Tan modernas en la casa como en la calle. Arquitectura, domesticidad y género a través de las revistas femeninas (1900-1936)

July 24, 2017 | Autor: C. De Pedro Álvarez | Categoría: Women's History, Historia de la Arquitectura, Historia De Las Mujeres, Historia de género
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Descripción

Tan modernas en la casa como en la calle: arquitectura, domesticidad y género a través de revistas femeninas (1900-1936)

Sánchez Laforet, José María; de Pedro Álvarez, Cristina. Cristina de Pedro Álvarez, Licenciada en Historia y Máster en Historia Contemporánea. Especialización en Historia Urbana e Historia de Género. Universidad Complutense, Madrid, España. José María Sánchez Laforet, Arquitecto por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. Universidad Politécnica de Madrid. Madrid, España.

Matrices: 2nd Congress on Architecture and Gender 18-21 marzo 2015

Abstract. "¿Quién desconoce la preocupación, casi la pesadilla, que se ha adueñado de muchas amas de casa porque, por mucho que se esfuercen, no consiguen tener su vivienda arreglada como la concebían ni logran el hogar plácido que ansiaron? ¿Es posible adoptar en el hogar métodos de trabajo que ahorren tiempo y energía y eviten a la amas de casa tantos disgustos como les acarrea el buen propósito de tener para los suyos un hogar agradable, un hogar que no invite a buscar substitutivos fuera?" (Nuestros Hogares, 1935) En junio de 1935, el número 16 de la revista femenina mensual Nuestros Hogares, en su sección La Casa, iniciaba así un revelador artículo titulado “La organización científica del trabajo doméstico”. En él, se proveía a las lectoras de una serie de pautas para solventar la falta de rendimiento en las actividades del hogar mediante la racionalización de la vida doméstica. Por ello, dicha sección de la revista incluía en todos sus números consejos para la modernización de la casa, del mismo modo que se preocupaba por la divulgación de un tipo de vivienda en la que se aplicasen esos mismos parámetros modernos al diseño arquitectónico. Bajo su lema “El hogar se desploma, ayúdanos a sostenerlo y mejorarlo”, la revista entendía que la arquitectura tradicional no podía seguir siendo soporte de los modos de vida asociados a los nuevos tiempos, por lo que se hacía necesaria su modernización. Es el objeto de esta investigación analizar el papel que jugó la categoría de género en el proceso de difusión propagandística, aceptación y desarrollo de la arquitectura moderna en la España del primer tercio del siglo XX. Para ello se analizará el discurso que sobre mujer y hogar emanaba de publicaciones femeninas como Nuestros Hogares, Ellas, La mujer en su casa, Revista de Oro: Magazine del Hogar y otros números similares, entendiendo éstas como espacios de desarrollo dialéctico de una arquitectura moderna aún embrionaria y nuevos patrones de comportamiento femenino respecto a la casa en pleno proceso de gestación.

Keywords. Mujer moderna; Arquitectura; Revistas femeninas; Género; Vivienda moderna.

