía; de esta manera inmediatamente se relaciona la serie del oficio con la iglesia y por ende, con el barrio en el que se practicaba. En la mayoría de las fotografías de las iglesias que Kramsky retrató no aparece persona alguna, siendo éste un recurso intencional. Kramsky se valió de la luz natural; las sombras que se reflejan al centro de la imagen sugieren que la fotografía fue tomada después del mediodía.

45



La siguiente toma que Kramsky realizaba era del taller: tomado en plano general, ubica quiénes eran los que participaban en el oficio y en dónde se llevaba a cabo el trabajo en cuestión.

Imagen 10 Kramsky, V., Mujer decorando cajas de madera, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

A partir de la composición de la fotografía, en la imagen núm.10, Kramksy nos muestra los elementos que hacen posible esta parte del quehacer artesanal. Observamos en el centro de la imagen a la mujer, quien es en este caso la que realiza la actividad, rodeada de los materiales e instrumentos necesarios para la decoración de las cajas de madera. En primer plano se observa, de lado izquierdo de la imagen, una serie de recipientes y frascos que contienen los pigmentos que se utilizaban para decorar las cajas. Frente a la mujer, de lado derecho de la imagen una pila de cajas que la artesana comienza a decorar y por último, en tercer plano sobre un estante de madera, las cajas una vez terminadas. De esta forma, Kramsky nos muestra no solamente el espacio donde se realiza el oficio sino la metodología que los artesanos utilizaban para realizar su trabajo. Así, aunque 46

a primera vista pareciera que el taller era un espacio que se encontraba desordenado lo cierto es que existía un orden que los artesanos seguían para realizar la actividad artesanal. A partir de la imagen podemos identificar que eran las mujeres las que se encargaba de la decoración, mientras que en otras fotografías de la misma serie se observan hombres que se dedicaban a cortar la madera y unir las piezas para construir las cajas (ver imagen núm. 8). Kramsky, a partir de su documentación da cuenta de la dinámica intergeneracional de este oficio. En la imagen núm. 11 podemos identificar en un papel central a la mujer adulta, y en un segundo plano, al niño que también participa en las tareas artesanales. La crianza de los niños se desarrolla en el taller (imagen núm. 10), de esta manera, los niños se familiarizan con el oficio desde lactantes.

Imagen 11 Kramsky, V., Mujer Martínez envarillando cohetes, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

47

En la imagen núm. 11 se observa parte del taller de los pirotécnicos. En primer plano de lado derecho de la imagen se observa una mujer sentada de perfil a la cámara, que envarilla los cohetes, y en segundo plano de lado izquierdo de la fotografía a un niño que observa a la cámara sonriendo. La mirada del niño muestra la interacción directa con el fotógrafo y una sensación de familiaridad con el retratista (identificada a partir de la sonrisa y la actitud relajada). Por otra parte, la mujer sentada de perfil se encuentra concentrada en su labor. A partir de su mirada, la gesticulación de la boca, y la ausencia de tensión, se puede afirmar que la fotografía fue tomada en un ambiente de confianza. En cuanto a la iluminación, se observa de lado izquierdo de la imagen una sombra que sugiere el uso de luz artificial. En este sentido podemos deducir que las fotografías de Kramsky fueron previamente planificadas: no solamente trató de realizar una fotografía de registro sino también una imagen con una intencionalidad y de calidad, lograda en la mayoría de los casos.



Por último, el encuadre de las tomas se va cerrando cada vez más

hasta

llegar

a

un

acercamiento que muestra las manos de la artesana, y el producto del trabajo a detalle.

Imagen 12 Kramsky, V., Mujer decorando cajas de madera, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

En la fotografía núm. 12 el fotógrafo logra mostrar, con un medio plano, cuál es el resultado del oficio. De una manera sencilla reúne en una toma los elementos necesarios para lograr el producto artesanal: el mandil, las manos, el pincel, y un frasco con pintura. El conjunto de ellos crea una caja de madera con un motivo preciso (que puede tener algún significado). Para realizar esta 48

toma, Kramsky hace uso del flash que se centra principalmente en la caja de madera. Podemos decir que la mujer está posando por la posición en la que sujeta el pincel, así como por la manera en la que sostiene la caja. A partir de este breve análisis, podemos decir que este estilo tan particular de Kramsky habla de la necesidad que tenía de explicar el contexto espacial donde ocurría la creación artística. A partir del tipo de toma y el encuadre que daba a las fotografías, Kramsky muestra su estructura mental, la manera en la que veía la realidad. Sus fotos nos remiten a las secuencias cinematográficas en las que el espectador es introducido al relato mediante tomas generales, llegando luego a las particulares.

