Temor y prevención en Valparaíso. La eficacia policial y el impacto del alumbrado público en la lucha contra el delito. 1840-1920. Revista Archivum, Año VII, Nº 8, Municipalidad de Viña del Mar, 2008

July 25, 2017 | Autor: A. Vela-Ruiz Pérez | Categoría: Historia Regional, Delincuencia, Valparaíso Studies
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TEMOR Y PREVENCIÓN EN VALPARAÍSO. LA EFICACIA POLICIAL Y EL IMPACTO DEL ALUMBRADO PÚBLICO EN LA LUCHA CONTRA EL DELITO. 1 1840-1920. Alonso Vela-Ruiz P.* Resumen El incremento de la delincuencia en Valparaíso durante el siglo XIX, que arrancó paralelo al aumento de la actividad portuaria y al desarrollo comercial de la plaza, sorprendió, en cambio, rezagada a la que hoy se denomina prevención situacional, cuyo postulado de base se resume en el dicho popular: “la ocasión hace al ladrón”, y que consiste en la capacidad de disminuir las condiciones que propician la comisión del delito, por ejemplo, la vigilancia preventiva y la iluminación de las calles. La investigación que a continuación se ofrece al lector, permite establecer que en aquella época el delito resulta de decisiones influenciadas por aspectos concretos, adyacentes al infractor potencial, en gran medida relacionados con las desfavorables condiciones urbanísticas en que se encontraba El Puerto.

Ya antes hemos estudiado la delincuencia en Valparaíso en el siglo que corre entre los años 1830 y 1930, por constituir un tema historiográfico de interés que se desarrolla en 2 la época del maquinismo y entra en el terreno de la mentalidad y del conflicto social. Ahora volvemos sobre él, en parte porque ha persistido en el inconsciente colectivo nacional y local a través de la longue durée, hasta asentarse en el tapete de la opinión pública. Y aunque a ésta no interesen para abordar la contingencia, el origen, desarrollo o tipología del delito en el siglo XIX, creemos que, aunque parezca perogrullesco decirlo, la historia siempre puede contribuir a la resolución de las preguntas del presente, e incluso, en este caso, a replantear en perspectiva histórica los problemas de hoy. Respecto a esta última aseveración, la discusión acerca de la delincuencia se ha centrado en la actualidad en tres áreas. La primera es la prevención social, que consiste en atacar las raíces sociales que motivan a una persona a delinquir, como son la pobreza, deserción escolar, drogadicción y desempleo. La segunda área es la prevención situacional, es decir, disminuir las condiciones que propician la comisión del delito. Por último, y sólo como medida complementaria, aparece el sistema de control, a saber, policías, cárceles y sanciones.3 Ahora bien, si salimos del plano propositivo y entramos en la praxis, constataremos que el foco de atención está hoy tal como ayer, fundamentalmente, en el área de control y no

1. Este artículo forma parte del proyecto Fondecyt N° 1990745, bajo la responsabilidad del Dr. Sr. Santiago Lorenzo Schiaffino como investigador principal. * Licenciado en Historia, Profesor de Historia y Geografía, Magíster en Historia, por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Coordinador de la Escuela de Educación y Profesor de Historia de Chile, Universidad de Las Américas, Campus Viña del Mar. 2. Véase mi trabajo: “Causas asociadas al origen y aumento de la delincuencia en Valparaíso entre los años 1830 y 1930”, en revista Discipulus, Año 2, Nº 2, Escuela de Educación, Facultad de Humanidades, Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Las Américas, Junio de 2006. ISSN 0718-1922. También, por ser actividades reñidas con la moral del establishment porteño implantado por la burguesía residente en la cuidad, véase también mi artículo: “Venta ambulante, vagabundez y mendicidad en Valparaíso. Obstáculos para la sociabilidad entre 1825 y 1927", en revista Archivum, Año VI, Nº 7, Revista del Archivo Histórico Patrimonial de la I. Municipalidad de Viña del Mar, 2006. ISSN 0718-0667. 3. La Nación, 23 octubre 2005, Temas del Domingo: “El debate sobre la seguridad ciudadana”, por Claudio Salinas y Hans Stange. 337

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en la de prevención situacional, lo que demuestra en cierta forma el fracaso de esta área “no tradicional”, como sí lo es el área de control, pero que tampoco está tan distante en su aplicación, por oponerse tajantemente al sistema socioeconómico-cultural, como es el caso de la prevención social, que seguramente requerirá de mucho más tiempo y buena voluntad del conjunto de la sociedad para alcanzar los resultados esperados. Por ello, la perspectiva más novedosa y prometedora en materia de prevención del delito es la denominada situacional, que se entiende como el conjunto de medidas no penales tendentes a eliminar o reducir las ocasiones que propician la comisión de un delito, por ejemplo, mejorar la vigilancia preventiva de la policía y la iluminación en las calles, a lo que en la actualidad podemos agregar la instalación de cerraduras y sistemas de alarma de alta tecnología en residencias y comercios.4 Aplicando esta teoría al caso del Valparaíso antiguo, el presente trabajo tiene por objeto develar lo que podríamos denominar la primera etapa de la malograda aplicación de la estrategia preventiva en la ciudad, consistente en el patrullaje policial de la ciudad y en la implementación de alumbrado público desde el afianzamiento de la república en los años '40 hasta la década 1920, donde concluye el estudio con el inicio de la segunda etapa, señalada con la aparición de la Compañía Chilena de Electricidad en el año 1921 5 y la fundación de Carabineros de Chile en 1927. I. El desarrollo de la guardia municipal y la percepción del desempeño policiaco. El organismo encargado de la seguridad en Valparaíso durante la década de 1840 estaba organizado en una Compañía de Serenos con 75 miembros y en una Compañía de Vigilantes con 34 soldados. Si bien los Serenos o Celadores Nocturnos, son parte del ancestro colonial de la brigada decimonónica, los Vigilantes o Policía Diurna no fue conocida, según José Zapiola, hasta que la estableció Diego Portales a mediados de los años '30, cuando “sus enemigos dieron a esta nueva institución un sentido siniestro, diciendo que el cuerpo de vigilantes no era otra cosa que un vasto espionaje que debía tener al Gobierno a toda hora al corriente de los pasos y movimientos de la oposición”.6 Dejando a un lado estas divagaciones, el servicio de policía había sido reclamado por los desórdenes que empezaban a ocurrir reiteradamente y a toda hora conforme crecía la otrora pequeña caleta. De ahí que el aumento de la Compañía de Vigilantes a 34 miembros en 1846,

4. Al igual que toda herramienta específica de reducción de la delincuencia, la prevención situacional es útil para determinado tipo de delitos, en este caso los denominados genéricamente como “delitos de oportunidad”, pero su contribución a la prevención de la delincuencia tiene límites. Por lo tanto, aunque es el enfoque al que se le presta actualmente, en los diversos foros, mayor interés, el control continúa siendo la respuesta más eficaz ante la criminalidad y, a su vez, la prevención social sigue motivando más proyectos de desarrollo a largo plazo. 5. Posteriormente, además de la capital, Chilectra abastecía también a Valparaíso. Formada originalmente con capitales alemanes, estos debieron ser traspasados a inversionistas ingleses como consecuencia de compensaciones de guerra al terminar la Primera Guerra Mundial. 6. ZAPIOLA, José; Recuerdos de Treinta Años (1810-1840), Editorial Zig-Zag, Santiago, 1945, p. 151. 338

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compuesto por 1 jefe, 2 ayudantes, 3 sub-oficiales y 28 jinetes, vino a aplacar en parte la demanda por mayor seguridad que el bando de policía de 1844 justificaba, “en atención al corto número de vigilantes y a la multitud de malhechores y delitos que últimamente se observan”.8 No obstante, la solución iba más allá de aumentar el personal a cargo, también había que instruirlo y asignarle recursos, pero esto en aquella época no era un correlato comúnmente dable. A contrario sensu, señala un experimentado intendente capitalino, “cada vigilante vive en su casa y sólo concurre a la comisaría para que se le designe el punto que ha de guardar en cada día... no hay ni ocasión ni tiempo para instruirlos en sus deberes... también esta fuera de duda, que es imposible exigir de un individuo constante vigilancia en una centinela de doce o catorce horas. Tienen en este tiempo necesidades de vida que satisfacer... para ello se introducen en algún lugar, bodegas o picantería del lugar”.9 Por su parte, los serenos alcanzaron el número de 75 por reglamento de 1846, quedando la compañía integrada por “1 comandante, 5 tenientes, 5 sub-oficiales y 64 policías, de los cuales 38 son de infantería y 24 de caballería”.10 Tal vez este cuerpo parezca insuficiente cuando la población a la fecha era de 40 mil personas, pero dos años antes de aprobado su aumento por el estatuto mencionado, la dotación era peor, considerándose “de absoluta y urgente necesidad” dar mayor cobertura a la vigilancia nocturna, prácticamente estancada desde 1830, cuando la población era de 25 mil habitantes, y estaba conformada por 23 funcionarios, a saber, 1 comandante, 1 teniente, 3 cabos y 18 serenos,11 quienes, además de anunciar la hora y el tiempo, provistos de pistolas y sables, debían hacer la vigilancia nocturna de las propiedades, evitar pendencias y perseguir a los delincuentes a cualquier barrio donde se encontrasen, entre la Cruz de Reyes y la plaza principal, hasta detenerlos y presentarlos ante el Juzgado. Esta angustiosa situación apenas pudo ser paliada con el aumento y redistribución de diez serenos más en 1844, que quedaron dispuestos de la siguiente manera: “en la calle de los Trapos y del Seminario y calle de la Aguada y sus laterales, 3 [serenos]; calle del Cardonal y sus laterales, 2; en la calle de la Rinconada hasta el cerro, 2; en la calle Nueva que parte de la plaza Victoria y termina en la casa de D. Bernardino Bravo, 1; desde el Hospital de Caridad hasta la capilla de los Padres Franceses, 1; en el estero de las Zorras desde el pie del alto hasta la plaza, 1”.12 Con respecto a la manutención del servicio, éste se financiaba hacía una década por ley de 1835 que sancionó el impuesto de serenos y que gravaba a “los propietarios de las