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Género y Arquitectura. El 10 de mayo de 1928, el periódico El Sol recogía un artículo titulado “Casa y Casada”, en el que el artista, escritor y crítico José Moreno Villa, ante la inminente visita del arquitecto suizo Le Corbusier, recapacitaba sobre un aspecto fundamental de la arquitectura doméstica de los nuevos tiempos: "Cuando los arquitectos se plantean seriamente la razón de la casa o, mejor dicho, su racionalidad, surge la mujer. Se ve que son dos términos inseparables y que el arquitecto ha de contar con ella si ha de acertar con la razón doméstica. Tan verdad es esto que piensa uno si el valor creciente de la arquitectura de hoy se deberá al valor creciente de la mujer en nuestra vida. No diremos cuál empuja a cuál, pero sí que cuando una sube en la atención sube también la otra" (El Sol, 1928). El artículo de Moreno Villa ponía sobre la mesa una cuestión clave: la influencia de la mujer en la reflexión arquitectónica y, en concreto, en las nuevas concepciones sobre vivienda que venían de la mano del naciente paradigma de la arquitectura moderna. Tal y como explicaba, pensar en vivienda era pensar en mujer. Y era, por tanto, pensar en clave de género. Hoy por hoy, el proceso de difusión, aceptación, generalización y consolidación de estas nuevas concepciones sobre vivienda en la España del primer tercio del siglo XX puede considerarse un fenómeno ampliamente estudiado. Numerosas investigaciones han desentrañado las complejidades que encarnó este proceso, revelando cuales fueron sus principales vertientes y direcciones, exponiendo los principios fundamentales en los que se asentó y dando a conocer a sus más destacados protagonistas e hitos arquitectónicos de la época. Sin embargo, aún son escasos los estudios que han enfocado este fenómeno a través de una perspectiva de género. Esto es, que se hayan planteado, como ya en los años veinte, si jugaba o no el género un papel en el proceso de gestación y desarrollo de la vivienda moderna en España. Dar respuesta a este interrogante es lo que hemos intentado llevar a cabo a través de este pequeño estudio. Conscientes de las innegables aportaciones que ha traído consigo la incorporación de la perspectiva de género a la investigación histórica, entendimos que desplegar esta mirada podría ayudarnos a contestar esta pregunta, pero también a detectar ciertos aspectos de este proceso hasta ahora desconocidos e incluso a generar un nuevo examen crítico del discurso imperante (Scott, 2008, 52). Y no nos equivocamos. A través del análisis de las revistas femeninas de la época nos dimos cuenta no sólo de que estas constituyeron eficaces medios de difusión de un discurso en el que las ideas y concepciones sobre la casa moderna ocupaban un espacio relevante, sino también de que esas nuevas ideas sobre el hogar corrían paralelas al surgimiento de un nuevo ideal de mujer y feminidad que empezaba a adquirir un peso creciente con los aires del nuevo siglo. Qué forma adoptó ese nuevo discurso sobre vivienda y cómo se desarrolló la relación entre este y el nuevo modelo de mujer son cuestiones que se irán desplegando a lo largo de las siguientes páginas y que servirán al lector para acercarse a un tema hasta ahora no demasiado atendido, pero que esperamos, de alguna manera, haber contribuido a vislumbrar.

De revistas, casas y mujeres modernas. La nueva arquitectura en España. Fueron fundamentalmente los arquitectos de la llamada Generación del 25 los que se encargaron de cultivar en España las nuevas ideas sobre el hogar y la vivienda moderna que aparecerían posteriormente en las publicaciones femeninas. Higiene, sencillez, funcionalismo, racionalidad, objetividad o adecuación eran algunos de los principios que defendían estos jóvenes profesionales, entre los que se encontraban personajes de la talla de Fernando García Mercadal, en línea con el Le Corbusier más purista y maquinista y con la Bauhaus más experimental, o de Luis Lacasa, Manuel Sánchez Arcas, Carlos Arniches y Martín Domínguez, más próximos éstos a la arquitectura depurada de Behrens, Bonatz o Tessenow y a los arquitectos norteamericanos. 2

Independientemente de la rama a la que pertenecieran, todos estos arquitectos compartían similar diagnóstico sobre la situación de la vivienda. El espacio doméstico a principios de siglo seguía anclado a la idea de la apariencia, tanto en las fachadas como en sus interiores. El hogar estaba hecho para representar un modo de vida y un estatus, por lo que los mejores lugares de la casa estaban destinados a los visitantes y a los actos sociales, más que al desarrollo confortable de las actividades cotidianas. Además, las condiciones higiénicas seguían siendo deficientes, ya que la mayoría de espacios carecían de una adecuada ventilación o de luz natural, especialmente en la vivienda popular (Diéguez Patao, 2006, 91). Frente a esta situación, el esfuerzo de todos ellos, canalizado a través de las revistas especializadas (Arquitectura, AC. Documentos de Actividad Contemporánea) y de la prensa intelectual de la época (El Sol, La Gaceta Literaria), fue enfocado a defender una vivienda saludable, sencilla, bien distribuida y funcional, en la que se eliminara todo lo superfluo que aumentara costes en detrimento del confort. Aunque desde diferentes enfoques lo que buscaban era, en definitiva, modernizarla, adaptarla a los nuevos modos de vida y a las nuevas técnicas constructivas. Tal y como expresaban Arniches y Domínguez: "En general, hay un estancamiento de la vivienda en España, con relación al progreso experimentado en otros órdenes. Parece incomprensible que gente que anda en Rolls y viste en Wosth o Camin, exija a sus arquitectos una casita barroca o renaciente" (La Gaceta Literaria, 1928).