El

capturar

imágenes desde el exterior

hacia

el

interior

es

recurso

frecuente

otro

en el estilo de este fotógrafo,

a

partir

del cual, Kramsky da la sensación de haberse introducido al interior del taller desde el patio. De esta forma muestra de modo específico Imagen 13 Kramsky, V., Pirotécnicos, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

lo que a partir del

plano general no se podía visualizar, construyendo (o reconstruyendo) una narración de algún modo “cubista”, en el que se hacen visibles las diferentes caras del quehacer artesanal. La actitud de los artesanos frente a la cámara es relajada, salvo en algunos casos en los que se observa la pose de algunos niños.

Sin embargo, la 49

mayoría de los artesanos se muestra de manera natural: no miran hacia la cámara y parecen estar realizando su labor como en un día cualquiera, actitud que revela la familiaridad que llegó a tener Kramsky con los artesanos. De cualquier modo, la aparente naturalidad, no implica que la escena no haya sido preparada. La división del trabajo se hace presente en toda la serie. Se trabajaba en familia, pero las tareas se dividían de acuerdo a la edad y el sexo. Por las fotografías podemos suponer que las mujeres realizan las actividades menos riesgosas y pesadas y, según la sociedad tradicional, más acorde con su género: en el caso de la elaboración de cajas de madera los hombres son los encargados de cortar la madera y unir las piezas mientras las mujeres se dedican específicamente al diseño del decorado. En algunos otros oficios, como la alfarería, el trabajo es realizado solamente por varones. Los niños se encuentran presentes

en

todos

los

oficios, por lo que es de suponer que formaban parte de la fuerza de trabajo, ya sea que laboraran en sus horas

libres

o

que

no

asistieran a la escuela para trabajar con su familia. El espacio de trabajo se conforma por el exterior y el interior

del

taller,

generalmente construido de madera. La casa, localizada a un lado del taller nos remite a viviendas humildes, Imagen 14 Kramsky, V., Niño alfarero, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

de adobe y tejamanil con patios de tierra.

50

Los materiales empleados para realizar el oficio eran generalmente de origen vegetal, y otros instrumentos eran objetos que la mayoría de las veces las familias tenían a la mano, como piedras que eran aprovechadas por los pirotécnicos para moler la pólvora. Así mismo, encontramos que las fotografías nos reflejan la pertenencia a una clase social económicamente baja: la vestimenta, el lugar donde se desarrolla el oficio y la falta de calzado de la mayoría de los niños de las imágenes son reflejo de tal circunstancia. En toda imagen existe una intención detrás. Sin embargo una vez disparado el obturador se crean aspectos que escapan a la intención del propio fotógrafo. En este sentido Kramsky, aunque estaba interesado en capturar el oficio mismo, muestra elementos en sus fotografías que fueron retratados sin proponérselo; aún así conforman una fuente importante de información. Ejemplo de ello es el perro (de la serie de pirotecnia) que nos remiten a un ámbito familiar; las lámparas con la imagen de la virgen de Guadalupe que en ocasiones se encuentra en los talleres nos hablan de una clara religiosidad popular; los calendarios o almanaques pegados nos remiten al estilo en que se adornaban los talleres, y la presencia de aparatos como la radio, nos trasladan al lugar de trabajo y a los “programas” que la familia escuchaba al practicar el oficio.

51

5.- Un caso específico: La pirotecnia en el San Cristóbal de los años sesenta La memoria es el presente del pasado, capaz de recorrer y remontar el tiempo. Paul Ricoeur.

