Tejido y Cestería en la Península Ibérica desde la Prehistoria hasta la romanización I

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Descripción

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HISP-I'§A ¡liu'^ /r¡ r¿¡ \.rlraL'¡r I tLt¡JrllrirBIBÚOTHECA PR¡EHISTORTCA

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CONSEJO SUPERIOR DE INVBSTIGACIONES CIENTÍFICAS INSTITUTO ESPAÑOL DE PREHISTORIA

CARMEN ALFARO GINER

TEJIDO Y CtrSTtrRIA trN LA

PENII\SLTLA IBERICA su rÉcmcr E INDUSTRIAS DESDE LA PREHISTORIA HASTA LA RoMANtz¡.ctÓx HISToRIA DE

MADRID - I9B4

m '"sq

ISBN:

84-00 -O57lO-4

Depósito Legal:

V.

1.189 - 1984

Artes Gráficas Soler, S, A. - La Olivereta,28 - Valencia (18)

-

1984

ÍNoICE

GENERAL Pds.

INrnonuccró¡¡

11

LAS FIBRAS UTILIZADAS EN LA REALIZACIÓN

DE LAS MANUFACTURAS

I: Le r,rx.l Terminología

19

Descripción de la fibra: su estructura Zonas de producción lanera de la Península: distribución de rebaños

20

ClpÍruro

19

Tarraconense ... ... Bétíca Lusitania Arrancado y trasquilado

y cruces. 2l

La

33

La La

35

Preparación de la fibra para el hilado

39 39

...

46

lI: El rrNo Terminología

49

Descripción de la ñbra: su estructura Condiciones edafológicas y climáticas para Producción y zonas de cultivo Preparación de la hbra para el hilado ...

49

C.lpÍruro

49

el cultivo del lino ...

55

III: El EsPARTo Terminología Descripción de la fibra: su estmctura

Clpíruro

Condiciones edafológicas y climáticas para el cultivo del Producción y zonas de cultivo Preparación de la fibra para el hilado ...

52 53

59 59 60

esparto...

61

62 67

TE,CNICAS E INSTRUMENTOS DE,L HILADO Y DEL TEJIDO

El HILADo del hilado ...

C¡.pÍrulo IV: Bases

Instrumentos que se requieren para el

71

7l

hilado

Dirección del hilado El retorcido del hilo

Crpírulo V: Er rulen Diferentes tipos de telares (con inclusión de los restos peninsulares)

El telar de placas

73 81

82 85 85 85

lo

Pós

El telar de rejilla o teiar-lizo El telar de marco o cuadro El telar vertical de pesas E! telar horizontal elevado El telar para la'realízación de la técnica de

89

92 94 108

cestería de

saltos

C.lpÍruro VI: Er rEJrDo...

111

tejido: urdimbre y trama Tipos de entramado

111

Bases del

112

Tejido de entramado liso ... ... Tejido de entramado en diseño Tejído con lazos ... Tejido de entramado cruzado Dientes de lobo Entramado en rombos

112 113

114 114

ll5 115

EntramadocruzadoenlX2ó2X1 Tejido atado o cordado Tejído envuelto ... ... Tejido en cuerdas ClpÍruro VII: FnecrurNros Cepíruro

......

TEXTILES coNsERvaDos EN

115 116 116

ll7 LA

PENÍNSULA

'.. ... ... ..'

VIII: L¡ cesrBx.íl

Consideraciones preliminares...

...

153

A) La cestería tejída o en damero a) Cestería cruzada diagonal b) Cestería romboidal de tres elementos B) La cesteúa atada o cordada C) Cestería espiral verdadera o cosida en espíral D) Cestería pseudotrenzada o en rabo de cerdo ... E) Cesteríd, trenzada IX: Le conorr.sníe la

154 154 155 158

159 167

178 181

185

La cordelería: materiales y formas de Restos de cordelería en

119 153

Estudio de las técnicas de entramado en relación con los restos de cestería conservados en la Península ".. ...

CepÍrulo

108

ejecución

Península Ibérica

185

188

LAS INDUSTRIAS COMPLEMENTARIAS: TINTORERÍA Y BATANERIA

Crpírulo X: Merpt¡ls

PRIMAS

Consideraciones preliminares

199

...

.."

...

Los diversos productos empleados en la tintura de tejidos, con especial refe¡encia a la Península Ibérica

200

A\ B) C)

Productos minerales

200

Tinturas vegetales

201

Tinturas de origen animal ...