7. WALPOLE, Federico; “Visión de Valparaíso al finalizar la primera mitad del siglo XIX”, en CALDERÓN, Alfonso y SCHLOTFELDT, Marilis; Memorial de Valparaíso, Ediciones RIL, Santiago, 2001, p. 202. 8. Archivo Municipal de Valparaíso, Archivo Nacional, Secretaría-Documentos, Policía Urbana, Vol. 5, Bando de Policía, 4 junio 1844. 9. Proyecto de Reforma a la Policía, 16 de julio de 1844, en FCMS, 1844 -1845. Citado por HIDALGO, Rodrigo y SÁNCHEZ, Rafael; “La ciudad con ojos de autoridad. El plan de reforma de Santiago del intendente José Miguel de la Barra 1843-1849”, Scripta Nova, Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Vol. X, núm. 218 (31), 1 de agosto de 2006,Universidad de Barcelona, ISSN: 1138-9788, s/p. 10. WALPOLE, F., Op. Cit., p. 202. 11. A quienes se pagaba 100, 35, 25 y 15 ó 13 pesos, respectivamente. Archivo Municipal de Valparaíso, Archivo Nacional, Secretaría-Documentos, Policía Urbana, Vol. 3, fjs. 134-143. 12. Idem. 339

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Banda de músicos de la guardia municipal de Valparaíso, 1879, Archivo Fotográfico y Digital, Fondo Margot Loyola Palacios, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, en: Memoria Chilena, http://www.memoriachilena.cl/mchilena01/index.asp

casas de habitación y de los edificios públicos, los establecimientos mercantiles y demás casas de trato, a las fábricas talleres de artes y oficios y demás establecimientos industriales, a los despachadores de licores y de cualquiera otra especie que se hallen dentro de la población custodiados por el cuerpo de policía”.13 Sin embargo, posteriormente, la referida ordenanza del año 46 no comprendió entre sus estatutos la derrama de serenos, llegando a producirse problemas para recabarlo en una de las principales calles de la ciudad, al punto de ponerse en duda la continuidad del servicio de vigilancia nocturna. En agosto de 1850, el tesorero del ayuntamiento se quejaba de que “al establecerse la policía de seguridad nocturna en la calle de Chacabuco fue por solicitud de la mayor parte de los propietarios y vecinos de la calle, que ofrecieron pagar el costo que causasen… [pero] que ahora aparece un déficit de 28 pesos entre lo recaudado y lo gastado, déficit que aumentará… ya que algunos contribuyentes se niegan a pagar porque se están desocupando algunos almacenes que tenían en aquel barrio; que negándose los vecinos a

13. BUSTOS, Hernán y otros; Breve estudio de la administración municipal de Valparaíso entre los años 1852 y 1861, Seminario para optar al título de Profesor de Historia, Geografía y Ciencias Sociales, Universidad Católica de Valparaíso, 1973, pp. 81-82. 340

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pagar la contribución y no pudiendo obligárseles al pago por no estar establecida la ordenanza de ese impuesto… se haya en el caso la sala de retirar los serenos de la calle 14 mencionada”. Ciertamente pudo parecer confusa esta pugna de juicios, aparentemente tan contradictorios y, a la vez, tan sensatos, pero un grupo de regidores impuso el sentido común oponiéndose a dicha moción, mostrando “que el hecho de haber pedido los vecinos el establecimiento de los serenos y del alumbrado en aquella calle, reconocía implícitamente el deber de sostener sus gastos como lo sostenían las otras calles de la población; que no era voluntaria la contribución sino forzosa, porque era de los impuestos municipales tan antiguos y legales que jamás se había puesto en duda su legitimidad; que la Ley de octubre de 1835 reconoció y sancionó ese impuesto de serenos, autorizando al Poder Ejecutivo para reorganizarlos y hacerlos más extensivos; que si no se hiciese obligatoria la contribución en aquel lugar no podría hacerse tampoco en el resto de la población, y en tal caso habría que disolver la guardia de noche, y quitar el alumbrado... Después de un largo debate sobre el polémico impuesto, se acordó finalmente en sesión del 13 de agosto de 1850 que el intendente ...dicte las medidas que crea conducentes para que se haga efectiva la recaudación [de dicho impuesto necesario para la erección] de ese nuevo cuartel”.15 Dadas las precarias condiciones de seguridad existentes, que naturalmente corresponden y se reflejan en la apatía para pagar impuestos por ese ítem, dos años después la Brigada de Policía o Guardia Municipal se convertiría en la encargada de “velar día y noche sobre la conservación del orden y tranquilidad pública... como lo establece la ordenanza aprobada por el Gobierno Central en 1852, que dio origen a esta institución, refundiendo los cuerpos de sereno y de vigilantes que con anterioridad servían separadamente esa función. La brigada se organiza en tres compañías; ...una de caballería y dos de infantería, con la dotación por ahora, de 1 sargento primero, 1 segundo, 3 cabos y 65 soldados cada compañía... Bajo la supervisión del intendente, la ciudad custodiada por el cuerpo de policía se divide en dos barrios y cada uno en dos cuarteles, destinándose a la guardia de ambos barrios de noche una compañía, y media compañía de día, debiendo relevarse cada seis horas. Por último se establece que ...los oficiales, clases y soldados, no podrán salir del recinto encargado a su custodia sino en casos urgentísimos, como ser el de incendios, aprehensión de delincuentes in fraganti que se fuguen y otros casos análogos”.16 De todos modos, debido a “los frecuentes y osados robos y hurtos, asaltos sangrientos de que es presa Valparaíso hace poco tiempo... que el regidor Briceño denuncia al ayuntamiento y atribuye a forasteros en 1853, se solicita al Supremo Gobierno autorice el gasto que demande el sustento de dos piquetes de policía para patrullar, compuestos de 6 hombres, 1 cabo y 1 sargento cada uno, ...destinado únicamente a la persecución y aprehensión de los malhechores y vagos”.17Desconocemos la respuesta de la autoridad a

14. Archivo Intendencia de Valparaíso, Archivo Nacional, Actas de la Municipalidad, Vol. 66, 13 agosto 1850. 15. Idem. 16. Boletín de leyes y decretos, Archivo Nacional, “Ordenanza para la organización y régimen de la guardia municipal”, Vol. 7, Libro XX, N° 7, 9 julio 1852. 17. Archivo Intendencia de Valparaíso, Archivo Nacional, Actas de la Municipalidad, Vol. 66, 27 agosto 1853. 341

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esta solicitud, pero aparentemente se dispuso durante el resto de la década de los recursos policíacos necesarios para capturar a los aludidos “malentretenidos”, pues sabemos que los cinco vivac que se cuentan en 1852, al agregarse uno en el cerro Bellavista y otro en el de San Francisco, aumentan a seis con el del cerro Yungay y después, como se consigna en el presupuesto de 1861, a siete de estos lugares de detención, todos instalados en la parte alta de la ciudad.18 Diez años después del petitorio, en 1863, el comandante de la policía porteña asegura tener “95 plazas menos de la dotación, y sin esperanzas de completarla por ser doble el valor del jornal que gana el trabajador, al diario de 40 centavos el soldado, y [demás] restricciones a que éste tiene que someterse sin esperanza de premios y otras gracias que aseguren la vejez del buen servidor”.19 Esto tiene sentido si consideramos que los 52.413 habitantes censados en 1854 pasaron a 70.438 en 1865,20 es decir, dieciocho mil habitantes más en sólo dos lustros, aumento que alteraba completamente las condiciones de patrullaje de una comandancia no renovada hacía años. De ahí que, con la mitad de la fuerza necesaria, señala el comandante que los cerros y las quebradas quedan únicamente vigilados por celadores, servicio gratuito de seguridad compuesto por los mismos vecinos, “a quienes no puede exigírseles el sacrificio de pasar después de las doce de la noche… por ser todos trabajadores... que en su tiempo libre se organizan para detener a los delincuentes premunidos de sables en los retenes ubicados en los cerros. No obstante lo anterior, se jacta que ...S.S. ha notado que no hay un solo hecho criminal que se haya perpetrado en este período, en que no haya sido capturado el culpable... ya que pese a lo reducido de la comandancia, ...vigilamos el todo, y en todas partes damos garantías de seguridad, aunque es haciendo pesado y hasta fastidioso servicio, de lo que resulta que no hay un cuerpo en la República que tenga más enfermos y bajas por muertes que el mío, no teniendo el policial una noche del año en que no esté de servicio”.21 Seguramente esa falta de humildad le habrá costado el merecido aumento de personal que reclamaba, pues una década más tarde la situación económica de la Guardia Municipal seguía inquietando a la opinión pública, como lo confirma en agosto de 1874 la revista La Semana, que solidariza con el Cuerpo, reiterando su denuncia de las malas condiciones en que se encuentra, esta vez en relación a los bajos salarios. Inicia su embestida señalando que el cabildo “se ha ocupado de aumentarles el sueldo hasta a los que no lo necesitaban, olvidando justamente a los más menesterosos, los oficiales de policía... Como medio de prueba usa la comparación, obviamente con Santiago, ...donde todo es más barato... y los policías son mejor remunerados: ...Si uno toma la estadística pacuna de Valparaíso y la compara con la de la capital, que es más populosa y mayor el

