Tafsir, luga y bayan: tres aspectos del i\'yaz coránico, tres instrumentos de traducción

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Descripción

LUIS CIIARLO BREA (ed.)

REFLEXIONES SOBRE

LA TRADUCCIÓN Actas del Primer Encuentro Interdisciplinar "Teoría y Práctica de la Tbaducción" Cádiz del29 de marzo al I de abril de 1993

SERVICIO DE PUBLICACIONES UNIVERSIDAD DE CÁDTZ

t994

Colaboradores. Secretarios del Encuentro. Joaquín L. Navamo Iópez Manuel Díaz Gito.

Al cuidado

de los caracteres griegos: Tomás Si]va Sá¡chez.

@ Luis CHARLO BREA y Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz Edit¿: Servicio ile Publicaciones de la Universidad de Cádiz y Luis CHARLO BREA Diseño Portaila: CREA§IIIR Depósito Legal: CA-1096/94

I.S.B.N.: 8/.7786-2L5-¡'*

Imprime:JEIÉM?MENd

artes gráficas, S.L. - Cáü2.

TAFSIR, LUGAY BAYAN: TRES ASPECTOS DEL IYAZ CORÁIüCO, TRES INSTRUMENTOS DE TRADUCCION Nicolás ROSER NEBOT Uniuersidad de Málaga

El i'yaz (incapacitación, inhabilitación) es, como resulta eüdente, un tér¡rrino árabe, y consiste en el carácter de especificidad de un texto con respecto a Ia imposibilidad o, al menos, la extrema difrcultad, de alcanzar una producción semejante en calidad y cantidad. Aunque se trata de un concepto aplicable, en principio a cualquier texto o producto lingüístico, su personalidad como tal aparece y se consolida (como sucede con la lengua árabe en sí) a Ia par que se desarrolla la del fenómeno lingüístico-social que constituye el Corán, al-Qur'an, la Recitación por excelencia. El Corán es el texto sagrado donde tiene su base y su origen no sólo la ideología islámica en tanto que doctrina o presupuestos sino también toda una concepción existencial del mundo y del hombre. Y, entre los elementos que conforman esta concepción existencial se halla, en primer lugar y como piedra angular, Ia idea de lenguaje, la de lengua, la de competencia lingüística, la de acto de habla o de lengua y Ia larga serie de derivaciones, interrelaciones y variantes de ellas.

EI Corán es, antes que nada, un milagro. Es el milagro que Dios, según cree el Islam, concedió a Mahoma, Muhammad, como 627

prueba fehaciente de su misión profética ante sus contemporáneos. Los otros profetas, como Moisés o Jesús (hablamos siempre desde el punto de üsta del Islam y no de creencias personales en nadie), también tuvieron sus milagros como argumentos sustentadores de la verdad y de la justicia de sus actuaciones. Pero sus milagros fueron de naturaleza distinta al que Dios dispuso para Muhammad. Fueron milagros ffsicos, limitados espacial y temporalmente por su carácter de acciones puntuales sobre los elementos de Ia Naturaleza (eI caso de Moisés) o sobre la alteración de situaciones biológicas determinadas por una trayectoria ütal (el caso de Jesús). IJna vez ocurridos sólo queda su rememoración y recuerdo, sin duda edificantes, pero que no posibilitan, en modo alguno, la repetición de los mismos. EI Corán, en este aspecto de milagro, es distinto en su esencia y en su influencia sobre su entorno inmeüato. No centra su condición de hecho extraordinario en su momento histórico, au.nque su papel fuera de ruptura entre dos estadios de civilización. Por el contrario, su realidad ininterrrrmpida a través de su presencia como corpus textual sigue ocasionando reacciones y reflejos a lo largo de su vigencia socio-lingüística en las comunidades islámicas que se forman en el devenir temporal hasta nuestros días. El Corán sigue estando presente entre nosotros y continúa siendo accesible a nuevos anáIisis y reflexiones aprovechando la experiencia acumulada en estas tareas con el paso del tiempo y la aparición de múltiples elementos civilizatorios, no sólo en el Islam como cultura, sino en la ecuméne humana en su conjunto. Dado que el Islam pretende ser la versión frnal y definitiva del mensaje transcedente de Dios hacia eI hombre, requería para su confirmación de un milagro que concluyera, de modo irreversible, el ciclo de la profecía para siempre jamás. Ese argumento debía ser irrefutable y, para alcanzar ese objetivo, debía ser permanente en su manifestación para todo aquél que se acercase a su contemplación sin que, con el transcurso de los siglos, se viera mermada la contundencia de sus propuestas. Y ese es el motivo de la existencia del Corán tal como nosotros lo conocemos. Es decir, un €o{pus textual cuyo contenido y forma conducen a un estudio y reflexión constantes y sin fin, individual y colectivamente. Esto puede suceder con cualquier texto, aunque en su inmensa mayoría son el medio para un frn externo a su propia contextura. Pero en el Corán ésa es latazón de SU SET:

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"[Jn libro que hemos hecho descender, bendito, sobre tí para que ponderen sus signos y para que los dotados de entendimiento reflexionen sobre é1"(1) ¿Y por qué un libro? En realidad el Corán no es un libro tal como lo entendernos en la actualldad. Al-Qur'an signifrca la recitación, la declamación, el discurso recitado. Su génesis se encuentra en un hecho de habla según Ia distinción hecha por Saussure, en Ia que la competencia lingüística se pone en práctica. Y es en esa competencia lingüística donde reside el milagro del Corán, tanto para sus contemporáneos, musulmanes o no, como para quienes les siguieron de entre los adeptos al Islam. Porque el corán se plaltea como un desafío a la competencia lingüística de los árabes en la producción de discursos en su propio idioma. Mu'§iza es el equivalente árabe de rnilagro(''}. Etimológicamente un participio presente femenino del verbo a'§aza que posee eI sentido de incapacitar, inhabilitar, desalentar. Conceptualmente, indica el suceso de un hecho que desconcierta la capacidad de entender las causas de su propia realidad aún üslumbrado Ia posibilidad de que se dé y constatando tanto su existencia como Ia imposibilidad de su sustitución por algo semejante. Al mismo tiempo propone un reto en la igualación de sus logros: 'Y no le es dado a nadie, ni en los Cielos ni en la fierra, poder, a Dios, inhabilitarle en su actuación, pues El conoce y es capaz"(,) 'Arab, árabes, posee el sentido original de "aquellos que se saben expresar correctamente" y se halla en contraposición a'ayam, "aquellos que son confirsos en el discurso", es decir, los no árabes' Los árabes se consideraban, y se consideran aún hoy, como los dotaes

(1) Qur'án, XXXV|ll, 29 (en mi traducción. A partir de aquí y en adelante m.t.) (2) Al-Qu(ubi, en su comentario del Corán, indica que para que un hecho sea

considerado mu'yiza precisa reunir cinco condiciones: a) - Que sólo Dios sea capaz de realizarlo. b). Que suponga la alteración de las leyes naturales. c). Que sea propuesto por quien pretende haber recibido el mensaje de Dios' d). Que suceda de acuerdo a lo propuesto por el que lanza el desafío para qu

e). de Al-QurtubT, al-iami' li-al1kám (3) Qulán, XXXV, 44, m.t.

ión, nada Parecido a lo que el calidad de milagro.

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, rn.l.

dos del más perfecto modelo de comunicación interpersonal: la lengua árabe. Esta valoración exacerbada de un lenguaje particular hasta el punto de convertirlo en esencia de una etnia, concéde a éste, y a1 sistema lingüístico en general, el lugar más erevado en la escala de valores de los miembros de la misma. De este modo, la maestrfa en srr uso y lafuerza de creatividad utilizando sus elementos se convierten en Ia mayor de las artes y en la ocupación más excelsa para un prohombre. Pro-hombre que, con anterioridad, es hombre única y exclusivamente por su capacidad en utilizar sonidos aiticulados como útil comunicativo. Por ser un homo loquens o según los árabes al-l\ayawdn al-ndtiq (el animal que enuncia). si a esá añadimos la concesión, como era costumbre entre los árabes pre-islárnicos, al lenguaje de cierto poder mágico y de influencia sábre los objetos y las personas, se podrá comprender cuál era el ámbito en el que el Corán hizo acto de presencia.