La memoria representa, para la ciencia de la psicología, la capacidad mental de conservar y evocar cuanto se ha vivido.112 Es cuestión de reflexionar un poco sobre cuántas veces un olor o un sonido nos ha recordado una etapa de nuestra vida, y así, con el sólo hecho de poner en práctica nuestros sentidos hemos sido capaces de trasladarnos a un lugar, evento y espacio determinados. La memoria es un detonante que nos brinda la capacidad de aparentemente transportarnos en el tiempo, revivir un momento y hacerlo nuestro en el presente a partir de un olor, un sonido o una imagen: “la fotografía es nuevamente ese botón que activa nuestra memoria y nos permite recrear y actualizar nuestro pasado”.113 Así, la imagen posee esa característica capaz de insertar a la persona que aparece en una fotografía cincuenta años atrás. Haciéndole recordar el olor de la pólvora o el sonido de la radio mientras trabajaba. En este sentido, lo que se pretende en este apartado es enriquecer la historia visual con la historia oral a partir del testimonio de dos personajes clave. Por un lado la voz de Jorge Molina, un viejo cohetero tradicional de San Cristóbal, y por otra la de Carlos Martínez Zea, uno de los niños que fue retratado en la serie fotográfica de los pirotécnicos de los años sesenta en el barrio de San Antonio.

112

Real Academia Española [en línea], España, 2012, [Consulta: 1 de mayo de 2012]. 113 Arnal, Ariel, “Apología”, 1998, p. 5.

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Jorge Molina, descendiente de una familia de una tradición artesanal desde hace 150 años, aprendió el oficio de la pirotecnia desde pequeño. Actualmente es el único cohetero tradicional en San Cristóbal de Las Casas. Ha participado en innumerables concursos nacionales e internacionales, conservando la original elaboración de los fuegos pirotécnicos. Por otro lado, Carlos Martínez Zea también aprendió el oficio desde pequeño, sin embargo a los 12 años, al hacer conciencia de todos los peligros que conllevaba la pirotecnia, decidió alejarse de su familia para “dejar de ser cohetero”. El mismo año conoció a un dentista de la ciudad con el que comenzó a trabajar en las labores de limpieza y quien posteriormente se convirtió en su tutor; éste hombre tendrá un papel clave en su vida ya que será quién le enseñe la profesión de mecánico dental que actualmente practica. 5.1.- “Yo nací con el oficio de los pirotécnicos” La pirotecnia: una tradición heredada El significado de ser cohetero se ha transformado con el paso del tiempo, sin embargo podemos afirmar que la pirotecnia ayer y hoy sigue siendo considerada un arte. Al voltear la mirada al pasado me pregunto ¿qué implicaba ser un cohetero en los años sesenta?, ¿cuál es la historia detrás de las personas de las fotografías? El presente apartado tratará de dar respuesta a éstas y más interrogantes que se pueden generar en torno al tema. Florescano describe los oficios como “herencias familiares que se van traspasando de generación a generación, y que normalmente permanecen en un núcleo familiar que conserva el conocimiento necesario para desempeñar los oficios transmitidos.”114 La pirotecnia ha sido una tradición al menos por doscientos años en las familias del barrio de San Antonio. Los niños, desde temprana edad, ayudaban a sus padres en la elaboración de los cohetes: “Yo empecé a trabajar de cinco años con mi papá -porque no nos dejaban jugar - que ¡pásame esta cosa!, que

114

Florescano, Enrique, Patrimonio, 1993, p. 50.

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¡ayúdame a hacer esto!- y otras cosas muy fáciles. Ahí va uno metiéndose poco a poco”115 Así, la enseñanza se daba a través de la transmisión oral, corporal y gestual;116 a partir de la cual los niños se iban familiarizando con las técnicas, y las distintas etapas del trabajo artesanal aunque no las practicaran en su totalidad. No hay que olvidar que la pirotecnia representaba el principal sustento económico para las familias del barrio de San Antonio, por lo cual era necesario que tanto hombres como mujeres, niñas y niños aprendieran el oficio: “Todos participábamos por igual. En una forma u otra ahí era como desde pequeños íbamos viendo lo que hacían los papás e íbamos aprendiendo”.117 La mayoría de las familias que se dedicaban a la cohetería eran de muy bajos recursos: el dinero que recibían apenas les alcanzaba para la alimentación de la familia, no tenían casa propia, no contaban con servicios básicos, eran analfabetas y los niños generalmente andaban descalzos. El adquirir tan poco dinero hacía que las familias de coheteros trabajaran todo el día, manchando su ropa de lodo y tierra. El aspecto sucio sumado a la pobreza los volvía motivo de discriminación. “En mi tiempo la cuestión de la pirotecnia era muy discriminada. Escuchaba que decían: -¡no te metas con ese cohetero!-, ya estaba uno “fichado”. Era el “demonio” por ser pobre y estar chorreado. Por eso no quería ser cohetero”118 La necesidad del trabajo en familia y la pobreza determinaban que los hijos de los coheteros no asistieran a la escuela, y que aquellos que quisieran acceder a la educación tuvieran que dejar su casa. Era recurrente que los niños se apartaran de su familia para dedicarse a otra cosa, no solamente por la discriminación, sino por el peligro del oficio: 115

Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de abril de 2012. 116 Bonfil, Paloma, Tradición, 2001, p. 52. 117 Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de abril de 2012. 118 Entrevista a Jorge Molina, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 13 de abril de 2012.

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presenciaban incendios, quemaduras, lesiones de las manos y caídas que generaban en ellos un sentimiento de inseguridad: “Un día me salí cuando empezó a rayar la primera luz del día. Le dije: -mamá ya me voy antes de que se levante mi papá-. Pero -¿por qué te vas hijo?-. - ¡Ya no quiero estar aquí!, yo me voy madre, y cuando consiga dinero, yo te voy a ayudar-”.119 En otros casos, la necesidad obligó a que los niños continuaran el oficio aunque no lo desearan: - “Yo era muy pobre, desgraciadamente no tuve el apoyo que necesitaba, se murió mi papá y me quedé en esto-.”120 Ya sea por el miedo al oficio o por la discriminación de la que eran objeto, los niños de la generación de los sesenta querían dejar la cohetería y romper con una tradición que había existido en su familia al menos por dos siglos. En algunos casos lo lograron y en otros se vieron obligados a continuar al ser la pirotecnia la única opción para sobrevivir, como fue el caso de Jorge Molina. 5.2.- La “galera”

Imagen 15 Kramsky, V., Carlos Martínez Zea recogiendo carrizos, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK 119

Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de abril de 2012. 120 Entrevista a Jorge Molina, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 13 de abril de 2012.

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La galera, lugar de trabajo del “cohetero”, se encontraba a un costado de la casa donde habitaba la familia. Las viviendas, al igual que los talleres eran lugares rústicos. Generalmente estaban construidas de tejamanil y adobe, materiales muy utilizados en San Cristóbal. Contaban con dos cuartos: cocina, y habitación para albergar a familias de cuatro a seis personas, que dormían sobre camas de madera en el mejor de los casos. La ropa se colgaba en lazos sostenidos de la pared o en clavos a manera de percheros tal como actualmente se puede observar en las zonas indígenas de los Altos de Chiapas: “cuando empecé a conocer unos centavos, conocí los ganchos de madera, de alambre, las perchas”.121 El taller era construido de madera y la mayoría de los procesos de elaboración se realizaban en el patio para tratar de aminorar el riesgo de un incendio. El sonido de la radio inundaba el lugar y generaba un ambiente familiar a partir de la convivencia diaria de sus integrantes. Los talleres, cubiertos de calendarios y que decoraban las muros en los hogares de los artesanos, también servían para anotar algunos pedidos: “esa costumbre tenían porque como llegaban clientes de cohetes ahí marcaban qué día iban a entregar, qué día iban a ir a trabajar”.122 El trabajo se caracterizaba por ser en familia: Se trabaja sin horarios rígidos, al ritmo personal, sin mayores apuraciones que las que provoca la lluvia o la necesidad de conseguir dinero (…) la técnica misma impide a la ampliación de la producción, ya que se requiere de una calificación que es producto de muchos años de aprendizaje y experiencia, precisamente con los instrumentos de trabajo, que sólo son una extensión de la mano diestra del artesano.123 En la cohetería existía una diversidad de actividades que cada uno de los integrantes de la familia debía conocer, el pirotécnico es un comodín: “está allá, está aquí y hace de todo. Todo debe saber, no sólo una cosa porque si no, 121

Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de abril de 2012. 122 Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de abril de 2012. 123 Florescano, Enrique, Patrimonio, 1993, p. 42.

