Sujeción y arte en Latinoamérica

August 12, 2017 | Autor: Gabriel Amos Bellos | Categoría: Sociologia, Artes, Psicoanálisis, Antropología
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SUJECION Y ARTE EN LATINOAMERICA

Gabriel Amos Bellos Lic. en Psicología

(Ponencia a las III Jornadas de Reflexión sobre el Arte, Instituto de Investigaciones Estéticas, Facultad de Artes, UNT; Junio de 1993.)

[email protected] Cel: 155-014734

"R E S U M EN (a modo de introducción): El objetivo general de este trabajo es el de puntualizar el lugar y la función que en el marco global de las culturas Latinoamericanas puede el Arte reclamar para sí, circunscribiendo tal localización desde una óptica limítrofe entre el Psicoanálisis y la teoría sociológica crítica. Para tal fin se tomarán como punto de partida las consideraciones del Psicoanálisis Freudo-Lacaniano acerca de la estructuración subjetiva como efecto de lenguaje (entendido este en tanto que lazo social). Así, la palabra "sujeción" en el título, toma la triple significación de: constitución subjetiva, sujetamiento al Orden social y sumisión al Orden del Lenguaje. A continuación se tomará parte del análisis crítico que Herbert Marcuse realiza sobre el modelo de las sociedades industriales avanzadas, para establecer lo que creo es el marco simbólico en el cual se estructuran actualmente los sujetos humanos. Se introducirán además algunos aportes de Michel Foucault acerca de las relaciones de poder. La línea de pensamiento que me guía es en el fondo la defensa de un derecho humano inalienable tanto como no reconocido: el derecho a la diferencia y a la variación, que el modelo cultural actualmente dominante pone cada vez más bajo riesgo de extinción al proponer como deseables, aceptables y materialmente realizables apenas unas cuantas formas de estructuración subjetiva. El Arte (o mejor: las Artes) finalmente, aparecen como el medio óptimo para ofrecer resistencia a esta uniformización forzada, en la medida en que se constituyen en el espacio simbólico privilegiado para la manifestación de la verdad subjetiva, debido a que el mito, forma primordial de la Cultura y del hecho artístico, ha sido y es, desde el comienzo de lo humano, aquello que transporta hasta el lenguaje la verdad indecible del Deseo.

Para el Psicoanálisis, la estructuración subjetiva es el efecto del "baño simbólico" en el que cada nuevo ser humano se ve sumergido incluso desde antes de su nacimiento. El procedimiento simbólico que opera esta estructuración es conocido con el nombre de "Complejo de Edipo", y se efectiviza para cada sujeto en el interior de la estructura familiar que lo acoge a su arribo a este mundo, estructura que mediatiza ante el infante el Todo de la Cultura (que Jacques Lacan ha llamado "Gran Otro"). Para decirlo en sus palabras: "El Otro como sede previa del puro sujeto del significante ocupa la posición maestra, incluso antes de venir allí a la existencia... como Amo Absoluto". Todo lo que dentro de la familia se hable sobre, a, ante, de, con o contra el niño, irá desde mucho antes de la concepción estructurando el universo de símbolos al que él accederá. Y no siendo la familia otra cosa que la representante ante el niño del todo social, su discurso será una parte, digamos una variación estilística, de los discursos que en tal sociedad circulan. La familia es entonces un sistema abierto a un sistema mayor que la abarca tanto como la determina, y a través de ella se retransmiten, con mayor o menor distorsión, los mensajes que al sujeto dirige la sociedad en la que le es dado nacer. Esto es así hasta tal punto, que para Deleuze el sujeto "es una variable, o más bien un conjunto de variables del enunciado... un emplazamiento o posición que varía mucho según el tipo del enunciado". Para él, "Lo primero es un 'SE HABLA', murmullo anónimo en el que se disponen emplazamientos para posibles sujetos". Ese Otro cultural, entonces, es una entidad de lenguaje. En ocasiones su murmullo ensordecedor es rechazado, y ese rechazo concluye en la psicosis; en el mejor de los casos, será oído y hecho propio por la operación del Complejo de Edipo, y nos encontraremos, a la vuelta de los años, ante un sujeto "normal", es decir, más o menos neurótico: portador-dice Lacan- de "un Saber que no comporta el menor conocimiento, a la manera del esclavo-mensajero del uso antiguo, el sujeto que lleva bajo su cabellera su codicilo que le condena a muerte no sabe ni su sentido, ni su texto, ni en qué lengua está escrito, ni siquiera que lo han tatuado en su cuero cabelludo rasurado mientras dormía". En virtud de lo anterior, la frase de Rimbaud en su carta a Izambard: "Yo es otro", adquiere un sentido de una profundidad abismal. Es por que ese Otro habla que, en tanto psicoanalistas, nos interesa oir lo que dice, aunque también y no en menor medida lo que omite, ya que es su discurso la sustancia de la que estamos constituidos. Existe un discurso o conjunto de discursos que goza en la actualidad de un proceso de universalización acelerada. Tal discurso se ha venido estructurando y afinando a lo largo de varios siglos en nuestra civilización Occidental, y su tendencia es, cuando menos, preocupante. No es este el lugar ni la ocasión de detallar los modos, causas o medios a través de los