El hogar y la vivienda a través de las revistas. Como decíamos, todas estas concepciones sobre vivienda encontraron firme acomodo en las revistas femeninas de la época. Publicaciones como Nuestros Hogares, Ellas: Semanario de las Mujeres Españolas, Elegancias, Revista de Oro: Magazine del Hogar, Mundo femenino, Cultura Integral y Femenina, La Dama y la vida ilustrada o El Hogar y la Moda asumieron estas premisas, aplicándolas a ámbitos que se entendían más directamente vinculados con la mujer, tales como el mobiliario, la decoración, la organización de las tareas domésticas o la limpieza. Si bien durante los primeros años del siglo XX aparecían alusiones a la vivienda funcional en algunas revistas como La dama y la vida ilustrada, que reivindicaba el empirismo de la casa inglesa pero seguía ilustrando sus páginas con un interiorismo aún decimonónico, las primeras manifestaciones de un discurso moderno las encontramos ya en los años veinte, en títulos como Revista de Oro. Magazine del Hogar y Elegancias. Estas revistas se hicieron eco de los postulados higienistas y funcionalistas, y calificaron como modernas todas aquellas viviendas cómodas, bien orientadas, con abundante luz y buena ventilación. Así se ve reflejado en las secciones y artículos que se ocupan de los aspectos más funcionales del hogar, como “Novedades de cocina” (Fig. 1) o “El lavado mecánico de la ropa en casa” en los que prima un discurso racional que pretende contribuir a la eficiencia de las tareas domésticas en beneficio de las amas de casa.

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1 – “Cómo se simplifica el itinerario para servir a la mesa”. Revista de Oro Magazine del Hogar, 1925.

Sin embargo, en lo que se refiere a la estética, la decoración y el mobiliario encontramos aún en estos años grandes contradicciones tanto en las imágenes como en el discurso, ya que, si bien todo se calificaba de moderno para valorizarlo y se defendía lo práctico y confortable, en la mayoría de los casos sus secciones dedicadas a estos temas se nutrían todavía de interiores excesivamente recargados y de muebles demasiado opulentos. (Fig. 2) Aun así, en algunos números encontramos ya espacios que tienden más hacia líneas sencillas y a la depuración de elementos decorativos, del mismo modo que se aboga por nuevas formas de entender ciertas habitaciones, como es el caso de la progresiva desaparición del tradicional salón de recepciones en favor de la moderna sala de estar. Así lo ejemplifica un artículo de Elegancias titulado “El hogar moderno”.