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no está completo”.124 Sin embargo, entre los miembros de la familia había especialistas en una actividad dependiendo de su género y su edad. La especialización ayudaba a generar una mayor productividad y a reducir los tiempos en la elaboración de los fuegos. Se procedía a la asignación de ciertos roles desde que los niños eran pequeños y se relacionaban con el trabajo de los padres, formando parte del quehacer diario de los distintos oficios. Las niñas aprendían de la hermana mayor, la madre o la abuela, y el niño del padre, tío o del abuelo. Aún así, el trabajo pirotécnico era pesado y las jornadas eran largas: “trabajábamos desde que Dios nos daba la luz del día (5 de la mañana), sin probar café o un bocado, y ya se venía a almorzar por ahí las diez u once de la mañana y después seguía uno trabajando”.125 El mayor peligro que podía percibir un joven o un niño eran los incendios, ya que al utilizar materiales inflamables como la pólvora, dentro de lugares de madera y tejamanil, era probable que con una chispa de fuego que se generara el lugar ardiera con gran facilidad. Era muy peligroso, a mí me daba miedo, yo sufrí cuatro quemazones. La última quemazón que sufrimos quedamos sin nada, únicamente con la ropa de encima. Se incendió el lugar, acabó todo lo que está viendo en la foto (imagen núm. 5). Lo que es toda la galera, en donde se elaboraban los cohetes, y la casa. Se acabó totalmente… todo, quedamos únicamente con lo de encima. Mi mamá sufrió quemaduras de primer grado, yo de tercer grado y quedé sin cabello. Ya tendría yo como unos 12 años al menos.126 Por tal razón no cualquiera podía dedicarse a la pirotecnia, debían ser personas que desde pequeñas estuvieran familiarizadas con el oficio y que tuvieran conocimiento de cómo prevenir estos graves accidentes que les

124

Entrevista a Jorge Molina, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 13 de abril de 2012. 125 Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de abril de 2012. 126 Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de abril de 2012.

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costaban, a veces la vida, o los dejaba sin un techo para dormir y por consiguiente donde trabajar. 5.3 “Jugando con fuego” Elaboración

“Me acuerdo del nombre de esta perra que trajeron de Salto de Agua en avioneta. Por eso se le puso el nombre de “salteña”, era la mascota de la casa”127 Imagen 16 Kramsky, V., Francisco Martínez López "haciendo ixtle" cargando el carrizo, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

Hacer ixtle128 representaba el primer paso para la elaboración de cohetes. Para iniciar el proceso era necesario conseguir manojos de henequén, 129 que vendían por libras o arrobas los campesinos proveniente de Soyaló, Ixtapa, San Lucas o Bochil, todos pueblos vecinos. Para que el henequén se volviera un hilo lo majaban y después se proseguía a carmenarlo.130 Posteriormente se enrollaba tal como se observa en

127

Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de abril de 2012. 128 Los pirotécnicos tradicionales denominaba “ixtle” al cordón de henequén y no al de maguey (que corresponde a la definición correcta) 129 Planta amarilidácea, especie de pita, ver en Real Academia Española [en línea], España, 2012, [Consulta: 1 de mayo de 2012.] 130 Entendido como desenredar, ver en Real Academia Española [en línea], España, 2012, [Consulta: 1 de mayo de 2012.]

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la imagen núm. 16: el hombre sostenía el henequén carmenado, mientras el niño lo iba enrollando en un instrumento conocido como taravía.

Imagen 17 Kramsky, V., Niño desconocido y Carlos Martínez Zea liando, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

Una vez convertido el henequén en ixtle, se enceraba con una pasta elaborada con petróleo y trementina131 que permitía que la fibra se endureciera. “Aquí yo ya trabajaba con el doctor -porque ya tenía zapatos- […] era una de esas veces cuando mis papás iban a pedirle permiso (al doctor) para que les ayudara con los cohetes”. Este procedimiento lo hacían los niños desde los siete u ocho años, con la ayuda de un adulto tal como Carlos Martínez Zea lo evocó al ver la fotografía.

