Territorialidad y política. La constitución y construcción de las entidades territoriales indígena originaria campesinas en las tierras bajas y tierras altas de Bolivia. Un estudio de Jesús de Machaca-La Paz y San Antonio de Lomerío-San Cruz

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Descripción

Instituto de Iberoamérica Universidad de Salamanca Tesis que para la obtención del título de Máster en Estudios Latinoamericanos presenta:

Marielle Claudia Cauthin Ayala Bajo la dirección académica de María Pilar Domingo Titulada:

Territorialidad y política. La constitución y construcción de las entidades territoriales indígena originaria campesinas en las tierras bajas y tierras altas de Bolivia. Un estudio de Jesús de Machaca-La Paz y San Antonio de Lomerío-San Cruz

2009

II

Resumen En las últimas décadas, los movimientos indígenas de Latinoamérica han reivindicado ante la sociedad y los Estados el reconocimiento de sus derechos como colectividades y han demandado inclusión en la estructura estatal y en la constitución de sus territorios originarios. El caso boliviano es precisamente uno de ellos, donde este movimiento ha demostrado capacidad movilizadora y organizativa para presionar a las élites políticas y lograr cambios normativos favorables a sus derechos, así como ha debido enfrentarse a nuevos desafíos en el campo de la institucionalidad política y estatal. En este lapso no sólo se ha acumulado una experiencia movilizadora y de lucha social, sino un aprendizaje interno sobre el ejercicio de la política y la gestión y administración del territorio con base en la identidad étnica. El presente estudio se aproximó a dos casos territoriales culturalmente homogéneos en lo étnico: Jesús de Machaca, pueblo aymara asentado en La Paz, y San Antonio de Lomerío, pueblo chiquitano asentado en Santa Cruz, con el fin de conocer los procesos históricos, las herramientas y visiones que se han desarrollado y los problemas que se han presentado para encarar una administración del territorio indígena. Al mismo tiempo quiere ser un instrumento que aporte al debate sobre la posibilidad de la autonomía y autodeterminación de estos territorios en el sentido más amplio del término. Palabras clave: Autonomía, autodeterminación, gestión del territorio, pueblos indígenas.

III

Índice INTRODUCCIÓN.......................................................................................................................................4 CAPÍTULO 1. EL CONTEXTO MULTIÉTNICO CONSTITUCIONAL Y LA PERSPECTIVA ÉTNICA TERRITORIAL EN LATINOAMERICA................................................................................7 1.1.

CONSTITUCIONALISMO MULTICULTURAL....................................................................................7

1.2.

LOS ESTADOS PLURINACIONALES...............................................................................................9

1.3.

DERECHOS TERRITORIALES INDÍGENAS EN LAS CONSTITUCIONES............................................11

1.4.

LA TRAYECTORIA HACIA LA NUEVA CONSTITUCIÓN...................................................................1

1.5.

LA NUEVA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL ESTADO Y LO INDÍGENA ORIGINARIO CAMPESINO.....4

1.6.

TERRITORIO E IDENTIDAD ÉTNICA EN LA CONSTITUCIÓN...........................................................6

CAPÍTULO 2. LA GESTIÓN DEL TERRITORIO EN BASE A LA IDENTIDAD ÉTNICA.............8 2.1

LA PROPIEDAD DE LA TIERRA Y EL MOVIMIENTO INDÍGENA...........................................................8

2.2.

EL RECONOCIMIENTO DE LA TITULACIÓN COLECTIVA POST REFORMA AGRARIA.....................11

2.2.1.

Avances y tropiezos en la titulación de las TCO.................................................................14

2.3.

EL MUNICIPIO Y LA GESTIÓN PÚBLICA DEL TERRITORIO...........................................................15

2.4.

EL MUNICIPIO INDÍGENA...........................................................................................................16

2.4.1.

Los distritos municipales indígenas....................................................................................19

2.4.2.

La planificación con base en la identidad étnica................................................................19

2.4.3.

La experiencia de la educación indígena............................................................................20

2.5.

CONCLUSIONES PRELIMINARES.................................................................................................21

CAPÍTULO 3. LA CONSTRUCCIÓN Y CONSTITUCIÓN DE LA ENTIDAD TERRITORIAL DE SAN ANTONIO DE LOMERIO..............................................................................................................22 3.1.

CONTEXTO HISTÓRICO..............................................................................................................23

3.2.

DATOS GENERALES....................................................................................................................24

3.3.

LA CONSTITUCIÓN DE LA ENTIDAD TERRITORIAL.....................................................................25

3.3.1.

La conformación del municipio...........................................................................................27

3.3.2.

La conformación de la TCO................................................................................................27

3.3.3.

El Plan de Desarrollo Municipal........................................................................................30

3.3.4.

Plan de Gestión Territorial de la TCO................................................................................32

IV

3.3.5.

Resultados de la gestión compartida...................................................................................33

3.4.

PRINCIPALES RASGOS DE IDENTIDAD........................................................................................34

3.5.

LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA ENTIDAD TERRITORIAL.......................................................37

3.5.1.

Contexto de actores y factores ajenos al componente indígena..........................................37

3.5.2.

Contexto de relación entre organización indígena, municipio y comunidades...................38

3.5.3.

Contexto de dinámica de procesos electorales y partidos políticos....................................40

3.6.

CONCLUSIONES PRELIMINARES.................................................................................................42

CAPÍTULO 4. LA CONSTRUCCIÓN Y CONSTITUCIÓN DE LA ENTIDAD TERRITORIAL DE JESÚS DE MACHACA............................................................................................................................44 4.1.

CONTEXTO HISTÓRICO..............................................................................................................44

4.2.

DATOS GENERALES....................................................................................................................46

4.3.

LA CONSTITUCIÓN DE LA ENTIDAD TERRITORIAL.....................................................................47

4.3.1.

La reconstitución originaria................................................................................................49

4.3.2.

La conformación del municipio...........................................................................................52

4.3.3.

La conformación de las TCO..............................................................................................53

4.3.4.

El Plan Microregional Jesús de Machaca...........................................................................54

4.3.5.

El Plan de Desarrollo Municipal........................................................................................55

4.3.6.

Resultados de la gestión compartida...................................................................................57

4.4.

PRINCIPALES RASGOS DE IDENTIDAD........................................................................................58

4.5.

MANDOS Y AUTORIDADES.........................................................................................................58

4.6.

SISTEMAS DE USOS Y COSTUMBRES..........................................................................................59

4.6.1.

La construcción social de las entidades..............................................................................60

4.6.2.

Contexto de relación entre organización indígena, municipio y comunidades...................61

4.6.3.

Contexto de dinámica de procesos electorales y partidos políticos....................................61

4.7.

CONCLUSIONES PRELIMINARES.................................................................................................64

CONCLUSIONES. LAS ENTIDADES TERRITORIALES.................................................................66 ÍNDICE DE MAPAS Y ESQUEMAS......................................................................................................71 ÍNDICE DE CUADROS............................................................................................................................72 REFERENCIAS.........................................................................................................................................73

V

Introducción En las últimas décadas, los movimientos indígenas de Latinoamérica han reivindicado ante la sociedad y los Estados el reconocimiento de sus derechos como colectividades y han demandado inclusión en la estructura estatal y en la constitución de sus territorios originarios. El caso boliviano es precisamente uno de ellos, donde este movimiento ha demostrado capacidad movilizadora y organizativa para presionar a las élites políticas y lograr cambios normativos favorables a sus derechos, así como ha debido enfrentarse a nuevos desafíos en el campo de la institucionalidad política y estatal. Este

reconocimiento

es

resultado

de

una

amalgama

de

movilizaciones sociales (marchas de indígenas de las tierras bajas de 1990, 1996, 1999 y 2002; “Guerra del agua” y “Guerra del gas”), vinculantes

a

procesos

legislativos

como

las

reformas

a

la

Constitución de 1994 y la Asamblea Constituyente de 2006. En ese trayecto, los pueblos indígenas cuestionaron los rasgos de un Estado étnica e históricamente excluyente que no reflejó la realidad de un país en el que el 62% de la población se autoidentifica como perteneciente a un pueblo indígena y en el que confluyen 33 diversidades étnicas originarias. En este lapso no sólo se ha acumulado una experiencia movilizadora y de lucha social, sino un aprendizaje interno sobre el ejercicio de la política y la gestión y administración del territorio con base en la identidad

étnica.

Cada

una

de

estas

vivencias

aporta

datos

relevantes sobre las distintas formas de tenencia, acceso y uso de la tierra, asociada a la cohesión social e identitaria y a su historia de gobernabilidad y desarrollo comunitario; en definitiva, los pueblos indígenas están en condiciones de proyectar un marco reflexivo sobre las posibilidades y limitaciones en la gestión y en la apropiación de determinados instrumentos para acoplarlos a sus necesidades culturales (Albó; Romero, 2008). El

presente

estudio

se

aproximó

a

dos

casos

territoriales

culturalmente homogéneos en lo étnico: Jesús de Machaca, pueblo 6

aymara asentado en La Paz, y San Antonio de Lomerío, pueblo chiquitano asentado en Santa Cruz, con el fin de conocer estas experiencias. Ambos casos presentan como característica principal ser territorios con alto componente indígena (85% de adscripción étnica chiquitana en Lomerío, 94% de adscripción étnica aymara en Machaca); haber asumido características de gestión administrativa del territorio y planificación de desarrollo con visión cultural (planes de

gestión

territorial,

planes

de

desarrollo

municipal);

tener

actividad e instituciones políticas a partir de afinidades de usos y costumbres;

finalmente,

haber

asumido

determinado

rango

territorial reconocido por la norma, ya sea como Tierra Comunitaria de Origen (TCO) o municipio indígena. ¿Por qué hacer una lectura del valor de la gestión étnica a partir del territorio? porque desde la perspectiva indígena esta construcción de espacio integra sus dinámicas política, social y culturalmente, genera identidad y afinidad, factor sobre el que se construye la visión de vida y de desarrollo de la comunidad (Mazurek, 2005). En ese sentido, la presente investigación se pregunta: ¿en Bolivia, cuál fue el proceso de constitución y construcción de las entidades territoriales indígena originario campesinas en Jesús de Machaca (tierras altas) y San Antonio de Lomerío (tierras bajas), asumiendo que este proceso se refleja en la experiencia de constitución formal de su territorio y de sistemas de gestión y en la construcción de acuerdos y pactos para la organización territorial política, social y cultural en el nivel local?1 El objetivo general de la investigación es conocer los rasgos más definidos del proceso constitutivo y constructivo de estas entidades territoriales indígena originario campesinas. Para llegar a esto, en el primer capítulo se responde al objetivo específico de definir el contexto multiétnico constitucional y la perspectiva étnica territorial en la región latinoamericana y en Bolivia.

1

Para más detalles de la metodología de estudio ver el anexo metodológico (pg 90).

7

Con este marco es más fácil llegar al acápite dos, que ofrece una reseña sobre la gestión del territorio en base a la identidad étnica en Bolivia,

en

términos

normativos,

abarcando

los

regímenes

municipales indígenas y el sistema de las Tierras Comunitarias de Origen (TCO), contrastado con los procesos sociales nacionales, regionales y locales. La tercera y cuarta parte –que responden al tercer objetivo específico-

busca

determinar

el

potencial

constitutivo

y

de

construcción de las entidades territoriales de los aymaras de Jesús de Machaca y los chiquitanos de San Antonio de Lomerío, caracterizando los rasgos de su historia, su trayectoria y experiencia en el manejo y administración del territorio. En este punto, se explica la forma en la que estos pueblos indígenas se apropiaron de las normas y formaron parte de procesos de reacomode social y cultural para consolidar el carácter de la entidad territorial. Finalmente, este trabajo pretende plasmar el avance en gestión y administración del territorio con base en la identidad indígena originaria campesina. Los procesos históricos, las herramientas y visiones que se han desarrollado y los problemas que se han presentado para encarar una administración de este tipo. Al mismo tiempo quiere ser un instrumento que aporte al debate sobre la posibilidad de la autonomía y auto determinación de estos territorios en el sentido más amplio del término. El caso boliviano –que atraviesa un régimen de transición hacia las autonomías indígena originaria campesinas, planteadas en la nueva Constitución Política del Estado (NCPE) aprobada en 2009- permite aproximarse a la reorganización del Estado desde las profundas modificaciones de la distribución estructural del poder, del territorio y la gestión a nivel local (Albo; Romero, 2008). Jesús de Machaca y San Antonio de Lomerío dan algunas pautas para conocer el esquema bajo el que funciona actualmente la constitución y construcción de relaciones, pactos o rupturas entre los actores indígena originario campesinos para consolidar su derecho territorial (Barrios, 2008).

8

CAPÍTULO 1. EL CONTEXTO MULTIÉTNICO CONSTITUCIONAL Y LA PERSPECTIVA ÉTNICA TERRITORIAL EN LATINOAMERICA Los movimientos indígenas movilizados han logrado modificaciones y creación de legislaciones favorables a sus derechos étnicos. Los marcos constitucionales multiculturales latinoamericanos que han adoptado estas reformas han tenido limitaciones para su aplicación y otros han profundizado en la posibilidad del Estado plurinacional, es decir, reconocer las diversidades étnicas y culturales y proyectarlas hacia la conformación de naciones indígenas con capacidades autonómicas y de administración del territorio. Bolivia no ha estado ajena a este debate, un país en el que el 62% de la población se autoidentifica con algún grupo étnico originario y en el que se ha vivido los últimos años una escala de conflictos y de presión

de

movimientos

sociales

que

reivindicaron

cambios

profundos en la estructura política y social, y que denunciaron los rasgos de un Estado étnicamente excluyente. La nueva Constitución Política del Estado de Bolivia es producto de estas movilizaciones y –al mismo tiempo- es la expresión de esta crisis y es una suerte de pacto conciliatorio. En este contexto, surge la afirmación del término “indígena originario campesino” como el cúmulo de actores de una nueva etapa de conquista de derechos, sobre todo, los concernientes al territorio y la posibilidad de lograr condiciones reales de autogobierno y autogestión en base a la identidad étnica. 1.1.

Constitucionalismo multicultural

Las

últimas

dos

décadas,

la

región

latinoamericana

ha

experimentado una ola de modificaciones constitucionales vinculante a procesos sociales de reclamos y demandas indígenas, que exigían cambios y cuestionaban el carácter excluyente de las políticas públicas

respecto

modificaciones

se

al

componente

plasmaron

étnico

también

en

originario. consonancia

Estas con

legislaciones internacionales que reivindican los derechos de los

9

pueblos indígenas, entre otras, a partir del Convenio 169 de la Organización

Internacional

del

Trabajo

(OIT)

sobre

Pueblos

Indígenas y Tribales en Países Independientes (1989) y de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007)2. “La institucionalización de los temas culturales y la consolidación de las expectativas de los movimientos indígenas han creado una nueva coyuntura de políticas indígenas en América Latina. A diferencia de las décadas de 1970 y 1980, cuando las identidades políticas indígenas y sus agendas eran novedosas, hoy en día éstas están insertas en estructuras políticas, roles de identidad y el razonamiento estratégico de las redes de actores” (Andolina; Radcliffe; Laure, 2005: 136).

Para hacer una correcta lectura de este hecho hay que reconocer que la marca histórica de la Colonia devino en una interculturalidad asimétrica, entre grupos dominantes portadores de la cultura occidental y comunidades indígenas aisladas y subordinadas. Esta trayectoria sociocultural, a decir de Will Kymlicka (1996), citado por Gustavo Bonifaz (2008: 25, 125), ha desembocado en la construcción de tres escenarios: a) superposición de culturas societales; b) intercambios históricos asimétricos y subordinados; c) necesidad colectiva de reproducir y reconstruir instituciones de continuidad con el pasado. Esta serie de trayectorias sobre el origen y desenvolvimiento de los clivajes étnicos determinaron el tipo de respuestas institucionales desde los Estados, conducentes a modificar su matriz política, lo que ha

dado

como

resultado

el

denominado

2

Constitucionalismo

El Convenio 107 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes (1989) estipula: respeto a su cultura, formas de vida y de organización ancestral, otorgando derechos sociales, económicos y culturales. Participación y consulta ante medidas legislativas. Reconocimiento del territorio que ocupan; derecho a la propiedad y posesión de tierras. Uso, administración y conservación de los recursos naturales, beneficios e indemnizaciones por cualquier daño. No ser trasladados de las tierras que ocupan y de ser así, debe ser consultados. La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007) estipula: Los pueblos indígenas tienen derecho a la libre determinación para definir su condición política y su desarrollo económico, social y cultural. En ejercicio de este derecho gozarán de autonomía o autogobierno y pueden conservar y reforzar sus propias instituciones políticas, jurídicas, económicas, sociales y culturales, incluso como propiedad intelectual y patrimonio, sobre la lengua tienen derecho a usarla y a la educación bilingüe. Derecho a la consulta previa y a fortalecer su relación espiritual con su entorno. Recibir reparación por las tierras, territorios y recursos despojados. Derecho a la conservación y protección del medio ambiente. Tienen derechos individuales y como pueblo.

10

Multicultural Latinoamericano (CML), que tiene como preámbulo histórico el reconocimiento de los pueblos indígenas3 como grupos culturales con existencia y presencia territorial anterior al Estado moderno e incluso anterior a la Colonia. Este reconocimiento los hace sujetos de derechos colectivos sobre su cultura y su territorio, en relación a la institucionalización del carácter

multicultural

reconocimiento

del

y

estatus

multiétnico de

los

de

pueblos

las

sociedades;

indígenas

como

nacionalidades y colectividades subestatales; afirmación sobre el derecho consuetudinario y pluralismo jurídico aplicado mediante usos y costumbres; derechos colectivos de propiedad inembargable, inalienable, imprescriptible, protegida de venta, confiscación o fragmentación, a veces dentro de un régimen de autonomía territorial; uso oficial de las lenguas originarias y educación bilingüe (cfr. Bonifaz, 2008: 126; Martí i Puig, 2006: PG; van Cott, 2004: PG). La expresión real de estas políticas ha sido limitada dentro la estructura Estatal y societal, siendo que pese a las garantías de reconocimiento y protección hacia las culturas indígenas y de su propia dinámica como movimiento social, no se ha podido avanzar en su aplicación y en el ejercicio pleno de estos derechos, lo que da indicios de una nueva “hostilidad asimilativa del Estado en su versión multicultural”, dice Asier Martínez (2007: 307). Para este autor, estas limitaciones tienen que ver con la poca capacidad desde la gestión pública para transversalizar lo étnico y emprender procesos de adaptación estatal; la falta de socialización de políticas multiculturales que no permite pasar del reconocimiento nominal; la falta de claridad en el alcance del proyecto del Estado plurinacional; rupturas en las bases de los movimientos indígenas; y el uso discursivo de las demandas étnicas que hacen los gestores ajenos (Martínez 2007: 309, 314). 3

Según Marco Aparicio Wilhelmi (2007: 259), el término “pueblo indígena” se refiere a grupos étnicos con identidad histórica, social, cultural y económica específica, en tanto que Carlos Böhrt (2008: 144l) añade que también se apunta a un espacio territorial común donde prevalece un sentimiento de colectividad y que es una agrupación única respecto al resto de la sociedad.

11

Conforme a esto, Álvaro García Linera (2005) explica que en el último decenio, el uso del concepto multicultural fue utilizado por la “ideología

liberal”

lo

que

provocó

una

constitucionalización

simplemente declarativa de este estatus frente a la posibilidad real del Estado Nación con carácter y reconocimiento multinacional y/o plurinacional (cfr. Casen; Ravecca, 2009: 8). 1.2.

Los Estados plurinacionales

Acá es necesario hacer una aproximación conceptual al debate del Estado plurinacional, dentro el marco del multiculturalismo, sobre todo para comprender el contexto político y normativo del caso boliviano. La posibilidad de este Estado surge ante el problema de la representación política en relación al componente étnico y de diversidad cultural, en contextos geográficos en los que varias “nacionalidades” cohabitan históricamente pero no son reconocidas ni en los estamentos estatales ni en los sistemas representativos locales. Entonces, la conformación tradicional de una nación –entendida como resultado de la agregación política de muchas etnicidades y del acuerdo impuesto o no sobre la unidad en idioma, territorio, religión, cultura y economía- es cuestionada desde la estructura y la gestión del Estado: “Cuando la construcción y gestión de lo común se funda en la convergencia de una pluralidad derivada del multiculturalismo que reconoce diversidades lingüísticas y culturales, estamos frente a un Estado plurinacional” (Romero, 2009: 4). Para hacer esto posible, dicen Xavier Albó y Franz Barrios (2006: 40), es decisivo el carácter irrenunciable desde la comunidad étnica a sus rasgos específicos: “en la medida que estas diversas identidades étnicas y culturales son consideradas algo fundamental e irrenunciable de los pueblos que las viven, el Estado puede y tal vez debe acomodarles el rango de naciones o nacionalidades” 4. 4

La afirmación de las nacionalidades y etnicidades se proyectan de distintas formas en cada realidad específica. Según García Linera (2005:22), en Romero (2009: 5), se pueden dar lugar a naciones con Estado como los ingleses; si el Estado es multinacional se les reconoce como nacionalidad confederada, como la antigua Yugoslavia, esto sucede cuando “desde arriba” se impone un Estado; el

12

El pluralismo, entonces, se desarrolla a partir de la afirmación de la diferencia

como

construcción

de

la

categoría

del

pluralismo

democrático; Robert Dahl añade que esta afirmación debe considerar la condición de equivalencias entre los diferentes, tomando como punto de origen las asimetrías de cada colectividad, que deben estar presentes en la organización jurídico-política del Estado (Romero, 2009: 4). Xavier Albó (2009) sostiene que ésta es una forma de considerar

a

los

“derechos

específicos”:

“En

este

caso,

el

reconocimiento de la diferencia lo único que hace es preparar el terreno para alcanzar niveles mínimos de igualdad” (cfr. Casen y Ravecca, 2009: 9). Otro aspecto del Estado plurinacional, además del reconocimiento de la diferencia y asimetrías del componente étnico, son los rasgos de la cultura oficial predominante. En términos de García Linera (2007: 25), este “sistema estatal de coerción” tienen relación con la tendencia “monocultural y monolingüe” de la herencia colonial del Estado:

“Pese

culturales

a

una

indígenas

presencia

mayoritaria

rural-urbanas, la

de

‘blanquitud’

procedencias somática

y

cultural es un bien perseguido por todos los estratos sociales”. Félix Patzi (2005: 30) apunta a los rasgos de un Estado coercitivo que preserva la “colonialidad de la estructuración social”. Esta “colonialidad” es cuestionada, dicen Cécile Casen y Paulo Ravecca (2009: 11), a partir del resquebrajamiento de la idea de “comunidad imaginada” que asentaba el ideario de integración política, social y cultural dentro el “espejismo del mestizaje” como símbolo identitario útil para mimetizar conflictos de identidades.

resultado será “un Estado y una nación que no coinciden”, subraya Gregorio Recondo (1997). Jaime Pastor (2003) expone el caso de Suiza, que considera como una federación nacional pluricultural; ó Canadá como una federación nacional multicultural, bilingüe y asimétrica; y Bélgica, que estaría considerada como una federación binacional. Al respecto, otro estudio importante es el de Enric Fossas y Ferran Requejo (1999), que debaten el federalismo plurinacional en los casos de Canadá, Bélgica y España. En base a este contexto variopinto, Carlos Romero (2009: 5) agrega que un Estado, al mismo tiempo, puede ser plurinacional y multiétnico: existencia de dos o más naciones o dos o más etnias en un mismo sistema estatal de coerción.

13

En resumen, el Estado plurinacional, a diferencia del Estado multicultural, no se detiene en el reconocimiento de las diversidades étnicas y culturales, sino que admite el carácter irrenunciable de la demanda de este estatus y su proyección en la reconfiguración de sus rangos de naciones o nacionalidades. 1.3.

Derechos territoriales indígenas en las Constituciones

En ese marco, los procesos multiculturales han dado lugar a la declaración del estatus plurinacional de forma constitucional a países como Ecuador, Paraguay, México y Bolivia, y en el caso de Nicaragua a asumir el carácter multiétnico. Esta afirmación, que se sostiene en las enunciaciones de los articulados constitucionales de cada país, se funda en la pre-existencia de componente indígena, ya sea en su versión comunitaria, como pueblos y/o nacionalidades, identificados en la generalidad por una identidad cultural histórica: idioma, relaciones sociales, historia común, instituciones jurídicas, económicas y políticas, conocimientos propios religiosos; y por un sentido de autoidentificación y autopertenencia. A

decir

de

Elva

Terceros

(2004:

50),

estos

marcos

legales

constitucionales de la región demuestran que efectivamente las dos últimas décadas hubo un viraje proactivo sobre los derechos de propiedad,

tenencia

y

titularidad

por

parte

de

pueblos

y

comunidades indígenas. Muchos de estos cambios fueron inducidos por las ratificaciones que distintos gobiernos hicieron sobre el Convenio 169 y –más tarde- sobre la Resolución de la ONU. Estas cláusulas se expresan en términos del “espacio propio en que cada

pueblo

pueda

desarrollar

libremente

sus

actividades

económicas, sociales, políticas, religiosas o en general las que implique su propia cultura” (Wilhelmi, 2007: 252). El marco constitucional multicultural afirma la condición de colectividades indígenas, lo que les otorga derechos culturales y la legitimidad de sus derechos sobre tierra, territorio y libre determinación y/o autonomía. En su primera versión, el territorio o áreas de ocupación se constituyen en el hábitat o espacios de reproducción cultural,

14

luego

implica

el

uso

y

acceso

a

los

recursos

naturales,

reconocimiento de su gestión sobre el territorio, y ya en su versión de autonomía, el respeto por sus propias formas organizativas y sus instituciones, que supone el derecho a definir su visión de desarrollo de manera colectiva.

15

Cuadro 1 Derechos territoriales indígenas reconocidos por las Constituciones en América Latina País y reconocimiento constitucional cultural

Reconocimiento constitucional sobre la tierra y el territorio

Características del reconocimiento sobre tierra y territorio

Colombia

Reconoce los resguardos indígenas, como sistema de propiedad colectiva, enajenable, inembargable e imprescriptible. Se dispone la creación de la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial.

