Técnicas, métodos y estrategias agrícolas.

July 24, 2017 | Autor: T. Rojas Rabiela | Categoría: HIDRÁULICA
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Descripción

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Técnicas, métodos y estrategias agrícolas Mesoamérica fue el escenario privilegiado de la aparición de una agricultura compleja y milenaria basada exclusivamente en el trabajo manual. Conocer las claves ambientales, técnicas y sociales de esta actividad resulta de mucho interés porque nos per mite comprender mejor el desarrollo y funcionamiento de aquellas sociedades, y así no limitarnos sólo a admirar sus logros intelectuales y arquitectónicos.

Digitalización: Raíces

Teresa Rojas Rabiela

La organización laboral prehispánica en veintenas y centenas a cargo de mandones perduró algunas décadas en el siglo xvi. Centurión o macuiltecpanpixqui, encargado de cinco cuadrillas de trabajadores. Matrícula de Huexotzinco.

Primera clave: la diversidad ambiental La diversidad ambiental del área mesoamericana se relaciona directamente con su carácter montañoso y con su ubicación en el límite norte de los trópicos, lo cual influye en los climas, que varían de tipos de latitudes medias a otros subtropicales y tropicales, que se reflejan a su vez en la distribución de la vegetación, los animales y los suelos. En materia de vegetación, Mesoamérica se sitúa en la intersección de dos reinos o dominios biogeográficos, lo cual permite la existencia de hasta 45 tipos diferentes de vegetación, con un 20 a 30% de endemismo (plantas que sólo se encuentran allí), de un total estimado de 30 000 especies (de acuerdo con Víctor Manuel Toledo).

Civilización y agricultura sin animales de trabajo

Continuidad de paisajes y prácticas agrícolas prehispánicas: plantación de magueyes en monocultivo o bien mezclados con frutales (probablemente tejocotes) en la zona cerril de Xochimilco, 1585. agn, Vínculos, vol. 279, exp. 1, f. 116, núm. 2964, 978/1604. Foto: agn 48 / Arqueología Mexicana

Una característica que hace única a Mesoamérica cuando la comparamos con las demás civilizaciones del mundo antiguo, como China, Mesopotamia o Egipto, es que aquí no hubo domesticación de animales con los que sus agricultores se ayudaran en las labores del campo y el transporte, o que dieran lugar a la ganadería. Esta peculiaridad imprimió al desarrollo social y político de Mesoamérica un sello propio, que probablemente desde el principio la orientó hacia la organización de la energía humana para realizar las diversas actividades, parti-

cularmente las relacionadas con la creación de infraestructura, así como a la transformación de los paisajes. En la agricultura, el trabajo manual dio lugar a un conjunto de técnicas y de estrategias de manejo que, junto con el mejoramiento fitogenético de las especies y la intensificación del uso del suelo lograda por medio de la irrigación y del aterrazamiento, dieron lugar al aumento progresivo de la capacidad productiva. Conocemos razonablemente bien los sistemas de organización social del trabajo de la época cercana a la conquista española, que eran dirigidos por los señoríos regionales y por los estados imperiales (tarasco, mexica), pero difícilmente podremos documentarlos para épocas anteriores. Se trata de un modelo posible según el cual las sociedades mesoamericanas habrían descansado en la movilización colectiva de la energía humana, así como en la capacidad de su agricultura para producir e incrementar los excedentes necesarios para su desarrollo. Enseguida se consignan algunas “claves” de esta “agricultura sin animales”.

Segunda clave: riqueza biológica y domesticación de plantas

Preparación de almácigos de flores con la coa o uictli de hoja: siembra y plántulas; uso de cántaro para irrigar a mano. Códice Florentino, lib. XI, f. 198v. Reprografía: Marco Antonio Pacheco / Raíces

El contacto milenario de las poblaciones de cazadores-recolectores con esta vegetación fue el marco que propició la domesticación de alrededor de 80 especies de plantas (el mayor conjunto después de China), iniciada hace aproximadamente 10 000 Técnicas, métodos y estrategias agrícolas / 49