203

Formas de explotación

8

199

y uso de los diferentes productos tintóreos

206

F Pás.

Cepírulo

XI:

Cpxrnos

o¡ rrNroneníl

213

Origen remoto de esta industria Areas de explotación en la Península ... Descripción de los talleres tintoreros

CepÍrulo XII: Los

BATANES

...

213 214 221 225

Consideraciones generales

22s

La técnica de la batanería ... ... La batanería en la Península Ibérica

225

230

EpÍr,oco ... Cueonos srúPTrcos

1. 2.

Tejidos Cestería

A¡nevr¡,runes

y

239 241

245 ¡¡sLIocReFí.{. 257

fxorcrs

337

t. Términos

griegos

339

2.

Términos latinos

340

1

Yacimientos f¡dice de láminas

342

4.

344

9

INTRODUCCIÓX

A lavier,

Berta, Beatriz

y

Guillermo.

n L

los temas oue actualrnente están recibienao tnás qtención d.entro del campo de la historia primitiva del hombre, nos hemos centrado precisamente en el estudio de la indwstria textil y la cesieria en la Península lbérica durante las primeras etapas de su ltistoria por considerar que se trataba de uno de lo.s aspectos peor conocidos, y sin embargo de gran importancia para el entendimiento de los comienzos de la cultura peninsular, en especial en lo relativo a su desarrollo tecnológico. Aparentemente se podía creer que la escasez de los datos disponibles sabre el parlicular, tanto arqueológicos como escritos, no permitiría más que esbozar en grandes líneqs un simple acercctmiento al problema. Eru electo, son pocos los trabajos que hacen alusión a fragmentos textiles o de cestería hallados en la Península, comr> puede comprobarse por la bibliografía que citamos, lo que no significa que entre los fondos cle los museos no haya una relativa qbwndancia de materiales no publicados, o en otros casos deficientemente di' vulgados, tal coma pudimos comprobar en lo práctica. Lo cierto es que tradicionalmente dentro de la Arqueología se ha venido concediendo ntás imporiancia a aquellos restos que aparecen con mayar frecuencia y mejor conservados, como son los cerámicos, los útiles de piedra, hueso, metal, etc...; y así, la pésima con:servación de lrts fragmerúos textiles ), de cesterí.a, que proceden de piezas de fácil descomposición, sumada a Las dificultades que plantea el estudio de las diferentes técnicas de fabricacíón y los telares con que se ejecutaron, parece haber sido la causa de que tales materiales hayan permanecido, en un alto porcentaje, en el olvido. Una impresión similar se obtiene a! examinar las noticías escritas de los autores clásicos acerca de las NTRE

actividades textiles de los pueblos antiguos. Existen

sin duda obras muy destaca¿as, consagradas al estudio de los procesos textiles durante la Antigüedad, muchas de las cuales todavía no han sido superadas pese a los mucho's años transcurridos desd.e su edición. Tal es el caso de las monografías de H. Blümner, L. Friedliinder y I. Marquardt, preparadas con gran meticulosidad y erudición en todos sus capítulos. Sin embargo, estos tratados presentan varios inconvenientes: por un lado, enfocan cada una de las técnicas analizando los textos de los autores antiguos de lorma exhaustiva, pero sin aprovechar debidamente el material arqueológico; por otra parte, este cúmulo de noticias se ordena para describir el luncionamiento teórico de cada industria, pero no atiende nonnalmente a las particularidades del mismo que pudieron introducirse en cada una de las regiones del mundo mediterráneo anfiguo. El resultado viene a ser un tratamiento general de las diÍerentes técnicas industriales a través de lq visión suministrada por las fuentes, pero en ningún caso se estudian en directo las manufacturas que con esas técnicas teóricamente descritas obtenía el hombre primitivo, ni ninguna de las muestras que de ellas guardan muchos mltseos del mundo. Trabajos como los de E. Vogt, K. Schlqbow, H. C. Broholm, M. Hald, R. Ptister, Í1. La Baume, E. Wipszycka, R. I. Forbes, H.-1. Hundt, l. P. Wíld, etcétera, han abierto el camino de lo que podríamos llamar una investigación de carácter mixto, es decir, que engloba el estudio directo tanto de las luentes escritas como de los restos conservados en amplias áreas geográficas de Europa, de Oriente y del Mediterráneo. Por otra parte, conviene no olvidar la interesante labor realizada por una serie de