Los resguardos son gobernados por Consejos locales según normas de usos y costumbres, forman parte de la división administrativa del país y pueden extenderse y sobreponerse sobre más de un departamento. Territorialmente tienen derecho a hacer valer normas propias sobre uso de suelos y poblamiento. Administrar recursos y ejecutar obras y proyectos.

Reconoce el derecho de los pueblos indígenas a su libre determinación, dentro el sistema de autonomías con unidad nacional. Tienen acceso a la propiedad y al uso y disfrute de los Recursos Naturales. Los municipios con población indígena eligen representantes ante el Ayuntamiento.

En estos territorios, los pueblos indígenas pueden decidir formas de convivencia, organización social, política, económica y cultural; sistemas normativos y elección de representantes mediantes prácticas tradicionales con equidad de género; enriquecer la cultura y su identidad.

Se reconoce la libre autodeterminación de los pueblos. Se reconoce distintas formas de propiedad de la tierra, con reconocimiento de las tierras comunales.

La propiedad tiene las siguientes formas: pública, privada, asociativa, cooperativa y comunitaria, todas deberán ser garantizadas y cumplir una función social. Para las comunidades de la Costa Atlántica se establece el régimen de autonomía, con derecho de preservar y desarrollar su identidad cultural y propias formas de organización social y administración de sus asuntos locales conforme a sus tradiciones. Estas tierras comunales tienen derechos sobre los recursos naturales, que pueden usar y disfrutar.

El Estado garantiza a las comunidades indígenas la reserva de las tierras necesarias y la propiedad colectiva para su bienestar económico y social.

Una ley específica regulará los procedimientos para lograr el estatus de propiedad colectiva y las delimitaciones territoriales dentro de las cuales se prohíbe la apropiación privada de las tierras.

El Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural (Art. 7; 330)

México Se reconoce como una Nación Pluricultural, habitada por pueblos indígenas precolombinos y que se reconozcan como tales (Art. 2)

Nicaragua El pueblo de Nicaragua es de naturaleza multiétnica, con pluralismo político, social y étnico. El Estado reconoce la existencia de los pueblos indígenas y de sus propias formas de organización social. (Art. 5; 8; 89; 90). Panamá El Estado reconoce y respeta la identidad étnica de las comunidades indígenas. Las lenguas aborígenes como su cultura son objeto de conservación y de programas bilingües (Art. 84; 86; 104; 123).

16

Paraguay Es un país pluricultural y bilingüe. Sus idiomas oficiales: castellano y guaraní. Se reconoce la existencia de los pueblos indígenas como grupos anteriores al Estado, con derecho a preservar su identidad; sistemas de organización; normas consuetudinarias (Art. 62; 63; 64; 66; 67; 140). Perú El Estado reconoce y protege la pluralidad étnica y cultural de la Nación. Los indígenas tienen derecho a su identidad, a usar su lengua materna. Se reconocen sus normas consuetudinarias. Se reconoce como máxima autoridad a la Asamblea Comunal. (Art.2) Ecuador Es un Estado intercultural y plurinacional. Se reconoce el quechua y otros idiomas y se estimula su conservación y uso. Son reconocidas las nacionalidades indígenas y afroecuatorianos y sus derechos colectivos a la identidad. Aplicar su derecho consuetudinario, autoridades originarias y sus sistemas de justicia en sus jurisdiccionales (Art. 1; 2; 57; 58; 173; 243; 258). Venezuela Se reconoce la existencia de los pueblos y comunidades indígenas,

Se reconoce la propiedad colectiva. Los pueblos indígenas tienen derecho a la propiedad comunitaria de la tierra, en extensión y calidad suficientes para la conservación y el desarrollo de sus formas de vida. Se prohíbe la remoción o traslado de su hábitat sin el expreso consentimiento de los mismos.

El Estado les proveerá gratuitamente de estas tierras inembargables, indivisibles, intransferibles, imprescriptibles, no susceptibles de garantizar obligaciones contractuales ni de ser arrendadas y que estarán exentas de tributo.

Garantiza el derecho de propiedad sobre la tierra en forma comunal y asociativa.

Las comunidades tienen autonomía para el uso y disposición de sus tierras. Esta propiedad es imprescriptible, salvo en caso de abandono. Pueden ejercer funciones jurisdiccionales dentro su ámbito territorial de acuerdo a sus normas consuetudinarias. La Constitución prevé el levantamiento de un catastro previa solicitud para determinar la titulación de tierras en el área rural.

El Estado reconoce las circunscripciones territoriales indígenas y pluriculturales como los regímenes especiales con forma de organización territorial étnicocultural, que ejercerán las competencias del gobierno territorial autónomo. En estos territorios viven su cultura y no serán desplazados, se les consultará sobre planes de uso de recursos. Los territorios de los pueblos en aislamiento voluntario son de posesión ancestral irreductible e intangible.

Conservar la propiedad imprescriptible de sus tierras comunitarias, que serán inalienables, inembargables e indivisibles. Estas tierras estarán exentas del pago de tasas e impuestos. Mantener la posesión de las tierras y territorios ancestrales y obtener su adjudicación gratuita. Participar en el uso, usufructo, administración y conservación de los recursos naturales renovables que se hallen en sus tierras. Conservar y promover sus prácticas de manejo de la biodiversidad sustentable. Dos o más circunscripciones administradas por gobiernos territoriales indígenas o pluriculturales podrán integrarse y conformar una nueva circunscripción.

Se reconoce la propiedad colectiva de las tierras como inalienable, imprescriptible, inembargable e

El aprovechamiento de los recursos naturales en los hábitats indígenas será sujeto a previa información y consulta. Las autoridades de los pueblos indígenas podrán

17

su organización, usos y costumbres e idiomas que son de uso oficial y son patrimonio. Derecho a desarrollar su identidad con educación bilingüe. Se protege la propiedad intelectual colectiva y su sistema de justicia y de autoridades (Art. 9; 119; 120; 125; 186; 260).

intransferible, y la consulta previa para el uso de sus recursos naturales.

aplicar instancias de justicia con base en sus tradiciones dentro su territorio y para acceder a cargos en el ámbito estatal y municipal deberán hablar su idioma, haber ejercido un cargo en su comunidad. Trayectoria en la lucha social. Pertenecer a una organización indígena.

Fuente: Elaboración propia en base a Elva Terceros (2004: 70); Base de Datos Políticos de las Américas (1998) Derechos de los Pueblos Indígenas. Análisis comparativo de constituciones de los regímenes presidenciales. [Internet]. Georgetown University y Organización de Estados Americanos. En: http://pdba.georgetown.edu/Comp/Derechos/indigenas.html#bol. 22 de febrero 192009.

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1.4.

La trayectoria hacia la nueva Constitución

Para lograr una mejor compresión del análisis de la nueva Constitución Política del Estado de Bolivia, refrendada por voto plebiscitario en enero de 2009, hay que abordar del trasfondo de conflictos y luchas sociales recientes que derivaron en la Asamblea Constituyente de 2006, como una alternativa y búsqueda de respuestas institucionales ante la crisis que se vivía hasta ese momento. El sistema de partidos manejado por una élite económica y política y la llamada “democracia de pactos” caracterizaron la dinámica de Estado desde la restitución de la democracia en los 80: “Ante la imposibilidad de ningún candidato de lograr el 50% más uno de los votos por más de 20 años, se impuso la lógica de lograr acuerdos entre los partidos mayoritarios para tener mayoría congresal y cogobernar” (Mesa, 2007: 587). Mantener el orden económico luego de la hiperinflación en los 80, si bien llevó a la estabilización de las finanzas y a impulsar la productividad, implicó un alto costo social con el despido masivo de 30 mil mineros y con la ola migratoria hacia el trópico de Cochabamba, donde eclosionaría el boom del narcotráfico y las peores violaciones a derechos humanos; allí en los 90 se consolidaría el movimiento sindical de productores de hoja de coca, que entre sus principales líderes tendría a Evo Morales Ayma, actual presidente del país. Estos cuestionamientos a los rasgos de un modelo político y económico condicionado, en el caso boliviano, tuvieron como desenlaces rupturas episódicas, masivas y violentas. En 1986, más de diez mil mineros emprendieron una marcha hacia la sede de Gobierno; entre 1990 y 2002 los pueblos indígenas de tierras bajas

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protagonizaron cuatro marchas para exigir derechos políticos, territoriales y la instauración de una Asamblea Constituyente. En 2000 se registra un conflicto social de de magnitud conocido como la “guerra del agua”5, ese mismo año se hacen dos cercos aymaras a la sede de Gobierno (2000 y 2003) y el bloqueo de caminos del sector cocalero (productores quechuas y aymaras de hoja de coca) (2000 y 2002). Esta saga de eventos tuvo como momentos más dramáticos los hechos de febrero y octubre de 2003, en la “guerra del gas”6, que se inició como un cuestionamiento a los destinos de la exportación de gas, a exigir un referéndum sobre hidrocarburos y otros recursos naturales y a la convocatoria a una Asamblea Constituyente. En la región oriental de Santa Cruz los movimientos indígenas eran violentados por agrupaciones urbanas y civiles. En el conflicto de 2003 se constató con escalofriante veracidad que más allá de lo político y económico, la sociedad boliviana tenía rupturas históricas étnicas y regionales que no se habían conciliado jamás. A esto Álvaro García Linera llamó “el empate catastrófico” (Mesa, 2007: 588) o lo que Félix Patzi denominó “guerra de razas” 5

La “guerra del agua” fue provocada por la posible promulgación de la Ley 2029 de Agua Potable y Alcantarillado, que planteaba la privatización de este recurso y que otorgaba amplias garantías a los inversores para su uso y explotación. Este fue el caso de la empresa transnacional Bechtel, que se hacía cargo de la dotación del servicio de agua en Cochabamba, y que al amparo de la norma incrementó el costo de la facturación. Tanto la población urbana que contaba con servicio de agua potable a domicilio como los campesinos que tienen sistemas de usos y costumbres para el riego en el campo, fueron los actores de las protestas. La empresa tuvo que retirarse del país y la Ley no fue promulgada. En 2003, la empresa extranjera que ofrecía el mismo servicio en La Paz también sería expulsada por los movimientos sociales. 6 La “guerra del gas” se inició ante la oficialización de venta de gas a Estados Unidos por puertos chilenos; la falta de consulta a los ciudadanos y las observaciones a la Ley de Hidrocarburos que dejaba clara desventaja de utilidades al país, fueron el argumento para convulsionar a la población. A esto se sumó una serie de eventos, como el bloqueo del Altiplano y en el trópico de Cochabamba, y movilizaciones urbanas por el intento de congelamiento salarial y alza de impuestos al salario básico. El saldo de las jornadas de febrero de 2003 dejaron 33 muertos y un número incierto de heridos, entre septiembre y octubre murieron a consecuencia del conflicto entre 70 a 80 civiles y militares (Ramos, 2004: 42-186). El clamor desordenado de los movimientos fue la expulsión del presidente de la República, Gonzalo Sánchez de Lozada (Movimiento Nacionalista Revolucionario, 2002 - 2003), que en su gestión dejó un saldo de 112 muertos.

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(Ramos, 2004: 38), aludiendo a las dos visiones de país que se llegaron de definir; una de corte endógeno y de revisión crítica histórica, plasmada en la “agenda de octubre”

7

y apoyada por

sectores populares e indígenas de occidente, y la otra de corte liberal y promovida por élites empresariales y autonomistas de oriente (Albó, 2008: 81). Un factor fundamental para comprender el viraje político favorable a un partido político de tendencia indígena y de izquierda en 2005 8 tiene que ver con una lectura del carácter multiétnico de la nación boliviana. El último Censo de Población y Vivienda de 2001 sostuvo que el 30.7% de bolivianos se consideraba quechua; 25.2% aymara; 6.1% perteneciente a otros grupos indígenas (guaraní, chiquitano, mojeño, entre otros), lo que arrojó un total de 62% de adscripción poblacional a determinado grupo étnico. Con este dato se hizo evidente que las dos variables que definen lo étnico -la autoidentificación y el uso de la lengua vernácula- serían los siguientes clivajes en cambiar la estructura de pensamiento y acción de la sociedad boliviana, al punto de hacerse palpable en la estructura del nuevo texto constitucional. Cuadro 2 Pertenencia étnica por departamento Departament o

Pertenencia étnica

No pertenenci a étnica

La Paz

78.3

22.5

7

Tanto Carlos Mesa (2003 - 2005) que ejerció como primera autoridad, y luego ante su renuncia, Eduardo Rodríguez (2005), fueron las gestiones de gobierno que tuvieron el mandato de viabilizar la “agenda de octubre”: industrializar el gas, llamar a referéndum de hidrocarburos, convocatoria a la Asamblea Constituyente y nuevas elecciones presidenciales. 8 En 2005 se realizaron nuevas elecciones presidenciales y resultó ganador Evo Morales del Movimiento Al Socialismo (MAS), que claramente representaba la visión de la Bolivia de insurgencia indígena y sindical de izquierda. Este gobierno ganó las elecciones con una mayoría que sobrepasó el 50%, lo mismo ocurriría en las elecciones para los asambleístas en la Constituyente en 2006 y para ganar en el voto consigna para el “no” en el referéndum de autonomías departamentales en 2006 y para el “sí” en el plebiscito de aprobación de la nueva Constitución en 2009.

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Oruro

73.6

26.1

Chuquisaca

65.7

34.4

Cochabamba

70.4

25.6

Potosí

83.8

16.1

Tarija

19.8

80.3

Santa Cruz

37.4

62.5

Beni

32.8

67.2

Pando

16.3

83.8

Bolivia*

62

38

*Resultado de acuerdo a pueblo indígena (quechua, aymara, guaraní, chiquitano, moxeño y otros) Fuente: En base a Albó, 2008: 21.

Se aprecia que esta adscripción es mayor en las tierras altas -llamadas así por estar ubicadas a un mayor nivel del mar y lo conforman departamentos del altiplano y de los valles: La Paz, Oruro, Potosí, y una parte de Cochabamba y Chuquisaca-; en tanto que en las tierras bajas -llamadas así por encontrarse próximo al nivel del mar y lo conforman los departamentos de los llanos, amazonia y chaco, ubicados al oriente y sur del país: Santa Cruz, Pando, Beni, Tarija y Chuquisaca en su parte chaqueña, y parte de Cochabamba en su área tropical-. 1.5.

La nueva Constitución Política del Estado y lo indígena originario campesino

Según la Constitución aprobada en 2009 9, Bolivia se asume como un Estado plurinacional comunitario10, con base en el reconocimiento 9

La nueva Constitución Política del Estado (NCPE) de Bolivia, elaborada por la Asamblea Constituyente (2006 – 2008) y aprobada vía referéndum en enero de 2009, presenta una estructura formada por cuatro acápites: bases fundamentales del Estado; estructura y organización del Estado; estructura y organización territorial; estructura y organización económica. 10 Para Carlos Romero (2009: 3), el Artículo 1 de la nueva Constitución Política del Estado (NCPE) aprobada en enero de 2009, que establece que Bolivia es un Estado “(…) unitario, social de derecho, plurinacional comunitario, descentralizado y con autonomías” (Art. 1). Se preserva la forma de Estado Unitario y se declara Social de Derecho, “acoge la forma funcional liberal del poder público (democracia, división de poderes, sufragio universal, etc.)”, y descentralizado y con distintos niveles de autonomías, como fundamento de distribución del poder público con base territorial. El estatus de Estado plurinacional comunitario se edifica en los preceptos del Artículo 2: la existencia pre-colonial de las naciones y pueblos

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multicultural y de las naciones indígena originaria campesinas. Carlos Böhrt (2008: 21) añade que esta naturaleza es lo que otros teóricos como García Linera han denominado la “etnización del Estado”

11

, y ya no es sólo una atribución de la sociedad, como

reconocía la Constitución de 199412: “Extrapolar la heterogeneidad étnica del ámbito de la sociedad al del Estado, de la base humana a la

organización

política,

conduce,

o

podría

conducir,

a

la

reconfiguración de la totalidad del Estado”. En ese entendido sobre la visión étnica Estatal, otra característica es la expresión enunciativa de “pueblo indígena originario campesino”, que debe abarcar las visiones de los 36 componentes étnicos y de sus respectivos procesos sociales. Los pueblos recurren a los apelativos “indígena” u “originario” de acuerdo a su territorialidad y trayectoria histórica: los originarios de tierras altas renuncian a la categoría indígena por ser una denominación colonial, por ejemplo; en tanto que los que se reconocen como comunidades campesinas admiten una trayectoria más enclavada en el trabajo del campo, sin perjuicio de que sean originarias13. indígena originario campesinos -y no previa a la concepción del Estado moderno como en otros países de la región; goce de cultura e instituciones propias; y uso oficial de las lenguas vernáculas 11

En este contexto, Diego Ayo (2008:26, 27) que recoge aportes de Michel Wieviorka y Arend Lijphart, sostiene que el modelo consociativo es una posibilidad para reducir el peligro de la etnización del Estado: “(los) órganos estatales están fraccionados proporcionalmente a cada grupo, dando como resultado un estado de carácter plurinacional (…). En este modelo la plurietnicidad no basta. Ésta se transforma en una plurinacionalidad enquistada estatalmente”. A esto Bonifaz (2008: 114) añade que el modelo consociativo, como “poder compartido”, tiene como características la proporcionalidad étnico-lingüística en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, autonomía territorial para las minorías y derecho a veto. 12

El Artículo 1 de la Constitución de 1994 establecía como clase de Estado y forma de gobierno a Bolivia como país multiétnico y pluricultural, constituido como República Unitaria con una forma de gobierno democrática, representativa y participativa y como un Estado Social y Democrático de Derecho. 13 Al respecto, Albó y Romero (2008: 7) aclaran que el término indígena es más favorable para las tierras bajas, pero no para las tierras altas, más familiarizados con el término originario, también de matriz colonial. En esta misma zona y en los valles centrales el término utilizados es el de campesino, herencia de la Reforma Agraria de 1952, como eufemismo por indígena y como una asociación de la actividad productiva agrícola, así surgieron en la literatura los indígena campesinos o campesino indígenas (cursivas de los autores).

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“Dado que la fórmula ‘indígena originario campesino’ atraviesa la ingeniería constitucional completa. Consecuencia de ello resultaría, por ejemplo, que el nuevo régimen de las autonomías y casi todos los órganos del Estado habrían sido pensados en función de la participación orgánica de los ‘pueblos indígenas’ y de las ‘comunidades campesinas’ (Borth, 2008: 24, 25).

Precisamente la fuerza de esta expresión es la que, según Pablo Mamani (2009: 12), marca “un horizonte indígena-comunal pero plurinacional”,

lo

que

Romero

(2009:

3)

explica

como

“una

comunidad política pluralista flexible con multiniveles asimétricos”, en base al reconocimiento de la diferencia cultural y territorial. Más allá, Mamani habla de convertir al indígena-indio en “el ser nacional”, “para no ser ajeno a su propia historia y territorio, a través de propuestas institucionales y sistemas de operativización aplicables, para no quedar engullidos en la nueva ingeniería estatal”. Cuadro 3 Derechos indígena originario campesinos en la nueva Constitución Política de Bolivia Preceptos culturales y de identidad

     

Preceptos territoriales

      

A su identidad cultural A existir libremente A registro legal Protección de sus saberes tradicionales A la práctica de la justicia comunitaria, reproducción de sus sistemas políticos, jurídicos y económicos Educación (tiene carácter intra- intercultural y bilingüe) Salud Territorialidad y hábitat Libre determinación A que sus instituciones formen parte de la estructura del Estado Derecho a la consulta, participación de beneficios, gestión del territorio y uso de los recursos naturales Respeto y protección a pueblos en extinción y no contactados Las comunidades, los territorios indígenas y las pequeñas propiedades son indivisibles, inalienables, imprescriptibles e inembargables. Acceso de manera gratuita a las tierras fiscales.

Fuente: Romero (2009: 11), Montaño; Tamborini; Ochoa (2008: 79-180-182)

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1.6.

Territorio e identidad étnica en la Constitución

Como se ha visto en el repaso a las legislaciones multiculturales de la región, cada sistema de gobierno presenta un modelo de gestión del territorio acorde con el reconocimiento multiétnico de sus sociedades y plasmado bajo la figura de ordenamiento territorial. Esta categoría tiene que ver con una política de Estado integral, “ya que concurren aspectos políticos, económicos, sociales, culturales y ecológicos aplicados a la ordenación del espacio; es teoría y práctica para la gestión territorial; es interdisciplinaria y busca alcanzar el equilibrio de las regiones y la organización física del espacio” (Romero, 2009: 19). Cuando esto ocurre y el Estado se apropia y dispone del espacio -como sistema de localizaciones- y el territorio -como sistema de actores- (Mazurek, 2005), entonces configura una serie de unidades político-administrativas, como explica Franz Barrios (2009: 70), a distintas escalas, con distintas funciones y naturalezas variadas, así, lo que constitucionalmente fueran circunscripciones, áreas, ejidos, colectividades,

comunidades,

se

convierten

en

entidades

territoriales. La

nueva

Constitución

territorialmente

en

establece

departamentos,

que

Bolivia

provincias,

se

organiza

municipios

y

territorios indígenas, cada una de estas unidades territoriales goza de régimen autonómico –a excepción de las provincias- y cada una se constituye en una modalidad autonómica, con elección directa de autoridades, potestades normativas, administrativas, fiscalizadoras y técnicas. La creación, modificación y delimitación de estas unidades se hará por voluntad democrática de sus habitantes expresada vía referéndums de consulta, en consonancia con la futura Ley Marco de Autonomías y Descentralización (NCPE, Art. 270, 172). Ya con el enunciado constitucional, se da vía a la conversión de los territorios indígenas, que según Barrios (2009: 72) pasarían de ser

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apenas un espacio funcional/homogéneo a una entidad territorial como unidad político-administrativa con capacidades o cualidades gubernativas: autonomía con capacidad de autolegislación 14 más allá de la emisión de reglamentos o normas similares. Bonifaz (2008: 189) apunta a que la autonomía indígena podría ser un punto de partida para conformar -junto a departamentos y municipios- una especie “sistemas de frenos y contrapesos”: “generando leyes consensuadas, que requieran mayorías especiales y conformidad respecto a la distribución de competencias y a la conciliación de sistemas jurisdiccionales ordinarios y comunitarios”. En lo que respecta a esta investigación, cabe subrayar que el marco legal que reconoce el estatus de autonomía indígena -bajo el nombre genérico de “entidades territoriales indígena originario campesinas” (ETIOC)-

admite

la

posibilidad

del

autogobierno

y

libre

determinación de acuerdo a normas, instituciones, autoridades, procedimientos propios. Es evidente que la estructuración del Estado plurinacional con autonomías indígenas en el nivel local podrá “experimentar de mejor manera nuevas formas de ejercer gobierno, más acordes con el modo de ser originario”, señalan Albó y Romero (2008: 14). ¿Pero en qué condiciones se encuentran los pueblos indígenas para asumir la administración plena de sus territorios? ¿cuál es su experiencia en la gestión territorial con identidad? ¿cuáles son las posibilidades de hacer gestión étnica que se han venido dando en Bolivia en los últimos veinte años? El siguiente acápite estará dedicado a explicar el marco legal y la actual situación de tenencia de tierra y la gestión de territorio con base identitaria cultural, así 14

Sobre la cualidad gubernativa, Barrios (2009: 77) hace un apunte entre las autonomías con capacidad de autolegislación: “Como el término ‘autonomía’ suele ser polisémico, no es seguro que cualquier empleo del mismo arrastre un cambio estructural. Si ‘autonomía’ significa más bien un proceso de autoadministración creciente, se estará frente a un escenario mucho menos ambicioso que el de la autolegislación. En cuanto a lo primero, tenemos por lo menos la indicación que autonomía pretende un reclamo por ‘normar’ como opuesto a simplemente ‘ejecutar’ algo (…). Se debe explicitar qué tipo de norma está siendo puesta en juego: una de tipo legislativo o una de tipo reglamentario”.

8

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como las distintas iniciativas que asumieron los pueblos indígena originario campesinos para hacer valer sus derechos propietarios y para ejercer la administración colectiva de sus tierras, para sentar presencia y para sentir que no son ajenos al cambio constante de su entorno.

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CAPÍTULO 2. LA GESTIÓN DEL TERRITORIO EN BASE A LA IDENTIDAD ÉTNICA En el caso boliviano, la factibilidad de las “entidades territoriales indígena originario campesinas” (ETIOC) se basa en una experiencia previa cultivada por los movimientos indígenas de Bolivia, que durante dos décadas se movilizaron para lograr avances en la consolidación de la propiedad y/o administración de las tierras que habitan. En este capítulo se recogen estas experiencias, así, se describirán los actuales tipos de gestión del territorio en base al reconocimiento de la identidad étnica, abarcando los regímenes municipales indígenas y el sistema de las Tierras Comunitarias de Origen (TCO). Ambos sistemas en determinado momento se constituyeron en estrategias indígenas para enlazar sus visiones de desarrollo con el mundo moderno, así surgieron las TCO y la Ley que las postula, como resultado de una demanda de conclusión de devolución de tierras, que la Reforma Agraria no realizó en las tierras bajas desde la década del 50. La otra vía fue ingresar al sistema municipalista mitad de los 90, e intentar promover gestión con identidad étnica. Lograr el estatus de “municipio indígena” para muchos pueblos indígena originario campesinos fue la culminación de una serie de intentos de gestión sujetos a la norma, como los distritos indígenas y las conformaciones

de los planes de desarrollo distritales

y

educativos bilingües. Javier Medina (2003: 25) denominará a este proceso la vía de la “racionalidad indígena” y con esto se refiere a las oportunidades que los pueblos originarios fueron viendo en la permeabilidad normativa para la consecución de sus objetivos, y que se deduce de la interpretación de la Ley de Participación Popular 1551 (1994); la Ley del Diálogo 2235 (2000); la Ley de Municipalidades 2028 (1999) y la Ley de Saneamiento de Tierras 1715 (1996), entre otros.