2 – “El hogar moderno. Sala de estar”. Elegancias, 1926. 4

Es a partir de los años treinta cuando un mayor número de revistas femeninas reflejan cómo los nuevos planteamientos funcionalistas y racionales han ido calando hasta el punto de afectar al mobiliario y el interiorismo, de modo que ya no se concibe la posibilidad de que una casa sea cómoda, útil y moderna si sus muebles y su decoración no se adecúan a una estilización y sencillez de líneas que se alejen de la imitación de estilos pasados. Lo moderno es la comodidad y el confort, y sólo una estética depurada y limpia es capaz de expresarlo. Así lo demuestran revistas como El Hogar y la Moda, en cuya sección de “La Casa Bella” encontramos artículos como “El hogar moderno”, “Sala de estudio” o “Arreglo del hogar”, los cuales representan y defienden una imagen de la casa moderna mucho más ajustada que sus predecesoras de los años veinte. "Por fortuna hemos desechado ese inútil y molesto fárrago y no aceptamos más que muebles cómodos y de sobria elegancia, en un marco del que ha desaparecido todo cuanto no es estrictamente necesario. En la misma arquitectura se echa de ver esta influencia" (El Hogar y la Moda, 1934). Destacan también en esta sección líneas como las de “El recibimiento”, dedicadas a los nuevos tipos de funciones para suplir antiguas piezas: "Esta habitación ha tomado un nuevo aspecto, pues ha dejado de ser exclusivamente un recibimiento y casi puede considerársele como una salita de paso, que se nos descubre discretamente, cuando por sus dimensiones permite ser un hall" (El Hogar y la Moda, 1935). Y Junto a ellas otros, como “Elogio de la cocina” y “Cocina moderna” o “Rincón de estudio moderno" (Fig. 3).

3 – “La cocina moderna”. El hogar y la moda, 1930.

De especial relevancia en esta revista es, finalmente, una sección titulada “Nuevo modelo de casita moderna”, (Fig. 4) que reproduce un proyecto completo de arquitectura en dos páginas: "Gracias a los actuales procedimientos de construcción y a las modernas concepciones de 5

nuestros arquitectos, la casa se ha reducido a una masa cúbica que, sin perjuicio de permitir alcanzar el máximo volumen, da también el máximo de luz y de higiene por el mínimo de gasto" (El Hogar y la Moda, 1932).

4 – “La Casa Bella. Nuevo modelo de casita moderna”. El hogar y la moda, 1932.

En esta misma línea, pero con una carga reflexiva mucho mayor, encontramos la revista Ellas: Semanario de las Mujeres Españolas. Se trata de una publicación femenina de carácter marcadamente conservador, cuyo compromiso político hace enfocar el discurso de la vivienda hacia la protección de los valores tradicionales de la familia y el hogar. Así lo vemos en un revelador artículo titulado “La arquitectura moderna y el hogar” (Fig. 5) en el que, sin dejar de elogiar los avances en cuanto a higiene y salubridad se refiere, se alarma a las lectoras del profundo peligro al que se encuentran sometidos dichos valores como consecuencia de la modernización de las viviendas: "Pero no puedo menos de llamar la atención respecto de la manera de distribuir la casa, por considerarlo como un síntoma muy significativo de la moderna tendencia racionalista del hogar, pues se llega a convertir éste en una especie de departamentos de trasatlántico, en poco más de unas cabinas de ferrocarril norteamericano, suprimiendo aquellas habitaciones que sirven para vida de familia. (...) Lectoras de ELLAS: NO os dejéis sugestionar por estas modernas tendencias; aceptad en vuestras casas todos los avances, todos los adelantos, todas las modas arquitectónicas que no destruyan el verdadero hogar" (Ellas: Semanario de las Mujeres Españolas, 1932).

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5 – “La arquitectura moderna y el hogar”. Ellas, 1932.

Un tono de alarma, sin embargo, que contrasta notablemente con la aceptación de la sencillez, depuración y confort modernos del mobiliario, así como por nuevas funciones en la casa, tal y como vemos en la sección “Decoración e interiores” (Fig. 6) o en artículos como “La moda del bar en la casa”.

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6 – “Decoración e interiores”. Ellas, 1932.