13

investigaclores que,

y la

a caballo enf re la

arqLrcología

etnografía, lnn estudiado aspectos concretos del tema, como, por ejemplo, lo relativo a los telares antiguos en comparación con los modelos existentes en su época entre los pueblos primitivos, cuyo nivel tecnológico sería equiparable al de los europeos de hace siglos. Tal es el caso de las obras

de A. I-eroi-Gourhan en materia de tecnología, H. L. Roth, A. yan Gennep y G. léquier, M. Hoffmann j- G. M. Crowfoot. Merece también mención toda la serie de trabajos relacionados con la moda y la {orma de los vestidos antiguos a través de las fuentes escritas, así como de su reflejo en la estatuaria, cerámica o pintura de la época. L. Friedliinder, J. Marquardt, L. M. Wilson y F. Kolb, entre otros, se lTan ocupado ampliamente de este problema. Para salvar, pues, ctnlqtier tentación tie af rontar el tema bajo un prisma unilateral, nuestra intención fue desde un principio, siguiendo el camino iniciado por E. Vogt en sus trabajos sobre cest,ería y teiido en el Bronce europeo, continuado por K. Schlabow y 14. La Baume en las mismas áreas, por E. Wipszycka para el Egipto helenístico y romano, y por l. P. Wild para las prot,incias romanas del Norte, investigar los aspectos concretos de la acfividad textil en la Península lbérica desde los primeros indicios hasta plena época de dominación romana, basándonos tanlo en lo.s restos arqueológicos que guardan

relación con esta industria (fragmentos de tejidos, pondera y demás restos de antiguos telares, fusaltolas, agwjas, representaciones plásticas o escenas de la cerámica, etc...), como en los datos que sobre las materias primas y su elaboración nos proporcionan algunas fuentes clásicas que se ocuparon de los pueblos de la Penínsulq, incluyendo entre ellas las que tratan el tema de forma general. Es así como pudímos comprobar que, en efecto, los datos disponibles de unct y otrq naturaleza permitían sobradamente no sólo conocer de forma parcial algunos aspectos de esta índustria, sino, tal como habíamos imaginado,

obtener información suficiente para reconstruir con mayor o menor exactitud el proceso de elaboración de las diferentes manufacturas textiles, que son objeto de nuestro esfudio, así como un meior conocimiento de los utensilios y técnicas aplicadas en cada momento.

Resulta evidente que un tema de esta naturaleza debe examinarse dentro de un contexto con enlidad propia. La Penínsttla lbérica constítuye un área geográlica con estas cualidqdes, tanto por su aíslamiento natLtral como por la herencia cultural de los grupos étnicos que se fueron sucediendo y que dividieron a la Península en cada época en áreas más o menos

11

emparentadas entre sí, receptoras comunes a su t'ez de estí¡nulos e innovaciones de procedencia europea o mediterránea gracias a las sucesivas inmigraciones que se estabilizaron en su interior. Pero era necesaria también una delimitación cronológica. La que hemos adoptado puede quizá parecer excesivamente amplia, considerando que se habrían obtenido iguales o me-

jores resultados centrándose en un momento más concreto, como la prellistoria peninsular o las épocas inmediatamente onterior o posterior a la conquista romena. Pero Lo cierto es que no resulta f ácil, cuando se trota un tema en el qLre los restos materiales, aunque sean abLtndantes, pertenecen a épocas disfanciadas entre sí, asumir la decisión de qcotar una etapa menos extensa y dejar luera toda una serie de fragmentos textiles, en ocasiones los más interesantes, los cuales pueden proporcionarnos la clave sobre una técnica y unos modos de trabajo, que son confinuidad de otros similares o idénticos o que los preceden.

De esa lorma creemos haber logrado acercarnos realidad mayor, puesto que parece clara la pervivencia de los procesos técnicos de estas industrias, desde sus comienzas hasta el fin de las inlluencias romanas; además este tratamiento más amplio nos ha permitido desentrañar una serie de constantes propias de la Península a lo largo de todo el período estudiodo dentro de esta rama de la producción, así como lo que fueron creaciones netamente locales y lo que constiluyeron aportaciones

a unq

I

oráneas.