10

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2.1

La propiedad de la tierra y el movimiento indígena

¿Cuál fue el armazón sobre el que se estructuró la propiedad de la tierra y cómo actuaron los pueblos indígenas ante la modificación de esta propiedad? Los procesos que atravesaron tanto las tierras bajas como las tierras altas tuvieron distintas intensidades. En el desarrollo de los capítulos tres y cuatro se realizará una descripción en detalle asociado a los casos de estudios, pero ahora servirá hacer una

breve

relación

de

contexto

para

explicar

las

actuales

modalidades de propiedad, gestión y administración del territorio de los pueblos originarios. Indiscutiblemente tanto la Colonia como la República implicaron un cambio trascendental en la tenencia de tierras 15. Aunque varios autores coinciden en que la Colonia apenas rozó la tradicional forma de organización territorial a nivel comunidad pues el objetivo del sistema –como las encomiendas- era acumular tributos. El germen del usufructo de la tierra vendría en 1860 cuando se estableció la República, ahí surgió con fuerza la burguesía terrateniente. En el tema de tenencia de tierra es importante subrayar las políticas nacionales que se asumieron y que afectaron en mayor medida a la región andina y central del país y no así a la parte oriental. En 1867, durante el gobierno de Mariano Melgarejo (1820-1871) y mediante Ley de 1866 se conminó a las comunidades indígenas a demostrar su derecho propietario sobre las tierras que ocupaban y pagar sus títulos. Luego, la Ley de Ex vinculación de 1874 de Tomás Frías (1874-1876) si bien reconocía los derechos propietarios de los indígenas desde sus antepasados abolía el carácter colectivo de la comunidad y las tierras fueron distribuidas individualmente (cfr. Mesa, 2007: 338). 15

En este periodo, que se amplía en los capítulos tres y cuatro, “muy extensas regiones pasaron a depender de los conquistadores, que las recibieron en calidad de encomenderos” (Muñoz, 2003: 64), pero este sistema y el sistema tributario indígena implicó -en las tierras altas- cierta distancia que daba autonomía territorial y cultural a los pueblos asentados.

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Con esto, dice Diego Muñoz (2003: 67), se socavaron las bases sociales y las estructuras de autoridades de cada comunidad, núcleo de organización de los indígenas, y se acentuó mucho más la propiedad de hacienda hasta la década de 1930. Con el régimen de la hacienda en expansión, surge en el oriente la élite de Santa Cruz, entre 1880 y 1915, fomentados con el boom de la explotación de la goma, como ocurría de forma paralela con la élite minera en occidente (1920-1952) (cfr. Soruco, 2008: 12). Las tierras comunales devinieron en ex comunidades y esto provocó las primeras resistencias indígenas, entre los que sobresale la rebelión de Zárate Willca, el indígena aymara que pactó su apoyo a los liberales en la Guerra Federal (1899), y que luego fue traicionado. Mientras en las tierras bajas se suceden la rebelión de los pueblos de Moxos (1887) contra el reclutamiento indígena, y la “batalla de Kuruyuki” de los pueblos guaraníes y chiriguanos (1892) para evitar la instalación de no indígenas en la zona que habitaban. La Revolución de 1952 y su política agraria, que tuvo como centro los valles de Cochabamba poblados por quechuas, tuvo el efecto de lograr la organización campesina en sindicatos, emulando la experiencia de las minas, y también logró la titulación de tierras recuperadas de las haciendas. Apartir de la Reforma, la hacienda se convierte en la propiedad agraria con mayor superficie en la región y mayor capacidad de obtener créditos. Para el Estado, los indígenas de las tierras bajas “no eran considerados como pueblos con identidad y formas de vida propias”16, sostiene Alejandro Almaraz (2002: 40). Entre las décadas del 60 hasta los 80 se inició la ola colonizadora de la región oriental 16

El Estado bajo la Ley de Reforma Agraria estableció la sendentarización de los grupos originarios, con el apoyo de misiones evangélicas norteamericanas que recibieron –a nombre de los indígenas de tierras bajas- la dotación de tierras para asentar y adoctrinar a la población. Este panorama sirvió para que una década después comenzara la incursión de nuevos pioneros alentados por los partidos políticos en gestión de gobierno que les dotaron de tierra, créditos blandos e inversión en caminos, lo que consolidó a la nueva burguesía terrateniente asentada sobre todo en Santa Cruz (Muñoz, 2003: 73).

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y se impulsó el asentamiento de población migrante extranjera, lo que no ocurrió en las tierras altas que ya tenían definidas en muchos casos sus titulaciones. Ante el ingreso de más sistemas de hacienda, de empresas de explotación de madera y otros recursos, a fines de los años 70 en las tierras bajas y altas comenzó la movilización y organización de los movimientos indígenas. La expresión más visible fue la creación en los 70 del Ejército Guerrillero Tupak Katari (EGTK) en el que confluyeron el actual vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, como ideólogo no indígena y el aymara Felipe “El Mallku” Quispe. Otra herencia de este

movimiento

indigenista

katarista

fue

el

partido

político

Movimiento Revolucionario Tupak Katari de Liberación (MRTKL), que tuvo entre sus representantes más visibles al ex vicepresidente aymara Víctor Hugo Cárdenas, que hizo gobierno junto a Gonzalo Sánchez de Lozada (MNR) en 1993-1997 (Galindo, 2003: 112; Muñoz, 2000: 71-73). Es de mencionar la creación en 1989 de la Confederación Indígena del Oriente Boliviano (CIDOB)17, producto de un proceso de “unificación” de los pueblos indígenas de oriente (Quiroga, 2005: 12). Actualmente representa a 34 pueblos indígenas, entre los que 17

En las tierras bajas se propiciaron reuniones interétnicas en 1984 que luego dieron origen a la Confederación Indígena del Oriente Boliviano (CIDOB), aglutinó en un principio a los pueblos iziceño-guarní del Chaco, Chiquitanos de Lomerío, los guarayos del oeste de la Chiquitanía y los ayoréode (cfr. Birk, 2000: 21). Actualmente forman parte de la CIDOB: Central de Pueblos Indígenas del Beni (CPIB), Central Indígena de la Región Amazónica (CIRABO), Central de Pueblos Étnicos de Santa Cruz (CPESC), Asamblea del Pueblos Guaraní (APG), Organización de Capitanías Weenhayek (ORCAWETA), Central de Pueblos Indígenas de La Paz (CPILAP), Central de Pueblos Indígenas del Trópico de Cochabamba (CPITCO) y Central Indígena de Pueblos Originarios de la Amazonía de Pando (CIPOAP). Esta organización matriz optó por la movilización, como se verá en el capítulo siguiente, y por la presentación de propuestas legislativas, como el proyecto de ley de Pueblos Indígenas del Oriente, Chaco y Amazonía, propuesta sobre municipio indígena para la Ley de Municipalidades (1997), aportes a las rondas del Diálogo Nacional (2000) y el proyecto de Ley de convocatoria a la Asamblea Constituyente (2004). La demanda de tierra y territorio de las tierras bajas de Bolivia y la conquista de la modalidad de titulación por Tierras Comunitarias de Origen (TCO) fue resultado de este proceso histórico de proponer normas y ante del vacío que generó el Estado en el oriente, sobre todo en la etapa republicana.

13

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se encuentran los chiquitanos de San Antonio de Lomerío afiliados a la Organización Indígena Chiquitana (OICH). En el occidente del país, los movimientos campesinos comenzaron una etapa de transición y reconversión hacia la “reconstitución” de las identidades originarias, que se consolidó en 1997 con la creación del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ), dejando así y de forma paulatina la forma de organización del sindicato. El objetivo de esta organización es el rescate de la territorialidad ancestral basada en los ayllus, markas y suyus de la región que antes se denominara Qullasuyu18.

18

Las Nacionalidades reconstituidas son: Consejo Occidental de Ayllus y Markas Jacha Carangas (COAJC) abarca a 12 markas y 150 ayllus; Nación Jatun Killakas Asanajaqis (JAKISA) con 12 markas, Ayllus Charkas Qhara Qhara (FAOI-NP) con siete markas y 39 ayllus, Consejo de Ayllus Originarios de Potosí (CAOP) con tres regionales y 18 markas, Nación Qhara Qhara con ocho markas y 64 ayllus, Nación Jacha Suyu Paqajaqi con diez markas y 80 ayllus, Nación Soras con siete Markas, Nación Kallawaya y las de los valles: Chuwis, Lipiz, Chichas, Yanpara, Urus y Yapacani. El CONAMAQ tiene afiliadas 14 organizaciones en las tierras altas, de las que ocho han consolidado la reconstitución de sus territorios con la denominación de “nacionalidades originarias”, así se han logrado estructurar las markas y suyus, delimitaciones previas a la Colonia, en la que las markas (región altiplano) y suyus (región valles) eran las territorialidades mayores que albergaban a los ayllus (conglomerado de comunidades y unidades familiares). La propuesta más firme fue la presentación del proyecto de Ley de Convocatoria a la Asamblea Constituyente, en la que se reafirma como eje la reconstitución territorial ancestral según usos y costumbres.

14

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2.2.

El reconocimiento de la titulación colectiva post Reforma Agraria

Si bien la Reforma Agraria de 1952 suprimió el sistema de las haciendas y favoreció a la propiedad campesina con la otorgación de títulos propietarios, adoleció de factores que más tarde incidirían en las tierras bajas: no llegó a consolidarse en las tierras bajas, desconoció el componente indígena y sólo contempló la titulación individual. Es por eso y otras razones que la Reforma fue un proceso inconcluso, subsanado en alguna medida y hasta 1996 con el reconocimiento y la garantía de los derechos sobre la tierra bajo la forma de titulación de las Tierra Comunitaria de Origen (TCO), que abarca el concepto de territorio colectivo y tiene alcance cultural. Este sistema de titulación resultó como producto de movilizaciones que demandaban la propiedad de los territorios. En 198819, las organizaciones indígenas de tierras bajas recién creadas aprobaron el inicio de una demanda movilizada y continua hacia el Gobierno para acceder al territorio, entendida como la propiedad de las tierras que ocupaban con todos los recursos naturales existentes y en el que podrían practicar sus hábitos de vida. Así, en 1990 se realiza la primera marcha de 15 pueblos indígenas de las tierras bajas hacia la sede de Gobierno, “por el territorio y la dignidad”, logrando el reconocimiento de los ocho primeros territorios indígenas, con la emisión de Decretos Supremos y sin que exista una figura legal específica desde el Estado. En 1996 se programa la segunda marcha “por tierra, territorio, participación política y desarrollo”, otra vez se organiza una caminata masiva de 32 pueblos. Se exigió celeridad en la titulación de las nueve TCO en trámite y se presentó un nuevo paquete de 33 territorios, además se cuestionó la elaboración de la Ley 1517 del 19

Elva Terceros (2004:62) apunta a una comparación de los contextos que se vivían en relación a los derechos sobre la tierra, ya que mientras los pueblos indígenas de las tierras bajas de Bolivia comenzaban a ejercer presión para la titulación y reconocimiento de sus derechos propietarios, la ONU discutía la posibilidad de la elaboración de una Declaración sobre este tema y la OIT seguía en debate con el Convenio 107.

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Servicio Nacional de Reforma Agraria (SNRA) porque, “el Gobierno quería imponerla sin la participación de los mismos afectados, legalizando a la oligarquía latifundista que usurpaba enormes extensiones de territorios indígenas” (Barrios, 2008: 70). A estas dos primeras movilizaciones le siguió la Tercera Marcha Indígena en 2000, para lograr la modificación de la nueva resolución de la Ley 1517, que permitía concesiones en tierras fiscales y evadía el saneamiento de la propiedad agraria. Todas estas presiones sociales indígenas, sobre todo protagonizadas por las organizaciones de las tierras bajas, hicieron que se admita la propiedad colectiva al amparo de la Ley 1517 del Servicio Nacional de Reforma Agraria (1996), que estipula: “Los títulos de Tierras Comunitarias

de

Origen

otorgan

a

favor

de

los

pueblos

y

comunidades indígenas y originarias la propiedad colectiva de sus tierras,

reconociéndoles

el

derecho

a

participar

del

uso

y

aprovechamiento sostenible de los recursos naturales renovables existentes en ellas” (Art. 3); dicho reconocimiento se hace palpable a través del proceso de saneamiento de tierras20. “Viendo las condiciones en las que actualmente están muchos pueblos –en cuanto a la ocupación y control del espacio-, encontramos que con el paso de la Reforma Agraria, muchos han quedado disgregados en comunidades sin continuidad geográfica y con presencia de numerosos propietarios individuales no indígenas entre las mismas, lo que hace difícil una demanda de TCO y/o la posibilidad de recuperar estos espacios de uso tradicional” (Terceros, 2004: 61-62).

Con todo, la opción de la titulación vía TCO fue una alternativa real para los pueblos indígenas de tierras bajas y tierras altas, pero mucho más para los primeros que no contaban con ningún resguardo 20

El Reglamento de esta Ley estipula que el proceso para el saneamiento de la TCO debe seguir los siguientes pasos: luego de la presentación de la demanda de saneamiento y titulación, presentar una personería jurídica y un certificado dado por autoridad competente, que acredite la identidad étnica de la comunidad (se hará con información etnohistórica de gabinete o de campo, de acuerdo al caso) (Art. 255), informe de georeferenciación del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), campaña pública, pericias de campo, evaluación técnico-jurídica, fijación de precios de adjudicación de terceros, subsanación de errores, resoluciones y notificaciones, impugnaciones, titulación con firma presidencial, resolución declaratoria de área saneada (cfr. Ley 1517 y Reglamento).

16

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documental de propiedad. Entonces, en principio de forma intuitiva y luego con mecanismos jurídicos y la implementación del Reglamento de la Ley 1517, en todo el país se llegó a contar 107 millones de hectáreas demandas, que constituyen 203 TCO, estando 84 tituladas y 75 en proceso, como se aprecia en el cuadro inferior. La característica para demandar una titulación TCO y exigir el saneamiento de los predios debe ser entendido “como un proceso social dirigido a recuperar tierras que han sido ilegalmente obtenidas,

acaparadas

en

demasía

o

que

se

encuentran

improductivas21”, dice Carlos Romero (2008: 12). Si bien cierto que la Ley reconoció dos tipos de derechos indígenas sobre la tierra: la propiedad comunitaria y las tierras comunitarias de origen22; mientras maduraba la operativización y el proceso de titulación de tierras, vía presión social; los pueblos indígenas de tierras bajas tuvieron que establecer distintos mecanismos para ejercer presencia dentro del territorio y consolidar su tenencia. Es así que comienza la irrupción incipiente de diversas iniciativas indígenas dirigidas a demostrar gestión en el territorio: creación de distritos

municipales

indígenas;

aprovechamiento

forestal;

administración de áreas protegidas; compra de tierras, etc. Cuadro 4 21

El saneamiento de estas tierras debía ser un proceso técnico y jurídico “entendido, empero este proceso presenta irregularidades conducentes a favorecer el derecho de privados, por lo que se difumina su verdadero sentido. La presencia de los “terceros” o propietarios privados muchas veces entorpece el proceso de saneamiento. Lo que se ha visto es que la dimensión del espacio físico solicitado se reduce en desmedro de la población indígena, anteponiéndose el derecho de terceros propietarios, incluso en aquellos casos en los que hay susceptibilidad de que el uso que se le dará a los predios será para tráfico de tierras, explotación maderera, minera, gasífera o petrolera (Almaraz, 2002: 34). Estos grupos de poder han demostrado capacidad para entorpecer las demandas indígenas a niveles estatales –vía el Tribunal Agrario Nacional (TAN)-, a veces, pero también el nivel local, con la movilización de alcaldías, comités cívicos, grupos paramilitares y otro tipo de recursos para convulsionar a los pueblos indígenas, incluso con amenazas de toma de sus tierras, con agresiones y toma de rehenes a dirigentes y a técnicos de SNRA (cfr. Almaraz: 62). 22 La primera corresponde a la lógica de la organización en tierras bajas que proviene de la comunidad como núcleo social y familiar; la segunda es la posibilidad de abarcar mayor número de comunidades lo que mejoraría la consolidación de ocupación y administración del territorio.

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Procesos alternativos a la TCO para la consolidación territorial indígena en las tierras bajas 

Pueblo Guaraní

  

Pueblo Chiquitano

  

Pueblo Ayoreo

Creación de distritos municipales (comunidad Isoso – Santa Cruz) Co-administración reserva natural Kaa-Iya – Tarija Adquisición de tierras por compras (chaco Chuquisaqueño) Saneamiento piloto (Velasco, Ñuflo de Chávez, Chiquitos y Germán Busch) Identificación de áreas de uso indígena, según Plan de Uso de Suelos. Aprovechamiento de recursos maderables. Saneamiento piloto y delimitación de varias comunidades

Fuente: Terceros, 2004

Empero,

pese a estas

iniciativas

era

evidente que el vacío

procedimental dilataría el proceso de titulación de las tierras y su reconocimiento como TCO: “no había una norma que indicara cómo y qué instancia administrativa tenía que llevar a delante una demanda de esas características”, explica Terceros (2004: 65). Ante este panorama,

las

organizaciones

buscaron

alternativas

de

regularización de su propiedad y elaboración de propuestas de demandas de titulación. 2.2.1. Avances y tropiezos en la titulación de las TCO Romero (2008: 240) advierte que estos resultados en el tema específico de la titulación son frustrantes, pues más del 50% de las demandas están inconclusas23: En las tierras bajas existen 54 solicitudes por 22 millones de hectáreas y apenas se titularon 7 millones (30%). En tierras altas suman 171 demandas que abarcan 12 millones de hectáreas y fueron tituladas 500 mil (5%). 23

El modelo seguido fue el de la TCO Chiquitana de Monte Verde (Santa Cruz), que consistía en una iniciativa experimental de documentación y argumentación de propiedad: fundamentación jurídica (Art. 1 y 171 de la CPE de 1994; Art. 13, 14, 15, 16 del Convenio 169 de la OIT ratificado en Bolivia mediante Ley 1257 de 1991); fundamentación histórica-antropológica con base en la historia de la población y su asentamiento, iniciativa sobre forma de uso y ocupación del espacio en pos del desarrollo comunitario; identificación de áreas y mapas de ubicación (Terceros, 2004: 65; Almaráz, 2002: 78).

18

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Los resultados de la titulación TCO son mínimos en relación a la expectativa que abrió y también son cuestionados por algunos teóricos que no terminan de cuajar su asociación con la estructura de un territorio, así para Huberth Mazurec (2005), la figura TCO es asociada a la mera propiedad de la tierra ya que si bien el “título de propiedad privada” de la TCO asegura una estabilidad jurídica, “no pone las condiciones de una estabilidad” en términos territoriales. En tanto que Diego Pacheco (2002: 59) sostiene que el enfoque de territorio indígena que maneja la TCO va más allá de la propiedad de la tierra y del municipio. Un ejercicio de estas incompatibilidades fue elaborado por Albó y Romero (2008: 70), que proyectaron las TCO en función de los municipios que comparten. Según el razonamiento de ambos especialistas, existen 123 casos en los que la TCO es parte menor de un sólo municipio (42 municipios andinos y 18 de tierras bajas); 166 municipios que no tienen presencia de TCO; 16 municipios que coinciden completamente con una TCO o con un conjunto de varias TCO, todos andinos y sólo Lomerío en Santa Cruz. Luego se han dado otros casos; cinco casos donde la TCO coincide casi con el territorio de dos o más municipios, cuatro andinos y uno en guarayos – Santa Cruz, que involucra a 18 municipios; 40 casos en los que las TCO comparten dos o más municipios, ocurre en 83 municipios; seis casos involucran a dos o más departamentos; y finalmente casos de TCO discontinuas a lo largo de uno o varios municipios, que no se puede cuantificar. Lo que ha permitido la TCO es ser una experiencia fundamental en el proceso de reconstrucción de la territorialidad indígena y en el aprendizaje de “gestión territorial indígena”, es decir, de la administración del territorio con base en la identidad étnica: “Se podría añadir que en los hechos se iba gestando así una cierta autonomía pero sin plantearse formalmente la posible relación de

19

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estas TCO con el ordenamiento territorial del estado” (Albó; Romero, 2008: 31). 2.3.

El municipio y la gestión pública del territorio

Si bien las Tierras Comunitarias de Origen (TCO) se constituyeron en la figura legal para consolidar la propiedad de la tierra para los pueblos indígenas, de forma paralela y a partir de 1994 surgieron iniciativas ligadas a la normativa municipalista que permitirían a las comunidades indígenas adoptar estrategias para aproximarse a la gestión del territorio desde la esfera pública y en el marco de las reformas de Estado de segunda generación 24 encaminadas sobre todo en las gestiones 1993 - 1997. En cada una de estas normas se deja entrever el reconocimiento nominal por parte del Estado sobre las formas de organización y promoción de participación de las organizaciones indígenas vistas como unidades socioculturales25, como Organizaciones Territoriales de Base (OTB)26, distritos municipales indígenas y la figura misma del municipio indígena.

24

Las reformas de Segunda Generación fueron impulsadas por el Gobierno de Sánchez de Lozada (1993 – 1997) y fueron una continuidad de las políticas de Ajuste Estructural que se iniciaron en 1985, con éstas se plantearon cambios en el funcionamiento y administración del Estado y de los recursos fiscales, con un nuevo marco normativo que las institucionalice: Reforma de la Constitución con énfasis en el sistema judicial, sociocultural y descentralización (Ley de Reestructuración del Poder Ejecutivo; Ley de Descentralización; Ley del Instituto Nacional de Reforma Agraria); Reforma del Poder Ejecutivo; Capitalización (Ley de Capitalización); Reforma del Sistema de Pensiones (Ley de Pensiones); Reforma Educativa (Ley de la Reforma Educativa) con enseñanza bilingüe. Finalmente está la Participación Popular (Ley de Participación Popular), que divide al país en 311 municipios, con autoridades electas, con autonomía de gestión, con parte Ejecutiva y Legislativa, además de un Comité de Vigilancia que haga control social, y con nuevo esquema de distribución de recursos de la coparticipación tributaria, transfiere autoridad y responsabilidad, define prioridades y fiscalización de recursos (Mesa, 2007; Muñoz, 2003). 25 La unidad socioculturales la expresión jurídica utilizada para aludir al componente indígena, originario campesino y se refiere a una comunidad cultural que conforma un pueblo indígena, sin especificar su situación organizativa o su estructuración interna (Hoyos, 2004: 478). 26 La constitución de las OTB: “Se reconoce como representantes de las organizaciones territoriales de base a los hombres y mujeres, capitanes, jilacatas, curacas, mallkus, secretarios (as) Generales y otros (as), designados (as) según sus usos, costumbres y disposiciones estatutarias (Art. 1 Ley 1551).

20

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Todas estas figuras, a veces con disposiciones ambiguas, sirvieron para que los pueblos indígenas puedan calar en las estructuras estatales y profundizar procesos internos de autonomía de gestión y autonomía sobre el territorio, con variadas formas de creación de unidades político-administrativas, de planes de desarrollo educativos y culturales, de gestión territorial y de conformación institucional mediante adquisición de personerías jurídicas27 (Pacheco, 2002: 57). 2.4.

El municipio indígena

¿Cuál fue la apropiación que hicieron los pueblos indígenas de la figura municipal? Si se hace una aproximación al concepto a partir del componente étnico de las autoridades municipales, servirá la investigación de Albó y Quispe (2004) sobre autoidentificación étnica entre los alcaldes y concejales de 242 municipios de un total de 314 municipios existentes hasta 200128. Este estudio dio como resultado que 62% de las autoridades -entre alcaldes y concejales- se adscribían como pertenecientes a algún pueblo indígena: 26% quechua; 24% aymara; 2% ambos grupos; 5% guaraní; 6% pertenece a otros grupos. Con base en estos argumentos que además redundaban en los datos de población indígena en Bolivia, algunas organizaciones originarias comenzaron a postular el municipio indígena como una demanda de reconocimiento a la mayoría poblacional con base étnica y cultural. Con la aprobación de la Ley del Diálogo de 2000 el municipio indígena llega a tener forma nominal y garantías de gestión y 27

Las personerías jurídicas se han constituido en una herramienta de gestión útil para el ámbito jurídico y la gestión de proyectos, pero “no han permitido la visibilización de la estructura segmentaria del ayllu andino. Se han presentado confusiones respecto a cuál es el nivel de la estructura étnica que debe registrarse con personería jurídica, muchos niveles han sido omitidos y en otros casos se han creado unidades territoriales artificiales” (Diego Pacheco, 2002: 33). 28 En este lapso hubo abundante literatura que diera cuenta de las características de los indígenas en el poder local e investigaciones como la de Albó pusieron en evidencia que los municipio más pequeños con mayor identificación étnica eran los que concentraban los mayores niveles de pobreza, y que las autoridades electas indígenas en una tercera parte habían culminado los estudios de secundaria, siendo que el restante porcentaje se repartía entre los que tenían estudios con nivel de Primaria y Universidad.