131

Jugo casi líquido, pegajoso, odorífero y de sabor picante, que fluye de los pinos, abetos, alerces y terebintos. Se emplea principalmente como disolvente en la industria de pinturas y barnices., ver en Real Academia Española [en línea], España, 2012, [Consulta: 1 de mayo de 2012.]

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El siguiente paso consistía en preparar el carrizo, el cual tenía que ser cortado a la medida exacta para poderle introducir la pólvora. Debido a que la planta aún no estaba madura era necesario ponerla a secar al sol durante algunas horas (imagen núm. 15). Una vez encerado el ixtle con trementina, era enrollado en una banca especial conocida como escaño (imagen núm. 17). Posteriormente se comenzaban a liar132 los mejores carrizos y la bomba, que será la que dote de sonido al cohete. A continuación, el carrizo – ya liado- era introducido en un dispositivo denominado “chamuscador”, para completar el secado y eliminar las hebras sueltas del ixtle.

“Todavía conservo las piedras donde se molía la pólvora”133

Imagen 18 Kramsky, V., Francisco Martínez López cargando el carrizo, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

“Cargar”, junto con “cebar la bomba” constituían los pasos más peligrosos del proceso. Con anterioridad se tenía que haber producido la 132

Envolver algo, sujetándolo, por lo común, con papeles, cuerda, cinta, ver en Real Academia Española [en línea], España, 2012, [Consulta: 1 de mayo de 2012.] 133 Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de abril de 2012.

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pólvora, para la cual se necesitaba el madrón: “Nosotros teníamos que ir al monte a conseguir la leña de madrón para hacer la fogata, y sacar el carbón que nos iba a servir”,134 una vez listo el carbón se le añadía azufre y salitre, y se molían todos los minerales sobre una piedra.135 Para “cargar”, previamente se tenía que haber taqueado el carrizo con tierra colorada, que la familia Martínez desde temprano iba a buscar a una parte del cementerio. La pólvora debía ser humedecida con un poco de agua para que se asentara y para evitar que al cargarla estallara. Era colocada justo encima de la tierra que se había taqueado previamente (imagen núm.18). El procedimiento consistía en ir introduciendo la pólvora en pequeñas cantidades, comprimiéndola con instrumentos de hierro de distintos calibres que eran almacenados en los recipientes de madera. En

cuanto

a

“la

bomba”, que será la que dotará

de

sonido

y

propulsión al cohete, se preparaba con los mismos elementos minerales que la pólvora, más

clorato de

potasio. Cebar136 la bomba era el paso previo al fin de la elaboración del cohete. Una vez que “la bomba” ha sido previamente sellada al ser liada con el ixtle, debe Imagen 19 Kramsky, V., José Martínez López cebando la bomba, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

ser taladrada para poder incorporar

el

“cebo”

o

“mecha”137 con ayuda de la lezna138 (imagen núm. 19) 134

Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de abril de 2012. 135 Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de abril de 2012. 136 Poner el cebo o materia explosiva en armas de fuego o artefactos destinados a explosionar, ver en Real Academia Española [en línea], España, 2012, [Consulta: 1 de mayo de 2012.]

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Esta tarea era muy peligrosa y por lo tanto la tenía que realizar alguien con mucha experiencia, ya que en caso de no tenerla “al dar un golpe por alguna desesperación, tronaba, con lo cual se provocaba los incendios, o sea las quemazones.”139 El señor Martínez recuerda cómo en una ocasión el señor de la fotografía (imagen núm. 19) que era su tío, al estar cebando la bomba, le explotó y perdió parte de una mano.

Imagen 20 Kramsky, V., Familia Martínez Zea envarillando, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

137

Porción de materia explosiva que se coloca en determinados puntos de las armas de fuego, los proyectiles huecos, los torpedos y los barrenos, para producir, al inflamarse, la explosión de la carga, ver en Real Academia Española [en línea], España, 2012, [Consulta: 1 de mayo de 2012.] 138 Instrumento que se compone de un hierro con punta muy fina y un mango de madera, que usan los zapateros y otros artesanos para agujerear, coser y pespuntar, ver en Real Academia Española [en línea], España, 2012, [Consulta: 1 de mayo de 2012.] 139 Entrevista a Carlos Martínez Zea, realizada por Gabriela Torres, San Cristóbal de Las Casas, 16 de abril de 2012.