18. BUSTOS y otros, Op. Cit., p. 184. 19. Archivo Intendencia de Valparaíso, Archivo Nacional, Policía de Seguridad y Salubridad, Vol. 159, 10 marzo 1863, fjs. 67. 20. ESTRADA, Baldomero; “Poblamiento e inmigración en una ciudad puerto. Valparaíso 1820-1920”, en Valparaíso. Sociedad y Economía en el Siglo XIX, VV.AA., Serie Monografías Históricas N° 12, Ediciones Universitarias de Valparaíso, Universidad Católica de Valparaíso, 2000, p. 41. 21. Archivo Intendencia de Valparaíso, Archivo Nacional, Policía de Seguridad y Salubridad, Vol. 159, 10 marzo 1863, fjs. 67. 342

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personal de su guardia municipal, no puede menos que quedar asombrado del doble trabajo y recargo del servicio que pesa sobre los policías de este puerto... para terminar dramáticamente afirmando que ...un oficial de policía, no exageramos al decirlo, está a ración de hambre, por eso a cada santo le debe una vela”.22 La misma advertencia del cronista nos induce naturalmente a sospechar demasía en su relato, si no para sobresalir en su rubro, al menos para sensibilizar a la autoridad sobre la suerte de los sacrificados guardianes del orden. Empero, lo que podría parecer una mentira piadosa, además de real, fue una constante en el tiempo, como lo demuestra tres lustros más tarde el comandante de la policía urbana, que solicita al Gobierno Central aumento de personal y de sueldos tal como había ocurrido en Santiago, esta vez valiéndose de un cuadro comparativo: 23

SANTIAGO Prefecto Sub Prefecto Comisario

$5.000 $3.600 $3.000

VALPARAÍSO Comandante Sargento Mayor 2° Jefe Sargento Mayor

$2.640 $1.800 $1.500

Consecuencia de las increíblemente lastimeras y hasta indignas condiciones que afligieron el trabajo policial en el Valparaíso antiguo, fue la pérdida de autoridad que sufrió la Guardia Municipal desde sus orígenes. A mediados de la década de 1840, se dice de la institución de los serenos, que “es imposible que la constitución más robusta y privilegiada, pueda resistir a una vigilia permanente… es físicamente imposible para un sereno permanecer vigilante por diez o doce horas, que es el tiempo de su guardia en cada noche, sin interrupción ni descanso. En las noches tenebrosas del invierno, en aquellas de un aguacero desecho no pueden soportar la intemperie; se refugian por necesidad en el lugar que primero se les presenta, que es casi siempre una taberna [pero] para corresponder a la hospitalidad que se les da tienen que tolerar los vicios y desórdenes”. 24 Iniciado el último cuarto del siglo XIX, aún lo descuidado de la brigada hace que la imagen de autoridad de la policía sea vista por los malvivientes de forma difusa. Corroborando lo anterior, en septiembre de 1873 los vecinos de la calle Independencia, entre el puente Jaime y la calle Merced, escriben al cronista de La Opinión para quejarse de que mientras unos malos vecinos viven en permanente escándalo, “la policía se hace sorda y ciega pues los señores pacos son muy condescendientes pasadas las doce de la noche; con una copita o una chaucha los futres los tienen de su parte y entonces hacen de las suyas, escudados por la autoridad”.25 Peor es la situación de degradación que observamos en los voluntarios llamados celadores, que refiere ese mismo año un número de La Opinión,

22. La Semana, Valparaíso, N° 13, 30 agosto 1874. 23. Archivo Municipal de Valparaíso, Archivo Nacional, Secretaría-Documentos, Vol. 95, 15 octubre 1890, fjs. 508. El 9 de junio de 1891 se puso el presupuesto en tabla, sin embargo, no aparece la respuesta. 24. Proyecto de Reforma a la Policía. 16 de julio de 1844. En FCMS, 1844 -1845. HIDALGO, Op. Cit., s/p. 25. La Opinión, Valparaíso, N° 30, 26 septiembre 1873. 343

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cuando dice que la policía de los cerros necesitaba urgentemente “vestuario y chafarotes nuevos [porque] da grima ver a esos guardianes del orden y la seguridad vestidos con sucias y raídas chaquetas y con gorras y pantalones y con les van en zaga… [pues] ya que los celadores no cuestan un centavo a la municipalidad, la cual a pesar de eso percibe la contribución de serenos en los barrios que ellos vigilan, vístalos decentemente y no los haga aparecer como macacos los días festivos en que hasta el más pobre obrero viste su mejor traje”.26 Hay otro aspecto de mucho interés en el problema de la pérdida de legitimidad de la policía porteña, que también ha sido destacado por la prensa de la época que, como representante de la opinión pública, acostumbraba festinar los yerros de la institución, ya fuese por su indolencia con los pillos referida más arriba, como opuestamente por su ferocidad, aunque esta vez con los indefensos. Esto último, precisamente, es lo que denuncia La Opinión en 1873, que quiere llamar la atención del comandante por “el tratamiento brutal que da a veces la policía a los ebrios que caen en sus manos… para que ordene a sus subordinados más moderación y respeto cuando se vean obligados a hacer uso de la fuerza, [pues cuenta que] con frecuencia estamos viendo en nuestras calles principales, espectáculos repugnantes e inhumanos que… sublevan la indignación… contra los feroces guardianes del orden”.27 Consciente que la moralización de sus componentes ayudará a recuperar la imagen y la confianza en la institución, al lado de la permanente preocupación de los jefes de policía por conseguir más recursos citada más arriba, también se muestra la voluntad por solucionar estos problemas de integridad de la guardia municipal porteña. De tal forma se plantea un oficio que el comandante envía en 1862 al intendente, donde asegura que “han morigerado las costumbres del cuerpo de mi mando progresivamente, por no permitir en él individuos que posean vicios sino honradez a [toda] prueba; maneras para tratar con el público, ilustración regular, y la viveza que necesita un policial... Como efecto de la anterior política de depuración, añade que ...el pueblo que ha sido el enemigo que ha tenido la policía desde su creación... ha cambiado últimamente su actitud hacia ella, ...pues ha habido muchos casos en que ha sido atacada por criminales o viciosos, y éste ha salido a su defensa gritando que es preciso auxiliarla”.28 Sin querer dudar de la buena intención de base, el control de la brigada implicaba un costo que aparentemente no se asumió, pues diez años después del compromiso hecho por el comandante aludido, La Opinión continúa documentando abusos de la autoridad policíaca, advirtiendo que “con estos espectáculos el pueblo verá siempre en la policía a un enemigo cruel, de quien debe vengarse, y no a los representantes de la autoridad, a quien debe respetar”.29

26. Ibidem, N° 3, 22 agosto 1873. 27. Ibidem, N° 77, 20 noviembre 1873. Sirva como atenuante de la labor policíaca, que la crueldad entonces era mucho más cotidiana de lo que hoy día pudiera sospecharse. De hecho, la reacción oficial del Congreso Nacional ante la crisis económica que estalló al año siguiente de la referida edición, fue el azote de los ladrones como castigo ejemplificador (Collier & Sater, 1999], brutal espectáculo que vino a sumarse a las ya tradicionales ejecuciones públicas. 28. Archivo Intendencia de Valparaíso, Archivo Nacional, Policía de Seguridad y Salubridad, Vol. 159, 10 marzo 1863, fjs. 67. 29. La Opinión, Valparaíso, N° 77, 20 noviembre 1873. 344