21

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administración de recursos públicos, en base a sus propios usos y costumbres y a sus propias formas de organización interna. Bajo esta cláusula se llegaron a constituir algunos municipios indígenas con elevados porcentajes de adscripción étnica originaria: Jesús de Machaca y Andrés de Machaca (La Paz, pueblos aymaras en 94.42%), Urubichá (Santa Cruz, con 88.34%), Taraco (La Paz, pueblo aymara en 96.45%), Moco Moco (La Paz, pueblo aymara en 93.84%), San Antonio de Lomerío (Santa Cruz, pueblo chiquitano en 85.98%) y Coroma, según el Atlas Estadístico de Municipios, 2005. Además del componente poblacional, el municipio indígena – reconocida como unidad sociocultural- se caracterizaba por sus propios sistemas de cargos y mandato de autoridades originarias, en el caso de las comunidades originarias, o ya sean nuevos sistemas influidos por el sindicato, que es el caso de las comunidades campesino-indígenas. Pero su gestión estuvo apegada a la gestión ordinaria con elaboración de los Planes de Desarrollo Municipal (PDM) y Planes Operativos Anuales (POA). Entonces, una vez que los indígenas fueron reconocidos por el sistema municipalista y lograron -en virtud a varias insistenciasestructurar entidades territoriales con rango municipal, se hicieron evidentes las brechas que existían entre la visión de los pueblos indígenas sobre la gestión con identidad étnica y la visión propuesta por los procesos municipalistas; “(esto) alude a una contradicción de naturaleza estructural, el municipio como categoría del pensamiento occidental frente a la comunidad indígena” (Barbery, 2002: 9). Claro ejemplo de estos desentendimientos fue la aplicación de la misma norma para municipios con menos de 200 habitantes y municipios que llegaban casi al millón; y la exigencia del mismo rendimiento características

administrativo

para

municipios

de autoridades y funcionarios

que

tienen

casi analfabetos

(Vilaseca, 2003: 93). Por otro lado, las comunidades sintieron que la 22

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nueva

distribución

del

espacio

municipal

no

reconoció

su

territorialidad tradicional y subordinó a sus autoridades naturales y organizaciones matrices sindicales ante los funcionarios municipales. Más allá, irrumpió con fuerza la exclusión del sistema de partidos políticos que se alejó de las verdaderas necesidades de desarrollo y representación de estos grupos29 (Medina, 2003: 16, 19; Pacheco, 2002: 38, Galindo, 2003: 108, 109). Surgió así una lectura crítica de esta reforma sobre el municipio indígena, que la acusaría de inducir a la extirpación de las instituciones ancestrales municipalizándolas o banalizándolas bajo la denominación genérica de unidades socioculturales (Medina, 2003: 19). García Linera (2007: 50) dice que la municipalización comprimió la dimensión de las identidades culturales, porque “mutiló los derechos

de

estas

identidades

al

ámbito

restringido

de

las

competencias municipalistas, cuando lo que la existencia de estas identidades culturales pone en juego es la redistribución de la totalidad del poder político”. Empero, el municipio indígena fue y es hasta el momento la expresión más palpable del deseo de reconocimiento étnico de los pueblos indígenas y la forma en la que poco a poco pudieron competir con el abandono de la administración pública y ante el menosprecio de sus propias instituciones. En muchos casos, el municipio fue resultado de una trayectoria y suma de varios 29

Sobre la relación entre organizaciones y partidos políticos, la CIDOB como en su momentos CONAMAQ tuvieron que asociarse a partidos políticos a nivel local y nacional, el CONAMAQ tuvo que firmar un pacto con ADN en su gestión de Gobierno en 1997, en cambio CIDOB daba su voto a nivel municipal y en distintos momentos se asoció al MNR, UCS, MBL y en 1995 de alguna forma obtuvieron alguna representación en 8 municipios y en 1999 en 20 municipios con algunas autoridades indígenas, dice Galindo (2003, 113). En 2002 y en 2005 el MAS es el partido que más espacios ha otorgado a los indígenas tanto en tierras bajas como tierras altas (cfr. Galindo, 2003: 113). Sobre la relación de partidos políticos y representantes indígenas, la investigación de Albó y Quispe (2004: 129), indica que de la encuesta que levantaron sobre 242 autoridades originarias apenas el 14% ha llegado a ser alcalde, en tanto que el 13% que ha asumido como autoridad no eran militante del partido que lo postulaba, por lo que se presume que tuvieron que mimetizar su rango de autoridad pese a no compartir ni formar parte de este sistema.

23

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reconocimientos de derechos, como las TCO –de los que ya se hablóy

los

distritos

municipales

indígenas.

Todas

estas

iniciativas

surgieron como reacción a la falta de atención de los sistemas municipales y a la búsqueda de un mayor marco de autonomía de gestión (Arias, 2004: 433). 2.4.1. Los distritos municipales indígenas Los

distritos

plantearon

municipales

como

un

indígenas30

instrumento

de

(DMI)

en

principio

articulación

entre

se la

organización administrativa del Estado y los pueblos indígenas, dentro de la jurisdicción territorial municipal. La constitución de DMI debía

basarse en el respeto a las propias

formas de

organización y autoridades locales (Arias, 2004: 429) y se aplicaría cuando un territorio fuese compuesto de más del 85% de población indígena, a estas entidades se les asignarían recursos para que sean administrados

por

una

autoridad

originaria

con

rango

de

subalcalde31. Hasta 2002 se habían creado 158 DMI32 a lo largo de 70 municipios, de los 329 que existen actualmente. Según distribución por zonas, en tierras altas estarían constituidas el 65%, la mayoría con población 30

Ley de Municipalidades 2028, Art. 163, 168: “Los distritos municipales son unidades administrativas integradas territorialmente dependientes del gobierno municipal, a partir de las cuales se deben elaborar planes de desarrollo humano sostenible. Se ejercerá la administración desconcentrada a través de un subalcalde municipal”. “El distrito indígena es la unidad territorial menor al municipio, cuyo propósito es la preservación de la integridad física, étnica y social de la unidad sociocultural de pueblos indígenas y originarios asentados en dichas área” (DS 26142 sobre Mancomunidades, Art. 3) 31 Los primeros distritos municipales Indígenas se contó con Autoridad originaria Guaraní Capitán Grande, Aymara Mallku, Guaraní Mburuvichá Guasúi el Koroguaichu, Lomerío Chiquitanos Sub Alcalde; Weenayek Capitán Grande; Quechuas Jilakata, Quechuas Segunda mayor, Tacana Presidente; Yaminahua Bolpebra el Yaminahua Tushaom (Mario Galindo, 2008). 32 En 1994, la entonces Secretaria Nacional de Participación Popular (SNPP) acordó crear la figura de Distrito Municipal Indígena ante la petición de Alto y Bajo Isoso que había solicitado la denominación de municipio indígena. En 1995 las comunidades guaraníes de Kaipependi-Karawaicho logran constituir el segundo Distrito Municipal Indígena con la característica de ser mancomunidad ya que algunas comunidades quedaron divididas por los límites municipales, pero reconocida dentro la norma como forma de organización territorial administrativa (Arias, 2004: 429).

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aymara, y en tierras bajas 35% con mayoría poblacional guaraní. Para Galindo (2008: 80), si bien los distritos indígenas fueron el inicio de aprendizaje de procesos de manejo y administración de recursos públicos es cierto que no se tienen todas las capacidades institucionales que requieren estas funciones. 2.4.2. La planificación con base en la identidad étnica Los

DMI,

según

planificación

la

norma,

participativa

debían

mediante

consolidar

la

procesos

elaboración

de

de

Planes

Distritales de Desarrollo Indígena (PDDI), en los que se plasmen visiones de desarrollo sostenible e integral acuerdo a sus sistemas organizativos,

culturales

y

de

aprovechamiento

de

recursos

naturales. Los problemas -en términos prácticos- que ha tenido la elaboración de los PDDI son su excesivo costo, el desconocimiento de la norma en detalle y falta de aptitudes necesarias para su elaboración, puesto que estas herramientas fueron pensadas en base a un modelo exógeno para las comunidades. Si es cierto que en determinado momento se asumió que los PDDI serían el reflejo de la planificación del desarrollo indígena desde el mismo componente étnico, sirve como referencia el dato de 2002, sobre los 23 PDDI que se llegaron a realizar hasta esa fecha: 14 en tierras altas, 9 en tierras bajas. Una revisión hecha por Jorge Arias (2004: 447) da cuenta que los ejes de los programas sobre los cuales se estructuraron los PDDI priorizaron el desarrollo económico productivo y proyectos tendientes a mejorar el desarrollo humano, luego los enfocados al fortalecimiento de las organizaciones y manejo de recursos naturales, siendo paradójicamente los programas de tierra y territorio escasos y no existiendo de forma explícita propuestas de cara a la identidad y cultura de las comunidades. 2.4.3. La experiencia de la educación indígena Las Unidades de Gestión Educativa Indígena (UGEI) también fueron otro intento de planificación con base en la identidad, éstas nacen 25

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dentro los DMI y debieron concretarse en Proyectos Educativos Indígenas (PEI) pensados como herramientas de gestión útiles a la organización tradicional para que plasmen sus estrategias y visiones propias de desarrollo educativo. Las UGEI se establecieron de manera piloto en el marco de la Reforma Educativa y la Educación Bilingüe, políticas de segunda generación instauradas en 1994. Los criterios para la elaboración de los PEI se basaban en el grado de reconocimiento lingüístico oral y escrito, tomando en cuenta si hubo o no experiencia de educación castellana y si se mantuvo la tradición escrita de la lengua vernácula. Las experiencias piloto –que se desarrollaron en coordinación con las organizaciones abarcaron

a

indígenas cinco

guaraníes,

distritos

chiquitanas

municipales

y

indígenas

quechuasde

nueve

municipios en 2001; tres de tierras altas y dos de tierras bajas. La segunda fase en 2002 abarcó a 11 distritos indígenas de 13 municipios; seis de tierras altas y siete de tierras bajas (Hoyos, 2004: 489-491). 2.5.

Conclusiones preliminares

Con la experiencia bilingüe de los proyectos educativos, los distritos indígenas y sus micro planificaciones, se fue estructurando la imagen del municipio indígena, que en otras competencias plantea la planificación de la inversión, esto de forma paralela a la iniciativa de las TCO. En todos estos casos, las posibilidades que se abrieron para otorgar participación de los pueblos indígenas fueron aprovechadas. Son representativas las 203 demandas de titulación de TCO en todo el país; el reconocimiento de cinco municipios indígenas con adscripción étnica sobre el 85%; las 23 propuestas Planes de Desarrollo Distrital Indígena, 14 en tierras altas, 9 en tierras bajas; y los proyectos educativos bilingües desarrollados en 13 municipios, seis de tierras altas y siete de tierras bajas.

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La apropiación de estas herramientas de gestión son una prueba de la necesidad de ejercer presencia territorial y hacer gestión con mandatos

a

autoridades

naturales

y

organizaciones

matrices

originarias o sindicales, una experiencia fundamental en el proceso de reconstrucción de la territorialidad indígena y en la gestación de una cierta capacidad autonómica. Factores que tuvieron que entrar en conflicto con intereses privados, con el modelo público y estatal municipal y con el sistema de partidos, iniciativas que a veces resultaron fallidas por la mala lectura que hizo la norma al intentar imponer un sistema de gestión ajeno a las comunidades indígenas. Precisamente, los dos siguientes capítulos hacen un acercamiento al tipo de gestión que implicó asumir los rangos de TCO y municipio indígena. San Antonio de Lomerío y Jesús de Machaca son una muestra concreta de la forma que asumió la constitución y construcción de las entidades territoriales y sus visiones de desarrollo con identidad, con sus luces y sombras. En todo caso, la experiencia de estos dos territorios debe verse como el ejercicio de asimilaciones normativas para preservar las instituciones propias y los propios sistemas de vida.

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CAPÍTULO 3. LA CONSTRUCCIÓN Y CONSTITUCIÓN DE LA ENTIDAD TERRITORIAL DE SAN ANTONIO DE LOMERIO Con la definición de los tipos de gestión territorial en base a la identidad étnica originaria reconocidos por el Estado boliviano, se puede hacer una aproximación a la experiencia de gestión de Lomerío33. En este capítulo ser hará una aproximación al contexto histórico del pueblo chiquitano, del que Lomerío forma parte. Este pueblo se autoidentifica en un 85.9% como pueblo originario chiquitano y usa la lengua besiro como idioma nativo, pero apenas el 19% la aprende como lengua madre y el 32.7% lo practica de forma bilingüe junto al castellano. Para los fines del estudio es necesario partir de los dos rango territoriales que tiene Lomerío: Tierra Comunitaria de Origen y municipio, esto ha derivado en dos tipos de gestión y administración del territorio ¿cuáles son las características de estos sistemas y cómo entenderlas como parte de la construcción y constitución de la entidad territorial que cobija a los chiquitanos de Lomerío? El estudio va a analizar la forma en la que estos pueblos indígenas se apropiaron y promovieron nuevas formas de manejo territorial y formaron parte de procesos de reacomode social, cultural y político para consolidar el carácter de la entidad territorial. Este trabajo se 33

El presente capítulo se basa en el trabajo de campo y recolección de datos dentro el área chiquitana de Lomerío. Se realizó un viaje de siete días entre el 12 a 18 de abril de 2009 y se ingresó a las comunidades de San Lorenzo y Puquio. En la oportunidad se pudo acceder a entrevistas con el responsable del programa de Gestión Territorial Indígena (GTI) de la CIDOB, Miguel Ipamo, chiquitano de Lomerío y ex dirigente de la CICOL, la organización indígena de representación de Lomerío, de la misma manera de entrevistó a Mónica Herbas, investigadora GTICIDOB que ha realizado trabajos en Lomerío. También se tuvieron conversaciones con la Primera Cacique de la organización, Nélida Faldín; con Judith Chuvé, técnica chiquitana de la organización y con Hugo Faldín, otro técnico chiquitano responsable de la Asociación Forestal Indígena de Lomerío (AFIL). Además de las entrevistas, el presente análisis se basa en un estudio esquemático del Plan de Gestión Territorial (PGT) de la TCO Lomerío y del Plan de Desarrollo Municipal (PDM) del municipio indígena de San Antonio de Lomerío. En las siguientes notas a pié de página se harán breves alusiones y narraciones de la experiencia del trabajo de campo para ilustrar al lector sobre el desenvolvimiento cotidiano de los chiquitanos.

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estructurará a partir de dos ejes: la constitución formal y la construcción social de territorio. La constitución de la entidad territorial, tiene como punto de partida el reconocimiento de los dos rangos constitutivos del territorio: sistema TCO y sistema municipio. De ambas se extractará la visión de desarrollo del territorio y las formas en las que se han plasmado esta visión en herramientas de manejo y administración, dentro de esto los rasgos de identidad cultural que se manifiestan y su grado de intensidad ¿pudieron los chiquitanos de Lomerío lograr la conjunción de su visión de desarrollo a futuro con su visión cultural ancestral? En el caso de Lomerío el estudio ha asumido como variables

de

experiencias

medición en

la

los

alcances

planificación

y

que

enfoque

pueden de

la

tener

sus

Gestión

y

Aprovechamiento Forestal; Plan de Desarrollo Municipal y el Plan de Gestión Territorial. La construcción de la entidad que se basa en los acuerdos, pactos o rupturas para la organización territorial a nivel político, social y cultural. Entendiendo que esta construcción es sobre todo social y que en el caso de Lomerío tiene que ver con tres factores: el contexto físico-espacial en el que la comunidad ha sentado mayor presencia que otros actores; la relación entre la organización social, el municipio y las comunidades; y la irrupción de la dinámica electoral y el sistema de partidos. 3.1.

Contexto histórico

Lomerío se ubica en la región de la chiquitania boliviana dentro el departamento de Santa Cruz, al extremo oriental del país a 500 metros sobre el nivel del mar. La chiquitania en la época pre colonial llegó a albergar a más de 50 etnias cultural y lingüísticamente diversas, con características sedentarias y seminómadas y con pocos signos de estratificación social. La Colonia española supuso la instauración de un régimen de esclavitud masiva bajo el sistema de

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la encomienda en las minas y la servidumbre personal, que según Gudrun Birk (2000, 55), sometió entre 40 a 60 mil indígenas a partir de la primera incursión española a la zona en 1542. En 1692 llegaron a esa región las misiones jesuitas y aplicaron el sistema de las reducciones misionales para evangelizar a los indígenas. Fue con las misiones que se instauró la autoridad del cacique y la asamblea del cabildo; también se declaró a la lengua chiquita como “lengua general” y fue enseñada en las escuelas. Es así que las reducciones conformaron las estructuras socioculturales que perviven hasta ahora entre los chiquitanos (Freyer, 2000: 94). La salida de los jesuitas en 1767 implicó el fin de este sistema puesto que su administración resultó inviable para los funcionarios públicos y otras congregaciones; por su parte, los indígenas retornaron a la selva o intentaron mantener el viejo orden de las misiones, suprimidas en 1850. Con la República, sobrevinieron otros sistemas de sujeción masiva como el “empadronamiento forzoso”, el sistema de endeudamiento encadenado y el reclutamiento militar, en medio de procesos históricos nacionales como el auge de la goma (18801920), la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay (1932-1935) y la Reforma Agraria (1952). Luego de estos procesos y cambios sociales que convulsionaron definitivamente sus sistemas culturales y su vida misma, a fines del siglo pasado los chiquitanos se fueron asentando alrededor de otras antiguas misiones y en la región que hoy ocupan los municipios de Concepción, San Xavier, San Ignacio y San José de Chiquitos. Ahí conformaron pequeñas comunidades de refugio, una de estas áreas es la zona de Lomerío. Este proceso de migración y conformación de nuevas comunidades se extendió hasta los años 60, cuando comenzaron a organizarse de forma incipiente en sindicatos agrarios, que recién llegan a consolidarse en los 80, luego del periodo de las dictaduras. Señala 30

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Elba Terceros (2004: 59), que fue en el seno de los encuentros indígenas de 1979 y 1982 entre chiquitanos, ayoreos y guaraníes, cuando los pueblos de tierras bajas debatieron su conformación organizativa étnica y el discurso de la demanda y defensa de la tierra que ocupaban, ante las constantes amenazas de empresas madereras y grandes propietarios que los expulsaban de sus hábitats. En 1982 se fundó la Central Indígena de las Comunidades Originarias de Lomerío (CICOL), con una estructura similar al sindicato e incluso con un discurso reivindicativo: “El objetivo de la CICOL

es

contribuir

al

desarrollo

socio-económico

de

las

comunidades de Lomerío mediante la defensa y consolidación de su territorio y el manejo integral y sostenible de los recursos naturales” (Birk, 2000: 72). Entre 1990 y 1998, son los años en los que Lomerío consolida la propiedad de su territorio y su gestión administrativa. Así toma el nombre de San Antonio de Lomerío, primero como un distrito o sección de provincia, y se le reconocen 38 localidades y 28 organizaciones comunitarias (Atlas Estadístico de Municipios 2005), luego se convertiría en municipio y asumiría también el rango de Tierra Comunitaria de Origen. 3.2.

Datos generales

Según el último Censo de Población y Vivienda de 2001, San Antonio de Lomerío cuenta 6.293 habitantes. Por autoidentificación, el 85.9% (2.820) se define como “originario chiquitano”, siendo esta etnia el principal pueblo indígena. Otras categorías étnicas son: ninguno 10.6% (350); “originario quechua” 1.4% (49); y originario “otro nativo” 0.70% (23). Hablan la lengua besiro también conocida como chiquito, sin embargo, el principal idioma en que “se aprendió a hablar” es castellano: 76.25% (4.136), seguido del idioma nativo con el 19.10%

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(1.036), extranjero 3.24% (176) y quechua 0.55% (30). El Atlas Estadístico Municipal de 2005, sostiene las cifras de “idioma hablado español” en el 52.1% (3.278), práctica bilingüe entre el español y el nativo 32.7%, uso exclusivo de un nativo

2.4% (152) y extranjero

1.7% (112). Lomerío está formado por 28 comunidades. La mayor población concentrada se encuentra en San Antonio, centro del municipio, con una población mayor a 40 familias. En el resto de cada comunidad es habitado aproximadamente por 30 familias con una media de 7 miembros.

En

condiciones

de

extrema

pobreza

viven

2.598

pobladores; en cuanto a servicios básicos y características de vivienda, la mayor parte de la población cuenta con ambientes para baño y cocina, existiendo casi una centena de hogares que no cuentan con ambientes para estos servicios. El agua para consumo proviene en su mayoría de pozos, ríos y vertientes. Según datos del mismo municipio y de la organización indígena: El 70% de la superficie del municipio es apta para actividades agropecuarias y forestales, por lo que las familias desarrollan estas actividades productivas: 32.7% hacen aprovechamiento forestal; caza el 66.3%, pesca el 56% y hacen trabajo de recolección el 36.7%. Del total de la actividad productiva, el 32% se convierte en ingresos monetarios por venta, mientras el 68% se usa para el autoconsumo. Las familias reciben ingresos por trabajo de mano de obra (34.8%), artesanía (26.6%) y pecuaria (21.3%). 3.3.

La constitución de la entidad territorial

Lomerío cuenta con dos tipos de gestión y administración del territorio: la TCO Lomerío, que comenzó su demanda de titulación en 1996 y culminó en 2007, y el municipio indígena de San Antonio de Lomerío, que surgió primero como un distrito municipal indígena perteneciente al municipio de Concepción y llegó a ser Quinta

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Sección de la provincia Ñuflo de Chávez, con categoría de municipio indígena a partir de 1999. A la existencia de estos dos sistemas de gestión, se añade la característica del área territorial que ambos ocupan y que es coincidente en un 90%, siendo una de las pocas excepciones a nivel territorial en las tierras bajas donde el espacio del municipio y el espacio de la TCO son coincidentes, ya que por distintos procesos históricos, como se vio en el capítulo anterior, las TCO que se fueron conformando como territorios de ocupación ancestral indígena pocas veces coinciden con la delimitación “moderna” del municipio. Como se aprecia en el mapa continuo, el municipio abarca algunos espacios no habitados por indígenas y los propietarios de estos predios tributan al “municipio indígena”, pese a no pertenecer al área TCO. Por su parte, la TCO abarca espacios que salen de la jurisdicción del municipio y que ingresan a zonas con presencia chiquitana pero pertenecientes a la provincia San Miguel de Velasco. Mapa 1 Situación territorial de la TCO Lomerío y el municipio San Antonio de Lomerío

TCO Municipio

Fuente: Observatorio Bolivia Democrática, 2009

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3.3.1. La conformación del municipio Ya en la década del 80, surgieron iniciativas de los pobladores de Lomerío para formar un municipio independiente y que no fuera parte administrativa del municipio de Concepción, sobre todo por el problema que representaba el abandono en ejecución de obras y el manejo del presupuesto destinado a Lomerío. Finalmente, en 1999 logra ser municipio autónomo y asume el rango de “Primer Municipio Indígena” mediante Ley 2911, en 2000. Este estatus se reconoce como una forma de denominación de la unidad administrativa con base en la identidad, aunque en los hechos –y como se apreciará en las líneas siguientes- no existe ninguna diferencia en la forma de administración formal pública y en el sistema de elecciones de autoridades, por ejemplo. Esquema 1 Estructura orgánica del Gobierno Municipal de San Antonio de Lomerío

Fuente: PDM, 2001

3.3.2. La conformación de la TCO En 1996 Lomerío solicitó la titulación de 300.000 has. como reconocimiento de Tierras Comunitarias de Origen (TCO), cuando aún no había Ley del Servicio Nacional de Reforma Agraria. Concluida la evaluación, se emitió el título propietario colectivo por 275.385 has. Pese a mantenerse en ese momento un 5% de extensión de tierras con problemas no resueltos por la presencia de 34

no

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indígenas en esas propiedades, al final a estos propietarios se les reconoció unas 30 mil has. (Peter Oud, 2008).

Al igual que el

municipio, la TCO Lomerío está conformada por 28 comunidades con personalidad jurídica y su representante es la Central Indígena de las Comunidades Originarias de Lomerío (CICOL). Esquema 2 Estructura orgánica de la Central Indígena de las Comunidades Originarias de Lomerío (CICOL)

Fuente: Elaboración propia en base a Miguel Ípamo, 2009

Para explicar la noción de gestión que tienen los chiquitanos de Lomerío es necesario conocer su iniciativa en el manejo del bosque, entendida como una de las experiencias pioneras de manejo y aprovechamiento integral de recursos forestales en la región de la chiquitania emprendida y administrada por los mismos comunarios de Lomerío34 (Birk, 2000: 75). Ésta fue la primera estrategia de las comunidades para sentar presencia en el territorio que ocupaban y se planteó entre las décadas de los 70 y 80 cuando empresas madereras ingresaron con 34

Conocer el bosque. No es raro recibir visitas ajenas a la comunidad chiquitana pero son una excepción. Luego de convivir por un año con el documentalista Peter Oud, don Miguel Ipamo es entrevistado por otro par de documentalistas daneses, que buscan por todo el mundo proyectos sostenibles de manejo de recursos naturales y bosques. Así fueron a parar a Lomerío. Ipamo escucha al intérprete y luego habla ante la cámara para contar la historia de los chiquitanos de Lomerío, de cómo se hicieron dueños de la tierra que habitaban y cómo comenzaron a plasmar sus conocimientos sobre el bosque. Ellos practican el llamado “aprovechamiento familiar”, que implica el uso de un total de 9.8 troncas al año provenientes de 18 especies maderables, como el curupaú, cedro, cuchi y tajibo. Para combustible, es decir como leña para cocinar, se usan 19 especies, como el curupaú, tutumillo, tarara y tasaá. Al margen de esto, los planes forestales mayores identificaron 40 especies comerciales.

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concesiones del Estado o de forma ilegal a explotar recursos y paralelamente comenzó la expansión de las haciendas ganaderas. Esta situación llegó a ser conflictiva y la organización indígena de Lomerío tuvo que asumir la responsabilidad de expulsar a las empresas con el apoyo de la población local. Pero la decisión debía tener un sustento legal que permita a las comunidades impedir la intromisión de empresas sin previa consulta: “cumpliendo las normas se ha trabajado con el desarrollo sostenible, porque Lomerío era muy vulnerable por el avasallamiento de terceras personas y se necesitaba estar asegurado y por eso se ha dado el trabajo de los planes generales”, cuenta Hugo Faldín, chiquitano responsable de la Asociación Forestal Indígena de Lomerío (AFIL) (15/04/09). Es ahí cuando surge la idea de emprender proyectos de manejo de recursos naturales con criterios de desarrollo integral y sostenible. Como señala Peter Oud (2008), en 1986 los lomerianos inician la práctica

de

aprovechamiento

del

bosque

con

vistas

a

su

comercialización, una iniciativa que hasta ese entonces estaba en manos de las grandes empresas madereras. A inicios de los 9,0 la comunidad optó por conseguir una concesión forestal dentro del proyecto Bolivia Forestal (BOLFOR) con el añadido de abarcar un inventario florístico, un plan de manejo, un aserradero para la transformación

y

comercialización

de

la

madera

y

plantear

programas productivos en el agro, todo bajo el principio de comenzar a fortalecer las capacidades técnicas y políticas de los comunarios y de la misma organización, para hacer respetar sus derechos sobre la propiedad de sus predios y para negociar y gestionar proyectos de forma directa Gudrun Birk (2000: 93, 95).