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La parte final se conocía como “amarrar el cohete” o envarillar, que consistía en unir la bomba y el carrizo a la varilla de madera (imagen núm. 20). De esta forma se colocaba el carrizo “cargado” de pólvora – el cual serviría para que el cohete se elevara- y posteriormente estallara la bomba –la cual generaba la explosión y el estruendo. Al estar juntas todas las partes del cohete se realizaba la “enmanojada”, que consistía en hacer hatos de doce cohetes; de esta manera podían ser vendidos por docenas o por gruesas, compuestas de doce docenas. Los productos terminados y listos para la venta se conformaban principalmente por

cohetes, “morteros” y “toritos” de petate, elaborados

siempre por encargo (imagen n.º 21). 5.4 ¡Tiempo de lanzar cohetes! La vida de San Cristóbal se caracterizó en el pasado e inclusive en la actualidad por las

fiestas

que

periódicamente se llevan a cabo en los barrios. En estas

celebraciones,

-

herencia de siglos- nunca pueden faltar los

fuegos

artificiales que alumbran el Imagen 21 Kramsky, V., Cohetes listos para su venta, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, ca 1960, AVK

cielo oscuro de esta ciudad, y que a través del sonido

llaman a los pobladores a celebrar. Sin embargo, San Cristóbal durante los años sesenta se caracterizaba por un régimen de lluvias permanente durante todo el año, y el mal tiempo podía presentarse con una semana completa de precipitación pluvial. La elaboración de los cohetes dependía del estado del tiempo. La pólvora debía 63

secarse al igual que el carrizo, así que en caso de que el clima no fuera el propicio todo el proceso de elaboración se veía retrasado. Una vez terminados, los cohetes eran vendidos a los indígenas o a los caseros140 para sus fiestas religiosas que se realizaban para cada santo en San Cristóbal, y en los pueblos indígenas de la región. Por tal razón, las familias de pirotécnicos tenían trabajo durante todo el año, aunque las ganancias eran exiguas. Cuando los cohetes eran vendidos a los indígenas generalmente ellos se encargaban de lanzarlos, en caso de hacer un compromiso con los barrios de San Cristóbal el cohetero tenía que asistir a la fiesta y quemarlos, tal como ahora se hace. Cuando se trataba de “castillos” o “morteros”, el pirotécnico estaba obligado a armarlos y quemarlos en el lugar de la fiesta. Para entregar los pedidos, los coheteros se transportaban a caballo, a pie, o inclusive en avionetas. A partir de 1994, con el levantamiento zapatista, la situación de la pirotecnia cambió drásticamente en la ciudad. La pólvora se volvió motivo de mucho control y las autoridades comenzaron a exigir una serie de permisos para la fabricación de cohetes y los talleres fueron ubicados obligatoriamente en las afueras de la ciudad. Esto determinó que muy pocos coheteros pudieran sobrevivir a las nuevas normativas ya que no hay que olvidar que eran familias pobres, analfabetas, y con pocas relaciones con las instituciones. Para continuar siendo coheteros se requerían ciertos conocimientos y contactos, leer y escribir para entender las normativas, y cumplir con los requisitos que se generaron después de 1994. Es por esto que no sólo la pirotecnia cambió totalmente, sino también el monto de las ganancias y el rostro de quienes se dedican a esta profesión.

140

El casero es el jefe de la familia del barrio que, de acuerdo a la “promesa” que haya realizado, albergará en su casa al santo del barrio entre cada celebración (periodo que puede ser de un año a varios años) y organizará el festejo como “jefe de la fiesta”. De la casa del casero se inicia la quema de la “cuerda” de cohetes contratada para la fiesta.