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Volviendo al tema medular de la insuficiencia de recursos para hacer funcionar adecuadamente el servicio, el periódico El Figaro se burla en 1879 de la ineficiencia policíaca, esta vez para proteger el cerro Barón, señalando irónicamente que “el cuartel sigue donde mismo; los soldados siguen en el cuartel y los ladrones en las calles. Me gusta, no hay que confundirse, cada cual en su puesto”.30 Tal como en el pasado, durante los años siguientes la comandancia intentó infructuosamente convencer al Supremo Gobierno de lo justificado de pedir el aumento de la guardia municipal, pero nunca con tanta vehemencia ni fundamentación que como lo hizo el comandante Ezequiel Lazo, quien manifestó al alcalde, en carta de 7 de noviembre de 1888, que “por más empeño que ponga de su parte y sacrificios que haga le será humana y materialmente imposible llevar cumplidamente su misión, mientras no se remuevan las diversas y poderosas dificultades que embarazan su acción”.31 Precisamente el interés de esta misiva que a continuación citamos, es la descripción detallada de las mencionadas dificultades que perturbaron a la policía porteña para el cumplimiento de su deber. La carta empieza planteando la necesidad de terminar con el Cuerpo de Celadores por haberse tornado del todo ineficiente, pues “la falta de leyes que autoricen su existencia ha estado dando lugar a una interminable serie de reclamos de diversa índole. Su personal es bastante numeroso, porque a él acuden siempre todos los que de otro modo no pueden sustraerse al servicio de la guardia municipal, pero éstos… no concurren a las guardias ni asisten a los vivac, de manera que muchos cerros quedan a merced de la gente díscola y de los malhechores, por cuyo motivo los crímenes y los delitos son más frecuentes en la parte alta de la población que en el plan... El Comandante considera que el único modo de evitar que los cerros queden indefensos, es asignando el resguardo de la parte alta a la policía ordinaria, pero antes satisfecho el acuciante aumento del Cuerpo, que ni siquiera cubre las necesidades del plan, como parece comprobarlo la frecuente queja del vecindario: ...que muy rara vez [se] encuentran a mano un agente de policía cuando su presencia es más urgente y necesaria... Lo que se explica porque ...mientras las calles y barrios de la población aumentan considerablemente, multiplicándose, puede decirse, la policía, en razón inversa de las leyes que rigen el progreso humano, disminuye su personal en la misma proporción”.32 Corroborando lo anterior, mientras en 1882 había 452 hombres en la guardia municipal, en 1888 había 402, incluidos 50 individuos de la banda de músicos, merma absolutamente irracional si consideramos que en 1885 la población ascendía a 104.952 habitantes.33 Pero incluso esa cifra queda para las estadísticas oficiales, porque en realidad el número efectivo de policías destinados al resguardo de la población era mucho menor, como lo demuestra a continuación el Sr. Lazo, especificando que “deducidos 7% de enfermos, que en ocasiones llega hasta el 10% por las exigencias del servicio, y deducidos también los que

30. El Fígaro, Valparaíso, N° 3, 27 enero 1879. 31. Archivo Intendencia Valparaíso, Op. Cit.,7 noviembre 1888, fjs. 478-498. 32. Idem. 33. ESTRADA, Baldomero; Op. Cit., p. 41. Con respecto a la banda de músicos de El Puerto, es un error suponer que no tiene más ocupación que la de tocar en las retretas y ayudar a solemnizar las fiestas, ya que está bien documentado que con ellos se completan las guardias de prevención y que hacen de centinelas en los calabozos. 345

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cubren guardias de prevención en los dos cuarteles…34 Deben también descontarse los 17 soldados que han sido destinados a los retenes y vivac de los cerros, y en los cuales, por lo densa y heterogénea de su población, prestan importantísimos servicios, principalmente para el aseo. Por consiguiente, solo quedan para el cuidado de la población 111 individuos de tropa, los que fraccionados en tres grupos se turnan en las siguientes guardias: de día, que si bien sale a las 6:00 hrs. para recogerse a la misma hora de la tarde, no sucede así porque para prepararlas, hacer su distribución, revistarles y recibir las órdenes del caso, deben estar a las 5:00 hrs. y retirarse muchas veces a las 20:00 hrs.… Así, la guardia de prima, en vez de las 18:00 hrs. entra a las 17:00 hrs. y se retira después de la 1:00 hrs., y la 35 de la nona, en vez de las 24:00 hrs. entra a las 23:00 hrs. y se retira cerca de las 8:00 hrs.”. Por tanto, 37 policías resultan de la división de 111 por las tres guardias; éste es el número real de integrantes de la Guardia Municipal que previene el delito en cada turno para una ciudad que se empinaba ese año por sobre las 120 mil personas; en otras palabras, el número de vecinos resguardados por cada policía se expresaba en razón de 3.243:1. Aquí, el Comandante Lazo llega a un punto determinante de su argumentación dirigida a conseguir dos compañías más para la ciudad de Valparaíso, que consiste en especificar el recorrido enorme y, por lo tanto, improbable, que cada soldado debía patrullar para completar el circuito: “La población se divide en dos secciones, que se denominan Departamentos del Puerto y de El Almendral. El primero contiene la población comprendida desde la quebrada de Los Lúcumos, en la cima de los cerros y ribera del mar. El segundo, la que se extiende desde la plaza Victoria hasta El Matadero y Túnel de los Mayos, incluso también los cerros y riberas del mar”.36 Por último, concluye su detallada exposición señalando que la rapidez con que crece la ciudad, “exige que al servicio de policía se le preste la mayor atención posible si se quiere disminuir… las numerosas raterías, robos y otros delitos que en estas condiciones se cometen… pues como se ha demostrado en la relación anterior, quedan muchas calles y barrios extensos y poblados sin vigilancia”, y como a pesar de los esfuerzos no se puede dar el resguardo necesario con sólo 37 individuos, se pide el aumento a 50 ó 52 hombres para completar las guardias y sumar al retén que existe en El Almendral, llamado Portales, otros en el Puerto y en los cerros, todos regentados por una Mayoría.37

34. Según el informe en comento, a fines del siglo XIX el número de policías destinados a Gendarmería en Valparaíso también era insuficiente, “comparados con las grandes cantidades de presos que a veces llenan los calabozos, pues ha llegado el caso de tener que custodiar más de doscientos individuos detenidos y criminales sólo en el cuartel central”. Idem. 35. “Agréguese a esto que los individuos salientes de guardias de prima y nona, es decir, casi trasnochados, deben cumplir con el régimen establecido en el Cuerpo, que es asistir al cuartel poco antes de las 13:00 hrs. y de esa hora ejercitarse en el manejo de su arma y en el aprendizaje de sus deberes hasta las 14:30 hrs.” Archivo Intendencia Valparaíso, Op. Cit., 7 noviembre 1888, fjs. 478-498. 36. Idem. 37. Archivo Municipal de Valparaíso, Archivo Nacional, Secretaría-Documentos, Vol. 95, 15 octubre 1890, fjs. 478-498. Confiamos que el lector dispense la utilización casi íntegra del documento citado en virtud de su interés, debido a que nos ofrece un excelente resumen de los problemas que afectaban a la policía porteña. 346

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Ciertamente la alusión a la falta de vigilancia no fue una dificultad circunscrita sólo al año en comento, pues como demuestran las continuas reformas a los estatutos de policía citados más arriba, este problema se fue convirtiendo en una constante histórica. Así, dos años después de la referida carta todavía no eran satisfechas las demandas del Sr. Lazo, pues como señala en 1890, “es imposible dado el escasísimo personal con que cuenta el cuerpo de policía, hacer un servicio, no digo perfecto, pero ni siquiera mediano en una población que tiene más de 120 mil habitantes... añadiendo que la policía ...no cuenta hoy día sino con 335 hombres, siendo su dotación efectiva de 401, [por lo que] faltan para completarla 66 individuos”.38 Tal vez la incapacidad de suplir el déficit endémico movió al Supremo Gobierno a buscar otra fórmula para mejorar el servicio, que fue reorganizar la guardia como institución esencialmente civil. En este sentido, la Ordenanza sobre la Guardia Municipal, de 13 de febrero de 1893, divide la ciudad en tres secciones o comisarías para la distribución del servicio de policía, de la siguiente forma: “Primera Sección, El Almendral, que comprende desde el límite oriente de la población hasta el lado oriente de la quebrada de Jaime; Segunda Sección, Central, desde la parte oriente de la quebrada de Jaime hasta la parte oriente de la calle Melgarejo y avenida Cumming; Tercera Sección, Puerto, desde la parte poniente de la anterior hasta el límite poniente de la población. La anterior subdivisión comprende desde el mar hasta el límite urbano de los cerros”.39 Sólo los últimos estertores del siglo XIX vieron la tan anhelada equiparidad con la capital, pues por decreto de 1° de septiembre de 1896, el reglamento para la organización y servicio de la policía de Santiago se aplica también en Valparaíso, estableciéndose para el servicio de policía una prefectura, tres comisarías y una sección de seguridad. A su vez, se establece que “cada comisaría será servida por 1 comisario, 2 subcomisarios, 4 inspectores, 12 subinspectores, 40 guardianes primeros, 100 guardianes segundos, 60 guardianes terceros, 1 escribiente, 3 telefonistas, 1 practicante, encargado del servicio sanitario, 2 cocheros y 1 carretonero”.40 La mayor complejidad en la composición de la policía se debe a que ya en ese tiempo, “la policía chilena tenía el doble papel de preventiva y de judicial. Pero era ayudada en esta tarea, al menos en Santiago y desde 1897, por el Gabinete de Identificación de la policía de la capital”.41