Hubiera constituido sin duda un complemento de interés para la visión global del tema el haber analizado los aspectos concernientes a las condiciones del trabajo dentro de la industria textil, es decir, la situación humana y económica de la mano de obra dedicada o empleada en estos menesteres. Por desgracia no disponemos de Ia inlormación básica imprescindible, y desde luego no conservamos, por ejemplo, como oclffre en el caso de Egipto, elementos claros y explícitos del típo de los papiros, en los que liguran cuidadosamente anotados detalles muy significativos (organización y horario del trabajo, tipos de industria, salarios percibidos por el obrero por piezas realizadas, relaciones sociales y familíares en el interior del taller, condición jurídica del operarío, etc...). Para Ia Península, en cambio, fan sólo contamos en este sentido con algunos datos procedentes de fuentes ya tardías, así como con la escaso información obtenible de unas pocas inscripciones romanas, que rozan incidentalmente el tema. Por consiguiente, tratar de abordar en un capítulo estos problemqs hubiera supuesto, Dor una parte,

ro

pod€r resoli'er n¡nguno de ellos durante la prev los tttontenlos previos a la ronmnizac¡ón, que care cetnos de todo apoyo en este los lar'a t'ii,lipo, )' por otra la obligación de tener que extralrctiar las noticias conocidas sobre tales condiciones tj¿ rrobajo en otros lugares de Europa o del Mediteltitteo dttrctnte el Imperio romano, aplicándolos a ios protincias hispanas con la fundada sospeclm de L;:t! la situación pudo ser sustancialmente dilerente. Rt'spccto a la documentación que hemos manejari.o lta¡' que hacer consfar que el acopio de fuentes )t:-'toria

ln significado un notable esfuerzo de revisión lecrura, dada la amplitud de los temas qlte trata;. tlos y la dificLtltad de interpretar lo,s conceptos técnicos en ellas vertidos, los cuales ha sído necesario ¡raslatlar a nLtestra actual nomenclatura científica. Entre los principales autores consultados destacan .lristóreles, en su,t tratados sobre animales y plantas, así cotno la Historia Natural de Plinio el Víejo y ias obras de los tratqdistas de asunto's agropecuarios, co¡tto lueron Catón, Varuón y Columela. Por su especial ref erencia a la Península han sido muy valiosas ios aportaciones extraídas de las obras de Estrabón, ¡scr¿¡as

.\farcíal e Isidoro de Sevilla. Naturalmente hemos tenido que consultar asimismo nLrmerosas noticias a jslailas, suministradas por los dif er,entes clásicos griegos t, latinos, así como por determinados papiros

e inscripciones. En cuanto a la documentación arqueológica debemos señalar que siempre hemos intentado estudiar en directo la totalidad de los restos, y en especial

ios iragmentos de textiles y de cestería. únicamente cuanclo éstos han desaparecido, o las dificultades han s:do insoslayables, nos hemos visto obligados a lintitarnos a su aná.lisis e interpretacíón a través de la descripción ajena o de las fotogralías de quienes los ptrblicaron. Tal es el caso, por ejemplo, de un grupo de iragmentos textiles hallados en El Argar y yacit?ti€ntos vecinos. Parte de este material se encuentra en tnuseos ingleses y belgas, a don'de lo trasladaron los ltermanos Siret, y está siendo estudiado en la ccrualidad por el prolesor H.-1 . Hundt, del Museo Central Romano-Germ.ánico de Maguncia. En otras ocasiones nos ha resultado imposible localizar la ubicdción de un fragmento determinado, publicado hace '.t años, sin indicación del lugar, museo o colección ¿. qu.a pudo ingresar. No obstante, en todo momento r.:l.€stra labor se ha visto lavorecida por la colabora...,i de los responsables de las colecciones y museos ::¡¿ ltemos visitado en España y en el extranjero. Tatnbién queremos manifestar que, en el caso de . , itareriales qLrc podríamos caliJicar d,e comple*.--,'.:crios o indicativos de lq existencia de esta in-

dustria, como pueden ser las pesas de telar, resfos de husos, etc..., no hemos pretendido en ningún momento realizar un corpus exhaustivo de los mismos, lo que nos hubiera alejado del objetivo del trabajo, acercándonos a la confección de una clasificación puramente estilística de tales piez.as, labor que no hubiera ensanchado nuestros conocimientos sobre los problemas textiles. Las piezas de este tipo que aquí ofrecemos son simplemente ejemplos escogidos. Si las muestras de pondera procedentes de nuestros yacimientos hubieran sido recogidas con las pautas de una excavación metódica, hoy día podríamos extraer conclusiones definitit,as en cuanto al número de telares que e.tistía en un poblado determinado, sí se trataba de pequeñas industrias, montadas para uso dr¡méstico por cada familia, o si, por el conlrario, este trabajo era realizado en una o pocas viviendas, lo que implicaría la venta de los productos realizados al resto de la comunidad, es decir, una mqrcada especialización. Basándonos en las inrestigaciones osteológicas efecittadas sobre los animales que vivieron en los poblados y la edad de los mismos, hemos procurado o'frecer una panorámica sobre el reparto del ganado

ovino

y la

utilización que de él se hacía en una

aldea determinada (animales jóvenes empleados para alimentación, adultos explotados para extracción de

lana

y

leche).