Paralelamente, el discurso propiamente higienista se había ido consolidando también a lo largo de la década de los años veinte, de manera que son muy comunes, durante los años posteriores, las alusiones a la tecnología y la eficacia en las tareas domésticas, así como el afán por educar y formar a la mujer, desde el mayor rigor científico y racional, en el desempeño de las labores del hogar. Son evidencia de ello revistas como Cultura integral y femenina y Nuestros hogares, que a pesar de presentar inclinaciones ideológicas claramente contrapuestas, coinciden en la premisa de que la higiene y la racionalización de la vivienda habían de ser el eje central de la modernización de los hogares y de que la mujer debe estar correctamente formada para llevarlas a cabo. La perspectiva higiénica de Cultura Integral y femenina abarca desde consideraciones urbanísticas, sociales y políticas hasta la distribución y el interiorismo del hogar, pero nunca desde supuestos estéticos o estilísticos sino únicamente científicos y racionales. Así, en el artículo titulado “La higiene del hogar en la lucha contra la tuberculosis” podemos apreciar cómo el elogio del mobiliario moderno se basa en la superioridad higiénica que representa frente a cualquier otro, relegando a un segundo plano las cuestiones de moda o estilo: "En cuanto al mobiliario del hogar afecta, es evidente que la moderna industria ha creado formas nuevas, que podrán ser discutidas desde el punto de vista de la estética, pero cuya superioridad no puede serlo desde el de la higiene. (…) Suprimid, pues, del hogar lo inútil y curaos, por tanto, mujeres españolas, de ese culto fetichista del trasto inservible y del pingajo, guardadores del polvo y estorbos sempiternos" (Cultura Integral y Femenina, 1933). En una línea similar, la revista Nuestros Hogares, publicación oficial de la “Asociación Española para las Ciencias del Hogar” (Fig. 7), encauza lo que llama la "lucha por el resurgimiento del hogar español, mediante la adecuada preparación de las amas de casa presentes y futuras" (Nuestros Hogares, 1935), una preparación basada en la aplicación de métodos eficientes y racionales al desarrollo de los trabajos del hogar.

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7 – “Interiores modernos”. Nuestros Hogares, 1935.

En este sentido, la colaboración en sucesivos números del destacado psicólogo José Mallart, a través de su sección titulada “La organización científica del trabajo”, fue fundamental para la consolidación y materialización de este discurso. "Es preciso racionalizar la vida del hogar de acuerdo con las necesidades económicas, sociales y espirituales de nuestra época. De este modo, conseguiremos que el hogar cobre una nueva vitalidad, compensadora de la antigua que, inevitablemente, va perdiendo" (Nuestros Hogares, 1935). Además, son recurrentes las alusiones en las que se equiparan la casa y la fábrica en términos de producción, rendimiento y eficacia: "A veces, en menos tiempo, en ocho horas, en una fábrica de calzado bien organizada se producen seis pares de zapatos de calidad (…) ¿Es posible adoptar en el hogar métodos de trabajo que ahorren tiempo y energía y eviten a las amas de casa tantos disgustos?" (Nuestros Hogares, 1935) Una postura verdaderamente maquinista, en la misma línea que el taylorismo industrial y aplicable tanto a la realización satisfactoria de las tareas del hogar, como a la distribución de la vivienda: "Hace falta una vivienda funcionalmente dispuesta, concebida según los principios de la moderna vida racionalizada, que permita la utilización de las dependencias en un orden circulatorio de máxima comodidad, significada principalmente en el ahorro de pasos, de tiempos y de movimientos inútiles. En esto tenemos que confiarnos a los arquitectos" (Nuestros Hogares, 1935). Se trata, en definitiva, de la búsqueda de un funcionalismo racionalista amparado por la ciencia e influenciado por la industria, que pretende llegar a cada rincón del hogar con el fin de mejorar la vida individual y familiar, y para el que la forma y la estética no son el objetivo, sino la consecución de unos estándares de confort modernos. La “máquina de habitar” corbuseriana intentaba ponerse en marcha, y curiosamente pareció encontrar mayor recorrido, coherencia y pureza en publicaciones femeninas como esta que en las revistas de arquitectura de la época. (Fig. 8).

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8 – “Escuela del Hogar”. Nuestros Hogares, 1935.