38. Archivo Municipal de Valparaíso, Archivo Nacional, Secretaría-Documentos, Vol. 95, 15 octubre 1890, fjs. 508. El 9 de junio de 1891 se puso el presupuesto en tabla, sin embargo, no aparece la respuesta. 39. Boletín de leyes y decretos, Archivo Nacional, “Ordenanza sobre la Guardia Municipal”, Libro LXII, N° 2, Vol. 67, 13 febrero 1893. Por la presente se deroga la Ordenanza de 9 de julio de 1852. 40. Ibidem, Vol. 74, Libro LXV, N° 9, 1° septiembre 1896. 41. DE RAMÓN, Armando y GROSS, Patricio (compiladores); Santiago de Chile: Características históricoambientales, 1891-1924, en Nueva Historia, Londres, 1985, p. 47. A estos adelantos debe sumarse la autonomía lograda por el municipio en materia de seguridad urbana. Al respecto, “la primera Ley de Municipalidades dictada en 1854, determinó que los jefes de la policía debían ser designados por el gobernador o subdelegado con aprobación del Presidente de la República, y que los subalternos debían serlo a propuesta de sus respectivos jefes, aunque su financiamiento quedaba bajo la responsabilidad de la municipalidad respectiva. La Ley de Municipalidades de 1887 dejó vigente las disposiciones citadas. La ley orgánica de municipalidades de 1891, llamada de la comuna autónoma, cambió radicalmente esta situación, puesto que en su artículo 300 dispuso que la organización y sostenimiento de la policía de seguridad correspondería ahora exclusivamente a las municipalidades, quedando facultado el Presidente sólo para nombrar y separar a los prefectos”. Ibidem, p. 46. 347

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A pesar de todo lo anterior, y pese a la reorganización y al aumento de los policiales, la falta de fiscalización y obviamente de recursos, explicarán el mantenimiento de una insuficiente cobertura y relajación del celo policíaco. Para argumentar este aserto, podemos citar la edición de 23 de junio de 1915 del diario La Unión, donde se publican las amargas quejas de unos vecinos por los frecuentes robos y homicidios debidos al escaso resguardo, puntualizando que “la vigilancia de la avenida Ecuador, desde la plazuela hasta enfrentar la avenida Yungay corre a cargo de un guardián, desde aquí otro guardián tiene a cargo el punto en la distancia comprendida entre la esquina Flor de Chile hasta el Cementerio N° 1; la avenida Yungay está a cargo de otro guardián hasta el camino Cintura. Tan enormes distancias hacen completamente imposible que un solo guardián pueda hacer una vigilancia estricta... A renglón seguido, se recuerda que ...hace pocos días hemos dado cuenta el horrible crimen cometido en el cerro de La Leona, por la forma salvaje… pueden las autoridades orientarse que falta mucho personal que vigile con mayor atención este abandonado barrio”.42 Casi diez años después, encontramos en el mismo diario informes que debieron abochornar al cuerpo de policía de Valparaíso, cuando se recibe de los vecinos “de todos los barrios”, denuncias acerca de las cantinas clandestinas en las cuales se vende licor, “sin tasa ni medida durante los días de la semana y a toda hora y en las barbas mismas de la policía... Según un informante que vive contiguo a uno de esos negocios de la calle Chacabuco, tiene ocasión de presenciar en esa pensión obrera: ...los espectáculos más repugnantes de los borrachos que salen, viendo con sorpresa que los guardianes y aún los sargentos del inmediato cuartel de policía entran como en su casa, haciendo la vista gorda ente los desórdenes de los borrachos... y especifica que ...no tanto para aplacar el hambre como para apagar la sed... mientras las familias avecindadas viven ...escandalizadas e intranquilas con lo que pasa”.43 Otro vecino, esta vez de la calle Portales, también se queja por la proliferación de “centros políticos”, bodegas de licores y cocinerías de última clase. Pero dice que en ellos el delito no es sólo contravenir con la interminable borrachera la vigente Ley de Alcoholes, sino que además los clientes allí venden el producto de sus atracos, “desde el servicio de mesa que la cocinera infiel ha sustraído a la patrona, hasta los productos de los grandes robos. Son verdaderas guaridas de pillos, pero lo original es que con ellos se rozan en esos locales guardianes y clases de policía, compadrazgo que nos hace temer por nuestras vidas”.44 No es extraño entonces que la policía siga siendo, cada vez con más saña, el objeto predilecto de las críticas de la prensa, que señala por ejemplo “que tanto los oficiales como los agentes y guardianes de las policías de Valparaíso y Santiago, distan mucho de corresponder a lo que las necesidades de la moderna civilización exigen a este género de servicios”.45 En este sentido, incluso se pensaba que los beneficios de la importación de europeos que se hizo bajo el gobierno de Balmaceda, con el objeto de levantar la industria,

42. La Unión, Valparaíso, N° 9.718, 23 junio 1915. 43. Ibidem, N° 12.914, 23 marzo 1924. 44. Idem. 45. DE RAMÓN, A. y GROSS, P.; Op. Cit., p. 48. 348

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traer nuevos medios de vivir y esparcir en el pueblo semillas de civilización europea, no habrían alcanzado para el servicio de seguridad urbana, ya que según la revista Valparaíso, “muchos inmigrantes y campesinos y destripaterrones en Europa, se hicieron guardianes del orden y empleados de la canalización del Mapocho. El país progresó… [pero] en necesidades”.46 Al menos en este punto, los críticos dejan entrever que esta ineficiencia, unida a cualquier tipo de corrupción que se le achaque a la policía, se debía en parte a lo mal remunerado de esta profesión. Para aumentar la consternación de la sociedad porteña, la misma revista sentencia en 1901 con hiperbólica sátira: “La policía de Valparaíso debe ser reorganizada. Es muy mala. Las policías fiscales de toda la República deben ser reorganizadas. Son peores. Las policías comunales de campo deben ser suprimidas. Son pésimas… Ya vino el decreto que reorganiza la policía de Valparaíso. Por de pronto la policía está en la más graciosa situación, suspendida en funciones, destituida y en servicio. La policía pende de un hilo sobre Valparaíso, se cierne en el aire sobre nosotros, como un globo que vaga al ocaso. Cada policial al llegar al cuartel mira ansiosamente la cara del jefe, y lo mismo que el aeronauta que consulta el barómetro, se pregunta: ¡Subimos! ¡Bajamos! Una reorganización implica un cambio de personal; un cambio de personal necesita mucha gente desocupada en que escoger. El poder no tienta a nuestro pueblo. Es que no tiene afición a la política. En consecuencia y a falta de hombres, una reorganización policial significa sólo una nueva distribución de nombres: ¿Quién es Ud.?- Soy Cándido Gómez de la Tercera Comisaría- Bien, en adelante será Ud. Gómez Cándido de la Primera Comisaría- Y en cada reorganización decretada ha pasado lo mismo: se trasiegan nombres, se trasvasijan hombres, se traspasan títulos y se descansa en paz”.47 Habían pasado casi dos décadas de iniciado el siglo XX y el gobierno todavía no consigue para la policía porteña el respeto de la comunidad, sobre todo cuando de recursos se trata. Ejemplo de lo anterior es un artículo publicado por la revista Zig-Zag, que refiriéndose a la infraestructura con que cuentan las comisarías de la ciudad, el cronista concluye que “los edificios policiales sólo sirven para establecer en ellos caballerizas o garajes, aunque esto, dicho sea de paso, viene mal al oído de las autoridades policiales de Valparaíso… ¿Para qué hablar ahora de los edificios de las subcomisarías y retenes? El solo hecho de mirarlos espanta a cualquier mortal”.48 II. La ampliación del alumbrado público y su efecto en la seguridad de los porteños. La mejor policía que puede darse a una ciudad es el buen alumbrado Así lo sostenía El Mercurio de Valparaíso a mediados del siglo XIX y precisamente este es el sentido que queremos darle al tema de la iluminación urbana, pues junto con

46. Valparaíso, N° 9, Valparaíso, 21 octubre 1901. 47. Ibidem. 48. Zig-Zag, Santiago, N° 680, 1918. 349

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Patricio Gross, consideramos que la oscuridad, especialmente en las calles y plazas, está en el origen de la mayoría de los riesgos y peligros que acechaban a las ciudades decimonónicas.49 De esta manera, debido a que desde el despunte de la historia de Chile independiente se pondera esta medida preventiva de la delincuencia, el Director Supremo Bernardo O'Higgins, en 1817, sanciona para todo el territorio que “siendo más propio del gobierno precaver los crímenes que castigarlos, y advirtiendo que los facinerosos se aprovechan de la oscuridad de la noche para la ejecución de sus excesos, se previene… que todas las casas, cuartos y demás habitaciones de esta ciudad y sus suburbios sin excepción se iluminen con faroles de luz desde las seis y media hasta las once de la noche en invierno, y desde las ocho hasta las doce en verano”.50 Este tipo de iluminación solamente residencial se mantuvo hasta los años cuarenta, debiendo la sociedad porteña de inicios de la república coordinar su paseo atendiendo a que “por la noche las tiendas estén bien alumbradas”,51 pues, además de ésta, la iluminación de aquellos tiempos “consistía en un pequeño farol con vela de sebo que los vecinos ponían al anochecer en las puertas de las casas… a las nueve o diez de la noche, ya que las calles quedaban a oscuras”.52 Del 20 de junio de 1842 data el primer proyecto para construir faroles de lámpara, con el objeto de plantear un nuevo alumbrado en las calles y edificios públicos de esta ciudad. Francisco Poirur se compromete con la Municipalidad de Valparaíso “a trabajar los faroles que se necesiten… [que] serán colgados en medio de las calles con alambre de fierro y tirados por cordeles, que correrán de una a otra acera con sus correspondientes rondanas de bronce colocadas en las paredes; cuyos cordeles estarán escondidos en una media caña cajón de fierro con chapa, para guardarlos conforme se acostumbra en el alumbrado de las grandes ciudades de Europa”.53 Pero lo elevado del presupuesto hace fracasar el proyecto. Rodolfo Urbina nos relata las consecuencias de esta oportunidad perdida: “La noche era el día de los delincuentes. Más malhechores en la misma medida que la ciudad se iba haciendo más grande y compleja. Robos y asaltos cotidianos… Asaltar a marinos extranjeros de paso por la ciudad a la salida de los prostíbulos y tabernas despojándolos de todo, era el pan de cada día. El arma blanca hizo famosos a los malhechores porteños, pero también a los marinos gringos que noche a noche hacían su parte en las inseguras callejuelas provocando frecuentes desórdenes”.54 Hacia fines de 1844, se propone una radical modernización de las calles y plazas del puerto. Por iniciativa del rico comerciante inglés, Josué Waddington, se proyecta la instalación de algunos faroles de iluminación a gas especialmente adquiridos en Inglaterra,