cuales se produce el fenómeno, aunque es posible entrever el enorme poder que en su difusión ejercen las empresas transnacionales y los medios de comunicación masiva, ya de por sí universalizados y satelitalizados. En relación a ésto nos dice Deleuze que "cada formación histórica ve y hace ver todo lo que puede, en función de sus condiciones de visibilidad, al igual que dice todo lo que puede, en función de sus condiciones de enunciación. Nunca hay secreto, a pesar de que nada sea inmediatamente visible ni directamente legible". Antes de enunciar algunas características generales de este discurso al que Herbert Marcuse llama "la ideología de las sociedades industriales avanzadas", deseo hacer una salvedad: cuando hablo de la universalización forzada de tal formación discursiva no me estoy refiriendo a la tan mentada "importación de modelos extranjeros inadecuados a nuestras realidades socioculturales", posición xenófoba que de ninguna manera comparto, sino al fenómeno que Marshall Mc Luhan retrató en su obra "La Aldea Global". Esta globalización tiene su inicio, al menos para mí, el dia 6 de Agosto de 1945, fecha en que se hizo estallar sobre la ciudad de Hiroshima la primera bomba atómica de la historia. En su libro "El Hombre Unidimensional" desarrolla Marcuse dos hipótesis contradictorias: 1) que la sociedad industrial avanzada es capaz de contener la posibilidad de un cambio cualitativo para el futuro previsible, y 2) que existen dentro de esta misma sociedad fuerzas y tendencias que pueden hacerla estallar. Afirma que la primera tendencia es la dominante, y que ésto se explica por la aparentemente infinita capacidad que tales sociedades poseen para absorber y/o neutralizar las contradicciones que en su seno se generan. Esta neutralización es llevada a cabo mediante distorsiones discursivas como las que percibía Discépolo al escribir "Cambalache", solo que la cosa va un paso más allá de poner la Biblia junto al calefón: son las mismas fuerzas y tendencias capaces de destruirla las que son utilizadas por la sociedad unidimensional en su autoperpetuación, y uno de los mecanismos por los que se produce tal efecto es claramente visible en algunas series de televisión en las cuales una mujer, un negro, un grupo de jóvenes o, más recientemente, un gitano, luchan a brazo partido en defensa de la Ley y el Orden. Las características de un discurso tal "conducen a una 'sociedad cerrada', cerrada porque disciplina e integra todas las dimensiones de la existencia, privada y pública". Marcuse escribe acerca de "una ausencia de libertad cómoda, suave, razonable y democrática" que prevalece en estas sociedades, redundando en una administración racional de las vidas humanas que las componen. Esta administración conlleva la supresión de las individualidades a través de la institucionalización (política y jurídica, pero no solamente) de los derechos y libertades que dice garantizar. Tiende así a hacerse totalitaria en la medida en que amén de determinar las ocupaciones socialmente necesarias, las aptitudes para ellas