EI corán se plantea como la realízacíónmás perfecta que pueda llevarse a término con las posibilidades que ofrece la lengua irabe, situándolo, a un tiempo, fuera de la capacidad de ningún nativo de esa lengua para superar o siquiera emular un resdtaáo semejante. Porque su autor, según la creencia islámica, es Dios y como se ha üsto con anterioridad, nadie puede sobrepasarre en cuástión alguna que se preste- Y el desafío queda abierbo desde su primera manifestación hasta el fin de los Tiempos:

'Aunque se pusieran de acuerdo, hombres y genios, para presentar algo semejante a esta Recitación, no Io conseguirían, aún en el caso en que colaboradores fueran los unos de los otios"(n, Es más, el Corán, por sí mismo, con independencia de quien pueda ser su autor, está tan seguro de su especial constitución que gradua el reto bajando paulatinamente el listón de sus exigencias. De la solicitud de un émulo completo del corán pasa, al no recibir respuesta, a urgir la presentación de diez capítulos: "¿O dirán, acaso, que se lo ha inventado? Entonces, ¡dí: presentad, pues, diez capítulos inventados y,llamad, con excepción de Dios, a quien podríis para que os a¡rude, si es que decís verdad!,,(s)

(4) Qur'án, XVll, 88, m t. (5) Qur'án, Xll, 13, m.t

Y, nuevamente, aI constatar el silencio de los oponentes, traslada su petición al requerimiento de un capítulo (sura) en la misma co¡runtura:

"Si os asalta la duda en aquello que hemos hecho descender sobre nuestro siervo, traed un capítulo que se le asemeje si es que decís Ia verdad"(t) Y aquí es donde entra en juego eI i'ydz (incapacitación, inhabilitación) que pretende ostentar el Corrín en su propia textura lingüística como elemento de singularidad con respecto a otros hechos lingifsticos. Elemento de singularidad que ha contribuido a la orientación, en eI ámbito del Islam, tanto de la herméutica(Tafslr), como de la lexicología (luga) o Ia estilística (bayd.n). Porque urta yez aceptado este rasgo distintivo en el texto coránico, era de obligada atención descubrir sus causas o, al menos, buscar y encontrar el origen de esa sensación estética que producen al oído árabe sus versículos. Sensación estetica que perdura aún ahora y que constituye un prrnto de observación y reflexión desde varios ángulos: cultural, religioso, lingüístico, musical, ... Y si eI Corán en su lengua original ha precisado del desarrollo de tres disciplinas para permitir un acercamiento, siempre parcial, siempre perfeccionable, a sus componentes estructurales ¿cómo no exigir en una traducción del texto coránico algo parecido?. Si la traducción es una reconstrucción, en un idioma determinado, de un acto de lengua (o de habla) puesto en función en un código lingüÍstico dado, intentando preservar sus caracteres de partida, quizás sea conveniente tener en cuenta el proceso de formación de ese acto y, mediante su observación, procurar su reproducción en condiciones üferentes. Si, además, el proceso es tan eüdente y se dispone, en la lengua de salida, de instrumentos de análisis bien defrnidos, como es el caso del Corán, su aprovechamiento se convierte en obligatorio cuando se desea emprender el transporte de sus signifrcados a un idiolecto distinto al original. Por otra parte, si toda traducción es un desafío, la traducción del Corán constituye un desafio muy especial, propuesto, ya en el primer momento, por eI propio texto y en su lengua original. Cuanto más no se acrecienta este desafio en su paso a otro idioma. Pero si Ia (6) Qu/an, ll, 32, m.t.

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condición inicial del i'yd,z ha inducido al despliegue de herramientas,

en un alto grado de especializacíón y de aplicación localizada, tan precisas como en nuestro caso, habría que retomarlo y perseguir un nuevo i'yaz, aitn teniendo presente la propia imposibilidad de su logro, en la lengua de llegada, sin conformarse, como hasta ahora, con la explanación de sus signifrcados, que, por otro lado, es Ia única realízacíítt que se reconoce a las traducciones del Corán hasta hoy. Si el i'yd,z resulta, como es creencia general, intraducible, no deja de ser un dato que se ha de tener en cuenta, aún en eI caso de que se pretenda la mera comprensión de los contenidos. Tafslr, luga y bayan, no se dan, ni como ciencias ni como aplicaciones de las mismas, con una completa independencia aunque sus campos de estudio se hallan perfectamente delimitados. La interdisciplinariedad de sus trabajos es evidente, incluso desde eI mismo momento de su aparición en razírt del interés por conocer el alcance ultimo del mensaje expuesto en el libro sagrado del Islam. Todo estudio en torno al Corán las precisa en árabe y una traducción no puede verse libre de su uso, por motivos de coherencia investigadora y de conveniencia metódica.

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