49. DE RAMÓN, A. Y GROSS, P., Op. Cit., p. 45. 50. Boletín de leyes y decretos, Archivo Nacional, Libro 1817-1818, Vol. 1, 11 julio 1817. 51. RUSCHENBERG, William; Noticias de Chile (1831-1832). Por un oficial de marina de los EE.UU. de América, Editorial del Pacífico, Santiago, 1956, p. 25. 52. PINTO, Sonia; “El Ferrocarril, un elemento destacado en la urbanización de la región de Valparaíso”, en Valparaíso 1536-1986, Serie Monografías Históricas, N° 1, Universidad Católica de Valparaíso, 1987, pp. 47- 48. 53. BUSTOS y otros, Op. Cit., p. 14. 54. URBINA, Rodolfo; Valparaíso, Auge y ocaso del viejo “Pancho”, 1830-1930, Universidad de Playa Ancha, Valparaíso, 1999, p. 112. 350

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Guardia Municipal de Valparaíso, 1876, Archivo Fotográfico, Museo Histórico, en: Memoria Chilena, http://www.memoriachilena.cl/mchilena01/index.asp.

para iluminar las calles desde la plaza de la Municipalidad hasta la de la Victoria.55 Pero cabe una pregunta, aunque retórica: “¿Quién no dice que Valparaíso es un pueblo civilizado, entre 56 tanto es el pueblo más oscuro de Chile?”, señala el decano de la prensa porteña iniciada la segunda mitad del siglo, cuando a más de plazas y calles principales, “barrios muy poblados e importantes pasan las noches de un año en perfectas tinieblas... Como se lee a renglón seguido, la cuestión que preocupa a la sociedad porteña es la seguridad: ...Nosotros seríamos de opinión que se disminuyese el cuerpo de serenos y se aumentase y mejorase el

55. MÉNDEZ, Luz María; “El espacio urbano en Chile. Tradición y cambio, 1840-1900”, Notas Históricas y Geográficas, Universidad de Playa-Ancha de Ciencias de la Educación, Valparaíso, Nos 5/6, 1994-95, pp. 259-260. 56. El Mercurio de Valparaíso, N° 7.112, 4 junio 1851. 351

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alumbrado. Un farol con una luz brillante es de más efecto para el malhechor que un sereno valiente. El delito se perpetra en la oscuridad; la luz es la mejor policía. Perseguid siempre al delincuente con la luz y no con el sable y lo veréis derrotado... Hecha la exhortación el cronista se termina lamentando porque, hasta cierto punto, la culpa no es de la autoridad; ...estamos informados -agrega- que no [se] puede hallar una persona que se encargue del alumbrado público, lo que en nuestro concepto es una protesta contra el farol y el aceite que usamos: ¿Por qué Coquimbo se alumbra con gas y Valparaíso no? Ahora se le coloca la cañería para el agua ¿Por qué no se coloca a su lado la del gas?”.57 Un año después de la noticia las cosas seguían igual, multándose con dos reales por reglamento de policía, aprobado el 11 de octubre de 1852, a toda casa que en la puerta no pusiera un farol “media hora después de las oraciones... Pero finalmente, en 1853, el concejo municipal aprueba el contrato para alumbrar la ciudad por gas portátil, señalando en su informe que, ...siendo el asunto de tanta importancia desea esta corporación que hoy mismo la ponga en conocimiento de S.S. el intendente, a fin de que se sirva recabar la aprobación suprema y proceder a la realización de esta esperanza del pueblo”.58 Así, ese dichoso día 28 de enero de 1853 el Gobierno Central aprueba el acuerdo del ayuntamiento, encabezado por el Sr. Sánchez, y ahora una parte de la ciudad estaba iluminada por gas, desde la Cruz de Reyes hasta una cuadra más allá de la calle Victoria, donde según El Diario se “han sustituido las lámparas brillantes a las teas mortuorias que ardían moribundas. Las bizarras presentan la juventud derramando vida con su luz expansiva y resplandeciente. Mientras las lámparas antiguas son el trasunto de lo que decae, de lo que va a la muerte con esa pequeña lumbre roja, amortiguada sin brillo y sin dilación... Se especifica que el contrato exige a Mr. Jenjis, ...que cada lámpara alumbre un semicírculo de cincuenta varas hasta poder ver la hora en un reloj de bolsillo de esfera blanca, y creemos, señala el cronista, que el contratista cumple de sobra con esa condición. Las luces casi unen sus círculos dorados en una extensión de setenta a cien varas largas. En pocos días más la población entera gozará de este beneficio de que carecía, ya que tiene justo derecho, lo que ahora es lujo de belleza, será en invierno un verdadero consuelo, una necesidad satisfecha”.59 La extensión del servicio es anunciada con mucho entusiasmo para el 17 de septiembre de 1856. Acontecido el hecho, El Mercurio dice que el alumbrado a gas “ha sobrepasado todas las esperanzas... impresionado por el hecho de que en cualquier barrio importante ...se pudiera leer una carta andando... pero solicita la iluminación de las quebradas de Márquez, Santo Domingo, La Cajilla, San Francisco, de Elías, San Agustín y barrios de El Almendral que están en penumbras, argumentando que ...la mejor policía que puede darse a una ciudad es el buen alumbrado”.60 Pasado algunos días, el cronista comenta lo admirados que “veníamos anoche [con] la claridad y resplandor de la luz de gas, que nos permitía pasear de noche como a mitad del día sin miedo de los ladrones y

57. Idem. 58. Archivo Intendencia de Valparaíso, Archivo Nacional, Actas de la Municipalidad, Vol. 66, 25 enero 1853. 59. El Diario, Valparaíso, N° 515, 29 enero 1853. 60. El Mercurio de Valparaíso, 15 y 20 septiembre 1856. 352

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bendecíamos a la Providencia que nos ha permitido gozar de tales adelantos... aunque lamentan que la luz se haya apagado a las doce de la noche, pues en ese caso ...más valdría la mala iluminación antigua y perenne, que la de gas tan efímera”.61 Sin embargo, en aquel momento los quejumbrosos no tenían tribuna, pues ahora se podía “salir de casa al crepúsculo a pasar las noches en lugares iluminados con faroles de gas, que comenzaron a verse desde el 18 de septiembre de 1856. La inauguración de la luz, que desde entonces prolongó el día a la noche, fue algo emocionante… Valparaíso fue ese día la primera ciudad sudamericana en contar con este servicio, gracias al ingeniero Samuel Wallace, y celebrado con fuegos artificiales en la plaza Victoria”.62 La ola de progreso se hace sentir con hitos como el de 1860, cuando el ingeniero Luis Zegers encendió en el Teatro a modo de prueba un foco a base de arco voltaico.63 Pero la luz eléctrica se encontraba sólo a nivel experimental; eran los tiempos de la luz a gas, pues, según refiere un viajero alemán a inicios de esa década, “toda la ciudad, es decir, los barrios del Puerto, el Almendral y el Barón, disponían de alumbrado a gas, hasta muy arriba las serranías, donde se encuentran los chalets”.64 Empero, mientras en 1867 por obra del ingeniero Santiago Dimalow, la bien iluminada plaza Victoria constituye todo un símbolo de progreso,65 ese mismo año se oían las quejas de los menos beneficiados, como cuando protestan los vecinos de la quebrada de Santo Domingo por los continuos robos y asaltos de que eran presa debido a la poca iluminación de su sector.66 En verdad, esta queja tiene fundamento, pues si bien “el proyecto para la instalación de faroles a gas data de 1844, éste iría implementándose lentamente y sólo tras dos décadas alcanzaría desde la plaza de la Municipalidad hasta la plaza Victoria. La instalación de faroles en algunos cerros no se comenzaría a verificar sino hasta 1856, gracias a la iniciativa de José Ramón y Buenaventura Sánchez”.67La lenta cobertura era un problema de recursos, por lo menos eso nos sugiere el hecho de que por la manutención de los 700 faroles existentes en la ciudad en 1871, la municipalidad “debía 14.462 pesos por costo del alumbrado de los últimos cuatro meses del año anterior”.68 Aparentemente, la ancestral contribución de serenos y alumbrado era insuficiente para cubrir los crecientes gastos, pues cuando ese año “se termina la colocación de faroles de gas en el centro de la ciudad, los sectores periféricos o de los cerros, inmediatamente comienzan a pedir la instalación de este servicio en sus barriadas”.69 La incapacidad del gobierno local de satisfacer la demanda de los barrios suburbanos, convierte el servicio de alumbrado público