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Cuadro 5 Plan de manejo del bosque de Lomerío Criterios de diagnóstico para el manejo 50% del territorio de Lomerío tiene bosque maderable, al ser monte, sabana y área rocosa. Las áreas no boscosas estarán reservadas para la agricultura.

Características manejo

El manejo del bosque debe considerar la extracción de madera y el mejoramiento del bosque.

Tres tipos de bosque: área de aprovechamiento maderable, área de protección forestal, área de otros usos como agro y pastoreo. Existe un ciclo de aprovechamiento cada cuatro comunidades.

Se llegó a catalogar 41 especies maderables con alto valor o valor relativo del mercado.

del

Dos planes de manejo zonificado: zona norte: ocho comunidades y 21.700 ha. Zona sur: siete comunidades y 39.000 ha. Siete comunidades con inventario florístico de 42.577 ha. Seis comunidades sin bosques.

Etapas del manejo Pre-aprovechamiento: el promotor forestal y los comunarios realizan: muestreos diagnósticos cada año; inventario comercial; volumen y calidad de la madera; seleccionar árboles semilleros; croquis del área. Aprovechamiento: mediciones; corte del árbol; construcción e impacto del camino de entrada y salida; limpieza de zona de rodeo. Post-aprovechamiento: diagnóstico de regeneración o con acciones de reforestación.

Fuente: elaboración propia en base a Birk, 2000: 102, 105; Diagnóstico Ministerio de Desarrollo Sostenible y Planificación, 2000; AFIL, 2009.

Los resultados de esta etapa de aprovechamiento fueron el sustento para que más tarde se incluyeran en los fundamentos de la Ley Forestal (1996), otorgando el derecho exclusivo de explotación a los pobladores indígenas de las TCO. Como parte de esta estrategia de ocupación y uso del bosque, en los 90 también se consiguió el sello internacional de calidad FSC del Consejo de Manejo Forestal que garantiza que la extracción y tala de la madera que se consume proviene de una planificación sostenible y respetuosa del bosque, pero luego de una evaluación a fines del año 2000 ya no se lo renovó. Con la primera experiencia de manejo forestal, en 2007 se lanza la Asociación Forestal Indígena de Lomerío (AFIL), formada por 15 comunidades, con tres planes generales de manejo forestal en base al primer diseño elaborado en los 90: El primer plan corresponde al área norte con una extensión de 21.081 ha; la segunda área de manejo ubicada al sur abarca 32.028 ha; y finalmente el área 37

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“nonense” o “Punto 10” con menos posibilidades de explotación que abarca 30.000 ha. (Hugo Faldín, 15/04/09). 3.3.3. El Plan de Desarrollo Municipal El Plan de Desarrollo Municipal (PDM) es una herramienta de medición cuantitativa y cualitativa, que refleja las condiciones actuales en las que se desenvuelve el municipio y sus proyecciones de

mejoramiento.

Tiene

carácter

quinquenal

y

se

desglosa

anualmente mediante los Planes Operativos Anuales (POA). En el caso del PDM de San Antonio de Lomerío, abarca aspectos socioculturales como el idioma, sistema cultural, además de factores de saneamiento básico, educación, salud, aspectos económicos productivos, tenencia y uso del suelo, aspectos organizativos e institucionales con énfasis en la determinación de principales actores económicos y sociales del lugar. En ese contexto, la base del PDM es el reconocimiento de participación de las Organizaciones Territoriales de Base (OTB). En el caso de Lomerío cada comunidad ha adquirido una personería jurídica y se ha convertido en OTB. Luego se reconoce el Comité de Vigilancia que realiza actividades de control social. Reconoce a las asociaciones comunitarias, como la CICOL, y a otras organizaciones sociales funcionales, a instituciones públicas e instituciones privadas. Cuadro 6 Proyección de desarrollo del municipio dentro el PDM de Producción agropecuaria, artesanal

Infraestructura y servicios

San Antonio de Lomerío Cultivos tradicionales Niveles de productividad Acceso a tecnología, investigación y asistencia técnica Sanidad animal Acceso a crédito Mejoramiento de técnicas artesanales, contabilidad, comercialización Comportamiento de ahorro y consumo interno Capitales para elevar inversión Apertura y mantenimiento de caminos (SNC) Agua potable, alcantarillado sanitario Infraestructura y logística en salud y educación Infraestructura hotelera y servicios turísticos

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Oferta de mano de obra acorde con las necesidades del municipio Programas de desarrollo que mitiguen la migración Relación de educación y cultura con participación de la población Situación de participación de la mujer, de los jóvenes. Articulación del sistema institucional Situación actual de uso de la tierra: disminuir el impacto ecológico Manejo forestal con garantía de sostenibilidad Plan de manejo, recuperación de semillas nativas (APCPB-CICOL) Viabilidad del aserradero Minería sin presencia física de empresas de explotación

Recursos humanos

Recursos naturales

Fuente: en base a PDM San Antonio de Lomerío, 2005.

Se han rescatado cuatro ejes principales en torno a los que se estructura

la

visión

de

desarrollo

quinquenal:

producción

agropecuaria y artesanal, infraestructura y servicios, recursos humanos y recursos naturales. En este último punto es donde se aprecia se mejor manera las ideas fuerza más cohesionadas, como uso e impacto ecológico en la tierra con manejo sostenible en su versión tradicional (mantener semillas nativas) y en su versión empresarial (posibilidad de aserradero). Algo similar se postula en el impulso a la producción donde la disyuntiva es cómo incorporar hacer más eficientes los sistemas tradicionales con un objetivo de mercado. Mientras la infraestructura tiene un fuerte sesgo de cobertura básica. Los recursos humanos, si bien contemplan temas transversales que ameritan atención como jóvenes, mujeres, educación, cultura, migración, trabajo y participación, el plan aún no ha logrado concatenar de forma integral la inclusión a todos los actores para resolver los problemas más vulnerables, como la migración, el empleo y el desarrollo de la cultura. En tanto se los mantenga de forma aislada y no como resultado de quiebres en el núcleo de la familia, por ejemplo, será dificultoso proyectar sus soluciones a tan corto plazo35. Ir y venir. El bus que pasa por Lomerío, desvía por un camino secundario “de herradura” y atraviesa las principales comunidades: El Puquio, San Lorenzo y San Antonio. En temporada de lluvia los ríos intermitentes se hacen permanentes y el 35

39

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3.3.4. Plan de Gestión Territorial de la TCO El proyecto de Gestión Territorial Indígena de la Central Pueblos Indígenas

del

Oriente

Boliviano

(CIDOB)

ha

apoyado

en

la

elaboración del Plan de Gestión Territorial de la TCO Lomerío, este plan se basa en la planificación participativa de las 28 comunidades y –similar a la elaboración de los POA- aterriza en los Planes Comunales Anuales (PAC), que tienen que estar en relación con el Plan Anual de la TCO (PATCO), coordinado y manejado por la dirigencia de la TCO, en este caso la organización CICOL. La característica del PGT es que hace una distribución de acuerdo al estado de situación de cada comunidad, así se contemplan los planes intercomunales, que abarcan áreas en conflicto entre indígenas y no indígenas, normalmente estos predios lo conforman terrenos que se han ganado a terceros propietarios. La planificación también abarca la figura de las comunidades mancomunadas, que por ser demasiado pequeñas e población pueden elaborar sus planificaciones de forma conjunta, esto sucede entre Monterito – Sursubí; Las Trancas Puerto Nuevo. El PGT es quinquenal, como el PDM, pero se ajusta cada determinado tiempo “para ver cuánto avance ha tenido y si se ha encaminado al logro de su visión. En nuestro caso, el PGT tiene un 70% de avance para el cumplimiento del avance de la visión”, viaje que normalmente es de ocho horas se convierte en uno de doce. Los pasajeros deben bajar varias veces para empujar el carro o para cambiar neumáticos. Los chiquitanos que retornan van cargados de comestibles para su consumo o para venderlos en cada comunidad, por eso la llegada del bus es un evento en cada comunidad. También llega la gente que suele practicar la “migración temporal”, son los que salen a los municipios grandes de Concepción, San Javier y San Ignacio de Velasco a emplearse en aserraderos, estancias ganaderas o para trabajar en siembra y cosecha de cultivos. Este fenómeno sucede más entre los jóvenes de 16 a 30 años. Es muy común la expresión “estar fuera de la comunidad”, la gente lo usa cuando alguna persona se ausenta con la promesa de volver. “He venido a ver a mis hijos”, dice una madre chiquitana que retorna a El Puquio. “Es que ellos estudian acá (en la ciudad de Santa Cruz”, explica, pues otro fenómeno de migración son los estudios universitarios ya que no hay centros de enseñanza superior en Lomerío, pero muchas veces y a pesar de los intentos de las madres chiquitanas de resolver la diáspora, este tipo de migración se convierte en definitiva.

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comenta Miguel Ipamo, comunario de San Lorenzo y técnico chiquitano de la CIDOB-GTI. Las áreas que abarca el PGT son la organización de las instituciones, la gestión dentro del territorio, recursos

naturales,

educación,

salud,

comunicación,

servicios

básicos, aspectos productivos y económicos, y género y cultura. Cuadro 7 Proyección de desarrollo de la TCO dentro el PGT de Lomerío Organizativo Consolidar desarrollo orgánico: autoridades comunales y institucional dirigentes Formación y capacitación. Control social y garantizar la transparencia Revalorización cultural como elemento transversal Seguimiento al saneamiento y sentar soberanía plena en el Control territorio territorial Control territorial con señalización Vigilancia y mecanismos de control contra actos ilegales Ocupación de áreas intercomunales Garantizar el uso, aprovechamiento y manejo sostenible de Recursos los RR. NN. Naturales Zonificación ecológica e instaurar áreas de uso exclusivo Capacitación en uso y manejo de los recursos naturales y normas legales Áreas productivas y manejo de los ecosistemas Producción Organización productiva a nivel familiar, grupal o comunal Asistencia técnica elevando niveles económicos Diversificación de la producción tradicional aumentando el número y calidad Infraestructura productiva Inversión en los sistemas productivos, tecnológico Economía Créditos productivos para la adquisición de insumos e implementos Capacitación en manejo de los recursos económicos es transversal Organización comercial y negociación. Social y Formación y capacitación en educación, salud y comunicación servicios Gestión en relaciones interinstitucionales para el acceso a básicos los servicios básicos Acceso a los servicios en salud y educación Revalorización de la cultura y valores chiquitanos es transversal Fuente: en base a PGT – TCO Lomerío, 2008.

Lo que se ha visto es que la visión de gestión de la TCO se basa en la legitimidad e institucionalidad de la organización indígena. Ésta debe

reforzar

a

su

capital

humano

con

capacitación

interdisciplinaria, transversalizando la cultura y valores como la transparencia. Mismos valores impulsados en los temas sociales y como principio de acceso a servicios básicos como salud y educación. 41

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El territorio merece un punto específico en la proyección del PGT, lo que los lomerianos entienden por control de territorio son las formas constantes de sentar presencia y de trabajar para desarrollar sistemas de control y saneamiento, distinto a lo que abarca el ítem de recursos naturales que se apoyan en la sostenibilidad de cualquier tipo de acción. Es interesante conocer que el apoyo a la producción -desde el PGTse basa en mantener el núcleo de los actores productivos: la familia y la comunidad con visión en la tecnificación de los procesos y diversificación de los productos. Ahora, bien, si se une el punto anterior al tema económico, resulta que los factores definitivos son externos,

pues

los

lomerianos

estarían

apostando

su

visión

productiva con enfoque económico a la preexistencia distintos tipos de empréstitos ¿pueden garantizar los sistemas de créditos la autosostenibilidad de sistemas propios de producción? 3.3.5. Resultados de la gestión compartida Como se puede evaluar ambos planes toman en cuenta los mismos aspectos de apreciación del desarrollo comunal, ya sea reforzando la actividad productiva –mucho más por el municipio-, o enfatizando en manejo y sostenibilidad de recursos naturales y del territorio, como el PGT. Ambos dejan ver una amplia iniciativa para mejorar las condiciones de acceso a servicios e infraestructura en caminos, salud y educación, y a la posibilidad de acceso a capacitación en distintas ramas de gestión y comercio. Empero, además de otros factores que se irán viendo más adelante, la elaboración de los planes de desarrollo tanto para la TCO como para el municipio no han guardado ninguna correspondencia de coordinación entre la Alcaldía y la organización indígena de Lomerío. “El PGT fue entregado al municipio pero no fue reconocido con una Ordenanza, preferimos tenerlo como algo independiente y lo ponemos en el POA. Puede haber un PDM y un PGT pero este último tiene más peso. Ellos

42

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(los comunarios) determinan cómo hacerlo y es su territorio pero la otra (la municipal) es una ley que se ha impuesto” (Miguel Ipamo, 16/04/09).

La falta de reconocimiento de un estatus normativo por parte del municipio a la planificación de la TCO ha provocado que la organización indígena asuma su plan como un proyecto sectorial, lo que en cierta medida le impide el acceso a recursos municipales. También ha creado una división conceptual del desarrollo: la planificación que resulta de la deliberación de las comunidades, según Ipamo, versus la planificación que se ha impuesto como requisito de la norma municipal. La carencia de instancias de coordinación entre estos dos niveles al momento de plasmar las visiones de desarrollo en el corto plazo, posiblemente

han

llevado

a

la

duplicación

de

esfuerzos

en

determinas áreas y también habrá provocado que otras iniciativas se debiliten. Existen el hecho de tener dos documentos para el mismo fin: PDM versus PGT; POA versus PATCO, demuestra un paralelismo de funciones y dos formas de ver y hacer la gestión, ambas por el momento no armónicas. 3.4.

Principales rasgos de identidad

¿Qué se entiende por “cultura chiquitana” en Lomerío? es una pregunta de rigor cuando se quiere interpelar la gestión en términos de identidad. Evidentemente, existen muchas prácticas ancestrales que se han mantenido poco alteradas como técnicas de recolección, caza y pesca, o conocimientos orales como los mitos sobre la naturaleza,

además

de

la

elaboración

manual

y

cacera

de

instrumentos y utensilios musicales, de cocina, etc., que no es poco ya que el municipio tiene un inventario de unas 250 plantas del bosque que tienen usos medicinales, artesanales y alimenticios. A continuación se hará una breve descripción de algunos de los elementos estructurantes de la identidad chiquitana de Lomerío, de

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acuerdo a su nivel de visibilidad y el factor de riesgo o seguridad que tiene en la práctica cotidiana de las comunidades. La lengua: Sin duda uno de los elementos estructurantes de identidad más definitivos es la lengua, que se manifiesta de menor manera en la nueva generación de jóvenes y que se constata como un factor de riesgo cuando se percibe que su lugar ha quedado resignado a la conversación de los ancianos o al aprendizaje a nivel básico dictado en la escuela a los niños chiquitanos. Aunque la enseñanza es débil desde su perspectiva curricular, ha apoyado a su desenvolvimiento la entrada de profesores chiquitanos bilingües que sin embargo se enfrentan a la falta de uso de la lengua en las familias36. Expresiones artísticas y vestimenta. La vestimenta tradicional es el tipoy, una especie de vestido largo para las mujeres implementado en las reducciones. Actualmente lo usan sólo algunas ancianas y las niñas como uniforme de escuela. Los niños utilizan unas camisas de pana

con

bordados

especiales.

Los

utensilios

de

cocina

e

instrumentos musicales de viento (flautas de bambú) y percusión (tambores pequeños) son elaborados por ellos mismos y en alguna medida se incentiva su uso en la escuela y en las fiestas locales. La El idioma y la escuela. Cancioneros cristianos en besiro y un par de cartillas con traducciones bilingües del alfabeto son el único material en idioma nativo que tienen los chiquitanos de Lomerío. Los profesores, que hablan la lengua besiro dedican entre cuatro a seis horas a la semana para enseñar a los niños diálogos y saludos, pero se les complica enseñar matemáticas porque aun no se ha trabajado la nomenclatura bilingüe de los números. En todo el municipio se estima que hay casi dos mil escolares, 90% en ciclo primario apenas 10% en estudios secundarios. En la comunidad de San Lorenzo, casi una centena de niños asisten a la única escuela de enseñanza primaria y secundaria. La escuela se llama “Suiza” y como es común en muchos centros educativos del área rural, los grados comparten el mismo espacio: los de tercer y segundo curso ocupan la misma aula, lo mismo los de cuarto y quinto. El desvanecimiento del uso de la lengua implicaría también el desvanecimiento de manifestaciones y formas de interpretar la vida. Tan sólo en detalles de riqueza verbal como la expresión, uso y diferencia que se hace entre el “idioma masculino” e “idioma femenino”: “señorita, usted a ver que los varones hablaban desde pequeños la lengua masculina con sus madres, y ellas (la mujeres) en cambio contestaban en lengua femenina, igual lo hacían las niñas con sus padres”, explica el profesor Javier Choréz Quiviquivi, instructor de cuarto y quinto de primaria de la escuela de San Lorenzo, luego de la explicación que le enorgullece, hace poner de pié a los niños para cantar en besiro villancicos que hablan del nacimiento de Jesús. 36

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herencia jesuita del uso del violín también sigue presente, en la comunidad de San Antonio se tiene un ensamble de jóvenes chiquitanos que tocan el violín, un poblador anciano hace de luthier y a la fecha continúa refaccionando los heredados violines con maderas del bosque (Peter Oud, 2008). La minga: A nivel comunal se practica la minga37, un sistema de colaboración voluntaria que hace cada familia a otro comunario. Esta práctica de solidaridad comunaria se la realiza sobre todo para la cosecha del arroz, a cambio la familia que recibe la ayuda celebra con un agasajo a los asistentes. La minga también se practica en la construcción de casas. Esta relación comunitaria convive con otras como el trabajo remunerado por contratación de mano de obra de la misma comunidad para hacer trabajos específicos en la agricultura. Sistema de autoridades y mandos: En el caso de Lomerío, pese a tener una importancia más política que cultural, los sistemas de autoridades y mandos, y los procesos de selección y alcances de estas instancias tienen rasgos culturales profundos e involucran procesos históricos de consenso en la sociedad indígena. Como ya se mencionó, con la reducciones jesuitas se impuso el cargo jerárquico del cabildo como instancia de toma de decisiones, también era reconocida la autoridad de los ancianos “cabeza de familia” (Birk, 2000: 70). Actualmente, el cabildo es una instancia válida para la toma de decisiones y la instancia de mayor legitimidad y portadora de estas tradiciones es la organización matriz de los chiquitanos de Lomerío. La minga. El sábado a las cinco de la mañana, el “OTB” de la comunidad de El Puquio –así se le llama al representante de la Organización Territorial de Base- se planta al centro de la plaza de matorrales y grita con el megáfono: “Buenos días, buenos días. Damos aviso. Esta mañana el señor Domingo Soqueré realizará una minga para la cosecha de arroz. Invita a todos los vecinos que quieran acompañar y ayudar en esta minga comunitaria. Les rogamos puntualidad, salimos a las ocho en punto. Luego de la minga, se invitará una comida. Y se ruega puntualidad para salir a las ocho en punto”. Más tarde, en el patio de la escuela están reunidos un grupo de hombres con machetes y azadones recibiendo las instrucciones para ingresar a trabajar colectivamente todo el día sábado, comúnmente un ordinario día de descanso. 37

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La organización también tuvo cambios en su búsqueda de identidad. Como ya vimos, la lógica de “organización sindical” fue la que marcó su origen, aunque luego llegara a denominarse “organización indígena”. Existió una transición pero no fue del todo radical ni modificó sus estructuras de función y organización, un ejemplo del cambio es que los que en la primera etapa de la CICOL eran presidente y secretarios tomaron el nombre de caciques. Además, el sindicato-organización indígena, ha respetado de forma paralela la autoridad municipal y sus instancias como la OTB y no ha afectado en nada su esencia institucional, que podría haber sido –por ejemplola implementación de sistemas propios de elección y denominación de cargos. 3.5.

La construcción social de la entidad territorial

¿Qué pactos y rupturas hicieron los actores locales para construir la gestión territorial? El estudio ha identificado tres factores que han contribuido o no al objetivo de la consolidación de la entidad territorial chiquitana en Lomerío: el contexto físico-espacial, como espacio de desenvolvimiento cultural homogéneo y con coincidencia de delimitaciones territoriales pero al mismo tiempo con actores y factores ajenos a la visión de los chiquitanos; la segunda situación es la

relación

entre

la

organización

social,

el

municipio

y

las

comunidades, si sus nexos son relevantes o débiles; y la tercera son las dinámicas electorales y de sistema de partidos que se han vivido a partir de la consolidación del municipio. 3.5.1. Contexto de actores y factores ajenos al componente indígena La

visión

sobre

el

territorio

indígena,

comprendido

por

los

lomerianos como una totalidad de recursos naturales de suelo, subsuelo y espacio aéreo, no coincide con la postura privada de división de la tierra en parcelas, con distintas propiedades sea privada o estatal y con usos discontinuos: uso agrícola, forestal, mineral, de agua o la

dotación de derechos de explotación y

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concesión a ajenos que solamente vienen a al territorio para extraer determinados recursos, forestales o minerales, y luego se van (Birk, 2000: 24, 25; Peter Oud, 2008). Para Ipamo (16/04/09), el territorio también ha llegado a ser un espacio de ejercicio de poder y un área geográfica para implementar la planificación y ejercer control. Para Amparo Herbas, investigadora del

Proyecto

de

Gestión

Territorial

Indígena

de

la

CIDOB,

(14/04/09), hay otro potencial geográfico en Lomerío y es que el conjunto de comunidades están enclavados dentro la denominada “región de la Gran Chiquitania”, ubicada en la franja de la amazonia y el gran chaco. Esto le otorgaría espacio de crecimiento político y territorial como región de cultura chiquitana, pero otras variables inciden en esta proyección, como dicen Xavier Albó (04/05/09), en los municipios colindantes a Lomerío si bien existe presencia chiquitana reconocida no llegan a ser una mayoría, siendo el componente no indígena el que domina la propiedad de la tierra o el poder político. Si bien es difícil por el momento proyectar el efecto de expansión territorial chiquitana fuera del Lomerío, al interior de la misma TCO también se presentan problemas que en distintas intensidades reducen la capacidad de despliegue cultural de los chiquitanos. La propiedad privada (los llamados “terceros”) ha significado el movimiento de las zonas de cultivo –llamados chacos- a las afueras de la comunidad, la prohibición de transitar por las tierras privadas y a veces se presentaron restricciones de acceso a fuentes de agua. La entrada de las empresas de explotación, que logró ser frenada con las distintas iniciativas mencionadas antes, es un logro concreto de la visión de “sentar presencia” en el territorio, lo que se ha hecho demostrando el uso sostenible que pueden dar los chiquitanos a los recursos que se encuentran en sus predios. Sin embargo, una ausencia notable en los planes de desarrollo de la TCO y del municipio son propuestas sobre la explotación minera. El wolframio

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es un mineral abundante en las tierras de Lomerío y hasta hace poco explotado de forma irregular. Como hicieron con las empresas de madera, la CICOL y las mismas comunidades ahuyentaron a los empresarios mineros, pero aun no hay propuesta concreta de explotación de los recursos minerales y la amenaza del ingreso de las empresas continúa vigente. 3.5.2. Contexto de relación entre organización indígena, municipio y comunidades Otro factor de riesgo interno, entendido como peligroso para la armonización del territorio, son las distintas visiones políticas que tienen los principales actores tanto en el municipio como en la TCO. El municipio tiene una contradicción profunda pues pese a tener la denominación de “municipio indígena” y estar en gran parte administrada y gobernada por chiquitanos (el alcalde y casi todo el concejo municipal son de ascendencia chiquitana y son pobladores de las comunidades), su estructura institucional y no presenta características de apropiación de la trayectoria histórica de los chiquitanos de Lomerío ni asume valores de la gestión comunal. A esto se añade la falta de reconocimiento del plan de la TCO, esto puede llevar a afirmar que el municipio no tiene preceptos de identidad cultural. La organización indígena por su parte ha logrado acompañar y ser reflejo de los principales logros de la población, como la constitución de la TCO y del rango municipal, además de estar compuesta en su totalidad por chiquitanos. Otra forma de leer las distintas visiones que han demostrado tanto la TCO como el municipio son sus inclinaciones a favor o en contra de los procesos de autonomías impulsados por el Gobierno central o por los Gobiernos departamentales: “La diferencia de opinión entre partidarios y opositores a la autonomía departamental parece ser más bien una diferencia en la estrategia a seguir para obtener un resultado lo más conveniente posible para la TCO y/o el municipio”,

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narra Peter Oud en el documental “Aquí estamos para siempre” (2008)38. A principios de año, quedó clara la posición que tienen ambas instancias ante la posibilidad de viabilizar la autonomía indígena originaria campesina en el marco de la nueva Constitución: el municipio no admite esta posibilidad y la CICOL la impulsa. Con esto se ha propiciado la creación de dos bandos comunales; los que apoyan la decisión del Alcalde (comunidades San Antonio, Potrerito, La Asunta, El Corcocal, Totoca, Salinas) y los que apoyan la iniciativa de la CICOL (Amparo Herbas, 14/04/09). En el caso de Lomerío, también ha resultado que la unión de ambos sistemas de gestión, tanto de la TCO como gestión del territorio y el municipio como gobierno y unidad político-administrativa, es que se han manifiesto conflictos generados por vacíos o ambigüedades en la norma, al momento de explicitar qué instancia tiene derecho o no sobre las atribuciones y la administración de los recursos del área. “Por ejemplo, en cuanto a la explotación y concesiones de madera que otorga el municipio, la CICOL no sabe ni está enterada pero según las leyes la dueña del territorio es la CICOL. Pasa lo mismo con la explotación minera, forestal y la ganadería. En cuanto a atribuciones no se sabe bien qué corresponde a quién” (Amparo Herbas, 14/04/09).