Mujer moderna, vivienda moderna. La presencia de estas notas y reflexiones sobre la nueva forma de entender la arquitectura doméstica en las revistas femeninas de la época atendía a una razón evidente, vinculada al discurso de género que imperaba sobre la mujer en aquellos años. Efectivamente, si algo tienen en común todas estas revistas es la idea de que el hogar, la casa, es un ámbito de actuación y responsabilidad femenina. Esta concepción, enraizada en la teoría decimonónica de las dos esferas (Perrot, 1993, 31-90.) y encarnada en España en el famoso modelo del Ángel del Hogar (Gómez-Ferrer Morant, 2002, 194-196) parecía conservar su vigencia a pesar de los paulatinos cambios que los roles e identidades de género estaban experimentando a lo largo del primer tercio del siglo XX (Aresti, 2001, 91-115). Durante estas agitadas décadas, la llamada New Woman o Mujer Moderna se erguía como un modelo de mujer trabajadora, sexualmente liberada, políticamente consciente y culturalmente formada, que en muchos aspectos constituía un desafío respecto a las actitudes y valores que tradicionalmente se habían asociado con lo femenino: "El arquetipo de la mujer de ahora es que es muy moderna, audaz, cosmopolita, es la mujer flor de la civilización, que sabe ir sola a todas partes, que lleva en la memoria la gaceta de la moda y en los labios la sonrisa elegante y espiritual del flirt. Ella sabe vestirse bien y conversar mejor, no se asusta del mallot, y saborea el cigarrillo y conoce las contorsiones del shcimmy y bebe discretamente de todos los vinos y sabe escuchar una declaración de amor en tres idiomas distintos" (Elegancias, 1923). Sin embargo, a pesar de su visible carácter transgresor, este nuevo modelo de mujer, que había terminado por cristalizar tras el desbarajuste de roles experimentado como consecuencia del contexto creado por la Primera Guerra Mundial (Thébaud, 1993, 31-90), no había logrado desprenderse de aquellas tradicionales concepciones que la ligaban inexorablemente al hogar y a la vida en familia, concepciones que además experimentaron un afanoso intento de reforzamiento en los años posteriores a la finalización del conflicto bélico (Nielfa, 1999, 69).

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La casa se entendía, por tanto, como un asunto femenino. Así lo afirmaba, por ejemplo, la revista Elegancias en su edición de junio de 1924, y así lo corroboraban todas las demás publicaciones, independientemente de cuál fuera su inclinación ideológica: "Porque a nosotras es a quienes corresponde crear el hogar en todos los sentidos empezando por el de la belleza y el orden. Más aún: la mujer debería encargarse no solo de la aprobación de los planos de la casa sino de impedir que la cojan por su exclusiva cuenta los decoradores" (Elegancias, 1924). Ahora bien, este binomio mujer-hogar, aunque arcaico en su naturaleza, aparecía en estas publicaciones revestido de un fresco aire de modernidad. La mujer, garante del bienestar del refugio familiar, era concebida en todas estas revistas como la encargada de poner en marcha una remodelación del hogar -y de las tareas que a él iban asociadas- que garantizase su adaptación a los nuevos tiempos: "Somos hoy mujeres modernas, que pedimos el voto, queremos ser diputadas y concurrir a los matchs de tennis, seamos también cocineras modernas y que nuestra cocina esté a la altura de nuestro estudio, de nuestra cultura y de nuestras flamantes conquistas. Que la cofia de nuestras antepasadas sea reemplazada por el cabello corto (…) a tenor de estas renovaciones, renovemos también el arte culinario, instituyendo reglas prácticas (…) eso es modernizarse" (Revista de Oro: Magazine del Hogar, 1925). Y es que el advenimiento de la Mujer Moderna, especialmente por su mayor presencia en el espacio público y por su acomodo en empleos y trabajos hasta entonces dominados exclusivamente por hombres, fue sentido en aquellos años como un peligro para la supervivencia del hogar doméstico tal y como era concebido: "La civilización lo ha trastornado todo. Ha lanzado a la mujer fuera de su casa, ya que hoy no basta con el trabajo del hombre para sostener el automóvil, los trajes lujosos, etc., Y la mujer entretenida con las cosas de fuera empieza a descuidar, más de lo conveniente, los pequeños detalles (mejor sería decir grandes) de la verdadera felicidad: la casa limpia y ordenada, la comida sana y sabrosa, la dirección suave y cariñosa de los hijos y de la servidumbre" (Nuestros Hogares, 1935). Ante esta situación y ante la fuerza e inevitabilidad del cambio, las revistas claman por la necesidad de modernizar el hogar para evitar su desmoronamiento y desaparición. Se busca modernizarlo para tratar de hacer de él algo bello, agradable y atractivo, para desvincularlo del pasado y convertirlo en algo propio de los nuevos tiempos. En definitiva, se pretende transformar el hogar para que en vez de como un lastre, sea entendido como uno de los signos de identidad de la mujer moderna: "Los que viendo que el hogar se cambia, se crea, se renueva, claman que se derrumba; los que advierten que se torna distinto del que ellos conocieron, por perdido lo lloran ¿Cómo no ven, obcecados o ilusos, que precisamente renovación es vida, savia nueva? ¿Que solamente se hace ruina lo estático y el hogar no es sólo la casa, las paredes, sino el corazón que late dentro de ellas? Así el hogar no muere, renace de sí mismo (...) Es recinto, pero no fortaleza. La mujer tiene hoy en él más que nunca su sitio, y mejor que nunca puede hacer de él su obra de arte (...) Y conoce lo que el hogar vale como refugio y como santuario. Y sabe lo que su compañero -el hombre, polvoriento del camino, azotado por todas las tempestades- espera hallar en su recinto. Y más y mejor que la mujer de ayer (reclusa, forzada, del hogar) la mujer de hoy (voluntaria constructora del hogar) está capacitada para dárselo" (El Hogar y la Moda, 1935).