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Conclusiones La fotografía es sin lugar a dudas un documento histórico, capaz de difundir conocimiento y conservar la memoria. Después de algún tiempo los estudiosos dirigieron su mirada hacia ella y notaron que podía ser estudiada como una marca de una materialidad pasada, y una manera de entender lo que una sociedad determinada plasmó en una imagen dentro de su presente para ser conocida en un futuro.141 Se vio en la fotografía no solamente una forma de hacer arte, sino también una manera de conectarnos con nuestra historia. La historia es una de las muchas disciplinas que rescata imágenes para reconstruir un acontecimiento del pasado. En el presente estudio, las fotografías de Vicente Kramsky sobre los artesanos locales en los años sesenta constituyeron la fuente principal para recrear la vida cotidiana de este sector de la población, especialmente del oficio de la pirotecnia. Vicente Kramsky fungió como el fotógrafo social de San Cristóbal de Las Casas durante el siglo XX. A lo largo de su vida no sólo retrató las bellezas naturales de Chiapas sino que fijó en la retina del tiempo la vida cotidiana de los habitantes. Además, se interesó en retratar más allá de lo que un fotógrafo común hubiese hecho. Se convirtió en un antecedente de la antropología visual en el estado, volteando la mirada hacia estos artesanos en un periodo en el que eran invisibles. Le dio rostro a este sector de la sociedad cuando nadie lo había hecho. A través de la lente capturó el quehacer diario de estos trabajadores, preservando así su huella en la historia local. Sin embargo ¿es posible reconstruir el pasado usando solamente imágenes? En voz de Gabriel García Márquez “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”; aunque una fotografía representa una importante fuente de conocimiento histórico, en ocasiones es necesario ir más allá de la información que la propia imagen pueda proporcionar, como la voz de los actores. Los testimonios de los dos coheteros, y sobre todo el de Carlos Martínez Zea, resultan imprescindibles para reconstruir una historia. Comprendemos así que la imagen es útil como 141

Aguayo, Fernando y Lourdes Roca (coord.), “Imágenes”, pp. 267

65

detonador de la memoria, tanto de los protagonistas como de la nuestra en calidad de testigos. La historia visual se refuerza y vigoriza con la historia oral, complementándola y reconstruyendo el día a día de este sector prácticamente olvidado. La imagen y el testimonio nos llevan a conocer lo que implicaba el ser cohetero en este periodo, cómo vivían, cuáles eran sus temores, sus inquietudes o sus proyectos de vida. Esta investigación no solo nos permitió entender el significado de ser cohetero en un periodo de la historia de San Cristóbal, sino comprender la manera en la que una fotografía puede servir como componente de la memoria histórica. El relato ayudó de esta forma a “tener la fuente más directa y […] conocer esas partes oscuras que ni los documentos ni las estadísticas permiten dilucidar”,142 logrando de esta forma “trascender los espacios impenetrables de la vida que otras ciencias sociales, con sus sofisticados instrumentos de análisis, intentan descifrar en las almas de los hombres y de la sociedad“.143 A partir de la historia oral se recuperó la figura de Vicente Kramsky, “el mago de la lente” de San Cristóbal de las Casas, así como la percepción que tenía este fotógrafo de los artesanos locales, a partir de uno de sus diarios. La serie de Kramsky logró reconstruir la historia de uno de los niños de las fotografías, recordándonos que existen historias personales detrás de cada imagen. Nos mostró la nostalgia que una fotografía puede provocar con el paso del tiempo y más importante aún, nos ayudó a reescribir la historia de un oficio de San Cristóbal del que no se ha escrito nada, mostrándonos una representación del pasado de la pirotecnia en la ciudad, y enriqueciendo la historia local y fotográfica marcando la pauta para abordar más ampliamente este tema en el futuro.

142 143

De Garay, Historia, 1994, p. 11 De Garay, Historia, 1994, p. 11

66

Aunque el uso de la imagen sirvió para la elaboración de una investigación histórica, es necesario enfatizar que esta fuente abre la posibilidad al trabajo interdisciplinario pues su análisis permite interpretar procesos desde diferentes perspectivas. En el caso específico de San Cristóbal, las fotografías del Archivo Kramsky son el único registro que muestra cómo era la arquitectura de la ciudad durante la segunda mitad del siglo XX, resultando así un auxiliar valioso para los arquitectos de la conservación y restauradores. Espero que en esta investigación, relato e imagen, hayan hecho visible lo invisible y abran nuevas interrogantes y nuevos temas de estudio a ser explorados por otros interesados que se vean también atrapados por las maravillas fotográficas Chiapas, y sobre todo de San Cristóbal de Las Casas, pueblo mágico.

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Referencias y bibliografía -Archivos AVK

Archivo Vicente Kramsky

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