La autonomía. “La autonomía es lo que queremos, para eso estamos trabajando”, es lo que dice Judith Chuvé, una chiquitana que trabaja en la organización indígena CICOL. Ella se permite soñar a las seis de la mañana, cuando se levanta y se pone a quitar las escamas a un pescado que será el almuerzo del día, se limpia las manos como puede y enciende el computador personal para revisar unos planos digitales y guardarlos en un USB. “Tenemos cursos de capacitación en la universidad de Cochabamba”, comenta y añade que por esa razón estuvo fuera de la comunidad de San Lorenzo. “Pero las capacitaciones ya vamos a hacer por Internet y vamos a pedir que nos pongan una antena desde San Antonio”, señala y dibuja en el aire una conexión imaginaria. Soñar con autonomía y una conexión a internet pueden venir juntas. El sistema de comunicación es precario en casi todo Lomerío, apenas 13 comunidades de las 28 cuentan con una radio de banda corrida y alguna señal de radio emisora local. En San Lorenzo existe una sola cabina telefónica que todavía funciona. Otro factor es la dotación de energía eléctrica, casi todas las comunidades carecen de este servicio, el cotidiano son las velas de cera, las linternas con batería, mecheros con gasolina o kerosene y leña, algunos domicilios tienen un motor a gasolina que genera energía y la única comunidad que cuenta con electricidad es San Antonio, donde se ubican las oficinas de la Alcaldía Municipal. 38

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Este problema puede ser ilustrado con el caso de la minería. Antes de la intervención de la organización indígena para que se frenara la explotación minera, existían 22 concesiones dentro la TCO: 3 legales y 19 ilegales (PGT, 2008). En algunos casos la CICOL logró terciar para llegar a acuerdos entre las comunidades y las empresas, pero quedó establecido que las comunidades serían las únicas que puedan explotar el mineral wolframio y luego lo venderían a determinadas concesionarias: “no queremos que el concesionario haga inversión porque es difícil sacarlo; entonces queremos que sea nuestro (el derecho de explotación) y poder explotarlo nosotros”, dice un comunario (Peter Oud, 2008). Con mediación de la organización también

se

ha

procedido

a

solucionar

conflictos

entre

las

comunidades que no poseen minas y las que sí, bajo el principio de que la propiedad completa de la TCO es colectiva. 3.5.3. Contexto de dinámica de procesos electorales y partidos políticos Una vez conformado el “municipio indígena” de San Antonio de Lomerío, el primer aspecto determinante fue la forma de acceso a su dirección. La vía partido político fue la única opción que se presentó, pese a que la norma (Ley 2771 de 2004) ya permitía la inscripción de agrupaciones ciudadanas y pueblos indígenas, pero su reciente creación no dio tiempo a la creación de una fórmula propia en términos de una sigla que represente a la colectividad chiquitana de Lomerío, sólo los partidos tenían reconocidas sus siglas para presentar candidatos. Esto repercutió en las primeras elecciones municipales que se desarrollaron en Lomerío. Los chiquitanos que querían acceder a los cargos ediles debieron afiliarse a determinados partidos políticos. Aquella vez, en 2004, la única alternativa al monopolio de los partidos fue la presentación de un candidato de la Organización Indígena Chuquitana (OICH), organización indígena de la región chiquitana, afiliada a la CIDOB y que acoge a la CICOL.

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Esta primera regla del juego se presentó como un problema para la organización CICOL que apoyó al candidato de la OICH, “tenían dificultad para sacar representantes, aún luego de participar con la OICH no sacaron a su representante”, explica Herbas (14/04/09). No ganó el candidato de la organización indígena, que obtuvo el 18% de votos,

y



lo

hizo

el

candidato

chiquitano

del

Movimiento

Nacionalista Revolucionario (MNR) con 40% de votos. Pero esto implicó otra fisura, pues pese a que tácitamente todos los candidatos eran chiquitanos, no todos coincidían con la visión de desarrollo y el estatus del municipio indígena de la entidad territorial. Cuadro 8 Resultados elecciones municipales 2004 - 2010 Municipio San Antonio de Lomerío 39 Partido político

Movimiento de la Izquierda Revolucionaria – Nueva Mayoría (MIR-NM) Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) Acción Democrática Nacionalista (ADN) Movimiento Bolivia Libre (MBL) Organización Indígena Chiquitana (OICH) Unidad Cívica Solidaridad TOTAL VÁLIDOS

Votos obtenid os 438

Porcent aje

673 204 0 304 29 1.648

40.8% 12.3% 0% 18.4% 1.7% 100%

26.5%

Fuente: Corte Nacional Electoral, 2004 (revisado 2/04/09)

Por cantidad de población, al municipio le corresponden cinco concejales. La asignación de concejales quedó conformada de la siguiente forma: el MNR consiguió tres concejales, el MIR-NM uno y la OICH uno. Al hacer una revisión de los nombres de los concejales y del mismo alcalde es evidente que todos tienen pertenencia chiquitana: Ángel Sumami Parapaino (MNR), Antonio Surubi Sumami (MIR), Alfredo Chuviru García (MNR), Agustín Chuve Mengari (OICH) y Elizabeth Mollo (MNR), la única mujer representante 40. 39

En esa misma elección los votos nulos sumaron 18 (1%); votos en blanco 20 (1%). Se tuvo un total de votos válidos de 1.648, pese a que el número de inscritos habilitados era de 2.277, de lo que se deduce que hubo un 74% de participación. 40 Las mujeres. Temprano, a las ocho de la mañana, dos mujeres chiquitanas atraviesan la plaza central de la Comunidad de El Puquio, llevando sobre sus cabezas dos cestas enormes con pan, y en las manos llevan un par de ollas con jugo de soya hervido. Detrás de ellas corren dos niños de menos de cuatro años,

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¿Pero por qué la filiación partidaria se logró anteponer a la filiación de identidad y en base a eso a un proyecto conjunto de desarrollo del territorio? Es una pregunta sensible cuando se habla de las rupturas en el proyecto político indígena de Lomerío. El problema de compatibilidad entre los sistema municipio y TCO no reside

totalmente

en

la

afinidad

entre

distintas

gestiones

territoriales, como ya se ha demostrado, sino en la falta de coherencia entre los sistemas de acceso a la institucionalidad pública. En el caso de Lomerío estas distorsiones vienen a ser los partidos políticos, entes exógenos a los procesos históricos que ha seguido esta comunidad chiquitana, pero que se ha visto obligada a adoptar. Para Herbas (14/04/09), está claro que en una coyuntura camino a las autonomías serán los partidos políticos tradicionales los primeros en oponerse a un cambio que modifique su estructura institucional y será nuevamente uno de los focos de conflicto para abrir brechas entre las comunidades y en la misma organización, como ya sucedió en los 90 y se repitió en 2004:“la CICOL tuvo una etapa de debilitamiento en los 90, con críticas en su gestión, y se debilitó porque había división política y porque los partidos llevaron a posiciones antagónicas” (Amparo Herbas, 14/04/09). 3.6.

Conclusiones preliminares

Lomerío ha tenido éxito en las estrategias para sentar presencia en el territorio, consolidando un sistema de manejo forestal sostenible y logrando los rangos de municipio y Tierra Comunitaria de Origen. Pero esta constitución formal de la territorialidad, que implica procesos históricos de lucha y reconocimientos legales de propiedad son sus hijos que las acompañan a la escuela, y ellas son las proveedoras del “desayuno escolar” en la escuela de la comunidad. La participación de la mujer en actividades económicas y de importancia política todavía es incipiente, en el nivel comunal los directorios de las organizaciones sociales apenas contemplan en 10% de mujeres, en el nivel TCO 11% y a nivel municipio 20%. Se aluden justificaciones como actividades del hogar, discriminación, falta de experiencia y capacitación.

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y capacidad administrativa de gobierno, no ha derivado en la compatibilidad de estos sistemas, ya que los enfoques de gestión y administración han resultado análogos: se tiene un Plan de Desarrollo Municipal y un Plan de Gestión Territorial, con sus propias estructuras y autores, pese a que ambos tienen como similar fin la planificación del desarrollo del territorio en todos sus componentes. En ese contexto, se mantiene la pregunta ¿qué se entiende por “cultura chiquitana” en Lomerío? Los planes de desarrollo de la TCO y el municipio no han logrado hacer que sus visiones de desarrollo -a partir de la planificación- hagan transversal y operativos los sistemas de usos, costumbres y mandos tradicionales. El ejemplo más claro es la falta de incentivos para socializar la lengua besiro y mejorar los indicadores de aprendizaje y uso de este idioma. Sobre la construcción social, entendidos como los acuerdos para sentar las bases de la entidad territorial, se deduce que ha sido la histórica filiación militante de los chiquitanos de Lomerío a su organización indígena el factor de fortaleza que ha permitido la constitución de la territorialidad como se la conoce hoy, por ejemplo la expulsión comunitaria de las empresas explotadoras. De alguna forma ésta es la base de cualquier proyección a futuro, más aun cuando se suma como otro valor el espacio geográfico que ocupa el territorio y que presenta índices mínimos de conflictividad en su versión TCO y municipio. Ya

cuando se triangula

la

relación

entre

TCO,

municipio

y

comunidades se presentan fisuras provocadas por el alineamiento político de cada institución y la adscripción de apoyo comunal. En gran medida, en el caso de Lomerío, estos quiebres son producto del ingreso del sistema de partidos. El hecho de que un partido político exógeno haya asumido la dirección del municipio, ha provocado una contradicción entre la línea del “municipio indígena” frente a una

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estructura que no presenta características de apropiación de la trayectoria histórica de los chiquitanos de Lomerío.

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CAPÍTULO 4. LA CONSTRUCCIÓN Y CONSTITUCIÓN DE LA ENTIDAD TERRITORIAL DE JESÚS DE MACHACA Jesús de Machaca es un pueblo aymara con uno de los más altos porcentajes de autoidentificación (94.4%), de aprendizaje del aymara como primer idioma (88.9%) y que mantiene a esta lengua con el 31.4% como la única hablada por los pobladores. Este es uno de los factores de identidad que han hecho que Machaca 41 se caracterice por la confluencia de dos sistemas de mando y de administración territorial: la originaria y la municipal. ¿Cómo han logrado dos visiones de desarrollo aparentemente tan disímiles constituir una entidad territorial, cuáles son sus rasgos más definidos y sus puntos de engranaje? Para matizar mucho más el caso que representa Machaca, hay que añadir a la constitución formal del territorio, la reconstitución histórica de las estructuras territoriales a partir del ayllu y la Marka, el reconocimiento de las autoridades originarias y el alejamiento de la identidad sindical, para llegar a la co-administración de la gestión municipal indígena. Los rasgos de identidad y su perspectiva dentro la gestión y administración serán analizadas en parte con sus herramientas de planificación:

Plan

de

Desarrollo

Municipal

(PDM)

y

como

antecedente histórico el Plan Microregional. La construcción de la entidad se basa en un acuerdo pleno de reforzar derechos como cultura aymara, pero el mismo proceso de “reconstitución” adolece de rupturas internas que tienen que ver con el nivel de cohesión de 41

Este acápite es producto del trabajo de campo y recolección de datos en el municipio de Jesús de Machaca. Se realizaron dos viajes entre los días 4 al 11 de mayo de 2009. Se realizaron entrevistas al alcalde de Jesús de Machaca, Adrián Aspi; a la autoridad originaria Jach’a Mallku, Santiago Queso; y al antropólogo Xavier Albó, que ha realizado abundantes investigaciones sobre esta Marka aymara. Además de las entrevistas, el presente análisis se basa en un estudio esquemático del Plan de Desarrollo Municipal (PDM) del municipio indígena de Jesús de Machaca y de un análisis del Plan Microregional Jesús de Machaca. En las siguientes notas a pié de página se harán breves alusiones y narraciones de la experiencia del trabajo de campo para ilustrar al lector sobre el desenvolvimiento cotidiano de los aymaras de Machaca.

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las dos regiones que históricamente componen al municipio y la consolidación de la fórmula política local como alternativa a la perfidia del sistema de partidos. 4.1.

Contexto histórico

La historia precolonial del altiplano lacustre, donde se ubica Jesús de Machaca, demuestra la confluencia de varios grupos étnicos entre los que predominaron los aymaras en la parte sur, los inkas en el norte, los qullas en Tiwanaku y los urus que fueron quedando reducidos a pequeños espacios (Albó; Ticona, 1997: 29), los grupos no perdieron sus rasgos más definidos de identidad pese a la expansión de los inkas quechuas que llegaron hasta las riberas del lago Titicaca. Fueron los inkas los que denominaron a la zona Machaca Marka (pueblo nuevo) y segmentaron el territorio en dos regiones o parcialidades: Hanansaya (Arriba) y Urinsaya (Abajo), que luego fueron asumidas por los aymaras e incluso les pusieron nombres en su propia lengua: Arax suxta y Manqa suxta. Durante la Colonia los pobladores aymaras de Machaca fueron sometidos a las reducciones y al trabajo en las minas. En este periodo en todo el altiplano se extendió el sistema del cacicazgo como administración vínculo entre la Corona y las comunidades. El primer cacique de Machaca fue posesionado en 1548 (Ticona, 2009: 19). Ya en el siglo XVI, las reformas toledanas -enfocadas a hacer más eficiente la acumulación de tributos e institucionalizar los servicios indígenas- no se impusieron del todo a la autonomía de las comunidades y a sus autoridades; este sistema provocó que los siguientes dos siglos, dicen Muñoz (2000: 65) y Arias (2004: 428), más del 70% de las tierras permanecieran en manos de las mismas comunidades en el altiplano.

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Parte de esta propiedad tuvo que ver con la compra de tierras o “composición de tierras de la Corona”. Por esta vía, en 1585 se consolidó lo que se llamaba Machaca la Grande (hoy San Andrés y Santiago de Machaca, municipios colindantes a Jesús de Machaca) y Machaca la Chica, que tenía como centro el pueblo de Jesús de Machaca. Esta serie de cambios no destruyó del todo “la unidad y lógica organizativa previa (que) siguió cohesionando muchas de las manifestaciones ceremoniales religiosas y toda la Marka aymaracolonial siguió gobernada por autoridades tradicionales andinas” (Albó; Ticona, 1997:33). El desgaste del sistema de cacicazgo que se extendió hasta la República, provocó varios focos de insurrección indígena que sucedieron en el altiplano en el siglo XVIII, las más importantes serán las encabezadas por Julián Apaza, conocido como Tupak Katari, y Andrés Tupak Amaru, que realizaron dos cercos a la ciudad de La Paz en 1781, luego fueron apresados y muertos. A Tupak Katari se le atribuye la frase: “Nayarukiwa jiwayasipkista, nayxarusti waranqana waranqana akapawa kutt’anipxani” (“A mí sólo me matarán, pero mañana volveré y seré millones”). La República supuso el cambio de la autoridad del Cacique por la del Corregidor, normalmente un mestizo, y se popularizó el sistema de hacienda, además de la aplicación de medidas que atentaron contra la propiedad comunal indígena como las leyes de Ex vinculación de 1874. Machaca se mantuvo al margen del sistema de haciendas con los títulos que pudieron adquirir de la Corona, de esta forma preservaron las estructuras de los ayllus casi sin modificaciones hasta el siglo XX. En 1920, se gestó la constitución del Gobierno Comunal de Jesús de Machaca y la Prefectura del departamento de La Paz aceptó la legalidad de los títulos de propiedad de las “tierras comunitarias”, este proceso fue sostenido por el llamado “movimiento de caciques

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apoderados”. Pero pese al reconocimiento de los títulos, los problemas de tierras no se resolvieron y en 1921 estalló una sublevación por definición de linderos y contra los abusos del corregidor, que terminó con la muerte de éste y con una masacre propiciada por las fuerzas armadas en marzo de 1921 (Ticona, 2009: 23). La Revolución del 52 caló profundamente en las estructuras de la tenencia de la tierra y alteró el carácter de sometimiento tolerado de los indígenas –llamados campesinos en ese periodo- que afirmaron el surgimiento en los 50 y 60 de movimientos indígenas, cristalizados en corrientes indianistas que buscaron “reconstruir” los antiguos sistemas territoriales y reavivar los sistemas de usos y costumbres, como la vigencia de las autoridades originarias. En el caso de Machaca, a partir de los ochentas se inicia el “proceso de reconstitución” de sus ayllus organizados en dos parcialidades, actualmente la “parcialidad arriba” está conformada sobre la base de tres ayllus originarios y la parcialidad abajo sobre la base de nueve ayllus igualmente originarios. Hasta 2000, Jesús de Machaca formaba parte de los siete distritos del municipio de Viacha. En 2002 mediante Ley 2351 se constituyó en municipio indígena y se le reconocieron 76 comunidades aymaras organizadas en dos federaciones indígenas. A la par, Machaca gestionó la titulación de 17 ayllus bajo el sistema de Tierras Comunitarias de Origen (TCO). 4.2.

Datos generales

Jesús de Machaca está poblado por 13.247 habitantes aymara hablantes, según el Censo de Población y Vivienda de 2001, y ocupa cerca de 900 Km2. Está ubicado en el sureste del lago Titicaca en el altiplano boliviano y es la 6ta. Sección de la provincia Ingavi.

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El principal pueblo indígena por autoidentificación es el aymara con el 94.42% (8.003 habitantes). Otras categorías de identificación son: ninguno 4.27% (362); otro nativo 0.9% (77); y quechua 0.3% (27). El principal idioma en el que “aprendió a hablar” es aymara con el 88.96% (10.826), seguido del castellano 10.5% (1.278); y quechua 0.32% (39). El Atlas Municipal de 2005 indica que el porcentaje de personas que hablan aymara y castellano es de 58.8% (7.790); sólo aymara 31.4% (4.167); sólo castellano 4.1% (548); y personas trilingües (quechua-aymara-castellano) significan el 0.4% (57). La población pobre de Jesús de Machaca llega a los 12.510 habitantes y en condición de extrema pobreza viven 8.870. En cuanto a las características de vivienda y servicios básicos, en condiciones de habitabilidad, hay una mayoría que posee ambientes para baño y cocina. La procedencia de agua para beber y cocinar es de pozos o norias, ríos y vertientes. El sistema de desagüe es por pozos ciegos y otros similares, siendo que una mayoría no tiene ningún sistema. La actividad económica del municipio es la agricultura y ganadería con un 63.9% y luego la industria manufacturera (7.3%). Por lo mismo, las actividades de agricultura, pecuaria y pesca son la principal ocupación de los pobladores (64.0%), seguido de la manufactura (11.1%). En tanto que 3.679 habitantes de la población económicamente activa trabaja de forma independiente (Atlas Municipal 2005). 4.3.

La constitución de la entidad territorial

En Jesús de Machaca confluyen dos sistemas de organización y de administración territorial definidos de acuerdo a su constitución. La primera de tipo originaria y la segunda en base al municipio. La primera se basa en la Marka como centro de gestión; tanto la Marka y el ayllu son la representación originaria de la unidad territorial y social andina. En Machaca hubo un proceso de reacomode y ajuste para mantener la continuidad territorial de los ayllus, unidades

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menores a la Marka y contenidas por ésta, y evitar conflictos entre comunidades, por lo que en la actualidad “el ayllu detenta el derecho de propiedad del territorio con autonomía aceptada por los otros ayllus y comunidades” (Colque, 2005: 45). Esta situación va unida a la reconstitución de sus estructuras de mando originarias, que implicó en los últimos 20 años una etapa de tránsito de la identidad sindical a la originaria, con mayor énfasis en la última década cuando comenzó el proceso de recuperación de los antiguos sistemas de organización de las comunidades originarias y se abandonaron las estructuras de los sindicatos agrarios. A la par, Machaca tuvo que realizar modificaciones en el manejo del territorio, amoldándose a las líneas de la gestión pública en distintos escenarios: comenzó su vida institucional con el estatus de distrito municipal indígena, a cargo de un subalcalde, para luego acceder al rango de municipio indígena. Pero en todos estos momentos, es de subrayar que Machaca proyectó su manejo del territorio de acuerdo a

sus

características

de

organización

territorial

precolonial,

manteniendo el núcleo conceptual del sistema de distribución y jerarquía del territorio. Hay que destacar que además del régimen originario que se impulsa en los mandos y el sistema de administración como municipio indígena, parte de Jesús de Machaca tiene el estatus de Tierra Comunitaria de Origen (TCO), con la titulación de 18 ayllus. En síntesis, “(…) si tomamos como referencia los últimos 50 años los usos y costumbres que han predominado en la gestión del territorio han adecuado todas las reformas sociales, con excepción de la sindicalización agraria, de forma de darles contenidos precisos a la gestión comunitaria de su territorio” (Blanes, 2009: 188).

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Mapa 2 Situación territorial del municipio Jesús de Machaca y de la TCO Machaca

TCO Municipio

Fuente: Observatorio Bolivia Democrática, 2009

4.3.1. La reconstitución originaria Hasta inicios de los 90 Jesús de Machaca se organizaba localmente en centrales agrarias, con formación en base al sindicato. Esta figura había estado vigente desde la década del 50 como reflejo de los cambios sociopolíticos que tuvieron como eje el área rural y las zonas mineras. La estructura del sindicato significó que los históricos 12 ayllus que componían la Marka aymara42 sean convertidos en 18 subcentrales sindicales agrarias.

El aymara. En el pequeño bus camino a Jesús de Machaca, un hombre moreno sube a vender libros de bolsillo. Los ofrece a todos los pasajeros y les habla en aymara, a veces subraya las mismas frases diciéndolas en castellano. “Tenemos que aprender hermanos, tenemos que estar preparados porque todo está cambiando, tal vez mañana, hermanos, ustedes van a dirigir este país, si no, van a ser sus hijos. No tienen que avergonzarse de hablar aymara, es nuestra identidad. Pero hay que aprender, a ver, díganme, cuántos municipios tiene Bolivia, cuál es la extensión territorial del país. Hay que aprender hermanos”. Vende algunas enciclopedias breves y al salir del bus exclama: “Dios les bendiga”, una mujer de pollera le responde en aymara: “Dios no existe”. Otra le contesta desde el fondo: “Cómo no va a existir”, y la primera termina: “¿Tú lo has visto, los has tocado?”. 42

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La organización histórica de Jesús de Machaca basó en su segmentación en dos parcialidades de seis ayllus cada una: la de arriba, llamada Arax suxta, otra de abajo llamada Manqa suxta en vocablo aymara. Algunos de estos ayllus no pasaron por el régimen de hacienda en la Colonia por lo que mantuvieron casi intacto el núcleo de la comunidad y su funcionamiento, y mantuvieron vigente la histórica repartición comunal de la tierra, que tampoco fue demasiado alterada con la Reforma Agraria (Colque, 2005: 8). En la década del 50 tanto el Arax suxta como el Manqa suxta tuvieron que adoptar la forma y estructura del sindicato, de esa manera la parcialidad de arriba asumió el nombre de CAPA (Central Agraria Parcial Arriba) y la parcialidad de abajo llegó a llamarse CACJMA (Central Agraria Cantonal Jesús de Machaca). Ya para los 70, se articuló el sistema de autoridades originarias con el sistema sindical, esto coincidió con la eclosión del katarismo como corriente ideológica indigenista en la región andina. En varios territorios aymaras, entre ellos Jesús de Machaca, esta influencia se hizo visible en la tendencia a combinar la estructura de las autoridades originarias por las del sindicato, en una dinámica que debía hacer coincidir ambos cargos (Albó; Ticona, 1997: 252). A principios de los 90, como ya se mencionó, en el proceso de reestructuración de mandos originarios, la CACJMA pasó a llamarse Central

de

Ayllus

y

Comunidades

Jesús

de

Machaca;

y

la

organización CAPA se denominó Central de Ayllus Parcial Arriba. Así, en el caso de Machaca las anteriores centrales agrarias reasumieron su

organización

en

base

a

dos

propuestas

nominales:

el

reconocimiento de la conglomeración de ayllus como base de la organización territorial y el reconocimiento de la comunidad como unidad núcleo de funcionamiento de la central, dejando de lado incluso la mención del cantón como espacio de administración pública (Albó, Ticona, 1997: 66).

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A inicios de 2000, las entonces centrales de ayllus dieron otro salto cualitativo en la reconstitución de sus territorios y ampliaron el espacio del ayllu para reconocer la Marka como instancia máxima de organización del territorio que abarca a los dos grupos de ayllus. En ese contexto, las organizaciones matrices de ambos territorios se llamaron Marka de Ayllus y Comunidades Originarias de Jesús de Machaca (MACOJMA) -parcialidad abajo-, y la Marka de Ayllus y Comunidades Originarias de Arax Suxta (MACOAS), que corresponde a la parcialidad de arriba (Fundación Tierra, 2009: 30). Otro aspecto es que de los seis ayllus que conformaban cada parcialidad en el periodo colonial y republicano, en la actualidad el proceso de reconstitución de territorialidades ha llegado a conformar ambas parcialidades aumentando el número de ayllus y por lo tanto de comunidades: MACOJMA está formada por 55 comunidades, incluyendo al pueblo indígena Uru que no es aymara, en conjunto conforman 18 ayllus, y MACOAS que abarca a 21 comunidades y 7 ayllus aymaras. El reconocimiento de la Marka también dio lugar a la estratificación de cargos de las autoridades originarias. La comunidad, como espacio que cobija a las unidades familiares, está a cargo del Mallku Originario; el ayllu que alberga a varias comunidades está a cargo del Jiliri Mallku; cada parcialidad que agrupa al conjunto de ayllus está gobernada por el Jach’a Mallku. Ambos Jach’a Mallkus –como autoridades de máximo rango e importancia- representan a las dos Markas: MACOJMA y MACOAS43. El cabildo –que resulta de la unión 43

El fútbol. En una enorme explanada del profundo Altiplano, que se compró tres veces a la corona española en la Colonia, se celebra un partido de fútbol. Los asistentes son aymaras y se acomodan de acuerdo a ayllus formando pequeños grupos. Se realizarán dos partidos de fútbol: uno entre hombres y otro entre mujeres. Las autoridades originarias dejan sus ponchos, látigos y cetros de mando a un lado para ponerse pantalones cortos y zapatos deportivos. Las mujeres se quitan las mantas de colores, las monteras que usan sobre la cabeza y la pollera principal y se quedan con una prenda delgada parecida a un faldón, igual calzan zapatos deportivos. El árbitro de fútbol será la máxima autoridad originaria, el Jach’a Mallku Santiago Queso, y entre los Mallkus capitanes de cada equipo discuten si esperarán al Alcalde para iniciar el juego o comenzarán sin él.