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Modernidad doméstica en desarrollo. El género, por tanto, había jugado su papel. El propio hecho de que las revistas femeninas de la época sirvieran de soporte para la difusión y divulgación de la nueva forma de entender la arquitectura doméstica evidenciaba por sí mismo esta realidad. Teniendo en cuenta que en la España de aquella época -salvando las excepciones de Matilde Ucelay y otras pioneras (Vílchez Luzón, 2013, 191-204)- la arquitectura era una profesión y un campo de saber copado exclusivamente por hombres, ¿Por qué, entonces, se hacía a las mujeres partícipes de las nuevas concepciones arquitectónicas de la casa moderna? Sólo una mirada de género puede resolver este interrogante: porque en esas primeras décadas del siglo XX -a pesar de que los modelos e ideales de género estaban empezando a experimentar una tímida transformación- el rol femenino imperante hacía que las cuestiones relacionadas con el hogar y la vivienda fuesen aún consideradas terreno propio de las mujeres y, por tanto, tal y como afirmaba Moreno Villa, era necesario contar con ellas si se quería acertar con la razón doméstica. Pero además, las revistas femeninas constituyeron también espacios de visibilización de una estrecha relación entre la consolidación de estas nuevas ideas y concepciones sobre la vivienda y el surgimiento de ese nuevo ideal de mujer moderna. Una relación compleja, perceptible sólo tras una lectura conjunta, en la que un fenómeno no podía entenderse sin el otro y ambos se movían, a la vez, en un contexto profundamente marcado por un fuerte choque entre modernidad y tradición, característico de la España de aquellas décadas, cuyas inmediatas manifestaciones tanto podían entreverse en las cubiertas, fachadas y distribución de las nuevas casas modernas, como en las formas de vida y feminidad que se desarrollaban en su interior.

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Publicaciones periódicas consultadas. Cultura Integral y Femenina (1933-1934). Elegancias (1923-1926). El Hogar y la Moda (1926-1936). Ellas. Semanario de Mujeres Españolas (1932-1934). La Dama y la Vida Ilustrada (1908-1911). Mundo Femenino (1934-1936). Nuestros Hogares (1934-1936). Revista de Oro. Magazine del Hogar (1926-1927).

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SCOTT, J. (2008). Género e Historia. México: Universidad Autónoma de Ciudad de México. THÉBAUD, F. (1993). La Primera Guerra Mundial: ¿la era de la mujer o el triunfo de la diferencia sexual? En G. Duby & M. Perrot (Coord.), Historia de las mujeres en Occidente (Vol. V, pp. 31-90). Madrid: Taurus.

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