61. Ibidem, 23 septiembre 1856. 62. URBINA, R., Op. Cit., p. 196. 63. Idem. 64. TREUTLER, Paul; Andanzas de un alemán en Chile. 1851-1863, en CALDERÓN, A., Op. Cit.,p. 235. 65. Cinco años después se proyecta la colocación de 4 faroles para iluminar el tabladillo, en MÉNDEZ BELTRÁN, Luz María; “Plazas y parques de Valparaíso. Transformaciones en el micro paisaje urbano”, en Valparaíso. Sociedad y economía en el siglo XIX, VV. AA., Serie Monografías Históricas, Universidad Católica de Valparaíso, N° 12, Valparaíso, 2000, p. 33. 66. URBINA, Op. Cit., p. 256. 67. GARRIDO ALVAREZ DE LA RIVERA, Eugenia; Acontecer infausto y mentalidad: El crimen en Valparaíso, Tesis de Magister en Historia, Universidad Católica de Valparaíso, 1991, p. 67. 68. MÉNDEZ, Luz María;“Plazas y parques…”, Op. Cit., P. 29. 69. La Patria, Valparaíso, 29 enero 1872. Citado por GARRIDO, E., Op. Cit., p. 176. 353

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en uno de los principales problemas urbanos de Valparaíso, al que se responsabiliza de los accidentes, la delincuencia y el miedo de que es víctima la población durante las noches. De esta forma el cabildo, el 10 de enero de 1874, “en vista de las graves faltas que se notan en el servicio del alumbrado público de la ciudad, acuerda autorizar ampliamente a la Comisión Especial de Gas a fin de que reclame todas aquellas medidas que a su juicio sean necesarias para que terminen esas faltas; quedando autorizada del mismo modo para que en caso que sus gestiones no sean atendidas, concurra al Sr. Intendente de la Provincia con arreglo del art. 12 del contrato”.70 Contando con una mejor cobertura luminaria, los habitantes del centro disfrutaron de un elevado estándar de vida para la época, como lo describe un viajero boliviano en 1886: “Aquella noche parecía Valparaíso de fiesta. Sus calles resplandecían alumbradas por luces de gas y reverberos de luz eléctrica: una inmensa concurrencia las recorría a pie, en carruajes de toda clase y en los tranvías que cruzan por todas direcciones… Y gente, mucha gente, bellas parejas, rostros interesantes, gente de toda condición y de toda edad, recorriendo los brillantes escaparates y comprando como en una feria, como si todas aquellas tiendas hubieran de cerrar sus puertas al día siguiente. Y sin embargo no había fiesta ninguna, o mejor dicho, era la fiesta de todas las noches, salvo las de los domingos, en las cuales el puerto aparece silencioso como una tumba; era la fiesta de costumbre en que la inmensa población de Valparaíso luce, pasea, se muestra, se divierte, visita, va al teatro, compra y vende y toma aires frescos en la plaza Victoria o en el jardín Municipal, preciosos paseos en donde las horas se pasan como por encanto”.71 Eran las últimas décadas del siglo XIX y “la vida nocturna en las calles del centro se hacía más frecuente entre los vecinos, porque el alumbrado público estaba en mejor pie, a pesar de los 207 faroles rotos en 1890. En el centro, había tiendas iluminadas con luz eléctrica en 1893, como la sastrería Grotte, la cigarrería Schelling y el almacén Borden, en cuyos escaparates se juntaba la gente”,72 y la Alameda era considerada uno de los mejores paseos, donde una banda tocaba “para amenizar los crepúsculos con conciertos musicales hasta las diez de la noche, desde que la iluminación lo permitió en los años noventa”.73 Pero lo que no observó el forastero fue que mientras unos bien iluminados se solazaban a sus anchas y sin temores, otros padecían en la penumbra la mayor vulnerabilidad. “En 1892 los asaltos estaban a la orden del día en la avenida Altamirano, en la Cajilla, y en todos los sitios oscuros… Pasar por la Calaguala sita, a los pies del Barón en 1893, era un purgatorio o un infierno, se decía, por lo peligroso”, 74 tanto como las tenebrosas calles colindantes a la plaza Echaurren, como Clave y Arrayán. En fin, el descuido de la periferia se extremaba en los altos de Valparaíso, donde los habitantes sufrían las peores consecuencias de la noche porteña.

70. Archivo Intendencia de Valparaíso, Archivo Nacional, Actas de la Municipalidad, Vol. 63, fjs. 100, 10 enero 1874. 71. URBINA, R., Op. Cit., p. 320. 72. Ibidem, p. 364. 73. Ibidem, p. 336. 74. Ibidem, p. 336. 354

Temor y prevención en Valparaíso. La eficacia policial y el impacto del alumbrado...

Esta situación probablemente comenzó a cambiar con la Ley sobre Organización y Atribuciones de las Municipalidades,75 de 22 de diciembre de 1891, que en su artículo 5° obliga “proveer el alumbrado público de las poblaciones... mandato que para hacerse efectivo dichosamente trajo aparejados mayores recursos. Sirva como ejemplo de su efecto el funcionamiento durante un par de años: El 10 de enero de 1897, se solicita a la municipalidad instalar un farol en el cerro Cordillera esquina del paseo Merlet, ya que hasta ahora se ve ...imposibilitado el paseo en noches oscuras”.76 Con fecha 15 de enero de 1897 se acepta la petición. Cuatro días después, vecinos del cerro Barón denuncian “que en la quebrada de los Lecheros no existe más que un farol, siendo que la expresada subida es [una boca de lobo] después de las ocho de la noche, siendo nosotros testigos oculares en varios casos, que dichos rateros han despojado y maltratado a varios transeúntes, y la policía no ha podido capturarlos, debido sólo y exclusivamente a la oscuridad de la calle”.77 El 23 de febrero se da curso al permiso. El mismo día la corporación recibe otra “petición de los vecinos del cerro de Carretas y Santo Domingo, para colocar un farol en el callejón N° 2” 78 ya que no existe alumbrado en todo el barrio. Con fecha 27 de febrero se autoriza la instalación del farol que tendrá un costo de 1.740 pesos. En el mes de enero del año en comento, los vecinos de la calle de Talcahuano se quejan de que “no habiendo ninguna luz o farol en el callejón nombrado... además es ...tapado por la parte que debiera unirse a la calle del Cinco de Abril, lo que en absoluto impide el tráfico, motivo por el cual ha sido el punto elegido, por ebrios, jugadores ociosos y malentretenidos, los que favorecidos por las enunciadas consideraciones, han llegado a hacer de ese lugar un foco de corrupción que amenaza la vida y la propiedad de los que ahí vivimos, pudiendo desde luego citar dos o tres casos en que las murallas de nuestras casas han sido escaladas por esos cacos que ahí se reúnen... Igualmente solicitan que se coloque en ese lugar un farol ...cuya luz facilitaría la acción de la policía completamente nula por el momento, porque esas gentes favorecidas por la oscuridad, dan rienda suelta a sus vicios, o fraguan sus maquiavélicos planes”.79 El 2 de febrero se autoriza la colocación del farol, cuyo costo será de 58 pesos. En junio de 1898 un nuevo vecindario vuelve a llamar la atención del edil sobre el particular, por “la necesidad de alumbrar las nuevas calles formadas en los terrenos… del malecón y tomando en consideración que a causa de la completa oscuridad que existe se han originado varias desgracias por el continuo movimiento de trenes, me permito solicitar de Ud., se sirva autorizarme para hacer colocar seis faroles desde la calle Rodríguez hasta la de Jaime y desde la avenida del Brasil hasta el malecón, pudiéndose obtener así un servicio regular en dichas calles”.80 El 14 de junio de 1898 se autoriza el presupuesto.

75. CORREA, Agustín; Ley sobre Organización y Atribución de las Municipalidades, 22 diciembre 1891, 3ª edición, Librería Tornero, Santiago, 1914. 76. Archivo Municipal de Valparaíso, Archivo Nacional, Alcaldía-Solicitudes, Vol. 132, 10 enero 1897. 77. Ibidem, 14 enero 1897. 78. Idem. 79. Idem. 80. Archivo Municipal de Valparaíso, Archivo Nacional, Alcaldía-Solicitudes, Vol. 132, 25 enero 1897, y Archivo Municipal de Valparaíso, Archivo Nacional, Alcaldía-Alumbrado Público, Vol. 148, 13 junio 1898. 355