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años. Este amplio repertorio es una de las claves de mayor importancia en el proceso civilizatorio de Mesoamérica, cuyo sistema gravitó alrededor del maíz, pero que tuvo muy cerca a frijoles (leguminosas), amaranto, calabaza, chilacayote, chayote, chiles, tomates, quelites, algodón, magueyes, nopales, jícama, camote, guacamote, cacao, aguacate, frutales (zapotes, guayaba, anonas, ciruelas, tejocote, capulín, guamúchil) y plantas de ornato, entre otras. Tercera clave: técnicas manuales Otra de las claves de la agricultura y de la producción de excedentes fueron las técnicas, métodos y prácticas agrícolas e hidráulicas, muchos de los cuales posiblemente nacieron a la par que se domesticaban las plantas, durante el periodo Protoagrícola o de agricultura incipiente (2000-1500 a.C.). La consecuencia inmediata de no contar con animales de trabajo fue la aplicación directa del trabajo humano en todas las tareas agrícolas, así como en los trabajos para construir y luego mantener las obras de irrigación, de rescate de suelos pantanosos e inundables, de creación artificial de zonas húmedas y de construcción de terrazas y bancales con el fin de conservar la humedad y ampliar las superficies de cultivo, entre los principales. El trabajo manual fue por igual el responsable del aumento de los rendimientos agrícolas, al aplicar a las tareas gran cuidado y atención, lo cual también tuvo efectos negativos pues los rendimientos del trabajo fueron bajos, apenas compensados por las buenas cosechas. Otro resultado de las prácticas manuales fue la creación de variedades y razas de las especies, sobre todo de las más importantes, a medida que los cultivadores las fueron adaptando a las variadas condiciones microambientales (horizontales y verticales), tras observar su comportamiento (por ejemplo su resistencia a la sequía, al exceso de humedad o al frío), o bien para satisfacer preferencias de sabor, consistencia, color u otros de índole alimenticio o simbólico.

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muy variada y está lejos de aquella vieja visión de una única y universal agricultura “de roza o milpa”, técnicamente uniforme, sencilla y con predominio del cultivo de maíz. Los sistemas agrícolas pueden agruparse en cuatro grandes conjuntos, de acuerdo con los siguientes criterios: intensidad

agrícola (frecuencia de uso del terreno a lo largo del tiempo), fuentes de humedad (lluvia, humedad, riego); formas de manejo agrícola durante el ciclo de producción (técnicas y métodos); instrumentos, inversión laboral, modificación de la topografía (terrazas, bancales, drenes), y obras de riego.

Los conjuntos eran los siguientes: 1) sistemas de temporal extensivos (forestales, con descanso largo); 2) sistemas de temporal de mediana intensidad (con descanso intermedio); 3) sistemas intensivos con labranza del suelo, y 4) sistemas especiales (huertos, huertas y plantíos de perennes).

Los instrumentos agrícolas Como no podía ser de otra manera en una agricultura manual, los instrumentos de trabajo lo eran también y fueron manejados por los campesinos de Mesoamérica con notable destreza, y de esa ma-

En la agricultura, el trabajo manual dio lugar a un conjunto de técnicas y de estrategias de manejo que, junto con el mejoramiento fitogenético de las especies y la intensificación del uso del suelo lograda por medio de la irrigación y del aterrazamiento, dieron lugar al aumento progresivo de la capacidad productiva.

Cuarta clave: los sistemas agrícolas Contrariamente a lo que se pensó durante mucho tiempo (un prejuicio sin mayor fundamento), la agricultura de Mesoamérica fue 50 / Arqueología Mexicana

El buen labrador y el mal labrador con el uictli o coa de pie a manera de pala. Códice Florentino, lib. X, f. 28v. Foto: Gerardo Montiel Klint / Raíces

Recolección y transporte de hijuelos de maguey para su posterior plantación. Códice Florentino, lib. XI, f. 200v. Digitalización: Raíces