requeridas y las actitudes socialmente aceptables, determina además, y en un grado alarmante, las necesidades y aspiraciones individuales. Así produce sujetos históricos mutilados, reducidos en sus potencialidades conforme a las necesidades del todo social; sujetos-fusible, eliminables e intercambiables, incapaces de concebir siquiera un modo de vida alternativo. En palabras de este pensador, esta sociedad opera una "asimilación de las fuerzas e intereses de oposición, y administración y movilización metódicas de los instintos humanos, lo que hace así socialmente manejables y utilizables a elementos explosivos y 'antisociales' del Inconsciente". Todo esto ocurre mientras se preserva, a través de la propaganda, la ilusión de soberanía popular democrática, ilusión que se sostiene admirablemente por encima de un estado de crisis permanente. Marcuse no se inclina por la victoria de ninguna de las dos tendencias mencionadas, si bien a lo largo de su obra se hace sentir su convicción de que un cambio hacia democracias verdaderas e individualidades más libres es altamente improbable. Es por ello, además de otras razones, que me inclino a aceptar más bien las tesis de Michel Foucault que, aún siendo más extremas, permiten concebir alguna forma de resistencia. Una de las tesis más originales de Foucault es la de que el poder no se manifiesta solo como inhibidor o represor, sino también como fuerza que "incita, suscita, produce". Por otro lado, sostiene que el poder más se ejerce que se posee, y que en tanto que ejercicio se distribuye más o menos uniformemente en la trama social, estando por ello implicado en todas las relaciones humanas. El poder forma así una malla en la superficie de lo social, en que las relaciones de poder son los nudos, aunque no fijos sino difusos y móviles. Esta concepción del poder y sus manifestaciones le permite afirmar que, si bien es cierto que nadie está fuera del sistema ni puede salir de él (y ésto ni siquiera muriendo), existe la posibilidad de resistirse "a lo Maqui", ejerciendo cada uno como individualidad su poquito de poder en el espacio social en que le toca vivir y actuar. Definiendo esta posición de Foucault, Deleuze nos dice: "La lucha por una subjetividad moderna pasa por una resistencia a las dos formas actuales de sujeción, una que consiste en individuarnos según las exigencias del poder, otra que consiste en vincular cada individuo a una identidad sabida y conocida de una vez por todas". Esa resistencia constituye un esfuerzo por resguardar (y, en la mayoría de los casos, restaurar) lo que en la introducción llamé el derecho a la diferencia y a la variación, es decir: no solo nuestro derecho a ser, pensar, hacer y sentir de modo diferente al del resto de los seres humanos, sino incluso a variar nuestro propio modo de hacer, sentir, pensar y ser, a lo largo del tiempo. Desde su inasible comienzo, lo humano se ha definido por su forma cultural, o lo que es lo mismo, no existe el ser humano si no es como ser