I)e la misma

manera

la escasez de

estudios sobre los restos de fauna marina y flora de los yacimientos nos ha permitido sólo en contadas ocqsiones averiguar en qué casos se aprov.echó el líquido purpurígeno de animales como la purpura, e/ murex o e/ buccinum, y en cuáles la aparición de semillas o polen de plantas como el lino o el esparto pueden ponerse en relación con el cultivo y explotación de estas plantas textiles. Deseamos por último manilestar el más profundo agradecirniento a todas aquellas personas y entidades que han contribuido generosamente a't'acilitar nuestra labor. En primer lugar, a los seminarios de Historia Antigua y Prehistoria y Arqueolagía de la [Jniversi-

dad de Friburgo (Alemania), donde inicíamos en el curso 1970/71 esta investigación, y en especial la ayuda que tanto entonces como de forma continua hemos recibidr¡ del profesor

Dr. W.

Schüle, así como

las facilidades que posteriormente nos brindaron los Departamentos de Prehistoria y Arqueología, Historia Antigua y Filología Latina de la Universidad de Sanfiago de Compostela (1972-1978). A título personal queremos recordar aquí el consejo que siempre hallamos en los profesores C. Alonso del Real, M. Almagro Gorbea y H.-l . Hundt, así como al Dr. E. Cuadrado, con quien tenemos una deuda es-

t5

pecial por la forma tan desinteresada con que siempre nos ha acogído y puesto a nuestra disposíción diferentes materiales del yacimiento de El Cigarralejo.

Nuestro reconocimiento se hace extensivo a O. Arteaga, F. 'Molina, M. Belén, L. de Miguel, M. C. Aguarod, A. Mostalac, I. Lomas, G. Morote, F. de la Sala 5.J., L. Monteagudo, l. Navarro, C. Mata, H. Bomet, B. Martí, M. C. Botella, A. Tranoy, M. Martínez, B. Kuoni, l. P. Garrido, C. Mantilla de los Ríos y M. Peinado, quienes nos proporcionaron o facilitaron el estudio de fragmentos inéditos de tejido y cestería o hicieron posible con su ayuda que este libro sea rnenos imperfecto; asimismo a los Directores y colaboradores de los Museos de Alicante, Barcelona, Cádiz, Cartagena, Granada, Huelva, Iaén, Murcia, SIP de Valencia, Zaragoza y Central Romano-Germánico de Maguncia, en el cual se nos dieron valiosas indicaciones sobre técnicas de conservación de textiles antiguos. Yalencia, octubre 1983

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No podemos ocultar en esta tal vez incompleta ralación nuestra gratitud al Museo Arqueológico Nacional de Madrid, en donde hemos encontrado siempre facilidades para la consulta y reproducción fotográlica de sus fondos, y en especial con su en otro tiempo máximo responsable, profesor Dr. M. Almagro Basch, de quien hemos recibido continuo aliento y orientación durante la preparación de este trabajo, que ve ahora la luz merced a la benevolencia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas a través del Instituto Español de Prehistoría y de su Director, Dr. Cristóbal Ven1,, a cttyos buenos olicios se debe la inclusión en la Bibliotheca Praehistorica Hispana de esta pequeña contribución a la historia de kt Península lbérica. Y, desde luego, todo mi afecto y mis mejores recuerdos de tantas horas de trabajo compartidas se dirigen en este instante a mi marido, I. Fernández Nieto, sin cuyo consejo y estímulo este libro hubiera sido un imposible.

LAS FIBRAS IJTILIZADAS EN LA RE.,ALIZACIÓN DE LAS MANUFACTURAS

CAPÍTULO I

LA A)

LA]VA

TnnurNorocín

f e lana fue conocida en la Antigüedad con el | ' no..rbr. de épLov po,r los griegos y con el de lana por los romanos. Naturalmente en ambas culturas esta fibra recibió otras denominaciones, que bien poseyeron carácter poético, como es el caso de ¡:ót"oc o r.r.txagr l derivado de réx
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