nera compensaban una parte de la elevada inversión laboral. Entre los más importantes y generalizados estuvieron las hachas con hoja de pedernal, piedra o aleaciones de cobre, engastadas en madera. Se emplearon en la tala forestal cuando se abría un terreno al cultivo, o bien en la roza de la vegetación secundaria en los sistemas forestales o arbustivos ya estabilizados. Es posible que las hachas se enmangaran de otras maneras para emplearlas en tareas como los deshierbes y podas. Los instrumentos de cultivo propiamente dichos fueron básicamente de cuatro tipos, el primero de los cuales era el bastón o palo plantador de madera dura o endurecida al fuego, llamado en náhuatl uitzoctli, empleado sobre todo en los sistemas forestales con mínima alteración del suelo. Los otros tres se conocen con el nombre genérico de coas o uictin en náhuatl. Se utilizaron especialmente en los sistemas intensivos y de mediana intensidad, en los cuales el suelo se labraba en distintos grados. La gran mayoría eran de madera, pero a veces tenían hojas metálicas (de aleaciones de cobre) cuyos tamaños y diseños variaban. Los mejor identificados son los siguientes: 1) el uictli o coa de hoja, el de mayor uso y más ampliamente distribuido en Mesoamérica, tenía un mango que se extendía hasta formar una hoja plana más ancha, a veces como cuchillo, otras como triángulo o medio corazón. Era de uso múltiple puesto que además de usarlo en la agricultura, lo utilizaron en albañilería o para desazolvar canales; 2) el uictli o coa grande a manera de pala, de una sola pieza de madera, tenía una hoja triangular en ángulo recto al mango, descrita como “coa grande que le dan con el pie”; 3) el uictli axoquen o coa pequeña con mango zoomorfo a manera de palita corta, era de dos piezas, con un mango rematado con una figura tallada de mono, perro o ave. Otros artefactos que posiblemente se usaron en la agricultura fueron las navajillas de obsidiana, las rozaderas, los instrumentos para extraer céspedes (similares a las hachuelas pero con mango largo), los mazos, cuchillos y punzones, pero no las macanas o macuáhuitl como erróneamente han afirmado algunos. Técnicas, métodos y estrategias agrícolas / 51

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La irrigación fue sin duda el recurso que más influyó en el incremento de los rendimientos agrícolas, puesto que disminuía la incertidumbre en la agricultura de temporal y permitía cultivar tierras áridas con lluvia insuficiente, realizar más de un ciclo agrícola al año en climas templados y cálidos, o usar variedades más rendidoras de las plantas pero que requerían mucha humedad, entre otros beneficios. Un mapa del regadío en el siglo xvi nos muestra que, con excepción de las regiones con alta precipitación pluvial de la ver-

tiente del Golfo de México, la irrigación se practicó en gran parte del territorio agrícola de aquella época, ya fuera por no tener suficiente precipitación o bien para asegurar las siembras de temporal o aumentar los rendimientos. Los agricultores aprovecharon todas los recursos hídricos a su alcance y al de su tecnología, e incluyeron el caudal permanente o estacional de arroyos y ríos, el agua de lluvia, el agua subterránea con pozos someros, los parajes naturalmente húmedos y las áreas “rescatadas” con drenes (zanjas) en los pantanos y zonas inundables (chinampas y campos levantados). La irrigación por gra-

La agricultura de Mesoamérica contó con técnicas, métodos y prácticas muy diversos, con los cuales los cultivadores aprovecharon las variadas condiciones ambientales de su territorio para crear una exitosa agricultura, adecuada a las condiciones ambientales y tecnológicas de su época.

vedad, por infiltración o “a brazo” con cántaro, fue la responsable de la ampliación de las superficies cultivables, tanto como del aumento de los rendimientos agrícolas. Su importancia fue tal que ha hecho pensar a diversos especialistas que pudo haber sido uno de los factores causales del surgimiento de la civilización y del Estado en Mesoamérica (Karl Wittfogel, Ángel Palerm). El mapa muestra una constelación de sistemas hidráulicos de diversas escalas en la que predominan los pequeños y medianos, situados en los valles y llanuras intermontanos y en las laderas de algunas montañas, asociados con terrazas artificiales. Por su parte, los sistemas de humedad y drenaje estaban en las llanuras aluviales e inundables y en las cuencas endorreicas de los altiplanos centrales y de las tierras bajas del Golfo de México, sur de Yucatán y Centroamérica. Pero no todos los sistemas fueron pequeños o medianos, pues los hubo de grandes dimensiones, como el gigantesco complejo agro-hidráulico de la Cuenca de México que conocieron los españoles. Pero en todo caso, la irrigación y el drenaje en cualquiera de sus variantes y aun en las más sencillas, involucró tareas adicionales al trabajo agrícola propiamente dicho, como la excavación de zanjas y canales, la construcción de estructuras de varios tipos y el mantenimiento y reconstrucción periódica.

digados, ubicados en zonas con características diversas de suelo, humedad o topografía, que bien puede interpretarse como una forma de promediar los riesgos y de aprovechar las diferencias microambientales. Séptima clave: las prácticas a nivel de parcela Entre las prácticas a nivel de parcela estuvieron la asociación de cultivos anua-

les (policultivo), el escalonamiento y la rotación con plantas anuales y/o perennes. En los sistemas más intensivos se recurrió con frecuencia al uso de almácigos y al trasplante, al igual que a la incorporación de abonos verdes, limos, cenizas, fiemo de murciélago, excremento humano o nidos de hormiga. Con mucha frecuencia las milpas de anuales más estables tenían árboles, magueyes, nopales u otras plantas en su interior o alrededor,

Reprografía: Gerardo Montiel Klint / Raíces

Quinta clave: la irrigación

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Comentario final

Joven campesino yope o tlapaneco en la petición de la novia con su equipo de trabajo: mecapal para cargar, coa o uictli de hoja y hacha. Códice Tudela, f. 74r.