de cultura. Toda cultura puede ser considerada un sistema de signos, y el Mito se halla a la base de todo sistema simbólico: es la forma primordial de la Cultura, el discurso primero de toda civilización, y por ello es también la forma primigenia de la creación artística. Volvamos un poco sobre Marcuse, quien casi al final de su libro escribe: "Si la sociedad establecida administra toda comunicación normal, dándole validez o invalidándola de acuerdo con exigencias sociales, los valores ajenos a esas exigencias quizá no puedan tener otro medio de comunicación que el anormal de la ficción. La dimensión estética conserva todavía una libertad de expresión que le permite al escritor y al artista llamar a los hombres y a las cosas por su nombre: nombrar lo que de otra manera es innombrable". El estructuralismo propone la lectura del Mito como mensaje, remarcando con esto la peculiaridad que el mito posee en tanto ficción, que es la de transportar hasta el discurso cotidiano un punto de verdad de otro modo indecible. En un universo de discurso reducido a la unidimensionalidad, la verdad solo puede ser expresada bajo forma mítica. En palabras de Lacan: "El mito es precisamente lo que puede ser definido como otorgando una fórmula discursiva a esa cosa que no puede transmitirse al definir la verdad...". En la actualidad, los pocos islotes culturales bidimensionales en los que Marcuse fundaba sus esperanzas al escribir su libro en 1954, tienden cada vez más rápido a desaparecer. Ante este hecho, la regionalización (aunque más no sea en áreas restringidas de discurso) parece ser un modo privilegiado de ejercer una resistencia a la manera de Foucault. Por traer un ejemplo de un área no artística, y bastante actual, en el Japón se está dando un interesante fenómeno de resurgimiento de los dialectos zonales (que habían declinado en los dos últimos siglos como resultado de la educación estandarizada y, especialmente, de la influencia de los medios de comunicación). La noticia es publicada en Clarín Revista el 11 de Abril de 1993, como una de esas curiosas peculiaridades de los Orientales; sin embargo, el fenómeno en cuestión puede sin mayor dificultad ser interpretado como un modo de resistirse a la estandarización provocada por el lenguaje oficial, y al idioma inglés internacionalizado tanto por razones comerciales como políticas. Con todo, en el terreno del Arte la regionalización presenta sus problemas, puesto que el Arte tiende a lo universal por derecho propio. Incluso se da el hecho paradojal de que la estética autóctona, que fuera revalorizada por el rescate cultural y el revisionismo histórico, está hoy integrada a los circuitos comerciales al punto de ser moda en algunos países europeos. Creo que la problemática de la regionalización pasa por el desarrollo de una estética autónoma (además de autóctona), una estética que se dé leyes propias que le permitan llevar al discurso social

una segunda dimensión, una profundidad. Quizá sea ésto lo que sucedió en Europa a fines del siglo pasado y comienzos del presente, cuando el surgimiento de movimientos como el futurismo, cubismo, dadaísmo o surrealismo. La relativa libertad del hecho artístico en relación a otros hechos de lenguaje (y con ella su potencial como instrumento de resistencia) se debe, a mi ver, a que en un mundo de pura "objetividad", el hecho artístico es una intrusión, un objeto construido de pura subjetividad. Ante la uniformización subjetiva implicada en el discurso de las sociedades actuales, la posibilidad de ejercer resistencia a su universalización a través de la producción de discursos locales, regionales, queda abierta. La creación artística, su raíz mítica, el punto de verdad que puede vehiculizar, se muestran como un posible instrumento para sostener, producir y reproducir sujetos que habiten en un universo discursivo a la altura de lo Humano.GABRIEL AMOS BELLOS Psicoanalista - Lic. en Psicología LECTURA MINIMA: Deleuze, Gilles: "Foucault". Lacan, Jacques: "El Mito Individual del Neurótico". Marcuse, Herbert: "El Hombre Unidimensional". LECTURA RECOMENDADA: Foucault, Michel: "La Arqueología del Saber"; "La Verdad y las Formas Jurídicas"; "La Microfísica del Poder". Freud, Sigmund: "Psicología de las Masas y Análisis del Yo"; "Introducción al Narcisismo"; "El Malestar en la Cultura"; "Conclusiones; Ideas y Problemas". Levi-Strauss, Claude: "Antropología Estructural". Lacan, Jacques: "Subversión del Sujeto y Dialéctica del Deseo en el Inconsciente freudiano"; "La Dirección de la Cura y los Principios de su Poder". Marcuse, Herbert: "Eros y Civilización".

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