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A pesar de la receptividad que se observa para cubrir los continuos requerimientos de iluminación de la población, es notorio que el ayuntamiento actuó a posteriori frente a los reclamos, seguramente por carecer de un proyecto orgánico para resolver los problemas de iluminación que aquejaban a la población de los barrios nuevos y de las serranías. Prueba de ello es que el siglo XX se inicia con las mismas interrupciones e intermitencias en el servicio, como lo confirma el comandante de policía, quien, en nota al alcalde de 30 de diciembre de 1900, informa que “los señores comisarios de policía desde hace algún tiempo vienen poniendo en conocimiento de esta Prefectura que, en las diversas secciones a su cargo, han notado que el servicio del alumbrado público adolece de graves irregularidades, como son que muchos faroles no sean encendidos y los más, permanezcan a menos que a media luz... Señala que las deficiencias del servicio del alumbrado, sobre todo en los barrios más apartados de la ciudad, ...significa para los habitantes y transeúntes un serio peligro en la seguridad de sus bienes y vidas, y tangible inconveniente para la eficaz vigilancia de la policía, cuya acción se ve limitada por cuanto, a las sombras de la noche, se amparan las gentes de mal vivir que no desperdician momento propicio para perpetrar sus crímenes”.81 A la luz de estos antecedentes (o más bien por la oscuridad de los mismos), y siendo además un problema que estaba en abierta contradicción con las exigencias del nuevo siglo, la municipalidad licita el alumbrado de la avenida Brasil, Jardín, plaza y calle Victoria, y de los diversos establecimientos y oficinas dependientes del gobierno local, por el término de diez años. Según las bases publicadas el 17 de enero de 1902, se contrataría “el alumbrado público de 1.600 faroles como mínimo, pudiendo exigir hasta 3.000 como máximo... aceptándose propuestas por alumbrado eléctrico o por gas hidrógeno, acetileno o cualquier otro sistema, ...siempre que cada luz tenga por lo menos una fuerza equivalente a dieciséis velas de esperma, de las que sirven para computar la luz en la Inglaterra... Finalmente se estipula que ...las luces de los faroles permanecerán encendidas todos los días en noviembre, diciembre, enero y febrero desde las 7,30 pm hasta las 4,30 am; en mayo, junio, julio y agosto desde las 5,30 pm hasta las 6,30 am y en los meses restantes desde las 6,30 pm hasta las 5,30 am”.82 Sin embargo, contrariando todas las expectativas, la mentada licitación deriva sólo en un proyecto sobre tracción y alumbrado eléctrico circunscrito al plan de la ciudad, por lo que la reacción no se hizo esperar y en nota al cabildo suscrita por los “vecinos y propietarios de los cerros de esta ciudad... se solicita la reconsideración al proyecto acordado, ...pidiendo la inclusión en sus bases, que se establezcan líneas en las calles formadas o que se formen en adelante, en la parte alta de la ciudad”.83 La petición lleva la firma de los vecinos de los cerros, y además de las sociedades en que se encuentran organizados, a saber, Liga de las Sociedades Obreras de Valparaíso, Asociación de Artesanos de Valparaíso, Sociedad Fermín Vivaceta, Sociedad Gremio de Fleteros Santa Rosa de Colmo, Sociedad Jornaleros de la Aduana, Centro Coreográfico Musical, Sociedad de Panaderos, Sociedad de Zapateros 81. Archivo Municipal de Valparaíso, Archivo Nacional, Intendencia y Policía de Seguridad, Vol. 150, 30 diciembre 1900. 82. Archivo Municipal de Valparaíso, Archivo Nacional, “Bases de la propuesta de dotación para alumbrado público de Valparaíso”, 17 enero 1902. 83. Archivo Municipal de Valparaíso, Archivo Nacional, Secretaría-Documentos, Vol. 177, Verano de 1902, fjs. 301-305. 356

Temor y prevención en Valparaíso. La eficacia policial y el impacto del alumbrado...

Benjamín Vicuña Mackenna, Sociedad Federico Stuven, Unión Social de Orden y Trabajo, Sociedad de Abasteros, Sociedad Manuel Blanco Encalada, Sociedad Unión de Carpinteros, Unión Fraternal de Pintores, Cerro Barón, Cerro San Juan de Dios, Cerro Cárcel, Cerro Zorras, Ramaditas, Población Rocuant, Población Blanco Encalada. La municipalidad declara que ha tomado en consideración las peticiones que se harán efectivas en la medida que sea viable, lo que se verifica en algún grado cuatro años más tarde, según consta en el Boletín de leyes y decretos,84 donde por Ley N° 1.902 “se aprueba el acuerdo de la Municipalidad de Valparaíso, tomado en sesión de 5 de enero de 1906 por el cual se prorroga hasta por treinta años el contrato celebrado con la Compañía de Tracción y Alumbrado Eléctrico, para suministrar el alumbrado eléctrico en las calles de la ciudad, quedando obligada la compañía a hacer, con faroles de dos lámparas de veinticinco bujías cada una, hasta el número de 3.000 faroles, el alumbrado de los cerros a que se refiere el respectivo contrato... No conocemos el volumen de las pérdidas que el terremoto de ese año provocó en el sistema de alumbrado de la ciudad, pero sabemos que Ley de Reconstrucción de Valparaíso, dictada bajo el gobierno de Pedro Montt el 6 de diciembre de 1909, permitió obtener un préstamo de 22.507.918 ...para mejorar el sistema de alumbrado y cambiar las líneas”,85 que tres años después, en el contexto de esta misma ley, se manifestó en que “en las calles principales aparecieron los postes para la luz eléctrica desterrando definitivamente los faroles a gas”.86 Hacia 1915 el déficit endémico de las arcas municipales impide continuar manteniendo debidamente la iluminación pública, hasta el punto que los vecinos de la avenida Ecuador aprovechan las columnas de La Unión para rogar a la sección de alumbrado de la Compañía Tranvías Eléctricos, “no deje a oscuras un barrio tan populoso como es el antes citado, [ya que] es muy sensible tener que lamentar con frecuencia robos u homicidios… dado el abandono en que se encuentra este barrio, todo por la falta de vigilancia de la policía… [y] más cuando el alumbrado es pésimo, como lo está visto en lo presente, no hay un foco encendido desde la propiedad del Sr. E. Silva Ugarte hasta la quebrada de La Leona, distancia apreciada de cinco cuadras más o menos. ¿Cómo es posible que las autoridades no tomen en cuenta que semejante falta de atención por la buena seguridad de un barrio, acarrea consecuencias muy poco favorables hacia su cumplimiento?... A continuación señalan que el cerro San Juan de Dios ...peca por la misma falta... reiterándose la necesidad de solucionar este problema, ...antes que llegue la hora en que los vecinos tengamos que usar faroles de mano, como en los tiempos primitivos y para seguridad de nuestras propiedades tener que formar brigadas de celadores, porque se ha descargado una plaga enorme de87pillos, que no hay noche que no hacen de las suyas, con la seguridad de no ser molestados”.

84. Boletín de leyes y decretos, Archivo Nacional, Libro LXXVI, Vol. 91, 5 enero 1906, Ley N° 1.902. 85. URBINA, R., Op. Cit., p. 401. 86. Ibidem, p. 404. 87. La Unión, Valparaíso, N° 9.718, 23 junio 1915. 357

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El temor de los vecinos por el inminente corte del servicio público no es el primer problema que se tiene con la empresa; de hecho a finales del año anterior “tuvieron lugar las manifestaciones hostiles a la Empresa de Tranvías Eléctricos, con motivo del alza de las tarifas, y que trajeron como consecuencia la apedreadura de los focos del alumbrado”. Represalia, por decir lo menos, contradictoria con los fines apuntados, por cuanto habiendo pasado un mes y medio del incidente, acusa un vecino “que la avenida Pedro Montt, centro de los principales teatros y paseo obligado, por lo tanto, de nuestra mejor sociedad, permanece a oscuras”.88 Una década más tarde, en la víspera de una nueva elección municipal, el Partido Conservador publica en La Unión, en su edición de 21 de marzo de 1924, una dura crítica a la administración municipal en funciones, señalando que “los millones rudamente amasados por el contribuyente, arrebatados a los menesteres domésticos, ruedan y se evaporan de las arcas municipales en ruidosos jolgorios de compadres y de inconfesables confabulaciones”,89 mientras la población sufre las consecuencias de la ciudad mal tenida, citando “el mal alumbrado” como una de las peores. Para terminar este apartado, vamos a decir que la iluminación de Valparaíso fue un proceso lento, que se desarrolló con distinta intensidad y eficacia en el centro, en la periferia y en los cerros, siendo éstos últimos donde la cobertura nunca fue total y, en cambio, los resultados del servicio siempre fueron magros. Relacionando esta evaluación con el problema de la seguridad urbana, dejamos la palabra a Joaquín Edwards Bello, quien ese mismo año de 1924, escribe un artículo titulado “Valparaíso ayer y hoy”, donde señala que los terribles crímenes que se han cometido en Valparaíso “producen en mi ánimo una impresión de horror especial. ¿Por qué, pregunto, estos crímenes de Valparaíso causan en mí mayor impresión que los crímenes de otras partes? Yo no encuentro más que una respuesta. Es la oscuridad, la terrible oscuridad de Valparaíso”. 90 A modo de conclusión, creemos que el temor a la delincuencia entre los habitantes de Valparaíso, que afecta de manera transversal a la sociedad porteña durante el período estudiado, se asocia con la demanda por una política de mayor control y represión del delito, pues las medidas preventivas analizadas no lograron resguardar suficientemente a la población, al menos en lo que a cobertura y sistematicidad se refiere; a la postre, en cambio, la mala evaluación de la institución policial decimonónica redundará en la necesidad de una policía más efectiva en el control de la delincuencia.

88. Ibidem, N° 9.556, 12 enero 1915. 89. Ibidem, 21 marzo 1924. 90. EDWARDS BELLO, Joaquín; “Valparaíso ayer y hoy”, 1924, en CALDERÓN, A., Op. Cit., p. 379. 358

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