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de las autoridades de las dos Markas- es una instancia válida para la toma de decisiones de importancia comunal e intercomunal, es la suma de las expectativas políticas de deliberación Esquema 3 Estructura orgánica y relación cargos y mandos sindicalizados y originarios

Fuente: Elaboración propia

4.3.2. La conformación del municipio Hasta 2002 Machaca formó parte del municipio de Viacha como un cantón y se enfrentaba a la dificultad de atención de necesidades por encontrarse a gran distancia del centro urbano. En 1994, luego de promulgada la Ley de Participación Popular, la dirigencia comenzó a tramitar el rango de subalcaldía o distrito municipal indígena que finalmente se les otorgó en 1995 y dio lugar a la creación de dos distritos municipales indígenas, uno en cada parcialidad. La declaratoria de municipio para Machaca tardó ocho años. Finalmente en 2002 mediante Ley 2351 se convierte en una unidad administrativa independiente, con elección de autoridades propias a partir de las elecciones municipales de 2004. La vía para acceder al municipio autónomo comenzó por una iniciativa de unir nuevamente a las dos parcialidades que habían quedado segmentadas en dos distritos municipales, sostienen Albó y Ticona (1997: 310), y la otra razón era el mínimo de población que exigía la norma para crear un nuevo municipio, una cifra que sólo se lograba uniendo ambas 64

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parcialidades, sobre todo por la falta de población de la parcialidad de arriba. Esquema 4 Estructura orgánica del Gobierno Municipal de Jesús de Machaca

Fuente: PDM, 2005

4.3.3. La conformación de las TCO Contrario a lo que sucede en las tierras bajas de Bolivia sobre el reconocimiento de las TCO, en el altiplano hay distintas percepciones sobre su utilidad para consolidar el territorio: “Las demandas de tierras altas responden a lógicas de reconstitución de ayllus, Markas y autoridades tradicionales, todavía en pugna con la organización sindical”, resume Luis Antonio Bazán (2004: 572), aludiendo al sentido que se tiene en estas regiones sobre una recuperación de la propiedad

más

complementaria

a

un

proceso

histórico.

No

necesariamente se habla en términos de manejo de los recursos naturales. Jesús de Machaca también ha realizado la demanda de TCO pero no como un único territorio, sino como el conglomerado de 17 territorios (ayllus) de la parcialidad abajo. En tanto que la parcialidad arriba no ha realizado ninguna demanda de TCO, y como se puede apreciar en el mapa del municipio y de la TCO, las tierras comunitarias de origen no abarcan la totalidad del municipio pero la cubren en gran medida. 65

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En los hechos, el municipio no percibe los beneficios de este sistema de propiedad, en primer lugar porque no pueden hacer respetar sus derechos propietarios: “en la comunidad de Achirjiri hay una mina, donde

los

ciudadanos

chinos

son

poseedores.

En

este

caso

tendríamos que desalojar a esos ciudadanos o empresas pero no estamos haciendo eso y nos conformamos como lugareños”, dice el alcalde de Jesús de Machaca, Adrián Aspi (Blanes, 2009: 27). A esto hay que sumar el desconocimiento del alcance de la norma y la noción de la propiedad colectiva, que para los aymaras de Machaca plantea la disyuntiva del título proindiviso de impone la TCO y que evita el saneamiento individual, por esta razón, por ejemplo, la parcialidad arriba ha decidido no tramitar su TCO. Para otros, el beneficio concreto de la TCO es del derecho a consulta ante la incursión de cualquier empresa que quiera hacer explotación de recursos en la zona y directamente para los pobladores el goce de la excepción de pago de impuestos (Blanes, 2009: 29). La visión que tienen los pobladores de la tierra a nivel Marka, ayllu o comunidad es que la propiedad es colectiva y existe un derecho común sobre ella pero con claras reglas respecto al uso familiar que hace cada núcleo. Son la representación de la reproducción social de una comunidad, abarca las nociones económicas, políticas y la práctica espiritual (Medina, 2003: 17). Colque (2005: 11) añade los tres tipos de propiedad que se practican dentro la Marka: tierras no cultivables y de uso común, tierras individuales o sayañas y tierras cultivables de rotación. 4.3.4. El Plan Microregional Jesús de Machaca Este plan se formaliza en 1990 luego de dos años de diversos diagnósticos institucionales. Se basa en la estructura espacial de la microrregión como espacio culturalmente homogéneo. El fin de la propuesta

vista

con

un

enfoque

66

de

desarrollo

rural

era

la

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consolidación de un territorio y organización social independiente y bajo preceptos de la cosmovisión andina (Albó; Ticona, 1997: 268). La planificación se basó en el anterior

sistema sindical de

organización de la zona y por lo mismo tuvo una percepción demasiado corporativa de la población aymara. El plan planteó el apoyo a las entonces 3.730 familias que componían los 75 sindicatos de Machaca, organizados en 22 subcentrales y representadas por las dos centrales agrarias mayores. La unidad que eligió el plan para aplicar el trabajo de coordinación fue la subcentral. El enfoque del plan se presentó como integral, tomando aspectos de salud,

educación,

infraestructura,

cultura,

etc.

El

caso

del

planteamiento de desarrollo económico es el que proyecta de mejor manera la visión del uso de suelo y producción que se tuvo en ese momento. Su objetivo era la diversificación de la producción y la elevación de ingresos para cada familia. Cuadro 9 Visión productiva del plan microregional Machaca

Líneas del plan

Acciones

Modelos agropecuarios

Subcentrales con agua y tierras en las rinconadas: vocación de hortalizas campo abierto 8 subcentrales Subcentrales con agua y tierras en las pampas: vocación de producción de forraje, 6 subcentrales Subcentrales sin agua: perforación de pozos y vocación de forraje, 7 subcentrales

Tecnificación

Producción a mecanización

gran

escala

Explotación de superficies maquinaria agrícola Crédito

con y

componente

manejo

racional

de de

Adquirir destrezas en el manejo de cuentas Condiciones ventajosas, con bajo interés y trámite sencillo

Fuente: Plan Microregional, 1992

Según el cuadro, un factor decisivo para determinar el grado de desarrollo agropecuario fue la medición de acceso a fuentes de agua 67

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(ríos, vertientes, pozos y aguas subterráneas), tomando en cuenta la situación climática e hidrológica del altiplano. El acceso a este recurso, en la lógica del plan, definiría el tipo de intervención productiva. La ejecución real de todo el plan dio como resultado el inicio de la educación intercultural bilingüe introduciendo el aymara y la alfabetización para los adultos. Se instaló una radio comunal, también un centro para capacitación docente y para mujeres, además del emprendimiento de proyectos de microriego, entre las iniciativas que tuvieron mayor éxito. Pese a esto, el plan se agotó por la falta de una adecuada lectura de las necesidades y visiones de la cultura aymara de Machaca, como explican Albó y Ticona (1997: 275): “en su vertiente económica, y en la perspectiva institucional, el Plan Machaca está concebido desde una

racionalidad

administración

más

monetizada

empresarial,

lo

que

y

con

ha

la

lógica

generado

de

una

bloqueos

y

contradicciones con la línea de acción de la organización tradicional campesina”. 4.3.5. El Plan de Desarrollo Municipal Como ya se ha mencionado, el PDM es una herramienta de planificación quinquenal municipal, que aterriza en los POA anuales para hacerlo técnica y financieramente operativo. Las áreas que contempla el Plan de Desarrollo Municipal (PDM) son cuatro: recursos naturales, socioculturales, económicos-productivos y de fortalecimiento institucional, con un fuerte sesgo en el tema de fomento a los sistemas culturales estructurantes como la enseñanza bilingüe; en su lugar, el PDM asume lo sociocultural como apoyo en infraestructura de asistencia social. Tanto en el área de recursos como en lo productivo el plan se inclina por procesos de producción acordes con la tenencia de agua y suelo como factor decisivo44. Ayer y hoy. A medio día, los niños salen de la escuela corriendo y gritando, se dicen insultos dulces en aymara “¡kamaqe!, ¡kamaqe! (¡zorrito, zorrito!), llegan a 44

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Cuadro 10 Proyección de desarrollo del municipio dentro el PDM de Jesús de Machaca Áreas de trabajo Recursos naturales (Físico natural)

Sociocultur al

Económico – Productivo

Objetivo

Estrategia

Aprovechar en forma racional y sostenible los recursos naturales existentes en el municipio, principalmente suelos y agua Mejorar la calidad y cobertura de los servicios básicos sociales: energía eléctrica, agua potable y saneamiento básico, también en educación y salud. Mejorar los sistemas de producción y comercialización de los recursos naturales y planificar la distribución de tierras agrícolas para elevar la productividad y promocionar la actividad económica del municipio.

Controlar la erosión, conservar, preservar y recuperar los suelos agrícolas, de pastoreo y fomentar la reforestación. Manejo sostenible en el aprovechamiento de los recursos naturales Servicios e infraestructura de salud, educación y caminera Saneamiento básico Electrificación domiciliaria Elevar el índice de desarrollo humano

Organizativ o Instituciona l

Fortalecer las relaciones interinstitucionales: Municipio, OTB, cabildos, organizaciones económicas y sociales, para coordinación y concertación municipal. Fuente: PDM, 2005

Ampliar áreas de cultivo bajo riego a secano Sanidad y manejo de ganado Infraestructura para comercialización Formar organizaciones productivas Diversificar y transformar productos Sistemas de microriego Infraestructura caminera Capacitación en gestión, control y organización municipal Visitas a ayllus y comunidades

Aunque en la formulación final no es notorio, el PDM debería reflejar un proceso de reflexión de prioridades. Las autoridades originarias forman parte imprescindible para la formulación del PDM, dice Quinta (2009: 68), pues ellas deben entregar la priorización de la plaza central del pueblo y juegan a treparse en el busto de Faustino Llanqui, el cacique aymara que reclamó el reconocimiento de los títulos coloniales por los cuales Machaca era propietario de su territorio. Esta exigencia llevó a una sublevación indígena en 1921 y a la posterior masacre de marzo del mismo año. Pero los niños del altiplano aun son ajenos a esa historia, ellos forman parte de los 4.036 alumnos matriculados entre primaria y secundaria y son la población más vulnerable a enfermedades que diezman a la población aymara de Machaca, entre las más importantes están las infecciones respiratorias (68%), que los machaqueños curan de forma tradicional con plantas de wira wira, lampaya y thitira.

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proyectos y de inversión al alcalde; luego de varios procesos de consensos se conoce el presupuesto general y el financiamiento. Para el alcalde de Jesús de Machaca, Adrían Aspi (04/05/09), el PDM presenta aun la falencia de ser una herramienta de diseño foránea: “yo discrepo con los consultores y la norma dice que hay recursos para el PDM (…). Otros consultores vienen y tiene todo elaborado y algunas cosas rellenan y ponen un precio, por eso preferimos llamar a las personas de base para que lo hagan”. La expresión de consensos para el desarrollo es el Plan Operativo Anual, que efectivamente se trabaja y discute de forma conjunta, como explica Xavier Albó (04/05/09): “antes tenían problemas para hacer su POA porque cada comunidad quería la mayor parte de recursos pero ahora es un ejercicio de deliberación conjunta”, a esto el Alcalde de Machaca añade que la legitimidad que se le da es la participación del Concejo Municipal y de los mallkus con el resto de la comunidad45. 4.3.6. Resultados de la gestión compartida La primera característica de la gestión de territorio en Jesús de Machaca es la constitución de dos niveles administrativos, tanto municipio como TCO, sobre la base de una territorialidad ancestral, que se ha respetado y mantenido y sobre cuya distribución originaria se han consolidado ambos sistemas: las TCO sobre los ayllus y el municipio sobre la Marka, sin afectar a la unidad territorial y sus prácticas de identidad. “Este resultado establece un territorio municipal que reproduce exactamente la estructura socio-política tradicional (Parcialidad MACOJMA y Parcialidad Arax Suxta), situación inusual en los municipios altiplánicos. El POA. En una reunión en el despacho del Alcalde de Jesús de Machaca, Adrián Aspi, se reúnen los Mallkus de una comunidad, vienen a resolver la posibilidad de construir un puente. El alcalde les dice que según el POA aprobado no hay recursos para esta obra. Los Mallkus le increpan en aymara y con respeto le dicen que el puente es muy necesario y que la gente está esperando eso, que si bien no está en el POA ellos piensan que la Alcaldía podría buscar algún financiamiento. El más insistente es el más adulto de los Mallkus, que no habla castellano y sigue cuestionando en aymara la falta de la obra y la respuesta que irá a dar a los pobladores de la comunidad. 45

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En otras palabras, la municipalización de Jesús de Machaca implica la coexistencia de un sistema de autoridades originarias y un gobierno municipal, ambos con jurisdicción sobre el mismo territorio y población: polarización del poder local entre Estado y Marka o configuración de un gobierno local con legitimidad” (Colque, 2005: 9).

Pese a esto, la concepción que se tiene de desarrollo en base al territorio es contradictoria pues tanto el primer proyecto de desarrollo de Machaca como el PDM del municipio indígena no se proyectan como ejes de desarrollo de la mano de la identidad cultural para lograr la consolidación de la territorialidad. Para el municipio, la actual normativa y los mismos insumos de planificación son limitantes para sus expectativas de desarrollo del territorio, en esto incluso el sistema TCO es controversial porque la Marka no ve una utilidad práctica a este tipo de propiedad con enfoque productivo. “Acá casi todo es TCO y en términos productivos no ha habido mucho; en término de organización sí porque la TCO reproduce ayllus y hay 18 ayllus con TCO, una de los Urus (otro pueblo indígena). (La TCO) fue la ventana por la que entró el tema de jurisdicción indígena y autogobierno pero ya se pasó a otra y esta parte jurisdiccional ya no tiene mucho sentido en solitario sino como una visión de conjunto” (Xavier Albó, 04/05/09).

La TCO ha resultado tan poco práctica para los fines concretos de la reconstitución y la productividad de los aymaras de Machaca que Albó vaticina la desaparición de este sistema una vez que se consoliden los ayllus. La utilidad “residual” si se quiere de las TCO será ver su expresión como un plan de manejo territorial, en el que la parte formal de la propiedad de la tierra, su compra y venta, quede controlado. 4.4.

Principales rasgos de identidad

En términos prácticos ¿qué significa la gestión originaria en Jesús de Machaca y cuáles son los aspectos en los que se aprecia de mejor manera el empalme de sistemas de mando originarios como expresión de identidad, dentro la gestión pública municipal? Machaca ha elaborado un estatuto para la postulación de candidatos según usos y costumbres, el hecho de poseer un documento de este

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tipo

-que

estipula

artículos

específicos

para

la

modalidad

y

características del ejercicio de mando- es una prueba de la capacidad normativa formal que pueden tener las normas consuetudinarias. En base a esto, se ha diseñado de forma experimental un ensamble de roles de autoridad para no perder las estructuras originarias, lo que puede ser entendido como una estrategia de resguardo de la identidad. Junto a esto está la práctica de usos y costumbres cotidianas que se ven con más fuerza en las normas consuetudinarias de trato social comunitario y en la identificación identitaria con el uso de la lengua aymara. 4.5.

Mandos y autoridades

El primero proceso de selección de subalcaldes para Machaca fue trascendente pues significó la primera vez que las comunidades impusieron su norma ante la Ley. Según se estipula, el subalcalde debe ser nominado directamente por el alcalde pero el cabildo propuso una nominación según usos y costumbres que fue aceptada por la autoridad municipal. “Tras un conciliábulo entre mallkus y alcalde, el subalcalde fue escogido por un sistema bastante común en cabildos abiertos y en algunos congresos campesinos: cada subcentral nombró a un candidato y todos los asistentes fueron formando filas delante del candidato de su preferencia” (Albó; Ticona, 1997: 290).

El Comité de Vigilancia, organización civil encargada de ejercer control social, también en su primera conformación obedeció a una propuesta de las organizaciones que nombraron como miembros de esta instancia a los secretarios generales de cada organización, por lo tanto, sus autoridades Jach’a Mallku accedieron a esos cargos y asumieron esas responsabilidades. Por su parte, las subcentrales agrarias de Machaca asumieron la forma de Organizaciones Territoriales de Base (OTB) y obtuvieron sus personerías jurídicas, y los pobladores aymaras asumieron que esta instancia –la OTBO- debía ser una equivalente del nivel ayllu,

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pero en los hechos –denuncian Albó y Ticona (1997: 288)- la norma no reflejó este estatus y catalogó a las OTB de origen indígena como “comunidades campesinas” y no “ayllus”: “La burocracia estatal sigue fomentando de esta forma la idea muy extendida pero errónea de que lo indígena y lo étnico corresponde sólo a una fase primitiva, que

se

superaría

al

llegar

a

una

etapa

más

avanzada

de

‘campesino’”. Cuando se tuvo el rango de municipio en 2002, el panorama que se planteó en Machaca fue la existencia paralela de autoridades del gobierno local y autoridades representativas de cada

comunidad.

“La organización de comunidades y ayllus, a pesar de su legitimidad local, no se ha constituido en un elemento primario de la municipalización”, manifiesta Gonzalo Colque (2005: 45). Pese a ello, la comunidad, como se vio, planteó alternativas que no invaliden sus propios sistemas de mando y los mimetizaron en las estructuras municipales vigentes hasta hoy. “Tenemos usos y costumbres que es ley y norma para nosotros, lo que no tiene es legalidad pero sí tiene legitimidad (...). Cuando como Jesús de Machaca tratamos de hacer municipio, hemos aplicado usos y costumbres: cuando ya me eligieron para ser candidato yo ya era alcalde, lo único que hemos hecho con la votación es la ratificación de un voto. Ha habido un sufragio municipal pero cuando nosotros aplicamos usos y costumbres es de frente, no usamos una urna, el que vota por ti hace fila tras de ti y tú ves quién vota por ti” (Adrián Aspi, 04/05/09).

Esta selección de autoridades –según el estatuto de elección de candidatos elaborado por la organización MACOJMA- se basa en los principios de igualdad, equidad y de participación democrática. Se reconoce al cabildo como la instancia de deliberación con reuniones una vez al mes. Los postulantes a cargos políticos deben representar a cada comunidad y ser elegidos mediante la modalidad que prime en ellas. Los requisitos que debe cumplir son: acreditación de haber ejercido como autoridad originaria en la comunidad; radicar en el ayllu; cumplir servicios sociales; haber vencido cuarto año de secundaria;

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certificado de buena conducta de la comunidad; conocimiento de normas. La falta a sus deberes en el ejercicio de sus funciones da lugar a su retiro inmediato. 4.6.

Sistemas de usos y costumbres

Normas consuetudinarias: Se basan en el principio de cumplir las obligaciones que la propiedad de la tierra da para con la comunidad. Las relaciones interfamiliares se basan en la reciprocidad y ayuda comunal, participación en actividades religiosas festivas, educativas. Muchos de estos preceptos se expresan en el tahqhi, que es ese camino de aprender responsabilidades comunales y familiares, bajo el principio del chacha-warmi la dualidad hombre y mujer y en su cosmovisión animista que se basa en una relación de interpretación con la naturaleza (Fundación Tierra, 2009: 30, 31). Lengua: Uno de los elementos de estructuración de la identidad con más fuerza es la lengua aymara, que en el caso de Jesús de Machaca se preserva sin mucho problema. La población adulta y joven demuestra mucha soltura para usarla en distintos contextos. En el caso de la migración campo-ciudad, por ejemplo, dice Colque (2005: 10), esta fuerza de la identidad ha provocado que ciudades intermedias como El Alto en La Paz se constituya en un enclave citadino aymara. Justicia comunitaria: La transgresión a normas del buen vivir (suma qamaña) dan paso a la aplicación de sistemas sanción, que se basan en la reflexión moral sobre el delito. De acuerdo a la gravedad suele ser una resolución privada o comunal, y las sanciones pueden ser morales, de trabajo comunal, de castigo físico o expulsión de la comunidad (Fundación Tierra, 2009: 32). Símbolos: El color define el carácter de los aymaras y se plasma en su vestimenta típica y los tejidos con iconografía: el poncho hayruru, luk’i, el chicote de cuero trenzado y el bastón de mando, típico entre

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los hombres y autoridades; la chuspa o bolsa para coca, la chacana o cruz andina son prendas comunes de la región lacustre del altiplano. Las mujeres de machaca usan en eventos especiales una montera o sombrero negro con un velo que les cubre los ojos, el aguayo tejido en el que lleva alimentos y otra mantilla tejida que les cubre la espalda. La música y la danza con instrumentos de viento y percusión, que refleja el calendario agrícola. 4.6.1. La construcción social de las entidades Como ya se dijo, Jesús de Machaca es el resultado de un proceso de reconstrucción y reconstitución con base en la identidad cultural y territorial, que al mismo tiempo se ha apropiado de determinados elementos normativos modernos para consolidar derechos históricos. Y como también se ha visto, la norma consuetudinaria no se ha presentado como un gran problema al momento de plasmar estrategias de empalme con la normativa actual. Lo que sí ha provocado determinados quiebres es la relación a veces difícil en la toma de decisiones conjuntas de ambas parcialidades territoriales, como factor interno, y como factor externo la relación que ha tenido que establecer en un inicio de la municipalización de Machaca la organización indígena con el sistema de partidos políticos. 4.6.2. Contexto de relación entre organización indígena, municipio y comunidades El nivel de cohesión entre las comunidades, los ayllus y la Marka es estable y se basa en el respeto al sistema de mandos y a la forma en la que se ha articulado con el otro sistema de representación municipal. Pero este nivel de acuerdos a veces parece verse vulnerado por las decisiones que por separado toman las dos parcialidades.

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La prueba de esto es la opción del acceso al sistema de propiedad de la TCO. La parcialidad arriba no quiso acceder al saneamiento colectivo de sus predios y la parcialidad abajo sí lo hizo, con excepción de una comunidad, a la que se le ha respetado la decisión. Pero pareciera que a este nivel de acuerdos podrían presentarse otros quiebres territoriales que dañen la completa conjunción y armonía del conjunto de ayllus que hacen a la Marka. 4.6.3. Contexto de dinámica de procesos electorales y partidos políticos En las elecciones municipales de 1995, luego de promulgada la Ley de Participación Popular, los dos distritos municipales de Machaca decidieron lanzar un candidato para tener representación. La elección del candidato resultó de una selección hecha por cada central indígena y en ambos casos el elegido resultó un pasäru, es decir, una persona que ya había desarrollado actividades de máximo líder indígena y por lo tanto era conocido y respetado por la comunidad (Albó; Ticona, 1997, 295). Pero se enfrentaron al problema de la representación formal que exigía la norma, que sólo reconocía al partido político. Así las cosas, las centrales tuvieron que negociar con el partido Unión Cívica Solidaridad (UCS) –cuyo principal candidato a la presidencia era un próspero empresario con industrias cerveceras asentadas en Viachapara que sus dos candidatos fueran incluidos como candidatos a concejales, sin embargo ante las reticencias de algunos comunarios y como otra estrategia de asegurarse un representante, las centrales decidieron lanzar a un tercer candidato como alcalde bajo la sigla MRTKL (Movimiento Revolucionario Tupaj Katari de Liberación), partido del entonces vicepresidente aymara, Víctor Hugo Cárdenas.

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Cuadro 11 Resultados electorales municipales 1995 (datos de la parcialidad abajo: CACJMA) Partidos políticos

Unión Cívica Solidaridad (UCS) Movimiento Revolucionario Tupaj Katari de Liberación (MRTKL) Conciencia de Patria (Condepa) Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) Movimiento Bolivia Libre (MBL)

Porcent aje de votació n 36.6% 15.1% 14.9% 10.1% 10.1%

Fuente: Albó; Ticona, 1997: 299.

Con estos resultados, los pobladores aymaras de Machaca lograron que sus dos concejales fueran electos y, según el análisis de Albó y Ticona, de los siete concejales que correspondían al municipio de Viacha, del que formaba parte Jesús de Machaca, fueron los únicos con clara procedencia aymara rural en tanto que los otros eran de procedencia urbana. Desde la primera etapa de la conformación del municipio, Jesús de Machaca tuvo que migrar de la organización de las comunidades con autoridades originarias al sistema de partidos, que desconociendo las dinámicas históricas y sociales de los aymaras de Machaca impuso un proselitismo desconexo: “En ese largo tinku entre cabildo y partido, de momento sigue imponiéndose este último. Usando su propia lógica va repartiendo favores y ganando adeptos en una u otra comunidad, a través de los fondos de la alcaldía” (Albó, 1997: 303). En las elecciones municipales de 2004, cuando Machaca ya era municipio reconocido, ambas organizaciones de las parcialidades acordaron alinearse a los partidos Movimiento Indígena Pachakuti (MIP) y Movimiento Al Socialismo (MAS). Luego, ante la posibilidad de inscribirse como “pueblo indígena originario” (Ley 2771 de 2004) la organización MACOJMA se lanzó como candidata para representar

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al municipio, bajo el acuerdo previo de que toda la fuerza de votación vaya para ésta y no se disgregue en otros partidos políticos. “Esta determinación, resoluciones y convenios suscritos entre ambos cabildos han sido desobedecidas por los candidatos de los partidos políticos MAS y MNR, quienes, siendo oriundos y todavía ex autoridades originarias, (…) han seguido en la carrera electoral, traicionando de esta manera los ideales del pueblo indígena46” (Remigio Quinta, 2009: 64).