Sexta clave: las terrazas en un país montañoso

“A la tierra de riego la llaman atlalli, que quiere decir de agua o tierra que se puede regar”. Uso de la coa o uictli de hoja. Códice Florentino, lib. XI, f. 228r. Reprografía: Gerardo Montiel Klint / Raíces 52 / Arqueología Mexicana

Otra de las claves de la práctica agrícola en los omnipresentes paisajes montañosos, fue la transformación progresiva de sus laderas y cañadas con terrazas y bancales o metepantles (terrazas suaves con magueyes en las orillas), cuya finalidad era conservar la humedad y atrapar suelo. En algunas zonas las terrazas contaron con irrigación, pero esto no fue muy frecuente. Su construcción y posterior mantenimiento significaron, al igual que en las estructuras hidráulicas, una inversión laboral significativa, adicional a la práctica agrícola propiamente dicha, pero gracias a la cual los agricultores crearon paisajes de “alto rendimiento”. Otra estrategia interesante, conocida por fuentes del siglo xvi, consistió en que cada unidad productiva cultivaba terrenos desper-

a manera de setos o cortinas vegetales, que cumplían varias funciones. En los sistemas forestales extensivos o de mediana intensidad, los tocones de los árboles que se talaban para preparar los campos se dejaban para facilitar la regeneración del bosque luego de uno o dos ciclos de cultivo. Además de las milpas de anuales, hubo una gran variedad de sistemas agrícolas en los cuales se cultivaban perennes, en monocultivo (cacao, nopales de grana, aguacates, magueyes) o con mezcla de especies (huertas mixtas) de frutales y/u ornamentales. También fueron comunes los huertos domésticos, donde se intercalaban toda clase de plantas alimenticias, medicinales o de ornato, al lado de algunos animales domesticados (perros, meliponas y guajolotes) o silvestres que ahí se “cuidaban”. También eran los espacios para la experimentación y mejoramiento de las especies, en un ir y venir entre lo silvestre y lo domesticado.

De todo lo anterior puede concluirse que la agricultura de Mesoamérica contó con técnicas, métodos y prácticas muy diversos, con los cuales los cultivadores aprovecharon las variadas condiciones ambientales de su territorio para crear una exitosa agricultura, adecuada a las condiciones ambientales y tecnológicas de su época. Teresa Rojas Rabiela. Etnohistoriadora, especialista en agricultura e hidráulica prehispánica y novohispana, en tecnología y organización laboral de la época de contacto y en fotografía histórica de indígenas y campesinos mexicanos. Investigadora titular del ciesas. Para leer más…

Uictli axoquen o coa con mango zoomorfo usado en la región de la Sierra Nevada, Valle Poblano-Tlaxcalteca, Historia Tolteca-Chichimeca, f. 39r. Reprografía: Gerardo Montiel Klint / Raíces

Rojas Rabiela, Teresa, Las siembras de ayer. Agricultura indígena del siglo xvi, sep/ciesas, México, 1988. _____ , “La agricultura en la época prehispánica”, en La agricultura mexicana desde sus orígenes hasta nuestros días, cna/Grijalbo, México, 1991, pp. 15-138. _____ , “De las muchas maneras de cultivar el maíz”, Arqueología Mexicana, mayo-junio, vol. V, núm. 25, 1997, pp. 24-33. _____ , “El agua en la antigua Mesoamérica: usos y tecnología”, en Teresa Rojas Rabiela, José Luis Martínez y Daniel Murillo Licea (eds.), Cultura hidráulica y simbolismo mesoamericano del agua en el México prehispánico, imta/ciesas, México, 2009, pp. 13-153. Whitmore, Thomas M., y B.L. Turner II, Cultivated Landscapes of Middle America on the Eve of Conquest, Oxford University Press, Gran Bretaña, 2001.

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