Ante la ruptura el voto se dispersó, pero como indica Quinta, más allá de ello quedó patente que el sistema de partidos no poseía un principio de vinculación con la comunidad, también que significaba la aceptación de partidos ajenos a la trayectoria de la comunidad que sin embargo serían asumidos por alguna dirigencia, provocando un nuevo quiebre. Cuadro 12 Resultados elecciones municipales 2004-2010 Municipio Jesús de Machaca47 Nombre y sigla

Movimiento Al Socialismo (MAS) Marka de Ayllus y Comunidades Originarias de Jesús de Machaca (MACOJMA) Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) Total válidos

Votos obtenido s 1.269 2.567

Porcenta je

169

4.1%

4.032

100%

32.1% 63.6%

Fuente: Corte Nacional Electoral, 2004 (revisado 2/04/09)

La cabeza del ejecutivo quedó en manos de MACOJMA que también obtuvo tres concejalías, mientras el segundo lugar quedó para el partido político Movimiento Al Socialismo (MAS), que obtuvo dos Sus ideales. Una mañana de mayo durante la celebración del séptimo aniversario de creación del municipio de Jesús de Machaca, se reúnen los pobladores para dar posesión a la Consejo de Autonomías Originario, está formado por 54 representantes de cada ayllu y comunidad. Al evento fue invitado el Ministro de Autonomías, pero los aymaras de Machaca saben que es un momento importante y le preguntan cuándo vendrá el Presidente en persona. El ministro les responde que vendrá en un mes y el Alcalde aymara se dirige a los asistentes: “Han oído hermanos, el Presidente va a venir, hay una promesa. Por eso es importante trabajar en todos nuestros estatus y ser el ejemplo para la autonomía indígena, de Jesús de Machaca tiene que salir el ejemplo para que otros hermanos tengan autonomía”. 47 En la misma elección se tuvo un porcentaje de 7.3% votos nulos, en blando 3.8% y válidos 88.8%. Se tuvo una participación del 65.4% de un total de 6.929 inscritos. 46

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concejalías. Machaca volvió a vivir el conflicto entre la consigna del “voto aymara”, que era apoyar a la organización indígena frente a los intereses partidarios, como indica Quinta, en este caso los acuerdos preliminares fueron omitidos por las mismas ex autoridades. Por otra parte, el triunfo de la organización llevó a la comunidad a practicar un nuevo tipo de sistema eleccionario que entrelace las normas del ayllu con las que la Ley exige: “En 2004 nace la posibilidad y aprovechamos ese momento de organizarnos como pueblo

indígena

MACOJMA.

Empezando

a

participar

hemos

seleccionado entre comunidades quiénes pueden ser concejales y alcaldes, yo he pasado tres elecciones: la comunidad, el ayllu, el distrito municipal y otra es el magno Cabildo. Eso nos ha permitido tener gobernabilidad, transparencia y estabilidad”, cuenta el actual alcalde, Adrián Aspi (04/05/09). En el caso de Machaca, la legitimidad que ha otorgado la comunidad a los candidatos parece ser la respuesta a la inestabilidad de los acuerdos con los partidos políticos. Al mismo tiempo, ha probado que el apoyo que puede brindar el voto consensuado de la comunidad a una sigla propia es mayor al peso los partidos políticos nacionales, en el ámbito local; mientras en el resto de espacios ajenos a la Marka, el hecho de no pertenecer a un partido ha significado a veces el rechazo de las instituciones. 4.7.

Conclusiones preliminares

Jesús de Machaca ilustra el caso de procesos de ensamble entre los sistemas

originarios

de

gestión

con

sistemas

modernos

de

organización territorial. La constitución de la entidad se basa en la reconstitución de sus estructuras de mando originarias y la recuperación de los antiguos sistemas de distribución territorial, manteniendo el núcleo conceptual del sistema de distribución “comunidad-ayllu-marka” como jerarquía del territorio y como estructura socio política.

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Entonces, la gestión y administración del municipio y como TCO se estructura sobre la base de una territorialidad ancestral sin afectarla: las TCO sobre los ayllus y el municipio sobre la Marka. A la par, este empalme ha significado la coexistencia de un sistema de autoridades y mandos originarios y un gobierno municipal con sus estamentos ejecutivo y legislativo, lo que en los hechos ha derivado en sistemas de elección que combinan los usos y costumbres y el voto en las urnas, siendo el primero más decisorio pues se basa en consensos de apoyo desde la comunidad. ¿Han sido del todo armónicos los procesos de reconstitución y reacomode? En el camino, Machaca ha visto que la norma municipal es limitante en sus expectativas de desarrollo y que el sistema de titulación TCO, al que se han acogido algunos ayllus, no tiene relación directa con la productividad y es controversial con el tipo de titulación histórica que tienen sus predios. Empero, estos rasgos de la constitución de la entidad territorial se hacen más visibles cuando se habla de ellos como expresión de identidad y su capacidad para consolidarse como normas vigentes de usos y costumbres y de derechos consuetudinarios. La construcción social de la Marka aymara se basa en la filiación a su

organización

matriz

y

en

el

acompañamiento

desde

las

comunidades a las distintas etapas que involucró su fortalecimiento, desde la período sindical al indígena originario. Si bien es cierto que hay determinados eventos que parecen mostrar sensibilidad entre las dos parcialidades que hacen a la Marka, los agentes exógenos que han tenido más posibilidades de alterar los pactos internos han sido los partidos políticos. La organización indígena ha logrado en una primera etapa sobreponerse a ellos apelando a la legitimidad que le otorgan las comunidades, pero es evidente la inestabilidad para lograr acuerdos partidarios sin ser parte de éstos.

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CONCLUSIONES. LAS ENTIDADES TERRITORIALES El estudio vuelve a plantearse la pregunta inicial ¿cuál fue el proceso de constitución y construcción de las entidades territoriales indígena originario campesinas? En los anteriores acápites se ha desarrollado precisamente la visión de la gestión del territorio y su proyección hacia la posibilidad del ejercicio de la autonomía, además de evaluar en base a este tipo de gestión la predisposición de la entidad territorial para migrar a esta condición. En ambos casos –Lomerío y Machaca-, la experiencia en manejo del territorio a nivel político y de organización social indica que existen bastantes insumos para tener certidumbre sobre la adopción o no de otro nivel de administración del territorio con base en la identidad étnica. A continuación se hará una relación de los factores que priman al momento de construir y constituir una entidad territorial, según los dos casos estudiados. Se trabajará sobre las variables mencionadas antes y que dan indicios de la trayectoria hacia la consolidación de la territorialidad

indígena

originaria

campesina,

tanto

entre

los

aymaras de Jesús de Machaca como los chiquitanos de San Antonio de Lomerío. Cuadro 15 Constitución de la entidad

Rango de constitución de la entidad territorial Gestión territorial indígena

San Antonio de Lomerío Tierra Comunitaria de Origen Lomerío (titulación 2007) Municipio indígena desde 1999 (Ley 2911)  MANEJO FORESTAL Estrategia de ocupación y uso del bosque, con proyectos de manejo sostenible de recursos naturales  PLAN DE DESARROLLO MUNICIPAL Enfoque en recursos naturales, impulso a la producción. Visión integral de necesidades

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Jesús de Machaca Municipio indígena desde 2002 (Ley 2351) Tierra Comunitaria de Origen Ayllus de Machaca (17 territorios-ayllus de la parcialidad abajo)  PLAN MICROREGIONAL Se basó en la dimensión de la microrregión y la estructura sindical, sin reconocer las territorialidades ancestrales ni la dinámica de sus organizaciones.  PLAN DE DESARROLLO MUNICIPAL Enfoque en fomento a producción.

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Modalidades de ajuste y/o acople entre las formas de gestión

Gestión con identidad IOC

pero no cohesionadas Validado por las OTB  PLAN DE GESTION TERRITORIAL Distribución territorial de problemas y soluciones para la gestión y consolidación de la propiedad. Validado por las comunidades El municipio no reconoce el Plan de Gestión de Territorial de la organización indígena. Se duplican esfuerzos

La organización tuvo tibio tránsito del sistema sindical al “originario” que no implicó reconstituciones de cargos ni territorialidades ancestrales. Se ha respetado la autoridad municipal y otras instancias creadas. En rasgos culturales, falta impulso al uso de la lengua besiro y otros recursos culturales.

Herramienta considerada exógena, sin embargo logra consolidarse en el POA Como POA es validado por el municipio, ayllus y autoridades originarias La TCO no tiene un plan de manejo territorial El Plan Microregional fue experimental La TCO no tiene planificación de gestión territorial El PDM es una herramienta del sistema municipal que en el “sistema comunal” no tiene legitimidad El POA ha logrado canalizar de mejor manera la expectativa de la población Proceso de reconstitución del territorio ancestral: comunidades, ayllus y la marka Proceso de reconstitución de autoridades originarias: Jach’a Mallkus, Mallkus Proceso de empalme de uso y costumbres para la designación de autoridades municipales En rasgos culturales, alto nivel de de arraigamiento a la lengua aymara y otros recursos, pero falta impulso

Fuente: Elaboración propia

Sobre la constitución territorial, ambos casos presentan un rango formal de constitución de sus entidades, producto de la a veces estratégica asimilación normativa y la lucha histórica por hacer sus derechos territoriales, para usos socioeconómicos o para consolidar una territorialidad ancestral. En ambos casos, se ha llegado a la titulación vía TCO y al reconocimiento de las unidades político administrativas municipales, con componente étnico originario. Ha habido muchas iniciativas para plasmar la gestión territorial y dar nuevos insumos sobre la perspectiva que ésta debe tener. Como bien dice, Diego Pacheco (2002: 60, 61), por una parte es una gestión que involucra procesos de planificación en equilibrio con la identidad, objetivos y visiones del pueblo indígena, su base es la

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administración del espacio en términos sociales, económicos y productivos, como lo demuestran los planes de desarrollo de Lomerío y Machaca. Pero si bien ha habido experiencia en la formulación de estas planificaciones, no todas han tenido resultados esperados, la mejor experiencia es la gestión emprendida por Lomerío en la tenencia y uso de la tierra y recursos naturales, creando una organización que responda a esta lógica y que plasme desde los usos y administración hasta la presencia de asentamientos humanos, sin desmerecer sus conocimientos y prácticas tradicionales sobre manejo de la tierra, el bosque y el agro. Los PDM municipales resultan “exógenos” a la lógica de las comunidades indígenas de los aymaras de Machaca y son calificadas de desterritorializadas en el caso de los chiquitanos de Lomerío. Dentro la misma estructura de los planes de desarrollo, el componente

identitario

cultural

no

está

plasmado

de

forma

transversal ni tiene un espacio de preponderancia específica. Pero es rescatable que los

promotores

del desarrollo territorial sean

organizaciones originarias con validación comunitaria, lo que implica una carga de identidad y respeto a estas instituciones. En el caso de Machaca se tiene el añadido de que la organización representa el tránsito a la reconstitución de la territorialidad ancestral y al reconocimiento de las autoridades originarias, con iniciativas de ensamble entre el sistema municipal y los usos y costumbres. Cuadro 16 Construcción de la entidad

Compatibilida d territorial

San Antonio de Lomerío Compatibilidad territorial entre municipio y TCO (90%) Desenvolvimiento étnica y culturalmente homogéneo (85%) Controversias mínimas con las propiedades privadas dentro la TCO (5%)

83

Jesús de Machaca Compatibilidad territorial entre municipio y antigua Marka aymara (100%) Desenvolvimiento étnica y culturalmente homogéneo (94%) Controversias inexistentes con las propiedades privadas (0%) Controversias mínimas con la

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titulación TCO, sólo accedieron 18 ayllus de las 25 (70%) La relación organización indígena y comunarios es estable, asegura alto nivel de cohesión histórica si se consolida la unión de las dos parcialidades (25 ayllus) La relación organización indígena y municipio tiene un empalme pleno en los sistemas de representación La relación municipio y comunarios es plena (25 comunidades) Dinámicas electorales no han presentado problemas Sistema de partidos, hubo migración exitosa del estatus de la organización indígena a “organización política” El ingreso de partidos exógenos resultó conflictivo

La relación organización indígena y comunarios es estable, asegura alto nivel de cohesión histórica (28 comunidades) La relación organización indígena y municipio presenta problemas en la forma de sistemas de representación La relación municipio y comunarios es parcial (6 comunidades)

Actores internos

Actores externos

Dinámicas electorales no han presentado problemas Sistema de partidos, no hubo migración del estatus de la organización indígena a “organización política” El ingreso de partidos exógenos resultó conflictivo Fuente: Elaboración propia

Al

ser

los

estudios

de

caso

de

la

presente

investigación

representativos de una alta adscripción étnica, la base territorial presenta un nivel de conflicto menor o inexistente en relación a otras territorialidades y en relación al componente no indígena que puede habitar estos territorios. Es por eso que una completa compatibilidad territorial debe resolver pequeños problemas de delimitación entre TCO y municipio, en el caso de Lomerío, y resolver los problemas conceptuales sobre titulación de las TCO en Machaca. Este último factor se resuelve si se toma en cuenta que el sistema TCO fue la respuesta a un problema territorial de ausencia normativa y de titulación en las tierras bajas, que no se presentó de la misma manera en las tierras altas, los casos estudiados son prueba de ello. Y al mismo tiempo son una alerta sobre el amplio marco de posibilidades de consolidación territorial a veces complejas porque incluyen aspectos físico geográficos entrelazados con vocaciones territoriales

altamente

productivas,

con

territorialidades

socioculturales históricas y nuevas delimitaciones de la moderna organización estatal.

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Efectivamente, desde este punto de vista, en Lomerío se han tenido mejores perspectivas con la TCO que con el sistema municipal, sobre todo porque los partidos políticos ajenos a la trayectoria histórica de este pueblo han tomado ese espacio de poder, que la organización indígena reclamaba para consolidar su perspectiva de desarrollo del territorio. En cambio, en Jesús de Machaca el sistema municipal logró ser cooptado por la organización, en gran medida porque consolidó un sistema militante de voto, esto le permitió viabilizar un nuevo sistema de gestión de acuerdo a sus usos y costumbres en la elección de autoridades municipales, que también tiene relación con las autoridades originarias. ¿De lo anterior se puede deducir que los procesos de construcción social con identidad indígena originaria campesina tienen mayor trayectoria en las tierras altas que en las tierras bajas, y que estos últimos actores tienen mejores perspectivas de aplicar una gestión con identidad? Los dos casos estudiados inducen a una respuesta más profunda, ya que la identidad es una carga subjetiva si se la entiende como una autoadscripción, pero también tiene elementos “estructurantes”, que de acuerdo a la forma en la que se los plasme en la misma gestión o en las visiones planificadas de desarrollo territorial pueden cobrar mayor o menor preponderancia, esto se evaluará de acuerdo al tipo de pueblo indígena y a su capacidad de propuesta en este tema. Otros aspectos colindantes a la construcción y constitución territorial de otras entidades en general es la complejidad para poder articular la vigencia de derechos étnicos indígenas en territorialidades que se construyen sobre la base de un porcentaje parcial y no total de población indígena, habrá que ver la probabilidad territorial de enclaves multiculturales, donde una minoría no indígena tenga posibilidades de ejercicio de derechos sin que éstos mermen los de la mayoría.

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En la normativa, en especial la desarrollada a partir de la nueva Constitución, será necesario plasmar una visión diversa y por qué no multicultural de la territorialidad, con rasgos de complementariedad de sistemas y no de imposiciones, con una amplia capacidad de adaptación de la norma nacional a este cúmulo de experiencias para no

subordinarlas,

reducirlas

ni

inducirlas,

todo

lo

contrario,

operativizarlas en las facultades estatutarias de los regímenes IOC.

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Índice de mapas y esquemas Esquema 1. Estructura orgánica del Gobierno Municipal de San Antonio de Lomerío Esquema 2. Estructura orgánica de la Central Indígena de las Comunidades Originarias de Lomerío (CICOL) Esquema 3. Estructura orgánica y relación cargos y mandos sindicalizados y originarios Esquema 4. Estructura orgánica del Gobierno Municipal de Jesús de Machaca Mapa 1. Situación territorial de la TCO Lomerío y el municipio San Antonio de Lomerío Mapa 2. Situación territorial del municipio Jesús de Machaca y de la TCO Machaca

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Índice de cuadros Cuadro 1. Derechos territoriales indígenas reconocidos por las Constituciones en América Latina Cuadro 2. Pertenencia étnica por departamento Cuadro 3. Derechos indígena originario campesinos en la nueva Constitución Política de Bolivia Cuadro 4. Procesos alternativos a la TCO para la consolidación territorial indígena en las tierras bajas Cuadro 5. Plan de manejo del bosque de Lomerío Cuadro 6. Proyección de desarrollo del municipio dentro el PDM de San Antonio de Lomerío Cuadro 7. Proyección de desarrollo de la TCO dentro el PGT de Lomerío Cuadro 8. Resultados elecciones municipales 2004 - 2010 Municipio San Antonio de Lomerío Cuadro 9. Visión productiva del plan microregional Machaca Cuadro 10. Proyección de desarrollo del municipio dentro el PDM de Jesús de Machaca Cuadro 11. Resultados electorales municipales 1995 (datos de la parcialidad abajo: CACJMA) Cuadro 12. Resultados elecciones municipales 2004-2010 Municipio Jesús de Machaca

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Anexo metodológico 1. Tema de investigación Territorialidad y política: La constitución y construcción de las entidades territoriales indígena originario campesinas en las tierras altas y tierras bajas de Bolivia. Un estudio de Jesús de Machaca - La Paz y San Antonio de Lomerío - Santa Cruz. 2. Relevancia y justificación En las últimas décadas, los movimientos indígenas de Latinoamérica han reivindicado ante la sociedad y los Estados el reconocimiento de sus derechos como colectividades y han demandado inclusión en la estructura estatal y en la constitución de sus territorios originarios. El caso boliviano es precisamente uno de ellos, donde este movimiento ha demostrado capacidad movilizadora y organizativa para presionar a las elites políticas y lograr cambios normativos favorables a sus derechos, así como ha debido enfrentarse a nuevos desafíos en el campo de la institucionalidad política y estatal. Este

reconocimiento

es

resultado

de

una

amalgama

de

movilizaciones sociales (marchas de indígenas de las tierras bajas de 1990, 1996, 1999 y 2002; “Guerra del agua” y “Guerra del gas”), vinculantes

a

procesos

legislativos

como

las

reformas

a

la

Constitución de 1994 y la Asamblea Constituyente de 2006. En ese trayecto, los pueblos indígenas cuestionaron los rasgos de un Estado étnica e históricamente excluyente que no reflejó la realidad de un país en el que el 62% de la población se autoidentifica como perteneciente a un pueblo indígena y en el que confluyen 33 diversidades étnicas originarias. En este lapso no sólo se ha acumulado una experiencia movilizadora y de lucha social, sino un aprendizaje interno sobre el ejercicio de la política y la gestión y administración del territorio en base a la

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identidad

étnica.

Cada

una

de

estas

vivencias

aporta

datos

relevantes sobre las distintas formas de tenencia, acceso y uso de la tierra, asociada a la cohesión social e identitaria y a su historia de gobernabilidad y desarrollo comunitario; en definitiva, los pueblos indígenas están en condiciones de proyectar un marco reflexivo sobre las posibilidades y limitaciones en la gestión y en la apropiación de determinados instrumentos para acoplarlos a sus necesidades culturales (Albó; Romero, 2008). El

presente

estudio

se

aproximó

a

dos

casos

territoriales

culturalmente homogéneos en lo étnico: Jesús de Machaca, pueblo aymara asentado en La Paz, y San Antonio de Lomerío, pueblo chiquitano asentado en Santa Cruz, con el fin de conocer estas experiencias. Ambos casos presentan como característica principal ser territorios con alto componente indígena (85% de adscripción étnica chiquitana en Lomerío; 94% de adscripción étnica aymara en Machaca); haber asumido características de gestión administrativa del territorio y planificación de desarrollo con visión cultural (planes de

gestión

territorial,

planes

de

desarrollo

municipal);

tener

actividad e instituciones políticas a partir de afinidades de usos y costumbres;

finalmente,

haber

asumido

determinado

rango

territorial reconocido por la norma, ya sea como Tierra Comunitaria de Origen (TCO) o municipio indígena. ¿Por qué hacer una lectura del valor de la gestión étnica a partir del territorio? porque desde la perspectiva indígena esta construcción de espacio integra sus dinámicas política, social y culturalmente, genera identidad y afinidad, factor sobre el que se construye la visión de vida y de desarrollo de la comunidad (Mazurek, 2005). Este trabajo pretende plasmar el avance en gestión y administración del territorio con base en la identidad indígena originaria campesina. Los procesos históricos, las herramientas y visiones que se han desarrollado y los problemas que se han presentado para encarar

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una administración de este tipo. Al mismo tiempo quiere ser un instrumento que aporte al debate sobre la posibilidad de la autonomía y auto determinación de estos territorios en el sentido más amplio del término. El caso boliviano –que atraviesa un régimen de transición hacia las autonomías indígena originaria campesinas, planteadas en la nueva Constitución Política del Estado (NCPE) aprobada en 2009- permite aproximarse a la reorganización del Estado desde las profundas modificaciones de la distribución estructural del poder, del territorio y la gestión a nivel local (Albo; Romero, 2008). Jesús de Machaca y San Antonio de Lomerío dan algunas pautas para conocer el esquema bajo el que funciona actualmente la constitución y construcción de relaciones, pactos o rupturas entre los actores indígena originario campesinos para consolidar su derecho territorial (Barrios, 2008). 3. Pregunta de investigación En ese sentido, la presente investigación se pregunta: ¿en Bolivia, cuál fue el proceso de constitución y construcción de las entidades territoriales indígena originario campesinas en Jesús de Machaca (tierras altas) y San Antonio de Lomerío (tierras bajas), asumiendo que este proceso se refleja en la experiencia de constitución formal de su territorio y de sistemas de gestión y en la construcción de acuerdos y pactos para la organización territorial política, social y cultural en el nivel local? 4. Objetivo general Conocer las características del proceso constitutivo y constructivo de las entidades territoriales indígena originario campesinas de Jesús de Machaca (tierras altas) y San Antonio de Lomerío (tierras bajas). 5. Objetivos específicos

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a. Definir

el

contexto

perspectiva

multiétnico

étnica

constitucional

territorial

en

la

y

la

región

latinoamericana y en Bolivia. b. Reseñar la experiencia histórica de la demanda de derechos territoriales indígenas en Bolivia y los procesos de gestión del territorio en base a la identidad étnica en Bolivia. c. Determinar los rasgos constitutivos de las entidades territoriales autónomas indígena originario campesinas caracterizando los rasgos de la experiencia en la constitución formal y gestión del territorio Jesús de Machaca (tierras altas) y San Antonio del Lomerío (tierras bajas). d. Determinar los rasgos de construcción de las entidades territoriales de los aymaras de Jesús de Machaca y los chiquitanos de San Antonio de Lomerío, caracterizando acuerdos

y

pactos

para

la

organización

territorial

política, social y cultural. 6. Hipótesis El proceso de constitución de las entidades territoriales indígena originario campesinas en Jesús de Machaca (tierras altas) y San Antonio de Lomerío (tierras bajas) es el resultado de distintas estrategias

históricas

para

la

consolidación

de

la

propiedad

territorial. Esta trayectoria implicó la construcción de acuerdos y pactos en el nivel local, con o sin factores de conflictividad, determinados de acuerdo al nivel de cohesión entre actores. 7. Preguntas de investigación ¿Cuáles son los rasgos de los distritos indígenas, los municipios indígenas y las TCO?

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¿Cuáles son las características de la apropiación territorial indígena originario campesina en Jesús de Machaca y San Antonio del Lomerío, en términos de cohesión social? ¿Cuál es la predisposición para construir un territorio de manera social y cultural en Jesús de Machaca y San Antonio del Lomerío? ¿Cuál es la predisposición para acceder a la autonomía indígena originario campesina y a las regiones autónomas, en términos de gobernabilidad y de la voluntad de sus habitantes? ¿Cómo se proyecta la coincidencia o no con los regímenes territoriales departamentales, regionales, municipales, distritales, TCO? ¿Cómo se proyecta regionales,

la relación

mancomunados

y

con

los

estratos

provinciales

en

territoriales

relación

a

lo

sociocultural identitario, y si esto tiene que ver o no con la existencia o no de otros grupos de poder económico y político? ¿Cuáles son las variables de mayor incidencia para construir un territorio y para decidir acceder a la autonomía? 8. Objeto de investigación Jesús de Machaca se constituyó en municipio indígena en 2002, acogiéndose a la Ley del Diálogo, está poblada por 13.247 habitantes aimarahablantes (Censo 2001) y ocupa cerca de 900 Km2, está ubicada en el sureste del lago Titicaca en el altiplano de Bolivia. El municipio conjuga la autoridad estatal regular (alcalde y concejales electos por voto universal) con autoridad indígena (MACOJMA). También tiene 18 ayllus con titulación de Tierras Comunitarias de Origen (TCO). En el caso del municipio indígena de San Antonio de Lomerío, que fue fundado en 2000, surgió como un Distrito Municipal Indígena. Tiene 6.293 habitantes (Censo 2001), su población es indígena en

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Marielle Cauthin Ayala: Territorialidad y política. La constitución y construcción de las entidades territoriales indígena originaria campesinas en las tierras bajas y tierras altas de Bolivia. Un estudio de Jesús de Machaca-La Paz y San Antonio de Lomerío-San Cruz

más del 85% y hablan la lengua besirio. Lomerío también posee titulación de Tierras Comunitarias de Origen (TCO). 9. Metodología Tipo de investigación: Descriptivo de acuerdo a la relación contextual e histórica de las variables y la medición cualitativa de las mismas (entrevistas). Diseño metodológico: Transeccional, ya que se realizará en un momento único de tiempo, estableciendo la descripción y relación entre variables. Metodología: Será de carácter cualitativa por ser una investigación delimitada a un estudio descriptivo de dos casos ilustrativos y específicos. Las entrevistas se realizarán a informantes clave que podrán ser actores políticos y sociales. Entendiendo a estos informantes clave como líderes y/o dirigentes sociales, políticos, económicos y culturales legítimamente reconocidos y cuya opinión ejerce influencia dentro de la entidad territorial. Técnicas de investigación 1. Exploración bibliográfica: revisión bibliográfica, hemorográfica y documental. 2.

Entrevistas

semiestructuradas:

guía

de

preguntas

abiertas

(cualitativo). Delimitaciones Temáticas:

plurinacionalismo,

multiculturalismo,

etnicidad,

democracia, territorialidad. Espacial: se desarrollará en Bolivia, concretamente los municipios de Jesús de Machaca – La Paz y San Antonio de Lomerío – Santa Cruz. Temporal: levantamiento de datos y su posterior análisis de julio 2008 a mayo 2009.

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